LA FORMACIÓN DE UNA CULTURA ÉTICA: UN PROBLEMA
EDUCATIVO
Ana Felicia Celeiro Carbonell
La globalización de corte neoliberal que marca el inicio del Siglo XXI
demanda que para las fuerzas progresistas del mundo en el centro de las
exigencias ideológicas se ponga de relieve la estrecha relación entre
política, cultura y educación, cuya trascendencia radica, al decir del Dr.
Armando Hart Dávalos en que la única alternativa que tiene la humanidad
para sobrevivir y alcanzar un desarrollo estable y sostenido, es promover
la cultura en toda su magnitud y plantea que sólo es posible si se le
reconoce en la ética el eslabón primario y clave de la historia del hombre
(A.Hart,
1999).
Significa esto, que la sociedad está demandando la formación de un
hombre con una cultura integral de profundo carácter ético que sólo es
posible sobre la base de una educación integral, que con una visión
holística del fenómeno de la cultura pueda, desde sus procesos
pedagógicos, alcanzar una ética orientada a favor de la formación del
hombre nuevo.
La educación cubana se encuentra sometida, en estos momentos, a un
profundo proceso de transformación el cual ha de incluir, necesariamente,
una visión social contentiva de una dimensión ética de la educación, que
encuentra su concreción en la misión de formar una personalidad ética en
un sentido amplio y profundo.
Quiere esto decir que la sociedad contemporánea necesita una formación
humanista que tenga como base, a su vez, la formación de una cultura
ética. Es precisamente, a partir de esta problemática, que se da la
necesidad de elaborar una concepción científica al respecto.
En la práctica científica contemporánea existe una amplia difusión del
concepto de cultura, caracterizado por una disonancia en la definición e
interpretación del mismo. Esta situación en torno a la cultura en el campo
teórico se debe, en buena medida, a la propia amplitud de utilización del
término en las distintas disciplinas concretas que lo abordan, ya que cada
una de ellas lo hace en correspondencia con sus intereses y tareas,
destacando aquellos aspectos que responden a las exigencias de su área
de acción.
En el presente trabajo se parte de una concepción de la cultura que tiene
como núcleo que la sustenta la teoría dialéctico – materialista de la
actividad humana, lo que ha permitido, en una aproximación conceptual,
elaborar y asumir la siguiente concepción de cultura: Proceso histórico-
social, en el cual el hombre, al relacionarse con el medio circundante,
mediante su actividad práctica, conoce, valora y transforma la realidad
natural, social y a sí mismo y, como resultado, se cristaliza lo humano en
los productos, tanto materiales como espirituales, de dicha actividad, lo
que lleva al desarrollo del individuo como sujeto social.
En esta interpretación, se sobrentiende que la cultura abarca todas las
esferas de la actividad humana. Interesa aquí, ante todo, destacar el
aspecto propiamente moral de dicha actividad, pero sucede que la moral
no constituye una esfera especial de la realidad social, o un tipo específico
de actividad humana, no tiene delimitados sus contornos, sino, por el
contrario, penetra toda la variedad de manifestaciones de la actividad,
tanto de la conciencia, como de la conducta.
La moral es una determinada propiedad de las relaciones sociales
existentes, que tiene un reflejo más o menos exacto en la conciencia, en
forma de patrones, reglas, normas, principios, entre otras.
Puede entenderse como el aspecto cualitativo, de significación social, que
ha cristalizado en el sistema de relaciones sociales históricamente
formadas, como resultado de su actividad histórico-social.
Si la cultura abarca todas las esferas de la actividad humana, y la moral
penetra toda la variedad de manifestaciones de dicha actividad, entonces
queda por sentado, que la moral es un fenómeno cultural. Pudiera decirse
que la moral es una dimensión de la cultura, una dimensión omnipresente
y universal, que se caracteriza por el aspecto cualitativo de significación
social.
Como resultado del desarrollo humano, los hombres, históricamente, han
tratado de dar una explicación, una razón filosófica de esa significación
social de dichas relaciones; o sea, han pasado a justificar teóricamente la
existencia de la moral, a expresarlas en forma de conceptos y juicios
acerca de lo malo y de lo bueno, de lo justo y de lo injusto, como las
formas más simples y a la vez más generales de la moral. En este nivel de
reflexión se encuentra la Ética como elemento de la cultura, como parte
orgánica del análisis filosófico del mundo.
Los productos de la cultura, y entre ellos la moral y la ética, como
cristalizaciones y acumulación de lo humano, no nacen con el hombre, no
están encarnados en él, sino en el mundo que los rodea. Sólo en el
proceso de asimilación, proceso que el hombre realiza durante toda su
vida, él adquiere los conocimientos, las capacidades, las habilidades y los
convierte en propios, lo que sólo es posible cuando entra en relación con
el mundo a través de otras personas, al relacionarse con ellas. Para
Leontiev A.N. y para toda la Escuela de Vigotsky, por su función, éste es
un proceso de educación (Leontiev,.A. N.,1966)
Se evidencia, que cultura y educación son dos procesos
interdependientes, para Juan Delval, la educación sólo es posible
mediante la existencia de la cultura y ésta se conserva por medio de la
educación. Siendo un representante de la Psicología Evolutiva, reconoce
la acumulación cultural como un producto de la cooperación entre los
hombres, es decir de las relaciones sociales y también, debido al hecho de
haber desarrollado formas de comunicación como el lenguaje y la
escritura; para él la educación es el vehículo de transmisión de los
conocimientos y un requisito para la vida de la sociedad (Delval, J., 2000).
Según O. D'Angelo, el vínculo de la educación con la cultura de la
humanidad radica en que la educación, en su sentido amplio, va más allá
de la enseñanza politécnica y profesional y del conocimiento de las
materias, ya que además de la instrucción, abarca la formación integral del
hombre en valores, coincidiendo con la idea martiana de que educar es
preparar al hombre para la vida.
Evidentemente, al enfocar la educación en su vínculo con la cultura, desde
la óptica de los valores, está revelando una dimensión axiológica de
ambos procesos, y él mismo se encarga de aclarar que se destacan, entre
ellos, los valores morales; así se establece un vínculo entre la educación y
la cultura a través de la ética y se asume la idea de la educación como un
proyecto ético( D' Angelo, O., 2001).
Recientemente, el Director del Centro de Ciencias del Hombre, Yoro K.
Faal, ha hablado de una llamada sedimentación ética, refiriéndose al
impacto social de la Declaración Internacional sobre el Genoma Humano y
su relación con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para
él esta sedimentación es un producto de los progresos acumulativos de las
ciencias y de las técnicas, así como de las necesidades nacidas de la
elevación del nivel intelectual, cultural o escolar de las poblaciones, lo que
a su juicio, evidencia los nexos entre la cultura, la educación y la ética
(Faal, Y., 2003).
