Sunteți pe pagina 1din 14

Educación para el salto

socialista Imprimir

Autor: Freddy Kamel Eljuri


Fecha de publicación: 25/08/09
No cabe duda que la educación es herramienta de
desarrollo y condición indispensable de progreso.
A lo largo del tiempo, las clases opresoras se han
valido de proceso educativo, tanto en planteles
estadales como privados, para conservar el orden
vigente favorable a las clases explotadoras.
Mediante programas y contenidos obsoletos, el
capitalismo se ha empeñado en adaptar a los
individuos al mundo tal como está, para quitarles a
ellos todo sentido crítico a su pensamiento. Como
respuesta a ese esquema seudo pedagógico que
degrada e envilece al hombre, surge la necesidad
de una educación popular que busca una pedagogía
que hace de la opresión y sus causas el objeto de
reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el
compromiso necesario para su lucha por la
liberación. En síntesis, se trata que las personas
puedan comprender la realidad como una totalidad
concreta, comprender el lugar que ocupan en ella,
su situación de oprimido, pues solo así podrán
lanzarse a la tarea de cambiar esa realidad con un
pensamiento critico y creativo, traduciéndose en la
praxis en una ruptura definitiva entre dos culturas
completamente antagónicas e inconciliables:
capitalismo vs. Socialismo.

OPOSICION ENTRE VIEJA Y NUEVA


EDUCACION

El diccionario de la real Academia Española define


“reaccionario” como aquello que propende a
restablecer lo abolido. Partiendo de esta premisa,
podemos establecer esas diferencias inconciliables
entre quienes se empeñan en mantener los vetustos
cartabones de una educación obsoleta, y aquellos
quienes promueven una educación donde el
ciudadano sea sujeto de cambio y no objeto
utilitario de las clases opresoras. Desde la
desintegración del modo de producción primitivo
con la aparición de la propiedad privada, el Estado
y la división de la sociedad en clases, la educación
ha sido siempre un diabólico mecanismo para
someter a la masa trabajadora. Llámese sociedad
esclavista, feudal o capitalista, siempre los vetustos
patrones de la educación tradicionalista han estado
al servicio de las clases explotadoras, contando
para ello con la perruna colaboración de la iglesia
católica, ese “opio de los pueblos” que por siglo
ha engañado a la gente ofreciéndole sacrificio
terrenal a cambio de una gloria celestial no
comprobada científicamente.

ATRASO DE LA EDUCACION EN 1830 EN


VENEZUELA

Durante el inicio del periodo cuarto republicano,


“la educación no constituyo un asunto de
preocupación para los políticos, estos solo se
limitaron a hacer vagas alusiones al asunto”, así lo
expreso el Presidente Carlos Soublette en 1838 al
dirigirse al Congreso Nacional. Cabe resaltar que
para el momento, la situación escolar era bastante
difícil; los núcleos educativos dinámicos estaban
concentrados en la Universidad de Caracas y de
Mérida. En la provincia apenas funcionaban varios
colegios nacionales fundados por el gobierno
colombiano. Reforzando lo antes dicho, bastaría
con citar algunas de las consideraciones de las
Memoria y Cuenta de Antonio Leocadio Guzmán
en 1830, Ministro de Interior y Justicia (para la
época equivalente al Ministerio de Educación o de
Instrucción Publica). Entre otras cosas, el
fundador del partido liberal de 1840 y padre de
Antonio Guzmán Blanco, dijo: “El Ejecutivo ha
dedicado a este Ramo toda la atención a que es
acreedor por su importancia y por sus sensibles
atrasos, pero necesita una legislación protectora,
orden y tiempo y todo esto le ha faltado”.
Igualmente, admite que “el país es un misterio.
Apenas tenemos lo necesario para la vida pues la
guerra nos ha empobrecido”.

