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“MATRIMONIO Y AMOR” DE EMMA GOLDMAN (1911)1

Emma Goldman nació en 1869 en la provincia de Kovno (Lituania) en Rusia,


tuvo una educación de fuertes raíces eslavas y alemanas, trabajó entre los trece y los
diecisiete años en fábricas en San Petersburgo y en 1885 decidió mudarse a los Estados
Unidos con su hermana Helena. A partir de 1887, después de la masacre de Chicago,
Goldman se vinculó al anarquismo norteamericano y tuvo contacto con figuras
importantes de la época, tales como Alexander (Sasha) Berkman (1870-1936) y Johan
Most (1846-1906). En el período de 1889 y 1919 Emma Goldman escribió sobre
diversos temas sociales, hizo muchas conferencias en varios estados americanos a favor
del anarquismo y de la libertad femenina, en consecuencia de eso fue acusada y presa
varias veces2.

Durante su vida Emma Goldman vivió de forma alternada entre Europa y


Estados Unidos, ha tenido una activa participación en los acontecimientos históricos de
su tiempo (GARRIDO, 2007).

Goldman cuestionaba muy fuertemente las instituciones sociales capitalistas, por


su perspectiva anarquista enfrentaba abiertamente el orden establecido interpelando la
maternidad, la prostitución, el sufragio y el matrimonio, tema que vamos a abordar hoy.
Goldman también se posicionaba acerca de las personas perseguidas por los poderes
estatales, ella estaba en favor de las personas disidentes de la heterosexualidad
(GARRIDO, 2007).

Su trabajo es relevante y asombrosamente actual, como ha afirmado Raquel


Osborne, porque:

“su actitud iconoclasta ante temas tan tabúes a fines del siglo XIX como podían ser la
liberación sexual de la mujer, el amor libre, la homosexualidad, el control de la
natalidad o, en otro terreno, su oposición al voto de la mujer, nos hacen descubrir a
una mujer vanguardista que luchó contra viento y marea por causas a veces
enormemente impopulares, sin arredrarse ante el rechazo que eran capaces de
provocar entre las sufragistas, sus propios correligionarios y, por supuesto, el público
en general”.

1
Síntesis elaborada por la alumna Keith Daiani da Silva Braga para la materia "Ciencia Política"
supervisada por la Profa.Dra. Norma Mogrovejo en la UACM.
2
Esta breve bibliografía fue presentada por Rodrigo Quesada Monge (2001), en su texto "El anarquismo
de Emma Goldman (1869-1940) Y los límites de la utopía".

1
Emma Goldman cuestionaba en sus conferencias y escritos las instituciones de
control social capitalista y muchas de sus ideas estaban al frente de su tiempo, ideas que
fueron puestas por ella en los años veinte, en los años treinta han tenido mayor espacio
y discusión en los años 80, por ejemplo; no creía en la posibilidad de una sociedad
realmente libre y humana si el estado seguía controlando, regulando, tutelando los
aspectos más importantes del desarrollo de una persona, en especial en el caso de las
mujeres (QUESADA MONGE, 2001).

Como ya se habló al principio del texto, vivió una parte de su vida en los
Estados Unidos, lugar que desarrolló la mayor parte de su pensamiento político, pues
fue en esa época que realizó innumerables conferencias y por eso provocó la ira de las
autoridades, llegando a ser presa varias veces e incluso deportada.

Durante todo el tiempo que estuvo en los Estados Unidos el divorcio necesitaba
ser justificado, en otras palabras no podía ser hecho sólo por la voluntad de las personas
involucradas. Era posible hacerlo desde 1786 en el estado de Massachusetts, así como
en Nueva York a partir de 1787 pero debía haber una causa, una explicación, una
justificación, como un abandono o adulterio (CASTILLO, 2014).

También en ese período las mujeres no tenían derecho al voto, conquista


alcanzada por las sufragistas a partir de 1920, cuando Emma ya había dejado al país.
Sobre el aborto y las formas de anticoncepción, que Goldman nunca dejó de abordar en
sus conferencias, también estaba prohibido. La cuestión era tan censurada que existía
una ley, llamada Ley de Comstock en el país que consideraba prohibido envío de
materiales obscenos por correo y también envío y difusión sobre anticoncepción, dicho
de otro modo, las informaciones pedagógicas sobre cómo hacer un aborto estaban
también contra la ley (GARRIDO, 2007).

