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Subjetividad juvenil
y participación
Motivaciones, sentidos y valoraciones de las
actividades sociocomunitarias

Informe de investigación e instrumento de trabajo para repensar las


propuestas de participación juvenil

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Editado y publicado por La Flecha Comunicación y Participación
Larrea 12 9º A, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
info@laflecha.org.ar // www.laflecha.org.ar

Coordinación
Facundo Montes de Oca, María Mannesi, Pablo Moschen

Equipo de procesamiento de datos, análisis y redacción


Jorgelina Martínez Torales, Florencia Tognolotti y M. Emma Argüelles

Colaborador técnico
Federico Bouilly

Colaboradores
Cecilia Acosta, Santiago Martínez y Pamela Mansilla

Diseño gráfico
Gastón Genovese y Renata Kándico www.estudiolate.org

Este trabajo de investigación y su publicación fueron realizados con el


apoyo del Programa de Fortalecimiento a Organizaciones de la Sociedad
Civil de la Dirección General de Fortalecimiento de la Sociedad Civil del
Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de Ciudad de Buenos Aires
en el marco de la Convocatoria de Proyectos 2011.

Montes de Oca, Facundo


Subjetividad juvenil y participación. Motivaciones, sentidos y valora-
ciones de las actividades sociocomunitarias: informe de investigación e
instrumento de trabajo para repensar las propuestas de participación
juvenil. / Facundo Montes de Oca; María Mannesi; Pablo Moschen; con
colaboración de Jorgelina Martínez Torales... [et.al.]. - 1a ed. - Buenos
Aires: La Flecha, 2013.
90 p.; 21x15 cm.

ISBN 978-987-29456-0-2

1.Jóvenes. 2.Participación. 3.Investigación Sociológica. I.Mannesi,


María II.Moschen, Pablo III.Martínez Torales, Jorgelina, colab. IV.Título
CDD 305.23

Fecha de catalogación: 17/05/2013

Hecho el depósito que establece la ley 11.723


“Los textos de este libro son copyleft. El autor y el editor autorizan la copia, distribución y
citado de los mismos en cualquier medio y formato, siempre y cuando sea sin fines de lucro,
el autor sea reconocido como tal, se cite la presente edición como fuente original, y se informe
al autor. La reproducción de los textos con fines comerciales queda expresamente prohibida
sin el permiso expreso del editor. Toda obra o edición que utilice estos textos, con o sin fines
de lucro, deberá conceder estos derechos expresamente mediante la inclusión de la presente
cláusula copyleft.”

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Índice
Presentación 8
Introducción 10

1. Motivaciones para participar 15


1.1. Motivaciones iniciales 16
1.2. Condiciones favorables 19
1.3. Modalidad de integración a las organizaciones 24
1.4. Motivos para continuar la actividad 25
1.5. Palabras finales 29
Propuestas para la reflexión 31

2. Sentidos que le otorgan las y los jóvenes a la participación 35


2.1. ¿Qué es la participación para las y los jóvenes? 36
2.2. La finalidad de la participación 43
2.3. Dedicación de las y los jóvenes a las actividades 47
2.4. Palabras finales 50
Propuestas para la reflexión 51

3. Valoraciones de las y los jóvenes sobre los espacios de


participación 55
3.1. Primeros emergentes 56
3.2. Lugar de las y las jóvenes en la organización 61
3.3. Grupo y clima de trabajo 65
3.4. La estructura de trabajo 68
3.5. Compromiso de las y los participantes y tamaño de la
organización 72
3.6. Palabras finales 73
Propuestas para la reflexión 75

Conclusiones 78

Bibliografía 83

Recomendaciones bibliográficas sobre juventud 83

La Flecha Comunicación y Participación 87

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6
Agradecemos profundamente

a las juventudes que en distintos espacios participan


activamente en la transformación de la sociedad.

a las y los jóvenes que son parte de los proyectos de La


Flecha desarrollando su creatividad, siendo protagonistas
de sus vidas y del desarrollo de sus comunidades.

a quienes participaron en las entrevistas y grupos focales


con gran generosidad.

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Presentación
Esta publicación es, por un lado, un informe que describe los resultados
de una investigación social sobre la subjetividad juvenil construida en
torno a la participación social y es, al mismo tiempo, un instrumento de
trabajo para la reflexión sobre el tema mediante preguntas, ejercicios y
bibliografía recomendada.

El trabajo de investigación es un estudio cualitativo de tipo explorato-


rio que busca dar cuenta de la diversidad de sentidos posibles sobre
la participación social. El mismo tiene como objetivo indagar sobre las
motivaciones que impulsan a los y las jóvenes a participar, los sentidos
que le otorgan a la participación en actividades sociocomunitarias y las
valoraciones que hacen de las modalidades de trabajo que se dan en los
espacios en los que participan.

El texto está acompañado por una serie de preguntas de reflexión desti-


nadas a referentes de organizaciones para facilitar un diagnóstico simple
hacia dentro de la institución a partir de las perspectivas de las y los
jóvenes entrevistados en la investigación; fragmentos de texto resaltados
que hacen hincapié en núcleos temáticos importantes; y sugerencias bi-
bliográficas sobre las juventudes y la participación actualizadas, con las
que se podrá profundizar en los temas tratados. Además, se proponen
ejercicios para que las y los integrantes de las organizaciones puedan
poner en circulación los planteos de los y las jóvenes.

Este carácter de “instrumento de trabajo” responde a la necesidad ma-


nifiesta de muchas organizaciones sociales de desarrollar propuestas
participativas atractivas para jóvenes, de convocarlos y/o de favorecer el
sentido de pertenencia dentro de la institución.

Para aquellas organizaciones que trabajan con jóvenes o quieran hacerlo,


esperamos que este material sea útil para poner en cuestión los propios
supuestos sobre la participación juvenil, las formas de organización, los
objetivos y el modo en que llevan adelante las actividades. Por lo tanto,
este trabajo apunta a que la organización pueda pensarse a sí misma e
implementar los cambios que sean necesarios.

Desde La Flecha, consideramos que las organizaciones sociales que quie-


ren trabajar con jóvenes deben repensarse para poder potenciar y habili-
tar nuevas formas de participación concretas. Creemos que no debemos
pedirles a las y los jóvenes que se adapten o cambien sus preferencias,
comportamientos y prácticas sino que, por el contrario, las instituciones
deben tener en cuenta esos factores para adecuarse e incluirlos en sus
modos de funcionamiento.

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Marco institucional

Este trabajo se enmarca en el Programa de Investigación de La Flecha. El


mismo tiene como objetivo investigar las culturas juveniles, sus valores y
sus formas de asociación, participación e intervención en lo público, con
el fin de producir conocimientos relevantes para el desarrollo de acciones
y proyectos que promuevan la inclusión de las y los jóvenes; así como
abordar y posicionar en la agenda pública las diversas problemáticas que
los afectan.

La Flecha Comunicación y Participación es una organización social que


promueve la inclusión y el protagonismo juvenil a través de talleres de
producción de piezas comunicacionales y la creación de espacios de ac-
ción comunitaria. La organización lleva las ideas a la acción generando
oportunidades para que los y las jóvenes participen activamente en la
construcción de una sociedad inclusiva y más democrática. Para cumplir
con sus objetivos, La Flecha diseña proyectos en base a cuatro líneas de
trabajo. Todas se orientan a promover el protagonismo y la libre expresión
de las y los jóvenes, pero acentúan sus metas en diferentes aspectos:
comunicación, participación comunitaria, inclusión social e investigación.

Esta iniciativa se realizó con el apoyo de la Dirección General de For-


talecimiento de la Sociedad Civil del Ministerio de Desarrollo Social del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de la Convocatoria
de proyectos del Programa de Fortalecimiento a Organizaciones de la So-
ciedad Civil.

También colaboraron diversas organizaciones sociales, políticas y religio-


sas que realizan actividades con y/o para jóvenes tales como: Agrupación
Somos, MINU Asociación Civil, Techo, Uniendo Caminos, Colectivo Sim-
biosis, Alegría Subterránea, Asamblea de Flores, Biblioteca Argentina para
Ciegos, Colectivo Militante, Movimiento Evita, Frente Cultural Raymundo
Gleyzer, Unión Cívica Radical (UCR), Partido Justicialista (PJ), Juventud
Rebelde, Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Movimiento
Emancipador Sur, Propuesta Republicana (PRO), La Chocolateada de
Once, Grupo Misión de la Parroquia Santa Cruz, Parroquia Madre de Dios
de Villa Lugano, Bet-Hilel y Hashomer Hatzair.

9
Introducción
La participación juvenil es un tema complejo que se ha instalado en nues-
tra sociedad en los últimos años. Está en boca de los ciudadanos, presente
en los medios de comunicación, y se estudia con cada vez más interés en
el campo académico. A pesar de que la participación haya crecido y sea
masiva, algunas organizaciones sociales, políticas, culturales y religiosas
tienen serias dificultades para convocar a las y los jóvenes, hacerles pro-
puestas atractivas para participar y mantener su compromiso constante.

Teniendo en cuenta este escenario, este informe de investigación e instru-


mento de trabajo aborda la participación de los y las jóvenes en activida-
des sociocomunitarias llevadas a cabo en diversas organizaciones. Se re-
flexiona sobre aquello que los motiva a participar, los sentidos que le dan
a sus prácticas y la valoración que tienen respecto de los espacios de los
que forman parte. Asimismo, se proponen herramientas y preguntas para
que miembros referentes de las organizaciones que trabajen con jóvenes
o deseen hacerlo, puedan repensarse a la luz de la subjetividad juvenil.

Para contextualizar este trabajo, consideramos pertinente mencionar que,


en los años noventa, las investigaciones acerca de la participación juvenil
describían “un panorama recurrente en este tema: la apatía explicada
desde la falta de legitimidad otorgada a las instituciones políticas” y que
“un sesgo de esta perspectiva de análisis omite el rastreo de otras formas
de participación socio-política no tradicionales las cuales, al invisibilizarse,
ocultan novedosas fuentes de activismo juvenil que son relevantes (para
mencionar sólo algunas: la militancia en organizaciones populares de dis-
tinto tipo, las prácticas socio-culturales de denuncia o expresivas de rei-
vindicaciones de distintos grupos, el ecologismo)” (Bonvillani, 2008: 56).

Los estudios sobre las y los jóvenes después del 2007 han cambiado, se
han orientado a investigar la acción social (territorial), en la cual se aborda
la compleja relación entre condición juvenil y acción colectiva, a partir de
su involucramiento en las distintas expresiones que ha asumido la partici-
pación política a través de organizaciones de fuerte arraigo territorial. És-
tas se iniciaron a mediados de los ’90 y se han ido consolidando a lo largo
de la primera década de este siglo. En este sentido, podemos mencionar
los trabajos de Zibechi (2003), Bonaldi (2006), Vázquez (2007), Vázquez
y Vommaro (2008), Piccotto y Vommaro (2007) y Colectivo Situaciones
(2002), que analizan “la importancia que ha tenido la participación de los
jóvenes en espacios organizativos, fuertemente atravesados por la búsque-
da de alternativas que les permitan no sólo dar expresión a sus demandas
políticas, sino satisfacer sus necesidades materiales básicas, a partir de
una situación de fuerte precarización y/o exclusión laboral” (Bonvillani,
2008: 63). En estos últimos años, se ha vuelto a analizar la participación
política de las y los jóvenes en agrupaciones político-partidarias.

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Este trabajo continúa estas búsquedas mirando a jóvenes que participan
en diversas organizaciones, “asumiendo una noción amplia de participa-
ción, abarcadora de diversos tipos de instituciones: partidos políticos, sin-
dicatos y organizaciones de la sociedad civil. No se restringe a los proce-
sos e instituciones que buscan influir directamente sobre el poder político
o que tienen como meta alcanzarlo. Se incluyen en la noción otras formas
de asociación o trabajo comunitario orientados tanto a la satisfacción de
distintas necesidades como a la instalación de determinados temas en la
agenda pública” (Montes de Oca y Bouilly, 2012: 110).

Asimismo, “se enfoca la participación como una realidad dinámica. Sus


distintos componentes (prácticas, objetivos, actores, estrategias, etc.) va-
rían a lo largo de la historia. Además, tales modificaciones se anclan en
las diferentes situaciones sociales, económicas y políticas de cada periodo
histórico. Los cambios culturales de los actores comprometidos en ellas la
marcan también con su impronta” (Ídem, 2010: 109).

Algunos conceptos básicos

Entendemos que, en términos conceptuales, la juventud no puede defi-


nirse de manera única y lineal, sino que debe ser abordada en su com-
plejidad y entendida, en primer lugar, como una categoría analítica, cons-
truida histórica y culturalmente. En segundo lugar, vinculada con la edad
biológica -pero no sólo con ella-, ya que también está relacionada con las
condiciones materiales y culturales de existencia, de lo que se desprende
que es un término relacional, que debe ser entendido teniendo en cuenta
el momento histórico particular y concreto que se quiere estudiar. Por
último, reconocemos -de acuerdo con Alvarado y Vommaro (2010)- que
sólo en las últimas décadas del siglo pasado (desde 1985), se reconoció
a la juventud como una fase plena de la vida, con sus particularidades y
complejidades, y no sólo como una etapa de transición entre la niñez y la
adultez. En este sentido, debemos tener en cuenta que no hablamos de
juventud, sino de juventudes diversas.

El concepto de “conexión generacional” nos ayuda a complejizar el con-


cepto de juventud. Haber nacido en el mismo período histórico no implica
compartir una conexión generacional. Ésta tiene que ver con un modo de
“ser los individuos los unos con los otros en el que se está vinculado a
otro por algo; pero de esta adhesión no se deriva aún, de forma inmediata,
ningún grupo concreto” (Vommaro, 2012: 4). La “conexión generacional”
se da cuando, además de estar expuesto a vivencias comunes o semejan-
tes, hay ciertas maneras de entender y sentir su lugar en la sociedad, los
problemas comunes y los modos de hacer.

En este trabajo de investigación, se entrevistaron a jóvenes de la misma


franja etaria que comparten la experiencia de formar parte de actividades
sociocomunitarias. La participación en estas actividades supone “estar

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expuesto a ciertos fenómenos socioculturales similares”. Y si “el problema
de las generaciones es identificar cómo se elaboran conexiones concretas
entre los integrantes” (Vommaro, 2012: 4), estudiamos, a partir de lo que
las y los jóvenes expresan, si existen o no esas conexiones y cuáles son.

Por otro lado, se utiliza la categoría “actividades sociocomunitarias” para


definir aquellas tareas que tienen un fin social y se llevan a cabo en, para y
con una comunidad determinada. Estas tres preposiciones hacen referen-
cia a las tres dimensiones de la acción que se lleva a cabo: en un campo
específico para atender una problemática específica de ese lugar, traba-
jando con las personas que pertenecen a la población a quien se destina
el proyecto, teniendo en cuenta sus perspectivas, sus particularidades y
sus inquietudes, para alcanzar el objetivo de cambiar la situación inicial.
Dentro de esta categoría entran actividades tan diversas como: recrea-
ción, arte, educación, talleres de oficios, apoyo escolar, entre otras. Sin
embargo, es posible construir una serie de invariantes, es decir, ciertas ca-
racterísticas que aparecen como una constante en el amplio espectro de
actividades sociocomunitarias. Entre estas se identifican al menos siete:
•• persigue un fin social;
•• debe darse en el ámbito público;
•• no posee remuneración económica;
•• se da en un marco acotado, es decir, es llevada adelante por un
colectivo (en el sentido de contar con estructuras de jerarquización,
asignación de responsabilidades y tareas, en consonancia con el
trabajo simultáneo de otras personas);
•• está orientada a resultados concretos;
•• se sostiene en el tiempo (no es algo esporádico ni espontáneo); y
•• se caracteriza por ser de acción directa (relación cara a cara).

Para conocer la subjetividad de las y los jóvenes que realizan actividades


sociales, nos centraremos en tres temas fundamentales: las motivaciones,
los sentidos y la valoración de los espacios.
Sobre cada uno de ellos, se formuló una serie de preguntas que guiaron
el trabajo:

Las motivaciones: ¿Cuáles son las motivaciones que llevan a las y los
jóvenes a participar? ¿Con qué se vincula el inicio de su involucramiento?
¿Está vinculado con sus intereses? ¿Tienen influencia las posibilidades
de desarrollo personal y profesional del joven? ¿Es posible vincularlo al
desarrollo personal en cuanto a lo afectivo o a la búsqueda de un sentido
de vida o al proceso de construcción de identidad? ¿Qué lugar ocupa la
solidaridad o el deseo de beneficiar de alguna manera a terceras perso-
nas? ¿Pueden estar motivados por un horizonte de transformación radical
de la sociedad?

Los sentidos: ¿Cuál es el sentido que los y las jóvenes que participan de
actividades sociocomunitarias otorgan a su acción? ¿Es posible verificar
un sentido práctico-técnico a la participación por contraposición a una

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idea de transformación radical de la sociedad? ¿Se orienta, por lo tanto, la
participación a actividades de corto plazo, concretas y tangibles que pro-
duzcan resultados concretos? ¿Influyen estas actividades en el desarrollo
integral del sujeto que actúa?

La valoración de los espacios: ¿Cuáles son las modalidades de trabajo


y cuáles las características de los espacios de participación que contri-
buyen a que los y las jóvenes sostengan su involucramiento? ¿Cómo son
las relaciones y los ordenamientos que se construyen? ¿Es valorado po-
sitivamente por los y las jóvenes que estos espacios les den lugar para
la opinión y la toma de decisiones, otorgándoles un rol de protagonistas
y agentes activos? ¿Son el grupo de pares y el clima de trabajo factores
evaluados por los y las jóvenes? ¿Les resulta importante que la actividad
realizada sea considerada gratificante, divertida, placentera? ¿Qué tipo de
compromiso implica esa permanencia?

Herramientas metodológicas

Para encontrar respuestas a esta serie de interrogantes, se decidió llevar


adelante una investigación de tipo cualitativo. Consideramos que bajo
esta metodología se llegan a apreciar detalles y matices que enriquecen
el conocimiento sobre las prácticas participativas juveniles en la vida co-
tidiana de los individuos. Consecuentemente, los instrumentos metodoló-
gicos elegidos fueron la entrevista en profundidad y los grupos focales.
La utilización de estas técnicas presenta características particulares, por
ejemplo su estilo abierto, que permite la obtención de una gran riqueza
informativa en las palabras y enfoques de las y los entrevistados. Al mis-
mo tiempo, proporciona la oportunidad de clarificación, seguimiento de
preguntas y respuestas en un marco personalizado, flexible y de mayor
intimidad, que puede favorecer la transmisión de información no super-
ficial (Taylor y Bogdan, 1986). La entrevista en profundidad resulta de
gran utilidad para la reconstrucción de acciones pasadas, así como para
el estudio de representaciones sociales personalizadas: sistemas de nor-
mas y valores asumidos, creencias prejudiciales, rutas y trayectoria vitales
particulares, etc. (Valles, 1997).

En el trabajo de campo, llevado adelante durante la segunda mitad de


2012, se realizaron siete grupos locales con la participación de entre
ocho y quince jóvenes, y cinco entrevistas individuales en profundidad. La
edad de las y los entrevistados es de entre 18 y 25 años y provienen de
sectores medios de la Ciudad de Buenos Aires. Al momento de la realiza-
ción de las entrevistas grupales, los y las jóvenes llevaban a cabo activida-
des sociocomunitarias en veintidós organizaciones. Realizan estas tareas
en el marco de su participación en instituciones tales como asociaciones
civiles, agrupaciones de partidos políticos, grupos vinculados a asociacio-
nes religiosas católicas y judías y centros culturales. La investigación se
focaliza en las y los jóvenes que realizan actividades sociocomunitarias,
independientemente de la organización de la que forman parte.

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14
1.

Motivaciones
para
participar

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1.1. Motivaciones iniciales
Por motivación inicial entendemos aquel motivo o razón que estimuló al
joven a realizar por primera vez una actividad sociocomunitaria, antes de
incorporarse a la organización en la que actualmente participa.
Dentro de las razones mencionadas con mayor frecuencia, encontramos
un primer grupo de motivaciones que tiene que ver con la conciencia de
una desigualdad social y la necesidad de realizar un cambio en esas situa-
ciones. Un segundo tipo está relacionado directamente a la acción, al tipo
de actividades que desean realizar las y los jóvenes o simplemente a la
sensación de que querían “hacer algo”. Un tercer grupo de motivaciones
está vinculado a las capacidades personales y al desarrollo profesional o
educativo de los y las jóvenes. Aparecen, también, razones vinculadas al
deseo de conocer diferentes realidades o de relacionarse con un determi-
nado destinatario a quien está dirigida la tarea. Finalmente, surgen moti-
vaciones ideológicas y creencias que los impulsan a realizar esa actividad.

Desigualdad y necesidad de un cambio

En su mayoría, los y las jóvenes manifiestan que su motivación inicial


tuvo que ver con una disconformidad ante situaciones de desigualdad,
injusticia o la realidad del país, frente a lo cual sienten que tienen que
hacer algo para lograr un cambio, una transformación. Partiendo de esa
disconformidad, algunos hablan de “cambiar” la rea-
Las y los jóvenes lidad y de tener una posición activa para transformar
esas situaciones injustas. Éstas, en general, no tienen
manifiestan que su
que ver con problemáticas en las que los y las jóvenes
motivación inicial tuvo que están directamente involucrados (excepto algunos ca-
sos en los que el involucramiento parte de un reclamo
ver con una disconformidad
en la facultad o un derecho vulnerado vinculado a la
ante situaciones de discapacidad). En la mayoría de los casos, las situa-
ciones indignantes afectan a personas en situación de
desigualdad e injusticia.
vulnerabilidad social, como personas en situación de
calle, niños que no terminan sus estudios, familias en
condiciones particulares, la pobreza en general, etc. A
partir de eso, sienten suya la responsabilidad de resolver esas “injusti-
cias”. Esto se puede leer cuando un joven entrevistado dice:

“Yo creo que empecé a participar en distintos lugares por dos patas:
una es cierta disconformidad, o muchísima disconformidad con la rea-
lidad, o aspectos de la realidad, de salir a la calle y decir ‘no, esto no
está bueno y quiero que se cambie’, bueno, cómo hago para cambiarlo:
participando en los lugares que pueda, en los que me abran las puertas
y en los que me parezcan interesantes. Pero siempre partiendo de la
base de que quiero hacer algo porque algo está mal…” (GF4).

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Otros y otras jóvenes no hacen referencia a las situaciones de desigual-
dad, pero en la misma línea afirman que consideran muy importante lo-
grar un cambio, una transformación. En general, cuando las y los jóvenes
hablan de “cambio”, no lo hacen en el sentido macro o estructural, sino
que, por el contrario, aluden a tener incidencia en situaciones sociales
concretas, particulares, específicas y acotadas.

La actividad

Un segundo grupo de motivaciones se centran en el tipo de actividad. Lo


que atrae a muchos y muchas jóvenes tiene que ver directamente con lo
que la organización hace y el área de trabajo en la que se desenvuelve:
actividades vinculadas a la educación, a la participación ciudadana, al
trabajo territorial, a dar formación, a realizar tareas de comunicación, etc.

