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EL OFICIO DE HISTORIAR LPC Ca Luis Gonzalez OE Ey ARO Meng Uc H eter rT Uomo conduccién del curso de Teoria y Método en PN Tee PT Et in pee Cas Cy Pater EC One tag corrido. Al reves de muchos libros similares Pere Teneo Pewter emo oN eg nal, se funda en la tradicién hispanoamericana que esta a punto de cumplir su quinto centena- ct salirse del lenguaje de la tribu, con pala- Pere Pn one eC Ce! H Ape ROC RCC saa j POR Te Oe ronal trabajo intelectual del clionauta, desde que es- eter Cee erin ey Reet recite ue Ca ; PO On nee Eee ose at 7 ere aera rm ny Pee RCO inteleeto. L OFICIO DE HISTORIAR i) ) CEC area ra EL COLEGIO DE MICHOACAN diciembre de 1988. Reimpresién segunda edicion febrero de 1991 Cuidado de Ia edicion: ‘Armida de la Vara y el autor. © El Colegio de Michoacén, 1988 Martinez de Navarrete # 50S Esq. Av del Arbol 59690 Zamora, Mich. Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico ‘Segunda edicién corregida por el autor, i Portada: Retrato de Clio, Alejandro Maas. ise Jovefina Gonzilex. ISBN 968-7230-42-8 INDICE PLAN DE OPERACIONES 1. Et nistorianon Los cien mil historiadores Condicionamiento social privilegiado Practica de la verdad Simpatia y patriotismo Cultura general y experiencia Raciocinio, imaginaci6n y perseverancia Il, Lo istorico La tela de donde corta Epocas y periodos Configuraciones geograficas Figuras antropomortas Sectores de la vida prictica Mentalidades, ideas y valores IL, PREGUNTAS DEI. HISTORLADOR 4 LO HISTORICO La eleccién del campo de estudio Seleccibn del tema Status quaestionis Imagen interina del pasado Plan de operaciones IV. RESPUESTAS DE UNA MEDIUM LLAMADA FUENTE. Investigador que escribe a base de fuentes Ratones de biblioteca Ratas de archivo 105 Utilidad de las historias tradicionales 221 La lectura y los apuntes ic Corpus 0 colecciones documentales 109 Utilidad de la historia cientifica 226 V. PROCESO A LAS RESPUESTAS DE LA FUENTE 13 X. BIBLIOGRAFIA 231 Las operaciones criticas us Filosofia de la historia 234 Critica de erudici6n 18 Teorla del saber histérico 238 Critica de ceedibilidad 122 Historia de la histori | 245 Critica de interpretacién 126 | Métodos y técnicas de investigacién histérica 251 Verificacién de testimonios 129 : Didéctica de la historia 257 Ciencias hermanas y auxiliares de la historia 261 VI. COMPRENDER, EXPLICAR ¥ JUZGAR 135 Las razones y las causas 137 Los motivos del lobo 141 Chorizo 0 cadeneta M45 Como tiestos de rosas 148 Filosofia especulativa de la historia 153 Juicios de valor 137 ‘VIL, E) ARTE DE LA COMPOSICION 163 La arquitecténica 165 Estructura de la monogeafia 168 La investigante, la narrativa 172 La forma estructural y dialéctica 176 Plan polémico y plan comparativo 178 Citas y notas 181 ‘Apéndice documental, bibliografia e indices 184 ‘VIII. Mobos DE ESCRIBIR Y DAR A LUZ 189 Sentarse a escribir 191 El estilo historiogr4fico 195 Presentacién de originales 200 La impresién multivoluminosa 202 Captura de lectores 205 IX. Uso ¥ ABUSO DEL SABER HISTORICO 209 Las salidas profesionales 2u Premios y recompensas 213 La popularidad y ta critica 218 . PLAN DE OPERACIONES Es costumbre adentrarse a la casa y taller del historiador por uaa de cuatro puertas de muy desigual tamafo y forma, La puerta grande y de mejor vista Ilamads filosofia de la historia, introduce ‘a un ancho vestibulo; permite entrever el conjunto de los aconre- Cimientos hist6ricos, pone delante la tela de donde recorta sus motivos o asuntos el historiador comin y corrience. La segunda entrada, un poco menos majestuosa que la central, en la que los tjieres son también fil6sofos, recibe el nombre de teoria de ta historia y da al almacén de los instrumentos conceptuales usados en el quehacer hist6rico, muestra el amplio arsenal de ideas, juicios y razonamientos que utiliza cotidianamence el estudioso Yel pasado. De las dos puertas de atris, donde el porcero es el historiador mismo, una conduce al expendio de productos histo- riogedficos; remite a la historia de la historiografi, y la tleime y inde modesta da directamente al taller donde se hacen las histo- fas; permite contemplar al historiador en pleno trabsjo, y se denomina introduccién a los estudios histéricos, metodologia y técnica de la historia 0 simplemente el oficio de hiscorier. ‘El meterse a ver de qué modo trabaja el hacedor de novelas, veridicas, cémo escoge los temas, cémo planea una investiga- ‘Gbn, mediante qué operaciones consigue saberes fidedignos que Je permitan comprender a sus personajes, explicar sus actes y jesgar sus conductas, de qué modo compone, escribe y publica Tibros y a qué conducen y para qué sirven Sus obras y afanes tiene un propésico aleccionador. Se supone que una manera de apren- derun oficio es viendo como lo ejercen los maestros y oficiantes 0 uW EL OFICIo DE HisToRIAR una determinada especie de ‘manera especial de matar pulgas. metodologfas de la historia que se producen en abundan. ia en los paises europeos, parcen del andlisis de la LAN DE OPERACIONES término del historiador compatriota, muchas veces resentido por considerarse ninguneado por los extranjeros, pero no muy dife- rente del resto de los historiadores. Me referiré enseguida al vastisimo mundo del acaecer histérico. Cada vez mas extenso y accesible no sélo por la marcha del tiempo, sino también por el reciente interés en un nimero cada vez mas grande de asuntos y por los instrumentos de rescate del pasado que dia a dia se descubren y perfeccionan. En tercer término declararé cmo los historiadores dan en serlo; como son compelidos aespecializarse; como eligen un tema, cbmo construyen imagenes interinas del pasado, y cémo disponen sus dias para la realizacién de una obra Enseguida me ocuparé de las fuentes de Clfo y las maneras de hacer biisquedas en bibliotecas, archivos, museos ydemds depési- tos de fuentes. A continuaciOn toco el detectivesco asunto de las operaciones criticas. En el siguiente apartado visto 1a camise de ‘once varas, me hundo en el brefial que Gardiner llamé La natura- lea de la explicacién bist6rica. El séptimo capitulo habla de cémo dar forma a nuestros saberes ¢ interpretaciones. Se ocupa del ‘montaje de una monografia. El octavo vuelve a un tema muy del gusto de los antiguos y muy soslayado por los modernos: el 1urso, los estilos de expresién, las maneras como los historia- dores resumen los resultados de sus lecturas, entrevistas y pensa- mientos, En el iiltimo capitulo procuto dar cuenta del proyecto que sacan los historiadores de su oficio y sobre todo de las Satisfacciones y servicios que presta el conocimiento histérico a todo mundo. El autor de estos apuntes no se dirige en esta ocasién a los especialistas. Le gustarfa ser leido por historiadores inmaduros, bisofios, en vias de despegue, en vispera de hacer tesis de licencia- ura, maestrla 0 doctorado y con ganas de recibir consejos de viejos. Los temas que se tocan aqui s6lo son la versidn escrita de cursos para estudiantes de historia en las universidades Iberoamericans y Auténoma de México, la Escuela Nacional de Antropologia ¢ Historia y los colegios de México y Michoacin. También busco lectores fuera de las aulas. Por lo mismo, he procurado huir de la pedanteria profesoral, Al escribir he tenido en mente al historia- dor esponténeo, al que todavia no se monta en su mula. Los hartos 13 Eu oncio pe msroman de prejuicios no encontrarén nada dil en estos apuntes. Alos que ain no han tomado partido quizé logre convencetlos de que no to tomen o por lo menos que no lo hagan apresuradamente, Alguna vez cref a pie juntillas en un método histérico tan visible y expedito como una supercarretera y que un historiadon sblo podria resucitar del pasado mediante una minuciosa concien, i iento fandtico del método. Ahora me inclino a creer que la historia carece de un mérodo univoco. Los historiado. Ss $00 personas que hacen cosas muy distntas de maneras muy diferentes, Llegan a donde van por muchos caminos. Un macsra, no puede ensefiar plenamente ninguna de las veredas y ningia discfpulo podré seguirla sin dudas, tropezones y aun cafdas. Coda historiador de nora inventa su propia ruta, o casi, Después de algunos afios de talacha s6lo nos queda decir con Mechado: “Caminante, no hay camino; se hace camino al andat”. Esto ng excluye la obligucién senil de proponer noztes, de dar consejos metodolbgicos a novatos y amateurs, de servir alos errabundos te ahora con la experiencia de los de ayer. Por frdgil que sea la ciencia de los caminos de la historia y por dificiles y deficientes que sean, hhunca sobran los consejos, siguen siendo diles las sartes de Fecetas metodolégicas a sabiendas de que ninguna es omnivelen te. Lo que se dice aqui esté muy lejos de cualquier afan autoritario, En historia es muy fecunda la receta de los liberales: m{nimo de gobierno y maximo de iniciativa individual, Mis sugerencias no pretenden aprovecharse del momento de mayor debitidad de un historiador, cuando se lanza por prime, raver a la bechura de un libro de historia para optar a una lcenciatura, maesttia 0 doctorado que le petmita ganarse la vida decorosamente. No quiere ser guia de descaminados, patrin de equipo, guri de personas proclives ala rutina, Ojald les ayude a otros a la hechura de su propio camino y a ser conscientes de su Propia manera de ser. Aunque no siempre, en muchos casos da buenos resultados la receta del “condcete a ti mismo" En historia es inconveniente ser un self made man stricty sens, peto ayuda la politica del laissez-faire. Conviene recibie ayuda magistralsiesde tipo socrdtico, como fue Ia de los maestros ‘Arruro Arniiz y Freg José Gaos, Ramén Iglesia, José Miranda y ace PLAN DE OPERACIONES Sitvio Zavala en el primitivo Colegic de México, en ls afos cuarenta. En Ja presente casién querrisagradeces sus oF ieneacio- servirme de su ejemplo. Reconozco otra on don Daniel Cosio Villegas, quien, aunque nunca seat ® eel Me io, desconfiaba del historiador a tee septs wnechon . ba de ori aCor ane ae asetjecla verdadra.Sospecho que mi cortectors babi foal eree del mismo modo, pero Arnie sdemés, quite ne i i i je devociones figura , esetntee iumnos Scape qe ug schencomerio ni Ientores: Héctor Aguilar Camin, que me indo esrb sobre Coa et ation deslguos ce mis pitrtos cara y utilizaci nos de oie Lite fsiiecee del Colegio de Michoacin, responsable de la inclusién de este titulo en el prest o ctiloge i Ca mich. Agradezco las sugestiones que han lima fo alaunes pene zas de la obra y a la sefiora Aurora del Rio de Valdivia por copias mecanuscritas. San José de Gracia, Michoacan, otofio de 1987. 