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MAURICIO BEUCHOT

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RED DTorIA, AC.
jítanjdfora MORELIA Editorial
Xed 2002
UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
LA HERMENÉUTICA ANALÓGICA
EN LA FILOSOFíA DE LA CULTURA
Y EN
LAS CIENCIAS HUMANAS
DE
MAURICIO BEUCHOT

Primera Edición: Mayo de 2002


Coedición Red Utopía, A.C .Ór jitanjdfora Mvrelia

Derechos reservados conforme


a la ley, por la presente edición.

© MAURICIQ BEUCHOT
© Jitanjdfora MORELlAArtes Grdficas
(diseño y tipografía) y
© RED UTOpíA, ASOCIACIÓN CIVIL
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Te! (4) 3121828.
Morelia, Michoacan, México. 58000

e.m. editor:
j mlara@zeus.ccu.umich.mx

EJEMPLAR N°

Diseño, tipografía, impresión


y encuadernación manual:
jitanjdfora Mcrelia
Impreso y hecho en México.
Printed and made in Mexico.
1. INTRODUCCIÓN

n este trabajo deseo abordar el pro-


blema del universalismo y del parti-
cularismo, en relación con la filosofía
de la cultura. La filosofía más recien-
te se halla distendida por esos dos movimien-
tos contrarios. Unos defienden la validez de la
universalización completa y diáfana, como algo
que es necesario alcanzar, so pena de quedar re-
ducidos a la incomprensión y a la injusticia. Así
piensan autores como Habermas y Apel. Otros
defienden la individualidad o particularidad,
como algo que evitará que las personas sean ho-
mogeneizadas de manera totalitaria, están por
la parte de la diferencia. Así piensan autores
como Derrida, Vattimo y Rorty. Ambos extre-
mos encierran graves peligros. El universalismo
corre el riesgo de la deshumanización, entendi-
da como pérdida de la identidad y de la repre-
sentación personal y grupal. Y el particularis-
mo esconde el riesgo del relativismo, que lleva
a la incomunicación y el caos moral. Creo que
entre ambos extremos se puede encontrar un
término medio, que no sea simplemente la
versión «aguada» de uno de ellos, sino que
recoja lo mejor de uno y otro, y evite sus des-
ventajas, que sea un auténtico pluralismo di-
ferente.

[7]
8 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO L 9

De hecho, ahora se habla mucho del plura- puede re-iniciar un' modo de filosofar que nos
lismo (cultural, social, político, etc.), y hay con- haga salir del marasmo de las consabidas postu-
senso casi unánime en que es lo que hace falta. ras que, aunque más o menos nuevas, ya em-
Pero lo que más falta hace es dilucidarlo, defi- piezan a mostrarse desgastadas y a provocar can-
nir sus contornos, precisar lo más posible su sancto.
aspecto, para que pueda sernas útil. Hay que Para substanciar esa propuesta, comenzaré
darse cuenta de que el pluralismo es pluralista, por recordar lo que es la analogía y mencionaré
o plural, y que resulta un pluralismo muy dife- algunos de los intentos filosóficos más recien-
rente si se lo enfoca desde el liberalismo indivi- tes que andan buscando ese pensamiento ana-
dualista, o desde el igualitarismo, o desde el lógico. Luego trataré de hacer ver cómo una
comunitarismo, por sólo dar algunos ejemplos. hermenéutica analógica e icónica (pues la ico-
Espero que estas reflexiones colaboren en el tra- nicidad es lo mismo que la analogicidad, o al
bajo de dar algunas pistas para orientarse en este menos un aspecto suyo que deseo resaltar) pue-
maremágnum que es la cultura actual, y sirvan de servir para hacer filosofía de la cultura. En
para salir de la tan proclamada fragmentación seguida presentaré una noción escueta pero su-
del saber hacia la búsqueda de algo universal que, ficiente y útil de cultura, al igual que de identi-
sin embargo, no nos haga perder la deseable dad y diversidad culturales, aplicando el analo-
matización, la particularidad defendible, la in- gismo. Después de ello, intentaré mostrar los
dividualidad personal que todos atesoramos. beneficios de este modelo en la práctica, apli-
Quiero, por ello, ofrecer una versión de un cándolo a algunos problemas específicos, como
pluralismo, que me gustaría llamar «analógico», el del diálogo intercultural, y el planteamiento
por estar basado en esa doctrina antigua y nue- de la argumentación para el diálogo (que ahora
va a la vez (antigua por sus orígenes desde la a todos parece tan necesario), a la polémica uni-
filosofía griega y su desarrollo en la medieval, y versalismo-relativismo y a la comunicación.
nueva por el olvido en que la tuvo toda la mo- También, en la línea de esta búsqueda de una
dernidad) que es la analogía. La analogía puede racionalidad analógica, plantearé lo que consi-
ayudarnos a tensionar los conceptos entre la dero es el futuro de la filosofía.
universalidad y la particularidad, de modo que Añado un breve capítulo de conclusiones,
se preserven aspectos de su concreción en lo in- en el que se habla de cosas que pueden resultar
dividual a pesar de su ascenso a lo universal y ilustrativas para el pluralismo cultural puesto
abstracto. En todo caso, estoy convencido que en práctica, y que es una recolección de las prin-
10 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO n. VINDICACIÓN GENERAL
DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO
cipales ideas de la cultura y del multiculturalis-
mo según el pluralismo cultural analógico que
he tratado de construir en los capítulos prece- 1. Planteamiento
dentes. Finalizo con una bibliografía selecta,
esto es, que pretendo que sea útil, más que ex-
haustiva. n este capítulo me propongo expo-
ner, de manera muy sucinta, los prin-
cipales rasgos de una racionalidad ana-
lógica o pensar analógico, y cómo pue-
de aplicarse a algunas cuestiones de la filosofía
en general, y, en especial, de la filosofía de la
cultura. Serán sólo unos cuantos casos paradig-
máticos, pero que arrojarán suficiente luz como
para delinear su aplicación en otros contextos.
Primero me referiré a esos varios campos de la
filosofía que no son la filosofía de la cultura, y
dejaré la aplicación de la analogía a esta última
para los capítulos subsiguientes.
Creo que el discurso analógico dará salida a
muchos de los dilemas y paradojas que bloquean
la marcha del pensamiento filosófico en la ac-
tualidad. Para exponer lo que deseo,.comenzaré
por hablar un poco de la analogía y luego de la
gran oportunidad que tiene actualmente el pen-
samiento analógico, para pasar en seguida a al-
gunas de sus aplicaciones contemporáneas, so-
bre todo en el ámbito filosófico. Son sólo unas
cuantas aplicaciones del pensar analógico, pero
hay otras más.
Resulta curioso que donde más se ha apre-
ciado recientemente este tipo de pensamiento
[11]
12 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.V1NDICAClÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 13

analógico haya sido en Latinoamérica. Tal vez propiciará un giro analógico de la filosofía (que
porque es donde más se vive la diferencia (entre renovará tanto la ontología como la ética).
privilegiados y desposeídos, etc.), y por ello El pensamiento analógico o la racionalidad
donde más se busca acortar esa distancia, pero analógica supone el reto de buscar la mesura, la
sin llegar a la homogeneización cultural que se moderación o proporción, sin que ello signifi-
ve cundir en la globalización actual. Precisamen- que trivializar las cosas o adoptar una postura
te porque se vive una diversidad cultural muy «tibia» o «aguada». Por ejemplo, en el caso de la
fuerte, al interior de nuestros países, y se busca epistemología, ayuda a buscar las porciones y
el pluralismo indicado.' Ahora se está buscan- proporciones de la aproximación a la verdad y
do en muchas partes y con afán el pluralismo, la validez; y, en el caso de la ética y la filosofía
pero ha habido propuestas muy diferentes. Creo social, a distribuir proporcionalmente el bien y
que la dimensión analógica ayudará a ver mejor la justicia. Es un reto difícil y muy complejo,
cuál es el pluralismo más conveniente. Al giro pero hay que aceptarlo si se quiere dar mejor
lingüístico de la filosofía ha sucedido un giro cuenta de la complejidad de la' realidad misma
pragmático o hermenéutico; creo que éste antes que traicionarla con simplificaciones ex-
cesivas y perezosas. La racionalidad analógica,
1 Tal es el caso, por ejemplo, de Juan Carlos Scannone, Enri-
además, exige ser dialógica y a la vez preparada
que Domingo Dussel y Germán Marquínez Argote, a los cua- en el monólogo reflexivo, en la reflexión. Vere-
les he dedicado un estudio interprerativo y crítico. Cf. M. mos cómo se va estructurando, desde el ámbi-
Beuchot, «The Limits of Cultural Relativism: Metaphysics
and Latin Arnerica», en M. Dascal (ed.), Cultural Relativism to del ser, del conocimiento y del lenguaje, has-
and Philosophy. North and Latin America Perspectiues, Leiden: ta el de lo ético y lo político.
Brill, 1991, pp. 159-173; también publicado como "Los lími-
tes del relativismo cultural: la metafísica y Latinoamérica», en
M. Dascal (cornp.), Relativismo culturaly filosofía. Perspectivas 2. Oportunidad de la analogía
norteamericana y latinoamericana, México: Universidad N acio-
nalAutónoma de México, 1992, pp. 215-232. De ellos, pue-
den verse J. C. Scannone, «La liberación latinoamericana. On-
Recientemente algunos, como Ricoeur y
tología del proceso auténticamente liberador», en Stromata, Derrida, han privilegiado la analogía metafóri-
27 (1972), pp. 107-150; E. D. Dussel, «El método analéctico ca; por eso yo trato de reivindicar todos los ti-
y la filosofía latinoamericana», en R. Ardiles et al., Hacia una
filosofía de la liberación latinoamericana, Buenos Aires: Bonum,
pos de analogía como recuperables para la her-
1973; G. Marquínez Argote, Metafísica desde Latinoamérica, menéutica y, en general, para el discurso filosó-
Bogotá: Universidad Santo Tomás, 1977. Hay muchas cosas fico de hoy. En cierta manera, la metáfora es el
que me unen a esos tres autores, pero otras también en las que
discrepo de ellos, como puede verse en ese trabajo referido. ' límite de la analogía, rayana en la equivocidad,
14 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 15

la que más se acerca a ella, así como se hablaba como paradigma de la misma la analogía de atri-
en la tradición de una analogía de mera desigual- bución o proporción que si se toma la de pro-
dad que era la que más se acercaba a la univoci- porcionalidad; y no se ve igual si se toma como
dad. P. ej., en «cuerpo», ya que hay distintos paradigma la analogía de proporcionalidad pro-
tipos de cuerpo en la misma física, como el or- pia que si se toma la analogía de proporcionali-
gánico y el inorgánico, etc. Así, puedo decir «la dad metafórica. Si decimos que el paradigma
piedra es cuerpo» y «el cangrejo es cuerpo», pero de la analogía es la metáfora, corremos el riesgo
en un sentido distinto, porque uno es inerte y de que, puesto que la metáfora implica un «sí
el otro es vivo, tienen diferente organización. es» y un «no es» sintetizados en un «es corno»,"
Esa analogía metafórica, que es la que más nos deje en un gran misterio y no se pueda ha-
se acerca a la equivocidad, es el límite de la ana- cer filosofía con ella (cosa que reconoce el mis-
logía en el sentido de que más allá se cae en el mo Ricoeur). Por ello, prefiero como paradig-
equívoco. Si no se tiene cuidado, de la metáfo- ma de la analogía la de proporcionalidad pro-
pia, para que no obtenga una prioridad absolu-
ra se puede pasar al equívoco, y del equívoco a
ta, sino relativa a los casos en que se practica o
un callejón sin salida. La analogía metafórica es
aplica.
una de las clases de la analogía de proporciona-
De hecho, la analogía siempre implica pro-
lidad, lo cual nos indica la importancia de la
porcionalidad, esto es, una relación en la que
proporcionalidad, o proporción compuesta (o no se puede atribuir algo a diferentes cosas sin
múltiple), la cual me parece que con ello se conocer y matizar lo que tienen de común y,
muestra como el prototipo o paradigma de la sobre todo, lo que tienen de diferente. Ya que
analogía; si no como el analogado principal de en la analogía predomina la diferencia, exige
las analogías, por lo menos como el que mejor conocer en qué se distinguen las cosas, más que
la representa, ya que la analogía misma es aná- lo que tienen de común. No se puede aplicar,
loga (y entre sus clases tiene que haber una que por eso, donde no hay multitud ni donde no
funja, si no como el analogado principal, sí hay diversidad. A veces se ha dicho que la ana-
como el punto de apoyo de la relación de com- logía implica gradación, jerarquía, y es que don-
paración de lo análogo). La analogía es análoga
con analogía de proporcionalidad, y ha de tener
un tipo de analogía que es el más paradigmáti- 2 Cf. P. Gilbert, Algunos pensadores contemporáneos de lengua
co, ya que siempre hay un más y un menos en francesa, México: VIA, 1996, pp. 153-155, donde explica cómo
la analogía. No se ve igual la analogía si se toma Ricoeur deja apuntada la viabilidad de la analogía de propor-
cionalidad para la ontología.
16 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDICACIÚN DEL PENSAMIENTO ANALÚGICO 17

de hay analogía hay un más y un menos; por lo todonación, a la oblatividad, al dgape y la


tanto, aunque no siempre haya jerarquización kenosis.'
muy notoria, sí hay grados de mayor a menor.' La analogía es, por tanto, un modo de ser,
Por otra parte, la analogía está muy vincula- un modo de conocer y una actitud vital. Es un
da a la idea de participación. Es precisamente el modo de ser, porque el ser mismo es analógico,
diverso modo de participar de algo lo que mue- se dice de diversas maneras. Es un modo de co-
ve a considerar la posibilidad de la analogicidad nocer, porque se opone a los reduccionismos
en las cosas. Los entes participan de manera ana- del modo unívoco de conocer y a los relativis-
lógica del ser; los actos 'morales participan ana- mos del modo equívoco de conocer. Pero es
lógicamente del bien; los hombres participan también una actitud vital, porque está conecta-
de manera análoga de la justicia. Participar es da con la prudencia, y aun con cierto conoci-
compartir, por lo que la analogía tiene un monto miento por connaturalidad, que podemos lla-
de generosidad. Se participa de la generosidad mar empatía, muy importante para la ética y
del ser, de la generosidad del bien, etc. Y por las ciencias sociales." Tiene, pues, un sustrato
ello ha de participarse con generosidad para ontológico, uno epistemológico y otro étic~
aquellos otros que participan de ello; con una
especie de espíritu de fraternidad y de solidari- 3. Aplicaciones de la analogía
dad. La analogicidad tiene mucho en común
con el amor de benevolencia, coincidente con Después de haber visto los rasgos más gene-
la caridad correctamente entendida; en ese sen- rales de la estructura de la analogicidad, al pre-
tido se opone al amor de concupiscencia, que sentar su oportunidad y vigencia, veamos ahora
sólo alcanza a ver la posesividad y el egoísmo, algunas de sus funciones, algunos de los modos
el amor propio mal entendido, como autoero- como puede funcionar y de los ámbitos en los
tismo. Por ello la analogicidad impulsa a la au- que puede aplicarse. Estos campos de aplicación
son muchos: la literatura, la psicología, la his-

3 He expuesto con más detalle cómo entiendo la analogía en 4 Esto ha sabido verlo Vattimo, quien coloca la kenosis como el

M. Beuchot, «Los márgenes de la interpretación: hacia un acto más perfecto de hermenéutica. Cfr. G. Vattimo, Mds alld
modelo analógico de la hermenéutica», en M. Aguilar Rivero de la interpretación, Barcelona: Paidós-UAB, 1995, pp. 92 ss,
(coord.), Didlogos sobre filosofía contemporánea, México: Aso- 5 Sobre la empatía como la analogicidad del conocimiento por
ciación Filosófica de México - Universidad Nacional Autóno- connaturalidad escribió Edith Stein, desde una perspectiva
ma de México, 1995, pp. 159-176, yen mi Tratado de herme- fenomenológica; cf. E. Stein, Sobre el problema de la empatia,
néutica analógica, México: UNAM - Itaca, 2000 (2a. ed.). México: Universidad Iberoamericana, 1995.
18 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDIOACIÚN DEL PENSAMIENTO ANALÓGIOO 19

toria, el derecho, ere." Nos centraremos sólo en 3.2. En la epistemología


las relativas a la filosofía; y, dentro de ella, la
ontología, la epistemología, la antropología fi- En el ámbito del conocimiento, de la epis-
losófica, la ética, la filosofía política y la filoso- temología, la analogía enseña, en contra de
fía de la religión. muchas corrientes positivistas, que no hay sólo
una descripción o explicación verdadera de la
3.1. En la ontología realidad, lo cual implicaría un univocismo muy
fuerte. En contra de muchas corrientes postmo-
Es tal vez en la ontología o metafísica donde dernas, enseña que tampoco todas las descrip-
más se hace presente la analogicidad. Una onto- cienes o explicaciones son verdaderas, lo cual es
logía analógica no es cerrada, ni monolítica, ni un equivocismo muy extremo. Enseña que pue-
prepotente. Es abierta y atenta a los otros siste- de haber más de una descripción o explicación
mas y a las nuevas cosas y acontecimientos que verdadera de la realidad, pero un conjunto pe-
pueda integrar en su sistematicidad analógica. queño de ellas. Asimismo, que, dentro de ese
De esta manera es una ontología aporética y conjunto, hay una jerarquía y un límite. Hay
dialógica, en la que el ser no está desconectado una jerarquía según la cual unas descripciones
de la historia; ni, por supuesto, del lenguaje. son más verdaderas que otras, se aproximan más
Hay una conexión del ente con ambos, y se a la verdad que las otras; y, por lo tanto, hay un
atiende a ellos de manera decidida, llegando a límite a partir del cual pierden verdad, se van
«historizar» y a «lingüistizar» el ser en la me- ostentando como falsas. Lo mismo sucede con
dida de lo posible, dentro de ciertos límites. la interpretación de textos, la hermenéutica.
Es la hermeneutización o pragmatización de Puede haber varias interpretaciones de un tex-
la ontología o metafísica con base en su ana- to, pero no todas son válidas, unas lo son más
logicidad.? que otras, y se organizan en una jerarquía, y
tocan un límite a partir del cual ya no son váli-
das, dicen otra cosa.
6 Se pueden mencionar, por ejemplo, entre las aplicaciones La analogía nos hace ver la riqueza y la mise-
que se están haciendo, a F. Flores, «Entre la identidad y la ria, a la vez, de la comunicación humana. La
inconmensurabilidad, la diferencia. Arisróteles y Freud: el caso
de la analogía», en Analogía (México), IX/2 (1995), pp. 3-26;
YLuis Alvarez Colín, Hermenéutica an alágica, símbolo y acci6n
humana, México: Ed. Torres Asociados, 2000. México: Instituto de Investigaciones Filosóficas - Facultad de
7 Cf. M. Beuchot, Interpretacián y realidad en lafilosofla actual, Filosofía y Letras de la UNAM, 1996.
20 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDICACIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 21

comunicación es analógica, no unívoca (perfec- cir que hay que hacerse mestizo de esa otra cul-
ta) ni equívoca (imposible); siempre hay cierta tura, para poder comprenderla de la mejor ma-
pérdida, pero se alcanza a preservar y asegurar. nera posible. Este mestizaje cultural de hecho
Es conciencia de que el otro se nos queda sien- se está dando en el mundo, ya que las culturas
do mucho más de lo que logramos captar o interactúan unas con otras, se influyen mutua-
comprender de él. Sea comunicación entre una mente, en la globalización. Inclusive hay el ries-
cultura y otra, y. aun dentro de la misma cultu- go de que unas acaben con otras, no por colo-
ra; entre hombre y mujer, y aun entre hombre nización bélica, sino por colonización cultural,
y hombre; siempre hay un más allá de significa- que es en cierto modo lo mismo. Hay culturas
ción que no se llega a captar, una riqueza que fuertes que imponen sus marcos de referencia o
sus contenidos a otras más débiles, a tal punto
no se agota. Con todo, aunque nuestro diálogo
que las ponen en minoría y hasta en peligro de
es limitado y pobre, siempre es enriquecedor,
desaparecer. No se trata de que las culturas se
siempre y cuando se cumplan ciertas condicio-
aíslen, pues siempre hay cosas que sirven y que
nes de su posibilidad. La analogía es conciencia
son valiosas y que se pueden compartir. Aun la
de límites.
técnica de occidente, por ejemplo, puede ser be-
Por lo que hace a la comunicación entre las néfica interculturalmente, si se guardan ciertas
culturas, ésta ya es de por sí analógica. En efec- condiciones y límites. Pero se está dando un con-
to, dicha comunicación intercultural conlleva tinuo mestizaje intercultural, del cual conviene
una traducción, la cual siempre tiene una pér- ser conscientes, sobre todo para modularlo y
dida. Así como en la interpretación de textos sacarle ventajas, y que no nos tome despreveni-
siempre hay una tensión entre el sentido literal dos y sólo produzca inconvenientes. El mesti-
y el sentido simbólico, así en la traducción se zaje intercultural implica que una cultura no
da una tensión entre el sentido del hablante y el acaba con otra, sino que la enriquece, se enri-
sentido del oyente, o traductor, o intérprete. Por quecen mutuamente. No se pierde la identidad
eso algunos, como Thomas Kuhn, han habla- cultural o histórica de un pueblo, se comparte
do de traducir entre sistemas culturales, para que con otro.
no se dé la inconmensurabilidad entre ellos o
los paradigmas. Otros, en cambio, como Alas- 3.3. En la antropología filos6fica
dair MacIntyre, han hablado de hacerse hablan-
te de esa cultura, de adquirirla como una se- Así pues, en la parte de la filosofía del hom-
gunda lengua. Desde la analogía, yo prefiero de- bre, ya como antropología filosófica o como
22 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO 1I.V1NDICACIÓN DEL PENSAMIENTOANALÓGICO 23

filosofía social, la analogicidad se muestra como al hacer ver cómo llegó a ella Paracelso, dice
un reconocimiento del otro, como una acepta- Alexandre Koyré que «no había más que echar
ción o realización de esa fraternidad. Ni patriar- mano del venerable principio del razonamien-
calismo ni matriarcalismo, sino fratriarcalismo." to por analogía en un sentido vitalista para, pro-
Un reconocimiento del otro que no se da desde cediendo como en buena lógica se debe hacer,
el univocismo, como a veces da la impresión en de lo conocido a lo desconocido, llegar a la no
Apel y Habermas; ni tampoco desde la equivo- menos antigua y no menos venerable doctrina
cidad, como da la impresión en Derrida (y, a del hombre microcosmos, centro, imagen y re-
veces, en Lévinas), sino desde la analogía. Es presentante del mundo, libro en el que se con-
cierto que el otro se me muestra como un mis- tienen, y donde pueden leerse, los secretos y las
terio y enigma, y con algo sagrado que debe maravillas del macrocosmos o del macranthropos.
respetarse en su mismidad. Es cierto que nunca No había más que volver a tomar desde este
lograré comprenderlo totalmente, que nunca punto de vista la doctrina clásica del hombre,
me compenetraré plenamente con él; pero en imagen y semejanza de Dios para formarse, ra-
algo puedo acercarme a él, sea el otro hombre, zonando por analogía, una imagen coherente
o el otro mujer,' o el otro pobre. Hay propor- del universo, cuerpo visible del espíritu invisi-
cionalidad, analogía. ble, expresión tangible de fuerzas inmateriales.
Una de las imágenes del hombre ha sido la En efecto, ¿cómo conocer algo de lo que se es-
del microcosmos. Es un andlogon, un limítro- tuviera completa y perfectamente alejado? Co-
fe, refleja la iconicidad. El hombre es el ícono nocer, ¿no es acaso asimilar, no es volverse en
del universo, la parte que' contiene el todo, el cierta forma idéntico al objeto o a la persona
fragmento que expresa la totalidad. Reúne en que se quiere conocer? Una vez más, en este
su ser todos los reinos de la realidad. Es el con- punto la tradición concordaba perfectamente
fín o el límite, el horizonte de todo el universo. con la sabiduría popular. Nadie puede entender
Por eso puede conocer y comprender los reinos lo que no ha experimentado por sí mismo, na-
del ser, porque tiene algo de todos ellos. Para die puede comprender a otro si no puede, en
explicar la idea del hombre como microcosmos, cierta medida, identificarse con él, hacer revivir
en sí mismo sus sentimientos, ponerse en su
lugar, sentir como él. No hay conocimiento sin
8 Es el término que emplea A. Ortiz-Osés, Las claves de nuestra simpatía, y no hay simpatía sin semejanza. Sólo
cultura. Matriarcalismo, patriarcalismo, fratriarcalismo, Barce- el semejante conoce a sus semejantes; por eso
lona: Anthropos, 1985.
24 U NIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICAOIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 25

nosotros podemos conocer en nuestro interior a antinomias; el otro equívoco es el que me da


lo que es semejante fuera de nosotros mismos»." el liberalismo individualista, admite desigual-
Así como el mundo se explica a partir del hom- dad, injusticia; el otro analógico es el que hay
bre, así el hombre se explica a partir del mun- que construir en un balance y equilibrio de lo
do, esto es, el hombre no pierde su naturali- individual y lo comunitario. La eterna lucha se
dad, no es arrancado de la naturaleza. Koyré da entre el individuo y la totalidad. Pues bien,
añade que la comparación del microcosmos con es muy distinto plantear una sociedad, el bien
el macrocosmos «no impide a Paracelso reco- de una sociedad o un bien común, desde el uni-
nocer que el alma y el hombre son más difíciles vocismo, que lleva al egoísmo; o desde el equi-
de conocer que la naturaleza exterior. Una de vocismo, que también lleva al egoísmo, sólo
las mayores ventajas de la doctrina del micro- que disoluto; o desde el analogismo, que obli-
cosmos es que permite invertir la dificultad al ga a respetar al individuo en sus necesidades
estudiar el 'gran mundo' antes que el 'pequeño' personales y lo pone en contacto con la socie-
y explicar al hombre por analogía con el uni- dad, en sus necesidades comunitarias, ante las
verso. Lo cual no impide al hombre continuar cuales algo tiene que dar, y tal vez con mayor
siendo la base y el prototipo de todo conoci- generosidad.
miento. ¿Acaso san Agustín no dijo: valde pro-
fundius est ipse bomo?». 10 3.4. En la ética
En el plano antropológico, el otro unívoco
es una pretensión de presencia fuerte; el otro La ontología se despliega hacia la ética a tra-
equívoco es un abandono, la no presencia, la vés de la antropología filosófica. En cuanto
ruptura y la soledad; el otro analógico es com- ontología, llega a su culmen en la ontología de
pañía, individualidad compartida, vinculación la persona, en la que se aplica máximamente la
por el afecto en todas las dimensiones de su vida, analogía; pero necesita de la mediación de la
de su persona, respetando su libertad, su alteri- antropología filosófica para ir explicitando to-
dad. En el plano político, el otro unívoco es el dos los contenidos de eticidad que se contienen
que me da el igualitarismo comunitarista, lleva en el ser, sobre todo en el ser del hombre. Una
de esas nociones que vienen a la ética desde la
antropología filosófica es la noción de virtud.
9 A. Koyré, Mlsticos, espirituales y alquimistas del siglo XVI ale- La virtud implica cierta conservación y también
mdn, Madrid: Akal, 1981, pp. 78-79.
10 Ibid., p, 78, nota 21.
cierta creación, cierta repetición y cierta nove-
26 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDICACIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGIOO 27

dad. Muchos filósofos recientes se afanan en la rísticas de la vida que se quiere promover. Lo
recuperación de la noción de virtud, tanto en el cual no significa que dependa sólo del acuerdo
ámbito del conocimiento teórico, como Rode- o consenso; hay una referencia a la realidad, que
rick Chisholm y Ernesto Sosa, como en el del se tiene que conocer, para poder debatir fructí-
conocimiento práctico y el de la práctica mis- feramente con algún criterio objetivo. La ana-
ma, como Gilbert Ryle, Philippa Foot, Peter logía es la llamada de atención acerca de que
Geach, Alasdair MacIntyre. No siempre se han muchas veces no hay ni puede haber la objetivi-
dado cuenta de que es una noción analógica, dad absoluta, pero tampoco se puede zanjar todo
que implica una práctica de la analogía. Por una con la subjetividad absoluta. Hay una corres-
parte, la virtud es repetición de actos; pero no pondencia con la realidad, pero se manifiesta
sólo eso, requiere creatividad para aplicar sus intersubjetivamente.
contenidos en el ejercicio concreto. El ser analógico es el que se participa, el que
En el ámbito de la vida -en la ética-, la se da a participar, el que se deja participar. Ana-
analogía, al ser dialógica, es un intento de dar a logía y participación van juntas; precisamente
la filosofía moral una oscilación entre el proce- la analogía es la condición de posibilidad de la
dimiento formal y el contenido material; entre participación.!' Aplicada al bien, igualmente la
las éticas procedimentales o formales y las éti- analogía implica participación, participabilidad
cas de contenido o materiales. Se ha notado que, según diferentes contextos. Es cierto que el bien
aun cuando se pueda dotar a la ética con un es difusivo de sí mismo, pero gracias a la analo-
contenido material, todavía falta ponerse de gía se transmite de manera ponderada, propor-
acuerdo en qué se entiende por él. Por ejemplo, cionada, equilibrada, justa. La misma justicia
aun cuando se dijera que la ética tiene como es analogicidad. Sobre todo se ve esto en la jus-
contenido o finalidad el bien, queda por po- ticia distributiva, si se entiende no sólo como
nerse de acuerdo en qué cosa es el bien. Al decir reparto equitativo de los bienes comunes, sino
que se basa en la máxima de hacer el bien y evi- del mismo bien común. El bien común exige
tar el mal, falta discutir qué es el bien y qué es ser analógico, de otra manera se incurre en in-
el mal. Aun cuando se viera que la felicidad lo justicia. Sea por univocismo, sea por equivo-
es, falta determinar qué es la felicidad. Aun cuan- cisma, la injusticia está en la desproporción, en
do se viera que hay un cierto derecho natural,
por ejemplo el de la vida, hay que discutir y
establecer cuáles son las condiciones y caracte- 11 Cf. C. Fabro, La nozione metafisica di partecipazione, Torino:
Societa Edirrice Internazionale, 1950 (Za. ed.), pp. 168 ss.
28 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDICAOIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 29

la desigualdad desproporcionada. La igualdad la ética rebosa ontologicidad. La analogía per-


o equidad no puede ser unívoca, ya que de esa mite rescatar la diferencia ontológica asumida
manera es injusta y, además, incumplible. Sise como hermandad ética, como igualdad ante las
da a todos lo mismo, sin atender a sus diferen- oportunidades del bien y ante la ley misma.
cias, se comete injusticia; hay que ver quién En la ética se ve una concreción de estos ele-
necesita más que otro, por su edad, por enfer- mentos de la antropología filosófica, sobre todo
medad, inclusive se puede atender a sus méri- en el campo de las virtudes. Las virtudes tienen
tos. La distribución tiene que ser matizada, pon- como clave el término medio, que es límite; en
derada, proporcional, analógica. Hay aquí una el caso de las virtudes morales, lo es la adecua-
presencia de la generosidad; así como hay gene- ción de la acción a la circunstancia, y en el de las
rosidad en el ser, la hay asimismo en el bien; teóricas, lo es la adecuación a la verdad como
pero el bien ha de ser realizado por los hom- medida. Pero esta consecución del término
bres, y para que lo hagan se requiere una di- medio es proporcionalidad, analogicidad. Tam-
mensión de generosidad, de entrega al otro, de bién exige una proporcionalidad y un equili-
reconocimiento del otro, de amor a él. Es don- brio entre el decir y el mostrar, esto es, entre la
de la ética antecede á la ontología, según quiere ley y el ejemplo, la ejemplaridad. Ese carácter
Lévinas; o tal vez sea mejor así: es donde la on- de ejemplo o paradigma es analógico e icónico.
tología está cargada de eticidad y la ética de El que aprende la virtud la introyecta más por
ontologicidad; las dos serían simultáneas, her- el ejemplo de quien le enseña que por los argu-
manadas por la analogía del ser y del bien. l 2 En mentos que le expone o las reglas y leyes que le
lugar de debatir cuál de las dos es la filosofía dicta. Más por el mostrar que por el decir, más
primera, cuál funda o antecede a cuál, la analo- por la ejemplaridad que por las leyes que se le
gía permite que se reconozcan como un otro, puedan dar. En todo caso, las leyes sólo son guía
que a la vez está inserto en una especie de mis- para la virtud, no constitución plena de la mis-
midad. La ontología está preñada de eticidad y ma. Ahora que se ha rechazado la moral de le-
yes y se busca la moral de virtudes, se tiende a
relegar toda ley. Hacen falta al menos ciertas
12 Que e! pensamiento de Lévinas está en e! camino de la
leyes, unas cuantas, pero ciertamente lo que más
analogía, en la búsqueda de la totalidad analógica o de! uni-
versal análogo, o que se lo puede potenciar para que salga hace falta es el ejemplo, el testimonio, la guía y
hacia él, se encarga de mostrarlo Márcio Luis Costa, «Emrna- el seguimiento. Es la enseñanza como segui-
nue! Lévinas: la hermenéutica en e! paso de la ontología a la miento. Sólo así podría enseñarse la virtud. El
ética», en Analogía, IX/2 (1995), pp. 71-95.
30 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÚN DEL PENSAMIENTO ANALÚGICO 31

carácter paradigmático de esta enseñanza es ana- actuar con fuerza, con fuerza proporcional,
lógico e icónico. El maestro es un ícono para el de esa manera se trasciende el solo deseo por
discípulo, y el discípulo resultará a la postre un el deseo o la voluntad de poder y la violencia
ícono de su maestro. Lo manifestará en buena m isma.
parte, al menos en alguna medida.
Esto se ha visto sobre todo en cuanto a la 3.5. En la filosofía política
virtud de la prudencia, que ha sido muy rehabi-
litada tanto para la epistemología como para la También dentro del ámbito de la virtud, y
moral, por ejemplo por Alessandro Ferrara.P La ya propiamente en el de la política, la analogía
virtud de la prudencia nos hace conectar con lo se detecta en la virtud de la justicia. Ya hemos
concreto, nos obliga a diferenciar los conteni- visto algunos de sus rasgos. Supone que se pre-
dos de lo que estamos considerando; no permi- serve una igualdad sólo proporcional, dado que
te la universalización o abstracción apresurada, hay diferencias entre los individuos (de necesi-
indebida, confundidora. La prudencia es la lla- dades y de méritos, inclusive si se piensa que
ve de las virtudes, pues la virtud consiste en el los más' necesitados son los que tienen más
término medio, y la prudencia es la que tiene méritos para que se les haga justicia). Y no sólo
que ver con los medios, tanto los medios con- la justicia distributiva, sino también la conmu-
ducentes a fines como los medios que determi- tativa, en la proporcionalidad que se requiere
nan el equilibrio de una virtud, no como algo en cuanto a las transacciones entre particulares,
estático y muerto, sino dinámico y vivo. Siem- y aun la justicia legal, en cuanto que requiere
pre encontramos presente la analogicidad en la que se atienda de mejor manera a la más débil
virtud, ya que no es un término medio equidis- de las partes, a la más desposeída. Como se de-
tante de dos puntos, sino que predomina el ries- cía antes: Ius stat pro debiliori parte (el derecho
go, el balanceo del equilibrista; sobre todo, no se ha de inclinar a la parte más débil). Hay que
es retener la acción, que eso es falsa prudencia, inclinar la balanza, pero precisamente a favor
sino dar a cada acción la fuerza que le conviene, de la parte más débil, no -como suele hacer-
se- a favor de la parte más fuerte y poderosa.
En efecto, en el ámbito de lo ético-político,
13 Cf. A. Ferrara, «Universalisms: Procedural, Contextualist
o de la filosofía social o política, la analogici-
and Pluralist», en D. Rasmussen (ed.), Universalism vs. dad es la participación, la solidaridad. Una de-
Communitarianism. Contemporary Debates in Ethics, Cambrid- mocracia basada en la solidaridad. La democra-
ge: The MIT Press, 1995.
32 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDIOACIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGIOO 33

cia ha solido plantearse con base en las tres pro- la analogía nos hace ver que de alguna manera
mesas o lemas de la modernidad, sintetizadas son derechos ya antes de ser positivados, y que
en la Revolución Francesa: libertad, igualdad y lo son de manera diferente, sea que se les llame
fraternidad. Se ha cumplido bastante sólo en el derechos naturales o derechos morales; y que
primer punto, esto es, en la libertad; se ha al- no dejan de existir como tales después de su
canzado menos en igualdad; y casi nada en fra- positivación. Se ha tomado como modelo de
ternidad. Ahora, pues, conviene potenciar o pro- los derechos humanos el de la libertad; más aún,
mover la igualdad y la fraternidad. La demo- el de la propiedad privada. Se los ve como li-
cracia es muy diferente cuando se plantea desde bertades, garantías y propiedades, como dere-
la libertad, desde la igualdad o desde la fraterni- chos subjetivos que la persona posee. Eso con-
dad. Cuando se plantea desde la libertad, tene- tiene demasiada univocidad. Mas también se los
mos el liberalismo, con el que se quiere caracte- puede ver como cosas que se comparten y con
rizar a nuestras democracias; en el que cada las cuales se puede ser solidarios, y entonces ya
quien pugna y campea por sus provechos y no no son derechos subjetivos meramente indivi-
se cuida de los demás, ni el estado procura evi- dualistas y posesivos, sino comunitarios y soli-
tar los contrastes tan marcados que hay. Cuan- darios.
do se plantea desde la igualdad, resulta el igua-
litarismo, que es más comunitario y busca equi- 3.6. En la filosofía de la religión
librar el logro de las libertades con el logro de la
igualdad entre los ciudadanos, no sólo ante la La analogía ha tenido un lugar predominan-
ley o la justicia legal, sino también en cuanto a te en la filosofía de la religión. Fue usada anta-
la justicia distributiva o el reparto equitativo ño para hablar de Dios, para referirse al Abso-
del bien común. Y cuando se plantea desde la luto, para decir algo cercano al hombre acerca
fraternidad, no sólo se establece ese equilibrio del completamente Otro, para decir algo com-
que vemos en la tensión entre liberalismo e igua- prensible al ser humano sobre el absolutamente
litarismo, sino que advertimos un fenómeno incomprensible. Entre el univocismo que pare-
interesante y nuevo: eso haría que se buscara el cía llevar al panteísmo y el equivocismo que pa-
que todos tuvieran lo más que se pudiera. del recía llevar al agnosticismo, se colocaba la ana-
bien común, de la calidad de vida o felicidad. logía. Inclusive más acá de la teología negativa
Lo mismo apreciamos en cuanto a la funda- (que subrayaba el misterio), la analogía (sin ne-
mentación filosófica de los derechos humanos; gar ese misterio) trataba de hablar, o, más bien,
34 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 35

de balbucir algo sobre el misterio. Más acá de entre el sentido literal y el sentido analógico de
la teología anafdtíca, negativa, consciente de que los términos en su contexto de uso. Es una per-
todo lo que se dijera de Dios en nuestro len- formatividad muy distinta la que tiene el len-
guaje sería inadecuado y tendería al equivoco, guaje si se lo piensa desde la univocidad, o des-
estaba la teología katafdtíca, que luchaba por de la equivocidad o desde la analogía. Y lo mis-
usar la analogía para referirse a Dios, casi como mo pasa con su fuerza ilocucionaria.
una tensión entre el decir y el mostrar, que diría Algunos, como Paul Gilbert, han buscado,
Wittgenstein. Fue lo que hicieron Eckhart, San- al igual que yo, trazas de esta analogicidad del
to Tomás, San Juan de la Cruz y Santa Teresa lenguaje y del discurso en la hermenéutica me-
de Jesús. dieval." Sintetiza en tres los varios sentidos que
Ahora parece trasladarse esto, de manera con- se encontraban en la escritura: el literal, el ana-
secuente con la secularización, desde el lenguaje lógico y el anagógico. El literal es el unívoco, el
religioso a todos los lenguajes. Derrida afirma anagógico es el místico, el de la teología negati-
que todo lenguaje es metafórico, pero descree va, en la línea de la equivocidad; el otro es el
de que se pueda construir una metaforística, o analógico. Pero él da preferencia al anagógico
metafórica -ya que no una metafísica-o Ri- sobre el literal y el analógico. Los textos deben
coeur también acepta la metaforicidad del len- leerse con el expreso propósito de buscar un sen-
guaje, pero deja salida para poder construir una tido anagógico, más allá de los otros. En cam-
filosofía del lenguaje, ya que se da como una bio, yo, que estoy a favor de traspasar el senti-
tensión entre el sentido literal y el sentido me- do literal e ir al alegórico (o espiritual, o sim-
tafórico. Yo creo que, dado que la metáfora es bólico simplemente), prefiero pensar que la re-
sólo una de las formas de la analogía, si amplia- cuperación del sentido se condensa en el senti-
mos la metaforicidad del lenguaje a la analogi- do analógico. El sentido analógico de la escri-
cidad del mismo, tendremos la posibilidad de tura tenía, además, la rara capacidad de conjun-
entrar y salir, de no perdernos en el equívoco. tar lo histórico con lo moral, la ética con la me-
Hay que aplicar la analogicidad al lenguaje, a tafísica. Y es que es muy distinto pensar en una
todos los lenguajes, pero dejando margen para metafísica en registro univocista (como el posi-
que se acerque a la univocidad, y no sólo a la tivismo lógico), en registro equivocista (como
equivocidad, como recientemente se ha hecho.
Hay que dejar que se dé una oscilación, o una
tensión, o una dialéctica -como se prefiera- 14 Cf. P. Gilbert, «Hermenéutica y eternidad», en Intersticios
(VIC), n. 6 (1997), pp. 9-19.
36 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ILVINDICACIÚNDEL PENSAMIENTO ANALÚGICO 37

