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Dramaturgia y teatralidad del Siglo de Oro: la presencia jesuita José Ramon Alcantara Mejia Adriana Ontiveros Dann Cazés Gryj (coords.) eee OR ace ae hr Kae Recreate eet DRAMATURGIA Y TEATRALIDAD DEL SIGLO DE ORO: LA PRESENCIA JESUITA JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA ADRIANA ONTIVEROS DANN CazEs GRY] COORDINADORES UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MEXICO, BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO. ILC] PQ 6121.R45 D73.2014 [Dewey] 862 D73.2014 Dramaturgia teatalidad del Siglo de Oro : la presencia jesuita / José Ramon Aleéntara, Adriana Ontiveros, Dann Cazés G., coordinadores. México, D. F.: Universidad Iberoamericana, 2014.~ 284 p. sil; 23 em ISBN: 978-607-417.-2652 1. Drama jesuita espanol - Historia y critica. 2. Teatro jesuita ~ Historia y critica. 3. Literatura cespafola ~ Periodo clisico, 1500-1700 - Historia ycritica. I. Alesntara Mejia, José Ramén, coordinador. U. Ontiveros Valdés, Adriana, coordinador. II. Casés Gryj, Josef Dann, coordinador. LV. Universidad Theroamericana Ciudad de México. Departamento de Letras. Primera edicion: 2014 D.R. © 2014 José Ramén Aleéntara Mejia (coonds,) ‘Adriana Ontiveros Valdés Josef Dann Cazés Gryi D.R. © 2014 Universidad Iberoamericana, A. C. Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe 01219, México, D. F jpublica@ibero.ms. ISBN: 978-607-417-265-2 Todos los derechos reservados. Cualquier reproduccién hecha sin consentimiento del editor se cconsiderar ilicita, El infractor se hara acreedor a las sanciones establecidas en las leyes en la materia, Si desea reproducir contenido de la presente obra escriba a: publica@ibero.mx, en el asunto anote el isbn que corresponda y deje el contenido en blanco. Impreso y hecho en Mexico Impreso por Alfonso Sandoval Mazariego. Ticapin 172, colonia Metropolitana Tercera Seccién, Nesahualcdyotl, Estado de México. C. P. 57750. Tal. 57934152. Se termind de imprimir el 15 de abril de 2014. El rae fue de quinientos ejemplares. INDICE INTRODUCCION. Dann Cazés Gryj y Adriana Ontiveros I CONTEXTOS ¥ CULTURA. EL MUNDO BARROCO VIRREINAL, EL TEATRO DE COLEGIO ¥ JUAN DE CIGORONDO. Aurelio Gonzalez I TEATRO DE TRADICION JESUITA DRAMATURGIA MONTURAS DE JUGUETE: CONSIDERACIONES SOBRE UNA ESCENA DE TORNEO EN LA COMEDIA DE JUAN DE CIGORONDO... Alejandro Arteaga Martinez LOS FIGURONES EN EL TEATRO JESUITA DE COLEGIO: EL COLOQUIO DE LAS OPOSICIONES. Adriana Ontiveros “{DEJARE MI HONGOL POR ESTE CRISTO EXTRANJERO?”: EL COLOQUIO DE LOS CUATRO REYES DE TLAXCALA Y LA TRANSFORMACION DE UN EPISODIO DRAMATICO. TOMADO DE UNA COMEDIA DE LOPE DE VEGA .. Ricardo Castells ESPACIOS Y REPRESENTACION EL SITIO DE LA REPRESENTACION Y EL ESPACIO ESCENICO DE LA ‘TRAGEDIA INTITULADA OGIO DE JUAN DE CIGORONDO. Octavio Rivera Krakowska 81 TRAMOYA ¥ PERSONAJE EN LA COMEDIA SAN FRANCISCO JAVIER, EL SOL EN ORIENTE, Dann Cazés Gryj ml COMEDIA AURISECULAR Y PENSAMIENTO JESUITA, LA LIBERTAD HUMANA A LA LUZ DE LAS PROPUESTAS DE LA CONCORDIA DEL LIBRE ARBITRIO DE LUIS DE MOLINA EN EL CONDENADO POR DESCONFIADO DE TIRSO DE MOLINA. Roxana EleridgeThomas DRAMA Y COMEDIA EN LA DEVOCION DE LA CRUZ DE CALDERON DE LA BARCA...... ra : 2 145 Leonor Fernandez Guillermo {QUE LOS HARA LIBRES, LA VERDAD O LA TAQIYYA? CONCEPTOS PUESTOS EN ESCENA EN LA MANGANILLA DE MELILLA DE JUAN RUIZ DE ALARCO? Nieves Rodriguez Valle 161 IV CAMINOS DEL TEATRO AUREO LA DESTRUCCION DE JERUSALEN COMO SIMULACRO Y DRAMA SOCIAL. José Ramén Aledintara Mejia fe 179 TITERES EN NUEVA ESPANA EN EL SIGLO XVI. 199 Octavio Rivera Krakowska y David Aarin Estrada 37 LOS ESBIRROS DE TONTONELO.. Ignacio Padilla EL TEATRO PASTORIL DE LOPE DE VEGA: POSIBLES RELACIONES ENTRE EL ESPECTACULO Y LA CULMINACION DEL GENERO. Adriana Azucena Rodriguez EXTRANAMIENTO E IDENTIFICACION EN LA DAMA BOBA DE