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Como puede apreciarse, en esta aproximación, la salud engloba aspectos subjetivos (bienestar
mental y social), aspectos objetivos (capacidad para la función) y aspectos sociales (adaptación y
trabajo productivo). La enfermedad es definida como "un desequilibrio biológico, ecológico y
social o como una falla de los mecanismos de adaptación del organismo y una falta de reacción a
los estímulos exteriores a los que está expuesto; este proceso termina por producir una
perturbación de la fisiología y de la anatomía del individuo".
Por otra parte, una contextualización ecológica facilita la idea de que existe un continuo desde la
salud a la enfermedad en el que pueden reconocerse muchos puntos intermedios en la medida en
que podamos tener la capacidad de identificar la situación del sujeto en el marco de sus
relaciones. En Grecia se distinguen dos corrientes diferenciadas. Hipócrates (460-377 a.n.e.)
consideró que la enfermedad era una manifestación de la vida del organismo, como resultado de
cambios en su sustrato material, y no una expresión de la voluntad o de un espíritu maligno.
Estableció que cada enfermedad tiene su causa natural y que sin esa causa natural nada puede
tener lugar. Se le considera el "padre de la medicina", debido a que sus afirmaciones han tenido
posteriormente, aun a partir del Renacimiento, una notable influencia. En la misma época, Platón
(428-374 a.n.e.) representa la segunda corriente. Como es sabido, Platón encabezó la filosofía
idealista en la antigua Grecia y estableció, con respecto a la salud y la enfermedad, que éstas se
determinan por un principio no material, el alma divina o "pneuma" y que los procesos patológicos
se producen por las modificaciones del "pneuma" en los organismos y su influencia sobre los
órganos.
El modelo de Leavell y Clark permite una cierta operativización de la organización de las medidas
que se deben poner en práctica para brindar servicios de salud. Ellos establecieron dos momentos
o períodos en el proceso de la enfermedad: el primero se realiza en el medio ambiente, antes de
ser afectado el ser humano, y comprende el período prepatogénico, y el segundo, una vez que ha
sido afectado, que es el período patogénico o curso natural de la enfermedad. Ambos períodos
constituyen la historia natural de la enfermedad. Con respecto al ambiente, en el análisis de la
historia natural de la enfermedad, éste ha sido operacionalizado en tres dimensiones: el ambiente
inorgánico (que incluyen las condiciones físicas y geográficas presentes); el ambiente orgánico o
biológico (que incluye la flora y la fauna y todas las manifestaciones de vida que pueden tener
influencia sobre el individuo y el grupo); y el ambiente superorgánico (que se refiere a la realidad
socioeconómica y cultural en la que el individuo se desenvuelve).
Una de las disciplinas médicas que mejor representa esta orientación hacia lo social es la
epidemiología, que tiene sus antecedentes en estudios estadísticos acerca de enfermedades
infecciosas y nutricionales en Inglaterra (como por ejemplo los realizados por Budd sobre la fiebre
tifoidea), y que tomó mayor estructuración cuando a mediados del siglo XIX John Snow en ese
mismo país aplicó el método científico al estudio de una epidemia de cólera. La epidemiología
tiene una estrecha relación con la demografía, que es el estudio de las colectividades humanas,
especialmente en lo que se refiere a la estructura y dinámica de la población y con la estadística,
sin cuyo apoyo sería muy difícil reunir, analizar, interpretar e inferir datos sobre los grupos de
población y su estado de salud y de enfermedad.
La antropología social ha contribuido por su parte al esclarecimiento de la formación de creencias,
valores, hábitos comunes y prácticas que en distintos grupos culturales son relevantes en los
problemas de salud e influyentes en el comportamiento individual. Otras disciplinas hacen
contribuciones relevantes, entre ellas, la geografía, la pedagogía y la informática. En 1920 el inglés
Winslow definió la salud pública como "la ciencia y el arte de prevenir las enfermedades,
prolongar la vida y fomentar la salud y la eficiencia física mediante esfuerzos organizados de la
comunidad para sanear el medio ambiente, controlar las infecciones en la comunidad y educar al
individuo en cuanto a los principios de la higiene personal, organizar servicios médicos y de
enfermería para el diagnóstico precoz y el tratamiento preventivo de las enfermedades, así como
desarrollar la maquinaria social que le asegure a cada individuo de la comunidad un nivel de vida
adecuado para el mantenimiento de la salud". Posteriormente Winslow cambió "salud física" por
"salud física y mental" (citado por Terris, 1992).
Saforcada que, profundizando en los conceptos de salud y calidad de vida, entendidos desde una
perspectiva integral, nos encontraremos con dos conceptos con un gran nivel de sinonimia, y que,
el concepto de calidad de vida, variará del modelo de concepciones y prácticas en salud desde el
cual lo abordemos.
