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LA TRANSFORMACIÓN DE LO VIVIENTE EN EL TIEMPO DE LA

BIOTECNOLOGÍA (selección)
Patricia Digilio

INTRODUCCIÓN

Desde las primeras páginas de La condición humana Hannah Arendt hace referencia a
un hecho inquietantemente situado en esa lábil frontera entre lo que groseramente
solemos llamar la realidad y aquello que desaprensivamente denominamos la ficción,
para decir que:

Este hombre futuro que los científicos fabricaran antes de un siglo, según afirman,
parece estar poseído por una rebelión contra la existencia humana tal como se nos
ha dado, gratuito don que no procede de ninguna parte (materialmente hablando),
que desea cambiar, por decirlo así, por algo hecho por él mismo. 1

De una cierta mezcla de expectación y turbación en la que la lectura de este texto me


sumerge se alimentan las investigaciones y las reflexiones que habitan estas páginas.
En los últimos tiempos, que no son otros sino estos que nos toca atravesar, la vida se
ha constituido en el centro de aproximaciones científico-técnicas que han despertado
un interés que permanecía aletargado en las ciencias sociales, la filosofía, la psicología
y demás disciplinas que ahora se disputan la comprensión de su sentido. Pero
entiéndase bien, lo que está en disputa no es el sentido de la vida, a la manera de una
pregunta que cobra la gravedad de un tono existencial, sino las derivaciones que el
sentido de una aproximación científico-técnica puede imprimirle a la vida. Formas que
se anuncian pero de las que, sin embargo, todavía no podemos cabalmente dar cuenta
porque por el momento apenas percibimos los trazos más gruesos, vacilantes y
agitados que las prefiguran, como si asistiéramos expectantes a la contemplación de los
efectos de superficie de un fondo que bulle.
Si cada cultura, cada tiempo, sincrónica y diacrónicamente, ha elaborado su propia
noción de vida –así como los saberes y prácticas que de esa noción se derivan–, el
intento que aquí se emprende procura volver sobre esos trazos actuales, gruesos y
vacilantes, que la prefiguran para afinarlos, indagar en lo que se anticipa y observar
esos efectos de superficie con la intención de quien devela signos, y con la atención