LOPE DE VEGA: UNA POSIBLE RECEPCION.. Ximena Gémer Goyzueta IV CAMINOS DEL TEATRO AUREO LA DESTRUCCION DE JERUSALEN COMO SIMULACRO Y DRAMA SOCIAL José Ramén Alcantara Mejia Universidad Iberoamericana SIN LUGAR A DUDAS, el teatro de evangelizacién es el primer teatro novohispano; es un teatro concebido y escrito en prosa (y con frecuencia en lengua nahuatl) cuando en Espafia, sefala Fernando Horcasitas, el teatro en prosa era apenas una innovacién. Su auge es confirmado por Othén Arréniz, quien afirma que “debe considerarse el afio 1539 como una etapa critica, en que los directores espirituales de la Nueva Espajia echaron mano del recurso del teatro de evangelizacion en proporciones nunca vistas hasta entonces y nunca vistas después” (54). En efecto, no obstante que el teatro comenzé a utilizarse con fines didacticos desde 1530, con La conversion de san Pablo, la proporcion y la variedad de representaciones aumenté considerablemente, dando evidencia de que para los frailes el teatro se convirtio en un instrumento importantisimo en la evangelizacién de los indios. Fray Toribio de Benavente, Motolinia, observ6 algunas de las representaciones y relata el entusiasmo del pueblo indigena en su participacién, durante el auge teatral: Porque se vea la habilidad de estas gentes diré aqui lo que hicieron y represen- taron luego delante en el dia de San Juan Bautista [..]y fueron cuatro autos, que solo para sacarlos en prosa, que no es menos devota la historia que en metro, file menester todo el viernes, y en sdlo dos dias que fueron sibado y domingo, lo deprendieron y representaron harto devotamente. (88) Segtin Carlos Solérzano, una de las obras representadas durante este periodo fue el Auto de la destruccién de Jerusalén, aunque no da 180 JOsE RAMON ALCANTARA MEJIA. mas detalles ni sobre el texto ni sobre la supuesta representacién.! El texto que comenta este autor se encuentra, sin duda, basado en uno de los dos textos espafioles de la obra, que a su vez venian de la ver- sin francesa de San Pedro Pascual en dialecto lemosin y que, segtin Horcasitas, cuenta con una larga tradicién medieval (562-563). El texto que nos ocupa, homénimo de aquél, es el de un ma- nuscrito de la coleccion Boturini del siglo XVIII escrito en nahuatl, estudiado y rebautizado por Francisco del Paso y Troncoso, y que se conserva sdlo en copia, ya que el original se encuentra extraviado. Este lleva un titulo que aparentemente no tiene nada que ver con la obra, y obviamente se trata de una versién de La destruccién de Jerusa- lén, por lo que Horcasitas lo registra como tal? La trama de esta obra gira alrededor de un acontecimiento histéri- co preciso, que es el sitio y destruccién de Jerusalén en el aiio 70 de la era cristiana por las tropas de Tito, el hijo del emperador Vespasiano. Tal acontecimiento fue recreado bajo la perspectiva cristiana en va- tias versiones, introduciendo elementos ajenos para darle un nuevo significado. Se incorpora en ésta, ademas, el tema biblico de la milagrosa curacién de Naaman relatada en Reyes IV (5, 1-27), pero aplicandolo a Vespasiano. En las versiones castellanas y lemosin de la Destruccién de Jerusalén, el énfasis de la trama se encuentra en la lepra que padece el emperador Vespasiano y en su milagrosa cura por medio del patio de Verénica, suceso a partir del cual el emperador promete vengar la muerte de Jestis, y por ello invade y destruye Jerusalén como castigo + Sin embargo, en la version que se encuentra en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y que es casi idéntica a la comentada por Solérzano, la nota preliminar ofrece algunos datos: “Edicidn digital a partir del Ms. 14711 de la Biblioteca Nacional (Espana), ff. 139r-144r y cotejada con la edicién critica de Miguel Angel Pérez Priego en el Gdice de autos viejs. Se- leccién (Madrid, Castalia, 1988, pp.107-139). Recomendamos