Derrida, con su desconstrucción, y Vattimo, con teada en función de los problemas latinoameri-
su ontología débil), y en registro analógico. En canos; otros, que bastaba que un latinoameri-
este último, más que de desconstruir, se trata cano la hiciera para que, aun a pesar suyo, fuera
de reconstruir (no sólo de construir, con la mis- latinoamericana. Ni lo uno ni lo otro. Hay que
ma prepotencia que al desconstruir}; y, más que distinguir acuciosamente. La filosofía latinoa-
de una ontología que se debilita incesantemen- mericana tiene que partir de alguna manera de
te, con vocación nihilista, por la integración de la situación histórico-cultural de la misma, res-
la temporalidad y de la historia, se trata de una ponder a ciertos problemas y abrir un futuro
ontología que integra la temporalidad para tras- para ellos; pero no pretender que va a ser un
cenderla, para transubstanciarla, para agrandar pensar del todo distinto de los demás, segre-
lo más que se pueda lo efímero del instante, gándose del plano mundial o universal. No se
como se alargan los momentos por el gozoY trata de hacer, por ejemplo, una metafísica lati-
noamericana en sentido completo, como sería
4. América Latina y el pluralismo analó- raro hacer una física o una matemática latinoa-
gico (o la diferencia anal6gica de lo latino- mericana. Tampoco se trata de obligarse a no
americano) hacer metafísica, alegando que la situación so-
cial, económica y política plantea cuestiones más
Para hacer ver la aplicación que tiene la ra- perentorias. Hay una participación analógica en
cionalidad analógica en Latinoamérica, me cen- la universalidad, proporcional también, de la fi-
traré en el caso de la filosofía propia de esta par- losofía mundial, de la misma historia de la fi-
te del mundo, la filosofía latinoamericana. losofía. Pero también hay una aplicación (como
Durante muchos años se discutió acerca de si diría Gadamer) a la situación concreta espacio-
puede haber una filosofía latinoamericana. ¿Qué temporal de cada quien. Se puede hablar de
es lo que hace latinoamericana a la filosofía? pertenecer a la gran tradición de la filosofía uni-
Algunos dijeron que sólo el que estuviera plan- versal, pero después se tiene que ir buscando
-.mJJilllili!l'1lllli1lll',"'¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡JJD!I
la especificidad de cada tradición filosófica
15 Benjamín Mayer ha encontrado en un escrito conjunto de
propia.
Jacques Derrida y Geoffrey Benington, que lo que Derrida Una tradición se especifica por los proble-
mismo ha estado buscando es el concepto de analogía. (Cf. B. mas que privilegia, los métodos que prefiere y
Mayer, «La metafísica: permanentemente a ser excedida, per-
manentemente a perduran>, en Analogía, IXI2 (1995), pp. 97-
las respuestas que, con base en ellos, aporta. La
116.) Tal vez lo mismo le ocurra a Vattimo. Tantas cosas que situación sociopolítica latinoamericana sirve de
tenemos muy a la mano, pero que a veces sólo las rozamos.
II.VINDICACIÚN DEL PENSAMIENTO ANALÚGICO 39
38 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO

«norma negativa» que orienta, que ayuda a filo- blemas que tenemos en común con todas las
sofar de una manera no ajena a la realidad. Pero otras naciones, y que luego reflexionamos des-
no quiere decir que todos debamos dedicarnos de nuestra situación propia.l" Las soluciones son
a la filosofía social o política. Sin embargo, aun lo que resulta nuevo, híbrido, mestizo de lo
la misma metafísica que se haga en Latinoamé- universal y lo particular, de lo mundial y lo la-
rica tiene que tener algún rasgo propio de ma- tinoamericano. Nueva síntesis de dos compo-
nera analógica, como se vio en el barroco lati- nentes que eran opuestos.
noamericano, en el que lo europeo y lo indíge- Por ejemplo, problemas que compartimos
na se fusionaron, deparando una entidad dis- con las otras naciones son el de la justicia, el de
tinta de las dos anteriores. Así también el pen- la libertad, el de la verdad, el del ser, el del sen-
samiento europeo puede ser utilizado para mes- tido. Requieren que nos unamos al esfuerzo
tizarlo en Latinoamérica, de modo que, al ser común que los aborda. Pero también tenemos
aplicado a problemas propios y a circunstancias otros problemas más propios: el de la pobreza,
peculiares, sea algo híbrido y preponderante- el del subdesarrollo, el de la colonización, el de
mente distinto, analógico. la marginación. Requieren que nos preocupe-
Hay una dialéctica analógica (si se quiere, una mos por ellos más allá de los problemas globa-
analéctica) entre lo universal y lo particular, se les compartidos con otros. Inclusive pensando
trata de buscar el universal análogo, o, como que los problemas propios los compartimos con
diría Hegel, el universal concreto (o incluso po- otros pueblos (y son la mayoría), hay que dar
dríamos decir el particular abstraído, conduci- una respuesta propia, que, proporcional o ana-
do a lo abstracto, representando icónicamente lógicamente, será válida para los otros. Se trata
lo universal). La filosofía latinoamericana es un de hacer, pues, un filosofar vivo; que no quede
análogo, se nutre de las corrientes filosóficas desvinculado de lo particular, por su carácter de-
mundiales, pero las aplica a la situación propia. masiado abstracto, ni desvinculado de lo uni-
Todo filósofo es a la vez universal y local, mun- versal, por su carácter demasiado localista.
dial y latinoamericano -en nuestro caso-o
Con los instrumentos que nos da la filosofía en
general, abordamos reflexivamente los proble- 16 En esta postura coinciden tanto Leopoldo Zea como Luis
mas desde nuestro entorno. La analogicidad Villoro; cf. L. Zea, Lafilosofía americana como filosofía sir¡ mds,
agudiza la conciencia de la participación en algo México: Siglo XXI, 1975 (3a. ed.), p. 160; L. Villoro, «Sobre
el problema de la filosofía latinoamericana», en Cuadernos
con otros, la conciencia del compartir. Hay pro- Americanos, nueva época, año l, vol. 3 (I987), p. 93.
40 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO rLvrNDICACIúN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 41

5. Búsquedas recientes de la analogía o desconstrucción, también es reconstrucción.


analogicidad Vattimo, con su huida de la violencia metafísi-
ca, a través del debilitamiento de la metafísica
La racionalidad analógica, la analogía, pue- por su vocación nihilista, está de hecho buscan-
de tener una amplia aplicación en la filosofía do evitar la violencia que impone el univocis-
reciente. De hecho me da la impresión de que mo de las metafísicas modernas del sujeto cog-
está siendo buscada por varios de los filósofos noscitivo. Pero se puede caer en el equivocis-
más connotados del presente. Con ellos com- mo, igualmente violento; por eso le falta darse
parto esta búsqueda. Ricoeur la señaló, pero se cuenta de que también se da el sujeto volitivo,
centró demasiado en la analogía metafórica; por el de la voluntad de poder, con lo que la anti-
eso yo he querido dar cabida a los demás tipos metafísica puede ser tan violenta como la me-
de la analogía, concretamente la analogía meto- tafísica. Sólo la analogía realiza en la metafísica
I •
nimrca. ese sano debilitamiento, que no hace enfermar
Derrida, al defender la metaforicidad del len- hasta aniquilar, sino que debilita para hacer cam-
guaje y la différance en el pensamiento, está bus- biar, sangra para sanar, para hacer crecer.
cando escapar del univocismo; pero se acerca Apel y Habermas andan a falta de analogía,
peligrosamente al equivocismo relativista, y sólo muy necesitados de ella, pues postulan un diá-
la analogía podrá ayudarle a esquivarlo. Lo que logo demasiado unívoco, con pretensiones de
le interesa es la diferencia, la cual consiste en la idealización y de universalidad. Horros de ana-
desconstrucción de la metafísica; pero si se des- logía, a veces exageran el ideal de univocidad.
construye totalmente la metafísica se acaba tam- La analogía les ayudaría mucho a lograr la idea
bién la desconstrucción, tiene que equilibrarse de un diálogo fructífero, respetuoso de las dife-
con la analogicidad. En efecto, la analogía está rencias, que cuenta con el disenso, dentro de una
a medio camino entre la mismidad y la diferen- racionalidad discursiva acorde con él. La mis-
cia, pero predomina la diferencia. Ella se pre- ma proclama postmetafísica de Apel'? y de Ha-
serva, mas sin perder del todo la posibilidad de
la mismidad. Para preservar la diferencia se ne-
cesita la analogía, no la equivocidad de la des-
17 K. O. Apel, «Respuesta a M. Beuchot», en S. Arriarán - ]. R.
construcción total, sino una desconstrucción Sanabria (cornps.), Hermenéutica, educación y ética discursiva.
moderada o analógica que no es otra cosa que En torno a un debate con Karl-OttoApel, México: VrA, 1995, p.
evitar el univocismo en la ontología. No es sólo 68: «Yano diría que mi posición es metafísica. Yo diría que es
postmerafísica».
42 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
rt.VINDICACIÚNDELPENSAMIENTO ANALÚGICO 43

berrnas" podría entenderse como un afán de su noción de «parecidos de familia», que aplica
trascender la metafísica univocista, y entrar a una a diversas cosas, sobre todo para tratar el pro-
metafísica analógica, que por su novedad pre- blema de lo universal.
fieren llamar postmetafísica, pero que igual Por último, Lévinas, al buscar el reconoci-
podría llamarse metafísica nueva, la cual llega- miento del Otro y del otro, en realidad está
ría a ser la de la analogicidad. Tanto Apel como buscando la analogicidad, que haga aceptar lo
Habermas ponen énfasis en la necesidad de uni- otro como algo compartido y sin embargo dis-
versalidad para el reconocimiento del otro como tinto. En su obra se hallan muchos elementos
igual, pero procuran una universalidad excesi- como para plantear ese reconocimiento analó-
va, por lo unívoca, yeso hace que necesiten una gico del otro en registro ético. Y entonces no
universalización o universalidad analógica, no hará falta ver si la ética es la filosofía primera
unívoca; y no a priori, sino a posteriori, encarna- que sustituye a la metafísica. Esta última podrá
da en los individuos, tal como es el universal quedar como filosofía primera, al menos en el
análogo. aspecto que le corresponde serlo; pero, al ser
Así pues, tanto en el giro lingüístico como analógica, y al darse la distinción de manera
en el pragmático recientes se hace necesaria la principal en la persona, entendida no sólo como
aplicación de la analogicidad. El giro pragmáti- substancia sino como relación, se tiene que aten-
co se inspira, por un lado, en Charles Sanders der a la persona humana para que se complete
como metafísica, y con esa metafísica de la per-
Peirce (más que en James y Dewey), y, por otro,
sona se pasa a la ética misma. Además, el cono-
en Ludwig Wittgenstein. En ambos autores se
cimiento analógico del otro como prójimo y
nota la búsqueda de la analogía. De manera
como oprimido puede evitar lo que a veces da
muy clara, esto se ve en Peirce, que para mu-
la impresión en Lévinas: que el conocimiento y
chas ideas se inspira en la escolástica, sobre todo el reconocimiento del otro corren el riesgo de
.en lógica. Se acerca a la analogía a través de su la equivocidad. En el encuentro con el otro hay
noción de abducción, como el razonamiento un misterio parecido al que se percibe en el con-
por analogía que conduce de los casos particu- tacto con el Otro con mayúscula, con la Tras-
lares a las hipótesis universales. Wittgenstein cendencia. Sin embargo, a fin de no renunciar a
tiene una idea muy cercana a la de analogía en decir algo sobre el otro, se puede acudir a la
analogía, a pesar de ser conscientes de que siem-
pre habrá una riqueza que no se alcanza a cap-
18 Cf. J. Habermas, Pensamiento postmetaftsico, México: Tau-
tar. Lévinas subraya la particularidad del otro,
rus, 1990, pp. 38-63.
44 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
II.VINDICACIÚN DEL PENSAMIENTO ANALÚGICO 45

su diferencia, pero eso puede dificultar la cons- El pensamiento del límite es también recono-
trucción de un proyecto compartido de encuen- cimiento de la falta, de la contingencia y de la
tro y vinculación. carencia: «Este tema de la falta, que para mí es
También se halla, de alguna manera, la ana- muy querido, que lo coloco en el propio cen-
logicidad en Eugenio Trías. Lo veo sobre todo tro de mi pensar, aunque yo lo remito al límite
en su categoría o trascendental del límite, que porque el límite es delator de esa falta. Ahora
es lo que está intermedio entre dos realidades o bien, yo le doy un sentido muy positivo a esa
entre dos aspectos. Cuando se le hizo la pre- falta. Es un elemento instituyente y que de al-
gunta de si se encontraría preparado para recu- gún modo permite la articulación del sentidos."
perar la noción de sujeto, y, por tanto, de una En este sentido, su obra recupera la metafísica e
ontología, respondió: «En realidad, me encuen- incluso el interés por lo sagrado.
tro mucho mejor; como creo que tengo bas- También Xavier Rubert de Ventós había usa-
tante consolidada la categoría o el trascendental do, antes que Trías, la noción de límite. Él pa-
o el intermedio entre categoría y trascendental rece tomarla de Kant, ya que el filósofo de Ko-
de límite, es decir, el concepto de límite como
nigsberg usaba esta noción para indicar no sólo
concepto nuclear, entonces ya me permito ha-
el término de algo, sino su entorno positivo.
blar de fronterizo, el sujeto que puede hacerse
En un libro de entrevistas, Francesc Arroyo ha-
cargo del límite, con todos los cuestionarnien-
bla de la noción de límite de Trías, y señala:
tos que se quiera. También lo voy llamando el
habitante del límite; es el que sostiene o llegará «Esta noción de límite, sin embargo, no es ex-
a sostener ellogos y por tanto todas aquellas con- clusiva suya. Otro autor, con el que el pensador
diciones espacio-temporales, perceptivas, diga- barcelonés ha tenido amplia relación, la ha uti-
mos el juego de los ojos, etcétera, que van crean- lizado también aunque sin el desarrollo de Eu-
do la posibilidad de su propia constitución. Sí, genio Trías. Se trata de Xavier Rubert de Ven-
yo creo que hay una teoría del sujeto. Lo que tós, que la emplea en un breve texto incluido
pasa es que asume toda la demolición de la sub- en un libro que ha pasado casi desapercibido
jetividad. Pero hay un sujeto en todas las di- debido, seguramente, a que su título no sugiere
mensiones: estética, ética, gnoseológica, creo» .19

20 Ibid., p. 259. Cf. E. Trías, «Metonimia y modernidad (répli-


19F. Arroyo, «Eugenio Trías: la metafísica», en La funesta ma-
ca a Mauricio Beuchot)», en J. R. Sanabria - M. Beuchot
nía. Conversaciones con catorcepensadores españoles, Barcelona:
(comps.), Algunas perspectivas de la filosofía actual en México,
Crírica, 1993, p. 254.
México: UIA, 1997, pp. 289-291.
46 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÚN DELPENSAMIENTO ANALÚGICO 47

plenamente lo que contiene: Europa y otros en- y antes que Trías y Rubert de Ventós, otro
sayos».21 Cuando en la respectiva entrevista Arro- filósofo catalán utilizó la noción de límite, José
yo le pregunta a Rubert qué es la filosofía, éste Ferrater Mora, en su filosofía integracionista.
responde: «¿Por qué la filosofía? Para mantener Dice que es tanto una concepción de la realidad
la conciencia de que lo último que hemos co- como un método para desarrollarla. Y explica:
nocido es siempre lo penúltimo, que nuestro «Al efecto se emplean nombres de conceptos
mejor juicio no es sino un perfeccionado pre- límites que no se refieren a ningún tipo de rea-
juicio. Conciencia del límite, en definitiva, con lidad existente, pero que permiten 'delimitar'
el que la filosofía no nos ofrece, ni mucho me- ontológicamente cualquier tipo de realidad. Uso
nos, la seguridad que da la ciencia, el consuelo la expresión 'conceptos límites' (en plural), por-
que asegura la religión, ni el placer que el arte que estimo que ningún concepto puede por sí
proporcionae.f Y la raigambre kantiana de esta solo llevar a cabo la tarea integradora aquí pos-
noción de límite se ve cuando Rubert comenta: tulada. Los conceptos límites deben, pues, com-
«Kant describe a la vez este universalismo y sus binarse formando polaridades, o cuando me-
límites, y en este sentido no sólo es, según se nos funcionando como tales. Así, por ejemplo,
desee, el padre de la filosofía moderna del 'suje- 'materia' y 'espíritu' (o 'conciencia') son nom-
to' frente a la filosofía clásica del 'ser', sino tam- bres de conceptos límites opuestos y a la vez
bién el que introduce la conciencia clásica del complementarios. A ellos pueden agregarse otros
límite en el nuevo territorio de la subjetividad siempre que sean capaces de la mencionada fun-
moderna. Kant inaugura el territorio, al tiem- ción. Según esto, sólo el uso de dos opuestos
po que no se permite la idealización fichteana, conceptos límites permite 'situar' y, por tanto,
hegeliana, sino que asume la idea clásica de que fundar conceptualmente una realidad definible
10 limitado es 10 bueno y, 10 ilimitado, 10 por medio de una doble 'tendencia' o, como se
malo».23 indica oportunamente, por medio de una 'do-
ble dirección'. Se trata, en suma, de un 'inte-
gracionismo nocional' a la vez que de un 'inte-
gracionismo real'»."
21 F. Arroyo, «Prólogo», en La funesta manía. Conversaciones
con catorce pensadores españoles, Barcelona: Crítica, 1993, p.
17.
22 F. Arroyo, «Xavier Rubert de Ventós: la filosofía», en ibid., 24 J. Ferrater Mora, El ser y la muerte. Bosquejo de filosofía
p.226. integracionista, en Obras selectas, Madrid: Eds. de la Revista de
23 Ibld., p. 227. Occidente, 1967, vol. II, p. 302.
48 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÓN DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO 49

Los conceptos límites ubican una realidad tual capaz de dar cuenta de cualesquiera tenden-
ejerciendo una tensión entre dos polos. Es como cias mutuamente hostiles que puedan oportu-
la verdad tensional que Paul Ricoeur encuentra namente salir a flote. Por ello no me parece jus-
en la metáfora, o algo muy cercano a la síntesis to ni fértil recoger unas miajas de materialismo
dialéctica. Mas, para que no se piense que esto y otras de personalismo, unas de mecanicismo
es el agua tibia, Ferrater explica: «El uso de con- y otras de organicismo, etc., y amasar con ellas
ceptos límites de índole 'polar' no significa que una especie de tarta filosófica. Estas tartas, con-
el integracionismo propuesto sea una mera 'fi- feccionadas con los mejores ingredientes, son
losofía de la polaridad', la cual corre a menudo como los platos internacionales, que saben a
eltiesgo de convertirse en un eclecticismo ino- todo sólo porque no saben a nada determina-
cuo. El integracionismo hace algo más que com- do»." Esto aporta una gran aclaración y hace un
binar más o menos automáticamente concep- gran servicio al pensamiento analógico, ya que
tos polares, o armonizar filosofías mutuamen- muchos pueden verlo como algo intermedio por
te hostiles. De hecho, no me importa gran cosa insulso. Pero no se trata de eso, como bien lo
que una determinada tendencia filosófica pue- señala Ferrater.
da aparejarse o no con otra al parecer opuesta. Además se acerca a algo que siempre he que-
No estoy tratando de sopesar los respectivos rido señalar, no siempre con buena fortuna. La
méritos del naturalismo y del personalismo - tensión que la analogía ejerce no es externa a los
para mencionar sólo dos sistemas filosóficos conceptos, sino interna a ellos; por eso pueden
usualmente contrapuestos- con el ánimo de ser explicativos. Dice Ferrater: «el integracionis-
descubrir que cada uno de estos sistemas es me- mo no predica a ultranza la armonía, y menos
ritorio a su manera, y con la intención de edifi- aun la armonía entre distintas tendencias filo-
car un 'tercer sistema' que no sería a la postre sóficas. Trata más bien de poner a prueba hasta
más que el resultado de yuxtaponer con mayor qué punto son adecuados ciertos conceptos po-
o menor habilidad lo que pareciese aceptable lares poseedores de poder explicativo. Caso de
de cada uno de los sopesados. Esta manipula- plantearse, por ejemplo, el problema de si las
ción de doctrinas que las trata como si fueran relaciones son internas o externas, el punto de
'posiciones' y las considera, por decirlo así, 'desde vista que propongo rehuirá adoptar la cómoda
el exterior', no va nunca muy lejos. En todo postura de declarar que son a la vez internas y
caso, cualquier 'tercera posición' digna de ser
considerada tendrá que ser un sistema concep-
25 tu«, pp. 302-303.
50 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÚNDEL PENSAMIENTO ANALÚGICO 51

externas, o la todavía más cómoda postura de tencia, y quiere ponerla por obra: «quiero po-
manifestar que algunas son internas y otras ex- ner de relieve -dice- que 'integrar' no es ne-
ternas. Lo que tal punto de vista hará será más cesariamente combinar, y mucho menos armo-
bien comenzar por negar que las relaciones sean nizar o equilibrar. Consideremos, por ejemplo,
internas o externas in toto, en general, o para las tendencias filosóficas. No me propongo en
cualesquier realidades o tipos de realidadesa." modo alguno reconciliarlas, sino más bien dar
A 10 que agrega: «Por tanto, dentro de la 'doble a cada una de ciertas doctrinas fundamentales
dirección' de las relaciones hay momentos en mutuamente hostiles toda la libertad de ma-
que la dirección llamada 'interna' predomina niobra posible. Lo que hay que hacer con el
sobre la llamada 'externa', y otros en los que el naturalismo y el personalismo, con el mecani-
predominio se manifiesta en sentido contrario cismo y con el organicismo, etc., es llevar a cada
-y todo ello sin que en ningún caso una rela- uno de ellos a sus últimas consecuencias para
ción sea completamente interna o completa- ver hasta dónde alcanza. En cada caso topare-
mente externa-s-»." Dice que su postura po- mos con límites infranqueables. Pero el extre-
dría también llamarse «complementarisrno» en mo límite a que alcanza una de estas doctrinas
lugar de «polarismo», Y podría dar la impre- no es el punto de partida de la doctrina opues-
sión de que esta idea se remonta hasta el pers- ta. Si tal ocurriera, nos moveríamos todavía den-
pectivismo orteguiano; pero difiere de él en que tro de una ontología unidireccional -por ecléc-
el perspectivismo se muestra amenazado de caer tica que fuese-o Por eso prefiero decir que una
en relativismo, y, en cambio, la postura de Fe- posición determinada no es detenida y por ven-
rrater trata precisamente de marcar los límites tura continuada por la opuesta, sino más bien
de cualquier relativismo." constantemente frenada por ella. Las posicio-
Dice que esta postura suya tiene anteceden- nes contrapuestas siguen manteniéndose, pues,
tes en Leibniz, Hegel, y -no digamos- Aris- en tanto que contrapuestas. En rigor, ni siquie-
tóteles. Pero señala que él le da una nueva po- ra se trata de que una sea complementaria de la
otra, sino más bien de que. una corre paralela-
mente -aunque en distinta dirección- a la
26 iu«, p. 303. otra».29
27 ¡bid., p. 304.
28 Ferrater continúa el desarrollo y la exposición de su pensa-

miento «integracionista» en su libro De la mente a la materia,


Madrid: Alianza, 1979. Creo que tiene mucho de cercano con
lo que pretende el pensamiento analógico. 29 El mismo, El ser y la muerte, ed. cit., ibidem.
52 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO II.VINDICACIÓN DELPENSAMIENTO ANALÓGICO 53

6. Síntesis
truir) una hermenéutica y una pragmática que
admitan la metafísica, y una metafísica que se
Vemos, así, la vitalidad que tiene la analo-
vea hermeneutizada o pragmatizada, esto es, que
gía, y la vitalidad que puede inyectar a la filoso-
fía actual, la cual se tensiona lastimosamente atienda al lenguaje y a la praxis, y no se encierre
en la especulación sola.
entre lo unívoco y lo equívoco. Esa analogici-
Asimismo, la analogía y la iconicidad que
dad puede dar a la filosofía una ductilidad al
hemos visto se pueden usar para implementar
mismo tiempo que un rigor tales que permitan
~na hermenéutica analógico-icónica, que sea
salir de muchos marasmos, pasmos y estupe-
Instrumento apto para estudiar ese fenómeno
facciones que ha producido la univocidad que
tan constitutivo de los seres humanos y a la vez
imperó en algunos entornos, y de muchos ca-
tan difícil y huidizo, que es la cultura, apegada
llejones sin salida que produce poco a poco la
a la naturaleza del hombre; pues, si su naturale-
equivocidad que ha estado inundando otros
za es la racionalidad, de ella surge el hacer cul-
entornos,
tura. Y, dado que es difícil de apresar y de estu-
Que la analogicidad conjunta la ductilidad
diar, la analogía nos dará la suficiente fineza y
y el ,rigor, se puede ver de la manera siguiente.
sutilidad para abordarla. Es lo que trataré de
Su ngor, en aquello que decía Aristóteles: que
hacer ver en el capítulo siguiente, en el que pro-
la analogía no invalida el silogismo (la equivo-
pondré una hermenéutica o modelo hermenéu-
cidad sí lo hace). Y su ductilidad se ve en que
tico vertebrado desde la analogía.
permite la integración ponderada de cosas apa-
rentemente opuestas; lleva a una especie de
~nión de los opuestos, pero proporcional, equi-
librada, que se toma el trabajo de compatibili-
zar lo que tengan de compatibilizable, y no acep-
tar lo demás.
Asimismo, la analogicidad permitirá integrar
en buena medida cosas que ahora se ven en pug-
na, como el lenguaje, que pide la muerte del
ser, la hermenéutica y la pragmática, que a ve-
ces piden la muerte de la ontología o metafísi-
ca. De esa manera, se podrá construir (o recons-
III. HACIA UNA HERMENÉUTICA
ANALÓGICO-ICÓNICA
QUE SIRVA A LA FILOSOFÍA
DE LA CULTURA

1. Planteamiento

n este capítulo deseo presentar un


modelo hermenéutico que he deno-
minado analógico-icónico, y que creo
que puede ser útil para la filosofía de
la cultura. Esta rama de la filosofía ha echado
mano de la hermenéutica, y en ella ha encon-
trado un buen instrumento. Pero la hermenéu-
tica reciente, a mi parecer, se debate entre dos
extremos viciosos, a saber, un modelo univo-
cista y un modelo equivocista, el último de los
cuales es el que más ha prevalecido. Es decir,
frente a hermenéuticas que han pretendido ser
cientificistas, como las de Apel, Habermas y
Davidson, tenemos hermenéuticas relativistas
extremas como las de Foucault, Derrida y Ror-
ty. Ciertamente ha habido intentos de herme-
néuticas intermedias, como las de Gadamer, Vat-
timo y Eco. Pero han sido insuficientes en cuan-
to al planteamiento de su estatuto epistemoló-
gico intermedio o moderado. Creo que el plan-
teamiento más aceptable ha sido el de Ricoeur,
y, con todo, se queda en el intento. Él plantea

