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El arte de Amar

Personajes:

Jenet, hija de Don Gregorio

Antonino, amante de Jenet

Trínelo, pretendiente de Jenet

Don Gregorio, padre de Jenet

Segundina, tía de Antonino

Cristiano, hermano de Jenet

Marcelino, hermano de Segundina

Francisco, segundo hermano de Segunadina

Esperanza, una chismosa

Consuelo, otra chismosa

Soledad, la tercera chismosa

El espiritu de la abuela

Gentes de barrio, rufianes, enfermeras, músicos, entre otros.


ACTO PRIMERO

Escena I

(Tiene lugar un almuerzo, donde se encuentran Segundina, Marcelino, Francisco y Jenet)

(Entra Antonino)

Segundina: Pensé que ya no ibas a venir,

es tanta la demora ¿Qué te justifica?

Antonino: Realzar la limpieza de esa sucia escalera,

pensando que limpio puede devenir.

Segundina: Si es así, tomad asiento…

Antonino(saludando a los presentes): Gracias

Segundina: ¡Qué desatenta!¡Por Dios! No te he presentado a mis hermanos. (Indicando a

Marcelino) Él es Marcelino, mi hemano menor, aunque no lo parezca…

Antonino: Un gusto en conocerle…

Marcelino: Ah!...

Segundina: (indicando a Francisco) Él es Francisco, el segundo de los tres, sabe algo de

libros, cualquier cosa le consultas a él .

Antonino: Gracias…

Francisco: Un tiempo trabajé vendiendo libros en el Jr. Amazonas, de cualquier autor te

digo su obra, para mi no es dificultad. ¡Ves! No es necesario leer para conocer a

los autores.

Antonino: Si usted lo cree así…

Francisco: ¡Qué tu no!

Antonino: Algunos conocen más el nombre que otros, pero pocos llegan en sí al principio

de su pensamiento.
Segundina(Indicando a Jenet): Ella es Jenet, vive en esta casa con su padre desde hace dos

años. Tiene una paciencia exquisita para la cocina, ¡Dadle las gracias! Por ella

ahora no comemos piedras…

Antonino: Un placer es conocerla señorita...

cuente conmigo como siervo suyo,

un gran amigo, como los que renacen en otoño…

Jenet: …el otoño es fugaz…

Antonino: …en ella renace la uva…

Jenet: ¿Y la amistad?

Antonino: …es el vino…

Jenet: …que endulza…

Antonino: … a la conciencia más sana…

Jenet:… que embriaga…

Antonino:… a los ojos del recuerdo.

Segundina: ¡Continuemos el banquete! Para conversar hay eternas tardes, para comer solo

basta un dia. ¡Antes que enfríe!¡Comed!¡Comed!

(Breve coloquio)

Francisco: ¿Por qué motivo has venido a la capital?

Antonino: La universidad, los libros y la realidad

me hace espiga de un mismo trigo,

amoldar a la razón con la verdad

sin importar las heridas del destino.

Marcelino: ¡Ah! Pero también puedes ver las atracciones que la capital te ofrece: lindas

concubinas, que ahora por fiestas se ofertan a tres por dos…

Antonino:¡Gran oportunidad!(risas)
Francisco: No le hagas caso¡Créeme! Si su lengua andara cada vez que hablase, ya hubiera

dado la vuelta al mundo, más rápido que Verne.

Marcelino: No me rompas la gracia, hermano…

Francisco: Solo aclaro, que tú nuca te atreverías a ir a lugares como esos, por más que

conozcas la dirección y a las ofertas que se exiben sin vitrinas pero si entre ropas.

Marcelino: La edad ya no lo amerita,(a Antonino) si yo fuera joven como tú,¡Cuantas

conquistas hubiera tenido! Para empezar cortejaría a esta linda muchacha, que

está soltera aún.

Jenet: No diga asi señor, más respeto os pido…

Segundina: ¡Hombres!¡Hombres!¡Cuando no!¡Basta ya!¡Es hora de servir el vino!

Jenet: No gusto de licor, me es empalagoso y amargo.

Segundina: ¿El vino?

Jenet: Si…

Segundina: Está bien querida; coge la copa, brinda con nosotros, ya depende de ti si lo

bebes o no.

(A todos los presentes) ¡Salud!

Francisco: ¡Espera hermana! Son necesarias las palabras de algún asistente.

Segundina: ¡Dadlas tú!

Francisco: Lo siento, pero la elocuencia y yo no vamos de anillo al dedo¡Qué sea

Marcelino!

Marcelino: ¡No!¡No!¡No! Mis palabras bien sabes que son de un fanfarrón imberbe.

Propongo que Antonino las diga.

Antonino: La inspiración me es seca…

Marcelino: ¡Toma vino y humedécela!

Antonino: (a Jenet) ¿Qué dice usted señorita?


Jenet: …un placer sería

Antonino: ¡Adelante entonces!...¡Alcen sus copas!

Escena II

Antonino: De estas costas emerge la astral uva,

en las noches reluce su líquido silente,

las tardes son banquetes de amor impaciente,

solo la mirada cobija una espuma.