1
ARENDT, Hannah, La condición humana, Barcelona, Paidós, 1998, Trad. de R. gil Novales, p. 15
que requiere el intuir que hay un fondo en el que una nueva noción de vida se pergeña
que invita, no sin recelos, a ser escudriñado.
La propuesta consiste entonces en apreciar las transformaciones que se producen en la
concepción de la noción de vida, y con ella en la concepción de lo viviente en general,
y del viviente humano en particular, en el tiempo de la biotecnología. Y esa invitación
incluye interrogarnos por la vida misma en sus diversas manifestaciones o mejor
conduce a interrogarnos sobre cómo esas múltiples manifestaciones se reducen a esa
forma voluptuosa que en su epifanía alcanza la molécula de ADN, para intentar
reconocer las nuevas formas que este tipo de comprensión sobre la vida habilita para
su administración y gobierno.
La novedad que portan hoy a las llamadas Ciencias de la Vida, cuya expresión más
significativa se encuentra en la biología molecular, la genómica y la biotecnología,
consiste en la inédita condición de reunir conocimientos y técnicas que hacen posible
la directa intrusión y transformación de lo viviente de manera dirigida así como la
producción técnica de vida.
En la última década se han desarrollado especialmente los estudios sobre la herencia y
se ha avanzado considerablemente en la comprensión de la estructura y función del
material genético a nivel molecular. Técnicas como la inserción de genes foráneos en
células receptoras, o la activación e desactivación de genes dentro de los organismos
mismos, permiten guiar su función hacia fines predeterminados. Se ha perfeccionado la
detección de enfermedades genéticas en el embrión de pocas semanas de gestación y se
experimentan nuevos métodos de tratamiento génico de esos trastornos, entre otras
posibilidades que los nuevos conocimientos y técnicas introducen. Esta inédita
capacidad desarrollada por la ciencia y la tecnología para identificar, almacenar y
manipular el programa químico de los organismos vivos, y la percepción de éstos
como una suma de genes con funciones determinadas que es posible identificar, aislar
y recombinar a voluntad, permiten un tipo de intervención sobre la vida que alcanza un
carácter inédito. En este sentido, la novedad propia de ese procedimiento técnico que
es la biotecnología, radica tanto en la posibilidad efectiva de una transformación
dirigida de lo viviente como en la producción técnica de vida. Este hecho
indudablemente representa una profunda trasformación, en la medida que aquella
distinción entre res cogitans y res extensa, acuñada por Descartes, que funda la ciencia
biológica moderna, debe ser hoy reinterpretada en tanto la res extensa (entendida como
materia viva) se hace comprensible en los términos de un código asimilable al lenguaje
informático y ese tipo de comprensión, transformada en tecnología, permite rehacer la
res extensa.
Sobre la base de estas consideraciones, brevemente referidas, el desarrollo de este
trabajo avanza tras el propósito de comprender cómo ha sido posible la constitución de
esta ciencia que hace posible esta técnica. Y en pos de esta comprensión se trata de
plantear que el nuevo paradigma de la biología, que entiende a la vida como código de
información, representa un acontecimiento de dimensiones ónticas y ontológicas
transformadoras. Que las transformaciones, modificaciones y mutaciones reales y
virtuales que pueden ser introducidas en el conjunto de lo que hasta ahora conocemos
como ‘vida’ y de lo viviente en general, mediante las técnicas que permiten
construcciones y reconstrucciones ya por la fusión entre especies y/o con dispositivos
tecnológicos u otras entidades, permiten advertir que asistimos a la emergencia de
nuevos procedimientos y técnicas aplicadas a la vida que posibilitan nuevas
articulaciones entre lo biológico, lo técnico, lo político y lo social. Nuevas
articulaciones a partir de las cuales es posible conjeturar la especificidad y las nuevas
formas de control, dominio y administración de la vida que se incuban en esta etapa
del capitalismo, que puede denominarse como biotecnocapitalista, cuando la vida es
identificada como un código y en virtud de esa identificación puede al mismo tiempo
ser “reescrita” tecnológicamente.
…………….
Sostengo entonces que el nuevo paradigma de la biología que entiende a la vida como
código de información o de escritura representa un acontecimiento de dimensiones
ónticas y ontológicas transformadoras que alcanza carácter político. Que el “hallazgo”
de un código a descifrar y la evocación de la metáfora cartográfica “en el mapeo” del
genoma conducen a una forma de administración y gobierno de la vida donde el
epicentro del biopoder se encuentra en ese mapa performativo que es el genoma. Que
se trata de reconocer la especificidad de nuevas tecnologías de poder sobre la vida
gestadas por y en las ciencias y las tecnologías de la vida misma, y que la relación
entre vida y política se vuelve una relación de copertenencia con la techné. Que
asistimos a la emergencia de nuevos procedimientos y técnicas aplicadas a la vida que
ya no pueden ser interpretadas bajo la forma de la biopolítica y la anatomopolítica,
pero sí como expresión de esa forma de racionalidad política que es el biopoder. Y que
el biopoder produce nuevas articulaciones entre lo biológico, lo social y lo técnico que
a su vez rearticulan la relación entre especie e individuo. En este sentido, las
transformaciones, modificaciones y mutaciones reales y virtuales que pueden ser
introducidas en la especie por las técnicas, ya mediante construcciones y
reconstrucciones ya por su fusión con otras especies, y/o con dispositivos tecnológicos
u otras entidades hacen del individuo objeto de un fin sin fin: el de su infinita
transformación y perfectibilidad técnica. Es en este horizonte que saber y poder habrán
de entrelazarse y en el que la relación entre los biopoderes y la vida habrá de
constituirse.
………………………………
Sostengo hacia el final de este trabajo que resistir no es –o es deseable que no sea–
solamente soportar, sufrir, tolerar. Tampoco sólo negarse a aceptar esta imagen del
mundo y de la vida que se nos ofrece, sino inventar y generar las condiciones para
otras formas de ser y estar en el mundo. Frente a la letanía de discursos que se erigen
como los nuevos regidores del pensamiento y que bajo el subterfugio de una
modalidad que se autoproclama neutral y objetiva anuncian el fin de aquellos “grandes
relatos” de la humanidad, que no son otros que los que alimentaron las aspiraciones,
los procesos y las acciones de lucha y transformación política y social, al mismo
tiempo que montan este otro relato totalizador sobre la vida, propio de un mundo
globalmente intervenido tecnológica y políticamente y tan funcional al
biotecnocapitalismo, ante las ambiciones y proyectos técnicos-políticos que convergen
sobre la vida y el mapa que la prefigura, otros modos de aproximarnos a la vida
resultan tan necesarios como urgentes. Y esos modos no pueden ser solamente los que
hacen a su conservación y mantenimiento, sino aquellos que actualizan su potencia
radical y subversiva; siempre inasible del todo. Instancia de resistencia a todo intento
de sujeción y dominio. Intento de provocar la novedad y también de recomienzo.