[55]
56 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IlI, HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALÓGICO-lCÓNICA... 57

como modelo de la interpretación el acto me- De hecho, los textos son íconos que nos ha-
tafórico, obteniendo un modelo metafórico de cemos de las cosas, que están en la realidad o en
la hermenéutica; pero resulta que la metáfora nuestra fantasía. Por eso no está fuera de pro-
es sólo una de las clases de la analogía, y la que pósito rescatar un paradigma de interpretación
más se acerca a la equivocidad, por lo que hay centrado en la iconicidad o analogía. Así, el pro-
que buscar un modelo más amplio, más abar- cedimiento para interpretar signos icónicos y
cador, por ejemplo que incluya también la me- analógicos se puede hipostasiar como el mode-
tonimia, además de la metáfora, y esto sólo lo de la interpretación de textos. Ya que el texto
puede lograrlo, más que un modelo metafóri- tiene mucho de ícono, la hermenéutica tiene
co solamente, un modelo que abarque la meto- que ser icónica respecto de él, en diferentes gra-
nimia también, y, como la analogía las abarca a dos o niveles. Y, puesto que la hermenéutica
las dos -según lo muestra Octavio Paz_,30 será interpreta íconos, tiene que hacerlo icónicamen-
un modelo analógico de la interpretación, de la te, para que sea adecuada y completa.
acción hermenéutica. Es lo que trataré de investigar y experimen-
Por eso deseo esbozar aquí, aunque sea sólo tar a continuación, aunque no sea más que para
con algunas pinceladas, ese modelo analógico- ver hasta dónde me lleva. Que ya es mucho,
icónico de la hermenéutica. Es un modelo de pues una hermenéutica analógico-icónica pro-
interpretación basado en la analogía y el ícono mete ser más fructífera y rica que las de inclina-
(pues para Ch. S. Peírce, en quien me inspiro, ción univocista, y más rigurosa y técnica que
vienen a ser lo mismo); a saber, tomaré como las que están seducidas por la equivocidad (y
modelo de interpretación y de acto interpreta- que son las más abundantes).
tivo el que se usa para interpretar o descifrar un
signo icónico o analógico. El signo icónico puede 2. Los meandros o caminos del ícono y la
ser sencillo, como la imagen o copia, casi uní- analogía
voco; o intermedio, como el diagrama, el más
análogo; o muy complicado, como la metáfo- Ya hemos visto, en el capítulo anterior, a
ra, el ícono que más se acerca a la equivocidad." grandes rasgos lo que es la analogía, la analogi-
cidad, y algunas de sus aplicaciones. Veamos
JO Cf. O. Paz, Los hijos del limo, Barcelona-Bogotá: Seix Ba-
rral, 1990, pp. 85-86.
JI Cf. Ch. S. Peirce, «Icono, índice y símbolo», en La ciencia de sión, 1974, pp. 45 ss. Usaré estas nociones en el sentido que
la semiótica, ed. A. Sercovich, Buenos Aires: Eds. Nueva Vi- tienen dentro del sistema peirceano.
58 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO III. HACIA UNAHERMENÉUTICAANALÓGICO·ICÓNICA... 59

ahora, de manera muy general, las relaciones que


se dan entre las nociones de analogía e iconici- precisamente un tipo de signo que se basa en
dad, para ver después cómo pueden aplicarse a alguna semejanza con 10 significado. Ahora bien,
la interpretación y darnos un modelo herme- la semejanza es múltiple, y se fundamenta en
néutico. En primer lugar, encontramos que las alguna propiedad; pero hay dos tipos principa-
nociones de analogía e iconicidad están muy les de propiedad: cualitativas y relacionales (es
vinculadas entre sL32 La analogía es la semejan- 10 que se refleja en los predicados monádicos y
za que contempla también la diferencia. Esto poliádicos de la lógica matemática, que repre-
es, se trata de una relación, una relación múlti- sentan relaciones monádicas o cualidades y re-
ple, entre varias cosas, pero principalmente en- laciones poliádicas o relaciones propiamente
tre un modelo (paradigma, arquetipo, prototi- dichas). Las relaciones vistas como propiedades
po o estereotipo) y ciertos objetos que mantie- abren mucho la gama de formas del ícono. Esto
nen con él una semejanza a pesar de varias dife- es, un ícono que se basa en una cualidad es un
rencias de distinto grado o intensidad que tam- signo que significa un objeto por virtud de una
bién tienen. Por ejemplo, una interpretación de cualidad que comparte con ella. Por ejemplo,
un texto nos parece más verdadera que otra por- una pintura, sobre todo si es más figurativa que
que reconocemos su mayor cercanía o semejan- abstracta, representa al objeto pintado por com-
za con respecto a 10 que dice el autor en ese partir con él ciertas cualidades. (También esto
texto, a pesar de que la intromisión de nuestra se da en la pintura abstracta, pero más que en el
subjetividad de lectores haya introducido diver- nivel descriptivo, ocurre en el nivel asociativo-
sidad o inadecuación con respecto al texto mis- afectivo.) Esto permite que entre los íconos se
mo. Así, una interpretación es más análoga o incluya el rubro de las imágenes.
icónica del texto que otra, y con ello podemos Pero -según se dijo- la semejanza, ade-
decidir cuál es mejor entre ellas. De alguna ma- más de estar basada en cualidades, puede estar-
nera, el prototipo es un ícono de todo aquello lo en relaciones; representar no tanto las cuali-
a 10 que se aplica y que significa. El ícono es dades que se dan en ciertas cosas, sino reflejar
las relaciones que se dan entre ellas o entre sus
partes. Y así un diagrama o una fórmula pue-
32 Cf. S. Serrano, Signos, lengua y cultura, Barcelona: Anagra-
den representar un objeto o un grupo de obje-
ma, 1981, pp. 70 ss. Allí se entiende el ícono en el sentido de tos. De esta manera, además de las imágenes,
Peirce, y se hace ver cómo el ícono es el signo análogo por los íconos comprenden a los diagramas. Hay
excelencia, la analogía misma.
60 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO 1Il. HACIA UNAHERMENÉUTICA ANALÓGICO·ICÓNICA... 61

diferentes, pero hay una magia en ella que los


muchos tipos de diagramas, desde un dibujo
hace relacionarse, asociarse, ir el uno con el otro,
que esquematiza o estiliza un objeto o proceso
parecer que el uno es el otro. 33
hasta una fórmula que los compendia de ma-
. Con ello, una interpretación analógico-icé-
nera máxima, pero que puede servir de indica-
ruca puede llegar a ser imagen del texto (aun-
ción o clave para reproducir (como si fuera una
que nunca copia exacta), o puede ser un diagra-
guía o instructivo) ese objeto o proceso, esto
ma suyo, o, incluso, puede resultar una metá-
es, construirlos.
fora suya; pero imagen, diagrama y metáfora se
Con todo, no se queda allí la fuerza de la
mueven dentro de los límites de la iconicidad y
analogía y la iconicidad. La semejanza de rela-
la analogía; no traicionan al texto, por más que
ciones puede darse de manera no tan directa o
~ean. diferentes de él según grados, y tampoco
explícita, sino mediante asociaciones de concep-
impiden que se conserve siempre una semejan-
tos o de significados, como en la metáfora, que
za, por lo menos un isomorfismo estructural
asocia dos sentidos o significados diferentes, los
con el contenido del texto mismo. Eso abre la
cuales, sin embargo, tienen algún punto de con-
gama de interpretaciones posibles y válidas, pero
t~cto y conexión; tienen alguna mediación po-
también les pone ciertos límites, de modo que
sible que los compagine. De esta manera, el íco-
no se valga relativistamente todo.
no ~iene como subclase, además de la imagen y
el diagrama, la metáfora. Parecería difícil acep- Así, tenemos un espectro muy amplio de la
analogíaliconicidad, pero también la posibili-
tar la metáfora como ícono, como teniendo ico-
nicidad; pero, desde Aristóteles hasta Peirce, se dad de marcarle límites. Límites que son los
ve en la metáfora una relación asociativa de sen- que ponen fin a la semejanza y nos hacen entrar
tidos, de manera que les da en su seno una uni- a la diferencia avanzada, irreducible. Puede ha-
dad proporcional. Un sentido llama al otro a ber mucha diferencia, incluso predominar so-
fuerza de tener alguna semejanza con él, por más bre la semejanza, pero ésta no se acaba ni se anu-
que a veces las diferencias parezcan enormes. La la. ~a semejanza es dinámica, y hasta podría
mente las asocia, por resortes cognoscitivos y decirse que tiene una estética, una analítica y
emotivos, y un sentido trae al otro, lo da de
manera más perfecta y contundente que la com-
paración o símil. La metáfora es una relación 33 Cf. P. Ricceur, La metdfora viva, Madrid: Eds. Europa, 1983;

de semejanza entre sentidos que de suyo son donde, a pesar de que critica en varios aspectos la teoría aris-
totélica de la ~etáf?ra, recoge la idea principal del estagirita,
de que la metafora incluye semejanza y diversidad.
62 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO III. HACIA UNA HERM.ENÉUTICA ANALÓGICO-ICÓNICA... 63

una dialéctica cuasi-trascendentales: se capta por en todo, pero de manera contextual, en el sen-
un mecanismo conceptual muy propio del tido de que cualquier parte está contextualiza-
hombre, casi innato o a priori, una especie de da en la totalidad."
intuición de las conexiones de las cosas a pesar
de su fragmentariedad; se analiza de modo que 3. Hermenéutica analógico-icónica
se vean sus grados y sus límites, y se argumenta
dialéctica o retóricamente para señalar con efec- Apliquemos ya esto a la hermenéutica, para
tividad esos grados y límites. (Imágenes, diagra- ver cómo sería y qué nos proporcionaría un
mas y metáforas, al ser íconos, nos revelan cier- modelo analógico-icónico de la interpretación.
tas características de la iconicidad, que nos ayu- Por su capacidad de abrir con límites la gama
dan a precisar lo que sería o tendría que ser una de las interpretaciones, una hermenéutica icó-
hermenéutica analógico-icónica.) nico-analógica permite una cierta relatividad y
Además, el ícono es eminentemente relacio- perspectiva, un cierto relativismo moderado y
nadar, es factor de relación, de relatividad. Nos domeñable, no un relativismo suelto, sin fre-
hace ver que en la interpretación (en el conoci- no. Al parecer, la proporcionalidad de la analo-
miento mismo) siempre hay relatividad, cierto gía se da sobre todo en el diagrama y la metáfo-
relativismo. Sin embargo, no nos hunde en el ra; en el primero como proporcionalidad pro-
relativismo sin más, o en el relativismo extre- pia, en la segunda como proporcionalidad im-
mo, sino que tiende hacia la precisión que re- propia o figurada. La analogía es relacionadora;
sulte alcanzable, que ayuda a poner límites a esa por eso es un modelo hermenéutico, el analó-
situación de relatividad. Da un relativismo li- gico-icónico, que busca relacionar diversas in-
mitado, que deja margen para algunos elemen- terpretaciones; pero, dado que se tiene que com-
tos y principios absolutos, fijos, sin los cuales probar la adecuación con la realidad (con la cua-
la semejanza y la diferencia se evaporan, se li- lidad o con la relación de la cosa), y con ello se
cuan. Donde se esfuma la semejanza también puede decidir cuál interpretación es verdade-
lo hace la diferencia, sólo quedaría una masa ra, o falsa, o qué grados tiene entre la verdad
amorfa, a la que conduce indefectiblemente el y la falsedad; y también se puede argumentar
relativismo a ultranza. En él todo es semejante
y todo es diferente, todo da igual, es lo mismo.
A evitar este caos nos puede ayudar la intuición 34Cf. N. de Cusa, «The Vision of God or rhe Icon», en el
de Nicolás de Cusa, quien decía que todo está mismo, Unity and Reform, ed. ]. P. Dolan, Notre Dame:
University ofNotre Dame Press, 1962, pp. 146 Y 149.
64 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO III. HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALÚGICO-ICÚNICA... 65

en defensa de la verdad o verosimilitud de la de la semejanza o conveniencia de varias inter-


rrusrna. pretaciones entre sí y de éstas con el texto; un
Ya que el ícono tiene esa amplitud que he- análisis que permite ver los límites de esas se-
mos visto, pero exige una atención a la cuali- mejanzas y diferencias, y una argumentación que
dad y la relación para ser contrastado con ellas, da la invención de argumentos para apoyarla.
nos hace ver que la significación icónica es iso- La búsqueda de relaciones hace avanzar has-
mórfica a la interpretación icónica (es decir, una ta las relaciones estructurales profundas, incita
encodificación determinada exige una decodi- a no quedarse en las de superficie. Pero donde
ficación correspondiente), y hay un gran reduc- no hay esos significados ocultos o figurados no
to de iconicidad en los textos (iconicidad con hay que buscarlos a toda costa, con interpreta-
respecto al autor y su cultura, iconicidad con ción forzada, sino sólo significados literales, que
respecto a las ideas que significan y al mundo al allí es a donde llega la profundidad estructural
que se refieren), por ello sería muy conveniente del significado. Esta lectura (o estudio) en pro-
explorar y desarrollar una hermenéutica analó- fundidad nos habla de un cierto carácter para-
gico-icónica. El modelo del ícono como signo digmático (como opuesto al sintagmáticoj'" que
(que es muy predominante en el conjunto de tiene la interpretación analógico-icónica. Esto
los signos, pues la mayoría de ellos tiene un com- es, si comparamos lo sintagmático y lo para-
ponente icónico) permite ver que también se digmático, lo primero tiene una linealidad ho-
puede proponer el modelo del ícono como in- rizontal, mientras que lo segundo es vertical y
terpretación. Asimismo, el modelo del ícono penetrativo. Se da por contigüidad asociativa
permite ver el acto hermenéutico como la bús- más que por oposiciones. Se da más hacia lo
queda de una relación de semejanza, semejanza oculto que hacia la superficie de la estructura.
entre una interpretación y el contenido de un Es cierto que lo sintagmático puede derivar en
texto, y aun entre varias interpretaciones del pardigmático, por cierto clinamen o desviación
mismo, que se escalonan entre sí y guardan un de su trayectoria prolongada; pero, aquí a pro-
equilibrio dinámico y tensional entre una in- pósito está predominando lo paradigmático, es
terpretación literal y otra figurada o trópica, dimensión pragmática del análisis. Así como en
que, en juego dialéctico entre ellas, se abren ~a
posibilidad de divergencia, sin perder la capaCl-
dad de coherencia. El acto hermenéutico se des- 35 Según los cánones del estructuralismo saussureano. Cf. F. de
pliega, así, como una percepción o captación Saussure, Curso de lingüísticageneral, México: Fontarnara, 1988
(3a. ed.), pp. 175 ss.
66 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO III. HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALÚGICO·ICÚNICA". 67

la metáfora se unen el aspecto discursivo y el güística. y la parte icónica universaliza, dice


emotivo del lenguaje, el decir y el mostrar (o lo mucho más; y la parte lingüística es la que la
decible y lo mostrable), así en la analogicidad y constriñe, la que limita lo que oímos, la inter-
la iconicidad se unen lo literal y lo simbólico, y pretación, que se podría hacer infinita. Allí lo
se abren como posibilidad de enriquecimiento icónico reviste de abstracción a lo lingüístico.
mutuo, sin destruirse. Además, el acto de habla analógico, y su in-
Para entender el acto interpretativo analógi- terpretación o hermenéutica analógico-icónica,
co-icónico, hay que tener muy claro que la ico- tiene una estructura entimemática. Un entime-
nicidad no sólo es visual. La iconicidad puede ma muy breve. Allí, como en los silogismos (y
ser también lingüística. Más aún, nuestros íco- éste lo es, sólo que incompleto o fragmentado,
nos textuales acostumbrados se colocan en la o comprimido, pero conteniendo en sí mismo
línea de lo lingüístico. Con todo, van más allá. lo que lo completa), hay una parte de universa-
Por la fuerza misma de la iconicidad, que los lidad y otra de particularidad -al menos, algu-
simboliza y los hace tender a lo cósmico. El len- na de ellas, de manera implícita, a explicitar
guaje mismo nos conecta o enlaza con lo no cuando se complete el silogismo. Si no, no fun-
lingüístico. ¿Dónde pararíamos? Quién sabe. ciona. No pura particularidad, pues se exige un
Pero hay que parar. Por eso pasemos ahora al medio universal. Y se permite la presencia de lo
acto de habla analógico-icónico. particular, que es a donde se conduce lo univer-
sal para aplicarlo.
4. El acto de habla anal6gico Es, pues, un entimema en funciones meto-
nímicas, o una metonimia con funciones enti-
El texto polisémico es como un acto de ha- memáticas. En el acto de habla analógico-icó-
bla, un acto de habla analógico, el cual es muy nico, teniendo una parte, se puede llegar al todo;
peculiar, muy sui generis. Combina esos dos del fragmento se puede ir a la totalidad, del par-
extremos que son lo general y lo particular. Hay ticular al universal. Ésa es la característica de lo
en el acto de habla analógico una fuerza ilocu- icónico: el ícono es el signo que, viendo un frag-
cionaria que tiende a la universalidad y otra que mento, nos conduce al todo. Más aún, el todo
tiende a la particularidad. Tiene un ingrediente se ve en el fragmento, y el fragmento mismo
que universaliza, porque dice mucho más de lo cobra su sentido pleno en el todo; pero aquí se
que le oímos. Es como el emblema: tiene una ve primero el fragmento y después se ve el todo,
parte propiamente icónica o pictórica y otra lin- y luego simultáneamente el fragmento en él. Y
III. HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALÓGICO·ICÓNICA... 69
68 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO

allí tiene sentido. Es el carácter de inducción Si retomamos la terminología de Peirce, po-


dríamos decir que el índice es lo natural y el
que se daba a la analogía en la retórica, pero de
símbolo es lo cultural; pero que el ícono es
inducción inconclusa, sugerida, entimemática.
mixto de ambos. Más que «mundo simbóli-
Se llegaba a la completitud sin darse cuenta,
co», Picinelli debería haber dicho «mundo em-
insensiblemente. Lo metonímico y metafórico blemático», lo cual es más concreto. En efecto,
llevan a lo universal, más aún que lo literal. Hay, el mundo es emblemático. El mundo es un
por eso, una utilización metafórica de la meto- emblema. Tiene una parte de iconicidad, de grá-
nimia. Y una utilización metonímica de la me- fica o dibujo, y tiene una parte de lenguaje o de
táfora. Y las dos con carácter de entimema. Se símbolo, que le es dada por el hombre. El
fusionan la metáfora y la metonimia, dejan de mundo sólo podrá descifrarse cuando se lo-
ser opuestas. Todo ello por la vía de la iconici- gre conjuntar el sentido de su lema o de su
dad. Yeso se da en la analogía. texto con el sentido de su figuración picróri-
Uno de los ejemplos que tenemos de esto ca, de su emblema.
son los emblemas, tan caros al renacimiento y, y el acto de habla analógico es el que podrá
sobre todo, al barroco. El título del libro de reunir la fuerza ilocucionara con la fuerza per-
Filipo Picinelli es El mundo simbálicot" Y tiene locucionaria, es decir, lo fático y lo rético, el
razón. El mundo simbólico es el hombre. Sím- lenguaje y la cosa, el habla y el ser. Asimismo,
bolo del mundo, microcosmos él mismo, que es el que puede conjuntar el ángulo visual y el
se da a la tarea de interpretar la simbolicidad ángulo lingüístico. Y es el que dará la forma de
del mundo, sus símbolos. Ese es el mundo del interpretar lo particular en lo universal, el frag-
hombre. En efecto, el mundo literal casi no mento en el todo. Porque primero ha visto,
puede serlo. Lo literal señala hacia la referencia, como en ícono, el todo en el fragmento, y lue-
dura y fría, estática y muerta. Lo simbólico se- go ve el fragmento en ese lugar que le corres-
ñala hacia el sentido, móvil y vivo. Por eso el ponde en la totalidad. Pero, ya que hemos ha-
mundo humano es el mundo en el que se cier- blado del símbolo, nos pide que lo asociemos
ne el símbolo, que engendra símbolos de él al ícono.
mismo. Acerca lo natural y lo cultural, mitiga
su dicotomía, es icónico. 5. Ícono y símbolo

Una cosa bastante difícil es conjuntar y


36 Cf. F. Picinelli, Los cuerpos celestes (Libro 1 de El mundo
compatibilizar diversas tradiciones. Lo que en
simbólico), Zamora: El Colegio de Michoacán, 1997.
70 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO 1Il. HACIA UNAHERMENÉUTICA ANALÚGICO-ICÚNICA... 71

la tradición estructuralista es el símbolo en la tanto, por su tesoro escondido de significación.


pragmática sería el ícono. Es decir, lo que, en la De hecho, el símbolo es decir sin decir, porque
escuela de Saussure, Ricoeur llama «símbolo» promete hablar a su intérprete; pero no siem-
Peirce lo llama «ícono». En efecto, para Pierce pre le habla, o no siempre lo hace completa-
el símbolo es lo mismo que para Aristóteles, a mente, sino al iniciado. Hay, pues, un intento
saber, el signo meramente arbitrario, como lo de reunir el decir y el mostrar, que tanto separa-
es la palabra, el lenguaje. En cambio, para Ri- ba Wittgenstein. O, por lo menos, es tratar de
coeur el símbolo es un signo muy rico, no me- acercarlos. El símbolo, aunque está exhibido al
ramente arbitrario, sino que tiene una sobre- público, ama esconderse. Y es que encierra va-
carga de sentido que deposita en los aconteci- rias intencionalidades, puesto que encierra va-
mientos de la realidad y los llena de su conteni- rias significaciones. Y debe aceptarse que aquí
la interpretación es -como diría Ricoeur- el
do significativo.37 Diríamos que tiene cierto
ejercicio de la sospecha. Pero es sobre todo la
poder de hacer asociar con algo que está recón-
sospecha respecto de nosotros mismos, esto es,
dito en la naturaleza exterior o en la naturaleza
sospechar de que no hemos atrapado el senti-
del hombre. Es algo que está intermedio entre
do. Nosotros somos los más sospechosos, no
la natura y la cultura. Y esto es justamente lo los más suspicaces; los más objeto de sospecha,
que tiene de suyo el ícono para Peirce, el cual es no sus sujetos.
un signo que está entre el índice (propio de lo A reforzar la necesidad de la hermenéutica
natural) y el símbolo (propio de lo cultural); ya analógico-icónica me ayuda el marcar la necesi-
que es previo a ambos (es primeridad), pero dad de unificar, aunque sea un poco, nuestros
puede dar origen a ambos y participar de am- códigos interpretativos en la actualidad, tiem-
bos. Pues bien, el ícono peirceano tiene lo que po de dispersión y de fragmento. En los siglos
el símbolo ricoeuriano tiene; por eso lo que en XVI y XVII, tiempos del renacimiento y del
seguida afirmemos sobre el símbolo (en ese sen- barroco, el hermetismo hizo corriente la ima-
tido) vale para el ícono. gen o símbolo del hombre como microcosmos.
No hay cosa que necesite más la interpreta- Esta imagen implica la idea de la simpatía como
ción que el símbolo ni que, a la vez, la dificulte principio (o elemento principal) de la interpre-
tación. Eso indica que hay una semejanza o ana-
logía que une a las cosas, a los seres, y permite
37 Cf. el capítulo «La metáfora y el símbolo», de la obra de P. entender. Sólo lo semejante puede conocer a lo
Ricoeur, Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sen- semejante; sólo la semejanza o analogía nos per-
tido, México: Siglo XXI - VIA, 1995, pp. 58 ss.
72 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO III. HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALOGICO-ICONICA... 73

mite interpretar. Por eso se ve al hombre como Como se ve, la analogía es entendida como la
semejante a todos los reinos del ser, para que así iconicidad de Peirce, esto es, como semejanza
pueda comprenderlos. Es como la idea de Vico de relaciones entre las cosas. Añade Foucault:
de que podemos hacer una introspección por la «En aquella época, la teoría del signo y las téc-
cual nos conectemos con todas las épocas de la nicas de interpretación reposaban, pues, en una
historia. definición perfectamente clara de todos los ti-
Foucault llega a decir que la semejanza era pos posibles de semejanza y fundamentaban dos
(hasta los siglos XVI y XVII, esto es, hasta el tipos de conocimiento perfectamente distintos:
renacimiento y el barroco) lo que permitía in- la cognitio, que era el paso, en un cierto sentido
terpretar. El corpus de la semejanza tenía cinco lateral, de una semejanza a otra; y la divinatio,
nociones perfectamente definidas: «-La noción que constituía el conocimiento en profundidad,
de conveniencia, la convenientia, que significa- que iba de una semejanza superficial a otra más
ba el ajuste (por ejemplo del alma al cuerpo, o profunda. Todas estas semejanzas manifestaban
de la serie animal a la serie vegetal). -La no-
el consensus del mundo que las fundamentaba;
ción de sympatheia, la simpatía, que era la iden-
se oponían al simulacrum, la mala semejanza,
tidad de los accidentes en sustancias distintas.
que se basaba en la disensión entre Dios y el
-La noción de emulatio, que era el muy cu-
rioso paralelismo de los atributos en sustancias
Diablo-." Se cumplía allí aquello de que el sím-
o seres distintos, de tal forma, que los atributos bolo es lo que une y el diábolo lo que separa.
eran como el reflejo de unos en otros, en una Pero en el siglo XVII se rompe esta unidad de
sustancia y en la otra. (Así Porta explicaba que patrones o códigos de semejanza. Es cuando
el rostro humano, con las siete partes que en él Locke, en su Ensayo, propone la búsqueda de la
distinguía era una emulación del cielo con sus semeiótica. Así, la semiótica sería lo contrario
siete planetas). -La noción de signatura, la sig- de la hermenéutica, su enemiga. Pero hay una
natura, que era entre las propiedades visibles de manera de conjuntar la semiótica y la herme-
un individuo, la imagen de una propiedad invi- néutica, a través de la pragmática. Y mucho más
sible y oculta. - y después, por supuesto, la por el cauce de la analogía. Una hermenéutica y
noción de analogía, que era la identidad de las una pragmática analógicas. Serán lo que analo-
relaciones entre dos o más sustancias distintas--" gizará a la semiótica. Y a la postre se tendrá una

38M. Foucault, Nietzsche,'Preud, Marx, Barcelona: Anagrama,


1970, pp. 26-27. 39 Ibid., p. 27.
74 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO III. HACIA UNA HERMENÉUTICAANALÚGICO-ICÚNICA... 75

semiótica analógica, como ellas. Y se habrán tremismos. O sólo uno o sólo el otro. Yeso
juntado la hermenéutica y la semiótica, sin des- conduce a inconsecuencias. Hay que buscar con
truirse, sino enriqueciéndose. seriedad la literalidad de un texto, lo más posi-
De hecho, la hermenéutica parece correspon- ble aquello que quiso decir su autor; pero tam-
der a la pragmática, esa dimensión o parte de la bién hay que dejar abierta la puerta a la alegori-
semiótica que tiene que ver no sólo con la co- cidad, esto es, qué de lo dicho por el autor
herencia de los signos (como la sintaxis) ni sólo mueve significaciones nuestras que no están di-
con la correspondencia de los signos a sus obje- rectamente en el texto, sino que pueden ser des-
tos (como la semántica), sino que involucra al pertadas por él. De esta manera, una hermenéu-
hablante, al usuario, y busca no el significado tica analógica buscará situarse en ese entrecruce
sin más, sino el significado del hablante. La de las dos significaciones, literal y alegórica, sin
hermenéutica, se nos dice, busca la intenciona- renunciar a ninguna, en el límite analógico de
lidad del hablante, y con ello se coloca en el su encuentro.
nivel más alto y complejo de la significación. y es que, desde el comienzo de la historia de
Hermenéutica y pragmática tienen el mismo la filosofía, se ha dado la pugna entre los que
ideal de rescatar la intencionalidad significativa defendían el solo sentido literal de los textos y
del usuario (hablante o autor), la primera con los que defendían el solo sentido alegórico (y a
más margen para la subjetividad del intérprete; veces terciando los que defendían ambos senti-
la segunda, con más margen para la objetividad dos, con diferencias según la proporción que
de la metodología y el control de la propia in- para uno y otro pedían). Ya desde los presocrá-
jerencia del intérprete. Pero tal vez la una deba ticos, los racionalistas filósofos y los mitologi-
ayudar a la otra a situar más moderadamente zantes poetas pugnaron entre sí. Los primeros
sus pretensiones. privilegiaban el sentido literal, los segundos el
alegórico. Pero las más de las veces usaban am-
6. Sentido literal y sentido aleg6rico bos. Así, Anaximandro explicaba, según jeno-
fonte, a Homero en sentido alegórico. Pitágo-
En la contienda que hemos descrito entre el ras usa la física y la mística, y las conjunta, une
univocismo y el equivocismo se repite la eterna el sentido literal al alegórico, sobre todo al leer
pugna entre el literalismo y el alegorismo, es a Homero y adaptarlo a sus creencias orientales
decir, entre el sentido literal y el sentido alegó- y órficas. Heráclito considera imposible el an-
rico en los textos. Y siempre se ha caído en ex- tropomorfismo; cree que debe ser algo simbó-
76 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
III. HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALÚGICO·ICÚNICA... 77

lico; lo mismo le pasa a Jenófanes. El término La lectura «alegórica» o, más bien, simbóli-
«alegoría» data de Cleantes y lo difunde Plutar- ca, es la que nos ayuda a reducir las distancias,
co; pero ya es usado por Estesícoro, Antímaco las diferencias, a encontrar, por ejemplo en los
y Teógenes. Según ellos, los dioses homéridas personajes de las tragedias griegas, esos perso-
son fuerzas físicas o facultades mentales. Anaxá-
najes trágicos que pertenecen a todas las trage-
goras hace lo mismo, y también Diógenes de dias, que hacen de las tragedias griegas unas tra-
Apolonia, Demócrito y Metrodoro. Mucho gedias universales, porque encontramos en ellas
más los estoicos: Zenón y Cleantes. Pródico
lo que sigue siendo nuestro, propio del ser hu-
aplica a Hércules la alegoría moral. También
mano. Es entonces cuando estos personajes tan
Aristarco y Eratóstenes. Igual hicieron los so- lejanos se hacen cercanos y presentes, es cuando
fistas. Y Platón lo desaprueba, y se burla de nos hablan, se erigen en símbolos, símbolos del
ellos.'? hombre más allá del tiempo y de los lugares, y
Hay que llegar, pues, a un equilibrio entre la por ello adquieren la capacidad de hablar al hom-
lectura literal y la alegórica. Esto lo puede lo- bre de todos los tiempos, al hombre en cuanto
grar la analogía, una propor~ionalidad ~n la ~ap­ tal, porque lo representan, en cuanto que ico-
tación. Es encontrar los límites de la literalidad nizan o analogizan la naturaleza humana en sí
y los límites de la alegoricidad. Y en ese límite
mismos, o por lo menos reflejan algún aspecto
en el que se entrecruzan la literalidad y la alego- de ella.
ricidad, es decir, en ese límite analógico en el
que se enriquecen mutuamente y donde se cum- 7. Síntesis
ple el punto de su tensión dialéctica, allí se en-
contrará la exacta medida de la hermenéutica, a
He aquí la conveniencia, pues, de revisar
caballo entre el análisis explicativo y la síntesis
nuestras técnicas de interpretación, tan en pug-
comprehensiva. Allí se da el entrecruce de la
na innecesaria hoy en día. Falta la perspectiva
cientificidad y la poeticidad que pedía Nietzs-
que las integre, disociadas como están entre la
che con su dicotomía apolíneo/dionisíaco, y que
univocidad y la equivocidad. Y esta perspectiva
la analogía quiere equilibrar.
integradora, mediadora, tendrá que ser algo que
se encuentre germinalmente en el seno de la
misma interpretación, algo que les dé semejan-
40Cf. A. Reyes, La crítica en la edad ateniense, en el ~ismo,
Obras completas, vol. XIII, México: FCE, 1983 (la. reirnpr.), za hermética o asociación paradigmática a las
pp. 51-55 y 65-66. interpretaciones. Y esto es la analogicidad-ico-
78 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IV. NOCIÓN DE CULTURA
Y DE IDENTIDAD
nicidad, la cual, como vimos, se manifiesta en Y ALTERIDAD CULTURALES
la presencia que tiene en los actos de significa-
ción y de interpretación, y sobre todo en la es-
tructura misma del hombre, siempre ícono de 1. Planteamiento
sí mismo, llamado, como decía Pascal, a adivi-
narse y sobrepasarse continuamente a sí mismo.
os toca ahora comenzar a aplicar el
modelo que hemos estructurado a
los temas de la filosofía de la cultu-
ra. Para empezar, nos plantearemos
a continuación los problemas de la cultura en
cuanto tal, y de la identidad y la alteridad cul-
turales. Es decir, hemos de ver la correlación de
estos conceptos, pues, como producto de nues-
tra reflexión sobre la cultura, resultarán nues-
tros conceptos de identidad cultural y de alteri-
dad también cultural. Estableceré, en primer
lugar, una breve noción de cultura, lo suficien-
te para que nos permita aplicarla a la identidad
y la alteridad, así como a las relaciones entre
ellas. Después trataré de aplicarla a esas dos no-
ciones y extraeré alguna aplicación a la ética.
En este capítulo sostendré que lo más nu-
clear de la cultura es su simbolicidad (o aparato
simbólico) y, por lo tanto, que la identidad sim-
bólica es la más constitutiva de una colectivi-
dad, al igual que la alteridad simbólica es lo más
difícil y más necesario aceptar de otra cultura
para que se realice su convivencia. Junto con la
parte biológica de un pueblo se da la parte sim-

[79]
80 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IV. NOCIÓN DE CULTURA Y DE IDENTIDAD ... 81

bológica, que es tan importante como ella, aun- misma de cultura, que es muy movediza y hui-
que, por supuesto, en diferentes órdenes. Son diza." A partir de esa noción (por mínima que
como lo óntico y lo ontológico -tomando sea) de cultura será más fácil determinar qué sea
prestada esta distinción de Heidegger-, pues la filosofía de la cultura.
la identidad biológica de un pueblo viene a ser «Cultura» viene del latín «colere», que signi-
como el substrato óntico, cósico, de ente; pero fica cultivar. Es la manera como el hombre se
la identidad simbólica es la estructuración on- adapta a la naturaleza, sobre todo abarcando
tológica, actual, de ser. bienes materiales, bienes espirituales, valores y
normas. Hay, pues, una manera de comportar-
2. Noción de cultura se, pautas comunes o compartidas, sanciones para
los incumplimientos, signos sociales para la ac-
Comencemos con la noción de cultura, para ción. Aquí se colocan los símbolos de la cos-
avanzar poco a poco a esa identidad cultural, movisión y las instituciones que se implemen-
centrada en la simbolicidad, que deseamos es- tan para darles cauce y que funcionen.
tablecer. La cultura puede ser visualizada desde La antropología (y sociología) alemana y la
la antropología, la sociología y la filosofía. francesa han contrapuesto cultura y civilización.
Cuando se la ve desde la filosofía, resulta lo que En la alemana, la cultura era lo vivo o formal y
recibe el nombre de filosofía de la cultura, muy la civilización lo inerte o material, mientras que
emparentada con la antropología filosófica, y en la francesa era al revés. 42 Aquí preferiré la ca-
que luego tiene derivaciones hacia la ética y la racterización alemana, de la cultura en su acepción
filosofía política. La misma filosofía de la cul- de algo vivo y dinámico, que actúa, crece, etc.
tura se beneficia de las aportaciones de la an- De acuerdo con ello, la filosofía de la cultu-
tropología científica, pero se construye en un ra, que es lo que aquí aplicamos, consiste en la
nivel de mayor generalidad, relacionado con reflexión sobre los hechos culturales para extraer
el de la antropología filosófica o filosofía del sus principales conceptos y explicar sus movi-
hombre. mientos. Por eso consta de una analítica cultu-
Convendrá, pues, comenzar nuestro plantea- ral, que trata de caracterizar a la cultura por con-
miento de filosofía de la cultura. Se puede ca-
racterizar a la filosofía de la cultura con algunos
elementos que aporta el filósofo peruano Da- 41 Cf. D. Sobrevilla, Introducción a la filosofía de la cultura,
vid Sobrevilla, después de abordar la noción Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1996.
42 Cf. ibid., pp. 15-16.
82 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IV. NOCIÓN DE CULTURA Y DE IDENTIDAD ... 83

traposición con la naturaleza, y de una dindmi- ser mexicanos, apenas si saben y se cuestionan
ca cultural, que trata los movimientos de géne- qué es eso. Otros son mexicanos que no hablan
sis, estructuración. y desestructuración de la cul- español (castellano), el idioma más extendido
tura, así como sus cruces y renovaciones.P Hay, en nuestra patria, sino alguna lengua indígena,
pues, una teoría de la cultura, que es la que pue- por ejemplo.
de permitir una hermenéutica de la cultura que Podemos plantear la identidad de un pue-
permita que haya asimismo una crítica de la blo en analogía con la identidad individual y la
cultura. Vista la anterior caracterización some- identidad familiar. Ésta va más allá de lo físico
ra del concepto de cultura, podemos pasar al o la persistencia en el espacio-tiempo de los in-
tema de la identidad cultural, que se verá a la dividuos; es, sobre todo, psicológica, a saber, la
luz de la anterior. autoconcepción que se tiene de uno mismo
como idéntico, de una familia como unida, y
3. Identidad cultural de un pueblo como unificado. Y, ya que el lado
psíquico es más fuerte que el físico, la clave de
He dicho que, de alguna manera, la identi-
esa identidad de los pueblos será simbólica, sus
dad se desdobla en identidad biológica e iden-
simbolismos, su simbolicidad, la simbolización
tidad simbólica o cultural. En todo caso, creo
de su continuidad y de su alcance, en definitiva
que lo más nuclear de la identidad cultural es la
de sus límites.
identidad simbólica. En efecto, los símbolos son
La identidad simbólica es la más constituti-
lo más constitutivo de la cultura: mitos fun-
va en el nivel de la cultura. Son los mitos de
dantes, utopías finales, poemas, leyendas y fi-
guras (o íconos). Ya desde el mismo lenguaje, fundación o fundantes y los ritos o vivencia
entrando a las tradiciones religiosas, históricas colectiva de los anteriores, como cosas que se
y todo aquello que configura y brinda la auto- comparten, los que dan cohesión a un pueblo.
percepción de los individuos agrupados. La iden- Sobre todo símbolos religiosos, pero no única-
tidad simbólica es la más profunda, más allá de mente. La memoria histórica, el imaginario
las otras identidades (lingüística, geográfica, eco- colectivo, la auto percepción o autoconcepción,
nómica y política). Encontramos mexicanos más etc., son algunos de ellos. Se añade el arte, so-
allá de nuestras fronteras, y algunos de los que bre todo la literatura, y más especialmente la
están dentro de ellas tienen escasa conciencia de poesía. No basta la demarcación geográfica para
asegurar la identidad de un pueblo, pues hay
habitantes dentro de ella que no se sienten iden-
43 Cf. ibid., pp. 31-32.
IV. NOCIÓN DE CULTURA Y DE IDENTIDAD ... 85
84 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO

tificados, y hay personas fuera de ella que se sien- lo hace con el recuerdo mitologizado de los
«primeros padres» o patriarcas, que sujetan a la
ten más parte de ella que aquéllos. Tampoco
progenie y a la descendencia populosa para que
basta el mismo idioma; ni la misma religión.
no se pierda; es el imán inconsciente, imagina-
Es todo ello tal como es vivido en ese entorno
rio colectivo, que traza la estela de amarre afec-
geográfico, pero sobre todo a partir de un nú-
tivo con los ancestros, con los actos fundacio-
cleo vital, simbólico, de despliegue de memo-
nales, eso es lo que más constituye la identidad
ria o reconocimiento. Sucede a semejanza de
de un pueblo. Por analogía con la identidad per-
las familias. Las familias tienen mitos antes que
sonal y la familiar, se traza así la colectiva o na-
historias; ritos antes que costumbres.t" Es una
cional, a través de generaciones que la disgregan
presencia de afecto, es una muestra de alguien
y acontecimientos que tienden a dispersarla.
prototípico o arquetípico (patriarcas, matriar-
De esta manera, el símbolo es la salvaguarda
cas, etc.) que, mezclado el mito con la histo-
ria,45 el rito con las actividades diarias, la poesía de la cohesión que da un origen manifestado de
manera icónica, El símbolo crea vínculos, ata
con el lenguaje ordinario, se construye el senti-
afectivamente a las personas, las cohesiona para
do de patria, que es un arquetipo icónico pa-
no perder la analogicidad, la iconicidad, la ca-
dre-madre, y que cohesiona a aquellos que se
pacidad paradigmática o modélica de los ances-
multiplican y se difunden, como en una migra-
tros. Los orígenes, la fundación, los arquetipos,
ción o en una diáspora.
se c~nservan de n;anera icónica en el pueblo que
La identidad simbólica, amasada con la re-
camina; son los Iconos que orientan y marcan
misión al origen, es lo que ata, en el presente, al
los pasos, no tanto como ideal regulador, sino
futuro con el pasado para que no se disgregue;
como origen difusivo (el bien y la vida son di-
fusivos de sí mismos); funcionan en la línea de
la iconicidad, es decir, se comportan como sig-
44 Cf.. 1. Álvarez Colín, El universo simbólico de la familia. Un
est~~/o de psicología hermenéutica, tesis doctoral en Psicología, nos icónicos, y signo icónico es aquel que tiene
México: UIA, 1998, pp. 26 Y 176. En esa disertación al autor la virtualidad de dar cohesión de totalidad a los
aplica la hermenéutica analógica, que propongo, a la psicote- fragmentos, precisamente porque en el fragmen-
rapia familiar.
45 El propio Luis Villoro reconce que, en el caso de un pueblo,
to manifiesta la totalidad, o, si se prefiere, por-
«establecer su unidad a través del tiempo remitiría a su memo- que asegura la relación del fragmento con el todo
ria histórica y a la persistencia de sus mitos fundadores» (1. al que pertenece. El símbolo y el ícono, son los
Villo ro , «Sobre la identidad de los pueblos», en 1. Olivé - F.
Salmerón (eds.), La identidad personal y la colectiva, México:
que aglutinan, los que frenan la diáspora, de
UNAM, 1994, p. 87).
86 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IV. NOCIÓNDE CULTURAY DE IDENTIDAD... 87