De la Educación Colonial Española al Estado


Docente

Algunos autores han dividido en etapa la evolución


de nuestra educación formal o sistemática
venezolana. Uno de ellos fue Don Mariano Picón
Salas, merideño destacado en las letras que se
desempeña como Rector de la Universidad de
Chile durante el gobierno populista presidido por
Carlos Dávila. Como es sabido, la Republica
Socialista de Chile apenas duró cien días, y aunque
Dávila se autoproclamaba socialista, a la postre
termino pareciéndose a Carlos Ibáñez del Campo.
Desde sus mocedades, Picón Salas se inclinó por la
ideología pequeño-burguesa, lo cual se evidencia
en su dialogo epistolar cuando critica a los
desterrados del gomecismo sus simpatías por el
socialismo científico de Carlos Marx y Federico
Engels. En “Comprensión de Venezuela”, obra
publicada en Caracas en 1976 por Monte Ávila
Editores, Picón Salas, dice: ”La herencia de la
educación colonial y española, educación de
palabras más que de cosas, educación que tras los
claustros del siglo XVII parecía amurallarse contra
la Naturaleza; educación que ya había procesado
Miguel José Sanz en la aurora de nuestra
revolución de Independencia, vino a complicarse
con la retórica delirante que nos cerraba un
contacto más directo con nuestro medio físico y
moral. Nuestro atrasado sistema educativo
prolongo hasta lo que nosotros llamaríamos hoy el
periodo fraseológico de la cultura venezolana: la
palabra divorciada de los hechos, suelta y
autónoma en su vaga sonoridad”.

Picón Sala cedió a la ideología pequeño-


burguesa

Luego, vendría el periodo de la escuela mutua,


ó lancasteriana, llamada así en honor a
José Lancaster. Autodidacta dedicado a la
enseñanza, este londinense personalmente se
empeñó en implantar en Venezuela el sistema que
había ideado en Londres en 1798. Cabe destacar
que durante la época que precedió a la Revolución
independentista, la educación estuvo circunscrita a
los colegios y universidades bajo un plan de
estudio diseñado en la Metrópolis, teniéndose
además el debido cuidado de que no llegasen
libros que incentivaran a la juventud a revelarse
contra la autoridad de La Corona Española. Por
esta razón, estaba terminantemente prohibido
examinar y discutir temas que fueran contrarios a
los intereses del invasor. Tal era la mordaza
intelectual, que a Don Antonio Nariño por el solo
hecho de traducir el Contrato Social de Rousseau,
fue encerrado en los calabozos en Cartagena y
trasladado después a España. Por cierto, la llamada
escuela normal de enseñanza mutua termino
enlodada con un bochornoso episodio hamponil,
pues revela Leocadio Guzmán “que Lancaster
después de recibir abundantes recursos del Estado,
sorprendió a todos con su inesperada salida del
país”.

El guzmancismo y la gratuidad de la enseñanza

La figura de Antonio Guzmán Blanco es una de las


más controversiales de la Venezuela de la segunda
mitad del siglo XIX. Como hombre de Estado,
militar, abogado y adicto a la cultura parisina, ha
sido sometido a los más variados estudios para
determinar su actuación en el marco de una
sociedad caracterizada por la desarticulación de los
factores socio-económicos, culturales,
demográficos, entre otros, como la más pura
herencia de un proceso de luchas por la
emancipación, aunado a los efectos de la “guerra
larga”, “guerra de los cinco años” o “guerra
federal”. Fue Ramón Díaz Sánchez, quien mejor
estudio psicológicamente al personaje, sosteniendo
que la megalomanía, la mitomanía, son las que
determinan la elipse de una ambición de poder
abierta por su padre Antonio Leocadio Guzmán.
Progenitor e hijo ciertamente son un caso curioso
de la historia, pues mientras Leocadio creyó que
con papelitos se tumbaba al gobierno, el hijo a su
turno entendió que la guerra era el camino para
alcanzar el poder en aquella Venezuela que con
inagotable frecuencia olía a pólvora.

El Ministerio de Educación tiene su origen en


1870, cuando el entonces Presidente Guzmán
Blanco , establece por decreto la Instrucción
Pública, gratuita y obligatoria; estableciendo
además que la misma sería de dos especie:
obligatoria o necesaria y libre o voluntaria. Pero se
dice que el papel aguanta todo lo que le pongan, lo
cual explica como para 1873 el sistema educativo
continuaba siendo precario, y solo atendía a 3.744
alumnos en 100 escuelas publicas. Diez años más
tarde, se crea el Ministerio de Instrucción Pública,
que continuo llamándose así hasta final de la
dictadura de Juan Vicente Gómez.