15 T EL HISTORIADOR Los cien mil historiadores que en el mundo han sido debieran reconocer como padres de la historia a los hombres viejos. Todo anciano es historiador o casi, pues recuerda y narra una y otra vez, sin fatiga, acciones humanas del pasado. Como lo dice Pero Grullo, las personas del linaje de Adin o del hombre de Cromagnén, a medida que envejecen se les arruga Ia piel, el pelo se les cae 0 por lo menos se les pone blanco y tos recuerdos de sus proezas juveniles y adultas se les vuelven discurso autobiogréfico, y en algunas ocasiones, memoria colectiva, En todas las épocas y sociedades ha habido quienes rememoran, ademés de su propia aventura, las peripecias pasadas a su alrededor. A veces reciben el cargo de acordarse y de relatar la historia recordada de sus pr6jimos 0 del jefe de su tribu, Entonces se transforman en griots de Africa Occidental, en Birt de Ruanda, en baerepo de Polinesia, en petdmuti del imperio purépecha. Naturalmente, ya nadie sabe cémo ni cudndo aparecieron los especialistas en guardar y trasmitir las memorias en las sociedades primitivas, principalmente las hazafias de sacerdotes y de reyezuelos. Los historiadores de la historiografia del Viejo Mundo gustan de evocar a los memoriosos de Mesopotamia, Asia Menor, Israel, Egipto y Grecia. A los historiadores del Nuevo Mundo nos corresponde traer a colacién la historia recordada de Ja época precolombina. En este caso, para no hacer el cuento de nunca acabar, baste con Ia evocacién del petémusi, En la Relacién de Michoacan, escrita hacia 1540, se lee: "Como llegase el dia de la 19 EL HISTORIADOR fiesta y estuviesen todos los caciques de la provincia [es decir, del reino Purépecha]... y mucho gran niimero de gente, levantabase en pie el sacerdote mayor, el petdnnti y tomaba su bordén... y contibales alli coda la historia de sus antepasedos” La relacin del petdmuti duraba codo el santo dia, Al filo de la noche e! sumo sacerdote designaba a quienes debian repetir la historia recién ida en los distintos pueblos del drea purépecha.! Los historiadores de la historiografia concuerdan en la afir- macién de que los relatos comoel del petdmuti atin no es historio- grafia y no iinicamente por faltarle la grafia, también porque solo responde a las preguntas de quién, dénde y cuindo y por ser etimera. Los europeos alegan que el primer historiador fue Herddoto de Halicarnaso, quien escribe para "que no llegue a desvanecerse con el ciempo la memoria de los hechos publicos de los hombres, ‘ni menos oscurecer las grandes y maravillosas hazafias, asi de los griegos como de los barbaros, Con este objeco refiere una infinidad de sucesos variose interesantes”.? Este Addn de Ia historia vivia a mediados del siglo quinto antes de nuestra ra, en el mismo tiempo de Euripides y de Séctates, pero nunca devino tan famoso como éstos 0 como su continuador en la tatea de escribir historias: Tucidides de Atenas, Para algunos el verda- dero padee de la historia es éste, De hecho lo son ambos; Herddo- to, para quienes se interesan mds por el cémo de los hechos que por sus conexiones causales, y Tucidides, para los interesados en responder a las preguntas del porqué y establecer las leyes que rigen los sucesos y la posible utilidad de la historia. Uno y otro dan otigen a una docena de clisicos muy mentados y poco letdo: Jenofonte, Polibio, Teopompo, Calistenes, Eforo, Julio César, Salustio, Cornelio Nepote, Suetonio, Tacito, Tito Livioy Amiano Marcelino. La familia de historiadores inaugurada por Herédoto y Tucidices no ha sido nica en el mundo, aunque s{la més correosa 1. Fray Jerbnimo de Alcall, Relaién de Michoucdn. Estudio preliminar de Francisco Miranda, Morelia, Fimax Publicisras, 1980, pp. 200-202. 2. Herddots, Lar nnere libros de ta historia. Inteod. de Edmundo O'Gorman, México, Edicorial Porsés, 1974, p. 1. 20 ee nner nee eA 1.95 CHEN ML HISTORIADORES. y persistente. Hubo otros tres linajes. La paternidad del chino se atribuye a Confucio, pero debe atribuirse a un par de adivinos 0 asttdlogos, a Sse-ma Ch’an y a su hijo Sse-ma Ch'ien, autores de unas Memorias consideradas durante veinte siglos y hasta fecha reciente, un buen modelo de historiografia, sibien se asemeja mas a una enciclopedia bien surtida de pao-pien; es decic, de elogios y censuras.} Otra planta de historiadores se origina en Israel, el pueblo de la Bibliay dela fe. La eradicibn biblica, al fundirse con la grecorromana da origen a la cristiana medieval, fuertemente fidefsta, y al liarse con tradiciones del Islam, a ta historiografia Arabe que recoge “todo lo que encanta y todo lo que asombra” y tiene en su repertorio al genio tunecino Aben faidin.* Quizé fuera de Ia familia de investigadores cristianos tan prolifica en la Edad Media y en los siglos xvly xvity que atin sigue viva, las demas han sido arrasadas por la estirpe helénica que llegé a ser muy numero- sa a partir del Renacimiento. Convivieron en la América Hisp4- nica con los del linaje cristiano durante tres siglos. Enel siglo x1x, los descendientes de Herddoro, Tucidides y Jenofonte se multipli- can en Europa y América ¢ inician la invasién de Asia, Africa y Oceania. ‘A principios del presente siglo los historiadores notables atin no Hegabsn al millar en todo el mundo. La explosién historio- grifica de tinte helénico y Ia muerte de los otros linajes es fenémeno contemporéneo. El choteo de la historia es muy recien- te. En {a actualidad, el nimero de historiadores profesionales y en ejercicio supera la cifra de los cincuenta mil. No dispongo de datos segurtos, pero considero que el nimero de historiadores vivos es mayor que el de historiadores muertos alo largo de dos mileniosy medio, de Herédoto para aci, Las universidades de todo el mundo y diversos insticuros de cultura superior emiten historiadores a diario, La gran masa de los profesionales de la historia s6lo la practican como docentes en miles de escuelas de educacién media 4. Charles Olivier Carbonell, La birtoviografix. Trad, de Aucelio Gata del Carino, México, Fondo de Culnura Beondmics, 186, pp. 98-46. 4, Rafael Altamira y Creves, Proceso bistdrico de la bistoriografta humana, México, El Colegio de México, 1948, pp. 28-60. 2 Ex wisToRiapor Y superior, y por lo mismo, no recibe el mote de histori nombre del oficio generalmente se revs pata Inv anton et historia originales. As{como no se consideran novelistas quienes cuentan novelas de otros y las resumen para nifos.asitanbignce niega la ciudadania en la republica de la historia quienes oo hacen investigacién ni producen libros de asunto histdrieo. Les que si esctiben producen el 10 por ciento de las publicaciones impresas en el mundo actual, militen en un Comité Internacional de Ciencias Histdricas fundado en 1926 y se distribuyen en mo, chas asociaciones nacionales y regionales.* Quizé la més conocids Y numerosa de éstas sea la American Historical Association que ageupa a veinte mil profesionales de la historia en los Estates Unidos. Los historiadores de todo el planeta mantienen también 1a cohesion de su gremio al través de congresos, cologuios simposia que se organizan a la menor ptovocaciGn, ya cor caric, ter internacional, ya dentro de los paises y aun de las regiones Los historiadores mexicanos ahora en ejercicio son altede. dor de cuacrocientos. El Segundo directorio de Bistoriadores Publicado por el Comité Mexicano de Ciencias Histéricas, de lot nombres de setecientos sesenta y nueve individuos. Algunos de ese directorio son conservadores de archivos; muchos, spirantes al tiulo de historiador, yno falean los disfrazados de investigades res para justificarel cobro de un sueldo, Unicamente trescienos cincuenta y tres de los enlistados han escrito obras originales de asunto histérco, Sin dada, en la lisea del Comité faltan algunos Quizé sea un medio centenar el que brilla por su ausencia. Comel agregado de los posibles ausentes se llega a la cifta de cuatro cenrenares. México tiene en la talacha un mimero mucho menor de historiadores que Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglate- +a, la Unién Sovietica y otras naciones de la civiizacién oceiden. tal. Cosa de trescientos se apilan en las universidades metropoli. 