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Su peculiaridad reside en
que no existe en el orden latino internacional y esa peculiaridad se entiende al
adentrarnos en su origen. Esta letra nació de la necesidad de representar
gráficamente un nuevo sonido, inexistente en latín. La eñe surgió, por lo tanto, al
tiempo que surgía el castellano medieval en su forma escrita. La eñe fue tomada
del castellano por otros idiomas como el aymara, el bubi, el guaraní, el quechua o
el tagalo; y con ellos y con el castellano y su expansión geográfica la eñe fue
entrando en la comunicación escrita de millones de hablantes. La última de sus
conquistas se ha forjado en Internet. Su reconocimiento internacional ha llegado a
los dominios virtuales, de los que había estado excluida sin más motivo que la
inercia impuesta desde ámbitos informáticos anglohablantes. Con ñ escribimos en
español desde el siglo IX y hoy la ñ está presente en los dominios de Internet, el
medio de comunicación escrita del siglo XXI. La ñ preside el logotipo del Instituto
Cervantes por una razón: es una de las representaciones gráficas más breves y
poderosas, en una única letra se condensan la lengua y la cultura hispana. La eñe
simboliza el idioma en el que se comunican hoy cerca de 500 millones de personas:
el español
LA EÑE
Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura
formateada y escaneada, también por pereza y comodidad…
Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo
propio y compartido, porque así se nos canta…