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En la búsqueda de la calidad, es posible optar por diferentes caminos: desde aquellos que
en función de ella sacrifican la equidad, pasando por iniciativas rigurosamente técnicas
desprovistas de valores, hasta situarnos en la perspectiva de una “calidad integral”. A
juicio de Jorge Seibold (2000), calidad, equidad y valores, son tres conceptos que no
pueden tratarse por separado. De aquí la necesidad de relevar en conjunto tres preguntas
esenciales, para acompañar y orientar todo proceso de transformación educativa: ¿A qué
calidad educativa aspiramos?, ¿Qué equidad educativa sostendremos?, ¿Qué valores
impregnarán nuestra tarea docente?. Las respuestas que demos a estas preguntas
conforman un nuevo concepto de calidad educativa en el que está integrado tanto la
equidad como los valores de la propuesta educativa. A este nuevo concepto el autor lo
llama “calidad integral”.
En este ámbito la literatura sobre escuelas efectivas, indican Alvariño y otros (2000), se
subraya la importancia de una buena gestión para el éxito de los establecimientos. Ella
incide en el clima organizacional, en las formas de liderazgo y conducción institucionales,
en el aprovechamiento óptimo de los recursos humanos y del tiempo, en la planificación
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de tareas y la distribución del trabajo y su productividad, en la eficiencia de la
administración y el rendimiento de los recursos materiales y, por cada uno de esos
conceptos, en la calidad de los procesos educacionales.
Hoy, los centros escolares, para adaptarse a las nuevas circunstancias económicas,
políticas, sociales y culturales y ofrecer respuestas pertinentes, han experimentado
cambios en su cultura organizacional que buscan una mayor efectividad en la gestión.
Incluso se habla de la necesidad de contar con modelos e instrumentos que permitan
diagnosticar la capacidad de las unidades educacionales para producir “valor agregado” a
sus procesos, tanto de enseñanza y aprendizaje como de gestión de ellos. En otras
palabras, capacidad para alterar las variables de entrada y aceptar, que las escuelas
tienen la posibilidad de introducir mejoramientos que pueden potenciar significativamente
ese valor agregado. Ayuda además a ello, la instalación en una dimensión cada vez
mayor de cultura evaluativa vinculada a demandas de eficacia, información y
accountability.
En el presente, junto con reconocer la influencia social y cultural de origen de los alumnos
en el acceso, en los procesos, en las expectativas de los docentes y en los resultados
escolares, a la vez, se consideran la incidencia de variables internas de la escuela en
cuanto a la efectividad de los resultados de aprendizaje.
En el corazón de las escuelas que logran altos resultados con sus estudiantes, aunque
ellos vengan de sectores de altas carencias socioeconómicas, hay una gestión escolar
centrada en lo pedagógico, que marca toda la labor del establecimiento, que dirige y
asegura una constante preocupación de directivos y profesores por el aprendizaje de los
alumnos/as. Esta gestión se complementa y retroalimenta con un buen trabajo de
profesores en el aula, trabajo que es apoyado por los pares y que cuenta con un fuerte
respaldo directivo en el plano pedagógico, que da norte y apoya lo que sucede y se logra
en el aula. El eje de este respaldo es técnico–pedagógico: la dirección facilita y aliviana
las tareas administrativas que recaen sobre los profesores y se preocupa de que exista
supervisión y apoyo al trabajo de aula de cada profesor. Estas dos áreas suponen e
interactúan fuertemente con las expectativas que tienen directivos y profesores sobre las
posibilidades de aprendizaje de los niños. Los equipos de estas escuelas creen en el
potencial de sus alumnos, transmiten esas creencias (las hacen públicas) a los alumnos y
son exigentes con ellos. Estas tres áreas, a su vez, interactúan con aspectos asociados al
clima escolar, a la identidad de la escuela, y al compromiso y rigor con que se realizan las
tareas. Esta área, llamada capital simbólico, refuerza la gestión efectiva y el trabajo
efectivo en el aula. Finalmente, en el área relación escuela–familia, las escuelas de
altos logros tienen una postura explícita con respecto al rol que debe cumplir la familia
dentro de ellas y actúan en consecuencia con esa apreciación.
