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Innovación Educativa

ISSN: 1665-2673
innova@ipn.mx
Instituto Politécnico Nacional
México

Bárcena Orbe, Fernando


El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa
Innovación Educativa, vol. 11, núm. 55, abril-junio, 2011, pp. 14-31
Instituto Politécnico Nacional
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179421429002

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El brillo de las luciérnagas


Ensayo filosófico para una recuperación
de la experiencia educativa

Fernando Bárcena Orbe


El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa | Fernando Bárcena Orbe

Resumen Palabras clave


No es posible percibir el brillo de las luciérnagas bajo una máxima exposición lumínica. Filosofía de la educación,
El brillo de las luciérnagas, que da título a este ensayo, pretende funcionar como pedagogía de la presencia,
metáfora de un cierto diagnóstico de nuestra contemporaneidad cuyas características distancia poética, experiencia,
hacen imposible la recuperación de una experiencia educativa entendida como un acontecimiento, aprendizaje
gesto de luz en un contexto ensombrecido por una cultura que impide experimentar la del comienzo, arte de vivir.
vida como una obra de arte. A tal fin, el objetivo de este texto es pensar una pedagogía
de la presencia como tentativa de traducción de lo que Walter Benjamin llamó la
dignidad de la experiencia. Al amparo de una reflexión filosófica de la educación
inspirada en la antigua tradición de la filosofía como forma de vida, aquí se sostiene
que es relacionándonos poéticamente con la realidad —en vez de distanciándonos
críticamente de ella— como nos hacemos visibles ante nosotros mismos en lo que
pensamos y en lo que hacemos.

The glow of fireflies


Philosophical essay for a recovery of the educational experience

Abstract Key words


It is not possible to perceive the glow of fireflies in a maximum light exposure. The Philosophy of education,
glow of fireflies, which is the title of this essay, is intended to work as a metaphor pedagogy of presence, poetic
for a certain diagnosis of our contemporaneousness, whose characteristics make distance, experience, event,
the recovery of an educational experience impossible, understood as a gesture of learning of the beginnig, art
light in an environment overshadowed by a culture that prevents everybody from of living.
experiencing life as a work of art. To this end, the aim of this paper is to think of a
pedagogy of presence, as an attempt to translate what Walter Benjamin called the
dignity of experience. Under a philosophical reflection of education inspired by the
ancient tradition of philosophy as a way of life, it is argued here that it is poetically
relating ourselves with reality —rather than critically distancing us from it—, the way
to become visible to ourselves in what we think and what we do.

Le scintillement des lucioles


Essai philosophique pour une reprise de l'expérience éducative

Résumé Mots-clefs
On ne peut percevoir le scintillement des lucioles à forte exposition de lumière. Le Philosophie de l’éducation,
scintillement des lucioles, qui donne nom à cet essai, prétend fournir ici la métaphore pédagogie de la présence,
d’un certain diagnostique de notre contemporanéité, contemporanéité dont les distance poétique, expérience,
caractéristiques rendent impossible la récupération d’une expérience éducative, événement, apprentissage du
comprise comme un geste de lumière surgissant d’un contexte assombri par une culture commencement, art de vivre.
qui empêche d’éprouver la vie comme une œuvre d’art. C’est à ce dessein que ce texte
se propose de penser une pédagogie de la présence, comme la tentative de traduction
de ce que Walter Benjamin appelait dignité de l’expérience. Aux égards d’une réflexion
philosophique de l’éducation qui s’inspire de l’ancienne tradition de la philosophie
comme forme de vie, nous soutenons ici que ce n’est qu’en établissant une relation
poétique avec la réalité —au lieu de prendre une distance critique par rapport à celle-
ci— que l’on devient visible à soi-même quant à ce que l’on pense et ce que l’on fait.
El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa | Fernando Bárcena Orbe

El presente es la dimensión de la cercanía y de la lejanía. organizando su plena confusión.