la consulta de esta excelente edicién para la correcta apreciacién de la obra editada”. ? Observa Horcasitas que “el manuscrito lleva el titulo engafioso de Nican motecpana in inemiligtzin in serior Santiago Apéstol (Aqui se asienta la vida del serior Santiago Apéstol), pero no. aparece este personaje. Tampoco parece estar asociado este auto a La vida del glorioso apéstol Santiago que escribié Torquemada” (561). Sin embargo, si, como indicaremos mas adelante, este texto fuera el resultado de una memoria oral de varias representaciones, el titulo podria aludir a alguna de las otras, lo mas probable a La conquista de Jerusalén, en la que si aparecta el apostol Santiago. LA DESTRUCCION DE JERUSALEN. 181 a los judios, y de paso castiga también a Pilatos por negarse a entre- garle los impuestos que le debia desde hacia afios. La version né- huatl, en cambio, da mas importancia al comportamiento de Pilatos yala sublevacién judia. El argumento de este auto es el resultado de una cadena de trans- formaciones que habia sufrido la narracion, a partir del aconteci- miento histérico, al paso de los siglos, y esto ha sido objeto de estudio de Luis Carlos Salazar Quintana y Beatriz Aracil (“Del texto”). Sala- zar ha trazado el desarrollo del tema desde sus fuentes histéricas en Josefo, Suetonio y Tacito, pasando por sus versiones medievales y legando al texto nahuatl, lo que le permite sefialar su funcién ideo- logica a lo largo de la consolidacién de la cristiandad europea, hasta convertirse en un instrumento ideal de la conquista militar, politica y espiritual de México. Salazar observa cémo la formulacién que hace la literatura cristiana de la historia de la caida de Jerusalén favorece la base argumental de los conquistadores a partir de las concepciones de éstos, y concluye que: En la amplia cadena receptiva de esta leyenda, la destruccién de Tenochtitlan viene a consumar cumplidamente no sélo el pensamiento milenatista francis: cano, sino, en el terreno de la praxis, una posibilidad de colonizacion plena- mente justificada. (“Ideologia” 153) En su analisis, Salazar sugiere que Pilatos representa el liderazgo tebelde de los judios contra Vespasiano y afirma que la representa- cién tendria como propésito justificar la destruccién de Tenochtitlan Jerusalén, asi como advertir a los indios de las consecuencias de una rebelién. Por ello, sefiala, en este texto se ha enfatizado el discurso ideoldgico del conquistador por encima del discurso religioso de los franciscanos. Puede notarse, no obstante, que aparentemente para Salazar el texto nahuatl refleja el original en que se basé su posible represen- tacién en el siglo XVI. Horcasitas indica que: “Del Paso y Troncoso, quien trabajé con el manuscrito original, afirma que la letra es de fines del siglo XVII o principios del XVIII”, aunque concluye, “lo cual, 182 JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA desde luego, no nos da la fecha de composicion de la pieza. Esta puede ser anterior, tal vez de la época de la evangelizacion, tratan- dose aqui de una copia, como es el caso de El Juicio final” (561-562). Es pues, tal vez por esta aseveracién, que Salazar da por sentado su origen en el XV1y lo vincula estrechamente con el texto castellano. Beatriz Aracil, por su lado, ha puntualizado que: el cotejo entre el texto dramatico nahuatl y el castellano permite comprobar que éste ultimo da especial valor al tema de la conversién de Vespasiano, asunto en el que comienza y termina el auto, [mientras que] la pieza indige- na parece dar mayor relevancia al triunfo del cristianismo sobre la infideli dad, (“Del texto” 32) Esta distincion y el énfasis que encuentra la estudiosa en el texto nahuatl le permiten sugerir que la obra justificaria “la conquista es pafiola en América como castigo a la infidelidad y unico medio para difundir la fe de Cristo