manera cohesionante. Impiden icónicamente la 4. La alteridad cultural


pérdida de la identidad de los pueblos. Por la
iconicidad o representación simbólica de sus De acuerdo con la posesión que se tenga de
orígenes y ancestros, conservados como íconos la identidad cultural, un pueblo estará más o
que viven, ya muertos, en sus descendientes, que menos maduro para aceptar o, por 10 menos,
se reconocen, así, como dueños de una funda- tolerar la alteridad cultural. Es muy sabido que
ción compartida. la madurez implica reconocimiento y acepta-
El ícono (símbolo vivo) es el que impide ción de 10 diverso, y que los fanatismos, chau-
que un pueblo se disuelva, porque tiene la ca- vinismos y xenofobias resultan de la inmadurez
pacidad de unir desde el fragmento, a pesar de y de la inseguridad. Por analogía con la madu-
la fragmentación, pues mantiene viva la unidad rez individual y familiar, se puede obtener la
en los fragmentos mismos, que luchan para no noción de la madurez de un pueblo o de una
dispersarse, para no morir. En cambio, la con- cultura. Mientras más seguro e identificado se
trapartida de! ícono, que es e! ídolo, esclerotiza sienta un pueblo, más abierto será a otros; res-
y endurece a un pueblo, lo vuelve fanático y petará las diferencias culturales y tendrá la sere-
fundamentalista, xenófobo y enemigo de las di- nidad de enjuiciarlas también críticamente.
ferencias. El símbolo, cuando es ícono, hace to- Si en e! caso de los individuos, la aceptación
lerante y hasta solidario con las diferencias. Y, de los otros es proporcional a la madurez y se-
cuando e! símbolo es ídolo, esto es, cuando el guridad que el individuo haya alcanzado, tam-
ícono se pervierte, hace perder esa capacidad de bién la convivencia cultural será proporcional a
aceptación, e incluso hace que disminuya y has- la aceptación que un país multicultural o varias
ta peligre la cohesión dentro del mismo pue- culturas interactuando sean capaces de aceptar
blo. Es importante que, desde la identidad cul- de diferencias en e! seno o al interior de sí pro-
tural, se respete (críticamente) la alteridad cul- pios. Solamente que también, debido a esa mis-
tural, es decir, que se pueda ser tolerante con la ma madurez, la aceptación será crítica, por más
diversidad cultural, que es la más difícil de acep- que sea todo 10 abierta que se quiera. Tan falso
tar, sin perder, con todo, la capacidad de crítica, es rechazar todo 10 de una cultura distinta como
esto es, de criticar a otras culturas desde la pro- e! pretender aceptarlo todo; resulta iluso fingir
pia, aprendiendo y también enseñando (y para que no se puede enjuiciar a la otra cultura con
ambas cosas se necesita enjuiciar, criticar, pues a alguna objetividad. Inclusive es necesario hacerlo
ambas cosas tiende el diálogo). para afirmarse como cultura. Una cultura es ca-
88 U NIVERSALIDAD E INDIVIDUO IV. NOCIÚN DE CULTURA Y DE IDENTIDAD ... 89

paz de beneficiar a otra y de beneficiarse de ella. es, edificadas mediante el diálogo con el otro."
Ha de existir la capacidad de distinguir los as- Este diálogo es precisamente el que nos irá ayu-
pectos buenos y los aspectos nocivos de la cul- dando a encontrar las analogías que nos acer-
tura ajena y de la propia. Y en esa medida se quen a lo diferente, y nos capaciten para convi-
efectuará el mutuo enriquecimiento. Una ce- vir con él, en el seno de una comunidad cada
rrazón rechazadora es tan nociva como una aper- vez más abarcadora y rica culturalmente. Y,
tura indiferenciada. Hay aquí una valoración, como se ve, es a partir del conocer, asimilar y
tanto funcional como moral, esto es, tanto de compartir los símbolos del otro como podre-
cosas que simplemente sirven para que un pue- mos asimilarnos en un mestizaje o convivir en
blo se adapte a su entorno como de elementos un multiculturalismo más diferenciado.
que se evalúen moralmente. Esta crítica moral
o ética es inevitable. 5. Ética multicultural
El respeto por la alteridad tiene que ir acom-
pañado por un discernimiento de lo bueno y lo Más allá de la sola antropología, se requiere
malo de esa alteridad, y será dado por los pro- la intervención de la ontología, de la metafísi-
pios valores y patrones de conducta. Pero pue- ca. Ella podrá dar sustento (aun sea proporcio-
de suceder que poco a poco se vaya ampliando nal o analógico) para evitar que incurramos en
y enriqueciendo, y esto se hará necesariamente el relativismo extremo, que es el que nos priva-
por medio de un razonamiento por analogía, el rá de capacidad para aprender y para criticar, con
cual irá acercando los elementos diferentes por lo cual nos perdemos como cultura. Algo en lo
virtud de las características semejantes que en la que se nota este concurso necesario a la metafí-
cultura distinta se encuentren. No tenemos otro sica --,en una forma un tanto más aplicada, si
modo de construir nuestras cosmovisiones, más se quiere, esto es, como antropología filosófi-
que a partir de nosotros mismos.t'' Si no, ten- ca-, es en el problema del multiculturalismo,
dríamos una meta-cultura y una meta-filoso- o pluralismo cultural, que demanda una aten-
fía, y más bien lo que podemos ir construyen- ción a lo que es lo propio y particular de los
do es una dia-cultura y una dia-filosofía, esto seres humanos en sus culturas específicas, pero

46 Cf. S. Reding Blase, Antropología y analogía, México: Eds. 47Sobre la dia-filosofía, cf. M. Beuchot, «Fundamentación
Taller Abierto, 1999, pp. 47 ss. y 65 ss. En este libro, su analógica de la interpretación filosófica de la cultura», en S.
autora, Sofía Reding, ofrece una aplicación de la hermenéuti- Arriarán - M. Beuchor, Filosofia, neobarroco y muliiculturalis-
ca analógica a la antropología científica. mo, México: Itaca, 1999, pp. 151-152.
90 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IV. NOmON DE CULTURA Y DE IDENTIDAD ... 91

también el conocimiento (o estudio) de lo ge- versal. Una ética dialógica intercultural. No in-
neral o universal de su condición o naturaleza, curre en el etnocentrismo, pues éste significa que
a saber, esos rasgos que se encuentran como atri- se parte de la propia cultura para sólo comuni-
butos transculturales, es decir, extendidos en carse con los de esa cultura. En cambio, el uni-
todas o la mayoría de las culturas, ya que ellos versalismo sabe que puede comunicarse con
nos señalan constantes o universales que coman- todo el que tenga capacidad comunicativa. Lo
dan la estructuración de la normatividad ética, diferente será la performación comunicativa, los
la jerarquía de sus valores y el despliegue de las múltiples actos de habla con los que dialogarán
virtudes que se consideran conducentes a ese las culturas entre sí. Y, mientras más multicul-
ideal establecido. En efecto, la universalización turalidad o hibridización, habrá más riqueza.
que realiza la ética está basada en la idea de hom- Con Adela Cortina, acepto que hay una éti-
bre que le aporta la antropología filosófica u ca cívica mínima. Ésta une a los que aspiran a la
ontología-metafísica de la persona humana, y justicia, no a los que aspiran a la felicidad o vida
esta idea se presenta como un paradigma, ideal buena. Si en lo primero habrá coincidencia, en
regulativo, modelo o ícono (i.e. universal con- lo segundo se dará irremediablemente la dife-
creto) que nos orienta en la compaginación de rencia. Y allí interviene la tolerancia e incluso la
los individuos y en la armonización de las cul- solidaridad. Hay que distinguir entre la justicia
turas, que deben interactuar entre ellas. y el bien. Todas las éticas tienen una vocación
Aun dentro del multiculturalismo hay que de publicidad, y no sólo de privacidad. Las teo-
desarrollar una ética planetaria o universal. Es rías de vida buena (religión, por ejemplo) invi-
decir, que pueda orientar la globalización. En tan, no exigen o imponen. La ética cívica y la
su libro Ciudadanos del mundo (Madrid: Alian- ética religiosa no se anulan, se enriquecen. Es
za, 1997), Adela Cortina plantea algo en este un juego colaborador, no conflictivo. Pero son
sentido. Ya no se da el abismo entre clases, sino diferentes.
entre civilizaciones, es decir, entre culturas. Los mínimos se alimentan de los máximos.
Hay que partir de las culturas particulares, No basta con no absorberse, sino que hay que
pero hacia la construcción, entre todas, de una colaborar. Los mínimos de justicia se fortale-
especie de día-cultura universal, que respete las cen con las motivaciones de los proyectos de
diferencias y sea capaz de contenerlas sin bo- máximos de felicidad. Y mantienen el pluralis-
rrarlas. Sobre todo, hace falta partir de las cul- mo. Los máximos tienen que purificarse desde
turas particulares para elevarse a una ética uni- los mínimos. Una ética autónoma lleva al Le-
92 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
IV. NOCIÓN DE CUVJlURAy DE IDENTIDAD ... 93

viatán, una ética cívica se vivifica por la eticidad


prive de la palabra a ninguno, sino que se pro-
de máximos (religiosos o no). mueva el diálogo.
(
'Cómo construir una ética . universal desde Así, todas las culturas son interlocutores vá-
el multiculturalismo? A partir de él, y no a pe- lidos, y no se puede privar de la palabra a nin-
sar de él. Rawls dice: cultura política y cultura
guna, y 10 universal son ya aquí los presupues-
social. Toma como base la cultura política libe-
tos del diálogo. Y también 10 serán algunos re-
ral, para ver si es extensible, atenuándola, a ~os sultados del mismo. Toda cultura puede apor-
países no liberales. Pero Cortina señala tres In-
tar algo bueno. Unos mínimos universales ayu-
convenientes: La primera dificultad es que toma
dan a la fusión de horizontes entre las culturas,
como base la cultura política, como si la cultu-
y -según el análisis de A. Cortina- mucho
ra social no pudiera aportar nada o fuera irra-
de ello 10 aportan las religiones.
cional. ¿Es la cultura política liberal la única ra-
Los mínimos evitarían que los máximos se
zonable? La segunda dificultad es que parte del
impusieran, que se hicieran obligatorios. Y los
contrato social; en cambio, la religión parte de
máximos evitarían que los mínimos fueran fríos
la alianza. La tercera dificultad es que tiene un
y sólo obligatorios. Lo obligatorio son los mí-
método hermenéutico coherentista, que propo-
nimos, los máximos no pueden serlo. Son una
ne un constructivismo político, y no uno mo-
invitación entusiasta, una propuesta animosa.
ral. En cambio, una hermenéutica crítica inma-
Nada más. Pero la obligación requiere entusias-
nente no trataría de partir de una cultura, sino
mo, y el entusiasmo necesita algo que 10 con-
de leer en todas 10 universal. Como 10 hace, al
tenga o detenga. Por eso llegan a complemen-
menos en parte, M. Walzer. Encontrar en las
tarse.
culturas particulares los elementos que se com-
parten.
6. Síntesis
Lo que propone Adela Cortina es construir
una ética dialógica intercultural. Desde una ra-
En síntesis y conclusión, 10 más central y
zón práctica universal, consciente de ser una ra-
propio de cada cultura es su carga simbólica.
zón impura, i.e. que se hace históricamente y a
Así, la identidad de un pueblo está más cargada
través de las distintas culturas. Pero esta razón,
a la identidad simbólica que a otras que pueda
a la altura de nuestro tiempo, ya exige unos
tener. La alteridad se le presentará como pro-
mínimos. Por ejemplo, que todos los seres hu-
blema de aceptación o rechazo de los símbolos
manos son interlocutores válidos; que no se
del otro, o de la otra cultura. Y lo que alcance a
94 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓN POR
TRADUCCIÓN INTERCULTURAL
tolerar, o respetar, o reconocer y aun a asimilar, y UNIVERSALIZACIÓN
estará en proporción directa con su capacidad POR SOLIDARIDAD.
de integrar los símbolos ajenos con los suyos POTENCIACIÓN DE LO ANALÓGICO
propios. Es, por eso, urgente el estudio y la com- EN LAS RELACIONES HUMANAS
prensión de la simbolicidad de los pueblos; es DENTRO DE LA SOCIEDAD
necesaria una hermenéutica de los símbolos cul-
turales, y ésta tiene que ser una hermenéutica
analógico-icónica, capaz de mostrar la tensión 1. Planteamiento
entre los símbolos fundacionales, que sujetan
al pasado originante y las utopías reguladoras,
que proyectan y distienden hacia el futuro casi a actual globalización es algo que pa-
sin término. rece amenazar a las culturas y no en-
Hay por lo menos unos mínimos, tocantes riquecerlas. Por eso se ha vuelto uno
a la justicia, en los que las diversas culturas se de los problemas filosóficos más ál-
pondrán de acuerdo sin tanta dificultad. Pero gidos de nuestro momento, pues se presenta de
hay unos máximos, tocantes a las distintas con- una manera incontenible. La globalización se
cepciones de la vida buena, o calidad de vida, o nos muestra como una especie de universaliza-
felicidad, en los que el acuerdo será difícil, pero ción, innegable y preocupante. Eso nos plantea
sobre los que, por lo mismo, el diálogo será el problema de qué tipo de valores se están glo-
necesario. Y es la fuerza misma del diálogo -y balizando, y si no son más bien anti-valores,
de la actitud dialogante y abierta- la que hará o cómo podemos frenar algunos y promover
posible el mayor número de los acuerdos, mu- otros, o incluso cómo proponer los que nos
chos de ellos nacidos de la tolerancia, la solida- interesan. Pero tampoco es el caso encerrarnos
ridad, el respeto y la amistad con los demás en los particularismos. Se puede buscar una vía
hombres. intermedia que nos ayude a salir de este atolla-
dero filosófico. En el fondo, se trata de la cues-
tión de cómo universalizar y qué sentido tiene
hacerlo. Hay que resistir a la globalización en
ciertas cosas, pero también hay que globalizar
otras. Ciertamente hay que resistir a la globali-

[95]
96 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN...

zación económica, a ese neoliberalismo despia- tación analógica, que aplicaré a la cuestión so-
dado y procaz que se nos quiere imponer, pero cial como universalización solidaria.
hay que globalizar ciertos valores que ayuden a
mejorar las condiciones de vida de todos los seres . 2. MacIntyre y la traducción intercultural
humanos en el planeta; hay que tener la sufi- como segunda lengua materna
ciente imaginación para poner a interactuar a
las culturas haciendo que se beneficien, no que Para globalizar o universalizar requerimos re-
se destruyan. solver el problema de la comunicación entre
Sin embargo, un gran número de nuevos fi- culturas. Dicho problema radica en el tan pro-
lósofos descree de la universalización, y busca clamado relativismo cultural, que considera que
refugiarse en el contextualismo y el relativismo, los valores de una cultura son inconmensura-
por lo que muestra su oposición a lo universal, bles con los de otra; no se pueden poner en re-
a lo global. Claro que no hay que globalizarlo lación de comparación. Veamos cómo lo afron-
todo, sino que hay que saber qué conviene glo- ta uno de los teóricos más recientes, Alasdair
balizar. Frente a esos relativismos a ultranza, tra- MacIntyre. Nos dice que lo que caracteriza a
taré aquí de defender la universalización o glo- una cultura, sociedad o tradición -como él
balización, pero proponiendo una forma de ella prefiere llamarla- son las virtudes que promue-
que tome en cuenta lo particular, el pluralis- ve. Son los principales valores en ella. En efec-
mo, y que no renuncie a rescatar lo común, lo to, son ciertas virtudes las que conducen a cum-
que comparten diferentes culturas. Será una uni- plir o alcanzar la calidad de vida, esto es, los
versalización analógica, que nos haga comuni- bienes, en una sociedad determinada. Pero, en-
car entre culturas, entre sociedades, y, sobre tonces, de acuerdo con las sociedades y las prác-
todo, que, empujándonos a la solidaridad, nos ticas, esto es, las formas de vida, son las virtu-
haga comunicar entre individuos de una mis- des que se tienen como valiosas. Mas, si las vir-
ma sociedad, en la que se borren las injusticias tudes dependen de los bienes de cada tradición,
y, sobre todo, la despreocupación por el otro. ¿cuáles serán las virtudes auténticas? ¿Cómo de-
Procederé en ese orden; primero veré algunas cidir entre ellas? MacIntyre trata de evitar el re-
dificultades e intentos respecto de la universali- lativismo y el perspectivismo, alegando que cada
zación-globalización intercultural, en concreto tradición concede a las otras cierta autoridad,
los de Alasdair MacIntyre y Paul Ricoeur, y des- pero las critica con base en las creencias y habi-
pués presentaré mi propuesta de una interpre- lidades de que dispone. Así se origina una inte-
98 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN... 99

racción e incluso un cambio entre ellas mismas. creta, porque se puede juzgar entre ella y otra
Además, al igual que diferentes culturas, hay mediante la traducción de sus contenidos. Se
diferentes etapas en la historia de una cultura, aprende la lengua de la otra tradición como una
que deben compararse y criticarse. El criterio se segunda lengua materna, y con ella se puede
encuentra en lo que se tiene de momento en el conocer y aprender lo que de suyo es intraduci-
presente y en lo que se espera en el futuro de esa ble a la primera. Los nuevos conceptos adquiri-
tradición. dos o aprendidos superan a los de las dos tradi-
Así, por una parte, se revisan las ideas de di- ciones anteriores. Se enriquecen la una a la otra.
ferentes etapas de la misma tradición; se exclu- Pero sólo vivenciando eso intraducible de la se-
yen algunas y se conservan otras. Igualmente, gunda lengua, esto es, haciéndola otra lengua
se consideran otras culturas, y se adoptan ideas materna como la primera, se puede llegar a po-
de ellas y se las hace pertenecer a la tradición seer una cierta traducción adecuada. Se parte del
propia. Es el rejuego de la continuidad y la in- propio lenguaje, se reconoce la propia tradición,
novación. De esta manera MacIntyre pretende a saber, que no hay principios universales váli-
evitar una concepción relativista de la verdad." dos para todo independientes de la propia tra-
Es precisamente mediante una noción o mode- dición, y de ahí se pasa a entablar un diálogo
lo de desarrollo o aprendizaje. En cuanto a las argumentativo con las otras tradiciones para bus-
afirmaciones referidas a un tiempo y espacio car lo que hay de universal en ellas. Por eso hay
específicos, se usa el concepto de asertabilidad que abrir un espacio en nuestros límites cultu-
garantizada, pero eso no afecta al concepto de rales, para que podamos comprender las cate-
verdad, que es atemporal, reconoce que la opi- gorías de los otros.
nión expresada en una afirmación es de hecho MacIntyre, pues, resuelve este problema de
adecuada a su objeto. MacIntyre quiere, pues, la globalización intercultural con una especie de
escapar al relativismo; la suya es una propuesta inmigración, un cierto aprendizaje de la sobre-
universalista (aunque algunos lo han acusado de carga de sentido, de la pérdida de algo de éste, y
relativista en el fondo). de la recuperación del mismo. Un aprendizaje
Según él, tampoco la verdad es relativa a eta- de la práctica de la integración, en lo cual con-
pas de una tradición, ni a una tradición en con- siste la virtud misma, la proporción o pondera-
ción, la acción mesurada, que procura recupe-
rar y asimilar, aunque es consciente de la pérdi-
Cf. A. MacIntyre, Whose ]ustice? Which Rationality?, Notre
48 da inevitable y de la irreducible diferencia.
Dame: University ofNotre Dame Press, 1988, pp. 355-365.
100 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓNPOR TRADUCCIÓN ... 101

Esto es un avance en la solución del proble- sentido metafórico, que sobrepasa al otro. Pero
ma. Sin embargo, la dificultad con Maclntyre tampoco se puede traicionar completamente el
es que, aun cuando quiere ser universalista, no sentido literal, pues la metáfora se convertiría
se ve cómo supera el relativismo cultural; ya en alegoría, y hasta se correría el riesgo de hacer-
que, si la idea de bien depende de la tradición, la incomprensible, o paradójica, o de triviali-
un profeta de una tradición puede condenar a zarla. Así, se da una tensión entre la verdad lite-
otra al exterminio. Por eso hay que buscar el ral y la verdad metafórica. La verdad de la me-
modo de dar a nuestras nociones de verdad y de táfora se encuentra en el punto nodal de esta
bien algún modo de mayor validez universal. tensión entre la verdad literal y la verdad meta-
fórica; en la intersección donde las dos interac-
3. Ricoeur y la traducción intercultural túan para darse vida, como el leño y el fuego en
metafórica o tensional Heráclito.
Esta racionalidad metafórica de Ricoeur nos
También la teoría de la metáfora, o de la her- ayuda al diálogo intercultural, por su apertura
menéutica como metaforización, de Ricoeur, para pasar de lo familiar a lo nuevo. Logra la
nos ayuda a estudiar la relación entre las cultu- intersección. Ricoeur da por supuesta la relati-
ras. En alguna medida la metáfora es un idio- va autonomía e intraducibilidad de las cultu-
ma. Es el idiolecto del poeta, del metaforiza- ras. Pero hay un espacio o lugar en el que pue-
dar. No la comprendemos completamente den interactuar, hacer intersección. Dice Ricoeur:
como él. Hay en ella dos tipos de sentido: el «No hay un 'lugar' ... desde donde se pueda per-
literal y el metafórico. Lo que dice no puede cibir todo el campo de las culturas. Esto es ver-
interpretarse literalmente, porque se la traicio- dad. Pero tampoco estamos condenados a osci-
naría; tiene que interpretarse metafóricamente, lar entre el fanatismo y el esteticismo. Por una
y entonces lo que es metafórico no correspon- parte, percibimos siempre el campo cultural
de con la literalidad de la expresión. Hay que ir completo desde algún lugar. Y percibimos la
más allá de lo literal, y «traducir» eso que se diversidad cada vez más cerca. Cualquier esfuerzo
halla en lo metafórico. Hay, pues, una doble por comprender es un esfuerzo situado. Pero,
verdad en la metáfora, una verdad literal y una por otra parte, no podemos practicar una tradi-
verdad metafórica. El sentido literal sólo nos ción sin introducir la conciencia crítica de su
lleva a una verdad literal; por eso hay que en- relatividad con respecto a otras tradiciones.
contrar la verdad metafórica, dependiente del Cualquier esfuerzo por reanudar de forma crí-
102 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÚN POR TRADUOCIÚN oo. 103

tica una herencia del pasado irá, desde ahora, justicia, la veracidad y el valor. Pero le falta con-
acompañado por el sentimiento de su diferen- vencernos de que son las mejores y las más ex-
cia con esta o aquella visión del mundo. La aper- tendidas, una suerte de universales culturales.
tura hacia las demás culturas es hoy la condi- Yo creo que esto podría hacerlo analogizando
ción de nuestra adhesión a un centro de pers- su posición, inyectándola con la analogicidad
pectiva. La tensión entre 'lo propio' y 'lo extra- que permita el que se dé cierta diversidad en la
ño' forma parte de la interpretación, a través de consecución de la justicia, así como el bien es
la cual intentamos aplicarnos a nosotros mis- análogo; que la veracidad tiene grados, como la
mos el sentido singular de una tradición con- verdad es análoga, y que el valor es un justo
creta»;" También aquí, como en el caso de la medio, como de hecho lo es toda virtud moral.
metáfora, se trata de una intersección, de una Me parece que la postura de MacIntyre preten-
interacción; más propiamente, de una tensión; de ir demasiado a la univocidad, por exigir com-
es una verdad tensional, producto de un encuen- pleta igualdad a las virtudes que propone, yeso
tro y un diálogo tensionales también. mismo la hace caer incurrir en la equivocidad.
La analogía la centraría a sus justos límites. De
4. Breve evaluación de posturas hecho, su idea de traducir de una cultura a otra
exige que sea una traducción analógica.
La postura de MacIntyre, como ya apuntá- En el caso de Ricoeur, su teoría es muy apro-
bamos, se puede aprovechar en cuanto a la pro- vechable para un pluralismo analógico, ya que
puesta de que se traduzca una cultura a otra apro- él toma como modelo de comprensión la in-
piándonos de su lengua como una segunda len- terpretación (o traducción) de las metáforas, y
gua materna. N o será como la primera, pero la metáfora es una de las formas de la analogía.
será suficiente. El problema con MacIntyre es Es una tensión entre el significado literal y el
que no parece superar del todo el relativismo. metafórico. El peligro de esto es que la metáfo-
Dice que hay algunas virtudes que ayudan a ra es la analogía que más tiende a la equivoci-
conseguir el bien dentro de una tradición. Más dad. Por eso me parece mejor utilizar como
aún, dice que hay tres que él encuentra cons- modelo de comprensión y conocimiento la ana-
tantes en las diferentes tradiciones, que son la logía sin más, con todas sus clases, y no sólo
una de ellas, como es la metáfora. Creo que si
se adopta este modelo o paradigma más am-
49 Cf. P. Ricoeur, «Introducción» a Varios, Las culturas y el plio, con todas las formas de la analogía (Le.
tiempo, Salamanca: Sígueme-UNESCO, 1979, p. 35.
104 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÚN POR TRADUOCIÚN... 105

incluyendo también la metonimia, que es el todo con la más desvalida de las dos culturas
procedimiento de la ciencia), se tendrá una más que se mezclan. Hay un mestizaje que hace car-
amplia gama para tipificar el conocer, tanto en gar a una de las dos culturas con el mayor peso,
la analogía de atribución como en la de propor- hasta llegar casi a destruirla. Es lo que ha suce-
cionalidad. Veremos cómo me parece que esto dido en México, donde el mestizaje se hizo a
puede aplicarse para llegar a la universalización expensas de lo indígena y en beneficio de lo es-
o globalización, en el ámbito de lo cultural y, pañol; pero no tiene por qué ser así, sino que se
sobre todo, de 10 ético y social. puede lograr un mestizaje en el que las pérdidas
Pero antes deseo hacer notar que, tanto en el y las ganancias sean proporcionales, equilibra-
caso de MacIntyre como en el de Ricoeur, hace das, justas. Y es donde opera y funciona la idea
falta radicalizar un poco más esa tensión o inte- de la solidaridad. Las dos culturas que se mez-
racción entre culturas que se da en el pluralis- clan en el mestizaje pueden ser solidarias. No
mo cultural y tal vez llegar a la misma noción como los mestizos mexicanos, que muchas ve-
de mestizaje. En un sentido metafórico, pero ces renegaron de lo indígena para acercarse a lo
bastante real y aplicable a la situación de la glo- español, de una manera interesada. Si se vive la
balización y la interculturalidad. Aquí se apli- solidaridad, podremos efectuar una simbiosis o
can las dos nociones que venimos explotando: mestizaje en donde no se desprecie a ninguna
traducción y solidaridad. El mestizaje sirve para de las dos culturas (o más) que se reúnan, ni
hacer traducción, la mejor traducción en efec- donde se explote a una, o se le haga injusticia.
to, ya que consiste en participar de las dos cul- El encontrar el auténtico sentido del mestizaje
turas. Es el adquirir una segunda lengua mater- ayudará a realizar una simbiosis proporcional o
na, de MacIntyre, pero también es mucho más. analógica, esto es, que guarde suficientemente
Es compartir aspectos del mundo de la vida, o las porciones de cada una de las culturas, o, si se
del juego del lenguaje y la forma de vida de las quiere, que descubra la proporción de cada una
dos culturas. Claro está que no se puede com- en que se debe hacer la mezcla. Para ello no hay
partir todo, y que una y otra cultura perderá receta, pero sí un trabajo intuitivo y prudencial
algo si se considera cada una en sí misma, pero de búsqueda, y además el procurar realizar una
ganará también algo, quizá mucho, si se consi- especie de justicia intercultural. Es la condición
dera la conexión o intersección de ambas. Es un que nos pone toda hermenéutica: asimilarnos
mestizaje cultural, más que étnico o racial. El en alguna medida a lo interpretado.
mestizaje también ayuda a la solidaridad. Sobre
106 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÚN POR TRADUCCIÚN... 107

5. Natura y cultura: porciones, proporcionalmente, con la carga de


quiasmo, analogía y limite indefinición que esto conlleva. Pero se dará un
algo en cierta medida definible, como hemos
Comencemos con los aspectos culturales. dicho, con una definición o delimitación múl-
Buscamos una salida hacia lo común, sin negar tiple, analógica. Es según las porciones de lo que
las diferencias, entre las culturas. En efecto, se reúne, sin poderlas fundir, confundir u homo-
ha dicho que estamos atrapados en el relativis- geneizar, porque lo analógico, oscilante entre lo
mo, y que eso impide la universalización. Que unívoco y lo equívoco, padece más de lo se-
no hay más que particulares relativos a sus con- gundo que de lo primero. Padece cierta equivo-
textos. O que no se puede universalizar a partir cidad; sin embargo, alcanza cierta univocidad,
de uno mismo, o a partir de una cultura deter- la suficiente para entendernos; y en eso consiste
minada, pues lo primero recaería en el particu- su poder cognoscitivo.
larismo y lo segundo pecaría de etnocentrismo. Pues bien, tomemos un ejemplo. Se dice que
Con ello se dice ahora que el lenguaje devo- la naturaleza ha sido devorada por la cultura,
ró al ser, la cultura a la naturaleza, la hermenéu- por la técnica, por el artificio. Así, el dictum de
tica a la ontología. Pero lo que se ve es que se Max Weber establece: «No hay nada tan natu-
necesitan el uno al otro, que esas díadas forman ral que no sea ya artificial», pero se puede rever-
símbolos, que sus elementos no pueden estar el tir. Sí, es cierto, no se niega; pero también es
uno sin el otro. Si desaparece el ser, desaparece cierta la conversa: «No hay nada tan artificial
también el lenguaje, ya que el lenguaje es «la que no conserve algo de natural». Y así se efec-
casa del ser», como decía Heidegger; y el ser es túa el regreso reflexivo, una paridad, un argu-
el contenido del lenguaje, lo dicho por la len- mentum a pari ratione en la lógica tópica; y, en
gua. ¿Por qué pensar en enfrentados, y no más retórica, un quiasmo. Que no es sino dar a cada
bien en concordados o reconciliados? Recorde- elemento su porción, salvar la proporcionali-
mos el dictum de Anaximandro: cuando un ele- dad, guardar la analogía. Por eso la analogía tie-
mento devora a otro, le comete una injusticia, ne cierta coincidencia con el quiasmo retórico.
injusticia cósmica, comete injusticia a todo el El quiasmo es la figura retórica que consiste en
cosmos (porque son correlatos, y si desaparece darle la vuelta a una proposición, para que se
uno de ellos desaparece la relación). No se trata vea que de alguna manera contiene verdad. en
de que quede algo dpeiron, es decir, indefinido ambas direcciones o sentidos, y que por eso en
e indeterminado, sino definido en sus distintas cada uno de ellos debe ser matizada o modera-
108 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN... 109

da. Lo cual tiene mucha semejanza con el razo- 6. El suicidio del relativismo
namiento por analogía, con la analogía misma,
que es proporcionalidad. El quiasmo fue un pro- Al relativismo extremo le acecha siempre el
cedimiento discursivo o argumentativo muy peligro de la autorrefutación. En efecto, los re-
usado por Merleau-Ponty, en 10 cual se nota lativistas caen en la paradoja de que, si pueden
que estaba muy cercano a ese espíritu analógico interpretar textos de otras culturas de manera
que deseo recuperar para la hermenéutica y para relativamente adecuada, mediante la «fusión de
el discurso. 50 horizontes», se escapan de los límites de sus pro-
Uniendo el quiasmo y la analogía, se los pios horizontes. Más aún, el relativismo abso-
puede comparar con el pensamiento del límite, luto, que dice que todas las cosas son relativas
de Eugenio Trías (por ejemplo en sus libros Los (al modo como 10 hace Wittgenstein), se está
límites del mundo y Lógica del límite). El que se saltando sus límites al decir eso, y en realidad
encabalga en los límites de dos cosas, donde ellas está adoptando una perspectiva trascendental,
se tocan, puede mirar hacia las dos partes, no universa1ista. (Algo paradójico, una perspectiva
renunciar a ninguna de ellas. Al que se coloca universal, esto es, una perspectiva que no es
en los límites del lenguaje y del ser, donde am- perspectiva, sino visión completa.) Con ello
bos se tocan, no se le fusionan, no se funden, caen en una postura ya no absolutamente rela-
conservan sus límites, ninguno devora al otro. tiva, sino relativamente absoluta o trascenden-
¿Por qué renunciar al ser en favor del lenguaje? te; y, por 10 mismo, ya no con abso1utidad en
¿Por qué privarse de uno si el otro no necesita cuanto a su relativismo, sino por 10 menos re-
de su muerte para poder vivir? El andlogon es 10 lativamente relativa. Es por ello que la única
que se sitúa en el límite, en el encuentro, y le postura consistente es el relativismo relativo
respeta a cada uno su límite, su porción, su pro- (que parece equivaler al absolutismo relativo).
porción. Transgredir sin violentar. No elimina En todo caso, es un relativismo que permite
a ninguno de los que tocan el límite, sino que algún monto de absolutismo, es decir, algunas
los ubica, los contextua1iza. cosas, aunque pocas, que no sean relativas sino
absolutas. El ser relativismo relativo hace que
sea una mezcla de relativismo y absoluto. En
efecto, el que dicho relativismo sea relativo im-
50 Cf. M. T. Ramírez, El quiasmo. Ensayo sobre la filosofía de
plica que no fue puro relativismo (como en el
Maurice Merleau-Ponty, Morelia: Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, 1994, pp. 41-42. relativismo absoluto), que no todo 10 que abar-
110 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN oo. 111

ca es relativo, sino que hay elementos absolu- interior de una misma cultura, tradición o so-
tos (como en el absolutismo relativo), pero son ciedad, al ámbito de lo ético-social, y no sólo al
pocos. Son más las cosas relativas y contingen- de lo antropológico, ya que allí tenemos que
tes que las absolutas y necesarias. diluir las desigualdades sin imponer una uni-
De lo que se trata entonces es de no perder formidad homogénea. Pero hay un grave pro-
ni la universalidad ni la perspectiva. Hay que blema: la ética (o la ley) no puede estar total-
hacer compatibles universalismo y perspectivis- mente supeditada a la decisión del grupo, a la
rno, dentro de un pluralismo cultural no partí- convención. Tiene que haber algo más, que haga
cularista, sino universal. Se puede tener un uni- que lo intersubjetiva apunte a lo objetivo. Ha-
versalismo que no pierda de vista las perspecti- bermas y Apel añaden por eso el trascendenta-
vas, los contextos, los marcos conceptuales, las lismo, para evitar que todo dependa del con-
proporciones: un universalismo proporcional o senso. Sobre todo Apel, insiste en un a priori
analógico. Este no incurre en contradicción. trascendental de la, comunicación, que evita que
Sobre todo, no incurre en contradicción analó- la intersubjetividad se reduzca a la suma de las
gica, pues guarda la mismidad según el sentido subjetividades, sin poder dar la objetividad; se
analógico en el que se habla. No busca una apli- trata de que resulte la objetividad, que es algo
cación unívoca de la no contradicción, según la más que esa suma de subjetividades. El modo
cual todo tiene que ser unívoco para no contra- como la intersubjetividad nos lleva a la objeti-
decirse, sino que guarda una mismidad analó- vidad no es meramente por el consenso, sino
gica, sin incurrir en contradicción (análoga). El que requiere de algo más. Apel dice que su mé-
universal se nos da en perspectiva, particulari- todo es Habermas + Kant, yo quisiera decir que
zado en la realidad, distribuido en los indivi- mi método es Habermas + Aristóteles. ¿Por qué
duos, implícito y atemático, en contextos dife- no? Si Apel logra la objetividad mediante la
rentes; pero de ellos, por abstracción, el intelec- noción de a priori trascendental de Kant, a mí
to nos hace conocer lo universal y podemos me parece que puede lograrse con la noción de
manejarlo cognoscitivamente. abstracción analógica de Aristóteles (y, sobre
todo, de Cayetano). El Estagirita centra su gno-
7. Ética y diálogo seología en la abstracción, que implica tener con-
fianza en el poder cognoscitivo del intelecto.
Después de haber visto las cuestiones relati- Ciertamente no basta con esto solo, pero tam-
vas a la interpretación cultural, nos toca pasar al poco basta el solo consenso. En cambio, contar
112 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN... 113