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pobreza y la desigual distribución de ingresos. Unas de los sectores de consecuencia más
directa de esta desigualdad, lo constituyen el sistema escolar. El sistema escolar da clara
cuenta de una fragmentación social que coloca a la escuela (léase siempre escuela,
liceos y colegios) en una difícil situación para asegurar una mayor igualdad y promover la
movilidad social. La segregación social y cultural de las escuelas, indica UNESCO
(2007a) limita el encuentro entre diferentes grupos y da lugar a circuitos educativos
diferenciados donde existen centros de muy diferente calidad (públicos y privados). Ante
esta situación no es de extrañar que el término inclusión, educación inclusiva o escuelas
inclusivas, haya adquirido especial significación.
La educación inclusiva implica una visión diferente de la educación actual, hasta hoy
basada en la homogeneidad y no en la diversidad. La educación inclusiva considera que
cada alumno tiene unas necesidades educativas y características propias, fruto de su
procedencia sociocultural y sus condiciones personales en cuanto a motivaciones,
competencias e intereses, que mediatizan los procesos de aprendizaje haciendo que sea
único e irrepetible en cada caso. Las diferencias son una condición inherente al ser
humano y, por tanto, la diversidad está dentro de lo “normal”.
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escolares, como también de las políticas de este nivel, se construyen ignorando a los
jóvenes. De esta forma, el protagonismo de los estudiantes en sus centros escolares
queda altamente restringido, llegando incluso a una invisibilización de sus personas y de
su cultura juvenil.
Avances en la conformación y consolidación de Lograr que en todas las CEPs se consoliden los
los Equipos de Gestión y Conducción. cuerpos colegiados, con clara identidad de
animación-gestión.
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Existencia de documentos orientadores de la
Aplicar los principios y lineamientos de esos
gestión y animación a nivel nacional, provincial y
documentos en la vida cotidiana de las CEPs.
local.
Formulación de los Proyectos Educativo
Operativizar y/o actualizar los PEPI.
Pastorales Institucionales.
Creciente toma de conciencia de que la CEP es Gestionar superando un ritmo de vida con
siempre fuente, lugar y meta de toda acción exigencias urgentes desde todos los frentes y
evangelizadora. proyectando el futuro.
Acorde con la situación existencial inédita que vivimos, debido al cambio de época
producido por los nuevos escenarios que va instalando la globalización, hoy se hace
necesario, una vez más, como indican los Obispos en su V Conferencia Episcopal
General en Aparecida, recordar el fin último de la escuela: “... pensando en una educación
de calidad a la que tienen derecho, sin distinción, todos los alumnos y alumnas de
nuestros pueblos, es necesario insistir en el auténtico fin de toda escuela. Ella está
llamada a transformarse, ante todo, en lugar privilegiado de formación y promoción
integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura, cosa que logra
mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural. Esto supone que tal
encuentro se realice en la escuela en forma de elaboración, es decir, confrontando e
insertando los valores perennes en el contexto actual. En realidad, la cultura, para ser
educativa, debe insertarse en los problemas del tiempo en el que se desarrolla la vida del
joven. De esta manera, las distintas disciplinas han de presentar no sólo un saber por
adquirir, sino también valores por asimilar y verdades por descubrir”. (N° 329)
A ello, suman los Obispos en Aparecida, con referencia a la Escuela Católica, una
exigencia más: “...está llamada a una profunda renovación. Debemos rescatar la
identidad católica de nuestros centros educativos por medio de un impulso misionero
valiente y audaz, de modo que llegue a ser una opción profética plasmada en una
pastoral de la educación participativa. Dichos proyectos deben promover la formación
integral de la persona teniendo su fundamento en Cristo, con identidad eclesial y cultural,
y con excelencia académica. Además, han de generar solidaridad y caridad con los más
pobres. El acompañamiento de los procesos educativos, la participación en ellos de los
padres de familia, y la formación de docentes, son tareas prioritarias de la pastoral
educativa” (N° 337).
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Frente al marco de realidad antes descrito, y los desafíos que nos demanda el propio
Evangelio, en el quehacer educativo, hoy se releva con mayor fuerza que nunca la necesidad:
de una forma particular de gestionar y animar a la comunidad educativa toda y una
especial modalidad de acompañamiento a los jóvenes.