Quizás su megalomanía lo lleva a impulsar


tímidamente la educación

Es de notarse que en materia de enseñanza pública


la dirigencia gubernamental de signo positivista
hizo mayor empeño que la expresada por sus
homólogos en 1830-1869. Se divulga en el país a
partir de 1870 las ideas de pedagogos como
Domingo F. Sarmiento, Horacio Man, Luís Felipe
Montilla, Pestalozzi, Spencer, Herbart, Frobel y se
acentúa la recepción de ideas y experiencias de
Argentina, Chile, México, Uruguay, Bélgica,
España, Estados Unidos, Francia e Inglaterra. La
Revista de Instrucción Pública, órgano de
divulgación pedagógica, publicaba bajos el
auspicio del Ministerio del ramo a fines del siglo
XIX, recoge este movimiento de ideas y
experiencias educacionistas en el medio
venezolano.

En líneas generales, diremos que la educación en la


época agrícola o pre-capitalista era
extremadamente deplorable. Solo podían acceder a
la primaria y secundaria las clases pudientes. El
sistema de educación era deficiente y escaso. La
población rural carecía de medios económicos para
acceder a la educación, pues ésta era privilegio de
las clases de mayor ingreso, por demás muy
limitado en su número. Las constantes luchas
internas por disputarse el poder, también
impactaron en forma negativa la educación
superior durante el siglo XIX; llegándose a perder
dos importantes conquistas consagradas en los
Estatutos Republicanos de 1827: la restringida
soberanía universitaria y el patrimonio económico.
Por esta razón, la educación superior igualmente
fue escasa, casi inexistente en el interior del país,
solo permanecían abiertas ciertas universidades en
las ciudades más importantes, tales como la
Universidad Central de Venezuela en Caracas y la
Universidad de Los Andes en Mérida. En cuando a
las opciones a escoger solo había plazas para
determinadas carreras (como medicina, derecho y
educación), razón por la cual quien quisiera
profesionalizarse en otras disciplinas debía
trasladarse fuera del país.

La educación en la época post-agrícola en


Venezuela

Con petróleo y muy poco sacrificio se comenzó a


escribir la historia a partir de la conversión de
economía agrícola en minera en el siglo XX.
Aunque Juan Pablo Pérez Alfonso pensaba que el
petróleo terminaría siendo una maldición para el
país, sin embargo seria necio negar su tremendo
impacto, llegándose incluso a modificar las
relaciones de poder. De sociedad pobre y rural,
con el petróleo pasamos a convertirnos en un país
rentista, lo que incidiría en todos los aspectos de la
vida nacional. Veamos como describe esa realidad,
Luís Ricardo Dávila: “A pesar de que a comienzo
del siglo XX éramos formalmente una nación, muy
pocos lo creían y menos lo sentían. Lo que
unificaba al venezolano era lo que lo dividía, y la
gente se afiliaba a regiones, a causas políticas,
clases sociales, bandos políticos o montoneras
caudillescas. Se era andino, central, oriental,
llanero o zuliano, campesino o citadino, gomecista
o antigomecista, abogado o comerciante, agricultor
o zapatero, pobre o rico, mucho más que
venezolano”. Por eso el rasgo más distintivo
logrado en la pasada centuria fue tomar a un
conjunto humano heterogéneo y disímil y
constituirlo como nación, regido por un proyecto
sociopolítico alimentado por el petróleo.

EDUCACION PARA EL SALTO


SOCIALISTA

Es de notarse que en materia de enseñanza pública


la dirigencia gubernamental de signo positivista
hizo mayor empeño que la expresada por sus
homólogos en 1830-1869. Se divulga en el país a
partir de 1870 las ideas de pedagogos como
Domingo F. Sarmiento, Horacio Man, Luís Felipe
Montilla, Pestalozzi, Spencer, Herbart, Frobel y se
acentúa la recepción de ideas y experiencias de
Argentina, Chile, México, Uruguay, Bélgica,
España, Estados Unidos, Francia e Inglaterra. La
Revista de Instrucción Pública, órgano de
divulgación pedagógica, publicaba bajos el
auspicio del Ministerio del ramo a fines del siglo
XIX, recoge este movimiento de ideas y
experiencias educacionistas en el medio
venezolano.