Hannah Arendt, Diario filosófico, 1950-1973. Los medios específicos de control
de la atención de los jóvenes tanto
psíquica como social a través de los
aparatos propios de la sociedad de
las telecomunicaciones, promueve
una minorización del adulto —por
La desaparición de las luciérnagas: diagnóstico su desresponsabilización frente a
de un presente los jóvenes— y la constitución del
joven como prescriptor del adulto de
sus propias pulsiones mediante una
El título principal de este ensayo —El brillo de las luciérnagas— evoca el de un reciente operación de falsa adultez (Stiegler, 2008).
libro de Didi-Huberman (2009), Survivance des lucioles, en el que este filósofo francés Stiegler cita dos ejemplos en apoyo
ofrece un relato de la caída de la experiencia en el mundo moderno a partir de un de su argumento. Uno de ellos es la
antiguo diagnóstico realizado por Benjamin (2007), y recuperado posteriormente por legislación penal francesa, discutida y
Agamben (2001a) sobre la destrucción moderna de la experiencia.1 aprobada en el año 2007, que prescribe
Al comienzo del canto XXVI del Infierno de la Divina Comedia, Dante reserva un para ciertos delitos cometidos por
lugar a los malos políticos y “pérfidos consejeros” que, ahora, en el infierno dantesco jóvenes, en caso de recidiva, no sean
se representan como “pequeñas luciérnagas” mientras en el mundo su perfidia brillaba juzgados en función de su minoría de
en todo su esplendor. El motivo de las luciérnagas también se encuentra usado como edad, sino que la ley les sea aplicada
metáfora para una crítica del fascismo italiano en un artículo de Pier Paolo Pasolini del como a los adultos, mayores de
año 1975 publicado en el Corriere Della Sera, “El artículo de las luciérnagas”, en el que edad. Como justificación de este
el cineasta decía que sería capaz de dar toda la Montedison, por muy multinacional importante cambio legislativo se
que sea, a cambio de una luciérnaga (Pasolini, 2009, p. 163). Pasolini habla de la decía que la disposición jurídica que
desaparición de lo humano en el corazón de la sociedad presente y se queja de que limitaba la edad de responsabilidad
si el lenguaje de las cosas ha cambiado de forma catastrófica, es porque el espíritu penal conllevaba un sentimiento de
popular ha desaparecido. Hay una crisis en la esfera —que es siempre pública— de las impunidad. Con esta disposición legal,
apariciones, una crisis de visibilidad y de presencia, como ya dijo Benjamin en 1935: la al mismo tiempo que se cuestiona la
crisis de las democracias se puede entender como una crisis de la exposición del hombre minoría de los jóvenes delincuentes,
político (Benjamin, 2000, p. 93). se pone en causa la mayoridad de sus
La desaparición de las luciérnagas es la metáfora de una caída, de la pérdida ascendientes adultos, liberándose con ello
irreparable en la historia cultural y política moderna de los pequeños gestos de luz su responsabilidad como adultos. Esta
que iluminan, y son el resultado de una relación de experiencia con el mundo. Es, por medida, en definitiva, tiene importantes
supuesto, la metáfora que la misma Hannah Arendt adoptó en Hombres en tiempos consecuencias para una filosofía de la
sombríos al referirse al decaimiento de un mundo común y del espacio público, educación en la medida en que ésta
destinado como está, según la filósofa, a ofrecer un espacio donde acciones y palabras es, precisamente, la encargada de
—es decir, la experiencia— puedan aparecer. Arendt se refería a los “tiempos de acompañar hacia una responsabilidad,
oscuridad”, pero al mismo tiempo señalaba lo siguiente: incluso en los tiempos más es decir, a un estado de mayoría de
oscuros tenemos el derecho de esperar cierta iluminación, y que esta iluminación puede edad. Al considerar “mayor” al joven y
llegarnos menos de teorías y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo débil desresponsabilizar al adulto se invierten
que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y en sus obras, bajo casi todas las los términos y se ocasiona un estado de
circunstancias y que se extiende sobre el lapso de tiempo que les fue dado en la tierra no diferenciación entre las generaciones.
(Arendt, 2001, p. 11). El segundo ejemplo de Stiegler se refiere
Esta desaparición de las luciérnagas también se deja ver en la esfera de la educación a la campaña que, por aquellas mismas
cuando la relación y la transmisión entre las generaciones se ve interrumpida y, fechas, promovió el canal televisivo
entonces, se torna imposible la experiencia de una transmisión entre los tiempos dedicado al mundo infantil y juvenil,
—tiempo-joven y tiempo-adulto—. La hipótesis de este ensayo es que en la actual Canal J, cuyo eslogan de base sobre el
contemporaneidad educativa se está produciendo una inversión de la jerarquía de fondo de una fotografía en la que frente
las generaciones que destruye, al mismo tiempo, la singularidad de sus diferencias a un niño aburrido aparecía su abuelo
incapaz ya de hacerle reír y entretenerle,
era el siguiente: Les enfants méritent
1 Este artículo se inscribe en la línea de investigación Procesos de modernización en la educación: el sistema educativo en mieux que ça. Ils méritent Canal J (Los
el contexto de la edad secular y la cultura biopolítica, que un grupo de profesores llevó a cabo como parte del proyec- niños merecen algo mejor que esto.
to investigador en el Grupo de Investigación Validado UCM-CAM sobre Cultura Cívica y Políticas Educativas, dirigido
por Gonzalo Jover (Referencia: 930768). Es el resultado, por otra parte, de la estancia del autor del presente artículo Merecen Canal J.).
como profesor visitante durante dos meses (octubre-diciembre de 2010) en la Universidade Estadual Paulista-UNESP, Estos son sólo dos ejemplos de
Sao Paulo-Marília, por el Grupo de Estudos e Pesquisa em Educação e Filosofia, dirigido por el profesor Pedro Angelo
Pagni, y, en el Núcleo de Estudos de Infância e Cultura, dirigido por el profesor Maximiliano Valerio López, del Instituto
los muchos que podrían aducirse a la
do Noroeste Fluminense de Educação Superior de la Universidade Federal Fluminense, Rio de Janeiro, Brasil. hora de pensar la inversión del tiempo
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en la relación intergeneracional y sus recuerda las consideraciones intempestivas de Nietzsche, implica un ajuste de cuentas
consecuencias educativas. No se pretende al presente. En la segunda intempestiva dedicada a la historia, Nietzsche realiza ese
aquí ningún tipo de diagnóstico del ajuste de cuentas con su tiempo tratando de identificar como un mal aquello de lo que
presente educativo en términos de su época se siente orgullosa, la cultura histórica: Quien no puede asentarse en el umbral
un discurso de la crisis más o menos del instante olvidando todo su pasado, quien no puede erguirse cual una diosa de la
lacrimógeno, sino subrayar el hecho victoria en un sólo punto, sin vértigo ni temor, nunca sabrá qué es la felicidad y, peor
de que, a pesar de la actual pobreza de aún, nunca hará nada por brindar felicidad a sus prójimos (Nietzsche, 2006, p. 16).
experiencia, ésta supone la posibilidad Es ahí donde Nietzsche se coloca en relación con su propio presente como un
de una experiencia-otra: la de su contemporáneo; porque ser contemporáneo es no poder coincidir plenamente con el
propia caída. Si Benjamin hablaba de propio tiempo, es tener que mantener una relación de extrañamiento con el espíritu
la necesidad —para operar un cierto de la propia época, es decir, no estar del todo adaptado a ésta. Es justo a través de esta
despertar social— de una organización del diferencia, de esta distancia y de este extrañamiento, que nos hacemos capaces de
pesimismo (Benjamin, 1991), no está de percibir y entender el presente. En este sentido, ser contemporáneo supone establecer
más recordar que Goebbels mencionaba una relación con ese presente que nos adhiere a él a través de una distancia. En esta
—en pleno auge de la biopolítica distancia el contemporáneo fija la mirada intentando captar el lado sombrío que se
nazi— la necesidad de “organización del oculta tras una exposición lumínica excesivamente poderosa. El contemporáneo, a
optimismo”, considerada una forma de través de esta distancia, ve la oscuridad oponiendo resistencia a todo lo que impide
conculcar la melancolía como motor percibirla. Es el que no se deja cegar por las luces de su tiempo logrando distinguir su
de la reflexión crítica frente al propio íntima oscuridad.
presente. Pues lo que amenaza un sistema Como expresa Didi-Huberman, decir sí en la noche atravesada de destellos no es
dado es la tristeza, el tedio, la melancolía. contentarse en describir el no de la luz que nos ciega (Didi-Huberman, 2009, p. 133).
Para Benjamin, una figura destacada El contemporáneo no se limita a ver el presente desde el ángulo de una destrucción,
del despertar social en la época del o de una imposibilidad radical, de la experiencia. Su distancia con el presente, en
capitalismo es el melancólico, junto al realidad, distingue pequeños destellos, como distinguir en la noche el brillo de las
pensador, el lector y el escritor, figuras luciérnagas. En la caída de la experiencia es posible una toma de conciencia, prestar
que por nuestras utopías biopolíticas cierta atención. Esa toma de conciencia es la que permite constatar que, aún en la
contemporáneas —y toda utopía es caída de la experiencia, existe otra experiencia posible por hacer. En ese presente, que
hija de un deseo— quedan proscritas es una brecha abierta entre el pasado y el futuro, podemos todavía devenir luciérnagas
como los deseos sometidos a un plan. nosotros mismos a través de los gestos, las acciones y las palabras, y mediante éstos
Como recuerda Lepenies, puesto que formar una comunidad de deseo que permita aún la transmisión de lo vivido. Pero
ha sido para combatir la miseria del para ello se requiere tomar distancia del tiempo y de la realidad. Esta distancia no es
instante, el sistema utópico no tolera ni meramente una distancia crítica que se asegura en una representación previa de lo
el aburrimiento ni la melancolía. Tristeza que la realidad del tiempo es ya a través de un acto de conocimiento, esta distancia
y tedio son amenazas para el sistema es una distancia apropiada o, lo que es lo mismo, una distancia poética. Una distancia
(Lepenies, 2008, p. 83). Esa ordenación situada a medio camino entre un saber ya constituido y un no-saber que paraliza. Una
y reglamentación del deseo, del ocio, de distancia que permite hacernos presente en nuestro presente.
la diversión y del tiempo libre adquieren
en el eslogan nazi una máxima expresión
perversa. Cabe preguntarse si cierta
obsesión pedagógica contemporánea por
Filosofía de la experiencia y ejercicios
ordenar el ocio y el tiempo libre en la que de pensamiento
jóvenes y adultos quedan indiferenciados,
no es una operación de pedagogía Se ha querido partir de la fuerte intuición que se esconde detrás de estas imágenes
biopolítica con cierto aroma de solución —bajo un contraste de luz y sombra— para referirse no en un tono pesimista ni
totalitaria. Como dijo Hannah Arendt, las declaradamente optimista a una dramaturgia de la experiencia en educación, es decir,
soluciones totalitarias siempre sobreviven a cierta idea de la crisis de la experiencia.
a sus propios regímenes. En su libro Experience and its modes, Michel Oakeshott escribió que de todas
La desaparición de las luciérnagas las palabras del vocabulario filosófico, “experiencia” tiene un uso más problemático
es un diagnóstico del tiempo presente (Oakeshott, 1933, p. 9). Gadamer sostuvo lo mismo en Verdad y método: el concepto de
y enuncia una relación de pura experiencia es uno de los más confusos (Gadamer, 2001, p. 421). La aparente imprecisión
contemporaneidad con éste. Contra conceptual de la palabra experiencia ha llevado a muchos filósofos a tratar de “dominar
un juicio tal vez muy extendido, ser la palabra”, eliminando todas las imprecisiones que contiene e imponiéndole una
contemporáneo es tener conciencia de rigidez atemporal que le es, en el fondo, extraña. Según Gadamer, la moderna teoría
una relación de distancia y extrañamiento científica se propuso objetivar la experiencia hasta dejarla completamente libre de
con el propio presente o, dicho en otros todo momento histórico: transformó la experiencia en experimentum.
términos, con el espíritu de la época. Lo Según una interpretación bastante extendida en el discurso filosófico
contemporáneo es lo intempestivo, y si se contemporáneo, existe una paradoja intrínseca en esta noción. A menudo esta palabra
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se ha empleado para señalar lo que excede a los conceptos lo que es la educación y las condiciones que se han de cumplir
y al lenguaje mismo, como si fuera una especie de marcador para que la educación pueda ser una realidad y no un nombre o
de aquello que de tan inefable resulta imposible transmitirlo un grito de combate. Por esta razón solamente he acentuado la
en términos comunicativos convivenciales. Sólo el sujeto de necesidad de una sana filosofía de la experiencia (Dewey, 2004,
la experiencia sabe lo que ha experimentado, pero no puede p. 126). Así pues, parece que un asunto crucial es explorar la
transmitirlo. Aquí, nos topamos con el silenciamiento de la forma como se piensa la relación entre experiencia y educación
experiencia. Giorgio Agamben, en su libro Infancia e historia. y, sobre todo, situar desde qué filosofía de la experiencia se
Ensayo sobre la destrucción de la experiencia, lo expresa así: hace. La creencia de que toda auténtica educación se efectúa
En la actualidad, cualquier discurso sobre la experiencia debe mediante la experiencia no significa que todas las experiencias
partir de la constatación de que ya no es algo realizable. Pues sean verdaderas o igualmente educativas. La experiencia y la
así como fue privado de su biografía, al hombre contemporáneo educación no pueden ser directamente equiparadas la una a la
se le ha expropiado su experiencia: más bien la incapacidad otra. Pues algunas experiencias son antieducativas (Dewey, 2004,
de tener y transmitir experiencias quizás sea uno de los pocos p. 71). Existe lo que Dewey llamaba criterios de la experiencia,
datos ciertos de que dispone sobre sí mismo (Agamben, 2001a, el primordial es el principio de continuidad: la experiencia,
p. 7). Según Agamben, para verificar hoy la destrucción de la más que un acontecimiento aislado, sería una relación de
experiencia basta con observar la pacífica existencia en una continuidad entre el presente y el futuro, una transacción entre
gran ciudad donde cada noche el hombre moderno regresa a el yo y el medio a través del cual ambos se transforman. El yo,
su casa extenuado por un fragor de acontecimientos que no ha impensable sin las categorías del espacio y del tiempo, sería algo
sido capaz de transformar en experiencias transmisibles. Es esa producido gracias a las transacciones con el medio. De acuerdo
incapacidad para traducir en experiencia los acontecimientos lo con este principio, una experiencia es educativa si favorece las
que hace insoportable la vida cotidiana en las condiciones de la condiciones para que el alumno pueda crecer de modo que este
modernidad. desarrollo, sobre la base de experiencias ya realizadas, permita el
Para Jay, sería razonable mantenerse en la tensión que la ulterior crecimiento en otras direcciones.
misma paradoja de la experiencia genera. Se trataría de ser El enfoque de Dewey ponía acento en la mejora de la
consciente de que la experiencia es, a la vez, un concepto calidad de la experiencia en el trabajo. Para trabajar bien, decía
lingüístico colectivo y un recordatorio de que los significados a Dewey, la gente necesita libertad respecto de las relaciones
los que la experiencia apunta siempre dejan un excedente que entre medios y fines. Aquí, el concepto que unifica todo
escapa a cualquier tentativa de homogeneización. La experiencia el pragmatismo es el de experiencia, término mucho más
no sería sino el punto de intersección entre el lenguaje público ambiguo en inglés (experience) que en alemán, que la separa
y la subjetividad privada, entre la dimensión compartida que en dos: erlebnis (vivencia) y erfahrung (acontecimiento).
se expresa a través de la cultura —destinada a transmitirse En un reciente estudio, Sennet señaló que el concepto de
por medio de la enseñanza— y lo inefable de la interioridad experiencia tiene una afinidad con la noción de artesanía, que
individual (Jay, 2005). De este modo, sería a la vez cierto que se centra en objetos y en prácticas impersonales, depende de
la experiencia es lo padecido, atravesado o sufrido —y en este la curiosidad, atempera la obsesión y orienta al artesano hacia
sentido intransmisible hasta cierto punto— y lo imposible de ser fuera. La experiencia tiene el valor de un oficio —el oficio de la
adquirido como una mera competencia o como una destreza. experiencia— que pone en tela de juicio el tipo de subjetividad
Parece que la sugerencia de Jay deja abierta la posibilidad que anida en el puro proceso de sentir (Sennet, 2009, p. 355).
a una idea de experiencia que, sin negarle su componente Tal vez convenga profundizar un poco más esta filosofía de la
subjetivo-existencial, procura a la vez encontrar dentro experiencia que el mismo Dewey propone. Porque, ¿acaso una
elementos que la vuelvan transmisible. El punto de vista aquí experiencia no implica siempre cierta ruptura, la introducción
sostenido es que, cuando se dice que existe una “crisis de la de un cierto principio de discontinuidad en un curso temporal
experiencia”, no se atiende tanto a una crisis en la realización vital y de acción? ¿No es la experiencia, más que acumulación y
de experiencias sino de una crisis de significación de la propia reiteración de lo ya realizado o conquistado, una transformación
palabra experiencia que propicia una crisis en las posibilidades de del propio sujeto en direcciones inéditas e imprevisibles? Así, se
su transmisibilidad. Tal vez parte de los problemas aquí residan presentan bastantes dudas acerca del planteamiento de fondo
en que cierta “ansiedad cartesiana” ha sido sustituida por una de Dewey, sobre todo en su tesis de que no toda experiencia
“ansiedad de la experiencia”, por un culto a la experiencia de tal es educativa. Tal vez no lo es en el sentido normativamente
orden que ya no se sabe si la noción ha devenido un concepto ya constituido en el que se configura el ideal de una ”persona
opaco, o algo así como un significante despótico. educada” (Peters, 1966). Sin embargo, la característica propia de
Tal y como se la utiliza en educación, la noción de experiencia toda experiencia es su poder de transformación del sujeto, una
también resulta problemática. Dewey tuvo que escribir un texto transformación o metamorfosis tal que necesariamente convoca
para replicar no sólo a sus críticos, sino también a sus malos un aprendizaje, en el sentido más profundo del término. El
discípulos que, en un exceso de fidelidad hacia su maestro, concepto moderno de educación ha puesto entre paréntesis,
habrían traicionado su filosofía de la educación. Dewey concluía quizá como algo pedagógicamente no pensable, esta idea
su ensayo con estas palabras: Lo que queremos y necesitamos transformadora de la experiencia.
es una educación pura y simple, y realizaremos progresos más Las referencias anteriores indican, al menos intuitivamente,
seguros y rápidos cuando nos dediquemos a descubrir justamente que la dramaturgia pedagógica moderna sobre la experiencia
El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa | Fernando Bárcena Orbe

