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1. Modo de acción.
El aspecto léxico, así, hace referencia al modo en que se desarrolla el evento. Según el
modo de acción se ha establecido una clasificación de los predicados, llamada
“clasificación aristotélico-vendleriana”.
Fue propuesta por Vendler en Verbs and Times, de 1957, aplicando algunas de las
nociones señaladas por Aristóteles. Esta clasificación establece cuatro tipos de
predicados:
No es solamente el verbo el que determina la pertenencia a uno y otro tipo, sino que
se tiene que tener en cuenta todo el sintagma verbal, dado que los complementos
pueden variar el significado del verbo. Así, la diferencia entre los verbos de actividad y
los de realización radica en que los segundos están delimitados por los complementos
(algo que no siempre se da, como en “escribir cartas”, que pertenece a actividades),
mientras que los primeros no, de modo que los segundos presuponen un fin y los
primeros no.
1.2.1. Estados.
Los verbos que pertenecen a esta clase, o predicados estativos, son no dinámicos, es
decir, no denotan cambios ni progresos, sino situaciones que se dan de forma
homogénea a lo largo de un período de tiempo, de modo que son durativos. Así,
“tener fiebre” o “ser madrileño” no indican actividad ni cambio. Sin embargo, para
llegar a ellos sí que se ha dado un cambio previo que lo provoca (pasar de no tener
fiebre a tener fiebre) y se supone un cambio final (pasar de tener fiebre a no tener
fiebre). Dentro de los predicados estativos distinguimos dos clases:
1.2.2. Actividades.
Las actividades son predicados dinámicos (frente a los estados). Se caracterizan por
indicar un cambio y duración (dinámicos y durativos). Ej.: correr, nadar, etc. Las
actividades son predicados homogéneos, es decir, si el evento ha tenido lugar en un
período de tiempo, podemos decir que el evento ha tenido lugar los intervalos
comprendidos en ese período. Así, en “corrió de 5 a 7” el evento tuvo lugar en el
intervalo entre las 5 y las 7. Es homogéneo porque, teniendo en cuenta lo anterior, el
evento se dio en cualquiera de los subperíodos de ese intervalo “Corrió de 5’30 a
6’15”. Las actividades no se desarrollan hacia un término final, es decir, no se
presupone el final.
1.2.3. Realizaciones.
Al igual que las actividades, son predicados dinámicos (denotan cambios o progresos) y
durativos (se desarrollan en un período de tiempo). Son realizaciones “correr un
metro” o “escribir una carta”. Sin embargo, las realizaciones no son predicados
homogéneos, de modo que si el evento ha tenido lugar en un período tiempo, no
podemos decir que el evento ha tenido lugar durante los intervalos de tiempo
comprendidos en ese período. Así, en “Corrió dos kilómetros de 5 a 6”, no podemos
decir que “corrió dos kilómetros de 5’30 a 6”; lo mismo ocurre con “escribió una carta
de 5 a 7”. Esto es debido porque a diferencia con los otros sí que se desarrollan hacía
un término final (cuando corramos los dos kilómetros o cuando escribamos la carta),
de modo que en los subintervalos no se finaliza la acción. Así, las realizaciones están
formas por una actividad más el telos o punto final (el fin de la escritura de la carta o
la llegada al punto de distancia de dos kilómetros).
1.2.4. Logros.
Al igual que los anteriores son dinámicos al denotar cambios o progresos. Ejemplos de
logros son “Encontrar las llaves”, “llegar a la estación” “morirse”, que se diferencian de
los demás por no ser durativos (no denotan un periodo, sino momentos), sino
puntuales. Esto explica la agramaticalidad de “ *Se murió toda la mañana” y “ * Llegó a
la estación toda la tarde” frente a “Se murió a las 6” y “Llegó a la estación a las 8”,
dado que estos últimos no indican duración sino que localizan la acción en un punto
temporal. Al igual que las realizaciones presuponen un final, y en muchos casos
denotan un cambio de estado (como “morirse”, que es el paso de estar vivo a estar
muerto; o “llegar a la estación”, que es pasar de estar fuera de la estación a estar
dentro).