“A mí me llamó mucho la atención el trabajo con los adolescentes


puntualmente, yo veía que el adolescente como tal ya es una situación
conflictiva. Yo sentía que a esa situación de adolescencia, que ya de por
sí es un conflicto, sumarle una situación vulnerable por sus cuestiones
familiares, sus cuestiones habitacionales o también educacionales, era
un gran conflicto en el que yo podía ayudar” (GF1).

Más adelante veremos que, en relación a esto, uno de los elementos más
nombrados por las y los jóvenes, a la hora de señalar lo que más les
gusta de la organización, es la realización de las actividades y tareas. En
este sentido, le otorgan gran importancia a que estén relacionadas a un
tema o contenido específico en consonancia con sus gustos, experiencias
de vida o intereses particulares. Si bien, en general, los y las jóvenes se
comprometen con problemáticas que afectan a terceros, en algunos ca-
sos, están ellos mismos involucrados en aquello que quieren resolver. En
términos generales, esto se da en quienes provienen de sectores medios
bajos, inmigrantes de países limítrofes o quienes tienen una discapacidad.
En algunos de los discursos de los y las jóvenes, puede leerse el senti-
miento de tener que “hacer algo”, encontrar aquello que les falta, como
una suerte de búsqueda personal.

“Me parece que lo que cambió del 2008 a esta parte, es que cuando
me acerqué a [la organización], la motivación principal estaba preci-
samente en la base. En el principio de todo, en hacer algo piola, hacer
algo en el barrio, hacer algo en la facu” (GF6).

Esa necesidad de involucramiento se expresa, luego, en la tarea que rea-


lizan, y –en algunos casos- los lleva a recorrer distintas organizaciones.
Algunos y algunas entrevistadas manifiestan que se unieron a determina-
da institución, porque les atrajo el hecho de que llevara a cabo muchas
actividades sociales

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Aspectos personales

El tercer tipo de motivaciones iniciales tiene que ver –como ya menciona-


mos- con aspectos personales. Por ejemplo, las y los jóvenes afirman que
la tarea que desarrollan está en sintonía con sus gustos personales o que
¿Con qué información
contamos a la hora de les permite poner en práctica sus habilidades. Expresan que les da gusto
convocar a las y los participar en determinadas actividades porque pueden compartir lo que
jóvenes a participar en la saben hacer y se relaciona con su vocación.
organización? ¿Cuánto Muchas y muchos, además de mencionar la importancia de la concor-
conocemos de las y los
dancia con sus conocimientos e intereses, entienden que llevar adelante
jóvenes -sus intereses,
expectativas, formación esas tareas puede constituir una experiencia de formación, que les per-
y deseos- que queremos mite aprender sobre gestión o a dar clases, así como también conocer
convocar o que participan distintas situaciones o realizar actividades que los enriquecen personal y
en la organización? profesionalmente.
En ningún caso adjudican a la actividad sociocomunitaria un saldo nega-
tivo, sino que, por el contrario, hacen explícita la satisfacción personal o el
beneficio que ellos y ellas obtienen al realizarla. Notamos que ese saldo
positivo está ligado a que dicha actividad se constituye en un espacio de
aprendizaje de dos tipos diferenciados: por un lado, de formación aca-
démica profesional y, por otro, una oportunidad de crecimiento integral.
De las actividades que
propone la organiza- “Yo personalmente siempre la tomé como un espacio de formación,
ción, ¿cuáles creen que como para mí ha sido mi familia, mi grupo de amigas, mi colegio se-
responden a los intereses cundario (...) Estoy en constante aprendizaje, eso sigue siendo una mo-
juveniles? ¿Proponemos
tivación. Además de un medio creo que encontré eso en la organiza-
actividades para que las y
los jóvenes que se acercan ción que me da placer” (GF1).
a participar puedan poner
en juego sus saberes,
experiencias y trayectorias Conocimiento de otras realidades sociales
haciendo un aporte perso-
nal a la acción colectiva?
Algunos y algunas jóvenes manifiestan que les resulta atractivo “conocer
realidades diferentes” a la propia. Expresan que quieren vincularse con
otras personas, salir de su círculo, tener contacto con situaciones distintas
a las que ellos viven o, en algunos casos, quieren satisfacer una curiosi-
dad. En este sentido, hay quienes mencionan que esta apertura individual
a nuevas realidades los ayudó a crecer personalmente. Esta afirmación en
voz de las y los entrevistados se relaciona con el tipo anterior de motiva-
ción (aspectos personales), donde la participación en actividades socioco-
munitarias puede ser vista como un espacio de aprendizaje.
Por otro lado, otros y otras jóvenes afirman que este tipo de acciones los
ayuda a tomar conciencia de que la sociedad es mucho más amplia y
diversa que lo que perciben en su entorno social.
Como se ha dicho, el disparador inicial tiene que ver, mayormente, con
la disconformidad ante situaciones injustas que les ocurren a terceros,
pero luego, cuando el discurso avanza, dejan de hacer referencia a otras
personas y se focalizan en ellos mismos. Si bien la mayoría comienza a
formar parte de una actividad sociocomunitaria centrándose en una pro-
blemática ajena que desean cambiar, quieren participar, además, porque
les genera un beneficio.

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Dentro de este grupo de motivaciones, se encuentran también aquellas
que tienen que ver con un destinatario concreto, como -por ejemplo- el
hecho de hacer actividades con niños.

“A mí la primera actividad que me tocó vivir con [la organización] fue en


la 1-11-14 y –como ya dije– yo tenía como esa vocación, ocuparme de
los chicos... ellos no tienen la culpa de nada y creo que darles un buen
momento, estar con ellos, brindarles afecto para mí es primordial” (GF6).

Ideología y creencias
Algunos y algunas jóvenes, que también expresan una motivación directa-
mente vinculada a la ideología, afirman que compartir ideales y políticas
de determinadas organizaciones o partidos los motiva a vincularse con
éstas. La mayoría de quienes mencionan esto son jóvenes que participan
en partidos políticos.
La motivación vinculada a la fe religiosa se observa en algunos y algunas
jóvenes que forman parte de grupos vinculados a la iglesia católica. Sin
embargo, notamos que son muy pocos quienes hacen referencia a la fe
para expresar la motivación que los ha llevado a involucrarse en un primer
momento.

1.2. Condiciones favorables


Aquello que motiva la realización de una tarea, cualquiera sea esta, no es
algo único o lineal. Generalmente, tiene que ver con múltiples causas e
incluso quien la lleva a cabo puede no ser plenamente consciente de qué
lo impulsa. Conversando con las y los entrevistados, notamos que iden-
tifican ciertas “influencias” de terceros y se observan referencias a una
causa previa a aquello que se identifica como motivador principal: aluden
a ciertas condiciones que habilitan, favorecen y estimulan la participación.
Rescatamos, al menos, cuatro grupos de factores que generan condicio-
nes favorables para la realización de estas actividades. Un primer factor
está vinculado a la socialización primaria en la familia. El segundo refiere
a su paso por la escuela. Un tercer factor tiene que ver con el entorno
social próximo, los amigos y el lugar donde residen. Por último, conside-
ramos un cuarto factor: la coyuntura y la situación social-política en la que
están inmersos los y las jóvenes.

La familia

En varias oportunidades, las y los jóvenes afirman que más allá de las
circunstancias en las que han decidido integrarse a una organización, hay
otras influencias más profundas que tienen que ver con la construcción
identitaria y con la socialización primaria, especialmente el lugar de la
familia nuclear.

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“Primero mis motivaciones vienen de mi casa particularmente. No por
experiencias militantes, o sí y no. Por vivir situaciones en las cuales
mis papás se vieron perjudicados. Mi papá es gastronómico y en su
momento, mi papá siempre estuvo como muy cercano al sindicalismo y
demás, de hecho cuando surgió el tema de la CTA, mi papá se involucró
mucho, empezó a participar en eso. A mí al principio no me parecía
muy... yo era muy reacia a todo el tema de la política, nunca me había
interesado, pero como la enseñanza –por decirlo de alguna forma– de
‘tener que luchar por tus derechos’ y demás, es lo que mamé en pri-
mera instancia” (GF6).

Otra entrevistada dijo:

“Siempre me gustó ayudar y moverme. En gran parte lo debo a mi casa


y lo debo al movimiento. Como es un movimiento judeo-humanista,
hace una revisión de lo que son los preceptos judíos, y el hecho de la
ayuda al prójimo es súper importante. Aparte somos socialistas y tiene
mucho que ver” (GF4).

Vemos que esta generación no está sola en la práctica: si bien son ellos
los protagonistas, han recibido el impulso para involucrarse del ejemplo
de la generación de sus padres. “Lejos están de la ruptura generacional
radical que se efectuó en los años sesenta y setenta, como ruptura polí-
tica y cultural profunda donde los padres eran vistos como un horizonte
negativo que había que quebrar y transformar. Los jóvenes entrevistados
se reconocen como la continuidad de sus adultos, como la continuidad de
una generación que en cierta forma abriga la suya” (Saintout, 2012:14).
Al respecto, un entrevistado comenta:

“Yo empiezo a militar en el 2002, yo estaba en segundo año, (...) de


chico me crié en espacios de participación en el barrio con mi papá
en una Unidad básica, bastante recluida de lo que era los ‘90, así que
lo sufrí mucho, viví el 2001, estuve en la plaza el 2001, teniendo doce
años, con mi papá y con mis tíos” (GF5).

Más allá de la orientación política, ideológica o religiosa, esta generación


de jóvenes no ha recibido la herencia del miedo. El mensaje del “no te
metas” no los está frenando, sino todo lo contrario: los padres acompa-
ñan la participación de sus hijos. Es probable que “la construcción oficial
de una memoria histórica de la Dictadura por fuera de la teoría de los dos
demonios y más cerca de una memoria militante (permita) exorcizar el
miedo a ‘meterse en política’” (Kriger, 2012: 9).

La escuela

Un hallazgo importante es el lugar que las y los entrevistados le dan a la


escuela. Más allá de las críticas que le propician a la educación pública
a la hora de formar ciudadanos, muchas y muchos hacen referencia a

20
la influencia de esta institución, sus actores, sus propuestas, sus valores,
entre otros aspectos, y cómo esto generó en ellas y ellos una conciencia
especial, una sensibilidad social o una predisposición a participar.
Esta valoración de la escuela está en línea con lo que Kriger (2010) sos-
tiene acerca de la educación pública. Ella se pregunta: “¿Pero cuál es el
rol que se le asigna a la pedagogía y más específicamente a la educación
estatal en este nuevo escenario cuando, tras más de una década de retiro,
el Estado recupera su protagonismo y, alegóricamente, vuelve a desposar
a la Nación? Además de ser convocada como parte y testigo de estas
segundas nupcias de sus progenitores, la escuela vuel-
ve a asumir funciones claves en la formación de los Hay otras influencias más
ciudadanos de la «nueva Argentina», y fundamental-
profundas que tienen que
mente retoma centralidad en la transmisión de sen-
timientos de identidad nacional y en la formación de ver con la construcción
conocimientos sobre el pasado común, como también
identitaria y con la
en la gestión de la memoria reciente, especialmente de
la última dictadura militar” (Kriger, 2010: 64). socialización primaria.
En este sentido, otra entrevistada afirma:

“Después yo fui al Nacional y seguía teniendo esa mentalidad de que


me parecía... el tema de las tomas y eso, como que estaba re en contra.
Pasaron los años y con la formación pude tener otras miradas y a partir
de ese momento, si bien no militaba sí era muy activista, independien-
te, nunca involucrada en ninguna organización porque tampoco me
gustaban las que estaban en ese momento, que sobre todo eran las de
izquierda tradicional. Después de ahí empecé a ya tener un poco más
de ganas y motivación, conjugando lo que había vivido en mi casa y a
la experiencia en el colegio” (GF6).

En esta misma línea, Saintout encuentra que “en los relatos de los jóvenes
que están transitando aún por la experiencia del secundario la escuela
aparece como una referencia fundamental para la política” (2012:12).
Las y los jóvenes mencionan referentes en la escuela, algunos compañe-
ros y especialmente profesores:

“Yo siempre creo que la motivación me la dieron mis maestros, que


nunca dieron el brazo a torcer, en una provincia muy complicada, (...)
el lugar donde yo estaba todos los días –que era el colegio secundario–
tenía ejemplos de personas, de docentes, que me decían ‘tenés que
luchar por lo que es tuyo, tenés que hacer algo, no te quedes sentado’.
El caso de Neuquén es un caso que la mayoría conocerá” (GF6).

El entorno social

En los relatos de los y las jóvenes están presentes también otros aspectos
que tienen que ver con la situación actual, el entorno personal, las amista-
des, los compañeros de estudio y el lugar geográfico en el que habitan, es-
pecialmente en los casos en el que han cambiado de ciudad para estudiar.

21
Algunos y algunas mencionan que ya pertenecían a algún grupo, que es-
taban allí por estar con amigos, que se sentían a gusto y que allí habían
surgido diferentes iniciativas sociales a las que se sintieron convocados.
Esta pertenencia se presenta en muchas formas diferentes: un colectivo
popular en el que se comparte la vida cotidiana y la militancia, un grupo
Para la incorporación
de nuevos jóvenes de una parroquia, una asociación de personas que tienen una discapa-
participantes, ¿se apela a cidad, miembros de una misma colectividad, entre otras. En ese espacio
los vínculos cercanos de de pertenencia, por iniciativa de alguno de sus integrantes o de los coor-
quienes ya participan en el dinadores, se les propuso realizar una actividad o un proyecto al que
espacio?
decidieron incorporarse.
Otras y otros entrevistados afirman que ver a jóvenes que están activando,
luchando por sus derechos o realizando diversas actividades sociales, los
impulsa a tomar el mismo camino.
En la gran mayoría de los casos, fue una persona amiga, cercana o com-
pañera de estudios u otras actividades quien les propuso participar y ellos
y ellas respondieron positivamente.

“Yo arranqué el año pasado. Estaba haciendo un curso de clown y una


de mis amigas de ese taller me dice ‘vení, vamos, tengo un amigo que
tiene un centro de yoga que hace una juntada y después salimos to-
dos al subte a hacer locuras’, ‘bueno, dale, no veo nada malo en eso’”
(GF2).

¿Qué lugar se le da a Si bien las y los entrevistados viven y realizan sus actividades en la Ciudad
los vínculos personales
de Buenos Aires, notamos que muchas y muchos de los que participan
dentro del trabajo de la
organización? provienen de otras provincias. Algunas y algunos, al describir su incorpo-
ración, mencionan que estaban buscando dónde integrarse y/o que antes
de mudarse a la ciudad hacían este tipo de actividades.
Por la valoración que se le da al factor grupal, el modo y el momento de
acercarse, creemos que la acción de integrar y permanecer en un grupo
tiene mucho que ver a la hora de la participación comunitaria.

Contexto social y político

Algunas y algunos de los entrevistados refieren a situaciones sociales,


eventos, acontecimientos que irrumpieron en la vida social-política, e im-
pactaron sobre sus modos de percibir y actuar en la sociedad. La crisis
del 2001 y las manifestaciones o movilizaciones que en ese momento se
sucedieron, el conflicto con “el campo” y las discusiones que esto generó,
¿Cuánto tiempo, espacio y
y la muerte de Néstor Kirchner fueron algunos de los ejemplos mencio-
recursos se destinan para
trabajar y fortalecer el nados. Más allá de las manifestaciones de signo político, se puede leer
aspecto vincular entre las en los discursos de las y los jóvenes, que estos eventos que sacudieron
y los participantes de la la vida pública se transformaron en causas para el involucramiento y la
organización? participación activa.
En algunos casos, especialmente en aquellos que forman parte de agru-
paciones de corte partidario, se hace referencia al protagonismo de la
política, a un Estado más activo, que mediante leyes e iniciativas varias
intenta transformar e influir en el mercado: una política que no se somete
a la economía y sus poderosos actores.

22
“Por ahí cuando fue la crisis del 2001, era chica, pero un poco más
grande, y eso fue lo que me hizo definir mi carrera y un montón de
cosas, y volcarme a lo social, sin entender todavía lo que era” (GF4).

En el mismo sentido, otro joven cuenta:

“Cuando yo empiezo a militar estábamos en la Ley de Medios. Yo en-


tendí que la Ley de Medios era la lucha que se tenía que dar para
cambiar la conciencia de las personas” (GF6).
¿Se generan espacios,
dentro de la organización,
En entrevistas que realiza a jóvenes militantes, Saintout observa que “to- para debatir, reflexionar,
dos narran el 2001 como un momento de génesis, de punto de referencia compartir percepciones
al cual es necesario remitirse para explicar el propio presente” (Saintout, sobre las situaciones
sociales y el contexto
2012: 9). Y en sintonía con lo que dicen las y los entrevistados por La
político-económico?
Flecha, la investigadora agrega que las y los jóvenes “tienen un recuerdo
construido de esa crisis, aún a pesar de que algunos eran muy chiquitos,
y de que es improbable el nivel de conciencia y reflexión que afirman ha-
ber tenido en ese entonces. Sin embargo, lo que me parece relevante es
la construcción social efectuada e incorporada de reconocer ahí (donde
ubican unos padres ‘que se dan cuenta’, que ‘dicen que no’, que estaban
a punto de ‘quebrarse para siempre’) el comienzo de otras posibilidades”
(Saintout, 2012: 9).
Es decir que hubo conflictos políticos y sociales que influyeron fuerte-
mente en las organizaciones de la sociedad civil, que han “sacudido” a la
población y que han alimentado la motivación de las y los jóvenes a creer
en la política y a involucrarse activamente. Saintout (2012) entiende que
para las y los militantes el gran antagonista es el neoliberalismo de los
años noventa y que “éste se ve representado en muchas figuras, de las
cuales las más nombradas son los medios (el Grupo Clarín especialmen-
te) y el campo (la Sociedad Rural). Muchos recuerdan como una primera
‘discusión política en la que participaron’ (en estos términos estaba for-
mulada la pregunta) la 125 y la Ley de Medios” (Saintout, 2012: 10).
Estos acontecimientos surgen junto al “sentimiento generalizado de ma-
yor identificación con el proyecto nacional; la salida real de la crisis y el
crecimiento económico; la recuperación del rol protagónico del Estado en
la construcción de las identidades y prácticas sociales; el afianzamiento
de la democracia y la gobernabilidad precisamente en un escenario de
creciente conflictividad política” (Kriger, 2012: 9). En este contexto, “se
configura un nuevo clima de época para las juventudes en general, mar-
cado por el retorno de la fe en la política, que vuelve a ser vista como una
herramienta para generar cambios en la sociedad”1.

1) Entrevista a Sergio Balardini en Laura Di Marco. Diario La Nación  [en línea]: “El renacer de las juventu-
des militantes”. 15 de mayo de 2011. http://www.lanacion.com.ar/1373172-el-renacer-de-las-juventudes-
militantes [Consulta: 10 de octubre 2012].

23
1.3. Modalidad de integración a las
organizaciones

Creemos que tener en cuenta cómo las y los jóvenes se integran a las
organizaciones es sumamente relevante para comprender sus prácticas y
trayectorias participativas.
Algunos y algunas jóvenes comienzan a realizar actividades sociocomu-
nitarias en una situación particular: al terminar la escuela secundaria o
al ingresar en la universidad. En el último año de la secundaria, muchas
veces a partir de una propuesta de la institución o de amigos que parti-
cipan en alguna organización, se acercan a realizar sus primeras activi-
dades. Otros y otras, al ingresar a la universidad, canalizan un deseo que
consideran que ya tenían latente, o ante las ofertas de la universidad,
se acercan a averiguar de qué se trata. En la mayoría de los casos, el
acercamiento es a través de un amigo que, a su vez, es integrante de la
agrupación u organización.

“Cuando salí en 6° año y empecé la facultad, yo ya iba decidida a


meterme en lo que me cruzara, teniendo en cuenta que yo sabía ya
qué era lo que no me identificaba. Empecé la carrera –estudio Ciencia
Política-, empecé a hacer una investigación personal, a través de los
volantes, de las páginas web, de los blogs, leyendo, informándome un
poco más de cada una. Todos los volantes que me daban los leía y en
base a eso hacía una evaluación o balance mío y decidía cuál era la
que más me interesaba. Porque tampoco sabía muy bien qué era todo
ese mundo. Para mí era entrar y ver carteles o ver consignas. Y a veces
algunas consignas están buenas, pero el trasfondo, lo que lo sostiene,
no sé... sentía que tenía que involucrarme un poco más” (GF6).

En estos casos, se hace referencia a un momento clave en el cual deci-


dieron participar. Hacen referencia a un “impulso”, un “primer paso”, un
“animarse”. Ese “clic” constituye un momento bisagra, hay un antes y
un después marcado por haber tomado la decisión de participar en esa
actividad.

“Yo lo primero que pensé tiene que ver con animarse, como que hay
algo ahí cerrado, que desconocemos y de repente, ¡uh! Participamos.
Como que se rompe algo y empezás a formar parte. Con dar ese primer
paso también tiene que ver la participación” (GF2).

Si bien estas instancias son muy frecuentes, también encontramos trayec-


torias diversas. No son pocos quienes participan en organizaciones desde
muy chicos: en la infancia o en la primera adolescencia ya integraban
instituciones, que luego les hicieron propuestas vinculadas a la realización
de actividades sociocomunitarias. En el caso de los grupos religiosos, tan-
to de la iglesia católica como de la comunidad judía, esto es muy común.

24
“(La institución) tiene en su organización, por un lado, la parte de gru-
pos etarios, es decir grupos separados por edad, y a partir de esa edad,
las comisiones, que son la militancia. Yo voy desde hace 10 años, y
hay un proceso educativo muy pesado, de un espiral ideológico, donde
cada año se vuelve a tocar el mismo tema con más profundidad, y si
con un proceso educativo de 10 años no militás, sos un idiota, ¿para
qué fuiste?” (GF4).

Si bien es menos frecuente, en agrupaciones vinculadas a partidos polí-


ticos, también hay casos en que la militancia se vive desde muy jóvenes
junto a sus padres. En las asociaciones civiles o fundaciones, se da un
proceso semejante, cuando las y los jóvenes comienzan siendo “destina-
tarios” de las actividades en su adolescencia y luego pasan a ser organi-
zadores de esos proyectos.
El estereotipo del joven “impulsivo”, que no piensa lo que hace, no cal-
cula y “se manda” según lo que siente en el momento, no parece corres-
ponderse mucho con la realidad. Notamos que varios expresan que su
incorporación a la organización fue progresiva, que algo les atraía, que se
acercaron lentamente, que fueron a conocer y después hicieron alguna
actividad, y así se fueron involucrando, entendiendo que tenía que ver con
sus intereses, que se sentían bien allí, o que lo que hacían tenía sentido.
Entonces, progresivamente, fueron formando parte de la organización.