—y hay que recordar que dramático proviene del verbo dran,


procedente de la raíz indoeuropea dere, que significa hacer—
al poner el acento en un concepto de acción o de actividad
como algo que no dejaba fuera de sí nada al azar, transformó
la experiencia en una práctica adiestrada. Una parte de la
filosofía de la educación contemporánea —y el caso de Dewey
es paradigmático— se ha centrado en ese uso exclusivo del
término. No se tiene la intención de encerrar en un concepto
estrecho una noción de filosofía de la educación que tenga
como eje el foco de la experiencia. De esta manera, cada vez
parece más convincente la idea de que, como campo de saber,
la filosofía de la educación es una especie de bildungsroman,
y quizá por ello preguntas del tipo “¿qué es la filosofía de la
educación?” revisten una dimensión ontológica que no se
ajusta a la experiencia específica de ésta, del devenir. El asunto
no mejoraría añadiendo a esta pregunta el interrogante
hermenéutico “¿qué significa?”, ya que la vincularía a una
cuestión de mera producción de interpretaciones. Si la primera
pregunta está presidida por una invocación esencialista, la
segunda conecta esta disciplina a la pretensión universalista
de interpretación que busca la producción de significados. Lo
que se gana en significado se pierde en sentido, y acaba por
olvidarse una relación con el mundo fundada en la producción
de presencia.
Como campo de estudio la filosofía de la educación forma
parte de las humanidades, y si hay un rasgo que caracteriza la
autocomprensión de las humanidades como campo de saber es,
precisamente, la convicción —históricamente constatable— de
que su tarea primordial, si no exclusiva, es atribuir significado
a los fenómenos que analiza. Es probable que esta vocación
comience con la modernidad, al mismo tiempo en que la cogito
cartesiana se reproduce en diferentes dicotomías —espíritu/
materia, mente/cuerpo, profundidad/superficie, significado/
significante— en las cuales el primer polo del par es concebido
como jerárquicamente superior al segundo. La consecuencia
de este privilegio de la parte más espiritual de la dicotomía es
una escisión categorial entre el ser y la apariencia, volviendo
imposible la afirmación de que en la esfera de los asuntos
humanos ser y aparecer coinciden o, dicho en los términos del
autor citado, una pérdida de mundo, una desmaterialización
del mundo (Gumbrecht, 2010, p. 9) provocada por una radical
separación entre el concepto —elaborado por un pensar que
surge de la experiencia que da a pensar— y el acontecimiento
—que es lo que excita y violenta siempre el pensamiento.
Una forma de plantear la filosofía de la educación centrada
en el eje de la experiencia en los términos señalados, se parece
a la propuesta apuntada por Foucault en uno de sus últimos
cursos dictados en el Collège de France. Se trata de una práctica
que, en su relación con la política, hace la prueba de la realidad
que, en la crítica del engaño, del embuste y de la adulación,
encuentra su función en la verdad y que, en la transformación
del sujeto por sí mismo y por la mediación del otro, brinda
un ejercicio. Una práctica, pues, exterior a la política que
pone a prueba las pretensiones de todo discurso en intentar
monopolizar el régimen de la verdad, una práctica, en fin,
entendida como ejercicio, como ascesis. Si esto es así, entonces,
la filosofía no puede ya pretender decir lo que hay que hacer
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en el orden de la política, qué pasa con encuentro con lo real. Esta relación supone un interrogante poético —ni ontológico ni
la verdad o la falsedad, o buscar liberar hermenéutico— que adopta la forma de este interrogante: ¿cómo me hago presente en
al sujeto. La filosofía como ascesis, la lo que hago y en lo que pienso? Esta presencia supone, en el orden del pensamiento —
filosofía como crítica, la filosofía como del pensar en y en escribir sobre filosofía de la educación— un ejercicio parecido al del
exterioridad reacia a la política: creo ensayo. De nuevo, Arendt aquí señala: Me parece, y espero que el lector esté de acuerdo,
que éste es el modo de ser de la filosofía que el ensayo como forma literaria posee una afinidad natural con los ejercicios [de
moderna. Ése era, en todo caso, el modo pensamiento] que tengo en mente (Arendt, 1996, pp. 20-21).
de ser de la filosofía antigua (Foucault, Del mismo modo que en la literatura es posible contar historias formadas por meras
2010, p. 359). insignificancias, casualidades y efectos imprevistos, sin incurrir en una vulgaridad
Desde el punto de vista pedagógico, la ausente de una idea narrativa directriz, así también en el terreno de la filosofía de la
filosofía de la educación —que mantiene educación sería factible producir pensamientos no desde una razón desvinculada de
cierta exterioridad con respecto al los acontecimientos —que da a pensar— sino desde experiencias concretas que reflejan
ámbito político y social— es una reflexión las transformaciones en las que nos hallamos inmersos. El propósito de un filosofar
sobre las condiciones de transformación educativo no sería ya la pretensión normativa de cambiar lo que hay, sino aprender a
del sujeto de la experiencia como mirar lo que de hecho ya vemos, pero no nos damos cuenta —ni llevamos la cuenta de
condiciones de posibilidad de un acceso lo que vemos ni nos damos cuenta que estamos mirando—: un problema de formación
a un discurso sobre la verdad y es, en de la atención.
definitiva, un ejercicio de pensamiento Esta suposición requiere estilo de escritura y de pensamiento que toma el
instalado en el presente. Se trata de acontecimiento no como un caso más, sino como un pliegue de lo real, una ocasión
ejercicios de pensamiento tal como única para pensar singularmente aquello que en el terreno de lo dado se escapa a los
surge de la realidad [...] Estos ejercicios se marcos de explicación establecidos. Ese estilo es el del ensayo, y la vocación ensayística
mueven entre el pasado y el futuro, razón de la filosofía de la educación afecta también al pensar. Se trata de esos ejercicios de
por la cual contienen tanto críticas como pensamiento que buscan una ganancia en cómo pensar en la brecha entre el pasado
experimentos, pero los experimentos no y el futuro. No nacen de una debilidad resignada, sino de un empeño por habilitar
procuran dibujar una especie de futuro un espacio intermedio entre la finitud humana y su interminable ansia de saber. El
utópico, y la crítica del pasado, de los ensayo se erige en una forma que busca hacer justicia a la complejidad de lo real
conceptos tradicionales, no busca un articulando especulación y experiencia cotidiana. A partir de los lugares cotidianos
“desprestigio” (Arendt, 1996, pp. 20-21). es donde comienza la exigente tarea que tiene asignada la filosofía de la educación:
Este tipo de ejercicios de pensamiento la elaboración de conceptos que no dicen la esencia, sino el acontecimiento. Pensar,
no tiene como propósito prescribir, es pues, sería abrirse a lo que nos da a pensar, a todo aquello que nos vuelve discontinuos.
decir, orientar según reglas fijas en la Un filosofar así no establecería una distancia protectora frente a la realidad, sino una
actividad del pensar. Por el contrario, relación corporal: conocimiento encarnado. Es la distancia que en cada ocasión se
su único objetivo es adquirir experiencia adopta para ver lo que hay, para verlo y transitarlo, pasar por ello y transmitirlo.
en cuanto a cómo pensar; no contienen Según esto, se podría decir que la filosofía de la educación se especializa en el pasar,
prescripciones sobre qué hay que pensar en los pasajes, en los gestos del pasar. Una investigación filosófica de la educación
ni qué verdades deben sustentar. Más aún, así inscrita está destinada a pensar este pasar, a pensar estos pasajes: pensar sobre el
no pretenden restablecer el hilo roto de la pasado y sobre lo que sucede y, por tanto, pensar los lugares de pasaje, el pasaje del
tradición (Arendt, 1996, p. 20). tiempo y de la edad, de la infancia a la madurez, del nacimiento a la muerte, de los
En este sentido, cabe preguntarse comienzos a las despedidas. Es en este sentido en que la filosofía de la educación es
si aún es posible, para una reflexión una reflexión sobre la relación, el encuentro y las transmisiones entre generaciones en
filosófica de la educación, una experiencia la filiación del tiempo, y un pensamiento sobre las voces que nombran ese encuentro.
no estrictamente conceptual del mundo, A partir de aquí, y siguiendo una sugerencia de Masschelein (2009), en la siguiente
en el sentido de una separación entre sección se defenderá una distancia poética con la realidad para lo cual es necesario
el concepto y el acontecimiento que contrastar brevemente dos tradiciones filosóficas en relación con un pensamiento
da a pensar o, dicho de otro modo, si de la educación: una dominante, que hace de la realidad un objeto de conocimiento
es posible una experiencia —mediada —distancia crítica— y otra marginal en la que sólo haciéndonos presente en ésta se
por el lenguaje que sea— al mismo puede acceder a un saber de nosotros mismos como sujetos de la experiencia.
tiempo productora de una presencia
no reducida a mera producción
interpretativa de significados. El punto
central del argumento consiste en tratar
Filosofía como forma de vida
de recuperar un modo de experiencia, La distancia poética en educación
en relación con un pensamiento
filosófico de la educación, que permita Puede pensarse la educación desde diferentes perspectivas y lenguajes. De hecho,
hacernos materialmente presentes en se puede pensar la educación porque el ser humano es un ser inscrito en el tiempo
lo que pensamos y en lo que hacemos. y en el lenguaje. Se experimenta el tiempo en un devenir narrativo y se habita el
Todo esto pasa por un determinado lenguaje según diversos modos de expresión. La experiencia del tiempo y del lenguaje
El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa | Fernando Bárcena Orbe

