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Mujeres en la Independencia.

Cuando se habla de la gesta heroica del 15 de septiembre, los únicos dos nombres de
mujeres que se describen son los de Josefa Ortiz de Domínguez, y Leona Vicario. Sin
embargo, miles de mujeres participaron en el movimiento según el medio social en el que
se movían, bajo distintos, pero fundamentales papeles.

Tanto en la educación pública como en la privada, cuando se revisa el movimiento de


independencia de México, se da el reconocimiento de fechas, lugares y personajes que en
su conjunto lograron que nuestro país pudiera ser independiente de la opresión y colonia de
otros países. Se habla de valentía, poder, unión y soporte entre las personas, así como la
mención de ciertos personajes reconocidos como “los padres de la patria” sin embargo
difícilmente se habla de las mujeres, su importancia, papel, dinámica y afectación.

A la mujer se le ha identificado como aquella que se dedica exclusivamente al ámbito


privado, es decir la que se realiza en las labores domésticas y en el cuidado hacia las y los
demás. Sin embargo en 1810 las mujeres que conformarían la Nueva Nación demostraron
que eran más que una compañera de cuarto (como las llamaba Guillermo Prieto), una
madre o una persona pasiva, pues fue, en gran parte, gracias a ellas que los movimientos
sociales mexicanos han formado su historia y dinamismo social.

De acuerdo con el proyecto de investigación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias


Sociales (FLACSO), “Mujeres de Latinoamérica en Cifras”, la participación de la
población femenina del país en la lucha comenzada en 1810 por el cura Miguel Hidalgo, se
encuentra minimizada. Según el documento, la participación de las mujeres en la
Independencia de México no sólo se limitó a la espera del término del conflicto, del regreso
de sus esposos o a la realización de labores domésticas en los campamentos. En realidad
tuvo mucha mayor relevancia, porque fueron responsables de mantener en pie a sus
familias y comunidades.

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El movimiento de la Independencia de México, contó con el aporte de mujeres de todos los
sectores sociales, quienes participaron como espías, mediadoras, guerreras, enfermeras y
cocineras. Féminas que en el anonimato y en el paralelo que implicó la gesta de los grandes
héroes, dejaron a un lado los prejuicios y el reconocimiento social para unirse a la lucha.
Muchas fueron las mujeres que desafiaron la estructura social con su osadía y salieron a la
batalla no importándoles las consecuencias fatales a las que la mayoría de ellas fueron
sujetas.

Las mujeres de la clase criolla jugaron un papel muy importante, entre ellas destacan
nombres como el de Mariana Rodríguez del Toro esposa del español Manuel Lazarín,
autora intelectual del plan para tomar como rehén al virrey Francisco Javier Venegas, con
el fin de obtener la libertad del Cura Higalgo, por desgracia se descubrió su maquinación,
pero su íntegra intención es valorada. Otra de las mujeres que se reconoce por su
inteligencia y valentía es Leona Vicario esposa de Andrés Quintana Roo, quién de manera
clandestina enviaba mensajes a los familiares de los insurgentes para mantenerlos
informados, sin embargo la labor por la cual se encuentra en la lista de los personajes
ilustres del movimiento, fue su labor de convencimiento hacia los armeros vizcaínos del
virreinato para la fabricación de cañones y fusiles.

El modelo de la mujer patriota se ve reflejado en Doña Josefa Ortiz de Domínguez esposa


de Miguel Domínguez, corregidor de Querétaro. Esta brillante mujer, tras enterarse que los
realistas habían descubierto la conspiración, convenció a los insurgentes para adelantar la
fecha de la independencia, motivo por el cual las autoridades la amenazaron con
encarcelarla si seguía en dichas revueltas, no obstante Doña Josefa se las ingenia para
enviar a un mensajero hasta San Miguel el grande y dar aviso de la situación.

Además de estas mujeres dentro del Archivo General y Público de la Nación, se encuentran
algunas semblanzas de otras valerosas mujeres como:

Rita Pérez de Moreno. Casada con el insurgente Pedro Moreno, acompañó a su esposo en
la campaña de la independencia. Roto el sitio del Fuerte del Sombrero, fue hecha prisionera
y conducida a León con sus hijos. Fue hasta lograrse el triunfo de la independencia cuando
Rita Pérez regresó a su lugar natal y murió a la edad de 82 años.