Una música se extiende en silencio,

la voz grita: ¡Brindemos por pasión al licor!

el otro habla: No hay pasión sino nace del corazón,

Yo respondo: ¡La vida, es un placer estrecho!

¿El amor no es parte de la vida?

No, porque la vida es parte del amor.

¡Salud! Por la pasión que engrandece,

¡Libemos al corazón con embriago eterno!

¡Vivamos en el sueño del amor duradero!

¡Demos gracias a Calderón, por darnos la “vida es sueño”!

Ahora por el vino, entendemos el amor verdadero…

Todos: ¡Salud!

Escena III

Antonino:(a Jenet) ¿Y usted no toma?


Jenet: No gusto de este licor, espero no se moleste; nunca lo he probado y tengo miedo el

probarlo.

Antonino: ¿Qué puede avivar un miedo así?

Jenet: El vicio de volver a tomarlo…

…¿Quién sabe cuándo recién

será la iniciativa de dejar el vaso?

Antonino:(acercando la copa a los labios) ¡Uhm! En vida probé tan dulce bebida, que hace

pecar a los santos y de los castos obvia la palabra.¡Exquisito!¿No desea?

Jenet: Si convencerme trata con ese elogio,

de seguro habla de embriago,

no conseguirá apagar mi palabra con tiento velado,

¡vé, que el vino genera este imprudente coloquio!

Antonino: Ofrezco y usted rechaza,

no se ofenda señorita,

la vida es un coloquio

donde un si o un no

son imprudentes,

para la conciencia sana.(mira fijo a Jenet)

Jenet: ¡no me mire de esa manera!

Antonino: Hasta a mi mirada tiene usted miedo…

Tranquila mi mirada es corta pero no mata..

Jenet: ¿Porqué?..

Antonino:Le contaré algo señorita…

Jenet: ¡Dígame haber!..


Antonino: Escuchaba maullidos agudos
en la transparencia infinita,
sentia la soledad unirse a un himno tan callado
como si emergiera de mi propia alma

¿Sabe por qué?


Jenet: ¡Diga usted!
Antonino: Mi miedo, el maldito miedo de ver más allá de mi frontera…pero ahora,
Amanece,
la aurora rosa me regala
sus flores con alas sin nombre
y en bandadas de ramos las recibo;
oigo que cantan a silencios rotundos,
se alejan y las sigo,
porque sus voces no me tocan
pero las oigo, el viento me guía
y mi voz las llama,
pero solo cantan
a silencios y no a gritos;
la noche parece asomar,
pero aún es tiempo de espera;
las mieles vuelan en zumbidos de abeja,
la sombra anda y el canto sigue;
la escucho a lo lejos,
a lo lejos el eco canta,
mis plumas no escriben
por haberlas perdido.
El ciruelo madura en esas notas
y el higo tiene boca de arena;
yo solo busco la melodía
con huellas húmedas en ríos secos
e invernales lunas
con equinocciales abejas.
Así es la esperanza a la vida,
como el miedo al fracaso.
Jenet: Creo que voy a probar un poco, ¡pero eso si!¡Solo un poco!

Antonino: Adelante; aquí os doy la copa…

Jenet:(despues de haber bebido un sorbo) Dulce pero amargo…

Antonino: …para los sensibles paladares…

Existe un vino para los corazones mas recios…

Jenet: ¿Cuál es?

Antonino: El amor en los aventurados andares…

…de la vida y del destino.

(Entra segundina)

Segundina:(con gesto insuinante) ¡Con qué no querías tomar!¡Eh, niña!

Jenet: Un sorbo de licor no engendra borrachería,

ni el elogio verdad,

negando estaba aceptando,

o estaba aceptando la curiosidad.

(Entran Marcelino y Francisco)

Marcelino: ¡Hermana!¡Hermana!¿Porqué no llamas a Basilia?

Segundina: ¿Puede estar desocupada?

Francisco: Mejor visitémosla todos juntos, porque para ir a su casa, no necesitamos mas
que nuestros pies.

Segundina: ¡Viviendo tan cerca, tanto tiempo que no la vemos!

Francisco: ¡Vamos entonces! Un saludo no quitará el ánimo del día, ni apaciguará la flojera

de la siesta.

Segundina: ¡Antonin! Junto con Jenet, limpien la mesa, lleven los cubiertos y las vajillas al

lavatorio y lávenlas con mucha cautela, si alguna vajilla rompen, el precio será su

deuda. Ya volvemos, no tardamos.

(Salen Segundina, Francisco y Marcelino)

Escena IV

(En el lavatorio Antonino y Jenet solos, despues de un silencio, habla Antonino,… el


silencio está roto)

Antonino: Es usted, una mujer de pocas palabras ¿No es así?

Jenet: Sé cuando es conveniente hablar con prudencia y cuando una debe abstenerse de la

la charlatanería; puesto que en una mujer hablar demasiado es muestra de ignorancia,

como callar siempre da evidencia de su poca valía.