Sin embargo, en ese contexto, principios del siglo XX, en los Estados Unidos
había un auge de los movimientos político-sociales, entre los cuales estaba el inicio del
movimiento feminista, era un período de búsqueda de derechos fundamentales a las
mujeres, aunque el principal foco en aquel momento ha sido de hecho el reconocimiento
de la ciudadanía femenina y el derecho al voto (CASTILLO, 2014).

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El punto principal del sufragismo era la "apelación a un universalismo ético que
proclamaba la universalidad de los atributos morales de todas las personas", con base en
eso, "se invocaba la justicia y el principio de igualdad como derechos morales y, por
tanto, universales "(De las Heras, 2009, 52). Sin embargo, Emma Goldman por su
perspectiva anarquista va a enfrentar, en cierta medida, la idea de que el "voto", la
posibilidad de que las mujeres sean reconocidas por el Estado sea la verdadera
emancipación, en un tono provocativo, una frase se atribuye a Goldman en que ella ,
dice lo siguiente: "Si votar cambiara algo, lo harían ilegal" (CASTILHO, 2014, p.4).

En su visión, lo que las mujeres estaban buscando con el derecho al voto no sería
suficiente para acercarse a la verdadera libertad, en "La palabra como arma" afirma que:

“Se podría decir que, ya que la mujer reconoce el terrible tributo que está obligada a
pagar a la Iglesia, al Estado y al hogar, desea el sufragio para liberarse. Quizá sea
cierto para unas pocas; la mayoría de las sufragistas repudian profundamente tal
blasfemia. Por el contrario, siempre insisten que con el sufragio las mujeres serán
mejores amas de casa y cristianas, la más leal ciudadana del Estado. De esta manera,
el sufragio sólo es un medio de fortalecer la omnipotencia de todos los dioses a los
cuales la mujer ha servido desde tiempo inmemorial” (Goldman, 2010: 118)

Para Goldman sólo el anarquismo podría ser concebido como una filosofía
potente para la libertad, sólo ella es capaz de celebrar al ser humano y la conciencia de
sí mismo, ya que para el anarquismo, en sus palabras:

“Dios, el Estado y la sociedad no existen, […] sus promesas son nulas y están vacías,
en tanto sólo pueden ser alcanzadas plenamente a través de la subordinación del
hombre. El anarquismo es, por tanto, el maestro de la unidad de la vida; no sólo en la
naturaleza, sino en el hombre. No existe conflicto entre los instintos individuales y
sociales, no más de los que existen entre el corazón y los pulmones: uno es el recipiente
de la esencia de la preciosa vida, el otro el recipiente del elemento que mantiene la
esencia pura y fuerte” (GOLDMAN, 2010, P. 20).

En ese sentido, como Goldman rechazaba el Estado, las leyes creadas por él y
sus instituciones, podemos decir que ella tenía una visión anarcofeminista, para ella no

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tenía sentido a las mujeres apostar su libertad en el derecho al voto (CASTILLO, 2014),
aún más para asegurar una democracia burguesa:

“La recompensa que ha recibido son estrictas leyes laborales, prohibiendo el derecho
al boicot, al piquete, de hecho, a cualquier cosa, salvo el derecho a que se le robe los
frutos de su trabajo. Y a pesar de todas estas consecuencias desastrosas del fetiche del
siglo XX, nada han aprendido las mujeres. Al contrario, se nos asegura que la mujer
purificará la política” (Goldman, 2010: 118-119).

Emma pensaba además de lo que estaba puesto, para ella era un tipo de insulto
creer que con el voto las mujeres podrían ganar el derecho a la libertad y la propia
igualdad en las dispuestas con los hombres, en su visión de la sociedad, la propiedad es
un robo, las mujeres no son dueñas de sí mismas, de sus cuerpos, entonces sería inútil
intentar revertir esa situación por medio de votos para parlamentarios o a favor de
determinadas leyes (CASTILLO, 2014). Por anticipar la inocente idea de alcanzar la
igualdad a través de derechos que Garrido (2007) sostiene que Emma Goldman dio un
paso por delante de las feministas de la primera ola:

“Emma Goldman desarrolla un programa que se vincula más con las propuestas del
segundo feminismo o de la segunda ola, que con el de sus contemporáneas sufragistas
de quienes fue una dura crítica, adelantándose en consecuencia varias décadas en sus
planteos revolucionarios” (Garrido, 2007: 4).

