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El Eternauta y su relación con la política

La historieta El Eternauta surge a fines de la década de 1950 en la Argentina.


Dibujada por Francisco Solano López y escrita por Héctor Germán
Oesterheld, la primera edición sale a las calles entre 1957 y 1959, de la mano
de la Editorial Frontera. Hacia 1969, el dibujante Alberto Breccia es el
encargado de reeditar la primera parte para ser publicada en la revista
Gente, publicación para la cual Oesterheld realiza un viraje hacia un tinte
más izquierdista. Un par de números más tarde, la ideología de la historieta
se hacía incompatible con el pensamiento de la revista, y se dejaba de
publicar.

Básicamente, esta primera parte (la más conocida y extensa) narra una
invasión alienígena en Buenos Aires, en la cual Juan Salvo (el famoso y
renombrado Eternauta) se ve obligado a dejar a su familia para, primero, salir
a buscar comida, y luego, luchar contra el enemigo. En medio de una nevada
radioactiva, los sobrevivientes se ven obligados a construir trajes herméticos
para evitar que los copos mortales toquen su piel. Ese traje se convertirá,
años más tarde, en un importante significante político.

Hacia 1976 se comienza a publicar la segunda parte del relato de Oesterheld,


nuevamente con Solano López como dibujante, esta vez para la revista
Skorpio. Aquí la historieta realiza otro importante giro, relacionado con la
politización de su creador, debido a que Oesterheld había iniciado su camino
como agente de prensa de la organización Montoneros. En la primera edición
(1957) se rescatan valores de solidaridad, cooperativismo, lealtad al grupo de
pertenencia, horizontalidad en el proceso de toma de decisiones y del valor
de la vida como fin. Y, si bien en el breve paso por la revista Gente el relato
toma aspectos del discurso militante de izquierda, en esta tercera edición se
enfatiza doctrinariamente la lucha revolucionaria contra la dictadura militar.
En este punto es donde se amalgaman José Salvo y Héctor G. Oesterheld como
héroes rebeldes militantes, entregados en vida a la resistencia y el sacrificio.
Mientras que Salvo pierde su familia en la lucha, Oesterheld pierde su vida en
ella: es secuestrado en 1977 y -se presume- asesinado el año que la segunda
edición termina de publicarse (hacia 1978).

La historieta como signo

Siguiendo a Barthes, los autores plantean el concepto de “cadena


semiológica” como aquel proceso en el que un mismo significante toma
diferentes significados y conforman diferentes signos. Así, una forma se
inviste de diversas significaciones, según la apropiación y el uso que realizan
de ellos determinados sujetos sociales (individuales y colectivos).

En el caso de El Eternauta, el personaje es un signo historietístico convertido


en emblema de la historieta argentina como arte (al igual que Mafalda,
Inodoro Pereyra, Clemente) a partir de la Bienal Mundial de la Historieta,
organizada en la Argentina por el Instituto di Tella en 1968.
Por el otro lado, se produjo una consolidación del personaje como emblema
de sujetos sociales. En este sentido, el ejemplo de El Eternauta es
paradigmático, y responde a tres momentos históricamente diferenciados. En
primer lugar, de la mano del propio Oesterheld, la militarización del
personaje Juan Salvo hacia la segunda edición, en la revista Gente, con un
fuerte viraje hacia la izquierda, etapa que se acentúa con la segunda edición
en el momento en el que el autor desaparece. En este caso, el significante es
El Eternauta con su figura, su traje, la cara de Salvo, y todos los componentes
gráficos de sus viñetas, mientras que el significado es la lucha política en
contra del Gobierno de facto, a raíz de los valores anteriormente
mencionados, que surgen en la primera edición.

En segundo lugar, un uso breve pero significativo, del rostro de Oesterheld


dentro del traje aislante de gutapercha en la resistencia de las juventudes de
izquierda durante la crisis sociopolítica de 2001, cuya intención nace de la
reivindicación de la lucha del desaparecido escritor.

Y, por último, el tema que aquí nos compete, del uso del rostro de Néstor
Kirchner (y en algunos casos, incluso de Cristina Fernández) en el overol
hermético, estableciendo un paralelismo entre todos los significados
anteriores y el ex presidente argentino.

Significado kirchnerista

En primer lugar, se relaciona al presidente con todos los valores que mostraba
el propio Juan Salvo: la solidaridad, la valentía, el entregar su vida por el
pueblo. Son interesantes, en este sentido, las declaraciones al respecto de
dos de las más importantes personalidades de la agrupación Madres de Plaza
de Mayo: “Néstor Kirchner dio la vida por la patria” (Hebe de Bonafini) o
“Kirchner dio la vida por su país, se fue alguien indispensable” (Estela de
Carlotto).

