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En el marco de esta constatación surge como desafío frente a la educación, cómo hacer
de ella una formación de calidad, donde su fin y sentido no se vean reducido por las
exigencias coyunturales (Aparecida 328). Donde junto al qué enseñar, este siempre
presente la pregunta del para qué educar.
El tránsito del siglo XVIII al XIX, con la Revolución Industrial y la Revolución Francesa,
implicó el paso de una sociedad de individuos íntimamente cohesionados, asemejándose
en sus pensamientos y acciones unos a otros, a la sociedad donde los individuos
adquieren conciencia creciente de su individualidad y de su capacidad personal, es el
paso de una sociedad sin una gran división del trabajo a una de alta división, y con ello a
una fuerte especialización de sus miembros que se extiende a todos los ámbitos de la
actividad humana. Las confianzas en el progreso y en la razón, van a constituir los dos
pilares de la sociedad de dicho momento. Nunca antes, como en esas fechas, el hombre
se había enfrentado a la posibilidad de conocer, a su juicio, las leyes objetivas que
subyacen en los fenómenos naturales como también en los sociales. Son momentos
donde la confianza ilimitada en la razón, hacen pensar que la humanidad -obrando según
las leyes de la razón- podía avanzar hacia la abundancia, la libertad y la felicidad plena.
Al inicio del siglo XXI, después de un siglo XX con dos guerras mundiales, se pone en
duda si la abundancia, la libertad y la felicidad plena son frutos exclusivos de la razón, lo
que abre para algunos una nueva etapa: la postmodernidad. Etapa que no se presenta
como un fenómeno compacto y uniforme, sino como la convivencia de promesas
incumplidas de la etapa moderna, junto con estructuras pre-modernas y climas culturales
post-modernos.
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El presente texto es de responsabilidad de Jorge Baeza Correa, Sociólogo, Doctor en Educación, académico
de la Universidad Salesiana de Chile, Universidad Católica Silva Henríquez, considera las reflexiones
originadas por los referentes del SEPSUR e incorpora lo escrito por el P. J. B. Libano, sj, quien elaboró un
breve texto para este fin, con relación a su exposición al inicio de ESA III.
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1.1.- Vivir en la sociedad del conocimiento en un mundo globalizado:
Los conflictos culturales de hoy son productos del conflicto mutuo e infinitamente variado
entre la homogeneización y la diferencia. Los movimientos sociales del presente, en este
marco de una cultura global, se ven exigidos por la generación de alternativas ya no sólo
locales, sino contrahegemónicas o contraglobalizantes. La preocupación por la
homogenización cultural, por un lado, y el mantenimiento de la diversidad cultural, por el
otro, así como la preservación de las identidades culturales particulares en contraposición
con una identidad global-universal son temas que hoy están más presentes que nunca en
el campo de la educación.
Dentro del amplio marco de la globalización, algunas naciones se han separado de los
Estados que las unieron por mucho tiempo, generándose con ello en más de una ocasión
una crisis de la identidad, que ha replegado hacia identidades comunitarias (étnicas y
regionales) o a un resurgir religioso. Si bien es cierto que asistimos al fin de la Guerra
Fría, hoy se levanta en el mundo el peligro cada vez mayor de las intransigencias militares
nacionalistas, las diferenciaciones étnicas y los dogmatismos violentos por parte de
fanáticos religiosos, que ponen en peligro la posibilidad de colaboración y la esperanza en
una vida más segura y en paz.
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1.3.- Tensiones entre la primacía del modelo económico neoliberal y su cuestionamiento:
Este modelo económico imperante, hoy es fuertemente cuestionado por algunos en sus
bases y mientras que otros, buscan su corrección mediante políticas sociales de atención
a los más desfavorecidos. Si bien no es posible aún hablar de una retirada o pérdida de
vigencia del modelo neoliberal, hoy hay claros síntomas de un cuestionamiento a sus
postulados y prácticas y de búsqueda de un modelo alternativo.