5. Quek mejor nome oe shir bo horde yo ios de tare seuss Bch Heo Mae cio ‘rientes de ls investigacin en las ciencias sociales, Irid, Tecnos-t ESCO, 1981, pp. 293-367. woh a Ma Te ws . 22 LOS GEN MIL HISTORIADORES tanas de donde sdlo se desprenden para ir a los sitios donde se reiinen congresos y mesas redondas’ Un método académico de clasificacién reparte al gremio en seis grupos. Pertenecen al primer grupo los que juntan pedacera de testimonios historicos a fuerza de tijeras y engrudo. En el segundo se inscriben los cronistas que sélo reiinen hechos bien comprobados en series cronolégicas. El tercer paquete est for- mado por los buenos narcadores de acontecimientos, periodos, vidas de personajes, guerras, mudanzas de los érdenes econdmico, social y cultural; en suma, los historiadores lamados tradiciona- les. Enel siguiente grupo militan quienes dan poca importancia al cémo se paso de aquello a esto y mucha al por qué sucedieron las” cosas particulares de una determinada manera. Los del quinto patio son generalizadores; quieren ser como los cientifico-socia- les; se dicen abanderados de la “nueva historia"; trabajan en el descubrimiento de estructuras y son amantes de la cuantificaci6s se autodefinen como historiadores nomoréticos en contrapo: ién a los ideograficos y no reconocen la paternidad helénica de su oficio. Los del sexto y timo grupo tiran hacia ls historia uni sal; no se apoyan en fuentes de conocimiento histérico ni se sirven de las écnicas de investigacién de los demis historiadores; hacen historia a priori y algunos tratadistas del quehacer histérico los excluyen de la repiblica de Clio, aunque les reconocen los prestigiados membretes de filésofo, metaffsico y metahistoria- dor. Quizé ni los esclavos de las fuentes que se agotan en el -arreo de materiales de la tumba de los archivosa la camba de las liotecas ni los desdefiosos de las fuentes que edifican grandes telarafias para atrapar al mundo hist6rico; quiz4 ni los investiga- dores émulos de las hormigas ni los pensadores parecidos a las arafias deban ser tenidos en cuentaal dibujar el perfil del historia dor. Los.otros cuatro grupos, pese a la disparidad entre ellos, 6. Sobre ls historiadores meniconos de ahora es ila consulta de Panorama scteal dela hitorigrafia mexicana, México, lostituto Mors, 1983. Las bumanidader en ‘México: 1990-1975, México, UNAM, 1978, pp. 43-92. Veinticnco alos de investi ‘acim bitbnica en México, México, El Colegio de México, 1963. 23 Ex HusToRIADOR muestran rasgos comunes, constituyen una comunidad definible. De cronistas, narradores, genéticos y nomotéticos cabe distinguir su legiado su espiritu objetivo oel dejarse atraer por lo queel mundoes realmente, su vigorosa emotividad manifiesta en indomables y fobias y su cultura chilaguile. Los precursores de la historia escrita pertenecian a la cipula social en las sociedades dgrafas. En el iniperio de los purépecha eran los sumos sacerdotes, segin hemos visto. También los guardianes de las palabras-recuerdo del imperio mexica se consideraban nobles.” Hasta el advenimiento de la escritura y aun después, quienes recitaban los apelativos y las proezas de los monarcas pertenecian a la casa real; era gente del grupo gobernante que rendia cultoa sus ancestros y echaba porras a los suyos. Tampoco fueron los hombres viejos del comtin quienes mudaron en escrita 1a relacién oral de personajes y proezas. Herddoto formaba parte de la crema politica del Asia Menor y tuvo la suficiente holgura econémica para convertirse en precur- sor del curismo, para hacer viajes por tierras de Mesopotamia y Egipto y para instalarse cbmodamente en Turio, al sur de Italia y poner mano a sus Historias. La impostancia econémica y social de Tucidides superd a fa de su antecesor. El cronista de la Guerra del Peloponeso tavo minas de oro en Tracia; desempefs puesto importante en la vida piiblica, y fue estratega y exilado. No todos os historiadores de la antigua Roma llegaban a tener el poder, la fortuna y la fama de Julio César, pero pertenectan a la minorla rectora del imperio, y por lo mismo no es de extrafiar que sdlo hayan recogido y emperifollado tas grandes hazafias de los pode- 10805. En China, desde la época de Shi Huang-ti los historiadores eran figueas distinguidas de la buroceacia celeste, Quizd la historia de la Edad Media cristiana se acorrienté, pero no los historiado- Condicionamiento social pri 7. Miguel Lebn Porta, Totecayotl arpectos de la ealture nibuatl México, Fondo de Culeura Econémica, 1980, pp. 53-71 24 CONDICIONAMIENTO SOCIAL res. Entre éstos, algunos fueron monatcas (Alfredo el Grande, Constantino Porfirogeneta ¥ Alfonso X el Sabio); otros obispos ordannes, Gregorio de Tours ¢ Isidoro de Sevilla) y los demés, grandes sefiores y sacerdotes distinguidos. Tanto en Europa como en América los historiadores de los siglos xvi al xvtestuvieron muy cerca del poder. Nadie pone en duda la importancia social de Bruni, Valla, Maquiavelo, Guichat- dini, Bodin, La Popelinigre, Moro, Bacon, Pasquier, Biondo, Ma- riana, Bossuet, Hume, Voltaire y algunas docenas mas de perso- najes tan famosos por su papel en la vida publica como por sus libros de historia, Aun en las més remotas provincias del imperio espaiiol, los encargados de mantener el recuerdo de las proczas de capitanes y misioneros difuntos se movian en la cumbre social Casi sin excepcida, los cien cronistas de la Nueva Espaiia, desde el soldado Diaz del Castillo hasta el padre Clavijero, se consideraban de la minoria dominante, del grupo de los conquistadores 0 de la cipula de la Iglesia, de la aristocracia criolla o de la nobleza indigena. En el siglo de las laces se redujo el prestigio intelectual de los historiadores, que no su fuerza publica En el siglo XIX se generaliza el interés por el pasado y crece muchfsimo la fama de los cronistas y de los historiadores. Segiin Marrou, el historiador decimonGnico fue rey en varias parcialida- des de la vida social. "Toda la cultura acabé por depender de sus decisiones. A él le cocaba decir emo debia leerse la Iliada, qué era una nacién (fronteras histéricas, enemigo hereditario, misién tradicional), 61 habla de dictaminar si Jess era 0 no Dios... De golpe, el historiador sustituia al fildsofo como gufa y consejero” * El Estado y mas concretamente los gobiernos de Europa procura- ban tener funcionarios historiadores. Los que no alcanzaban mucho poderfo recibian subvenciones anuales de los poderosos y nombramientos de catedréticos de universidad y de directores de bibliotecas y museos. Aun en el México convulso del xix perma- necieron arrimados al poder, la fortuna y la fara. Los mas llegan a ser politicos prominentes, duefios de minas y haciendas o ambas 8 Hent-Iene, Mastou, Ed conacimiento bistérico, Trad de J. M. Garcia dela Mora, Barcelons, Editorial Labor 1968, p14. 25 EL wstoRiADOR cosas, Fray Servando Teresa de Mier fue un milusos de la alta politica; Carlos Maria de Bustamante, varias veces legislador; Lorenzo de Zavala, diputado, gobernador, ministro y vice-pre: dente; José Maria Luis Mora, diputado y sobre todo mentor del primer gobierno liberal; Luces Alamén, triunviro, miembro de algunos gabinetes presidenciales y préspero industrial; Vicente Riva Palacio, embajador y secretario de estado; José Maria Vigil, dipucado en cinco legislaturas; Fernando Ramirez, miembro de la Junta de Notables y ministro de Relaciones Exteriores de Ma ‘miliano; Justo Sierra, flamante ministro de Instcuccién Piblica de don Porfirio. Ninguno logeé escapar al condicionamiento de su alta investiduea, Las obras de los historiadores son en gran parte hijas del status social a que pertenecen. Como en el presente siglo se ha concedido a varios investigadores de! comtin la ciudadania en la repiiblica de Clfo, las actividades de la gente rasa han entradoa los libros de historia. La pérdida de poder y prestigio del gremio de los historiadores tiene sus lados benéficos. El que no sean ahora ni ‘grandes capitanes, ni hombres de Estado ni siquiera instructores de principes proporciona vencajas. Como ya no escriben historia los gobernantes para gobernantes, la tarea de Clio se ha democra- tizado, que no necesariamente disminuido de valor. No feltan, por supuesto, los que creen que los cientificos sistemiticos del hombre, los economistas, demégeafos y socidlogos han dejado atrds a los historiadores, Otros aseguran que los escritos de éstos superan holgadamente en calidad a las publicaciones de los amos de la sociologia, la ciencia politica y similares. Los lectores comu- nes y corrientes le han recirado su amistad a los hiscoriadores més abstrusos y parecidos a los cientificos sociales, pero no a quienes escriben con la seguridad de que la historia sigue siendo algo muy apetitoso. Hay muchos libros del género histérico que se venden como pan caliente sin necesidad de propaganda mercantil. En definitiva, la sociedad actual sigue privilegiendo a los gambusinos de las acciones humanas del pasado, si no como antes, si con fama, buen nombre y temor? 