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RENACIMIENTO Y BARROCO A TRAVÉS DE DOS MUJERES EN LOPE DE

VEGA

Bárbara Belén Castro Miranda

INTRODUCCIÓN: CONTEXTO DE PRODUCCIÓN

El Siglo de Oro español, momento de esplendor artístico en el cual están insertos varios de
los grandes poetas y pintores de la historia -Garcilaso, Cervantes, San Juan de la Cruz, por
nombrar algunos-, puede leerse como una pluraridad de instancias epistemológicas y estados
de ánimo a través del tiempo, pues entre la consolidación del imperio de Carlos V y la
decadencia de los Felipes, evidentemente cambia el ánimo general de los sujetos que perciben
el mundo, y en el paso del tiempo, cómo éste se va modificando. En general, dos momentos
artísticos -aunque ampliables al cultural como algo más integral- se suceden: el Renacimiento
y el Barroco.

El Renacimiento español toma como modelo al Renacimiento italiano, no sólo en las formas
que reproduce, como el soneto, sino que también trabaja con los mismos temas, motivos, etc.
Por lo que no será extraño encontrar referencias del mundo grecolatino, como los mitos
griegos, se ve también la armonía, la relación con la naturaleza y la idealización de la amada,
siguiendo una tradición con los tópicos del amor cortés.

El Barroco por su lado es reflejo de una crisis que vivía España y Europa en esos años, con
motivo de las transformaciones que la primera modernidad ha traído consigo, los grandes
descubrimientos –los grandes saqueos que no reportan un beneficio económico para España
a larga data, sólo logrando fomentar la corrupción y los vicios en el sistema monárquico y
cortesano-, las nuevas corrientes religiosas, la lucha ideológica contra el pasado de las tres
culturas, fenómenos culturales que insistieron en agudizar la crisis de los sujetos.

Lope de Vega, uno de los más prolíficos autores de poesía y drama del siglo áureo español -
cuya obra se publica en las primeras décadas del siglo XVII-, en este sentido, ha de ser leído
a partir de las contrariedades que suscitan internamente, tanto diálogos de forma y de fondo
como de movimientos pendulares en la representación de las figuras femeninas inscritas los
poemas seleccionados.
Puntualizando, el primer poema, “Rosa gentil, que el alma de la humana...”, corresponde al
soneto XV de Rimas sacras (1614), mientras que el segundo, “Resuelta en polvo ya, mas
siempre hermosa…”, está contenido en Rimas humanas y divinas del licenciado Burguillos
(1634). Entonces, ambos poemas, con veinte años de diferencia entre sí, presentan dos modos
de entender la femineidad, una como padre y otra como amante, respectivamente según lo
planteado por Ignacio Arellano en Lope de Vega, maestro del 27, que a continuación serán
analizados con sus propios vaivenes, teñidos por la enseñanza y la comprensión de la
juventud o por la muerte y la nostalgia.

MUJER HIJA: “Rosa gentil, que al alba de la humana…”

En el caso de “Rosa gentil, que al alba de la humana…” el tema principal es el rechazo de


una bella joven a sus pretendientes por vanidad, presentado por Lope como un supuesto
padre, siguiendo la lectura de Arellano, quien llama a la joven a disfrutar del corto paso por
la juventud y dejar de lado su reserva y vanidad. En la primera estrofa se construye a la mujer
(por lo tanto, se introduce el tema) a partir de símbolos, presentados a continuación:

Rosa gentil, que al alba de la humana

belleza eres imagen, ¿qué pretendes,

que sobre verdes esmeraldas tiendes

tu mano de coral teñida en grana?

Se puede ver entonces que la construcción de la mujer comienza con símbolos, desde lo
lejano, rasgo propio de la poesía renacentista, como se ha visto en Garcilaso de la Vega, que
describe a la mujer amada desde la lejanía. No es hasta el cuarto verso entonces que aparece
una imagen humana; la mano, sin embargo, no hace alusión al cuerpo completo, sólo a una
parte de este, lo que evidencia la transición que se vive entre los aspectos característicos de
la poesía petrarquista con la poesía barroca y cómo los temas de la primera se abren. En el
barroco, por ejemplo, existe una “poética del fragmento”, es decir, a diferencia de la totalidad
orgánica observada anteriormente, donde se describe a la mujer en su totalidad, con sus
rasgos físicos, el barroco privilegia las partes por sobre ese todo, dando una visión
fragmentada, no existen límites.