La independencia femenina, el desarrollo de la mujer, la libertad en su punto de


vista debe derivar de las propias mujeres y no a través de derechos concedidos por el
Estado, sin mencionar que esos derechos tenderían a contribuir con los errores que los
hombres ya estaban cometiendo hasta entonces; sólo la superación de la mujer como
objeto, cosa, propiedad sexual, y su afirmación como persona, sería potente para una
efectiva emancipación de las mujeres (GOLDMAN, 2010).

En la búsqueda de una vida más libre, Goldman sugiere que la mujer busque en
su "alma" la verdadera quiebra de los grilletes, en otras palabras, que las mujeres pasen
a liberarse del peso de las tradiciones, de las costumbres, de los prejuicios, entre los
cuales es la creencia por ejemplo de que ser madre / esposa y ser amada sean sinónimos
(GARRIDO, 2007).

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Y es en esa perspectiva, concebida por nosotros que la leemos, como anarquista
feminista, que Goldman propondrá la importancia de la superación de la institución
matrimonio. En su texto "Matrimonio y amor" de mil novecientos once, abordará de
forma directa y sintética diversos aspectos relativos al matrimonio que considera no
asentados en hechos, sino en supersticiones.

A continuación podemos seguir una síntesis de las principales ideas de la autora:

Matrimonio no es sinónimo de amor:

El texto es abierto ya con la afirmación de que matrimonio y amor no tiene nada


en común. Para Goldman, las dos cosas están tan distantes una de la otra que sería
apropiado decir que el matrimonio es opuesto al amor. Esto no implica negar que
algunas personas lograron cultivar amor dentro de sus relaciones matrimoniales, pero se
trata de una excepción, de un hecho incluso inusitado, de que a pesar de todo el peso,
castración y restricción ha sido posible florecer el amor. En su visión, el amor puede
incluso sobrevivir al matrimonio, pero de ningún modo deriva del matrimonio “ello
ocurre a pesar del matrimonio, no gracias a él” (GOLDMAN, 2010, P. 93). De todo
modo se trata de algo raro, pues en un análisis más detallado podríamos ver que lo que
se toma como amor puede tratarse sólo de una adaptación a una situación inevitable,
una costumbre, un hábito, que es falsamente tomado como el amor , que al contrario, es
espontáneo, intenso y bello.

Matrimonio es un acuerdo económico:

Goldman (2010) afirma que por encima de cualquier motivación por amor,
pasión, vida a dos, el matrimonio es un acuerdo económico, un contrato como un seguro
de vida, un seguro de salud, entre otros acuerdos hechos para protegernos de algo. Sin
embargo, el matrimonio exige una inversión y trae un retorno muy diferente de un
seguro común. Cuando una persona firma un contrato de seguro, paga este contrato con
dinero, puede cancelar el contrato, puede hacer un nuevo contrato con mucho más
facilidad que revocar una boda. En el caso de las mujeres, el matrimonio se paga con
todo lo que ella posee, su cuerpo, su intimidad, su energía, su trabajo doméstico, su
respeto, su nombre y toda una vida y el retorno es sólo el marido. Esto no quiere decir

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que el hombre no pague ningún tributo al casarse, todavía por estar más inserto en la
vida pública, en el trabajo, por ser más libre para circular en los lugares que desea ir, el
matrimonio no lo limita de la forma brutal que actúa con las mujeres. De todos modos,
el matrimonio tiene un sentido fortísimo de restricción, prisión a dos, como “[...] el
lema de Dante sobre la puerta del Infierno, [...]: “Oh vosotros los que entráis,
abandonan toda la esperanza” (GOLDMAN, 2010, P. 94).
En Brasil, en algunas fiestas de boda es común el uso de placas, chistes sobre la
ocasión y no raras veces detrás de esas bromas inocentes está el sentido "sofocante" del
matrimonio, como ilustraciones en las que el novio está cometiendo suicidio o que la
pareja se está "ahorcando" (suicidio de los dos), o la idea de que es una prisión a dos y
voluntaria.