con ambas cosas puede ayudar a rescatar, den- nivel práctico, para universalizar o globalizar el
tro del giro pragmático, a Aristóteles. Tanto bien y la justicia al interior de una misma cul-
Bolzano como Peirce, ambos preocupadísimos tura, tradición o sociedad (aunque también
por la objetividad, dudaron o descreyeron de puede hacerse hacia las otras), como lo veremos
Kant y volvieron su mirada a Aristóteles y la ya para finalizar.
escolástica? en busca de un realismo pragmáti-
co. Ambos sintieron insuficiente o deficiente la 8. Solidaridad o amistad social
lógica de Kant, y su consideración de la intui-
ción intelectiva. Sobre todo a Peirce (que tanta La analogía encuentra, en el ámbito de lo
influencia ha tenido sobre Apel) le pareció que sociopolitico, la modalidad de la justicia, pero
tiene que haber un tipo de procedimiento cog- también de la solidaridad o amistad social. Es
noscitivo que lleve a universales que posibiliten tan necesaria esta última virtud en la sociedad
la plena objetividad del conocimiento. Rehuyó de hoy, que muchos la han visto igual de deter-
fuertemente el nominalismo o particularismo minante que la justicia. La sociedad en su as-
(como el que tenía, en su tiempo, James, y pecto de estado es la que garantiza el derecho, y
como el que ahora caracteriza a Rorty), y se aco- para ello se necesita la virtud de la equidad o
gió a un realismo que algunos han llamado «es- justicia. Pero hay muchas cosas que escapan a la
colástico», porque se inspiraba en Juan Duns injerencia del estado, y es donde se necesita la
Escoto. De manera un tanto diferente, yo he colaboración de los ciudadanos, la preocupación
querido conjuntar ese realismo escolástico de de unos por otros, yeso requiere de la virtud de
Peirce con la analogía, que está presente en él, a la amistad social o de la solidaridad. Esto se da
pesar de su escotismo. Esta perspectiva analógi- en todos aquellos casos en los que se tiene que
ca o analogizante me servirá tanto en el nivel renunciar a algo de los propios derechos, para
teórico, para permitir la universalización o glo- dar espacio a los demás, ya sea por vía de tole-
balización de valores y principios en las cultu- rancia o de la donación o gratuidad. Por ejem-
ras, transculturalmente, como también en el plo, esto se da en cuestiones de ideas sol-re la
propia felicidad y realización. Pero eso vi, más
allá de la justicia, de lo que puede asegurar el
51Cf. A. Coffa, «Invitación a la lectura de Bolzano», en Revista
Latinoamericana de Filosofía (Buenos Aires), XIII2 (1986), pp. estado, y entra en el plano de lo que debemos
131-142; M. Beuchot - J. Deely, «Cornmon Sources for the concedernos entre todos. Por eso es tan impor-
Semiotic of Charles Peirce and John Poinsot», en The Review tante en la actualidad; pues, aun cuando hay
ofMetaphysics, 48 (1995), pp. 539-566.
114 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO V. GLOBALIZAOIÚN POR TRADUCCIÚN... IIS

mucha unificación en cuanto a los derechos fun- tú implica al yo desde el cual es dicho, el noso-
damentales, hay una gran diversidad en cuanto tros implica al tú y al yo por los que es pronun-
a lo que se piensa que es la vida mejor, la felici- ciado. Sólo que el yo debe salir del univocismo
dad; y es donde tiene que entrar la solidaridad, de su mismidad solipsista, autista e impositiva,
para permitir lo que cada individuo o cada gru- prepotente. y no basta con que salga a una eu-
po decida. foria equivocista, nominalista y particularista,
y esto es ya un procedimiento de universali- en la que cada quien es irremisiblemente dis-
zación o globalización, no solamente por el in- tinto del otro, sin punto de conmensuración.
telecto o la razón, sino también por el afecto y Tiene que haber diferencia pero también con-
la amistad, por la empatía, que se allega a la veniencia, así sea sólo de semejanza. Y en esto
razón y la impulsa. Es un universalismo que no consiste la captación analógica del prójimo. Más
se queda en la sola universalidad racionalista, allá de la mismidad y de la diversidad, en el
sino que trata de dar cuenta de la diversidad, entorno de lo que es en parte semejante y en
pues si una cosa permite la amistad o solidari- parte desemejante, predominando la diversidad.
dad es la identidad propia, y, por lo mismo, la Porque cada uno es diferente, pero puede coin-
diversidad propia, ya que lo que identifica dis- cidir con el otro, con los otros, de manera pro-
tingue, y este respeto por la diferencia se da por porcional, cada uno con su porción de yo, de
la empatía y al mismo tiempo es trascendida tú y de nosotros. Más allá del eros posesivo y
por ella, hacia una universalización situada, con- del thdnatos nihilista, está el dgape analógico,
textualizada y analógica. Pues, así como no in- acogedor del otro y de los otros, dejándolos ser
curre en la universalización simplista y univo- ellos mismos, diferentes, y no que su ser y su
cista, tampoco cae en el contextualismo equi- mismidad se aniquile por completo en una fu-
vocista del relativismo extremo. sión sin límites. Hay una fusión amorosa, que
no rompe límites, que los respeta, y así no es
9. Síntesis: la comunidad de diálogo, a la confusión. Es lo que le faltó a Lévinas, no se
vez dialógica y analógica trata de perder el yo para encontrar a los otros,
se trata de perder algo para encontrarlo en los
También se ha dicho que la comunidad de- otros, en el nosotros, en el dgape, en la comuni-
voró al individuo, al sujeto; que en lugar del yo dad analógica (ni unívoca ni equívoca) en la que
debe darse el tú, el otro o bien el nosotros. Mas cada quien es cada quien y, sin embargo, es un
para eso mismo se requiere que se den todos. El nosotros universal, con universalidad analógi-
116 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVERSALISMO
Y EL PARTICULARISMO EN LA
ca. En la que a cada quien se le preserva y se le ARGUMENTACIÓN, DESDE
respeta su porción (de ser, de hablar, de amar, LA PERSPECTIVA DE LA ANALOGÍA
etc.), y con ello se tiene una fusión y una co-
munión, una comunicación, una comunidad,
a la vez proporcionales todas, de manera análo- 1. Planteamiento
ga y justa.
Lo dice, de alguna manera (y con mucha be-
lleza) Octavio Paz, y con ello quisiera terminar no de los lugares donde más direc-
estas reflexiones: tamente se plantea el problema de
la universalidad y la particularidad
¿la vida, cuándo fue de veras nuestra? frente a la cultura es en la teoría de
¿cuándo somos de veras lo que somos?, la argumentación, en la utilización viva de la
bien mirado no somos, nunca somos lógica, que es el diálogo. Por ello, en este capí-
a solas sino vértigo y vacío, tulo me propongo revisar las posibilidades de
muecas en el espejo, horror y vómito, la universalización en la argumentación, en el
nunca la vida es nuestra, es de los otros, diálogo argumentativo, para ver la tensión que
la vida no es de nadie, todos somos se da entre los eternos contendientes: universa-
la vida -pan de sol para los otros, lismo y particularismo. Entiendo por universa-
los otros todos que nosotros somos-... 52 lismo, en este caso de la argumentación dialó-
gica, la idea de que se pueden encontrar princi-
pios válidos para toda forma de racionalidad y
valores que tendrían que ser adoptados por to-
dos los individuos y todas las culturas; y por
particularismo la posición contraria, a saber, la
de que no hay ningún principio válido para toda
forma de racionalidad ni algún valor que hayan
de compartir todos los individuos y culturas,
sino que todos se dan de acuerdo a un contexto
particular. La eterna polémica entre el universa-
52 O. Paz, Piedra de sol, con nota introductoria de R. Xirau, lismo y el particularismo ha adquirido en la: ac-
México: UNAM (Material de Lectura, serie poesía moderna,
n. 7),1978, pp. 19-20. [117J
118 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
VI. EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO... 119

tualidad matices que privilegian demasiado a nera de universalizar válidamente es mediante


este último. Quisiera, por ello, reflexionar so- el diálogo, el consenso (en la línea de Apel y
bre la universalización de cara a algunas de esas Habermas), pero se niegan diferencias muy
objeciones o dificultades que el particularismo importantes entre los individuos y los grupos o
ha planteado al universalismo. Me preocupa el culturas. Me parece que buena parte del pro-
que se ha querido resolver por lo que yo deno- blema reside en lo extremo de las posturas más
minaría «tensiones externas» del discurso, bus- frecuentes. El relativismo es un equivocismo
cando el equilibrio de una manera extrínseca, insostenible, y el universalismo del consenso
obligada por las mismas tensiones de los con- pide demasiado, una perfecta univocidad en la
ceptos en pugna, como el extremo universalis- comunicación y en el acuerdo; y, como no la
mo y el extremo particularismo, siendo que es consigue, ha derivado a mínimos demasiado mí-
posible dar a los conceptos condiciones que, rumos.
desde su mismo interior, los dinamicen de tal Puede haber una postura intermedia, una op-
forma que se llegue a una postura intermedia y ción distinta, una propuesta que evita el equi-
moderada. Esa postura moderada que propon- vocismo del particularismo y el univocismo del
go, entre el universalismo y el particularismo, universalismo rígido y aun de los teóricos del
es en realidad un pluralismo, pero prefiero lla- consenso, que me parecen demasiado univocis-
marlo «universalismo analógico», porque veo taso Trataré de presentar un tipo de universali-
que la amenaza más fuerte hoy en día es el par- zación que recoja la lección de los particularis-
ticularismo relativista. Me preocupa que, por tas, que rehuyen la univocidad, por involucrar
miedo a los problemas que tiene el universalis- imposición, y que también aprenda la lección
mo, se ha ido a un relativismo muy extremo. de los consensualistas, que rehuyen la equivoci-
Por una parte, se niega o se restringe mucho dad, por involucrar incomunicación; a saber,
la posibilidad de universalizar válidamente, ale- propondré una universalización analógica, que
gando que todos nuestros conceptos y térmi- tome en cuenta lo más que se pueda las diferen-
nos son ambiguos (como dice Derrida) o ale- cias en juego, pero que también alcance el gra-
gando que no podemos decir nada que no esté do de uniformidad que sea factible. Y trataré
enteramente determinado por y sea completa- de presentar dicha propuesta de manera que re-
mente relativo a un contexto particular (como coja asimismo la lección de los teóricos del diá-
sostiene Rorty). Por otra parte, se dice que la logo, pero sin que se empobrezca tanto que lle-
universalización es posible, y que la única rna- gue a universales casi sin contenido.
120 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO... 121

2. Los universales análogos ca a los individuos, o se predica de los sujetos,


de manera en parte igual y en parte diferente,
He dicho que haré la propuesta de una uni- pero predominando la diferencia. Por ejemplo,
versalización analógica o análoga, sobre todo en los términos «bien común», «justicia» o «jus-
cuanto a los principios presupuestos para el diá- to», y otros, tienen que usarse de esta manera.
logo. Ya en el capítulo segundo he expuesto lo El universal analógico no prescinde perfecta-
que es la analogía. Por ello sólo traeré aquí lo mente de sus individuos, tiene que dar cuenta
que sea imprescindible para decir qué entiendo de la diferencia que guardan entre sí. Sólo tiene
por «universalidad analógica» y «discurso ana- unidad proporcional; pero la suficiente para
lógico». entender lo general. Lo que predomina en él es
Como se ha dicho, la analogía es a la vez un la diferencia, y tiene que salvaguardarse. Cada
modo de significación y un modo de predica- elemento que aglutina es visto en la perspectiva
ción. Cuando es predicable, suele ser universal; de esta diferencia predominante y se busca es-
por ello es algo que se aplica a los términos an- clarecer la proporción que le toca de esa unifor-
tes que al juicio y a la argumentación, pero que, midad. Así, la universalidad analógica preserva
por supuesto, también se aplica a estos últimos. las diferencias, pues el universal análogo no abs-
Parte de reconocer, como hace Aristóteles, que trae o prescinde perfectamente de sus inferiores
algo se dice de muchas maneras.53 Es aceptar que o individuos; tiene que atender a sus diferen-
un término tiene diversos significados y se apli- cias, pues de otra manera se hace traición en la
ca de distintos modos a sus diversos sujetos, abstracción. Cuando obtengo un concepto uni-
según el contexto de uso, según la hermeneia o versal análogo, debo manejarlo sin dejar de lado
situación de comunicación. Además, aunque el completamente los particulares que compren-
término análogo es intermedio entre la univo- de; por ejemplo, cuando digo algo sobre la cau-
cidad y la equivocidad, tiende más a esta últi- salidad en general, dado que es un concepto
ma. Como universal, tiene una abstracción «im- análogo, tengo que fijarme que lo que digo sea
perfecta», porque no prescinde completamente aplicable a los diferentes tipos de causa, por
de los particulares, los necesita. Es decir, se apli- ejemplo a los cuatro tipos de la causalidad aris-
totélica; cuando hablo del ser, tengo que ver que
lo que digo de él se aplique a los distintos mo-
53 Aristóteles, Metaphysica, VI, 2, l026a33: «el ente se dice en
vatios sentidos»; IV, 2, lOo4b22: «el uno se dice en varios dos del mismo (substancia y accidentes, etc.),
sentidos»; V, 2, l013b30-31: «las causas, en efecto, se dicen cada uno según su propia peculiaridad.
en varios sentidos».
122 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO... 123

La analogía como instrumento de conoci- las Cosas. Muchos términos tienen vaguedad,
miento fue usada ya desde los griegos. Aristó- como decía Russell, o, como prefería Wittgens-
teles la tenía en cuenta en la predicación de pro- tein, sólo se pueden aplicar a varias cosas por-
porcionalidad o analogía de los matemáticos, que guardan entre ellas ciertos parecidos de fa-
pero sobre todo en la predicación pros hen, esto milia. Trataré, en seguida, de aplicar la noción
es, según un sujeto principal, o un significado de analogía a la argumentación. El problema de
principal, que establecía la distinción y la jerar- la universalidad y la particularidad se plantea en
quía entre los demás significados o sujetos a los varios campos; pero yo lo vaya tratar, por aho-
que se atribuía. 54 La desarrollaron los escolásti- ra, únicamente en lo que condiciona la argu-
cos medievales, quienes la usaron sobre todo mentación (entre individuos y culturas).
para el conocimiento de aquello en donde la
razón no encontraba la univocidad que era de- 3. Fundamentos analógicos
seable, como en la teología y en la ética. Por de la argumentación dialógica
ejemplo, términos como «santo» o «padre» no
se podían aplicar por igual a Dios y a las criatu- Pero, ya que hablamos de argumentación
ras, y «virtuoso» o «justo» no se podían aplicar analógica, nos topamos con el problema de sus
simplistamente y por igual a las personas hu- fundamentos, de los fundamentos de cualquier
manas. La persona, el individuo, tiene carácter argumentación. En cuanto a esto se han presen-
de misterio, y por eso se me escapa, me elude; tado dos posturas axiales: el fundacionismo y
pero puedo conocer sus afectos, sus ideales y el antifundacionismo. Si hay un fundamento
sus fines, por analogía; y así, analógicamente, proposicional (axioma) o no-proposicional (da-
puedo universalizar en moral. Fue un desarro- tos perceptuales), se trata de un fundacionismo
llo muy complicado, que se sintetiza a finales material; si se asienta sobre la coherencia, se tra-
ta de un fundacionismo formal. El antifunda-
del siglo XV y principios del XVI en el célebre
cionismo consiste en rechazar un solo funda-
Cayetano o Caietanus.
mento, en cualquiera de esas dos modalidades.
Como se ve, en realidad la analogía supone
Carlos Pereda adopta un antifundacionismo
un pluralismo, una aceptación de que la razón
moderado, pero me parece mejor un fundacio-
no controla cognoscitivamente por completo nismo moderado -como a mí me gustaría lla-
mar a mi postura. 55
54 Cf. 1. M. Ramírez, De analogia, Madrid: CSIC, 1970, t. 1,
-.;¡w.¡m¡IMlllll¡llt '.llllll Jll:JIm

pp. 76-169.
55 Cf. C. Pereda, Vértigos argumentales. Para una ética de la
124 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO... 125

El antifundacionismo moderado de Pereda, tación de esos principios, si se tienen supuestos


o pluralismo, consiste en que no hay un solo racionales. De otra manera, hay circularidad o
fundamento, sino muchos, y no conectados, regreso infinito. ¿Alguien que no acepta el prin-
sino que se dan a cada paso, en cada contexto. cipio de no contradicción puede ser llevado a él
Mi fundacionismo moderado también es un mediante un diálogo razonable antes de que lo
pluralismo, pero no de fundamentos, sino de acepte? Me parece difícil de creer.
las aplicaciones o mutaciones de un mismo fun- Mi fundacionismo moderado consiste en
damento (aplicaciones que adquiere en cada dos cosas: (i) en primer lugar, en postular la vir-
contexto de discurso o de diálogo, y que son tud de la razón como fundamento; Oi) en se-
modificaciones que no llegan a producirle un gundo lugar, en decir que esa virtud contiene
cambio substancial, sólo cambios accidentales). un único principio que subyace a todas las dis-
La dificultad que veo en la propuesta de Pereda cusiones, el de no-contradicción, pero que tie-
es que el que haya introducciones de principios ne diferente introducción y aplicación en cada
en cada caso requerirá del diálogo racional, y discusión. Es una aplicación analógica, ya que
ésre tiene ya supuestos racionales para que pue- el principio de no contradicción es analógico,
da darse, hay principios que son su condición al ser analógico el propio ente, del que es el pri-
de posibilidad. Sólo puede acordarse algo me- mer principio. El ser se dice de muchas mane-
diante discusión racional, por ejemplo la acep- ras, y también su principio más inmediato.
Así, en cuanto a lo primero, mi fundacio-
argumentación, Barcelona: Anthropos, 1994, pp. 306-311 Y
nismo moderado o analógico comparte con el
320-324. Pereda reconstruye la clasificación de Ernesto Sosa fundacionismo confiabilista, de Ernesto Sosa,
(Conocimiento y virtud intelectual, México: UNAM - FCE, el que el fundamento es la razón como facultad
1992, pp. 193-249). Mi propuesta se acerca mucho a la de
Sosa, pero difiere de ella en algunos puntos fundamentales.
y la coherencia es su virtud principal, la cual no
Por lo demás, creo entender mi cercanía con Sosa. Él alude a es sino la misma facultad de la razón vista aho-
Aristóteles en su trabajo (p. 244), Y el Estagirita es el que más ra también como virtud.i" (De hecho la razón
centra su epistemología en la noción de virtudes intelectuales.
Además, está muy cercano a Sosa su maesrro, Roderick Chis- tiene como uno de sus supuestos principales la
holm, quien en varias de sus obras utiliza a autores que habían coherencia, y la coherencia tiene como modelo
sido tan relegados como Aristóteles, Santo Tomás y Brentano. el principio de no contradicción, se basa en la
Cf., por ejemplo, R. Chisholm, Personand Object. A Metaphysical
Study, London: Allen and Unwin, 1976. La noción de virtud
tiene también una larga tradición de cultivo en la filosofía
analítica, a través de Gilbert Ryle, Peter Geach y Philippa 56 Inclusive, según Aristóteles, se puede tomar la razón tanto
Foot. como facultad (logos) cuanto como virtud (episteme).
126 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO... 127

no contradicción.) La razón puede fundamen- lidad y a la coherencia, o a la confiabilidad de la


tarse a sí misma dado su carácter reflexivo. No coherencia y a la coherencia de la confiabilidad.
vale decir que la razón tiene que fundarse en Pero esto implica que hay algo natural en la ra-
ella misma o en otra cosa, y que si es en ella zón, algo objetivo que no depende de nuestra
misma, hay un círculo vicioso, y que entonces subjetividad. Afirma: «La búsqueda de coheren-
tiene que fundarse en algo que no es ella, como cia comprehensiva es fundamental para nuestro
la sensibilidad o la afectividad. El que la razón proyecto de validación: no hay nada más pro-
se funde en otra cosa distinta de ella misma no fundo que el empleo de la razón ostensible -
tiene sentido. Incluso para saberlo o para hacer- del proceder intelectual actualmente preferido-
lo se necesita de la razón. Y el decir que si se nos permita producir sin ayuda. Pero hay algo
fundamenta en sí misma se cae en un círculo epistémicamente más profundo, pues no pro-
vicioso es olvidar o desconocer el carácter re- ducimos la confiabilidad de dicha razón: eso está
flexivo de la razón, que se está defendiendo y situado más allá de nosotros. Y si el mundo no
corrigiendo continuamente. El trilema de Mün- es apto para ser descubierto por tal razón -si,
chhausen'" no es insalvable si se abandona la vi- por ejemplo, es en buena medida azaroso y no
sión univocista de la razón y se recupera su ca- coherente, o estrechamente restringido y no
rácter analógico, reflexivo y de virtud auto-ori- comprehensivo- entonces, aun el más agudo
ginante. empleo de la razón, tal como la conocemos, no
Para Sosa la coherencia es una virtud, y a eso nos permitiría incrementar el conocimiento o
añado yo que, para que no quede como algo la creencia correcra-.f Es lo que trata de afian-
demasiado formal, su contenido material indis- zar con su noción de virtud intelectual; pero es
pensable es el principio de no contradicción. algo que, como nos ha dicho, estd situado mds
Sosa logra sostener que la epistemología no allá de nosotros.
puede dispensarse de la noción de justificación Ciertamente las virtudes intelectuales o epis-
como requisito del conocimiento; y añade que témicas -por ejemplo, la virtud de la coheren-
la justificación lleva directamente a la confiabi- cia, la virtud de la fuerza explicativa, la virtud
de la predicción, etc.- tienen problemas. Pero
si se entienden como Aristóteles quería que se
57Consiste en lo siguiente: o tenemos saberes falibles, o tene-
mos saberes infalibles o no hay saber. Véase su exposición en entendiera la virtud, a saber, como algo analó-
C. Pereda, op. cit., pp. 198-224. En la p. 214, Pereda habla de
«conceptos tensos», que creo que coinciden con mis «concep-
tos analógicos» o «universales análogos». 58 E. Sosa, op. cit., p. 283.
128 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVEHSALISMO y EL PAHTICULAH1SMO... 129

gico (y no unívoco ni equívoco), se podrán re- El principio de no contradicción es un prin-


plantear y tendrán una solución más accesible. cipio del ser; y, como el ser es analógico, tam-
La virtud es una cualidad, disposición o hábito bién este principio es analógico. ¿En qué con-
que nos lleva a actuar correctamente en deter- siste esto? En tener una aplicación contextual,
minadas circunstancias.t? pero también la vir- esto es, dependiendo del modo de ser de aque-
tud es término medio, para poder aplicar bien llo a lo que se aplica. No se la volatiliza o rela-
algo general a los casos particulares según éstos tiviza, sino que se le da una aplicación propor-
lo demanden." cional según el contexto en el que se use. Tal es
La virtud de la razón tiene una núcleo de la analogicidad de los principios, en concreto
contenido, los primeros principios o axiomas, del primer principio, el primero de todos. ¿Cuál
entre los que el primero es el de no contradic-
es esa analogicidad? La misma del ente o ser,
ción. Es el mínimo. Aunque una virtud inte-
que es él mismo análogo. Los principios que se
lectual es un hábito que se desarrolla con el ejer-
derivan del ente surgen de las propiedades tras-
cicio, no carece de contenido regulador. La no-
cendentales del mismo, son intercambiables
ción de virtud resulta, así, una forma de conci-
liar el saber cómo con el saber qué (de Ryle y (convertibles) con ellos, y, como ellos, con el
Piaget). O incluso una forma de conciliar el ente; es decir, son equivalentes. Por eso para ellos
mostrar con el decir (de Wittgenstein). Por la vale la analogía del ente. Si él es análogo, ellos
analogía. también. Se dicen de muchas maneras. 0, si se
quiere, así como el ente se dice de muchas ma-
neras, y origina diversos modos de entes, así los
S9 Como bien define Sosa la virtud intelectual en op. cit., p. primeros principios del ente se aplican de mu-
285: «Una virtud intelectual es una cualidad que tiende a chas maneras, diversas de acuerdo al modo de
ayudarnos a maximizar nuestro superávit de verdad sobre
error», También utiliza la noción de virtud intelectual en su cada ente. Eso no conduce a debilitar los prin-
trabajo «Neo-pragmatismo, realismo y verdad», en M. M. cipios lógicos, sino a flexibilizarlos o proporcio-
Valdés (cornp.), Relativismo lingüístico y epistemológico, Méxi- narlos (es decir, aplicarlos con la debida propor-
co: UNAM, 1992, pp. 22-23, donde llama a su postura un
externalismo epistemológico y psicológico. ción) según los contextos de uso.
60 Para la noción aristotélica de virtud intelectual (dianoetiké Así, en cuanto a los principios del conoci-
arete'), cf. A. Gómez Robledo, Ensayo sobre las uirtudes intelec- miento y la argumentación, tenemos un fun-
tuales, México: UNAM - FCE, 1959. A Peirce se debe en mu-
cho la recepción de esta noción aristotélica de hábito episté- dacionismo moderado, frente al antifundacio-
mico, a través del cual llega a Chisholm y a Rescher, que tanto nismo moderado, también, de Pereda, aunque
se parecen a él. En cambio, Rorty prefiere las doctrinas de a veces parecen coincidentes. Con la modera-
William James.
130 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VI. EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO... 131

cron, con lo moderado, él trata de debilitar el gía, tanto de los principios y reglas como de los
fundacionismo y yo, en cambio, trato de debi- casos de argumentos.
litar el antifundacionismo; él trata de que el A veces me parece que a la postura de Pere-
fundacionismo no sea absoluto, y yo trato de da, aunque él la llama «antifundacionista», igual
que no sea absoluto el antifundacionismo.v' se le podría llamar «fundacionista», ya que ad-
Tiene razón cuando critica el fundacionismo y mite algo que fundamenta. En efecto, no re-
el antifundacionismo extremos. Dice: «¿Acaso chaza todo fundamento, sólo dice que es múl-
razón austera e irracionalidad, pretensiones de tiple. También yo acepto que es múltiple el fun-
absoluta determinación y pretensiones de abso- damento, pero no porque sean muchos funda-
luta indeterminación no tienden mutuamente mentos distintos aplicables a cada caso, sino
-perversamente- a reforzarse? En ambas po- porque los pocos fundamentos que hay (el prin-
siciones se argumenta según la 'sofística del todo cipio de no contradicción, al que seguirían el
o nada', esa manera de argüir que desconoce el del tercio excluso y el de causalidad) tienen una
aplicación distinta, esto es, diversificada y ma-
plural y los grados, y así, todo ingenio, toda
tizada, a cada caso.63 Tienen una aplicación pro-
finesse».62 Es cierto. Los extremos se tocan.
porcional, es decir, analógica, y no unívoca (ni,
Cuando son extremos, el absolutismo deviene
por supuesto, equívoca), a cada contexto de dis-
relativismo y a la inversa; el fundacionismo y el
cusión. Así, los principios son analógicos, como
antifundacionismo, cuando son extremos, se
el ser mismo, del que surgen, tanto en la onto-
transforman en su contrario. (Curiosamente,
logía como en la lógica.
Pereda puede pensar en un antifundacionismo
moderado pero no en un fundacionismo mo- 4. Síntesis
derado, que, según yo, sería más conveniente, y
es el que yo defiendo, tal vez coincidiendo en la Si se acepta un minrmo de lógica, Le. el
intención, con Pereda.) Hay que evitar el sim- principio de no contradicción, el universalismo
plista «todo o nada» del univocismo, y buscar
mediaciones, pluralismos que no se dispersen 63 Debo a la discusión de León Olivé el percararme de que,
en el equivocismo. Por eso en mi fundacionis- una vez admitido el principio de conrradicción, no hay pro-
mo moderado tiene un lugar central la analo- blema en introducir los arras dos. De hecho, puede recordarse
que Leibniz inrroducía el de causalidad a parrir del de no
conrradicción o de identidad, via el de razón suficienre.iCf A.
Herrera Ibáñez, «Problemas en torno al sistema leibniziano y
61 Cf. C. Pereda, op. cit., p. 307. la jerarquía de sus principios», en Revista Latinoamericana de
62 Cf. ibid., p. 321. Filosofía, 18/1 (1992), p. 156.
132 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES.
LARRY LAUDAN y LOS MÁRGENES
y el particularismo, como posturas extremas, DEL RELATIVISM065
resultan insostenibles. El universalismo cultu-
ral pretende borrar todas las diferencias, yeso
ni a la larga resulta posible. El particularismo 1. Planteamiento
cultural impide a la larga la comunicación, no
sólo entre las culturas, sino hasta entre las per- n este capítulo acometeré la tarea de
sonas. Introduce demasiado escepticismo. buscar un pluralismo analógico en fi-
La racionalidad es analógica. Hay diversidad losofía de la ciencia, es decir, un plu-
en las racionalidades (i.e. en los modelos de ra- ralismo que evite tanto el univocismo
cionalidad), pero no a tal punto que haga des- uei positivismo como el equivocismo del rela-
aparecer completamente a la racionalidad mis- tivismo. Me parece que un autor con el que
ma; queda un mínimo. Hay algo que todas las puedo dialogar fructíferamente sobre este asunto
racionalidades comparten para poder recibir ese es Larry Laudan, quien ha trabajado con mu-
nombre. La diferencia se da en cuanto se le con- cha perspicacia y profundidad en el estableci-
cede más rigidez o más amplitud. Hay diferen- miento de los límites de ambas corrientes.
cia e integración; sin que se supriman las dife- Como la analogía es la conciencia de límites pro-
rencias en el proceso integrador, se logra una porcionales, me parece que lo que busco está
integración que permita argumentar. Esta racio- muy cercano a la misma pesquisa de Laudan.
nalidad general tiene que ser analógica. Esa ra- Partiré de su discusión con estos extremos, dis-
cionalidad analógica incluye conceptos, jui- cusión en la que trata de llegar a un pragmatis-
cios y argumentos análogos. El concepto ana- mo moderado, y le plantearé algunas dudas que
lógico trata de unir, pero sin fusionar, los ele- me ayudarán a precisar mi propuesta de un plu-
mentos que contiene, sin perder las diferen- ralismo analógico.
cias; y trata de guardar una jerarquía, una pro-
porción, un cierto orden, el orden humanamen-
65 Este capítulo fue una ponencia presentada en el Coloquio
te alcanzable/"
Internacional en honor a Larry Laudan, en el Instituto de In-
vestigaciones Filosóficas de la UNAM, México, D.F., 7-9 de
julio de 1997. Para la publicación de las memorias de dicho
coloquio, el Prof. Larry Laudan escribió una respuesta a cada
ponencia. Reproduzco aquí la que dio a la mía y añado unas
64 Agradezco a Carlos Pereda la discusión de estas reflexiones, breves reflexiones conclusivas.
discusión que me ayudó a tener más claridad sobre muchos de [133]
los elementos que se tratan aquí.
134 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDANY... 135

Larry Laudan ha hecho notables esfuerzos tismo, sino que trate de mediar entre ellos y
por frenar el relativismo epistemológico, Como obtenga una consistencia y una utilidad que la
el que profesan Kuhn y Feyerabend. Estoy de hagan preferible, así como Laudan sostiene que
acuerdo a grandes rasgos con la argumentación se puede preferir entre una teoría científica y
que ofrece, pero quisiera hacer algunas observa- otra. Ciertamente es más difícil enfrentar y de-
ciones y propuestas respecto de los límites del cidir entre doctrinas metacientíficas, pero no es
relativismo. Él parece desechar cualquier onto- imposible. En ese nivel filosófico abstracto nos
logía, concediéndole al relativista que hay que colocaremos.
rechazar todo fundamento fuerte. Pero creo que
se puede argumentar a favor de la aceptación de 2. La limitación del relativismo
una ontología que no sea ni absolutista ni rígi-
da dentro de los límites que él propone, y que Empezaré resumiendo la crítica que hace
tampoco sea una ontología relativista extrema Laudan del relativismo, y la propuesta que hace
(ni digamos ya que relativista absoluta), sino respecto al problema de sus límites; y después
una ontología moderadamente relativista, una trataré de hacer algunas observaciones y, a mi
ontología relativista moderada. Esta ontología vez, una propuesta (la de una ontología no ab-
trata de ser moderada tanto en la admisión del solutista ni tampoco relativista extrema) que
relativismo como en la del absolutismo. Esto creo que no es incompatible con la postura de
suena casi paradójico, pero éstos son los dos ex- Laudan.
tremos que se tienen que moderar, el relativis- En primer lugar, es clara la intención de Lau-
mo y el absolutismo. Veamos cómo se puede dan de poner límites al relativismo. En su libro
intentar esta moderación. Beyond Positivism and Relativism,66 tiene un en-
Se ha solido oscilar entre los dos polos del frentamiento directo con Kuhn y Feyerabend,
absolutismo y el relativismo más completos, y a propósito de la decidibilidad de las teorías.
se ha caído en uno y otro de ambos extremos; Como es sabido, Kuhn maneja la noción de
eso se ve en algunos positivistas, por un lado, y inconmensurabilidad entre las teorías cientffi-
en algunos críticos del positivismo, por otro.
Pero no tiene por qué ser así. Es posible intro-
ducir una postura intermedia que no participe 66 Cf. L. Laudan, «For Method: Answering the Relativist Cri-
de las desventajas del relativismo ni del absolu- tique of Methodology of Kuhn and Feyerabend», en Beyond
Positivism and Relativism. Theory, Metbod, and Euidence, Boulder,
Col.: Westview Press, 1996, pp. 88-112.
136 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍAY LÍMITES. LARRY LAUDANY... 137

cas (inconmensurabilidad que estuvo variando en cuanto a los métodos, se puede oponer otro
de intensidad o fuerza al paso de las críticas que número considerable de casos en los que la elec-
se le hicieron), y Feyerabend la noción de anar- ción de los métodos sí fue clara y racional.F
quismo metodológico. Según ambas postula- Laudan pasa a otro argumento de Kuhn, el de
ciones, no se puede decidir con argumentos ple- la inconsistencia colectiva de las reglas. Ya que
namente racionales entre una teoría y otra, sino muchos estándares o reglas metodológicas lle-
que todo será en el fondo cuestión de preferen- van a diferentes partes, Kuhn concluye que la
cia relativa a intereses o prejuicios. y, según esa colección de éstas constituye un todo inconsis-
postura, no se puede obligar a los científicos a tente, y que prácticamente se puede ir en cual-
seguir ciertas normas de procedimiento, por- quier dirección. Pero también Laudan encuen-
que la historia de la ciencia está hecha de sus tra numerosos casos en que los patrones meto-
violaciones, y además conviene dejar la mayor dológicos son completamente consistentes. A
libertad en esto, para propiciar la creatividad y los contraejemplos que aduce Kuhn él opone el
el rendimiento en la ciencia. Es como incitar a mismo número de contraejernplos.f Otro ar-
oponerse radicalmente a una tradición, y saltar gumento de Kuhn es de los estándares cambian-
fuera de ella de manera casi mágica. tes (shifting standards). Este argumento dice que
Laudan discute los principales argumentos a veces los científicos suscriben diferentes me- .
de Kuhn y Feyerabend. El primer argumento todologías (incluyendo diferentes estándares de
de Kuhn sostiene que los estándares epistemo- adecuación de la explicación y de facticidad), y,
lógicos compartidos por los científicos son por lo mismo, suscriben diferentes ontologías.
ambiguos. No hay suficiente claridad para ver Pero Laudan le replica que, aun aceptando que
cuáles son los factores comunes que acepta la los científicos pueden suscribir diferentes me-
comunidad científica. Hay mucho de ad hoc e todologías, ello no implica que deba haber des-
idiosincrático. Kuhn concluye de esto que en acuerdos fuertes acerca de la ontología de la cien-
todos los descubrimientos científicos se mez- cia. Generalizando esto, dice: «[L]a asignación
clan lo objetivo y lo subjetivo. Laudan le obje- racional de cualquier grado particular de signi-
ta que sería una coincidencia cósmica el hecho ficación probativa a un problema debe reposar
de que los científicos llegan a acuerdos acerca en nuestro ser capaces de mostrar que hay fun-
de los beneficios o las deficiencias que se dan en
ciertas teorías. Al cúmulo de ejemplos que Kuhn
67 Cf. ibid., p. 92.
pone de casos en los que no hubo esa claridad
6B Cf. ibid., p. 94.
UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍAY LÍMITES. LARRY LAUDANY... 139
138

damentos metodológicos y epistemológicos aún, la historia de la ciencia está llena de ejem-


para asignar ese grado de importancia más bien plos de científicos que quebrantan las reglas san-
que otro. Una vez que vemos esto, se vuelve cionadas. Pero Laudan cuestiona la validez con
claro que es en principio posible aportar el so- la que Feyerabend hace esa historia de la ciencia
porte empírico para cada teoría de manera que a base de confección de reglas idiosincrásicas por
no requiera un compromiso previo con un pa- parte de los científicos. Y, aun concediendo la
radigma u otro».69 Es decir, no se sigue una in- historia que escribe, de ella no se sigue la con-
compatibilidad o inconmensurabilidad de los clusión antimetodológica que desea sacar." Casi
paradigmas científicos o abordajes epistémicos. se le puede retorcer la objeción: él comete la
Es aceptable la tesis de que el ingreso a una tra- misma universalización apresurada (sobre la in-
dición científica está influenciada por factores eficacia del método) de la que acusa a aquellos
pragmáticos y epistémicos; «pero eso no hace que han endiosado el método. Incurre en lo mis-
nada para minar la premisa nuclear de la episte- mo que critica. Su otro argumento, del descu-
mología científica, a saber, que hay principios brimiento de las anomalías, por el que descu-
de soporte empírico o evidencial que no son ni bre a científicos muy prominentes quebrantan-
específicos de un paradigma, desesperadamente do las reglas, conduce a 10 mismo: es un argu-
vagos, ni individualmente idiosincráticos. No mento que se cae en su propia cara, ya que no le
sólo pueden existir tales principios, sino que a permite llegar a las conclusiones a las que desea
veces son suficientes para guiar nuestras prefe- llegar. El resultado es que tanto Kuhn como
rencias d e manera no ambi19ua». 70 Feyerabend fallan rotundamente en su intento
Por 10 que respecta a Feyerabend, también de relativizar la metodología científica al punto
encuentra un buen número de non sequiturs en que se vuelva inoperante.
sus postulaciones. Como es sabido, Feyerabend Otra estrategia sigue Laudan en su otro li-
considera la metodología científica estéril y en bro La ciencia y el relatiuismoI' que se da en
bancarrota. Para hacer ver esto, Feyerabend si- forma de diálogo entre un Positivista, un Rea-
gue la estrategia de mostrar que las excepciones lista, un Relativista y un Pragmatista. Da la
destruyen la regla. En efecto, trata de hacer ver impresión de que Laudan se identifica con este
que cada científico hace sus propias reglas. Más
7I Cf. ibid., p. 103.
72L. Laudan, La ciencia y el relativismo, Madrid: Alianza, 1993
69 iu«, p. 98. (la edición inglesa es de 1990).
70 tu«, p. 99.
140 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDAN Y... 141

