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Si la civilización egipcia había sido consecuencia directa de la influencia decisiva del río Nilo, otra zona
no demasiado alejada ni en el espacio ni en el tiempo, va a contar con otra afortunada coincidencia fluvial, el
discurrir de los ríos Tigris y Eúfrates cercanos entre sí, que igualmente va a producir la formación de una
sociedad evolucionada y compleja, que genéricamente denominamos “mesopotamia”, que en griego quiere
decir precisamente “entre ríos”.
CIUDADES E IMPERIOS
El desarrollo de la agricultura en estas tierras bajas y fértiles, bañadas además por las aguas de los ríos,
pero también un creciente comercio entre zonas próximas del territorio, dará lugar a la formación de
comunidades urbanas, que darán la medida del progreso y los avances de la humanidad, ya desde el cuarto
milenio antes de Cristo. Esta civilización de ciudades, requerirá una estructura social y política variada, en la
que la religión y el poder de los gobernantes, muchos de ellos sacerdotes, conseguirán aglutinar y dar cuerpo
a esos grupos sociales. Históricamente la formación de estos núcleos urbanos poderosos pronto ensanchará
sus horizontes más allá de sus zonas de origen, constituyendo así los primeros imperios que irán
colonizando consecutivamente toda la zona. Pero no siempre serán los mismos pueblos, al poder inicial de
los sumerios se sucederá el de los acadios situados algo más al norte, y con posterioridad el de asirios y
babilonios, hasta colonizar territorios del Asia anterior desde donde medos y Aqueménides constituirán
finalmente el Imperio persa, el primero de los grandes imperios de la Historia de la humanidad.
Desde el punto de vista artístico, hay una nota común que relaciona todas estas civilizaciones
diferentes y originarias de distintos territorios, y es la importancia que se le da a la expresión
artística, precisamente como elemento de afirmación de ideas y formas de poder político y
religioso. Considerando además que el desarrollo urbano también proporcionará los medios
para desarrollar un arte diverso, rico y grandilocuente, no es de extrañar la enorme importancia que llega a
alcanzar el arte que llamamos mesopotámico. Reconstrucción de la ciudad de Babilonia
LOS SUMERIOS
Se alarga este periodo aproximadamente hasta el 2300 a. C., momento en que empieza a
advertirse un cambio en el predominio de poder de los pueblos mesopotámicos:
Progresivamente la tradicional hegemonía de los sumerios se vio sustituida por la
preponderancia de gentes semitas provenientes de regiones cercanas, hasta que finalmente la
nueva etnia personificada en la figura del rey Sargón, dio lugar a la formación de un imperio,
con centro en la ciudad de Accad y que por ello conocemos como Imperio acadio. Su
extensión alcanza a territorios situados más al norte si bien la preponderancia de ciudades como
Ur, Lagash o Uruk, no desaparece. Pero a pesar de la importancia de algunos de los monarcas
acadios más renombrados, como el propio Sargón o su nieto Naramsin (imagen), el imperio
acadio desaparece como tal hacia el 2100 a. C., momento en el que de nuevo imponen su hegemonía las viejas
ciudades mesopotámicas, dando lugar a la etapa conocida como periodo Neosumerio.
PERIODO BABILÓNICO
Tampoco iba a durar demasiado esta reinstauración del viejo orden: son ahora las ciudades
del oeste en latitudes algo más al norte que las anteriores, las que van ahora a imponer
progresivamente su dominio, hasta cohesionarse todo el territorio bajo el mando de una de
estas ciudades, que empieza ahora a alcanzar una importancia que la convertirá en un
referente universal a lo largo de la Historia: Babilonia, cuyos restos se encuentran
actualmente a 60 Km., al sur de Bagdad. Este periodo que tendrá su momento culminante en
el reinado del famoso rey babilonio, Hammurabi, lo conocemos como periodo Babilónico, y
dura aproximadamente entre el 2000 y el 1600 a. C.
Estela del código de Hammurabi, II Milenio, M. Louvre, París
IMPERIO ASIRIO
Pero mucho más al norte en la Alta Mesopotamia, a orillas del Tigris, se va afianzando social y
económicamente un pueblo rudo de ganaderos y guerreros, la tierra de Assur. Su papel en el
entorno político no pasó de ser secundario en tanto estuvo dominado por el poder babilónico,
pero estaba llamado a ser uno de los protagonistas de la historia mesopotámica. El Imperio
Asirio, comienza a imponerse al resto de territorios a mediados del siglo XIII a. C., si bien su
momento de esplendor coincide con los reinados de monarcas de personalidad imborrable como
Asurnasirpal II (imagen) y Salmanasar III, que en el siglo IX a. C., extienden su poder desde el
Próximo Oriente al Golfo Pérsico. Su férreo poder basado en su potencia militar durará
aproximadamente hasta el siglo VII a. C., dando lugar a un arte peculiar en el que se refleja la
idiosincrasia a veces truculenta de este pueblo, pero que dará lugar igualmente a obras deslumbrantes como
buena parte de sus relieves, sus lamassus o toros alados o las construcciones de sus palacios, como los de
Jorsabad o Nínive.