La última prueba tiene que ver con el imperativo, dado que un estado no puede
aparecer en este modo. Así, el estado “tener anginas” no se puede ordenar: “*ten
anginas”, o “ser rubio” no puede aparecer en “sé rubio”. Tenemos algunos ejemplos
conflictivos, sin embargo: “estarse quieto”, “estarse callado”, o “permanecer
agachado” serían estados que pueden aparecer en imperativo “estate quieto”, “estate
callado” o “permanece agachado”. Pueden aparecer en imperativo porque son estados
con sujeto controlado (frente a los anteriores, que son no controlados), en los que el
sujeto puede controlar la acción.
Los únicos predicados que son puntuales son los logros. Así, son incompatibles con la
perífrasis “estar + gerundio”, como en “*Juan está encontrando un décimo de lotería”,
al no ser posible focalizar en ninguna parte de la acción al ser esta puntual. Los logros
son incompatibles con los complementos que expresan duración , como, por ejemplo,
“en X tiempo” – dos horas, tres minutos-, en su significado de “duración de una
actividad” y no de “localización del momento en el que se realizará la acción” – “pinto
el cuadro en dos semanas” frente a “te llamo en dos semanas”-. Teniendo en cuenta
esto sería agramatical “* Juan encontró un décimo de lotería en una hora”. Sin
embargo, tenemos que logros como “llegar a algún sitio” o “morirse”, que son
compatible con la perífrasis “Estoy llegando a la estación”/ “ Estoy muriendo” o con el
significado durativo de “en X tiempo”, “Juan llegó a la estación en tres horas”/ “ Se
murió en tres horas”. La diferencia está en que “llegar”, “morir” o “hundir” pueden
tener una fase previa (periodo en el que uno comienza a agonizar o que comienza el
viaje para llegar), mientras que “encontrar las llaves” no tiene fase previa. Así, en la
perífrasis “estar + gerundio” sí es aceptada porque focalizaría una parte interna de la
fase previa y la locución durativa mide la fase previa.
Los predicados télicos son los logros y las realizaciones, siendo los demás atélicos y
homogéneos (si se ha dado en un intervalo de tiempo se da en cada uno de los
subintervalos que lo componen). Así, si el evento se interrumpe, podemos decir que el
evento se ha dado, de modo que tenemos “Juan amaba a María y deja de amarla”, del
que seguimos que “Juan ha amado a María”, que es un estado. La actividad “Si Juan
estaba caminando por el parque y deja de caminar” nos indica que “Juan ha
caminado”.
Si tenemos un predicado télico y este se interrumpe no podemos decir que este ha
tenido lugar. La realización si “Juan ha construido una casa y deja de construirla”, de
eso no se sigue que “Juan ha construido la casa”. Con los logros ocurre lo mismo: si
“Juan está llegando a la estación y alguien le detiene” no se sigue que “Juan ha llegado
a la estación”. Esto ocurre porque en los télicos se tiene que dar el fin que presuponen,
de modo que si este se interrumpe no se ha dado el evento.
Otra forma de distinguir los predicados télicos de los atélicos es según los
complementos de duración. Así, tenemos el estado “Juan amó a María”, la actividad
“Juan caminó por el parque”, la realización “Juan construyó la casa”, y el logro “Juan
llegó a la estación”, de las cuales solo se pueden combinar con “en X tiempo” las dos
últimas, de modo que solo son compatibles con esta expresión los predicados télicos
(que presuponen un fin) que tengan fase previa: “* Juan amó a María en tres años”,
“*Juan caminó por el parque en tres horas”, “Juan construyó la casa en tres años” y “
Juan llegó a la estación en diez minutos”.
Las formas encabezadas por “durante” son distintas según estén seguidas de SSNN
cuantificados “durante dos horas” o sin cuantificar “durante la ceremonia”, dado que
la primera expresa duración y la segunda localización. Tenemos “*El jarrón se cayó
durante dos horas” y “El jarrón se cayó durante la ceremonia” (“caerse” es un
predicado puntual y por tanto incompatible con un complemento que mida la duración
el evento), que contrasta con “*El jarrón se cayó durante toda la ceremonia” (cuando
no es repetición).
En los ejemplos “Juan tuvo anginas durante una semana” y “Juan cantó durante una
hora” vemos que los predicados atélicos si se pueden medir con “durante”. Los télicos,
sin embargo, no se pueden medir con “durante + SN cuantificado”: “* Escribió La Busca
durante 6 meses” y “Llegó a la estación durante 5 minutos”. Así, de forma genérica,
“Durante X tiempo” se combina con los predicados télicos y “En X tiempo” con los
atélicos.