Antonino: Me recomienda callar…

Jenet: …Hable con mesura sin exagerar.

Antonino: ¿Acaso en la boca cerrada está el verso?..

Jenet: …soy mujer de poco verso siento que un canto nace en la mirada.

Antonino: Y si fuera mi mirada una espina…

Jenet: …de todos serían espinas,

y la mirada sería en el desierto.


Antonino: ¿Si la mirada no fuera por los ojos?..

Jenet: …sería como el desierto sin arena…

Antonino: ¿Qué nos queda?..

Jenet: Mirar con el alma como a un espejo.

Antonino: ¡Mirar con el alma!¡Mirar con ella!¿A qué?

Jenet: Solo usted lo sabe…

(Una vajilla resbala de la mano de Antonino y da con el piso)

Antonino: ¿Cómo se lo diré?

Jenet: Estos pedazos parecen más vidrio que vajilla…

Antonino: ¿Y si no entiende?

Jenet: Antonino, es menester limpiar…

Antonino: ¿Y si se enoja?

Jenet: ¡Antonino!¿Me escuchas?

Antonino: Si,si…

Jenet: Limpiemos ahora…

Antonino: …antes que la tía venga y…

Jenet: ¡Denos prisa!

Escena V

(Jenet con Antonino recogen los pedazos tirados por el piso, es eso Antonino toca la mano
de Jenet)

Jenet: Ah!
Antonino: ¡Qué helada está tu mano!

(Jenet con gesto de quitarla)

Esta agua te la ha enfriado,

deja que en la mía se caliente.

(Ambos se miran)

¡Déjame conocerte un poco!

Si no me conoces aún,

te diré quien soy,

puesto que palabras que decir no me faltan,

versos que escribir abundan,

pero es mi alma,

la que distingue en el poema,

la rima soñada

en tardes como esta.

Soy el cantor oculto;

huellas de agua en mares extensos,

son las mías,

la marea no fue capaz

de extender melodía a la luna,

la espiga fue fantasma

del tiempo y su medida.

Guardo un tesoro oculto bajo palabras,


que la curiosidad no la robe,

sino la llave de unos ojos,

que ahora veo,

inmunes al tiempo,

como un verso, una rima o un poema…

Quisiera saber de ti, ya conoces mi labor,

pero yo aún no conozco la tuya.

Jenet: ¡Que podría deciros!

Mi rutina está en la casa,

día a día, la misma hora.

(Algo sonriente)

Pero no siempre estoy aburrida,

gusto de leer versos,

donde está el alma de la poesía.

La mirada que se plazma en una rima,

el recuerdo de un poeta,

el amor en la tragedia,

unas manos asidas a otras,

en tardes infinitas,

interminables como esta.

(se miran)

(Algo nerviosa) Continuemos recogiendo…Tu tía no tarda en regresar…

Antonino:(Soltando la mano de Jenet) Está bien…

Escena VI
(En otra habitación de la casa, están en escena Esperanza, Consuelo y Soledad)

Esperanza: ¡Qué banquete ha organizado la vieja!

Consuelo: ¡Ah! Esperanza no esperabas su invitación¿O si?

Esperanza: Era un almuerzo privado, ¿No?

Consuelo: Eso tengo entendido.

Soledad: Oigan, vieron al sobrino de la doña, el que acaba de llegar y que vivirá en esta

casa un indeterminado tiempo.

Esperanza: La verdad no lo conozco

Soledad: Yo lo ví, esta mañana cuando bajaba por la escalera.

Consuelo: Hablas como si te interesara…

Esperanza: …Hasta me parece que te importa.

Soledad:Es un buen mozo, joven como yo y a la vista muy apuesto.

Esperanza: ¡Déjate de chiboladas!

Soledad: Yo solo decía…

Consuelo: ¿Y tú como sabes que estará aquí en la casa?Quizas solo vino de visita

Soledad: No; oí cuando hablaba con la doña, esta le dijo que limpiara las escaleras…

Esperanza: ¡Qué abusiva es la vieja!

Soledad:…Y le preguntó por cuanto tiempo se iba a quedar, él respondió que aún no sabía,

que podría irse en unas semanas o quedarse un par años.

Consuelo: ¡Tú si que estas en todas!

Esperanza: ¿Ya habrán terminado de comer? Porque vi a la doña con sus dos hermanos.

Consuelo: ¿A quién le interesa?

Esperanza: A soledad puede interesarle, ya que su sobrino se ha quedado solo.(Risas)

Soledad: ¡No! Ahí debe estar con Jenet, la chica del primer piso, su padre y su hermano han

viajado, algunos días cocina para la vieja, esta la considera como a una hija.
Consuelo: ¡Uy! Te están atrasando.

Soledad: ¡Cállate!

Esperanza: Saben, me voy a dormir. ¡Ahhhhhhh!

Soledad: Pero si son recien las cinco…

Esperanza: ¡Hay los hombres no dejan dormir!

Soledad: ¿Qué tiene que ver tu marido?