Pero como todos los imperios también éste llegará a su fin, concretamente a finales del siglo VII a. C.,
cuya decadencia será aprovechada curiosamente por los caldeos de la ciudad de Babilonia, que de nuevo va
a vivir un momento de esplendor. Será de la mano de su rey más conocido, Nabucodonosor II, con el que el
periodo Neobabilónico alcanza su hegemonía en la región, que se prolonga a lo largo de todo el siglo VI a.
C., hasta que definitivamente sucumba ante una nueva relación de fuerzas, protagonizada a hora por gentes
indoeuropeas, fundamentalmente medos y aqueménides, provenientes de las regiones más extremas del NE
de la región, en los Montes Zagros. Su fuerza se irá haciendo creciente en la zona, hasta que Ciaxares,
destruyó definitivamente el poder de Babilonia y algo más adelante Ciro II el Grande, cohesionó y extendió
definitivamente el Imperio persa, sin duda el más grande y poderoso de cuantos habían dominado hasta
entonces Mesopotamia. Y lo seguirá haciendo, al menos hasta que surja mucho tiempo después, a finales del
siglo IV a. C., la figura legendaria de Alejandro Magno, que acabará a su vez con aquel poderío indiscutible
de los persas.
CARACTERÍSTICAS GENERALES
LOS ZIGURATS
TEMPLOS
Los templos, ya en época de los sumerios son denominados con el nombre de eanna, que significa “casa del
cielo”. Su importancia simbólica y constructiva es pareja a la relevancia social del poder religioso. Podemos
distinguir dos tipos de templos: aquellos que están trazados con una planta rectangular, y rodeados de
murallas con un sentido de ciudadela militar, en cuyo centro se edifica el templo propiamente dicho y una
segunda tipología característica, conocida como templo-torre, denominado zigurat, construcción compuesta
por varias terrazas superpuestas en cuya cima se eleva un templo.
...los zigurats o torres escalonadas se construyeron con una determinada simbología que los configuraba
como una escala luminosa entre el cielo y la tierra a través de la cual descenderían los dioses portadores de
todos los dones que aseguran la vida. Desde lejos, esta imagen luminosa hacía “creíble” la posibilidad de
que esto ocurriera, y a la vez, con su efecto deslumbrante, marcaba las distancias entre los seres divinos y
los humanos, (...) Quizá también los siete pisos de distintos colores que en ocasiones tuvieron los zigurats,
pudieran simbolizar los siete dioses o siete planetas conocidos, con su significado, pues, de tipo cósmico.
ÁLVARO ZAMORA, I et alt.: Introducción general al arte. Págs 445-446
PALACIOS
La ciudad se levanta sobre una ancha llanura y constituye un cuadrado exacto de ciento
veinte estadios en cada dirección.... Está rodeada, en primer lugar de un foso ancho y
profundo lleno de agua, tras el cual se levanta una muralla que tiene cincuenta codos reales
de ancho y doscientos pies de alto...En el circuito de la muralla hay cien puertas, todas de
bronce, con dinteles bronceados y puertas laterales... La ciudad está dividida en dos partes
por el río Éufrates que corre por el centro de ella... La muralla, sobre una y otra ribera, tiene
un saliente que es llevado hasta el río; de este modo, desde las esquinas de la muralla se
alza, a lo largo de cada ribera del río, una muralla de ladrillos cocidos. En su mayor parte,
las casas son de tres y cuatro pisos, todas las calles corren en línea recta, no sólo las que
son paralelas al río sino también las calles transversales, que llegan al borde del agua...El centro de cada
división de la ciudad está ocupado por una fortaleza...En una se levanta el palacio de los reyes, rodeado por un
muro de gran resistencia y tamaño; en la otra se hallaba el recinto sagrado de Zeus Bel. HERODOTO: Los
nueve libros de la Historia
Khorsabad, la ciudad del rey Sargón II, se corresponde con la mítica Dur-
Sharrukin (fuerte de Sargón). Khorsabad fue construida en sólo diez años a 15
kilómetros al norte de Nínive. La historia de esta mítica ciudad ha quedado
fielmente reflejada en los textos grabados en sus artísticos bajorrelieves, en
algunos de ellos se han podido leer frases como éstas: «Sargón II construyó la
ciudad a los pies del monte Musri, más allá de Nínive, con la ayuda de esclavos
capturados y con sus propias manos». Dur-Sharrukin debió ser un verdadero
paraíso de jardines y palacios, templos y avenidas, como se lee en los bajorrelieves: «Sargón II dedicó día y
noche a proyectar la ciudad para hacerla habitable, para construir sus grandes santuarios, las sedes de los
grandes dioses y los palacios de su real residencia». También, gracias a los grabados conservados, se ha
podido saber la longitud del perímetro del recinto amurallado: 16.283 codos (unos 8 kilómetros), abierto en
ocho puertas -dos a cada lado- dedicadas a las divinidades Assur, Shamash, Ishtar y Bel. LARA PEINADO,
F: Mesopotamia. En Historia de la humanidad. Vol. 3. Arlanza Ediciones. Madrid 2000. Pp 99
La escultura exenta o de bulto queda reducida casi a la producción de imágenes del poder: bien
reproducciones de los administradores sumerios; de los patesi (imagen), príncipes-sacerdotes de
época neosumeria, o retratos reales. Plásticamente las soluciones van variando con el tiempo, pero
son constantes algunos tratamientos generales como la disposición frontal, la rigidez, la
concepción de bloque de las figuras o la ausencia de movimiento. En cuanto a los materiales
utilizados son variados, pero dada la ausencia de piedra en el entorno, son extrañas las grandes
obras monumentales. Se utilizan en cambio otros materiales duros como la diorita, el alabastro, el
basalto, etc., pero siempre en proporciones pequeñas, dándole a la figura cánones menores. Sólo
los lamassus, asirios y persas, tienen un mayor canon monumental. Por todo lo dicho se explica
que fuera frecuente la utilización de metales fundidos, como el bronce, en la producción artística.