último. Al paso de la discusión, se logra hacer relativista dice que es imposible refutar el que
que el relativista disminuya la inconmensurabi- .hay otras traducciones consistentes con las si-
lidad a inconmensurabilidad parcial. Esto sig- tuaciones concretas de una oración, Pero aquí
nifica que hay expresiones claves de todo para- se le hace ver -por los otros dialogantes- que
digma que no son completamente traducibles no está siendo auténtico falibilista, pues exige
al lenguaje de otros; pero no son completamente que se refute una aseveración antes de que sea
intraducibles. Esto es, hay pérdida de significa- razonable rechazarla. En efecto, se puede esta-
dos, pero se conserva el suficiente contenido blecer cuándo una traducción capta los contex-
conceptual o significativo como para que pue- tos de una oración de un modo en que no 10
dan entenderse. Además, si se aceptara la incon- hacen las otras traducciones, y entonces se pue-
mensurabilidad total, o demasiado fuerte, se lle- de preferir. Así, Laudan acepta la idea de que
garía a una trivializaci6n y un absurdo. Habría estamos inmersos en tradiciones, pero se opone
que decir que no sólo hay intraducibilidad en- a la incapacidad de decidir entre teorías (y a su
tre un paradigma y otro, sino entre el marco aledaño el anarquismo en los métodos) dicien-
conceptual de un individuo y el de otro, con 10 do que la inconmensurabilidad sólo puede ser
cual la comunicación interpersonal se hace im- parcial, pues de otro modo ni siquiera sería com-
posible, lo cual es contraintuitivo o contraern- prensible la nueva teoría que se postula para los
pírico. que están todavía en la tradición anterior. Ade-
En otro momento del diálogo, el relativista más, hace ver cómo no es total, ni puede serlo,
adopta un punto de vista extremo. Dice: «Aun la libertad que se deje en cuanto a los métodos
si nos encontrásemos en una situación en la que para descubrir y para probar. La misma práctica
dos paradigmas rivales parecen producir todas científica lo hace ver y lo atestigua.
las mismas expresiones sobre todo evento ob- Pero llega en el diálogo el problema de plan-
servable, todavía no podremos estar seguros de tear una ontología. En un punto de la discu-
que efectivamente afirmen las mismas cosas sión, el relativista acusa al pragmatista de estar
sobre aquellos eventos. Éste es el sentido en el buscando una «filosofía primera», por más que
cual los paradigmas rivales son inconmensura- se trate de una que sea revisable. En cambio, el
bles»." Es decir, aun aceptando el falibilismo, el relativista no busca la justificación del conoci-
miento científico en algo previo o fuera de 10
científico. El pragmatista dice no estar buscan-
73 Ibid., p. 153. do los datos definitivos e inamovibles para de-
142 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDANY... 143

rivar el conocimiento, aunque dice seguir bus- conmensurables, debe existir algún fenómeno
cando recomendaciones para mejorar el cono- empírico del que se preocupen los dos. Es pre-
cimiento y criterios para reconocer cuándo se cisamente en esa zona donde nos centramos para
tiene una auténtica afirmación de conocimien- diseñar procedimientos de contrastación para
to. Es decir, busca «alguna forma de evaluar las proceder a la elección entre los paradigmas-e"
normas de la ciencia, porque de otra manera Así, se pueden contrastar las predicciones de los
apelar a ellas sería arbitrario. Podríamos tam- dos, y ver cuál de ellas resiste a la refutación. Ya
bién consultar a un adivino o leer las hojas de té que se ha aceptado que la inconmensurabilidad
para decidir qué creer. Pero me has malinter- entre paradigmas es sólo parcial, se pueden tra-
pretado cuando supones que deseo justificar esas ducir algunas expresiones de uno al lenguaje del
normas recurriendo a alguna disciplina superior otro, y con ello se podrán entender algunas pre-
o filosofía primera. Desde mi perspectiva, eva- dicciones específicas y sopesar si alcanzaron una
luamos las normas de la ciencia preguntándo- probabilidad elevada. La traducción parcial per-
nos si funcionan, es decir, si conducen a antici- mite también la contrastación, aunque sea par-
paciones efectivas del mundo natural y a inter- cial, pero es contrastación, al fin y al cabo.
venciones eficaces en é1»,74 Pero aquí debo decir El pragmatista elude la idea de adecuación
que estoy de acuerdo con lo que le replica el empírica porque piensa que ella implica que la
relativista, cuando le pregunta cómo podemos teoría deberá resistir todas las refutaciones. Pero
decidir si funcionan. Ciertamente es desde una creo que se puede evitar la obligación de resis-
base empírica, e incluso conceptual; esto es, tencia a todas las refutaciones y conservar la
desde algún tipo de ontología o metafísica. Si idea de adecuación empírica. También una
no, el pragmatista estaría cometiendo el círculo adecuación empírica parcial o no fuerte. Y
vicioso del que el relativista le acusa. No hay con ello se da paso a una ontología, por su-
escapatoria. puesto que no tan dura como la que quiere el
El pragmatista acepta -y me parece que co- positivista, pero con un cierto grado derea-
rrectamente- que sólo mediante alguna base lismo. Tal vez se la pueda llamar ontología mo-
empírica podemos decidir entre uno de dos pa- deradamente realista y al mismo tiempo mo-
radigmas. Explica: «[S]i tenemos dos paradig- deradamente relativista.
mas genuinamente diferentes, pero parcialmente

74 iu«, p. 159. 75 Ibid., pp. 162-163.


144 UNIVERSALIDAD !TI INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDANY... 145

3. Vindicación de la ontología ción platónica demasiado fuerte. Yo buscaría que


tuvieran una interpretación no platónica (aun-
¿Qué significa plantear una ontología mo- que Quine proponía darles una interpretación
deradamente relativista y moderadamente rea- extensionalista y, con ello, pretendidamente
lista? En primer lugar, me parece exacto el di- nominalista) .
cho de Quine, tan pragmatista y a la vez tan Creo que algo que nos puede marcar los lí-
ontólogo, quien decía que siempre tenemos un mites del relativismo en la ontología son las cla-
compromiso ontológico en nuestros discursos. ses naturales. Son ciertas entidades que oscilan
Incluso el relativista, y hasta el antimetafisico entre el absolutismo y el relativismo, pues al-
tienen, a su pesar, una ontología. Por otra par- gunos, como Kripke, las ven con una rigidez
te, se puede tener una postura relativista y al que parece absoluta, y otros, como Goodman,
mismo tiempo una ontología, la cual se verá las ven siempre relativas a los marcos concep-
marcada por el empeño de disminuir lo más tuales. Me parece más acertada la posición de
que se pueda los ingredientes absolutistas que Putnam, que a veces es difícil de comprender,
incluya en su seno. El mismo Quine, que sos- pero que parece clara en sostener que las clases
tenía un relativismo ontológico a veces dema- naturales no pueden ser tan relativas como Go-
siado fuerte, dentro de una intención nomina- odman dice. Es decir, veo muchas búsquedas
lista (como la de Coodman);" tuvo, sin em- que hay para mantener cierto relativismo, pero
bargo, una ontología de la cual siempre fue cons- con límites.
ciente. Acogió, con todo, en su ontología de- El problema sería entonces cómo plantear
masiadas cosas, porque dio cabida a las clases. claramente esos límites. Ya de entrada, el relati-
Él decía tener una ontología económica, y me vismo absoluto es insostenible; y, por su parte,
agradaba esa idea, y propuso rasurar con la na- el absolutismo completo es inalcanzable. Es casi
vaja de Ockham la barba de Platón, y aceptar de sentido común buscar una postura interme-
solamente las clases; pero ésas eran entidades pla- dia: ni tan relativista que nos hunda en el caos y
tónicas que producían una gran inflación. Yo ni en el escepticismo, ni tan absolutista que nos
siquiera aceptaría eso. Me parece una infiltra- lance a la pretensión de algo ideal e inalcanza-
ble. Algunos han caído en un relativismo extre-
mo, como Rorty, y van hacia el escepticismo
76 Cf. W. V. O. Quine, «La relatividad ontológica», en La cognoscitivo. Otros van hacia el absolutismo
relatividad ontológica y otros ensayos, Madrid: Tecnos, 1974, extremo, como lo han sido -según Putnam-
pp. 170 ss.
146 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDANY... 147

los positivistas lógicos. Estos últimos, los posi- ria para que tengan, como admite Putnam, sig-
tivistas lógicos, comenzaron siendo antimetafí- nificado los términos de clases naturales que
sicos y acabaron más metafísicos de lo acepta- empleamos en nuestro lenguaje. Quiero tomar
ble. Tal vez porque los extremos se tocan. muy en serio la relación de la esencia a la exis-
Unos comenzaron absolutistas y acabaron re- tencia, lo cual resalta la relatividad de la esencia
lativistas, como se ha dicho de los propios a otros aspectos de la realidad misma y al cog-
positivistas lógicos, por ejemplo Neurath y noscente. Si hay límites del relativismo, es que
Carnap. Otra vez los extremos se tocan, de hay cierto margen de algo absoluto, como son
manera harto curiosa. las esencias, un absoluto no sin más, sino don-
En vista de ello, ahora hay muchos que bus- de se tocan lo relativo y lo absoluto en sus lími-
can un pluralismo. Ni relativismo ni absolutis- tes, y resulta algo distinto, ni puramente abso-
mo. O un relativismo moderado, o un absolu- luto ni puramente relativo. Por eso es casi como
tismo moderado. Con diferentes gamas. Es cier- hablar de un absoluto que no es completamen-
to, creo que hay que buscar un pluralismo, algo te absoluto, sino un absoluto que es relativo.
intermedio entre el relativismo y el absolutis- Hay, pues, cierto monto de «absolutismo», pero
mo. Pero hay mucha diferencia entre pluralis- muy rebajado o moderado, con un aspecto in-
mos, según se planteen del lado del absolutis- negable de relativismo. Con todo, son esencias
mo o del relativismo, desde el univocismo o que no se hunden en la relatividad, en el relati-
desde el equivocismo. Tal vez no haya una pos- vismo, sino que ofrecen suficiente certeza, aun-
tura perfectamente intermedia y equilibrada. El que sin caer en absolutos completos.
mundo no lo es. Pero hay, pues, varios pluralis- Es posible trazar esos límites del relativismo
mos ontológicos, y con consecuencias diversas. de modo racional y argumentativo, aunque al
En mi ontología moderada desearía incluir, principio predomina su aspecto intuitivo. No
como correlativas a las clases naturales, esencias; sólo la intuición, ya que hay argumentos, que
esencias no puramente nominales, sino reales, y después se pueden desarrollar más, a favor de
no completamente relativas, sino con cierto esta limitación del relativismo y a favor de una
núcleo de independencia ontológica (aunque ontología que no sea relativista extrema. El pri-
epistemológicamente haya cierta relatividad en mero es la autorrefutación del relativismo ex-
el modo de conocerlas). Sus conceptos son re- tremo o relativismo absoluto. El segundo ar-
lativos, pero no sus concepciones, que tienen gumento es la plausibilidad de clases naturales
que haber sido las mismas a lo largo de la histo- que, según algunos de sus sostenedores más ilus-
148 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDAN Y... 149

tres, como Putnam, no pueden depender tanto ponde al pragmatismo; Putnam lo ha llamado
del marco conceptual del sujeto al punto que realismo pragmático, pero el nombre es lo de
sean completamente relativas a él, como lo hace menos. Lo más importante es la posibilidad de
ver Putnam en su alegato contra Nelson Go- tal ontología, y no creo que se pueda ceder a las
odman, en el que defiende que la noción de presiones del relativista hasta desechar toda re-
«astro» no puede ser tan relativa a marcos con- flexión ontológica como dispensable o que se-
ceptuales como, por ejemplo, la noción de sol- ría onerosa para la ciencia o la filosofía.
tero o de licenciado." Es cierto que los ataques del relativista nos
Putnam llama a su postura «realismo inter- hacen repensar y ponderar las pretensiones de la
no» o «realismo pragmático», para diferenciarla ontología que se ha querido construir en diver-
del «realismo metafísico», que adjudica a los sos ámbitos, a veces pretensiones desmedidas,
positivistas lógicos, y su ejemplo favorito es el como se ve en la ontología clara y distinta del
de Wilfrid Sellars. Cuando llama «pragmático» positivismo lógico. Pero dichos ataques del re-
a su realismo, Putnam está pensando en Peirce, lativista no deben hacernos ir al extremo de ver
James y Dewey. Yo estoy de acuerdo en prag- como sospechosa toda ontología o aun de re-
matizar la ontología, pero también en ontolo- nunciar a la empresa ontológica. Es posible
gizar la pragmática y el pragmatismo. construir una ontología austera y moderada, que
incorpore las lecciones que se han sacado en la
4. Síntesis polémica ardua y fructífera entre el relativismo,
el positivismo, el realismo y el pragmatismo.
Si se trata de poner límites al relativismo en Tal vez todos ellos tienen una enseñanza que
epistemología y filosofía de la ciencia, también aportar, y a la que deberíamos estar atentos.
tiene que hacerse en ontología. Creo que inclu-
sive una aceptación (moderada) de relativismo 5. Respuesta del Prof. Larry Laudan"
deja incólume la aceptación (también modera-
da) de la ontología. Hay una ontología que El ensayo de Beuchot propone una defensa
aprende las lecciones del relativismo imperan- de 10 que él llama una metafísica «modesta».
te. Hay, asimismo, una ontología que corres-

78Cf. 1. Laudan, «Respuestas a los críticos», en A. Velasco


77Cf. H. Putnam, Cómo renovar la filosofía, Madrid: Cátedra, (coord.), Proceso, pluralismo y racionalidad en la ciencia. Home-
1994, p. 166-169. naje a Larry Laudan, México: UNAM, 1998, pp. 308-309.
150 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDAN Y... 151

Tal metafísica no sería ni a priori ni infalible, y Debo decir que mi preocupación aquí no es
estaría fundamentada en las ciencias. Tal como la del escéptico hiperbólico. Mi idea no es sim-
entiendo su propuesta, le gustaría presenciar el plemente la de que es concebible que nuestras
desarrollo de una metafísica que tomara como teorías actuales -y sus ontologías subyacen-
su guía lo que los científicos han descubierto tes- estén equivocadas. La inferencia apropia-
acerca del mundo. Ahora bien, yo sería el últi- da de la metainducción teórica es mucho más
mo en afirmar que la ciencia no alberga supues- poderosa que eso. Equivale a la afirmación de
tos ontológicos; fue precisamente ese grupo de que es muy probable que los compromisos y
tales supuestos lo que traté de aprehender con supuestos en la estructura profunda de incluso
mi noción de una tradición de investigación. nuestras mejores teorías estén lejos de ser acer-
Pero donde Beuchot y yo tomamos caminos tadas, si la historia de la ciencia es una guía que
distintos es cuando se trata de evaluar el status ha de seguirse. Y si tal es el caso, entonces debe-
epistémico de las ontologías que la ciencia im- mos cuidarnos mucho de comprometernos -
pone a la experiencia. no importa qué tan tentativa o provisionalmen-
Beuchot parece creer que podríamos funda- te- con el carácter correcto de cualquier con-
mentar una ontología mediante la mejor cien- junto de afirmaciones acerca de qué son real-
cia natural disponible. Tal es quizás el mejor
mente los elementos que constituyen el univer-
lugar de todos para empezar, pero aún tengo
so. En resumen, no pienso que Beuchot haya
dudas respecto al proyecto. En mis numerosos
aún considerado las implicaciones ontológica-
desacuerdos con los realistas científicos, he in-
mente pesimistas de la inducción histórica.
vocado con frecuencia un argumento a veces lla-
mado inducción histórica. Tal argumento sos-
tiene, dicho brevemente, que las ontologías sub- 6. Reflexi6n sobre la respuesta
yacentes a las teorías científicas -sin importar
qué tan exitosas sean esas teorías- son común- La respuesta del Prof. Laudan revela una ac-
mente desplazadas por ontologías totalmente titud muy cautelosa acerca de la metafísica.
distintas -asociadas con teorías aún más exi- Acepta que toda teoría científica tiene supues-
tosas. Afirmo que, en tales circunstancias, sería tos ontológicos. Lo que elude aceptar es que tal
extremadamente riesgoso suponer que cualquier o cual sea la ontología acertada, más allá de las
ontología científica dada es un buen candidato ontologías específicas, eso es ya comprometer-
para una verdadera explicación de dónde se en- se demasiado. Tiene razón en desconfiar de que
cuentran las articulaciones de la naturaleza. podamos decir y decidir fácilmente cuál es la
152 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VII. ANALOGÍA Y LÍMITES. LARRY LAUDANY... 153

«mejor» ontología (así como suele decirse hoy plantearse ni construirse una ontología o meta-
en día que se tiene la «mejor» teoría científica). física suficiente y viable. Pero eso ya está conte-
Pero creo que se puede decir algo acerca de eso, nido en los mismos supuestos metafísicos de la
de manera no tan provisoria ni tan osada. filosofía de la ciencia reciente.
Por una parte, así como se puede hablar de
una metainducción basada en la historia de la
ciencia que muestra la caída de las ontologías
precedentes, y la suplantación por otras nuevas,
se puede sin embargo ensayar buscar las cons-
tantes que perduran. No todo ha caído de to-
das las ontologías. Eso es ya, más que una me-
tainducción historicista, una día-inducción aten-
ta a la historia. Además de esa búsqueda de «uni-
versales» metafísicos subyacentes a varias teo-
rías, esto es, válidos inter-teóricarnente o trans-
teóricamente, hay una posibilidad de ver que
muchas doctrinas ontológicas que se han aban-
donado no han caído por una argumentación
contundente, sino simplemente por cambio en
los intereses o planteamientos de los científi-
cos, o por sus preferencias epistemológicas u on-
tológicas mismas; por ejemplo, algunas épocas
han sido sumamente nominalistas, relativistas
o historicistas, y en ellas tiene mala fortuna la
metafísica.
Creo que esas «implicaciones ontológicamen-
te pesimistas de la inducción histórica» obede-
cen más bien a los mismos supuestos que están
detrás de esa inducción, tal como se ha plantea-
do, es decir, de una manera tan «histórica», o
historicista, que nunca dará lugar a que pueda
VIII. HERMENÉUTICA ANALÓGICA
Y COMUNICACIÓN

1. Planteamiento

n este capítulo trataré de hacer una


aplicación concreta de la hermenéu-
tica analógica."? La conectaré con algo
tan importante interculturalmente
como es la comunicación, esto es, la aplicaré a
la teoría de la comunicación." La hermenéutica
-como sabemos- es el arte y ciencia de inter-
pretar textos y acciones, y está muy vinculada
con la comunicación. El mismo nombre de "her-
menéutica", tomado en su acepción original
entre los griegos, implica el comunicarse con
los otros. En efecto, en griego «bermeneia» sig-
nifica comunicación. Quedó sólo para signifi-
car en la actualidad una de sus partes, la de la
interpretación; pero originalmente significaba
el acto completo de comunicarse, tanto en la

79 Cf. M. Beuchor, Tratado de hermenéutica analógica, México:


UNAM, 1997 (2a. ed. 2000) y Perfiles esenciales de la herme-
néutica, México: UNAM, 1998 (2a. ed. 1999).
80 Ya se han hecho algunas aplicaciones. Cf., por ejemplo, L.
Alvarez Colín, «Hacia una hermenéutica analógica de la ac-
ción comunicativa», en S. Inestrosa (cornp.), Diversidad, tec-
nología y comunicación. Una mirada a nuestra América. Confe-
rencia de las Américas, México: Universidad Iberoamericana-
Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación
Social, 1997, pp. 207-217.
[155J
156 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VIII. HERMENÉUTICA ANALÓGICAY COMUNICACIÓN 157

emisión como en la recepción, o, si se quiere, información, pero siempre de manera imposi-


tanto en su encodificación como en su decodi- tiva y hasta inmoral. Por eso la comunicación
ficación. Por eso la hermenéutica tiene mucho necesita atender a la hermenéutica. Pero veamos
que decir a la comunicación, y el cornunicólo- más de cerca la hermenéutica, como surgiendo
go, o experto en la comunicación, tiene mucho de la semiótica, para ver su papel en la comuni-
que escucharle. cación humana.
Esta relación de la hermenéutica con la co-
municación es semejante a la que la semiótica 2. Definiciones
tiene con la comunicación misma; se apreciará
mejor, por eso, si comenzamos relacionando la La hermenéutica se entenderá mejor si se hace
semiótica con la comunicación. La hermenéu- surgir de la semiótica y se la ubica en relación
tica, en efecto, se relaciona concretamente con con las ramas de ésta. Como es sabido, en la
una de las partes de la semiótica: la pragmática. (semiótica -que es el estudio general de los sig-
La semiótica estudia la serniosis o fenómeno de nos- hay tres dimensiones o partes: la sintaxis,
signo. El circuito completo de la semiosis in- la semántica y la pragmática. La sintaxis consi-
volucra la emisión y la recepción de un signo, y dera la coherencia de los mensajes; la semánti-
la comunicación involucra la vuelta de ese cir- ca, su correspondencia con algún estado de co-
cuito, su repetición, de modo que el que antes sas, sea real o ficticio; y la pragmática analiza las
intenciones de los hablantes, de modo que se
era receptor se vuelva emisor y el que antes era
pongan a la vista los significados en toda su ple-
emisor sea receptor. Esto es, la situación ideal
nitud, ya que sólo cuando se revela la intencio-
es que haya estímulo y reacción, que haya res-
nalidad del hablante se capta todo lo que con
puesta a una intervención comunicativa. Y con
una frase denominamos «10 que quiso decir el
esto ya se entabla el diálogo, pues la comunica-
que habló»." Pues bien, aledaña a la pragmática
ción completa y perfecta es aquella en la que está la hermenéutica. Sólo difieren en matices:
hay diálogo, de la manera que sea, aun cuando la pragmática, de hecho emparentada con el po-
no sea diálogo completo, sino un cuasi-diálogo sitivismo lógico y la filosofía analítica, tiene una
al menos, pero no un pseudo-diálogo que sólo pretensión más objetivista, cree que puede re-
dé la impresión engañosa de que se toma en cuperarse esa intención del hablante, o signifi-
cuenta al interlocutor. Una teoría de la comu-
nicación que no contemple esto es incompleta
e inaceptable; no pasará de ser una teoría de la 81Cf. M. Beuchot, Elementos de semi ática, Xalapa: Universi-
dad Veracruzana, 1994 (2a. ed.), pp. 11-13.
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cado del que habla, con bastante aproximación; Pero ahora la hermenéutica se ha quedado
en cambio, la hermenéutica, emparentada con reducida a una sola de esas partes de la comuni-
la fenomenología y el existencialismo, es más cación: a la recepción, a la decodificación. Si la
subjetivista, y no exige tanta adecuación que el retórica como hermenéutica abarcaba y cuida-
significado se desligue de la intervención del ba los dos lados de la comunicación, ahora se
sujeto intérprete. ha reducido a una: sólo a la lectura o a la com-
Desde la antigüedad ha habido intentos de prensión de los textos. No estaría mal recobrar
una hermenéutica que preste atención a la emi- la hermenéutica como abarcadora de los dos
sión y a la recepción, o a la encodificación y a la lados de la comunicación, esto es, la emisión y
decodificación: ha sido la retórica. En las anti- la recepción, la expresión y la lectura, como una
guas teorías de la retórica se tenía conciencia de teoría completa de la comunicación ella mis-
que lo mismo que sirve para encodificar sirve ma, de modo que pueda servir a los teóricos de
para decodificar, es decir, lo mismo que sirve la comunicación para ir más allá de los mode-
para expresar sirve para interpretar. Así, de la
los positivistas o conductistas, pero sin caer en
retórica se sacaban los mismos recursos de la
modelos neorrománticos o postmodernos a ul-
expresión como recursos de interpretación, de
tranza. Por lo pronto, atender a la hermenéuti-
hermenéutica. Los tropos o figuras (como la
ca como arte de la interpretación, podrá ayu-
sinécdoque, la metonimia y la metáfora), las
diversas transformaciones del discurso, que van darnos a ser más atentos a las condiciones de la
más allá de la literalidad, como la alegoría y el comunicación, y, por ende, a tener una teoría
símbolo, eran todas ellas cosas que aportaba el de la comunicación más cuidadosa.
arte retórica. Con ellas se declamaba y se leía.
Eran recursos para hablar mejor y para leer con 3. Hermenéutica, analogía
mayor penetración. De modo que la retórica y comunicación
era toda una semiótica, porque era el culmen
de la semiótica, era la pragmática, y, por lo mis- Pues bien, la hermenéutica puede ayudar a
mo, la hermenéutica. No en balde Peirce llama las ciencias de la comunicación, ya que pone a
«retórica pura» a lo que después será llamado disposición del comunicólogo instrumentos
«pragmática» por su seguidor Morris.P para interpretar mensajes y, sobre todo, para
interpretar a sus destinatarios. Sonará a parado-
ja, pues los destinatarios de los medios de co-
82 Cf. el capítulo IV, dedicado a Peirce, y el VI, dedicado a
municación no suelen emitirles mensajes a és-
Morris, en ibid., pp. 143-160 Y173-190.
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tos. No lo hacen directamente; pero lo hacen y se responda. Pero la comunicación se ha con-


de manera indirecta, antes y después de que se tentado las más de las veces con sólo emitir, sin
les comunique algo. Antes, por su carácter de dejar a los destinatarios responder, ni preocu-
seres humanos, y porque se deben conocer sus parse de encontrar, comprender e interpretar sus
necesidades y expectativas para darles los men- reacciones.
sajes adecuados; y después, porque se pueden Esto porque la. teoría de la comunicación
conocer sus reacciones, para ajustar de acuerdo quedó sólo como técnica para emitir, para trans-
con ellas la adecuación de los mensajes que se mitir, para inculcar, y no como un arte de reci-
les envían. Hay aquí una semejanza de la her- bir, para escuchar, para atender. Quedó con la
menéutica con la retórica, que da elementos tan- función que hasta hace poco se le asignaba a la
to para transmitir como para interpretar. Pero retórica. Es una clase de retórica. Pero le hace
también la retórica se ha quedado trunca, pues falta oír, escuchar y atender, y esto sólo se lo
sólo se ha usado recientemente para expresar, y puede dar la hermenéutica. Si no, no es comu-
no también para interpretar, como antiguamente nicación, pues no es diálogo completo. Dialo-
se hacía. Igual que la hermenéutica se quedó sólo gar es hablar y escuchar. Y la comunicación sólo
para interpretar, no para expresar. Pero una teo- ha hablado, no ha escuchado ni respondido.
ría de la comunicación que sea completa ten- ¿Cómo va a ser, así y entonces, comunicación?
dría que volver a unificar los dos aspectos, re- Es una pseudo-comunicación, a veces una cua-
cuperarlos unidos. si-comunicación, nunca una comunicación au-
Claro que podría entenderse la comunica- téntica. Porque sólo el diálogo es verdadera co-
ción sólo como transmitir, no como atender a municación; y, si sólo se habla y no se escucha,
lo que se responde. Pero eso es cercenar el diá- si sólo una de las partes habla y la otra sólo es-
logo, romperlo. La comunicación debe tener, cucha, eso no puede llamarse diálogo, ni, por
como antes tuvo, el modelo del diálogo; supo- ende, comunicación. Es un pseudo-diálogo, y a
ne un paradigma dialógico, dialogal. Solamen- veces un cuasi-diálogo, nunca un diálogo ver-
te cuando hay pregunta y respuesta hay interlo- dadero.
cutores; si no, sólo hay un locutor, que habla e Si se quiere tener algo más que una pseudo-
impone lo que dice. La comunicación, pues, si comunicación, y más que una cuasi-comunica-
ha de ser tal, involucra el diálogo, está hecha ción, y acceder a la comunicación plena, hay
con el modelo del diálogo, incluye intervencio- que tener diálogo verdadero; y para eso no bas-
nes de los interlocutores, de modo que se emita ta la comunicación como encodificación -la
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que se ha solido asignar a la retórica-e-, sino que tencia del diálogo. Aquí sólo se puede obtener
hace falta pasar a la comunicación como deco- información sobre los usuarios mediante en-
dificación -lo cual se ha solido asignar a la cuestas, etc.: y con ello basta. Es que allí se atien-
hermenéutica." La teoría de la comunicación de al hombre en su carácter de ícono o análogo;
tiene que recuperar su lado hermenéutico, no se estudia al destinatario como ser humano y
sólo para entender mensajes, sino sobre todo como miembro de una sociedad o cultura con-
para entender a los destinatarios, y así por 10 creta, y de acuerdo con su situación peculiar se
menos tener un cuasi-diálogo con ellos. Lograr trata de satisfacer sus necesidades de informa-
una empatía analógica con ellos, para darles 10 ción y de comunicación. El carácter de análogo
que les es conveniente a ellos, no sólo 10 que les o ícono que tiene el hombre obliga al comuni-
es conveniente a los que manejan los medios de cador a atenderlo mediante el diálogo. De ma-
comunicación masiva. Por ejemplo, se tiene que nera proporcional, estadística, paradigmática,
llegar a una recepción de las opiniones de los modélica o icónica, puede tratar de compren-
destinatarios y comprenderlas, entender sus ne- der al otro.
cesidades, sus carencias, sus aspiraciones. De otro
modo, se hará una comunicación impositiva, 4. Hacia una comunicación dialógica
que no merece el nombre de «comunicación»,
sino que sólo llega al nombre de «información». Esto nos remite, ineludiblemente, a consi-
Si la comunicación quiere ser en verdad co- deraciones éticas. Con la carga ética que tiene,
municación, tiene que tener más carácter de diá- la hermenéutica nos hace ver al destinatario del
logo. Y, como aquí es imposible tener diálogo mensaje como ser humano, no solamente
con los usuarios, ocurre como en la retórica, como un abstracto receptor de una emisión, que
que tiene que estudiar o adivinar y conjeturar igual podría ser un robot o cualquier otro apa-
lo que se da por parte de las oyentes, con 10 rato. No es una concesión al usuario, algo que
cual se da un cuasi-diálogo, que es 10 más que se le obsequia, sino una obligación que se tiene
se podría conseguir, pero puede ser suficiente. con él. Es de justicia, no de galantería. Hay que
La imposibilidad de dialogar con todos los des- pensar en las obligaciones éticas que se dan en
tinatarios no cancela la posibilidad ni la exis- la comunicación. La comunicación es por esen-
cia relación, relación humana, y la relación hu-
1I'Ill';ü¡¡lliiifHlllllillUHiillííiJ""lllll:!I
mana es la que más pone obligaciones de etici-
83Cf. el mismo, Perfiles esenciales de la hermenéutica, ed. cit., dad. La relación humana no es simple relación,
pp. 7-8.
VIII. HERMENlt.UTICA ANALOGICAY COMUNICACIÚN 165
164 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO

es sobre todo vínculo. Por eso no se puede estar falta una sensibilidad interpretativa en la comu-
al servicio de lo que rompe el vínculo humano, nicación, y, sobre todo, una que realce la analo-
de lo que deshumaniza al hombre. Por ejem- gicidad de las otras personas.
plo, no se pueden inducir necesidades, que por Lo principal que tiene que saber interpretar
lo general son de cosas inútiles que se vuelven el comunicólago, y donde más requiere del uso
casi indispensables por el poder de los medios de la hermenéutica, es el cúmulo de símbolos
de comunicación rnasiva.t" Y esto lo hace cap- de la cultura en la que vive, y, por ende, los
tar una hermenéutica analógica. símbolos de sus destinatarios. Sobre todo, tie-
Ahora este poder tan grande puede ser usa- ne que poder discernir entre los símbolos bené-
do con una gran irresponsabilidad. Una comu- ficos y los símbolos nocivos, a fin de potenciar
nicación sin una conciencia teórica de lo que le los primeros y desenmascarar los segundos, y,
debe al hombre, y sin un plan práctico para ello, si es necesario, inventar otros nuevos que bus-
es criminal. A veces da la impresión de que los quen el bien del pueblo.
que trabajan en la comunicación creen que es- Los símbolos son lo que hace vivir a una
tán exentos de toda ética. O se inventan alguna sociedad ya una cultura. Son las cosas que orien-
ética que favorezca sus intereses, pero que en el tan, que manifiestan valores, que dan ciertas
fondo es falaz y nefasta, como la que presenta reglas y animan las costumbres de la gente. So-
esa frase que se escucha, de que «el público tie- bre todo, son lo que da sentido a las acciones.f
ne derecho a saber la verdad», y se sacrifican Por eso son tan importantes. Lo que en el fon-
otros valores que no deberían sacrificarse. En do se disputan los políticos es la capacidad de
muchos casos verdaderamente se lesiona, sin ne- manejar los símbolos patrios, sociales o cultu-
cesidad, la dignidad humana, la honra de las per- rales. Quien sepa moverlos, moverá a las ma-
sonas, la legítima privacidad de los individuos sas. Pero eso es muy peligroso, pues puede caer
(por ejemplo por los paperazzis), etc. Todo para en manos de un «aprendiz de brujo», que los
lograr una noticia o para informar de algo que, maneje mal, y se vea rebasado por ellos, inca-
a fin de cuentas, no era tan trascendente. Urge paz de detener su movimiento. Abrumado por
pensar en una comunicación más humana y dig- el poder de los símbolos, tendrá que rendirse,
na para el hombre, sobre todo en el futuro. Hace desbordado, y dejar que se tiren en el suelo,y