En líneas generales, diremos que la educación en la


época agrícola o pre-capitalista era
extremadamente deplorable. Solo podían acceder a
la primaria y secundaria las clases pudientes. El
sistema de educación era deficiente y escaso. La
población rural carecía de medios económicos para
acceder a la educación, pues ésta era privilegio de
las clases de mayor ingreso, por demás muy
limitado en su número. Las constantes luchas
internas por disputarse el poder, también
impactaron en forma negativa la educación
superior durante el siglo XIX; llegándose a perder
dos importantes conquistas consagradas en los
Estatutos Republicanos de 1827: la restringida
soberanía universitaria y el patrimonio económico.
Por esta razón, la educación superior igualmente
fue escasa, casi inexistente en el interior del país,
solo permanecían abiertas ciertas universidades en
las ciudades más importantes, tales como la
Universidad Central de Venezuela en Caracas y la
Universidad de Los Andes en Mérida. En cuando a
las opciones a escoger solo había plazas para
determinadas carreras (como medicina, derecho y
educación), razón por la cual quien quisiera
profesionalizarse en otras disciplinas debía
trasladarse fuera del país.

La educación en la época post-agrícola en


Venezuela

El “General Petróleo”, como suelen llamar algunos


críticos a Juan Vicente Gómez, se aprovecho de
esos fabulosos recursos provenientes del negocio
petrolero, sin detenerse en consideraciones de
respeto a nuestra soberanía. Para 1917, la aparición
del preciado oro negro, va a deslumbrar al hombre
que no se imagino que nadaría en un mar de
dólares que nunca vio cuando administro La
Mulera, la hacienda que en las frías tierras
tachirenses había heredado de su padre Don
Cornelio. Con petróleo y muy poco sacrificio se
comenzó a escribir la historia a partir de la
conversión de economía agrícola en minera en el
siglo XX. Aunque Juan Pablo Pérez Alfonso
pensaba que el petróleo terminaría siendo una
maldición para el país, sin embargo seria necio
negar su tremendo impacto; llegándose incluso a
modificar las relaciones de poder como se refleja
en el debate y la conducta de los actores que han
protagonizado la historia contemporánea .

De sociedad pobre y rural, con el petróleo


pasamos a convertirnos en un país rentista, lo que
incidiría en todos los aspectos de la vida nacional.
De ahí que el mundo agrícola en contraste al país
petrolero haya creado comportamientos distintos y
opuestos. Veamos como describe esa realidad,
Luís Ricardo Dávila: “A pesar de que a comienzo
del siglo XX éramos formalmente una nación, muy
pocos lo creían y menos lo sentían. Lo que
unificaba al venezolano era lo que lo dividía, y la
gente se afiliaba a regiones, a causas políticas,
clases sociales, bandos políticos o montoneras
caudillescas. Se era andino, central, oriental,
llanero o zuliano, campesino o citadino, gomecista
o antigomecista, abogado o comerciante, agricultor
o zapatero, pobre o rico, mucho más que
venezolano”. Por eso el rasgo más distintivo
logrado en la pasada centuria fue tomar a un
conjunto humano heterogéneo y disímil y
constituirlo como nación, regido por un proyecto
sociopolítico alimentado por el petróleo.

Pero el maná proveniente de la renta petrolera no


llegó a mejorar y menos a estimular nuestro
sistema educativo durante esas tres primeras
décadas del siglo XX. De 1908 a 1935, la
educación estuvo desasistida por parte del Estado.
Por ejemplo, la Universidad Central de Venezuela
(“La casa que vence las sombras”) permaneció
cerrada desde 1912, hasta 1925. El índice de
analfabetismo alcanzaba al 70% y el 90% no sabia
leer ni escribir. La inscripción escolar en primaria
era considerablemente inferior a la de la época
guzmancista, pues para 1883 habían inscrito no
menos de 91.462 alumnos.

