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RESISTENCIA ANTIMICROBIANA EN Campylobacter

Los Campylobacter proviene de la familia Campylobacteriaceae, estos microorganismos


son bacilos Gram negativos móviles, con forma de curva o espiral miden alrededor de 0,2
a 0,8 um de ancho y 0,5 a 5 um de largo. Además son microaerofilicos capaces de crecer
en un atmosfera de 5% de oxígeno, 10% de dióxido de carbono y 85% de nitrógeno. La
mayoría de estas bacterias pueden crecer a una temperatura de 37 ºC, sin embargo, el
Campylobacter jejuni crece a 42 ºC. Estas bacterias en un comienzo fueron clasificadas
dentro del género Vibrio, sin embargo debido a que presentaron diferencias
fundamentales con relación a la constitución de su ADN y por su incapacidad de
fermentar los hidratos de carbono, fueron agrupados en un nuevo género bacteriano
denominado Campylobacter.

Entre los métodos útiles para el diagnóstico presuntivo en diarrea por Campylobacter se
encuentra la coloración de Gram directo, la microscopía de contraste de fase, las tinciones
de Hooker y de Vagó, encontrándose un valor predictivo positivo de 60 y 85,7% en las
dos primeras y una sensibilidad del 37% y especificidad del 100% en la de Hooker,
mientras que con la tinción de Vagó fue posible el diagnóstico presuntivo de
Campylobacter en el 3,63% de las muestras estudiadas.

En América del Sur han sido utilizados prácticamente todos los medios de cultivo
selectivos descritos en la literatura y, adicionalmente, se ha utilizado el método de
filtración pasiva sobre agar sangre, lo que ha permitido el aislamiento, en muestras fecales
de animales (domésticos y silvestres) y de seres humanos, de las especies tradicionales
de Campylobacter y de otras especies menos comunes como C. upsaliensis, C. fetus, C.
jejuni subsp. doylei y C. insulaenigrae.

La campilobacteriosis es una enfermedad infecciosa producida por el Campylobacter,


dentro de este grupo podemos encontrar a cuatro subespecies importantes Campylobacter
jejuni, Campylobacter coli, Campylobacter lari, Campylobacter upsaliensi. Los niños
son particularmente los más susceptibles a esta enfermedad, ya que puede ocasionar un
deterioro de su estado nutricional e inmunitario.