Los caminos de la biología


El horizonte de los desarrollos de la biología contemporánea parece organizarse
alrededor de un centro: la transformación de lo viviente. Cualesquiera sean los móviles
que impulsan esta transformación, no son suficientes para dar cuenta de esta dirección.
Las lecturas “internalistas” que buscan y proponen aproximaciones epistemológicas,
históricas, económicas si bien resultan legítimas parecen insuficientes, puesto que son
desbordadas por los hechos y, en todo caso, parecen dar con su sentido más profundo
cuando convergen hacia un interrogante común: ¿por qué la razón en la ciencia se ha
orientado en este sentido? La indudable voluntad de dirección y control del mundo que
anima a la ciencia moderna, se vuelve hoy hacia todas las formas de lo viviente, y
entre lo viviente hacia el hombre. Estos controles y direcciones “reconstruyen” e
imponen nuevas formas para la concepción de lo viviente en general y del viviente
humano en particular, cuyos perfiles se esbozan y se recortan sobre un fondo que no
termina de definirse pero inquieta. Se trata entonces de interpelar a ese movimiento de
la razón en las ciencias particularmente en la biología y la medicina con la vehemencia
que Monette Vacquin reclama:

Que la philosophie méprisée, le droit ensommeillé, la psychanalyse en crise ou la


métaphysique que l’on croyait morte se réveillent: nous avons a comprender
pourquoi nous fabriquons un monde oú les embryons sont froids et les cadavres
chauds. Faute de quoi, et sous couvert de modernité, nous risquerions d’aborder en
des temps inconnus et gothiques où le governement de la science masquerait mal le
gouvernement des pulsions.2

Es claro que estos desarrollos generan cuestiones y efectos sociales, económicos,


jurídicos numerosos y diversos y que por eso mismo es preciso, además del análisis y
el tratamiento de estas cuestiones, además de las aproximaciones descriptivas, penetrar
en su estructura misma con la sospecha de que las cuestiones sociales, jurídicas,
médicas que estos desarrollos suscitan no son sino avatares de acontecimientos más
fundamentales.
…………………………….
Propongo para iniciar este camino partir del examen de las condiciones y principios en
los que actualmente se sostiene la biología molecular puesto que este examen hace
posible tanto una doble lectura sobre el sentido que adquieren estos desarrollos como
la constatación de una perturbación, de un desajuste entre los principios y las