es múltiple y, en ambos casos, la transmisión y el encuentro entre las generaciones realidad. Esta experiencia pasaba por una
resulta una experiencia también fundamental. Lo que acontece en ese encuentro es constante meditación sobre la muerte
una transmisión que se inscribe en una relación temporal mediada por el lenguaje y por una conversión de la atención. El
que, contrariamente a una dominante visión de éste, no es un simple instrumento principio filosófico básico consistía en
de comunicación entre iguales, sino el fin de toda comunicación que merezca el no proyectarse constantemente en el
nombre de humana. Sin diferencia de tiempos —en su propio experimentar— no hay futuro, sino considerar en y por sí misma
posibilidad de transmisión alguna, porque la educación se sostiene en la existencia de la acción que se hace. De ahí deriva el
un pasaje de múltiples cosas de un tiempo (adulto) a otro tiempo (niño o joven). profundo valor existencial y ético de la
La dimensión del tiempo en educación es fundamental si de lo que se trata es de atención: una toma de conciencia del
rescatar una forma de experiencia capaz de renovar cierta gestualidad educativa, valor infinito de los momentos presentes
pues es en la esfera de los gestos donde se asume y soporta lo que pasa —es decir, y una toma de conciencia de la seriedad
el acontecimiento— y es en éstos donde acontece una experiencia no meramente de cada momento de la vida; se trataba
prescriptiva o normativa de la formación. El tiempo moderno de la aceleración no de hacer cada cosa por primera y última
permite la demora, la paciencia y la espera, elementos fundamentales para prestar vez. De ahí deriva una doble liberación
atención a lo que sucede. Se trata del acontecimiento. del sujeto: del peso del pasado y del
Según Deleuze —y en esto seguía a los estoicos— el acontecimiento no es tanto temor al futuro. Se trata, entonces, de
el qué de lo que sucede, como lo que ocurre desde el impacto de lo sorprendente concentrarse en lo que realmente puede
y no planificado, de lo imprevisto; algo así como lo que se hace presente y exige ser hacerse, porque el presente es el único
asumido, comprendido o representado en lo que sucede. En su libro Lógica del sentido, momento en que se puede actuar. La
Deleuze señala que la realidad está constituida por dos tipos de elementos: cosas y concentración en el presente es una
estado de cosas (cuerpos) y acontecimientos (o incorporales). El tiempo de las cosas — exigencia de la acción (Hadot, 2001).
donde el hombre se instala, vive y aprende— es el presente porque las cosas están en Pero nuestra educación filosófica
el espacio, y los acontecimientos —que son incorporales— más que existir, insisten adoptó otra dirección a partir, quizá,
en las cosas y en los estados de las cosas. Se efectúan en ellos, y su tiempo es el del de una constatación primordial: lo que
devenir. Los acontecimientos, entonces, nos afectan (Deleuze, 2005, pp. 30-31). En Rosset llama la crueldad de lo real. Este
éstos, por éstos, se hace experiencia y su temporalidad es intensiva. En el régimen del principio de crueldad de lo real expresa
acontecimiento parece que se impone un cierto tipo de relación con el mundo y con más o menos que lo real tiene un carácter
nosotros mismos. único, singular, inapelable e irremediable:
Ahora bien, no es distanciándose de la realidad —tomándola como un mero objeto lo real es lo que es, y se da en toda su
de conocimiento— como se obtendrá un saber del mundo y de nosotros mismos, crudeza; una crudeza tal que —esa es
sino a través de un gesto diferente que consiste en hacernos presente en esa realidad. la única salida— lleva a pretender, valga
Como consecuencia de esa relación de presencia, es examinándonos a nosotros la metáfora, a cocinarla. Sin embargo,
mismos como le damos forma a nuestra vida. El término presencia se refiere aquí a una en una tentativa de presencia de lo real
relación espacio-temporal con el mundo: lo que se hace presente es una especie de no vale ya tratar de explicarla desde
producción poética que busca hacerse tangible en su impacto inmediato en el cuerpo, criterios, principios o categorías que estén
lugar privilegiado del espacio y el tiempo humanos. Aquí se le llama “poética” porque más allá de ella. Según esta estrategia,
se deriva de la antigua palabra griega poiêsis que, aunque técnicamente designa el tipo no se haría sino decir la realidad desde
de actividad que se mide por sus resultados, originalmente significaba otra cosa: el arte un principio articulado en una serie de
de hacer visible algo, el trabajo, propio del artista o del poeta, de crear algo, de hacerlo categorías situadas exteriormente a la
visible, de mostrarlo. Producción de la presencia. Así, cuando nos queremos hacer realidad misma —idea, alma, espíritu
presentes en algo, ante alguien o ante nosotros mismos, nos convertimos en artistas, del mundo. Al hacer esto, el pensador se
en creadores, en poetas. Hay actividades —como la de enseñar— que tienen que ver sitúa siempre frente a la realidad desde
con esto: enseñar es producirse a sí mismo en lo que se hace, como el pintor lo hace en un afuera sin poder hacerse presente
su cuadro, el músico en su partitura, el escultor en su escultura. Todo ello implica una jamás en ella (Rosset, 1994). Es la realidad
poética de la presencia y un arte de las distancias. la que, gracias a los poderes de un
La tradición filosófica dominante —tanto kantiana como hermenéutica— ha pensar transformado en discurso, es
educado en una visión según la cual la filosofía es una construcción racional y examinada, como si el acceso a la verdad
argumental del mundo —un sistema— y de lo que se trata en ésta es de asegurar un pasase solamente por un momento del
conocimiento preciso o una comprensión adecuada que siempre pasa por la disciplina conocimiento y no por la experiencia
de algún régimen explicatorio que asegura la distancia crítica con la realidad. En esta de una transformación personal.
relación de distancia crítica, la examinada es la realidad porque para esta tradición Argumentar, evaluar, explorar, contrastar
la realidad es un problema a resolver pero no presencia. Sin embargo —y esta es la teorías son, de acuerdo con esta
segunda tradición filosófica— en sus orígenes griegos la filosofía se constituyó como educación filosófica, actividades centrales
una forma de vida, un estilo de vivir; se consideraba el resultado de una elección del trabajo intelectual en esta visión
existencial, no el fruto de una decisión cognitiva o un mero acto de conocimiento. dominante de la filosofía de la educación
Entendida como el resultado de una elección existencial, la filosofía comprometía entendida como una especie de reflexión
la vida del individuo, y prestó atención especial a la experiencia del hombre con la de segundo orden.
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Esta tradición es heredera de una de las historias del Entendida como forma de vida, sin embargo, el filosofar
pensamiento más consolidadas que presenta a Descartes como educativo postula que la verdad no se da al sujeto por un
el inicio de la modernidad. Es el momento en el que alguien mero acto de conocimiento, sino que es preciso que el sujeto
se distancia de la realidad y se siente autorizado para mirarla se modifique, se transforme, se desplace, se convierta, en cierta
desde sí. La imagen ideal del científico que observa tras un medida y hasta cierto punto, en distinto de sí mismo para tener
microscopio es la que mejor refleja el legado que vino al mundo derecho a acceso a la verdad (Foucault, 2002). Es una tradición
de la mano de Descartes: poner un trozo de realidad bajo la en cuyo centro palpita una preocupación pedagógica ya que
lente y observarla como si fuera, por primera vez, ajeno a toda su propósito no consistía en hacer una elaboración racional
clase de ídolos y prejuicios, anotando de un modo objetivo y sistemática del mundo, sino en ayudar a transformar una
lo que se ve para sacar las conclusiones pertinentes después. vida en el seno de una relación, en sí misma, pedagógica o de
Se trata, también, de una visión de la filosofía de la educación aprendizaje. Lo que hay aquí, más que una pedagogía —en el
insertada en la tradición establecida por Kant, una tradición sentido científico moderno del término— es una psicagogía.
focalizada sobre las condiciones internas y las condiciones Una diferencia sustancial entre una y otra —pedagogía
externas de validación de la producción del conocimiento. De y psicagogía— fue bastante bien descrita por Foucault en
este proceso de alejarse de la realidad, de tomar perspectiva el curso del Collège de France de 1981-1982, que dedicó a
y decir desde sí de modo independiente, objetivo y claro, se una Hermenéutica del sujeto. Si por pedagogía se entiende la
pueden señalar muchas cosas, aunque tal vez la más destacable transmisión de una verdad que tiene la función de dotar a un
sea la siguiente: que es la razón la que puede y debe alcanzar sujeto de determinadas aptitudes, capacidades o saberes fijados
toda la realidad en la que el hombre se mueve. de antemano, la psicagogía es la transmisión de una verdad cuya
De acuerdo con esta tradición, el trabajo filosófico se concibe función es ayudar al aprendiz a modificar su modo de ser en el
—también en filosofía de la educación— como algo relacionado seno de una elección ética. En la relación psicagógica desempeña
con el juicio, la clasificación, categorización, justificación, un papel primordial tanto la concentración en el tiempo
selección, clarificación de conceptos, interpretación, explicación presente como cierta capacidad para tomar distancia respecto
y, en este sentido, es “crítica” del mismo modo que está de las cosas, una distancia que permite verlas desde cierta
orientada a pretensiones de validez tanto ético-normativa como perspectiva, porque al mismo tiempo el sujeto se hace presente
epistemológica. Es el investigador o el pensador, entendido en su presente. Una distancia que es una toma de distancia
como un sujeto del conocimiento, quien sitúa a la realidad — apropiada. Esta capacidad para hacer presente en el presente,
la investigación educativa, la práctica educativa, las políticas para vivir el acontecimiento del presente, es tanto como vivir lo
educativas— bajo el examen de su propio pensamiento —teoría, que Goethe llamaba la salud del momento (Hadot, 2010).
conceptos, conocimiento— o, dicho de otro modo, es la realidad Según esta tradición, entonces, es el propio individuo,
—situada frente al sujeto que la piensa— la que es sometida a quien se examina —y quien se transforma— al hacerse
examen. El sujeto del conocimiento debe mantenerse lo más presente en la realidad, y esto como condición de posibilidad
alejado posible para observarla con objetividad. No hacerse de acceso a alguna clase de verdad. Esa “realidad” es siempre
“personalmente” presente es la condición de posibilidad para un cierto presente, cierta actualidad en donde impactan los
acceder a la verdad de la realidad. “acontecimientos” que la fracturan y dan a pensar. Es esta
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realidad la que afecta y ante la cual se decide establecer una importante, pues, tanto un hábito para seguir pensando en
relación de presencia para saber algo, no tanto acerca ella, términos generales como cierto aprendizaje de la simplicidad,
sino sobre nosotros mismos. No se trata aquí de examinar la cierta concentración en lo singular y en los gestos con los que
realidad, sino de examinarnos a nosotros mismos. La cuestión se expresa.
es llegar a saber qué pasa cuando algo (nos) “pasa”. Queremos Lo importante es considerar cómo las cuestiones singulares
saber; pero para “querer saber” hay que tomar posición: hay que se traducen en determinados gestos. Una época que ha perdido
saber lo que se quiere y hay que saber dónde se sitúa nuestro sus propios gestos está obsesionada a la vez por éstos. En De
no-saber. Ni en el demasiado-cerca ni en el demasiado-lejos lengua latina, Marco Terencio Varrón inscribió el gesto en
vemos ni sabemos nada. Como dice el filósofo Didi-Huberman: la esfera de la acción, y señaló que su propio hacer consiste
Para saber hay que tomar posición, lo cual supone moverse y en un asumir y un soportar: el gesto abre la esfera del ethos
asumir constantemente la responsabilidad de tal movimiento. como una esfera propia de lo humano. ¿De qué modo es
Ese movimiento es acercamiento tanto como separación: soportada y asumida una acción, de qué forma un simple
acercamiento con reserva, separación con deseo. Supone un hecho se convierte en un acontecimiento? Es en su mostrarse
contacto (Didi-Huberman, 2008, p. 12). y hacerse visible, en su presentarse y en su aparecer donde el
Mientras la tradición crítica subraya el momento del gesto comunica lo que es. El gesto es comunicación de una
conocimiento, en esta otra el acento se coloca en el momento comunicabilidad (Agamben, 2001b, p. 55): pura presencia.
de la experiencia. Este otro momento implica adoptar otro Veamos esto en cierta traducción pedagógica.
tipo de distancia con la realidad y con lo que sucede. Se En su libro Chagrin d’École (Mal de escuela), el escritor
propone pensarla como una “distancia poética” porque francés Daniel Pennac refiere su experiencia de más de 25 años
requiere una concentración del sujeto en la singularidad de como profesor de lengua francesa y recuerda su propia historia
los acontecimientos. Así, por ejemplo, mientras en el tipo de “mal alumno”, de “zoquete”, como él mismo expresa. Todo
de actividades que se definen por un marco profesional el relato gira en torno a los gestos que le permitieron volver a
normativo el aprendizaje requerido exige la puesta en práctica hacerse presente en lo que hacía. ¿Cómo lograrlo? Con gestos
de gestos definidos de antemano, en este momento de la que, en su carácter fragmentario y singular, dicen de qué se
experiencia la actividad es un tipo de creación en la que la trata: Pasar lista por la mañana. Oír tu nombre por la voz del
práctica es una invención singular de cada gesto. Nada está profesor es como un segundo despertar. El sonido que tu nombre
predeterminado. Aquí, producción de efectos y producción de sí hace a las ocho de la mañana tiene vibraciones de diapasón.
van estrechamente ligados: crear es crearse. No puedo prescindir de pasar lista [...] Llamo a mis bribones
Es oportuno matizar algo aquí. Pierre Hadot dijo en una mirándoles, les recibo, les nombro, uno a uno, y escucho su
larga entrevista concedida a Arnold Davidson, que las obras respuesta. [...] Un mínimo segundo en el que el alumno debe
filosóficas de la antigüedad no se componían para exponer un sentir que existe para mí, él y no otro (Pennac, 2007, p. 115). El
sistema, sino para producir un efecto de formación: el filósofo gesto encierra una única certeza: la presencia de los alumnos
quería hacer trabajar los espíritus de sus lectores o auditores en lo que hacen y ante sí mismos, depende de la presencia
para ponerlos en una disposición determinada (Hadot, 2010). del profesor, o como dice Pennac: De mi presencia en la clase
Hadot advirtió muchas veces de la importancia que cierto entera y en cada individuo en particular, de mi presencia