Desde su posición de personalidad política e intelectual, Armando Hart ha
planteado, que en el centro de las exigencias ideológicas del momento se
encuentra la relación entre la política, la cultura, la educación y la práctica
revolucionaria, y que esta relación cobra cada día mayor trascendencia
pues de ella depende que la humanidad sobreviva y se alcance el tan
aspirado desarrollo humano sostenido, y afirma categóricamente que esto
sólo será posible si se reconoce a la ética como el eslabón primario y clave
de la historia del hombre (Hart, Armando, 2001).
Precisamente, para conceptualizar la cultura ética, en este trabajo se han
asumido los siguientes postulados teóricos, que en su devenir han sido
corroborados por la práctica científico-investigativa y socio- histórica:
La comprensión dialéctico materialista de la cultura, que, en una de sus
variantes conceptuales se define sobre la base de la concepción de la
actividad humana como una relación sujetoobjeto y sujeto-sujeto. Dicha
concepción incluye, no sólo el resultado de la actividad, sino también, el
proceso; en su esencia más profunda, expresa la transformación del
individuo y su formación como personalidad creadora e integral.
La interpretación materialista - dialéctica de la moral como fenómeno
social complejo, que expresa la relación de lo objetivo y de lo subjetivo, de
lo ideal y de lo material, como expresión de la dinámica de la actividad
moral, las relaciones morales y la conciencia moral. Unido a esto, la ética
es entendida como una reflexión sobre la moral, como sistematización
teórica de la misma.
La asunción del vínculo orgánico entre la cultura y la educación, por parte
de la Filosofía, de la Psicología y de la Pedagogía, como ciencias que
tienen que ver con el hombre y el proceso del conocimiento.
· La concepción dialéctico materialista de la teoría psicológica del enfoque
histórico cultural de L. Vigotski, particularmente la teoría de la actividad y la
concepción de la unidad de la conciencia y de la actividad, desarrolladas
por S. L. Rubinstein y A.N. Leontiev.
Sobre la base de estos presupuestos teóricos-metodológicos se ha
elaborado, en una aproximación teórica, un concepto en el cual se define
la cultura ética como: Proceso histórico social concreto en el cual,
mediante la actividad práctica del hombre, se conforma un sistema de
contenidos éticos que refleja las exigencias morales de la sociedad, cuya
misión es argumentar reflexiva y creadoramente las pretensiones humanas
a lo justo, a lo correcto y a lo bueno, al pertrechar al hombre de un criterio
racional para la crítica y de una orientación para la acción, que se
objetivan en el comportamiento en forma de actos de conducta. La
educación está llamada a socializar los contenidos éticos que se han
formado como producto de las generalizaciones de los conceptos morales
que operan al nivel de la conciencia social y se expresan como
conocimientos éticos, pero también existen en forma de hábitos, de modos
de actuación, de relaciones con el mundo y de experiencia creadora de la
actividad moral, es precisamente en este sentido que se utiliza el término
"contenidos éticos". Así, lo ético, entendido como lo teórico-reflexivo sobre
la moral, a través de la educación, termina adentrándose en la conciencia
de los hombres y ejerce una influencia inversa sobre el estado y sobre el
desarrollo de la moral. Del concepto se desprende que las exigencias
morales de la sociedad, que representan el aspecto objetivo, se reflejan,
fundamentalmente, en forma de conceptos normativos-valorativos al
nivel de la conciencia moral, y como producto del desarrollo histórico
humano, en un contexto social concreto, se expresan en la conformación
de los conocimientos éticos. Pero, dichas exigencias también se reflejan
en forma de normas y principios, por lo que se asume entonces, que los
conocimientos éticos se expresan en forma de normas, principios y
conceptos morales.
En el concepto, también de forma implícita, están presentes otros
elementos más vinculados con el aspecto psicológico, por cuanto el reflejo
humano es un reflejo psíquico superior; en este sentido, y relacionado con
la función reguladora de la moral, se asumen como elementos de la cultura
ética: la orientación a los valores, la motivación moral, la valoración y la
autovaloración, así como la conciencia y el deber como mecanismos de
autocontrol y de regulación moral. Estrechamente vinculados a esto, se
encuentran también las vivencias afectivas en forma de sentimientos y de
emociones, y el aspecto volitivo. Por último, en el concepto, de forma
explícita, aparece el componente comportamental como momento
particular de la conducta.
La actividad, que se "refracta" en forma de conducta, sólo existe a través
de las relaciones sujeto-objeto y sujeto-sujeto, en este caso son relaciones
morales entre sujetos, en las cuales se concretan los valores morales.
Esta idea permite inferir que en el contenido del concepto subyace la
presencia de los valores morales. De ahí que, en el contenido
epistemológico del concepto de cultura ética están presentes, ya sea de
forma explícita o de forma inferida o implícita los elementos antes
mencionados. Evidentemente, si se es consecuente con las ideas
manejadas aquí anteriormente, en torno a la relación entre la cultura y la
educación, es indispensable concretar el concepto de cultura ética en el
contexto de la educación, por lo que al respecto se considera pertinente la
elaboración teórica del concepto formación de la cultura ética como:
Proceso en el cual, mediante la acción de las influencias educativas
sistematizadas, se asimilan los contenidos éticos de aprendizaje que
reflejan las exigencias morales de una sociedad históricamente concreta, y
cuya finalidad es la formación ética de la personalidad en los distintos
contextos de actuación. Al analizar el concepto se destaca ante todo, el
papel de la educación en dicho proceso, por lo que se hace necesario
declarar cuáles son los referentes epistémicos en torno a la concepción de
la educación que se ha asumido. En el Informe a la UNESCO, presentado
por la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, se
plantea la necesidad de ofrecer un camino distinto a la humanidad, una
concepción de la educación para el desarrollo, y un modelo de desarrollo
sostenible de acuerdo con las características de cada país. En este
sentido, se esboza en el Informe que "Todo convida entonces a revalorizar
los aspectos éticos y culturales de la educación …"(1) para lo cual se
aspira a ofrecer a cada persona los medios de comprender al otro, al
mundo, pero ante todo, a sí mismo; para que cada uno pueda actuar como
miembro de una familia, como ciudadano o como productor (Delors, J.,
1999). Igualmente, se hace referencia a que debe imponerse el concepto
de educación para toda la vida, relacionado, no sólo con las necesidades
de adaptación que surgen producto de las conciliaciones de la vida
profesional, sino también con la "(…) estructuración continua de la persona
humana, de su conocimiento y sus aptitudes, pero también de su facultad
de juicio y acción (…)" Más adelante se plantea cómo se ha evocado la
necesidad de dirigirse a "una sociedad educativa" y se reconoce que
"(…)toda la vida personal y social puede ser objeto de aprendizaje y de
acción. Desde esta perspectiva, el Informe proyecta y enfatiza una
concepción sobre la educación a lo largo de la vida, basada en cuatro
pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y
aprender a ser. Esta concepción es asumida en este trabajo, e interesa
ante todo destacar el último pilar, o sea, aprender a ser, por cuanto su
finalidad es permitir que la personalidad florezca y se desarrolle mejor, que
crezca en condiciones de obrar con autonomía y responsabilidad personal
(Delors, J., 1999).