La población adulta y joven de nuestros países, y de la mayor parte del mundo, vive en la
actualidad numerosas tensiones que dan cuenta de una época de cambios. A los hombres
y mujeres de hoy no les toca vivir en una sociedad donde se avanza de acuerdo con
patrones preestablecidos (en gran medida lineales y determinados desde fuera), sino que
se ven enfrentados a diversos caminos, lo que les genera una permanente tensión.
Además, no se está en una sociedad de logros permanentes: ya los estudios no son para
toda la vida, el trabajo es inestable y difícilmente único, la ciudad que se ha habitado
siempre ya no se proyecta hasta la muerte, entre otros asuntos. Hoy la migración por
mejoras económicas es cada vez más masiva. Vivimos una transformación en los
referentes vitales y en el horizonte cultural que nos abre a lo desconocido.
Las culturas han dejado de ser cuerpos compactos y homogéneos. Prima lo que se ha
denominado “culturas híbridas”, donde conviven manifestaciones diversas -y a veces
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contrapuestas- en un mismo espacio, lo que hace más compleja la construcción de
identidad. Por otro lado, un signo de la época es la paradoja de un avance
inconmensurable en redes de comunicación, pero, a su vez, de grandes ciudades
pobladas de seres anónimos.
Pareciera que estamos viviendo, indica Bajoit (1995), el tránsito de un modelo cultural a
otro, desde uno basado en la razón social a otro fundado en la autorrealización autónoma.
Desde aquel donde lo legítimo es lo útil a la colectividad -es decir, que contribuye a su
progreso y obedece a su razón- a otro donde lo genuino es aquello que el individuo juzga
bueno para su desarrollo personal, en la medida que eso no impida a nadie hacer lo
mismo.
Si bien en América Latina y Caribe, según datos de CEPAL (2006 y 2007a), desde el 2002
se registra una disminución absoluta del número de pobres e indigentes, sin embargo hay
194 millones de pobres, de los cuales 71 millones viven en situación de extrema pobreza.
Siendo ambos valores superiores a los de 1980. Las tasas de pobreza e indigencia
alcanzaron el 2006 un 36,5% y un 13,4%, respectivamente. Para poder reducir la pobreza
extrema a la mitad antes de 2015, los países debieran esforzarse por elevar las tasas de
crecimiento económico significativamente. Se estima que los países de mayor pobreza
debieran crecer a un ritmo del 7% promedio anual, lo cual es muy difícil de lograr.
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conciliar el cuidado del hogar con el trabajo remunerado; incrementar la productividad de
las ocupaciones y ampliar la protección social de los más pobres.
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En este marco de inequidad, que se ha convertido en un rasgo característico de la región,
acrecentado por la tendencia a una mayor desigualdad en la distribución de los ingresos,
surge como una preocupación fundamental el tema de la cohesión social. El desafío
parece ser, cómo garantizar una tasa de crecimiento sustentable y disminuir al mismo
tiempo la brecha entre ricos y pobres.
A pesar de los enormes esfuerzos desarrollados en los últimos años, marcados por
programas de reforma educativa y de mejora de la calidad, la información nos muestra,
que existe un conjunto importante de aspectos pendientes o carencias que afectan a la
educación.
UNESCO, siguiendo estos cincos focos, en un esfuerzo destinado a dar cuenta del estado
de la educación en la región, a partir de un enfoque de derechos aplicados a ella, señala
en su informe “La Situación Educativa de América Latina y el Caribe 2007”, lo siguientes
aspectos principales, entre otros:
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áreas de aprendizaje o asignaturas. Las reformas curriculares han producido
importantes avances en relación con el reconocimiento de los alumnos como
centro, pero no obstante ello el protagonismo estudiantil no es aún
mayoritariamente considerado. Se observan progresos importantes respecto de la
integración de objetivos transversales y objetivos básicos comunes en el currículo,
sin embargo se requiere avanzar en la integración interdisciplinaria.