y la defensa del imperio universal cristiano” (32), pero ademas abordaria, por un lado: “[el] problema de la sumi- sion indigena a la dominacién espafiola en América” (34), y por otro, el tributo que la poblacién indigena debia a la corona espajiola, que seria un tema posterior a la conquista. Aracil, entonces, sefiala que la obra en nahuatl, ademas de reflejar lo que indica Salazar, adquiere una funcion ulterior en su uso propagandistico. Esta obra, dice, “debié difundirse con facilidad en el seno de la poblacién indigena, donde se vinculd a la vez a los populares festejos de ‘moros y cristianos’” (36). Tal vinculacin con los “moros y cris- tianos” refiere a otra fase del desarrollo del tema, pues manifestaria la influencia en la composicién de este auto de otra obra con titulo semejante, La conquista de Jerusalén, que Motolinia presencid durante las fiestas de Tlaxcala en 1539, como celebracién por la derrota de los mores por el ejército espafiol. Seguin Aracil, La conquista tendria, en- tonces, el mismo propésito ideoldgico que La destruccién en tanto que sugiere una relacion entre los personajes y los actores—, pues los motos conquistados eran representados por los indios (“Teatro” 49). LA DESTRUCCION DE JERUSALEN. 183 Ahora bien, sobre La conquista de Jerusalén solo existe la descripcion. que hace Motolinia del espectaculo. No obstante, el dato permite suponer que las representaciones seguian instrucciones orales 0, cuando mucho un guién elaborado en nahuatl por los mismos frai- les, quienes deben haber utilizado el texto castellano. Esto permite especular sobre la composicién del auto que nos ocupa, pues bajo una suposicion similar, se explicaria su naturaleza aparentemente fragmentaria y la introduccién en la obra de elementos ajenos a la misma. Esto es, que el texto que nos llega en el manuscrito rescatado por Del Paso y Troncoso bien podria ser resultado de una escritura realizada a partir de un guién previo —de caracter inevitablemente inestable—, 0 quizés incluso a partir de la memoria oral de ésta y otras representaciones. Aracil, por su parte, sdlo reconoce la trans- mision escrita, pero concluye también que el texto nahuatl es un producto tardio (“Del texto” 37). Las lecturas que realizan Salazar y Aracil responden a la suposicion. de que el texto nahuatl es semejante al castellano 0, cuando menos, fiel en lo general al original hispano y, por lo tanto, también coinciden en que su representacin serviria para dar una justificacion ideologica a la conquista y al sometimiento de los indios, a partir de establecer un vinculo entre la destruccion de Jerusalén y la caida de Tenochtitlan. En otras palabras, el auto tendria como funcién lo que Alfonso Men- diola ha llamado “la construccién retérica de la realidad”: Para comprender el significado que en los siglos XVI y XVIl los cronistas le atribuyeron a la caida de Tenochtitlan, es necesario analizar el lugar funda- mental de Jerusalén en los relatos escatolégicos. Los cronistas le atribuyen a Tenochtitlan la misma funcién figurativa que a Jerusalén dentro del es- quema narrativo escatologico, es decir, que la caida de Tenochtitlan no es mis que la reiteracion, al igual que la caida de Jerusalén, del triunfo final de Dios sobre el Diablo. (388) Sin embargo, en este estudio queremos resaltar que el texto na- huatl manifiesta diferencias mucho mds sutiles sobre el castellano, que aquellas que sefialan Salazar y Aracil. En primer lugar, la secuen- 184 José RAMON ALCANTARA MEJIA cia dramatica esta significativamente alterada con respecto a las otras versiones de La destruccién de Jerusalén, y si bien es cierto que esto se podria deber a errores en la transmisién, como sugiere Aracil, es igualmente posible que se trate de un reacomodo de la trama a partir de una lectura distinta del argumento. En segundo lugar, hacia el final de la