Comienza el soneto, en los primeros dos versos, explicando a través de símbolos, como se
explicó anteriormente, la juventud y belleza de la mujer, que se asocia con la luz del
amanecer. Para luego interpelarla, tomando en consideración su condición de joven, qué es
lo que pretende protegiendo su pasión. Lo que se evidencia con las siguientes marcas
textuales: belleza eres imagen, ¿qué pretendes / que sobre verdes esmeraldas tiendes / tu
mano de coral teñida en grana?. Las verdes esmeraldas hacen alusión a Venus, la esmeralda
es la piedra de la diosa del amor. Por otro lado, la mano de coral teñida en grana se refiere a
su mano teñida de rojo, el color que demuestra la pasión, por lo que al leer los versos uno
tras otro se comprende que en realidad lo que está cubriendo es al amor con pasiones que
serán profundizadas más adelante.

En la segunda estrofa se encuentra un desarrollo de las características de la joven con respecto


al amor:

Si cetro, si laurel, si ser tirana

de tantos ojos que en tu cárcel prendes,

¡cuán en vano solícita defiendes

reino que ha de durar una mañana!

En los primeros dos versos se evidencia el tópico literario de la belle dame sans merci, donde
ella, teniendo el poder (el cetro), y el poder otorgado por otros (el laurel), decide ser tirana,
no tomando en cuenta a la cantidad de hombres que ha cautivado, haciendo alusión a la cárcel,
y al poder de ella. En esta parte del soneto se recuerda el amor cortés y la condición de la
mujer, que siempre estará posicionada por sobre el hombre, quien tendrá que hacer esfuerzos
de todo tipo para poder lograr conquistar a la amada, sólo que, en este caso, la mujer en
cuestión hace caso omiso de lo que causa. En los próximos dos versos aparece el tópico
literario de tempus fugit, que hace alusión a cuán rápido pasa el tiempo, y consigo, la juventud
que va acompañada con la belleza. Ya que la mujer hace hincapié en defender el poder que
conlleva su belleza, poder que acabará pronto, haciendo una metáfora de la vida como un
día, en que la mañana es la juventud.
En esta estrofa existen diversas marcas textuales que refieren al poder, como lo son el cetro,
el laurel, la tiranía, la cárcel y el reino.

En la tercera estrofa se habla sobre la vanidad que tiene la joven, y se reitera la fugacidad del
tiempo: Rinde la vanidad que al sol atreve / ¡oh cometa de abril, tan presto escura! / que,
puesto que tu vivo ardor te mueve. En el primer verso, relacionándose con el segundo, se
hace alusión al mito de Ícaro, quien por intentar alcanzar el sol se quema y finalmente cae en
llamas al mar, apagándose, muriéndose. El hablante trata entonces de advertir a la joven que
la vanidad (tópico vanitas vanitatis) que no intenta guardar, por el contrario, que se empeña
en cultivar – Rinde la vanidad que al sol atreve- la llevará al descenso, tema muy recurrente
en la poesía barroca. La vanidad de la joven y la inminente caída se puede relacionar también
con el mito de Narciso, quien era un joven hermoso que solía rechazar a las doncellas que se
enamoraban de él. Una ninfa se enamora de él y trata conquistarlo, pero al despreciarla
rotundamente, la diosa Némesis –diosa de la venganza- hace que se enamore del reflejo de
su imagen, que sólo podía ver en una fuente, su amor fue tanto que finaliza arrojándose a la
fuente. La presencia de este tipo de mitos que rompen con la armonía son esenciales y
característicos de la poesía barroca. El tercer verso se refiere al ardor que la mueve, pero más
que el ardor, la pasión, provocada por algún hombre, es la pasión que crea su propia imagen,
su vanidad, evidencia del tópico literario vanitas vanitatis.

La última estrofa funciona a modo de reflexión del hablante con respecto a los temas
mencionados anteriormente, tratando de convencer a la mujer esta vez a través de la
comparación con lo que ha ocurrido con otras mujeres que, por privilegiar su vanidad, el
tiempo ha pasado y se han quedado sin hermosura: el ejemplo de tantas te asegura / que
quien ha de tener vida tan breve / no ha de tener en tanto su hermosura.