-.m: ilm¡¡v\¡¡;r.¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡¡IL m:mlI


85 Cf. P. Ricoeur, «Lasimb6lica del mal», en el mismo, Finitud
84 Cf. J. L. L6pez Aranguren, La comunicación humana, Méxi-
y culpabilidad, Madrid: Taurus, 1969, p. 245 ss.
co - Nueva York: MacGraw-Hill, 1967, pp. 124-126.
166 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VllI. HERMENÉUTICA ANALÚGICA y COMUNICACIÚN 167

que hagan daño, con lo cual se producirá una cialmente la televisión, lo van a condicionar en
situación mucho peor que al principio. sus relaciones con el mundo y la sociedad. Bau-
Por eso el comunicólogo tiene que estudiar, drillard, Lipovetski y Sarrori han sido muy ex-
analizar, llegar a comprender los símbolos de plícitos en todo esto; han recogido sus enseñan-
su pueblo, para poder ayudarlo, comunicar con zas, en algunos lugares de sus obras, Lyotard y
él en verdad. Requiere hacer hermenéutica ana- Vattimo.I" Se ve que el hombre vive en un
lógica de la simbolicidad de su cultura. Los sím- mundo artificial que le construye la televisión.
bolos, se cansan de decírnoslo los antropólo- Sólo tiene que apretar los controles, y se en-
gos, son lo más central de las culturas, y a ellos ciende un mundo con muchas opciones, que él
tenemos que volver la vista y prestarles aten- puede recorrer con los mandos. Eso le da la im-
ción si queremos dar algo al pueblo que sea be- presión de estar gobernando la realidad, creán-
néfico. No niego que se tenga que compartir y dola a su antojo, y no se da cuenta de que se la
departir con los símbolos de otras culturas, mas están creando, y le están dando lo que a otros
eso sólo será enriquecedor si se conocen los sím- les interesa que vea y sienta. De aquí resulta una
bolos propios. Tampoco se trata de proteger y condición de percepción que a la larga afectará
preservar los símbolos tradicionales por el solo al hombre en su misma auto-concepción, por-
afán de preservarlos; también se tendrán que que le proporcionará ciertos cambios en la per-
crear nuevos símbolos. Pero, al crearlos, será más cepción de su propia epistemología. Esto ya
grave equivocarse, y más profundas las conse- provoca cambios en la misma captación del
cuencias de no crear con cuidado y responsabi- hombre, es decir, en la antropología filosófica
lidad, dentro de una auténtica búsqueda ética, del momento, y los provocará en las demás áreas,
además de hermenéutica, del bien común. sobre todo en la ética, y hasta en la misma on-
tología o metafísica, en la cosmovisión o vi-
5. Los nuevos tiempos sión del mundo.
Sobre todo, hay una función didáctica o pe-
Precisamente en estos tiempos de la llamada dagógica que ha asumido de manera incontes-
posmodernidad, han proliferado las descripcio- table la televisión, no siempre de modo ade-
nes fenomenológicas y los vaticinios proféticos cuado. Transmite e inculca una imagen del ha m-
de que el hombre está y estará cada vez más en-
cerrado en las redes de la comunicación. Es de-
86 Cf M. Beuchot, Posmodernidad, hermenéutica y analogía,
cir, los medios masivos de comunicación, espe-
México: UIe - Miguel Angel Porrúa, 1996, pp. 65-75.
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breo Y las más de las veces es una imagen deplo- preparando, vacío de valores auténticos y rebo-
rable, muy acorde con la ideología consumista sante de valores y necesidades de consumo y de
del neoliberalismo despiadado que padecemos. entretenimiento.P
Es el hombre consumidor, es el hombre que se Por eso urge renovar 10 que se hace en los
niega a pensar, porque ya no 10 necesita; 10 úni- medios de comunicación, luchar por darle un
co que le queda es agotar opciones en la elec- contenido humano que en verdad dé sentido al
ción de bienes o servicios, que tiene a la carta. hombre, a la sociedad, que saque del marasmo
Ya Aristóteles decía que una de las cosas que en el que estamos postrados. Es de sobra cono-
impiden el interés por la teorización filosófica cido el poder que tienen los medios para ello,
abstracta, sobre todo de la metafísica, es la 10 que toca ahora es ir creando una generación
molicie, la vida muelle, la vida rodeada de co- nueva de comunicadores que tengan el ideal de
modidades. No puede extrañarnos, pues, esta rescatar el auténtico humanismo y resarcir los
caída del interés por la metafísica, por el senti- valores positivos para tantos seres humanos que
do del ser y la constitución de la realidad. Hei- reciben esas señales. Comunicadores que no
degger también vaticinaba que, si triunfaba la claudiquen de sus ideales, a veces prácticamen-
técnica, como es 10 que ahora vemos, caería la te utópicos, y se decidan a entregar un mensaje
metafísica. Veía otro elemento, el humanismo, distinto y bueno a sus receptores; que tengan la
pero iba en contra de él, porque 10 consideraba voluntad de promover el que los medios tam-
en el fondo una barbarie. Con todo, el enemi- bién sirvan para dar educación al hombre, para
go principal que ponía a la metafísica era la téc- darle una formación, y no sólo una informa-
nica. Si ella ganaba, la metafísica desaparecería, ción y una servidumbre cada vez más pesada.
hundiéndose el mundo en un tenebroso nihi-
lismo, que es 10 que manifiesta esa percepción 6. Comunicación y unidad
de que el ser se está apagando, nietzscheanamen-
te, hasta desaparecer en la nada. Son, en verdad, Ahora una pequeña meditación sobre la
tiempos de nihilismo, de pesimismo, de deses- unión, comunión o comunicación; es decir, la
peración, a pesar de que la televisión nos quiera unión o comunión que podrá realizar la comu-
hacer creer que estamos en el culmen de la eu- nicación, el comunicólogo. La praxis de la co-
foria y del optimismo. Es muy pobre el senti-
do que suele dar la televisión, sentido que sola-
mente puede llenar al ser humano que se ha ido Cf. O. Quezada Macchiavello, Semiosis, conocimiento y co-
87
municación, Lima: Universidad de Lima, 1996, pp. 149 ss.
UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VIII. HERMENÉUTICA ANALÓGIOA y OOMUNICACIÓN 171
170

municación tiene que ser símbolo de unidad. su testimonio, dará testimonio de sí misma, y
De hecho el símbolo es lo que une, opuesto a la será creída, y llevará incluso algunos frutos ya al
idea de diábolo, que es lo que desune. Si la co- sólo ser manifestada. Esa actitud irá determi-
municación quiere cumplir con la misión que nando un hábito, es decir, una virtud, la virtud
tiene, de ser símbolo e ícono del hombre, ha de de la unificación, que hará que quien la posea
realizar la unidad. Una unidad entre todos los se esfuerce siempre por lograr la comunicación,
hombres, pero que empieza con los mismos que llevar a la confluencia a las personas."
tiene más cerca, al interior de su misma socie- Donde más se manifiesta esta necesidad de
dad nacional. llegar a la unidad es en el ámbito de las ideas.
¿Qué es lo que permite unificar, unir? Una La teoría rige la praxis, de modo que el des-
intencionalidad y una actitud. La intencionali- acuerdo en las teorías puede llevar a grandes
dad unitiva precede y guía a toda acción de uni- desacuerdos en las praxis (aunque al principio
ficación. Esa intencionalidad consiste en el de- la necesidad de hacer algo en la praxis unifique
seo de efectuar verdadera unidad entre los seres a las personas, a pesar de las diferencias de teo-
humanos. Ahora que hay tanta desunión por la ría). Pero es aquí donde se muestra más la capa-
incomunicación que provocan los mismos me- cidad de unión que necesita el comunicador. En
dios masivos de comunicación, promovida por lugar de recrudecer las diferencias, tiene que ser
las actividades tan absorbentes que se dan en la capaz de llevarlas a la confluencia. Claro, no se
sociedad actual, por la misma lucha por la dia- trata de un irenismo fácil y cómodo, ni de un
ria subsistencia y por el clima de violencia y des- sincretismo simplista y superficial, sino de un
confianza que se extiende cada vez más y más, sano eclecticismo, en el que se toma lo mejor
es cuando más se necesita esa presencia de la in- de cada postura, se evitan las dificultades de cada
tencionalidad de la unión, de la comunicación una, y se llega a una postura nueva, más univer-
auténtica, que crea vínculos. sal y abarcadora, y, por lo mismo, superior y
Esa intencionalidad se manifiesta en una ac- más verdadera. Hay que explotar la capacidad
titud constante. Puede ser que los actos concre- de integración que permita limar las asperezas
tos con los que se trata de lograr la unidad no entre las opiniones y buscar en qué medida pue-
sean siempre afortunados, o no lo sean del todo; den coincidir. Eso es más creativo y arduo que
pero lo que sí se manifestará constante y con-
vincente será la actitud de unificación, la bús-
queda de la unión entre las partes, la cual dará 88 Cf. M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, ed. cir.,
p.25.
172 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO VlII. HERMENÉUTICA ANALÓGICA Y COMUNICACIÓN 173

agudizar las contradicciones, que esgrimir la unificador; y, en nuestro caso, es la teoría de la


dialéctica para separar cada vez .más las posturas comunicación la que ha sido destinada a cum-
y hacer más dificil -si no imposible- su con- plir con las funciones de símbolo, para ejercer
vergencia. Pero no se trata de integrar por inte- la simbolicidad, o fuerza unitiva entre varias rea-
grar, o de unir a como dé lugar lo incoherente, lidades, aquí entre los seres humanos.
o de hacer confluir tramposamente lo que no Si la teoría de la comunicación -si el co-
puede hacerlo, sino de buscar los puntos de municólogo- logra realizar esa unión entre los
unión, para lo cual se necesita profundidad y hombres, comenzando por los más cercanos,
sutileza, como es la condición del encontrar las sobre todo entre los mismos que están en el
analogías entre las cosas, esto es, captar lo que interior de su sociedad, habrá cumplido con esa
tienen de semejante en medio de la aguda con- vocación y designio de ser símbolo e ícono de
ciencia de sus mismas diferencias. Por eso me la humanidad; si no lo logra o no se preocupa
gusta hablar de la necesidad de una hermenéu- por hacerlo, habrá fallado en su cumplimiento
tica analógica. de tan alta misión y destino.
Una de las formas de conseguir la universali-
zación es a través del diálogo, del acuerdo, de la 7. Educación de la simbolicidad humana
comunicación. Es la forma privilegiada hoy en
día. Se dice que ahora se consigue lo universal Uno de los derechos del hombre es el dere-
mediante el diálogo yel acuerdo, que incluso la cho a la comunicación; pero a la comunicación
confluencia entre culturas no debería llamarse que le cree un entorno humano, un mundo sim-
universalidad, sino comunicación." Se insta a bólico adecuado. La misma comunicación crea
no pensar en universales culturales, sino en símbolos. Antiguamente se decía que el ícono
modos de encontrar comunicación, comunión, es la parte buena del símbolo, y el ídolo su par-
entre las culturas. Pero en ambos casos se trata te mala. Pues bien, el comunicólago estará
de lo mismo: algo tiene que fungir como lazo creando íconos si los signos que emite son para
de unión. Ese lazo de unión es lo que funciona ayudar al hombre a recuperar sus símbolos y a
como símbolo, es decir, como mediador y como vivirlos intensamente, en plenitud; pero estará
creando ídolos si los signos que emite son para
alienar al hombre, para enajenarle su misma esen-
89 Así dijo Raimon Panikkar como réplica a mi ponencia en el
cia humana, que es la racionalidad y la simboli-
Primer Congreso Mundial de Filosofía Intercultural, Universi-
dad Pontificia de México, México, D.F., 7 de marzo de 1995. cidad, la capacidad racional de interpretar y vi-
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vir sus símbolos. ¿Por qué no procurar una co- los ya existentes y de llegar a producir otros
municación que, en lugar de vaciar al hombre nuevos que sean impulso o estímulo, que orien-
de la simbolicidad que lo anima, por encerrarlo ten y den sentido. Es reeducar la intencionali-
en la cárcel del entretenimiento, lo llene de sim- dad del hombre, que ha estado desviada y per-
bolicidad, le ayude a reconquistar y a aumentar dida en cosas que no constituyen su verdadero
su capacidad simbólica? bien. Por eso el comunicólogo necesita una fi-
La promoción de esta capacidad simbólica losofía del hombre o antropología filosófica y
no consiste en imponerle símbolos, pues sería además una ética, para poder dar al ser humano
lo mismo que se ha venido haciendo, sino en algo que le sirva. De todas maneras estará tra-
escuchar y captar sus símbolos, como se oye la bajando para una antropología filosófica y una
música que lo regocija y la poesía que lo exta- ética, a saber, las que estén vigentes. Las difun-
sía. De esa manera se promoverá la cultura que dirá y fortalecerá. Y, si se da cuenta de que esa
le sirve, que le es adecuada. Escuchar los sím- ideología no es buena, tiene que contar con otra;
bolos. Tenemos que comenzar por nosotros mis- por eso deben ser asignaturas obligadas para él
mos. El comunicador comunicará y presentará las de filosofía del hombre, filosofía social y
lo que él mismo tiene como cultura y como ética. Sólo así podrá el comunicólogo estar en
simbolicidad. Si no se abre él mismo al conte- condiciones de brindar un cambio, una infor-
nido vital de la simbolicidad, mal podrá ayudar mación y una formación que sean benéficas.
a los otros a hacerlo, y brindarles una comuni- Al igual que en la docencia, en la comunica-
cación que realmente vehicule los contenidos ción se puede privilegiar sólo la información o
de ese mundo simbólico que es la cultura y que abarcar también la formación. Hay ocasiones
se quiere para él. Es una labor de reeducación en que más bien se puede dar información y
de sí mismo, para recuperar los contenidos sim- muy poca formación. Pero ya en el mismo in-
bólicos de un pueblo y para ser creativo a la formar se da de modo insensible cierta forma-
hora de presentarlos o transmitirlos." ción, pues no hay información neutral respecto
El bien que puede hacer el comunicólogo es de los juicios axiológicos o valorativos, que van
muy grande. Puede nada menos que resarcir y ahí implícitos, encerrados. Pero también se dan
multiplicar la capacidad simbólica del hombre, muchas ocasiones de formar, en documentales,
esto es, la capacidad de comprender los símbo- en películas y programas culturales. Los cuales
no son precisamente los lucrativos. Y no se cum-
ple el ideal produciendo unas cuantas películas
90 Cf. O. Quezada Macchiavello, op. cit., pp. 173 ss.
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culturales dentro de una marejada de inconta- positivos y valiosos el cumplimiento de esa vo-
bles «películas chatarra». Las películas cultura- cación a formar personas a la que hemos aludi-
les se han dejado para las instituciones educati- do como el peculio y el privilegio de quien se
vas, pero son nada ante las empresas lucrativas dedica a vincular a los hombres mediante la co-
que han dado en ganar a costa de la ignorancia, municación.
la violencia y la pornografía. Todo eso va mi-
nando la moral y llega a atacar la misma identi-
dad del hombre."

8. Síntesis

Por eso hay que encontrar las múltiples for-


mas en que el comunicólogo puede ayudar a
cultivar, educar y orientar a la sociedad. Puede
haber allí para él una excelente oportunidad de
no buscar el puro lucro, sino de aportar algo a
su sociedad. Podrá dar formación y educación,
en lugar de des-educación y deformación, que
son las que más abundan. Con ello se logrará el
alto ideal al que puede aspirar el que se dedica a
las ciencias de la comunicación en la actualidad.
Ciertamente es un reto y una utopía, pues
tendrá que enfrentarse a 10 que se ha generaliza-
do hoy en día en la sociedad. Pero el buen co-
municólogo obtendrá la satisfacción de haber
aportado algo a la construcción de un pueblo,
un pueblo que salga de la casi-muerte por la
ausencia de pensamiento y simbolicidad, que
encuentre en la comunicación de contenidos

91 Cf.]. L. LópezAranguren, op. cit., pp. 158 ss.


IX. SOBRE EL FUTURO
DE LA FILOSOFÍA92

1. Planteamiento

artiendo de la situación cultural de


nuestros días, nos preguntaremos en
este capítulo acerca de la situación
actual del filósofo en este fin de si-
glo y de milenio (1999). Veremos que dicho
futuro de la filosofía está relacionado con la
hermenéutica y su aplicación a la pluralidad de
corrientes culturales que percibimos en la ac-
tualidad. Es una especie de hermenéutica pluri-
cultural. Y se trata de una pregunta doble, bi-
fronte, de dos caras, una que mira al pasado y
otra que mira al futuro. Pues es natural que nos
preguntemos por 10 que ha sido o está siendo
en estos momentos claves la filosofía, pero tam-
bién nos preguntamos qué rumbo llevará, o más
comprometedoramente, qué rumbo deberá lle-
var. Trataré de conjuntar ambas cosas, la situa-
ción presente y la situación por venir. De todos
modos parece que será inevitable juzgar y pre-
decir, con 10 cual corremos el riesgo de morali-

92 Este capítulo es el texto de una conferencia leída en la mesa


redonda Fin de época. La filosofta frente al próximo milenio,
organizada por Eugenio Trías, en la Residencia de Estudian-
tes, del csrc de Madrid, 15 de diciembre de 1999.

[179]
180 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFíA 181

zar y adivinar, cosas ambas de profetas. Esto nos eso tan variopinto que se llama posmoderni-
pone en una situación nada envidiable, y muy dad. Tiene aristas movedizas, poco claras; pero
difícil, por comprometida, ya que nadie quiere se ven ciertas constantes en sus cultivadores o
ahora moralizar, ni, mucho menos, arriesgarse sostenedores. Se nota una ausencia de grandes
a predecir, pues también involucra, de alguna sistemas; ciertas escuelas que antes eran domi-
manera al menos, plantear un deber ser. nantes, como el marxismo, el estructuralismo,
Pero trataré de encarar valientemente el pro- la fenomenología, han dejado el paso a otras
blema, y pronunciarme no solamente acerca de construcciones más dispersas, semejantes a los
10 que veo como la tarea que tiene el filósofo existencialismos y como continuadoras de ellas.
en la actualidad, sino la que conviene que tenga Se nota también la deflación de las filosofías
en el porvenir. Entiendo la labor del filósofo racionalistas, como el cientificismo y aun la mis-
como un buscar sentido, significación para el ma filosofía analítica. Lo que se ve es más bien
hombre. Por ello se trata de una actividad en la un descrédito de la razón; el levantamiento de
que tiene un lugar muy importante la interpre- pensamientos que sólo aspiran a la fragmenta-
tación, 10 que se ha llamado vertiente herme- riedad, a la narración, no a la argumentación
néutica de la filosofía. Claro que no es privati- ceñida de la lógica, sino si acaso a una seduc-
va, pero sí muy necesaria. En efecto, el sentido ción persuasiva como la de la retórica o incluso
suele esconderse o acurrucarse en los símbolos, de la poética.
en los símbolos del hombre, que son como los Se da un vigoroso rechazo de las disciplinas
representantes de su afecto. Sus mitos, poemas filosóficas que trataban de marcar un significa-
y utopías, son los depositarios de esa carga de do, ya sea una referencia, como la ontología, ya
afecto y, por 10 mismo, de sentido, que mue- sea un sentido, como la filosofía de la historia.
ven al hombre a seguir viviendo. Es 10 que tie- Se las llama, despectivamente, "metarrelatos",
ne que reconquistar el filósofo para el ser hu- y con ello se quiere indicar que prometían rela-
mano si quiere que su labor siga teniendo algo tar mucho, demasiado, sin cumplirlo. Y tam-
que decirle. bién se dice que, por lo tanto, ahora hay que ir
a los relatos menores, en todo caso a narracio-
2. Panorama actual nes más fragmentarias, a una pura narratología.
Se cultiva con predilección la estética, se la ve
Lo que se ve en la filosofía en este fin de como el modelo. Algo, cada vez más, se conce-
siglo y de milenio es la consabida presencia de de a la ética, aunque predomina el relativismo,
182 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA 183

la ambigüedad indiferenciada que defiende la en los límites, lo entiendo como habitar el en-
diferencia, pero en realidad hace el juego a la trecruce de las semejanzas y las diferencias, esto
homogeneización. Se promueve la inexistencia es, habitar la analogía, la iconicidad. Es tomar
de límites; o, si se los acepta, se dice que son en serio y asignar importancia a la diferencia.
artificiales, arbitrarios, y con la misma arbitra- No son los que promueven la sola diferencia
riedad hay que transgredirlos. los que la defienden, antes le hacen daño; el
Todo eso es rechazo de los límites. Pero es verdadero defensor de la diferencia es el que de-
justamente lo que ha de buscarse ahora. Reco- fiende, además de la diferencia, su capacidad de
nocer límites, saber hallarlos, para no perderse, integrarse en la semejanza; es defender la analo-
para orientarse. Asimismo, hay que saber po- gía. Las diferencias son los verdaderos límites.
nerle límites a esa disolución, llamada globali- y el defender las diferencias es defender límites
zación, que nos quieren imponer otros. Cien- que eviten que todo se vuelva homogéneo, pero
cia y sabiduría de los límites, es lo que se nece- también que impidan que todo se vuelva am-
sita ahora, prudencia y técnica (o arte) de ubi- biguo, que pierda su capacidad de semejanza.
carse, de encontrar los límites justos, pues tal Algunos dan la impresión de carecer del senti-
ha sido tradicionalmente el peculio de la filo-
do de la diferencia; pero otros parecen carecer
sofía. Es una conjunción, como hace Gadamer,
del sentido de la semejanza. Y tan malo como
de la verdad en Aristóteles y en Heidegger, el
defender sólo la identidad es el defender la sola
desocultamiento conjugado con cierta corres-
diferencia. Hay que defenderlas a ambas, aun
pondencia, pero involucrando un proceso a fu-
cuando predomine la diferencia, como en la
turo, una enérgeia, una actualización paulatina
y progresiva. Pues Gadamer, a diferencia de analogía. Y, así, uno de los campeones de la ana-
Heidegger, interpreta la verdad aristotélica a la logía, tal como la entiendo aquí, fue Octavio
luz de la enérgeia, es una verdad que se va actua- Paz.95
[izando." Curiosamente, en el barroco y la moderni-
La tarea pendiente es encontrar y/o construir dad el límite era el modus, el modo. El modo
los límites. Es más, como dice Eugenio Trías, era el límite, y el límite era un modo, como en
es buscar los límites para habitarlos." Habitar la geometría. Allí el punto era el modus, o lími-
te, de la línea; la línea era el modus, o límite, del

93 Cf. H.-G. Gadamer, Actualidad de lo bello, Barcelona: Pe-


nínsula, 1984. 95 Cf. O. Paz, Los hijos del limo, Barcelona-Bogorá: Seix Ba-
94 Cf. E. Trías, La razón fronteriza, Barcelona: Desrino, 1998.
rral, 1990, pp. 80 ss.
184 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA 185

plano; y el plano era el modus, o límite, del só- te, los estrictos límites que había, se ha caído en
lido. El modo dimensionaba, colocaba, situa- derrumbarlos todos. Ya puede llegar el tiempo
ba, daba ubicación y orientación. Por otra par- de mirar, de encontrarlos, de que no los pon-
te, en Spinoza el modus o modo era el límite de gan ni los rígidos ni los laxos, sino de que se
la substancia, lo que le permitía tener diferen- estudien con sosiego y seriedad, y así tal vez será
cias, que se manifestaran y discernieran como con más objetividad (o, por lo menos, inter-
accidentes, eran las individualidades. En Leib- subjetividad) .
niz el modus construía los discernibles, y ade-
más cualificaba a los hechos. El modo, la mo- 3. La filosofía como búsqueda de sentido
dalidad, era el límite del ser, los functores mo-
dales eran los límites que marcaban las diferen- Por eso ahora se plantea como necesaria una
cias del ocurrir (contingencia, posibilidad, im- búsqueda (o construcción) del sentido. Es al
posibilidad y necesidad). Pero, a su vez, el modo mismo tiempo búsqueda y construcción. Tan
es el límite que da la moderación. Y la modera- malo es querer encontrarlo completamente
ción es proporción, proporcionalidad, esto es, dado como querer construirlo de la nada, sólo
analogía. Por eso la analogía es el conocimiento desde nosotros. Se necesitan las dos cosas. No
de los límites, esto es, de la asignación de los es o lo uno o lo otro, y nada más. Es la con-
modos, la moderación, la proporcionalidad. La fluencia, la frontera, el mestizaje de ambos as-
proporción de los pitagóricos, al asignar las pectos. Se parte de una búsqueda, como hicie-
porciones que corresponden a cada cosa, hecho ron los románticos, al tratar de volver a la natu-
o acción, las que les son convenientes, es la de- raleza; pero teniendo en cuenta lo que hicieron
marcación de las porciones, es la asignación de también ellos mismos, a saber, tratar de cons-
los límites, con frónesis o prudencia aristotélica. truir sentido a partir de lo natural, y conforme
La analogicidad es la condición de posibilidad a él. El puro construir es lo que se quiere ahora
para habitar los espacios limítrofes, los de las (en la posmodernidad), pero es desconocer la
modalidades. raigambre natural del hombre que tanto mar-
Ahora los límites son mal vistos. Pero va pa- caron románticos y simbolistas. Mas tampoco
sando poco a poco esa situación. Ya que los lí- se puede querer encontrar el sentido como ya
mites eran para transgredirse, para traspasarse, dado, lo cual es desconocer el carácter que tiene
nos hemos quedado sin nada que falte por trans- el hombre de animal racional, pues la razón es
gredir. Y es que, por rechazar, muy certeramen- por naturaleza creadora de artificio. Y, como
186 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA 187

deda Baumgarten, el genial iniciador de la esté- transgresión ilusoria. Se caería en una locura
tica como ciencia, el arte, el artificio, es un ana- muy grande, pero de poco provecho. Y es que
logon rationis, un análogo de la razón." el mayor límite es la muerte. . .
El filósofo ha de tener algo para descubrir y Los límites del hombre son el nacnmento y
construir significados, sentidos. Debe ser capaz la muerte, límite a quo y límite ad quem.. Que-
de ver por dónde va el camino y también ser rer vivir sin ese límite final que es el monr, es la
capaz de intuir por dónde debe ir. 0, si se pre- máxima locura. En cambio, la aceptación sen-
fiere, ser capaz de ver que, si se sigue por el ca- sata de los límites da tranquilidad y apertura.
mino por el que se va, va a ocurrir esto o lo Incluso estimula a llenar el lapso de esos lími-
otro; y que tal vez convenga por eso ensayar tes, esto es, el tiempo de la vida, con cosas!
otro. Para eso debe conocer bien la experiencia acciones que le den sentido. Hasta s~ pue~e v~­
vir al menos un poco una utopía, SIn radicali-
histórica del hombre. Y tener la virtud de ba-
zarla al punto de que lastime a los otros y sin
rruntar ese núcleo de sentido que solía llamarse
desinflarla al punto de que los deje en el aban-
la naturaleza humana.
dono. Da la impresión que en la actualidad se
Es precisamente dentro de los límites donde
quiere vivir sin ver esos límites del morir; t?do
se da el sentido, donde se lo encuentra. En ese
parece preparado para distraer de ese pensamIen-
lugar que crean los límites mismos. Sin límites to, para borrar el recuerdo de la muerte, que es,
sólo puede encontrarse el sinsentido, desborda- sin embargo, el único que puede motivar a bus-
do, omnipresente. Tal vez por eso Foucault lle- car el sentido, algún sentido. La misma idea de
ga a decir que nadie sabe si el Sentido con ma- acción ética por los demás, el mismo postular
yúscula, Dios, puede ser el Sinsentido con ma- una utopía, que dé sentido a la acción que desa-
yúscula, esto es, la locura." Yo entiendo esto rrollemos depende en parte de la aceptación de
como un captar que el querer el hombre vivir esa muerte, del trazo de esos límites todavía no
sin límites, cosa que sólo se podría aplicar a dados, pero seguros, que acaban con el lapso de
Dios, es un sinsentido mayúsculo. El hombre la vida. Esto podría verse como una obsesión
no tiene el Sentido con mayúscula; si quisiera por los límites, por el enojo y el rechazo de los
tenerlo, caería en la ruptura de límites, en una mismos, o, al revés, como una posibilidad de
llenar de afecto y compromiso el espacio den-
tro de esos límites, es decir, darles un sentido.
Cf. M. Ferraris, Analogon rationis, Milano, 1994.
96
y el filósofo lo hace. Parece que no es escu-
Cf. M. Foucault, Marx, Nietzsche, Freud, Barcelona: Anagra-
97

ma, 1970, p. 35.


chado, o leído; pero, sin que él se dé cuenta
188 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFíA 189

cabal, los demás están, al menos en una cierta En efecto, existe el peligro de enredarse en
medida, atentos a su voz. Como dice Ernst Jün- modas filosóficas, y no calar hondo en la re-
ger, encontramos a veces más motivos para ac- flexión y en el compromiso. A veces las modas
tuar en ciertos (buenos) libros que en la reali- reflejan la situación ambiental, el espíritu de la
dad; de ella solemos salir bastante más decep- época, Rorty habla del cambio de filosofías
clonados." Por eso el filósofo ha de tener cui- como cambio de lenguajes, casi diríamos, de
dado con 10 que dice, pues incita a la acción, modas.f" Pero a veces ya la moda parece ser cons-
señala una dirección, un sentido. truida, elaborada, promovida por los medios
de comunicación. En cambio, tenemos que
4. Tradición e innovación
pensar incluso contra la corriente. Es el proble-
Estamos en la encrucijada de dos fuerzas con- ma de la tradición y la innovación. Estamos
trarias, la tradición y la innovación. Es necesa- inmersos en una tradición; pero, aun dentro de
rio asumir la tarea de ajustarlas, de darles su jus- ella, estamos llamados a innovar, a trascenderla.
ta medida, su proporción (su analogía). Como Algo que es urgente es la revisión de los va-
dice Gadamer, pensamos dentro de una tradi- lores, el filosofar sobre la ética. Profundizar en
ción; pero hay que reconocer también nuestra la moralidad y los valores, en el sentido del ethos
obligación de adaptarla a los nuevos aconteci- del hombre. Es el hábitat, la morada, el espacio
mientos e incluso de ir más allá de ella, reno- donde se da su acción, y hay que conocer y re-
varla, crear. Pero también tenemos que dar un conocer los límites que 10 constituyen. Es jus-
sentido a nuestra libertad creativa. Buscar para tamente un espacio creado por los mismos lí-
los demás, dentro de los límites de una vida; mites que 10 encierran, pero que pueden des-
una vida que termina con la muerte, al topar plazarse y esclarecerse. Eso también nos recuer-
con ese límite de la existencia, pero que puede da nuestro compromiso con la ontología, que
ser muy pleno si se procura el trabajo de dar es la seña1adora de los límites, y se muestra
vida, de promover la vitalidad, de encauzar a como una asignatura pendiente, casi en una es-
eso nuestra labor teórica y práctica pecie de suspenso. Lo mismo la filosofía de la
historia, 10 que ya no queremos tocar por mie-
98 E. Jünger, Los titanes venideros. Ideario último, Barcelona:
do a ser señalados como sostenedores de «me-
Península, 1998, p. 21: «... fue sobre todo la lectura de algunos
libros lo que me ofreció motivos para la acción. Cuando, en
cambio, he creído extraer esos motivos de la realidad, he que- 99Cf. R. Rorry, Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona:
dado profundamente decepcionado». Paidós, 1991, p. 27.
190 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOS01~íA 191

tarrelatos». Pero son tareas pendientes y urgen- estado de ánimo muy cercano al vacío, al sin-
tes. Y en el fondo se siguen haciendo, pero a sentido, por lo que se recrudece el nihilismo
veces de manera inapropiada. Foucault decía que parece fluctuar y reaparecer en los fines de
hacer ontología del presente; pero no se daba época, como es lo que estamos viviendo. Fin
cuenta de que para hacerla usó mucho del pa- de siglo y fin de milenio, proclividad a la pro-
sado, y -lo que no quería- estaba hablan- moción de decadencias, o a la exultación mile-
do también del futuro. Universalizaba aun sin narista de cambios y mejorías radicales. Ambas
quererlo. 100 cosas muy peligrosas por naturaleza, y que exi-
De hecho, esto se ha visto en este fin de si- gen una clarividencia cada vez mayor.
glo y de milenio. Muchos filósofos miran hacia
el futuro, y han adoptado un tono apocalípti- 5. Pluralismo cultural
co, vislumbran grandes cambios, otean en el
horizonte en busca de augurios y señales, la También parece necesitarse advertencia res-
mayoría pesimistas.l'" Pero es justamente don- pecto a la capacidad de interacción entre cultu-
de el filósofo tiene que afinar su mirada, agili- ras, capacidad de pluralismo cultural, ahora que
zar su percepción, sutilizar su interpretación, para el multiculturalismo es tan fuerte, y ahora que
encontrar el camino que trazan los signos, sus la globalización amenaza con borrar las diferen-
símbolos. A veces tiene que encontrar los sím- cias culturales de los pueblos a los que inunda
bolos que están soterrados en las raíces del hom- como una marejada, como una ola inmensa. Es
bre, a veces tiene que esclarecer los que están conveniente poder discernir en qué medida se
allí, a medio alumbrar, y a veces tiene que crear aceptará y aun tolerará la diferencia, pero tam-
otros nuevos. Toda esa capacidad simbolizante bién en qué medida se dará la semejanza, o será
se exige del filósofo ahora que los tiempos son conveniente que se dé. Porque ni todo lo dife-
malos: rente es aceptable, ni tampoco únicamente lo
Malos en lo tocante a simbolicidad, por lo semejante a nuestras culturas, y es allí donde se
que hace a la carga de sentido, pues lo que pare-
requiere la reflexión filosófica para que nos
ce que promueve más la globalización es un
dé discernimiento. Hay que salvaguardar algo
y hay que rechazar algo en la interacción cul-
100 Cf. M. Foucault, «Qu'esr-ce que les Lurnieres?», en Maga- tural, no es posible que se dé una ganancia
zine Littéraire, avrill993. completa ni una pérdida completa; precisa-
101 Cf. ]. Derrida, De un tono apocalíptico adoptado reciente-
mente allí se ve el enriquecimiento entre las
mente en filosofta, México: Siglo XXI, 1994, pp. 47 ss.
192 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA 193

culturas, resultado de esa experiencia multicul- pues lo más rico que se da en estos pueblos es el
tural e intercultural.l'" simbolismo, sus símbolos.l'"
En este sentido se puede hablar de la exigen- Eso, pues, que se ve como importante es la
cia de un mestizaje. De un mestizaje cultural, experiencia del mestizaje, un mestizaje muy pro-
más que étnico. Exigencia porque, de cualquier fundo, muy inconsciente, que puede aprove-
manera, dada la incesante y cada vez más rápida charse en lo consciente, para mejorar. Es la mez-
interacción entre las culturas, por obra de la glo- cla étnica y cultural, más cultural que étnica. Es
balización, se dará inevitablemente. Pero tam- una situación híbrida, limítrofe, analógica. Por
bién, y sobre todo, porque tenemos que reflexio- eso siento que esta experiencia fundante de la
nar desde la filosofía qué tipo de condición cul- filosofía latinoamericana del mestizaje conduce
tural deseamos, y que no nos tome despreveni- a una hermenéutica analógica, como yo la lla-
dos esa globalización que algunos consideran mo, o a una razón limítrofe o fronteriza, como
imparable, y nos resulte una situación indesea- la llama Eugenio Trias.I04 Con él estoy de acuer-
ble; y, además, porque tenemos que limar o do y recojo su idea del ser limítrofe o fronteri-
pulir ese mestizaje de elementos que será nece- zo, que incorporo a mi reflexión sobre el límite
sario perder, so peligro de que amenace ruina analógico y el mestizaje.
para el conjunto cultural más grande. Un mes-
tizaje que se habrá de preparar, por así decir, con 6. La experiencia del mestizaje
dolores de parto.
Solamente puedo hablar de la experiencia y Mestizaje de símbolos. Esto se ve sobre todo
de las expectativas de la filosofía pertenecientes en el barroco, en el México del s. XVII. Des-
a Latinoamética. Concretamente en México. pués del siglo XVI, en que hubo el choque en-
Pero lo particular influye en lo universal; más tre europeos e indígenas, ya no hubo esa des-
aún, lo constituye. Por eso servirá para la gene- trucción. Los mismos españoles criollos se per-
ralización. Hay una cosa que se ve como necesi- cibían como distintos de los peninsulares, has-
dad en mi contexto cultural mexicano. Es la ta llegaron a concebirse o imaginarse como in-
hermenéutica. Tengo la convicción de que dependientes de España. Por eso, más que por
América necesita mucho de la interpretación,