2
VACQUIN, Monette, “Le face-à-face de la science et du sexuel”, en Testart, Jacques, (director), Le
magasin des enfants, Paris, Gallimard, 1990, p.414
concepciones que en un principio la animan y el camino que toma su desarrollo. Es así
que es posible advertir como algunos de los principios y las hipótesis fundamentales
que permitieron la constitución de la biología molecular, principios e hipótesis que
fueron elaborados bajo el paradigma del neodarwinismo, resultan hoy contradictorios
respecto de los resultados obtenidos en algunas de las disciplinas biológicas como es el
caso de la genética molecular.
Consideremos las inconstancias y vaivenes de este derrotero. Las premisas teóricas que
ha permitido la localización del soporte material de la herencia que son los
cromosomas y los genes, rechazaban toda y cualquier influencia finalista del “medio
exterior”, en su transformación. Esta concepción no admitía más que cambios propios
de los contenidos de las estructuras almacenadas en los cromosomas y negaba la
posibilidad de la herencia de los caracteres adquiridos. Estos principios permitieron
reunir en un conjunto la teoría de la selección natural de Darwin, los aportes de la
teoría celular y los de la genética mendeliana. Este cuerpo teórico así constituido,
unido a las hipótesis existentes sobre entidades todavía invisibles: genes, moléculas
impulsó el campo de estudios de las moléculas biológicas, proteínas 3, ADN4, etc. Más
tarde y a partir de las operaciones generadas en función de estos principios
fundamentales, el código genético pudo ser descrito y dar origen a las técnicas de
ingeniería genética. Son justamente estas técnicas las que ahora permiten transformar
el material genético, soporte material de la información hereditaria. De esta manera ya
no puede afirmarse que está base material escapa a las acciones orientadas desde el
exterior ni que no se puede introducir de manera dirigida, finalista información nueva
en los genomas de los seres vivos. Esto obliga a reconocer que las transformaciones
contemporáneas del genotipo de los vegetales, de los animales, y del hombre en
función de proyectos culturales, económicos, o de salud constituyen una realidad que
crea una situación en completa contradicción con algunos de los principios que fundan
y dan soporte a la biología molecular.
De manera que estas nuevas condiciones tienen como corolario una novedad que
introduce, como declara Tibon Cornillot, un cambio fundamental:

Le décrytage du code génétique et la mise a point due génie génétique ont créé une
situation permettant l’apparition d´une interface par laquelle le code génétique

3
Son las moléculas fundamentales de los seres vivos.
4
Ácido desoxirribonucléico. Macromolécula que tiene una estructura de doble hélice. Representa el
soporte químico de la transmisión de la herencia y su expresión en ARN y proteínas.
propre au vivant et les codes culturels peuvent échanger les informations qu´ils
detiennent. Cette interface vers laquelle convergent savoirs, savoir –faire
biologiques et projets conscients ou incoscients du groupe social, est l’autre lieu
stratégique ocuppé par ces développements. 5

El horizonte que abre esta interfaz es imprevisible. De la misma forma que lo es el tipo
de compresión que habrá de desarrollarse sobre la “realidad” de lo humano a partir de
ella.
Las ciencias y las técnicas contemporáneas transforman de manera irreversible las
estructuras más profundas de lo viviente en función de su propia lógica y tendencias y
adquieren una intensidad nueva. Pero esta lógica y estas tendencias que animan este
proyecto (la voluntad terapéutica, el control económico de los seres vivos, el
mejoramiento eugénico, etc.) están estrechamente conectadas con aquellas –si acaso no
6
son las mismas– que orientan y animan el desarrollo de las sociedades industriales
capitalistas. En este contexto, la originalidad y la novedad que porta la biología
molecular reside básicamente en este punto: la posibilidad efectiva de una
transformación dirigida de lo viviente. Pero el arribo a este punto tiene una historia,
“su historia”, su genealogía en la que racionalidad científica y contenido imaginario de
la biología habrán de entrelazarse y desplegarse. Sobre esa genealogía es preciso
volver para recorrer los pasos de una tradición endurecida y encubridora, a fin de
reconstruir el itinerario que lleva a la creación de las condiciones científicas y técnicas
que hacen posible una transformación técnica de lo viviente.