9. Michel de Certena, La exrisura de la bistori, Teaduccién de Jorge Lopes Moctexu- 26 PRACTICA DE LA VERDAD En México, donde la pasién por la historia adquiere tamafio de locura, los historiadores, pese al prestigio de economistas y otros cientificos sociales, mantienen aleas dosis de fama e influen- cia y viven distantes de la sumisién, la pobreza y el anonimaco, Es poca la poblacién mexicana que lee libros, pero la mayoria de lo leido por ella es de tema histérico, El poder piblico mima princi- palmente a los historiadores dispuestos a seguir las directivas oficiales, pero también apoya a un sefior como Silvio Zavala. El comin de los lectores prefiere al que derrumba idolos y patriotas de la versibn histérica gubernamental, pero también aprecia las obras serenas y bien fundadas de Héccor Aguilar Camin y Enrique Krauze. Pese a 1a crisis econémica de los ochenta, los de oficio historiador, gracias a tiempos completos en las universida- des, al Sistema Nacional de Investigadores y otras muleras, viven confortablemente y no causan ldstima en un régimen cepitalista, ‘Aunque no tengan tan a la mano el poder como en el siglo anterior, son parte de un poder académico que no es ninguna pera en dulce, pues impone castigos a los herejes, Salen de las oficinas gubernamentales y entran a la academia, y un buen ntimero se convierte en lobo, inquisidor o juez implacable de sus colegas. Ya pocos gozan del poder y de los pergaminos, peroestén todavia muy lejos del mundo de los humildes. Por otra parte debian agradecer el descenso en la escala piiblica y, sobre todo, el ‘no ocupar puestos politicos, pues los hombres de la politica se ven obligados a practicar habitualmente la mentira, mientras el norte de los historiadores es ta Practica de la verdad; deben guiarse por el criterio de le apertura a sityaciones, personas, ideas y acaeceres distintos a los suyos, Se dice del historiador que es mentiroso dnicamente en plan de broma, del mismo modo como se llama matasanos al médico y enredapleitos al jurista. Desde Herddoto la mayor exigencia ética det historia- dor es la busqueda de la verdad sin miramientos y sin escrapulos. sma. México, Universidad Iberoamericana, 1985, pp. 73-86, 27 Ex. wisToniapon La préctica historica, segin dice Tucldides, es la muerte de! mito. Tanto él como otros historiadores de Grecia y Roma le pedian a quien averiguaba las proezas humanas ser til a sus semejantes, pero a condicién de no salirse del cauce de la exactitud. Luciano de Samosaca dictaminé: “El nico deber de! historiador es narrar con verdad 1os hechos”. “La historia no busca lo fabuloso; deja a la posteridad un relato de hechos veridicos con !a mira de que sien el porvenir sobrevienen agontecimientos parecidos, se pueda, vien- do los pasados, proceder con acierto en los presentes”.!9 Los historiadores de la Edad Media cristiana hacen de la histori moral por ejemplos; confeccionan retahilas de vidas ejemplares repletas de milagros y otros sucesos increibles ahora, pero no abjuran de Ia realidad como punto de llegada del trabajo histrico, siguen preocupados, si no por la exaétitud y la compulsa de sus fuentes, si por la veridiccién, Bl deseo de edificar las almas nunca impuso el deber de decie mentiras piadosas, aunque muchas veces se acudié a ellas. Por otro lado, nadie pone en duda el realismode las crénicas medievales escritas por Villehardouin, Joinville, Muntaner, Froissart, Villani, Diez y el mayor de todos, Pedro Lépez de Ayala, ausente de las historias de la historiogeafla por haber cometido el delito de ser espafiol. Otro menospreciado es el be Aben Jaldiin (1332-1406), autor de un método paca obtener la objetividad histdrica, para distinguir lo verdadero de lo falso, para darles la impronta de creiblesa las relaciones. Aben Jaldiin se adelanta a las prédicas de humanistas, ilustrados y aun a mecodé- Jogos del positivismo. El ya crefa que la gloria més alta y casi nica de wn historiador era la obtencién de la verdad."! Los renacentistas italianos hablan por boca de Maquiavel “Mi intento es escribir cosas tiles a quienes las lean, y juzgo més 10, Laciano de Samossto,"De historia vonscribenda” en Bulletin dela Faculté des Letrer de Strasbourg, Clecmnont Ferran, Avzilet roa 1942, p15 11, Jorge nis Cassaniy AJ. Péres Amuchistepui, Del epor als historia cenefics. Bue- ‘nos Ages, Eiorial Nova, 1971, pp. 89. También Pierre Salmbn, Historiay cet, Iniroduccién a la metodologhs itérica, Tea, de David Romano, Barcelon, Ed ‘oriat Teyde, 1978, p23 28 PRACTICA DE La VERDAD conveniente decir la verdad tal cual”.!? De hecho desarrolian el espiritu critico, gemelo del espiritu objetivo. Uno de sus deportes fue el de descubrir falsos. Lorenzo Valla demuestra la falsedad de a Donacién de Constantino y 2 suejemplo acuden otros human tas de lealia, Espafia, Francia y la recién inventada Hispanoamé ca, El anhelo de verdad histérica hace nacer las ciencias auxiliares de fa historia: la arqueologia, la filologia, la cronologfa, la ey fia, la archivistica, la paleografta y Ia teoria de la historia. Jean Bo- din escribe el Methodus ad facilem historarum cognitionem donde, pide al historiador "ser una persona firme de cardcter, imparcial, seria y entendida”.! Para los cronistas de la aventura espafiola en el continente hallado por Colén fue importantisimo el deber de objetividad. Eso explica el que hayan referido hechos despresti- giantes de su gente, el poco aprecio de la novelaen la América yel que la poesia épica se haya contagiado de realismo y convestido en historia, A tal punto le obsesiona lo objetivo a Pierre Bayle que les pide imposibles a los historiadores. En el articulo “usson” del Diccionario de esce fil6sofo det siglo xvi se lee: “El historiador debe olvidar que es oriundo de un determinado pais, que ha sido criado en una determinada comunidad, que debe su éxito a esto 0 aquello y que éstos 0 aquellos soa sus parientes o sus amigos. Un historiador en cuanto tal carece, como Melquisedec, de padre, madse o genealogia".”» La corriente filoséfica del positivismo repite hasta el cansancio que el historiador debe esfumarse delan te de los hechos. Segtin Ranke hay que mostrar lo sucedido tal como ocurrié. Segin Fustel de Coulanges, el devoto de Clio 12, Nicolls Maquiavelo, Ef principe Trad. de Angeles Cardona, Madcid, Serpe, 1983, pe 13. Jean Bodino, Metbodur ad failem bictoriarum cognitionen, ct. por Feta Wagn a cencia dels historia. Tead. de Jus Beom. Méaico, Universidad Nacional Aut: noma de Méaico, 1958, pp. 98-99 14 Alfonso Reyes, Leas de le Nacsa E:pufla México, Fondo de Caltves Ecoasmics, 1948, pp. 43-55 1S. Pleete Bayle, Dictionnaire istorigue ot critique Rotceriam 1695. Cit por Wagner, op. it, pp. UNV-112, 29 EL wsToRiapor imagina; ve tinicamente”."¢ Los espiritus selectos del siglo xix consideraban morboso y malsano al historiador mentiroso y al novelista atenido.a los hechos. La profesién de aquél necesitaba de la verdad y la de éste de la ficcién, Los posttivistas de casa no fueron menos estrictos en Io tocante 2 Ia objetividad. Rébsamen gritaba: “;No falsifiquéis la historia ni con la mejor intencién, ni siquiera por patriotismo!”.1” Los enemigos de la corriente positivista, sin negar el deber de la veracidad, piden un minimo de comprensién para los puntos flacos tan comunes en todo serde Ia especie humana. José Fuentes Mates escribié poco antes de su muerte: Metido en la historia de mi patria durante veinticinco afios, hago de la objetividad mi estrella polar, pero no le alcanz0”. “Los historiadores tendrén algin dia de Valle de Josafat, y alli su juicio final con Clio... Cio tendra piedad para los apasionados... Y condenaré al fuego a los deshonestos”, a quienes mienten deliberadamence y dan ficciones en forma de hechos.'* A los leccores de libros histéricos nos agrada lo verdadero y lo preciso. La recomendacién ciceroniana de no menti ni ocultar Jo que realmente fue, “reside, segiin el autorizado juicio de Ma- rrou, en cierta forma de ser generoso —el moralista de formacién clisica le llamaria magnanimidad— que es la apertura al pr6ji mo”. “El estudioso del pasado necesita en grandes dosisel talento de saber encerrarse entre paréntesis, de practicar la epokhé”, de oft con atencién a los hombres de otras épocas que nos habian al través de documentos y monumentos." El que sabe escuchar a los 16, Julian Camille agrega: "El primer deber del historador es eaboje sin prejuicis, sin cera, sin idea ai pasi6n preconcebida”. Estoy otras opiniones de ls pastvis. tas en Exiraits des bistoren francis du XIX, publicado por primers vex en 1896 vadas veces ceproducido posteriormente, 17, Bacique C. Rebsamen, "Gala metodolégice paca laensefinza ela historia", México, 1890, Ctada por Juan A. Ortega y Medina, Polémicaryensayor mexicanor en torte «la bitoni. Mexico, Universita Nacional Auréqoms de Méxicy, 1970, pp. 282-283, 18, Jost Fuentes Mares, Mi version dele bictori. Mésio, Editorial Jus, 1975, p16. 