Sin embargo, la realización “Juan leyó una revista en una hora/durante una hora” nos
muestra que hay ejemplos en los que pueden ir ambas formas. Las formas télicas que
lleven “En X tiempo” indican que el evento ha finalizado (“leyó la revista en una hora”),
algo que no ocurre con “Durante X tiempo”, reinterpretando así como una actividad
la realización (“Escribió la novela durante 6 meses”). Es clara la diferencia en ejemplos
como “He limpiado la casa durante una hora” (realización convertida en actividad) y
“He limpiado la casa en una hora”; o en la actividad “Pintaron la valla durante toda la
tarde pero no pudieron terminar porque anochecía” que es compatible con la segunda
parte de la oración precisamente por no haber terminado. Así, el contraste “*/#
Escribió la Busca durante 6 meses” y “Escribió una novela durante 6 meses” se explica
porque La Busca es un libro ya finalizado, mientras que en “novela” podemos suponer
que no está acabada.
La realización “Tocó esa sonata durante tres años” ejemplifica otro uso de “Durante X
tiempo” con realizaciones. Se trata de un uso de repetición, de modo que el evento se
repite y no podemos presuponer su fin, de modo que debemos reinterpretar la
realización como actividad. Se trata del mismo uso que tenemos en “El abrigo se cayó
durante tres horas” en la que la repetición del acto duró tres horas.
“Beber un litro de agua” o “leer dos libros” son realizaciones, frente a “beber” o “leer”,
que son actividades, lo que lleva a pensar que el cambio se produce si se dan los
complementos, algo que no es así viendo los ejemplos de las actividades “beber agua”
y “leer libros”. La diferencia se da así en el tipo de complementos, no en la presencia
de estos. La diferencia entre “agua” y “un litro de agua” y “libros” y “dos libros” no es
que estén determinados (“escuchar la radio” es una actividad) ni cuantificados (“leer el
libro” es una realización; sino que “agua” y “libros” constituyen un todo homogéneo
no limitados (cualquiera de las partes de “agua” y “libros” puede estar incluida en esta
denominación); mientras que “un litro de agua” y “dos libros” sí están limitados (de
modo que una parte del litro de agua no es el litro de agua y una parte de los dos libros
no son los dos libros).
Sin embargo, esto no explica que “leer el libro” sea una realización y “tocar el piano”
una actividad. La diferencia se explica por el hecho de que, además de que el
complemento esté limitado, tiene que existir cierta relación semántica entre el
complemento y el verbo. Así, para que se dé una realización también tiene que existir
cierta conexión entre la extensión de la entidad denotada por el complemento y el
desarrollo del evento. De este modo, el desarrollo del evento “leer” depende del
número de páginas del libro que se lleven leídas, es decir, de la extensión de “el libro”,
algo que no se da en “tocar el piano”, en el que el desarrollo de “tocar” no depende de
la extensión de “el piano”.
Aquellos argumentos que, cuando se dan las condiciones anteriores, de modo que el
argumento esté delimitado y la que hay relación semántica entre el verbo y el
argumento, dan lugar a predicador télicos, son los argumentos afectados y argumentos
de trayectoria. Tenemos argumentos afectados cuando el verbo implica un cambio y el
argumento denota el objeto que sufre ese cambio. Esto ocurre con los verbos de
consumición, creación y destrucción, como, respectivamente, “Juan come la
manzana”, “Juan hizo la tarta” y “Juan borró la frase”. Así, cuanto mayor sea la parte
del objeto que se vea afectada, mayor será el desarrollo del evento y cuando el objeto
se vea afectado en su totalidad, el evento habrá acabado. Así, cuando los objetos no
están delimitados, no habrá ningún momento en el que el objeto esté afectado en su
totalidad, por lo que los predicados son atélicos (“comió manzanas”, “hizo tartas”).
También son argumentos afectados los verbos que indican un cambio de estado, como
“secar la ropa” y “madurar la fruta”, pero en este caso las partes del objeto no indican
el desarrollo del evento, sino que esto se indica mediante el grado de la propiedad que
debe alcanzarse. Así, sigue habiendo una relación entre el argumento y el verbo, pero
de otro modo. Al igual que antes, si el argumento es no delimitado, el predicado sea
atélico (“secó ropa”). Verbos como “engordar” en “el pavo engordó” ofrecen el
problema de poder ser télicos o atélicos según se establezcan los límites
contextualmente, a pesar de no tener límite de por sí. Así, si establecemos un límite
diremos “el pavo engordó en un año” y si no lo hacemos “el pavo engordó durante un
año”.
