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El sol aun no asomaba en su esplendor, pero su resplandor ya había comenzado

lentamente a imponerse sobre la oscuridad de la noche. Sobre la mesa yacían juntos y


preparados una biblia, un cuaderno de apuntes y una cartuchera cuyo contenido estaba
ávido de ser utilizado en el amanecer de un nuevo día. Un sonido revela que mi mente
aun dormitaba mientras esperaba ser confirmado por el mismo anunciando que ya no
faltaba nada para iniciar un encuentro con Dios, en el cual no podía faltar el mate que
amenizaba cada charla personal con Él. Todo estaba dispuesto, y yo también. Aun
humeaba el primer mate que invitaba al inicio de una nueva jornada junto a Él, cuando al
abrir el cuaderno me encuentro con una novedad, que ya no me asombraba tanto. Alguien
había tomado mi cuaderno, y no conforme con eso, lo había escrito. No fue difícil
descubrir quien había sido el ladrón, pues su firma estaba implícita en los trazos de su
mano. Mientras mi mente comenzó a volar en cuál sería el castigo que merecía el
perpetrador que desde hacía años conocía, pues forma parte de eso que no se elige - la
familia. La curiosidad en las palabras escritas me llevo a procurar leer lo que decía. Pensé
que alguna broma o comentario sobre una chica podría estar escrito allí, quizás algo de
eso me delataría, pues ese intruso quizás habría podido descubrir algo que yo ocultaba en
silencio en mi corazón; sin embargo, ese hurtar del cuaderno fue una bendición, que
quizás él descubre si lee estas líneas. Cada hoja al pie tenía una inscripción, en la primera
decía: - “Vive como si Jesús hubiese muerto ayer, resucito hoy y viniera mañana”-

Silencio en al aire, miles de sonidos en una mente en la cual se despertó en meditar sobre
el valor del nuevo día. Mi biblia continuaba cerrada, pero sus palabras golpeaban
fuertemente mi corazón, pero no como una memorización disciplinada y reiterativa de
cada porción sino el son vital de su voz recordándome aquello que muchas veces no tengo
en cuenta. Como iniciando un dialogo conmigo decía – “Yo estaba desde antes que
abrieses tus ojos contigo, ¿ves que cumplo a cada instante mis promesas? Te dije -todos
los días, pero éste es más importante aún que ayer”. En mi mente comenzó un oír Su
voz, disfrutar Su presencia, entender que no es importante aquello que se atesore en la
mente sino lo que se disfruta en el andar junto a Él disfrutando Su presencia que nos hace
entender lo Vital de Su Palabra.

Tristemente el cristiano va perdiendo el disfrute de Su Presencia en la medida que es


absorbido por el sistema mundo, que nos demanda cada vez más de nosotros y para
nosotros. Perdiendo asá la frescura de su compañía y el renuevo de Su misericordia
cotidiana para con nosotros. Vivimos de comidas rápidas de Su Palabra (libros
devocionales, lecturas secuenciales y rápidas, etc.) perdiéndonos el deleite de Su mesa
preparada para nosotros cada día aun en presencia de quienes desean nuestro mal.
Conformistas del corazón, que cada comienzo de etapa renueva promesas que quedan
incumplidas a mitad de camino. Caricaturas de cristianos que se visten de religión
rehusando el valor de la vida y el disfrute cotidiano. Críticos del mundo en el que vivimos
pues poco conocemos el que nos espera junto a Él. Carenciados de bendiciones pues
ponemos por delante nuestros propios planes y proyectos llevando en oración los mismos,
pero sin consultar cuales son los Suyos para mí. Cargados de una cruz de carne que se
hace una conmigo mismo pues responde a mis deseos y no a los de Dios.

Un nuevo día, la misma Cruz. El sol hace su aparición por decisión de su Creador. Me
miro y agradezco haber sido Cambiado por Él y Confrontado por sus Palabras. No
necesito el inicio de un nuevo año para Cambiar; una nueva etapa para Ceder de mí; sino
valorar este nuevo día y agradecerte por estar siempre a mi lado cumpliendo tu Palabra
para bendición en mi vida. Gracias por saber que vienes pronto a buscarme, quizás hoy o
tal vez mañana no lo sé, pero ayúdame a vivir plenamente “un día a la vez” cumpliendo
mi deber solo por gratitud. Amen

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