19. -Marrou, BI comocimiento bistérico, pp. 77-78. Por su parte Pas Veyne, Cérmo se excribe ly historia, Madrid, 1984, p19, excrbe:"Elhistoriador noesuncolecionists fun ester. Sd le inevesa la verdad” SmapaTiA ¥ PATRIOTISMO semejantes, a la gente que le rodea, posee la virtud especitica del estudioso del hombre, y en particular, lo indispensable para ser buen historiador, aunque no s6lo requiera eso. Aparte de adoptar Ia actitud pasiva que reclamaban los sacerdotes del positivismo, de recibir en su espiritu el mundo exterior, el curioso de las acciones humanas del pasado ha de tener la actitud activa del amante, ha de sentir amor u odio hacia su objeto de estudio, Por absurdo que parezca, el historiador debe prescindir de si mismo pera ver la cara de los hechos con claridad, y para conocer el interior de las acciones requiere de lo contrario, de si mismo, de su Simpatia y patriotismo sus filias y fobias, sus sentimientos y resentimientos. Don José Gaos solia decir a sus alumnos: “Sin una fuerte, sin una ‘previa y grande simpatia por su tema, el hiscoriador no seria capaz de comprender deveras nada de él” El estudioso del pasado impasible y sac6n, sin amores y odios, ni es posible nies deseable. "Solamente podemos hablar de historia, cuando la sen- timo"! Al revés de los matemiticos que se mantienen frios delante de los eatetos, los historiadores sufren y se alegran con los hombres. Fuera de los amorfos y los apdticos que por regla general no sirven para cosa alguna, para losdemés seres humanos es imposible reptimir las emociones en favor 0 en contra de personajes, acontecimientos y conjuntos histéricos. Son ircep: mibles el patriotismo, el matriotismo, las proclividades politicas y la pasién por la gloria. Es indtil pretender sacudirse las simpatias y antipatias inspiradas por individuos y naciones. En este caso la aseética es mal vista por el honorable piiblico. Los historiadores de mis vasto prestigio han sido de convicciones y sentimientos ardientes, Los de Ia edad clasica fueron muy dados a darse bafios de 20, José Gace," Noras sobre a historografia en Histor Mexicana (México, abril jusio 4 1960), vol. IX, atin. 4p. 488, 21. Wilhelm Ditty, lntroducciém las ciencias del esprta. Tea, de Eugenio Imax, México, Fondo de Caleurs Econdmica, 1944, p. 38 31 Ex mstoniapon ‘pureza. Afirman con énfasis que escribian sine ira et studio Quizi Tucidides fue modelo de serenidad, pero como dice Finlay, los historiadores de la Hélade “ripidamente abandonaron la austeridad de Tucidides en aras de la seduccién emotiva de los poetas”. Salustio aseguraba que en su obra no habia “ni temor ni pasidn de partido”, pero sus criticos han detectado en ella fobia al grupo de los poderosos y sentimientos populistas. Dos afirmacio- nes corrientes de la historia de ta historiografia son las que dicen que en Julio César campea el amor propio y en Tito Livioel amor patrio. De hecho, en todos se advierte la pasién por Roma. Caton el incorruptible, Salustio el desilusionado, Tito Livio el inquieto, Técito el iracundo autor de la frase sine ira et studio, y Amiano Marcelino, el milice a quien irritan las intrigas y las crueldades de la corte, deploran 1s poca moral de su patria, Sin embargo, “su discurso pesimista sobre la decadencia de las costumbres es la base de un discurso orgulloso retrospective sobre la grandeza del “primer pueblo del mundo” (Tito Livio) y del “pueblo rey” (Floto). Los historiadores romanos eran patrioteros, incapaces de frenar su pasién patridtica?? Ademds, los clésicos se enamosaban de algunos personajes hist6ricos y los proponian como modelo a seguir. Naturalmente, en el amor a las figuras del pasado los supe- ran fos hombres de la Edad Media, inflamados por muchas pasio- nes, yen particular por ia pasién religiosa. Los numerosos autores de anales, cronicones, y vidas de santos y reyes ni siquiera disimu- Jaron sus fuertes simpatias y diferencias. Asi como los siglos recientes han sido merecedores del titulo de edad de la razdn, los que van del sexto al quince bien merecen el apodo de edad de Ia emocién. Los hombres del medievo veian a los antepasados como si no hubieran muerto, y por lo mismo, les suscitaban fucrtes pasiones. Esa actitud se prolonga en los primeros historiadores de las Indias 0 América Hispanica, en parte porque historian perso- najes verdaderamente vivos, hombres contemporineos suyos, conquistadores, misioneros, colonos y reyes indios del siglo xVLy 22, MA. Finlay, Uso y abato de a bstora, Barcelona, Editorial Celtce, 1979, p. 44 32 SIMPATIA ¥ PATRIOTISM sobre todo por su indudable humanismo. Leoen Esteve Barba: La pasion mueve a los historiadores, “los hay que siguen a Almagroo Pizarro; unos son dominicos y otros franciscanos; otros defien- den sus encomiendas y se rebelan contra el poder; unos aman al indio ciegamente"; ottos lo detestan3 El ambiente apasionado del siglo de la conquista se refleja en las erdnicas. La historiografia de la América espafiola nace impregnada de amores y odios. Los hombres del Renacimiento, ademis de otras vehemencias, pade- cian la de la fama; anhelaban vivamente ocupat un nicho, El espafiol Ramén Iglesia, recién legado a México, vio con asombro y susto las atronadoras pasiones de sus colegas mexica- ‘nos, manifestadas en un congreso reunido en Michoacin en 1940. Alli, siendo el historiador de acé “hombre apasionado, las exterio- riza con vehemencia, de modo que cal vez le aparta de esa serena reflexi6n... caracteristica de los estudios cientificos" 2 Aunque se declara en desacuerdo con “esa imparcialidad inhumana que se postula para el historiador’, advierte los peligros de las filias y fobias sin freno, El pide mantenerse en guardia contra las malas pasiones que relativizan y les roban el sabor de verdad a los estudios histéricos, Ciertamente la pasién es la que pone la sal,el chile y la pimienta en los libtosde historia, pero mal administrada hhace de tales libros causas seguras de indigestién. Paul Valety, al Mamarle a la historia “el producto més peligroso elaborado por la quimica del intelecto” seguramente se referia.a las obras demasia- do saladas, enchilosas e indigestas por el exceso de pasién nacio- nalista puesto en ellas.” El nacionalismo, mezcla de odios y vanaglorias, es el morbo maximo de los estados-nacién del iiltimo par de siglos y esa enfermedad ataca preferenciaimente a los historiadotes. Ni don Alfonso Reyes, que aspiruba 4 ser ciudadano del mundo, logr6 23, Francisco Esteve Batba, Historiografis indiana, Madsid, Editorial Gredos, 1964, pp. 8-20. 24, Ramin Iglesia, EZ Bombre Colbn y otror emtayor. México, Fondo de Cultura Eco ‘bmica, 1986, p. 126. 25, Paul Valery, Minudas al mando actual Tad. de Jost Blanco. Buenos Aices, Lasads, 1954; p. 37. 33 EL iisroriapor sacudirse la pasién patridtica. En tiempos del Dante podia decir- "Mi patria es el mundo”, Ahora quien tal diga puede ser acusado de traidor y sometido a juicio. Por lo demis, a los miem- bros de estados débiles como la Reptblica Mexicana, de naciones incapaces de hacer guerras y fomentar imperialismos, no nos viene mal y puede convertirse en ténico de la voluntad la emocidn patridtica. En este caso se pueden sacar fuerzas de flaqueza. Los historiadores mexicanos no necesitan caer en la apatia que repu- dia Russell El sentirse apasionadamente mexicanos los estimu- la y no los vuelve peligrosos ni mentirosos de necesidad.?” Don Edmundo O'Gorman agradecié el Premio Nacional de Letras, concedido a su espléndida obra con un discurso sobre “el amor del historiador a su patria” que concluye asi: "Si lo crucial es la singularidad que provoca ef amor al pasado patrio, y no las excelencias 0 perfecciones que éste pueda tener, ese amor implica, ‘© mejor dicho, exige la comunién indiscriminada con ese pasado fen su cabal y rotunda roralidad” # La pasidn nacionalista aurénti- ca, que no el patriotismo por deber, es provechosa, no produce dafio al conocimiento hist6rico, no atenta contra la objetividad. Cabe decir lo mismo de las demds pasiones que habitanel alma del historiador. Emotividad y relativismo historico estén lejos de ser sindnimos, “El relativismo hist6rico es superado desde el mo- ‘mento que el historiador deja de pretender un distanciamiento imposible, reconoce su punto de vista, y en consecuencia, se vuelve capaz de reconocer las perspectivas de los demds”.» Si se es consciente de las propias filias y fobias no existe el riesgo de torcer la realidad del pasado, pues junto con esa conciencia se da la voluntad de sustituir las imagenes emotivas por las que la investi gacidn declare verdaderas. En suma, lo caliente no quita lo veraz; 26. Besant Rail Rerais de memoria ror entpo Teo, de Manuel Ser Nave, Alans Edo 976, p. 201 2. Mamet Marr Mi ern det bitoni. 