Los argumentos de trayectoria si están delimitados dan lugar a predicados télicos. Son
argumentos de trayectoria aquellos que denotan desplazamiento, como “avanzó hacia
la ciudad” y “avanzó hasta Madrid”. En estos ejemplos, el primero es atélico y el
segundo es télico, marcando la preposición esta distinción. “Hacia” indica únicamente
la dirección, de modo que es atélico, mientras que “hasta” indica “destino o punto
final del desplazamiento”, provocando predicados télicos. Así, en el sentido de
duración, es agramatical “#caminó hacia el parque en una hora”, mientras que
gramatical “caminó hasta el parque en una hora”. Sin embargo, en “llegar”, verbo de
desplazamiento, tenemos la gramatical “Llegó a Madrid en una hora” y también “llegó
pasando por Roma en una hora”, sin tener que marcar específicamente el destino. Esto
se debe a que “llegar”, por su propia semántica, implica un destino que se alcanza,
algo que no ocurre con “avanzar” o “caminar”. Verbo similar a “llegar” es “entrar”.
2. Aspecto (gramatical).
El aspecto no debe confundirse con el aspecto léxico (otra forma de llamar al modo de
acción), por lo que puede especificarse como aspecto gramatical. Los dos se relacionan
en tanto que están relacionados con la semántica verbal. El modo de acción es una
propiedad léxica dado que está determinada por las propiedades semánticas que
tenga el predicado, mientras que el aspecto gramatical está determinado por la
morfología del verbo.
“Encontró las llaves” es un logro, mientras que “Construyó la casa” se diferencian por
su duración temporal, mientras que “Construyó la casa” frente a “Construía la casa” se
diferencian por su aspecto, siendo el mismo predicado.
Las variedades aspectuales variarán según el tipo de relación que se establece entre el
tiempo del foco y el tiempo de la situación.
2.2.1. El Imperfecto
En el aspecto aoristo el tiempo del foco y de la situación coinciden, como en “Hace dos
días Juan pintó su casa”, de modo que en el gráfico la situación sería:
+++++ [+_ _ _ _ _+]+++++++. Hay dos tipos de aoristo:
2.2.3. El Perfecto
Los mismos ejemplos de realizaciones en aspecto aoristo nos dan como resultado “Por
la noche escribió la carta” y “Ese año hicieron la carretera”. En estos casos al
focalizarse el evento en el momento de realización no se supone la culminación de
evento o telos.
2.2.4. El Prospectivo
Se trata del que se usa en el ejemplo “Hace dos días Juan iba a pintar la valla”, que en
el gráfico sería: ++ [+++++]+ _ _ _ _ _ _ _ _ +++++. EL tiempo del foco es posterior al de
la situación. No hay ninguna forma verbal de la conjugación española que indique
aspecto prospectivo, teniendo que usar perífrasis para ello (como “ir a” indicando
intención).
Hay algunos tiempos que en la nomenclatura de la Academia pueden dar lugar a error
al referirse a una noción anterior al de aspecto, como vemos en “pretérito perfecto”,
“pretérito imperfecto”, etc. Generalmente el aspecto se indica con letra capital. El
aspecto Imperfecto se expresa en presente “Juan estudia Bilogía” y en pretérito
imperfecto/copretérito “Juan ayer estaba en casa”; tiempos que focalizan una parte
interna que no muestran el inicio o final de la acción.
El Aoristo se expresa con el pretérito perfecto simple “Juan estudió ayer ese tema”, y
todas las formas compuestas con “haber”, como en “El director ha entrado en la sala a
las tres”; tiempos que indican el evento en su totalidad. El aspecto Perfecto también es
expresado con las formas compuestas con “haber”, como en “A las tres el director ya
había entrado en la sala”. Para referirse a las formas del futuro y del condicional
algunos autores hablan de aspecto Neutral (expresa tanto Imperfecto como Aoristo),
de modo que en una frase como “Juan estará mañana en Madrid” se puede ver que la
focalización está en todo el evento o en solo una parte de él.