En el proceso de desarrollo de la personalidad, la educación tiene un papel
esencial, ella presupone una especie de organización especializada de un
conjunto de actividades con vista a lograr objetivos bien definidos en torno
al desarrollo de la personalidad. En otras palabras, la educación es una
expresión sistémica de todas las influencias educativas (González Rey, F.
y Mitjáns, A.,1999).
Como es sabido, la sociedad actúa sobre el hombre como un sistema, de
forma institucionalizada o no. Las vías no institucionalizadas están
representadas por la familia, los grupos informales y determinadas
relaciones interpersonales que se establecen. Por su parte, la escuela, el
centro de trabajo y las organizaciones políticas y de masas son portadores
de una influencia educativa institucionalizada.
Es obvio, que debe existir una relación de complementación armónica
entre ambos sistemas para que fluya el desarrollo de la personalidad en
forma socializada. Teniendo en cuenta estas ideas, la concepción que aquí
se presenta concibe la formación de la cultura ética desde la perspectiva
de la escuela como eslabón primario de la educación institucional, ya que
su encargo social está dado en centralizar y dirigir las influencias
educativas intencionales que caracterizan sus funciones de tipo
profesional y especializado, dentro de la formación de la personalidad de
los niños, de los adolescentes y de los jóvenes y puede extenderse incluso
a los adultos de la comunidad (Blanco, A.,2002 ). La escuela es una
comunidad educativa encargada de la educación sistemática, donde las
influencias educativas tienen un carácter ordenado, encaminadas a la
preparación del sujeto para el cumplimiento de roles y de funciones
sociales (Hernández, P.,1985).
Con el concepto de formación de la cultura ética lo que se quiere destacar
es que la educación sistemática y escolarizada le permite al individuo
apropiarse del mundo, asimilarlo, con ayuda de contenidos éticos que él
puede construir y reconstruir reflexivamente, críticamente y de forma
creadora. Es imprescindible, referirse de nuevo a la concepción de la
educación en su proyección para el Siglo CCI, en tanto la concepción
epistemológica de la formación de la cultura ética aquí propuesta, es una
alternativa teórico - práctica para el logro de uno de los pilares básicos de
la educación: el aprender a ser. Se asume la idea de que este pilar es
expresión de una síntesis creadora (Martínez LL., 2001), pues se aspira a
lograr un desarrollo integral y de florecimiento de la personalidad, que
potencie todas sus capacidades creadoras, físicas y espirituales y sea
portador de un pensamiento autónomo y crítico y de una orientación
valorativa hacia el progreso.
Aquí emerge el papel del maestro como profesional de la educación, en
este sentido la Dra. Martínez Llantada plantea que dicho papel radica en:
Promover la libertad en el pensamiento a partir de firmes convicciones,
lograr sentimientos que orienten al individuo para defender su naturaleza
humana y a favor del progreso social, no de su autodestrucción. Todo ello
a partir de la unidad de lo diverso, de favorecer la creatividad sobre la base
de su identidad y de sus recursos.
Estas ideas conducen necesariamente al planteamiento del rol profesional
del maestro como educador profesional, el cual cumple sus funciones
profesionales en dos grandes campos: el de la instrucción y el de la
educación, considerados estos como sus tareas básicas (Blanco, A.,
2002).
Es precisamente en esta concepción que se enmarca el problema de la
formación de la cultura ética, ya que no se puede aspirar a que la sociedad
y sus instituciones educativas escolares logren formar un hombre culto en
su dimensión ética, si no se tiene formado un profesional de la educación
en tal dimensión. En este sentido, la escuela cubana ha estado sometida
permanentemente a un proceso de perfeccionamiento, y en particular los
centros formadores de maestros y profesores. En ese proceso, los
mayores avances se han alcanzado en la preparación de los docentes
para cumplir la función docente-metodológica, pero aún queda mucho por
andar para lograr una formación de verdaderos educadores, en el sentido
de desarrollar una preocupación mayor por los criterios educativos y
prácticos que por las preocupaciones de erudición (Planchard, E.,1966).
No es menos cierto que en estos momentos se implementa en el país una
nueva concepción para la formación de profesores de la Escuela Media y
Media Superior, cuya intención es precisamente fortalecer su formación
como educadores, lo que ha significado una visión más compleja del
trabajo educativo y a la vez demanda de una mejor y mayor preparación
de los claustros para enfrentar su misión como centros de formación de
formadores.
A juicio de esta autora, este proceso de transformación de la educación,
particularmente en los centros formadores de educadores, ha de incluir
necesariamente una visión social contentiva de la dimensión ética de la
educación que se concreta en su misión, cuya finalidad es la formación
ética de la personalidad.
Este proceso se representa a partir de una concepción en la cual la misión
se sintetiza en la formación de la cultura ética mediante la acción de las
influencias educativas escolarizadas que propician el proceso de
asimilación de los contenidos éticos, a través de las tareas básicas del
maestro (instruir y educar); entendiéndose por contenidos éticos los
conocimientos éticos, las habilidades y los hábitos, las relaciones con el
mundo y las experiencias de la actividad creadora, en su dimensión ética.
La finalidad que se persigue, como expresión concreta de la misión, es la
formación ética de la personalidad, que tiene como contextos de actuación
todas las esferas de la actividad humana, es decir la sociedad; es aquí
donde se resume la visión social de la dimensión ética de la educación.
Esta concepción lleva implícita la necesidad de abordar un conjunto de
principios que devienen fundamentos de carácter general que, como ideas
rectoras, guían el logro de la finalidad educativa que se persigue con la
misma. Resulta necesario inicialmente hacer algunas reflexiones en torno
al problema de los principios, ya que como plantean F. Addine, A.
González y S. Recarey, éste es un problema multifacético e inagotable, en
el cual han encontrado más de dos docenas de definiciones.
Se coincide con las especialistas con respecto a la función
lógicognoseológica que tienen al servir como instrumento para la
explicación, organización o fundamentación de la búsqueda de los
conocimientos, y con respecto a la función metodológica cuando se trata
de "(…)explicar un nuevo conocimiento o de esclarecer la estrategia
ulterior del conocimiento, al determinar el camino, la vía para alcanzar
objetivos o fines de la actividad humana". Igualmente plantean que en su
carácter regulador y normativo de la conducta heurística del conocimiento,
ellos actúan como guía de los objetivos y de las metas que, en su
actividad, el hombre debe lograr y lo conduce a la transformación y a la
creación de lo nuevo, así como a la autotransformación (Addine, F. y otros,
2003).
Así, se proponen los siguientes principios que, a juicio de esta autora,
pueden ser denominados como principios educativos para la formación de
la cultura ética; éstos son:
1. Principio del aprendizaje ético.
2. Principio de la formación moral de la persona como proceso de
construcción dialógica.