En segundo lugar, a partir del pasado militante de Kirchner durante la época


de dictadura y las constantes reivindicaciones políticas a los militantes de la
época, además de acciones como la quita de cuadros de Jorge Videla y
Reynaldo Bignone del Colegio Militar de Buenos Aires, se establece una
interrelación con la militancia del propio Oesterheld.

Por último, es importante el sentido de lucha contra “los otros” – a veces a


costas de la propia vida - , presente en los tres significados. En el caso de
Salvo, contra los alienígenas; Oesterheld contra los genocidas de la última
dictadura militar; y Kircher contra “la derecha”, “la oposición”, “la corpo” o
“los gorilas”, según sea el caso.

Así se percibe esta cadena semiológica, pasando de un significado a otro sin


cambiar el significante: el traje es el mismo, la iconografía es la misma, y los
gráficos son los mismos, todos de la mano de Solano López. Lo único que varía
es la cara que se ubica dentro de la escafandra según la época (y, en el caso
de Kirchner, se quita la escopeta que Juan Salvo llevaba en sus espaldas).
En la misma línea, lo que se logra es una mitificación del personaje político.
El mito, según Barthes, no se define por el objeto del mensaje, sino por la
forma en la que es dado, por lo cual el mito necesita una historia previa a la
cual remitir y algún aspecto paradigmático sobre el cual hacer hincapié,
operación clave en la construcción heroica de Kirchner. Como dirán Verón y
Sigal, “Cada posición política reconstruye la historia a su manera”.

En esta ocasión, “el héroe asume la misión de “develar” y/o “reparar” el


daño social, político o cultural, dentro de un relato preconcebido para
exceder el esquema de héroe, convirtiéndolo al personaje en mito” (Barthes).

La lucha por la legitimidad

Las prácticas comunicacionales, según Roberto Von Sprecher, “son prácticas


productoras de sentido, y los discursos en que se manifiestan las mismas, son
una de las dimensiones fundamentales de lo social y de lo cultural”. Así, como
práctica social y comunicacional, y como discurso producido en cierto
contexto social, la historieta juega un rol de construcción de sentido de
modelos sobre la realidad puestos en circulación mediante los discursos
(Pierre Bourdieu, Eliseo Verón).

Por ello, “en la historieta es frecuente la presencia de un discurso social cuyo


objetivo es construir clasificaciones, modelos de sociedad e imponer la
percepción de los mismos como legítima. Por este motivo, las palabras tienen
un rol en la lucha de clases sociales y de grupos de interés social: el discurso
político”, explican en su trabajo Fernández y Gago.

Todo discurso social implica una construcción del modelo de realidad. Por
ello, se define al discurso político como aquel que se dirige a intervenir en las
luchas por la definición legítima de un modelo de organización o de dirección
de la sociedad. En este caso, la historieta se presenta como una herramienta
comunicacional que disputa sentidos políticos (las luchas militantes de
Oesterheld o Kirchner, el heroísmo, etc.) y que interpela agentes que creen
en él y que valoran ese discurso.

El discurso político como constructor de identidad política

La iconografía del personaje de la historieta El Eternauta se convierte, a


partir del año 2010, en un componente importante de la interpelación
discursiva del kirchnerismo, en tanto práctica comunicacional que constituye
identidades políticas, culturales y sociales en el contexto de la lucha por la
hegemonía discursiva.

Es importante tener en cuenta el contexto en el que se pone en circulación


esta imagen, luego nombrada por los medios masivos de comunicación como
el “Eternéstor” o el “Nestornauta”. El 11 de septiembre de 2010, Kirchner
había sido sometido a una cirugía en la que se le colocó un stent. Tres días
después, el 14 de septiembre de 2010, un acto en el Luna Park destinado a los
jóvenes (que preveía tenerlo de orador) fue encabezado por su esposa,
Cristina Fernández de Kirchner.
En este acto, confluyeron diversas manifestaciones culturales para rendir
homenaje al ex presidente: primero, una serie de carteles con la estética pop
de Andy Warhol, usando como motivo la cara de mandatario. En segundo
lugar, un diseño que apelaba a la tradicional imagen peronista, en color
blanco, celeste y negro. Y, por último, la mitificada iconografía del
Nestornauta. También se vieron pancartas con frases de Los Redondos y se
oyeron cánticos al estilo de cancha.