1.4. Motivos para continuar la actividad


Luego de la motivación inicial, los y las jóvenes hacen mención al proceso
que se da después de haber participado y haberse involucrado en esa
actividad. En esa etapa, y si se dan las condiciones para que suceda, se
produce un involucramiento gradual y creciente en las actividades socio-
comunitarias. De alguna manera, el atractivo inicial se complejiza y se
profundiza desde distintos aspectos.
Algunos de los motivos por los cuales los y las jóvenes deciden continuar
realizando actividades sociales tienen que ver con: i) el gusto por la tarea
que llevan a cabo y por los resultados que obtienen de la realización de
esa actividad; ii) la construcción de nuevos vínculos y la importancia de
mantenerlos y de ser consecuentes con esa relación establecida, ya sea
con personas destinatarias de sus actividades o con las y los compañeros
de la organización; iii) cambios personales que se han generado a partir
de la realización de actividades sociocomunitarias, como nuevas maneras
de ver el mundo, cambios en la carrera universitaria elegida, etc.; iv) un
aumento y profundización de la comprensión de las situaciones sociales
en las que están inmersos, con mayor conciencia y/o la adquisición de
nuevos elementos teóricos e ideológicos; v) finalmente, un estímulo men-
cionado por muchas y muchos, el fuerte compromiso con la institución en
la que participan, que se genera -de alguna manera- junto a los motivos
nombrados anteriormente. De hecho, el involucramiento con las personas
y la adquisición de mayor conciencia las y los ha llevado a entablar una mo-
dalidad de participación más comprometida en el colectivo que integran.

25
Gusto por la actividad

El gusto por la actividad que se realiza es una de las motivaciones men-


cionadas con mayor frecuencia en las argumentaciones que los y las jóve-
nes dan en relación a la razón de su participación. Expresan de distintas
maneras que disfrutan de las tareas que llevan adelante, sean éstas: reali-
zar apoyo escolar, organizar un evento, construir o refaccionar una salita,
dar talleres sobre derechos o participación comunitaria, por mencionar
algunas. Para ellos y ellas, la acción de participar no
El involucramiento con las es un sacrificio, sino que constituye la vivencia de algo
gratificante.
personas y la adquisición
de mayor conciencia ha
”Yo en un principio también pensaba que era ir, dar
llevado a entablar una
una mano, ayudar, y después es como que se va trans-
modalidad de participación formando la cosa. Uno ve que, por un lado, recibe,
tiene esa contratransferencia de recibir todo lo lindo
más comprometida.
que es estar con los chicos, esa sensación gratificante
de sentir que uno está haciendo algo” (GF2).

Algunos y algunas también hacen referencia a la alegría que les produce


ver los resultados que obtienen de la realización de esta actividad. A otras
y otros, el simple hecho de hacer algo les produce bienestar, alegría o
felicidad.

“Para mí es como un proceso de ir encontrándose con lo que uno


hace y si realmente lo siente, y si lo hace feliz. Particularmente, a mí,
es como que sí, fue cambiando mucho mi motivación, a la hora de ir
conociendo e ir conociendo la práctica, qué es esto” (GF2).

En estos casos, no centran su discurso en el otro, sino en lo que les provo-


ca a ellos y ellas como actores principales de la actividad.

Construcción de vínculos

La construcción de vínculos conforma otro grupo dentro de las motiva-


ciones mencionadas para sostener las actividades sociocomunitarias en
el tiempo, y refiere a la conformación y mantenimiento de lazos entre los
distintos actores que intervienen en la práctica.
Por un lado, una gran cantidad de entrevistados y entrevistadas que par-
ticipan en diferentes instituciones valoran el encuentro y la relación inter-
personal con las y los destinatarios de los proyectos que llevan adelante.

“Y después el día a día es lo que me hace seguir yendo todos los sá-
bados al barrio, todo lo que se genera con la gente, ver que de alguna
manera podés ayudar. Te involucrás con las familias, con las historias y
te das cuenta que si bien estás contribuyendo a un sujeto en particular
o a pocas personas, creo que ahí es donde empieza el cambio y que

26
de a poquito vas a ir sumando, sumando y sumando y vas a hacer el
cambio ese, que yo por lo menos, lo tengo como ideal” (GF1).

Por otro lado, otras y otros se refieren a la amistad que se genera entre
las y los miembros de la organización, las y los voluntarios o militantes,
la sinergia, el compromiso y el gusto de estar realizando la tarea bajo
objetivos compartidos.

“Me parece muy importante que uno empieza como invitado, volun-
tario, pero que haya una contención de grupo, como agrupación, que
uno sienta que le explican lo que es, que lo acompañan, que se hacen
reuniones, que se sabe qué objetivos hay, que uno comparte objetivos
en común, que eso está bueno” (GF2).

Cambios personales

Las y los entrevistados expresan que también los impulsan a continuar


participando ciertos cambios que ellos mismos han experimentado, ha-
ciendo mención a que, ante su acción de “dar”, ellos están recibiendo
más aún. Se refieren a aprendizajes, experiencias fuertes, en algunos ca-
sos a cambios en la elección de la carrera universitaria, la valoración de
determinados espacios o, simplemente, una referencia vaga a los benefi-
cios que reciben.

“Y además ya te vas encontrando con la gente que


vas conociendo ahí y hay una previa, entonces todo La acción de participar no
el encuentro está copado. Se hace fácil así encontrar
es un sacrificio, sino que
motivación, porque uno termina sacando mucho. La
idea es dar, pero al final uno termina recibiendo, sien- constituye la vivencia de
do un poco cursi” (GF2).
algo gratificante.
También algunas y algunos jóvenes manifiestan que su
motivación se modificó, pero en un sentido diferente
a lo recién mencionado. Explican que, luego de parti-
cipar muy activamente durante algunos años, ahora sienten la necesidad
de tener un tiempo para ellas y ellos, ya que tras haber entregado muchas
horas a las actividades, deben equilibrar los tiempos de dedicación con su
carrera universitaria, la familia o el descanso.

“Yo en el grupo, al principio les conté que empezamos a ir todo el fin


de semana, todo. Y este año empecé la facultad e hice un parate y me
quiero dedicar también a lo que estoy estudiando, estoy estudiando
Diseño de Imagen y Sonido, y me re gusta y también no tengo vida,
porque curso toda la semana, hasta los sábados. Los sábados nos jun-
tamos, entonces no puedo ir a las reuniones, encontré otra manera de
participar y está bueno, porque también me dediqué un poco a mí, tal
vez antes me dediqué completamente y como que estaba encapsulada
ahí. Ahora tengo otras cosas, estoy en la facultad, quiero empezar a

27
trabajar. No voy a dejar de participar porque me llena y me gusta, pero
también una parte para mí, dedicarme a otra cosa...” (GF4).

Toma de conciencia

Con el correr del tiempo y a medida que se adquiere protagonismo en la


realización de los proyectos, en muchos casos las y los jóvenes afirman
que comprenden con mayor profundidad y complejidad las razones por
las cuales realizan esa actividad, y que eso influye en sus motivaciones.
En este sentido, hablan de una “toma de conciencia” o una “reflexión
profunda” acerca de sus propias prácticas.

“Yo, por mi parte, tal vez mi motivación no cambió tanto, porque sigo
con la misma idea de poder aportar lo mío y poder incentivar a otros a
aportar lo suyo, pero sé que con más conciencia. Empecé hace cuatro
años en el grupo, era otra mirada a los 15 años, ahora al tener casi 20
es otra totalmente diferente. Ya sé que me interesa más la política, es-
tuve rondando por varios lugares, mi incentivo de poder aportar lo mío
sigue estando, pero se intensifica con más conciencia, me incentiva
también el tema de estar a la par con el otro y poder contagiar lo mío,
y decir ‘entre todos podemos hacer algo’. Quizá antes era sólo aportar
lo mío, ahora es un ‘todos’ más grande. Creo que en eso evolucionó mi
forma de pensar” (GF4).

No siempre la mayor comprensión de las situaciones lleva, sin más, a una


mayor dedicación a lo que se estaba haciendo. En algunos casos, com-
prender la complejidad de las problemáticas sociales, de la organización
comunitaria o de los procesos de transformación lleva a plantear cambios
o a poner en crisis la propia actividad.

“A mí me pasó que actividades que hice o cosas que hacía, motivado


¿Qué herramientas
propone la organización enteramente por las ganas, después de un tiempo de aprendizaje me di
para trabajar y encauzar el cuenta que no lograba ningún cambio concreto, ningún cambio estruc-
desarrollo de la conciencia tural de las cosas, y dije ‘no quiero hacerlo más’, porque me parece que
social de las y los partici- es negativo esto que hago. Si bien para algunos está bueno, y a mí en
pantes?
algún momento me parecía que estaba bueno, después me di cuenta
de que no y decidí arrancar por otros lugares” (GF4).

Compromiso institucional

En varios casos, las y los jóvenes entrevistados afirman que algo que ini-
cialmente no era una motivación se vuelve una atracción muy importante
a medida que pasa el tiempo. En el compartir la actividad y sentirse en
sintonía con los objetivos y la modalidad de trabajo, se va gestando un
compromiso con la institución. Éste se expresa en el interés de darle for-
ma a la organización, de participar en la toma de decisiones y/o de apor-
tar en distintos aspectos a la institución de la cual forman parte.

28
“El primer paso inicial viene justamente de la mano de la motivación,
pero después, como él estaba diciendo, el tema de comprometerse o
formar parte tiene que ver con compartir los valores, con elegir con
quién estás caminando de la mano en esa asociación, si te sentís iden-
tificado, y es progresivo en ese sentido. Primero transitás una etapa y
después ésto puede ir mutando, para bien o para mal, como decía ella,
si estás de acuerdo o no, si te sentís bien con lo que estás haciendo,
pero para mí surge de eso, de las ganas que uno tiene” (GF4).

De los discursos de los y las jóvenes, se desprende que cuanto más in- ¿Cuenta la organización
con una red de contención
volucrados e involucradas están con lo que hacen, con los objetivos y,
ante el desánimo o la
especialmente, con las formas de proceder, de vincularse, de tomar las frustración en las y los
decisiones, más sienten que forman parte de la organización. Por el con- participantes?
trario, cuando no coinciden con las formas de actuar se van distanciando
y, en general, buscan otros espacios. Aunque se hagan actividades en el
marco de una asociación, si no comparten los valores de fondo, los y las
jóvenes consideran que “no participan” en esa organización.
En los casos en que se sienten realmente parte, hacen mención al deseo
de poder compartir con otros esa experiencia, de invitar a otros o “conta-
giar” aquello que los motiva.

“Yo empecé queriendo hacer lo que hacían otros, bue-


no, ahora lo que yo quiero es que los otros hagan lo En el compartir la actividad
que yo hago incentivar a los demás a que lo hagan,
y sentirse en sintonía con
porque no todos saben lo que hacen, no todos co-
nocen. Entonces yo quiero también que conozcan” los objetivos y la modalidad
(GF4).
de trabajo, se va gestando
un compromiso con la
1.5 Palabras finales institución.
Se han estudiado las motivaciones que tienen las y los
jóvenes para realizar actividades sociocomunitarias,
diferenciando aquellas que tenían cuando comenzaron, y aquellas que
los motivan en la actualidad.
Observamos que existen cuatro núcleos importantes en las motivaciones
iniciales, que se profundizan, luego, en las razones que tienen los y las
jóvenes para continuar realizando esas actividades.

Desigualdad social. La motivación inicial ligada a la observación de situa-


ciones de desigualdad social y económica, que constituye un motor para
intervenir y participar de actividades sociocomunitarias, está asociada y
encuentra su profundización en aquello que mencionan como el desarro-
llo y la adquisición de una mayor conciencia de las situaciones sociales
en un nivel macro, de los procesos de transformación y de las tareas que
realizan.

Acción. Otro núcleo refiere a la importancia dada a la acción. Los motivos


iniciales relacionados a la necesidad de poner en práctica lo que saben,

29
de realizar actividades sociales o la idea vaga de “hacer algo”, encuentra
su desarrollo, luego de participar activamente, en el gusto y el placer que
ellos y ellas sienten por las actividades que realizan y la satisfacción por
los resultados obtenidos.

Desarrollo personal. El tercer núcleo alude al desarrollo personal. En este


caso, también se observa un paso desde el deseo de desarrollar las ca-
pacidades personales, de aprender, de educarse y adquirir herramientas
profesionales para luego de haber participado constatar ese crecimiento
y experimentar los cambios. Los y las jóvenes valoran la experiencia de
estar cambiando la visión que tienen de su profesión, la maduración per-
sonal y los aprendizajes que van construyendo.

Vínculos. Finalmente, otro núcleo importante es el del conocimiento y


vínculo entre personas de diferentes sectores sociales. Vemos una línea
de continuidad desde el deseo de conocer otras realidades y personas
distintas como un motivador inicial, y la importancia que se le otorga al
vínculo generado con los y las destinatarias de los proyectos, quienes
dejaron de ser un grupo social desconocido para constituirse en personas
significativas para ellos.

En relación a las motivaciones iniciales vinculadas a las creencias y a


cuestiones ideológicas, creemos que –si bien los y las jóvenes no expresan
otras razones que los lleven a continuar participando de esas actividades-
éstas atraviesan transversalmente los núcleos motivacionales a lo largo de
la realización de los trabajos.
Por otro lado, el compromiso con la institución, uno de los motivos para
continuar realizando las actividades sociales, pareciera ser algo relativa-
mente diferente que aparece, exclusivamente, luego de un tiempo de par-
ticipación activa, como el resultado de la actividad, los vínculos entabla-
dos, el aprendizaje realizado, etc.
Estos rasgos que caracterizan las motivaciones de los y las jóvenes, se han
gestado en la interacción con diversos sujetos sociales y en un escenario
social particular. Identificamos al menos cuatro factores que ellos y ellas
señalan como condiciones favorables para la participación. El primero
está vinculado a la socialización primaria en la familia; el segundo es la
experiencia de la escuela secundaria; el tercer factor tiene que ver con el
entorno social próximo, los amigos y el lugar donde residen; y, en cuarto
lugar, se encuentra el factor coyuntural, la situación cultural y socio-políti-
ca del país en los últimos años.

30
Propuestas para la reflexión

• Las motivaciones de las y los jóvenes y


nuestras propuestas

Teniendo en cuenta las motivaciones detalladas a lo largo del capítulo, les


proponemos identificar y marcar aquella/s que se destaca/n en la pro-
puesta de participación que realiza su organización.
Las motivaciones mencionadas en el capítulo son: la conciencia y conoci-
miento de la desigualdad; el interés y gusto por la acción; las capacidades
y cambios a nivel personal y profesional; y el deseo de conocer otras rea-
lidades y entablar vínculos interpersonales fuertes.
En caso de que la organización no destaque ninguna, los invitamos a
buscar cuál es la causa, si se debe a los objetivos de la misma, al desco-
nocimiento de los motivadores para la participación juvenil, o algún otro
aspecto.

• Problematizar las motivaciones


Luego de identificar las motivaciones que tienen que ver con la propuesta
de la organización y en relación a la misma, los invitamos a problemati-
zar distintos aspectos sobre estas motivaciones utilizando interrogantes
sobre cada una de ellas:

1. Conciencia y conocimiento de la desigualdad

–– ¿Qué nivel de compromiso tiene la propuesta y la acción de la orga-


nización en relación a las problemáticas sociales, políticas y econó-
micas de la comunidad en la que está inserta?
–– ¿Realmente se fomenta una mayor conciencia social a través de las
acciones propuestas?
–– ¿La organización ofrece un posicionamiento claro frente a las situa-
ciones de injusticia, exclusión y desigualdad social, política y eco-
nómica? Este posicionamiento, ¿es compartido por todos los que
forman parte de la organización?
–– ¿La problemática sobre la que trabaja la organización es comunica-
da con claridad a quienes se acercan, a la comunidad y a las y los
participantes?
–– ¿Se generan espacios, dentro de la organización, para debatir, re-
flexionar, compartir percepciones sobre las situaciones sociales y el
contexto político-económico?
–– ¿Se desarrollan acciones puntuales que, desde la práctica, propon-
gan cambiar, revertir o mejorar situaciones de desigualdad, injusti-
cia y/o exclusión social?

31
2. Interés y gusto por la acción

–– ¿Qué conocimientos se tienen sobre los intereses, gustos, preferen-


cias y deseos de los y las jóvenes que se acercan a la organización
para participar?
–– ¿Las actividades de intervención resultan claras para los y las jóve-
nes participantes?
–– ¿Desde la organización se realizan propuestas que habilitan a tra-
bajar con los gustos de las y los jóvenes, para así sostener su par-
ticipación?
–– ¿Posicionamos a las y los jóvenes que participan como protagonis-
tas de su proceso de intervención?
–– ¿Se generan espacios o instancias de reflexión sobre las actividades
que se desarrollan, sus supuestos, concepciones y objetivos?
–– ¿Se piensan y desarrollan acciones concretas en las que las y los
participantes puedan ver resultados como producto de su accionar?
–– Bajo los objetivos de la organización, ¿hay espacios donde los su-
jetos convocados puedan proponer actividades que los motiven a
participar?
–– Las tareas y actividades que la organización propone, ¿tienen en
cuenta los gustos e intereses de las y los jóvenes que se acercan a
participar?

3. Capacidades y cambios a nivel personal y profesional

–– Cuando se piensa en una propuesta de acción, ¿se explicitan los re-


cursos, capacidades, aptitudes y actitudes con la que deberán con-
tar las y los jóvenes convocados para participar?
–– ¿Se acompaña a las y los participantes ofreciendo asesorías, tuto-
rías, capacitaciones que potencien sus cualidades y eviten una ex-
posición a situaciones que puedan generar frustraciones?
–– ¿Se propone el desarrollo de actividades para que las y los jóvenes
que se acerquen a participar puedan poner en juego sus saberes,
experiencias y trayectorias, haciendo un aporte personal a la acción
colectiva?
–– ¿Se generan instancias o espacios para construir, a partir de su par-
ticipación, nuevos conocimientos, corroborar o refutar preconceptos
o hacer aportes a la organización?
–– ¿Se les exige compromiso en la participación? ¿Se les proponen de-
safíos para su crecimiento personal y profesional?
–– ¿Se incluyen instancias de reconocimiento de los aportes profesio-
nales y personales que los y las jóvenes participantes hacen a la
organización? ¿Cuáles son y qué medios se utilizan para ello?
–– ¿Conocemos cuál es el aporte que hacemos, como organización, a
las y los jóvenes que participan, y cuál es el que ellas y ellos hacen
en relación a las actividades propuestas?

32
4. Deseo de conocer otras realidades y entablar vínculos
interpersonales fuertes

–– ¿Qué clima se genera en la organización, hacia adentro, para recibir,


escuchar, enseñar-aprender y contener a las y los participantes o a
quienes se acerquen? ¿Qué lugar se les da a los vínculos personales
dentro del trabajo de la organización?
–– ¿Cuánto tiempo, espacio y recursos se destinan a trabajar y fortale-
cer el aspecto más vincular entre las y los participantes de la orga-
nización? ¿Qué acciones se desarrollan para afianzar las relaciones
con las y los jóvenes participantes?
–– ¿Se realizan actividades para promover vínculos interpersonales en-
tre las y los participantes?
–– ¿Se promueven acciones colectivas, de abordaje grupal?
–– ¿Qué valores se fomentan, desde la organización, en relación al tra-
bajo en equipo, el desempeño grupal, la toma de decisiones, el com-
promiso, la tolerancia, lo diverso?
–– ¿Cuenta la organización con una red de contención ante el desáni-
mo o sensación de frustración en el o la participante como resultado
de expectativas y/u objetivos no alcanzados?

33
34
2.

Sentidos que
las y los jóvenes
le otorgan a la
participación

35
2.1. ¿Qué es la participación para las y los
jóvenes?

Frente a la pregunta sobre qué sentido le otorgan los y las jóvenes a


Quienes integramos la
organización, ¿qué enten- la participación en actividades sociocomunitarias, las y los entrevistados
demos por participación y responden vinculándolo a diferentes dimensiones: i) a la acción colecti-
qué damos a entender? va, a actividades grupales y masivas; ii) al encuentro interpersonal y a la
construcción de vínculos; iii) a actitudes de los sujetos; iv) a diferentes
tipos de actividades (como la política partidaria, actividades culturales,
la solidaridad o la generación de trabajo productivo); y v) finalmente, a
los resultados de una actividad, como el cambio o la transformación de
determinadas situaciones.

Participación como acción colectiva

Algunos de los y las jóvenes entrevistadas entienden que la participación


tiene que ver, principalmente, con la acción colectiva. En palabras de una
de las entrevistadas, “lo primero que me remite la participación social es
al colectivo”. En esta línea, vemos al menos dos significados de ese ser
colectivo.
Un aspecto del sentido
Acción masiva. Un aspecto del sentido colectivo que
colectivo de la participación
le dan a la participación está relacionado con aquellas
está relacionado con las expresiones masivas que ocurren en el espacio pú-
blico. Destacan movilizaciones que tuvieron una gran
expresiones masivas que
convocatoria y ocurrieron en el espacio público, o en
ocurren en el espacio términos de algunos de los entrevistados, “se apropia-
ron de la calle”.
público.
“Creo que esto es una muestra de que el poder tam-
bién se genera en la calle y que la participación deriva
en cambios sociales. Es más, que los cambios sociales más importantes
que hubo en la Argentina fueron con las grandes participaciones de la
gente en la calle, no sólo de las estructuras” (GF6)

La participación está claramente vinculada, entonces, al ámbito de lo pú-


blico y a manifestaciones multitudinarias que persiguen determinados
objetivos políticos. Esto introduce, además de la masividad y la presencia
de los ciudadanos en la calle, la dimensión conflictiva de estas prácticas,
la expresión de demandas y las relaciones de poder que suponen.

“Lo que se entiende por participación política es movilización en la


calle del pueblo organizado, creo que la única forma de que se trans-
forme la realidad es con organización y con el pueblo real en la calle”
(GF6).

36
Cuando se les pide que elijan una palabra clave asociada a participación,
muchas y muchos mencionan términos como pueblo, colectivo, comuni-
dad, el país, unidad, parte, organización y “17 de octubre” (tomado como
símbolo de un colectivo en el espacio público).

Ser parte. Los y las jóvenes entienden también que esta participación
colectiva tiene que ver con formar parte de un equipo, compartir valores
y objetivos entre quienes llevan a cabo la actividad e identificarse con las
y los compañeros, lo que supone la consolidación de un fuerte sentido de
pertenencia a un grupo concreto. Una de las entrevistadas afirmó que si
bien durante un tiempo prolongado había realizado actividades en una
organización social, no consideraba que hubiera estado participando en
esa institución porque no compartía ciertos valores y formas de trabajo.
Por ese motivo, se alejó y se vinculó a otro colectivo con personas con las
que sí compartía valores, metodología de trabajo y objetivos. En este caso,
consideraba que sí participaba en la organización:

“Comprometerse o formar parte tiene que ver con compartir los valo-
res, con elegir con quién estás caminando de la mano con esa asocia-
ción, si te sentís identificado, y es progresivo en ese sentido. Primero
transitás una etapa y después esto puede ir mutando, para bien o para
mal, (...) si estás de acuerdo o no, si te sentís bien con lo que estás ha-
ciendo, pero para mí surge de eso, de las ganas que uno tiene” (GF2).