obra, se encuentran fragmentos importantes que no estan en el texto castellano lo que, como se ha mencionado, puede ser evidencia de la fusion de otras fuentes, ya fueran escritas u orales, cuya funcién habria que desentrafiar. Por otra parte, la estructura del texto efectivamente se asemeja mas a un guién para una repre- sentacién que a un texto dramatico en forma, tal como es la version castellana original. Esto se ve no slo por el hecho de que el texto nahuatl esta escrito en prosa, sino también porque las instrucciones escénicas en sus acotaciones presentan muchos espacios de indeter- minacion que animarian la creatividad en su representacion, y que harfan que el dilogo fuera mas gil (esto se manifiesta, por supuesto, en la traduccion castellana de Horcasitas, que imprime en el texto el ritmo del néhuatl al que nos han acostumbrado otras traducciones de textos literarios indigenas, como aquellas realizadas por el padre Angel Maria Garibay y Miguel Leon-Portilla). Ademas de esto hay que incorporar una lectura del auto desde su teatralidad implicita. Los textos dramaticos, por su naturaleza (que implica construcciones visuales desde el momento de su escritura dramatica, indicadas por las acotaciones), no pueden ser leidos sélo a partir de su textualidad porque su propésito final no es simplemente la lectura sino su repre- sentacién. Entre mas se es consciente de esto, la estructura del texto es menos “fijada” por la escritura, y mas “abierta” por la expectativa de la representacién (Alcantara 127-156). Esta es, ademas, la natu- raleza del teatro popular y relativamente espontineo de todos los tiempos y culturas. Dicha caracteristica es semejante a la observada por Segala quien sefiala, a partir de lo que dicen Garibay y Bierhorst sobre los cantos nahuas, la naturaleza espectacular de las creaciones literarias en nahuatl: LA DESTRUOCION DE JERUSALEN... 185 Garibay sostenia que todas las composiciones acompafiadas de notaciones musicales precisas, aunque dificilmente apreciables en el estado actual de nuestros conocimientos, eran mimicas dramaturgicas que muestran un sen- tido innegable del escenario y sus efectos. [..] Bierhorst[..] considera que cada canto es una ceremonia, una representacién, de la cual menciona las fases, los instrumentos y los actores. (204-205) Asi pues, nuestra hipdtesis es que, aunque efectivamente el texto castellano de La destruccién de Jerusalén fue la fuente de una posi- ble representacién en néhuatl, que ya desde entonces podria haber incorporado las caracteristicas “teatrales” propias de las ceremonias indigenas, tal vez durante la explosién dramaturgica que se dio en Tlaxcala alrededor de 1539, el texto que se siguié seria mas bien un guién para la representacion, el cual seria el antecedente del actual. Segtin Horcasitas, en el manuscrito se encuentra: “Una inscripcién. borroneada en la ultima hoja, con la cual un escriba comenzaba un. texto nuevo y extrafio a la comedia, [que] Ileva el nombre de la ciu- dad de Tlaxcala, lo cual puede indicar su procedencia o por lo menos el lugar donde fue copiada” (562). Lo que fue copiado, sin embargo, no fue el texto castellano, pues no sigue la misma estructura dramatica, sino un guién; o tal vez solamente se haya realizado una transcripcién de la memoria oral de la supuesta representacién. Esto tltimo es una fuerte posibilidad, ya que las alteraciones en el texto nahuatl, si es que éste fuera una copia fiel del guién, no podrian haber venido ni de mano de los frailes ni de sus escribas, porque los cambios son tan sobresalientes que seria inconcebible que ellos no lo hubieran notado. Por lo tanto, sdlo quedaria concluir que el manuscrito néhuatl es efectivamente el resultado de una trasmisién indigena, ya fuera oral © escrita, que incorporaria los elementos “teatrales” de los discursos nahuas, por lo que en éste se