3. Principio de la selección de los contenidos éticos de aprendizaje,
socialmente construidos y pedagógicamente organizados.
4. Principio de la concepción del docente, como dinamizador y figura ética
del escenario educativo.
A continuación se explicitan cada uno de ellos:
1. Principio del aprendizaje ético
Todo proceso formativo escolarizado, lleva necesariamente a la creación
de determinadas condiciones y de un determinado clima para el logro de
los objetivos, de manera tal de garantizar la posibilidad del aprendizaje
ético. Esto indica la necesidad de crear condiciones y ambientes que, para
que produzcan los efectos deseados, deben atender la práctica cotidiana
del proceso formativo, el clima de las instituciones donde se desenvuelve
el proceso y la actitud del o de los docentes que dirigen dicho proceso.
Significa esto, que la concepción que se defiende no trata de la necesidad
de dominar unas técnicas o estrategias para abordar unos determinados
contenidos desde un enfoque ético, ni de una propuesta que consista en
formular y acordar qué valores se van a transmitir a las actuales
generaciones. Se trata de crear y reforzar un escenario educativo que
permita al educando aprehender y asimilar los contenidos éticos que le
propicien fortalecer la formación y desarrollo de una cultura ética.
Se apela, en estas intenciones pedagógicas, no sólo a atender el aspecto
racional del hombre, sino también el mundo afectivo y volitivo del ser
humano, o sea, lo relacionado con sus sentimientos y con sus acciones.
La concepción que se propone en este trabajo procura producir cambios
más o menos reales o potenciales en los comportamientos de los
discentes, derivados de la práctica y de la reflexión, que permiten la
optimización de la persona en su dimensión convivencial, en sus niveles
de reflexión sociomoral y de capacidad dialógica, así como en sus
contextos de actuación. El aprendizaje ético, así como el desarrollo y
mejoramiento de los niveles de razonamiento moral son cambios en los
comportamientos de los estudiantes que deben y pueden generarse a
través de esta concepción.
2. Principio de la formación moral de la persona como proceso de
construcción dialógica
Es necesario situarse en una manera concreta de entender el proceso de
desarrollo moral de la personalidad, ya que la forma en que se conciba tal
desarrollo va a sustentar y dar sentido a la concepción que aquí se
propone.
Con este principio se pretende superar los dos extremos paradigmáticos
que se han dado en el tratamiento de la formación moral de la
personalidad. Por un lado, el vinculado a la formación moral como un
proceso de inculcación de valores, donde el individuo ha de reproducir lo
que se le transmite e incorporarlo a sus formas de comportamiento y a sus
códigos (mentales) personales, por otro, el vinculado al relativismo y al
subjetivismo moral.
El primer extremo muestra una falta de confianza en el proceso de
construcción personal, y, por ende, en la autonomía y en la
responsabilidad de la propia persona. El segundo, niega la necesidad y
muestra falta de confianza en relación con la función de la sociedad y de la
comunidad como transmisoras de valores. Ninguno de estos extremos
ofrece una solución más o menos acertada y eficaz al proceso de
desarrollo moral de la personalidad.
En principio, no se está en contra de la transmisión de unos valores y del
rechazo a los contravalores, sino más bien se trata de que se respete la
autonomía y la libertad de la persona que se desarrolla, de forma que no
se trata tanto de aprender una serie de valores y códigos éticos externos,
sino más bien de aprehenderlos, de construirlos y reconstruirlos y de
incorporarlos a su repertorio cognoscitivo de una forma significativa. Se
apuesta, por tanto, por el desarrollo moral de la personalidad, como un
proceso de construcción dialógica que esté guiado por determinados
valores históricamente construidos y socialmente aceptados. En síntesis,
se trata de un proceso de formación y desarrollo de una cultura ética de la
personalidad, y no sólo el aprendizaje de un conjunto de valores o de
saberes sobre ellos. No obstante, se aspira a que las escalas de valores
que los individuos construyen a lo largo de su vida estén orientadas por
valores universales como la igualdad, la justicia, la dignidad, la solidaridad,
la libertad, el respeto y la tolerancia.
3. Principio de la selección de los contenidos éticos de aprendizaje,
socialmente construidos y pedagógicamente organizados
La propuesta que se presenta aboga por la construcción de capacidades
personales cada vez más complejas que permitan alcanzar autonomía y
responsabilidad sobre la propia actuación personal. En otras palabras, se
pretende fomentar el desarrollo de auténticas estrategias personales de
aprendizaje que faculten saber cómo se conoce un contenido, para qué
sirve y qué importancia tiene el mismo en el desempeño de sus funciones
básicas, es decir, que desarrolle la metacognición del discente.
Este principio se refiere a la necesidad de realizar una selección de los
contenidos culturales socialmente construidos, que posean una naturaleza
ética, o sea, buscar, a través de la selección, potenciar aquellos que más
posibilidades tengan para la formación y desarrollo de la cultura ética de
los estudiantes. Dichos contenidos serán organizados pedagógicamente
atendiendo a las especificidades de las distintas áreas del conocimiento, y
la gradación de complejidad se hará en la medida en que se transite de los
niveles inferiores a los superiores.
Se reclama un incremento en la densidad cultural de nuestros estudiantes,
específicamente que se incrementen los conocimientos de carácter ético
que poseen o que plantean cuestiones social y moralmente controvertidas.
Se defiende la incorporación de contenidos de naturaleza ética, que guíen
la construcción y el desarrollo de las capacidades personales del ahora
estudiante y futuro profesional, como miembro de una comunidad.
Se aspira a fortalecer la formación y desarrollo de individuos que sepan
atender éticamente los dilemas socio-morales de su comunidad social,
considerando éstos como objeto y objetivo de su accionar social. Por
último, la formación del hombre del Siglo XXI ha de apostar por la
responsabilidad, una actitud responsable está comprometida con la
libertad, con la equidad, con la justicia, con el respeto y con la solidaridad,
tanto en sus contextos de actuación profesional como social; así, el
ciudadano que pretendemos formar, no puede obviar la implicación que
sus acciones personales puedan tener en los demás.
Desde esta perspectiva y mediante esta concepción, el estudiante
incrementa un conjunto de conocimientos necesarios para el desempeño
de su vida profesional, pero estos conocimientos se deben proporcionar a
través de contextos de aprendizaje y de enseñanza, en los que se revelen
rasgos como la seriedad, el rigor y la duda, la crítica y la autocrítica, el
tesón y la superación personal. Estos contribuyen a la formación
humanista, así como, posibilitan el análisis de los aspectos éticos del
desarrollo económico, científico y tecnológico vinculados a sus áreas de
conocimiento. Además, se deben considerar un conjunto de contenidos
éticos que, a modo de condiciones, deben estar presentes en los
contextos de formación, éstos se refieren al respeto y al cultivo de la
autonomía de la persona, a la consideración del diálogo como única forma
legítima de abordar las disparidades y los conflictos del tipo que sean.