M. Max Neef, el postulado básico del desarrollo a escala humana es que, el mismo remite a las
personas y no a los objetos. la “generación de niveles crecientes de autodependencia y en la
articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos
globales con los compartimientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la
autonomía y de la Sociedad Civil
con el Estado. Se busca todo el tiempo establecer parámetros que nos permitan “medir”,
“evaluar”, el desarrollo; Es así como, desde un punto de vista económico.
2- “las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas y en todos los
períodos históricos. Lo que cambia a través del tiempo y de las culturas es la manera o los medios
utilizados para la satisfacción de las necesidades”
3. ¿Han cambiado los satisfactores que dan satisfacción a nuestras propias necesidades?.
Tomando los planteos de M. Max Neef dividimos las necesidades humanes de acuerdo a dos
criterios: - categorías existenciales, - categorías axiológicas.
De esta forma, obtenemos por un lado el reconocimiento de las necesidades de Ser, Tener, Hacer
y Estar y por otro lado las necesidades de Subsistencia, Protección, Afecto, Entendimiento,
Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad.
De esta forma, Max Neef construye una matriz básica compuesta de nueve necesidades
conectadas axiológicamente con cuatro categorías de satisfacción de necesidades. En cuanto a la
posibilidad que nos ofrece los planteos de M. Max – Neef podemos clasificar los satisfactores en:
Violadores o destructores: Cuyo efecto es paradojal, en tanto no solo eliminan la posibilidad de
satisfacer una necesidad sino que por efecto colateral impiden la satisfacción de otras
necesidades. Son en su mayoría satisfactores que tienen como características el nivel de
imposición, como ser la situación de exilio, la censura, entre otros.
Pseudo satisfactores: Aquellos satisfactores que estimulan una falsa sensación de una necesidad,
impulsados fundamentalmente hoy día por los medios de publicidad. Inhibidores: Aquellos
satisfactores que en tanto satisfacen una necesidad vuelven muy difícil la posibilidad de satisfacer
otras necesidades. Singulares: Los que apuntan a la satisfacción de una única necesidad.
Sinérgicos: Aquellos que en la medida que satisfacen una necesidad estimulan y contribuyen a la
satisfacción de otras. Pobrezas en el entendido que, cada necesidad que no es satisfecha genera
en el individuo una pobreza vinculada directamente a dicha necesidad. “Concebir las necesidades
tan sólo como carencias implica restringirlas a lo puramente fisiológico o subjetivo, que es
precisamente el ámbito en que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de
"falta de algo". Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y
movilizan a las personas, son también potencialidades y, más aún, pueden llegar a ser recursos. La
necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de afecto es potencial
de recibir afecto pero también de darlo.”
E. Safocada, desde un Modelo Clínico, calidad de vida se entiende en términos de “nivel de vida”,
dejando claramente una visión económica como central, entrando en juego también los planteos
de Rostow, desde donde la calidad de vida depende de aspectos tales como: la capacidad de
competitividad, de consumo, la diversidad y la cantidad de necesidades, así como los niveles de
confort que se tengan. Desde el modelo Sanitarista, que entiende la salud de las personas como
entidad social en tanto depende, compone, contribuye y condiciona la salud del conjunto
comunitario, la calidad de vida depende de la generación y existencia de espacios inter subjetivos
donde la solidaridad y la cooperación estén presentes, así como en la existencia de sistemas de
significación – valoración que en la medida que dan soporte a la integración “del otro”, apuesten a
diluir toda forma de segregación social.
El concepto de desarrollo integral introducido por Naciones Unidas, considera que el crecimiento
económico no siempre (o mejor aún pocas veces) se ve reflejado en términos de un mejor
bienestar humano o de justicia social. En este sentido, la propuesta de desarrollo integral nos
propone articular los objetivos económicos con los sociales apostando a disminuir las
desigualdades existentes. 2005 OMS “ Las inequidades han aumentado a pesar de que nunca
antes han existido en el mundo de la riqueza, los conocimientos y la sensibilidad e interés por los
temas que atañen a la salud como en la actualidad. La mayor parte de los problemas de la salud se
pueden atribuir a las condiciones socio económicas de las personas. Sin embargo, en las políticas
de salud, han predominando las soluciones centradas en el tratamiento de las enfermedades, sin
incorporar adecuadamente intervenciones sobre “las causas de las causas, tales como por ejemplo
las acciones sobre el entorno social…”
El estudio del bienestar humano es sin duda, un tema complejo y sobre el cual los científicos
sociales no logran un consenso. La falta de acuerdo en su delimitación conceptual se debe, entre
otras razones, a la complejidad de su estudio, determinada en mucho por su carácter temporal, su
naturaleza plurideterminada, donde intervienen factores objetivos y subjetivos. En torno al
bienestar humano existe una diversidad de enfoques, lo que no ha permitido aún, llegar a un
consenso en cuanto a su conceptualización y medición. Uno de los componentes fundamentales
del bienestar es la satisfacción personal con la vida. Esa satisfacción surge a punto de partida de
una transacción entre el individuo y su entorno micro y macrosocial, con sus elementos actuales e
históricos, donde se incluyen las condiciones objetivas materiales y sociales, que brindan al
hombre determinadas oportunidades para la realización personal.