En el marco de esta realidad educacional, inserta en una sociedad cambiante, donde las
características de la post-industria, conviven aún en nuestra región con las propias de una
sociedad que recién se industrializa y que incluso, posee aún mucho de la sociedad
tradicional rural, el gran desafío de la educación es formar para la libertad, para la
conciencia crítica y para la solidaridad.
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vez de libertad, reina la tiranía del deseo, del placer, del consumo, de la apariencia
del status.
Formar para la libertad implica escoger de cada tradición lo mejor de cada una de
ellas, para así formar en un concepto amplio de libertad. Se necesita reconocer el
valor absoluto de la libertad; la importancia de la capacidad de decisión individual; que
la libertad no puede ser sólo para uno sino para todos; el reconocimiento de que la
dominación también se hace interna y nos impide ser libres. Pero también es
necesario, el reconocimiento de que la libertad es al mismo tiempo conquista y don, es
conquista frente a los obstáculos que la impiden y don por el amor de Dios.
Ser joven o, más específicamente, ingresar a la edad juvenil en la realidad actual, tiene
profundos impactos. “En las sociedades antiguas -afirma José Machado Pais (2000)-
existían líneas que señalaban exactamente el momento de transición de la juventud a la
edad adulta. (...) Actualmente, las líneas que señalan las fronteras entre la juventud y la
edad adulta son más vagas, y los jóvenes cada vez más consideran la vida como algo
inestable, fluctuante, discontinuo y reversible” (p. 91).
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La realidad de límites difusos se convierte, en la juventud, en un dato con el cual se
convive sin mayor dificultad, pero no sólo en su expresión externa, como podrían ser los
espacios de hibridez cultural (los centros comerciales, por ejemplo), sino que en las
propias vidas juveniles, donde en un mismo joven se manifiestan conductas que dan
cuenta -principalmente a los ojos de los mayores- de una verdadera “fragmentación”. En
palabras de Jesús Martín Barbero (2002), quizá ninguna otra figura como el zapping para
reflejar esta fragmentación, donde el joven con el control remoto en la mano -ante la
mirada molesta del adulto- arma su propio programa, con fragmentos de deportes,
noticieros, concursos, conciertos o películas.
En el marco de estos profundos cambios, que no sólo afectan sino que posibilitan un
protagonismo diferente a la juventud, hoy los límites demográficos para definir juventud
están puestos en cuestión. La edad ha dejado de ser un parámetro fundamental para
distinguir socialmente una fase de otra y gana cada vez más importancia el factor de
“paso o tránsito”, donde dos de ellas son las principales: el paso de la educación al trabajo
y el paso de la familia de origen a la propia. Junto a ello, en una realidad de ausencia de
itinerarios lineales, se debe reconocer, además, que las transiciones fácilmente pueden
superponerse. Hoy es un dato mayoritario en países desarrollados y claramente
emergentes, en sociedades como las nuestras: ser estudiante y poseer responsabilidades
como padre o madre, pero viviendo en la casa paterna. Como también el trabajar y seguir
estudiando, pero dependiendo de los padres.
Si ser joven es vivir procesos de transición, no se puede dejar de reconocer también que
un aspecto fundamental de esta etapa lo constituye el conformar una identidad propia. Es
principalmente durante ésta donde surgen pequeños grupos o microsociedades juveniles,
los cuales logran un cierto grado de autonomía del mundo adulto, así como, a su vez, una
serie de orientaciones normativas y simbólicas que permiten hablar de culturas juveniles,
donde al interior de cada una de estas microsociedades, diversas manifestaciones
simbólicas son reordenadas y recontextualizadas, logrando como resultado la
construcción de un estilo juvenil, que se manifiesta, principalmente, en un lenguaje como
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forma de expresión distintiva de la de los adultos, la adopción de una música, que por su
consumo y creación marca una identidad grupal, y, por último, una estética que identifica
visualmente al grupo (forma de llevar el pelo, ropa o accesorios).