Según la OMS Campylobacter es una de las cuatro principales causas mundiales de


enfermedad diarreica, esta puede ser transmitida por alimentos o contactos con animales
infectados por esta bacteria, cada año las padecen cerca de 1 a cada 10 personas. Las
enfermedades pueden ser graves, sobre todo en niños pequeños. Las enfermedades
diarreicas más frecuentes son las causadas por los alimentos, con 550 millones de casos
anuales, entre ellos 220 millones de niños de menos de 5 años.
La incidencia y prevalencia de campilobacteriosis ha aumentado en los países
desarrollados y en vías desarrollo en los últimos 10 años. En América del Norte, Europa
y Australia es alarmante, y los datos de partes de África, Asia y Medio Oriente indican
que la campilobacteriosis es endémica en estas áreas, especialmente en los niños. Además
de C. jejuni cada vez se reconoce más la importancia clínica de las especies emergentes
de Campylobacter.
En Europa la evaluación más reciente de la epidemiología de la campilobacteriosis en 27
estados indicaron que la incidencia de infecciones por Campylobacter oscila entre 29.9 y
13.500 por 100.000 habitantes en 2009 (con las incidencias más bajas en Finlandia y
Suecia y las más altas en Bulgaria). Este estudio, reveló que la prevalencia
de especies de Campylobacter no había disminuido en comparación con los observados
hace 15 años. Del mismo modo, en Alemania, la prevalencia de campilobacteriosis en
2011 fue similar a los datos de 2001; hubo 70.560 casos reportados, mientras que en
Polonia se calculó que la incidencia estimada en 2012 era de 1,12 casos por cada 100.000
habitantes.
Los datos epidemiológicos sobre la campilobacteriosis en Asia y Medio Oriente son
limitados, la tasa de detección de Campylobacter hasta 2010 es 1,6% de la población
urbana y el 0,37% de la población rural. Los datos más recientes de Medio Oriente
muestran que las especies de Campylobacter son una causa principal y creciente de
gastroenteritis en esa región, la incidencia anual de campilobacteriosis en Israel es de
90.99 casos por 100,000 habitantes en 2010, y los niños menores de 2 años son los que
tienen mayor incidencia.
En los Estados Unidos, el número anual de casos de campilobacteriosis, se estimó en
845,024 casos, lo que resultó en 8,463 hospitalizaciones y 76 muertes. La Red de
Vigilancia Activa de Enfermedades Transmitidas por Alimentos de EE. UU. informó una
incidencia anual de infección por Campylobacter de 14,3 por 100.000 habitantes en el
2012. Mientras en Canadá, se notificaron 28.521 casos de campilobacteriosis entre los
años 1996 y 2006, lo que arrojó una incidencia anual estimada de 35,2 casos por 100.000
personas, con una tasa más alta del país, la provincia de Columbia Británica tuvo un
promedio anual de 38,0 casos por cada 100.000 personas durante 2005 y 2009.
En México, C. jejuni fue la causa más común de gastroenteritis aguda en lactantes y niños
en edad preescolar en 2006 y 2007, la campilobacteriosis también es muy común en niños
en Guatemala, con tasas de incidencia de 185.5 a 1.288,8 por cada 100,000 niños.
En Sudamérica en el 2015 tres estudios reportaron que la prevalecía de C. jejuni oscilaron
entre 4.6 y 30.1% de los pacientes diarreicos en Argentina, mientras que los de C.
coli fueron de 0 a 1.4%. Sin embargo, en Bolivia, las prevalencias de C. jejuni variaron
de 4.4 a 10.5%; del mismo modo, dos estudios en Brasil encontraron que los niveles de
detección de C. jejuni fueron similares entre los pacientes (5,8 a 9,6%) y C. coli oscilaron
entre 2,2 y 6,0%. Los niveles de detección de C. jejuni y C. coli en pacientes con
gastroenteritis oscilaron entre 0 y 14.1% en Chile, de 0 a 14.4% en Colombia, de 0 a
23.0% en Ecuador, de 0.6 a 18.4% en Paraguay, de 0 a 14.3% en Uruguay, 0 a 13.0% en
Venezuela y de 0 a 23.0% en Perú.
En el 2016 en Perú se reportó 336 casos de campilobacteriosis en niños de 0 a 11 años.
Esta enfermedad se caracteriza por ocasionar diarrea sanguinolenta, malestar, náusea,
fiebre, vómito, dolor muscular, dolor abdominal y de dolor de cabeza. En algunos casos
esta enfermedad suele presentar artritis reactiva, síndrome urémico hemolítico,
septicemia, colitis intermitente, colecistitis aguda, hemorragia masiva del tracto
gastrointestinal inferior, adenitis mesentérica, apendicitis y síndrome de Guillain-Barré.
Generalmente el portador sano de Campylobacter en países de Sur America se relaciona
con aspectos ligados a bajas condiciones de saneamiento básico, promoviendo así
mayores oportunidades de transmisión de las especies de Campylobacter, especialmente
a niños de corta edad, desde sus reservorios y fuentes de contaminación. Los síntomas y
signos que padecen los pacientes con campilobacteriosis en países industrializados y en
aquellos de países en desarrollo, no difieren. Sin embargo, en los países en desarrollo es
posible encontrar una alta frecuencia de deshidratación, situación clínica que
probablemente pueda estar asociada con el bajo estado nutricional diagnosticado en la
mayoría de los pacientes incluidos en los ensayos clínicos.

Un estudio realizado Ricciardi en Brasil el año 1979 sobre aislamientos de


Campylobacter en niños con diarrea se determinó que estas bacterias han sido aisladas
como agentes enteropatógenos en prácticamente en la mayoría de los países del
continente sudamericano, en los cuales Campylobacter aparece como causa importante
de cuadros diarreicos, predominantemente en niños menores de dos años, disminuyendo
su frecuencia a medida que los niños aumentan en edad.(anexo 1).
Referente al método diagnóstico, muchos investigadores sudamericanos se han interesado
en la evaluación e introducción de técnicas y procedimientos de laboratorio, simples y
asequibles, para así promover la investigación y el diagnóstico de Campylobacter en
laboratorios con limitación de recursos.

En Brasil, Magalhães propuso un método sencillo para la obtención de la atmósfera


apropiada para el cultivo de Campylobacter. Fernández y Trabulsi compararon el
rendimiento de dos medios de cultivo incubados bajos diferentes condiciones
atmosféricas. Por su parte, investigadores de países como Argentina y Chile han
propuesto un nuevo medio de cultivo adicionado de lisado globular mientras que
científicos del Perú han evaluado el uso alternativo de sangre de cerdo y de bovino para
el aislamiento de Campylobacter.

Uno de los aspectos más importante de esta bacteria es sus mecanismos de patogenicidad,
tanto la adherencia como la invasión y la producción de substancias tóxicas. El estudio
del comportamiento de Campylobacter a diferentes antimicrobianos ha sido motivo de
interés de investigadores de varios países de Sudamérica, quienes han puesto en evidencia
la aparición de cepas de origen humano y animal, resistentes a eritromicina, tetraciclina,
ampicilina y a quinolonas, encontrándose que la resistencia a estas últimas ha sido
explosiva, alcanzando tasas superiores al 60% (anexo 2).

Se sabe que el Campylobacter se encuentra generalmente en las aves de consumo


humano, en los años 40 se observó de forma empírica que los animales que eran
alimentados con micelios desecados de Streptomyces aureofaciens conteniendo
clortetraciclina producida por este microorganismo conseguían un mayor crecimiento. El
mecanismo exacto por el que los antibióticos actúan como promotores de crecimiento no
era del todo conocido, aunque se estimaba que pudiera regular las poblaciones bacterianas
y por tanto la disponibilidad de nutrientes y vitaminas. El amplio y extendido uso de
antibióticos como aditivos en alimentación animal pudo contribuir al desarrollo de
poblaciones de bacterias patógenas para el hombre que sean resistentes a drogas usadas
en el tratamiento de infecciones.