El relieve, mucho más utilizado como forma de expresión plástica en todos los periodos de la historia
mesopotámica, desarrolla una mayor variedad de temas y de soluciones técnicas. La mayoría tienen un
carácter narrativo, haciendo así relato de múltiples actividades, desde las más trascendentes como la guerra
o las hazañas de sus reyes, hasta las más cotidianas, como trabajos domésticos o labores de campaña militar.
En todos se aprecia la utilización de numerosos convencionalismos, tanto para la solución plástica de sus
formas de expresión como para desarrollar su narrativa, y que son más numerosos entre los más antiguos.
Cabría citar entre otros, la perspectiva torcida, al modo egipcio, sobre todo en las figuras, representadas con la
cabeza y piernas de perfil y el cuerpo de frente; la utilización de registros para ordenar la sucesión narrativa; o
la ausencia de perspectiva.
ESCULTURA EN RELIEVE: NIVEL TÉCNICO
Entre todas las manifestaciones artísticas de los pueblos mesopotámicos, una destaca de
forma muy especial: los relieves asirios. En primer lugar constituyen un registro narrativo
de un enorme interés histórico, porque relatan visualmente todo tipo de acontecimientos, lo
mismo hechos de armas y campañas militares, que escenas de carácter cotidiano. Pero
también tienen un gran interés desde el punto de vista puramente artístico. No faltan
recursos plásticos de representación variados y complejos: movilidad de las escenas;
sentido del movimiento que adquieren las figuras; representación figurativa de los cuerpos; y sobre todo
gran capacidad expresiva. Aún así no faltan convencionalismos tradicionales: como la ausencia de
perspectiva, la proyección de la profundidad a través de la repetición de perfiles o miembros, o la narración
en registros, que también se utiliza en ocasiones.
Además de las denominadas «grandes artes», el mundo mesopotámico conoció un fértil cultivo
de las artes decorativas, disponiendo de los más variados materiales y técnicas. No repararon
en la utilización de metales preciosos, como ocurre en el período sumerio (2900-2330 a. C.), al
que pertenece el casco de Meskalandug (imagen), trabajo repujado sobre oro que imita un
tocado ritual y su cabellera lateral, con rizos decorativistas, y el arpa de Ur, rematada con una cabeza dorada
de toro y elaborada con taracea de madera, conchas y piedras preciosas. En la misma época se ha datado el
estandarte real de Ur, una pequeña placa, ejecutada mediante taracea de concha y caliza sobre lapislázuli;
posee escenas de guerra y de simposium desarrolladas en registros, y personajes dentro del estilo de las estela
de Eannatum y Urnanshe.
LA GLÍPTICA
Otro apartado en las labores artísticas es el referente a la glíptica, o arte de los sellos que, por su forma
cilíndrica repetían sus motivos ad infinitum sobre las tablillas de arcilla. Precisamente este sistema influyó en
los grandes asuntos decorativos de los frisos, con temática idénticamente repetida y que expresaban el sentido
oriental de lo infinito
Los frisos solían decorar muros externos, puertas o salones, utilizando una técnica
largamente experimentada en la zona: la cerámica vidriada. Ésta consiste en la
aplicación, sobre la cara externa de un ladrillo, de óxidos que, una vez cristalizados en
el horno, proporcionan intensos colores de transparencia vítrea; de este modo, a su
impactante efecto estético, unían la impermeabilización del muro y su protección frente
a los agentes climáticos. Numerosos edificios utilizaron este sistema decorativo, como
las Puertas de Ishtar de Babilonia (siglo VI a. C.) (imagen), que poseían su frente
ornamentado con animales en relieve, realizados con ladrillos salientes; estos animales,
rítmicamente repetidos poseían un simbolismo religioso: el toro era el dios Adad y el
grifo, Marduk.
Siguiendo el modelo de los frisos decorativos, el Palacio de Susa (siglo V a. C.) estuvo
ornamentado con similar sistema, como puede apreciarse en un fragmento de una
procesión de arqueros realizados en relieve, que se repetían de forma casi mimética
extendiéndose por la parte baja del muro y constituyendo un friso con enmarque
geométrico.