Matrimonio es un fracaso:

Incluso con todo el aparato social que hace del matrimonio el momento más
importante de la vida de las personas, Goldman ya en 1911 apunta que esa institución es
fracasada. La autora nos expone que las estadísticas de divorcios son cada vez más altas

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y que no debemos tener una visión superficial de la cuestión, alegando que el aumento
del divorcio es debido a la relajación de las leyes, porque esa no es la verdad. Hay
innumerables materiales artísticos tanto del teatro, cine y literario que expone la
cuestión de la infelicidad en el matrimonio. Además, en una investigación social
detallada y atenta debe profundizar en la vida de las parejas para saber por qué esta
unión contractual es fracasada.
Goldman cita al poeta y uno de los primeros activistas políticos de los
homosexuales Edward Carpenter para afirmar que una de las causas de ese fracaso está
también en la creación diferenciada que los hombres y las mujeres reciben, haciendo los
dos completamente extraños entre ellos, “Distanciados por un insuperable muro de
superstición, costumbre y hábito, el matrimonio no tiene la capacidad de desarrollar el
conocimiento y el respeto mutuo, sin el cual cada unión está condenada al fracaso”
(GOLDMAN, 2010, p. 94).

La superioridad del hombre ha sido la que ha salvaguardado la institución marital

Para Emma Goldman (2010) es debido a la larga e histórica inferiorización


femenina que hizo que las mujeres creyesen en el mantenimiento del matrimonio. En
nuestra sociedad judeo-cristiana la mujer es tomada como una versión imperfecta del
hombre, hecha a partir de su costilla, ni siquiera hecha de un órgano importante. Así,
por su "incompletud", "falla" y "poca importancia" sólo el matrimonio y la maternidad,
tomada como la gran misión femenina, "ser madre", podría hacer útil y relativamente
importante la existencia de la mujer.
En la visión de la autora cuanto más inferiorizada la mujer es, mejor ella cumple
su misión de esposa: “[...] mucho más sencilla será absorbida por su marido. Esta
aceptación esclavizante de la superioridad del hombre ha sido la que ha salvaguardado
la institución marital, aparentemente intacta durante mucho tiempo” (GOLDMAN,
2010, P. 95). Sin embargo, para la feminista signos de cambios ya están ocurriendo, las
mujeres están cada vez más conscientes de que pueden ser independientes de los
hombres y es esa nueva forma de ver mundo, contra la superioridad masculina, que
poco a poco va a destruir el matrimonio.

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La educación de las niñas para el matrimonio

Con respecto al ítem anterior, Goldman (2010) también apunta que una forma de
hacer que las jóvenes mujeres continúen apostando en el matrimonio es ocultando de
ellas lo que es en realidad el matrimonio. Desde muy pequeñas, las niñas se enseñan a
aspirar al matrimonio como la gran realización de sus vidas, como “la bestia muda que
se engorda para su sacrificio, se las prepara para ello” (p. 95).
Una manera de ocultar el lado perverso del matrimonio es apoyarse en los
discursos que de que es inmoral e irrespetuoso contar a las niñas jóvenes lo que es de
hecho la vida marital. El matrimonio permanece de este modo, como una institución
sagrada, pura, sin posibilidades de crítica. En ese sentido, gran parte de la angustia,
infelicidad, sufrimiento físico y emocional grave causado por el matrimonio es producto
de la completa ignorancia de las jóvenes acerca del sexo.
Por otro lado, si la mujer posee los saberes sexuales, conoce su cuerpo, es
experimentado sexualmente hablando, no será más vista como una futura buena esposa,
una madre de familia, pero indigna, sucia, sin valor para estar al lado de un "bueno"
hombre.