Esperanza: Ya sabrás cuando tengas uno…pregúntale a Consuelo, que de tantos es experta.

Consuelo: ¡Calla la boca!

Esperanza: Adiós…chicas

Consuelo: ¡Anda vete!


ACTO SEGUNDO

Escena I

(La escena tiene lugar en un camino rumbo a la ciudad)(Entran Don Gregorio y Christiano)

Christiano: ¿Es la vida acaso una paradoja? Padre.

Don Gregorio: ¿Por qué lo decís hijo?

Christiano: ¿Recuerdas a Constanza?

Don Gregorio: ¡Como no! Si es la media hermana de nuestro amigo… el músico.

Christiano: Antes que conocieras a Trínelo, Constanza era muy amiga mía…

Don Gregorio:¡Ah! Eso no lo sabía…

Christiano:…Resulta que una vez,

conversamos estuvimos acerca de la muerte,

miedo del cristiano y temeridad del ateo,

por mí, del tema no hubiéramos hablado,

pero ella no es miedosa como la gente.

Preguntaba: ¿Es en vano la muerte?

Pero así misma se decía: La vida tanto ha esperado

que la muerte es su regalo,

en cenizas de fuego ardiente…

Don Gregorio: Si, pero…

Christiano: … Hablamos sobre un futuro, un terco y soñado futuro de diez años, desea ver

crecer a sus sobrinos y ver a su hermano casado, sin lamento ni amargo llanto.

Don Gregorio: Pero aún es joven, diez años quitaran la juventud pero no la vida…

Christiano: No padre, puede ser para los que de buena salud gozan, pero ella; la pobre tiene

Una enfermedad mortal,

Don Gregorio:¡Santa Úrsula!


Christiano:¡Que no se te ocurra decirle esto a Trínelo! Sabe que su hermana está enferma,

pero no tiene idea de cual es su enfermedad.

Don Gregorio: ¿Me crees insensato o chismoso?

Christiano: No padre, aún no es tiempo de decirle la realidad, ella me hizo jurar de no

hablar hasta que menester fuese.

Don Gregorio: ¿Y cuando llegará ese “menester”?

Christiano: Padre, preguntas como si quisieras decirlo al cabo y al rabo del mundo…

Don Gregorio:…Es menor el dolor cuando existe resignación.

Christiano:En parte tienes razón…

Don Gregorio:¡En todo dirás hijo! Porque ya sabrás que existen enfermos que inhiben su

mal con la palabra, pero que su cuerpo se corrompe como si estuvieran

plagados de mala hierba; para ellos, es más difícil aceptar su muerte estando

vivos que resiganarse a un fin indudable.

Christiano: Padre, usted no es profeta ni cualquier adivinador del destino, para decir que

Contanza va a morir.

Don Gregorio: Tanto sabes tú como yo que esa enfermedad sino es un castigo, es una gran

desdicha; no conozco a Contanza, pero en vista de cómo la nombras, quizas

no es un castigo sino una desdicha, de las tantas que tiene la vida…

Christiano: Pero…

Don Gregorio: Hijo, bien creen algunos sacristanes que es esta la enfermedad del diablo, y
a veces la doy por cierta. La gente exagera de la más grotesca forma, grita cuando tiene que
cantar y traga cuando tiene que comer, eso sin contar que muchos hombres no contentos
con gozarse a la esposa, buscan otro alojamiento que los resguarde una noche, dos o tres;
sepa hijo que estas exageraciones que el hombre engendra y las cría como parte de su vida,
no son más que tretas del diablo que Dios castiga con dolor y grito, que mencionarla nos
asusta, por que es el miedo que nosotros mismos creamos.
Christiano:…¡No puede ser un castigo!

Don Gregorio:La mala desdicha del destino en nuestro cuerpo, que engendra males sin
saber remedios. A veces no sabemos de que estamos hechos, si es de carne, hueso o de
simple madera que se pudre en el tiempo o en la humedad del momento. El cuerpo no es
una máquina que traga aceite quemado de fábrica; es la oscura delicadeza, el cuidado más
refinado, la limpieza más elegante. Dios no hizo al hombre acero,…el hombre es espera,
silencio y espiga.

Christiano:¡Pobre desdichada!En su estado infeliz, cada vez más me interesa.

Don Gregorio:¡Tantos males que hace el hombre!¡Dios castiga en vida al santo y no al

demonio!

Christiano: ¿Porqué lo decís?

Don Gregorio:Una costa de plomiza fachada,

el humo roe con un vapor silente,

que solo habla en la marea escarlata,

el cielo grita, el agua cae, la gente muere…

Christiano: ¿Qué haremos en esta vida?

Nuestras palmeras trazan el ruido del viento,

el soplido va sin rumbo.

Don Gregorio: Resignación hijo, resignación…

Christiano: Pero padre…

Don Gregorio: Cuando el escarabajo reta al águila, ni victoria consigue ni Dios lo ampara.

Christiano: Es cierto…

Don Gregorio: En fin, nos queda solo esperar la muerte de la muchacha,¿A qué esperanza

podríamos aspirar?