“distanciamiento”, con respecto a uno mismo, desempeñaba también en la materia, de mi presencia física, intelectual y
en la práctica de tales ejercicios de la filosofía antigua, y en este mental, durante los cincuenta y cinco minutos que durará mi
sentido el problema de la llamada “objetividad científica” resulta clase (Pennac, 2007, p. 110).
aquí extraordinariamente interesante desde el punto de vista El discurso pedagógico piensa algunos de estos gestos pero
de aquellos. Prefiero hablar aquí del ideal o de la aspiración traducidos ya en categorías muy generales —familia, profesor,
hacia cierta imparcialidad con respecto al propio yo, sin duda alumno, relaciones didácticas, competencias, entre otras. Lo
una virtud muy difícil de practicar. Tanto el ciudadano como interesante de la aportación de esta segunda tradición está en
el político en una democracia, el juez, el científico o el escritor otro sitio: se trata de volver a pensar eso que nos pasa —como
pueden aspirar, en sus respectivas actividades, a ese ideal de aprendices, padres, hijos, educadores, profesores o maestros—
objetividad, imparcialidad y distanciamiento. en un presente que es una brecha entre dos tiempos: pasado y
Ciertamente, todo esto es bastante complejo. Por una parte, futuro, antes y después. Es ahí donde el sujeto se pregunta por
ante un determinado peligro personal, el ser humano puede aquello que ve, aquello que piensa, aquello que le acontece. En
abandonar el hábito de plantear las cosas desde la dimensión esa brecha del tiempo, el sujeto de la experiencia piensa, y su
de lo general. Mide todo desde un yo herido o fracturado. pensamiento es una especie de ensayo o ejercicio; un ejercicio
Ginzburg manifestaba en una carta desde la cárcel a Regina de comprensión cuyo resultado final no puede anticipar.
Coeli, que las veces que, por la razón que fuese, me dominaba Podría formularse con la siguiente pregunta: “¿Qué significa de
el miedo, concentraba todas mis facultades en vencerlo y no verdad ser padre o ser hijo, maestro o profesor, aprendiz o un
dejar de cumplir con mi deber en tan gran medida que ya no discapacitado, más allá de todo discurso impuesto que dicta ya
quedaba en mí otra forma de vitalidad (Ginzburg, 1952, pp. cómo deben ser pensados cada uno de esos modos de ser y de
148-49). Pero, por otro lado, el único modo de lograr que encontrarse en el mundo? ¿Pueden volverse a pensar otra vez,
una experiencia transforme algún sentido —o eduque— es de otro modo, más allá de ser palabras importantes para la
hacerse presente en ésta, sin ser devorado por lo que pasa. Es pedagogía, esas voces: padre, hijo, profesor, alumno, aprendiz?”.
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Negatividad, no-dogmatismo y pasión desciende de la misma raíz que pe-riculum, “peligro” (Bodei,
1991, pp. 114-124 y Marramao, 2008, p. 77). ¿Qué conclusiones se
en la experiencia educativa extrae de este breve recorrido etimológico?
La experiencia puede implicar conocimiento empírico
Lo anterior ha preparado el terreno para intentar una y experimentación, pero también denota lo que nos pasa
resignificación de la noción de experiencia en educación atenta cuando estamos en un estado de especial receptividad o
a la dimensión de una relación pasional y existencial del sujeto pasividad, o abiertos a determinados estímulos y lo que
con lo que le pasa. Para ello, se comenzará con lo más simple: un obtenemos cuando integramos éstos en el saber acumulado
breve análisis etimológico del término. que se nos ha transmitido desde el pasado. Del mismo modo,
El recurso a la etimología puede resultar un gesto de la experiencia evoca un viaje, con frecuencia una travesía
erudición o pedantería, y se entiende que el trabajo etimológico peligrosa, difícil, llena de obstáculos y pruebas. También puede
no agota todo el que se puede hacer para recuperar la dignidad significar una brusca interrupción del curso continuo de la
de una palabra o de una voz. Sin embargo, se ha señalado que el vida, cuando algo inesperado —un acontecimiento— nos toca
lenguaje no es sólo un medio de comunicación sino un fin, más y nos asalta. Como sufrida o padecida, la experiencia es causa
aún: es una de las manifestaciones más evidentes y universales de experiencia de formación en cualquiera de sus variantes
del principio del placer (Bordelois, 2005, p. 12). En este sentido, y, en esta misma medida, se justifica que haga del pasado un
el recurso etimológico es algo así como una estrategia ecológica fundamento para la responsabilidad en el sentido de estar
en relación con el lenguaje, es decir, un modo de recuperación obligado a responder de lo que “otros” sufrieron, esto es, de
de la savia contenida en la memoria de las palabras, en un lo que experimentaron. Este es un sentido de la experiencia
momento de depreciación del lenguaje tal que puede acabar que el propio Gadamer, desde la tradición hermenéutica, ya
por vaciar de sentido a algunas de sus voces. Una de éstas es había destacado: La verdadera experiencia es aquélla en la que
la voz experiencia. Se trata de encontrar vías no violentas de el hombre se hace consciente de su finitud. En ella encuentran
relación con el lenguaje que permitan un disfrute más íntimo, su límite el poder hacer y la autoconciencia de una razón
más placentero, más erótico incluso, con el lenguaje. planificadora (Gadamer, 2001, p. 433).
El antecedente griego de la versión latina de la palabra Tres componentes merecen ser destacados aquí: su
experiencia es empeiría, base para sus ulteriores traducciones negatividad, no-dogmatismo y su condición pasional o de
como “empírico”. Hay otras palabras griegas, como la voz padecimiento:
pathos, que funciona para expresar ciertos sentidos que con
posterioridad se agregaron al término: aquello que “nos pasa”, que a. Negatividad. En primer lugar, toda experiencia tiene algo
“nos acontece” o que “nos ocurre” en cierto estado de pasividad de negativo: no es lo que nos confirma en lo que somos,
esencial. De acuerdo con esta acepción, la experiencia tiene que sino lo que nos des-confirma y des-estabiliza en cierto
ver con algo que acontece cuando uno no lo espera, o cuando nos sentido, haciéndonos, sin embargo, crecer logrando
vemos sorprendidos por algo que no simplemente pasa, sino que que seamos distintos a como éramos hasta entonces.
“nos pasa” de una forma absolutamente singular y única. La experiencia nos vuelve discontinuos ante nosotros
Pero tal vez, el antecedente más directo de esta palabra mismos y ante nuestra historia. Porque, propiamente, una
sea el término latino experientia, que anticipa “experimento” experiencia no se tiene, sino que se hace, o más bien, nos
y que, a través de sus afinidades léxicas con peirao y experiri, hace —o nos deshace. Hacer una experiencia consiste
parece vinculada a la palabra peligro. Las variantes alemanas de en negar la experiencia que uno tenía previamente, el
la palabra experiencia tuvieron gran impacto incluso fuera del saber en el que creíamos estar seguros y parecía guiarnos.
ámbito germanohablante. La más antigua, erfahrung, contiene Cuando se confirma lo que sabíamos, cuando se satisfacen
la raíz de la palabra alemana que designa el “viaje”, fahrt, nuestras expectativas, no hacemos experiencia alguna
según lo cual la experiencia evocaría una duración temporal sino que revalidamos la experiencia que ya poseíamos.
con posibilidades narrativas diversas —acontecimiento. No aprendemos nada nuevo: vivimos, por así decir, de las
La segunda palabra, erlebnis, que viene de leben —vida—, rentas acumuladas en nuestra memoria.
sugiere una inmediatez vital —vivencia—, algo así como una b. No-dogmatismo. Por otro lado, el sujeto de la experiencia,
unidad primitiva que precede a la reflexión intelectual y a la precisamente por haberla hecho o realizado, es el menos
diferenciación conceptual. dogmático del mundo; no se impone: está menos seguro de
En autores como Dilthey o Benjamin, la distinción entre lo que sabe cuanta más experiencia ha realizado. Está, por
ambas voces ha sido planteada temáticamente con diferentes tanto, abierto a nuevas experiencias, es capaz de aprender
connotaciones. Así, se puede distinguir entre una modalidad de haciendo nuevas experiencias. Es experimentado, en el más
experiencia-viaje (erfahrung), y una modalidad de experiencia- profundo sentido de la palabra, quien es consciente de lo
vida (erlebnis). Algunos autores defienden su preferencia por el que esta limitación impone, el que sabe que no es señor
primer modelo y sostienen que la experiencia debe entenderse del tiempo —por estar instalado en la temporalidad—
como un er-fahren, la realización de un viaje. Algo similar ocurre ni del futuro, que sólo puede garantizar mediante las
con el vocablo griego em-peiría, del que deriva la ex-perientia promesas. De este modo, el sujeto de la experiencia es el
latina que indica el movimiento de pasar a través de los que conoce los límites de toda previsión y la incertidumbre
recovecos del ensayo y de la prueba. Como ya se vio, empeiría e inseguridad de todo plan.
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c. Condición pasional. Finalmente, la fórmula que mejor (Jankélévitch, 1986, p. 9). Si todo comienzo está conectado
resume al sujeto de la experiencia es la de Esquilo: aprender con la idea de la aventura, lo serio lo está con el deseo de
del padecer. O dicho en otros términos: el aprendizaje de continuación y durabilidad. Sin embargo, lo serio es también
la prueba. Nos hacemos más sabios a través del daño, una modalidad en la que el sujeto de la experiencia aprende
de lo que nos pasa, y sólo en la experiencia del engaño de nuevo cuando cae en la cuenta de la relevancia de lo que,
y la decepción logramos aprender y conocer más aún creyendo ya saberlo, entra de nuevo bajo el impacto de
adecuadamente las cosas. Lo que obtenemos de este un acontecimiento. En el tremendo relato de su vida —Bajo
aprendizaje del dolor es que nuestra identidad, como el signo de Marte— que finaliza muy poco tiempo antes de
sujetos de la experiencia, es una identidad pasional. Como morir, a los 32 años, Fritz Zorn dice algo que da que pensar: Me
educadores, formar esta identidad es ser capaces de habían educado de manera que no pudiera caer en la cuenta.
abrirnos y de conmovernos por lo que nos pasa y por lo Y tuvo éxito. Mi educación puede calificarse en realidad de
que al otro le pasa. Gadamer señala que lo que el hombre perfectamente lograda, ya que, durante treinta años, yo no ”caí
aprenderá de este padecer, de esta experiencia del dolor en la cuenta” de nada. Fui educado para decir siempre sí, ”utilicé
que nos hermana con epimeteo —el que aprende después lo que había aprendido” y siempre dije sí a todo. La experiencia
de la experiencia con base en pruebas y no apartir de de mi educación había tenido éxito, lamentablemente (Zorn,
certezas establecidas a priori— no es tanto esto o aquello, 2009, p. 69).
una información o una competencia, sino la percepción Si la experiencia es una salida al exterior, esto significa
de los límites del ser hombre, la comprensión de que las que toda experiencia es un estar expuesto. Entendida de este
barreras que nos separan de lo divino no se pueden superar modo, la experiencia siempre se adentra en el acontecimiento,
(Gadamer, 2001, p. 433). En definitiva: somos en parte que es precisamente aquello a lo cual uno se expone. En todo
prometeicos —hacemos planes y buscamos prever las acontecimiento nos pasan cosas, llegamos a sentir que algo nos
consecuencias de nuestros actos— pero también somos transforma, aunque no sabemos en qué dirección. Somos seres
epimeteicos: comprendemos de verdad cuando todo ha afectados por lo que nos pasa y atentos a eso que nos pasa. Pero
ocurrido. Como pasa con Fiesco, el personaje de la obra nos vuelve atentos como seres afectados por lo que nos pasa.
homónima de Friedrich Schiller, la pregunta principal no es Pensar la educación como acontecimiento requiere,
siempre cómo hemos de actuar, sino qué acción queremos entonces, términos y descripciones sensibles, no sólo términos
de verdad. No se trata de lo que se debe querer, sino de que se limiten a establecer conexiones lógicas entre hechos.
lo que se quiere querer. ¿Cómo podemos averiguar lo que Una descripción sensible es una cartografía del devenir por la
propiamente queremos? Lo sabremos cuando hayamos transformación. Se precisan descripciones que den cuenta de
actuado. Hemos de decidirnos y actuar para saber quiénes situaciones existencialmente relevantes para un sujeto singular,
somos. Quizá no hay ningún saber de la propia identidad en un espacio y en un tiempo singulares. Por eso, los principios
que preceda a la acción: lo que soy no lo sé antes, sino de la experiencia —entendida como aquello que nos pasa—
solamente después de haber actuado. no son principios emanados de la continuidad, sino de la
discontinuidad; no de la mismidad, sino de la alteridad; no
de la inmutabilidad, sino del devenir. Son los principios de la
exterioridad, de la subjetividad, de la transformación, también
Una filosofía de la experiencia: de la reflexividad, pluralidad, incertidumbre, pasaje, pasión y
exposición, atención y natalidad testimonio.
Como ser expuesto el hombre es en parte activo, pero
Somos quienes somos porque somos aprendices del mundo, también pasivo, o quizá mejor, pasible. Es activo en el modo de
y ese aprendizaje es el aprendizaje de una relación y de una recibir lo que le acontece. La pasividad no tiene buena prensa
conversación extendida en el tiempo. Esa es la experiencia, y en los pensamientos de la significación, porque la significación,
su lugar es central en la tarea educativa. Aquí, hablar de una por esencia, es actividad: imprime el sentido, lo acuña en
“experiencia educativa” supondrá el acontecimiento de una caracteres inteligibles, no lo recibe (qué lo recibe, ese elemento
exposición singular en una relación con el mundo. Esta es la de cera infinitamente dúctil, esa materia sin ley ni forma, la
primera imagen que se tratará de una experiencia educativa: la filosofía nunca pudo decirlo). Pero la pasividad de la que se trata
experiencia como un estar expuesto al aprendizaje de lo serio. aquí no se deja determinar por una oposición a la actividad.
Ella no consiste en ser ”pasivo”: consiste en ser, si puede decirse
así, pasible al sentido. Es decir, capaz de recibirlo, susceptible de
La experiencia como exposición acogerlo (Nancy, 2003, p. 76). Por ello, hay que preguntarse por
el modo como atendemos lo que nos pasa. La experiencia que
(aprendizaje de lo serio) se hace transforma el hecho en acontecimiento significativo
en su exacta singularidad. El acontecimiento, aquí, tomará la
La “aventura”, el “aburrimiento” y lo “serio” son, como dijo forma de una relación de concernimiento personal (Jankélévitch,
Jankélévitch, tres maneras distintas de considerar el tiempo. 2002). De este modo, lo sorprendente de todo acontecimiento
Lo serio es una forma razonable y general de contemplar el se encuentra en esa toma de conciencia particular: Darse cuenta
tiempo en su conjunto, de considerar la mayor duración posible es descubrir sin moverse del sitio la vieja novedad, vieja por su
El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa | Fernando Bárcena Orbe