2 Rosupane Scopes: xi [isi an semen amor faci To ue fry a0 vole 26. Pamends0 Gorman Delamerdt bitoni eu para México Cantor, 1974, 2 29, Rasmond Aes, Dimensions des concen iti Teaucin de Dav Hose eer pacnn Viegn Meno, Ford de ClorsEconbmica, 183, 2, (CULTURA GENERAL Y EXPERIENCIA antes bien lo hace comestible, le da brillo y sabor. Bast con saberte miembo del linaje de Herddoto,colocado en un observa torio de tal o cual tipo, seguro de la obligacidn de ser veridico, dueio de determinadss pasionesy propietariodeun buen tamba- che de Cultura general y experiencia para aspirar a ser un historiador con toda la barba. General- mente los profesionales de los otros saberes s6lo necesitan prepa- racién en un tipo de objecos; codavia mas, ser duchos en determi- nados objetos fisicos, o metafisicos o ideales oen valores. Comoel objeto del historiador es el ser humano, que es la combinacién de todos los demés objetos, el aspirante a ser resucitador de las acciones humanas debe ser “todista”, segin la expresién de una mujer de mi pueblo, Los grandes historiadores de los iltimos siglos dan la impresién de haber leido todos los libros, viajado por todo el mundo, entrevistado a miles de hombres, hecho incursio- nes en todas las bibliorecas y archivos y ser chile de todos los moles, acumular en la cabeza multitud de saberes abstractos y concretos, profundos y triviales y resumir montafias de conoci- mientos y de corrientes de especulacién. A los metodélogos de la historia les gusta insistir sobre el equipo de conocimientos que requiere un historiedor. Guillermo Bauer recomienda el aprendizaje del mayor mimero posible de idiomas extranjeros; una informacién amplia sobre los caminos transitados por historiadores de otras épocas; ia cabal compren- sién de la teoria de la historia; el conocimiento general de las filosofias de la historia; un saber superior al que se recibe en el bachillerato de la vida en los distincos periodos y pueblos del mundo; nociones de las historias de la economia, de la sociedad, de las ideas politices, de la literacura, del arte, de les instieuciones juridicas, etcétera; un profundo conocimiento de le trayectoria del propio estado-nacién y como si todo esto fuera poco, la lectura de las publicaciones mAs importantes de las ciencias afines”>° 30. Guillermo Bauer, Introduccién al estudio de la bistoia, Teaducisn de Luis G. de Valdeavellano. Barcelona, Bosch, 1957, pp. 18-30, 35 EL MISTORIADOR, El historiador sobresaliente de todas las épocas ha tenido un cerebro poblado de literaturas y vividuras, ducho en todas las cosas yen algunas mis, almacen bien sutio de saberes expe: riencias, esponja y pozode sabiduria. Ha llenado su morral con los mejores conocimientos del homo sapiens yha vivido como cade uno de los eres humanos Sin logaradudas equiere un saber ta0 sélido como variado y una experiencia direc de Ia vida historiador es, ademas de rata de biblioteca, un hombre verdade- ramente hombre. El, como "el periodisa ene por fuerza que conocer —siquiera sea superficialmente— la escala de todos los, conocimientos humanos. Sélo ellos tienen que ser miisicos y poets, argitecos y arquedtogos, pores médicos'! Quien se cups de las acciones humanas del pasido no tiene derecho a set ignorance ni a une vide unidimensional. Seg los clsicos, "an imposible es escribir bien de asuntos militares sin experi aia arte de ln guerra, como discutr los negocios piblics sin esudia- los ni practicalos.Porconsecuenca,elsatsfecho con a lecrurad libros, no puede conseguir én el género de la historia nada habily cierto..." ; Pere paen historiador busca ls experiencas, a ao rato David Hume, filsofo de siglo de as ces, delara" Est fuera de duda que se necesita experiencia en las operaciones de ta vi militar y en las intrigas de la vida cortesana para poder expresarse Con buen juicio sobre estos hechos”. Seguramence Ia lamada escuela de la vida es la que alecciona mejor a los historiadores, aunque lo hace con extrema lenticud. Los viajes, las experiencias y Ias lectus sa tn ni son han acebado por hacer buenos historia dores en todas ls épocas, pero generalmente en las fronteras de Ia vejez, cuando queda poco tiempo para obrar. Quizé ala vista csc absurdo se pensé en hacer historiadores de peobets,en er Jos maduros a la fuerza, en madurar a los estudiosos del hombre 31. Manuel Gutire Néjers, Dirapacianer y fontestas. México, Secretaria de Bavea- cin Pablica, 1974, p15, 32. Polibio, Historis Univeral, Buenos Ai 25 mop.526 33. Cl, Fite Wagner, La ciemca de da ittora,p. 118 Solar Hachecte, 1965, Libeo 12, nim, 36 te CULTURA GENERAL Y EXPERIENCIA en el tiempo por medios artificiales, al cravés de educacién uni- versitaria. Desde mediados del siglo xix comenzi a generalizarse la carrera de historia, la formacién de historiadores con amplia cultura, "Cori esta cultura general tenemos ciertamente una no- cién muy corregida del pasado”, segiin Droysen, el célebre histo- riador alemén del siglo xix Los primeros instituros formadores de profesionales de la historia tendieron a la hechura de enciclopedistas, de gente apta para memorizar un enorme mimero de fechas, de nombres pro- pios y otras chicharas, una masa inmensa de informacion. “Por esta razén, segin Stanislav Andreski, las antiguas escuelas de historia produjeron cohortes de pedantes sumamente pesados, no demasiado inteligentes y con horizontes mentales asaz estrechos, ero pocos amigos de la charlataneria”.> Después se ha tendidoa uuna formacién menos enciclopédica, y por altimo, en algunas universidades norteamericanas se hacen ya historisdores muy ‘especializados, sin el aprendizaje de la historia universal ni la de su pais y sin filosofias e historias de la historia, En la de Chicago, se “adquieren conocimientos a fondo sobre método estadistico y construccién de modelos, as{ como nociones firmes de las ciencias sociales”. Pero quiz este tipo de historiador no sea el que se imponga. Segiin don Edmundo O'Gorman no puede devenit al amor del quehacer histérico quien "permuta la primogenitura de 40 cualitativo por el plato de lentejas de lo cuantitativo, para acabar ofreciendo, en monogeafias ilegibles, un cadiver en verdad incapaz de encusiasmar al més frenético devoro de la necrofilia. Es historia de computadora, y puesto que, cualquiera que sean las excelencias de esos artefactos admirables, no se ha logrado toda. 34 Johann Gustav Droysen, Histories, Lecioner sobre a encielopedia y metodologiade 4s histori Traduccibn de Ernesto Garzén Vallée y Rafael Guteeee Gran Bar, ctlona, Alf, 1983, p. 44 35. Stanislav Andresti, Ly cioncee socialer como forma de brujere, Tenduevion de Juan Carls Curutchet. Madeid, Taurus Ediciones, 1973, p 274 36. Lawrence Stone, El paradoy el presente. Teaductiin de L Alfrete, Méwico, Fondo de Galtura Econémiea, 1986, p. 55. 37 EL WisTORIADOR, via insuflacles una vocacion. Se trata en suma de una historia i wu jistoria hecha sin amor’ ei nero de casas entenadoras de historiadones insisten en la necesidad que tienen éstos de conocer, aun superfi- cialmente, las disciplinas auxiliares de la historia, a criptografia que descifra textos redactados en cédigo, jeroglificos, escricura cuneiforme y otras por el estilo; la cronologfa 0 arte de veri car las fechas y de conocer los muchos calendarios de que se ha servido el hombre; la diplomdtica o estudio de algunas actas medievales que interesa a poquisimos historiadores; Ja estat ca, la ciencia auxiliar mas cacareada en nuestros dias, la filo! ogia, indispensable para la interpretacion de los festimonios escritos; la genealog/a, ocupada en averiguar el linaje de la, gence de sangre ‘azul; la berdldica que pierde su tiempo en el estudio de armas y blasones de familias reales y pomadosas; la numismdtica,casi ‘an imitil como la anterior, al ponerse a estudiar monedas y medal! las de otros tiempos; la papirologiao anilisis de escrituras en papiro, interesante para egiptélogos y helenistas; la sigilografia que despilfarra su tiempo en el andlisis de sellos, lacres y otras rmaneras de autentificacién de papeles y propiedades; la epigrafia estudio de textos escritos sobre materiales duraderos; la paleo- raffa 0 desciframiento de las escrituras antiguas; la onomésticea estudio de los nombres propios; 1a demogratia, ta economia, sociologia, el psicoandlisis, y para estar al iltimo grito de la moda, ibn wT yaacibn de historiadores en México es muy reciente y al mismo tiempo muy variada y ha recorrido muchos caminns ‘Algunas escuelas se han especializado en la hechura de atria is tas historicos, pero la mayorfa ha tendido a la educaci6n pl ural. ‘Actualmente la mayorfa de los historiadores en ejercicio pro i nen de las escuelas de historia de la UNAM y de El Colegio de ‘México. La de éste se puso en marcha en 1941 por iniciativa 31, OXGxman opt, 9.2 / . Cr ses mers enti enka rpecia, Son ere pen Chars Sunarm Phteeetermaboe: Bem ‘ielopédie de a Pléicde, 1961, 1773 pp. 38 (CULTURA GENERAL V EXPERIENCIA doctor Silvio Zavala ycon la colaboracidn de intelectuales transte- rrados a México por la guerra civil espafiola: Rafael Altamira, José Gaos, Ramén Iglesia, Javier Malagén, José Mirands, Agustin Millares Carlo, Wenceslao Roces, Adolfo Salazar y otros. Estos maestros, y el doctor Francois Chevalier y don Manuel Toussaint, formaron historiadores conforme a un plan de pocas materias para pocos alumnos vocados, becados y de tiempo completo, con {es cursos panorémicos de historia universal; cinco més.o menos monogrificos de historia de las Américas espafiola, francesa y briténica y los cursos instrumentals: Historia de la historia, Teoria y método de la historia, idiomas clésicos y modernos, muchisimas iecturas y ejercicios heuristicos y paleogrsticos. En esa escuela se procuré hacernos especialistas a fuerza de ser todiseas.