Animación
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hombre es Jesucristo quien en el misterio de la encarnación nos revela un rostro nuevo de
Dios y el rostro nuevo del hombre. Para la animación el Espíritu es el primer animador del
Pueblo de Dios y Jesucristo es la norma última y modelo de fidelidad al Padre. La escuela
católica permite a sus miembros hacer experiencia de Iglesia servidora de la humanidad,
está inserta en la Iglesia local, por lo que la animación atenderá especialmente a generar
y acrecentar la pertenencia, la participación y el compromiso.
a) Ser: Quien anima debe tener aptitudes personales para la animación tales como un alto
grado de sensibilidad a las necesidades personales y comunitarias, capacidad de crear
vínculos sanos, flexibilidad ante los imprevistos y cambios, comprensión, adaptabilidad,
creatividad y profunda espiritualidad que le permitan escuchar y acoger situaciones
adversas y puntos de vista diferentes de los suyos.
b) Saber: Para animar se deben conocer los medios idóneos y confiables de ahondar en
la realidad, técnicas de planificación, comunicación, seguimiento y evaluación.
Gestión:
La escuela salesiana, ha asumido como decisión política, una gestión que opta por:
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aportando lo suyo para su bien. Ante el hecho de que muchos se encuentran excluidos, la
Iglesia deberá impulsar una educación de calidad para todos, formal y no-formal,
especialmente para los más pobres...” (N° 334)
2.2.- Acompañamiento:
Entre las muchas opiniones y nociones que podemos encontrar en diversos autores que
reflexionan sobre el acompañamiento, hacemos nuestra, por su vitalidad, profundidad y
esencialidad, la definición de Dolores Aleixandre (1997): “Acompañar es asistir al largo
proceso de gestación de vida nueva que el Espíritu está creando en otro y estar junto a él,
atento a los signos de un proceso, sin querer precipitarlo ni controlarlo, consciente de que
es inútil sustituir un trabajo que sólo puede hacer el otro, pero estando ahí para animar,
sostener, tirar con cuidado y a tiempo de una vida frágil que apunta y lucha de salir a luz”
(p. 655).
Dios camina con su Pueblo (Dt 31,8) y lo guía para que escoja el sendero de la Vida
(Dt 30,15-16), suscita preguntas al hombre, lo interpela desde la situación que vive y
desborda sus expectativas.
Dios sale permanentemente al encuentro del hombre (Sal 42, 3) y desde antes de su
nacimiento cada persona disfruta ya de la cercanía cariñosa y comprometida de Dios
(Jer 1,5).
Dios está en medio de su pueblo (Is 7,14) y habla y comprende al hombre (Sal 35,
115, 3-7), es Padre (Dt 1,31-33), pastor (Is 40,11, Sal 80), continuamente envía
mensajeros y profetas que acompañen al pueblo en su camino y revelen su voluntad
(Is 6,8; Jr 1,4-10).
Por otra parte, la pedagogía de Jesús con sus discípulos, nos muestra el verdadero
acompañamiento:
Jesús reúne a los apóstoles para que estuvieran con Él (Mc 3,14); los llama uno a
uno, personalmente (Mc 1,16ss) y antes de enviarlos crea con ellos su pequeña
comunidad donde vivir la comunión, la amistad, la fraternidad; les explica las
parábolas para que sean capaces de entenderlas (Mt 13,11); comparte con ellos su
oración (Jn 17, 1-26); les regala el título de hijos para enviarlos a ser hermanos.
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La riqueza del carisma salesiano nos permite leer de forma práctica lo expuesto hasta
aquí. De la vida de Don Bosco y Madre Mazzarello es posible aprender como ser
acompañantes.
ACTITUDES DEL
ACOMPAÑANTE Es cercano/a en su cotidiano ya que acompaña dentro de
Durante el proceso, el/la un ambiente educativo propositivo construido
acompañante conjuntamente por educadores y jóvenes en red de
relaciones.
Es disponible a la escucha.
Tiene capacidad de apertura, de acogida empática, de
gratuidad, de comprensión, de estímulo.
Valora las riquezas personales del/la joven y lo ayuda a
desarrollarlas para que puede apoyarse en lo mejor de sí
mismo.
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Intuye y contempla en el joven la presencia de Dios.
Interviene con gestos concretos de amor sincero: abrazos,
miradas, palabras, silencio…
Se involucra en el proceso y camina junto a la/el joven.
Cree en la fuerza de vida presente en cada joven.
3.- Propuesta
Impulsar la conformación de
Organismos que posibilitan la
Animar gestionando y organismos de participación
participación corresponsable de
gestionar animando, en para potenciar la
los sujetos de la CEP.
forma participativa y corresponsabilidad.
corresponsable, el
acompañamiento de los Programas de formación
Garantizar procesos
sujetos de la CEP permanente para el
formativos que acompañen
acompañamiento basado en
el proyecto personal de vida.
una metodología vivencial.
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Bibliografía:
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