Esta preocupación avanzo y en los años 70 se empezaron a prohibir algunos antibióticos


como promotores de crecimiento como tetraciclinas y penicilinas. En 1998 se prohibió el
uso como promotores de crecimiento de la bacitracina y la avoparcina y un año después
la espiromicina y la virginiamicina. Finalmente en el año 2005, fueron prohibidos la
avilamicina y el flavofosfolipol. El “Economic and Social Comittee of the EU” junto con
la Organización Mundial de la Salud desautorizaron el uso de cualquier antibiótico como
promotor de crecimiento en la Unión Europea. Curiosamente, el descenso en el uso de
antibióticos como promotores de crecimiento tuvo un efecto inicial de aumento de las
tasas de resistencia en bacterias aisladas en animales de abasto, debido a un aumento del
uso de antibióticos, pero como agentes terapéuticos. Algunos países, como Suecia, han
demostrado que aumentando las barreras higiénicas y la bioseguridad se consigue reducir
el uso de antibióticos y por tanto el riesgo de aparición de poblaciones de bacterias
resistentes. Las diferencias en cuanto a consumo de antibióticos en producción animal
podrían explicar los distintos valores de resistencia que se encuentran en bacterias
zoonóticas.

En países como Corea del Sur se permite el uso de enrofloxacino en medicina veterinaria,
y se ha observado cómo las tasas de resistencia pasaron del 1.6% frente a quinolonas en
1989 a un 95.9% en 2006. En Australia, por el contrario, nunca se autorizó el uso de este
antibiótico en terapéutica en aves, de ahí las bajas tasas de resistencia que presenta
Campylobacter frente a las quinolonas.

Las resistencias a antimicrobianos en bacterias zoonóticas aisladas en alimentos pueden


reducir la efectividad del tratamiento antibiótico de la infección en el hombre. Además,
no existe un número de agentes terapéuticos efectivos para el tratamiento de infecciones
tanto en el hombre como en los animales. La resistencia a antibióticos aumenta a mayor
velocidad que el desarrollo y comercialización de nuevos antibióticos, por tanto se tiene
que ser prudente a la hora de elegir los antibióticos a utilizar tanto en humanos y animales.

Con respecto al tratamiento, la reposición de fluidos y electrolitos es lo recomendado y


solamente se requieren el uso de antimicrobianos los casos graves y prolongados. Los
fármacos de elección para estos casos han sido por largo tiempo los macrólidos, azólidos
y fluoroquinolonas como ciprofloxacina. Sin embargo, existen diversos reportes sobre la
aparición de resistencia a fluroquinolonas y tetra-ciclina a nivel mundial. Se ha descrito
un bajo nivel de resistencia para eritromicina, el fármaco de elección, mientras que para
azitromicina se ha reportado resistencia hasta en 31% de las cepas aisladas en países
asiáticos.
Considerando estos antecedentes, la Organización Mundial de la Salud ha optado por no
recomendar a tratar en forma empírica una campilobacteriosis sin una previa evaluación
de la susceptibilidad in vitro. Dada la progresiva resistencia a quinolonas reportada en el
mundo, aún hay estudios en busca a conocer la susceptibilidad antimicrobiana
de Campylobacter; un estudio en chile en el 2009 obtuvieron datos que demuestran que
el 32,4% de las cepas aisladas de Campylobacter fueron resistentes a ciprofloxacina. Esta
cifra representa un cambio a diferencia de los años 1996 que se reportaron el 100%
susceptibilidad a ciprofloxacina. En cuanto a las quinolonas estas presentan dos sitios
blanco en las bacterias Gram negativas: un sitio principal (ADN girasa o topoisomerasa
II) y un sitio secundario (topoisomerasa IV). En Campylobacter, el blanco secundario
está ausente, lo que está dado por una mutación puntual que determina un cambio
aminoacídico (Thr-86 a He) en la región blanco de la topoisomerasa II, denominada
región determinante de resistencia a las quinolonas. La no existencia del blanco
secundario permite que esta modificación sea suficiente para que el
Campylobacter presente resistencia de alto nivel a fluoroquinolonas, esta mutación no
confiere resistencia a otras quinolonas más complejas; sin embargo, se ha descrito que
una doble mutación (Thr86Ile-Asp90Asn) es capaz de producir resistencia a
moxifloxacina. (anexo3).

Debido a que la resistencia antimicrobiana de Campylobacter ha presentado variaciones


en los últimos años, es importante realizar la vigilancia de su susceptibilidad in
vitro, especialmente para aquellos antimicrobianos utilizados de manera empírica en el
tratamiento de la enterocolitis bacteriana y, especialmente, en aquellas cepas aisladas de
pacientes con enfermedades invasoras o inmunocomprometidos.

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