® Poco antes de El Colegio de México, la Universided Nacio- nal Aurénoma habia iniciado la fabricacién de historiadores con tun sentido mucho més nacionalista que Colmex. Vinieron ense- guida.otras muchas escuelas de historia: Escuela Normal Supe- rior, Escuela Nacional de Antropologta e Historia, Universidad de Veracruz, Universidad Iberoamericana y otras muchas univer- sidades. En 1988, cosa de teinta institutos de nivel expiden licenciatura en historia, y ocho, ofrecen postgrado.® En cinco o seis de esos lugares se provee a los alumnos de una potente filosofia de la historia y un vigoroso espiritu dogmético. En casi todos se exhala fuerte nacionalismo, manifiesto en la enorme cantidad de cursos sobre las antigiiedades precolombinas y acerca de “los hombres que nos dieron patria”, de la reforma liberal y de la Revolucién que atin nos cobija. Como los numerosos cursos de patriotismo dados en primaria, secundaria y preparatoria no parecen ser los indispensables para un historiador de este pals, se les receta mAs historia patria, ademas de algin curso de historia 39. Luis Gonailes, “La pasion del sido” en Historie Mexicana (México, Jul Sep, de 1976), vol. XXV, nim. 4. (100), pp. 330-584 40. Comité Mexicana de Ciencias Histéries, Regittro nacional de inttaciones dedi ‘ada a fs estudios bisrdrcos. México, 1984, 272 pp. 39 EL HISTORIADOR, universal, y también, en algunos casos, teoria, método ¢ historia de Ia historiogratia, En 1979 se funda El Colegio de Michoacin en Zamora y ese mismo aio se abre la escuela para la formacién de grupos peque- fios de historiadores. Aqui ingresan estudiantes que han termina- do una licenciatura con altas calificaciones, con el compromisode ‘ser alumnos de tiempo completo, vocados, becados y dispuestos a trabajar sin ptisas y sin pausas, dura y continuamente con un programa de materias fundamentales como son la filosofia de las Gencias humanas, la teorfa, el mécodo y Ia historia de la historia y ide materias instrumencales: técnicas heuristicas, estadisticas, ar- queolégicas y otras por el estilo. Se procura también conducir al ‘estudiante a una relacién cercana con lo que Braudel denomina “empuje vicrorioso de las jévenes ciencias de asunto humano”. Se pone aigin interés en cursos informativos de historia de México para no apartarse de una vieja y malsana costumbre. Se concede mayor importancia a la elaboracidn de investigadores, al apren- der haciendo, al ejercicio continuo, a la actividad investigativa, ‘Aungue la sede del insticuro esté en provincia nunca se ha procu- rado formar historiadores sdlo duchos en microhistoria e historia regional. En ningin momento se ha querido hacer obreros espe- ‘ializados para una gran fébrica de libros hist6ricos como las que s¢ estilan en algunos paises, incluso el nuestro! Los historiadores que reciben una formacién semejante a la de los cientéficos de la naturaleza sirven sobre todo en las investi- jgaciones en equipo. En buena medida son un nuevo tipo de ayudantes de investigedor; se trata de expertos en alguna nueva ‘ciencia auxiliar de la historia como lo es, por ejemplo, la cuantifi- ‘acién de hechos histéricos. El historiador especializado en un solo tipo de conocimientos y técnicas no expulsa al de saber enciclopédico. Aun dentro del equipo de trabajo hace falta el formado en todas las disciplinas y algunas més. No se avizora todavia a quien pueda sustituir al estudioso del pasado poseedor 41. ais Gonsblez, "El Colegio de Michoacka” en Hivsoris Mexicana (México, junio de 1983), vol. XXXI, nim. 4 pp. $77-596. También El ertilo Colmex de era tos seperiore. México, UNAM, 1982, pp. 7-12. 40 R,ACIOCINIO, IMAGINACION ¥ PERSEVERANCIA de una vasta cultura. Por buen tiempo, las buenas narraciones serin, como hasta ahora, productos de las prendas individuales del historiador, y una de ellas se llama sabiduria enciclopédica; otra, experiencia multiple, y las demds, sentimiento, espititu de veracidad, perspectiva adecuada, conciencia de pertenecer @ una tradicién rica en frutos, buenas dosis de Raciocit , imaginacién y perseverancia yy segiin los historiadores de otras épocas, modales refinados. Hasta fechas recientes s6lo entraban al gremio los aristécratas, ‘que por su condicién social debian asumir una actitud desdefiosa, hablar con términos cultos y pronunciacién segura. Ahora, para pertenecer a In élite intelectital basta el trato con fildsofos,escri¢o- res y cientificos sociales en cafés, cocteles, congresos, comidas de trabajo, revistas, academias y clubes. Tampoco basta escribir para el delfin y los suspirantes al poder. El nuevo historiador escribe ‘en primer término para los historiadores y ademés anhela un lectorio amplio, un cieculo de personas mucho més grande que el de la ciipula; gente de todas las condiciones sociopoliticas a quien dirigizse y de quien pueda obtener ceconocimiento. Pero para ‘mantenerse a flore en el mundo intelectual y ser bien recibido por tun pubblico vasto necesita otras dotes aparte de la veracidad, el calot humano, el saber enciclopédico y la experiencia.*? ‘Aunque algunos no lo creen asi, para ser historiador se requiere una inteligencia no demasiado: comin, lo cual no alude a tun 1Q superior, ni a grandes hazafias de raciocinio. Para hacer hechos histéricos basta una pequefia dosis de inteligencia, pero para escribir historia se requieren porciones importantes de 42, Alberto Salus, Nave carter aun joven intelectual. Buenos Aices, Ediciones Troquel, 1966: “usted deberb aprender a despecicia su rempo socialmente, concurriendo a reuniones, recepciones y copetines"¢p. 27). "Usted debe escribie cartasy no demm0- ‘espuestas” (p. 30). Tambiga debe asumi “ate de personaje, mucha 'yaplomo” (p- 44) De algin modo expresar "adhesi6n alas doctcinss de ‘extcema inguierds" (p. 118). 4 EL wisToR!ADOR materia gris e independencia de juicio. “De los déciles y humildes pueden salir los santos, pocas veces los sabios". Muchos moralistas no se conforman con las prendas dichas, quieren que el historindor, ademas de pertenecer a un oficio tan noble como viejo, de servir a fa reptiblica desde un buen otero, de “no atreverse a decir nada falso ni a callar nada verdadero”, debe it de un lado para otro, ser libre, ser metiche, ser humenista y humanélogo y observar las virtudes de la disciplina, la diligencia, la perseverancia, el orden, la humildad, y sobre todo, el ejercicio de la imaginacién. La loca de la casa es indispensable en dos tres momentos del oficio historico: al hacer imégenes interinas del pasado, al llenar lagunas de informacién y al escribic historias. La imaginacién en los estudiosos del pasado no siempre ha sidobien visea. La usaron en demasia los antiguos y los romdnticos. Los modernos tienden a disimular su amplitud inventiva. Aceptan de mala gana la exigencia, por parte del trabajo histérico, de acudir a ficciones aunque sea sin agravio de la verdad. Todas las corrientes de Ia historiografia contempordnea hablan de ponerle camisa de fuerza a la loca fantasia, pero son conscientes en mayor o menor grado, de que es un elemento deseable al hacer historia ¢ imposi- ble de erradicar del buen historiador. Azorin se pregunta: “En la historia més rigurosa ¢ podemos acaso evitar Ia infilteacién de lo imaginario?”. ‘Otra virtud altamente necesaria en el quehacer histérico es la tenacidad definida por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua como la condicién de asirse o prenderse a una cosa de tal modo que es dificultoso separarlo de ella. Los sinénimos de tenaz son; firme, terco, porfiado, constante, asiduo, empefioso, persis- tente, testarudo, cabezdn, férreo, pertinaz y machetero. La peor ‘trampa en la que puede caer un cientifico de la historia es hacer un poquito ahora y otro poquito mis tarde oen ir de un asunto a otro. La carencia de esprit de suite y la dispersién esterilizan a los vastagos de Clio y a oda clase de investigadores. De tres a seis 43, Santiago Ramén y Cajal, Los tdnicos do la voluntad. Buenos Aires, Espasa-Calpe Argeatioa, 1941, p. 42. 44, Atta, El exeritr, Buenos Aires, Espast-Calpe Argentina, 1942, p17 42 RACIOCINIO, IMAGINACION ¥ PERSEVERANCIA horas de trabajo diarias son suficientes para cumplit con la virtud de la perseverancia y no caer en el surmendge. "Casi codos lps que desconflan de sus propias fuerzas igno- ran el maravilloso poder de la atencién prolongada’’*° "No pre- tendemos prescribir en absoluto las distracciones; pero las del investigador serin siempre ligeras... El paseo al aire libre, la contemplacién de las obras artisticas... el encanto de la musica, y sobre todo, la compatifa de una persona que, penetrada de nuestra situacién, evite cuidadosamente toda conversacién grave y refle- xiva’, “En resumen, toda obra grande es e! fruto de fa paciencia y de Ia perseverancia, combinadas con una atencién orientada te- nazmente, durante meses y aun afios, hacia un objeto particular”. “Las empresas cientificas exigen, més que vigor intelectual, disci- plina severa de la voluntad y perenne subordinacién de todas las fuerzas mentales a un objeto de estudio" 46 ‘Aparte de los perezosos, Ramén y Cajal habla de otros investigadores estériles que reparte en media docena de grupos: os contempladores, fos bibliéfilos y poliglotas, los megaléfilos, los organdfilos y los ceorizantes. Luego se refiere a las condiciones sociales que favorecen 0 que perjudican al investigador, entre ellas la familia, Sin embargo, huele a viejo l referirse al maccimo- nio y la vida familiar.” ‘Se puede ser buen investigador aun siendo casado y causa de numerosa prole, Si el cényuge es intelectual, pero no de la serie histérica, ayuda mucho a su contraparte. Cuando los dos 0 uno de 45, Baleazes Gracin, Oricalo manna Buenos Aires, Plama de Oro, 1943, 44: “Todo se les va 4 algunos en comenzat y nada acaban;inventan pere no prosiguens todo 46. Ratmbn y Cajal, Lor s6nicor de le voluntad, "Perseverancia en el estudio” pp. 43:50. 