4. Principio de la concepción del docente, como dinamizador
y figura ética del escenario educativo
Este principio postula, de la forma más evidente, la reconfiguración del rol
del docente en los actuales contextos formativos. Se trata de un escenario
educativo formado por la tríada contenido/ estudiante/docente, cuyo centro
de gravedad está en el estudiante, guiado por la figura del docente, ya no
tanto como experto de un área del conocimiento, sino como dinamizador y
figura ética de dicho escenario.
En el proceso de formación, las tareas y funciones del docente adquieren
nuevos significados. Hoy, el docente tiene que ser algo más que un mero
transmisor de conocimientos científicos, estos ya no están sólo en la boca
del experto en el tema, sino que se hallan presentados y representados de
múltiples formas a partir de las tecnologías de la información y son
susceptibles de acceso relativamente fácil y autónomo.
Sin embargo, y sin dejar de ser el transmisor del conocimiento, se
considera que, por un lado, el nuevo docente debe ser el profesional
encargado de enseñar a aprender la ciencia, de enseñar a gestionar el
conocimiento de una forma significativa y con sentido personal para el
estudiante, de crear auténticos escenarios de enseñanza y de aprendizaje,
y, por otro, es el encargado de imprimir a los contenidos que enseña el
carácter ético que hará que el estudiante sea un experto profesional y un
buen ciudadano.
Se persigue con esto, que el docente se comprometa moralmente con su
tarea formadora, es decir, no se trata tanto de ser un experto competente,
sino de querer serlo y comprometerse a serlo de forma que la acción
docente no se limite al hecho de producir ciencia y de transmitirla, sino que
sea una acción responsable y con compromiso ético hacia dicho
conocimiento.
En los procesos de formación ha de destacarse, por un lado, el papel de
los docentes como gestores de auténticos procesos de enseñanza y de
aprendizaje que se centren en enseñar a aprender ciencia y, por otro, el
papel de modelo de actuación y de guía en el tratamiento de dilemas
éticos propios del área de conocimiento en la que se desenvuelven, o
relativos a temas socialmente controvertidos vinculados con la cotidianidad
de la vida.
Se defiende la idea de desarrollar formas especiales y concretas de
organizar el escenario educativo, esto indica la necesidad de prestar
atención preferente a las formas de organización conjunta entre docentes
y estudiantes que apuesten por situaciones de interactividad. Un aula ha
de representar y reflejar algo más que un proceso de transmisión de
contenidos científicos, tal como ha marcado la tradición, debe ser un lugar
donde no solamente se aprendan unos contenidos de forma vertical y
unidireccional sino que se fomente el diálogo, la polémica controvertida,
ganando conciencia de la importancia de estos aprendizajes para su
desempeño.
Con referencia a la naturaleza de las actividades, son pertinentes aquellas
que involucren al estudiante de una forma más activa y responsable, y
donde su quehacer tenga un peso importante en el desarrollo de la sesión
o de las sesiones que dure el proceso formativo.
En otras palabras, el rol del estudiante ha de ser dinámico, a la vez que
debe asumir el control y la responsabilidad consciente de dicho proceso de
formación. Las actividades deben representar verdaderos escenarios de
aprendizaje con un dinamizador del proceso, como es el docente, que se
encarga de organizar y de controlar las actividades puestas en marcha, de
manera que cada persona involucrada puede desarrollar sus propias
estrategias heurísticas de aprendizaje, al tiempo que se comparte entre
todo el grupo una manera de trabajar y de aprender y se socializa el
conocimiento.
Cabe señalar que, en lo referente a la secuenciación de las actividades del
proceso se persigue que éstas se desarrollen de una manera organizada y
coherente, de forma que se vaya de menos a más, de esta forma se
propone situar al principio de las secuencias del proceso, las actividades
más dependientes del docente y las más autónomas, independientes y
complejas, al final.
Conclusiones
La dialéctica materialista deviene fundamento teórico – metodológico de la
concepción científica acerca de la formación ética de la personalidad en
sentido general. Esta afirmación se sustenta en la asunción de la categoría
actividad humana como sustrato de la conceptualización de la cultura, que
permite entenderla como proceso y como resultado, cuya finalidad se
expresa en la formación del individuo como personalidad creadora e
integral.
La concepción dialéctico-materialista de la actividad humana permite,
además, explicar la moral a partir de la dialéctica de lo objetivo y de lo
subjetivo, de lo ideal y de lo material, y la ética como sistematización
teórica de la moral.
Sobre esta base se ha desarrollado una interpretación científica del
psiquismo humano, que le ha permitido a la Pedagogía comprensión de la
personalidad y de los procesos de enseñanza y de aprendizaje desde una
concepción desarrolladora; lo que posibilita asumir lo ético como objeto de
aprendizaje y, por tanto, desarrollar una concepción integradora de la
formación ética de la personalidad, cuyo centro de gravedad lo constituye
la formación de la cultura ética a partir de la acción de las influencias
educativas sistematizadas, o sea, como un proceso educativo en su
sentido más restringido.
Así, los principios educativos que aquí se proponen constituyen las bases
o razones para proceder en el contexto escolar y desde el punto de vista
funcional devienen ideas rectoras para el logro de la finalidad que se
persigue con la formación de la cultura ética de las nuevas generaciones.
CATEGORÍAS Y CONCEPTOS
Cultura: un proceso histórico-social en el cual el hombre, al relacionarse con el
medio circundante, mediante su actividad práctica, conoce, valora y transforma la
realidad natural, social y a sí mismo y, como resultado, se cristaliza lo humano en
los productos tanto materiales como espirituales de dicha actividad, lo que lleva al
desarrollo del individuo como sujeto social (Celeiro, 2004).
 Cultura ética: proceso histórico social concreto en el cual, mediante la actividad
práctica del hombre, se configura un conjunto de recursos intelectuales de
connotación moral, que en unidad con los aspectos vivenciales afectivos, le
permiten al mismo realizar una reflexión ética argumentativa y crítica y se
objetivizan en su comportamiento (Celeiro, 2004).
 Cultura ética del profesional de la educación: deviene resultado del proceso de
formación ética del profesional de la educación y se configura a partir de un
conjunto de recursos intelectuales de connotación moral que, en unidad con los
aspectos motivacionales-afectivos-vivenciales, permiten al mismo realizar una
reflexión ética argumentativa y crítica, orientando su accionar desde una
perspectiva multi-intencional: para sí mismo y para el ejercicio de su profesión
(Celeiro).
 Formación humanista del profesional de la educación: se entiende como una
manera sui géneris de enseñar, de conducir y de formar al educador en el espíritu
del humanismo teórico-práctico, plasmado en el modelo de hombre que, como
finalidad, persigue la educación; está sujeta a una práctica educativa marcada por
la sensibilidad humana, en la cual lo humano ha de ser la medida de todas las
cosas (Celeiro).