Atrofia femenina como prueba de la diferencia entre matrimonio y amor:

Para Emma Goldman (2010) la gran prueba de que el matrimonio es diferente


del amor, incluso opuesto al amor, es que el amor provoca felicidad, espontaneidad,
alegría, goce, deseo y el matrimonio, para las mujeres, causa el inverso, mata toda su
potencia vital, en sus palabras:

“¿Puede haber algo más atroz que una mujer adulta, saludable, vitalista y apasionada,
deba negar sus demandas naturales, deba domeñar su más intenso deseo, socavando su
salud y quebrantando su espíritu, deba atrofiar su visión, abstenerse de la profunda y
gloriosa experiencia sexual hasta que un “buen” hombre se avenga a tomarla y
convertirla en su esposa? Esto es precisamente lo que significa el matrimonio. ¿Cómo
no podría tal acuerdo acabar sino en un fracaso? Éste es uno, aunque el no menos
importante, de los factores que diferencian matrimonio del amor” (p 96).

La autora utiliza la historia de Romeo y Julieta para marcar esa distinción. Si


para ellos el amor era mayor que todo, arriesgaban sus vidas, contraria a sus padres, ya

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no podemos ver con frecuencia tal conducta en los acuerdos de matrimonio. Las
madres, padres, los mayores se encargan de hacer a los jóvenes más "sensatos" cuando
el asunto es matrimonio, la lección que se pasa a las jóvenes mujeres es que deben
buscar a un hombre que pueda sostenerla, que tenga medios para sostener a los jóvenes
hijos, importa menos si él está enamorado de ella y más si él puede "mantener" a su
esposa, “Ésta es la única cosa que justifica el matrimonio” (p. 96).
Con el tiempo esa idea va corroyendo los sueños de las niñas, dejan de anhelar
los besos a la luz de la luna, empiezan a pensar en compras, arreglar la casa, etc. Esta
atrofia de las aspiraciones y realizaciones femeninas son propias del matrimonio. Para
Goldman (2010, p.96) “El Estado y la Iglesia sólo aceptan estos ideales, simplemente
porque son los que necesita el Estado y la Iglesia para controlar a los hombres y las
mujeres”.

El trabajo para la mujer no tiene la misma relevancia que para el hombre

Goldman (2010) expone que a pesar de que muchas mujeres de su época y


contexto son asalariadas (más de 6 millones específicamente), pocas de ellas conciben
el trabajo como permanente en sus vidas, como los hombres hacen. Para autora, incluso
hombres mayores, quieren proseguir independientes y autosuficientes, “incluso el más
pobre espécimen humano odia ser un parásito; por lo menos, que se lo considere como
tal” (p.97).
En el caso de la mujer, ser trabajadora es algo que está por debajo de ser esposa
y madre, por lo que el trabajo a menudo es una situación transitoria, que un buen
matrimonio puede interrumpir. En su visión esa es una de las mayores dificultades de
movilizar a las mujeres. Después de todo, porque si afiliar a un sindicato, si después
tendrá un hogar y no más que trabajar? Para Goldman (2010), aunque el hogar no sea
una prisión como la fábrica, escapar de él es mucho más difícil, sus puertas son más
sólidas y la carga de trabajo sólo aumenta.

El matrimonio hace a la mujer inapta para el mundo exterior

Goldman (2010) nos explica a pesar de llamar el hogar de suyo, en general el


hogar no es de la mujer, sino del hombre, casi todo gira alrededor de él, con frecuencia
él es quien aprueba o no la organización del espacio. En ese sentido, la mujer se mueve
dentro de la casa del hombre, la "cabeza de la familia", y con el tiempo varios aspectos

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de la vida de esa mujer empiezan a volverse superficiales, restringidos y monótonos,
parece que más que un ser humano integra los muebles de la casa.
Así, en este proceso de restricción y confinamiento femenino no es sorprendente
que las mujeres se conviertan “gruñona, mezquina, pendenciera, chismosa,
insoportable” (p. 98). Comienza a percibir que aunque quiera salir de allí no puede, no
tiene para dónde ir, no se siente autónoma debido a años y años de obediencia y
sumisión. La mujer casada se siente muchas veces incapaz de vivir en el mundo
exterior. En las palabras de Goldman (2010, p. 98)
“Se vuelve descuidada en su apariencia, torpe en sus movimientos, dependiente
en sus decisiones, cobarde en sus juicios, pesada y aburrida, con la mayoría de los
hombres empezando a odiarla y a despreciarla. Atmósfera maravillosamente
inspiradora para soportar una vida, ¿no es cierto?”