contenido material o gramático, pero completamente renovada por nuestra manera de


percibirla (Jankélévitch, 1986, p. 161).
La experiencia de lo serio consiste, pues, en “darse cuenta”, en tomar conciencia
de algo cuya importancia no calibrábamos bien, algo que teníamos delante pero no
veíamos. Descubrimos “de nuevo” lo que creíamos saber, porque se puede aprender
lo que se sabe y descubrir lo que ya se ha encontrado. Es más, sólo así se aprende de
verdad (Jankélévitch, 1986, p. 161). Lo que ya sabíamos, lo sabemos ahora de otro
modo, y entonces nos tomamos en serio el asunto de que se trate. Tomarse algo en
serio es no tomarlo a la ligera, sino en sus propios términos, en su propia dignidad y
densidad. En la toma de conciencia del acontecimiento sabemos hasta qué punto nos
concierne lo que nos pasa. Todo acontecimiento, en fin, es algo que tiene lugar —
es efectivo— y de hecho ocurre en un aquí, en un ahora y a un quién. Pero como el
verdadero acontecimiento ocurre de repente, como llega sin avisar, ese aprendizaje
de la seriedad se da en su inminencia, esto es, en el instante en que ocurre, ni antes
ni después. Es el tiempo oportuno tanto de la profundidad como de la duración;
de la profundidad, pues es el tiempo en el que el individuo intenta totalizarse en
cada experiencia, y de la duración porque el sujeto ya no está pendiente sólo de los
instantes, sino que toma en consideración el futuro prestando atención a su específica
incertidumbre. El sujeto de la experiencia, en el aprendizaje de lo serio, configura el
tiempo como durable en la experiencia de lo finito y del devenir.

