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LITERATURA Y MOTIVACIÓN
C
UANDO la escritora canadiense mientras con sus exageradamente grandes tían traducciones en inglés, por eso contra-
Bernadette McDonald empezó a manos iba dándole vueltas. Me lo pasó. Sus tó una traductora eslovena que cada sema-
investigar sobre la mejor genera- páginas eran finas y estaban rotas. Algunas na le leía los capítulos de Pot a distancia a
ción de escaladores que ha dado tenían manchas. Vino, pensé. ‘Una de mis través del programa Skype. En ellos encon-
Eslovenia, en muchas entrevistas aparecía preciadas posesiones’, dijo”. tró las ideas que habían saltado de las pági-
un mismo libro citado una y otra vez. Al Su título era Pot (El camino) y lo había es- nas a las cabezas de los escaladores. Párra-
principio no le hizo mucho caso: “La prime- crito el alpinista esloveno Nejc Zaplotnik. fos que habían armado sus sueños y que ha-
ra vez que reparé en él fue en 2006, mientras Humar se refirió al texto con palabras tan fi- bían movido los brazos y piernas de los más
investigaba para una biografía de Tomaž losóficas y grandilocuentes que McDonald fuertes hasta hacerles protagonistas de los
Humar”, cuenta en la introducción de Gue- pensó que estaba algo chiflado: “Conocía lo éxitos más audaces y futuristas en las mon-
rreros alpinos, el volumen en el que después suficientemente bien a Tomaž para tomar- tañas del Himalaya.
ha reunido su trabajo. me con algo de escepticismo su exceso de
“Recuerdo bien el día. Tomaž estaba de efusividad. Tomaž, como mínimo, era al- Las influencias de Messner
pie junto a la ventana de su sala de estar, con guien poco corriente. Experimentaba con Muchos grandes alpinistas reconocen que el
un libro en la mano. La luz de última hora varias formas de espiritualidad. […] Ese vo- impulso que les llevó a las cimas nació con
de la tarde proyectaba un reflejo dorado en lumen probablemente fuera una especie de un libro. A algunos les despertó admiración
la gastada cubierta del libro. Él lo acariciaba manual religioso de autoayuda”. hacia un alpinista y un proyecto concreto
Bernadette McDonald tomó nota del que, de pronto, ellos también soñaron con
título en su cuaderno. No hacer. A otros, la lectura les produjo senti-
imaginaba que mientos inconfesables de envidia hacia un
volvería a él en el alpinista y un proyecto concreto que, de gol-
futuro porque pe, estuvieron seguros de poder emular.
guardaba las claves Años más tarde, muchos de esos lectores-
para entender los montañeros se han transformado en autores
proyectos más van- de libros con los que dan el relevo a las gene-
guardistas del alpi- raciones jóvenes que, una vez más, leen des-
nismo esloveno. de el sofá y luego admiran, envidian y sue-
Un año después se ñan con un vivac a más de siete mil metros.
encontraba junto al es- Reinhold Messner recuerda que su padre
calador Silvo Karo en la tuvo la intuición muy afilada para recono-
escuela croata de Pakle- cer enseguida la pasión que sentía por las
nica y él empezó a hablar montañas. En en su libro Mi hermano en el
sobre un libro. Era Pot. De alma escribe sobre la época en que le regaló
nuevo Pot. Por su tono de- su primer tomo de alpinismo, un pequeño
dujo que era un texto im- volumen en alemán que explicaba la histo-
portante también para él ria del descubrimiento de las cumbres a tra-
(‘Usaba palabras vés de las grandes hazañas y de sus protago-
como valores, nistas. Devoró cada historia y fue la última
la que se le agarró a la médula.
“La última escalada de la que se
hablaba era el Pilar Suroeste del
Petit Dru, que se describía como
la máxima realización alpinística
de todos los tiempos. Nada podía
compararse con aquella alucinante
ascensión en solitario que requirió
seis días y cinco vivacs. Y el hombre
que la llevó a cabo se llamaba Walter
Bonatti”, escribe.
Subrayó aquel libro como quien
prepara una oposición y al acabar
concluyó que quería ser tan bueno
como él. “Desde entonces he intentado
aprender todo lo posible acerca de Bo-