 Formación ética del profesional de la educación: el proceso particular de
formación humanista que dinamiza la formación y el desarrollo moral del
profesional de la educación, a partir del ejercicio de la reflexión, la crítica y la
argumentación ética, en el que intervienen múltiples agentes socializadores
favorecedores del aprendizaje ético como mecanismo de apropiación por parte del
sujeto de un conjunto de saberes imprescindibles para su educación y el ejercicio
 de su profesión, desde los presupuestos éticos y axiológicos de la condición
humana (Celeiro).
 Formación axiológica del profesional de la educación: es el proceso que pone
al educador en formación en situación de apropiación de herramientas que le
permitan realizar una reflexión teórica y argumentativa acerca de los valores, la
valoración y el proceso de formación de valores en el que se está formando y que,
a su vez, tiene que formar en sus educandos (Celeiro).
 Formación de la cultura ético-axiológica humanista del profesional de la
educación: proceso en el cual, mediante la acción de las influencias educativas
sistematizadas, se forman y desarrollan conceptos, juicios y razonamientos
morales que, en unidad con los sentimientos, autorreferentes, valores e ideales
morales, dinamizados por el aprendizaje ético a partir del diálogo educativo, le
permiten al estudiante un accionar reflexivo, crítico y autónomo que propenda al
bien, la aceptación, la solidaridad, la equidad y la justicia, como presupuestos
ético-axiológicos que sustentan la condición humana, desde la educación para sí y
para el desempeño de la profesión, condicionado dicho proceso por la orientación
ética del formador (Celeiro).
 Aprendizaje ético meta-reflexivo: mecanismo de apropiación que activa todo el
proceso de formación de la cultura ético-axiológica humanista del profesional de la
educación y se caracteriza por ser desarrollador, se constituye como síntesis y eje
dinamizador de las dimensiones instructiva, educativa y orientadora del proceso
aludido.
Es además expresión de una intencionalidad manifiesta en la necesidad de formar
una identidad moral que vincule en organicidad lo motivacional y lo cognitivo, en
búsqueda de la autonomía y la autodeterminación moral, a través de la
apropiación de la reflexión socio-moral crítica y argumentativa, como unas
herramientas que se forman desde el diálogo educativo, tanto para sí mismo,
como para el ejercicio profesional.
Cobra forma de ejercicio intrasubjetivo mediador entre el sistema de influencias
educativas que recibe el estudiante durante el proceso formativo y el proceso de
objetivación que él mismo despliega en su accionar como profesional en
formación que se prepara para su futuro ejercicio profesional. Está condicionado
por el carácter multi-intencional del proceso formativo de la cultura ético-axiológica
humanista del profesional de la educación: educación para sí y para el ejercicio de
la profesión, que a su vez implica de forma particular la formación moral y ética de
sus futuros estudiantes. Está asociado al ejercicio crítico-reflexivo del estudiante
acerca de su propia actuación con respecto al mundo que lo rodea, sus procesos
y fenómenos, así como las cualidades y valores humanos que matizan su
actuación, tener conciencia plena de sus decisiones, saber qué valores e ideales
socio-morales desea conseguir, cómo se consiguen y cuándo y en qué
condiciones concretas se deben aplicar los recursos que se poseen para lograrlo.
En el ejercicio de la profesión lo pone en condiciones de actuar reflexivamente en
este sentido, pues, ante todo, está formando una personalidad de forma integral,
debe tener claridad meridiana desde qué perspectiva lo está haciendo, cuál es la
finalidad que se persigue, qué tipo de hombre se quiere formar, en qué medio o
hábitat natural ha de vivir ese hombre, qué valores lo han de guiar en su vida
futura, qué métodos son más efectivos para lograr estos objetivos y finalidades;
esto le impregna un sello particular a su futuro ejercicio profesional: es un
aprendizaje meta-reflexivo ético-axiológica humanista (Celeiro).
 Instrucción ética: en el proceso de formación de la cultura ético-axiológica
humanista del profesional de la educación está relacionada de forma directa con
la formación y desarrollo de un pensamiento ético pedagógico, siendo el
pensamiento abstracto o racional la forma más compleja del conocimiento y sus
formas esenciales son los conceptos, los juicios y los razonamientos, según la
Lógica, la formación de este pensamiento comporta la formación y desarrollo de
conceptos normativo-valorativos, juicios morales y razonamientos morales
(Celeiro).
 Educación ética: se encuentra íntimamente vinculada con la educación
emocional, la cual expresa la educación de los sentimientos y emociones desde
un ejercicio práctico-vivencial (Venet, 2011). Al extrapolar esta idea al campo de la
formación ética del profesional, se comprende que esta es una formación afectivo-
motivacional moral que involucra y favorece, tanto el desarrollo moral profesional
como, el desarrollo moral personal, en tanto su finalidad es el cultivo de los
sentimientos morales, de las emociones positivas y de la capacidad para regular
el comportamiento (Celeiro).
 Orientación ética: se encamina a la ayuda que ha de prestarse a través de la
orientación educativa en la resolución de conflictos éticos al estudiante como
futuro profesional, ha de desarrollarse desde un enfoque dialógico que permita al
estudiante resolver los múltiples conflictos que afloran entre la heteronomía y la
autonomía moral. También la ayuda va encaminada a que el estudiante realice la
actualización introyectiva y proyectiva. La introyectiva le permite progresar en sus
autorreferentes, esta autoconciencia lo lleva a la autodeterminación moral
personal y a desarrollar su responsabilidad profesional y social. La proyectiva está
relacionada con la ayuda para el crecimiento y la autonomía personal del
estudiante, está relacionada con la creación y manifestación de formas propias de
pensar, de organizar y de resolver las situaciones problemáticas, y de
manifestarse de forma creativa en un medio complejo como puede ser al contexto
escolar (Celeiro).
 Condición humana: concepción en la que se comprende al ser humano a la vez
individuo, parte de una sociedad y parte de una especie, por lo que el desarrollo
humano comprende el desarrollo de las autonomías individuales, de las
participaciones comunitarias y la conciencia de pertenencia a la especie humana.
En esta concepción se tienen como postulados básicos humanizar la humanidad,
obedecer a la vida y guiarla, respetar la unidad en la diversidad, respetar al otro
en su diferencia y en su identidad consigo mismo, desarrollar la solidaridad, la
 comprensión y aceptación, está estrechamente relacionada con la ética del
género humano (Morín, 2001).
 Valores universales: se toma el valor en relación con el universo social o sujeto
más amplio posible y de más alta jerarquía: la humanidad. Los valores
objetivamente universales abarcan el conjunto de fenómenos que poseen una
significación positiva para el desarrollo progresivo de la comunidad planetaria en
general. El grado de universalización alcanzado por el proceso histórico hace que
hoy la humanidad constituya un todo social, como lo son también, y desde hace
mucho más tiempo, las naciones, las comunidades culturales, las clases, etc. Ese
todo social, abarcador del género humano, posee, al igual que cualquier
conglomerado de hombres de menor rango de generalidad, su propio sistema
objetivo de valores, en este caso de valores universales. Ese sistema objetivo de
valores está determinado por las exigencias de desarrollo, progreso y
autoconservación de la humanidad; por la tendencia a su estabilización interna, a
la equiparación social de los subsitemas y elementos que la componen, a la
eliminación gradual de los conflictos que pueden ser desgarradores para el todo
social; en resumen, esos valores expresan todo aquello que posee una
significación positiva para el género humano (Fabelo, 2007 a, pág. 77-135).