El aspecto en las formas compuestas con “haber” puede ser, como ya se ha dicho,
Aoristo (++[+_ _ _ +] ++) o Perfecto (+++_ _ _ _ ++[++]+), si bien hay algunas partículas
que producen una clara definición. Así, si está acompañado de “ya” nos encontramos
ante un caso de Perfecto, como en “Cuando llegó la ambulancia ya había muerto”. La
posición de complementos temporales también provoca desambigüación: “A las tres la
secretaría se había ido” y “La secretaría se había ido a las tres”, siendo la primera de
aspecto Perfecto y la segunda de Aoristo. Sin los complementos temporales las dos
interpretaciones aspectuales son posibles, aunque se tienda a interpretar como
Aoristo.
A la pregunta “¿Cuándo había llegado Juan?” tenemos dos posibles respuestas: “Juan
había llegado a la hora de la cena” (Aoristo) y “A la hora de la cena ya ha había llegado
Juan” (Perfecto), aunque la única que responde verdaderamente es la primera, dado
que la segunda indicamos que a la hora de la cena el evento se ha producido,
independientemente de cuando se produjo. En los ejemplos “A las tres ya había escrito
la carta” y “Había escrito la carta a las tres”, el que se pude parafrasear con la
perífrasis “tener+ participio” es el Perfecto: “A las tres tenía escrita la carta”.
El aspecto Neutral del futuro y del condicional se puede entender como Imperfecto
(+++ _ _ _ [_ _ ] _ _ ++) o como Aoristo (++[+_ _ _ +] ++). Los ejemplos “Ayer Juan
estaba en Madrid” (Imperfecto) y “Ayer Juan estuvo en Madrid” (Aoristo),si son
cambiados a futuro, dan como resultado “Mañana Juan estará en Madrid”, que puede
ser entendido como Imperfecto (si entendemos que no se nos da la información de
cuando comenzará o terminará) o como Aoristo (si entendemos que el evento
comenzará y finalizará mañana). Además de la interpretación, otros datos que
muestran que el futuro puede ser entendido como Imperfecto o como Aoristo son:
Contraste entre “En aquella ocasión Juan estuvo en Madrid durante 3 días”
(Aoristo), “* En aquella ocasión Juan estaba en Madrid durante 3 días”, que
pasado a futuro es “La próxima ocasión Juan estará en Madrid durante 3 días”,
en la que el futuro se comporta como Aoristo.
El contraste “* Estuvo en Madrid desde hacía un año”(Aoristo) y “Estaba en
Madrid desde hacía un año” (Imperfecto), mientras que pasado a futuro este se
comporta como Imperfecto: “Cuando llegues, estará en Madrid desde hará un
año”.
El tipo de complemento “En dos horas” se puede combinar perfectamente con los
predicados télicos y nunca con los atélicos: “* Juan tuvo sueño en dos horas”, “* Juan
nadó en dos horas”, “Juan nadó 200 metros en dos horas”, “Juan llegó a la estación en
dos horas”. Si en la realización cambiamos el aspecto de Aoristo a Imperfecto nos
resulta: “* Aquella tarde Juan nadaba 200 metros en dos horas” (siendo buena la
interpretación de “ Aquella tarde Juan decía que tenía la capacidad de nadar 200
metros en dos horas”).
Este contraste se explica porque el Imperfecto, al focalizar parte interna del evento,
rechaza el complemento “en dos horas”, que mide toda la duración del evento.
Ejemplo similar es “Ayer Juan hizo la comida en 30 minutos” y “* Ayer Juan hacía la
comida en 30 minutos”. Estos ejemplos se diferencian, además, de “De adolescente,
Juan hacía la comida en 30 minutos”, es decir, del imperfecto habitual. En este uso del
aspecto sí puede aparecer el complemento, dado que lo que tiene carácter imperfecto
es la repetición o macroevento y no cada uno de los eventos que lo componen o
microeventos, que sí tendrían fin. Con el ejemplo primero, vemos el contraste entre
“*Aquella tarde Juan nadaba 200 metros en dos horas” y “De niño Juan nadaba 200
metros en dos horas”.