La interpretación mecánica de lo viviente


La naturaleza como máquina
Si la biología molecular se orienta hacia la transformación dirigida de lo viviente, esta
meta resulta tan impracticable como incomprensible si previamente no se indaga en la
concepción que la hace posible: la interpretación mecánica de lo viviente, y por lo
mismo, la mecanización de lo viviente.
El modelo fundacional de las ciencias modernas se gesta en una matriz que Descartes,
Galileo y Newton comparten: las matemáticas forman la trama fundamental de los
objetos y configuraciones de la materia, el mundo puede ser conocido y leído en
caracteres matemáticos. Su apuesta al conocimiento es entonces científica y metafísica

5
TIBON–CORNILLOT, Michel, Les corps transfigurés. Mecanisation du vivant et imaginaire de la
biologie, Paris, Seuil, 1992, p. 18. La cursiva me pertenece.
6
Sobre este punto volveré más adelante.
al mismo tiempo: El desarrollo indefinido de la ciencia se apoya en la connaturalidad
y correlación de las matemáticas –elaboradas por “nuestro espíritu– y el mundo
mismo, y sobre este postulado se origina la ciencia moderna.

La filosofía está escrita en este inmenso libro que se mantiene siempre abierto
delante de nuestros ojos, quiero decir, el universo, pero es imposible comprenderlo
si uno no se aplica en principio a comprender la lengua y a conocer los caracteres
con que está escrito. Está escrito en lengua matemática y sus caracteres son
triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin ayuda de los cuales es
humanamente imposible comprender una palabra de ella. Sin ellos, se trata de una
errancia vana en un laberinto oscuro. 7

En este nuevo paradigma, la experimentación, al punto de ser considerada el método de


la ciencia, alcanza un rol fundamental. Galileo propone una revolución intelectual y
cosmológica a partir de sus experiencias y experimentos. Si deslumbra a los notables
de su tiempo perfeccionando el anteojo astronómico desenmascarando el rostro de la
luna para mostrar sus imperfecciones, su persistencia para trabajar sobre el plano
inclinado, por observar el movimiento de los péndulos, por experimentar lo llevan a la
perturbadora conclusión de que el mundo es uno y que todas las realidades obedecen a
los mismos principios –leyes– , es decir, lo llevan a la abolición de la distinción entre
el mundo sublunar y el supralunar y esto conduce necesariamente al abandono del
aristotelismo escolástico. Al abandono de un “mundo”. Como expresa Regales Serna
en su trabajo introductorio a esa maravillosa obra que es La nave de los necios, escrita
por Sebastián Brant en 1494, obra que cabalga (¿o debería decir navega?) entre dos
tiempos: hay un mundo que se deja y otro incierto que sobreviene, para agregar: sin el
avance de la óptica (el telescopio de Galileo) no se habría planteado tan crudamente la
cuestión teológica de la existencia de las sustancias metafísicas del mundo supralunar
con el consiguiente replanteamiento del yo en el universo.8 La eliminación de las
fronteras que separaban el mundo sublunar y el mundo supralunar es lo que hace
posible una transformación tanto de la forma de intelección como de la percepción del
mundo y la constitución de un universo en el que las piedras y los astros obedecen a las
mismas leyes que se expresan en el cálculo.9 Las matemáticas pueden entonces
7
GALILEO, G. El ensayador, Madrid, Alianza, 1981
8
Envío a BRANT, Sebastián, La nave de los necios, Madrid, Akal, 1998 Traducción A. Regales Serna,
Introducción.
9
En la concepción del aristotelismo escolástico que sostiene la distinción entre el mundo sublunar y
supralunar, las matemáticas solo pueden aplicarse al conocimiento del movimiento de los astros.
aplicarse a la comprensión de la totalidad de los seres del mundo sean estos no
vivientes o vivientes ya que si estos últimos escaparan a esa posibilidad se afirmaría a
la vez que el todo no es una organización coherente. Resulta así que la naturaleza es
máquina, y la máquina naturaleza. Sobre este reduccionismo fundamental se
afirmarán las bases de las formas de comprensión, pero también de los modos de
acción sobre el mundo o la naturaleza. Por ahora los términos pueden intercambiarse y,
en realidad, esta sinonimia entre los términos es la que mejor puede dar cuenta del
cambio ontológico que acontece. La razón (científica) moderna encontrará legitimidad
así para desplegarse en dos dimensiones: la teórica que cobra cuerpo en esa
concepción matemática del mundo y la instrumental que encarna en la
experimentación. Esa razón moderna es una razón que contempla y observa, pero que
también quiere actuar y es precisamente esto lo que la distingue e identifica. Descartes
introduce la fórmula de esta idea:

