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Instituto Superior de Ciencias Sagradas San Miguel Arcángel

SANTO EDUCADOR:
SAN IGNACIO DE LOYOLA

MATERIA: PRÁCTICA DOCENTE I

PROFESOR: GIANGRECO, GUILLERMO

ALUMNO: LÓPEZ ROUGER, JUAN

CURSO: 1º AÑO DE FILOSOFÍA

AÑO: 2014
BIOGRAFÍA:
Iñigo López de Loyola nació en 1491, en el castillo de Loyola, en el país vasco del Norte de España.
Recibió la educación militar y la escasa formación académica de su clase. Cuando tenía treces años
fue enviado por su padre a Arévalo, con la familia de Juan Velázquez, tesorero mayor del rey
Fernando de Aragón. En 1515 fue citado a juicio por alboroto. Luego va a decir que fue por ser
“indiscreto con mujeres”. Cuando murió Velázquez, en 1517, entró en el servicio de las armas bajo
las órdenes del virrey de Navarra. En 1521 el rey Francisco I de Francia inició los primeros
enfrentamientos contra el reciente emperador de España Carlos Habsburgo. Cuando las tropas
francesas entraron en España y avanzaron hacia Pamplona Iñigo estaba defendiendo la plaza y el 20
de mayo fue herido por una bala de cañón que destruyó su pierna derecha y hirió malamente su
izquierda. Los médicos no pudieron liberarlo, a pesar de la operación, de una rehabilitación larga.
Mientras se recuperaba en el castillo de Loyola no encontró los libros de caballería que solía leer.
Desesperado agarró para leer “la vida de santos” y “la vida de Cristo”. La primera lo hizo pensar en
adaptar una vida como la de los santos, a diferencia de sus sueños de caballería infantiles que solía
leer y que le apasionaban.
En su imaginación luchó mucho tiempo para ver si seguía la misma vida de antes o empezar a imitar
completamente la vida de santo Domingo y san Francisco de Asís. Así consultando vio que Dios le
estaba hablando y se decidió por una vida totalmente nueva. Estos caminos de rica experiencia le
servirían después para darlo a los demás. Después de recuperarse se propuso entonces peregrinar
a Jerusalén, pero necesitaba llegar antes a Roma, aunque antes pararía en Montserrat y Manresa,
donde empezó a desarrollar sus Ejercicios espirituales. En Barcelona se hospeda en el Monasterio de
Montserrat de los benedictinos (25 de marzo de 1522), donde cuelga su vestidura militar frente a la
imagen de la Virgen y abandona el mismo con harapos y descalzo. De camino a Jerusalén frena en
Manresa para reflexionar todo lo que viene sucediendo en su vida, y por diferentes circunstancias
permanecerá por diez meses (le agarra una epidemia y permanece un año). En este período vive en
una cueva en donde medita, ayuna y pasa momentos espirituales muy fuertes (desolaciones, etc.). De
esta experiencia nacen los Ejercicios espirituales. En 1523 llega a Venecia, y a los quince días ya
está en Jerusalén. Lo echan amenazándolo con la excomunión los franciscanos y vuelve obedeciendo
como le describe su personalidad. A la sorpresa decide estudiar un buen tiempo para ayudar a las
demás personas. Estudia gramática en Barcelona por su inexperiencia. Luego aprende latín y se
inscribe en la universidad. Estudia en Alcalá de Henares desde 1526 a 1527; vivió y trabajó en
el Hospital de Antezana como enfermero y cocinero para los enfermos. Posteriormente, va
a Salamanca, hablando a todos sobre sus ejercicios espirituales, cosa que no es bien vista por las
autoridades y le acarrea algunos problemas, y lo llegan a encarcelar por algunos días. En vista de la
falta de libertad para su plática en España, decide irse a París. En febrero de 1528 entra en
la Universidad de París, donde esta más de siete años, aumentando su educación teológica y literaria,
y tratando de despertar el interés de los estudiantes en sus ejercicios espirituales.
Para 1534, tenía seis amigos claves: Francisco Javier, Pedro Fabro, Alfonso Salmerón, Diego
Laínez, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues
En 1535 viajan a París y se reúnen para definir su vida yendo a entregarla sirviendo allá. Mientras
tanto lograron encontrarse con el Papa quien les dio permiso para su ordenación y apoyó su viaje con
palabras y con dinero pero cuando estaban en Venecia en 1537 para partir el momento político dejó
el sueño del viaje y decidieron en dividirse para ir a servir en diferentes lugares ya con el nombre de
la “Compañía de Jesús”. En octubre de 1538, Ignacio se encaminó hacia Roma, junto con Fabre y
Laínez, para la aprobación de la constitución de la nueva orden. Paulo III confirmó la orden mediante
la bula Regimini militantis (27 de septiembre de 1540). Así nació la Societas Iesu, la Compañía de
Jesús. Ignacio fue elegido Superior general de su orden religiosa. Envió a sus compañeros como
misioneros por Europa para crear escuelas, universidades y seminarios donde estudiarían los futuros
miembros de la orden, así como los dirigentes europeos. En 1548, sus Ejercicios espirituales fueron
finalmente impresos y fue llevado incluso a la Inquisición romana, y fue rápidamente dejado libre.
Ignacio, con la ayuda de su secretario Juan Alfonso de Polanco, escribió las Constituciones jesuitas,
adoptadas en 1554, las cuales crearon una organización monacal, exigiendo absoluta abnegación y
obediencia al Papa y superiores (perinde ac cadaver, «disciplinado como un cadáver»). Su principio
fundamental se volvió el lema jesuita: Ad maiorem Dei gloriam(«A mayor gloria de Dios»). Los
jesuitas jugaron un papel clave en el éxito de la “Contrarreforma”. Dirige la Compañía desde su
celda en Roma y va ordenando todo lo que ha ido creando hasta poco antes de su muerte. La
Compañía crece y pasa a tener miles de miembros, a la vez que se granjea muchos amigos y
enemigos por todo el mundo. Muere el 31 de julio de 1556, en el transcurso de una enfermedad en su
celda de la sede de los Jesuitas en Roma.

CONTEXTO HISTÓRICO:
Ignacio de Loyola nació en 1991 en España que fue uno de los países protagonistas del siglo XVI. A
finales del siglo XV se da el descubrimiento de América y la caída de Constantinopla (1453) que
marcan el inicio de la edad moderna. Es decir nació y vivió en una época llena de transformación, en
un cambio de época. En este mismo siglo hubo grandes acontecimientos que hicieron marcar una
nueva época en la historia mundial. Por ejemplo la creación de la brújula (supone nuevos viajes), la
imprenta, la pólvora, etc.

Además en el siglo XV se incrementa el estudio de las leyes naturales, que culmina con el
descubrimiento del sistema heliocéntrico por Copérnico y que marca la transición a la mentalidad
científica técnica, volcada sobre la naturaleza para conocerla y dominarla. En fin, surge una
humanidad más realista, convencida de tener los pies firmemente plantados en la tierra y de haber
desgarrado todos los velos; y uno de esos velos es la religión.

En cuanto al renacimiento se buscan los grandes modelos humanos y las fuentes de la cultura y creen
encontrarlos en lo clásico, repudiando de paso los despreciados ideales bárbaros. Se va sofocando
toda dependencia, bien sea personal, comunitaria, social o eclesial. Se rompe con las vinculaciones y
las referencias religiosas y metafísicas, tan propias de toda la Edad Media, teocéntrica y
universalista. La nueva humanidad que entonces despierta se siente atraída por la humanidad clásica
y le gusta revestirse de su atuendo antiguo. Pero lo hacen con un espíritu de oposición y de protesta.
La consigna general parece ser la de romper todas las cadenas. Convencidos de ser superhombres se
hacen frívolos, pródigos y licenciosos. Los propios representantes de la Iglesia se encontraron ellos
también sumidos en esta fomentación de los tiempos. Allí están los Papas del Renacimiento que,
desde Sixto IV en 1471 (20 rulos antes del nacimiento de Ignacio) hasta Clemente VII en 1534
(fecha de los votos en Montmartre). Con pocas excepciones, participan de lleno en este movimiento.
El renacimiento es época de fuertes tensiones y contrastes. Con la visión grandiosa de las cosas y los
grandes caracteres coexiste la gran farsa en la política y la criminalidad descarada. Es un tiempo en
que se enfatiza la expresión, se apunta a lo estético, a lo artístico. En el fondo, el renacimiento es un
movimiento político, pero que sólo triunfa en su expresión artística y estética.