puede identificar en su conjunto lo que Martin Lienhard ha llamado “La huella de la voz”, es decir, la inser cién de una vision indigena en los textos del conquistador. La alteracion de la estructura genera, pues, otras lecturas del texto, ya que es evidente, como también ha observado Aracil, que lo mas significativo en el manuscrito nahuatl no es la milagrosa curacion de 186 José RAMON ALCANTARA MEJiA Vespasiano, ni su consecuente promesa de destruir Jerusalén como muestra de agradecimiento por su cura y, de paso, responder a la traicién de Pilatos (sin duda un afadido tardio anacrénico a la leyen- da), como ocurre en el castellano. Por el contrario, la versién nahuatl otorga més importancia a la traicién de Pilatos y la sublevacién judia, y convierte este hecho en la razén principal de la destruccion de Je- tusalén. De la misma manera, el tema del castigo a los judios por la muerte de Jestis cede al de la complicidad de éstos, y quizas hasta la insti- gacion de los mismos en la traicién de Pilatos. Esto confirmaria el ca- racter dramatico que se concede a Pilatos, ya observado por Salazar y sostenido por Weckmann: “Desde un principio, en la Nueva Espana el apéstol Santiago encabeza siempre a los cristianos, y Poncio Pilato frecuentemente a los indios” (citado por Aracil, “Del texto” 36). En el texto nahuatl, dividido en escenas por Horcasitas, la prime- ra anuncia: VESPASIANO: {Hace tres afios que desde aqui, desde Roma, le escribi a Pilatos! (587) Acto seguido, en el cuadro Il, una acotacién sefala la entrega de la carta a Arquelao, rey de Jerusalén, quien a su vez se la daa leer a Pila- tos, y éste reacciona dudando de la respuesta: PILATOS: {Cémo actuaremos? {Qué le contestaremos? (587) Entonces Arquelao interviene, tomando la iniciativa de Ilamarlo a la resistencia, para lo que le ofrece todo su apoyo: ARQUELAO: —_[...] Aqui estan todos: muchos hombres valerosos y estan. aqui todas tus Aguilas, tus siervos. Si el emperador quiere causar algiin dafio, no podra. {Cémo lo va a poder hacer? No ha de llegar a tu ciudad. Si acaso logra llegar jde qué les servira? Aunque vinieran a cercat Ia ciudad, tardarian mucho en tomatla. (588) LA DESTRUCCION DE JERUSALEN... 187 Los demas judios asienten: Jupios: {Cémo esté esto, noble sefior Pilatos? Ya te lo ha explicado el sefior Arquelao. {Qué més podemos decir? Es cierto lo que dice y esta de acuerdo con los deseos de nuestros cora- zones. (588) La trama comienza, entonces, anunciado ya la invasion de Jeru- salén por las fuerzas de Vespasiano a causa de la traicién de Pilatos, y mostrando la solidaridad entre los judios y éste para la resistencia ante el inminente ataque. Esto hace que a partir de aqui el papel pro- tag6nico sea compartido por los judios y Pilatos, mientras que el tema de la cura milagrosa de Vespasiano, asi como el castigo a los judios en sefial de agradecimiento por ésta, s6lo se aborda poco después (cuadro II), por lo que adquiere un papel dramaticamente secundario que se desarrolla en los siguientes cuadros, hasta que se tegresa nuevamente a Pilatos y los judios ya derrotados. Asi, en el cuadro XV, cuando Pilatos reconoce ante sus aliados el error de rebelarse contra Ves- pasiano, éstos aparentemente muestran solidaridad con el traidor y, al mismo tiempo, se lamentan por la inminente destruccién de la ciudad: PILATOS: Reconozco, sefiores, que he cometido un delito espantoso y que habéis suftido por mi causa. jSoy un desdichado! Jupios: Se nota eso en tu rostro, sefior y te tenemos compasién, pues has sufrido con nosotros. Se perderan nuestras vidas, se per dera tu sefiorio, tu nobleza. Y no te servird ir adonde resona- ba, pues desaparecerd con tu ciudad Jerusalén. (597-598) Aunque el tono lleva un reproche hacia Pilatos (“Junto con noso- tros se destruira y eso es resultado de tu maldad”: 598), la interven- cién termina con