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in memoriam H. Diaz-Casanueva
Toda ciencia reposa sobre fundamentos que, por cierto, junto a los
planteamientos y métodos de su modo de investigar, permanecen para ella misma
en principio inaccesibles. Pero, cada investigador es capaz de dirigirse
reflexivamente hacia estos fundamentos, suponiendo que él sea un espíritu
despierto, y con él se corra el riesgo de ingresar en un diálogo con la filosofía. Un
riesgo semejante pertenece a la vida del hombre cuya voluntad y obra festejamos
hoy.
Por ello, séanos permitido desde el ámbito del pensar, al cual pertenece la
filosofía, decir una palabra que según su procedencia tiene la forma nativa de la
pregunta. Nosotros preguntamos: ¿Qué es y cómo se determina en la presente
época del mundo el asunto del pensar? El asunto - éste mienta aquello de donde
el pensar es requerido y por medio del cual el mismo es determinado. Por cierto,
debemos contentarnos con señalar algo mínimo. Pero que en esta velada festiva
debe servir de saludo y presente.
El que la pregunta por la determinación del asunto del pensar sea hecha y
cómo lo sea decide -a mi parecer- sobre el destino del pensar. La decisión que
aquí se toma no la hemos tomado nosotros. En ella somos ante todo
necesariamente sólo partícipes.
Por ello, lo que cuenta ante todo es comprobar hasta qué punto la filosofía
ha entrado en su final.
Si hablamos de un final, entonces decimos que algo no llega más allá, que
ha cesado de ser. El final cuenta como algo deficiente y malvenido. Final - suena
como incapacidad y caída.
Sin embargo, giros idiomáticos como: “de un extremo a otro” (von einem
Ende zum andern: de cabo a rabo) y “en todos los fines y confines” (an allen
Ecken und Enden) nos dan noticia de un significado distinto de la palabra “final”.
Dice tanto como lugar. Bajo “final” entendemos en lo que sigue: el lugar en
donde algo se reúne en su última posibilidad, en donde algo acaba plenamente.
Ellas le deben su brillar según Platón a una luz. Se suele entender esta
relación de las ideas hacia la luz como una metáfora. No obstante, sigue siendo
cuestionable: ¿Qué sea, pues, en lo propio de la presencia, lo que en su
determinación demanda y permite una transferencia con la luz? Por largo tiempo
ha intranquilizado a pensadores, hasta qué punto determinaciones como igualdad,
otredad [alteridad; N.d.tr.], mismidad, movimiento, que pertenecen a la presencia
de lo presente, puedan todavía ser pensadas como ideas. ¿No se oculta aquí acaso
una situación por completo distinta, que mediante la transposición moderna de la
idea desde el aspecto de lo presente se torna del todo inaccesible para la
perceptio, para una representación prefigurada desde un yo humano.
Lo que esta palabra nos da para pensar se puede aclarar con un ejemplo,
supuesto que lo reflexionemos lo suficiente. Un claro del bosque es lo que es, no
sobre la base de la claridad y de la luz que pueden aparecer en él durante el día.
También durante la noche persiste el claro. El indica que: se puede pasar por el
bosque en ese lugar.
La luminidad (Lichte) en el sentido de la claridad (Hellen) y la luminidad
del claro no sólo se distinguen en su asunto, sino también de palabra. Clarear
(Lichten) quiere decir: despejar, dejar libre, aligerar. A “clarear” le pertenece
“ligero” (leicht). Aligerar algo, alivianarlo, quiere decir: dejar de lado lo que se le
opone, llevarlo hacia lo libre, hacia lo sin resistencia. Levar el ancla (den Anker
lichten), significa: liberarlo del cercante fondo marino y levantarlo hasta lo libre
del agua y del aire.
De tal modo que, parece apropiado en este instante el señalar hacia el claro
como el asunto destacado de un otro pensar, al menos en algo aproximado. Pues,
hace cuatro decenios, el análisis hermenéutico del Dasein habló del claro, en
vistas al despliegue de la pregunta por el ser en “Sein und Zeit”. Con la analítica
del Dasein así iniciada, se trajo a discusión más tarde el “análisis existencial” con
el fin de una aclaración de los fundamentos de la psiquiatría.
Martin Heidegger
[i] El siguiente texto: “Zur Frage nach der Bestimmung der Sache des
Denkens”, apareció a comienzos de 1984, en Erker-Verlag, St. Gallen
(Suiza). Se trata de una versión aumentada de un discurso pronunciado
por Heidegger, que lleva por título: “El final del pensar en la forma de la
filosofía”, el 30 de Octubre de 1965, leído con ocasión de una ceremonia
en honor a Ludwig Binswanger, en Amriswil. La traducción apareció en
Mapocho [DIBAM], Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, Nr.45,
Primer Semestre de 1999, pp. 109-117.