Matrimonio como protección a las niñas y los niños

Mucha gente podría preguntarse si es posible que las niñas y los niños viven con
protección fuera de una boda, pero para Goldman la idea del matrimonio como el lugar
seguro es una farsa, una hipocresía. Contrariando el sentido común, la autora afirma que
los orfanatos, asilos y reformatorios continúan existiendo y algunos incluso llenos, sin
hablar de la violencia física, emocional y sexual que muchos niños sufren en manos de
sus propios padres.
Podemos confirmar en todo momento cómo diversas ideas y críticas de Emma
Goldman escritas hace más de 100 años son actuales. En mi caso, que tengo como
referencia mi país Brasil, el discurso de la autora está en concordancia con datos
actuales de malos tratos a los niños dentro de casa. Según la Asociación Brasileña
Multiprofesional de Protección a la Niñez y la Adolescencia (Abrapia) la mayoría de las
denuncias de violencia que llegan a las autoridades son contra niñas y relativas a abuso
sexual ocurridos en los hogares. En Brasil, el 80% de los casos de abuso sexual infantil
es practicado dentro de casa (y no en la calle como la gente suele pensar) y empeñados
en primer lugar de las estadísticas por el padre, seguido de padrastro y luego tíos,
hermanos y otros hombres de la familia
La idea del hombre como poder supremo dentro de los hogares, dueño incluso
de los cuerpos de las personas de la familia, expone a muchos niños al abuso sexual, y
hace que muchas mujeres por dependencia emocional y financiera sigan encubriendo
sus maridos y pocos casos sean realmente denunciados.

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En cuanto a la protección de las mujeres, Goldman (2010) afirma que es una
idea repugnante, una especie de insulto a la vida y la dignidad humana que una parte de
la población, la femenina, tenga que ser tutelada y restringida por toda la vida, primero
por los padres y luego por los maridos. En su análisis el matrimonio es como el
capitalismo, una institución paternal:
“Priva al hombre de su derecho natural, atrofia su desarrollo, envenena su
cuerpo, lo mantiene en la ignorancia, en la pobreza y en la dependencia, para después,
las instituciones caritativas consumir el último vestigio de amor propio del hombre. La
institución del matrimonio convierte a la mujer en parasita y absolutamente
dependiente; la incapacita para la lucha de la vida, aniquilando su conciencia social,
paralizando su imaginación, para después imponer su cortés protección, la cual es en
realidad una trampa, una parodia del carácter humano” (P. 99).

La protección de la "mujer" en el matrimonio

Si la maternidad es la más alta realización de la naturaleza humana, ¿qué otra


protección necesita si no es amor y libertad? Sin embargo, el matrimonio corrompe,
ultraja y degrada su realización. ¿No se dice a la mujer, “Sólo cuando me sigas tendrás
una vida plena”? ¿Esto no es condenarla a la parálisis, esto no es degradarla y
deshonrarla si rechaza comprar su derecho a la maternidad, vendiéndose a sí misma?
¿No es el matrimonio la sanción de la maternidad, incluso si fuera concebida por el
odio, bajo la coacción? Es más, si la maternidad es una elección libre, producto del
amor, del éxtasis, de la desenfrenada pasión, entonces, ¿no coloca una corona de espinas
sobre la cabeza del inocente y lo marca a sangre con el abominable epíteto de bastardo?
Aunque el matrimonio tuviera todas las virtudes que se le atribuyen, sus crímenes
contra la maternidad lo excluirían para siempre del reino del amor.