Christiano: ¿Un milagro?

Don Gregorio: No trates de ver en el negro el blanco, bien sabes qué es un milagro…
Christiano: Al menos tener una esperanza, hace al hombre fuerte al problema… por eso aún

Trínelo no debe enterarse de todo esto.

Don Gregorio: Será más su dolor cuando hoy la vea y mañana no...

Christiano: Estando lejos de ella, el sufrirá menos, pues el agonizo de otro no es en uno

pensamiento eterno.

Don Gregorio: …¿Dijeste que quería ver a su hermano casado?

Christiano:Si, ¿Por qué lo preguntas?

Don Gregorio: Por un arreglo que puedo hacer…

Christiano:¿Y de que se trata?

Don Gregorio:¡Tienes que saberlo! De algo de ti se fía esta empresa.

Christiano:¡Dilo padre que me impacientas!

Don Gregorio: Hijo esta es una desición que medité a un tiempo, tú conoces a Trínelo y
puedes dar fe de su apellido, que no es de un bárbaro endemoniado ni un seductor que para
entre aguja e hilo; yo lo tengo por honesto aunque su oficio mal le embriague, pero es de
hombres embriagarse, ni es pecado el sentirse altivo.

Christiano: Convencer a Jenet será tu labor verdadera, ya tienes el casamiento en la mente,

Trínelo aceptará de buena manera, pero Jenet…

Don Gregorio:¡Qué insinuas hijo!

Christiano:Conozco a mi hermana padre, es discreta en la manera que yo la creo, guarda un

recato de mujer santa y rechaza al primero que dice amarla.

Don Gregorio: ¡Piensas mal!¡la voluntad del padre se impone al de los hijos! Somos sus

bienechores, maldecirlos podemos si no lo hacen, como bendecirlos en hora

buena si a nuestras voluntades recaen.

Christiano: ¿Aún así piensas que ella aceptará?

Don Gregorio: ¡Tengo palabras que son únicas!¡Y tú las conoces!¡Su esposo será Trínelo,
mi yerno y tu cuñado!¡Quiera o no será asi!
Escena II

(La escena tiene lugar en la habitación de Antonino, sentado, tranquilo y solo, da paso a un
monólogo)

Antonino: ¡Qué tarde más bendita!

Me hizo ver a tal belleza

¡como a ella nunca engendró el viento ni la arena!

Suerte asaz prolija,

como vaivenes de marea,

que al ojo quitan un instante de vida.

¡Espero verla!¡Otra vez quisiera verla!

¡Oh! ¡Qué digo malditacea!

No hay virtud en obsesión del que ama,

¡Me equivoco al decirlo!¡Retiro la palabra!

Me enamoro en lo más fragante,

para el amor hace falta silencio,

pasos que andan ciegos con huellas profundas

y tardes húmedas por ríos secos.

El amor me lleva a un cielo infinito,

luciérnagas de oro,

como los versos que escribo.

¡Oh! Amada Jenet,

noches frías me esperan,

tardes de lluvia como el rocío a mi cuerpo,

mañanas sin nombre,

como el tiempo efimero;


escalas de luna,

tan cerca de mi boca,

que cuando callas te siento.

¡Sé mi amada mujer!

¡Sé mi amada!

¡Tus ojos no se perderan en la infinita noche!

¡Serás parte de la poesía!

La eterna letra,

en mi efímera pluma…

Escena III

(La escena tiene lugar en la cocina de Jenet, cocinando, tranquila y sola, da paso a un
monólogo sincero y no de poca rima)

Jenet: ¡Alcachofa guerrera!¡Cócete en esta olla!

¡Tu escudo son tus hojas!

¡Den libertad a su fruto!

¡Tu, noble kiwicha!

Ya extenderás pronto tu grito,

si no es corto el tiempo

que a tu boca de silencio,

pronto sembrarás con miel el vacío.

¡Quizas un poco de quinua!

¡Quizas un cereal furtivo!

Uno amarillo y otro blanco,

pero ambos son miembros de la misma rutina.


¡Un vino!¡Un vino!

No negaré que su sabor es de afinidad exquisita,

¡Gran ruego le exiguí, por el quien he probado!(delicada risa)

Con discreción me ofreció su amistad…

Perjuro que no es más que admiración,

es lo que busca todo hombre: ser admirado.

No negaré que buen mozo es,

de su sinceridad no conozco demasiado.

¡Puede ser un doble cara,

que falto de vergüenza,

no habla mas que por descaro!

¡Tonta!¿Acaso te atrae?

Es tan elocuente como bello,

virtudes no le faltaran,

como palabras le sobran,

¡Qué pensamiento me invade en este momento!

¡Ay!¡Qué extrañeza!

Yo que en mi soledad siempre me conformo,

¡Oh!Antonino,

confío en volver a verte,

¡Me siento enamorada!

¡Negarlo es imposible!

¡Lo siento!¡Y me siento libre!