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María Josefa Marmolejo de Aldama. Se destaca por negarse a colaborar con la causa
realista junto a las hermanas del cura Hidalgo y otras damas de sociedad. Se ocultaron en
San Miguel Allende de la tropa del general Félix María Calleja y tras ser descubiertas se
niegan a informar del paradero de los hombres que partieron a la lucha.

Altagracia Mercado. Mujer que formó un pequeño ejército con su propio dinero tras
enterarse de la lucha por la libertad contra los realistas. Por desgracia de su pequeño
ejército solo ella sobrevivió y continuó luchando, acto con el cual se ganó la admiración de
los jefes españoles, quienes fusilaban a los prisioneros, pero gracias a su acto valeroso el
coronel consintió que mujeres como ella no debían morir.

Antonia Nava de Catalán. Hija predilecta de Tixtla y heroína de la Independencia. Es


recordada por presentarse ante el general Nicolás Bravo, con actitud enérgica al lado de
numerosas mujeres, para decirle: Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a
nuestra Patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento! Su acto generó gran
admiración y motivación, las mujeres se armaron de machetes y garrotes y salieron a pelear
contra el enemigo. Ganándose el título de La Generala.

Marcela, “Madre de los desvelados” esta mujer de edad avanzada fungió como correo de
los insurgentes desde León hasta Puerto Espino, donde Mateo Franco dirigía las fuerzas de
Don Ignacio Rayón. Por su importante servicio y a los graves peligros que implicaban sus
empresas, los insurgentes la apreciaron y en gratitud a la ayuda a la causa, la llamaron
“Madre de los Desvalidos”.

Ana María Machuca. Se tienen pocos datos sobre ella, sin embargo se le reconoce como
una activista que luchó por la liberación, fue condenada el 24 de mayo de 1816 a un año y
seis meses de cárcel en la Casa de Recogidas.

María Francisca, La Fina. Esta vil embaucadora, llamada vulgar e irónicamente La Fina,
en realidad era el comandante, daba los empleos militares, protegía a los bribones favoritos
y disponía a su antojo del fondo nacional: ella se apropió la hacienda de la Loma y de
Chupio y algunos ranchos.

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Francisca Marquina de Ocampo. Le acompaño al virrey Félix María Calleja en todas sus
correrías, prestándose en algunos puntos con sus charrateras y sable, llena de tanta vanidad
y orgullo, que amenazó varias veces a algunos sujetos de ese pueblo; evitando que su
difunto esposo se presentase al indulto.

María Josefa Martínez. A la muerte de su esposo, el jefe insurgente Miguel Montiel,


María Josefa se vistió con ropa de hombre y al frente de los llamados rebeldes, combatió
hasta que fue arrestada y condenada a prisión perpetua en la casa de reclusión de Puebla.

María Manuela Molina. Esta extraordinaria mujer nacida en Taxco, anduvo en las
campañas de Morelos al lado de otras mujeres, se le concedió el cargo de capitana y logró
poner en fuga a los realistas. Se ha hallado en siete batallas y entusiasmada con el gran
concepto que el señor General le han acarreado sus victorias, hizo viaje de más de cien
leguas para conocerlo.

Rosa Jacinta de la Paz. Mujer indígena del Valle del Maíz, se recuerda y reconoce por
avisar a los insurgentes de la próxima llegada al lugar de las fuerzas realistas. Esto
aconteció en 1813, y gracias a Rosa Jacinta, la sorpresa preparada no pudo realizarse.

Gertrudis Bocanegra. Una de las principales conspiradoras de la guerra de Independencia.


Sirvió como correo de los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. Fue muy
hábil al armar una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión
independentista.

María Soto la Marina. Salió de la retaguardia en una batalla, tomando dos cantaros y sin
importar las balas enemigas comenzó a acarrear agua para que tomaran los soldados
insurgentes. Una y otra vez atravesó las líneas enemigas sin importar su seguridad, hasta
que todos pudieron calmar su sed.

Carmen Camacho. Utilizo sus encantos para apoyar la acción rebelde. Se cuenta que junto
con otras mujeres bellas, persuadía a los soldados para abandonar el ejército realista y
unirse a los insurgentes.

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