El grupo habilita el encuentro entre personas y supone, para su existencia,


el respeto compartido entre cada uno de sus miembros. Esta premisa
implica que, incluso, frente a la diversidad de miradas y posiciones, se
puedan tener objetivos comunes y que, a su vez, sujetos desde roles dife-
renciados puedan hacer su aporte.

“Pienso en participación y pienso en grupo de personas. Bueno, en


las dos fotos que elegí se ve siempre un grupo de personas. Elegí esta
porque me parece que toda participación tiene que tener dentro de un
grupo roles definidos, tienen que llevar adelante una misma actividad
y que cada uno de esos roles se complemente. Eso me parece que
también es participar. Y elegí esta porque, dentro de la participación
(no sé, participación la asocio mucho con grupo, van básicamente de
la mano), la tomo porque me parece que en un grupo todas las perso-
nas somos diferentes y que está bueno que la participación es lo que
te une a una persona que es diferente a vos, para encaminar un bien
común” (GF3).

Participación como encuentro y vínculo interpersonal

Estos colectivos a los que aluden los y las jóvenes no son masas de indivi-
duos aislados, por el contrario, están basados en intercambios personales
profundos y enriquecedores. Al hablar de los sentidos que los y las jóve-
nes le dan a la participación, otro aspecto muy importante lo constituye el

37
encuentro interpersonal: muchos de las y los entrevistados le otorgan una
gran relevancia a los vínculos.
Participar, para ellos y ellas, es involucrarse, intercambiar, relacionarse
con otros y establecer vínculos afectivos, de acompañamiento, de conten-
ción o de enriquecimiento mutuo.
Participar es involucrarse,
“Creo que todos tenemos un mundo, una vida, una
intercambiar, relacionarse
historia y proyectamos un futuro, y cuando nos abri-
con otros y establecer mos al mundo del otro, a la historia del otro y al pro-
yecto futuro del otro, creo que esa es la participación
vínculos afectivos, de
(...), es donde se enriquece uno, se enriquece el otro y
acompañamiento, se enriquece la sociedad” (GF1).

de contención o de
Esta valorización del encuentro interpersonal es pues-
enriquecimiento mutuo. ta en evidencia por jóvenes que participan en todo tipo
de organizaciones, ya sean partidarias, religiosas o ci-
viles. Hablan del intercambio interpersonal en la vida
cotidiana, más allá de la actividad en los barrios. Participar tiene que ver
con la comunicación en todos los ámbitos y la importancia de ver y escu-
char a todo otro como vías para la participación.
Las y los jóvenes entrevistados hacen referencia no sólo al vínculo con sus
compañeros dentro del equipo de trabajo, sino también al que construyen
con las y los destinatarios de las actividades. Plantean que establecen con
ellos una relación de igualdad, especialmente en su componente afectivo,
pero también a nivel de las actividades cuando expresan, por ejemplo,
que valoran y tienen en cuenta los aportes de las y los destinatarios en el
desarrollo de las actividades y a la hora de tomar decisiones.
Muchas y muchos entrevistados hacen hincapié en que el fin de su acti-
vidad, más allá de la tarea puntual (sea apoyo escolar, talleres o trabajo
manual), es construir redes de contención que posibiliten el encuentro
interpersonal.

Se hace referencia al “A mí me toca la parte de apoyo escolar y me tocan


chicos con diez hermanos, chicos golpeados, que es-
vínculo dentro del equipo
tán con los padres en la cárcel... entonces todo eso
de trabajo y también al que no solamente es un apoyo escolar hacía ellos para
que avancen en la escuela, sino que es también una
se construye con la y el
contención para ellos y para que puedan refugiarse
destinatario de la actividad. en otra persona que no sea su familia, porque a veces
vienen con bastantes problemas los chicos. Y también
para que los padres se sientan contenidos, porque a
veces están 16 horas en la calle trabajando y los chicos están solos,
entonces el apoyo escolar es para contenerlos a ellos” (GF6).

La construcción de vínculos aparece nuevamente en el discurso de una


forma sobresaliente. No sólo es un elemento de peso a la hora de em-
pezar a participar y seguir haciéndolo, sino que generar vínculos e in-
teracción constituye también una razón, un sentido y un objetivo de la
participación. Las y los entrevistados manifiestan que realizan actividades

38
sociocomunitarias porque hallan en esas prácticas un encuentro con un
otro, un momento en cual se puede construir un tipo de relación social
alternativa: una relación de respeto y contención.

La valoración del intercambio es notable, pero pareciera que le adjudica-


ran a la posibilidad de establecer vínculos personales con los y las des-
tinatarias, un poder de transformación radical. Sin embargo, no hacen
referencia, por ejemplo, a la posibilidad de que a partir de esos vínculos se
construyan plataformas de construcción colectiva e interclasista de alter-
nativas de solución estructurales a la pobreza o de lu-
cha por los derechos. En muchos casos, pareciera que Realizan actividades
fuera suficiente con constituir vínculos interpersonales
sociocomunitarias porque
ricos, y ofrecer contención y afecto. Notamos que esta
descripción aparece, especialmente, en los y las jóve- hallan en esas prácticas
nes que participan en actividades de organizaciones
un encuentro con un otro,
vinculadas a iglesias y asociaciones civiles.
En estos casos, la figura tradicional del destinatario de un momento en cual se
la actividad sociocomunitaria, entendida como mero
puede construir un tipo de
receptor de la actividad, está en crisis. En general, se
lo ubica en un lugar de igualdad, considerando que relación social alternativa:
es una persona que ha tenido más dificultades y que
una relación de respeto y
con la participación en las actividades puede mejorar
su situación y, eventualmente, en un futuro no nece- contención.
sitar de la intervención de ninguna organización ex-
terna. Si bien es valioso y correcto que se consideren
a las personas en situación de pobreza iguales en derechos y dignidad,
es probable que las y los jóvenes estén invisibilizando, bajo ese discurso,
desigualdades muy fuertes de base.

Participación como responsabilidad social y compromiso

Si bien las y los jóvenes entrevistados le atribuyen a la participación un


claro sentido vinculado a la acción colectiva, también han señalado aspec-
tos de carácter personal: por un lado, actitudes frente a la acción partici-
pativa y, por otro lado, los sentimientos que esa acción involucra.
Algunas y algunos entrevistados hacen referencia a que la participación
tiene que ver con un deber o una responsabilidad social: participar es
una acción que parte de una decisión tomada por uno mismo. En gene-
ral, aluden a una responsabilidad ante la injusticia social y no como una
imposición ni una devolución a la sociedad de lo que les dio, sino desde
un compromiso ético con los demás y esto se identifica especialmente
después de haber participado.

“La participación para mí es un deber y es un deber porque vivimos


en sociedad y no vivimos solos y por lo tanto vivimos con una cantidad
inmensa de gente alrededor y si cada uno viviera solo para sí mismo no
tendría mucho sentido nada” (GF5).

39
A la hora de resumir en pocas palabras qué es la participación, muchos
hicieron referencia a actitudes personales que tienen que ver fundamen-
talmente con el compromiso personal. Este se ha entendido como una
disposición que se va gestando mientras se realizan las actividades. Se
expresa en acciones concretas, pero no todos los que realizan acciones
tienen un compromiso real. Los y las jóvenes comentan que hay personas
que llevan a cabo actividades, pero de manera superficial. Incluso refe-
rencian experiencias personales, en las cuales -al comienzo- no sentían
un fuerte compromiso, sin embargo este se fue gestando a través de la
realización de acciones junto a las personas, la institución y la causa. Y
eso es participar.

“Entonces creo que la participación es eso: algo progresivo. Uno va


profundizando y se va sumergiendo y es algo a lo que se llega de a
poco. Como que al principio no sé, como que te tiene que captar la
atención, no sé. Es como ir pasando por la tele, haciendo zapping, y ‘uy,
me interesó eso’. Recién a partir de que uno conoce, profundiza, es que
se desarrolla el compromiso. Y cuando aparece el compromiso es que
realmente estamos participando” (GF2).

Más allá del ejemplo del zapping, que fue retomado en la entrevista por
otras y otros participantes, hablan de un momento especial donde se
hace un “clic” y se asume un nuevo compromiso que los liga a esa causa.
En cuanto a lo que ese compromiso implica, en relación a la dedicación,
hay una gran variedad de interpretaciones y han expresado distintos ni-
veles de involucramiento. Lo que para unos es estar muy comprometido,
para otros significa que no se está muy involucrado.
Pese a que la tendencia mayoritaria es destacar que hay participación si
es una práctica constante extendida a lo largo del tiempo, algunas y algu-
nos entrevistados señalan la posibilidad de participar en forma particular
y puntual. Se verá al final del capítulo que, si bien para todos su actividad
es muy importante, hay quienes la llevan adelante todos los días, mientras
otros la realizan con menor frecuencia.

“Lo que pensé cuando dijiste ‘participar’ no fue pensar en el compro-


miso más a largo plazo, sino que participar puede ser participar en una
marcha, participar de una cosa en particular. Después si eso te lleva a
involucrarte más y a ahondar más, está bárbaro. Obviamente uno tiene
que tener una motivación, una razón por la cual quiere participar, pero
también puede ser puntual” (GF2).

La actitud comprometida o no comprometida no se reduce sólo a la rea-


lización de proyectos sociales, sino que se lo relaciona también a la vida
cotidiana, como una actitud de vida. Incluso se menciona el caso nega-
tivo de aquel que no es parte de ninguna actividad, que con su falta de
participación aporta a que las cosas sigan como están. Para ellos tomar
una postura más pasiva también es una decisión, que la denominaron
“participación pasiva”.

40
Al considerar la dimensión personal de la participación, además de la
responsabilidad social y el compromiso, en algunos casos, otorgan impor-
tancia a la cuestión emocional. Los sentimientos o la sensibilidad hacia
las situaciones injustas constituyen un elemento importante a la hora de
participar. Sentirse identificado con lo que pasa en el sentido de no ser
indiferente, y también desarrollar una actividad en la que los sentimientos
se ponen en juego.

Participación vinculada a diversas actividades


¿En cuáles de las
Al hablar de qué es la participación, las y los jóvenes entrevistados la aso- actividades que llevamos
adelante pueden participar
cian no sólo a un tipo de actividad sociocomunitaria, sino a acciones en
jóvenes? ¿Cuál de ellas
disciplinas diversas. Mencionan: a) la política partidaria; b) las actividades es nuestro fuerte como
culturales y artísticas; c) las actividades solidarias; y d) en menor medida, organización?
la generación de empleo.
Los y las jóvenes que hacen referencia a la participación como actividad
política partidaria rescatan el trabajo en territorio. Otras y otros hablan de
ocupar cargos públicos en la gestión estatal, ya que sostienen que desde
allí cuentan con más recursos para hacer cambios en la sociedad. Desde
esta perspectiva aparece la actividad política como definitoria de la no-
ción de participación.

“Creo que para todos tiene que ver con la transformación de la realidad
entendiendo a la política como una única herramienta posible para
eso” (GF5).

Muchas y muchos de los que mencionan la actividad política partidaria


destacan el aspecto de la participación relacionada a los conflictos de po-
der que hay en la sociedad. Esta cuestión está presente especialmente en
el discurso de las y los jóvenes de agrupaciones de izquierda:

“Yo elegí esta [foto] que era la simbología de una persona gritando,
expresando algo, entendiendo a la política no como un consenso sino
como un conflicto y que necesariamente tiene que haber una expre-
sión, una liberación, de la voz, de la palabra” (GF5).

En referencia al Estado, algunos decían:

“Es una herramienta que la domina un sector de la sociedad. Nosotros


queremos un Estado obrero que aplaste a la burguesía físicamente.
Te lo llevo a un extremo, te lo brutalizo, un Estado que aplaste a los
burgueses y sea una herramienta de la clase obrera para garantizar su
igualdad” (GF7).

En cuanto a la asociación de la participación con actividades culturales, se


relaciona la actividad artística, por un lado, con la construcción de lazos
sociales y de ciudadanía, y, con ella, el acceso a derechos.
Los y las jóvenes asociaron la actividad cultural con la posibilidad de una

41
forma de expresión que estimula el encuentro con el otro.

“Me parece que es uno de los fenómenos sociales, por lo menos acá en
la Argentina, el fenómeno de los centros culturales, de los talleres ba-
rriales, de todos estos tipos de espacios que integran lo más cotidiano,
¿Cuál de las actividades
que propusimos como como es el barrio, con cuestiones culturales, me parece que es uno de
organización tuvo mejor los sitios de participación que se sostienen en la Argentina y que se in-
repercusión o convocato- serta en una tradición de organizaciones, de espacios de organización,
ria? ¿Por qué? que por suerte la última dictadura no pudo terminar de romper” (GF6).

En tercer lugar, se asocia la participación a la realización de acciones so-


lidarias. Estas implican proyectos y actividades realizadas junto con otros
que tienen una determinada necesidad, con el objetivo de ayudarlos a
superar esa situación o esa carencia. Este tipo de acción está vinculado
con la asistencia y el acompañamiento personal.
Por último, algunos y algunas jóvenes asocian la participación con activi-
dades productivas o de capacitación laboral, entendiendo al trabajo como
mecanismo de inserción social.

Participación como transformación

Por último, también las y los jóvenes asocian la participación con la posi-
bilidad de un cambio o de una transformación que sea resultado de esa
acción. En los distintos casos, hacen referencia a producir cambios desde
una posición activa, pero con una importante dispersión en cuanto al con-
tenido de esos cambios: gran parte de las y los entrevistados lo asocian
a la transformación de injusticias en situaciones puntuales, mientras que
otros lo vinculan a transformaciones estructurales.

Apuntan a modificar “Creo que la gente tiene que participar, primer


punto, por estar disconformes con la realidad en la
diversas situaciones
que se está, y segundo punto, como viéndose en el
concretas que implican, sentido de que es un posible elemento de cambio.
Creo que esas son las dos cuestiones así, para ha-
generalmente, un contacto
cerlo bastante simple, por la cual la gente se puede
directo con las personas llegar a ver involucrada y pueda querer participar,
involucrarse...” (GF1).
afectadas.
En este sentido, la transformación no apunta a cam-
bios estructurales, sino más bien a modificaciones
de diversas situaciones concretas que implican, generalmente, un contac-
to directo con las personas afectadas.

“Creo que las mujeres estas están cocinando, dando un plato de co-
mida a personas que realmente lo están necesitando. En definitiva,
un colectivo de iguales que tienen un objetivo en común y es tratar
de cambiar determinada cuestión de la realidad, metiéndose en algún
tipo de causa y participando, ya sea desde una ONG, una asociación

42
religiosa o algún partido político. Elegí esta, porque se me vino a la
cabeza lo que estaba ocurriendo en febrero, el tema de Famatina, yo
estoy en una organización política y a través de todo este debate que se
dio me puse a pensar también qué es lo que veía en una organización
política y en una ONG y también con una organización religiosa en la
que participaba en apoyo escolar. En todas, el punto en común es tratar
de cambiar parte de la realidad” (GF1).

A la hora de asociar palabras clave con la participación, algunas y algunos


de los entrevistados mencionan los términos cambio y transformación,
también crecer, progreso y objetivo. Otros y otras ponen la mirada en
la problemática a través de expresiones como sometimiento o injusticia,
entendiendo estas palabras como aquello que impacta y motiva a la par-
ticipación; mientras que otros hacen énfasis en los resultados, los logros
que esta acción puede producir, mediante conceptos como justicia social,
inclusión o libertad.
Este punto se desarrollará en profundidad en el apartado siguiente, en el
que los y las jóvenes expresan cuáles son para ellos y ellas los fines de la
actividad que realizan.

2.2. La finalidad de la participación


Otro de los puntos fundamentales a abordar es con qué fin y para qué los
y las jóvenes realizan acciones sociocomunitarias. De sus discursos sur-
gen diferentes sentidos que pueden englobarse en cuatro grandes grupos.
El primero hace referencia a la ayuda al otro, en un sentido vago y difuso
de la participación; el segundo incluye motivos que se relacionan con el
empoderamiento del otro, la transmisión de conocimiento o la generación
de situaciones favorables para que las y los destinatarios se desarrollen;
el tercero se vincula con la intervención para cambiar situaciones de in-
justicia o desigualdad en el reconocimiento y acceso a los derechos; y el
cuarto incluye motivos relativos a intereses, objetivos y gustos personales.
Por fuera de estos agrupamientos, se encontraron algunos casos en los
que las razones se vinculan a las creencias y a la transformación radical
de las estructuras de la sociedad.

La finalidad como ayuda al otro

Algunos y algunas jóvenes hablan de hacer el bien al otro, de responder a


las necesidades que tiene o de realizar actividades solidarias que resuel-
van o mitiguen su problemática.

“Hay muchos chicos en silla de ruedas, por ahí no pueden salir del ho-
gar porque no hay nadie que los pueda sacar a pasear, a veces se sacan
a pasear entre ellos. Entonces ir a dar una mano” (GF3).

En estos casos, las y los entrevistados se expresan de manera general, sin

43
especificar un objetivo preciso, diciendo que quieren hacer el bien a los
demás, que no sufran, que estén mejor o sean felices.

“Lo mío es también más de lo mismo, me surgió por vocación y por


mi historia. Yo quiero que, por sobre todo, los niños no sufran. Es bá-
sicamente eso. A mí me importa eso más que nada. Que sí tengan la
posibilidad de ir al colegio y de educarse, y si no tienen una familia, sí
puedan formarla después, que no separen a sus hermanos, que puedan
mantener ese vínculo, a mí me importa mucho eso” (GF6).

El vínculo entre las personas parece ser un método y a la vez un fin de la


participación. Entablar vínculos, estar cerca, dar cariño y compartir son
aspectos que los y las jóvenes destacan de la participación.

“Participar es eso ¿no? Ver no las necesidades, sino ver las ganas de
compartir y de salir al encuentro, de ofrecer lo que uno tiene. Yo creo
que yo diría: ‘me gustaría hacer un montón de cosas pero mi realidad
es esta y quiero participar con lo que tengo’” (GF3).

“Respetarse a uno mismo y después respetar al otro. Intentar, por lo


menos, este cambio en las relaciones, que creo que falla mucho” (GF2).

Quienes ven la finalidad de la participación desde esta perspectiva forman


parte –en su mayoría- de grupos religiosos, aunque también coincide con
la mirada de jóvenes que provienen de otras instituciones.
Algunas y algunos entrevistados que participan en grupos religiosos reali-
zan actividades sociocomunitarias para evangelizar, compartir la fe, trans-
mitir el mensaje de que “no están solos, no son olvidados por Dios” y llevar
esperanza. En general, se trata de jóvenes vinculados directamente con
una parroquia. En el discurso de otros y otras jóvenes que participan tan-
to en organizaciones de orígenes cristianos pero independientes de una
parroquia, como en organizaciones judías, la cuestión del proselitismo y
la fe religiosa no están presentes.

La finalidad como empoderamiento de las y los


destinatarios

Además de los resultados inmediatos que logran, muchos y muchas jóve-


nes sostienen que al realizar actividades sociocomunitarias también bus-
can generar impacto a mediano y largo plazo. Gran parte de ellas y ellos
hace referencia a que el objetivo que las y los mueve es crear conciencia
en las y los destinatarios o participantes de las actividades, lo que implica
sensibilizar a la comunidad o reflexionar entorno a diferentes temas que
tengan como eje el lugar que el otro ocupa en relación al resto de la so-
ciedad. En este sentido, describen situaciones o espacios en los cuales fue
posible la reflexión sobre algunas problemáticas que atraviesan a las y los
destinatarios de las actividades.

44
“En el taller se habla poco [sobre el lugar de la mujer], y más todavía en
los sectores populares. (...) Yo no voy a imponer cuál es el rol específico
de la mujer, porque Yo no lo puedo determinar eso, pero sí me parece,
me gustaría, o lo que creo que intenta el taller” (GF2).

Dentro de este conjunto, también mencionan dar herramientas -tanto


teóricas como prácticas, vinculadas a la economía productiva y el traba-
jo- para que las y los destinatarios cuestionen su propia realidad y se or-
ganicen para resolver situaciones injustas. En el caso de las y los jóvenes Situados en las actividades
que participan en agrupaciones político-partidarias de izquierda o centro y acciones desarrolladas,
¿cuáles de ellas tienen
izquierda, ese proceso de organización es denominado participación po-
como finalidad generar un
pular. cambio? Pensar en casos
Asimismo, hacen referencia a la construcción de ciudadanía, a facilitar concretos.
la conformación de lazos o de una comunidad, a generar conciencia, a
transmitir ciertos valores o a abordar determinados temas a través de los
medios de comunicación o de eventos.
En algún caso, se señala que la actividad sociocomunitaria cubre una
necesidad insatisfecha de las personas, y esto pone en evidencia la au-
sencia del trabajo estatal, sin embargo esto no constituye una perspectiva
generalizada.
Para estas y estos entrevistados, el objetivo o el fin último de la actividad
sociocomunitaria está relacionado con la figura del destinatario, del otro,
de aquel que no forma parte de la organización y que se vería beneficiado
por esta acción.

La finalidad como intervención para cambiar situaciones

Muchas y muchos de los jóvenes entrevistados expresan que realizan acti-


vidades sociocomunitarias con el fin de modificar situaciones determina-
das. En general, las actividades no apuntan a una transformación radical
de la estructura social, sino más bien a la búsqueda de soluciones de
problemáticas que atraviesan personas o grupos sociales en situación de
vulnerabilidad.

“Yo hago apoyo escolar así que hay un parangón muy claro que tiene
que ver con cambiar un poco la distribución de oportunidades que no
es muy igual para todo el mundo. Ese sería el para qué de la actividad”
(GF2).

Algunas y algunos se refieren a cambiar situaciones injustas puntuales,


relacionadas mayormente con la igualdad de derechos y oportunidades;
mientras que otros y otras aluden a modificar la realidad en un sentido
más amplio o lograr cambios en general, sin especificar un problema
concreto.
En el deseo de transformación de esas situaciones injustas, también hay
lugar para asumir las dificultades y la impotencia con que se enfrentan.

“En el pueblo que visitamos, los maestros son terribles, lo que cuenta

45
la familia, que les pegan, que no le dan de comer, que se roban las
cosas. (...) Se siente mucho en el pueblo cómo llegan a séptimo grado
y no saben leer los chicos. Cómo depende la vida de un pueblo de dos
personas. Entonces a veces es re impotente no poder hacer nada, pero
bueno, desde lo poquito, estar quince días, treinta al año (por ahí un
poco menos), sí, obvio, poder hacer algo por esos chicos. Uno tampoco
puede hacer muchísimo porque no le podés enseñar a leer en quince
días, lamentablemente” (GF3).

Si bien –como se ha sostenido-, en general, el sentido de la participación


se orienta a producir cambios en situaciones puntuales, algunos y algu-
nas jóvenes sostienen que el fin último de sus actividades es lograr un
cambio cultural y de las estructuras sociales.