Et il est certain que toutes les règles des mécanismes appartiennent à la physique en
sorte que toutes les choses qui sont artificielles sont avec cela naturelles. Car, par
exemple, lorsqu’ une montre marque les heures par le moyen des roues dont elle est
fait cela ne lui est pas moinsnaturel qu’il n’est à un arbre de produire des fruits . 10

Esta concepción hace posible un principio inicial según el cual no es posible localizar
en los seres vivientes “ninguna cosa” que resulte diferente de la materia inerte. Es
justamente, este principio, este primer tipo de reduccionismo el que inaugura el
mecanicismo de la época clásica y el que permanece como uno de los supuestos
fundamentales de la biología moderna. Descartes se propone elaborar las premisas
básicas de una mathesis universalis de acuerdo con lo cual el método matemático es
“el método” que corresponde al modo de conocimiento efectivamente racional. Las
leyes matemáticas promulgadas por Dios, son también las del mundo físico sea éste
viviente o natural. Es el pensamiento mismo el que debe estructurarse de manera
matemática. Es por eso que todo conocimiento con pretensión de verdad y cientificidad
debe ajustarse a “reglas” que no son otras que las que él mismo formula en las Régles
pour la direction de l’ esprit:

10
DESCARTES, R. Principes IV, en Les Principes de la philosophie, Paris, Gallimard, p. 666. Es preciso
recordar que la utilización que hace aquí Descartes de los términos ‘physique’ y ‘mécanique’ no se
corresponde con el sentido actual de estos términos. La ‘physique’ corresponde, según Descartes, a todas
las cosas naturales particularmente vivientes, el término ‘mécanique’ es por el contrario próximo a la
significación actual de ‘physique’.
Esta interpretación de lo viviente permite su cuantificación, su matematización. Lo
viviente, concebido inicialmente como una totalidad, deberá ahora para su compresión
ser reducido a elementos cada más pequeños y fundamentales.

A continuación veremos cómo este desarrollo se centra sobre los cuerpos.