Estudiar el bienestar resulta vital, pues a nivel social toca puntos tan neurálgicos como la
movilización de las masas para el cambio social y la responsabilidad común ante hechos
ambientales y ecológicos. A nivel individual, toma en cuenta aspectos cualitativos y cotidianos del
hombre vinculados a su felicidad que categorías sociales tales como el desarrollo económico no
pueden por sí solas explicar.
Por otra parte, el desarrollo evidenciado por el concepto de salud en las últimas décadas y la
realización de innumerables investigaciones clínico-epidemiológicas han demostrado el vínculo de
la salud con un conjunto de factores que trascienden lo biológico. Muchas de estas categorías
psicosociales han contribuido de una forma u otra al creciente auge y desarrollo de los estudios
acerca del bienestar subjetivo. En la búsqueda del aspecto positivo de la salud, dicha categoría se
hace necesaria, junto con otras, para abordar los factores psicológicos y sociales influyentes en el
proceso salud- enfermedad.
El bienestar subjetivo es parte de la salud en su sentido más general y se manifiesta en todas las
esferas de la actividad humana. Es de todos conocido que cuando un individuo se siente bien es
más productivo, sociable y creativo, posee una proyección de futuro positiva, infunde felicidad y la
felicidad implica capacidad de amar, trabajar, relacionarse socialmente y controlar el medio.1 Está
demostrada la asociación entre algunos estados emocionales y respuestas de enfrentamiento al
estrés de un tipo u otro.2 Todo esto explica por sí solo la relación del bienestar psicológico con los
niveles de salud.
La investigación del bienestar subjetivo, sin embargo, ha sido abordada por los investigadores de
manera difusa y poco clara, manejándose indistintamente conceptos tales como bienestar
subjetivo, bienestar psicológico, salud mental y felicidad. Además, tampoco está claramente
definida su vinculación con otras categorías de corte sociológico y sociopsicológico, tales como
calidad de vida, desarrollo económico y nivel de vida, condiciones de vida, modo de vida y estilo
de vida.
El bienestar subjetivo es parte integrante de la calidad de vida que tiene un carácter temporal y
plurideterminado. Algunos autores defienden la medición del bienestar mediante sus diferentes
componentes, o sea, la satisfacción por áreas más que mediante una medición única del bienestar
subjetivo, mientras que otros proponen una valoración global.
Otros autores han considerado el bienestar subjetivo como expresión de la afectividad.4 Para
Lawton, el bienestar es visto como una valoración cognitiva, como la evaluación de la congruencia
entre las metas deseadas y las obtenidas en la vida, mientras que Diener y otros brindan una
concepción más integradora del bienestar subjetivo considerándolo como la evaluación que hacen
las personas de su vida, que incluye tanto juicios cognitivos como reacciones afectivas (estados de
ánimo y emociones).
El término bienestar lleva implícita la experiencia personal, y por tanto hablar de bienestar
subjetivo puede considerarse una redundancia. Existe una íntima relación de lo afectivo y lo
cognitivo por lo que el bienestar es definido por la mayoría de los autores como la valoración
subjetiva que expresa la satisfacción de las personas y su grado de complacencia con aspectos
específicos o globales de su vida, en los que predominan los estados de ánimo positivos.
El bienestar subjetivo enfatiza un carácter vivencial en su sentido más amplio, aunque resulta
imprescindible esclarecer su vínculo con otras categorías de carácter más social. El término
bienestar psicológico ha sido utilizado como sinónimo de bienestar subjetivo; de hecho ambos
términos están estrechamente relacionados. El bienestar psicológico puede ser considerado como
la parte del bienestar que compone el nivel psicológico, siendo el bienestar general o bienestar
subjetivo el que está compuesto por otras influencias, como por ejemplo la satisfacción de
necesidades fisiológicas.
El bienestar psicológico trasciende la reacción emocional inmediata, el estado de ánimo como tal.
El bienestar psicológico es un constructo que expresa el sentir positivo y el pensar constructivo del
ser humano acerca de sí mismo, que se define por su naturaleza subjetiva vivencial y que se
relaciona estrechamente con aspectos particulares del funcionamiento físico, psíquico y social. El
bienestar posee elementos reactivos, transitorios, vinculados a la esfera emocional, y elementos
estables que son expresión de lo cognitivo, de lo valorativo; ambos estrechamente vinculados
entre sí y muy influidos por la personalidad como sistema de interacciones complejas, y por las
circunstancias medioambientales, especialmente las más estables.