“¿Qué es tu vida o la vida de todos nosotros en la historia si no pode-


mos alcanzar la liberación de la patria y la unidad de un continente que
fue explotado durante siglos, por las mismas ocho empresas británicas?
¿Qué es la vida de una persona que logró recibirse de médico, de asis-
tente social, si la patria sigue encadenada, si seguimos siendo una semi
colonia de los yanquis, de los británicos?” (GF7).

Algunos y algunas hablan de hacer la revolución, una transformación radi-


cal en las relaciones de poder de la sociedad en su conjunto.

“Para mí, es todos los días la revolución, no es que un día va a llegar


la revolución. No. La revolución la tenemos que hacer todos los días”
(GF7).

“No se puede empezar a avanzar en eso globalmente si no rompiste


con una lógica de explotación de las personas. Si vos no rompés la
lógica de explotación del hombre por el hombre, nunca vas a poder
avanzar ni un poquito en crear lazos solidarios...” (GF7).

Cabe destacar que esta postura es sostenida sólo por algunas y algunos
de los jóvenes que participan en partidos políticos de izquierda.

La finalidad como desarrollo personal

Entre los motivos que explican la participación, también aparecen aspec-


tos vinculados a la dimensión personal: por un lado, a la responsabilidad
social y, por otro lado, a la satisfacción que produce la realización de acti-
vidades sociocomunitarias y al crecimiento personal.
Al hacer referencia a los aspectos individuales, los y las jóvenes que parti-
cipan en grupos religiosos aluden a su deseo de “conocer otra realidad” y
de “ayudar al prójimo”. Otros y otras hablan de conocer el país profunda-
mente o cambiar el modo de entendimiento y comprensión propio:

“Cambia la manera de pensar también. Esto que hablamos de los pre-

46
juicios, y de cambiar el sentido a palabras o a cosas que uno tiene de
oído, encontrarle el verdadero sentido o el sentido personal a concep-
tos o cosas que uno escucha, y hacerlas propias” (GF4).

También emerge, en el discurso, el crecimiento personal y el aprendizaje


vinculado a ir a los barrios.

“Creo que lo más importante es que no lo hago por el otro, sino por
cómo uno crece. Es la parte más egoísta del asunto, pero en realidad es
lo que a mí más me enganchó: cómo crezco yo a partir de un vínculo
con esa persona carenciada. Nosotros a veces lo necesitamos” (GF2).

En algunos casos, cuando hablan del sentido último de su actividad vin-


culado al cambio de situaciones, a la contención u otros fines se hace
referencia a la importancia de que uno mismo también se enriquece, que
uno aprende, o que resulta una satisfacción personal el llevar adelante
este tipo de actividades. Las y los entrevistados admiten disfrutar de la
actividad que realizan, encuentran placer en ella y consideran que aporta
a su crecimiento personal.

2.3. Dedicación de las y los jóvenes a las


actividades

Cómo se inserta esta actividad en la vida cotidiana de los y las jóvenes,


qué lugar ocupa y cómo se relaciona con las otras ocupaciones, con sus
estudios, con la relación con sus amigos o la familia, son aspectos que
pueden ayudar a comprender qué sentido tiene la participación para ellos
y ellas.
Vemos que la mayoría de los y las jóvenes consideran muy importantes
las actividades sociocomunitarias que realizan, independientemente de la
cantidad de tiempo que le dediquen. Se trata de tareas que ocupan un
lugar relevante en sus vidas, que tienen que ver con ellos y ellas, con sus
valores, sus convicciones, con relaciones afectivas significativas y otros
aspectos centrales en la construcción de su subjetividad.
A partir del análisis de los discursos ofrecidos por los y las jóvenes, se
advierte que -si bien la valoración positiva sobre las actividades socioco-
munitarias no cambia-, sí varía de unos a otros entrevistados -o incluso
en diferentes momentos de un mismo discurso- la dedicación de tiempo
y la cantidad de trabajo que se realiza. Estas diferencias permiten con-
formar cuatro agrupamientos principales: a) aquellos y aquellas jóvenes
para quienes su participación toma “toda su vida”: lo que hacen es muy
importante, le dedican la mayor cantidad de tiempo que pueden y el resto
de sus actividades se orientan u organizan entorno de esta actividad; b)
jóvenes que le dedican mucho tiempo a actividades de la organización,
lo que incluye algunos días durante la semana y los fines de semana; c)
quienes le dedican relativamente poco tiempo a la participación (un día
por semana, cada quince días o mensualmente) y sostienen que para

47
ellos es muy importante la actividad; y d) quienes, aunque han dejado de
participar, mantienen el discurso de que la participación es importante.

Dedicación total. Está conformado por quienes refieren una dedicación


total a la actividad: sostienen que todo el tiempo están enfocados en las
Para que las actividades
propuestas se lleven a tareas, los objetivos, las preocupaciones o temas vinculados a lo que rea-
cabo satisfactoriamente, lizan en la organización. Le dedican mucho tiempo y esta participación
¿cuánto tiempo real de atraviesa toda su vida y establece una forma o estilo de vida marcado por
trabajo se necesita? ¿Se la militancia o el voluntariado. Expresan que su tarea no es ajena al resto
explicita de antemano
de su cotidianeidad, sino que, por el contrario, la conciben como un eje
cuánta dedicación es
necesaria para participar central que organiza el resto de sus actividades, sus estudios y sus com-
en las actividades de la promisos familiares.
organización?
“Mi militancia es estar en la calle, interpelar en todos los ámbitos, en
mi trabajo, en el barrio, en las clases de apoyo, estar con los chicos,
enseñarles a contar, a leer, a escribir, estar en el día a día es fundamen-
tal” (GF6).

Queda evidenciado en este modo de participación totalizante que no sólo


no se trata de una tarea ajena al resto de los aspectos de la vida cotidiana,
sino que justamente constituye el interés central, aquello que le da senti-
do a las demás actividades.

“A mí me pasa que es directamente una forma de pensar. (…) Quizás


hasta lo pongo encima de la carrera y de mi familia, porque decido ha-
cer algo en vez de irme a ver a mi primo, por ejemplo. Me lo recriminan
en mi casa, porque son muy familieros, y yo... bueno, sí, los quiero, pero
prefiero ir hacer otra cosa” (GF4).

Dedicación periódica. El segundo agrupamiento –y el más numeroso-


comprende a jóvenes que manifiestan que -si bien no realizan actividades
sociocomunitarias a diario y, por ende, no les ocupa la mayor parte de su
Desde la organización,
¿ofrecemos propuestas tiempo-, esa tarea es central para sus vidas. Les implica una dedicación
variadas que requieran de uno o dos días a la semana y algunos momentos de reflexión o plani-
más o menos tiempo de ficación sobre las tareas y objetivos.
dedicación de parte de las
y los participantes?
“En mi vida ocupa un muy alto porcentaje, es algo muy importante que
no dejaría de hacer por nada. En cuanto a tiempo físico, en realidad yo
creo que no es nada, porque vamos un día a la semana y no alcanza
para todo lo que ocupa en la vida de uno” (GF2).

Como se evidencia, los y las jóvenes en este segundo grupo no dejarían de


realizar las actividades de las que participan: no es un aspecto más de sus
vidas, sino que, mas allá de la cantidad de tiempo dedicado, es algo muy
arraigado, que tiene que ver con sus intereses, sus búsquedas personales
y el sentido de lo que hacen.

“Yo tampoco es que cuento (con) un tiempo físico todos los días para

48
esto, pero es una actividad que ocupa un lugar importante y tampoco
es algo que dejaría de hacer. Si, además de las reuniones que son cada
15 días, siempre si hay alguna cosa que... ya sea como venir acá, o al-
guna cosa más que pueda hacer, que pueda ayudar, está bueno” (GF2).

Dedicación esporádica. Algunas y algunos entrevistados plantean que el


tiempo de dedicación es poco y que realizan actividades cada quince días
o una vez por mes. Esta dedicación más reducida es mencionada por
una cantidad menor que aquellos que afirman destinarle algunos días a
la semana. En estos casos, se observa una búsqueda de equilibrio entre
la dedicación a tareas sociocomunitarias y otras actividades de sus vidas,
más allá de que muchos afirmaron, en consonancia con los anteriores,
que consideran a su participación como algo importante.

“A mí me pasa que en cuanto a tiempo físico capaz es menos, porque


es una vez al mes, ahora estamos empezando a hacerlo bimensual,
pero la verdad es que se espera con anticipación, es una actividad que
da mucho placer, entonces que sea una vez al mes y que dure poco,
siempre te quedás con ganas de más” (GF2).

Sin actividad. Comprende a quienes, después de participar activamente


dedicándole muchas horas de su tiempo a las actividades sociocomuni-
tarias durante un período de tiempo extenso, se plantean la necesidad de
cuidar otros aspectos de su vida personal, como el estudio de una carrera
universitaria u otros intereses. La actividad sociocomunitaria sigue siendo
importante en términos valorativos, pero compite con otras prácticas co-
tidianas que también son consideradas importantes.

“A mí me pasa también con la carrera, siempre desde que entré le de-


diqué tiempo al grupo, iba a las reuniones, todo, y últimamente como
estaba medio colapsada por la carrera, pensé, la carrera la relaciono
mucho con lo que hago, prefiero también dedicarle un poco de tiempo
a la carrera y rendir todo para no atrasarme, y a su vez, si hay activi-
dades, que son planificar una misión..., voy a ir. A las reuniones se me
complica, pero sigue siendo importante, porque pongo en práctica lo
que estudio en lo que hago. Importante es” (GF2).

Algunas y algunos entrevistados sostienen la necesidad de darle lugar, no


sólo a los estudios, sino también a sus familias, al descanso y a la realiza-
ción de actividades deportivas y recreativas.

“Yo para todo pongo primero la carrera, porque me apasiona, me gusta


y quiero hacerlo bien. Prefiero hacer una cosa bien, que muchas mal.
Al grupo no lo tengo ni arriba, ni abajo, está en el medio. No sé cómo
explicar. A las reuniones voy siempre, intento ir. Pero a la actividad de
los sábados siempre priorizo otras cosas. Como estudiar o ir a danza o
ensayos, esas cosas. Es raro. Quizá no me motiva tanto ir los sábados,
no sé. Siempre priorizo otras cosas” (GF2).

49
En la misma línea, algunos y algunas jóvenes hacen referencia a la exis-
tencia de etapas diferentes de participación sociocomunitaria. Sostienen
que hay momentos en los que tuvieron mayor dedicación y otros de cier-
to distanciamiento. Asimismo, señalan lo contraproducente que puede
resultar colmarse de tareas y responsabilidades dentro de la organiza-
ción en la cual participan, el cansancio que esto genera, el desgaste en
la actividad, el malestar y las dificultades para continuar con el trabajo
sociocomunitario.

“Yo creo que es bastante difícil equilibrar. (...) Yo creo que no se puede
estar en la Asociación Protectora de Animales, en el Grupo Misionero...
uno trata de focalizar hacia algún lugar. A mí me pasó en una época
en que estaba en la Parroquia en absolutamente todos los grupos. Y
uno se da cuenta que también es medio desaprovechar los recursos
porque estás tan cansado que dejás todo. Y de hecho pasó con muchos
chicos: ‘bueno, estoy con veinte grupos’, al año no pisan nunca más
este lugar” (GF3).

Esta concentración de actividades se ve especialmente en los espacios


religiosos, ya que según lo que expresan, en estos grupos es común la
sobrecarga de actividades sobre las mismas personas, situación que -a
largo plazo- influye negativamente en la participación.

2.4 Palabras finales


A lo largo del capítulo, hemos visto que los y las jóvenes vinculan el sen-
tido que le otorgan a su participación en actividades sociocomunitarias a,
al menos, cinco dimensiones.

La primera dimensión, muy importante en el discurso de los y las jóvenes,


tiene que ver con que la participación es una acción eminentemente co-
lectiva: lo que hacen, lo hacen con “otros”, que son los compañeros que
conforman la agrupación. El carácter colectivo de la participación y la ma-
sividad de las acciones son elementos centrales. Esto que quizás parecie-
ra ser propio de las agrupaciones político-partidarias ha sido mencionado,
de diferentes formas, por jóvenes de todos los tipos de organizaciones.
La segunda dimensión de la participación es su fuerte componente rela-
cional, es decir, que es la situación de injusticia de otras personas lo que
moviliza a participar. Si bien, en algunos casos, se habla de transformar
situaciones en las que las y los mismos jóvenes están involucrados, en
general, la participación se orienta a la situación de “otros” que sufren
una carencia y con quienes desean vincularse. Esta dimensión vincular
se expresa también en el deseo de que las actividades llevadas adelante
por una situación de injusticia, se realicen en conjunto con las y los desti-
natarios y que éstos vayan adquiriendo protagonismo.Consideramos que
estos dos aspectos identificados por los y las entrevistados se mezclan
produciendo un efecto particular de invisibilización de las diferencias que
existen entre los jóvenes que realizan actividades de forma organizada, y

50
los destinatarios de esas actividades. Lo que sucede es que, en sus dis-
cursos, por momentos se confunde -produciendo un efecto igualador- la
reciprocidad en la relación afectiva (por ejemplo, cuando señalan que el
afecto que ellas y ellos “dan” también lo “reciben” de los destinatarios),
con la reciprocidad de las relaciones de clase y de poder existentes entre
los dos grupos que, en la práctica, no es tal. Consideramos que la paridad
en términos afectivos no es equiparable a la disparidad existente en tér-
minos de diferencias sociales, económicas y culturales.
En tercer lugar, los y las jóvenes hacen referencia a las actitudes de los
individuos que conforman esos colectivos y las características que estos
sujetos tienen. Se puede ver que, a la hora de entender la participación,
hay en los y las jóvenes una clara referencia al compromiso, a la respon-
sabilidad social y a la sensibilidad. Se trata de actitudes que brotan de la
conciencia de una injusticia y el sentimiento de rebeldía hacia esa situa-
ción, de convicciones personales o del conjunto de estas motivaciones, y
que se expresan en un involucramiento activo.
En cuarto lugar, para las y los entrevistados, esta actividad grupal inte-
grada por personas comprometidas no se expresa en un solo tipo de
tareas, sino que se concreta en una gran variedad de acciones: culturales,
político-partidarias, generación de empleo o , entre otras. Si bien esto
puede sonar lógico por la procedencia de las y los jóvenes de distintos
tipos de organizaciones, esta amplitud en el tipo de actividades también
constituyen posibilidades al interior de cada organización.
Por último, también se asocia la participación a la finalidad que estas
acciones tienen, es decir, a los resultados que pueden generar, y que se
entienden como una transformación, un cambio que, en mayor o menor
escala, se da en las situaciones de injusticia.
Este último punto es retomado especialmente en las entrevistas. A la hora
de responder a las preguntas para qué participan y qué buscan, los y las
jóvenes hablan del cambio, de la transformación en diferentes aspectos:
el cambio de situaciones sociales, de las personas destinatarias del pro-
yecto y la transformación personal.

En relación al cambio que experimentan las personas destinatarias de los


proyectos, refieren especialmente a la toma de conciencia y al desarrollo
de una actitud protagonista frente a la resolución de situaciones que las
incumben. En este sentido, hablan de empoderamiento, apropiación de
herramientas, entre otras cosas, y en relación a los cambios que se produ-
cen a nivel personal, mencionan el desarrollo profesional, la adquisición
de experiencia, el crecimiento de uno mismo como participante de una
organización social.

Propuestas para la reflexión


Revisar nuestra misión, visión, objetivos, prácticas y actividades a la luz de
los sentidos que los y las jóvenes nos brindan sobre qué entienden por par-
ticipación, para qué y por qué participan, nos permite observar si la direc-
ción elegida convoca, fomenta y sostiene prácticas de participación social.

51
1. Dimensiones y sentidos de la participación y nuestra
organización

Consideremos las distintas dimensiones y sentidos que, según los y las


jóvenes, caracterizan acciones de participación -a la vez que definen esta
noción-, para ver cuál de estas expresiones está presente en los discursos
-visión, misión y objetivos- y en las prácticas -programas, proyectos y ac-
tividades- que propone la organización.
Las dimensiones mencionadas son: la acción colectiva; la construcción de
vínculos y la relación entre participantes-destinatarios; la actitud de com-
promiso, responsabilidad social y sensibilidad; la variedad de acciones,
culturales, de política partidaria y de inserción laboral o trabajo produc-
tivo; el cambio o transformación de situaciones de injusticia, inequidad
social como resultado de una actividad.

Para llevar adelante esta revisión, recomendamos la lectura del documen-


to que contiene la misión, visión, objetivos, programas, proyectos y activi-
dades de la organización (proyecto o carpeta institucional).
Este ejercicio permitirá no sólo identificar qué dimensiones o sentidos
están -o no- en la propuesta de participación de la organización, sino que
además habilitará a responder los siguientes interrogantes:
–– Teniendo en cuenta lo que los y las jóvenes comparten, ¿nuestra
propuesta denota acciones de participación?
–– ¿Qué entendemos por participación y qué damos a entender?
–– ¿Qué dimensiones, aspectos o sentidos aparecen con mayor fuerza
en nuestro proyecto institucional? ¿Esto tiene alguna relación con lo
que, como organización, deseamos trabajar y fomentar?
–– Lo que desde la organización entendemos por participación, ¿es lo
que se desprende de los discursos –documento institucional- y las
acciones sostenidas?
–– ¿Hay un correlato entre lo que decimos que es la participación y lo
que hacemos en su nombre?
–– Cuando convocamos a la participación juvenil,¿tenemos en cuenta
las dimensiones que ellas y ellos asocian a la participación? Por lo
tanto, ¿resulta atractiva nuestra convocatoria para los y las jóvenes?
–– ¿Generamos como organización espacios que nos permitan reflexio-
nar y qué es lo que entendemos por participación?
–– ¿Qué acciones puntuales desarrollamos para trabajar con las y los
jóvenes voluntarios el desarrollo de valores y actitudes como el com-
promiso, el trabajo colaborativo y en equipo, la responsabilidad, la
empatía, entre otros?

2. Las acciones

Además de convocar una variedad de sentidos y dimensiones, la parti-

52
cipación se expresa mediante una diversidad de actividades, que no son
necesariamente excluyentes entre sí ni exclusivas de un tipo de organiza-
ción. Esto nos permite renovar las propuestas de participación, siempre
que no perdamos de vista nuestros objetivos. La revisión de este aspecto
también puede favorecer y estimular prácticas de participación.

Ofrecemos una serie de preguntas para reflexionar sobre este tema:


–– ¿Podemos especificar nuestra modalidad de trabajo? ¿Cómo la ca-
racterizaríamos?
–– ¿Qué actividades en concreto llevamos adelante?
–– ¿Dedicamos tiempo a pensar creativamente en las acciones que po-
demos realizar para el cumplimiento de los objetivos?
–– ¿Conocemos las repercusiones que tienen nuestras modalidades de
trabajo y nuestras actividades en los y las jóvenes que participan?
–– ¿Estamos abiertos a nuevos modos, nuevas formas de acercarnos
al trabajo de los campos sociales-políticos-culturales que nos inte-
resan?
–– ¿Generamos espacios para que las y los voluntarios –muchas veces
ejecutores de las actividades- puedan aportar ideas, crear acciones,
ser partícipes activos en la planificación de actividades?

3. Las causas nos dan pistas

Los y las jóvenes nos ofrecen una lectura sobre las causas que funda-
mentan su participación: para qué y por qué participan. Esto, que es el
resultado de acciones, actividades de diversa índole, modos de desarrollar
la participación, es de gran importancia para conocer cuán convocante es
nuestra invitación a participar.

Para reflexionar sobre esto podemos respondernos las siguientes pregun-


tas:
–– A la hora de pensar en acciones sociales, ¿cuáles son los resultados
buscados que guían nuestras elecciones?
–– ¿Conocemos el impacto de las actividades que desarrollamos? ¿Es-
tamos satisfechos con los cambios que producen nuestras acciones?
–– Si tenemos en cuenta que los cambios pueden darse en distintos
aspectos -situaciones sociales concretas de las y los destinatarios
del proyecto y a nivel personal de las y los participantes-, ¿cuáles de
estos consideramos que suelen darse con mayor frecuencia como
resultado de nuestras propuestas de participación?

53
54
3.

Valoraciones de las
y los jóvenes sobre
los espacios de
participación

55
1.1 Primeros emergentes
Para abordar la valoración que las y los jóvenes entrevistados hacen sobre
los espacios en los que participan, veremos, en primer lugar qué es lo que
más y lo que menos les gusta de la organización de la que forman parte.
De esta manera, podremos conocer aquellos aspectos generales de las
instituciones que pueden incentivar o disuadir la participación de los y
las jóvenes.

Aspectos que incentivan la participación


A la hora de expresar lo que más les gusta de las organizaciones en las
que participan, los y las jóvenes mencionan tres aspectos principales: en
primer lugar, la actividad que realizan -con sus objetivos y contenidos-; en
segundo lugar, el clima de trabajo y la relación entre los
Las y los jóvenes prefieren miembros de los equipos; y, en tercer lugar y en menor
proporción, aspectos institucionales como la misión de
llevar adelante actividades
la organización, el buen funcionamiento de la misma y
concretas que tengan un el apoyo de las autoridades. En sintonía con lo que se
ha sostenido en apartados anteriores, estas respuestas
destinatario determinado.
refuerzan el protagonismo que tienen en la actividad y
los vínculos que se establecen en torno a ella.

La actividad. En línea con el primer aspecto mencionado, vemos que mu-


chas y muchos de los entrevistados opinan que lo que más les gusta de la
organización es realizar actividades concretas y la satisfacción que nace
de la puesta en práctica de esas acciones.

“La verdad que de lo que más disfruto en sí es de la actividad. Es algo


que personalmente me genera mucho placer” (GF2).

Todas las personas tienen la necesidad de realizar actividades que tengan


un sentido transformador y de “construir, trabajar de forma creativa en
algo que nos gratifica y que sea valorado por el entorno” (Barreiro, 1987:
120). Los y los jóvenes encuentran el espacio para hacerlo de una manera
muy especial en este tipo de organizaciones. Esta importancia dada a la
acción se vincula con la posibilidad para el despliegue personal, el apren-
dizaje, poner en práctica las propias capacidades y “desarrollar nuestras
aptitudes y potencialidades latentes” (Barreiro, 1987: 120).
La realización de estas actividades también guarda relación con la mo-
dalidad de trabajo: los y las jóvenes prefieren llevar adelante actividades
concretas que tengan un destinatario determinado. Asimismo, se vincula
con el tipo de actividad y el interés propio de cada joven que participa:
por ejemplo, aquellas y aquellos que están interesados en la educación
llevan a cabo gustosamente un encuentro de apoyo escolar.

“Lo que más me gustó del proyecto es que es algo muy puntual lo que
hace, (...) tiene un montón de cosas en las que participar y todas son
cosas muy concretas y muy puntuales” (GF1).