Para comprender la eficacia simbólica del discurso que mitifica a Néstor


Kichner, se debe tener en cuenta también un contexto más general, que
aparece como una “huella” en el discurso, y se resume en la adjudicación a su
gobierno de ciertos logros que lo convierten en el portavoz y “salvador” del
pueblo (cuando, en realidad, expondrán los autores del trabajo, se trata de
un ajuste de las políticas gubernamentales a ciertas demandas sociales
previas que no se habían capitalizado). Así, luego de la ampliación de
derechos de las minorías –Matrimonio Igualitario, Ley de Género, etc.-, la
inversión en educación pública y las políticas de “justicia social” –Asignación
Universal por Hijo y otros Planes-, se logra, por una parte, la adhesión
concreta de los grupos beneficiados; y, por otra, adhesiones de grupos
ideológicamente progresistas, principalmente de las juventudes militantes.

Lo que logra la mitificación del personaje, y su posterior iconografía en la


escafandra de El Eternauta, es otorgar al ex mandatario argentino, ciertas
características heroicas, relacionadas a los temas ya tratados.

La interpelación de los discursos

Estos discursos políticos logran interpelar a diversos sectores de la sociedad,


particularmente aquellos que se relacionan directamente con el poder político
(sean opositores, adherentes, críticos, etc.). En este caso, la juventud
kirchnerista fue la que se identificó completamente con el discurso allí
presentado.

En primer lugar, porque la iconografía fue creada por un autor de la


blogósfera K, joven militante de la agrupación juvenil La Cámpora. En
segundo lugar, porque productos mediáticos como la historietas, resultan a
veces más propensos a interpelar aquel sector joven/adulto, que es el lector
más asiduo de este tipo de productos culturales (sobre todo por la temática
tratada y la historia de su autor).

Por otra parte, resulta de vital importancia el aspecto militante de los


sectores juveniles, y la cadena de significados por la que transitó El
Eternauta, todas relacionadas con una reivindicación de la izquierda, o de la
lucha contra “el enemigo”, valores siempre presentes en la militancia
progresista K.

Además, es interesante la interrelación que se produce con la narrativa del


peronismo, ya mitificada a partir del discurso político de los sucesivos
presidentes peronistas, y de una fuerte iconografía relacionada a la época (la
beatificación de Eva Perón es un fenómeno emblemático para explicar lo que
aquí se desea).

La juventud militante kirchnerista guarda mucha relación con la juventud


peronista de la época, o al menos sus discursos hacen mucho hincapié en este
paralelismo. En este sentido, es interesante partir simplemente del nombre
de la agrupación más significativa del sector hoy en día, La Cámpora, dirigida
por Máximo Kirchner, cuyo nombre proviene de un joven presidente elegido
por Perón desde el exilio, que produjo una movilización importante de
militantes de entre 20 y 35 años. La juventud peronista añoraba a Perón,
quien desde el exilio aumentó su popularidad entre las filas jóvenes, al igual
que la juventud kircherista añora a su líder.

Estos discursos, social e históricamente construidos, se insertan en las luchas


por la hegemonía discursiva. Particularmente este uso de la historieta surge
desde un sector hegemónico: si bien no fue creado directamente desde la
presidencia, nace de la mano de un miembro de La Cámpora, grupo orgánico
del kirchnerismo (además, luego fue aceptado por el Poder Ejecutivo como
una iconografía “válida” para recordar al ex mandatario).

En el proceso de interpelación del discurso del Nestornauta, se logran (como


en todo proceso identitario), adhesiones y diferenciaciones: mientras que las
filas jóvenes oficialistas se identifican plenamente con este discurso por los
motivos previamente mencionados, definen así su identidad colectiva a partir
de un personaje emblemático con la cara de su líder, diferenciando a otros
colectivos: de otras edades (que no hayan tenido acceso a El Eternauta), otras
orientaciones ideológicas (que no coincidan con el tinte de lucha que siempre
se le otorgó a la historieta) y otras elecciones políticas (que simplemente
estén en desacuerdo con la cara que se muestra a través de la escafandra, sin
importar que coincidan en el acceso y la visión ideológica originaria).

Preguntas

- ¿Qué factores del discurso del “Nestornauta” lograron interpelar a los


sectores de la militancia juvenil kirchnerista?

- ¿Cómo se produce la cadena semiológica, desde la creación de El Eternauta


hasta su modificación en el “Eternéstor”?

Trabajo realizado en base a la investigación de Fernández, Laura Cristina y


Gago, Sebastián: “El Eternauta: apropiaciones, usos y construcciones de mitos
en la política posdictatorial argentina” para las VI Jornadas de Jóvenes
Investigadores. Instituto de Investigaciones Gino Germani, noviembre de 2011.

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