UNA LUCESITA EN EL TUNEL

Con la muerte de Gómez en 1935, otro gallo canta


en el patio, comenzándose a visualizar una tenua
luz en el túnel. Al periodo de la Paz de los
Sepulcros o Silencio de Varsovia imperante
durante veintisiete años, irrumpe el país cansado
de resignarse al temor de terminar añejando sus
huesos en La Rotunda o el Castillo de Puerto
Cabello. Manifestaciones callejeras, huelgas
obreras y encendidos editoriales en una prensa que
había estado amordazada por la censura gomera,
van a marcar el inicio de una nueva era en la vida
republicana. El 21 de febrero de 193 el Presidente
Eleazar López Contreras da a conocer el llamado
“Programa de Febrero”, en el que hace un
diagnostico de las áreas problemáticas del país y
de las soluciones más convenientes para
enfrentarlas. Se plantea entonces reorganizar la
educación mediante, la lucha contra el
analfabetismo, el estimulo al deporte, la creación
de Escuelas Normales para la formación de
maestros de primaria y el Instituto Pedagógico
Nacional en 1936, para capacitar profesores para la
educación media, así como también la creación de
escuelas de artes y oficios. Entre 1936 y
1945(quinquenio lopecista y periodo inconcluso
del medinismo), también en materia de educación
superior se adelantaron decisiones de importancia
que contribuyen a la expansión y mejoramiento
cualitativo del sector. En las universidades se
hacen los primeros intentos por salir del modelo
exclusivista de las profesiones liberales y por
articular más su misión con las necesidades
socioeconómicas del país. Es así como durante
estos periodos, la Universidad Central crea
Facultades de Agronomia, Veterinaria, Economía,
Arquitectura, Cienciqas y Humanidades y
Educación. Las Facultades más antiguas de
Ciencias Jurídicas y Politica, Ingenieria y
Medicina, fueron modernizadas y se crearon los
primeros institutos de investigación.

EL PADRE DE LA CRIATURA DE 1940

Sin lugar a duda que el segundo encontronazo


entre la iglesia y el Estado durante la primera
mitad del siglo veinte, fue motivada por la Ley de
Educación de 1941. Ya en 1929 se había registrado
otro incidente cuando Gómez expulsó al Obispo de
Valencia, Montes de Oca, a quien el propio
dictador con su proverbial sarcasmo ofreció
“generosamente” dinero para sus gastos en el
exterior. La autoría de ese instrumento legal, se
atribuye al doctor Alturo Urla Prieti, Ministro de
Educación, quien asume la cartera el 19 de julio de
1939 por decisión del Presidente López Contreras.
Su nombramiento levanto oposición en los
colegios católicos y por sectores del propio
gobierno, unos por sus opiniones ante la oposición
de la iglesia con respecto a la mencionada ley, y
otros por su edad y por vincularlo a tendencias
izquierdistas.

Uslar Prieti había obtenido su doctorado en


Ciencias Políticas en la Universidad Central de
Venezuela, en 1929. Profesor de la facultad de
Derecho, también participa en la creación de la
Facultad de Economía de la misma casa de
estudio. Como funcionario político llegó a ocupar
los destinos más altos de la nación, salvo la
Presidencia de la Republica. Novelista, crítico
literario y autor de la polémica “Ley Uslar” que
modernizó la pedagogía venezolana, también se
destaca como Ministro de Hacienda y luego de
Relaciones Interiores de Medina Angarita, en cuyo
último desempeño se anota el mérito de haber
vaciado las cárceles de presos políticos por
primera vez en el siglo XX.

La Ley de Educación de 1940 tuvo como sustrato


ideológico la educación integral del niño, con su
debida adecuación al medio donde vive. Previo el
legislador que la escuela moderna debe tener unas
arquitectónica apropiada y dotada de espacios,
auditorio, laboratorio, taller y patio de deporte, así
como dependencias administrativas que incluyen
dirección, biblioteca, sala de profesores, servicios
complementarios como la Cruz Roja, cooperativa
y departamento para la unidad sanitaria. Por otra
parte, también el legislador hizo entonces hincapié
en proyectar la escuela a la comunidad, de manera
que la institución, además de ser escenario donde
se imparten los conocimientos, actúa como
mecanismo de un programa de asistencia social
dirigido tanto a los alumnos como la comunidad en
general.