Puede ser mi amor como un paraíso inmenso,

donde se trazan rutas cortas,

pero son los pasos que dejan

profundas huellas…

como el viento,

que prende la ceniza,

del recuerdo, el amor

y la vida…

¡Oh!Ya está la tarde terminando su hilo,

¡Rapido!¡Cosan rápido alimentos!

¡Que pronto llegaran, los que están en el camino!

Escena IV

Jenet: ¡Me falta!.. ¡Me falta!.. La sal, el ajo; mi padre pronto vendrá, ¡Deprisa!Debo ir a

comprarlo.

(Sale Jenet apresurada, en el camino ve a Trínelo, ella no le niega el diálogo)

Trínelo: ¡Qué veo!¡Si es usted señorita Jenet!

Pareciera que alguien la persigue,

porque anda con tanta prisa…

Jenet: Buenas noche estimado Trínelo, si la llegada de un padre y un hermano es empuje

para tal apuro, es menester no demorarse.

Trínelo: ¿A dónde vas?

Jenet: A la bodega, un ingrediente no me vino a la memoria, sin eso espero el sin sabor de

la comida y el enojo del padre.


Trínelo: Cuando cocinas debes…

Jenet: ¡Oh no!

Trínelo: ¿Qué sucede?

Jenet: Dejé prendida la cocina,¡Espero que nada se esté quemando!Disculpe debo irme sino

se me hace todo carbón…

Trínelo: ¡Espere! ¡Dígame lo que necesita! Si quiere se lo compro y le llevo a su puerta.

Jenet: Compre lo que en este papel dice. (Sale apresurada)(El papel cae al suelo y Trínelo
lo recoge)

Trínelo: ¡Hermosura que tienta al límite casto!

¡Bellos tiempos que aún engendran criaturas como ella!

¡Fortunados los ojos que soseguen su noche!

De pasión, calor y humedad.

Un cuerpo, un rostro, una palabra

juntas en una mujer,

esperando a su hombre,

a un hombre de valía,

de regalos y cartas

tan dispuesto como yo,

¡con riqueza en vida!

¡Oh Dios mío!¡Debe ser mi esposa!

¡Lo conseguiré!¡Lo conseguiré!

¡Aunque tenga que gastarlo todo!

¡Será mía!..

(Jenet en la puerta con gesto de espera)

Jenet:(piensa) ¡Qué descortesía fue el enviarle!(Ve venir a Trínelo)


Trínelo: Su pedido señorita…

Jenet: Gracias buen Trínelo, pero ya no será necesario…el fuego asó mucho los alimentos

que terminó quemándolos, mejor freiré un poco de carne, es más rápido y no necesita

condimentos.

Trínelo: Guárdelo entonces, para que otra vez nada falte y no excuse el apuro.

Jenet: Gracia otra vez…

Trínelo: ¿A qué hora llega tu padre?

Jenet: Ya debería de haber llegado, ¿Deseas hablar con él?

Trínelo: Un par de cosas…

Jenet: ¿Podría saberse?

Trínelo: ¡No sabía que detrás de la virtud vuestra existia la curiosidad!

Jenet: Soy reservada en lo mío y curiosa en lo que concierne a mi padre, no permito faltas

de respeto, ni insultos ni sospechas, mi familia es sagrada para mí, mi madre me

enseñó que la mujer es la templanza de la tempestad masculina.

Trínelo: Cuestión de trabajo… Nada personal.

(Entran Don Gregorio y Christiano)

Don Gregorio: ¿Ves hijo, lo que mis ojos ahora son testigos?

Christiano: Si padre, si no me equivoco ese de ahí es Trínelo¡Y está con mi hermana!

Don Gregorio: ¡Y tu decías que no!¡Esos gestos no dicen un no!

Christiano: Quizás su encuentro fue casual…

Don Gregorio: Sea la casualidad o la intención hijo, no eches mi ánimo al agua, en esta

noche ya almenos veo una esperanza ¿No la ves acaso tu?

Christiano: Acerquémonos más deprisa, así intervenimos en la conversación.

Don Gregorio: ¡Hagámonos a la vista gorda!

Jenet: ¡Padre! Ya se templaba mi ánimo en manos de la preocupación, tu demora la


justifica.

Christiano:¡Tan preocupada mi hija! Estoy seguro en decir que Dios no me ha dado dicha

más grande que ser padre de esta niña y tú(dirgiendo a Christiano)hermano

dichoso de esta sangre.

Don Gregorio: ¡Por favor padre!No soy tesoro de tal valía, solo cumplo, como una buena

hija a su progenitor, como una buena hermana a su sangre.

Christiano: ¡Y tu Trínelo!¿Que haces por acá?

Trínelo: Señor Don Gregorio y mi buen amigo Christiano, me alegra veros de nuevo, y más

aún el ver a toda la familia…

Jenet: ¡Te venía a buscar padre!

Don Gregorio: ¡Dejadlo terminar Jenet!¿No sabeis que cuando el burro habla los demás

para la oreja?

Jenet:(con tono burlón)¿Dijiste burro al señor?

Christiano: Continuad Trínelo, es mi hermana discreta, pero a veces se la da de vulgar

bromista.