SANTIAGO DE CUBA 2012
CÓDIGO DE ÉTICA Documento de referencia que define los valores centrales de
un ámbito y que además establece pautas de comportamiento. Está conformado
por los principios, valores y directrices que los funcionarios deben observar en el
ejercicio de su trabajo y ofrece una guía sobre lo que los profesionales deberán
hacer cuando encuentran obligaciones o responsabilidades contradictorias en su
trabajo.
Propuesta de Còdigo de Ètica Docente, elaborado por estudiantes de
Educaciòn Inicial de la UPEL Núcleo Miranda Extensión Vargas. La Guaira.
VENEZUELA. Tutora: MSc. Esther Arévalo
DOCENTE - ALUMNO
1. El primer deber de los profesores es servir como líder crítico y reflexivo en
el centro de trabajo y en la comunidad donde esté ubicado
2. Tener vocación por su trabajo, responsable, amable cariñoso
3. Deberá ejercer con estricto apego y respeto a los valores morales
individuales y sociales tomando en cuenta las costumbres y tradiciones
donde labora
4. Debe formar parte integral de la profesión pedagógica el respeto, la
dignidad de todas las personas, el pluralismo y la tolerancia con las ideas
políticas, religiosas y filosóficas, la responsabilidad y la honradez
5. Mantener una vida pública y privada ejemplar que vaya en concordancia
con los valores impartidos. La conducta debe ajustarse a las reglas del
honor y la dignidad
6. El docente debe comprender que su labor es un servicio público
enmarcado en el humanismo y el constructivismo más que en el
lucratismo.
7. Respetar y cumplir cabalmente las leyes y reglamentos que rigen a la
profesión docente.
8. Ejercer su rol con apego estricto a los derechos humanos
9. Promover programas que impidan la discriminación sobre la base del
sexo, estado civil, raza, clase social.
10. Asistir puntualmente a su jornada de trabajo y aprovechar el tiempo
destinado a las actividades educativas
11. Cumplir con las políticas educativas
12. Debe poseer creatividad y entusiasmo en la realización de su ejercicio
13. Planificar en función a los intereses y necesidades de los niños
14. Utilizar las herramientas y recursos que tenga a su alcance para facilitar el
aprendizaje de los educandos
15. El docente debe ser investigador. Ser innovador. Actualizar sus
conocimientos en pro de sus educandos
16. Promotor incansable delos derechos y deberes ciudadanos
17. El docente debe ser humilde, expresivo, flexible, afectivo y colaborador
18. Estar siempre atento a la conducta del estudiante para apoyarle en
cualquier situación que así lo requiera
19. Guiar y orientar siempre en la búsqueda del bienestar social colectivo
DOCENTE - INSTITUCION
20. Debe mantener un ambiente armónico y de fraternidad entre los
compañeros de la familia escolar
21. Cumplir cabalmente con los recaudos administrativos e institucionales
22. Promover la preservación y conservación de las instalaciones y áreas
verdes del Plantel
23. El docente debe vestir adecuadamente en su lugar de trabajo
24. Mantener un ambiente favorable y armónico evitando comentarios
despectivos y destructivos hacia la institución y sus compañeros
DOCENTE - COMUNIDAD
 25. Promover la participación de los integrantes de la comunidad en la
realización de actividades culturales, deportivas que fomenten los valores
y la unión entre ambas
26. Ser activo y protagónico en el trato y las acciones ejercidas dentro el
ámbito comunitario
27. Deberá guardar compostura en sus acciones, vocabulario y trato a los
integrantes de la comunidad a manera de ser símbolo de ejemplo positivo
a seguir
28. Contribuir al bien común destacando a la integración del colectivo con la
institución a fin de hacerlo sentirse protagonista de la construcción del
aprendizaje de sus hijos
29. Fomentar talleres con sus alumnos y representantes para el rescate de
valores dentro y fuera de la institución
30. Cuidar la entrada a la institución de personas en vestimenta adecuada
31. Ser proactivo dentro de su entorno escolar
32. Ser abierto y permitir el diálogo
33. Ser mediador
34. Demostrar sus aptitudes y destrezas
BENEFICENCIA Jenifer Sabrina de León
El primer principio de toda ética profesional es el de beneficencia. Este principio
tiene un doble significado, pues consiste en:
1. Hacer bien una actividad.
2. Hacer el bien a uno mismo y a otros mediante esa actividad bien hecha.
Por lo tanto, distinguiremos a un buen profesional cuando ese trabajador no sólo
sabe qué hacer y cómo hacer su trabajo, sino que además actúa en beneficio de
él y de los destinatarios de su práctica profesional.
Hacer bien las cosas para hacer el bien a las personas mediante el ejercicio
profesional supone cuatro elementos básicos:
1 Ser competente
􀂾 La competencia requiere una preparación inicial que facilite la adquisición de los
conocimientos teóricos y prácticos necesarios para la actividad profesional.
􀂾 Asimismo, exige una formación permanente para mantenerse al día, actualizar
los conocimientos y renovar los procedimientos de trabajo.
2 Ser eficiente
􀂾 La eficiencia se refiere a la realización del trabajo bien hecho sin desperdiciar
recursos humanos y materiales.
3 Ser diligente
􀂾 La diligencia consiste en el cuidado, atención, agilidad y exactitud que hay que
poner en el trabajo.
4 Ser responsable
􀂾 La responsabilidad exige capacidad para responder ante sí mismo, ante el resto
de compañeros y directivos, y ante los clientes de las consecuencias de lo que se
hace o se dice en el desempeño profesional.
CALIDAD ACADÉMICA Priscila Fabiola Aguilar
La calidad académica del docente puede definirse como la respuesta a las
exigencias y expectativas de las personas a quienes dirigimos nuestra labor, aquí
se incluye las actitudes, compromiso y comportamiento, así como el tiempo y la
seguridad con que dirigimos ciertas funciones. La comunidad educativa espera del
docente una preparación incomparable, una entrega a su trabajo y un auténtico
servicio
Una persona con excelente autoestima, consciente de lo que es y de lo que
quiere, es sin duda, un ejemplo de vida de seguir. Un docente debe proyectar la
felicidad del éxito académico, profesional y personal.
La calidad académica del docente integra diversos aspectos fundamentales para
su formación, éstos se presentan a continuación:
• Administrador: tener sentido de organización, manejar adecuadamente los
recursos y el tiempo para producir un aprendizaje eficaz.