un lamento por su futuro incierto, y la inevitable determinacion de apelar a la compasién del emperador: 188 José RAMON ALCANTARA MEJIA. {Qué nos iri a pasar? Vayamos a postramos todos ante él, var yamosa llorar ante el emperador ¢Cémo querra él que salga la cosa? {Nos tendra compasién? {Se apiadara de nosotros? (598) La acotaci6n final indica: “Lloraré Pilatos, y llevard a sus vasallos adonde esta el emperador” (597-598). En su traduccién, Horcasitas parece haber captado en la expresion sentida de los judios, el lamento que destila de los textos néhuatl so- bre la destruccién de Tenochtitlan, tal como los resena Leon-Portilla en su Visién de los vencidos: Todo esto pasé con nosotros. Nosotros lo vimos, Nosotros lo admiramos, Con lamento y triste suerte Nos vimos angustiados. (166) En efecto, algunos de los aspectos de este conocido poema née huatl, parecen estar configurados a partir de elementos de La destruc. cién de Jerusalén, particularmente en la venta de los judios derrotados. En el auto se lee: VESPASIANO: Aqui estiin todos los judios que trajo Pilatos. Que sean ven- didos pablicamente, pues son cautivos, esclavos. (603) El poema dice: Se nos puso precio. Precio del joven, del sacerdote, Del nino y la doncella: Basta: de un pobre era el precio Sélo dos pufiados de maiz, Solo diez tortas de moscos Solo era nuestro precio Veinte tortas de grama salitrosa. (Visién de los vencidos 167) LA DESTRUCCION DE JERUSALEN. 189 Las semejanzas, sin embargo, no se deben solamente a la natura- leza del lenguaje comtin entre ambos textos. Hay algo mas profundo que solo se puede explicar, en la version nahuatl de La destruccién de Jerusalén, por la reelaboracién del argumento de la obra castellana, por su utilizacion durante la colonizacién y evangelizacién espafiola y, finalmente, por la vision indigena de lo que esto significé, mante- nida a través del texto que nos ocupa.? En este momento podemos decir que nos encontrariamos con un texto alternativo a uno compuesto por los conquistadores, y que esta construido a partir de la memoria oral o escrita del acontecimiento escénico, pero también —y esto es lo mas importante de la interpre- tacién indigena del mismo. La naturaleza de tales textos es descrita por Lienhard de la siguiente manera: los textos nacidos del enfrentamiento entre europeos criollos e indios mes- tizos constituyen un conjunto a todas luces paradigmatico. Por una parte, Ia violencia inicial de choque auspicié manifestaciones particularmente instructivas de hibridismo literario; por otra, la reproduccién constante, aunque bajo formas cambiantes, del conflicto inaugural permite rastrear la interaccién entre la cultura grafica al estilo europeo y determinadas culeu- ras orales. (45) La destruccién de Jerusalén nahuatl, sugerimos, manifiesta un tercer momento interpretativo, que seria aquel que tealiza la propia voz indigena. En otras palabras, la transmision no es pasiva, pues si bien ésta adopta la trama del texto original (que debe haber sido muy semejante al castellano), la transforma para desplazarla hacia la resis- tencia de los judios y de Pilatos. Y si bien, ante la inevitabilidad de su * Siguiendo el tema de la destruccién de Jerusalén a partir de la version de la leyenda que se encuentra en un libro de cordel del siglo Xvi, que cita Bernal Diaz del Castillo al relacionarla con la destruccién de Tenochtitlan, Enrique Flores conchiye, aludiendo al mismo poema néhuatl: “Asi, el topos de la Ystoria del noble Vespasiano —o de La destruycién de Jerusalén— acaba construyendo la memoria, ya no la de los victimarios de la destruccién, como la imagen de Bernal Diaz, sino de las victimas. Y Jerusalén la construye —con el apoyo, recordémoslo, de los frailes franciscanos~ en el momento angustioso, en que esa herencia se derrumba” (84),

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