Trínelo: Descuiden, no soy de estrecho ánimo que rechace una singular broma, siendo de

una boca de no malintecionada palabra.

Don Gregorio: Continuad…

Trínelo: Mi intención era hablar con usted.

Don Gregorio: Pues aquí me tienes

Trínelo: Lo desearía en privado…

Don Gregorio: Veré mi tiempo y te concerneré una cita.

Trínelo: Gracias…

Don Gregorio: ¡Ah, es cierto! No es que sea metiche, pero ¿Qué conversabas con Jenet?

Jenet: No es nada del cual se oculte.


Christiano: ¿En serio?

Jenet: ¡Déjenle que cuente y verás!

Don Gregorio: Haber…

Trínelo: Yo estaba pronto a la puerta de la casa, cuando vi salir a Jenet, con tal prisa que

corría más que caminaba…

Christiano: ¿Y se puede saber el motivo hermana?

Jenet: ¡No interrumpas Christiano!Que no es bien de gente discreta como tú lo dijiste.

Trínelo:…Le pregunté el motivo y no fue que un olvido de un condimento para la cena.

Don Gregorio: ¿Habeis preparado la cena hija?

Jenet: Si padre.

Don Gregorio: ¡Oh!¡Que dicha el tenerte!

Christiano:…Le hice el favor de ir a comprarlo, mientras ella se apresuraba a la boquilla

que prendida quemaba los alimentos.

Jenet:¡Como sabe que se quemaron!

Christiano:(con gesto burlón) Ya imagino como debe estar esa comida…

Jenet: ¡Delicia que tú no imaginas!

Don Gregorio: Siendo así, ¡Que esperamos!(A Trínelo)¿No gustas venir a cenar con

nosotros?

Jenet:(para si)¡Dí que no…dí que no!

Trínelo: Siento mucho decepcionarlos, puesto que otras obligaciones demandan mi estancia

y con ustedes mi ausencia.

Jenet: ¡Bien!..

Don Gregorio: ¿Qué dices hija?

Jenet: …Bien que esté ocupado, asi nos demuestra su importancia y grado.

Gregorio: Siendo así nos retiramos,¡Vamos Christiano! Probemos de tu hermana la sazón.


La impaciencia que da el cansancio y el hambre me hacen apresurar…¡Venga esa

comida!..

(Salen todos)

ACTO III

Escena I
(La escena tiene lugar en el pasadizo que lleva a la habitación de Segundina)

Soledad: ¡Qué tiempo malo!¡Nada que hacer!¡Qué aburrimiento!

(Entra Esperanza)

Esperanza: Oh! Soledad! ¿Qué haces acá?

Soledad: Nada importante, si quieres acompáñame, para que así el tiempo se divida y no

me canse.

Esperanza: Siendo así me quedo contigo, pues también el tiempo me sobra, pues dormir es

un instante y no toda la vida.

Soledad: ¿Esa no es Consuelo?

Esperanza: Si es ella, solo el vestido la cambia como la ojera la delata.

(Entra Consuelo)

Consuelo:(Con un acento vanidoso)¿Qué tal mis estimadas vecinas?

Esperanza: ¡Ya!¡Ya!¡Déjate de galanteos! Y dinos,¿De donde sacaste ese vestido?

Consuelo:¿Acaso no se puede ser elegante por un día?

Esperanza:¿A eso llamas elegante?

Consuelo:¿Por qué no?

Soledad: Prefería a tu cotidiano vestido, era más formal y decente…

Consuelo: Ese ya estaba viejo… ¡No pregunten más!¡Que novelas hay!

Esperanza: Nada que te interese ha sucitado.

Soledad: Pero si te debes preocupar.

Consuelo: ¿Por qué?

Soledad: La doña está empezando a cobrar el alquiler y ten por seguro que no te fiará un

mes más.

Consuelo:¡Qué raza!¿Crees que no tengo dinero para pagar unos cuantos míseros soles?

Soledad: No digo eso, solo te aviso, por si acaso no más.


Consuelo:¿Y tu Esperanza sigues cocinando y lavando la ropa a tu marido?

Esperanza: Mejor no hables sino quieres callar…

Consuelo: Cuando era más joven vivía en un cómodo departamento, y no como ahora; en

este cuchitril del cual reniego.

Soledad: No siempre se tiene lo que se quiere.

Consuelo: ¡Te equivocas!Yo siempre tuve lo que quise, pero ahora me siento rebajada.

Esperanza: Yo en cambio ya estoy empezando a ahorrar de sol a sol, para construir mi casa,

que será un fábrica de ropa, de la más cara. ¡Ese será mi sustento!

Soledad: ¡Eso da mucho dinero!

Esperanza: ¡Por eso mismo!

Consuelo: No había pensado en eso, pero ¿No existe mucha competencia?

Soledad: La moda es la moda, hasta el más bruto prefiere a la tela, ¿o no Esperanza?

Esperanza: El que menos se compra un vestido a la semana, el que más, miles de telas al

día ¿Te imaginas cuanto dinero?