El edificio de la vieja cristiandad se resquebraja, por el medio emerge una humanidad que quiere
caminar por sus propios pies, sin la tutela agobiante de la Iglesia. La transacción y arreglo entre lo
espiritual y lo temporal, representados por la Iglesia y el Imperio, habían sido siempre difíciles y
precarios. La constante fricción entre Papa y el Emperador recreaba cada cierto tiempo tensiones
delicadas, en que cada uno aprovechaba los momentos débiles de su oponente. Entre los incontables
monasterios, muchos han entrado en decadencia, y las vigorosas y recién fundadas órdenes de frailes
dominicos, franciscanos, agustinos, carmelitas, etc. de tan extraordinario florecimiento en el siglo
XIII, en el XIV ya no son tan creativas; se ahogan en sus privilegios y se enzarzan en disputas entre
sí. La situación se torna todavía más difícil por la peste y el cisma. Todo contribuye a que en el siglo
XIV cunda en la Iglesia la sensación de miedo.

Metiéndonos en el siglo XVI, esté tuvo la novedad de este continente “nuevo” que se disputaron
principalmente Portugal y España. En España el matrimonio de Isabel y Fernando se dio 1469.
Determinaron la unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón. La unificación territorial se
logró con la Guerra de Granada (1482-1492) y la anexión de Navarra (1512), y se siguió con la
expansión por el norte de África e Italia. Los Reyes Católicos casaron a sus hijos con herederos de
todas las casas reales de Europa occidental excepto con la francesa (Portugal, Inglaterra y los Estados
Habsburgo). Y por eso varios reinos juntos quedaron al poder de su nieto Carlos de
Habsburgo (Carlos I como rey de España -1516-, Carlos V como emperador -1521-), que junto con
la enorme dimensión territorial de América (1492), convertida en un verdadero imperio colonial,
hizo de la Monarquía Hispánica la más poderosa del mundo. Además en el mismo annus mirabilis de
1492 se decretó la expulsión de los judíos y apareció la Gramática castellana de Antonio de Nebrija.

El poder de los «imperiales» no se afianzó en Castilla sin vencer una fuerte oposición (Guerra de las
Comunidades), que evidenció la centralidad de los reinos españoles en el Imperio de Carlos. A pesar
de su triunfo en las guerras de Italia frente a Francia, el fracaso de la idea imperial de Carlos V (en
gran medida causado por la oposición de los príncipes protestantes alemanes) llevó al emperador a
planificar la división de sus Estados entre su hermano Fernando I (Archiducado de Austria e Imperio
germánico) y su hijo Felipe II (Flandes, Italia y España, junto con el imperio ultramarino). La alianza
entre los Austrias de Viena y los Austrias de Madrid se mantuvo entre 1559 y 1700.

Surge entonces una Iglesia fragmentada en iglesias nacionales, con el condimento de un


nacionalismo incipiente. Esto acontece aun en países tan divididos como Alemania e Italia. A los
italianos los une el sentirse los verdaderos herederos de la grandeza romana y a los alemanes los une
el sentimiento anti romano. Francia rehúsa inclinarse ante la sede de Roma. España, demasiado
ocupada con la expulsión de los judíos primero y la de los moros después, recibe en contrapartida un
gran sentido de unidad. Con estas expulsiones masivas nace un cripto-judaísmo y un cripto-
islamismo que invita a los reyes católicos a echar mano de la Inquisición, que más adelante añadirá a
estas causas la de los "alumbrados". Por este motivo Ignacio será obligado a comparecer ante ella.
Al pontificado llegan Papas renacentistas mucho más preocupados por todas las intrigas italianas que
por las causas verdaderamente universales, y cuando el pontificado empieza a salir de esa situación,
Ignacio llega también a Roma.

La lenta y costosa transición entre edad media y moderna que comenzó hacia el 1300, trajo consigo
en la iglesia un estado de desazón al comienzo, que poco a poco fue convirtiéndose en un estado de
descomposición moral. Un mismo espíritu de relajación cundió entre el clero, los laicos en las
congregaciones religiosas de todo tipo. En estas últimas el fenómeno fue mucho más sentido y
traumático a causa de la vida en común. Creció "el descontento respecto de la Iglesia oficial, es
decir, de la Iglesia jerárquica, a causa de su excesiva riqueza, de la mala gestión de los beneficios
eclesiásticos, de su mundanización, de su nepotismo, de su praxis política: todo ello provocado por
una estructuración eclesial que partía del centralismo iniciado en la Reforma gregoriana y llevado a
límites jamás sospechados, en la época de anterior, se había generalizado en la Cristiandad
occidental" (J. Alvarez G., Historia de la Vida Religiosa, vol. 3, p. 68).

Volviendo al comienzo del siglo XVI, este comenzó con la Guerra de Nápoles(1501-
1504) entre España y Francia por el control del Reino de Nápoles (1501-1504).En 1512
la Navarra peninsular es invadida por los reinos de Castilla y Aragón. En fin el niño Ignacio vivió la
rendición de Granada, el descubrimiento de América, la apertura del paso marítimo a las Indias.
Luego Ignacio con varios años de más salió de Arévalo en el año1517, después de la muerte de Juan
Velázquez de Cuellar, y pasó a servir al virrey de Navarra, Antonio Manrique de Lara. En este
tiempo participó en la toma de Nájera y se le encomienda una misión de paz en Guipúzcoa en mayo
de 1521 donde se dirige a Pamplona con tropas guipuzcoanas para reforzar la ciudadela. Y ahí es
donde sale herido y llega su conversión.
Entre 1521 y 1538 hubo tiempos muy agitados. En Europa, guerras (franceses españoles, Venecia y
los turcos...). Como dijimos a escala mundial, descubrimientos, conquistas y aventuras. También
evangelización. La Iglesia se debilita por dentro y se divide por fuera (Lutero, Enrique VIII,
Calvino...). No faltan, sin embargo, signos de una vida nunca del todo sofocada (Fisher, Tomás
Moro...). Surgían voces en un sentido más radical de reforma. La solución no era simplemente un
cambio de conducta; tenía que venir de una reforma estructural y doctrinal de una Iglesia que se
había apartado de los caminos evangélicos. Es el movimiento que en tal momento dado Lutero lidera
y capitaliza, dando origen a la reforma protestante.

Entonces en 1517 se inició la “reforma “protestante por Martín Lutero (95 tesis). Este hombre fue el
provocador de los sucesos más importantes que suceden en este siglo. Luego de algunos años (1525)
España y el Sacro Imperio Romano-Germánico vencieron a Francia en la Batalla de Pavía donde el
propio rey Francisco I cae prisionero por Antonio de Leyva y dos años más tarde se produce
el Saqueo de Roma por tropas del emperador Carlos V.

Posteriormente se desencadenaron los sucesos más importantes del siglo. En 1531 la iglesia
de Inglaterra rompió con el papado romano y proclamó al rey Enrique VIII cabeza de la Iglesia
Anglicana y en 1543 comenzó la Contrarreforma: "Concilio de Trento"

Durante los años de quietud romana de Ignacio y de rápido aumento de la Compañía, la sociedad va
afirmándose en su autonomía -en 1543 aparece el De revolutionibus de Copérnico- y la Iglesia busca
su profunda renovación: el Concilio de Trento se inicia y comienzan a verse los frutos de una vida
cristiana más pletórica: Teresa de Jesús, en España, y Felipe Neri, en Italia, son nombres destacados
entre otros muchos que, con su vida y acción, aceleran el ritmo de reacción de una Iglesia -
demasiado desfigurada por "manchas y arrugas". Ignacio y Felipe Neri se relacionaban y dan
comienzo a una íntima amistad, reforzada por la común preocupación de renovación eclesial.

En 1553 María I de Inglaterra se convirtió en la reina de Inglaterra, sucediendo a su padre, Enrique


VIII. Además desde 1562 hasta 1598 se producen las Guerras de religión de Francia entre católicos y
protestantes, conocidos como hugonotes.