Con el aspecto perfecto (aquel que focalizaba el resultado del evento) los
complementos “En X tiempo”, “Durante X tiempo” no son aceptados: “*Ya he
empaquetado la televisión en diez minutos, así que vámonos ahora mismo”. La
explicación es que, dado que el perfecto focaliza un resultado posterior al evento, no
se pueden añadir complementos que midan la duración de este evento. Sin embargo,
tenemos ejemplos como “No comitas con él, mi primo ya ha subido las escaleras en 3
minutos más de una vez”, en el que el perfecto es experiencial, y por tanto admite el
complemento de tiempo (al medir los microeventos).
El complemento tipo “Durante dos horas” tiene el mismo comportamiento, pero con
los predicados atélicos. Así, “Ayer Juan escribió durante dos horas” o “Ayer Juan corrió
durante tres horas”, es aspecto Aoristo, son correctos. Estos ejemplos es aspecto
Imperfecto dan como resultado “*Ayer Juan escribía durante tres horas”, “*Ayer Juan
corría durante dos horas”, que son incompatibles porque el complemento mide la
duración total del evento, mientras que el aspecto focaliza una parte interna. Con el
Imperfecto habitual las oraciones sí que son correctas: “De pequeño Juan corría todas
las tardes durante 3 horas”.
Las realizaciones, como “Cuando entré, Juan hizo las maletas” y “El otro día María
escribió una carta” se encuentran en Aoristo y en ellas se alcanza el telos. En
Imperfecto dan como resultado “Cuando entré, Juan hacía las maletas” y “El otro día
María escribía una carta” y de ellas no se sigue que se alcanzara el telos (puede que sí
o puede que no), dado que se focaliza únicamente una parte interna. Si tuviésemos “*
Cuando entré, Juan hizo las maletas, pero le llamaron y las dejó a medias”, vemos que
es anómala porque el Aoristo presupone el fin de la acción. Esta anomalía no se
produce en “Cuando entré, Juan hacía las maletas, pero le llamaron y las dejó a
medias”, dado que el Imperfecto no presupone necesariamente el fin de la acción.
Con el logro “Cuando María se daba la vuelta, Juan alcanzaba la cima” vemos que, a
pesar de estar en Imperfecto, sí que se da necesariamente que se ha producido el
telos. Viendo las subordinadas, vemos que con el logro “Mientras Juan se iba, Carlos
lloraba” y con la realización “Mientras Juan pintaba la pared, Carlos lloraba”, ambas en
Imperfecto, con el logro sí se presupone el telos, mientras que con la realización no.
Así, si con los logros en Imperfecto se alcanza el telos, ¿Qué ocurrirá con los logros en
Aoristo? Viendo el logro en Aoristo “El rey murió mientras la reina rezaba por él” y en
Imperfecto “El rey moría mientras la reina rezaba por él”, seguimos en ambas que el
rey muere. La diferencia es que en Aoristo la muerte es instantánea (o se focaliza
únicamente el cambio de estado de “estar vivo” a “estar muerto”), mientras que en
Imperfecto lo que se focaliza es la parte previa a ese estado, de modo que suponemos
un período de agonía. Esta diferencia se ve claramente con los complementos
temporales “A las siete el rey murió” y “A las siete, mientras el rey moría, la reina
rezaba”. Así, en la primera el rey pasa de estar vivo a muerto a las 7, mientras que en
el segundo ejemplo a las 7 agonizaba, pero no se dio el cambio de estado.
3. Tiempo.
Presente-presente: amo.
Pretérito imperfecto- copretérito: amaba.
Pretérito perfecto simple-pretérito (indefinido).
Futuro-futuro: amaré.
Condicional-pospretérito: amaría.
Pretérito perfecto compuesto-antepresente: he amado.
Pretérito pluscuamperfecto-antecopretérito: había amado.
Futuro perfecto: antefuturo: habré amado.
Condicional perfecto-antepospretérito: habría amado.
Aparte de la relación del tiempo con el momento del habla (anterior, simultáneo o
posterior) también hay que tener en cuenta que hay tiempos que se anclan (u ordenan
temporalmente) con respecto al tiempo del habla (pretérito perfecto simple) o
tiempos absolutos; mientras que otros se ordenan temporalmente con el tiempo de
otro evento, de forma que su relación con el tiempo del habla es indirecta, o tiempos
relativos. Viendo los ejemplos “María murió” (pretérito perfecto simple) y “María
había muerto” (pretérito pluscuamperfecto), ambos en pretérito, ocurre que el
primero toma como referencia el momento del habla, mientras que el segundo toma
como referencia otro momento distinto al momento del habla y que es anterior a él.