• Autodidacta: saber aprender por cuenta propia y ver su práctica educativa como
un constante proceso de educación.
• Comunicador: expresar las ideas con un lenguaje claro y preciso.
• Creador: proponer soluciones innovadoras ante cada situación y momento
educativo.
• Crítico: reconocer las limitaciones y los ideales por los que debe luchar.
• Experimentador e investigador: adoptar una actitud reflexiva de su práctica
educativa, buscar soluciones, resultados y efectividad de su labor.
• Humanista: promover un sentido de respeto hacia lo humano, justicia, amor, y
búsqueda de la verdad.
• Relacionista: crear clima de confianza y diálogo entre los miembros de la
comunidad educativa. Fomentar cooperación, la solidaridad, el respeto a la
individualidad y la tolerancia
• Técnico: saber seleccionar, planificar e incorporar metodologías para obtener
resultados exitosos.
• Teórico: conocer o buscar conocer la teoría para evaluar, ampliar y modificar su
práctica.
Estas son algunas características que debe poseer una docente con calidad
académica:
- Enseñar a aprender y a pensar intencionalmente. Se hace necesario estimular,
sugerir y orientar a los alumnos y alumnas, siempre y cuando sean ellos los
protagonistas de su aprendizaje con calidad.
- Demostrar interés personal. El interés por motivar el crecimiento personal por
cada uno de los niños y niñas que tiene a su cargo a través de actividades que
posibiliten un ambiente de autoestima y seguridad en sí mismo. La comunicación
con las familias es importante para el beneficio de los mismos estudiantes.
- Ofrecer acompañamiento personalizado. En este sentido el docente debe ser
capaz de responder a la diversidad, a las necesidades e intereses de cada uno de
los estudiantes; cada uno posee características singulares que contribuirán al
alcance de su aprendizaje.
- Establecer interacción de calidad. La comunicación y la escucha activa son
fundamentales en el ambiente escolar, con ello se logra la confianza y la calidad
en los aprendizajes.
- Animar y desarrollar sentimientos de capacidad. Planificar momentos que
persigan la motivación de la persona para estar abierto a todo aprendizaje.
- Promover el trabajo en equipo y el respeto. Compartir con los miembros de la
clase para escuchar diversos puntos de vista, evitar la competitividad para crear
un ambiente de trabajo grato y estimulador.
OBJETIVIDAD María del Rosario Coronado Spillari
Hoy en día resulta muy importante para padres, madres y docentes, dejar de lado
las subjetividades y mirar las cosas tal como son y no como se quisiera que sean,
es decir mirando bajo una óptica de neutralidad, imparcialidad y objetividad. Y es
que los y las docentes deben demostrar su objetividad dejando de lado sus ideas,
intereses o creencias. Claro que siendo seres humanos es muy difícil apartarse de
sus sentimientos, emociones y tomar una decisión completamente objetiva y justa;
y más aún cuando de por medio se puede obtener algún beneficio directo o
indirecto.
El diccionario de la lengua española señala que objetividad es la cualidad de ser
objetivo, que es aquello perteneciente o relativo al objeto en sí mismo como
independencia de la propia manera de pensar o de sentir. La objetividad entonces
se opone a la subjetividad y a la arbitrariedad, y exige racionalidad, búsqueda de
la verdad, sea ésta favorable o desfavorable, importante en la docencia al tomar
decisiones, pues se trabaja con vidas y seres humanos.
La objetividad se refiere a la cualidad que permite apreciar un objeto (cosas) con
independencia de la propia manera de pensar o sentir, mientras que la
imparcialidad supone la equidistancia que se toma respecto de dos partes
(personas) en pugna, por lo tanto se debe ser objetiva/o e imparcial, libre de
influencias.
Estrategia: la docente y el docente, llevarán un diario pedagógico de cada uno de
sus alumnos, en donde registraran su desempeño, luego, se sentará a analizar el
comportamiento, desenvolvimiento, etc., y buscara: si la redacción está en tercera
persona, si su informe carece de opiniones, y esto tan simple le demostrará si es
objetiva u objetivo.
CONFIDENCIALIDAD Y SECRETO PROFESIONAL Karla Alfaro
Confidencialidad
Para la Real Academia de la Lengua Española define confidencialidad como: lo
que se hace o se dice en confianza o con seguridad recíproca entre dos o más
personas. La confidencialidad es una habilidad que todos deben de desarrollar en
una determinada cantidad ya que de ella dependerá enormemente el éxito y
credibilidad de su trabajo.
Se recomienda evaluar cómo se está trabajando la confidencialidad dentro de la
institución educativa desde que el estudiante se inscribe a la escuela preescolar,
incrementándose a lo largo de la vida académica del estudiante. Es importante
que cómo educadores y como parte de una institución educativa orientemos a los
padres, madres y estudiantes sobre quienes manejan la información y cómo ésta
no puede ser accesible ni entre los mismos estudiantes o padres si ellos no lo
autorizan.
Los tiempos difíciles de seguridad que vivimos orientan al secuestro, extorsiones
entre otros por lo que el docente debe de manejar muy bien el tema de
confidencialidad al igual que la institución con los datos de los docentes e
información confidencial.
Es importante desarrollar la confidencialidad desde los niños y niñas ya que ayuda
a que los mismos aprendan el valor de un secreto y de la información confidencial
de datos de sus familias; que los docentes guarden de forma obligada la
confidencialidad y demuestren fidelidad y profesionalismo con los alumnos y
alumnas, padres y madres de familia y proporcionen un ambiente de confianza y
respeto a la libertad de las personas, sus derechos individuales, creando un clima
positivo en las relaciones.
Secreto Profesional
Es la obligación legal que tienen ciertas profesiones de mantener en secreto la
información que han recibido de una persona o cliente. Al contrario que la
confidencialidad, el secreto profesional se mantiene incluso en un juicio. Dentro de
las profesiones en donde más se manifiesta están: abogados, médicos,
psicólogos y periodistas, entre otros.
Se reconoce el secreto profesional como todo aquello que debe permanecer
secreto.
Subjetivamente, es la obligación de no revelar lo conocido que contrae el que ha
llegado a saberlo justa o injustamente. Es una obligación de confidencialidad, que
se impone por la necesidad de que exista una absoluta confianza entre el
profesional y quienes acuden a solicitar sus servicios.
Sin embargo, a veces, puede haber un conflicto entre el secreto profesional y el
deber de denunciar a la justicia la comisión de un hecho delictivo. En el ámbito
educativo, puede darse cuando el docente conoce información que puede afectar
de forma directa o indirecta al niño o niña, en donde la confidencialidad del
secreto profesional, lo obliga con el hecho de denunciar o buscar ayuda para
beneficio del menor que está siendo afectado, pero el secreto profesional continua
cuando el denuncia o cuenta a autoridades y profesionales que ayudan al menor y
no lo divulga ante las personas poniéndole en evidencia y manchando su persona
frente a otras.