56
El aspecto recién mencionado puede parecer muy evidente, pero en mu-
chos casos no es tenido en cuenta debidamente. Algunas organizacio-
nes pueden pensar que los ideales de la institución bastan para que una
persona se involucre y, por lo tanto, descuidan cuál es la tarea que les
encomiendan a sus miembros. Pareciera que, al menos cuando se trata
de las y los jóvenes participantes, las organizaciones deberían, además
de dar a conocer la finalidad del proyecto o la actividad, tener en cuenta
que éstas sean acordes a los intereses y gustos de las y los participantes.
Finalmente, como dijimos, junto al gusto por la actividad, para los y las
jóvenes resulta motivador tener una fuerte coincidencia con la misión y
los objetivos que plantea la organización.

“Y después a lo que apunta, su visión, la misión, o sea, acabar con la


extrema pobreza, es como hasta cierto punto utópico, pero si lo creyera
realmente utópico no lo haría. Entonces me parece que apunta a algo
muy urgente, muy necesario como sociedad, como plantea incluso si
se quiere, es a nivel mundial y me parece que a lo que apunta y el fin,
me parece muy importante y me gusta” (GF1).

Buen clima de trabajo. Otro aspecto importante para las y los jóvenes en-
trevistados es el clima de trabajo y el trato entre las personas que partici-
pan, tanto al interior del grupo de trabajo como con las y los destinatarios
de las actividades.

“Me motiva mucho el clima que se siente en la agrupación. Realmente


es muy lindo. Un clima de compañerismo, de que todos estamos en la
misma, que todos estamos tirando para un mismo lado” (GF4).

Nuevamente, emerge en el discurso la importancia del encuentro con


los otros y la satisfacción que eso provoca. La necesidad de todas las
personas de ser aceptados y reconocidos por un grupo y encontrar en
ello gratificación, encuentra su respuesta en los espacios de pertenencia
y de encuentro interpersonal que las organizaciones brindan. Las y los
jóvenes le dan mucha importancia al modo de interacción en las institu-
ciones y le otorgan un lugar fundamental al vínculo y al compromiso que
significan las relaciones interpersonales con las y los destinatarios de las
actividades. En una ciudad de millones de habitantes, una actividad tan
intensa y a un ritmo vertiginoso, la posibilidad que da la pertenencia a
agrupaciones que respetan a cada miembro y procuran el bienestar de
sus integrantes, responde de manera especial a la necesidad de “pertene-
cer a una comunidad, a un grupo donde poder trascender, a un grupo que
nos acepte y nos reconozca y que nos gratifique en nuestra identidad“
(Barreiro, 1987: 120).
Dentro de este segundo grupo de valoraciones, se mencionan aspectos
tales como la importancia de los espacios formales para el debate y los
vínculos de amistad que se forjan entre las y los miembros de la organi-
zación para que se construya un clima positivo en general.

57
“Estoy muy cómoda en el lugar que estoy, me siento muy cómoda, creo
que hay espacio de debate, creo que sos aceptado realmente” (GF6).

“Lo que más me gusta es el grupo de personas que están en ese grupo,
mis amigos, que son todos excelentes, y eso es lo que me gusta” (GF2).

También se destacan el compromiso y la actitud positiva de las y los


participantes en la realización de las tareas que les corresponden, lo
que genera un estímulo para sostener el desarrollo
Destacan el compromiso de las actividades.

y la actitud positiva en la
“Lo que te transmite cada compañero con los que
realización de las tareas que militás día a día para mí es lo que te hace dar cuenta
de que vos estás haciendo algo bueno, lo que reafir-
les corresponden, lo que
ma mi convicción para seguir militando es lo que me
genera un estímulo para transmiten mis compañeros.” (GF6)

sostener el desarrollo de las


Coordinación institucional. Con menor frecuencia,
actividades. algunas y algunos jóvenes valoran de forma positiva
aspectos institucionales tales como el buen funciona-
miento de la organización, la relación de cercanía con las autoridades y el
apoyo de los directivos.

“Lo que me gusta de la organización donde estoy es que actualmen-


te nos están brindando todo el apoyo los directivos (...) Tener por ahí
al director, estamos permanentemente en contacto con él; nos dicen
“cualquier cosa que necesiten, cuentan con nuestro apoyo”. Nos están
brindando un apoyo” (GF4).

En algunos casos, otro de los aspectos señalados como positivo es el he-


cho de que la organización generara espacios de reflexión e intercambio
que contribuyan al desarrollo personal.

Aspectos que desincentivan la participación

Cuando las y los jóvenes entrevistados se refieren a aquello que menos les
gusta de la organización en donde participan, manifiestan un descontento
por la falta de sentido de la actividad, las relaciones conflictivas que se
dan entre los miembros del equipo de trabajo y las dificultades institucio-
nales como una coordinación deficiente, la poca eficiencia o la ausencia
de concreción en la gestión.

Falta de sentido de la actividad. La centralidad que para las y los jóvenes


tiene la realización de actividades concretas nos permite afirmar que –así
como influye positivamente en los casos en que le encuentran sentido a
lo que hacen- también influye negativamente en su motivación a partici-
par y en su compromiso cuando las actividades dejan de interesarles, no

58
generan el impacto que esperaban o ya no comprenden por qué ni para
qué las llevan adelante:

“Y siento que la pata de la acción, que lo que estoy haciendo cada vez
es menos. O veo que cada vez es menos importante, menos transfor-
mador. Priorizo la formación, todo lo que me pueda aportar, pero lo que
hago en concreto en el grupo hoy en día no creo que cambie mucho
las estructuras de la sociedad. Así que cada vez me estoy yendo con
sabor a menos” (GF4).
¿Existe una comunicación
fluida y constante entre
Los motivos del disgusto pueden ser varios: en algunos casos la actividad las y los miembros de la
sigue siendo la misma, pero el crecimiento personal, el conocimiento de organización, que per-
la realidad o simplemente el cansancio hace que los y las jóvenes no le mita detectar situaciones
conflictivas y actuar en
encuentren sentido a continuar.
consecuencia?

“Me disgusta más misionar en Capital que en provincia. La respuesta


de la gente es totalmente diferente. Nosotros misionamos en barrios,
que no es que son precarios, son Caballito, Villa Crespo, y son gente
no de clase muy alta, pero gente que no te abre la puerta ni loco por
todo lo que vive, entonces en ese sentido me gusta más misionar en
provincia, que no tienen nada de problema, que misionar acá en Ca-
pital” (GF4).

Otras veces, este disgusto está vinculado a la actividad en sí, a sus desti-
natarios, al modo o con quién se está realizando, y, en estos casos, resulta
más sencillo intervenir para hacer alguna modificación. ¿Qué estrategias o me-
canismos utilizamos para
Conflicto en las relaciones. Las y los entrevistados hacen una valoración actuar ante situaciones de
conflicto entre miembros
negativa de sus pares cuando entienden que sus actitudes denotan falta
de la organización?
de compromiso con la actividad:

“Lo que me gustaría cambiar, que es con lo que estoy hinchando un


poco, es que por ahí hay algunos chicos que van y no se lo toman muy
en serio, y por ahí van y hablan de la vida, y por ahí lo toman más como
un espacio recreativo, que está bárbaro, me parece que está buenísimo
y es súper enriquecedor, pero por otro lado, también está bueno poder
tomarse las cosas en serio” (GF2).

También encuentran un obstáculo para continuar participando cuando las


actitudes de sus compañeros o compañeras atentan contra el buen clima
de trabajo (egoísmos, habladurías y divisiones entre grupos):

“Eso mucho y también los chusmeríos. Va hiriendo en el grupo y no po-


dés seguir y decís ‘bueno, dale, ¿vas a seguir objetivamente o vas a se-
guir con los quilombos?’. Eso es lo que me molesta, no lo tolero” (GF4).

Dificultades de coordinación. Las y los jóvenes destacan también asuntos


relacionados a la organización de las actividades y las estrategias que se
despliegan para llevar a cabo las acciones.

59
“Yo creo que en el grupo donde estoy lo que falta por ahí es un poco, no
sé si organización, pero sí alguien que los guíe, faltan herramientas más
que todo. Porque las herramientas ordenan el trabajo” (GF2).

Algunas y algunos de las y los entrevistados hacen referencia a dificulta-


des tales como la falta de encuadre, de roles claros y bien definidos, y la
desorganización:

“Después en cuanto a lo que se podría cambiar es un encuadre por ahí


más claro. Viene gente que realmente viene de cualquier lado, esto se
postea por facebook y por cada evento que hacemos hay diez que son
nuevos, que es la primera vez que vienen, diez que más o menos están
hace bastante, diez que es su segunda vez... entonces cuando se da la
consigna hay que ver qué es para cada uno realizar esa actividad. (...)
Lo que me gustaría quizá es eso, poner un encuadre más claro, para
que se pueda aprovechar muchísimo más” (GF2).

En este sentido, se observa que si bien la espontaneidad y la desestructu-


ración características del espacio son -en un primer momento- atractivas,
también influyen negativamente en la realización de las actividades y en
el clima de trabajo grupal, por lo que no favorecen la permanencia.

“En mi experiencia, lo que me gusta y lo que no me


Si bien la espontaneidad gusta tiene que ver con lo que viví en otras organi-
zaciones. Yo trabajé en una olla popular, que estaba
y la desestructuración
organizada por jóvenes y de forma muy anárquica, y
características del a veces faltaban cosas y a veces no faltaban cosas, y
a veces todos compartíamos la misma ideología y a
espacio son -en un
veces no y eso generaba conflictos constantes y obs-
primer momento- taculizaban realmente la actividad” (GF4).

atractivas, también
Quienes participan en organizaciones más rígidas cri-
influyen negativamente tican, por su parte, la poca capacidad para integrar
actividades nuevas o la dificultad para hacer aportes
en la realización de las
o sugerencias.
actividades y en el clima de
“Lo que menos me gusta tiene que ver con esta es-
trabajo grupal.
tructura, esta estructura tiene un pro y un contra. El
claro pro es que está todo muy organizado, es muy
claro, los objetivos se cumplen. Y la contra es que tal vez para generar
una iniciativa o para generar un cambio, o para traer algo nuevo, es un
poco más difícil, porque ya hay una estructura armada. O sea, es muy
claro, pero esa claridad y esa estandarización, esa forma de trabajo que
ya está cristalizada genera un conflicto en el cambio” (GF2).

Una vez más, aparece esta tensión entre la organización, la espontanei-


dad y la realización de los objetivos. Quienes hicieron críticas a nivel de
la institución –más allá de su grupo de trabajo-, a sus estructuras y a las
modalidades de toma de decisiones de la “cúpula”, pertenecen a orga-

60
nizaciones muy grandes con presencia en todo el territorio nacional y,
principalmente, a partidos políticos.

“Y en cuanto a la crítica hacia mi partido, creo que coincido con lo que


decían mis compañeras, el tema de que sí, hay muchas discusiones
entre la cúpula, que parece una bolsa de gatos, que eso lleva a que
las convenciones sean un poco caóticas, claramente y creo que justa-
mente eso nos impulsa mucho a decir qué queremos llevar a cabo la
juventud, que no nos gusta la realidad del partido, la queremos cambiar
a lo que fue antes, allá en su momento, más allá de que la nostalgia,
siempre todos la tenemos en algún momento, creo que esa es mi crí-
tica del partido, de que creo que hay que volver a las bases que nos
impulsaron a ser lo que fuimos” (GF5).

De esta manera, se critica cuando no hay internas que posibiliten la parti-


cipación de todos, pero cuando sí las hay, también se reprende la crudeza
de las mismas, ya que debilitan la unidad.
En el caso de agrupaciones jóvenes, se percibe como dificultad no tener
una tradición que otorgue una base institucional y que -por tratarse de
una organización joven- no tengan claridad en la identidad ideológica. Sin
embargo, esa situación es vista por otros como un desafío que les atrae.

3.2. Lugar de las y los jóvenes en la


organización

El lugar que ocupan los y las jóvenes en la organización constituye un as-


pecto muy importante para entender sus modos de participación. La gran
mayoría de las y los entrevistados afirman que se sienten escuchados en
los espacios en donde participan, a lo que le otorgan mucha importancia.
Esto habla una vez más del deseo de tomar una posición activa y prota-
gonista dentro las organizaciones.
La valoración positiva de la posibilidad de expresar su opinión se da en
varios y diversos sentidos. Un primer agrupamiento, en el que se nuclean
la mayoría de las opiniones, es el de quienes expresan que son escucha-
dos y que hay un buen diálogo en la organización. Dentro de este agru-
pamiento encontramos a: a) quienes mencionan que se escuchan entre
los miembros de la agrupación y que no se referencian en una autoridad
porque ellos mismos son responsables (en general se trata de jóvenes
que pertenecen a grupos pequeños o a espacios que se organizan in-
dependientemente de la institución más grande de la que son parte); b)
organizaciones que tienen autoridades constituidas, cuya modalidad de
coordinación tiene en cuenta la consulta, el intercambio y la participación
de todos los integrantes.
Un segundo agrupamiento es el de los y las jóvenes que afirman que se
los escucha y que pueden opinar y decidir a nivel de las tareas que llevan
a cabo, pero que las decisiones de tipo organizacional son tomadas en
otras instancias, de las que no participan.

61
En tercer, y minoritario, lugar, están quienes comparten experiencias en
las que no son escuchados, o no pueden cuestionar lo que pasa en la
organización y lo que esto les genera.

Cuando la decisión a tomar


tiene que ver con la acción Protagonismo en las decisiones
directa en un campo en
particular, ¿invitamos a La escucha entre los corresponsables. Estas organizaciones están con-
quienes trabajan con esa formadas por jóvenes y no existe una jerarquía marcada. En estos casos,
población a involucrarse
el hecho de sentirse escuchados o no es redundante, porque son ellas y
en la toma de decisiones?
ellos mismos quienes toman las decisiones y construyen la organización.
Los y las jóvenes integrantes de estas instituciones valoran la diversidad
de ideas y la convivencia de enfoques y opiniones disímiles entre sus
miembros. La existencia de diálogo y debate al interior del grupo de tra-
bajo para ellos y ellas es algo habitual.

El diálogo con los coordinadores y la injerencia en las decisiones. Otros


y otras jóvenes que integran organizaciones algo más grandes con auto-
ridades constituidas, manifiestan que pueden entablar un diálogo fluido
con las autoridades. Hacen referencia a la posibilidad de comunicar sus
inquietudes y propuestas a las y los referentes de la organización y que
ellas sean tenidas en cuenta. Destacan la existencia de instancias forma-
les e institucionalizadas de diálogo, como asambleas, plenarios o reunio-
nes más pequeñas.

“Yo realmente me siento muy escuchada en el partido, realmente soy


una militante nueva, porque hace un año nada más que milito. He he-
cho propuestas, he presentado proyectos y se me ha escuchado. Se me
ha dado participación y creo que eso es muy importante. Que les den
participación a los jóvenes yo creo que es clave. Realmente me siento
muy escuchada y muy cercana a todos los que son nuestros referentes,
nuestros referentes vienen, nos hablan, nos escuchan, nos preguntan.
Nosotros tenemos la posibilidad de hablar con ellos, de preguntarles,
de tal vez opinar: tal vez pensamos que estas cosas las están haciendo
bien, las están haciendo mal. Creo que lo escuchan y toman en cuen-
tan las cosas que nosotros opinamos” (GF6).

A estas y estos jóvenes les parece evidente que en la organización se los


escuche, no conciben otra posibilidad, como dice una de las entrevista-
das: “¿A quién se le ocurre que alguien puede estar en una organización
donde no puede ser o no se siente escuchado?”. Y no sólo les parece impor-
tante poder expresarse, sino también participar en las decisiones.

Algunos y algunas jóvenes rescatan que no es necesario cumplir un tiem-


po determinado de antigüedad para tener voz propia, sino que se escucha
y se tiene en cuenta también lo que dicen las personas que no participan
hace mucho.

62
“Bueno, yo milito en este partido, pero lo hice porque encontré un
espacio en el que me sentí apoyado, no digo que en otros espacios no,
la verdad fue el primer espacio en donde fui. Pero bueno, la verdad
me siento muy bien. Es un lugar en donde se escucha al militante que
entró ayer como el que tiene un cargo dentro del partido y todas las
ideas y actividades son llevadas a cabo, por ahí no inmediatamente
pero entran en el cronograma, no hay nadie que dice ‘no, no se puede
hacer’. Todo lo que los militantes proponen se hace, así que por eso
simplemente me gusta y voy a seguir militando” (GF5).

Otras y otros, por el contrario, reflejan diferencias en el valor de las opi-


niones de las y los integrantes de las agrupaciones. Si bien se escucha a
todos, hay personas con más trayectoria que tienen lugares preponderan-
tes a la hora de influir en la toma de decisiones, así como existen otras
instancias de participación, a las cuales no pueden acceder.

“Yo me siento escuchada, pero me parece que todos vamos a decir que
en nuestras organizaciones nos sentimos escuchados, pero claramente
hay referencias, hay compañeros que tienen más años que otros, que
tienen más experiencias que otros, existen las decisiones colectivas,
existen las decisiones orgánicas y eso lo tenemos que reconocer todos
me parece, que eso no saca que sí, obvio, todas las opiniones van a ser
escuchadas y no se va a callar a nadie y todas las opiniones son ricas”
(GF5).

Las posibilidades de expresarse y de tener influencia sobre las decisio-


nes, suelen ser muy diferentes en las organizaciones grandes que en las
organizaciones más pequeñas, donde la escucha entre pares -y con los
responsables- es más frecuente y cotidiana, generando mejores oportu-
nidades para que todos los integrantes puedan participar en la toma de
decisiones. Las y los jóvenes que participan en organizaciones con al-
cance nacional no tienen influencia a nivel de las decisiones de toda la
institución, pero consideran que sí tienen posibilidades de ser escuchados
a nivel local o barrial.
Algunos y algunas jóvenes de organizaciones grandes afirman que son
escuchados y que tienen injerencia en las decisiones. Sin embargo, a la
hora de describir su rol, en muchos casos esta influencia parece de muy
bajo alcance, más bien tiene que ver con la posibilidad de expresar una
opinión:

“En mi caso, sí. Voy al despacho con el legislador y charlo, no hay


ningún problema, tengo las puertas abiertas en las charlas que se orga-
nizan, puedo preguntarle a cualquier funcionario lo que se me ocurra.
Nunca te van a decir que no preguntes, en absoluto. Si vos creás un
documento interno te lo leen y te lo responden” (GF5).

Dijimos que la mayoría de los y las jóvenes se sienten escuchados aunque


no en todos los casos tienen participación en la toma de decisiones. En
algunos casos argumentan que es más importante priorizar las decisio-

63
nes colectivas ya que no se puede hacer lo que cada individuo considera
correcto. Es decir que valoran que se tenga en cuenta lo que representa
a la mayoría. No niegan, de ninguna manera, la importancia del derecho
a ser escuchado, pero consideran que es más importante anteponer lo
“colectivo” a lo individual.

“Puede pasar que en algún momento no sea escuchada tu opinión,


o en alguna coyuntura... y eso en definitiva, si priorizás una cuestión
colectiva, o un espíritu colectivo, lo dejás en un segundo plano. A eso
iba, por eso decía que (sentirse escuchado) sí es importante, pero no
definitorio” (GF6).

Opinión y decisión sobre las actividades concretas

Otros y otras jóvenes expresan que el lugar que se les da está vinculado
a la incidencia en la ejecución de la actividad sociocomunitaria concreta.
Afirman que pueden tomar decisiones y realizar propuestas libremente
dentro del campo de ejecución, pero no así en todas las áreas de la or-
ganización.

“Claramente se da un espacio de participación, de decisiones, de opi-


niones, no sé si yo como voluntaria puedo participar tanto de las deci-
siones de la organización, pero sí por ejemplo, en el taller que hacía-
mos, gracias a nuestro aporte se cambió la modalidad de un taller de
fotografía a un taller de fotografía plástica. Entonces ahí se dio impor-
tancia a la experiencia de las talleristas, está bueno porque te incentiva
a seguir, a proponer, a construir” (GF1).

En estos casos, se escuchan las opiniones de los y las jóvenes, pero la


responsabilidad de tomar decisiones recae en un referente.

“Pero hay decisiones a nivel digamos, nacionales o grandes, por la


clase de organización que es, que obviamente nosotros no tenemos
injerencia porque hay gente que está paga, digamos, en la organización
que trabaja y se encarga de tomar decisiones. Pero después me parece
que sí, todos tenemos el espacio para opinar, que todas las opiniones
interesa” (GF1).

“Ninguno puede decir que no se siente escuchado en su organización,


dentro de mi contexto, somos vistos de la misma manera, desde el que
milita hace catorce años, hasta el que milita hace una semana, todos
son escuchados igual, las propuestas se aceptan; es más el apoyo es-
colar y la olla, el tema del apoyo escolar lo inicié yo, el tema de la olla,
era servir comida, una propuesta de un chico que vino hace poco de
Bariloche, él dijo ‘bueno, mirá me parece que podemos hacer esto’ y lo
llevamos a cabo” (GF5).

64
Solo ejecución de actividades

Los casos en que mencionan explícitamente la falta de escucha en la


organización, aluden a experiencias pasadas, cuando integraban organi-
zaciones en las que ya no participan más.

“Yo estaba en otra ONG y me pasaba precisamente que yo trabajaba


en dos programas paralelos, uno que era de otorgar becas y ser tutora
de unos chicos de una villa y por otro lado el de Modelo de Naciones
Unidas u otro espacio de debate. Y siempre mi planteo era por qué los
dos proyectos tenían que ir por separados y no se los podía involucrar
a los chicos que se les estaba otorgando becas a la participación de
un debate más activo en eso del modelo de Naciones Unidas. Cuando
yo no veía una respuesta del otro lado, y sentía que esa estructura
bloqueaba mi idea, me frenaba a decir “bueno, por acá no vamos, me
tengo que ir a otra organización” (GF1).

La falta de escucha e injerencia de las propuestas de los y las participan-


tes no pasa sólo en organizaciones que tienen una estructura jerárquica
muy desarrollada, también se expresan dificultades en organizaciones
que tienen un estilo más horizontal en las que también hay temas, pro-
puestas, “verdades” e incluso personas que no pueden ser cuestionadas.

“Entonces esa fue como mi pelea con esto, fue una cuestión de que,
a pesar de que la estructura en la que yo militaba era muy horizontal
y éramos todos iguales, no existía esa voz de disensión de ‘veamos y
critiquemos lo que está ocurriendo’” (GF1).

3.3. Grupo y clima de trabajo


Como vimos, uno de los aspectos que los y las jóvenes valoran de los
espacios en los que participan es el vínculo entre las y los compañeros. Al
profundizar en este punto, nos encontramos con matices interesantes que
dan cuenta de distintos alcances en la relación:

Amistad en diferentes ámbitos de la vida. Un primer agrupamiento es el


de aquellos y aquellas jóvenes que hablan de una amistad muy profunda
que se da en el ámbito de la organización y también fuera de la misma. El
vínculo que entablan con sus compañeros es muy especial, porque com-
parten objetivos, ideología y las actividades, y consideran que eso genera
una unión particular, un vínculo “totalizante”.
Compartir estos espacios hace tan especial la relación que lo sienten
como un vínculo que excede la relación afectiva, que se enmarca en los
ideales y utopías. En algunos casos esta relación se siente con mucha
intensidad:

65
“Los lazos son tan fuertes y es tan intenso el objetivo en común que
todos tienen, que funcionan como una unidad, como si fueran todos
una sola persona, con mucha fuerza, como un superhéroe” (GF4).