Consuelo: Pero…Aún te faltan las máquinas…

Esperanza: Se compran

Consuelo: …Los costureros…

Esperanza: Se busca

Consuelo:…El capital…

Esperanza: Nos hacemos deudores

Consuelo:…La marca…

Esperanza: No es necesaria

Consuelo: ¡No creo que lo cumplas!

Esperanza: ¡Vas a ver que será realidad!.. No como tú, que no piensa nada.

Consuelo:¿Cómo sabes que no pienso nada? Mi casa va a tener de dos a tres pisos, ventanas
decoradas y una cochera, sin olvidar la piscina.

Esperanza: Mi casa tendrá más ventanas y todas de vidrio.

Consuelo: Haber si asi te lleva el viento.(risa)

Esperanza: ¿Y tu Soledad que vas a hacer?

Soledad: No lo sé todavia.

Consuelo: ¡Ay niña! Ya aprenderás a madurar.

Escena II

(Se oye el sonido del cerrar de una puerta)

Esperanza: ¿Oyeron?

Soledad: ¡Qué!

Esperanza: Alguien baja

Consuelo: Bueno amigas, me retiro, ¡cuidense!, y no se sienten mucho tiempo que puede

salirles raices. (risas)

Esperanza: (Con tono satírico)Tantas como tú, no creo…

(sale Consuelo, entra Antonio)

Antonio: Buen día queridas damas, saben si mi tía ha llegado…

Soledad: Creo que está en su habitación, tócale, para salir de la duda.

Antonio: Con permiso…

Esperanza: ¡Te quedaste muda!

Soledad: ¡Nada de eso!

Esperanza: A mi no me mientes, bien que te gusta el tal sobrino y no te reprocho; si más


joven sería me lo chaparía, pues no es mal galán. ¡confia en mi, como buena amiga que soy
de ti!

Soledad: ¿Qué hacer para llamar su atención?

Esperanza: ¡Seduce su debilidad varonil!


Soledad: No entiendo

Esperanza: ¡Muestra tu flor mujer!

Seduce con tu encanto

tu boca pintada,

tus cabellos rizados.

¡No hables como loro!

¡No grites como loca!

Una caricia a la cara,

una sola palabra.

Mira sus ojos,

siente sus manos,

toca sus hombros

y besa su boca.

Si así lo haces, ese hombre será tuyo,

y tú agradecerás mi ayuda, ah, ah,ah

Soledad: ¡Como sabes tanto!

Esperanza: La experiencia de poco tiempo y tanta vida, ah, ah, ah, ah.

Escena III:

(Sonido de puerta…)

Segundina: ¡Quién Llama!

Antonino: Soy yo, Antonino

Segundina: Ah, eres tu…Pasa hijo


Antonino: Perdón por interrumpir su descanso

Segundina: Descuida ¿Qué deseas que por ti haga?

Antonino: Quería hablar sobre el arrendamiento

Segundina: Creo que ya quedamos en paz con esa conversación

Antonino: Si pero existe la posibilidad de quedarme un año y ya no unos meses.

Segundina: ¡No hay problema! Con tal que sea exacta la cuota correspondiente ¡Vive a tus

anchas sin preocupación ni miedo!

Antonino: ¡Gran contento!

Segundina: ¿Te sientes cómodo?

Antonino: ¡Como no! No soy un fijón ni pendenciero,

de la riqueza disfruto,

como en la pobreza me acomodo.

Segundina: ¡Eso es de educado! Y no como esta sarta de inquilinos,

quejones hasta por la telaraña de la esquina,

ni dinero tienen para comprarse algo,

y piden comodidad cuando pagan una mísera valía,

¡No pueden ni comprarse una casa!

¡Que se vayan a vivir a la calle!

¡Con excepción de Jenet!

Gran hija para vivir entre paredes cegadas

por una rutina esclava de este lugar.

Antonino: ¿Usted conoce a su padre?

Segundina: Un hombre de lo más ameno con sus hijos,


y no es su mente ni su mano ociosa, te lo puedo asegurar;

pero es la desobediencia su peor enemigo

que a menor muestra, es mayor su cólera

y terrible su reacción.

Antonino: ¡Hábleme más de Jenet!

Segundina: Si es bueno aún mi recuerdo,

Vino hace dos años, una mujer, Julia,

no sé si este era su nombre, pero en fin…

La señora pidio ocupar todo el espacio del primer piso

¿Qué haría una sola mujer en tan extenso espacio? No lo entendía.

¡Hasta que llegaron el padre y el hermano!

Mas adelante me entere que esa señora era una tía que cuidaba de Jenet, y

que esta se venia a vivir con su padre y hermano por una decision familiar,

por voluntad de la madre fallecida.

Antonino: Es tan importante la voluntad viviente

y para el que vive, respetar el deseo del quien desfallece.

Segundina: Conversaba con el padre, en esas pocas casualidades; pero rara vez veía a la

muchacha.

Antonino: ¿Y como se le hizo tan querida?

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