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“Zaida y Guzmán contra el encantador de serpientes”

Autor: Monse Roncero, María José de Miguel, María Villanueva.

En un pueblo, todos los niños eran amigos. Todos excepto dos:


Guzmán, que era un poco lento para aprender las cosas pero muy
fuerte, y Zaida, que era morena, pero muy valiente.
Un día llegó llegó al pueblo un circo. Su jefe era el encantador de
serpientes, que tenía una flauta dorada con malvados poderes mágicos,
y de la que no se separaba ni cuando dormía.
Unos payasos del circo enviados por su jefe, el encantador de
serpientes, fueron al parque donde jugaban los niños y niñas y les
regalaron unas golosinas que daban sueño. Como Zaida y Guzmán
estaban alejados de los demás niños, como siempre, los payasos ni
siquiera los vieron.
Al probar las golosinas, los niños quedaron hipnotizados y siguieron a
los payasos que volvieron donde estaba instalado el circo. Zaida y
Guzmán los siguieron también, pero escondiéndose, para averiguar lo
que pasa.
Aprovechando la fuerza de Guzmán, Zaida y él iban clavando ramas de
árbol al borde del camino para saber por dónde regresar.
Al llegar al lugar donde acampaba el circo, los payasos encerraron a los
niños y niñas en un camión, y Zaida y Guzmán, sin hacer ruido, se
escondieron detrás de una caja de cristal llena de serpientes.
Zaida, que había vivido en África, entendía el lenguaje de las serpientes
que decían: “Huyan, los va a ver el encantador de serpientes, él tiene
una flauta mágica que a todos los niños y niñas que la escuchan los
convierte en serpientes, como a nosotros”
Zaida no quiso marcharse sin ayudar a sus amigos y, de acuerdo con
las serpientes, idearon un plan. Tendrían que conseguir la flauta y
echarla al fuego, para que así desaparecieran sus poderes.
Cuando llegó la noche, la gente del circo hizo una gran hoguera. El
encantador se dirigió al camión donde estaban los niños y empezó a
tocar la flauta. Poco a poco la piel de los niños y niñas se iba poniendo
áspera y dura y comenzaron a salirles escamas en las manos y una cola
en la espalda.
El encantador solo tocó unos minutos porque estaba cansado, y se fue
a dormir dentro de su tráiler. Como era el jefe, ordenó a todos irse a
dormir.
Zaida y Guzmán entraron en la caravana sin hacer ruido, y con una
tijera, cortaron la cuerda de la que colgaba la flauta del encantador.
Salieron en silencio y echaron la flauta al fuego.
Al instante, surgieron de la flauta destellos y humos de colores que
asustaron y despertaron a la gente del circo porque sabían que, sin la
flauta mágica, estaban perdidos.
La gente del circo intento escapar en sus autos y camiones, pero no
encontraron las llaves para ponerlos en marcha. Los niños y niñas del
pueblo, al quemarse la flauta, despertaron de sus hipnosis. Zaida y
Guzmán habían evitado que los del circo escaparan, escondiendo las
llaves de los vehículos.
Los padres de los niños, que habían salido a buscarlos siguiendo las
señales de las ramas clavadas por Zaida y Guzmán, aparecieron por el
circo y agarraron a los malvados para entregarlos a la policía.
Los padres les hicieron ver a sus hijos e hijas lo mal que habían actuado
con Zaida y Guzmán. Y organizaron una gran fiesta para agradecer a
Zaida y Guzmán lo que había hecho por sus hijos. Desde entonces,
todos son amigos.

FIN

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