Estos y estas jóvenes describen como “amigos” a sus compañeros y sos-


¿Qué hacemos desde lo
individual y lo institucional tienen que este vínculo supera el ámbito formal de la organización, seña-
para promover un clima lando que las mismas personas que son parte de su grupo de trabajo son,
agradable y comprometido a su vez, con quienes comparten salidas, cenas, cumpleaños o eventos
de trabajo? significativos.

“Para mí fue el hecho de que un amigo me acercó y ahí fui armando mi


grupo de amigos a través de la política. Y es importante, porque la polí-
tica se construye con amigos. Hay un dicho que dice que en la política
no hay amigos. Pero para mí sí tiene que haber amigos, porque si no,
no se construye, es bastante complicado sentarte a construir algo si no
está bastante predispuesta la otra personas y [no] todos tiramos para el
mismo lado. El triunfo de uno es el triunfo de todos” (GF6).

Vínculo en el ámbito de la organización. Algunas y algunos entrevistados


también expresan que una de las características de la relación entre pares
es el compañerismo. Este segundo agrupamiento es el de quienes tienen
una relación de respeto mutuo, pero acotada al ámbito de la organización.
En el discurso sobre el par con quien comparten los espacios de la orga-
nización, se distinguen tres figuras claras de “el otro”: como amigo, como
compañero y como hermano.
El primero de ellos, el vínculo de amistad, fue descripto en el punto an-
terior.
El segundo, ser “compañero”, se diferencia del “amigo”, aunque no es
considerado, necesariamente, un vínculo menos fuerte. La carga simbóli-
ca que le otorgan los y las jóvenes que militan en agrupaciones político-
partidarias a la figura del “compañero” es muy fuerte
Ser “compañero”, se y, en algunos de los casos, transciende la figura del
“amigo” o del hermano, ya que las diferencias que se
diferencia del “amigo”,
puedan tener con otra persona se relativizan al priori-
aunque no es considerado, zar el trabajo en común, el objetivo de la organización
y la ideología política que sostiene el vínculo.
necesariamente, un vínculo
menos fuerte. “Yo quisiera hacer una aclaración, para mí en la políti-
ca hay compañeros, no sé si amigos. Para mí el valor
del compañero no reside tanto en el afecto entre uno
y otro. Para mí el valor que tiene un vínculo adentro
de una organización, que define al compañerismo, no es tanto si te cae
bien o mal, o si compartís en términos de gusto, sino que es una lucha.
Me parece que eso en algún punto trasciende la amistad. Porque yo
tengo un montón de amigos, pero el compañero para mí es otra cosa”
(GF6).

66
Algunos y algunas han expresado que este vínculo especial y de tanta
confianza se asimila a las relaciones familiares, lo que supone que hay
algo que los une más allá de haberse elegido, de las simpatías personales
o del vínculo afectivo.

“Así como cuando hacés la carrera te hacés amigos, tenés alguna


apuesta en común, también me parece (…) más importante, porque yo
lo tomo como un proyecto hasta de vida, lo tomo como un vínculo más
fraternal, como de hermanos. (...) Lo siento más de hermandad, suena
muy religioso igual, no es a lo que apunto. Hasta pienso en la imagen
de hermano que puede ser amigo o no, pero que hay algo que te vincu-
la que va más allá de eso y que es la sangre. En este caso, es para mí el
proyecto político que uno tiene con el resto de los compañeros” (GF6).

Por otro lado, algunas y algunos entrevistados señalan como razón princi-
pal del buen clima de trabajo el hecho de que las y los integrantes fueran
jóvenes.

“En primer lugar, una de las cosas que más me gustó cuando entré
fue la buena onda generalizada que había de todos, o sea, al ser una
organización compuesta por jóvenes es como que se mantiene una
buena onda.” (GF1).

Asimismo, valoran que los coordinadores también sean jóvenes y conside-


ran que esa condición los acerca.

“Quienes estaban antes eran gente muy grande y de los actuales coor-
dinadores, la mayoría no tiene ni veinte años, entonces eso está bueno,
porque creo que también refrescó mucho el trabajo diario en la oficina”
(GF2).

Crisis en los vínculos. Si bien la mayoría de las y los entrevistados mani-


fiestan satisfacción a la hora de hablar del vínculo con sus pares, existen
opiniones encontradas que dan cuenta de aspectos negativos del vínculo
entre los miembros de la organización.
Algunos hicieron referencia a casos de crisis en los equipos de trabajo
generados por diferentes causas, pero que, debido a que los vínculos eran
fuertes, los problemas se magnificaron.

“Diferentes situaciones generaron que se vaya la mitad del grupo. Fue


un problema de priorizar más la amistad entre las personas del grupo
que a la razón por la cual vamos. Siempre tiene que estar presente que
por más que no nos llevemos bien, nos convocamos por una razón. Y
cuando pasa esto que priorizas más una amistad que la razón del gru-
po, ahí entrás en crisis” (GF4).

Ocurre también que los vínculos generacionales provocan conflictos. Esto


se da con más frecuencia en agrupaciones político-partidarias.

67
“Yo milito en un partido que hoy en día está copado de gerontes, o sea
hoy en día yo creo que los que están en la cúpula no son los que expre-
san lo que yo quiero y lo que entiendo que deber ser mi partido” (GF5).

Por lo que las y los entrevistados expresan, sea sobre buenas experiencias
o sobre las dificultades, sin duda la amistad y el buen clima de trabajo
constituyen aspectos importantes para sostener la actividad. Esta deman-
da se puede relacionar con la satisfacción y el bienestar personal que
-más allá de beneficiar a terceros- valoran las y los jóvenes de las activi-
dades sociocomunitarias.

3.4. La estructura de trabajo


En este apartado, abordamos la percepción que tienen las y los jóvenes
sobre las formas de organización de las instituciones en donde participan.
A partir de lo que ellos y ellas describen, se conforman tres agrupamien-
tos según el tipo de organización: a) organizaciones poco estructuradas
y horizontales; b) organizaciones estructuradas, horizontales y democrá-
ticas -con responsabilidades y roles diferenciados-; y c) organizaciones
poco participativas. En base a estos agrupamientos, analizamos las valo-
raciones de los y las jóvenes respecto a la estructura de trabajo.

Organizaciones poco estructuradas y horizontales

Algunos y algunas jóvenes mencionan que su actividad no tiene un en-


cuadre muy claro y que lo que hacen es muy improvisado. En los casos
en que se plantea esto, se valora, la espontaneidad de la iniciativa, pero al
mismo tiempo -con un sentido crítico-, mencionan que esta característica,
en algunos casos, atenta contra el objetivo de la actividad y la permanen-
cia de los integrantes.

“Es un grupo totalmente horizontal, no hay una conducción, no hay una


coordinación, depende del momento que esté pasando el grupo” (GF1).

En estos casos, los y las jóvenes sostienen que hay una necesidad clara de
modificar este tipo de estructura, especialmente si la cantidad de miem-
bros aumenta.
Otros y otras jóvenes afirman estar organizados bajo una modalidad
“asamblearia”, muy participativa, sin roles de coordinación asignados ni
jerarquías. En general, son organizaciones de pocos integrantes, donde
se valora que todos sean protagonistas, que se abra el debate y se con-
sensuen todos los pasos a seguir. Se escucha a todos los miembros y
se decide en conjunto qué se hará, la asignación de tareas es rotativa y
las responsabilidades, compartidas. Ellas y ellos mismos plantean una
incertidumbre en el caso de que el grupo crezca. Y mencionan, también,
el surgimiento de referentes “de hecho” por tener más antigüedad o de-
dicación.

68
“No es que tengamos un coordinador que nos dice ‘bueno, tenemos
esto para hacer, o esto, o esto’, sino que todos sabemos lo que tene-
mos que hacer. Hay dos cosas fijas: un evento para recaudar plata y
la misión. Eso siempre va rotando, el coordinador o referente, como se
prefiera llamarlo. A veces a mí me toca organizar un evento, a veces le
toca a ella o a él, y a veces él organiza una misión y a veces la organizo
yo. Tratamos de que las responsabilidades no recaigan solo en una
persona, sino que recaigan en varias y no siempre en esas mismas per-
sonas. Igualmente el momento del accionar, del evento o de la misión,
la responsabilidad es de todos” (GF4).

Estos grupos pequeños, en muchos casos recientemente creados, carecen


de un desarrollo institucional y una estructura firme. En estos casos, no
hay una autoridad instituida, cuentan con responsables de hecho, y se
consideran un grupo de amigos que es promovido por un “organizador”
o un grupo “fundador”.

“Nosotros tenemos en ese sentido un funcionamiento que es muy di-


fícil verlo como una institución. O sea, es una institución para todo
porque tiene el fundador, que es el que organiza, y después a lo sumo
te diría que los más jovatos, por conocer las pautas podemos ayudar
a ordenar un poco, y después los más nuevos que estamos ahí, igual
todos. (...) Y funciona bien, por más que suene que estamos un poco en
el aire. Funciona bien” (GF2).

Al mismo tiempo, algunas y algunos entrevistados que participan actual-


mente en organizaciones de estas características -o lo han hecho en otro
momento- expresan ciertas dificultades de funcionamiento, en la gestión
de trabajo, en la coordinación, etc. Esto no quiere decir que no estén de
acuerdo con esta modalidad, sino más bien que reconocen sus limitacio-
nes, y la necesidad de encontrar otros modos que habiliten la participa-
ción de todas y todos los integrantes, pero que -al mismo tiempo- posibi-
liten el buen funcionamiento del grupo.

“En mi caso, como es una ventaja que sea muy horizontal, también
puede resultar mucho quilombo. De hecho todos somos responsables
o nadie se siente responsable. Tuvimos un concierto de rock sin electri-
cidad, por ejemplo” (GF3).

“Nosotros probamos un tiempo sin coordinación para ver (…) La rea-


lidad es que no funcionó, como que faltaba el empujón final. Todos
decíamos: ‘todos nos hacemos cargo’, pero nadie arrancaba. Y al final
se terminaba dando por personalidad. Siempre había uno que decía:
‘bueno chicos, acá hay que hacer esto’, y se iba decantando solo. Al
final era prácticamente lo mismo” (GF3).

69
Organizaciones estructuradas, horizontales y
democráticas

Organización pequeña. Aquí hemos agrupado a quienes participan en


una organización con roles de coordinación claros y una modalidad par-
ticipativa y democrática. Dentro de este grupo, existen diferentes niveles
de organización: hay algunos más estructurados que otros, pero -en ge-
neral- están en búsqueda del equilibrio entre una estructura jerárquica y
la participación de todos los integrantes.

“Es muy importante la afinidad que uno tiene con ese organismo, di-
gamos, ya sea la horizontalidad tiene que ser tal que uno se sienta
partícipe, pero tampoco que sienta que nadie es jefe de nadie y no se
lleva a cabo nada. Esa estructura creo que en algún momento, es uno
el que la elige porque siente esa empatía con la organización” (GF1).

Las y los jóvenes valoran Los y las jóvenes valoran que en la organización haya
espacio para la opinión de todas y todos, pero también
que en la organización haya
otorgan importancia a la posibilidad de llevar adelan-
espacio para la opinión de te actividades de manera efectiva, sin que se pierda
tiempo en discusiones infructuosas. Ven la necesidad
todas y todos, pero también
de contar con roles diferenciados y poder delegar res-
otorgan importancia a ponsabilidades, pero inmediatamente parecen necesi-
tar hacer una aclaración: esa coordinación no significa
la posibilidad de llevar
una jerarquía, en el sentido de que uno sea más im-
adelante actividades portante que otro o haya actitudes autoritarias:

de manera efectiva, sin


“La agrupación se formó a principios del 2009, eran
que se pierda tiempo en muy pocos y hoy hay mucha gente que se sumó, cre-
ció mucho y a partir de este crecimiento se buscó una
discusiones infructuosas.
nueva organización, así que como que hay jerarquías,
que en realidad no es que son... pero ayudan al fun-
cionamiento y hay división de talleres, cada uno tiene
su organización y funcionamiento particular, que está ayudando mucho
al funcionamiento de todo” (GF2).

El fragmento recién transcripto corresponde al discurso de una entrevista-


da que es miembro de una organización conformada en su totalidad por
jóvenes, muchos de ellos universitarios, que está atravesando un momen-
to de crecimiento en la cantidad de miembros y que sienten la necesidad
de una mayor institucionalización.

“Se sumó mucha gente y dijimos ‘hay que organizar un poco más esto,
tener una estructura más armada’. Estamos en camino a formar como
asociación civil, entonces eso nos ayuda un poco a la organización. Está
bueno a mi parecer que somos muchos, estamos divididos en varios
talleres (...) y cada taller tiene su funcionamiento particular, que se
decide entre los integrantes de ese taller, y hay un referente por taller,

70
que puede ir rotando o puede ser el mismo, de acuerdo a cómo se elija.
Por mes hay muchas reuniones y mínimo tenés una por semana. Te-
nés una reunión que se hace por cada taller, después tenés reuniones
de referentes, donde se habla cómo va cada taller y donde se intenta
hacer un filtro de todos los temas que son necesarios tratar en una reu-
nión general con toda la agrupación. Tenemos distintas reuniones y hay
jerarquía, pero no es estructurado en realidad. Esto está bueno porque
los referentes pueden ir cambiando” (GF2).

Estos y estas jóvenes valoran que haya una estructura Tener una estructura
estable para que funcione operativamente la organi-
de responsabilidades
zación, sin embargo, no les resulta fácil encontrar la
manera adecuada de llevarlo a cabo. Tener una es- no implica que esta sea
tructura de responsabilidades no implica que ésta sea
marcadamente vertical.
marcadamente vertical. Quieren cuidar la posibilidad
de que todos y todas sean escuchadas y valoran una
organización democrática, donde haya diálogo abierto
y una estructura democrática.

Organización grande. Hay jóvenes que entienden que sus organizacio-


nes tienen una estructura muy compleja con mecanismos democráticos
e institucionalizados para la elección de las autoridades. En general, estos
pertenecen a organizaciones con personería jurídica y, en muchos casos,
asociaciones grandes, con presencia a nivel nacional.
Algunas y algunos de los entrevistados se refieren a la estructura insti-
tucional como aquella que garantiza la permanencia de la institución en
el tiempo y que asegura el cumplimiento de sus objetivos ya instituidos.
Resaltan la importancia del colectivo, de una organización que esté por
encima de las individualidades. Algunos expresan que a eso, en general,
se le agrega una larga tradición asamblearia.

“Primero hablo de la organización en la que participo (...) Es una de las


pocas organizaciones del país que tiene una estructura tal que permite
poder tomar decisiones en cada ámbito, en cada provincia, en cada A la hora de tomar decisio-
distrito. Si bien tenemos Secretario General, responsables y demás, el nes a nivel institucional,
centralismo democrático (...) permite poder tomar las decisiones que ¿quiénes intervienen? ¿Se
consulta a los miembros
bajen y suban (...) Es lo que yo valoro mucho y por lo que me decidí a
de la organización?
participar en política en este movimiento” (GF5).

Organizaciones poco participativas

Algunos grupos tienen autoridades claras, que toman las decisiones a


nivel general, mientras los y las jóvenes participantes sólo tienen prota-
gonismo en lo que respecta a los modos en los que realizan las activida-
des. Tienen margen para decidir cómo y cuándo se pueden llevar a cabo
algunas tareas y son responsables de las mismas, pero no participan en
la definición de la estrategia de intervención, ni en la elección de los pro-
yectos, ni en la planificación de los mismos.

71
Algunos y algunas jóvenes de grupos religiosos, asociaciones civiles y
agrupaciones políticas naturalizan estos rasgos jerárquicos sin cuestionar-
los. Por ejemplo quienes participan en parroquias (especialmente quienes
manifiestan tener una práctica religiosa más intensa) no ponen en cues-
tión el lugar del sacerdote como autoridad máxima, les parece natural
que él sea el líder y que ellos tengan que obedecer. Por su parte, algunos
y algunas participantes de asociaciones civiles viven con naturalidad que
haya personas ocupando roles de coordinación con más responsabilida-
des y otras que sean colaboradoras voluntarias, y que estas últimas, como
tales, no tengan pretensiones de influir en la marcha de la organización,
siempre y cuando se sientan escuchadas y puedan opinar y hacer sus
aportes en el espacio en el cual colaboran. Asimismo, expresan que -con
el paso del tiempo- van consiguiendo mayor autonomía y protagonismo
en la orientación del grupo y la realización de las actividades. En cuanto
a quienes participan de las agrupaciones políticas, también aceptan que
“desde arriba se baje línea”, aunque no sea lo que ellos prefieran. Cabe
destacar que para ellas y ellos, estas situaciones deben tener un límite
y no puede ser la forma de trabajo habitual: la posibilidad de diálogo e
injerencia tiene que estar presente.
En este sentido, parece haber una tensión entre la valoración de la hori-
zontalidad y los procesos de toma de decisiones tal como ocurren en la
práctica. Estas y estos jóvenes consideran que siempre es mejor tener
la posibilidad de intervenir, y sin embargo, muchas veces participan de
organizaciones más o menos verticalistas, naturalizando esa estructura
por considerarla “más eficiente”. También es cierto que esas “jerarquías”
que a veces consideran necesarias encuentran su límite: algunos y algu-
nas entrevistadas afirman que cuando participaron en organizaciones con
una estructura organizativa que no daba ningún tipo de posibilidad de
realizar aportes, finalmente decidieron dar un paso al costado.

3.5 Compromiso de las y los participantes y


el tamaño de la organización

En relación a la participación de las y los miembros del grupo, mencionan


al compromiso como fundamental para poder organizar la actividad. En
las organizaciones donde la mayoría o la totalidad de las y los integrantes
son militantes o voluntarios que no reciben un salario, no tienen horario
fijo ni otra obligación más que su propia convicción, las y los jóvenes sien-
ten que cuando todos y todas están comprometidos saben qué es lo que
se puede hacer y qué no. Por el contrario, sin el compromiso estable de
las y los miembros no se sabe con quién se cuenta y no es posible progra-
mar a largo plazo la actividad. La actitud de compromiso personal con el
objetivo del grupo influye directamente en la estabilidad de la institución.

“Empezamos siendo veintiséis chicos, chicas. Ahora somos diez, once


chicas. Veíamos el tema del compromiso, que venís a las reuniones,
que no venís, que te vas a misionar una vez, después desaparecés.

72
Nosotras nos queremos consolidar como grupo y plantear un objetivo
como grupo, una misión como grupo y ver si compartimos hacer algo
periódico y saber si vas a estar, si voy a contar con tu ayuda, con tu gra-
nito de arena que sé que lo podes aportar, pero si lo aportas a medias...
qué sé yo” (GF4).

El tamaño de la organización es otro tema presente a la hora de hablar del


lugar que ocupa cada uno, la de posibilidad de influir en la dirección de
la institución, del clima de trabajo y del compromiso. Según lo expresado
por los entrevistados, las organizaciones más chicas son espacios donde
se pueden vivir con mayor facilidad los principios de protagonismo, la
horizontalidad, el buen clima, la cercanía a las y los destinatarios, y la
posibilidad de participar en las decisiones y acciones de la organización.
No obstante, todos quieren crecer, constituir organizaciones más gran-
des, tener más influencia e impacto en las acciones que realizan. Este
crecimiento, generalmente, trae aparejada la obligación de abandonar la
modalidad totalmente participativa en la que se decide en asamblea, para
conformar estructuras de gestión, comisiones y delegar responsabilida-
des en referentes. En algunos casos, también se constituye una asociación
civil o cooperativa y, durante ese proceso, se experimenta cierta tensión
entre la necesidad de tener autoridades formales y la convicción de que
todos los integrantes “son iguales”.

3.6 Palabras finales


En este capítulo, uno de los temas que se ha tratado es aquello que los y
las jóvenes mencionan como lo más y lo menos atractivo de las organiza-
ciones de las que participan.

En cuanto a aquello que les atrae, señalan tres dimensiones. En primer


lugar, y en sintonía con las motivaciones iniciales y con el sentido dado a
la participación, a la hora de hablar de la organización, resaltan que los
entusiasma la actividad que realizan, con sus objetivos y contenidos.
En segundo lugar, consideran un aspecto muy atractivo el buen clima
laboral y la relación que se entabla entre las y los miembros de los equi-
pos de trabajo. En tercer lugar, mencionan algunos aspectos relacionados
a la organización y a la conducción, como la claridad en la misión de la
organización, el buen funcionamiento de la misma, la horizontalidad, y el
apoyo de las autoridades.

En relación a aquello que menos les gusta de la organización en donde


participan, los y las jóvenes destacan las mismas dimensiones señaladas
como atractivas, pero en términos de ausencia. Por un lado, los aleja de la
institución la falta de sentido por la actividad que realizan, la modalidad
de trabajo o la mala estrategia, los conflictos que se dan entre las y los
miembros del equipo de trabajo y los problemas que se dan a nivel de
la organización, como la falta de concreción en los resultados y la poca
eficiencia en su desempeño.

73
Así como valoran positivamente el apoyo de las autoridades y una coor-
dinación adecuada, manifiestan que la desorganización o la ineficiencia
en la conducción de las actividades constituyen aspectos negativos en las
instituciones en las que participan. Como hemos visto, las y los entrevis-
tados otorgan gran importancia a la relación entre las y los miembros del
equipo de trabajo. Por lo tanto, los conflictos generados entre ellos cons-
tituyen situaciones que los alejan de la participación. Muchos y muchas
describieron experiencias en grupos en las que hubo peleas, divisiones
internas, situaciones de crítica continua y relaciones conflictivas, que in-
fluyeron en su alejamiento de la asociación.

En relación al clima de trabajo y al tipo de vínculo entre los y las parti-


cipantes, se habla en general de una ligadura muy estrecha entre las y
los miembros de las organizaciones. La mayoría expresa que entre ellos
son amigos. Esta relación de amistad es entendida con diferentes grados
de intensidad. Algunos y algunas plantean una relación casi familiar en
la que se comparte todo, las actividades sociocomunitarias y recreativas,
conocen a sus familias, entre otras. Otros y otras jóvenes plantean que
son amigos, comparten la actividad y otras salidas: son su grupo de per-
tenencia. Luego, hay quienes plantean que son amigos en el marco de la
organización, pero no se ven en otros contextos o situaciones, o que se
llevan bien manteniendo una relación de respeto mutuo.