El bienestar es una experiencia humana vinculada al presente, pero también con proyección al
futuro, pues se produce justamente por el logro de bienes. Es en este sentido que el bienestar
surge del balance entre las expectativas (proyección de futuro) y los logros (valoración del
presente), lo que muchos autores llaman satisfacción, en las áreas de mayor interés para el ser
humano y que son el trabajo, la familia, la salud, las condiciones materiales de vida, las relaciones
interpersonales, y las relaciones sexuales y afectivas con la pareja. Esa satisfacción con la vida
surge a punto de partida de una transacción entre el individuo y su entorno micro y macrosocial,
donde se incluyen las condiciones objetivas materiales y sociales, que brindan al hombre
determinadas oportunidades para la realización personal. Las condiciones de vida no son más que
aquellas condiciones materiales, espirituales y de actividad en las que transcurre la vida de las
personas.
Las condiciones de vida, como es obvio, tienen en su base el desarrollo económico alcanzado por
una sociedad en un tiempo y lugar determinados. El desarrollo económico se encuentra
fuertemente relacionado con el concepto de nivel de vida cuyos indicadores giran básicamente
alrededor de los ingresos y el consumo. El nivel de vida es el grado en que se satisfacen las
necesidades humanas expresadas a través de un conjunto de indicadores cuantitativos; son
aquellas características cuantitativas del consumo de los grupos.
Por otra parte, el modo de vida, es una categoría también estrechamente relacionada con la
calidad de vida y el bienestar. Este es ante todo un concepto sociológico que se conceptualiza
como la expresión integrada de la influencia socioeconómica en el conjunto de formas de la
actividad vital, en la vida cotidiana de los individuos, grupos y clases sociales. Él sintetiza en la
actividad vital del hombre lo biológico y lo social. El modo de vida caracteriza las principales
propiedades existentes en una determinada sociedad.
El modo de vida está también determinado por las cualidades biológicas, psicológicas y sociales de
cada persona en particular, las que determinan un estilo de vida específico para cada individuo.
Ese estilo de vida refleja el comportamiento del sujeto en su contexto social y su especificidad
psicológica en la realización de su actividad vital. Tiene un carácter activo y está regulado por la
personalidad, y representa el conjunto de conductas del individuo en su medio social, cultural y
económico. El estilo de vida abarca los hábitos y la realización personal en todas las esferas de la
vida del hombre, el área laboral, la cultura material (manera de vestir, útiles domésticos), higiene
personal, cultura sanitaria, actividad cultural y sociopolítica, así como las relaciones sociales y
sexualidad.
El término calidad de vida surge hace poco más de 2 décadas, aunque como concepción puede
situarse desde la antigüedad, vinculada a conceptos tales como bienestar, salud, felicidad, entre
otros. La calidad de vida se ha definido como un equivalente de bienestar en el ámbito social, de
estado de salud en el terreno médico, llamada también calidad de vida de salud y de satisfacción
vital en el campo psicológico.
La segunda tendencia, considera a la calidad de vida como una dimensión subjetiva determinada
por la valoración que hace el sujeto de su propia vida, concepción a partir de la cual se han
realizado innumerables esfuerzos en la elaboración de metodologías e instrumentos que permitan
la apreciación subjetiva y el nivel de satisfacción global o parcial en áreas importantes de la vida
del sujeto.
Algunos de sus autores como García Riaño llegan a plantear que algunos indicadores objetivos
como son el ingreso y el consumo de bienes y servicios, no son más que medidas parcializadas de
la calidad de vida. Según este autor, lo más importante en la calidad de vida es la percepción que
el sujeto tiene de su realidad exterior. La definición que adoptamos con relación a la calidad de
vida es la siguiente:
Los factores objetivos que forman parte de la calidad de vida están determinados, sin lugar a
dudas por el modo, las relaciones de producción y las formas de organización de una sociedad
dada, y por los patrones de trabajo y consumo que caracterizan a los distintos grupos sociales, en
un período histórico determinado.
Los niveles de satisfacción que el hombre alcanza, no solo dependen de las condicionantes
externas, sino también de las internas, es decir de su autovaloración y la jerarquía motivacional.
En la estructura del área subjetiva de la calidad de vida tenemos, pues, como núcleo central, una
dimensión psicológica la cual expresa el nivel de correspondencia entre las aspiraciones y
expectativas trazadas por el sujeto y los logros que ha alcanzado o puede alcanzar a corto o
mediano plazo. En el abordaje de la calidad de vida, los indicadores de corte objetivo resultan
necesarios, pero requieren de un complemento indispensable: el distinguir cómo se expresan
estos valores sociales en el individuo y cuán importantes resultan para él.