En síntesis el contexto histórico que vivió Ignacio fue dificilísimo. Una España muy combativa para
ganar territorio imperial, una Iglesia que gritaba y necesitaba urgentemente una reforma pero que se
dio de mala manera al principio y provocó un cisma (especialmente con Calvino y Lutero que no
supieron reformar sino destruir desde afuera porque muchas cosas que denunciaban eran verdaderas
pero se equivocaron en el modo), una Roma que a causa de malos manejos en el siglo XV fue
desobedecida y muchos se rebelaron contra ella. Es decir Ignacio vivió uno de los siglos más
difíciles de la historia para la Iglesia, donde quejarse y enojarse con ella era más fácil que luchar y
reformar desde adentro en lo pequeño. Veremos cuál fue el caminito que hizo Ignacio en su vida y
como vivió contra todas los obstáculos que tuvo en dicho siglo; y cómo y porqué supo amar a esta
Iglesia llena de errores, dolida, golpeada, pecadora y santa.
EDUCACIÓN IGNACIANA:

Vamos a desarrollar un sistema educativo con el pensamiento de Ignacio de Loyola. ¿Y porque no


decimos “el” sistema educativo de Ignacio? Porque propiamente Ignacio no dio instrucciones
directas de lo que deseaba como sistema educativo sino que se fue desarrollando con el correr de los
años y así se implementó un sistema educativo ignaciano. Lo desarrollaremos al sistema educativo
partiendo de los pensamientos de Ignacio expresados en su autobiografía (relata en tercera persona),
en los famosos ejercicios espirituales, en algunas de sus frases y en la educación Ignaciana que se
desarrolló en los diferentes colegios y universidades. Ignacio entonces no nos habla directamente de
la educación en un escrito pero si con su propia vida porque fue un hombre de la educación.

¿De qué manera vamos a presentar el sistema educativo ignaciano? Primero vamos hacer una síntesis
de lo que fue Ignacio durante su vida como educando, que medidas tomó como educador al frente de
la orden y veremos también en forma breve los primeros pasos de la compañía frente a la educación.
Porque antes de desarrollar un sistema educativo tenemos que saber porqué Ignacio y sus amigos
terminaron apuntando a la educación como una de sus prioridades. Luego de este paso, sí nos iremos
entonces directamente a los rasgos fundamentales de la educación ignaciana.

IGNACIO, SUS AMIGOS Y LA EDUCACIÓN:


Ignacio, como vimos en su historia, de ser un chico que hacía lío y que lo acusaban por ser mal
educado con las mujeres pasó a ser un hombre de la educación. Siempre fue un chico lector, un chico
que buscaba cosas grandes, deseaba cosas grandes pero no las que su familia les recomendaba. Lo
cierto es que su conversión fue gracias a su costumbre de leer y de leer. Dios tenía sus caminos para
él y por eso el es un agradecido por ello. El luego va a decir que era conducido y guiado por Dios
“como un niño es conducido por su maestro” 1

A los treinta y tres años empieza sus estudios con el único deseo de poder servir mejor a los demás y
se sienta con chicos de baja edad a estudiar latín en Barcelona y continúa después sus estudios en
Alcalá y Salamanca. La problemática que conocemos durante sus estudios en Alcalá y Salamanca
referente a sus ejercicios espirituales, lo llevaron “solo y a pié” hasta la reconocida Universidad de
París a donde llega en 1528.

La Universidad de París le integró sus estudios, le abrió horizontes de formación humana de acuerdo
a su tiempo y le permitió empezar a configurar parte de su sueño de servicio al Señor con un grupo
de amigos con quienes iría formando una comunidad de “amigos en el Señor”. Y muy
principalmente, la Universidad de París le permite experimentar un estilo pedagógico que Ignacio
admirará y luego los pondrá en sus rasgos fundamentales en la Parte IV de las Constituciones de la
Compañía de Jesús.

Vale la pena citar a Carlos Vázquez para que nos cuente cuando llegó a Roma Ignacio:

“Este Ignacio que llega a Roma con sus compañeros cofundadores de la naciente Compañía de Jesús,
dedica todo su esfuerzo y sus años de vida a escribir las Constituciones que nos mostrarán, como él
mismo nos dice, “el modo nuestro de proceder” en el servicio divino. Aquí encontramos ya a un
Ignacio humana y espiritualmente maduro. El gobierno de la nueva orden religiosa le permite
desarrollar sus cualidades de un liderazgo que contagia y estimula. Y en medio de su altísima
contemplación mística, organiza a sus hermanos jesuitas por todo el mundo, maneja desde su mesa
las debilidades humanas y las pretensiones, a veces interesadas, de príncipes y reyes.

1
Autobiografía n. 27
Cuando finalmente escribe la IX Parte de las Constituciones, plasma en ella su autorretrato (al menos
así lo vemos nosotros sus hermanos jesuitas) en el perfil que Ignacio indica debe tener el General de
la Compañía y concluye: “y si algunas de estas partes arriba dichas faltasen, a lo menos no le falte
bondad, mucho amor a la Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras. Que en lo demás,
las ayudas que tendrá, podrían mucho suplir con el favor divino”2... Afinado perfil de un educador!

Este es el Ignacio que admiramos y veneramos sinceramente. Desde su carisma, sus cualidades
personales y su honda espiritualidad han brotado no sólo los Ejercicios Espirituales y las
Constituciones de la Compañía de Jesús sino su concepción apostólica educativa como veremos. En
su persona y su espiritualidad están las fuentes del sistema educativo de la Compañía de Jesús”3

Decíamos que Ignacio de Loyola aprendió de la Universidad de París la pedagogía que marcaría el
estilo pedagógico de los Jesuitas después. El llamaba a este estilo pedagógico el “modo parisiense” y
se refería a él con aprecio. El P. Gabriel Codina S.I., Secretario de Educación, ha recogido, con
precisión, las características de este “modus parisiensis”

-Buen orden en los estudios, dispuestos en forma sistemática y progresiva.


-Separación y gradación en el estudio de las materias.
- Fijación de plazos y pruebas para en vencimiento de cada curso.
- Insistencia en la necesidad de sentar buenos fundamentos antes de pasar adelante.
- División de alumnos en clases, de acuerdo a sus niveles de conocimientos.
- Enorme abundancia y frecuencia de ejercicios, con gran actividad de parte de los estudiantes.
- Recurso a la emulación.
- Estricta disciplina y reglamentación de la vida escolar.
- Estudio de las artes liberales con contenido humanista renacentista de inspiración cristiana.
- Insistencia en conjugar virtud con letras.

Luego va a salir la Ratio (traducido como «Plan de Estudios») que es el documento que estableció
formalmente el sistema global de educación de la Compañía de Jesús en 1599. Esta es la
construcción de un proyecto educativo nuevo, profundamente humanista, inspirado en la concepción
del mundo, del ser humano y de Dios que sale fundamentalmente de los ejercicios espirituales de
Ignacio. Recordemos que tanto Ignacio como sus primeros compañeros fueron todos educados en la
Universidad de París y, por esto mismo, compartían los valores y el éxito de esa pedagogía y
organización de los estudios.

Una vez en Roma, decíamos, Ignacio se dedicó a escribir las Constituciones de la naciente Orden y
simultáneamente continuaba dirigiendo la expansión asombrosa de los Jesuitas. Tenía que decidir si
la Compañía debía o no asumir la obra educativa como un apostolado propio, Ignacio tuvo al
principio algunas dificultades muy razonables hasta que entendió su valor para el futuro de la
sociedad y, particularmente, su valor en concordancia con el mismo fin de la Compañía. Dice la Dra.
Carmen Labrador que Ignacio “pronto llegó un día a adivinar con certeza que por medio de los
Colegios podía con mayor eficacia, extender y proyectar universalmente el mismo fin de la
Compañía” y esta decisión vale la pena la aclaración fue diez años después de la fundación de la
compañía.

2
6 Const., IX., 735
3
ISBN: * Propuesta Educativa de la Compañía de Jesús. Carlos Vásquez P., S.I. Impresión: Editorial Kimpres Ltda
Bogotá, D.C., Colombia, página 548
Después de tomar la decisión de apostar por los colegios la experiencia fue afirmando esta decisión
que habían tomado. Por ejemplo en el Colegio San Pablo de Goa, prácticamente el primer Colegio de
los Jesuitas, aceptado por San Francisco Javier poco a poco, desde 1542; y luego en el de Gandía, en
España, solicitado por el mismo Duque de Gandía, el que hoy veneramos como San Francisco de
Borja, en 1546. Y con ello llegamos a la fundación ya oficial, por parte de la Compañía, del Colegio
de Messina en 1548, en el cual San Ignacio intervino directamente con el deseo de poner los
fundamentos de su método de estudios aprendido de París e integrado con el aporte de su experiencia
espiritual. Buscó entre todos los países, españoles, alemanes, franceses, holandeses, italianos, los
mejores hombres que tenía. Puso al Padre Jerónimo Nadal, verdadera mano derecha suya, como
primer rector y organizador de este Colegio. A la muerte de Ignacio la compañía dirigía treinta y
cinco colegios (diecinueve en Italia) y muchos por abrir. Al principio Europa veía con ojos dudosos
la enseñanza de los jesuitas pero después ganada la confianza mucha gente de dinero les pedían que
funden colegios en sus zonas, el mismo clero pidió a la compañía que se encargara de su formación y
así la compañía terminó siendo en el siglo XVI mediante la educación una verdadera escuela de
reforma católica.

En fin lo importante que quería rescatar es que Ignacio nunca pensó la Compañía en servicio a la
educación sino que se fue dando. Fue Dios que les fue mostrando el camino y les hizo darse cuenta a
este grupo de muchachos, seguidores de Jesús, que la época necesitaba de educadores santos,
educadores que sanen a la Iglesia en esta época de crisis y de confusiones.

Lutero hizo dudar a muchos cristianos, que de hecho fueron convencidos por el protestantismo, pero
que luego gracias especialmente a la Compañía volvieron a sus raíces. ¿Cuál fue la estrategia de
estos hombres de Dios para que dos de las tres partes de Europa vuelvan a sus raíces y se alejaran del
protestantismo?

“Por lo que hace a la Reforma protestante, con tener facetas de cierto parentesco con la experiencia
de Ignacio, le era diametralmente opuesta por el rechazo que hacían de la Iglesia concreta y
jerárquica. Y es que la espiritualidad de Ignacio estaba marcada por una profunda inclinación al
espíritu encarnado, a causa de su cristocentrismo. No era su mística una exaltación espiritualista, sino
una aguda capacidad de ver el espíritu tomando cuerpo en las circunstancias concretas de la vida.
Veía la gracia del Señor obrando en y a través de la Iglesia concreta de su tiempo, humilde Iglesia
(humilde porque concreta) del hombre Jesús. Una Iglesia que él conocía de primera mano y en todos
sus estamentos. Ignacio fue un profundo reformador de la Iglesia. A los primeros jesuitas los
llamaron "clérigos reformados". Pero el espíritu de esa reforma ignaciana no fue nunca despreciativo
de la Iglesia, no fue una reforma "a lo Lutero", ni siquiera "a lo Erasmo", ni "a lo Savonarola". Era
un espíritu de reforma que nacía dentro de la Iglesia. No fue, pues, un mero espíritu de contra-
reforma. Ignacio no era un hombre para pensar y sentir contra, sino por o en favor de siempre”4

Y esta es la estrategia y manera con que Dios quiso mostrarle a los hombres que el protestantismo
estaba errado: con el ejemplo, con las obras, con el trabajo, con la oración, con la confianza, con la
paciencia y no con la mero discurso protestón. Ignacio se lo considera el hombre que luchó contra el
protestantismo y nunca dijo una palabra en contra de ellos, ni se pronuncio en el tema. Y eso que
vivió en el momento donde todos hablaban de una sola cosa: ¡reforma! Ignacio fue un amigo de
Jesús que gracias a su gracia precisamente se asemejó a lo que Él hizo en la cruz: no quejarse,
callarse, y amar. Ignacio amó dando su vida a Jesús, dando la vida por los demás, predicando,
entregando su libertad a la Iglesia esposa de Jesús, fundando, misionando y educando. Seguro que no

4
“Ignacio de Loyola y su tiempo: ubicación histórica”: lván Restrepo M, S. J. página 239
fueron pocas las veces que Ignacio tuvo oportunidad para criticar al protestantismo pero no fue el
camino que tomó. Él se preocupo por el trigo y no por la cizaña. El se ocupó de pelear todas las
dificultades que tuvo su siglo trabajando y dando la vida todos los días en lo pequeño. Se ocupo de
hablar de Dios y educar a las personas y así se convirtió en el gran y verdadero ¡reformador!

RASGOS ESENCIALES DEL SISTEMA EDUCATIVO IGNACIANO

1) “ Estudiar durante algún tiempo con el fin de ayudar a las ánimas mejor” 5

Ignacio, como vimos en la biografía, desde su conversión soñó con entregar su vida a Dios y para
ello decidió dejar todo y dedicarse a ayudar a las demás personas. En su paso por Manresa como
dijimos escribió lo que él vivía espiritualmente y ello fue lo que le sirvió para predicarlo y enseñarlo.
En medio de sus sueños de alcanzar Jerusalén y predicar y ayudar a los demás vio de forma clarísima
que había un tiempo antes de ello que le correspondía al estudio. En su vida el estudio, la formación,
el aprender, fue algo que lo caracterizó. Siempre Ignacio fue un hombre lector (antes de su
conversión leía apasionadamente libros de caballería) y luego no paró nunca de leer y dejarse
enseñar.

“Alcanza la excelencia y compártela”6. Lo que quiero rescatar es que Ignacio desde siempre fue un
hombre de la educación. En su propia vida vio lo necesitado que estaba de ella y lo necesario que era
para ayudar y dar la vida por lo demás. Uno tiene que alcanzar mediante la educación la excelencia y
a partir de allí si compartirla. Es fundamental mirar la educación como la mira este gran santo. La
educación no son simples conceptos para aprender y meramente informarse y saber sino, es el
aprender para dar a los demás y ayudar a la sociedad. Es fundamental, repito, y necesario para hoy
que veamos cómo este gran santo mira a la educación no autorreferencialmente sino saliendo de sí y
mirando servir con ella a los demás. Y por ello para él la educación era algo primordial. No pensó
que iba a ser el “carisma” de la compañía pero si la consideró siempre como una de las cosas más
importantes de la sociedad y de su propia vida especialmente.

Él estaba convencido que antes de ayudar a los demás hay que aprender. En su misma autobiografía
nos cuenta que en 1524 después de volver de Palestina “se había sentido inclinado a estudiar durante
algún tiempo con el fin de ayudar a las ánimas mejor” y su compañero El P. Jerónimo Nadal, en sus
“Pláticas” nos lo reafirma dice que “Ignacio primero se dio a la contemplación y después al
ministerio de los prójimos, enseñando y predicando a los otros lo que había experimentado en sí
mismo”7 .Es decir el aprender y el prepararse es lo primero para Ignacio. Antes de dar tengo que
tener y ella es la educación que me sirve de maestra para guiarme, enseñarme y ayudarme a
encontrar la verdad de la vida y darla a los demás luego.

En cuanto a su situación histórica lo más fácil para Ignacio era darle su atención a lo que decía los
supuestos “estudiosos”. Pero él luego de su conversión no se conformó con escuchar a los
“estudiosos” sino en ser él un verdadero estudioso, buscar apasionadamente la verdad y para luego
dar la vida predicándola. En su tiempo de guerra, de discusiones, de pasiones, de dudas, seguramente
que no era fácil darse tiempo para frenar y estudiar. Lo más rápido y eficaz a simple vista seguro que
era salir a pelear con pasión por lo que uno pensaba directamente o lo que los demás te hacían

5
Autobiografía., n. 50.
6
Ibid.,n. 26
7
(MHSI, Fontes narr. 163).
pensar. Y esto es lo que les sucedió a muchos hombres que por esta posición, el grito de los
protestantes los convenció rápidamente y los compró para pelear por una reforma rápida sin estudio
previo y profundo. Este no fue el camino de Ignacio sino que fue el camino de un hombre paciente
que se dio el tiempo apropiado para estudiar (muchísimos años) y ser él mismo el se atrevía a pensar
y buscar una reforma para la Iglesia verdadera.

Muchos luego de algunos años le van atribuir una frase a Ignacio que hoy lleva acompañando a
muchas escuelas jesuitas: “Entramos para aprender, salimos para servir”. Creo que esta frase puede
sintetizar de buena manera este primer punto.

2) REFLEXIÓN (CONTEMPLACIÓN)

“Porque no mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente”8

En este segundo punto vamos a poner una de las características más importantes de Ignacio, uno de
los dones que Dios le dio y que lo distingue de las demás personas, lo distingue del mundo. Es un
don que hoy se ha perdido muchísimo y que son pocos los que lo poseen. Es el don de la reflexión, el
don de gustar las cosas, de “masticarlas”, de saborear lo que aprendo y leo para incorporarlo a mí.
Este don que Dios le dio a Ignacio lo vemos durante toda su vida y muy constantemente.

Ignacio deja en claro que no hay nada mejor que sentir y gustar las cosas internamente. Lo dice
porque él todo lo que vivía lo meditaba y esto lo vemos atestiguado en su propia vida. Lo vemos en
el momento de su conversión, lo vemos también después de su conversión cuando se decide frenar
en Manresa para meditar, reflexionar sobre lo que viene viviendo y lo vemos durante toda su vida. Y
luego es lo que enseña. Para Ignacio la reflexión (la llama contemplación) es todo. Veamos algunas
citas de él mismo sobre ella. Este don luego lo va a compartir y va a convertirse en algo clave para su
sistema educativo.

“Por los cuales leyendo muchas veces, algún tanto se aficionaba a lo que allí hallaba escrito. Mas
dejándolos de leer, algunas veces se paraba a pensar en las cosas que había leído”9

“Leyendo la vida de nuestro Señor y de los santos, se paraba a pensar, razonando consigo: ¿qué
sería, si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo? y así discurría
por muchas cosas que hallaba buenas, proponiéndose siempre a sí mismo cosas dificultosas y
graves, las cuales cuando proponía, le parecía hallar en sí facilidad de ponerlas en obra. Mas
todo su discurso era decir consigo: Santo Domingo hizo esto; pues yo lo tengo de hacer. San
Francisco hizo esto; pues yo lo tengo de hacer. Duraban también estos pensamientos buen vado,
y después de interpuestas otras cosas, sucedían los del mundo arriba dichos, y en ellos también
se paraba grande espacio; y esta sucesión de pensamientos tan diversos le duró harto tiempo,
deteniéndose siempre en el pensamiento que tornaba; o fuese de aquellas hazañas mundanas que
deseaba hacer, o de estas otras de Dios que se le ofrecían a la fantasía, hasta tanto que de
cansado lo dejaba, y atendía a otras cosas”10

Nada mejor que sus palabras para ver que en su vida la contemplación la tenía incorporada.
Vemos como es un hombre de contemplación. Lo vemos en su propia autobiografía y así lo va a
enseñar constantemente, en los ejercicios también.
8
Ibid,. n, 22
9
Ibid., n, 6
10
Ibid., n, 7
“No satisface el saber mucho, sino el sentir y gustar internamente de las cosas»11

Esta oración es espectacular, que bien que lo dice, con cuanta experiencia lo dice. Muchas veces la
escuchamos pero no la podemos vivir. Muchos nos preocupamos por aprender mucho contenido pero
no pasamos nada por el corazón, no contemplamos y eso es lo que hace que uno lo pueda incorporar.
Ignacio nos enseña esto y creo que es una de las claves más importantes que nos quiere enseñar.
Hombres llenos de contemplación, hombres que gustan internamente de las cosas, las saborean, las
digieren largamente como las vacas.

Carlos Vázquez con su libro de la Compañía de Jesús nos puede ayudar a comprender de buena
manera esto que venimos hablando.

“Leer sin anotar es leer para olvidar, dice un sabio proverbio. Ignacio no se conforma con leer;
quiere profundizar. Lee, reflexiona y resume para sintetizar; conociendo internamente y gustando su
lectura. Diálogo consigo mismo y con Dios: Parte del tiempo gastaba en escribir, parte en la oración.
Es un ver, juzgar y prepararse para actuar al modo divino”12

“El, no se curando de nada, perseveraba en su lección y en sus buenos propósitos; y el tiempo


que con los de casa conversaba, todo lo gastaba en cosas de Dios, con lo cual hacía provecho a
sus ánimas. Y gustando mucho de aquellos libros, le vino al pensamiento de sacar algunas cosas
en breve más esenciales de la vida de Cristo y de los Santos; y así se pone a escribir un libro con
mucha diligencia (porque ya comenzaba a levantarse un poco por casa); las palabras de Cristo
de tinta colorada, las de nuestra Señora de tinta azul. Y el papel era bruñido y rayado, y de
buena letra, porque era muy buen escribano. Parte del tiempo gastaba en escribir, parte en
oración. Y la mayor consolación que recibía era mirar el cielo y las estrellas, lo cual hacía
muchas veces y por mucho espacio, porque con aquello sentía en sí un muy grande esfuerzo
para servir a nuestro Señor. Pensaba muchas veces en su propósito, deseando ya ser sano del
todo para se poner en camino. El cual tuvo cuasi 300 hojas todas escritas de cuarto”13

Ignacio le tocó vivir como dijimos anteriormente en tiempos de rotundas transformaciones.


Fueron años que venían cargados de ideologías renacentistas, humanistas, de ideas políticas
imperiales (España), de pueblos cansados de la misma Iglesia (Francia) y todo esto en el siglo
XVI estalló. Venían estos años anteriores cargados de muchas cosas que en la época de Ignacio
estalló y para un hombre como Ignacio no fue fácil contemplar el misterio en medio de todas
estas ideologías, protestas, dudas. Muy fácilmente su cabeza se podría haber desviado en ideas
del momento y dejar de mirar el misterio, de contemplar el misterio (hasta después de su misma
conversión se podría haber perdido en medio de todas estas corrientes). La contemplación se
hace difícil cuando hay mucho ruido, cuando hay aparentes corrientes sanas que son falsas. Pero
por gracia de Dios él nunca dejó de contemplar el misterio, de contemplar lo que le sucedía a su
corazón, de contemplar lo que hacia Dios (maravillas) en su propia vida. Cedió lugar de silencio
y de pobreza espiritual para abrirse a Dios y que él sea el que maneje su vida como un niño a sus
ojos. Él en el silencio descubrió la verdad, contemplo la verdad y supo llevar lo que estudiaba a
la contemplación. Este era el camino seguro en medio de todos estos ruidos de la época y él lo
supo tomar entregándose a Dios. Ignacio fue un hombre que se atrevió a pensar por él mismo y
no aceptar todo lo que venía de afuera.

11
Ejercicios Espirituales, n, 2
12
ISBN: * Propuesta Educativa de la Compañía de Jesús. Carlos Vásquez P., S.I. Impresión: Editorial Kimpres Ltda
Bogotá, D.C., Colombia, página 49

13
Autobiografía., n, 11.
Creo que tenemos una necesidad enorme de aprender esto que nos enseña Ignacio sobre la
contemplación. Hoy nuestros sistemas educativos enseñan el mayor contenido posible (es el objetivo
y tampoco se logra muchas veces) y no nos preocupamos por los alumnos. Son simples receptores.
Ni siquiera nos fijamos en ellos, solamente estamos pendientes de lo que decimos nosotros y como lo
decimos y no pensamos en los receptores, no pensamos en ellos que simplemente reciben día a día
muchísimas informaciones pero no les enseñamos a asimilarlas a sus propias vidas.

Qué bueno sería que a los alumnos les demos menos contenido pero contenido fecundo y duradero,
más educativo, que los hagamos pensar por ellos mismos y logremos que de ellos salgan preguntas y
en definitiva que le sirva lo que le damos para sus propias vidas.

Estamos necesitados de educadores y educandos llenos de contemplación, hombres pensantes,


hombres reflexivos. Necesitamos maestros que contemplen y reflexionen sobre lo que hacen, sobre
lo que dicen, sobre lo que enseñan. Necesitamos educadores que enseñen a sus alumnos a pensar, a
buscar, a contemplar. Hoy el colegio no da más que amigos, en algunos casos, y pocas herramientas
para la vida. El solo dar informaciones durante todo el año no da al alumno nada porque la
información se olvida rápidamente. Necesitamos darles educación con contenido que les abra los
horizontes y se atrevan a pensar, que se atrevan a contemplar el misterio de la vida. La
contemplación sí que hará de nuestros alumnos fecundos, personas reflexivas que sirvan a Dios y al
mundo, personas “contemplativas también en la acción”

Ignacio nos enseña la forma de acercarnos a los alumnos para lograr que ellos mismos piensen:

“La décima quinta: el que da los exercicios no debe mover al que los rescibe más a pobreza ni a
promessa, que a sus contrarios, ni a un estado o modo de vivir, que a otro. Porque, dado que fuera de
los exercicios lícita y meritoriamente podamos mover a todas personas, que probabiliter tengan
subiecto, para elegir continencia, virginidad, religión y toda manera de perfección evangélica; tamen,
en los tales exercicios spirituales, más conveniente y mucho mejor es, buscando la divina voluntad,
que el mismo Criador y Señor se communique a la su ánima devota, habrazándola en su amor y
alabanza y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante. De manera que el que los da
no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; mas estando en medio, como un peso, dexe
inmediate obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y Señor”14

3) DISCERNIMIENTO

“Había todavía esta diferencia: que cuando pensaba en aquello del mundo, se deleitaba
mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando
en ir a Jerusalem descalzo, y en no comer sino yerbas, y en hacer todos los demás rigores
que veía haber hecho los santos; no solamente se consolaba cuando estaba en los tales
pensamientos, mas aun después de dejando, quedaba contento y alegre. Mas no miraba en
ello, ni se paraba a ponderar esta diferencia, hasta en tanto que una vez se le abrieron un
poco los ojos, y empezó a maravillarse de esta diversidad y a hacer reflexión sobre ella.
Cogiendo por experiencia que de unos pensamientos quedaba triste, y de otros alegre, y poco
a poco viniendo a conocer la diversidad de los espíritus que se agitaban, el uno del demonio,
y el otro de Dios. Este fue el primero discurso que hizo en las cosas de Dios; y después

14
EE [15] 15ª
cuando hizo los ejercicios, de aquí comenzó a tomar lumbre para lo de la diversidad de
espíritus”15

No podemos dejar de nombrar, aunque se relacione muchísimo con la característica anterior,


este don maravilloso que Dios le regalo a Ignacio: El discernimiento. Sería el ejercicio que él
hace dentro de la contemplación. Ignacio contemplando discierne. Es curioso, es un regalo que
Dios le dio desde chico. Él ya vimos que antes de su conversión, y en la misma conversión, es
un hombre contemplativo y también agregamos es un hombre de discernimiento. Lo vemos en
su conversión en este párrafo que citamos arriba de su autobiografía. El al pensar en sus sueños
propios de caballería y mujeres se quedaba seco y descontento, y pensando en Dios y los santos
se quedaba sereno, alegre, contento. Y el empezaba a analizar en la contemplación de donde
venían estos pensamientos y cuáles eran los que le deleitaban, o cuáles eran los que más le
deleitaban y a esto lo llamo discernimiento. Esto que vive en la etapa de discernimiento luego lo
va a poner y desarrollar en sus ejercicios espirituales y es una característica fundamental de la
educación ignaciana. Los jesuitas a lo largo de los tiempos van a caracterizarse por este don tan
maravilloso y lo van a enseñar en sus ejercicios, en sus colegios y universidades.

Me parece que no es hora de desarrollar el discernimiento que propone Ignacio en los ejercicios
pero si saber qué es y cómo se aplica al sistema educativo ignaciano. Teniendo en cuenta que
Ignacio no solo lo desarrolló al discernimiento en sus ejercicios espirituales sino que también los
aplicó en su vida, especialmente una vez instituida la “compañía de Jesús”.

“Ignacio y sus compañeros tomaban sus decisiones desde un proceso permanente de discernimiento
personal y común, realizado siempre en un contexto de oración. Cuando reflexionaban en oración,
acerca de los resultados de sus actividades, los compañeros revisaban las decisiones anteriores e
introducían adaptaciones en sus métodos, buscando constantemente el mayor servicio de Dios”16

Acá vemos como este don que Dios le dio a Ignacio lo tuvo también la misma compañía durante toda
su historia. Y en la educación esto se aplico notablemente. ¿De qué manera? Creo que nos puede
ayudar un comentario sobre la vigencia de la “Ratio Stodiorum” para comprender la palabra
discernimiento en cuanto a la educación.

La palabra "discernimiento" se usa en muchos sentidos diferentes. Ignacio tiene sus Reglas para
discernir espíritus, en los Ejercicios Espirituales, [313]-[336]. En el contexto presente se trata más
bien del "discernimiento apostólico en común" practicado por los primeros compañeros y
recomendado por la Congregación General 33: una revisión de toda obra y actividad, que comprende
"la escucha atenta de la Palabra de Dios, el examen y deliberación según la tradición de San Ignacio,
la conversión personal y comunitaria que se requiere para llegar a ser verdaderamente
"contemplativos en la acción", hacernos indiferentes y el esfuerzo por vivir aquella `indiferencia y
disponibilidad' que son necesarias para poder `encontrar a Dios en todas las cosas”17

Es fundamental incorporar este ejercicio de discernimiento a la educación de hoy. Pasa muchísimo


en colegios y universidades de mucha trayectoria que suceda “el estancamiento”, el dejar de soñar y
pensar algo mejor, y se quedan estancados en lo mismo. Es la frase que encontramos en muchas
instituciones “siempre se hizo así” que no le da lugar a lo nuevo, a lo novedoso, a lo fecundo. Se
hace todo como siempre se hizo, sin pensar, sin reflexionar, sino únicamente como el hábito y la
15
Autobiografía., n, 8
16
Magis (Magisterio jesuita) n,. 243
17
Síntesis de la Ratio Stodiorum por los miembros de la Comisión Organizadora del Simposio. Orientación, Principios y
Propuestas” de la Comisión de Educación de la Compañía de Jesús de Argentina. Buenos Aires 1996.
costumbre lo dicen sin saber siquiera el porqué y él para que. Y esto pasa nada más y nada menos
porque no se quiere salir de la comodidad, porque ella es más fácil.

El discernimiento en conjunto nos ayuda a trabajar en equipo en la educación, en reflexionar (punto


anterior) todos juntos y poder sumar nuevas y mejores cosas. No quiere decir que todo lo viejo sea
malo sino que algunas cosas se pueden renovar. La pedagogía ignaciana con el correr de los años
utilizo este discernimiento en los siguientes aspectos:

- se basa en el espíritu de comunidad entre los profesores, directivos, comunidad jesuita, consejos de
gobierno, padres y estudiantes.
- se realiza dentro de una estructura que promueve comunidad.
- adapta medios y métodos apuntando a lograr sus fines con la mayor eficacia.
- es un sistema de escuela con una visión y fines comunes.
- ayuda a la preparación profesional y a la formación permanente especialmente de los profesores.18

Esto obviamente no quiere decir que no se tenga un director que de órdenes, pero si un director que
escuche a los profesores, que escuche a los alumnos, que entre todos se logre algo mejor para el
aprendizaje de los alumnos y para el servicio a la sociedad. Una educación que discierne día a día lo
mejor para la sociedad. Ignacio siempre se abrió y nunca se estanco y lo vemos abriéndose a las
formas, a los modos, a los tiempos y a los lugares.

“Y si algunas de estas partes arriba dichas faltasen, a lo menos no le falte bondad, mucho amor a la
Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras. Que en lo demás, las ayudas que tendrá,
podrían mucho suplir con el favor divino” (Ignacio al terminar de escribir las constituciones muestra
la confianza en el discernimiento en común para modificar las constituciones)

La vida de Ignacio nos da esperanza para poder vivir el discernimiento en estos días. El supo
discernir en medio de sus pasiones de pelear como caballero y optar por el otro camino que le daba
paz y serenidad (Jesús), el supo discernir en medio de tantas ideologías y tomar el camino acertado y
no el de protestar (sino como dijimos el de amar entregándose, trabajando), el supo discernir si debía
fundar o no, el supo discernir el carisma de la compañía, el supo discernir en los momentos de optar
por la educación o no. En definitiva Ignacio en medio de momentos turbulentos supo en la
contemplación discernir. Y eso a nosotros nos da esperanza de recibir este don de discernir y lograr
una educación y una sociedad mejor y más justa.

“Se debe mucho mirar lo que hace provecho, para admitir y lo que hace daño,
para lanzallo”19

4) PERSONALIZACIÓN

“Empezó más intensamente que solía a darse a conversaciones espirituales, y daba cuasi en un
mismo tiempo ejercicios a tres, es a saber: a Peralta, y al bachiller Castro que estaba en Sorbona, y a
un viscaíno que estaba en santa Bárbara, por nombre Amador. Estos hicieron grandes mutaciones, y
luego dieron todo lo que tenían a pobres, etiam los libros, y empezaron a pedir limosna por París, y
fueron se a posar en el hospital de San Jaques”20

18
Ibíd.
19
EE n, 211
20
Autobiografía., n, 77
Ignacio durante su vida fue un hombre reflexivo, contemplativo, de gran discernimiento y de una
clase humana estupenda. Poseía una ira que lo acompaño durante toda su vida pero supo que con la
gracia de Dios manejarla y guiarla de buena manera y logró, especialmente en la predicación de los
ejercicios espirituales, el interesarse por la persona concreta, por la persona en singular. Un hombre
que personalizaba, que no le hablaba a una multitud. Lo vemos en su autobiografía que predicaba a
uno solo, a lo sumo no más de tres. Un hombre que miraba a los ojos y que penetraba en la vida del
otro. Y así fue entonces como esto se tomo como una característica esencial para la compañía en el
campo de la educación.

”Los jóvenes, hombres y mujeres que estudian en un centro de la Compañía, no han conseguido
todavía su plena madurez; el proceso educativo reconoce el desarrollo y el crecimiento intelectual,
afectivo y espiritual y ayuda a cada estudiante a ir madurando gradualmente en todos estos aspectos.
Así, el Plan de Estudios está centrado en la persona más que en la materia que hay que desarrollar.
Cada estudiante puede desarrollar los objetivos a un ritmo acomodado a su capacidad individual y a
las características de su propia personalidad.

(..) El P. Ledesma jesuita pretendía dar al estudiante una enseñanza proporcionada a su edad, según
consta por la distribución sumamente graduada de clases y programas. Escribe, por ejemplo, lo
siguiente: “No es suficiente conocer el modo de enseñar en lo general así como la razón y orden de
los demás ejercicios de los estudiantes, a no ser que todas estas cosas comunes se adapten en
particular a cada una de las clases recta y útilmente: ya que el conocimiento práctico es mejor para
estos trabajos que ciertamente son singulares y se hacen uno a uno”21

Y esto que expresa la compañía viene del mismo Ignacio que escribe en los ejercicios que por ser
personal, teniendo en cuenta “la edad, letras o ingenio 22”, requiere que el ritmo sea diferente, y que
cada uno dedique el tiempo que le sea necesario para lograr sus objetivos, ya que “unos son más
tardos (que otros) para hallar lo que buscan”. “Asimismo como unos sean más diligentes que otros, y
más agitados o probados de diversos espíritus, requiérese algunas veces acortar la semana y otras el
alargarla, según la materia de que se trate; pero poco más o menos se acabarán en treinta días”23

Ignacio reforma la Iglesia verdaderamente y este don tiene que ver. Todos sabían que la Iglesia
necesitaba una reforma urgentemente pero la manera verdadera era por este camino de
personalización. No era el camino de reforma quejarse y repudiar a la Iglesia frente a toda la multitud
de Europa sino en trabajar en lo pequeño de a dos o tres hablándoles de Dios. Esto de la
personalización, de lo pequeño, es uno de los regalos fundamentales que nos enseña Ignacio y que
nos puede valer muchísimo para ir reformando el mundo nosotros día a día.

Es una característica importante que necesitamos para la educación hoy. La educación


contemporánea se convirtió como decíamos en un dar información y no preocuparse por la persona.
El sistema educativo ignaciano exagera completamente para el otro lado. La educación es a una
persona concreta y si tengo muchos alumnos me preocupo por cada uno en personal y nunca en
general. Hoy los educandos tienen el desafío de redescubrir el valor que es enseñar y el valor de
enseñarle a una persona en concreta. Esa persona que es única en todo el mundo y que espera del
educador muchísimo.

21 Documento de las características de la compañía de Jesús No. 42:


22 EE, n, 18.
23 Ibíd.4 ,
"Después de la lección quédese en la clase o cerca de ella al menos por un cuarto de hora, para que
los alumnos puedan acercársele a hacerle preguntas, para exigirles él de vez en cuando razón de las
lecciones y para que éstas se repitan" 24

5) ORDEN

La palabra orden en los ejercicios aparece incontables veces. Ignacio es un hombre ordenado. No
hablamos de un orden meramente exterior sino un orden en todo sentido, tanto interior y
exteriormente. Para Ignacio el orden es primordial y es por ello que ponemos en su sistema educativo
el orden como uno de las cosas más importantes a enseñar y a vivir. Esta virtud le sirve a la persona
para todos sus aspectos.

Ignacio no ha desarrollado su pensamiento sobre esta palabra pero la ponemos porque para el santo
el orden, el equilibrio es fundamental. Los ejercicios espirituales reiteran una y otra vez el buscar y
encontrar el orden en la vida, en el comer, en el estado, en las afecciones, etc.

Hoy vivimos en tiempos donde todo es desorden y no solo exteriormente. Nuestro interior está
totalmente desordenado y eso se debe a que no paramos de recibir información (tecnologías
especialmente) y no frenamos (lo que sería la contemplación) para ordenarnos interiormente. Y en
esta bolsa metemos tanto a profesores como alumnos. ¿Pero a que desorden nos referimos? Nos
referimos al desorden interior que tenemos. No sabemos qué queremos, no sabemos para qué
estamos, no sabemos qué hacemos con lo que hacemos. Aunque suene contradictorio Ignacio nos
viene a enseñar el orden en nuestra vida en cuanto a lo interior. Necesitamos profesores que ordenen
su propia vida, que sepan para que estén, que sepan que hacen con su enseñanza, qué buscan, a quien
sirven, porque sino el interior tanto de los profesores y por consecuencia de los alumnos, está
desviado y no se sabe el sentido de la existencia ni de lo que hacemos.

Ignacio fue un hombre ordenado y reflexivo que buscó, encontró y lo dejo todo por algo y alguien.
Tenemos necesidad en nuestra educación de ordenarnos interiormente y saber para qué estemos. Y
también hablamos de un orden exterior. Hoy vivimos en un mundo desordenado donde estamos
dando una clase pero estamos con el celular para comunicarnos con alguien. Es decir eso es un
desorden. Queremos hacer todo a la vez y no nos ordenamos. El orden de tiempos es lo que
necesitamos. El orden para que sepa que cuando estoy enseñando y cuando estoy en mi casa. No
podemos desordénanos y hacer lo que se viene a la cabeza en el momento. Necesitamos el orden
interior y exterior para la educación. Lo necesitamos primero en los profesores y luego en
consecuencia en los alumnos. Lo interior repercute en lo exterior. Creo que el orden que nos enseña
Ignacio es fundamental para que lo incorporemos hoy.

“Cuán importante es el orden del profesor que será el ejemplo para los alumnos. "Y será de gran
provecho que el profesor no hable improvisando, ni desordenadamente" 25

En los primeros colegios el orden y los objetivos siempre estaban claros y no solo para los
profesores. El prefecto se ocupaba de distribuirles el tiempo "para que empleen bien las horas de
estudio privado”. Una excelente costumbre contribuía a logar el orden y el buen funcionamiento de
los colegios. Tiene que ver con el conocimiento exacto de las normas que cada colegial tenía que
cumplir: "Las reglas comunes de todos los alumnos externos se deben fijar en un sitio donde puedan

24 29 Ratio Studiorum, op. cit p 197

25
Constitución, n, 28
ser leídas públicamente, y además en cada clase bien a la vista. Generalmente al principio de cada
mes se leerán en clase"26
Continua (…) Se insistía en la puntualidad, el orden, la regularidad, la atención: "cada uno en su
banco y asiento atienda así y a sus cosas compuesto y en silencio, ni salga de la clase sin permiso del
profesor. No marquen ni hagan señales en bancos, tribuna, sillas, paredes, puertas, ventanas o en
cualquier otra cosa, pintando, escribiendo, grabando o de cualquier otro modo"27

«Sólamente deseando y eligiendo lo que más conduce para el fin que somos creados»28

6) “SENTIR CON LA IGLESIA”

“Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la
Iglesia hierárchica assí lo determina, creyendo que entre Christo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia
su esposa, es el mismo spíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el
mismo Spíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra sancta
madre Iglesia”29

Para Ignacio, la respuesta a la llamada de Cristo se realiza en y por medio de la Iglesia Católica, el
instrumento a través del cual Cristo está sacramentalmente presente en el mundo. María, la Madre de
Jesús, es el modelo de esta respuesta. Ignacio y sus primeros compañeros fueron todos sacerdotes y
pusieron la Compañía de Jesús al servicio del Vicario de Cristo, para ir a "dondequiera que él
juzgase ser conveniente para mayor gloria divina y bien de las almas"30

Y por ultimo creo que no puede faltar en el sistema educativo ignaciano el “sentir con la Iglesia”. Su
amor incondicional a ella, su entrega total, su docilidad entera al Papa, su amor profundo es lo que
hace que la “Compañía” en su educación no deje de enseñar el amor incondicional y ciego a su
madre: la Iglesia.

En su momento sentir con la Iglesia fue dificilísimo. Fue una Iglesia llena de errores y de reproches
(muchos acertados otros no) que le cuestionaban. Fue una Iglesia manchada incluso por las
ideologías y corrientes del momento. Fue una Iglesia donde la jerarquía vivía entre lujos y no de la
manera evangélica que Jesús había enseñado; y por todo esto era muy difícil amarla en estos
tiempos.

Hoy nosotros tenemos personas que dicen amar a la Iglesia pero su entrega a ellas es abstracta
porque no se entregan a parroquias y a personas concretas. Tenemos profesores que enseñan en
escuelas y universidades católicas pero no están de acuerdo con lo que la Iglesia enseña (diferente
sería que no sean católicos abiertamente o de otra religión). Y esta utopía se da precisamente en estos
momentos donde tenemos varios papas consecutivos ya en los altares, donde a pesar de sus errores
actuales su caridad y su crecimiento como familia prima; pero a pesar de estos “buenos momentos”

26
42 Ratio Studiorum, op. cit. p 273
27
44 Ratio Studiorum, op. cit. p 273

28
E.E. n, 23
29
Ibíd., [365] 13ª regla
30
Constituciones, [603]. 52
sigue habiendo reproches y cuestionamientos. Pero Ignacio en esto es un ejemplo vivo para imitar. Él
en uno de los peores momentos de la amada de Jesús se entregó a ella con confianza y sin criticar y
cambiando primero él supo reformarla. Sin querer serlo, logró ser uno de los personajes más
reformadores de la Iglesia en sus tiempos.

Ignacio fue un obediente al Papa, un esclavo del Papa y eso es lo que lo hizo libre. Tener total
libertad de entregar su propia libertad casualmente al Papa sabiendo que esta Iglesia pecadora y llena
de errores es de Jesús y que a pesar de los hombres y sus pecados sigue siendo de Él y que su
entrega a ella fue entrega a Él.

Y repetimos el mensaje de esperanza. Si Ignacio tuvo la gracia de entregarse a la Iglesia cuando


parecía un invento humano, cuando era reprochada por los mismos cristianos, cuando su repudio era
universal, entonces nosotros hoy podemos amarla y sentirla como él la sintió. Podemos lograr “sentir
con la Iglesia”

¿Y qué tiene que ver el “sentir con la Iglesia” con la educación? Muchísimo. Primero porque Ignacio
descubrió su vocación educacional entregándose a la voluntad de la Iglesia (del Papa) y segundo
porque tanto en su época como hoy necesitamos educadores que sientan con la Iglesia. Que estudien,
que reflexionen, que disciernan y que se decidan por Jesús y su Iglesia y así poder educar a miles y
miles de niños y jóvenes que están a cargo de la Iglesia Católica. No quiere decir que en clase de
matemática se enseñe a contar los misterios del Rosario pero que si las instituciones de educación
católica sientan con la Iglesia, sean parte de la familia y que se preocupen así por sus hermanos que
son los mismos educandos.

Es oportuno ahora que nos enseñe Ignacio este “sentir con la Iglesia”:

"Alabar la doctrina positiva ... porque es más propio de doctores como Jerónimo,
Agustín, Gregorio, mover los afectos para en todo amar y servir a Dios Nuestro
Señor; así es más propio de Tomás, Buenaventura ... definir o declarar para nuestros
tiempos de las cosas necesarias para la salud eterna"31

"Cualquiera que en esta Compaíiía (que deseamos se llame la Compaiiía de Jesús)


pretende asentar debajo del estandarte de la cruz. para ser soldado de Cristo y
servir a sola su Divina Majestad y su esposa la Santa Iglesia bajo el Romallo
Pontífice ... " 32

“Quando la tal ánima buena quiere hablar o obrar alguna cosa dentro de la Iglesia, dentro de la
intelligencia de los nuestros mayores, que sea en gloria de Dios nuestro Señor, y le viene un
pensamiento o tentación de fuera, para que ni hable ni obre aquella cosa, trayéndole razones
aparentes de vana gloria o de otra cosa, etc.; entonces debe de alzar el entendimiento a su Criador y
Señor; y si vee que es su debido servicio o a lo menos no contra, debe hacer perdiametrum contra la
tal tentación, iusta Bernardum eidem respondentem: nec propter te incepi nec propter te finiam”33

31
E.E.n, 363
32
Fórmula del Instituto, n. 1

33
E.E, n,[351] 6ª nota
CONCLUSIÓN FINAL:

Ignacio de Loyola, hombre profundamente ligado a la educación, nos enseñó y nos sigue enseñando
con su propia vida. El camino que él tomó fue un camino que hoy el mundo educador tiene que
seguir mirando para seguir aprendiendo.

Ignacio vivió en los tiempos más difíciles de la historia, y no solo para la Iglesia católica sino
también para toda la educación y para todas las personas de la época. Fueron tiempos muy difíciles,
de cambios muy drásticos, de rebeliones muy de moda, de ideologías muy fuertes.

Ante esto Ignacio tomó un camino y es un camino que el encontró y lo enseñó. Hoy los educadores
no tenemos que tener miedo de tomar el camino que él tomo porque su camino marcó un modelo a
seguir que sigue siendo fecundo hasta nuestros días. Ignacio de Loyola sigue siendo un educador
actual porque sigue siendo muy nombrado en todas las partes del mundo.

Lo que intentamos desarrollar en este trabajo fue su persona, sus pensamientos, su época y
especialmente el camino que el optó y enseño. Un camino silencioso, para trabajadores, para
hombres reflexivos y pensantes, para hombres que eligen lo mejor y por eso se toman tiempo para
discernir; un camino ordenado, un camino donde uno no va solo sino con toda una familia que es la
familia del pueblo de Dios, un camino donde uno no sirve a un “todos abstractos” sino a personas
concretas con nombre y apellido.

Metiéndonos en la vida de Ignacio nos llenamos de esperanza porque nos recuerda que todo es obra
de Dios y que lo único que tenemos que hacer es dejar que Él haga. Y entonces así nos damos
cuenta que el mundo donde vivimos hoy no es ni mejor ni peor que el del siglo XVI sino únicamente
diferente y que si dejamos que Dios obre y actué en medio nuestro, el mundo podrá cambiar y la
justicia y la paz tan deseadas vivirán entre nosotros.

¿De qué manera dejamos actuar a Dios? Bueno Ignacio nos lo enseño. Así que podemos ponerlo en
práctica y así luego poderlo enseñar. Este será el camino que nos enseño Ignacio. Recordemos
entonces: Estudio, reflexión, discernimiento, orden, personalización y sentir con el pueblo de Dios.

Ignacio nos renueva la mirada hacia la educación. Ella es un tesoro precioso entre nosotros y que
tenemos que cuidar. No podemos dejar que se ensucie por el ídolo del dinero sino cuidarla y
fomentarla. Ignacio nos mostró que la educación es un tesoro valioso que puede hacer maravillas en
el mundo y esta oportunidad no la podemos desaprovechar.
BIBLOGRAFÍA:

- Jhon W. O`Malley. “Los primeros jesuitas”, colección “Manresa”, editorial


MENSAJERO-SAL TERRAE
- Orientación, principios y propuestas, Asociación de colegios y escuelas jesuitas en
Argentina: “La identidad Ignaciana en la educación”. Comisión de Educación Compañía
de Jesús Argentina.
- Carlos Vásquez P., S.I. “Propuesta Educativa de la Compañía de Jesús”. Editorial
Kimpres Ltda Bogotá, D.C., Colombia
- Universidad Católica de Córdoba: “La Ratio Studiorum en América latina. Su vigencia en
la actualidad”.
- http://www.jesuitas.es/index.php?option=com_content&view=article&id=168
- Pedro García Cmf, “HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA” Parroquia del Corazón de
María SAN SALVADOR, El Salvador C. A
- lván Restrepo M, S. J. “Ignacio de Loyola y su tiempo: ubicación histórica”
- http://es.wikipedia.org/wiki/Espa%C3%B1a
- August Franzen, Historia de la Iglesia, Editorial Sal Terrae.

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