……¿Qué pasa, qué tendrá que pasar para que el cuerpo se constituya en objeto
privilegiado de discursos y fundamentalmente de prácticas, para que resulte posible
operar sobre y en el cuerpo? Una profunda transformación epistemológica que fundará
nuestro saber actual sobre el cuerpo tendrá lugar, y esta transformación estará a cargo
de los anatomistas de las escuelas de Padua, Venecia y Florencia “autores” de las
primeras autopsias oficiales.
En 1543, con la publicación del Humanis Corporis Fabrica, Vesalio pone fecha a la
exigida empresa de penetrar –en el sentido más extenso de este término– el cuerpo
humano. Los grabados de Jean de Calcar que iluminan su obra expresan la profunda
mutación ontológica, epistemológica y axiológica que este paso significa al mismo
tiempo que rinden tributo a las anteriores representaciones del cuerpo, del hombre y
del cosmos que habrán de desaparecer. Allí están los desollados de Vesalio: imágenes
de cuerpos desgarrados, abiertos, expuestos ilustran las páginas de su obra anunciando
lo que acontece: la transformación en la manera de pensar el cuerpo y con ella la
renuncia a su dimensión axiológica, el surgimiento de la diferenciación entre individuo
y comunidad, y la distinción entre la persona y el cuerpo. Y si al principio esta práctica
de penetrar el misterio11 del cuerpo permanecerá confinada a la rigurosa y celosa
mirada de religiosos, médicos, barberos y estudiantes, en poco tiempo devendrá en
espectáculo público; los teatros anatómicos que harán furor en el siglo XVI serán
citados como una atracción en las guías para viajeros. Espectáculos “altamente
recomendables” y “sumamente divertidos”12 que convocan mucho público. Las
mentalidades de este tiempo parecen aceptar e incorporar con agrado hechos que
hubiesen horrorizado y escandalizado a los hombres y mujeres de una época apenas
anterior. Incluso a aquellos que ejercían el arte de curar.
(La mentalidad analítica que nace de estas prácticas termina de incorporar la imagen
del cuerpo máquina)

11
Empleo este término especialmente en su sentido religioso.
12
Ver, Acto II, escena V del Enfermo imaginario de Moliere.
Un nuevo tipo de inteligibilidad gesta un nuevo cuerpo humano. Ese cuerpo hecho de
humores, de materias viscosas y fétidas, y cuya dignidad cede ante el filo del escalpelo,
se ennoblece cuando es “reconocido” y comprendido en clave mecánica y en esa clave
cobra sentido como “individuo humano”, como cuerpo ahora sujeto depositario de la
razón. Cuerpo/objeto-cuerpo/sujeto, la tensión de esta dualidad acompañará el
desarrollo de la medicina y de la biología y también, indudablemente, el proceso de
creación de esa unidad propia de la vida social y política moderna: el individuo. La
singularidad del sujeto moderno sea éste trascendental, histórico, existencial, según sea
el modelo filosófico en el que se hace presente, es producto de esta necesidad
ontológica de un nuevo hombre para un nuevo mundo: un mundo desencantado en el
que se misturan los cuerpos y las cosas, los objetos y los cuerpos. Un nuevo hombre
que ya no es el centro del universo, como no lo es la tierra pero que se va convirtiendo
en medida de todas las cosas.
……….