La experiencia como viaje


(aprendizaje de la atención)

La experiencia es, además de un estar expuesto, una salida hacia el exterior, un


recorrido, un viaje. En su sentido de “formación” (bildung), la educación no puede
ser una simple “destreza” ya que, entendida como experiencia, la actividad educativa
no se cumple en su mera realización técnica. Lo que incorpora la formación no son
únicamente medios eficaces para obtener fines dados (una razón instrumental), sino
la realización de experiencias (una razón experiencial): nuevos modos de sentir, de
entender, de actuar, de pensar.
En la formación, todo lo experimentado se conserva y se pone en juego en cada
nueva experiencia. Esto es así debido a un proceso de rememoración, a la presencia de
una memoria sin cuyo concurso no habría educación alguna. No hay “método” aquí,
propiamente dicho, sino más bien un trayecto. Este trayecto, y su modo de recorrerlo,
no se determinan en función de unos objetivos previos, sino mediante el interés
que la propia experiencia del camino va suscitando en el viajero de formación, en el
sujeto de la experiencia. Viajar así no es un simple medio para una meta o un destino,
sino que es una experiencia valiosa en sí misma, algo que concierne no sólo al móvil
particular del viajero —el deseo de llegar a un destino concreto— sino a su vida, ya
que cada decisión que toma sobre la marcha involucra toda su red de motivos, deseos
y aspiraciones.
Este modo de viajar no es susceptible de enseñanza, y se refiere a lo singular. Sin
embargo, se puede aprender a viajar así. Solo que este aprendizaje no es el resultado
de un ejercicio metódico de capacidades o disposiciones generales. Más bien, este
aprendizaje lo hace uno en el proceso de formar cada nueva experiencia desde el
depósito de una experiencia acumulada. Por eso, quien orienta la acción educativa
desde la representación previa de una meta, la convierte en un mero medio para
alcanzarla. En la experiencia de formación, pensada como un trayecto que se recorre, el
camino no designa un sendero ya trazado, sino más bien una trayectoria que se hace y
se determina con base en decisiones y en función de cada etapa recorrida. Por lo tanto,
la autoridad está en ese trayecto, en el viaje.
Desde este punto de vista, la filosofía de la experiencia adquiere otras características
bien diferentes a cómo la experiencia es pensada desde el punto de vista científico
y metódico. No se quiere aquí proponer alternativas excluyentes, sino contribuir a
El brillo de las luciérnagas. Ensayo filosófico para una recuperación de la experiencia educativa | Fernando Bárcena Orbe

dibujar el perfil de la experiencia más allá, o quizás antes, de la constitución científica


de la misma, de la experiencia de la que a menudo se dice que roza los límites del
lenguaje. María Zambrano manifestó en Notas de un método que la experiencia precede
a todo método. Se podría decir que la experiencia es a priori y el método a posteriori.
Mas esto solamente resulta verdadero como una indicación, ya que la verdadera
experiencia no puede darse sin la intervención de una especie de método (Zambrano,
1989, p. 18). Estas palabras son muy adecuadas para diluir la posible objeción de que
la experiencia, tal y como aquí se presenta, es meramente azarosa o arbitraria.
¿Cuál es ese “método” de la experiencia que se alude? No puede ser otro que
el método del paseante, es decir, del viajero que recorre a pie un trayecto, un
método que se ejemplifica en aquellas palabras de Walter Benjamin con las que
abrió su libro Infancia en Berlín hacia 1900: Importa poco no saber orientarse en una
ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere
aprendizaje (Benjamin, 1982, p. 15).
Sin duda el paseo es un buen emblema de este aprendizaje de la pérdida del que
escribe Benjamin. El más modesto de los viajes sin duda, y sin embargo, es uno de los
que más decididamente implica las potencias de la atención y la memoria, así como
las ensoñaciones de la imaginación y ello hasta el punto de que podríamos decir que no
puede cumplirse auténticamente como tal sin que ellas acudan a la cita (Morey, 2007,
p. 341). El paseo trasciende los modos de lo anecdótico para constituirse en metáfora
de la forma misma de la experiencia. Es el método —el camino, el trayecto— para la
realización de una experiencia de lo real que apunta a establecer un cierto régimen
de relación de uno con uno mismo. Según esta imagen, la diferencia entre lo que
puede ser considerado experiencia y la apropiación científica de ésta estaría en el lugar
asignado a la intencionalidad, es decir, la sumisión o no de toda experiencia al dominio
de cierto proyecto arquitectónico que reduce todas las experiencias que constituyen
la existencia a las experiencias del empleo del tiempo: la reducción del “tiempo de vida”
a “tiempo de trabajo”. El método viajero de la experiencia del paseante es otro. Supone la
posibilidad de recuperar para la experiencia una ausencia de intencionalidad, rescatar la frágil
experiencia de la pri­mera visita, la limpieza de esa mirada inédita que es también la mirada
del niño. Implica un cierto régimen de la atención, que se da como ruptura con toda
voluntad de reconocimiento y como apertura a la posibilidad del encuentro.