Hay una gestión original y nueva del tiempo en el mundo juvenil actual. Lo
cotidiano se mide preferentemente por los tiempos extra institucionales. Las
jóvenes y los jóvenes se sienten libres, buscan placer, diversión, compañía, lejos
del mundo de los adultos.
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Es importante indicar que estas “resistencias”, estas formas de diferenciación y construcción de identidad,
son muy bien aprovechadas por las grandes cadenas comerciales, que ponen a la venta los accesorios que
dan identidad (la música y los accesorios estéticos con la cual se protesta, entre otros productos).
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Las jóvenes y los jóvenes buscan un grupo en el cual satisfacer sus ansias de
comunicación personal, su necesidad de autonomía y de participación, lo que
genera una multiplicidad de agrupaciones, a las cuales se entra y se sale con
cierta facilidad.
Hoy más que nunca no se puede pensar en un trabajo con las jóvenes y los jóvenes sin
tener en cuenta el contexto y sólo partiendo de esta realidad, de estos desafíos, es
posible concebir junto a ellos y ellas, los itinerarios más adecuados para su proyecto de
vida. Acompañar a las jóvenes y a los jóvenes quiere decir no sólo conocer sus
potencialidades y carencias, sino aceptar el cambiar con ellas y ellos.
Bibliografía:
1. Bajoit, Guy et Franssen, Abraham (1995): Les Jeunes dans la Compétition Culturelle.
Sociologie d’aujoud’hui. PUF, Paris, France.
2. Beck, Ulrich (2001): “Vivir nuestra propia vida en un mundo desbocado: individuación,
globalización y política”. En: Anthony Giddens y Will Hutton (editores) En el límite. La vida
en el capitalismo global. Ed. Tusquets; Barcelona, España. p. 233- 245
3. CELAM (2007): V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. En:
http://www.celam.info/download/Documento_Conclusivo_Aparecida.pdf
4. CEPAL (2006): “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe” y
“Panorama social de América Latina”. Disponibles en: www.eclac.cl/
5. CEPAL (2007a): “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe” y
“Panorama social de América Latina”. Disponibles en: www.eclac.cl/
6. CEPAL (2007b): Cohesión social: inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el
Caribe. Santiago, Chile.
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fundamental de referencia. En:
http://www.edusal.cl/moodle/file.php?file=/1/Documentos_Congregacionales_SDB/CFRPJ.
pdf
8. Instituto Hijas de María Auxiliadora (2005): Líneas orientadoras de la misión educativa de
las FMA. Para que tengan vida y vida en abundancia. Editorial CCS, Madrid, España.
9. Machado Pais, José (2000) “Las transiciones y culturas de la juventud: formas y
escenificaciones”. En Revista Internacional de Ciencias Sociales Nº 164, Ed. UNESCO, ver
en: www.unesco.org/issj/rics164/fulldocspa164.pdf
10.Martín Barbero, Jesús (2002): Jóvenes: comunicación e identidad. En: Revista Pensar
Iberoamérica, Número 0, febrero; www.campus-oei.org/pensariberoamerica/ric00a03.htm
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11.Mead,Margaret (1970) Cultura y compromiso. Estudio sobre la ruptura generacional. Ed.
Gránica, Buenos Aires, Argentina.
12.UNESCO (2007a): Educación de calidad para todos, un asunto de derechos humanos.
Documento de discusión sobre políticas educativas en el marco de la II Reunión
Intergubernamental del Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe
(EPT/PRELAC) 29 y 30 de marzo de 2007; Buenos Aires.
13.UNESCO (2007b) Situación Educativa de América Latina y el Caribe: garantizando la
Educación de Calidad para Todos. Informe Regional de Revisión y Evaluación del Progreso
de América Latina y el Caribe hacia la Educación para Todos en el marco del Proyecto
Regional de Educación (EPT/PRELAC).
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