En su intento por localizar en los organismos vivos “sus componentes más elementales
y con mayor poder explicativo” el movimiento reduccionista que tiene lugar en biología
rinde tributo al método analítico construyendo así una particular mirada sobre lo
viviente. El trabajo de construcción de los objetos de conocimiento que supone la
autonomía de esos objetos (cuerpo, órganos, tejidos, células, componentes celulares,
cromosomas, genes, macromoléculas), se correlaciona con la constitución de campos de
investigación estrictamente delimitados (la citología, por ejemplo, que se distingue de la
genética molecular) a cada uno de los cuales les corresponde una acción específica de
transformación y control sobre lo viviente
El modelo mecánico, en su primera acepción, aquella que corresponde al siglo XVII,
inaugura lo que hoy llamamos el modelo físico-matemático que concierne, tanto al
conocimiento formalizado de la mecánica celeste terrestre, como al de las máquinas y
por lo tanto a la fabricación de nuevos mecanismos. En este contexto metodológico toda
ciencia debe necesariamente orientarse hacia la localización de las “piezas matrices”
que componen la materia y la vida. Los términos de “mecanización” y “mecánica”, en
su utilización moderna, evocan un conjunto de técnicas, de ciencias aplicadas que están
en consonancia con el modelo matemático que es el que ellas ponen en práctica. La
fecundidad de las operaciones que en virtud de esta concepción se desarrollan se
correlaciona con el “grado jerárquico” que ocupan los elementos a los que se aplican:
cuanto más elevados, cuanto más fundamentales, más combinaciones resultan posibles.
En este sentido, las configuraciones, sustituciones, agregaciones, reducciones,
deslizamientos y pasajes de una especie a otra, etc. son más variados en el nivel de
reducción más elemental de lo viviente obtenido hasta la actualidad: el gen, que en el
nivel más complejo de los tejidos en tanto estos son realidades vivientes más
organizadas, más integradas y por lo tanto hacen más dificultosas las operaciones
mecánicas elementales. Es así que la forma más acabada del proceso de mecanización
correspondería a la descomposición más radical que se orienta hacia los elementos
últimos y fundamentales. El conocimiento de estos elementos y su localización, en el
caso de la biología y de la física por ejemplo, debería permitir el descubrimiento de las
leyes que rigen sus combinaciones. Paralelamente, el poder de explicación de estas
leyes habrá de variar según el grado de reducción de los elementos que la investigación
pueda aislar.
En biología, el descubrimiento de las macromoléculas, de los genes, de sus secuencias,
de sus recombinaciones, etc. ha permitido, tan sólo en algunos decenios, dar cuenta de
complejos y extensos dominios del metabolismo. Las posibilidades de las
combinaciones experimentales que bajo estas condiciones se abren son
inconmensurables.
Y es este justamente el momento que correspondería a la última etapa del proceso
general de mecanización. Etapa a la cual, atendiendo a sus características debería
designarse, como propone Tibon Cornillot, de ultramecanización.
Y es esta última etapa la portadora de una transformación cualitativa, pues es en esta
que es posible pasar de la mecanización de lo viviente a la transformación dirigida de lo
viviente. La última etapa de la mecanización de lo viviente se caracteriza por un
tratamiento de los organismos que se identifica con las operaciones que se realizan
sobre la materia inerte. Es este el tipo de tratamiento que se realiza en los laboratorios,
más exactamente en los espacios en los que se produce la intersección entre los
laboratorios y la industria, verdaderos yacimientos de materias primas, pero también de
montaje y desmontaje de elementos simples en estructuras más complejas. Operaciones
que se enfrentan tanto a los problemas mecánicos clásicos de la extracción, del
mantenimiento, la reparación, el intercambio como también a las tentativas de
fabricación de elementos artificiales capaces de reemplazar el “producto” inicial natural.
Este momento expresa el traspaso de la frontera que separa a los organismos vivientes
de los no vivientes por el método reduccionista aplicado a los organismos vivientes.
Consideremos, a fin de ilustrar adecuadamente la significación de este paso, la
definición tradicional de un organismo viviente: aquel organismo al que se le reconoce
la autonomía de una actividad metabólica capaz de establecer una relación con el
medio ambiente dado con el fin de obtener los elementos nutricionales, de evacuar sus
desechos, de reaccionar a los cambios del medio exterior y de reproducirse. En este
sentido una célula, un organismo molecular, son seres vivientes y la localización de una
célula particular de un organismo pluricelular, la detección y el aislamiento de una
entidad monocelular son operaciones que ponen en evidencia la estructura última de lo
viviente, de aquello que podríamos reconocer, de acuerdo con la definición establecida,
el último “elemento” viviente de lo viviente. Los organismos celulares, las
macromoléculas, en cambio, son elementos fundamentales de la célula y por lo tanto de
lo viviente pero no son vivientes de acuerdo con la definición de lo viviente arriba
referida. Se observa entonces cómo mediante esta concepción mecanizada de lo viviente
se pasa de los elementos vivientes de lo viviente a los elementos no vivientes de lo
viviente para definir e intervenir sobre lo viviente.13

13
Contrariamente a lo que comúnmente se piensa, las moléculas no están vivas. La molécula de ADN es
una molécula inerte como cualquier otra molécula.

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