La experiencia como natalidad


(aprendizaje del comienzo)
La última imagen que se propone tiene que ver con la idea de experiencia como
un cierto arte de los comienzos. Hannah Arendt escribió en su ensayo The crisis in
education que la esencia de la educación es la natalidad, el hecho de que en el mundo
hayan nacido seres humanos (Arendt, 1996, p. 186). En este texto, Arendt reflexiona
sobre la crisis moderna de la educación a partir de la situación educativa americana
en la década de los 50 del pasado siglo y su análisis permanece ligado a su propia
percepción de lo que considera las consecuencias centrales de la época moderna: el
”eclipse de un mundo común” y el “auge de lo social”, donde la “acción espontánea”
queda sustituida por la “conducta normalizada”. El impacto de esta pérdida de mundo
común y de este auge de lo social hace mucho más difícil la tarea educativa de la
escuela, cuyo objetivo, dirá, ha de ser enseñar a los niños cómo es el mundo (Arendt,
1996, p. 207).
Cuando Arendt habla de la natalidad vincula principalmente esta noción al
concepto de acción (action), y la distingue de lo que denomina “labor” (labour) y
“trabajo” (work). Si la labor es la actividad que se corresponde con el proceso biológico
del cuerpo humano y su condición esencial es la vida entendida como zoé — la vida
que hay que alimentar y nutrir—, el trabajo es la actividad que se corresponde con lo
no natural de la exigencia humana. En el ámbito de la labor, la “vida” define una vida
desprovista de una forma-de-vida singular y concreta. Se trata de la vida como algo
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destinado a sobrevivir, lo que implica soledad. Es la actividad que requiere la presencia de los otros y, por eso, requiere el
que en este ámbito nos aproximemos a principio de alteridad. Lo que Arendt llama natalidad entraña un “nacer a uno mismo”
la realidad como una fuente de recursos desde la alteridad: nacer a uno mismo es llegar a ser a partir de lo otro que antecede,
para la satisfacción de necesidades. de un proyecto de deseo que es anterior, de un tiempo-otro del que somos, a la vez,
Aquí nuestra relación con la realidad herederos y seres discontinuos. Arendt introduce en la relación intergeneracional
no está presidida como un deseo de la idea de la discontinuidad y una especie de temporalidad reversible en la que la
presencia en el mundo, sino como mera iniciativa emana del recién llegado. Éste no repite sin más lo antiguo, sino que lo
satisfacción de necesidades. Inscrita en la aumenta en su capacidad de nuevos comienzos.
actividad de la pura labor, esa vida no es Por último, esta capacidad para establecer “nuevos comienzos” tiene un extraño
la vida de un quién: es una especie de vida poder de renovación del mundo. Un “nuevo comienzo” equivale a una posibilidad
sin una bildungsroman. Pero la vida no es de transformación: es un acto de libertad. Siempre que ocurre algo nuevo se da algo
solamente zoé. Los griegos usaban también inesperado e imprevisible, algo, en último término, inexplicable causalmente. Desde
la palabra bíos para referirse a ésta. En este este punto de vista, la vida humana inscrita en la libertad, implica relación: relación con
segundo sentido, toda vida es una cualidad los otros a la vez iguales y distintos de uno. Actuando, hablando, mostrándonos en lo
narrable: la vida de un quién. Aquí la vida que hacemos, empezando y concluyendo, los hombres y las mujeres que habitamos el
humana se despliega, como “acción”, en mundo y poblamos la tierra experimentamos el milagro de la libertad.
una secuencia de acontecimientos entre el Esa libertad es una cualidad público-política que surge en el entre (los hombres)
nacimiento y la muerte. sin el cual no hay esfera pública. En la esfera de un mundo definido utilitaria y
Para Arendt la acción es la única funcionalmente, el hombre, laborante y productor de cosas, siempre sabe lo que hace.
actividad que se da entre los hombres De otro modo sería un incompetente, un inexperto. En cambio, en la esfera de un
sin la mediación de cosas o materia. Su mundo definido por la experiencia de la natalidad, el hombre que actúa, mientras
condición humana básica es la pluralidad. inicia una acción cuyo resultado trasciende su propio tiempo, no sabe lo que hace.
La acción es la condición esencial de Hay un “no-saber” que le guía. Porque aquí “saber” no define una competencia, sino
toda vida política, donde todo sujeto un sentido posible. El sentido siempre se muestra al final de la acción, frecuentemente
que ve es visto al mismo tiempo. De cuando el agente que actuó ya no está.
acuerdo con ello, la experiencia de la
educación es también un determinado
gesto público: un modo de aprender
a estar en el mundo. Es en este punto
A modo de conclusión
donde se pueden destacar tres elementos
principales de la experiencia de la Es la distancia la que nos acerca, es la distancia la que nos hace presentes, la que nos
educación en relación con un modo permite ver de otro modo. Aunque este es un texto académico, su vocación ha sido
de existir que busca hacerse presente en la de un ensayo, que siempre es una tentativa de pensamiento atravesado por la
el mundo: la experiencia del sentido, la experiencia. Si hay pensamiento, es que ha habido una experiencia; de ésta parte y a
experiencia discontinuidad/alteridad y ésta vuelve. La experiencia ha sido el tema de este ensayo, el pretexto y su trasfondo,
la experiencia de la libertad. y la voz que oculta sólo la puedo escuchar yo. Aquí me he limitado a mostrar un
En primer lugar, Arendt insiste en cierto lenguaje que la vista. Sé que nada de lo que el hipotético lector de este escrito
que en la acción, sin un nombre, un quizá haya leído, podría haberlo dicho si no me hubieran pasado cosas obligándome a
"quién” ligado a ella, carece de significado hacerme presente en ellas. La presencia nos expone.
(Arendt, 1995, p. 104). Como siendo He hablado de la presencia, de la distancia y de la experiencia, cuando por
en la acción, el hombre nunca podría experiencia entendemos algo que definitivamente nos pasa. Lo he hecho del único
quedar reducido a una mera función. modo en que me ha resultado posible expresarme: desde el lenguaje de una filosofía
En un mundo estrictamente utilitario y de la educación, pero inspirada en la antigua tradición de la filosofía como “forma de
funcional, todos los fines están forzados a vida”; esta tradición filosófica muestra —como lección a aprender— que es mediante
tener corta duración. Todo es desechable una relación de experiencia poética con la realidad como nos hacemos visibles ante
e instrumental: medios para fines dados. nosotros mismos en lo que pensamos y en lo que hacemos.
En un mundo así puede haber fines, Me he referido a la educación como experiencia siendo al mismo tiempo consciente
pero no sentido. Una actividad puede de algo que aprendí hace muy poco: que la filosofía es la única disciplina que lleva en
perfectamente tener fines y objetivos y su propia denominación un sentimiento: philía. La filosofía es el saber de un amor y el
carecer absolutamente de sentido para amor de un saber. La filosofía tiene que ver con el amor y con la amistad, que son las
quien la realiza. Esto es lo que vuelve bases del pensamiento. La filosofía de la educación se ocupa con lo que esto significa,
inhumana una actividad: la ausencia de con la experiencia de un vínculo, de una relación que une, amando, a dos. Amar a
todo sentido, o el verse obligado a que alguien o a algo, es in-corporarlo dentro de uno y hacerle igual a sí mismo, coincidente
el sentido se disuelva o se resuelva en su con lo que es.
mera funcionalidad. Respetar su propia presencia material en el mundo. Es abrir un espacio dentro de
En segundo lugar, la acción no se uno donde llevar al otro. Es guardarlo —y cuidarlo— en la mirada y, al mismo tiempo,
puede realizar en el aislamiento o la es mantenerse en un cierto miedo, en un cierto espanto. Amar es tener miedo: miedo
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a perder ese amor; es estar en ese amor y en ese miedo y habitarlos para que no se solamente pensar lo que hay y no abrirse
pierda. Amar es tener que mirar con un modo de ser incrustado en la mirada, con una a lo que da a pensar.
mirada melancólica. Melancólico es el que sufre por un dolor que no tiene nombre. En realidad, en lo que he escrito hasta
Es el que piensa el mundo y es pensado por él. El que lo cuida pensándolo abriéndose aquí no he intentado sino una serie de
a todo lo que le da a pensar. Es, quizás, el ser más frágil, el más inseguro, el que nunca reflexiones que, en torno a eso de tratar
sabe a ciencia cierta lo que se tiene entre manos mientras piensa, porque el sentido filosóficamente la educación, es decir,
de todo llegará siempre al final: al final de una acción, al final de una práctica, al final pensarla, leerla, escribirla, estudiarla,
de una búsqueda —un recorrido— que es como un camino que conviene hacer a pie enuncian una serie de inquietudes
prestando atención a todo hasta el final y, después, estemos o no cansados, regresar de personales y ciertas fascinaciones. No he
nuevo, aunque nadie comprenda lo que hemos visto. pretendido decir cómo se debe investigar.
Tengo que reconocer que poco a poco he venido sintiéndome incómodo con No he pretendido, tampoco, describir un
expresiones como investigación pedagógica, y no es porque no crea que eso de la método de investigación, ni defender un
educación no merezca ser estudiado, pensado, leído o escrito, sino porque estas paradigma epistemológico frente a otros.
palabras que acabo de escribir —estudiar, pensar, leer, escribir— parece que se Deseo, en cambio, terminar defendiendo
hayan vuelto impronunciables en determinado lenguaje pedagógico, que piensa la una idea del investigar que tenga que ver
investigación de sus temas como algo que ya no tiene que ver con la experiencia del con el pensar y con la experiencia, con la
pensar. Al especializarse la ciencia, los científicos aspiraron, legitimándose a sí mismos búsqueda, con el acontecimiento de una
con ese gesto, a que la “producción de conocimiento” tuviese, al mismo tiempo, un cierta clase de pensar.
valor social ya que la ciencia moderna es inseparable del impulso propio de cierta En el fondo, lo que he querido decir
versión de la modernidad y de lo que la caracteriza: el auge de lo social. Lo que con en este ensayo es una única idea: la
ello se perdió es la concepción de la ciencia como una “vocación interior” (Schlanger, verdad de algo nunca es el producto
1997). Lo que perdimos fue una noción de su valor formativo. Perdimos algo que tal de una buena voluntad previa, sino
vez resulte difícil volver a recuperar, algo que Goethe intuyó cuando leía las obras de el resultado de una violencia en el
Winckelmann, el fundador de la historia del arte en el siglo XVIII. Cuando Goethe leía pensamiento. Porque la verdad —
sus escritos, decía que lo que se podía aprender de él no eran “conocimientos”, sino también en la investigación educativa de
una “formación del espíritu”. Uno, venía a decir, no aprende nada nuevo al leerlo, pero toda clase— depende de un encuentro
se convertía —se transformaba— en alguien distinto de cómo era. casual, contingente, imprevisto, con
Hay aquí una fuerte intuición. Es como si la investigación pedagógica hubiera algo que nos obliga a pensar y a buscar
desplazado su centro de interés y, con él, transformado el lenguaje: en vez de expresar lo verdadero. El investigador al que me
pensamientos, tengo la impresión de que la investigación pedagógica habla solamente refiero es, hoy, una rara avis, una especie
sobre determinadas experiencias para ajustarlas a marcos de interpretación ya fijados bastante extraña: no es el “hombre de
de antemano, como pretendiendo demostrar posiciones ya de suyo inamovibles. buena conciencia” —aquél para el que
Habla sobre experiencias, pero no a partir de ellas, es decir: no se habla ya ni se la realidad es un problema que siempre
piensa, cuando se investiga, desde lo que las experiencias dan a pensar. Es como si la tiene solución— sino una “especie que se
investigación pedagógica ya no se con-moviera, sino que simplemente argumentara, lamenta”, un melancólico a la búsqueda
explicara, interpretara, o demostrara aquello acerca de lo cual el investigador ya de la verdad a través de los signos que
estaba previamente convencido. Es como si el investigador partiera de una especie le fuerzan a pensar y le conmueven.
de “buena voluntad natural” en su búsqueda de la verdad, y a partir de ahí sólo le Creo, en fin, que las cosas no andan
bastara tener decisión y un método capaz de vencer las influencias exteriores que bien en todo esto. Lo que suele llamarse
desvían al pensamiento de su vocación inicial, haciendo que tome lo que es falso como “investigación científica”, encarnada en
verdadero. Se trataría, entonces, de descubrir y organizar las ideas siguiendo un orden, la figura del científico, se trate de una
que sería el propio del pensamiento. Un orden del pensamiento, o un pensamiento investigación pedagógica o de otra clase,
ordenado, un pensar que ordena porque sabe ya en qué consiste pensar si se procede describe la actividad intelectual como
con el método apropiado. Esto me recuerda una entrada del libro Juan de Mairena del algo situado más allá de la melancolía y
poeta español Antonio Machado. El maestro Mairena, dirigiéndose a sus alumnos en más acá de la utopía. El científico no se
su clase de retórica, les dice: Para decir bien hay que pensar bien, y para pensar bien desespera del mundo —como le ocurre
conviene elegir temas muy esenciales, que logren por sí mismos captar nuestra atención, al melancólico— sino que se esfuerza en
estimular nuestros esfuerzos, conmovernos, apasionarnos, y hasta sorprendernos explicarlo, y no piensa en utopías sino
(Machado, 2003, vol. 1, p. 123). que formula pronósticos. Su “política
Es como si el investigador en educación o en humanidades no estuviera, de verdad, del espíritu” no se caracteriza ni por
disponible, porque da por sabido aquello acerca de lo cual piensa. En este caso, el la desesperación ni por la esperanza,
investigador en educación necesita ir a su investigación bien pertrechado: de teorías, sino por su “buena conciencia”. Cree
de paradigmas, de metodologías, de hipótesis. Es como si no fuera ya posible para que todo puede ser dicho y que todo
el investigador pensar la educación exponiéndose a lo que hace mientras piensa y es puede ser explicado. En ese “todo” no
pensado por ella. Como si todo lo que hay en un mundo o en una realidad convertida deja espacio alguno para lo que puede
en mero problema a resolver, no tuviera ya el empuje que nos fuerza a pensar. ser descubierto, para lo que puede ser
Como si la tarea fundamental del investigador —su búsqueda, su recherche— fuera experimentado.
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No sé si soy o no un “investigador” en filosofía de la busca. Busca, persigue algo, pero no sabe qué es. Ese es su único
educación. Hasta donde un investigador sea una especie de método: exponerse sin remedio.
“pensador profesional” está claro que no lo soy, ni pretendo El esclavo que regresó a la caverna de Platón después de
serlo. Hasta donde ser un investigador signifique no poder contemplar el mundo de las ideas, algo que ningún huma-
dejar de pensar, mantener una relación intensa con el leer, el no, mientras lo siga siendo y habite la tierra, puede en realidad
escribir y con el mirar, entonces lo único que puedo decir es contemplar y pretender confiar que sus ojos queden intac-
que aspiro a poder serlo. Pero creo que un ser así es un ser tos, contará al resto de los esclavos su experiencia, pero no será
bastante raro, no absolutamente infrecuente, pero sí bastante comprendido; puede ser rechazado, asesinado incluso, como
extraño. Es alguien que mira con paciencia y a veces escribe con Sócrates lo fue. Eso significa que si Sócrates fue asesinado por
inquietud, incluso con dolor, alguien al que le basta llevar en su aquellos a los que instruyó —sin pretender erigirse en su educa-
mochila algunos libros y varias clases de cuadernos, una especie dor oficial— entonces es que la ciudad no está preparada, desde
de cazador de instantes, alguien a quien el azar del mundo, a entonces, para recibir al filósofo. ¿Será, pues, que la filosofía en-
veces excesivamente cruel, le intranquiliza y le mantiene alerta. tendida como una forma de vida capaz de inspirar cierto estilo
Pero, entonces, un investigador no está seguro de lo que hace de investigación en educación es la más cruel, la más trágica y la
ni de su experiencia ni anticipa lo que encuentra. Está en su más solitaria de las actividades humanas? Quizá.

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Recibido: 26/01/2011
Aceptado: 10/06/2011

Datos del autor


Fernando Bárcena Orbe. Catedrático de filosofía de la educación en el Departamento de
Teoría e Historia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), España. Integrante
del Comité Editorial y asesor del Grupo de Investigaciones en Educación y Comunicación
(GRECO), de la Universidad de Los Andes, Venezuela, y del grupo de investigación sobre
Cultura cívica y políticas educativas de la UCM-CAM. Es autor y coautor de varios textos
sobre la materia, España. Correo: fernando@edu.ucm.es

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