El matrimonio corrompe la maternidad

La autora se pregunta acerca de cómo el matrimonio ha destruido la fuerza y


belleza de la maternidad. Para ella, si la maternidad realmente es la más alta realización
que las mujeres pueden alcanzar porque ella se presenta de forma forzada en el
matrimonio? ¿Por qué muchas niñas y niños están concebidos en la base del odio, la
violencia y la coacción? Y más, Goldman (2010) se interroga, si la concepción de una
nueva vida es algo resultado de la pasión y del amor, porque si se permite marcar tan

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cruelmente a un niño inocente de "bastarda"? En su visión, aunque el matrimonio
realmente tenía en muchos casos las virtudes que la gente le atribuye, “sus crímenes
contra la maternidad lo excluirían para siempre del reino del amor” (GOLDMAN,
2010, P. 99).
Para la autora (2010: 100), los defensores de la autoridad temen la maternidad
libre, que las mujeres puedan decidir cómo y cuántos hijos desea tener. Después de
todo:
“¿Quién lucharía en las guerras? ¿Quién crearía las riquezas? ¿Quién sería
policía, carcelero, si la mujer se negara a procrear hijos indiscriminadamente? ¡La
especie, la especie! gritan el rey, el presidente, el capitalista, el cura. La especie debe
ser preservada, aunque la mujer sea degradada a una mera máquina, y la institución
matrimonial es nuestra única válvula de seguridad frente al pernicioso despertar sexual
de la mujer”.
Sin embargo, Goldman (2010) puntualiza que los cambios también ya están
sucediendo frente a la maternidad, las mujeres, en su visión, cada día que pasa prefieren
tener menos y mejores hijos, anhelan crearlos con más amor y a través de la libre
elección, no más por compulsión como dice el matrimonio.

El amor es libre:

Para terminar, Emma Goldman (2010, p. 99-100) describe lo que para ella
significa el amor. En su interpretación, ni necesitamos preguntar sobre "amor libre":
“¡Como si el amor pudiera no ser libre!”
Los hombres han podido comprar, sostener, someter, muchas cosas pero todavía
no pueden comprar, sostener y someter el amor. En su visión, el amor es lo que tenemos
de más fuerte en nuestra vida, él garantiza la fuerza, alegría, éxtasis, espontaneidad,
esperanza, desafía las convenciones y las leyes, impulsa nuestra creatividad humana,
entre tantas otras cosas que es imposible aceptar fácilmente que el amor pueda ser
confundido con el matrimonio: “esa pobre y mezquina mala hierba concebida por el
Estado y la Iglesia”. (p. 99). Tampoco el amor necesita protección, el amor en sí mismo
actúa como protección, una vida y nuevos modos de vivir basados en el amor no
permitiría que un solo niño fuera abandonado, o padeciera de hambre o afecto.
Sin embargo, en nuestro mundo actual:
“el amor es de hecho un extraño para la mayoría de las personas. Incomprendido y
evitado, raramente echará raíces; o si lo hace, rápidamente marchitará y morirá. Su

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delicada fibra no puede soportar la tensión y la presión del agobio cotidiano. Su alma
es demasiado compleja como para adaptarse a la viscosa trama de nuestra estructura
social” (p. 101).
Pero un día, indica Goldman (2010), algunas mujeres y hombres podrán sentirse
libres, fuertes, abiertos a compartir el amor:
“Si el mundo es capaz de dar a luz un verdadero compañerismo e identidad, el
amor, no el matrimonio, será su progenitor” (p. 102).

Referencias

CASTILLO, Virginia Price. Emma Goldman: Historia y pensamiento de una


anarcofeminista, 2014, disponível em
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/133191/Emma%20Goldman%20-
%20V.Price.pdf?sequence=1

GARRIDO, Hilda Beatriz. "Revisitando a Emma Goldman notas sobre su contribución


a la construcción de una historia feminista del género." Temas De Mujeres 3.3 (2016).
Disponible en: http://filo.unt.edu.ar/wp-
content/uploads/2015/11/t3_web_art_garrido_revisitando_emma_goldman.pdf

GOLDMAN, Emma. La palabra como arma. - 1a ed. - Buenos Aires : Libros de


Anarres; La Plata: Terramar, 2010. Disponivel em: https://www.radiovillafrancia.cl/wp-
content/uploads/2014/06/Goldman-Emma-La-palabra-como-arma.pdf

QUESADA MONGE, R. El anarquismo de Emma Goldman (1869 – 1940) y los


límites de la utopía, en Espéculo, Revista de Estudios Literarios, Universidad
Complutense de Madrid, España, 2001. Disponivel em:
https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero17/goldman.html

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