También hay que tener en cuenta la existencia de dos esferas dentro de la línea
temporal, siendo H el momento del habla y las rayas la separación entre ambas:
De acuerdo con esto, la esfera del presente es aquella que incluye el momento del
habla, siendo la parte de la línea temporal que precede al momento del habla y no la
incluye la esfera del pasado. A partir de esta división podemos distinguir dos tipos de
tiempos: los de la esfera del presente (en esta misma esfera – absolutos- o aquellos
que se ordenan temporalmente con respecto a un evento situado en la misma -
relativos) y los de la esfera del pasado (es esta misma esfera o los que se sitúen con
respecto a un evento situado en la misma).
Presente:
Aquél en el que el evento (E) es simultáneo con el momento del habla. Se trata de un
tiempo absoluto.
Futuro:
Este tiempo indica que el evento es posterior al momento del habla, siendo de la
esfera del presente. Tiempo absoluto.
Futuro perfecto:
Única forma relativa que se sitúa en la esfera del presente, en el gráfico E es el evento
y (E’) es aquel otro evento con respecto al cual se ordena. El futuro perfecto indica que
el evento es anterior a otro evento, que a su vez es posterior al momento del habla.
“Cuando Pedro llegue (E’) habremos terminado ( E )”.
E H
E’ H
E
Esta segunda propuesta correspondería al copretérito de Bello, que define el pretérito
imperfecto como simultáneo con respecto a otro evento pasado. La explicación de
Bello no es compatible con la diferencia de aspecto.
Condicional (cantaría):
Expresa que el evento es posterior a otro evento que a su vez es anterior al momento
del habla: Juan dijo (E’) que María llegaría (E ). Vemos que E se relaciona con E’ y no
con H porque E puede ser anterior (Juan dijo que María llegaría ayer), posterior (Juan
dijo que María llegaría el mes que viene) o simultáneo (Juan dijo que María llegaría a
esta hora) a H.
Expresa que el evento es anterior a otro evento que a su vez es posterior a otro evento
que es anterior al momento del habla: Estaba seguro (E’) de que habríamos terminado
(E) el trabajo cuando llegara Eduardo (E’’).
3.3. La concordancia de tiempos
La concordancia de tiempos surge cuando una forma verbal orienta sus relaciones
temporales con respecto a otra forma verbal. Así, por ejemplo, en “Juan se irá el
jueves que viene. Volverá dentro de seis meses”:
vemos que no hay concordancia de tiempos porque ambas formas se interpretan con
respecto al momento del habla (H).
Sin embargo, en “Juan les avisará el jueves que viene de que se les enviará toda la
información dos días después”:
Sí que hay concordancia de tiempos entre “avisar” y “enviar” (la información se les
enviará dos días después del jueves que viene, no dos días después el momento del
habla).
“Juan se irá el jueves que viene. Esta vez se llevará todas sus cosas”:
Demuestra como ambos futuros son simultáneos, por lo que no hay concordancia.
Así, estas formas demuestran que, cuando no hay concordancia, las formas verbales se
sitúan con respecto al momento del habla. Por eso pueden ser tanto posteriores, como
simultaneas como anteriores a la otra acción, siempre y cuando sean posteriores al
momento del habla.
Los ejemplos:
- #Juan les avisará el jueves que viene de que se les enviará toda la información
el miércoles. (frente a “Juan les avisará el jueves que viene de que se les envió
toda la información el miércoles”).
- *Juan les avisará el jueves que viene de que será pronto para enviarles toda la
información. (frente a “Juan les avisará el jueves que viene de que es pronto
para enviarles toda la información”).
Demuestran cómo, al ser dos formas concordantes, no se puede alterar la línea
temporal, de modo que “enviar” debe ser posterior a “avisará” y “ser” simultáneo a
“avisar”.
Para que haya una concordancia de tiempos debe haber una relación de subordinación
entre las dos formas verbales. El verbo subordinado se ancla al verbo principal. La
subordinada ha de ser sustantiva normalmente, dado que, por ejemplo, en “Juan nos
presentará el próximo jueves a un compañero suyo que estará mañana en Lisboa por
razones de trabajo” vemos como en una subordinada de relativo no hay concordancia: