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Traducción de ROBERTO

% DA MATTA
Ta tia n a S ule

Carnavales,
malandros y héroes
Hacia una sociología del dilema brasileño

FONDO DE CULTURA ECONÓM ICA


M ÉXICO
184 CARNAVALES DE LA IGUALDAD Y DE LA JERARQUÍA

A sí, umbanda y carn aval — junto con su p rim o hermano el


fútbol— quedan unidos por los poderosos lazos que hermanan
a los débiles en general con sus poderes m ágicos y místicos:
IV. ¿SABE C O N Q U IÉN ESTÁ H A BLA N D O ?
aquello que sobra y que el poder secular y fundado en la fuerza
física y en el m onopolio de la violencia, desde luego, no puede
UN ENSAYO SOBRE LA D IFEREN CIA EN TR E
controlar (cf. Lewis, 1963). De este m odo, si bien los inferiores INDIVIDUO Y PERSO N A EN BRASIL
estructurales tienen reprim idos y bastante limitados su fuerza
de trabajo y su poder de reivindicación política, pueden hablar
con los espíritus y conocer el futuro, con lo que logran aquella ¿A S T A a h o r a h e e s t u d i a d o m om entos especiales de la vida

tranquilidad que los ricos y poderosos, por definición, no pue­ gocial de Brasil. En consecuencia, me centré en por lo menos tres
den tener. Por consiguiente, en la umbanda y no en el carnaval, formas básicas de presentación (o representación) ritual de la
los pobres, y en especial las mujeres pobres (doblemente repri­ sociedad brasileña: el carnaval, la Semana de la Patria y las pro-
m id as), se relacionan con las entidades espirituales (o con la eesiones religiosas de la Iglesia católica rom ana. Sabemos que
samba y el ritmo) y pueden seducir y curar sin distinciones de tedas esas formas de desfile, exhibición y congraciamiento social
poder o de riqueza. La ideología de la caridad, del amor, de 1¡ s£)n extraordinarias y revelan aspectos importantes de nuestro
renuncia y de la conciliación es, pues, m ucho m ás que una ideo­ orden social. Además, esas formas siempre se ubican en la cate­
logía política destinada a la mistificación. Es un valor decisivo goría general de "fiestas", por lo que se señalan sus denomina­
del prop io sistem a jerarquizante que, con los ladrillos de la dores comunes como acontecimientos con rasgos semejantes.
religión m ística y de la aflicción y el fuerte cimiento del fútbol j|y en realidad, esos momentos se caracterizan por estar bien
y del carnaval — y aquí tenemos actividades basadas en el des­ marcados colectivamente, por estar vinculados de m anera ofi­
em peño y no en la sustancia— ayuda a levantar verdaderas cial con la sociedad y la cultura brasileñas a través de algunos
m urallas contra la insatisfacción social, revestidas del confo|| ISrganos del Estado, por ser festividades y, com o tales,jnom en-
m ism o de un sistem a que hace de la incoherencia entre pen-' los d ep ro funda motivación poIítico-sociaI7por ser m om entos
sam iento y acción una de sus marcas registradas. especiales en la vida social brasileña y así definidos por las
Éstos son algunos puntos claves del dilema brasileño y de la poblaciones que los realizan. No obstante, ahora mi intención
especificación de nuestra sociedad que, com o quedara cada es interpretar desde el punto de vista sociológico otro ritual
vez m ás claro, funciona tal cual el fado de Chico Buarque y Ruy Brasileño que guarda una relación ciertam ente sim étrica e in­
G u erra, en aquella perm anente perplejidad de quien se ma­ versa con los estudiados hasta este momento.
chuca y em brutece con las m anos, m ientras el corazón llora y Homo- es obvio, me estoy refiriendo al rito d el "¿Sabe con
así, tan lleno de sentimiento, puede soportar la tortura. qqfcn eátS hablan d o?", que siem pre implica una separación
radical y autoritaria de dos posiciones sociales real o teórica­
mente diferenciadas. Tal vez p o seso , la m anera de dirigirse a
otro, tan popular entre los brasileños, se excluya en forma sis­
temática de los itinerarios — serios o superficiales— que aspi­
ran a definir los rasgos esenciales de nuestro carácter com o
pueblo y n ación .1 El "¿Sabe con quién está hablando? , ade-

.! De hecho, la expresión está ausente — y de manera significativa de dos


"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 187
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más de no ser motivo de orgullo para nadie — dada la carga de la aprendizaje) de la expresión, que casi siem pre se ve com o un
expresión, considerada antipática y petulante— se oculta de núes- recurso justificado o ilegítim o a disposición de los m iem bros
tra im agen (y au toim agen ) com o un m odo indeseable de sei de la sociedad brasileña. En otras palabras, enseñamos la samba
brasileño, pu esto que revela nuestro form alism o y nuestra o el fútbol, hablam os de la playa y de la m ujer brasileña, de
m anera velada (e incluso hipócrita) de dem ostrar los más vio­ nuestras inform alidades y ap ertu ras (que desde luego indi­
lentos prejuicios. De hecho, com o verem os a continuación, el can nuestra v o cació n realm ente d em o crática)^ p ero nu n ca
rito del "¿Sabe con quién está hab lan d o?" nos pone mucho marcamos el "¿Sabe con quién está hablando? ante el niño y
m ás del lado de las escalas jerárquicas y de los caxias — que de el extranjero. Al contrario, ftasta llegamos a prohibir su uso por
m anera sistem ática querem os esconder o, en otras palabrag, indeseable", aunque nada impida que se utilice la execrable for­
pensam os que no tenem os necesidad de m ostrar, pues "cada malidad en la p rim era situación al día siguiente. C on sid era­
cual debe conocer su lu g ar"— que de las asociaciones espontá­ mos la expresión com o parte del "m u n d o real , de la du ra
neas, libres y holgazanas del fútbol, de las cervezas en la playa, realidad de la v id a ", un recurso enseñado y activ ad o en el
los carnavales y la sam ba. mundo de la calle, ese universo de crudezas que separam os y
Y todos los brasileños saben que la expresión es el reflejo defendemos — com o vim os en el capítulo n — de nuestro ho­
ritualizado y casi siem pre dram ático de una separación social gar", de nuestra "m o rad a", de nuestra "casa". El m undo de la
que nos sitúa m uy lejos de la figura del malandro y de sus recur­ vcalje usa el "¿Sabe con quién está hab lan d o?", pero nosotros
sos de su p erviven cia social. Pues el "¿Sabe con quién está decidimos no integrar el rito del m odo dulce, agradable y fue­
hablando?" es la negación del jeitinho, del "m odito", de la "cor­ ra dé la rutina con el que preferimos tomar conciencia de nues­
dialidad" y del malandraje, esos rasgos que siem pre se toman tro universo social. De esta m anera, el "¿Sabe con quién está
para definir, com o lo hace Sergio Buarque de H olanda (1973), hablando?" no se toma en serio en nuestras reflexiones (erudi­
nuestro m odo de ser e, incluso, com o lo sugiere Antonio Cán­ tas o de sentido com ún), del m ism o m odo que todavía no ha
dido (1970), para m arcar el nacimiento de nuestra literatura. - servido com o letra de samba.
Por el reconocim iento social extensivo e intensivo en todas Otro rasgo del "¿Sabe con quién está hab lan d o?" es que la
las cap as, clases y segm entos sociales, en periódicos, libros, expresión remite a una vertiente indeseable de la cultura brasi­
historias populares, anecdotarios y revistas, la form a de inter­ leña, pues el rito autoritario indica siempre una situación con­
acción que m anifiesta el "¿Sabe con quién está hablando. • flictiva, y la sociedad brasileña parece rechazar el conflicto. N o
parece estar im p lan tad a — junto con el carnaval, el ju e g o c es que con esto se elimine el conflicto. Al contrario, com o toda
bicho, el fútbol y el m alandraje— en nuestro corazón cultura ■ sociedad dependiente, colonial y periférica, la nuestra tiene un
Lo que no tiene — y p o r lo m ism o es un rito básico para esto", alto nivel de conflicto y de crisis. Pero entre la existencia de la
diario en referencia a los capítulos anteriores— es una fécn^ crisis y su reconocim iento existe un vasto camino por recorrer.
fija y d eterm in ad a colectivam en te p ara su uso o a p a r i c i ó n . Hay form aciones sociales que buscan enfrentar las crisis de
Entonces, en el "¿Sabe con quién está hablando?" tenemos dos inmediato tom ándolas com o parte intrínseca de su vida polí­
rasgos m uy im portantes. , tica y social, m ientras que en otros órdenes sociales la crisis y
U n o r e ellos es el asp ecto escondido o latente del uso iy el conflicto son inadmisibles. En una sociedad la crisis indica
algo que debe corregirse; en otra representa el fin de una era,
estudios dedicados a las locuciones brasileñas. Me refiero a los se convierte en señal de catástrofe. Todo indica que en Brasil
eméritos Luís da Cámara Cascudo (Locugdes tradícionais no Brasil, Unive ^
concebimos los conflictos com o presagios del fin del m undo y
Federal de Pernambuco, 1970) y R. Magalháes Júnior (Dicionário brasi 'e ^
proverbios, locuqoes e ditos curiosos, Editora Documentário, Río de Janeiro, como debilidades — lo que dificulta admitirlos com o parte de
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 189
188 '¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
F1 mundo tiene que ponerse en m ovim iento en térm inos de
n u estra historia, sobre todo en sus versiones oficiales y nece­ a arm onía absoluta, fruto evidente de un sistema dominado
sariam ente solidarias— . la totalidad (c f D um ont, .1977) que cond uce a un p acto
En vista de ello, tom am os partido por privilegiar siempre E f u n d o entre fuertes y débiles. Y, por lo tanto, en ese sistema
nuestras vertientes m ás universalistas y cosm opolitas, y deja­ L dom inación en el que se evita el conflicto abierto es donde
m os de lado una visión m ás profunda y genuina de nuestros encontram os, incluso dentro de la relación entre superior e
problemas. Por cierto, sería m ás correcto decir — aun bajo pena inferior, la idea de la consideración com o valor fundamental.
de estar realizando una digresión larga y prem atura que las | Dentro de este m arco, el conflicto no puede verse com o un
cap as dom inantes y vencedoras siem pre adoptan la perspec­ síntoma de crisis en el sistem a, sino com o una revuelta que
tiva de la solidaridad, m ientras que los disidentes y los domi­ ftebe y requiere ser reprim ida. C om o crisis, habría que hacer
n ad os asum en sistem áticam ente la posición de manifestar el un esfuerzo p ara m odificar toda la tela de relaciones im pli­
conflicto, la crisis y la violencia de nuestro sistem a. El error, y cadas en la estructura, pero, com o revuelta, el conflicto se cir-
esto nos parece evidente, es perder de vista las dialécticas de la : ¿unscribe personalm ente y así se resuelve. A sí lo hace Pedro
vida social y tomar una de las posiciones com o cierta al pensar y, lasarte: estudiado en el capítulo v), quien, ante el hacendá­
que sólo ella representa una visión correcta de nuestra reali^ ' i s crUel y explotador, no acusa al sistema de dominación, sino
dad social. §1 hacendado. Entre la modificación del sistema o de su agente,
Así, al hablar de nuestro "¿Sabe con quién está hablando?" y Eedro M alasartes actúa con aquella generosidad típica de los
tratar de in terp retar la expresión com o un rito de autoridad
pobres: castiga al agente y mantiene el sistema.
— un rasgo serio y revelador de nuestra vida social— , tenemos Los informantes no interpretan de otra form a el "¿Sabe con
que adentram os en una temática mucho m ás amplia y apasio­ guién está hablando?" N unca tom an la expresión com o la ac­
nante, incluso básica. tualización de valores y principios estru ctu rales de nuestra
Si inhibim os o escondem os de los ojos del extranjero o del sociedad, sino com o la m anifestación de rasgos personales
inocente el "¿Sabe con quién está hablando?", y dejamos de in­ indeseables. En este sentido, el "¿Sabe con quién está hablan­
tegrarlo en n uestra visión corriente de lo que es Brasil, con do?" sería com o el racismo y el autoritarismo: algo que ocurre
seguridad es porque el rito revela conflicto y sentimos aversión entre nosotros por casualidad y depende sólo de un "sistem a"
hacia las crisis. Y sabem os que el conflicto abierto y marcado implantado por los grupos que detentan el poder. Es evidente,
por la representatividad de opiniones es, sin duda alguna, un como intento dem ostrarlo en este libro, que la situación, por
rasgo que revela un igualitarism o individualista que, entre
desgracia, es m ucho más compleja.
n osotros, casi siem pre choca de un m odo violento con el es­ ¿..Pero persiste el hecho de que tenemos un sistema social con
queleto jerarquizante de nuestra sociedad. aspectos conocidos, pero no reconocidos por sus miembros. En
C a r o está que el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" mani­ Ja recolección de datos para este ensayó, algunas personas de
fiesta en niveles cotidianos esa ojeriza a la discordia y a la cri-. '.ftiyel universitario se hicieron las desentendidas y otras incluso
sis, rasgo que considero básico en un sistem a social extremada­ se negaron a responder a dos o tres preguntas elem entales
m ente preocupado por el "cada cual en su lugar , esto es, por
planteadas en el nivel del uso de la expresión y de la recolec­
la jerarquía y por la autoridad. En esta perspectiva se descubre ción 3e casos. Una constante fue la dicotom ía — significativa
p o r qué el "¿Sabe con quién está habland o?" cau sa disgusto. para lo que estamos investigando— entre, digam os, la gram á-
En realidad, en un mundo que tiene que m overse obedeciendo fca del "¿Sabe con quién está h ablando?", es decir, las situa­
a los engranajes de una jerarquía que debe verse com o algo c i o n e s que perm iten o no el uso de la expresión, y el núm ero
n atu ral, los conflictos tienden a tom arse p or irregularidades.
190 "¿SABE CON QUIEN ESTA HABLANDO? * "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?". 191

de casos en los que el inform ante estaba im plicado. General­


m ente, la situación e ra con sid erar indeseable el uso de la ex­ T e o r ía y p r á c t ic a d el

presión, pero ser un u su ario de la m ism a. A sí com o en los "¿S abe c o n q u ié n e s t á h a b l a n d o ? "

casos de investigaciones sobre prejuicios raciales, todos consi­


deran el prejuicio indeseable, p ero en situaciones concretas Todos los informantes de una encuesta que realizamos^ — cerca
específicas todos se m uestran racistas. de una centena de personas— indicaron que eran innum era­
¿Qué significa esto desde el punto de vista sociológico! bles las situaciones en las que se podía u sar el "¿Sabe con
¿Serem os un pueblo con trad icto rio , incapaz de reconocer ¿[uién está habland o?, pero que evidentem ente era posible
nuestros niveles de irracionalidad? ¿O una sociedad que privi­ , especificar m om entos típicos en los que se podía em p lear la
legia algunos de sus aspectos y los tom a com o vehículos para fórmula. En esto se da una form idable coherencia entre ellos,
la construcción de su autorrepresentación? lo que indica que nos enfrentam os a una form a socialm ente
Es evidente que la respuesta se encontrará al resolver el se­ establecida y no a una manía o un m odism o pasajero, fruto de
gundo problem a. Pero entonces es necesario descubrir cuáles una época o clase social.
son los aspectos que se con sid eran positivos de m anera sis Algunos inform antes, por ejemplo, fueron capaces de seña­
tem ática, cap aces de serv ir com o sustentos ideológicos en la lar con relativa precisión las condiciones sociales en las que
constitución de una identidad brasileña. A hora bien, lo que ~ ^determinado ego usaría el rito de separación, com o ocasiones
estudio del "¿S ab e con quién está h ab lan d o?" perm ite reali ­ globales en las que busca "sentirse im portante" o "m ostrar su
z ar es el descub rim ien to de una especie de paradoja en una posición social". Incluso se especifican ciertas condiciones, en
socied ad v o lca d a h acia todo lo que es universal y cordial, el un orden de p riorid ad , com o sucede con los inform antes de
descubrimiento de lo particular y de lo jerarquizado. Y ese des­ nivel universitário; por ejemplo éste que dijo:
cubrimiento se da en condiciones peculiares: hay una regla que
niega y reprim e su u so. N o obstante, hay una práctica igual­ Creo que inevitablem ente una persona u sará la expresión cuando:
m ente general que estim ula su empleo. Es com o si algunos fac­ a) sienta am enazada (o disminuida) su autoridad; b) desee im poner
en forma cabal y definitiva su p oder; c) inconsciente o consciente­
tores estuvieran siem pre presentes en nuestra sociedad: en pn"
mente perciba en su interlocutor una posibilidad de hacerlo sentir
j n e r lugar, la neeesidad d e-sep arar la regla de la práctica: - r
inferior en relación con su estatus social; d) sea una p erson a débil
segundo, el descubrim iento de que existen dos concepciones
en su interior o que sufra de com plejo de in feriorid ad ; e) cu an d o
de la realid ad nacion al: una de ellas es la visión del mundo perciba al in terlocu tor, de una u o tra form a, com o u n a am en aza
com o foco de integración y cordialidad, la otra es la visión d para el cargo que ocupa.
m undo com o com puesto de categorías exclusivistas, c o lo c a d a s
en una escala de respetos y diferencias. Finalmente, descubri­ Nótese, en p rim er lugar, que los datos exp u estos antes se
m os que todo lo que tiene que ver con lo inclusivo es manifiesta recogieron sin previo aviso y sin discutir el asu n to (es decir,
tam ente aceptado por nosotros. Lo contrario es válido para el investigador no transm itió al inform ante sus ideas). El
exclu sivo, que con frecuencia se esconde o se habla í r¡ - afinam iento y el alto grad o de sofisticación y detalle en los
baja. Así, se grita el carnaval, y el "¿Sabe con quién está hablWM
2 Llevé a cabo una recolección de material con alumnos, conocidos y enfre­
d o ?" se esconde. U no es asunto de libros y de películas; el OjH
n tad os al azar. Alumnos míos del i e s a e de la Fundación Getúlio Vargas y de
de eventuales artículos antropológicos, y no figura en el pap “ Escuela de Artes Visuales complementaron esa recopilación de material. Les
las cosas serias y agradables, com o el fútbol, el juego del ic Agradezco a todos no sólo los datos, sino también las discusiones que tuvimos,
y la cachaza. A dam en tales para la elaboración de este trabajo.
'¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTA HABLANDO?" 193
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m atices de las relaciones sociales son descubrimientos del pro, H e r desconocimiento o por falta de percepción social, algu-
pió inform ante en la práctica social. Otros no se quedan atrás, f63 ‘egja j e etiqueta que, com o dice Tocqueville, tiene el peso
lo que m uestra el carácter colectivo de la expresión y, más qUe m yna ley, cuyo conjunto forma una legislación. Tampoco que-
eso, un a p reocu p ación intensa por todo el universo social y ¡feU dudas en cuanto a que el corolario de una form ación
por la m anera de navegar en él. jal co n ta m in a d a d e esta m anera es el m iedo profundo al
De hecho, lo que p odría llam arse conciencia de posición social 9¡dículo y la payasada. Precisam ente es lo que ocurre entre nos-
de los informantes es tan grande que no quedan dudas respec­ cuando el desconocim iento de los límites de las posicio-
to a que todos están actualizan do, obviam ente en distintos sociales se sanciona de m anera negativa, ya sea con la cla-
niveles, nuestros fam osos dictados de "urTTugar para cada " Ü a c i ó n ¿ e COm eter un "vejam en " (un error social) o con el
cosa y cada cosa en su lu g a r", "cada chango a su m ecate", etc. iescubrim iento del error sim ultáneam ente con su violenta
Así queda dem ostrada una enorm e preocupación por la posi­ c o r r e c c ió n , con la recepción, com o decimos en lenguaje decep­

ción social y una trem enda conciencia de to J a s las reglas (y cionado, "dando la cara" (m áscara que carga nuestro respeto y
recursos) relativas al m antenim iento, la pérdida o la amenaza n u e s t r a honra de personas), del vociferado "¿Sabe con quién

d e esa posición. Y en este punto río'puedo dejar de recordar está hablando?". Para citar una vez m ás a Tocqueville, son
una observación de Alexis de Tocqueville: ¡f e itr a s "am argas afrentas", que recibimos cuando por algún
motivo perdemos la noción de lugar,
E n las c o m u n id a d e s a ris to c rá tic a s , d o n d e u n p e q u e ñ o núm eru de pero también es necesario diáeutir algunas variaciones en el
, p e rs o n a s d irige to d o , la c o n v iv e n cia so cial e n tre lo s h om b res obe­ ..del "¿Sabe con quién está hablando?" Me refiero a la po­
d e c e a re g la s co n v e n cio n a le s e sta b le cid a s. T o d o s c o n o c e n o creen sibilidad de no con ocer la expresión, ya que quien la usa la
c o n o c e r e x a c ta m e n te las m a r c a s d e re s p e to o a te n c ió n que deben emplea de arriba abajo, com o perm iten deducirlo de inme-
d e m o s tra r y se p re su m e q u e n ad ie ig n o ra la cie n cia d e la etiqueta Siato las ocasiones generales presentadas por los informantes,
i la indagación nuevam ente revela algunos puntos im portan­
Y continúa el genial observador social trances: > tes, junto a algunas sorpresas y complicaciones. Una vez obte-
i i á p s los prim eros datos (en los que se preguntaba acerca de
L a s c o s tu m b re s y p rá c tic a s esta b le cid a s p o r la p rim e ra clase déla
tas ocasiones en las que se usaba el rito de separación y los
s o cie d a d sirven d e m o d elo a to d as las o tra s, c a d a u n a de las cuales,
rngns conocidos por el inform ante o en los que se había visto
a su v e z , estab lece su co d ig o p ro p io , q u e to d o s s u s m iem bros están
l l B í u c r a d o ) , descubrí la posibilidad de en con trar personas
o b lig ad o s a ob ed ecer. A si, las reg las d e d e lica d e z a fo rm an un com­
plejo sistem a d e legislación , difícil d e d o m in a r a la p erfecció n y del situadas en categorías teóricamente incapacitadas para usar la
c u a l, al m is m o tie m p o , re s u lta p e lig ro so d e s v ia rs e ; p o r eso, los fórmula. En prim er lugar esarían, desde luego, los m iem bros
h o m b re s e s tá n c o n s ta n te m e n te e x p u e s to s a in flig ir o recibir, de Sé las clases dom inadas o de los grupos destituidos de poder.
m a n e ra in v o lu n taria, a m a rg a s afren tas (1969: 2 5 7 -2 5 8 ). Isimismo, apliqué mis preguntas, con sus necesarias transfor­
maciones, a empleadas domésticas, sirvientes y niños.
Dejamos para después la discusión más detallada de la apu- pos resultados fueron dispares. N o obtuve un consenso
cabilidad de esta observación m agistral de Tocqueville al caso (term in ad o por lo' que podríam os llam ar posición social
brasileño. Por ahora basta con notar que, com o en la Europa del general", en la que todos los "inferiores estructurales m encio­
siglo xix, h oy tenemos la m ism a impresión de correr siempre n a o s dijeran que no podrían usar la expresión p or no tener
el riesgo de "m eter la p ata", de "d ar un co rtó n ", de " h a c e r un poder alguno. Lo mismo sucedió con los niños. Así, hubo sub­
v ejam en ", de "d a r un b asto n azo ", en fin, dejar de seguir, ya alternos que no tenían la m enor idea del em pleo de la expre-
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 195
194 ¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
■Hi ordinado de un "gran d e", se vuelve pedante y pierde la noción
sión y que la tom aban com o una sim ple p regunta hecha por
alguien que deseaba darse a conocer. Y también bubo subalter­ de sus verdaderos orígenes, por lo que queda com o un igno­
nos que habían recibido o usado el "¿Sabe con quién esti rante", un "presum ido", un "enm ascarado" (término significa­
hablando?"* m uchos de los cuales m anifestaron una especie da tivo). Por otro lado, el poder de la identificación vertical es
honor ante el hecho de no haber recibido nunca tal amonesta­ proporcional a la "altu ra social" del dom inante. C uanto m ás
alta es su posición, m ás impacto adqu^'re el uso del ¿Sabe con
ción. Lo m ism o ocurrió con los niños.
Pero, p ara volver la situación com p licada^hubo muchas quién está hablando?" por parte a e sus inferiores, pues el fenó­
casos en los que el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" había meno relevante es el de la proyección de la posición social
sido u sad o p or un inferior (o subalterno) con tra otra persona hacia más de un individuo, lo que m uestra que en ciertas for­
cualquiera, con una identificación social vertical mediatizando el maciones sociales una determ inada posición social puede
uso de la fórm ula, esto es, con el subordinado que toma la pro­ recubrir a m ás de un individuo y tienae a tom arse por una ver­
yección social de su jefe, patrón o empleador, com o cubriendo dadera institución.4 Del m ismo m odo, los niños también usan
su propia posición. De este m odo, son m uchos los ejemplos del la fórmula de alejamiento al em plear una identificación con el
em pleado que usa el ritual de alejamiento del m odo siguiente: área social ocupada por sus padres: "¿Sabe con quién está ha­
"¿Sabe con quién está hablando?" "¡Yo soy el chofer del minis­ blando? ¡Soy hijo de Fulano de Tal!" Aquí, la posibilidad de una
tro!" (¡o del general fulano de tal!, ¡o del jefe del s n i !) Uno j}e • ■ 'M •conciencia vertical de posición es tan grande que uno de nues­
los casos que obtuvo uno de mis colab oradores, que le fue tros informantes, hijo de un senador de la República, manifestó
narrado p or el propio em pleado (una em pleada doméstica), es que su padre les prohibía terminantemente el uso de la expre­
un ejem plo excelente de esas reacciones verticales intensas, sión. También las em pleadas dom ésticas utilizan la fórm ula,
donde existe la proyección de posición social: "Yo estaba a car­ identificándose con sus patronas y situándose p or encim a de
go de la hacienda de un coronel y sus subordinados hacían uso las personas de las que se diferencian, con lo que establecen
de la casa. Uno de ellos, a causa de un cambio de cuarto, deci­ una relación jerarquizada. Pero, al tratarse de mujeres (que en
dió preguntarm e si yo sabía con quién estaba hablando. Pero, nuestro sistem a ocupan una posición de inferioridad social,
cu an d o llegó el coronel, yo le pregunté quién m andaba en la mas no m oral), el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" aparece
casa y él dijo que era yo y aquel 'con quién está hablando tuvo asimismo en contextos de interacción entre un hom bre y una
mujer, com o una defensa en prim era instancia de la honra
que dar disculpas".3 ’
El p od er de estos usos y nuestra familiaridad con dicha for­
4 Otra vez recuerdo a Alexis de Tocqueville hablando precisamente sobre
m a de identificación social m uestran su im pacto y su frecuen­
este asunto: "Las comunidades aristocráticas, dentro de la multitud de perso­
cia en el escenario brasileño. A tal punto que también sabernos nas por sí mismas destituidas de poder, cuentan siempre con un pequeño
cóm o sancionar el com portam iento de alguien que, al ser su número de ciudadanos poderosos y ricos, cada uno de los cuales puede reali­
zar grandes cosas. En las sociedades aristocráticas, esos hombres no necesitan
3 Aquí tenemos un caso idéntico a aquel narrado por M achado de Assis y reunirse con el fin de actuar, pues están fuertemente ligados unos a otros.
Cada ciudadano rico y poderoso constituye una asociación permanente y
estudiado por Faoro (1976: 30-31), donde se discute la concesión de un
de nobleza a alguien. En este caso, todo el grupo doméstico está de fiesta c ^ necesaria compuesta por todos los que dependen de él y por los que somete
Para la ejecución de sus designios" (1969: 230). He aquí, tangencialmente, la
la transformación del patrón y dueño de la casa en barón. Y, en consecue i
respuesta a la observación de la falta de asociaciones en el mundo brasileño.
"los propios esclavos parecían recibir una parcela de libertad y se con se
Es mucho menos función del individualismo que del poder de control de las
ban con ella. ¡Doña baronesa!, exclamaban saltando. Y Joáo empujaba a *
Personas en las posiciones superiores, que reúnen a su alrededor una vasta
golpeando las castañuelas con los dedos: Gente, ¿quién es esa criolla? Soy esc
^entela.
de doña baronesa".
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 197
196 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

fem enina. Así, son com unes las situaciones en las que una 'nhibir en form a parcial los conflictos y el sistem a de diferen-
mujer, "n o resp etad a" por el cenquistador osado, echa mano *-ación social y político fundado en la dim ensión econ óm i­
del "¿Sabe con quién está hablando?" para inhibir las intencio­ ca" del sistema. En una sociedád constituida dé esta m anera, en
Esposa de... Hijo/a de... nes agresivas de su interlocutor. la que las relaciones de trabajo se sum an a un conjunto de la-
Empleada de.. “ personales regidos p o r valores com o la intimidad (cf. Ba-
De acuerdo con la misma lógica, las mujeres en general usan
la identidad (y la identificación) con sus m aridos com o recur­ rret, 1972), la consideración, el favor (cf. Schwarz, 1977), el respeto
sos para establecer sus diferencias. Por consiguiente, tenemos (cf. Viveiros de Castro, 1974) y apreciaciones éticas y estéticas
¿n e ralizad o ras (com o las categorías de limpio, bien presen-
el "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy esposa del diputado
Fulano de Tal!", em pleado para contener cierto problema. jo , correcto, sagaz, bueno, de trato fino, etc.), existen posibi­
Estos casos m uestran que los inferiores estructurales no de­ lidades para una jerárquización continua y múltiple de todas
jan de u sar el "¿Sabe con quién está h a b la n d o ? ', que no es lüs posiciones en el sistem a, lo m ism o cuando están radical­
exclu sivo de una categoría, g rup o, clase o segm ento social, mente diferenciadas o son_ formalmente^ idénticas. De este
Muy por el contrario, la expresión parece permitir la identifica­ iHodo, es posible com pensar y com plem entar diferenciaciones
ción p or m edio de la p royección social, cu an d o el inferior la sociales radicales y conflictivas, com o la de patrón /em pleado,
utiliza p ara asum ir la posición de su patrón o jefe y actúa en uonde, por encim a del eje económ ico (el eje efectivamente bási-
ciertas circunstancias com o si fuese el propio superior, de ma­ w), opera una clasificación de carácter moral que permite divi-
nera que em plea los lazos de subordinación para hacer sentir JÉir a los patrones en buenos y malos, felices e infelices, conside­
inferior a otro individuo que, en condiciones norm ales (es ra o s o desconsiderados con sus em pleados, que son limpios o
decir, por criterios económicos generales), sería su igual.5 M íos, etc. Estas consideraciones, aunque puedan parecer eté­
Es evidente que esto indica las perplejidades de una estruc­ reas para el m acroanalista, me parecen fundam entales si en
tura social en la que la jerarquía parece basarse en la intimidad realidad se desea aprender cómo opera el sistema y abandonar
social. En ese sentido, las relaciones pueden com enzar marea-^ el enfoque meram ente formal o, lo que es peor, formalista.
das por el eje econom ico del trabajo, pero despues adquieren ' No obstante, la posibilidad de una clasificación con base en
una tonalidad personal y se definen también en el plano de una múltiples ejes (como ya vim os en el capítulo anterior) no sólo
fuerte y perm anente m oralidad. En otras palabras, los casos de tiene que ver con una com pensación y búsqueda de com -
aplicación del "¿Sabe con quién está hablando?" manifiestan plerrxéntariedad de los extrem os de la escala jerarquizada de
una estructura social en la que las clases sociales se comunican la sociedad. Igualmente permite la operación inversa, esto es, la
de igual forma por medio de un sistema de relaciones entrecor­ diferenciación continua y sistémica de los iguales. Así, con gra-
tadas (cf, G luckm an, 1965; que, probablem ente, termina por |f¡. f e g variables de éxito, proporciona el m antenim iento de un
esqueleto jerárquico y com plem entario que convive con los
s Fue el caso de la esclavitud brasileña, en la que la dicotomía señor/esclavo iieales igualitarios y complica la percepción del m odo de ope-
sólo existía en el plano jurídico-económ ico general, pues en el plano de la
del sistema. De hecho, siempre que se hace un análisis del
práctica del sistema la clase esclava reproducía las jerarquías de la clase dou.;
nante, conforme lo percibieron varios observadores de la escena social brasileña ' «í'istema social brasileño se toma exclusivam ente el fenóm eno
(cf. Conrad, 1975: cap. i). Creo que el estudio de esas jerarquizaciones de escla­ de la diferenciación económica, dejando de lado todos los otros
vos e inferiores en general, que forman gradaciones y así permiten mediacio­ pies elasificatorios que perm iten reorientar la conducta social
nes y compensaciones en el tejido político y social, es básico. En ese sentido, 1 |y política) que, como vem os, posibilitan la identificación entre
véase el importante análisis fie Maria Isaura Pereira de Queiroz (1976a] <
détnihador y dominado. Entonces, junto a la perspectiva com -
de las jerarquías de esclavos en dos novelas del siglo xix: A escrava Isaura y
gensatoria y com plem entaria que busca (aunque no siem pre
tronco do ipé.
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?” 199
198 '¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

posibilidades de m últiple interacción y clasificación social »en


obtiene) la igualdad, tenemos la actitud jerarquizante que dife­
ejes variados, y a que nadie se encierra en torno a una sola di­
rencia a los iguales. D ado ese principio diferencíador múltiple,
mensión clasificatoria. Si bien el criterio económico es d e te r m i­
dos em pleados que reciben el m ism o salario y están sujetos al
nante del patrón de vida, no es en m odo alguno determinante
m ism o régim en de exp lotación social se diferencian por sus
de las relaciones personales (y m orales). En consecuencia, es
patrones (con base en el color, la inteligencia, la postura, el mo-
mucho m ás fácil la identificación con el superior que con el
ralismo, etc.) y, p or la m ism a lógica, se diferencian entre sí. Pot
igual, norm alm ente rodeado por los temores de la envidia y de
lo tanto, se pued en establecer patrones de diferenciación in­
la competencia, lo que entre nosotros dificulta la formación de
terna con base en criterios distintos a los de la diferenciación
dominante, fundada en el plano económico. éticas horizontales.6 __
frente a esto diría que, desde luego, en Brasil vivimos más la
El sistem a iguala en un plano y jerarquiza en otro, lo cual
ideología de las corporaciones de oficio y de las herm andades
prom ueve una trem enda complejidad clasificatoria, un enorme
religiosas, con su ética de identidad y lealtad verticales, que las
sentimiento de com pensación y com plem entariedad e impide,
éticas horizontales que se hicieron presentes con la llegada del
ciertam ente, la toma de conciencia social horizontal. Así, se fa­
cilita la tom a de co n cien cia v ertical, del em p lead o qué se capitalismo al m undo occidental y a nuestra sociedad.
En consecuencia, el "¿Sabe con quién está hablando? , por el
identifica en ciertas ocasiones con su patrón, de la empleada
s hecho de llam ar la atención hacia el ámbito público de la per-
con la casa donde trabaja, del trabajador con la em presa que lo
emplea, y de la em presa y los empresarios con ciertos órganos sóna (y de las relaciones personales), en contraste con el ámbito
del Estado, pues en Brasil todo indica que el Estado es el ámbito de las relaciones impersonales dadas por las leyes y xe,^ am en­
responsable de la totalización de todo el sistema en su vertiente tos generales, acaba por ser una fórmula de uso personal, des-
formal y acabada. A sí, resulta difícil clasificar totalmente a una 6 El problema tiene un amplio espectro y espero que mi formulación tenga
persona (o institución), a menos que ella se encierre en una 3e gran alcance. Pienso en principio en las dimensiones históricas de ese sistema,
las dimensiones del sistem a, lo que conforma uno de los pun­ basadas desde luego en los orígenes ibéricos de nuestra sociedad, como lo
demuestra ejemplarmente Raymundo Faoro (1975). En segundo lugar, refle
tos básicos de nuestros conflictos y se toma com o el "núcleo
xiono acerca del sistema de relaciones raciales. Desde mi perspectiva, ese siste­
de las llam adas rebeldías. Por ejemplo, si un grupo estudian)il ma es uno de los ejes de la clasificación social del brasileño (diferente al sis­
está realmente decidido a continuar una huelga y no atiende a tema estadunidense). Así, la jerarquización permanente y la posibilidad de
las apelaciones de las au toridades (que se hacen en térm1Tl múltiples clasificaciones y gradaciones expresan el prejuicio de marca en
de la ap ertu ra del gru p o como ciu d ad anos, patriotas, hijos, oposición al de "origen ", en vigor en los Estados Unidos, como lo plantea
Oracy Nogueira en un artículo clásico (1954); el nuestro es parcial y permite la
hom bres de b uena v olu n tad , etc.) y decide m antenerse en el
Compensación, el estadunidense es total e inapelable. Lo que hacem os, me
eje de la identidad social de estudiante, entonces, inevitable­ parece, es impedir a toda costa la individualización que conduciría fatalmente
mente, el grupo será calificado de rebelde y el conflicto se vol­ a la confrontación directa, inapelable, impersonal, binaria y dicotómica entre
v erá ca d a vez m ás grav e. P or lo general, todos juegan con blancos y negros, inferiores y superiores, dominantes y dominados, etc.
todas sus identidades, vale decir, con todos los ejes clasifícate Recuerdo, además, que ese modo de relacionar categorías antagónicas es anti­
guo entre nosotros,/ue visible en la época de la esclavitud (cuando raza y poder
rios posibles, pues quien tiene m ás identidades y ejes clasifica'
eran categóricamente idénticos) por medio de las cofradías y hermandades reli­
torios para utilizar es ciertam ente más "rico" y tiene "m ás preS' giosas. Dichas asociaciones crearon, sin duda alguna, un campo social en el que
tigio", de tal forma que — com o veremos más adelante— resulta la individualización totalizante del sistema se zurcía y entrecortaba sistemáti­
m ás difícil clasificarlo. En un sistem a con este tipo de dina' camente; véase Scarano (1976); véase también Cari Degler (1971) y Thomas
mismo, no hay duda de que existen obstáculos m uy grandes en Skidmore (1976) para dos importantes contribuciones recientes sobre el "p ro­

la individualización de las clases sociales, entrecortadas por sus blema racial brasileño".
' ¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 201
200 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

vinculada de clases o posiciones económ icam ente determina­ Para em pezar, observo que la m ayoría de esas expresiones
das. Todos tienen el derecho de utilizar el "¿S ab e con quién urne una form a interrogátiva, lo que, en Brasil, surge com o
está h ab lan d o?"; es m ás, siem pre habrá alguien en el sistema In m odo evidentem ente no cordial — por ser m uy positivo—
listo para recibirlo (porque es inferior) y listo para usarlo (por­ ¿je interacción social. En nuestra sociedad, la indagación está
que es superior). De hecho, todo indica que una de las razones Vinculada con la averiguación, form a de procesam iento jurí­
sociales del ritual d e separación en estudio es precisamente la dico accionada cuando hay sospecha de crim en o pecado, de
de perm itir y legitim ar la existencia de un nivel de relaciones modo que la pregunta debe evitarse. Sin la interrogación, la
sociales centrado en la persona y en los ejes y dimensiones que vida social parece correr en su flujo norm al, de tal m anera que
la universalidad clasificatoria de la econom ía, de los decretos y es posible postular un probable vínculo entre el tem or a las
de los reglam entos necesariamente deja de lado. El "¿Sabe con formas interrogativas y las sociedades p reocu p ad as por la
quién está h ab lan d o?" — y podem os decirlo sin recelo de co­ jerarquía, donde por lo general todo debe estar en su lugar. En
m eter un cortocircuito sociológico— es un instrum ento de una t r i l t c s sistemas, la pregunta puede configurar una tentativa de

sociedad en que las relaciones personales form an el núcleo de revolucionar todo, deteniendo (o suspendiendo) la rutina san­
aquello que llam am os "m oralidad" (o "esfera m o ra l'), y tiene tificada del sistema.
un enorm e peso en el juego vivo del sistema, que siempre ocu­ otras palabras, el "¿Sabe con quién está hablando?" es un
pa los espacios en los que las leyes del Estado y de la economía rechazo exaltado del "no saber", ya que impide que el interlo-
no penetran. Así, la fórmula "¿Sabe con quién está hablando?" E u to r deje de saber con quién está interactuando. Es curioso

es una función de la dim ensión jerarq u izad ora y del patro­ notar que se haga tan escandalosa afirm ación cuando se trata
nazgo que perm ea nuestras relaciones diferenciales y permite, de posición social, jerarquías de posición y escalas de superio­
en consecuencia, el establecimiento de nexos personalizados en ridad (e inferioridad) personales, cuando sabemos que, en Bra­
actividades básicamente impersonales.7 sil, nadie dice "no sé" para m ostrar su ignorancia respecto de
A dem ás de esas condiciones generales, el "¿Sabe con quién algún asunto. Érico Verissimo, que fue uno de los m ás inteli­
está h ab lan d o?" tiene innum erables varian tes, que son sus' gentes observadores de la escena brasileña m ediante el con ­
equivalentes: "¿Q uién se cree usted?", "¿D ónde cree usted que traste com parativo con el m undo estadunidense, observó esto
está?", "Q u éd ese en su insignificancia", "M ás am or y menos con precisión en uno de los famosos diálogos del libro A volta
co n fian za", "¡M írese en el espejo!", "¿N o con oce su lugar?", do gato preto (1957). Él dice: "Otro rasgo que admiro en el esta­
"¡R esp étem e!", "¿N o tiene vergü en za?", "¡M ás respeto!", etc. dunidense es el valor de decir 'N o sé' ¡cuando en verd ad no
Las exp resion es pueden realizar el m ism o acto expresivo y sabe!" Y, por la boca de otro personaje, dice: "N osotros los bra­
consciente que, en la sociedad brasileña, parece fundamental sileños difícilmente usamos esa expresión. Tenemos horror de
para el establecim iento (o restablecim iento) del orden y de la arecer incultos". "Preferim os en gañ ar", dice el prim er per-
i Efe .
jerarquía. süroaje.
Dentro de la misma lógica, nos socializan (en la familia y en
7 Para estudios sobre el patronazgo, véase Kenny (1960, 1968); Stirling la escuela) aprendiendo a no hacer m uchas preguntas. Ya sea
(1968); Maybury-Lewis (1968); Greenñeld (1972); Strickon & Greenfield (1972); ; orque es una descortesía o porque se considera un rasgo
Wolf (1966); Cutileiro (1970); Campbell (1964); H utchinson (1966); Galjart agresivo que sólo debemos usar cuando querem os "arruinar
(1964); Gross (1973); Carneiro (1976). Cf. también, para una visión que abarca
alguien.
el caso brasileño, Form an (1975) y W agley (1968). Para una excelente resena
Así, no es de extrañar la sorpresa de los brasileños en países
sobre el patronazgo visto como un modo de relación política tradicional, vease
como los Estados Unidos, donde la pregunta es parte norm al
Cintra (1974).
202 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 203

del m undo de las relaciones sociales. Adem ás, también se des­ Las frases y expresiones que he d estacad o pretenden m os­
cubren form as interrogativas desagradables por allá, pero de trar los puntos que enfatiza el etnógrafo, brasileño por encim a
un m odo bastan te distinto. C om o y a lo dijo con claridad de todo y sorp ren d id o com o cualquiera de nosotros p or la
André M aurois: "A aquellos que se consideran con la superio­ naturalidad de la esp era que cu alq u ier oficial brasileño to­
ridad suficiente com o para poder por encima de los otros en la maría por "m p tu ra de la jerarquía", ya que los soldados son sol­
ad u an a o en el carro -restau ran te, el estadunidense le diría; dados y los oficiales, oficiales. En otras palabras, estam os do­
¿Quién se cree usted? (Who do you think you are?) y lo pondría minados de m anera m ucho m ás sustancial por los papeles que
en su lu gar" (1969:187-188). desempeñamos que por una identidad general que nos remite
El ejemplo no podría ser mejor, porque en el caso estaduni­ a las leyes generales que tenemos que obedecer, característica
dense la p regu n ta ap arece en sentido inverso, p ara situar al dominante de la identidad de ciudadano, com o bien lo acen­
hom bre com o un igual y no com o superior. Incluso, la forma túa el escritor.
estadunidense contiene el verbo "p en sar" (to think), lo cual in­ Otro punto p o r ob servar es el hech o de que el "¿Sabe con
dica que el pedante con pretensiones de superioridad actúa en quién está hablando?" no parece ser una expresión nueva, sino
un plano de fantasía, pues ciertam ente es él quien se cree (to­ antigua, tradicional entre nosotros. Así, en la m edida en que
m ando la realidad social subjetiva) con m ayor derecho que los símbolos tradicionales de posición social, com o el uso del frac,
otros. Sus conciudadanos de fila, m uy por el contrario, usan la los bastones y los bigotes — que según la aguda observación de
form a para devolverlo nuevam ente al m undo real, reforzandt Gilberto Freyre (1962: xxxi), sólo p od rían ser utilizados por
las reglas igualitarias y ubicando en el plano del imaginario | personas realm ente blancas y pertenecientes a la clase seño­ El "sabe con quien está hablando"
utilizó aun mas por el hecho de que
de la fantasía las pretensiones jerarquizantes. A sí, mientras rial— pasaban de m od a, la exp resión "¿Sabe con quién está ya no habían tantas marcas distintivas en
que^usfl.dfil^¿$jfce^cQnqLiién.esiáhaMan^rsitú^_ajuieri hablando?" pasó a emplearse aún m ás, para que los superiores lo relacionado a la vestimenta y otras
marcas externas. Para seguir marcando la
lo usa en una posición su p e ro r, por ser un rito autoritario ae pudieran m arcar sus diferencias y continuaran viviendo en un separación social
sep aración de posiciones sociales,.el "Who do you think you mundo jerarquizado. Así, es posible que el uso del "¿Sabe con
are?" es, a la inversa, un rito igualitario. En un caso, quien usa quién está hablando?" haya sido m ás com ún en esas épocas de
la fórmula es el que se piensa superior. En el otro, quien la uti­ cambio y de "desarrollo", justam ente porque hoy ya no se tie­
liza es el atrap ad o p o r la pretensión autoritaria. En todos los ne la antigua y "b u en a con cien cia" de lugar. O m ejor dicho,
niveles se nota la inversión sim étrica de las dos sociedades. hoy se usa m ás el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" p recisa­
N o puedo dejar de observar la profunda impresión q u e cau­ mente porque la totalidad del sistem a basado en el "resp eto",
san las filas en el espíritu del brasileño. Y otra vez vuelve Eneo en la "h o n ra ", en el "fa v o r" y en la "co n sid eració n " se ve en
Verissimo p ara decirnos que "cu an d o nos aventuram os a una lodo m om ento am en azada por el eje de lo económ ico y de la
excursión al carro-restaurante, tenemos que esperar diez, quince legislación — esos m ecanism os unlversalizantes— que la velo­
o veinte m inutos en la cola". Y dice al lector: cidad de los m edios de difusión vuelve cad a vez m ás "legis­
lante".
Esas colas son un ejemplo vivo de la dem ocracia estadunidense. ■
En la m edida en que las m arcas de posición y jerarquización
el soldado llega antes que el cabo, o el cabo antes que el sargento y
tradicional, com o los bastones, las ropas de lino blanco, los
sargen to antes que el cap itán , no hay ley alguna cap az de a t*3 ^
ese orden. El oficial esperará su turno con la mayor naturalidad, Pu ^
gestos y m aneras, el anillo de graduación y la plum a fuente en
sabe que todos los ciudadanos tienen los m ism os derechos an^. el bolsillo exterior del p aleto se disuelven, de inm ediato se
Constitución de los Estados Unidos, y no por el hecho de ser so incrementa el uso de la expresión que separa posiciones socia­
dos van a dejar de ser ciudadanos (1957: 81). les para que el igualitarismo formal y legal, pero evidentemente
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 205
204 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
elaboración ideológica, todo de acuerdo con la lógica de las re­
vacilante en la práctica social, p u ed a perm anecer sometido a
laciones personales.
o tras form as de jerarquización social.
De esta forma, reaccionam os de un m odo radicalm ente dis­
Por cierto, se verá que esto no es novedad si tenemos en
tinto al de los estadunidenses frente a la abrum adora igualdad
m ente la respuesta brasileña al problem a infernal del iguali­
jurídica que vino con la abolición de la esclavitud en am bos
tarism o jurídico de negros y blancos, señores y esclavos, que
países. Allá, se creó inm ediatam ente un contrasistem a legal
presentó la abolición. Sabem os que esa respuesta se basó, so­
para establecer las diferencias que se habían abolido también
bre todo, en los hábitos personales com o el baño, el aseo, el es­
jegaimente: era el racismo en ideología, práctica social abierta
m ero en la higiene, el m odo de vestir y de calzar. A propósito
y constitución jurídica (c f las leyes Jim C row ). Se establece,
de ese tiem po de d rástico igualitarism o en el plano formal y
pues, un sistema igualitario que Gunnar Myrdal llamó de "d e­
legal, Gilberto Freyre dice: "E l brasileño de la época [...] fue,
fensa" del propio "credo am ericano", centro y raíz del "dilem a
en ese caso particular, casi un hindú [y la com paración, como
am ericano" (cf M yrdal, 1962: 89). En Brasil, sin em bargo, las
puede verse, es significativa], a tal grado fue su escrúpulo de
diferencias se manifestaron en el área de las relaciones perso­
aseo en relación con los calzoncillos, con las cam isas, con los
nales, un ámbito ciertam ente am biguo porque perm itía jerar­
calcetines" (1962: cxx). ^
quizar sobre la base del "¿Sabe con quién está hab lan d o?" y
A nte la ley general e im personal que igualaba jurídicamen­
dejaba abiertos los flancos para elecciones personales y m úl­
te, ¿qué hacía el miembro de los segmentos señoriales y aristo­
tiples clasificaciones.8 Así, no hicim os una contralegislación
cráticos? Establecía toda una corriente de contra-hábitos para
cualquiera que definiera un sistem a de relaciones raciales
determ inar las diferencias y así recuperar la jerarquización del
cerrado y segregacionista, con base en el principio de "iguales,
m undo en los dominios donde era posible. Es claro que la are­
pero separados" (como fue el caso estadunidense). Preferimos
na privilegiada de esas gradaciones vino a ser la casci y el cuer­
utilizar el ámbito de las relaciones personales — área no tocada
po, esos dom inios fundam entales del m undo de las relaciones
ppr las leyes— com o sitio privilegiado p ara el prejuicio que,
personales y de los nexos de sustancia. Asi, inventam os una ^
entre nosotros, como lo han observado muchos investigadores,
"teoría del cu erp o", acom pañada de una práctica cuyo apren­
tiene un fuerte com ponente estético (o m oral) y nunca legal.
dizaje, hasta hoy, es extrem adam ente cuidadoso. La teoría del
Realmente, jam ás llegam os a temer al negro libre, pues todo
cuerpo, sobre todo a partir de la abolición, se volvió el racismo
nuestro sistem a de relaciones sociales estaba fuertem ente
a la brasileña, dotado de dos fases distintivas: una, en que era
típicam ente jerarquizador y rígido, poco después de la aboli­
8 Véase, por ejemplo, esta conmovedora declaración de Joaquim Nabuco, el
ción, cu an d o, de hecho, se presenta el problem a (cf. Skidnio- .ajjfllicionista, donde la dicotomía entre lo personal y lo universal surge nítida-
re, 1976). Y otra, que entra en vigor a partir de la publicación m¡nh.- El texto proviene de Minha formado (1949: 231): "Así, combatí la escla­
de la obra de Gilberto Freyre, orientada no hacia el punto de vitud con todas mis fuerzas, la rechazaba con toda mi conciencia, como la
partida o de llegada del sistema (el negro atrasado y débil y el- síeformación utilitaria de la criatura y, cuando vi que se había terminado, pen­
blanco civilizador, respectivam ente), sino h acia sus intersti­ sé en pedir mi franqueo [...] por haber escuchado la más bella nueva que en
mis días Dios hubiera podido mandar al mundo, y, no obstante, hoy que está
cios. C om o consecuencia tenemos la glorificación de la mezcla,
■ extinta, experimento una singular nostalgia, que mucho espantaría a un Garri-
tanto del m estizo com o del m ulato. Pero no se puede olvidar son o a un John Brown: la saudade del esclavo". Las cursivas son mías. Otra
que, en am bas, el cuerpo es el elem ento central de la elabora­ vez, la comparación por contraste, hecha de manera espontánea por el propio
ción ideológica que form a la unidad básica del plano jerarqui­ Nabuco, es esclarecedora: se trataba de revelar que esa inconsistencia jamás
Sería entendida por gente como Garrison y Brown, abolicionistas estaduni­
z a d o s Ésa es el área privilegiada que parece escapar de las po­
denses.
siciones legislantes y constituye un residuo fundam ental de
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 207
206 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

jerarquizado. Sólo ad ap tam os la red de relaciones sociales | Así, hablando de nosotros m ism os el etnógrafo Lim a Barre,to
em p ezam os a actu ar en las áreas internas del sistem a (en el dice:
cuerpo y en la casa), ámbitos en los que indiscutiblemente el cril
terio m oral o personal se aplicaba de m anera integral.9 Así, al p asar p o r los p rep aratorios [Lim a B arreto se refería a los
exámenes de ingreso a l a s e s c u e l a s ' su periores y escribía en 1917]
Por ello, todo nos lleva a creer que las relaciones entre nues­
los futuros d irecto res de la R epública d e los E stad o s U n id os de
tra "m od ern id ad " — que desde luego se constituye bajo la égi­
B ruzundanga acab an los cu rso s m ás ign oran tes y p resu ntu osos
da de la ideología igu alitaria e individualista— y nuestra
' que cu and o en tran . Son ellos los que vociferan: "¡E sto y form ado!
m oralidad (que p arece jerarquizante, com plem entaria y "ho-
¡Está hablando con un hombre form ado!"
lística") son complejas y tienden a operar en un juego circular,
Al reforzarse el eje de la igualdad, nuestro esqueleto jerarqui­
Y en segu id a cu enta que — allá en B r u z u n d a n g a — había
zante no desaparece autom áticam ente; m ás bien se refuerza y
todo un ejército para "organizar el entusiasm o". Algo así com o
reacciona, inventando y descubriendo nuevas formas de man­
una corporación especial destinada a hom enajear a las perso
tenerse. Y, en realidad, una recolección superficial de datos
ñas importantes, lo que con seguridad impediría, com o impide
sobre el "¿Sabe con quién está hablando?" hecha en periódicos
también en Brasil, esas exaltadas invectivas de aplastam iento
m uestra su profusión, sobre todo en las áreas relativas al trán­
^social y la s e p a r a c i ó n violenta p o r m edio del ¿Sabe con quién
sito, zona privilegiada del universo m oderno en la que lo im­
está hablando?", porque sólo serían homenajeados los grandes
personal choca en todo m om ento con las relaciones y la noción
del lugar. Así, en Bruzundanga, asociarse con una aristocracia
de alta personalidad, tan básica en nuestra sociedad.
ficticia es un hábito, com o ocurre también entre nosotros, don
De m anera que el uso del "¿Sabe con quién está hablando?
de — después del primer éxito— se esboza un ancestro noble y
es antiguo. Ya Lim a Barreto, en dos libros clásicos y publica­
una genealogía. Dice Lima Barreto:
dos a principios de siglo xx — Recordares do escrivao Isaías Ca­
mina y su notable etn ografía de la República de los Estados Un ciudadano de la dem ocrática República de Bruzundanga se lla­
Unidos de Bruzundanga, Os bruzundangas— , m uestra la vora­ ma, por ejem plo, Ricardo Silva da ConceigSo. D urante la infancia y
cidad del uso de los títulos y formas jerarquizantes y la mane­ la adolescencia fue conocido así en todos los registros oficiales. Un
ra en que los héroes se m ueven dentro de ese sistem a contra­ buen día se m ete en afortunadas especulaciones y enriquece. C om o
d ictorio, con trario a la crítica h onesta, al estudio serio y a la no es doctor, con sid era su nom bre m u y vulgar. D ecide cam biarlo
im personalidad de las reglas universales siempre distorsiona­ de tal m a n e ra que p arezca m ás noble. C am bia su nom bre y co ­
das en nom bre de u n a relación personal im p ortan te. Es una mienza a llam arse Ricardo Silva de la Concepción. Publica el anun­
descrip ción p orm en orizad a del m undo social brasileño que cio en el p eriód ico local ]ornal do Commercio y es el hom bre m ás
jam ás ha rep licad o otro escritor, sociólogo o novelista. Una satisfecho de la vida.
descripción que vio con inigualable profundidad las contradic­
ciones de una sociedad con dos ideales: el de la igualdad y Pero eso no es todo. Lim a Barreto vio adem ás un rasgo for
de la jerarquía. Jnidable de las clases dom inantes de Bruzundanga: dos tipos
de nobleza, la doctoral y la de palpito. En la doctoral estaban los
9 Esos puntos están relacionados con lo que ya se presentó en el capítulo W- doctores en ingeniería, derecho y m edicina. En la de pálpito,
Ahí, como aquí, la fuente de inspiración teórica es el ensayo fundamental de los com erciantes que eran ricos, pero que no tenían títulos no­
Dumont sobre el racism o, la estratificación social y la jerarquía (cf. D um ont»
biliarios ni universitarios ni m ilitares. C om o hem os visto, la
1974). El trabajo de Cari Degler (1976) también es importante pa’ra esta argu­
mentación.
Posición no basta en el m undo de los negocios — hoy diríamos,
"¿S A B E CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 209
208 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
i gn todo caso, no trasciendas nunca — com pleta el padre— los lími­
en el m undo empresarial— . Eso sería suficiente en Francia o en tes de una envidiable vulgaridad. [Luego, sugiere al m u ch ach o el
los Estados Unidos. En Brasil es preciso traducir y legitimar el uso de la expresión "filosofía de la h isto ria"...] Una buena locución
Doder económ ico en el idioma jerarquizante del sistema. Y ese ' que debes em p lear con frecuencia, pero te prohíbo que llegues a
idioma revela las líneas de las clasificaciones basadas en la per­ 1 otras conclusiones que no sean las ya encontradas por otros. H uye
sona, en la intelectualidad y en la consideración mediante una iodo lo que pueda llevarte a la reflexión, originalidad, etcétera.
red de relaciones personales. Por ello, es necesario ser doctor y ■ •
•I *
sabio, adem ás de rico. Y estar penetrado (o compenetrado, Como se puede .observar, son muchos los hijos de ese celoso
com o dijimos) por alguna institución o corporación perpetua,
padre.
com o las Fuerzas Arm adas o algún órgano del Estado. Así, los
Pero volvam os al estudio sociológico del texto de M achado
"d o cto re s" — com o nos lo indica Freyre (1962: 304)— sustitu­
|e Assis.
yeron a loscom endadores, barones, vizcondes y consejeros del
„ ; Uno de sus m éritos, a mi parecer, es la posibilidad de escla-
Im perio. Com o lo sugerí líneas atrás, era el m odo de mantener l i l e r l a relación entre nuestro sistema de clasificar personas y,
la nobleza y las distinciones jerárquicas, pero usando otros
como consecuencia, el rito autoritario del "¿Sabe con quién
recursos de diferenciación social. está hablando?" Pues esa fórm ula sólo debe o puede operar
El que confirm a esos rasgos jerarquizantes de nuestro sis­
funcionalmente en una sociedad de gente, de personas que se
tem a es otro gran analista de la vida nacional, al percibir la fi­
lavan, de blancos, de buena gente, de medallones, en oposición a la
gura que, de cierto modo, personaliza el "¿Sabe con quién está
am túza, al hombrecillo común, a la escoria, al populacho, a la masa;
h ablando?" Hablo, evidentemente, de M achado de Assis y de
en una palabra, a los impuros en general. Tenemos, entonces,
su descon ocid a "teo ría del medallón". Se trata de un diálogo,
an sistema general de clasificación donde las personas están
publicado en 1882 en Papéis avulsos, entre un viejo y experi­
marcadas por categorías extensivas, de un m odo binario. De
m entado padre y su hijo de 21 años. Al llegar el muchacho a la un lado, los superiores; del otro, los inferiores. N o obstante, es
m ayoría de edad, el padre n o puede d ejarjd e revelarle-el
preciso continuar llam ando la atención sobre un hecho m uy
suprem o secreto del éxito en nuestro medio, volverse un meda­ importante. En ese sistem a las categorías tienen un carácter
llón. La teoría del medallón es, pues, la fórm ula indicada para moral, por lo que se evitan sistemáticamente las clasificaciones
obtener éxito en un m undo social dom inado p ór'el convencio­
r0ncretas y exclusivas que pueden remitir a aspectos reales y a
nalism o, por la ortodoxia de las teorías y doctrinas, por la rigi­
una sola dimensión de la sociedad. Por lo tanto, la clasificación
dez de las prácticas jurídicas, por el m odism o y el conformis­
es globalizante (o sea, m oralizante) y toca a las personas en
m o que impiden las soluciones originales y profundas; en una
zarjas dimensiones sim ultáneam ente. En esa m ism a línea, es
palabra, por el sistema jerarquizado que pone todo en su lugar,
Necesario indicar que el sistema no delimita grupos sociales con-
siem pre encuentra el lugar de todas las innovaciones, detesta
uretos en el terreno. Las categorías parecen con cep tu ales, se
exam inarse y, por medio de sus propias fuerzas y dinamismo,
refieren al carácter y no a las dimensiones individuales y con­
cam biar el lugar de las cosas que ya existen en él. Dice, enton­
cretas. De tal manera que nos negamos a clasificar a las perso­
ces, el padre: nas por sus ocupaciones: hablam os de militar o de d octor sin
especificar. Hablamos de autoridad y de miembro del gobierno
U n discurso de metafísica política apasiona naturalm ente a los p i ­ sin distinguir. Las clasificaciones más precisas quedan relega­
tidos y al público, llama a interpelaciones y re sp u e sta s. Y después das al plano especializado de los órganos burocráticos, imper­
no obliga a pensar y a descubrir. En esta ram a de los conocim ientos
sonales.
h um anos, todo está acabado, formulado, rotulado, encajonado [...]
211
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
210 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
mentación. O, p ara ser más históricos, ser "hijo de Pelé" puede
En esas formaciones sociales en las que la clasificación mor.i
e m itir a algún n egro pobre ciertos días ¿ e esplendor en tín
fizante es poderosa surge la figura del medallón. Pero, ¿quién es
hotel de lujo (cf. Jornal do Brasil, 12 de noviembre de 1977).
el medallón? N uevam ente descubrim os que no es un personaje
Una situación social de este tipo, repleta de personajes que
exclusivo de una clase, grupo o segm ento social. El meaptlóp,
cualquier brasileño calificaría de medallones, fue lo que provocó
com o un a cristalización personal de cu alidades morales eje
en Érico Verissimo un capítulo denom inado "¿Sabe con quien
determ inado dominio social, puede surgir donde haya un gm-
está hablando?" en el libro ya m encionado, A volta do gato pre-
po. Tenemos medallones entre los pobres y los rieos, entre los
to. En realidad, alm orzando en el restaurante de los profesores
débiles y los fuertes. Me parece que se trata de un modo de es­
de la Universidad de Berkeley, el escritor se encontró rodeado de
tablecer diferencias y jerarquías en todos los grupos, en todas
científicos de m uchos quilates y renom bre. Y com o ninguno
las categorías, en todas las situaciones; sobre todo, entre perso­
de ellos era distin gu id o con m irad as, deferencias o m edidas
nas iguales. Aunque exista una tendencia a igualar al medallón
especiales — lo que sucedería fatalmente en el caso de Brasil— ,
con la clase dom inante, ese vínculo es dem asiado simple. De
Érico V e rissim o c o m e n ta :
hecho, existen medallones en todos los ámbitos de la vida social
i
brasileña: en la favela y en el Congreso; en el arte y en la polí­
Todos esos h om b res son de una sim plicid ad ejem plar. C on p oco
tica; en la universidad y en el fútbol; entre policías y ladrones. más de 40 añ o s, co n esa cara sin m isterio, su s ro p as an odinas,
Son las personas que pueden denom inarse "h om b res", "co­ ' J.aw rence [se trata de E. O. L aw ren ce, P rem io N obel d e Física,
b ras", "figu ras", "p erson ajes", etc., y que se a a n en cualquier 1939] bien podía ser tom ado por un m odesto m édico de aldea, por
ámbito. Son los que ya trascendieron las reglas que constriñen un vendedor am bulante o — ¿por qué no?— por el m ayordom o de
a las personas com unes de alguna esfera social. Es alguien que ese club.
no necesita presentación y con quien hay que hablar (c "enten­
derse") prim ero. Y dice n u estro ob servador, con gran sentido com parativo.
En sistem as igualitarios esas figuras se llam an v ip (v¿ry "Me hace pensar en ciertos hombres presuntuosos de mi tierra,
important persons), y son raras. En sistemas jerarquizantes exis­ los cuales sólo porque tienen fortuna, posición o algún parien
ten en todas partes, en todos los ám bitos, y son las que ha' en te importante consideran que son la sal de la tierra y viven pre
las conexiones básicas entre los diversos c í r c u l o s i e r a r q u i z a d o s guntando: '¿Sabe con quién está hablando?
que form an una especie de esqueleto del universo social. Asi/ Cabe ob servar que Érico Verissimo aisló correctam en te
gozan de una fama justificada y de un prestigio especial qur algunos de los ingredientes básicos del uso de la expresión
m anifiesta en el m od o com o so n tratad as: están libres de las como rito au to ritario . Él habla de fortuna (que rem ite al eje
reglas con strictivas del sistem a, situadas unánim em ente en económico), posición (que remite al eje propiam ente político o
una especie de n irvan a social, un H im alaya de las escalas social) y, finalm ente, m enciona al pariente, la red de paren­
jerárquicas, por encim a de las luchas rutinarias^ Es cuando ya tesco o la parentela (que remite al capital básico de relaciones
no se necesita usar el "¿Sabe con quién está hablando?" sociales). A sí, el escritor toca en la p ráctica del ¿Sabe con
Con frecuencia, los medallones son figuras nacionales. Cele­ quién está hablando?" un tema que ahora deberá ser objeto de
bridades que resum en en sus personas los principales rasgos un análisis m ás directo.
de determ in ad o dom inio de la vid a social. Sus figuras, no
p odría ser de otra m anera, proyectan amplias som bras y bajo
ellas se pueden proteger m uchas personas. Ser el hijo del presi
dente, del d elegad o, del d irector cuenta com o tarjeta de
212
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" ¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 213

se vuelven conscientes para los actores, lo que nos va a indicar


El "¿S abe c o n q u ié n e s t á h a b l a n d o ?" las estructuras ocultas y los dominios esenciales que también
COMO DRAM ATIZACIÓN DEL MUNDO SOCIAL gobiernan (o deberían, según los actores, gobernar) las inter­
acciones sociales. De ese interés y de esa dialéctica entre con­
Uso el concepto de dramatización y dram a inspirado en la obra ciencia e instrum entos sociales se nutren los dram as y, a mi
de Víctor Tum er (1957 y 1974) para llegar a las propiedades es­ parecer, se constituye el plano de lo social.
tructurales, invariables, del "¿Sabe con quién está hablando?", Tomemos algunos casos representativos,
por m edio del estudio sociológico de cerca de 100 casos, todos j En un estacionamiento de automóviles, el cuidador dice al
obtenidos de la investigación ya m encionada. La noción de automovilista que no h ay lugares libres. Éste insiste diciendo
dram atización social es perfectamente adecuada para esa apro­ ' que sí los hay. Ante la firme negativa del cuidador, el au to­
piación teórica de mi m aterial em pírico, ya que los miembros movilista dice irritado: "¿Sabe con quién está h ab lan d o?", y
de la sociedad ven la propia situación que se reconstruirá ana­ revela su identidad de oficial del ejército.
líticamente com o un "d ram a , una escena , un momento por 2. En la m adrugada, una m uchacha espera un autobús o un
encim a — m ás acá o m ás allá— de las rutinas que rigen al taxi para ir a su casa. Un carro de policía pasa y se aproxim a.
m undo diario. A sí pues, conform e lo indica Turner, el drama Cuando se le acerca y los policías le piden una identificación,
social tiene com o punto básico la acción que rom pe con una ella dice, indignada, m ostrando su credencial: "¿Sabe con
norm a social vivida de m odo casi au tom ático, y también el dtíién está hablando? Soy hija de familia, hija de Fulano, etcé­
conjunto de acciones que desencadenan los procesos compen­
tera".
satorios (o de alivio). Y, en el caso en estudio, am bos procesos í 3. Una señora decide hacer com pras en C opacabana y esta­
capitales de los dram as sociales están presentes. ! eiom su coche sobre la acera, en un lugar prohibido. Después
Mi p ersp ectiva es claram ente de proceso, pues estoy inte­ eje algunas horas el guardia la localiza y le pide que m ande a
resado en cap tar todo el curso de la acción m otivada por el ! su chofer a sacar el coche de aquel lugar. La m ujer insiste en
"¿Sabe con quién está hablando?", aunque — dada la natura-' Jejarlo ahí y dice: "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy la
leza del m aterial y el m odo com o fue recolectado— no pueda esposa del diputado Fulano de Tal!" (El desenlace es ambiguo;
especificar todos los detalles em píricos sobre los agentes, lu­ la mujer sale del lugar, hecha una furia y el guardia se queda
gares y espectadores. De hecho, llevo a cabo el estudio de una muerto de miedo y vejado. En algunos casos el guardia es obli­
transform ación social im portante del escenario cotidiano, gado, días después, a ofrecer disculpas a madame.)
cu an d o la rutina y la interacción social se transform an en üf, IJna persona viaja al exterior y desea im portar m aterial
m om entos dram áticos y de confrontación entre dos personas, ^ B g f/ad o por la aduana. Entra en contacto con parientes que
grupos o categorías sociales. En esa transform ación que, finalmente localizan a alguien en la aduana. El día de la llega-
com o vam os a ver, puede ser una base para interferir en las JJa, romo todo está arreglado, la persona pasa por la fiscaliza­
relaciones de clase, con carácter histórico— se pueden dis­ ción sin problemas, pues el fiscal sabe con quién está hablando.
cernir claram ente algunos aspectos ocultos del m undo social, §. En la antesala de un gerente de banco varias personas
ya que se sacan a la superficie para actu ar com o recursos de esperan su tum o. Entra un señor, y, después de unos minutos,
p oder y prestigio junto a los actores im plicados en la ntuali- seimpacienta y vocifera: "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy
zación. u , . Ijilánó de Tal!" La secretaria, nerviosa, va de inmediato con el
En ton ces, al estudiar los casos específicos del ¿Sabe con Íl latente y el señor es atendido de inmediato.
quién está hablando?" centro mi interés en los instrumentos que '■6. En la recepción de un hospital un hombre desea entrar para
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 215
214 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
que todos configuran una situación d ram ática de grave c9 n-
ver a un enferm o. Sin em bargo, el recepcionista" es intransigen­ flicto entre dos personas. En situaciones así, el tono de voz, la
te y no lo deja ingresar. Después de un diálogo áspero y sordo, expresión facial y los gestos en general son tensos, lo cual revela
el hom bre dice: "¿Sabe con quién está h ablando?" Y muestra que las personas implicadas están en grado extrem o de agita­
su credencial de m édico. ción. Es, com o decim os en Brasil, una situación típica de Dios
7. En una esquina peligrosa, conocida por su mala señaliza­
me libre, o de Dios nos guarde. Esto es, un m om ento que el sen­
ción y por los choques que allí ocurren, hay un accidente auto­
tido com ún define com o "fin del m undo", cuando las reglas de
m ovilístico. C om o es evidente que el chofer de uno de los
lo cotidiano se suspenden p or com pleto y las personas, a m e­
coches es culpable, el policía se dirige a él proponiendo abier­ nudo llenas de rabia e indignación, se entregan a sí m ism as y a
tam ente olvidar el caso por una buena propina. El hombre ge la confrontación ca ra a cara. Entonces gritan y repiten, en e
indigna, y u san d o el "¿Sabe co n quién está hablando? , se paroxismo de los personajes de N élson Rodrigues, las m arcas
identifica com o funcionario público y detiene al policía. de sus identidades sociales intentando aplastar al adversario.
8. U na m uchacha visita a su tío, un pescador. Mientras Ká- Es claro que, en esas ocasiones, con frecuencia hay un público
bla con él, pasa un desconocido que le dirige un piropo muy espectador, de m od o que el caso se transform a luego en un
grosero. Al escu ch ar al galanteador, el tío le da un puñetazo, asunto grupal, donde cada uno de los implicados intenta con­
diciendo: "¿Sabe con quién está hablando? ¡La muchacha es íiil , vencer al g ru p o de tom ar partid o contra el otro, y el grupo
sobrina!" actúa com o m ed iad or y legitim ador entre am bos. En con se­
9. En un puesto de atención al público alguien espera en la cuencia, m om entos así suspenden las rutinas de la vida social
fila. Antes del h orario reglam entario para term inar los trámi­ y hacen que los testigos reflexionen sobre la propia naturaleza
tes, se suspende la atención y cierran la ventanilla. La persona del orden por m edio de juicios típicos y definitivos. Entonces,
recurre al responsable, recibe una respuesta insatisfactoria^y
,11 es com ún que en las d r a m a tizaciones m ás intensas y d u rad e­
term ina p or en terarse de que, por órdenes del jefe, c e rra r® ' ras del "¿Sabe con quién está hablando?" se vean m ovim ientos
antes de la hora. La persona m anda llamar al jefe e, identifican" negativos de cabeza, acom pañados de expresiones com o es el
dose com o presidente del órgano en cuestión, despide a todo fin...", "es Brasil", "el m undo está al re v é s...", "Brasil está per­
el personal. . d id o ...", "v e a u s te d ..." , "¿d ó n d e estam o s?", "¿d ó n d e se ha
10. H ay un choque d e autom óviles. Los dos conductores sal­ visto?" — expresiones que m uestran las frustraciones cotid ia­
tan de sus coches esperando lo peor. Ambos son fuertes, blan nas y cierta desconfianza en el sistem a de reglas que rige al
eos y tienen buena apariencia. Uno de ellos grita: "¿Sabe con mundo— . Después de un desagradable "¿Sabe con quién está
quién está hablando? ¡Soy coronel del ejército!", y el otro dice; hablando?", cu an d o el m ás fuerte acaba por ven cer al m ás
"Y o tam b ién ". En ton ces se m iran , se reconocen y r e s u e l v e n débil, vino queda realm ente convencido de que el m u n d o es
enfrentar el problem a con calm a.10 ruin, y que lo mejor, el ideal mismo, es orientarse hacia la casa
Para em p ezar, con sid erem os algunos puntos com unes en y la. familia, nu n ca hacia la calle y el m undo donde la v id a se
todos los casos. La prim era observación que podem os hacer es manifiesta en su injusticia y en su crudeza. Así, el ¿Sabe con
quién está h ab lan d o?" contribuye y m anifiesta esa "d e sc o n ­
10 La construcción final de los casos es de mi autoría. Pero todos resPon<^ ”
fianza básica al m u n d o" que nos distingue del universo puri­
a los datos recabados. Lógicamente, no pretendemos ser exhaustivos ni mu
menos hacer una tipología, sino más bien mostrar dramas que sean repres tano de los estadunidenses.
tativos de la operación de ciertos principios sociales. Los casos 3, 4 y 9 se insp^ Otro punto que hay que abordar son los casos que presentan
raron claramente en las notas del Jornal do Brasil de los días 23 de diciembre una fuerte oposición entre alguien que es anónimo, puesto que
1976,13 de mayo de 1976 y 7 de marzo de 1976.
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 217
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
216
conocen y se relacionan entre sí por medio de lazos múltiples o
actú a en un papel social universal, y un representan te muy
nultiplex (cf. Gluckman, 1965). Es que en esos casos el sistema
bien caracterizad o del universo del ord en y de la autoridad.
social no se actualiza por medio de papeles universales, sino,
E ntonces, el conflicto inicial es entre el papel social universal
por el contrario, por intermedio de identidades sociales preci­
— au tom ovilista, ciudadano, contribuyente, cliente, usuario,
sas, com o las que dan las redes de relaciones sociales que
e tc — y la identidad social bien determ in ada en térm inos de
nacen de la familia, de la vecindad, del com p ad razgo, del
su b sistem a o ám bito social - p o l i c í a de trán sito , inspector
nom bram iento y, sobre todo, del parentesco. De m anera que
de aduana, pagador, cobrador, cuidador de coches, etc. Por un
en esas formaciones sociales no tenemos el caso de un policía
lado tenem os las identidades sociales con com petencia y dele­
que también es padre, marido, hijo, com padre, etc., sino, a la in­
g ación de au torid ad , pero generalm ente d esem peñadas por
versa, tenem os un padre, m arido, hijo, etc., que por todo eso,
personas situadas en los escalones más hum ildes y m as bajos
puede ser policía. Las relaciones sociales preceden, por así
de ese sistem a de m antenim iento del orden. Por otro, alguien
decirlo, a los servicios necesarios para la operación del sistema
que aparece en la escena con una identidad general, no especí­
y nunca se divorcian de él — com o ocurre con nuestra "socie­
fica lo que le confiere el anonimato, pues todos saben quien es
dad compleja"— .
el policía, pero nadie imagina quién será la persona in feccio­
U n tercer punto relacionado con el que acabam os de expo­
nada, detenida o que pondrán bajo sospecha.
ner es el tema del doble anonimato. Por ejemplo, dos autom o­
Lo que marca la situación y la vuelve dram ática es justamente
vilistas se confrontan (com o en el caso 10) y el problem a es
la peripecia de la.revelación de otras identidades sociales, que
intentar que se establezca un orden, una clasificación (o una
de pronto termina con el anonimato de quien esta reclamando
jerarquía), en una situación en la que el conflicto está directa­
contra el representante de un sistema bien defin,do de mante­
mente vinculado al hecho de que am bos clam an derechos
nim iento del orden. El que se considera agred id o (por regla
iguales com o autom ovilistas. Es decir, com o autom ovilistas,
general) se vuelve agresor, m ientras que el aparentem ente
ambos tienen los mismos derechos, aunque en otros dominios
débil V desconocido se vuelve fuerte y m ás que conocido. A
sociales sus derechos puedan ser distintos y uno pueda ser
com o en el caso 9, se pasa de usuario de un puesto publico (un
superior al otro. En este caso, la situación recuerda inevitable­
papel social universal y que por lo m ism o confiere el anoni­
mente lo que Louis Dumont dice sobre la India, tierra donde la
m ato) ¡a presidente del órgano que m antiene el puesto! Del
jerarquía rige, a diferencia de Brasil, todas las relaciones entre
m ism o m odo, se pasa de viajero internacional y contribuyente
grupos y categorías sociales. Dice Dumont:
(com o en el caso 4) a pariente (am igo, p ad rin o o ah^ado) de
una persona con posición im portante en aquel ámbito del sis­
En la rélación de dos hombres, la sociedad occidental m oderna pre­
tem a social. , , supone la igualdad a tal punto que pueden surgir situaciones deli­
De hecho, todos los casos implican esos pasos, de un papa
cadas en las cuales se requiera la subordinación. La India, por el con­
unlversalizante a otro mucho m ás preciso, capaz de localizar al,
trario, enfatiza la d esigu ald ad al p un to que las situaciones que
in terlocutor dentro del sistem a que se considera dominante. tienden a la igu ald ad son inestables y se llam a al conflicto p ara
Por eso, sin duda alguna, abundan los "¿Sabe con quien esta resolverlas estableciendo una gradación.
h ab lan d o?" relacionados con m iem bros de las fuerzas arma­
d as, que entre nosotros pretenden tener el m onopolio de los
Y continúa Dumont, de un m odo significativo para nosotros:
ejes autoritarios y jerárquicos. Del m ism o m od o, se entiende
"Ésta bien puede ser la razón básica de que la disputa sea
p or qué el "¿Sabe con quién está hablando? es raro o. mex
endémica [en la India]: por más desarrollado que sea, el siste­
terüe en las sociedades tribales o p arciales, donde todos se
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 219
218

m a no ha logrado establecer una gradación perfecta de toda la está tan libre de reglas y valores ni es tan "hobbesiano" al pun­
vida social" (1970b: introducción, pp. 13-14). to de darnos la impresión de que la violencia es una prueba de
Las p alabras de D u m on t pueden ayu darnos a entender la "lucha de todos contra todos". Por el contrario, es claro que la
situaciones de extrem a igualdad ante la ley que, en el caso bra||* violencia en el m u ndo brasileño es m ás bien un instrum ento
sileño, generan m om entos de conflicto potencial con el recurso utilizado cuando los otros medios de jerarquizar determ inada
del "¿Sabe con quién está hablando?" com o operador autorita­ situación fallan sin rem edio. De esta m anera se puede hacer
rio, capaz de restablecer de algún m odo, si no una jerarquía, al perfectam ente la ecuación entre el "¿sabe con quién está
m enos una gradación en aquella situación. Así, se puede resol­ hablando?" y la violencia. En am bos casos el objetivo es la
ver la am bigüedad de la situación inicial. separación radical de papeles sociales, rom piendo así en el
En este caso, el "¿Sabe con quién está hablando?" sería un ri­ mismo m om ento del acto violento— con el individualism o
tual de refuerzo (véase el capítulo i para la noción de "ritual de que caracterizaba la situación inicial. Si el actor está solo en el
refu erzo ") o un a form a de que los actores tom en conciencia momento de la violencia contra el otro, ya no lo está cuando se
de aquellas diferencias necesarias para las rutinas sociales en trata de sustentar o legitimar su acción, lo que siempre se reali­
situaciones de intolerable igualdad (com o se describe, por za de un m odo colectivo, por lo que se puede saber con certeza
ejemplo, en el caso 10). Por otro lado, la discusión remite direc­ quién está del lado de quién. A quí, la violencia surge com o
tamente al problem a de la violencia conjugada con la igualdad recurso poderoso e irreversible para que los indecisos se deci­
de los "hom bres libres", aunque aquí hablam os de "hombres dan y las facciones políticas se definan claram ente. Me parece
libres en un orden jerarq u izad o" y no, com o dice Carvalho que es algo com ún en las sociedades holísticas, basadas en
Franco (1974), en un "ord en esclavócrata". relaciones sociales de "propósitos múltiples' .u
La divergencia que tengo con esta im portante formulación Un cuarto aspecto también relacionado con los ya vistos tiene
es la siguiente: sin duda existe una ecuación entre la violencia que ver con la dram atización, que puede denom inarse revela­
y la igualdad, pero yo agregaría que la violencia se da porque ción de la identidad social. Es evidente que esa dram atización
m anifiesta la necesidad de jerarquización. En realidad, me está relacionada con el anonim ato, o mejor dicho, con una into­
parece que, aunque es verd ad que los "hom bres libres" están lerancia h acia el anonim ato que parece trivial en sociedades
d escarriados, no dejan p or eso de pertenecer a una formación "holísticas" y jerarquizadas. En el caso del ¿Sabe con quién
social cuyos centros difusores y dom inantes estaban jerarqui­ 11 María Isaura Pereira de Queiroz comprendió bien ese aspecto de las rela­
zados. Así, los valores de esos "hom bres libres" deberían ser ciones entre "igualdad" (no obstante, sin igualitarismo ni individualismo li­
m ínim am ente dobles: p or un lado, volcados hacia una igual­ beral) y lo que ella llama "pirám ides políticas' o ' mandonismo (cf. 1976.
d ad vista com o un ideal y que, en una situación concreta, segunda parte). Para Pereira de Queiroz, exactamente como lo sugiero aquí,
en situaciones socioeconómicas difusas, fundadas en la pequeña propiedad,
incluso puede actualizarse en algunas esferas de la vida. Pero,
había "iguales", y éstos negociaban sus votos. Pero en zonas donde las estruc­
p or otro, estaba el p eso de los valores jerarquizados y de la turas de poder eran rígidas (como en el caso de los ingenios y de las haciendas
jerarquía, estru ctu ra que se sustentaba por m edio de la escla­ cafetaleras) — vale decir, como lo estoy presentando aquí , en las que había
vitud gen eralizad a, equilibrada en todo país (c f Skidmore, una jerarquía bien definida, el poder de la negociación era menor y el control del
1976:59) y de una nobleza auténtica, no im p ortad a. De este mandón m ucho mayor. Así, negociar es evidentemente un índice de indivi­
dualidad e igualdad, lo que sólo aparecía en ocasiones extraordinarias, en días
m odo, la violencia surgiría com o un recurso sólo si fuera im­
de elecciones. Pero, como se puede ver, eso era controlado luego por los man­
posible hacer las gradaciones por otros medios, o si se rompiera dones en zonas fuertemente centralizadas (donde una jerarquía social estaba
o ultrajara la m oralidad. firme). Pero, hay que agregar, la violencia como recurso organizador se daba
P or lo tan to, el un iverso social de los "hom bres libres" no en ambos casos.

1
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 221
220 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
como una dram atización de la verdadera identidad social, ras­
está h ab lan d o?" la d ram atización es clara, pues el momento go muy im portante en sistemas sociales fundados en el eje de
culm inante de la situación está constituido por la presentación fas relaciones m orales o personales. Pues, siendo así, si salgo
enfática de otra identidad social que — en general— tiene per­ de mi dominio y-deshago mis relaciones, no soy nada. O, com o
tinencia y hasta puede ser básica, pero en otro ám bito social. acostum bram os decir, "toro lejos de su corral es v aca", lo que
Es el caso, por ejemplo, de las famosas situaciones de estaciona­ iguala el anonim ato y la individualización (o su posibilidad)
miento prohibido (véase encaso 3), cuando el policía descubre con un riesgo y un castigo (com o es el caso del exilio en una
que el chofer — ciudadano desobediente de las leyes del tránsito sociedad com o 1.a nuestra, en la qu e la calidad de vida se da
público— ¡es la dignísima esposa de un general del ejército o mediante las relaciones sociales).
de un secretario de Estado! pero si en el cuento de hadas descubrim os la verd ad era
C on frecuencia, esa revelación de identidades se produce identidad de la princesa por medio de una buena acción (o un
con la presentación de la "credencial de identidad", un docu­ acto de estoicism o) y una dem ostración de confianza en al­
m ento que, en Brasil, tiene una im portancia fundam ental, ya guien que culm ina en el premio final, en el dram a del "¿Sabe
que nuestra policía detiene sistem áticam ente (para las famosas con quién está hablando?" nos castigan por la tentativa de
averigu acion es) a personas "sin d o cu m en to s" (es decir, sin hacer cum plir la ley o por nuestra idea de que vivim os en un
identidad o posibilidad de identificación). Es, com o decimos, , universo realm ente igualitario. La identidad que surge del
u n a v iv a prueba de la im portancia de pod er situarse y, en el i conflicto es la que va a permitir jerarquizar, por la posibilidad
caso en consideración, de p od er probar esa posición. Esto se de hacer cum plir la ley. Aquí la m oral de la historia es la
hace entre nosotros con la credencial de identidad, documento y siguiente: confíe siempre en personas y en relaciones (com o en
que contiene fotografía, edad, filiación, firma y "cu tis" (o sea, los cuentos de had as), nunca en reglas generales o en leyes
un eufem ism o para el color de la piel). universales. Así, tem em os (y con justa razón) chocar en todo
La presentación del docum ento apropiado, junto con el voci­ momento con el hijo del rey, si no con el propio rey. Es necesa-
ferado "¿S ab e con quién está h ab lan d o?", h ace que la figura’ , rio, pues, estar m uy atento a la persona con la que se está real­
ab stracta co n la que se está in teractu an d o se vu elva un ser mente hablando, lo que lleva a un estilo de relación personal
h u m an o com pleto, concreto, con poder y prestigio, belleza y íntimo y, en Brasil, a veces relajado, com o lo observan de m a­
gracia, y sobre todo con relaciones con personas poderosas que ñera sistem ática los extranjeros que nos visitan. N o hay duda
están, com o nos gusta decir, "allá arriba". Entonces se pasa de de que somos cordiales, pero también no parece haber duda de
"ciudadano brasileño" o de "individuo", papeles sociales uni­ que esa cordialidad está relacionada d ialécticam ente con la
versales que en esas situaciones no dan cualquier derecho, a lógica brutal de las identidades sociales, su revelación y el
alguien que es "realm ente alguien": diputado, abogado, oficial hecho de que el sistema oscila entre cumplir la ley o respetar a
de las fuerzas arm adas, secretario de E stado, etc. O, lo que es
la persona.
mejor, pariente y am igo (esto es, alguien vinculado sustancial­ Finalm ente, com o un quinto aspecto del "¿Sabe con quién
m ente a un figurao, un personaje importante). • está hablando?", tenemos la oposición dram ática y sum am ente
Lo in verso de esa situación, aun cu an d o se m antenga el ¿significativa de dos éticas. Una de ellas llamada ' ética burocrá­
tem a b ásico del develam iento o revelación de la identidad tica"; la otra "ética personal" (cf. Stirling, 1968; Kenny, 1968).
social, se n arra en innum erables cuentos de h ad as, cuando De hecho, cuando una regla burocrática, universal e im perso-
descubrim os que el animal feo y asqueroso en realidad era una -u; nal pierde su racionalidad ante alguien que alega un lazo de
lindísim a y purísim a princesa encantada. A sí que la fórmula - filiación, casam iento, amistad o com padrazgo con otra perso-
tradicional y popular del "encantam iento" puede interpretarse
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" “¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 223
222

na considerada poderosa dentro del sistema, en efecto estamos nal, universal, y la persona que se define com o especial y m e­
operando con una situación m uy compleja. Por un lado tene­ recedora de u n trato personal y especial. C on esto, lo que se
m os una m oral rígida y universal de las leyes o reglas imper­ evita es la igualdad ante la ley y el consecu ente trato indivi­
sonales que su rgen con un rasgo m od ern izador e individual dualizado. E n tales casos tenem os la jerarquización de los
lista y se ponen en práctica para som eter a todos los miembros iguales ante la ley, la reversión de la autoridad (cuando el poli­
de la socied ad . Y, p or otro, la m oralidad m ucho m ás compli­ cía de tránsito nada puede hacer contra el oficial del ejército) y
cada de las relaciones totales impuestas por los lazos de fami­ la fuga del sistema en general (caso de la aduana). No es nece-
lia y redes de relaciones sociales im perativas, donde la relación ' sario decir que esos rasgos m arcan, entre nosotros, a quien tie­
personal y el vínculo sustantivo perm iten transgredir la regla ne una posición superior o dominante; en una palabra, a quien
o, lo que da igual, aplicarla rígidamente. es alguien en nuestro sistem a. El caso opuesto es el de la au ­
Com o dice el viejo y querido refrán brasileño: "¡A los enemig sencia de la ley en situaciones ambiguas, también m arcadas por
gos la ley, a los am igos, to d o !" Es decir, p ara los adversarios el igualitarism o individualista. En esas circunstancias quere­
basta con el trato gen eralizad or e im personal de la ley, apli­ mos aplicar la ley, y la violencia es un recurso posible (véase el
cad a sin ninguna distinción y consideración; es decir, sin ate­ caso 8) para ordenar una situación en la que alguien nos "falta
nuantes. Pero para los am igos, todo, incluso la posibilidad de al resp eto", señal de que las distinciones jerárquicas no se
cam b iar lar ley irracion al con el fin evidente de que no se les están m anteniendo.
aplique. La lógica d e una sociedad form ada de "gru p itos", de a Por ello, y esto es lo que desarrollaré a continuación, el sis­
"fá b rica s de e m p le o s" y de búsq u ed a de p ro y ecció n social tema opera en dos niveles distintos; uno, que p articu lariza
— com o bien lo percibió A nthony Leeds a lo largo de un im­ hasta el nivel biográfico; otro, llam ado por m uchos "legislan­
p ortan te trabajo (1965)— está en la posibilidad de tener un te", que actú a por medio de leyes globales y evita en todo m o­
doble código relacionado con los valores de la igualdad y de la mento el contacto directo con los individuos, de acuerdo con
jerarquía. lo que señ ala, en otro con texto, C rozier (1964: 221-236). Es
Este punto debe elaborarse m ás. Exam inem os otra vez nues­ como si tuviéram os dos bases por m edio de las cuales conci­
tros casos. Lo que vem os es una situación en la que, con el uso biéramos nuestro sistem a. En el caso de las eyes generales y
del "¿Sabe con quién está h ablando?", se desea pasar por en­ de la represión, seguim os siem pre el cód igo b urocrático o la
cim a (o p or abajo) de una ley (o regla universal del sistema). vertiente im personal y universal, igualitaria, del sistema. Pero
Pero también encontram os casos en los que la ley está ausente, en el caso de las situaciones concretas, de aquellas que la "v i­
y el "¿Sabe con quién está hablando?" sirve para recurrir a la da" nos presenta, seguimos siempre el código de las relaciones
ley (com o su ced e en los casos 6 a 10). C om o ya vim os, en un y de la m oralidad personal, tom ando la vertiente del jeitinho o
caso se trata de invalidar la ley. En el otro, el problema es hacer "m odito", del "m alandraje" y de la solidaridad com o eje de ac­
valer la ley, y quien puede encam arla en determinado momento ción. En la prim era elección, nuestra unidad es el individuo; en
tiene, obviam ente, autoridad sobre los otros y el m ando de la la segunda, la persona. La persona m erece solidaridad y un tra­
situación. En el fondo, lo que distinguim os con nitidez son to diferencial. El individuo, por el contrario, es el sujeto de la
diversas situ acion es d on d e el "¿Sabe con quién está hablan­ ley, foco abstracto para quien se hicieron las reglas y la repre­
d o ?" se aplica p ara jerarquizar relaciones sociales. Así, ante la sión. De esta sep aración derivan m uchas consecuen cias im­
ley se puede huir de ella; y, en ausencia de la ley, se puede con­ portantes.
fiar en ella. En am bas situaciones existe una separación concre­
ta entre la persona y la norm a; entre vina ley general, imperso­
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 225
224
gona com o poseedora de ciertas prerrogativas sociales. En la
De l a s d is t in c io n e s e n t r e in d iv id u o y p e r s o n a India, donde, según Dumont (1970a, 1970b, 1975, 1977), tene­
mos un sistema que tomó más en serio el principio de la jerar­
Las observaciones que hem os hecho hasta ahora sugieren al­ quía, la primacía ceremonial opera en todos los niveles — de la
gunos puntos im portantes, com o las oposiciones entre perso­ ropa a la com ida, de la profesión al casamiento, del nacimiento
nal e im personal, público y privado, anónimo y conocido, uni­ a la muerte— , como si la India fuese un conjunto de múltiples
v ersal y biográfico. Todo, com o vim os, con d u ce a descubrir sociedades relativam ente independientes unas de otras, ya
aue en el sistem a brasileño es básica la distinción entre indivi­ que el sistem a de castas (com o lo señaló Bouglé, 1971) es un
duo y persona com o dos formas de concebir el universo social y Esterna que se rechaza a sí mismo.
de actu ar en él. Y, en realidad, los casos ya estu diados del En el caso de Brasil, todo indica que la expresión perm ite
";S a b e con quién está hablando?" parecen indicar que el uso pasar de un estado a otro: del anonimato (que revela la igual­
del rito de autoridad expresa una tentativa de transformación dad y el individualismo) a una posición bien definida y cono­
drástica del universo de la universalidad legal hacia el mundo cida (que expresa la jerarquíá y la personalización); de una
de las relaciones concretas, personales y biográficas. situ ació n ambigua y, en principio, igualitaria, a una situación
En los casos de revelación súbita de superioridad social, jerarquizada, donde una persona debe tener precedencia sobre
cu an d o la situación inicial es am bigua o aparentem ente está otra. En otras palabras, el “¿Sabe con quién está hablando?" per­
definida p or la su p eriorid ad de la autoridad im personal (el mite establecer a la persona donde antes sólo había un individuo.
policía, el agente aduanal, el policía de tránsito, el cuidador de Insistiré en este punto.
au tom óviles, el vigilante, el sirviente, el tendero, el cajero, la Las nociones de individuo y de persona son fundamentales en
secretaria, e tc.), el "¿Sabe con quien esta h ab lan d o, opera el análisis sociológico, aun cuando se descubra (com o lo hizo
com o m ecanism o de devolución de las personas a sus lugares Dumont) que la sociología — por ser producto de una form a­
v. en consecuencia, m uestra la paradoja de la aplicación de una ción social en la que el individuo (y las nociones de individualis­
lev universal que adquiere un nivel de realidad, digamos, más mo e igualitarism o que le corresponden) es dom inante com o
tenue. Sin em bargo, cuando la am bigüedad es patente, como categoría y unidad filosófica, jurídica, política, social, econó­
en un enfrentam iento entre individuos aparentem ente iguales mica y religiosa— ha sido proyectada hacia afuera del sistema
(que en teoría deberían gozar de los m ism os derechos ante la occidental y ha servido para expresar realidades en las que sólo
ley), la m ism a expresión sirve para dividir las aguas y las posi­ tendría existencia "em pírica" (o natural), porque su existencia
ciones sociales. N o obstante, uno de los denominadores coiro­ (¡orno un hecho social sólo se da en situaciones especiales.
nes de todas las situaciones es la separación o diferenciación - La sociología ha sobresalido por el uso y abuso de la noción
social, cuando se establecen las posiciones de las personas en de individuo (e individualismo) en el estudio de realidades no
occidentales, lo que en los últim os años se ha relativizado
el sistema social. .m . '
Aquí, un punto decisivo es que el ¿Sabe con quién esta ha­ sobre todo por el trabajo de Dumont. Por otro lado, la noción
b lando?" desenm ascara situaciones y posiciones sociales. Asi, áe persona surgió claramente con M arcel M auss (1974), en un
com o ya vim os, en una ciudad pequeña no se usa esa forma de aEífeulo clásico en el que sigue la trayectoria de la noción que
fuga hacia el anonimato simplemente porque el anonimato no daría cobertura a la idea de un personaje (en las sociedades tri­
exfste. Lo m ism o sucede en las sociedades tribales, donde la bales) que se individualiza progresivam ente hasta llegar a la
posición en una familia, el hecho de poseer cierto conjunto de i8ea de persona com o "ser psicológico" y sum am ente indivi­
nombres o de pertenecer a determ inado linaje definen a la pe dualizado.
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 227
226 "¿SABE CON QUIEN ESTA HABLANDO?"

Se aprecia perfectam ente la idea de M auss en cuanto a que de su elaboración ideológica. Aun cuando no quepa d u d a de
la persona de hecho era un punto de encuentro entre la noción que M auss tiene razón cuando dice que "es evidente [ ...] que
jamás hubo ser hum ano que no tuviera sentido, no sólo de su
de individuo psicológico y una unidad social. Pero es impor­
cuerpo, sino también de su individualidad en un tiempo espiri­
tante observar que, para él, la noción de persona desemboca­
ba en la idea de individuo. Las m ism as oscilaciones surgen tual y co rp o ra l" (1974: 211), tam bién es cierto que — com o lo
también en la obra de A. R. Radcliffe-Brown (1974) y de otros indica el propio M auss— la idea de persona, del "y o ", nació y
"creció m u y lentam ente d u ran te m uchos siglos a través de
antropólogos ingleses, ya que la idea de individuo se convir­
tió en una especie de problem a en la antropología social britá­ muchas vicisitudes, a tal grado que todavía h oy es fluctuante,
nica, com o lo dem uestran Viveiros de Castro y Benzaquem de delicada, preciosa y falta por ser elaborada" (1974: 209).
A raújo (1977). A quí, siguiendo a D um ont, m e interesa mos­ Esa elaboración social es la que interesa, pues a partir de ella
trar que la noción de individuo también es social. Enseguida, se construyen las ideologías. Así, lo sociológico, o mejor aún,
m e gustaría revelar que la noción de individuo puede contras­ lo social, es aquello que se toma de lo que se da empíricamente
tarse con la idea de p erson a (tam bién una construcción so­ (naturaleza) y que alguna entidad elabora de m anera conscien­
te, con el propósito de que p ueda tom ar una posición o crear
cial), que expresa otro aspecto de la realidad hum ana. Y, por
últim o, espero m ostrar que ambas nociones perm iten introdu­ una perspectiva. -
* La idea de individuo recibió dos elaboraciones distintas. En
cir en el análisis sociológico el dinam ism o necesario para
poder m ostrar la dialéctica del universo social con una ampia una de ellas, com o acabamos de ver, se tom ó su vertiente más
individualizadora, con m ayor énfasis en el "y o individual",
aplicación, sobre todo en el caso de Brasil.
El prim er punto que estableceré es que la idea de individuo repositorio de sentimientos, emociones, libertad, espacio inter­
contiene tres ejes básicos. En un plano tenemos la noción em­ no, por consiguiente capaz de aspirar a la libertad y la igualdad,
píricamente dada del individuo com o realidad concreta, natu­ donde la soledad y el am or son dos de sus rasgos básicos (cf.
ral, inevitable, independiente de las ideologías o representacio­ Viveiros de C astro y Benzaquem de A raújo, 1977), y el poder
nes colectivas e individuales. Sabemos que no hay formación de optar y escoger, uno de sus derechos fundamentales. De he­
social hum an a sin el individuo. Pero reconocer la existencia cho, en esa construcción — que corresponde a la construcción
em pírica de éste y sorprenderlo com o unidad social relevante occidental— la parte es m ás im portante que el todo. Y la n o ­
y activa en una form ación social, capaz de generar los ideales ción general, aceptada universalmente, es que la sociedad debe
concom itantes de individualismo e igualitarismo, es un hecho estar al servicio del individuo, pues lo contrario sería una in­
social e histórico, d ad o de m anera objetiva, p roducto del des­ justicia que será necesario corregir.
arrollo de una form ación social específica: la civilización occi Otra vertiente im portante del individuo natural o em pírica­
dental. Sólo en esta civilización la idea de individuo tuvo una mente d ad o es la elaboración de su polo social. A quí, la v e r­
apropiación ideológica, a partir de lo cual se construyó la ideo tiente que desarrolla la ideología ya no es la igualdad paralela
logia del individuo com o centro y foco del universo social, que de todos, sino la com plem entariedad de cada uno para form ar
contiene dentro de sí a la sociedad, com o lo prueban nuestros una totalidad que sólo p uede constituirse cu an d o se tienen
m itos de Robinson Crusoe y de los superhombres de las histo­ todas las p artes. En vez de que la sociedad esté en el indivi­
duo, tenemos lo opuesto: el individuo contenido e inmerso en
rietas o los cowboys solitarios y los detectives privados.
la sociedad. Esa vertiente es la que corresponde a la noción de
L a cuestión aquí es la siguiente: aunque toda sociedad
m ana esté constituida por individuos empírica (o naturalm^n Persona com o entidad capaz de remitir al todo, y ya no a la uni­
dad, e incluso com o el elem ento básico por m edio del cual se
te) dados, no toda sociedad tomó ese hecho com o punto cen
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 229
228 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

cristalizan relaciones esenciales y com plem entarias del uni­ expulsados de la colectividad para que después se incorporen
nuevamente, pero ahora com o figuras complementarias y como
verso social. _
C om o se & advierte, las dos nociones son básicas y son am- partes de una totalidad que tiene con ellos una relación esen­
pliamente_ u tuizadas en todas las sociedades h u m an as. Sólo cial o sustantiva.
que la noción de individuo com o unidad aislada y autoconte- Así, en las sociedades holísticas la m arca tiene que usarse
nida se desarrolló en O ccidente, mientras que en las socieda­ por el resto de la vida — com o ocurre con los judíos— ; la socie­
dad realm ente se im prim e en el individuo. Cabe n otar tam ­
des holísticas, jerarquizantes y tradicionales dom ina la noción
bién que en esas form aciones sociales la m áscara social no es
de persona. No obstante — y este punto es importante , las dos
algo que se pueda retirar, com o una vestim enta o un unifor­
nociones están siem pre presentes y, de hecho, existe una dia­
me; m ás bien es como una cicatriz, un corte, un agujero, seña­
léctica entre ellas. Precisamente el estudio del ¿Sabe con quién
les de prerrogativas sociales que generalmente están m arcadas
está h ab lan d o?" perm ite descubrir esa dialéctica y, con ella,
sugerir la im portancia teórica de ambas categorías para el aná­ por una ideología com plem entaria y fundada en la recipro­
cidad.
lisis sociológico general.
En ton ces, de m anera concisa, la noción de persona puede Por otro lado, esas incorporaciones son relativas. Los indivi­
caracterizarse com o una vertiente colectiva de la individuali­ duos se incorporan a la sociedad, pero a través de la incorpora­
d ad , una m áscara puesta snb.e el individuo o entidad indivi­ ción en un linaje, clan o mitad. En otras palabras, entre el ele­
d ualizad a (linaje, clan, familia, m itad, club, asociación etc.) mento y la totalidad no hay una relación directa, pues un
que así se transform a en ser social. C uando la sociedad atri­ segmento intermediario realiza esa m ediación. Aquí no existe
buye m áscaras a elementos que desea incorporar en su seno, lo la noción de sociedad com o societas, es decir, un grupo de per­
sonalidades individuales que de m anera voluntaria (por un
hace por m edio de rituales, penetrando, por decirlo así, esa
cosa que debe convertirse en algo socialm ente significativo. contrato) se juntan para form ar un grupo por medio de leyes
Esto equivale a tom ar algo que antes se daba empíricamente- fijas e iguales para todos. Lo que existe de inmediato es un seg­
(aleo natural), com o un niño, un árbol, un pedazo de piedra, mento social que establece las prerrogativas de cada unidad.
una casa recién construida, para elaborar una relación esencial, En un sistema de castas eso se aprecia nítidamente, puesto que
m arcad a de m anera ideológica. Esa operación es la que hace a cada una de ellas le corresponde cierta tarea, y cada una com ­
que el elemento se vuelva persona o ser social. En las socieda­ plementa a la otra en términos de pureza o im pureza (cf. Du-
des tribales, por ejem plo, la transform ación del niño en per­ mont, 1 9 6 5 ,1970a, 1970b).
son a im plica una serie de etapas ritualm ente m arcad as, casi Ahora se puede ver con m ayor claridad que el lugar del
siem pre una acción física: perforación de las orejas, de los la­ ‘individuo — en oposición al lugar de la persona— está en los
bios (cf. Seeger, 1975), del septum nasal, etc. Es com o si la tota­ sistemas donde no existen segm entos, o m ejor dicho, donde
lidad estuviera penetrando el elem ento individualizado para los grupos que ocupan el lugar de los segmentos tradicionales
liquidar de una vez su espacio interno, en el m om ento mismo son asociaciones. De hecho, el lugar del individuo, com o ya lo
de esa penetración, incorporándolo definitivamente a la colec­ dijo Mauss, está en una form a de totalidad radicalm ente dife­
tividad y a la totalidad. Así se explica mejor, creo, la razón.de rente: en la nación (cf. M auss, ¿1920-1921?; 1972, vol. iii). En
estado liminar o marginal (cf. Van Gennep, 1978; Tumer, 1967) principio, no puede haber una nación sin que exista cierta inte­
de los novatos. Es que, primero, son individualizados y, como en gración de la sociedad, es decir, que esa nación deberá haber
las formaciones sociales tribales el individuo en general es pe­ abolido cualquier segmentación: clanes, ciudad, tribus, reinos
ligroso y, por lo mismo, controlado, los novatos tienen que ser y dominios feudales." Y, más adelante:
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 231
230 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
Individuo Persona i
Esa in tegración es tal que, en las nacion es de tipo naturalmente
acabado, no existe, por decirlo así, interm ediario entre la nación y
Tiene em ociones particulares.
el ciudadano que desapareció [...] en cualquier tipo de subgrupo;
que el enorm e poder del individuo sobre la sociedad y de la socie­ La con cien cia es social (es decir,
La conciencia es individual.
dad sobre el individuo — que se ejerce sin freno o engranaje— tiene la totalid ad tiene p reced en cia).
algo no reglam entado, y que el problema que se plantea es el de la
reconstrucción de los subgrupos en una forma diferente a la del clan La amistad es básica en las formas La am istad es residual y está de­
o del gobierno local soberano y, en todo caso, distinta a la de una finida jurídicamente.
de relación = elecciones.
fragm entación [1972, vol. ii i , p. 290, y también D um ont, 1970b: ca­
pítulo 5]. La narrativa y la novela íntima, La m itología, las form u lacion es
individualista (obra del autor), p arad ig m áticas del m u n d o, son
Mauss ve con precisión la concomitancia de nación, como nue­ son esenciales. básicas com o form as de expresión
va forma de organización social y política, e individuo. Y además
Hace las reglas del m undo en R ecibe las reglas del m u n d o en
de qué m anera, en ese m odo de colectividad, los individuos
que vive. que vive.
actúan socialm ente en forma diferente. Es decir, que en la na­
ción los individuos tienen en la actuación social una opción La segm entación es la norm a.
No hay m ediación entre él y el
que pueden ejercer o no p ara form ar la llam ada "sociedad ci­
■todo.
v il", m ien tras que en las socied ad es segm entadas, comple­
m entarias y tradicionales, lo social no es una opción opuesta al
m undo individual. P or el con trario, se im pone a la persona L a DIALÉCTICA ENTRE IN DIVIDUO Y PERSONA
com o parte integral de su conciencia. Aquí, la totalidad tiene
en la unidad — la persona— una de sus prolongaciones esen­ Si existe alguna utilidad en la dicotomía individuo/persona es
ciales y com plem entarias. N o hay, com o sucede en la nación, lo aquella que se relaciona con las posibilidades de dinam ism o
que M auss llamó "p od er" de la sociedad sobre el individuo, y que parece perm itir. Así, el estudio del "¿Sabe con quién está
viceversa, com o ocurre en n u estra dinám ica social, donde la hablando?" com o un ritual autoritario m uestra la posibilidad
relación entre la totalidad y la unidad es problemática. de pasar de un polo al otro — del individuo a la persona ,
Para resumir, diría-que las nociones de individuo y de per­ puesto que todas las sociedades, com o ya lo había dem ostrado
sona tienen las siguientes características: Durkheim, utilizan com o instrumento de reflexión sociológica
la noción básica de cuerpo y alma (cf. D urkheim , 1975. cap. 15).
Individuo Persona Entonces, en térm inos de la ecuación de Durkheim , diríam os
que el cu erp o estaría m ás p róxim o a la noción de individuo
Libre, tiene derecho a un espacio E stá sujeta a la totalid ad social
como categoría que define un espacio para sus elecciones y
propio. con la que se vincula de un modo
necesario.
emociones en oposición fundamental al todo. El alma quedaría
del lado de la idea de persona, com o la vertiente que idealiza
Igual a todos los otros. Com plem entaria a para los otros. la unión com plem entaria y no contradictoria de la parte con la
totalidad. Sin em bargo, no h ay que olvidar que am bas ideas
Tiene posibilidad de elección, lo N o tiene posibilidad de e le c c ió n , siempre están presentes en toda sociedad hum ana, p or lo que
que considera uno de sus dere­ es fundamental estudiar sus relaciones.
chos fundam entales.
";SA BE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 233
232 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
denses, donde sólo se puede entrar por medio de una invita­
Sabem os que en un sistem a com o el de O ccidente las rela­
ción, com o es el caso de las fraternidades, sororities, clubes e
ciones entre el individuo y la totalidad son au tom áticas e in­
instituciones de enseñanza e investigación.13 La propia ideolo­
cluso recuerdan la operación de las m áquinas tragaperras que
gía del éxito — que expresa claram ente los valores de la socie­
existen en los Estados Unidos, de las que se excluye el interme­
dad individualista y pragm ática— legitima el personalismo en
diario de las operaciones de com pra y venta y, junto con él, el
formaciones sociales individualistas e igualitarias. El éxito pa­
im pórtam e elem ento del regateo com o instrum ento para que,
rece expresar — junto con las categorías de it, glamour, charm,
com o diría Polanyi (1967), lo social absorba lo econom ico. De
sex-appeal, etc — la idea de la diferenciación en universos igua­
hecho, en este caso el Estado debe servir al individuo, y el go­
litarios. Así, la noción se reifica: el éxito es algo que — com o el
bierno, com o dicen los estadunidenses, se vuelve una "admi­
famoso maná— se puede tener o perder. Quien tiene éxito aca­
n istración " que es tanto m ejor cuanto m enos actúa (the least,
ba volviéndose persona y es tratado de una m anera especial,
the best, reza el dicho). En esa form ación social raros son los
diferente. Y el éxito, com o dice su sentido básico, es algo que se
lugares donde existen personas. Pero, com o es evidente, ellas
hace y se tiene. No es una cosa que se reciba, com o el nombre,
no han sido totalmente abolidas del sistema. Siguen existiendo
la sangre o el título nobiliario. En consecuencia, tenemos que la
en enclaves étnicos — en los barrios de p ortorriqueños, italia­
ideología del éxito es un m odo de conciliar la diferenciación
nos, irlandeses, judíos, etc.— donde hay formas de adoptar un
concreta de los hombres con su ideal de igualdad, com o si fue­
sistema im perativo de relaciones sociales (un sistema verdade­
se un m odo de diferenciar sin jerarquizar, pues, com o sabe­
ram ente holístico) y de utilizarlo com o recu rso de poder y
mos, el éxito (y toda su constelación de nociones correspon­
prestigio. Eso fue lo que hizo la mafia y lo que hacen de mane­
dientes) no es socialmente transmisible o transferible.
ra sistem ática los irlandeses, conocidos en los Est .dos Unidos
Com o m iem bro del círculo de éxito, los v i f pueden eludir
por haberse apropiado de ciertas zonas básicas del sistema po­
las filas de espera y poseen el privilegio del reconocim iento
lítico con base en un código personal de relaciones que, proba­
especial en un m undo hecho de rostros anónim os. También
blem ente, tomó por sorpresa a un sistem a político individua­
prescinden de la trem enda soledad del universo igualitario e
lista. Así, no es una casualidad que sea en el crim en y en la
i individualista en el que los lazos familiares se rompieron, por­
política — en ámbitos donde las relaciones frente a frente y las
que nunca están solos. En su calidad de personas, siem pre al-
jerarquías pueden ser m uy im portantes— donde los extranje­
I gUien los está com plem entando. Y, en consecuencia, en ese
ros que viven en los Estados Unidos puedan alcanzar el éxito.12
í...tnundo de personas, en el m ás alto nivel de toma de decisio-
Pero las relaciones personales y jerarquizantes persisten en *
los Estados Unidos en otras formas de organización: en el ra­ 13 Pensamos en la alta institución de enseñanza e investigación en la que las
cism o, en el exclusivismo de las instituciones to.jles estaduni- relaciones frente a frente son intensas, el trabajo es artesanal, las relaciones de
r tirocinio personal y la amistad son fundamentales, las jerarquías están en
-,¡gor y todo el sistema tiene como modelo a las universidades europeas del
« Justamente porque - y ésa es la h ip ó te sis- encontraron el aparato poli­
mundo medieval. De este modo, son muchas las instituciones de alta investi­
cial preparado para enfrentar al ladrón o al bandido individualista, que achia
gación en las que se necesita una invitación para ingresar, como en los clubes
d e un modo solitario y contra el sistema; y nunca al bandido que actúa dS un
Exclusivos en los que existe un sesgo ineludible de sociedad secreta o grupo
modo organizado (jerárquicamente) haciendo valer, ademas de las armas, la
- U , especial; y todo esto abunda en los Estados Unidos. Así pues, la exclusividad
autoridad y el prestigio de las relaciones de parentesco, amistad y es, como ya lo señalé, un fenómeno aparentemente característico de una socie­
go, además de todas las creencias en santos y en la propia Iglesiacatohcaro-
dad con un "cred o" igualitario, para usar la expresión de Gunnar M yrdal
mana. Así, el bandido social (como dice Hobsbawn, 1975) se definiría tamb.en ,(1962), que fue el primero en mostrar la importancia del credo estaduniden­
por utilizar las relaciones sociales, construyendo una sociedad paralela con
se" para comprender él problema negro en los Estados Unidos.
ellas. Ciertamente fue lo que hizo la mafia en los Estados Unidos.
235
234 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

nes, en las altas esferas del dinero y de poder, es donde La visión concluyente es que existe una compleja dialéctica
A nthony Leeds encuentra — y creo que con razón— las "cama­ entre el individuo y la persona, que corresponde de cerca a la
rillas" estadunidenses (cf. Leeds, 1965: 402, nota 8). Con esas dicotomía del Homo dúplex de Durkheim. De hecho, en la opo­
personas, el sistema individualista sufre una especie'de flexión sición entre cu erp o y alm a D urkheim vio el d ram a universal
que perm ite que en él puedan operar los valores de las relacio­ de aquello que, para mí, se expresa en las categorías de persona
nes personales, lo que de cierto m odo y dialécticam ente sirve e individuo, com o las dos vertientes ideológicas vinculadas a
com o una justificación para los valores cotidianos y normales la realidad em pírica (y natural) del individuo.
de la igualdad y del individualismo. Así, tendríam os sistemas que privilegian al individuo y sis­
Lo sim étrico inverso se da en los sistem as tribales (y en las temas que tom an como centro a la persona. ¿Existirá la posibi­
sociedades tradicionales), donde el individuo no existe y do­ lidad de tener sistem as en los que las dos nociones sean basi-
mina la noción de persona. En ellos el individuo es el hombre cas? Mi resp u esta es afirm ativa, y el estudio del "¿Sabe con
o la mujer, definidos com o egocéntricos e interesados, esto es, quién está hablando?" parece indicar perfectam ente la im por­
aquellos que sucum ben ante los valores m ás caros del indivi­ tancia de am bas nociones. P o r un lado tenem os el énfasis en
dualismo, com o el utilitarismo y el lucro. Claro está que en un una ley universal (cuyo sujeto es el individuo), que se presenta
sistem a form ado p o r una red de relaciones sociales imperati­ como igual para todos; por el otro, tenemos la respuesta indig­
vas, en el que dom inan el espacio social y la persona, el indivi­ nada de alguien que es una persona y exige una flexión espe­
duo es el brujo; es decir, aquel que siempre pide y no da nada cial de la ley. En sistemas así — y supongo que aquí podem os
en retribución, el que está por encim a de los parientes y ami­ incluir a todas las sociedades llam adas m editerráneas— tene­
gos; en una palabra, el que huye de la totalidad y que, al igual mos las dos nociones que operan de m odo sim ultaneo, y le
que el renunciador indio (cf. Dumont, 1970b: cap. 3), mediante toca a la investigación sociológica localizar los contextos en los
el rechazo del m undo ordinario se transforma en individuo. que el individuo y la persona son requeridos. En el caso espe­
Del m ism o m odo, los afines en sistemas fuertemente marca­ cial de Brasil todo indica que tenemos una situación en la que
dos por la solidaridad del linaje y de la fracción también son el individuo responde a la noción m oderna, sobreim puesta a
vistos de form a individualizada y, así, se consideran una fuente un poderoso sistem a de relaciones personales. Asi, el ¿Sabe
de peligro o de m agia negativa. Los curanderos son vistos de con quién está hablando?", el carnaval, el fútbol, el sistem a de
la m ism a m an era, bien com o m ediadores sociales, com o los patrocinio y de relaciones personales son fenóm enos estru c­
jefes piel de leopardo nuer, los profetas y los héroes míticos en turales que perm iten descubrir una dialéctica que vuelve com ­
general. De h ech o, su trayectoria es la de quedar fuera del pleja la operación del sistema en el nivel puram ente economico,
m undo renunciando al sistem a social con el cual están vincula­ como lo han notado algunos estudiosos brasileños aym un
dos de m anera sustantiva. En ese limbo social aprenden, curan, do Faoro (1975), O távio Velho (1976) y Sim ón Schw artzm an
d estru yen y sirven com o p arad igm as de un m odo de acción (1975)— . . . . . .
posible, pero peligroso. Sin em bargo, en todos los casos lo que En form aciones sociales de este tipo, la oposicion indivi­
hemos denom inado liminariedad puede traducirse mejor, en tér­ d u o/p erso n a siem pre se m antiene, al con trario de las socie­
m inos sociológicos, com o la individualización en un universo dades que hicieron su "reform a protestante" cuando, com o lo
de personas. La noción de individuo también es importante en demuestra M ax Weber (1967), los m ediadores entre el universo
los grupos tribales, aunque la categoría se utilice para explicar lo social y el individual fueron destruidos. En el m undo protes­
excepcional, no al hom bre com ún, som etido al sistema de rela­ tante se desarrolló una ética del trabajo y del cu erp o, con la
ciones sociales. propuesta de una unión igualitaria entre cuerpo y alm a, bn los
"¡SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 237
236 ¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
jsli allá ni acá han desaparecido el individuo o la persona, sólo
sistem as católicos, com o el brasileño, el alm a sigue siendo su­
nue el sistema se equilibró de un m odo diferente.
perior al cuerpo, y la persona es m ás im portante que el indivi­
’* En Brasil son innumerables las expresiones que denotan el
duo. Así, seguim os m anteniendo una fuerte segm entación
desprecio por el "individuo", término que se usa com o sinóni­
social tradicional, con todas sus dificultades p ara la creación
mo de gente sin principios, de un elem ento d escarriad o del
de las asociaciones voluntarias que constitu yen la base de la
mundo hum ano y próximo a la naturaleza, com o los animales.
"so cied ad civ il", fundam ento del Estad o burgu és, liberal e
De ahí que la expresión "individuo" pueda utilizarse en el len­
igualitario, dom inado por los individuos.
guaje de la crónica policiaca com o un terrible sinónim o del
Entonces, en Brasil, junto al "¿Sabe con quién está hablan­
anonimato total. En consecuencia, utilizam os expresiones
d o ?" tenemos las famosas expresiones de "negro de alma blan­
como "ese individuo sin carácter", o "el individuo asesinó al
c a " y "el dinero no hace la felicidad , todo eso adem ás de la
niño sin piedad", etc., tomando la individualización en su sen­
ecuación según la cual trabajo es igual a castigo y riqueza es si­
tido literal para expresar la realidad de alguien que fue inca­
nónimo de suciedad, de cosa ilícita. Basta con leer algunos afo­
paz de dividirse, de darse socialm ente. Al quedar indivisa, la
rism os de Ben Frankiln (Weber, 1967) para ver que la idea del
criatura no fue capaz de vincularse a la sociedad, no fue pe­
capitalism o es entrar en el m undo, y no huir y renunciar a él,
netrada por ella, com o sucede cuando se es una persona. En
com o parece ser el caso entre nosotros. De este m odo, en el sis­
Brasil, por esta razón, el individualismo también es un sinóni­
tema protestante (y capitalista) el cuerpo va junto con el alma,
mo y una expresión cotidiana de egoísm o, un sentim iento o
el dinero sigue al trabajo, y el individuo hace el m undo y sus
actitud social condenada entre nosotros.
reglas. Ahora bien, entre nosotros el cuerpo es inferior al alma,
Todo esto parece lógico, pues ¿cóm o es posible operar una
dinero y trabajo son cosas separadas y las que m andan son las
sociedad semijerarquizada con una fuerte dosis de individua­
personas. La idea de una sociedad segm entada, con las oposi­
lismo e igualitarismo? Individualizar significa, ante todo, des­
ciones clásicas entre hom bre/m ujer, viejo/joven, calle/casa,
vincularse de los segm entos tradicionales com o la casa, la
buena vida/trabajo. Com o señalé antes, tenemos m aneras mu-*
familia, el eje de las relaciones personales com o m edios para
cho más poderosas de com pensar las diferencias económicas,
vincularse a la totalidad. Se trata de buscar un lazo directo con
ya que nuestro sistem a, insisto, es m últiple y perm ite varias
el Estado por medio de asociaciones voluntarias com o el sindi­
clasificaciones. cato, el partido político y los órganos de representación de cla­
En térm inos de la dialéctica del individuo y de la persona,
se. Pero para ello es preciso echar mano de los derechos otor­
tenem os un universo form ado por un pequeño núm ero de
gados de m anera sustancial por la sangre, por la filiación, el
personas, jerarquizado, que dirige la vida y el destino de una
casamiento, la amistad y el com padrazgo.
m ultitud de individuos, los que deben obedecer la ley. Por
ello, el m undo se divide en una capa de personalidades, auto­
ridades y "hom bres de bien" que hacen la ley. En un polo tene­ • _
I n d iv id u o , p e r s o n a y s o c ie d a d b r a s il e ñ a
m os a la sociedad de los "d u eñ os del p o d er", para usar la
expresión de Faoro (1975); en el otro, el p royecto de nación
dreo que es fructífero establecer la distinción entre persona e
burguesa y capitalista. La oposición fundamental es la de indi­
individuo, que parece básica en la interpretación sociológica,
viduo y persona, com o, por cierto, ya lo había planteado Alceu
,Bobre todo tratándose de una sociedad como la brasileña, donde
A m oroso Lima en A realidade americana (1955). Para Amoroso
fía distinción existe en el nivel concreto e incluso se apropia de
Lim a, enTos Estados Unidos la realidad está form ada de indi­
manera ideológica. A diferencia de India, que excluye sistem á­
viduos, m ientras que en Brasil la unidad social es la persona.
238 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 239

ticam ente al individuo, o de los Estados Unidos, que excluyen Y no es preciso agregar que son personas o entidades
sistem áticam ente a las p erson as, en Brasil p arece que utili­ que aglutinan a su alrededor vastas clientelas y distribuyen ar­
zam os tanto una com o otra categoría. Debido a esto tenemos la ticuladam ente las posiciones ideológicas. Tam poco hay que
posibilidad de expresar la realidad social brasileña por medio decir que a partir de tal perspectiva nace la necesidad de pen­
de un doble código, com o lo ha percibido un gran número de sar el m undo com o profundamente jerarquizado, pues el m un­
estudiosos de nuestro escenario cultural. Así, tenem os un có­ do pertenece a las superpersonas.
digo vinculado a la m oral personal, con el misticismo, la valen­ El grupo superior engloba (Dumont, 1971a, 1970b) a los infe­
tía y la aristocracia. A quí estam os en el reino de la caridad y de riores haciendo que sus objetivos sean los de todo el sistema y
la bondad com o valores básicos, cuyo foco es un sistema de per­ hablando en nombre de los "inferiores estructurales", siempre
sonas que siem pre se conciben com o com plem entarias porque denominados "pueblo" (palabra básica entre nosotros). El pue­
todas son necesarias p ara com poner el cuadro de la vida social blo es siempre la entidad popular, masificada y fuerte que está
brasileña. de nuestro lado. Cuando es el adversario el que lo invoca, no
En un sistem a de personas todos se conocen, todos son "gen­ es "pueblo", se trata de un sector de clase, o, lo que es peor, de
te", todos se respetan y nunca sobrepasan sus límites. Vale de­ un pedazo de la "clase m ed ia". Porque el pueblo siem pre es
cir que todos conocen sus lugares y ahí se quedan satisfechos. generoso, siem pre verdadero y, a consecuencia de tantos atri
En ese sistem a de personas — que sustenta el u niverso social butos positivos, siem pre es idealizado y m anipulable. Su vo-
segm entado en fam ilias, grupos com pactos de profesionales, ' luntad — que nadie requiere conocer— es la voluntad inclu­
barrios, y la fam osa y siempre presente ideología aria y racista yente dé las personas que hablan por él. Del m ismo m odo que
que jerarquiza o ayuda a jerarquizar nuestras relaciones entre el inferior estru ctural u sa la figura p royectad a de s u patrón
personas— se hacen las leyes y se establece la confusión entre la para identificarse con ella y p od er legitim ar su superioridad
regla y su autor, que, p or realizarla m aterialm ente, puede, es cuando usa el "¿Sabe con quién está h ab lan d o?", el superior
obvio, dejar de cum plirla. En ese universo de personas es don­ estructural, la persona, engloba a sus inferiores, vistos de manera
de encontram os a los medallones, a los figurones, los ideólogos, colectiva com o "pueblo" y así habla por ellos.
las personas-instituciones (valga la redundancia): aquellos que De hecho, el papel m ás utilizado por las "p erson as" en sus
no nacieron sino que fueron fundados. Y también aquí encon­ relaciones con el otro es la jerarquía, en la que el superior siem ­
tram os a los líderes que — com o ya lo había observado Lévi- pre "sabe lo que es bueno" para el inferior. En una palabra, el
Strauss (1955: 124)— en carn an las corrientes sociales que de­ superior engloba y guía al inferior, evita que "el pueblo" sea
fienden y desean p o n er en p ráctica. De hecho, en Brasil la engañado y hum illado en sus derechos. Entonces, en Brasil
su p erp erson a tiende a en trar en un plano que llam é nirvana tenemos "representantes del pueblo", y no representantes de
social, una zona donde queda por encima y m ás allá de las acu­ sectores de la sociedad, en cuyo caso el m undo sería dolorosa­
saciones y pasa a ser lo que nos gusta llamar "nuestro patrimo­ mente concreto y poblado de crisis y de intereses.
n io " o, m ejor dicho, "patrim onio brasileño o nacion al". Aquí En consecuencia, es una obligación de las "p erso n as" co n ­
estam os en el plano cotidiano y familiar de las personas cuyas ducir el sistem a social, pues es su responsabilidad erigir e
peticiones no se pueden rechazar, cuya obra no se puede ata­ m undo e introducir en él las ideologías que deberán m odifi­
car, cuyo rostro no puede ser desconocido, cuya proyección (y carlo. Las ideologías que vienen espontáneam ente de los infe­
la expresión es significativa, com o ya lo observó Leeds, 1965) riores siem pre son vitales por "inocentes " o ingenuas, presas
es avasalladora y cuyo prestigio (he ahí otra palabra básica de fáciles de grupos y de personas. Pero todo lo que viene de arriba
nuestro vocabulario) no debe subestimarse. es sagrado y puro. Es algo que tiene una legitimidad indiscu-
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 241
240 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

tibie y debe ser "to m ad o en serio". A sí tenem os el universo el "respeto", serviría, entre otras cosas, para establecer grad a­
que Lima Barreto vio com o constituido de brahm anes. Es de­ ciones de prestigio y autoridad entre personas y familias
haciendo desaparecer la igualdad social vigente en las com u­
cir, de una capa o segm ento que cuida exclusivam ente de las
tareas políticas, estéticas y m orales que, entre n osotros, real­ nidades del llam ado m undo m editerráneo. Lo m ism o sucede
mente asum en una tonalidad casi religiosa. con el "respeto" que, en la excelente dem ostración de Viveiros
También aquí, en la esfera de las personas, es donde, corno de C astro (1974), queda a la mitad del cam ino entre la igual­
en todo sistema jerarquizado, aparece la ideología de la bondad dad de los "hom bres libres" (pero sin ideología del igualitaris­
mo y del individualismo) y la jerarquización (pero sin aristo­
y de la caridad que constituye uno de los puntos significativos
de nuestras definiciones com o pueblo (cf. A zevedo, 1966: 54). cracia plena). . . . .
Pero hay que reconocer que la vertiente individualizante
Tenemos caridad, nunca filantropía (que es un sistema de ayuda
al prójimo, volcado mucho más hacia la construcción social), y también existe entre nosotros. Está presente en nuestro aparato
así reforzam os las "éticas verticales" que, al vincular a un su­ legal, puesto que las leyes se hicieron para los individuos y en
perior con un inferior mediante los lazos sagrados de las rela­ función de la igualdad básica de todos los individuos ante la
ciones b asadas en el patrocinio personal y de la moralidad, ley. En una palabra, el universo de los individuos está consti­
perm iten m ucho más la perspectiva com plem entaria de las tuido por aquel plano de la impersonalidad de las leyes, decre­
tos y reglam entos en su aplicación y operación práctica. Es
relaciones jerárquicas que las antagónicas. El m undo parece
también el universo de los servicios más autom áticos del Esta­
co m p u esto de fuertes y débiles, ricos y pobres, patrones y
clientes, donde unos proporcionan a los otros aquello de lo do, siempre gratuitos, sobre todo en lo que tiene relación con
la salud y la educación. Las leyes y reglamentos, en su ángulo
que no disponen. En otras palabras, las relaciones.no unirían a
individuos (o cap as individualizadas) sino a personas. De impersonal y automático, sirven para ordenar el m undo masifi-
cado de los individuos, a quienes se aplican de m odo integral
hecho, se podría decir, de acuerdo con D um ont (1970b: 141),
que la realidad no es el individuo, sino — com o ocurre clara­ y para quienes, en última instancia, se hicieron.
diora se puede parodiar el célebre refrán brasileño ya m en­
m ente en el caso de la umbanda— la relación. El par es lo impor­
tante — y ya vim os esto en el capítulo an terior— , pues es lo cionado diciendo "a los malnacidos, la ley; a los am igos, todo";
que perm ite superar las diferencias individuales, construir un o "¡a los individuos, la ley; a las personas, tod o!",* lo que en
puente entre capas y luego llegar a la totalidad. Con ello, insti­ realidad significa: ¡a quien esté inserto en una red im portante
tuim os un sistem a de relaciones personales com o un dato de dependencia personal, todo; a quien esté aislado y sin
mediaciones personales ante la sociedad, la ley! Pues solamen­
estructural de nuestra sociedad.
te los individuos frecuentan las delegaciones de la policía, los
Ya no es preciso explicar que en este universo social es don­
¡ribunales, las filas, la medicina y la educación públicas. Tam­
de el arm a del "¿Sabe con quién está hablando?" opera de un
bién son los individuos los que sirven al ejército, en la larga tra­
m odo vigoroso. Realm ente, si en algo nos ayu d an las catego­
rías de individuo y persona es en la definición de un universo dición de transformar en soldados sólo a los esclavos y dejar a
social dual, en este caso com puesto de una vertiente personal y ■ ios hijos de buena familia fuera de la corporación que transfor­
de otra individualizante. El prim ero, ya vim os, se basa en las ma en núm eros e impersonaliza en el uniforme y en el ethos a
reglas del respeto y de la honra (cf. Pitt-Rivers, 1965; Campbell, la soldadesca, concebida com o com puesta de individuos y
1964; C utileiro, 1971; Viveiros de C astro, 1974), punto crítico tranca de "hijos de familia".
de los sistem as en los que se tiene poca tolerancia hacia la
* Cabe recordar que en Brasil tener "buena presentación vale un empleo.
igualdad y el individualismo. De este m odo, la "honra", como
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 243
242 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

nalizar la ley es señal de que se es una persona. De este m odo,


Los medallones, las personas, no se hicieron para esas leyes
el sistema legal que define el llam ado "Estado liberal m od er­
que igualan y vuelven a los individuos simples recipientes, sin
no" sirve en gran parte de las sociedades sem itradicionales
historia, sin relaciones personales o biografía. Así, los que reci­
_como Brasil— com o un instrumento más de explotación so­
ben la ley au tom áticam ente quedan algo d escarriados, como
indigentes y parias sociales. Sí, porque para nosotros depender cial, con un sentido m uy distinto para los diferentes segmentos
de un órgano im personal (p articu lar o de E stado) es revelar de la sociedad y para el que está situado en diferentes posicio­
que no se pertenece a ningún segm ento. Es m ostrar que no se nes dentro del sistema social. Por su parte, el conjunto de rela­
tiene familia o padrino: alguien que nos "da la m ano" o puede ciones personales siem pre es un operador que ayuda a subir
en la vida apaciguando y com pensando a la otra vertiente del
"interceder por nosotros".
Así, en Brasil el individuo entra en escena todas las veces en sistema.
que estam os ante la au torid ad im personal que representa la En Brasil, hacer leyes es una actividad que sirve tanto para
actualizar ideales dem ocráticos com o para impedir la organi­
ley unlversalizante que se ha de aplicar a todos. Es, como
zación y la reivindicación de ciertas capas de la población. Lo
vim os, cuando usam os el "¿Sabe con quién está hablando?" o
form as m ás sutiles y suaves de revelar nuestra "verdadera" que ha servido como foco para establecer una sociedad en la que
identidad social. Ya no com o ciu d ad an os de la República, el conflicto y el interés de los diversos grupos pueden surgir
iguales ante la ley, sino como personas de la sociedad, relacio­ claramente — el sistema de las leyes que sirve para todos y con
nadas esencialmente con ciertas personalidades y situadas por el cual todos están de acuerdo— se transforma en un instrumen­
encim a de la ley. Al desarrollar a lo largo de años esa manera to para aprisionar a la masa que debe cumplir la ley, sabiendo
de jerarq u izar y m antener las jerarquías del m undo social, que existen personas bien relacionadas que nunca la obedecen.
cream os a los coyotes o padrinos para abajo, esos mediadores que He aquí lo que parece ser el dilema brasileño. Porque la regla
hacen de intermediarios entre la persona y el aparato de Estado universalizante que su puestam ente debería corregir las des­
cu an d o se desea obtener un docum ento com o el pasaporte o igualdades sólo sirve para legitim arlas, puesto que las leyes
vuelven más solidario el sistema de relaciones personales, más
poner placa al coche. Si todos son iguales en el m om ento de
operativo y m ás preparad o para superar las dificultades que
sacar el pasaporte o em placar el carro, las personas — al con­
tratar a un coyote— pueden eludir las filas y un trato imperso­ pone la autoridad impersonal de la regla.
Por tener leyes, generalmente drásticas e imposibles de aca­
n alizado, cu an d o se está sujeto a los vejám enes de un trato
igualitario que siempre es sinónimo de trato inferior. Entonces tar rigurosam ente, acabam os por no cum plir la ley. Así, utiliza­
el coyote, ese padrino para abajo, cuya lógica de funcionamiento mos el clásico jeitinho que no es otra cosa que una variante cor­
es igual a la del padrino (o mediador para arriba) que nos rela­ dial del "¿Sabe con quién está hablando?" y otras formas más
ciona con el m undo social en general com o personas, garantiza autoritarias que facilitan y permiten burlar la ley o abrir en ella
un trato diferenciado en lugares donde operan las reglas im­ un honroso privilegio que la confirma socialmente. Pero el uso
del jeitinho y del "¿Sabe con quién está hablando? acaba por
personales.
De m anera que en el sistema social brasileño la ley unlversa­ engendrar un fenóm eno m uy conocido y generalizado entre
lizante e igualitaria se utiliza con frecuencia para servir como nosotros: la total desconfianza en relación con las reglas y
elem ento fundam ental de sujeción y diferenciación política y decretos universalizantes. Sin em bargo, esa desconfianza ge­
social. En otras palabras, las leyes sólo se aplican a los individuos y nera su propia antítesis, que es la esp eran za perm anente de
ver que las leyes finalmente se instrumenten y se cum plan. De
nunca a las personas: o mejor dicho, recibir la letra dura y fría
la ley es volverse inm ediatam ente un individuo. Poder perso este m odo, creem os que la sociedad puede m odificarse por
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" “¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 245
244

medio de las buenas leyes que algún gobierno finalmente ven­ circularmente los mecanismos jurídicos impersonales, de m odo
ga a establecer y hacer cumplir.14 que las relaciones entre los dos sistemas son complejas y pro­
Eñ consecuencia, la fuerza de la ley es una esperanza. Para blemáticas. Veamos ahora algunos casos de paso de un sistema
los destitu id os sirve com o palanca para exp resar un futuro o ámbito a otro, es decir, cuándo y de qué m anera los indivi­
mejor (leyes para nosotros y no contra nosotros), y para los po­ duos se transform an en personas y cuándo las personas se
derosos sirve com o instrum ento para d estruir al adversario transforman en individuos.
político. En am bos casos, la ley raram ente se ve com o ley, esto Para em pezar, tomemos la situación más básica y universal
es, com o regla im parcial. Así, legislar es m ás im portante que entre nosotros, que es la trayectoria individual del nacimiento
h acer cum p lir la ley. Pero, vean el dilem a, precisam ente por­ a la edad adulta, cuando el individuo entra al mundo. Aquí la
que confiam os tanto en la fuerza fría de la ley com o instru­ oposición básica radica entre la casa y la calle. C ada cual re­
m ento de cam bio del m undo, en una operación dialéctica in­ presenta un lugar privilegiado donde se hacen presentes, res­
ven tam os tantas leyes y las volvem os inoperantes. Así que el pectivamente, la persona y el individuo. En la casa las relacio­
sistema de relaciones personales que las reglas pretenden debi­ nes están m arcadas por lazos de "san g re" o de sustancia, por
litar o destruir se vuelve cada vez más fuerte y vigoroso, de dormir y com er juntos, por una atmósfera que está medio den­
m odo que tenemos un sistema que alimenta a otro.15 tro y medio fuera del m undo real. En una casa, en el seno de la
familia, damos el primer paso fundamental, pues al nacer indi­
viduos, nos transform am os en personas cu an d o adquirim os
L as z o n a s d e pa so nuestro nombre en el ritual del bautismo, que nos enlaza con el
mundo y la sociedad m ayor. En la casa o en el h ogar sólo te­
El hecho de reducir nuestra sociedad a sólo dos universos (el nemos personas, y los papeles se ven com o com plem entarios:
de las personas y el de los individuos) sería simplificar dema­ viejo/joven; hom bre/m ujer; padres/hijos; p ad re/m ad re; m a­
siado el problem a, porque hay zonas de conflictos y también rido/m ujer; fam ilia/em pleada dom éstica; sala/cu arto, etc. En
zon as de paso entre ellas, y esas zonas son decisivas para la consecuencia, en la familia y en la casa se elimina el individua-
com prensión de algunos procesos sociales brasileños. V lismo y cualquier comportamiento individualizante se percibe
Vimos antes algunos de los dilemas planteados por las rela­ como una am enaza a la vida del grupo. Así, podem os decir
ciones entre ambos sistemas, pues queda m uy claro que la ley que el dominio de la persona, en Brasil, es el dominio de la fa­
es una faceta indisociable de la moralidad personal y del jeiti­ milia y de la casa, donde todos se sienten am parados y prote­
nho, así com o el caxias es el otro lado del m alandro, y el carna­ gidos de la famosa y dram ática "lucha por la vida".
val — lo vim os en los capítulos anteriores es el reverso del
desfile del Siete de Septiembre. Sin embargo, la moralidad per­
i ¿Pero qué significa "lu ch ar por la v id a " y sus congéneres
"vida", "dura realidad de la vida", "salir de la casa para ganar­
la v id a", "m ujer de la vid a", "la vida es d u ra", etc.? Todas
sonal, con su código de intereses, intimidades y respetos, acciona
Indican la im portancia de la dicotom ía casa/calle com o dos
u Obsérvese que ésta fue una cuestión importante en las campanas electo­ dominios sociales distintos y básicos en el universo social de
- t i 1 *
rales de la u d n y se constituyó en uno de los puntos claves de nuestra vertien­ firasiL De este modo, el momento de salir de la casa es dram a-
te caxias. En ese caso decimos que para que Brasil mejore basta con cump ir s tico. Y porque, en efecto, m arcam os el m undo en términos de
leyes existentes. Nótese que caxias es precisamente el que, entre otras cosas, asi
dominios y posiciones con reglas internas diferenciadas, todos
procede. Véanse los capítulos v y vi.
'5 Lleg0 entonces, creo, a la raíz de ló que Helio Jaguanbe llamo Estado no­
los pasos son peligrosos y están m uy bien m arcados. Del pri-
tarial" (cf. Jaguaribe, 1958:41 y ss.).
ier día en la escuela al prim er día en el trabajo, pasando por
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 247
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
patrón" que nos ay u d ará a transform ar la oficina en u n . se­
todos los rituales com o el bautism o, la confirm ación, los ¡
gundo h o g ar" r , , .
versarios y, sobre todo, las ceremonias de graduación^ todos Aquí, está claro, la ideología dominante es la com plem enta-
m ovim ientos son ocasiones de una aguda tom a de concienci riedad, con todo el universo social jerarquizado en términos de
del alejamiento del grupo de la sustancia y del hogar, ese punti relaciones familiares. En otras palabras, la casa domina la cal e,
de referencia fijo en la vida de cualquier brasileño. Quiero peí como es característico en las sociedades tradicionales, cuando
sar que esos pasos corresponden a un m ovimiento de la pergt una familia gobierna a la nación com o si fuese su propia casa:
na (cuando se está dentro de la familia) al individuo (cuando: siendo el p ad re, la esposa, la m adre, los hijos, sus herederos.
entra al m ercad o de trabajo), y son pocas las personas^ qué No creo n ecesario m encionar los casos concretos de esto/ en
ingresan al m undo de trabajo sin el paso por el estado de ini Brasil o en A m érica Latina. El punto es que el llam ado "p o p u ­
viduo, desconocido y solo, luchando para "ser alguien". lismo" tiene un claro com ponente familiar, vinculado de cerca
N orm alm en te el p aso es de persona a individuo y después i, a la jerarquización del mundo público en términos del m undo
persona, cuando el em pleo se vuelve familiar y los lazos de sim­ privado, del h o g ar y de la familia. C uando esto ocurre, todos
patía, am istad y consideración se establecen con los patrones los que están relacionados con la familia dominante autom áti­
Así, un esquem a fijo de relación social es la norm a o el model , camente están protegidos del m undo, ya que de hecho el m un­
y cualquier cambio de empleo se enfrenta com o si recomenzara do es su hogar. Q uienes subsisten en el m undo son aquellos
la transform ación del empleo en hogar, pues ése es el ideal. Las que apenas p oseen lazos m uy tenues con los segm entos del
personas exitosas son las que logran juntar la casa con el traba­ poder, aquellos que sólo poseen su fuerza de trabajo com o
jo y hacen que un dominio sea la prolongación del otro. recurso p ara m ediar sus vínculos con el m undo.
C om o vem os, la en trad a al m undo (y la salida de la casg Y es aquí, precisam ente, donde la dicotom ía individuo/per­
equivale a con ocer la "c a lle " con sus m isterios y sus reg sona nos ayu da. Puesto que justamente ésa es la cuestión, ¿que
Esto se hace a través de m uchos m ediadores, ya que sisti ocurre con la m asa de personas que, al no tener m e ia or
ticam ente evitam os el con tacto directo de la persona con e alguno, entran al m undo directamente, sin padrinos, influyen­
dom inio hacia el cual está pasando, so pena de transformarla tes, ni siquiera patrones? Ésa es la masa que constituye el mundo
directam ente en individuo: un ser anónimo y sujeto a las de los individuos y que está som etida a riesgo en el universo
universales que gobiernan al m undo. Por ello, a lo largo de o generalizante de las leyes. Y entiéndase que aquí la p alab ra
ritos de p aso recibimos padrinos, paraninfos, patrones, "leyes" no significa sólo la legislación consciente que realiza el
yentes, entidades espirituales y santos (cf. G uim araes, 19 ) gobierno, sino también las propias leyes de la econom ía, que
que nos ayudan a enfrentar las dificultades que la "vid a" pq*| para m uchos se reifican com o naturales .
en nuestro "cam in o". De este m o d o , sin tener m ediadores, esas person as están
La relación fuerte con un m ediador perm ite que se nos vea sujetas a las leyes de la "oferta y la d em an d a", de las decisio­
de un m od o especial, com o el "ahijado de F u la n o ', que en nes y "op cion es no gubernam entales", de los congelam ientos
aquel dom inio social es im portante. Esta, lo sabem os, es la ñor salariales y de los dilemas políticos. Ésa es la m asa individuali­
m a. Así, diría sin m iedo a exagerar que en los sectores llaI* a' zada, d esp lazad a de sus lugares de origen donde sus m iem ­
dos m edios y altos de n u estra socied ad el conocim iento e bros eran tratad os con respeto y consideración. De hecho, en
m undo y la entrada al universo del trabajo se obtienen de u n , su m ayoría es una m asa de migrantes desplazados, paso fun-
relación m u y im p ortan te con un m ediador. Así, es poco e
16 Para un estudio sociológico que entiende la migración "por dentro" y con­
tiem po que la persona vive com o individuo. En otras P al^ ra^ firma esa visión del mundo en la que las personas están desamparadas y entre-
existe una buena oportunidad para que se descubra un bue
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 249
248

d am ental para su transform ación en individuos sin represen­ ¡ cí ñor medio de la violencia, estuviéramos buscando una com-
tación alguna, com pletam ente sujetos a las leyes del mercado y níementariedad perdida con nuestra investidura en el papel de
del E stad o. Los llam am os masa o pueblo, connotando así su ndividuo. Al rechazar de manera violenta el sistema, tal vez la
individualización o falta de apadrinam iento social. Mientras complementariedad pueda alcanzarse nuevamente.
p ara nosotros raram ente se da la individualización — por ejem­ Tampoco debe ser obra de la casualidad la relación que exis­
plo, cu an d o estam os sujetos a las leyes del tránsito— , para te entre los episodios de violencia urbana y los m edios de
ellos la individualización es regla. Sólo no están sujetos a ella transporte colectivo, justam ente cuando la m asa no está ni en
cu an d o despiertan en sus casuchas y viven en m edio de sus la casa (donde uno está integrado com o persona a una familia
familiares y vecinos. N o obstante, incluso en ese caso hay du­ o vecindad) ni en el trabajo (cuando la situación de pertenecer a
da, pues m uchos de los miembros de esa m asa no tienen fami­ algún lugar es m ás fuerte, aunque, com o vim os, pueda ser
lia, ese recurso esencial para definir a la propia persona, el pro­ impersonal). Com o "p asajeros" o "tran seú n tes" — es decir,
pio ser hum ano entre nosotros. como un personaje descarriado e individualizado del grupo
Ésta es la más profunda experiencia de explotación en socie­ primario— som os más susceptibles al uso de la violencia con­
dades sem itradicionales, com o es el caso de la sociedad brasi­ tra el sistem a. Y en esos papeles universales realizam os las
leña: la de ser tratado com o un núm ero o un dato global de famosas depredaciones en trenes, autobuses o estaciones de
una m asa, en un m undo profundam ente personalizado, don­ barcas. Pues en esas situaciones vivim os no sólo el nivel más
de todos son "gen te" y vistos con "el debido respeto" y "la de­ lito de lo liminar de las personas, sino también la m ayor suje­
bida consideración". Y aquí, en el orden de todo y sometido a ción a las reglas im personales e igualitarias que, de hecho,
todas las reglas unlversalizantes de nuestro sistem a, se descu­ acentúan la falta de respeto y consideración del sistema hacia
todos los que ocupan, por la fuerza de las circunstancias o no,
bre el m od o por el cual se da la explotación entre nosotros.
Incluso cream os una expresión grosera para ese upo de gente algún papel generalizado que individualiza.
En esos casos, la violencia sirve com o un m odo de reinte­
que tiene que cum plir de m anera im perativa todas las leyes:
gración al sistem a, ya no com o un núm ero o elem ento indi-
son los jodidos de nuestro sistema. Son nuestros individuos in­
ferenciado (un individuo) sino com o una persona — con nom ­
tegrales, y hacia ellos dirigim os nuestros "¿Sabe con quién
bre, honra y consideración— . La transform ación de individuo
está hablando?"
en persona se hace nítida cuando el grupo individualizado se
Por ello, no es una casualidad que en el exterior los brasile­
transforma de "pueblo" (que es siempre bueno y debe ser pro­
ños sientan saudade, es decir, que descubran la terrible nostalgia
tegido de los "perturbadores" y agitadores") en turba agitada,
del estado de soledad, cuando se sitúan ante un mundo imper­
es decir, en multitud con objetivos certeros. En ese m om ento el
sonal, sin ninguna relación de mediación y complementariedad
"hombrecillo com ún" adquiere calificativos precisos y consi­
con él. Una reacción a ese estado de cosas es la actuación suma­
gue respuestas de las m ás altas autoridades de la nación. En
mente destructiva de ciertas personas en Europa y en los Esta-,
otras palabras, es cuando la masa se convierte en gente y recibe
dos Unidos, la famosa "pillería" o la "canallada" brasileña, que
de las autoridades las prom esas de consideración que, por lo
se reduce a pequeños robos en las grandes tiendas de departa­
general, sólo se dan en los periodos electorales; cuando, del
m entos, a la destrucción de baños y teléfonos públicos, a la
enseñanza de palabras vulgares a los extranjeros, etc. Es como É nismo m odo, el individuo masificado se transforma en perso­
na por el poder del voto.17
gadas al juego de las reglas más impersonales y, por lo mismo, apenas son K v 17 En mi opinión, aquí se encuentra la especificidad
. .
individuos (es decir, gente sin nada), véase el importante trabajo de Claudia de nuestros zafarran­
chos. Esto amplía y complementa lo que se vio en el capítulo i.
Mertezes (1976).
'¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 251
250 "¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

Pienso que el m ism o proceso fundam ental de construcción hogares y renunciar a sus respectivos m undos. Así, se indivi­
del individuo o de la persona tiene lugar en los grandes festi­ dualizaron y quedaron en un estado socialmente liminar, en la
vales colectivos7 com o el carn aval, cu an d o las personas se alternativa concreta que se les da a las personas en form acio­
transforman en individuos y se som eten a las reglas generales nes sociales m arcadas por redes de relaciones sociales im pera­
de la "locu ra" y de la brincadeira — del reinado de Momo— ; es­ tivas. Aisladas del m undo por la soledad y el sufrimiento que
tas personas se vuelven anónim as y, por la m ism a regla de in­ implica el ostracism o de su grupo (y del m undo de los hom ­
versión, los individuos anónim os dejan de ser simple fuerza de bres), construyen un m undo alternativo, auténtica raíz de los
trabajo o milusos del m ercado marginal y se convierten en perr- más legítimos procesos revolucionarios. Esa transformación de
sonas: nobles, cantantes, pasistas, personajes de un dram a na­ persona en individuo por periodos m ayores que los autori­
cional en el doble sentido del término (cf. los capítulos i, xi, m). zados por nuestro mundo rutinario y cotidiano debe constituir
Lo m ism o sucede en el fútbol, donde, por obra de la identifica­ la base de los procesos sociales de renuncia al mundo y de crea­
ción con los equipos (o clubes), las porras se reconocen como ción de m odos alternativos de existencia social.
personas con derechos seguros en la victoria y en la derrota. Con esto podem os estudiar procesos sociales que considera­
Aquí, com o en el caso del carnaval, el premio es significativo: mos están sep arad os entre sí, com o el bandidism o social, el
se trata del derecho de jerarquizar las posiciones de los iguales, mesianismo, el malandraje y la violencia urbana. Resulta que,
o de cam biar las posiciones de los superiores, y nuestro drama, como vim os, todos actualizan en m ayor o m enor grad o las
com o en el "¿Sabe con quién está hablando?", sigue siendo él 'posibilidades de pasar de un universo personalizado a un
de la igualdad y de la jerarquía. mundo individualizado. La transformación drástica de perso
Una transform ación sem ejante de individuo a persona se na en individuo es la que explica todos los casos utilizando un
produce en los casos de búsqueda m esiánica de un mundo mismo principio estructural: el paso dram ático de un universo
paralelo, cuando una persona es estigmatizada de tal m odo que m arcado por las relaciones y la m oralidad personal hacia un
pierde su posición dentro de un sistema o ámbito social dado. mundo d om inado por las leyes generales y unlversalizantes,
Entonces se transform a en individuo, ya sea porque tiene una siempre aplicadas a quien no tienen m ediadores (o padrinos).
enfermedad incurable o desconocida, por la pérdida de la mu­ De esta m anera, la violencia urbana, el mesianismo y el estado
jer, o porque sufre alguna desgracia personal — deudas, injus­ de crim inalidad (trasform arse en reo) no están distantes del
ticias, traiciones— y entra por completo en un m undo de la ca­ "¿Sabe con quién está hablando?" para constituir otro tipo de
lle, perm aneciendo "fu e ra del m u n d o". Ese estado agudo de hechos sociales. _
indivisibilidad, que parece m arcar tanto al paria de la India (cf. Por el contrario, todos convergen hacia una m ism a d icoto­
D um ont, 1970b) com o al bandido social brasileño (cf Hobs- mía básica, es decir, la posición que m arca y revela un m undo
bawn, 1975), es lo que — por la soledad y la renuncia al sistema dominador de personas (y serlo ya es una señal de privilegio)
y sus reglas— permitirá el retorno compensador y complemen y una m asa im potente de individuos subordinados a la letra
tario, ahora com o símbolo de la justicia (el caso del bandido so­ de la ley. En nuestro universo social, ante la falta de relaciones de
cial) o com o fundador de una secta — un universo social alterna­ com padrazgo, altas amistades y lazos poderosos de sangre, se
tivo y paralelo, com o es el caso de los movimientos m e s i á n i c o s echa m an o de la violencia com o el único "p ad rin o posible.
(cf. Pereira de Queiroz, 1965; Teixeira Monteiro, 1974)— . Así, ella se convierte en un m ediador básico entre la m asa de
Ése es el proceso que parece m arcar a nuestros C o n s e l h e i r o s , destituidos y el sistem a legal e im personal que vuelve la ex­
M atragas y M alasartes que, com o intento d e m o s t r a r l o en os plotación social "inevitable" y "justa" a los ojos de los dom i­
capítulos siguientes, son personas que debieron salir de sus nantes.
"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 253
252 ¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"
mental, es decir, la de las relaciones entre valores e ideologías
El estudio sociológico del "¿Sabe con quién está hablando?"
sociales y sistemas económicos y políticos. Puesto que el capi­
permite presentar y retomar una serie de problemas básicos en
talismo es siem pre el m ismo en líneas generales, nadie podrá
el estudio de una sociedad com o la brasileña, que reposa, p 0r
negar que abandona su origen y se aplica en m undos repletos
decirlo así, en la cuna espléndida de las leyes unlversalizantes,
de prejuicios, ideas y valores. En otras palabras, ¿cóm o se rea­
pero que en su parte m edia tiene un fuerte esqueleto jerárqui­
liza el capitalismo ante diferentes valores culturales? Me pare­
co. D escubrim os que el "¿Sabe con quién está hablando? re­
ce que sin una respuesta a esta pregunta estaremos destinados
m ite a una discusión m uy seria de las relaciones entre el marco
a discutir el m undo de un m odo cada vez más distante y m ás
igu alitario del sistem a brasileño y el sistem a aristocrático (y
formal.
jerarquizante) que ha form ado y guiado durante siglos las rela­ Este estudio revela que en el caso brasileño los sistemas glo­
ciones de señores y esclavos. bales de carácter universal están perm eados por los sistem as
Si a lo largo del estudio tuvimos dificultades para caracteri­
de relaciones personales, hecho que tam bién se verifica en
zar a Brasil com o una sociedad plenam ente capitalista, con su
sistem a que opera sólo en el eje económ ico, también las tuvi­
m os para tipificar a la sociedad brasileña com o jerárquica, como
sería el caso de la India (cf. Bouglé, 1971, y D um ont, 1970a,
1970b). La sugerencia fue que Brasil queda situado a la mitad
§ otras sociedades semitradicionales como Italia, España, Portu­
gal y G recia, para no hablar de A m érica Latina (cf. Wagley,
1968). En ellos, las relaciones personales se m uestran m ucho
más com o factores estructurales del sistem a que com o super-
vivencias del p asado que el juego del poder y de las fuerzas
del cam ino entre la jerarquía y la igualdad; entre la individua­
lización que gobierna el m undo igualitario de los mercados y
de los capitales y el código de las m oralidades personales,
siem pre repleto de matices, gradaciones, y m arcado ya no por
la uniform idad y las ásperas dicotomías del negro y el blanco,
t económicas luego m arginará. Al contrario de esta suposición
lineal, de tendencia evolucionista y racionalista, el "¿Sabe con
quién está hablando?" manifiesta la compleja convivencia de
un fuerte sistema de relaciones personales enredado en un sis­
tema legal, universalm ente establecido y altam ente racional
de quienes están adentro o afuera, del es y del no es, pero que-
(pienso, sobre todo, en las leyes del m ercado y del tránsito).
perm ite una m ayor diferencia y una tonalidad. Aquí tenemos la prueba de que el sistema legal (im portado y
De hecho se sugiere que en Brasil tenemos los dos tipos de
aplicado con toda la fuerza) puede ser deform ado sistemática-
sistem a que operan en una relación de reflejo de uno en rela­
l mente por la m oralidad personal, de m odo que su aplicación
ción con el otro, de m odo que tendemos a confundir el cambio no se hace en el vacío, sino en un verdadero conjunto de valo­
con la oscilación de un lado hacia el otro. Y, en realidad, no hay
res e ideologías.
nada más drástico que el paso del m undo de las personas al uni­ .’ l Finalm ente, mi intención fue m ostrar que las nociones de
verso de los individuos. Es como si fueran dos m undos distin­ individuo y persona son importantes para la sociología de Bra­
tos; pero esos dos mundos se alimentan, y, al contrario de lo que sil y, por implicación, para el estudio sociológico en general. Al
puede suponer nuestro pensamiento más lineal, se complemen- -
poner uno junto al otro, los conceptos de individuo y persona
tan de un m odo complejo. De nuevo, esto es lo que muestra el
permiten entender una serie de procesos sociales básicos que
estudio detallado del "¿Sabe con quién está hablando?" pueden d ar luz, en especial acerca de las individualizaciones
De hecho, ¿podríamos adoptar sin problemas y de un modo
que, en universos sociales "holísticos", constituyen m ovim ien­
cabal, com o algo consum ado, el principio de la igualdad y la
tos y pasos que norm alm ente llam am os de lo liminar. D escu­
noción de individuo en el sentido m ás acabado del racionalis­
brimos, entonces, que puede hacerse la ecuación de lo liminar
m o burgués del siglo xv iii , en una nación ya constituida? con la individualización, del m ism o m odo que, en universos
Todo indica que es indispensable exponer la cuestión funda-
254 '¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

individualistas, p u ede equivaler a una alta personalización,


cuando el individuo alcanza el éxito y se convierte en foco de
los deseos, aspiraciones y m otivaciones de otra m asa de indi­
viduos, al m on tarse un sistem a de "relaciones simbólicas de V. PED RO M ALASARTES Y LA S PARADOJAS
p atrocinio". P or lo m enos, es lo que nuestros sistem as de pu­ D EL M A LA N D RA JE
blicidad, cine y televisión (esos operadores fundamentales en
la construcción de los v i p o superpersonas) permiten decir.
Con esto en m ente, estudiam os el paso de personas a indivi­ En e l c a p í t u l o a n t e r i o r , mi propósito fue orientar el análisis
d uos e intentam os relacion ar varios fenóm enos sociales que hacia nuestros personajes o héroes: es decir, hacia la búsqueda
por lo general se consideran independientes y separados. Del de esas personas que perdieron el anonim ato y ahora se en­
m ism o m odo, el proceso puede esclarecer el estudio de la vio­ cuentran en el panteón de las figuras paradigmáticas del mundo
lencia u rb an a, ám bito donde, en universos semiholísticos (o social brasileño, ya sea com o ejem plo que im itar y, posible­
tradicionales), la interacción del esqueleto jerarquizado con los mente, seguir, o com o un tipo al que hay que evitar y desterrar
hacia las zonas oscuras de nuestro m undo social. Com o dicho
valores e ideales se vuelve notoriamente difícil.
A hora tendremos que pasar al estudio más detallado de esos propósito ya se cumplió a partir del estudio del rito autoritario
procesos de paso de persona a individuo y viceversa, cuaiv a del "¿Sabe con quién está hablando?", ahora podem os discer­
ciertos paradigm as de acción se centrarán en las figuras clási­ nir con toda claridad el destino m anifiesto de este libro, que
cas de Pedro M alasartes y M atraga. Así, por medio del estudio comienza con la interpretación de los rituales colectivos y de la
del "¿Sabe con quién está h ab lan d o?" p odem os com enzar a inversión del orden social (los carnavales) y continúa en la senda
relacionar el plano de la conducta personal con sus personajes cada vez m ás personalizada que conduce no a las fórm ulas y
estructuras del ritual, vistas de m anera ab stracta com o un
más fundamentales y los valores e ideologías sociales.
modo de acción (y reacción) colectiva, sino a los actores típicos
de esos festivales: sus héroes o aquellas figuras sin las cuales
sentimos que el m om ento se deteriora e incluso pierde sus
características.
En otros términos, el libro inicia su trayectoria partiendo de
la totalidad vista com o un poderoso conjunto de reglas, gestos,
papeles sociales e ideologías, para continuar en dirección de
una fórmula que, no obstante, se aplica personalmente (“¿Sabe
con quién está hablando?") y termina con los actores que dan
dinamismo al sistema.
En realidad, si aceptamos el hecho de que las sociedades son
diferentes porque en cada form ación social regularm ente se
efectúa cierto número de dram as, podemos argum entar que, si
tenemos dram atizacion es regulares, tam bién debem os tener
personajes recurrentes. Precisamente de esos personajes hablaré
en estos últimos capítulos, para dem ostrar que son congruen­
tes con nuestras formas ceremoniales más esenciales.
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