Derrocado por los adecos en 1945 redujo a


50% el analfabetismo

Isaías Medina Angarita era hijo de un general


coriano que tuvo significativa actuación durante el
periodo federalista. Como Jefe de Estado se le
reconoce a Medina Angarita haber impulsado
cualitativa y cuantitativamente los tres niveles de
nuestro sistema educativo; reduciendo las cifras
del analfabetismo en un 50% a pesar de que no lo
dejaron concluir su mandato. Entre otros logros
está haber expropiado los terrenos de la “hacienda
Ibarra”, donde con la colaboración del afamado
arquitecto Carlos Raúl Villanueva, edificó la
Ciudad Universitaria de Caracas, campus principal
de la Universidad Central de Venezuela, dotando
así de una nueva infraestructura a nuestra Alma
Mater. Fue el doctor Rafael Vegas Sánchez,
último en asumir el Ministerio de Educación
durante el mandato del último de los “andinos en
el poder”, pues a partir de octubre de 1945 se
iniciaba otro ciclo histórico que sustituye al trípode
Jefe-Ejercito-administración que regía desde
octubre de 1899 en Venezuela. No caben dudas
que Rafael Vegas tuvo una dilatada actuación
como educador, acumulando meritos por su
valiente actuación en la lucha contra los regimenes
despóticos. Participa en los sucesos de la Semana
del Estudiante en 1928, se involucra en el asalto al
Cuartel San Carlos el 7 de abril del mismo año, y
luego se va al exilio para continuar sus estudios en
la Facultad de Medicina en París, carrera que va a
interrumpirse cuando decide en 1929 unirse a la
“Expedición del Falke" encabezada por Román
Delgado Chalbaud. Especializado en psiquiatría en
la Universidad de Barcelona (España), Rafael
Vegas mostró interés por la problemática de los
“jóvenes errados”, y en ese sentido propuso
entonces un proyecto que dio origen al Instituto
de Reorientación a Menores y en el Consejo
Venezolano del Niño.

Rafael Vegas Sánchez, Ministro de Educación


ejemplar

EDUCACION DIFERENTE ENTRE


BETANCOURT Y GALLEGOS

Aunque cierto tiempo estuvieron juntos pero no


revueltos, lo cierto es que jamás existió la misma
vocación entre un villano “político” como Rómulo
Betancourt , y aquel ilustre novelista y pensador
latinoamericano que hizo del insigne Rómulo
Gallegos el orgullo de una generación esclarecida
que poco a poco se iría distanciando del
“Napoleón de Guatire” ( así también llamaban a
Betancourt por sus atrocidades despóticas).
Porque Gallegos fue noble y honrado, muchos
estudiosos del proceso republicano consideran que
fue otra victima de las constantes marramuncias
reptiles del fundador de Acción Democrática. Tan
noble era Gallegos que una oportunidad siendo
Presidente le pidieron la cabeza de Betancourt a
cambio de respetarle su permanencia en el poder, y
sin embargo el autor de Doña Bárbara se limitó a
responder: “Puede un alumno traicionar a su
maestro, pero nunca un maestro traicionar a su
alumno”.

También se dice que gracias a Luís Beltrán Prieto


Figueroa, el doctor Humberto García Arocha y por
supuesto a Don Rómulo Gallegos (todos ellos
factores de contrapeso ante los desmanes del
llamado trienio betancuriano), la educación
venezolana se salvó de involucionar unos cuantos
años luz, pues las pandillas envalentonadas que
rodeaban a Betancourt (1945-1948) les importó un
bledo la educación del pueblo. Años más tarde, el
propio Betancourt con su acostumbrado cinismo
de empedernido fariseo: reconoció que el
sectarismo, los juicios de peculados contra
medinistas y el decreto educacional 321 que
favorecían al Estado Docente , fueron desaciertos
que lamentó amargamente. ¿Cómo creerle al
mismo que durante su segunda presidencia, ordenó
disparar primero y averiguar después?

A Prieto Figueroa se debe el Estado Docente


kameleljuri@gmail.com
http://www.aporrea.org/educacion/a85391.html

S-ar putea să vă placă și