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T
eniendo presente la comprensión integral de la evan-
gelización, es absolutamente claro que en un Centro
Educativo, sobre todo si es confesional católico, la
misión evangelizadora no se reduce, ni se puede
agotar, en el hecho de que se garantice y se impar-
ta la Educación Religiosa Escolar como un área es-
pecífica del Currículo académico, exigido por la legislación
colombiana en todo centro educativo formal o escolarizado
desde el preescolar, pasando por la educación básica prima-
ria, la básica secundaria y la media vocacional. Como tampo-
co se cumple a cabalidad la misión evangelizadora del centro
escolar porque, además, se realicen regularmente algunas
celebraciones litúrgicas, se facilite la preparación a los sa-
cramentos de la iniciación cristiana, se lleven a cabo algu-
nas convivencias formativas, o se organicen algunos grupos
apostólicos, cosa que ciertamente es muy positivo, pero par-
cial e insuficiente.
Un Centro Educativo católico evangeliza a través de todo
su proyecto educativo inspirado en una visión cristiana de la
persona, de la sociedad y de la creación, y mediante el con-
junto de intervenciones encaminadas a la promoción integral
de la persona —de toda la persona y de todas las personas—
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La Religión enseña Vistas las cosas desde la tradición bíblica, y más específi-
a mirar la realidad, camente la cristiana, la Religión educa en la consideración de
no a través del la otra persona, de todo ser humano, como valiosa en sí
prisma del dinero misma, digna de todo respeto, por ser “imagen de Dios”, hijo
y el consumismo, e hija suyos, hermano y hermana en Jesucristo. Motivados por
sino a partir de el cristianismo, descubrimos en el otro un ser igual a mí, al que
las necesidades no puedo manipular ni convertir en instrumento a servicio de
y los intereses mis intereses. Grandes movimientos utópicos han recorrido la
de todos, y, en historia occidental inspirados en esta idea de la radical igual-
consecuencia, dad y dignidad de todos los seres humanos.
a obrar
En otras palabras, la tradición judeocristiana, como se
solidariamente.
acepta en general, es la gran transmisora del valor absoluto y
sagrado de la persona humana. Esta radicalidad humanista del
Evangelio ha sido asumida hoy por toda la conciencia laica de
nuestro tiempo. Pero no está, por demás, tomar conciencia de
las raíces religiosas de las que procede.
Otro gran aporte del judeocristianismo en el campo de los
valores es la clara conciencia de que la libertad y la res-
ponsabilidad son constitutivos de la persona huma-
na. La conciencia de ser un ser libre, no total y fatalmente
determinado, sino capaz de orientar la propia vida y, por lo
tanto, moralmente responsable de ella, es un valor reafirmado
constantemente por el judeocristianismo. La realización per-
sonal de cada uno, la situación actual de la sociedad y su futu-
ro, tienen que ver, dentro de circunstancias concretas, con la
libre voluntad de cada quien y del conjunto social. Nace así un
fuerte sentido de responsabilidad ante la vida, la historia y el
cosmos, del sentido del deber y de las opciones que se tomen
frente a ellos.
La solidaridad, fruto de un común origen, historia y des-
tino, vincula a cada ser humano con los otros. De ahí brota la
compasión activa, la solidaridad efectiva que está en la raíz del
profetismo, de los movimientos de liberación, de la sensibili-
dad ante cualquier injusticia cometida en cualquier parte del
mundo y, en general, de la actitud transformadora respecto a
la sociedad.
La Religión enseña a mirar la realidad, no a través del pris-
ma del dinero y el consumismo, sino a partir de las necesidades
y los intereses de todos, y, en consecuencia, a obrar solidaria-
mente.
Pues bien, los valores que el área promueve desde el Evan-
gelio tienden a formar actitudes y conductas coherentes con
una visión humanista y cristiana de la persona y de la sociedad.
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tico y fugaz en que vive. Esta realidad absoluta, que denomina- En todo ser
mos “Dios”, es el valor supremo al cual se refieren los demás humano hay,
valores relativos. Diríamos —tomando el símil de la bóveda— como acabamos
que Dios fungiría como el “vértice” de la bóveda, aquella piedra de señalar, una
central en la que convergen las fuerzas vectores de los arcos, búsqueda de
aquella sin la cual se desplomaría toda la bóveda. sentido de su
En el sentido que acabamos de señalar, todo ser humano propia existencia
tiene en cierta manera un “dios”, es decir, un valor absoluto y de motivaciones
que da cohesión y unidad a su vida y la salva del sin sentido y la para vivir.
desintegración caótica.
La religiosidad, en la perspectiva antropológica que hemos
señalado, y, más concretamente, Dios, cumplen dentro de la
vida del ser humano, el papel de integración y generación de
sentido, dando fundamento, explicación y direccionalidad a la
propia existencia, viniendo a ser el marco de referencia dentro
del cual se mueve la vida consciente de la persona.
Ahora bien, educación y religión convergen y se encuentran
cuando se quiere responder a la búsqueda de sentido presente
en los estudiantes y a su necesidad de una orientación en su
vida con base en un horizonte de significado.
En todo ser humano hay, como acabamos de señalar, una
búsqueda de sentido de su propia existencia y de motivaciones
para vivir. Dicha búsqueda e interrogantes no pueden ser re-
mitidos al ámbito de lo privado. La educación que acompaña
al niño, al adolescente y al joven a lo largo del proceso evoluti-
vo, debe apoyarlos en dicha búsqueda y brindar los elementos
para que puedan encontrar una respuesta.
Por eso la E.R.E., junto con otras asignaturas que se ocupan
directamente de la orientación de la vida, presentan la dimen-
sión religiosa de la persona, su apertura y relación con Dios,
como respuesta a la exigencia del ser humano abierto a la tras-
cendencia y en búsqueda del significado último de su existen-
cia, con todas las implicaciones éticas que ello comporta.
Presentar el núcleo esencial del mensaje cristiano y su sig-
nificación existencial e histórica.
Entre los objetivos del Centro Escolar está la formación
de una personalidad madura y responsable. Uno de sus ras-
gos será su actitud crítica, suficientemente motivadas ante la
propuesta religiosa, ya sea para asumirla vitalmente con mo-
tivaciones válidas, como también para no acogerla; en ambos
casos, con un respeto a la opción que cada uno asuma con una
conciencia suficientemente iluminada.
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