103 Cf. S. Arriarán - M. Beuchot, Multiculturalismo, neob~rroco


102Cf. L. Villoro, Estado plural, pluralidad de culturas, Méxi- y filosofía, México: Itaca, 1999.
co: Paidós-UNAM, 1998, p. 66. 104 Cf. E. Trías, op. cit., pp. 108 ss.
194 UNIVERSALIDAD El INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFíA 195

pura ambición, hubo movimientos de separa- algo tercero, distinto de una y otra, diferente.
ción, ya en las mismas generaciones inmediatas Es el predominio de la diferencia. El mestizaje
de los conquistadores, como el hijo de Hernán fue haciendo, sin palabras, con el mutismo o el
Cortés, Martín, y los Ávila, etc. Los españoles silencio de lo que se entrecruza por el contacto,
de América, los criollos, se dieron cuenta de que y con las voces y gestos del cuerpo, del deseo,
no podían seguir destruyendo, sino que tenían etc., una integración de valores, de ethos, de sím-
que contar con el indígena. Pero no sólo para la bolos. Pero no puede ser un pegote, un sincre-
utilización. El cuerpo, el erotismo, el deseo, tie- tismo relativista, sino un sincretismo o eclecti-
nen sus exigencias y sus leyes. Así, el mestizaje cismo atento, abierto y fino a la vez.
étnico propició el intercambio y mezcla de ra- En lugar de enfrascarnos en las polémicas
zas, de instituciones y de símbolos. Ciertamen- poco conducentes de la posmodernidad y la mo-
te hubo opresión, ciertamente hubo pérdidas dernidad, hay que atender (haciendo caso a José
en ambos lados, ciertamente hubo intentos de Gaos) a nuestra historia, indígena, novohispa-
destrucción. Pero, si debe decirse que en toda na, independiente, etc. Para mí es la novohis-
mezcla de mestizaje una cultura predomina so- pana la más atractiva, pues me da el fenómeno
bre la otra, aquí no predominó la raza opreso- de la fusión de horizontes, de razas, de símbo-
ra, sino la raza más extendida, a saber, la indíge- los, de ideas. Para no imitar en filosofía, hay
na. El mestizo se captaba muy indígena, lo cual que trasplantar, como hizo la Nueva España,
se ve en los intentos que siempre hizo para no sobre todo en el barroco, lo griego y lo cristia-
parecer tan indígena, para borrar o esconder ese no, en lo español, y luego lo español y lo indí-
lado, y parecerse más al europeo. Se incorporó gena, en lo novohispano.
la diferencia a la semejanza, pero con predomi- Hay que integrar lo europeo, aprender y be-
nio de la diferencia. neficiarnos de la gran tradición europea de la
y así es la analogía, la conservación de algo filosofía, que es en la que estamos inmersos,
de semejanza a pesar del predominio de las di- sin duda; y esto hay que hacerlo de manera crí-
ferencias. Las diferencias culturales llegaron a tica; pero sobre todo roturarla y hacer avanzar
una integración, no a una homogeneización. No lo latinoamericano. Nos reconocemos en lo
se pudo europeizar por completo; y no se per- europeo; pero más nos reconocemos en lo que
maneció por completo indígena. Es verdad, lo se tiene que hacer para el futuro en nuestro con-
europeo y lo indígena tuvieron que convivir, texto. Objetivamos en la fusión de lo europeo
incluso a su pesar, y producir un tertium quid, y lo latinoamericano, en nuevo mestizaje, en
196 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA 197

una mezcla analógica, que nos haga no repetir- Para el mestizaje se necesita el diálogo. Abrir-
lo, sino innovar, para responder a nuestro con- se a lo que otro piense. Tiene que integrar una
texto específico. teoría del diálogo, de la interacción cultural.
Se trata, pues, de una hermenéutica analógi- Una teoría no sólo formal, sino que integre ele-
ca entendida como una filosofía comprometi- mentos materiales; por ejemplo, se necesita una
da. Una hermenéutica que sirva para aplicarla a teoría del multiculturalismo, que no por esca-
la liberación de los marginados, indígenas, etc. par de la globalización, aniquiladora de las di-
Crítica y liberadora. Como la están desarrollan- ferencias, se vaya a un relativismo nocivo. Ha
do colegas míos, como la vertiente de la her- de ser un multiculturalismo, o pluralismo cul-
menéutica analógico-barroca, que conjunta mi tural, que no permita todo, ni rechace todo.
hermenéutica analógica con la idea del ethos Que pueda aceptar ciertas cosas y rechazar otras,
barroco, que se ha manifestado como muy fruc- buscando lo bueno. Y de esta manera se evita el
tífera para la reflexión filosófica de lo latino- univocismo reductivo y el equivocismo permi-
americano. 105 sivo o indiscriminado. Se da un pluralismo (ana-
También se debe concebir como algo lati- lógico) que busque en el diálogo criterios inter-
noamericano. Para ver en qué realidad estamos, subjetivos, ni puramente objetivos, ni puramen-
preservar o rescatar nuestra especificidad y evi- te subjetivos, sino mixtos.
tar la globalización devastadora, que destruye No se trata de negar la europeidad, ni se tra-
lo simbólico; y hacerlo conociendo nuestra his- ta tampoco de negar la posmodernidad, esa
toria, nuestra tradición, y lo que ella nos ense- nueva sensibilidad sobre todo europea (a pesar
ña, y tratar de hacer una historia de México y, de que nuestros pueblos ni siquiera pueden de-
más concretamente, de la filosofía en México, cirse completamente modernos, pues tienen una
en la línea de esta hermenéutica analógica.l'" El especie de premodernidad omnipresente). No
hacer historia de la filosofía es para hacer mejor podemos tener la ingenuidad de negar la globa-
filosofía en el presente. lización en marcha; pero sí podemos usar cosas
para resistir, para salvaguardar nuestras identi-
dades en el seno de ese marasmo, de esa gigan-
105Cf. B. Echeverría, La modernidad del barroco, México: Era, tesca ola de homogeneización. Muchos elemen-
1998. En esta linea trabajan Samuel Arriarán, Arturo Alvarez tos del barroco, según se ve en Gracián, son es-
y otros en la Universidad Pedag6gica Nacional, de México,
D.F. trategias de resistencia y de oposición a lo dado.
106Tal como la están aplicando Vict6rico Muñoz, Gloria Se trata de una especie de visión de la economía
Balderas y Víctor Hugo Valdés.
198 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO
IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFíA 199

simbólica. Cuando maten nuestros simbolis- te, quieren hacer filosofía sin tomar en cuenta
mos, se dará la muerte cultural, peor que la físi- el contexto particular, y hacen filosofía univer-
ca. Pero también hay un mestizaje de símbolos, sal, sin darse cuenta de que se pierde la aplica-
may?r y m~s pro.fundo que el físico, ya sea por ción a lo propio; y, así, pierden aun lo genérico.
fusión de SImbolismos, o ya sea por surgimien- Otros, en cambio, plantean la filosofía de ma-
to de nuevos símbolos, producto de la creativi- nera equivocista, como si no tuviera nada que
dad colectiva. ver con lo mundial, sino sólo con el contexto
U~a filosofía que es mestiza también por parcial. lOS Mas no hay que hacer esto de una ma-
combinar el concepto y el afecto. Que combi- nera relativista, sino con una aspiración y capa-
ne los dos lados del ser humano. La atención al cidad de generalizar, pues la filosofía tiene tam-
cuerpo y al erotismo que encuentra Deleuze en bién una vocación de universalidad, además de
el barroco, junto con el intelecto y la razón, es su incidencia en lo particular. La filosofía tiene
un indicador de la necesidad de la proporción una modalidad universal, pero encarnada en lo
de cada uno que se requiere para filosofar. 107 particular. Trasciende lo particular y vive por su
Creo que es la razón analógica, tan cara a ese inserción en lo particular. Lo particular es su
tiempo del barroco, con sus dos caras de la parte empírica y lo universal es su parte trascen-
~etonimia !' la metáfora, en tensión por unirse dental. De esta manera, y parodiando a Kant,
sm confundirse, es como un pliegue, es el verda- una filosofía que no mire al contexto universal
dero ?espliegue y repliegue del pensar para salvar es ciega; pero una filosofía que no mire al con-
las diferencias sin difuminar las semejanzas. texto particular es vacía.
Que no se dé sólo un mestizaje del merca-
7. Universalidad y particularidad do, sino de símbolos, de culturas. Pero un mes-
tizaje que eduque, que preserve sin destruir to-
As~, también. tenemos que poder conjuntar
talmente, sino que se dedique a construir, a crear.
y.conjugar lo universal y lo particular; más pro- El ethos barroco ha de ser un modelo de respeto
piamente, colocar lo particular en lo universal. por la alteridad. Pues ha de permitirse el predo-
En nuestro caso, la filosofía latinoamericana en minio de la diferencia, la dialéctica de lo mis-
la filosofía mundial. Hay quienes, unívocamen- mo y lo otro, de lo universal y lo particular.

108 Cf. M. Foucault, La arqueología del saber, México: Siglo


10l.Cf. G. Deleuze, Elpliegue. Leibnizy el barroco, Barcelona:
XXI, 1970, pp. 25-26.
Paidós, 1988.
200 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO IX. SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA 201

Ahora se necesitan mucho las diferencias, los como sucede en el mestizaje. Que se permita la
límites. Límites tanto para la identidad como unidad sin univocismo y la diferencia sin equi-
para la alteridad. Rescatar la alteridad sin perder vocismo.
la identidad. Ser como un símbolo para los de-
más, a veces sólo un diagrama o una metáfora. 8. Síntesis
El filósofo es un símbolo. Símbolo de su
sociedad y de su época. A distintos niveles. En Hay que plantearse, pues, la filosofía como
el sentido de ser un recurso, para los demás, para mestizaje, como un híbrido, como un mestizo,
pasar a un estado mejor, un paso de límites, como un análogo. El análogo es un mestizo, y
como cierta transgresión. Ello conlleva cierta- ordinariamente el mestizo es visto como un
mente la descripción acabada de lo que sucede bastardo, siempre fronterizo o marginal. Pero
en su momento, recoger el estado del ánimo o es sobre todo alguien que interactúa, a veces con
del espíritu propio de su época; pero también todo en su contra, por eso a veces de bando, a
conlleva una transformación, lleva a un cam- veces (la mayoría) de contrabando. Y de esta
bio, a un mejoramiento de las situaciones. manera se entiende por qué Hermes era un
Hay que partir de la memoria histórica. Pero mestizo, un análogo. Tenía la capacidad de ver
hay un modo de sobrepasar la tradición. Al re- los dos mundos, los dos lenguajes, y, sobre todo,
basar la tradición propia se rebasa y enriquece la el entrecruce del lenguaje y del mundo, del de-
tradición general. No tanto romper con la tra- cir y del ser.
dición, sino ensancharla, para ir más allá de ella Hay que repensar, también, de una manera
misma. Y esto a nivel nacional como interna- no abstracta el problema de la multiculturali-
cional. dad. Tiene que crear un espacio de diálogo, en
En un sentido, se puede decir que la filoso- el que el debate no sea todo o nada, sino la in-
fía es una; pero también en otro sentido se pue- tegración de modos de vida y de pensamiento.
de decir que es múltiple, por naciones o regio- Esto nos hace ver nuestra pertenencia a una tra-
nes. Tan mala es la pura globalización como la dición grande, como tradiciones menores, o más
pura atomización fragmentadora. Hay que te- particulares, y ello implica que se tiene que te-
ner la capacidad de distinguirse entre los demás ner la capacidad de confluencia.
y de integrarse en el todo, de una manera dife-
rente y aportadora. Sin dejar de reconocer sus
peculiaridades, pero buscando integración,
X. CONCLUSIÓN

ecienternente han surgido algunas


búsquedas para salir del impasse en
el que nos encontramos, destrabar la
discusión, que se halla atrapada en-
tre extremos viciosos y aun imposibles, o por
lo menos inexistentes. Universalismo y relati-
vismo, liberalismo e igualitarismo, individua-
lismo y comunitarismo, resistencia y asimila-
cionismo, todos conduciendo a grandes proble-
mas, a dilemas casi insolubles. Ellos afectan a la
teoría de los derechos humanos. Por eso deseo
sumarme a esta búsqueda. Lo que he estado
explorando, o ensayando, me gusta llamarlo plu-
ralismo cultural analógico, conectado con una
racionalidad o razón analógica, que busque la
mediación entre los extremos mencionados. Esa
noción de analogía la encontré en los pitagóri-
cos, esos grandes matemáticos griegos que te-
nían pavor a lo irracional, a lo infinito y a lo
inconmensurable, y que, sin embargo, se topa-
ron con los números irracionales, con los infi-
nitésimos y con la inconmensurabilidad de la
diagonal, y trataron de integrarlos y convivir con
ellos, y aprendieron a dar a cada extremo su por-
ción, su analogía, pues ella significa proporción,
proporcionalidad. Más allá de la noción vulgar

[203]
204 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO X. e o N e L u S ION 205

y común de la analogía como semejanza, ellos la coso Es cierto que el molde lo da la racionalidad
presentaron como predominio de la diferencia den- humana (o razonabilidad), que crea las condi-
tro de la semejanza. Es la diferencia que no re- ciones de posibilidad de un entendimiento y
nuncia a la semejanza, a alguna universalidad. diálogo respetuosos entre las diferentes cultu-
Por eso me ha gustado llamar a este modelo ras; pero también se necesitan valores que, por
pluralismo analógico. En él se salvaguarda la di- virtud del mismo diálogo razonable, se irán per-
ferencia, lo cual implica particularidad, pero sin filando y aclarando cada vez más. Por ejemplo,
renunciar a la semejanza, lo cual implica uni- se puede poner, según hace Enrique Dussel,
versalidad. Con él se podrá sobrepujar el dile- como contenido material primario o como va-
ma del universalismo y del relativismo extre- lor original el respeto y la promoción de la vida;
mos, y esto llama igualmente a una postura pro- pero tendremos que discutir qué es la vida,
porcional, analógica, de equilibrio complejo. cómo ha de entenderse; sobre todo, cómo hay
Nos dará un pluralismo abierto que no se dilu- que entender la vida buena, la calidad de vida.
ya en la fragmentación. Es decir, hay que llegar De esta manera también se podrán conjuntar
a un punto medio pluralista. En él se dará el y equilibrar las éticas de la justicia y las del
predominio de lo particular sobre lo universal bien, esto es, las de la igualdad o equidad y
y lo comunitario sobre lo individual, pues se. las de la vida buena. Esto es algo que hace la
propia Adela Cortina, que habla de unos mí-
trata de ver a los individuos en relación con la
nimos de justicia aceptables por la mayoría,
comunidad; no tanto individuos sin más, sino
y unos máximos de buena vida difíciles de
más bien personas, y éstas sólo se entienden
aceptar por todos, y, por lo tanto, aceptables
como estrechamente comprometidas con la co-
por minorías. Pero mínimos y máximos tie-
munidad. Por supuesto que los individuos se
nen que entrar en juego, y fomentarse, de
ven en relación con el todo, pero son como ele- modo que la justicia dé la mayor cabida po-
mentos de un conjunto, como lo son las perso- sible a los ideales de la vida buena, y, a su vez,
nas, no sólo interactuando entre sí, porque es los ideales de buena vida no se opongan a la
inevitable hacerlo, sino interactuando de ma- justicia, sino que la refuercen. Esto es lo que
nera responsable y moral. Se da una perspectiva se consigue en el equilibrio proporcional que
no sólo social o poítica, sino inclusive ética. da la analogía, y que nos permite juntar en
y también, dentro de esta disciplina filosó- un punto intermedio ambas exigencias, pero
fica, se da no sólo una ética formal o vacía, sino que admite lo más de cada una, sin caer en el
con algunos contenidos materiales o axiológi- extremo vicioso.
206 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO X. eo N eL u S16 N 207

Hay que lograr una mayor precisión. He- una inferencia y a veces como un acto cuasi ins-
mos hablado de una razón analógica, hemos tintivo del hombre cuando se topa con algo que
dicho que la analogía constituye una racionali- no comprende y le causa admiración. Para lan-
dad. Pero no pretendemos que sea la única ra- zar hipótesis es necesario captar las analogías, y
cionalidad, sino que es la más frecuente. Raras también para poder universalizar, por medio de
veces se alcanza la univocidad; y hay que evitar leyes. Es decir, en la parte de la demostración o
la equivocidad, porque es más bien el reino de contrastación. Por eso Peirce se quejaba de que
lo irracional. Ahora bien, en un congreso.l'" muchos lógicos confundían la abducción con
León ülivé me preguntó si habría que enten- el argumento por analogía. Acepta que tienen
derse la razón analógica (aun aceptando que no conexión, pero aclara que son diferentes. Ni-
se la universaliza, sino que se aplica a ciertas cosas) cholas Rescher, en su libro La lucha de los siste-
como un conjunto de principios o reglas, o mas,110 habla de la analogía para formar hipóte-
como una capacidad, disposición o habilidad, sis; pero él dice que en la analogía predomina la
y de qué tipo. Aquí se está tocando el tema de semejanza; yo, en cambio, creo que predomi-
la racionalidad según Wittgenstein, quien veía nan las diferencias, y que éstas son muy rele-
la racionalidad como seguir reglas de inferencia vantes para las hipótesis. Captar las semejanzas
(aunque dejó sin decidir el problema de en qué es fácil y común; pero las diferencias son difíci-
consiste seguir una regla, esto es, si era algo ra- les y tal vez más relevantes, para no universali-
zar sin distinguir; como suele decirse, para ha-
cional o algo inconsciente). Mas, en una pri-
cerlo «de manera diferenciada».
mera aproximación, me basta con entender esa
Pero, además de ver a la racionalidad analó-
razón como capacidad del ser humano, pues es
gica como capacidad, podernos verla como cier-
evidente que tenemos una cierta habilidad para
to conjunto de principios. Algunos temen que,
captar y detectar las semejanzas y las diferen-
si se ve como conjunto de principios, se cuele
cias. Ellas son necesarias para tratar de asignar un universalismo excesivo. Serían principios uni-
causas a los fenómenos, y lanzar hipótesis en versales irrestrictos, y, por ende, principios de
orden a obtener explicaciones. Es lo que Peirce universalidad muy fuerte. Pero no hay ese peli-
llamaba abducción, y que a veces trata como gro, ese problema es disuelto por la misma ana-
logicidad. No basta ver la razón sólo como fa-
cultad o virtud, sino también como principios
109 I Encuentro Internacional de Filosofía de la Cultura y

Multiculturalismo, Universidad Autónoma de Campeche,


Campeche (México), del 10 al 14 de diciembre de 2001.
110 México: UNAM, 1995, pp. 141 ss.
208 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO X. eoN eL u S16 N 209

o leyes. Pues esa virtud, al actuar, esto es, al ejercer bién parecido, semejanza. Sólo que este autor
su acto, estará aplicando principios y siguiendo trataba de usar esa idea para disolver el proble-
reglas. Ya vimos en el capítulo VI que hay cier- ma de 10 universal; sin embargo, me parece que
tos principios que se presuponen para el diálo- sólo le da otra forma. Reaparece en él. Él creía
go, que son su condición de posibilidad, como que, atendiendo a las diversas cosas, se podrían
el de no-contradicción, el de tercio excluso y el captar sus parecidos; pero que, al compararlas,
de causalidad. Y las reglas de inferencia depen- éstos se iban a ir difuminando cada vez más,
den de ellos, pues tienen una estructura causal hasta llegar a desaparecer. Con todo, hay un
o explicativa; piénsese que la regla lógica del ámbito de densidad, donde los parecidos son
modus ponens tiene la estructura de la condicio- apreciables, yeso basta para asegurar su analogi-
nal, y cuando es explicativa, es una condicional cidad, sin que se pierdan en 10 equívoco, pues
causal; asimismo, funciona si no se deja la posi- de ese modo se acabaría toda universalidad.
bilidad sino de la verdad y la falsedad o del ter- Como se ve, los parecidos de familia, típica-
cio excluso, y, por supuesto, se basan como en mente wittgensteinianos, nos hacen reafirmar
una condición mayor en el principio de la no nuestra convicción de que la analogía explica la
contradicción. universalidad, a la vez que nos hace conseguir
En ese mismo congreso, Luis Villoro me universales más matizados, diferenciados y dú-
preguntó por la relación de la analogía con los ctiles, 10 cual necesitamos a la hora de buscar
«parecidos de familia» de Wittgenstein. Creo universales culturales, principios y valores que
que están sumamente conectados. En efecto, la nos ayuden a obtener un pluralismo cultural
analogía es el fundamento inmediato y directo capaz de mostrar, si no fundamentos inamovi-
de la universalidad; no podemos universalizar bles, unívocos, sí fundamentos débiles, analó-
si no podemos reconocer las semejanzas o ana- gicos, pero suficientes para que podamos co-
logías. Ello exige capacidad de relación cognos- municarnos con otras culturas, aprender de ellas
citiva con las cosas basada en las constantes, ciertas cosas y criticar otras. No creo que haya
coincidencias y continuidades; y ello se da en que sacar de nuestro lenguaje filosófico la pala-
medio del devenir, yeso permite captarlo la bra «fundamento», que algunos han suplido por
analogía. Ella es la que nos hace sujetar el pro- otras; ni creo que, en lugar de «universalización»,
pio cambio para encontrar algo de fijeza en él. haya que buscar otro nombre, como «partici-
Lo mismo se da en los parecidos de familia, de pación» o «comunicación»; puede conservarse
Wittgenstein. No en balde la analogía es tam- el de «universales», pero añadiendo el calificati-
210 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO X. e o N e L u S ION 211

va «análogos», el cual les confiere cierta relati- no racional? Es claro que la elección de valores
vidad; pero evita el relativismo extremo, que no sólo depende de la razón, sino del deseo.
nos sumiría en la incomunicación e incluso en ¿Puede señalarse una universalidad de valores,
la destrucción de unos por la mano de otros. o sólo una particularidad? La experiencia nos
En efecto, el pluralismo cultural tiene pre- muestra que hay valores que son compartidos
supuestos no sólo lógicos y epistemológicos, por varias culturas, si no es que todas. ¿Cuáles
sino incluso éticos y hasta antropológico-filo- son los valores que pueden ser comunes? Valo-
sóficos (esto es, de antropología filosófica o fi- res como el aprecio por la vida, por la integri-
losofía del hombre). Se ve en que supone prin- dad, por la salud, por la realización propia, etc.,
cipios prácticos, y ello conduce a principios podrán ser diferentemente vividos, pero se dan
normativos que hay que poner para que permi- en la mayoría de los casos, yeso nos habla de su
tan el intercambio práctico, yeso conduce a los universalidad. Por lo menos se dan en los casos
principios teóricos que lo posibilitan. En efec- normales; cuando faltan o cambian, se trata de
to, hay límites morales, que el estado multicul- situaciones anómalas. Por ejemplo, el suicidio
tural debe proteger. Hay cosas que pertenecen a por motivos religiosos, políticos, u otros. Al-
una cultura y que no se pueden permitir. Y para gunos no quieren ver que estos universales nos
ello es necesario no sólo explicar la comunica- hablan de una naturaleza humana, prefieren de-
ción, sino explicar además la posibilidad de un jar de hablar de ella y aluden a una condición
intercambio crítico entre culturas. Hay que dar humana. Pero con ello venimos a dar en lo mis-
cabida a la crítica. Evitar los extremos no debe mo, la condición humana es reflejo de una na-
ser negociar con ellos, sino llegar a una síntesis turaleza humana que le subyace o a la que co-
dialéctica de los mismos. Hay que sostener prin- rresponde. Así, como la naturaleza humana es
cipios universales, y puntos de vista diferentes la racionalidad (al menos como posibilidad, por
para los mismos. Con ello se evita el absolutis- muy poco ejercida que se encuentre), la elec-
mo, se llega a una razón plural. Dejando de lado ción de valores se hace racionalmente; según dis-
el pluralismo epistemológico (esto es, de prin- tintos paradigmas de racionalidad, pero con ra-
cipios de la razón, que justifican una proposi- cionalidad, al fin y al cabo. Es cierto que inter-
ción como verdadera o probable), pasamos ine- vienen otros factores, como el deseo, las cos-
vitablemente a un pluralismo axiológico (esto tumbres, etc., pero no vician a tal punto a la
es, de valores). Aquí el problema es cómo se da razón que se tenga que dejar de hablar de ella.
la elección de valores, ¿con la razón o con algo Esos universales de contenidos culturales, o
212 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO

materiales, testimonian un universal formal, que


es la razón, ya se tome como racionalidad (en
sentido fuerte) o como razonabilidad (en un
sentido más débil).
Al parecer, sólo la racionalidad (por debili-
tada que se quiera) será lo que impida que cai-
gamos en la negación de las prerrogativas de las
otras culturas. Sólo ella nos impele a tener tole-
rancia, o incluso aceptación, de las diferencias
culturales. Porque nos ayuda a aprender de ellas
o a criticarlas. Si hemos de hablar de un diálo-
go crítico con las otras culturas, tiene que estar
asentado en algo racional, en una racionalidad
mínima, pero suficiente. Se trata de una razón
que no sólo infiere y argumenta, sino que ade-
más está impregnada de valores, de axiología.
No se puede pretender que sea pura y neutra.
Aceptamos su contextualización en tradiciones,
que ya le dan valores, ideales, normas, etc. Por
eso Apel y Habermas han hablado de una ra-
cionalidad ética, lo cual también implica una
ética racional. La razón está omnipresente, por
débil y criticada que se la quiera ver; por lo que
no se trata de prescindir de ella (lo cual será fa-
tal), sino que se trata de llevarla a sus justos lí-
mites. En ese sentido, creo que la racionalidad
analógica, de la que hemos hablado, tiene mu-
cho que aportar, por lo que también necesita
seguir siendo edificada y revisada.
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México: UNAM - Paidós, 1998.

'*'
- R. Xirau, Sentido de la presencia, México: FCE,
1953.

- L. Zea, La filosofía americana como filosofía sin


mds, México: Siglo XXI, 1975 (3a. ed.).
NDlCE

1. INTRODUCCIÓN 7

I1.VINDICACIÓN GENERAL
DEL PENSAMIENTO ANALÓGICO

1. Planteamiento 11
2. Oportunidad de la analogía 13
3. Aplicaciones de la analogía 17
3.1. En la ontología 18
3.2. En la epistemología 19
3.3. En la antropología filosófica 21
3.4. Enla ética 25
3.5. En la filosofía política 31
3.6. En la filosofía de la religión 33
4. América Latina y el pluralismo
analógico (o la diferencia analógica
de lo latinoamericano) 36
5. Búsquedas recientes de la
analogía o analogicidad 4O
6. Síntesis 52

III. HACIA UNA HERMENÉUTICA


ANALÓGICO-ICÓNICA
QUE SIRVA A LA FILOSOFÍA DE LA CULTURA

1. Planteamiento 55
2. Los meandros o caminos del
ícono y la analogía 57
3. Hermenéutica analógico-icónica 63
4. El acto de habla analógico 66
5. Icono y símbolo 69

[225]
226 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO ÍNDICE 227

6. Sentido literal y sentido 7. Etica y diálogo 110


aleg6rico 74 8. Solidaridad o amistad
7. Síntesis 77 social 113
9. Síntesis: la comunidad de
diálogo, a la vez dialógica y
IV. NOCIÓN DE CULTURA anal6gica 114
Y DE IDENTIDAD
Y ALTERIDAD CULTURALES
VI. EL UNIVERSALISMO
1. Planteamiento 79 Y EL PARTICULARISMO EN LA
2. Noci6n de cultura 80 ARGUMENTACIÓN, DESDE
3. Identidad cultural 82 LA PERSPECTIVA DE LA ANALOGÍA
4. La alteridad cultural 87
5. Ética multicultural 89 1. Planteamiento 117
6. Síntesis 93 2. Los universales análogos 12 O
3. Fundamentos analógicos
de la argumentación dial6gica 123
V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN 4. Síntesis 131
INTERCULTURAL y UNIVERSALIZACIÓN
POR SOLIDARIDAD. POTENCIACIÓN
DE LO ANALÓGICO EN LAS RELACIONES VII. ANALOGÍA Y LÍMITES.
HUMANAS DENTRO DE LA SOCIEDAD LARRY LAUDAN y LOS MÁRGENES
DEL RELATIVISMO
1. Planteamiento 95
2. MacIntyre y la traducción 1. Planteamiento 133
intercultural como segunda 2. La limitación del
lengua materna 97 relativismo 1 35
3. Ricoeur y la traducción 3. Vindicación de la ontología 144
intercultural metafórica o 4. Síntesis 148
tensional 100 5. Respuesta del Prof. Larry
4. Breve evaluación de Laudan 149
posturas 102 6. Reflexión sobre la
5. Natura y cultura: respuesta 151
quiasmo, analogía y límite 106
6. El suicidio del relativismo 109
228 UNIVERSALIDAD E INDIVIDUO

VIII. HERMENÉUTICA ANALÓGICA


Y COMUNICACIÓN

1. Planteamiento 155
2. Definiciones 1 57
3. Hermenéutica, analogía y
comunicación 15 9
4. Hacia una comunicación
dialógica 1 63
5. Los nuevos tiempos 166
6. Comunicación y unidad 1 69
7. Educación de la simboli-
cidad humana 173
8. Síntesis 176

IX. SOBRE EL FUTURO


DE LA FILOSOFÍA

1. Planteamiento 179
2. Panorama actual 18 O
3. La filosofía como búsqueda
de sentido 185
4. Tradición e innovación 188
5. Pluralismo cultural 191
6. La experiencia del
mestizaje 193
7. Universalidad y
particularidad 198
8. Síntesis 201

X. CONCLUSIÓN 203
XI. BIBLIOGRAFÍA 215
d101k> ~
jítanjáfora - RED UTOPÍA, A.c.

Ked

[La Buena Estrella de urna]


1
*' POESÍA

IVÁN GARZÓN. SHAHIMA. 40 pp.


JOSÉ ANTONIO ALVARADO. Las palabras cansadas
de volar solamente nombran. 27 pp.
Teresa a punto de descubrir
SILVIA MERCEDES HERNÁNDEZ. LA ALMENDRA DEL
el Puente de Mezcala, según
MariGó D/A Y OTRAS HISTORIAS. 83 pp.
JosÉ HUERTA. HACEDOR DE SILENCIOS. 115 pp.
joss MENDOZA LARA. Poemas Membrillo
(1972-2000) SELECCIÓN DE POEMAS.
TOMO 1. 103 pp. TOMO 11. 64 pp. TOMO IlI.
59 pp. TOMO IV. Pajaromaquia. 32 pp.
TOMO V. CIUDAD DE ARGAMASA y PIEDRA. 72 pp.
VÍCTOR ARDURA. Del libro de las horas. 68pp.
RAÚL PÉREZ VERDI. Calenddrico, 79 pp.
MARIO NANDAYAPA. Ojos tristesde dmbar. 32 pp.
ALEJANDRO DELGADO. Tiempo líquido. 85 pp.
RICARDO CUÉLLAR VALENCIA. Ojos dorados del
Cuerpo. 99 pp.
ANTOLOGíAS
HISTORIA RIOGRAFtA
~;lj
ALBERTO GARZÓN G. Mariguana. ANTIPOESíA HISTORIA AMBlEN HISTORIA'''CONTINENTAL
CRÓNICA I HISTORIA Y DESARROLLO REGIONAL
CHIAPANECA. 41 pp. MICROHISTORIA I TEORÍA DE LA HISTORIA
ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
CONCHA U RQUIZA. Junio, de lluvia vestido. SE- COORDINACIÓN GENERAL: LAURA EUGENIA sous CHAvEZ
LECCIÓN Y PRÓLOGO: J. A. Alvarado, 102pp. SERIE HISTORIOGRAFíA: VANDARI MANUEL MENDOZA

ENRIQUE GONZÁLEZ VASQUEZ. Lluvia para el


desierto de miprisa. SELECCIÓN Y PRÓLOGO: J.
A. Alvarado. 102 pp.
ENRIQUE GONZÁLEZ VASQUEZ. Elsentido del
porvenir. Antología de poetas michoacános.
SELECCIÓN y PRÓLOGO:
J. A. Alvarado. 92pp. HISTORIA

FELICIANO TAPIA. Memoria histórica de Capula.


329 pp.
CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROlAS. América La-
tina: Historia y Presente. 306 pp.
JUAN ÁLVAREz-CIENFUEGOS FIDALGO. La cues-
NARRATIVA
tión del indio: Bartolomé de Las Casas Frente a
FRANCESCO CECCHI. Ginés de Sepúlveda. Visión ética, jurídica y reli-
La filosofia dell'amaca. 157 pp. giosa del indio en la Polémica de Valladolid,
1550. Pról. Mauricio Beuchot. 527 pp.
RAÚL MElíA. Estaciones de paso. 255 pp.
JUAN MANUEL SALCEDA OLIVARES. Las Casasdel
FRANCESCO CECCHI. Il Figlio degli Alisei.
Estudiante en Michoacdn, 1915-2001. Conquis-
100 pp.
taspopulares por defender. 447 pp.
CRÓNICAS

EDUARDO MONTES. Memorelia. 85 pp.


LAURA EUGENIA SOLís CHAvEZ Los barrios de
Morelia y sus Cronistas. 41 pp.

ENSAYOS GLOSARIOS

GUILLERMINA CUEVAS. Mary Grottos and


VfCTOR MANUEL PINEDA. ApOSTILLAS y DERI- Lovers. Diccionario Ilustrado. 82 pp.
VAS. 150 pp.
CULTURA COMUNITARIA
RAFAEL CALDERÓN. ENSAYOS DE RESTITUCIÓN.
178 pp. E S ECO. Migrantes indígenas en el espacio ur-
LEOPOLDO GONzALEZ. Ensayos de coyuntura. bano. 128 pp.
Reflexiones sobre un fin de época. 200 pp. RAÚL EDUARDO GONZÁLEZ. El Valonalde la Tie-
rra Caliente. 92 pp.
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ENSAYOS TRATADOS COMPILACIONES
COORDINACIÓN GENERAL ENSAYOS TRATADOS COMPILACIONES
EMILIANO] MENDOZA soi.rs COORD1NACIÓN GENERAL

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COORDlNAOOR DE LA SERI¡ GUSTAVO OGARRIO


COORDINADOR DE LA SERIE: GUSTAVO üGARRIO
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HORACIO CERUTTI GULDBERG

MAlUeMAGALLÓN ANAYA
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Herencia inalienable y fecundante
La normalización filosófica LA peSMeDERNIDAD
y el problema de la filo~of{ia ibe:oamericana EL DESARReLLe EN AMÉRICA
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Mensajes universales y GLeBALlZACIÓN
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para el siglo xxi NA Y NUEVe eRDEN MUNDIAL
[109 pp.] bibliografía
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ENSAYOS TRATADOS COMPILACIONES
COORDINACIÓN GENERAL

EMILlANO J MENDOZA soi.rs

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RED Uronn , A.C.
jitanjdfora MRELIA Editorial
Red2002

1, INTRODUCCIÓN
11, VINDICACIÓN GENERAL DEL PENSAMIENTO
ANALÓGICO
Ill. HACIA UNA HERMENÉUTICA ANALÓGICO-ICÓ-
NICA QUE SIRVA A LA FILOSOFtA DE LA CULTURA
IV. NOCIÓN DE CULTURA YDE IDENTIDAD Y ALTERI-
DAD CULTURALES
V. GLOBALIZACIÓN POR TRADUCCIÓN INTERCUL-
TURAL y UNIVERSALIZACIÓN POR SOLIDARIDAD.
POTENCIACIÓN DE LO ANALÓGICO EN LAS RELA-
CIONES HUMANAS DENTRO DE LA SOCIEDAD
VI, EL UNIVERSALISMO Y EL PARTICULARISMO EN LA
ARGUMENTACIÓN, DESDE LA PERSPECTIVA DE LA
ANALOGfA
VII. ANALOGfA y LIMITES. LARRY LAUDAN y LOS MAR-
GENES DEL RELATIVISMO
VIII. HERMENÉUTICA ANALÓGICA Y COMUNICACIÓN
IX, SOBRE EL FUTURO DE LA FILOSOFtA
X. CONCLUSIÓN
Xl. BlBLIOGRAFIA
228 pp.

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