De esta forma se puede comprobar que la propuesta y el desarrollo del tema de la primera y
segunda estrofa tienen tanto rasgos renacentistas como barrocos, por lo explicado
anteriormente sobre la construcción de la mujer con imágenes. Sin embargo, las últimas dos
estrofas están llenas de temas barrocos, como la caída, la referencia a los mitos del mundo
grecolatino degradados, mitos que no hablan sobre la armonía. Se nota también que el
hablante siempre le está hablando a la mujer, interpelándola, pero a diferencia de otros
poemas vistos en clase, la preocupación no es por favor propio, sino que la preocupación es
por ella, lo que justifica la idea de Arellano de que este soneto en realidad está escrito para
su hija Marcela.

Como se menciona anteriormente, nos enfrentamos a un soneto, por lo que se comprobará si


se cumple o no la estructura propia de éstos. Efectivamente el soneto consta de cuatro
estrofas; dos de cuatro versos y dos de tres. Se puede ver a continuación que el soneto se
construye con versos endecasílabos, una rima de la forma ABBA, ABBA, CDC, DCD,
además de contar con acento paroxítono:

Ro/sa /gen/til/, que al/ al/ba/ de/ la hu/ma/na (A) 11

be/lle/za e/res/ i/ma/gen/, ¿qué/ pre/ten/des (B) 11

que/ so/bre/ ver/des/ es/me/ral/das/ tien/des (B) 11

tu/ ma/no/ de/ co/ral/ te/ñi/da/ en/gra/na? (A) 11

MUJER AMANTE: Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa

En el caso de Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa el tema central es un canto a la
ausencia de la amada que ha muerto. Se comprueba entonces la propuesta de Ignacio Arellano
de Lope como hombre que escribe sobre sus distintos tipos de amores. En el primer párrafo
se introduce el tópico del amor post mortem, que se verá a través de todo el poema. Además,
se evidencian tres efectos que provoca la mujer en el hablante después de su muerte, que se
mostrarán a continuación:

Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa

Sin dejarme vivir, vive serena

aquella luz que fue mi gloria y pena,

y me hace guerra cuando en paz reposa.

Los efectos mencionados anteriormente son, primeramente, el amor idólatra a una mujer que
ya no es alcanzable debido a la muerte, otro efecto es la hermosura de la amada que aun así
después de la muerte prevalece para el hablante. El último efecto postmortem es la vida, que
se presenta con una antítesis en el segundo verso, donde el hablante explica que el ya no
puede vivir tranquilo, mientras ella, muerta, vive serena, lo que tiene relación con el descanso
después de la muerte propio de los paradigmas católicos. La primera estrofa se encuentra
pletórica de antítesis, demostrando la confusión que siente el hombre por la partida de la
amada, quien reposando tranquilamente provoca una guerra interna en el hablante, donde a
su vez, la guerra corresponde a algo mundano, de la vida terrenal, cuando la paz es un aspecto
de la vida después de la muerte. Se percibe entonces una estrofa llena de dicotomías, una de
ellas presentada en la tercera estrofa, donde la luz –vida- de la mujer en algún momento le
provocó gloria, que es asunto del pasado, pero, por otro lado, utiliza la palabra “pena”, que
tiene la característica de referir a un presente y a un pasado al mismo tiempo, por lo que se
entiende que si bien la gloria, la felicidad, fue antes, lo único que prevalece es la tristeza por
la pérdida. Se encuentra presente en la estrofa también el uso del quiasmo, contraponiendo
términos que se encuentran en el tercer y cuarto verso como lo son: gloria, pena / guerra /
paz. Que a su vez tienen relación consigo, como la gloria pasada del amor con una guerra
presente de sobrellevar la muerte que continúa, también la pena con la paz.

En la segunda estrofa se profundiza la guerra interna del hablante, que se demuestra el uso
de antítesis y sinestesia:

Tan vivo está el jazmín, la pura rosa,

que blandamente ardiendo en azucena,

me abrasa el alma de memorias llena

ceniza de su fénix amorosa.

En el primer verso se evidencia la primera antítesis, donde en primera instancia se menciona


el jazmín, flor blanca que representa la pureza, es decir, la vida después de la muerte. Pero
luego se habla de una pura rosa, donde se encuentra la antítesis ya que la rosa y su color rojo
representan la pasión, que, a diferencia de la pureza anteriormente mencionada, ha muerto
junto con el cuerpo físico de la amada, entendiendo la pasión también como la consumación
carnal de ambos amantes. Luego se presenta la sinestesia en el segundo verso, donde se habla
de un ardor blando que aun así sigue siendo puro –esta vez como referencia la azucena, flor
que también es blanca-, es decir, la pérdida de la amada para el hablante si bien es dolor lento,
es a la vez puro y, por lo tanto, no tan doloroso. En los dos versos siguientes se recoge todo
el dolor descrito anteriormente para luego decir que es eso lo que le quema el alma. Debemos
recordar que el alma, de carácter neoplatónico, se refiere al amor en su carácter etéreo, por
lo que lo abrasado no es el cuerpo como tal, sino que el dolor ha traspasado su carácter físico,
ya que el alma trasciende lo físico cuando esto ya no existe, por lo tanto, se puede entender
como un dolor que trasciende. A su vez, el fuego abrasa su alma llena de recuerdos de la
amada, recuerdos que el fuego consume.

La tercera estrofa inicia con un epifonema, una exclamación que reflexiona sobre el dolor
mencionado en las estrofas anteriores: ¡Oh memoria cruel de mis enojos!, para luego
continuar con una pregunta retórica, retórica porque si bien va dirigida a la amante, ésta no
la puede responder: ¿qué honor te puede dar mi sentimiento, / en polvo convertidos tus
despojos?

La pregunta interpela a la amante, refiriéndose al amor correspondido alguna vez que ahora
ya no podrá honrar a ninguno de los dos, para luego referirse ya al cuerpo carnal de la mujer
deshecho, no conforma unidad, como suele suceder en el barroco.

La última estrofa funciona a modo de conclusión y nos da claves para comprender las estrofas
anteriores: Permíteme callar sólo un momento, / que ya no tienen lágrimas mis ojos / ni
concetos de amor mi pensamiento. El hablante le pide a la amante un descanso, un descanso
del sufrimiento en el primer verso, para luego decir que sus ojos ya no tienen más lágrimas,
de esta forma podemos entender que las tres estrofas anteriores fueron llanto, y que después
de toda esa reflexión sobre la muerte de la amada su cabeza no puede pensar en amor. Por lo
que podemos decir que la muerte conlleva lágrimas hasta dejar los ojos secos, rechaza las
ideas del amor.

Al enfrentarnos a un soneto, al igual que el primer poema, sólo se comprobará si se cumple


o no la estructura propia de éstos. Este soneto consta de cuatro estrofas; dos de cuatro versos
y dos de tres. Se puede ver a continuación que el soneto se construye con versos
endecasílabos, una rima de la forma ABBA, ABBA, CDC, DCD, además de contar con
acento paroxítono:
Re/suel/ta en/ pol/vo/ ya/, mas /siem/pre her/mo/sa (11)

Sin/ de/jar/me/ vi/vir/, vi/ve/ se/re/na (11)

a/que/lla/ luz/ que/ fue/ mi/ glo/ria y/ pe/na, (11)

y/ me ha/ce/ gue/rra/ cuan/do en/ paz/ re/po/sa. (11)

CONCLUSIÓN.

A modo de conclusión se puede decir que se evidencian distintas formas de hablar de mujeres
para Lope de Vega. En el primer soneto se muestran los tópicos que refieren a la juventud de
la mujer y cómo debería aprovechar esa juventud, como lo son el tempus fugit. El primer
soneto se caracteriza entonces por tener una mezcla renacentista y barroca al mismo tiempo,
como se explicó anteriormente, donde la representación de la mujer se da a través de símbolos
y donde también, el cuerpo de la mujer como tal no aparece en su totalidad, sino que es vista
en partes, por ejemplo, en el soneto analizado la única referencia que se hace al cuerpo es
cuando se habla de la mano. El segundo soneto en cambio es de carácter más barroco, ya que
representa una inestabilidad y pérdida de la armonía tan mencionada en el renacimiento al
presentar al hablante en la situación de la pérdida de la mujer amada. En este soneto se
encuentra latente el tópico del amor postmortem.
BIBLIOGRAFÍA.

- Arellano, I. Diez, J. & Gonzalo Santonja. (2009). Lope de Vega, maestro


del 27. Navarra: GRISO.
- Entrambasaguas, J. (2012). El pincel y el Fénix: pintura y literatura en la
obra de Lope de Vega. Nueva Época, 46, 222 - 224.
- Quilis, A.. (1968). Métrica española. Madrid: Alcalá Madrid.

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