Otra manera en que los y las entrevistadas definen el vínculo es mediante


el término compañeros. Esta palabra tiene para las y los jóvenes diferentes
acepciones. Para algunos, es un vínculo de respeto mutuo en el ámbito de
la organización, pero para otros es algo que supera la amistad, es decir, no
importa si uno es o no amigo de la otra persona, ser compañero supera
cualquier tipo de relación. Este tipo de vínculo se señala en organizacio-
nes político-partidarias. A su vez, la relación asociada a la familiar -por
ejemplo, cuando se refieren a las y los otros miembros de la organización
como “hermanos”-, se da especialmente en las organizaciones de tipo
religiosas.

En cuanto a los modos de organización, los y las jóvenes valoran que


en las instituciones haya espacios donde poder expresar sus opiniones
e influir en la orientación del colectivo. Participan en organizaciones que
dan lugar a los miembros para hacer propuestas y opinar, y expresan,
también, el deseo y el desafío de conformar estructuras más grandes, or-
ganizadas y efectivas, pero que mantengan el lugar para el protagonismo
de todos los integrantes.

Es importante aclarar que, pese a lo mencionado, en algunos casos na-


turalizan un tipo de organización con autoridades muy marcadas o refe-
rentes con una gran concentración de poder, entendiendo que, de todos
modos, son protagonistas porque participan activamente en las tareas,
aunque no formen parte de las instancias de toma de decisiones.

74
Propuestas para la reflexión
Es importante conocer qué aspectos de nuestra organización son factores
que fomentan y favorecen el sostenimiento de conductas participativas
en los y las jóvenes.
Ellos y ellas nos invitan a pensar en los aspectos que consideran que los
entusiasman a participar. Vimos que algunos de éstos son: la actividad
que realizan, es decir, la actividad que la organización propone; el clima
laboral y la relación que se genera entre los y las integrantes de la insti-
tución; y aspectos que hacen a la estructura organizativa y dinámica de
funcionamiento de la organización.
En los primeros dos capítulos los invitamos a pensar en las actividades
que, como organización, proponemos a los jóvenes. Ahora, les propone-
mos indagar sobre la estructura institucional que las contiene, teniendo
en cuenta los aspectos destacados.

1. Clima institucional y relación entre los miembros

–– ¿Qué palabra describe mejor el clima de trabajo en nuestra organi-


zación?
–– Si tuviéramos que armar una lista de calificativos que denoten as-
pectos positivos y negativos de nuestro lugar de trabajo y compañe-
ros, ¿cuáles serían estas palabras?
–– ¿Cuánto tiempo dedicamos a generar espacios de intercambio dis-
tendido entre quienes conforman la institución? ¿Conocemos lo que
están transitando las personas que comparten parte de sus días con
nosotros?
–– ¿Qué hacemos, desde lo individual y lo institucional, para promover
un clima agradable y comprometido de trabajo?
–– ¿Somos capaces de detectar a tiempo situaciones proclives a gene-
rar conflictos? ¿Qué hacemos para prevenirlas? ¿Cómo reacciona-
mos cuando ocurren?
–– Ante la necesidad de resolver un conflicto, ¿quién o quiénes inter-
vienen?
–– ¿Qué estrategias o mecanismos utilizamos para actuar ante una si-
tuación conflictiva o problemática?
–– ¿Generamos acciones de contención para quienes forman parte de
la organización y para quienes se acercan a participar dentro de
ella?
–– ¿Qué rol cumple la comunicación dentro de nuestra organización?
¿Proponemos vías de intercambio entre las y los miembros que fa-
vorezcan la conformación de vínculos?

2. Estructura y dinámica organizacional

–– ¿Cuáles son los distintos roles y funciones que conforman nuestra


estructura de funcionamiento? ¿Están claros para todos?

75
–– En el funcionamiento cotidiano de la organización, ¿respetamos la
estructura prevista para su funcionamiento? ¿Cuáles son las conse-
cuencias de hacerlo? ¿Y de no hacerlo?
–– Quienes forman parte de un área determinada de la organización,
¿tienen conocimiento de lo que sucede en las otras áreas?
–– A la hora de tomar decisiones a nivel institucional, ¿quiénes intervie-
nen? ¿Se consulta a los demás de miembros de la organización? ¿Se
les comunican las decisiones tomadas?
–– Cuando la decisión a tomar tiene que ver con una acción o actividad
puntual, ¿invitamos a quienes llevan adelante dicha actividad a to-
mar parte de la decisión?
–– Si pensamos en la propuesta de participación dentro de la estruc-
tura institucional, ¿qué lugar se les da a las y los participantes?¿Qué
nivel de incumbencia tienen en la toma de decisiones y en la pro-
puesta de acciones?
–– ¿Pensamos en actividades que posibilitan la rotación de las y los
participantes por las distintas áreas, o que habiliten el intercambio
de información con los otros sectores de la organización? En caso
de que así sea, ¿cuáles son estas propuestas? En caso de que no sea
así, ¿a qué se debe esa elección?
–– Si un o una joven participante de nuestra organización tuviera que
describir nuestra estructura de funcionamiento (toma de decisiones,
participación en acciones puntuales, legitimación de voces, etc.) a
partir de su experiencia concreta, ¿cuál creemos que sería su des-
cripción?

Después de reflexionar sobre estos aspectos y los tratados en los primeros


capítulos, y teniendo en cuenta propias respuestas a las preguntas suge-
ridas al final de cada capítulo, estamos en condiciones de ver qué es lo
que decimos y hacemos en relación a la participación, y cuánto de todo
esto responde a lo que los y las jóvenes entienden por participar. A partir
de aquí podemos: mejorar nuestras propuestas de acción para que forta-
lezcan y sostengan las prácticas participativas, cambiar aquellos aspectos
de la organización que atenten contra la participación juvenil, y proponer
creativamente otros modos de abrir camino a que más jóvenes quieran
intervenir en el campo social, cultural, político y económico de nuestro
país en el marco de nuestras organizaciones.

76
77
Conclusiones
La participación juvenil no es ocurre espontáneamente. No es una reac-
ción lineal a una causa o a un detonante específico, sino que se construye
desde el entramado social, se estimula, varía, evoluciona y tiene sus ma-
tices. Por qué, para qué, cómo y dónde participan los y las jóvenes es un
tema complejo y tiene que ver con las circunstancias familiares, sociales
y políticas del país y la región que cada generación vivencia de maneras
diversas.
En este trabajo estudiamos qué motiva a esta generación de jóvenes a
participar en actividades sociocomunitarias, qué sentido le dan a esa par-
ticipación y qué valoran de los espacios en donde lo hacen. A modo de
síntesis, se señalan a continuación algunos puntos que consideramos im-
portantes para el análisis.

1. La participación siempre es política, pero no siempre es partidaria.


Entendemos la participación política en sentido amplio. Además de las
distintas juventudes agrupadas en partidos políticos, hay otros grupos
de jóvenes que participan en el ámbito público y en el campo social des-
de asociaciones civiles, fundaciones, grupos religiosos o agrupaciones no
formales. Los y las jóvenes no siempre son militantes de un partido, pero
sí militantes de causas, creencias, expectativas, deseos de una sociedad
más igualitaria e inclusiva. Hay muchos y muchas jóvenes que se com-
prometen con la democracia y buscan un país justo, pero desde distintas
instituciones.

2. A participar se aprende. La etapa de socialización primaria es fun-


damental para incentivar la participación, el ejemplo de los padres, sus
luchas, logros y fracasos marcan a los y las jóvenes y los predisponen de
manera muy especial. Las experiencias en la escuela también son vitales
en la formación de una generación de jóvenes participantes. Muchas y
muchos entrevistados manifiestan haber tenido referentes adultos que
los inspiraron y les sirvieron de ejemplo para participar en su infancia y
adolescencia.

3. El joven situado. Es necesario comprender al joven como un sujeto


inserto en un contexto determinado y como parte de una sociedad con
características particulares. Los y las jóvenes no son individuos aislados,
de quienes depende exclusivamente la decisión de participar en el espa-
cio público o no. El contexto político, social y económico influye en la ac-
titud juvenil frente a la participación. Hay momentos históricos concretos
que son más propicios y propensos al involucramiento ciudadano, en los
cuales se abren espacios de participación. En cambio, existen otros que
disuaden esas prácticas participativas o no hay un clima social que impul-
se a los y las jóvenes a participar.

4. Yo, indignado. El principal motor para participar es la disconformi-


dad con la realidad signada por desigualdades económicas y materiales

78
concretas. Es por esto que el objetivo de sus actividades está dirigido a
satisfacer las necesidades básicas de poblaciones vulnerables. Más allá
del espacio del cual formen parte, los y las jóvenes buscan cambiar esas
situaciones que consideran injustas a través de distintos tipos de activida-
des como talleres de capacitación, apoyo escolar, talleres de recreación,
salud e higiene, emprendimientos productivos, formación ciudadana, en-
tre otros. El espacio de participación puede diferir, pero el motivador es
semejante.

5. Por vos y por mí. Otra característica particular de la participación ju-


venil actual consiste en que no se pone en primer lugar la actitud de
entrega y sacrificio, sino que la actividad se percibe como algo atractivo,
placentero e incluso para el disfrute. Además de colaborar con otro me-
nos favorecido, los y las jóvenes aprovechan los espacios de participación
para sí mismos, ya sea para sumar experiencia profesional, aplicar cono-
cimientos sobre aquello que están estudiando, continuar o complementar
su formación, satisfacer sus inquietudes personales más íntimas como
formar parte de un grupo social. Las y los jóvenes valoran una experiencia
participativa que les otorgue nuevas herramientas para crecer de manera
integral y mirar su vida desde otro punto de vista.

6. La acción es protagonista. Otro núcleo conceptual clave es la acción.


Una de las motivaciones iniciales que tienen los y las jóvenes para partici-
par es la necesidad de poner en práctica sus convicciones y conocimien-
tos. La certeza sobre una determinada actividad o la idea vaga de “hacer
algo” encuentra su desarrollo luego de participar activamente, en el gusto
que ellos y ellas sienten por las actividades que realizan y la satisfacción
por los resultados obtenidos. A la hora de mencionar lo que más les gusta
de la organización, las actividades que realizan es uno de los puntos más
destacados. Cuando la tarea que llevan a cabo les atrae, se sienten satis-
fechos con el contenido y los objetivos que persigue, el compromiso crece
y se profundiza. Sin embargo, cuando no encuentran un sentido a lo que
realizan, prefieren buscar otros caminos y dejar de participar.

7. En colectivo. Los y las jóvenes entienden que la participación tiene


que ver con la acción colectiva. Ese “colectivo” es entendido, por un lado,
como pertenencia a un equipo de trabajo, al compartir valores y objeti-
vos entre quienes llevan a cabo la actividad sociocomunitaria. Y, por otro,
el sentido “colectivo” tiene que ver con aquellas expresiones de acción
masiva que ocurren en el espacio público o, como dicen algunos entrevis-
tados, en “la calle”. Esta dimensión de la participación no es exclusiva de
las agrupaciones político partidarias, sino que es mencionada por jóvenes
de diferentes organizaciones.

8. Los Otros. Los y las jóvenes manifiestan un fuerte deseo de “cono-


cer otras realidades de personas distintas” y le atribuyen mucha impor-
tancia al vínculo generado con las y los destinatarios de las actividades
sociocomunitarias. La participación y el sostenimiento de esa actividad
están signados por el vínculo interpersonal. Los y las jóvenes apuestan

79
al encuentro con el otro distinto, a la actividad cara a cara, a compartir y
enriquecerse mutuamente.

9. Sujetos comprometidos. En varias ocasiones, los y las jóvenes hacen


referencia a la actitud de otras y otros compañeros con quienes participan
en las organizaciones. Hablan de una responsabilidad social y de la ne-
cesidad de un compromiso con la actividad y con el grupo. La constancia
en el trabajo y compartir las responsabilidades con otros son aspectos
fundamentales. Cuando esta actitud se pone en cuestión, se abre el espa-
cio para la incertidumbre de quiénes son realmente los que conforman
el equipo y, por lo tanto, la preocupación de qué es lo que se puede
lograr. Esta situación genera disgusto, tensiones, recarga el trabajo y ha-
bilita el espacio para las divisiones internas, la conformación de grupos
antagónicos e incluso la disolución del colectivo. Para los y las jóvenes, la
participación se relaciona con una actitud de compromiso y, en caso de
que esa actitud no esté presente, se pone en cuestión si esa persona, aún
formando parte de la actividad, participa realmente.

10. Vamos por el cambio. Se habla de cambio y transformación enten-


didos en varias dimensiones. Por un lado, las actividades apuntan a la
búsqueda de solución de algunas problemáticas puntuales que viven per-
sonas en situación de vulnerabilidad. Las actividades están orientadas
a lo concreto, a la práctica, al hacer cotidiano y tangible. Igualmente, al-
gunas y algunos hablan de una transformación de las estructuras de la
sociedad. En otro sentido, la idea del cambio está relacionada al proceso
que atraviesan las y los destinatarios del proyecto para tomar conciencia
de su situación o descubrir sus propias capacidades y su posición en su
comunidad. Por último, estos conceptos poseen una dimensión personal,
ya que también hacen referencia al desarrollo propio de cada joven parti-
cipante, la adquisición de experiencia y crecimiento.

11. Estructuras desestructuradas. Los y las jóvenes prefieren una estruc-


tura organizada pero participativa, es decir, una estructura ordenada que,
a su vez, sea flexible. Manifiestan estar cómodos cuando los roles, tareas
y responsabilidades están designadas de forma explícita. Creen necesaria
una estructura para que se obtengan resultados y se lleven a cabo las
actividades planeadas de forma operativa. Sin embargo, cuestionan y re-
chazan el verticalismo. Entienden que los problemas que se dan a nivel
de la organización -como la ausencia de concreción de resultados, la poca
eficiencia y el mal manejo de información- los aleja de la práctica en los
proyectos sociales. En algunos casos, cabe aclarar, consideran natural un
tipo de organización con autoridades muy marcadas o referentes con una
gran concentración de poder.

12. Protagonismo. Si bien los y las jóvenes valoran que los espacios ten-
gan una estructura organizada, es esencial que haya instancias formales
de diálogo en las cuales se les dé lugar a sus opiniones, se los escuche y
se tenga en cuenta su punto de vista en la toma de decisiones. Valoran
los espacios asamblearios, que se les dé información y se los consulte, ser

80
partícipes de la construcción de los objetivos de la organización y tener
injerencia en las decisiones.

13. Amigos son los compañeros. En general, se habla de un vínculo in-


terpersonal muy estrecho entre las y los participantes. La mayoría son
amigos, comparten los proyectos sociales, pero también otros espacios de
recreación y encuentro. Además de asumir una relación de amistad, algu-
nos se sienten hermanos y consideran que ser compañeros es el vínculo
más fuerte que pueden tener. Cabe destacar que la mayoría de los y las
jóvenes que empiezan a participar de un espacio, lo hacen a partir de una
invitación concreta de amigos cercanos.

14. Buen clima. Los y las jóvenes destacan positivamente el buen clima
de trabajo que se vive en sus organizaciones. El respeto mutuo, el compa-
ñerismo, la tolerancia, el trabajo el equipo y la diversión son algunos de
los elementos que construyen el ambiente laboral. Ser parte de un contex-
to agradable y distendido, en el cual las jerarquías no están fuertemente
marcadas y prepondere el sentido colectivo es importante para sostener
de la participación juvenil. Todos valoran el buen clima de trabajo como
un elemento fundamental para la pertenencia a una institución y ubican
a los conflictos entre los miembros como una causa de abandono de la
organización.

15. Un tema importante. La mayoría de los y las jóvenes afirma que la


participación es muy importante en su vida. Hay quienes le dedican casi
todo su tiempo, trabajan y se esfuerzan, estudian una carrera relacionada
y están en contacto continuo con la organización. Otros le dedican algu-
nos días a la semana; y otros sólo algunos momentos al mes. Más allá de
estas diferencias de dedicación temporal, todos afirman que participar de
actividades sociocomunitarias es algo que le da sentido a sus vidas y no
dejarían de hacerlo.

En una sociedad fragmentada que promueve el consumo individualista,


los y las jóvenes dicen que la participación, el involucramiento, la política,
la solidaridad, el compromiso con el otro no carece de sentido, sino que es
algo valioso. Su interés apunta a la construcción de una sociedad distinta,
desde las bases y mediante el encuentro constructivo. Los y las jóvenes
creen que participar vale la pena y apuestan por la participación colectiva.
No niegan las dificultades, son conscientes de los desafíos y tensiones,
pero no creen que sea peligroso, están motivados, convencidos y dedican
su tiempo y energías a esto.

Los y las jóvenes trabajan en equipo con el objetivo de transformar y


cambiar las situaciones sociales que consideran injustas. Al mismo tiem-
po, buscan aprovechar esos procesos para enriquecerse ellos mismos,
crecer y desarrollarse personalmente. Hoy, las y los jóvenes que partici-
pan militando o siendo voluntarios integran con naturalidad su desarrollo
personal en estas actividades. Disfrutan lo que hacen y no tienen inconve-
nientes en expresar que ellos y ellas también se benefician al desarrollar

81
tareas sociocomunitarias.

Más allá del partido en que militen, de la fundación en la cual sean vo-
luntarios o de qué asociación civil formen parte, los y las jóvenes están,
sin duda, presentes y activos en la construcción de nuestra sociedad. Una
sociedad que, desde sus perspectivas, necesita ser transformada y en la
cual todavía queda mucho por hacer.

Consideramos importante destacar que este trabajo no termina aquí, lo


que finaliza es un primer informe que describe los resultados de una in-
vestigación social que, como hemos dicho, también es una herramienta
para el trabajo. Se han propuesto algunos temas y varias preguntas para
impulsar la reflexión al interior de las organizaciones. Esperamos que sea
un disparador para seguir pensando y modificando nuestras prácticas,
para que las instituciones estén a la altura de las circunstancias, para que
estén habitadas por jóvenes y que, junto a los adultos, ellos sean prota-
gonistas.

82
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83
Recomendaciones bibliográficas sobre
juventud y participación
En este apartado hacemos un aporte para aquellos que quieran profun-
dizar en estas temáticas. Les proponemos ampliar la bibliografía con
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nos Aires.
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venes piqueteros”. En: Villanueva, E. y Masetti, A. (comps.) Movimientos
sociales y acción colectiva hoy. Prometeo. Buenos Aires.
•• Vázquez, Melina (2010) “Socialización política y activismo. Carreras de
militancia política de jóvenes referentes de un Movimiento de Trabaja-
dores Desocupados”. Tesis Doctoral, presentada en la Facultad de Cien-
cias Sociales de la UBA. Mimeo. Buenos Aires.
•• Vommaro, Pablo (2009) “Las organizaciones sociales urbanas de base
territorial y comunitaria y el protagonismo juvenil: dos experiencias en
Quilmes 1981-2004”. En: Revista Periferias. Año 12, Nº 17.

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La Flecha Comunicación y
participación

Quiénes somos
La Flecha es una organización que promueve la inclusión y el protagonis-
mo juvenil a través de la realización de talleres de producción de piezas
comunicacionales y la creación de espacios de acción comunitaria.
Poniendo el cuerpo y mucha pasión, en La Flecha llevamos las ideas a la
acción generando oportunidades para que los jóvenes participen activa-
mente en la construcción de una sociedad más inclusiva y democrática.

Misión
Trabajamos para promover el protagonismo social, político y económico
de las y los jóvenes, porque creemos en su potencia creadora y transfor-
madora.
Para llevar adelante nuestra misión:
•• Promovemos la participación de las y los jóvenes en el ámbito públi-
co, en sus comunidades y en sus distintos espacios de pertenencia.
•• Fomentamos la expresión para visibilizar las voces de los jóvenes,
difundir sus ideas y mostrar sus perspectivas sobre temas que los
involucran y los movilizan.
•• Promovemos la inclusión de jóvenes en situación de vulnerabilidad
social a través del fortalecimiento de su autonomía, el acceso a la
educación, la inserción laboral en el sector privado y/o la economía
social, y el desarrollo de emprendimientos productivos autogestivos.
•• Investigamos las culturas juveniles, los valores y las formas de aso-
ciación, participación e intervención en lo público, con el fin de pro-
ducir conocimientos relevantes para el desarrollo de acciones y pro-
yectos que promuevan la inclusión de las y los jóvenes.
•• Producimos y difundimos ideas y contenidos útiles para el abordaje
y posicionamiento en la agenda pública de las diversas problemáti-
cas que afectan a las y los jóvenes.

¿Cómo lo hacemos?
En La Flecha trabajamos desde una perspectiva que valoriza y promueve
el ejercicio de los derechos por parte de las y los jóvenes. Para cumplir con
nuestros objetivos, diseñamos proyectos en base a cuatro líneas de trabajo.
Estos programas se orientan a promover el protagonismo y la libre expre-
sión de las y los jóvenes pero acentúan sus metas en diferentes aspectos:
la producción colectiva de piezas comunicacionales, la participación en el
territorio, el fortalecimiento de la autonomía y la práctica de investigación.

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Programa Comunicación

Este programa está orientado a estimular a las y los jóvenes a expresarse,


visibilizar sus voces, difundir sus ideas y mostrar sus perspectivas sobre
los temas que los involucran y los movilizan, de manera libre y creativa,
mediante la producción de piezas comunicacionales que ponen en juego
diversos lenguajes y formas de expresión.
En estos talleres los participantes exploran y producen, de principio a fin,
programas de radio, muestras fotográficas, fanzines, campañas gráficas,
entre otros productos comunicacionales.
La variedad de formatos y la dinámica participtaiva que utilizamos en
todos nuestros talleres, permiten el abordaje de temas diversos (que pue-
den ser de interés de los jóvenes y/o de las instituciones donde se realiza
la intervención).

Programa Participación Comunitaria

Este programa busca promover el protagonismo social y político de las y


los jóvenes en sus comunidades y en sus distintos espacios de pertenen-
cia, para afianzar una cultura democrática y participativa. Para ello, orga-
nizamos encuentros, talleres y mesas de trabajo para que identifiquen las
principales necesidades de sus barrios, propongan soluciones desde una
perspectiva joven y creativa, y realicen una intervención en el espacio pú-
blico y tengan una experiencia vivencial de su capacidad para ser agentes
de cambio de su comunidad.

Programa Inclusión Social

Este programa busca promover la inclusión social y laboral de jóvenes en


situación de vulnerabilidad social a través del fortalecimiento de sus ha-
bilidades sociales y aptitudes para el empleo y el desarrollo de emprendi-
mientos productivos autogestivos. Para lograrlo, les ofrecemos talleres de
capacitación y autoconocimiento, en los que trabajamos para crear gru-
pos de pertenencia y generar vínculos duraderos con adultos referentes.

Programa Investigación

El programa tiene el objetivo de investigar las culturas juveniles, sus valo-


res y sus formas de asociación, participación e intervención en lo público,
con el fin de producir conocimientos relevantes para el desarrollo de ac-
ciones y proyectos que promuevan la inclusión de las y los jóvenes.
Para eso llevamos adelante proyectos de investigación social de tipo cuali
y cuantitativos, y producimos piezas comunicacionales para difundir las
ideas y contenidos que sean útiles para abordar y posicionar en la agenda
pública las diversas problemáticas que afectan a las y los jóvenes.

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