47, Wid, "ELinwestigndory la Familia" pp. 95-104: "Losafanes del hoger restan faecass morales y econdmica a bea de investigacibe. Si la maj es un mal, convenga- nov en quezun mal necesario”, "Entre las mujeres de a clase medi, dondeethor te de estudio suele buseaccompafer,figeran cura tipos principales, saber: be ineletua, la ereders ca, l ora” "La mujet opuleata nos parece peligrostsima”. "La mujer artist. adquiere res de démine y vive en perpetsa exhibicin de pr.moresy habildades” Solo “nos (ueds. ln seRorita hacendbosa y econémic” 43 Et wisroriapon cellos aman y persiguen el miceéfono, los cocteles, las playas de mods, los deportes, los objetos de fayuca, el dominio de muchos idiomas, la vida en el avién o en el automgvil, los artefactos indtites, las poses teacrales y el dinero de sobra, ninguno de los dos realiza una buena tarea de investigacién cientifica. El hombre que se casa con mujer hacendosa, que sabe guisar, coser, hacer el aseoy ppulie nifios, también pode investigar de tiempo completo, ocasi. El casi hace referencia a la atraccién de las disteacciones que no necesariamente deben ser polig’micas. Una manera ineludible de distraerse es el suefio. Don Danie! Cosio Villegas repetia: “Hay que dormir bien para mantenerse despierto”. No menos necesa- rias son las comidas saludables y sabrosas, las caminatas a pie por Iugares de buen ver y otros detalles de los que conviene hablar en un fiivolo Arte de vivir para uso de historiadores y no en este peliagudo tratado de metodologia.** 48, No estan de ods escribir acecen de dénde debe vivir el historiador, con quiémes texar, cbmo divide su tiempo, la manera de hacer déciles sus apeticos,susinereses, 8 fille y 408 fobiss, qué y emo vsjar y otras miaucias que pueden convertzse en ‘etwimiaces sino se hacen conscientes » ae debido tiempo. Una obra asi podria ox- presarse de modo iebnio como las Nucve carcas a ma joven intelectual de doo Al- beero Salis, o muy en serio, como les antiguos traados morales I Lo HISTORICO La tela de donde corta el historiador los argumentos de sus obras recibe‘el nombre de mundo historico. Aunque el historiador franco-hablante Paul Veyne asegura: "Todo es histérico... odo lo acaecido realmente” la gran mayoria de los del gremio de Clio distinguen entre lo histrico natural y lo histrico humano+ “Uno y otro tienen Giertas notas en comin... Histérico parece ser, ante todo, lo pasado, pero una consideracién sumaria basta para percatarse de Que el historiador de lo natural” se comporta de manera diferente tI historiador de fo humano, pues entre “la evolucién natural y la humana hay una diferencia” de fondo. Lo histérico natural es “el origen y evolucién del universo fisico, del sistema solar, de la Cerra”, de rocas, de vegetales, del rein animal y de las razas del hombre que éste estudia para reducitlo a formulaciones matemé- ticas, "La formulacién matemética implica en tltimo término la equivaleacia de lo formulado o la inexistencia de toda auténtica hovedad en ello”? Lo hist6rico humano se caracteriza por la abundancia de rarezas 0 novedades. Lo natural, por lo menos en cuanto llama la atencidn de los hombres, se comporta previsible- mente en la mayorfa de las ocasiones; es raro que fructifique en terremotos y otfas anomalias. Lo histérico de faccura humans es on frecuencia arbitrario, irregular, imprevisible y poco décil alas 1. Paul Veyne, Cémo re escribe la brtora,p. 20 2. _Joxé Gaus, "Notas sobre I historiogeaia” pp. 490-491. 47 Lo HisroRico, formulaciones mateméticas. Por otra parte, la naturaleza no sabe que tiene historia y el hombre si. Por angas o por mangas, “la historia es ciencia del hombre” y de les hechos humanos.> El mundo del que suelen desprencer sus historias los histo- riadores estd constituido por acciones humanas del pasado, distin- tas a los hechos de la naturaleza, que no totalmente extrafias al proceder natural, Por otra parte, sélo porciones del pasado huma- ‘no son objeto normal de las historias escritas. “La Historia como objeto de la historiografia... no es la totalidad absoluta de los acontecimientos humanos... Si se entiende por realidad histérica el objeto del conocimiento histérico, se renuncia ipso facto al concepto de mundo histérico como totalidad absoluta” «Sin lugar a dudas lo histérico esté muy lejos de abarcar el conjunto del quchacer humano, pues sélo una minima parte de éste ha dejado huella, y por ende, permite su conocimiento. Con ta palabra bistérico sblo damos a entender la sums de fo humano acontecido cen el decurso del tiempo en la medida y hasta donde es posible saber de él, y esto en el mejor de los casos, pues muchos colegas opinan que no todas las acciones cognoscibles del homo sapiens son histéricas, pues el historiador acwal s6lo se ocupa de los muertos. Los periodistas dicen que los acaeceres a la vista son de Ia incumbencia de ellos. Carlos Monsivdisasegura: “El presente aiin noes historia". Segtin los adalides de la prensa periddica lo quees visible directamente sin necesidad de acudir a documentos no es roca de donde pueda extraer pedruscos el historiador, sino campe ‘para hacer reportajes. Los acontecimientos a la vista son asunto del oficio de cronicar seguin los muchachos de la prensa, laradioy la television. Si es asi, los sefiores Herédoto y Tucidides dejan de ser los padres de Ia historia, pues generalmente sus narraciones 3. Locien Febvee, Combates por la historia. Taduccn de Francisco Fernindes Buey y Enrique Agullol Barcelona, Ediciones Ariel, 1970, p. 29. 4. Nicola Abbagnano, Diccionario de filsofta. Trad. de Alfredo N., Galle, México, Fondo de Culture Econérnica, 1983, p. 614 5. Veyne, op. cit, pp. 191-192. Carlos Mansivsis, astedes les contta, Antologla de a erénica en México, México. Ediciones Era, 180, p75. 48 Lo No uistorico estin construidas con sucesos vividos y vistas por ellos. En los tiempos modernos, los historiadores sélo se han quedado con las acciones de Jos difuntos; su campo se ha reducido a lo histérico humano muerto. El doctor José Gaos agregaba que ni siquiera todo lo posible de conocer del pasado relativamente remoto es objeto de la historia. En 1949 nos dijo a sus alumnos de El Colegio de México: “El historiador no puede menos de seleccionar. Lo hace en dos dimensiones". Una de ellas espiga s6lo lo memorable. Los crite- rios de seleccién que los historiadores acostumbran son cardinal- mente tres: el de lo influyente, lo decisivo, lo que hace época, en mayor 0 menor grado; el de lo més y mejor representativo de 1o coctineo, y el delo persistente, lo permanente, el de lo pasado que tno ha pasado totalmente, que sigue presence en lo presente Seglin esto, s6lo lo digno de recordacibn, sea por su influencia, por su representacién o por su tipicidad es historiable, es objeto de las, narraciones verdaderas.* A las demds conductas humanas se les expulsa del mundo histérico. Esto en teoria es facil, pero no en la prictica. En cada época, en cada nacién y én cada individuo se da un diferente criterio de importancia. Mucho de lo histérico im- portante de ahora valfa un comino ayer. Acaeceres hoy considera- dos absolutamente insignificantes fueron en la Edad Media muy valiosos. El mundo histérico, ademés de indetetminado,es move- dizo, cambiamte. Otro aforismo del doctor Gaos afitmaba: "Lo histérico oscila entre lo individual y lo colectivo pero con una complicacisn propia: Io colectivo se capta en lo que tiene de individual... Lo historico oscila entre lo individual, rigurosamente individual 0 individual colectivo, y lo general”, es decir, entre lo irrepetible y lo repetitivo, entre lo novedoso y lo comiia, entre lo que asombra y lo que aburre.’ Segin los historicistas alemanes el mundo hist6ri- co, objeto general de las disciplinas historiograficas, esti consti- tuido pot hechos tnicos ¢ irrepetibles. Segin los modernos neo- positivistas los hechos de repericién son también objeto de las 6 Gaos. op. cit, p. 491 7. thid, p. 492. 49 Lo nisrorico, historias de los historiadores. Todawia més, algunos proponen. que sean los hechos irrepetibles, individuales, los que dejen de ser objeto de la ciencia histérica? Segin muchos fildsofos y no pocos historiadores de la nueva cola, es histérico todo lo real. El divorcio entre el universo humano y fisico es para algunos de la nueva generacién pasado de moda. ara los bidlogos actuales, a cultura y la biologia son parte de un proceso continuo, En un sentido amplio, apenas defendido por un par de excéntricos, todo es historia. En un sentido estrecho, hasta ahora vigente, el mundo hist6rico incluye nada mis las acciones humanas pretéritas, valiosas, documentables y diferentes. En cualquier sentido, lo histérico es inmenso; la fuente de donde saca el historiador sus textos es enorme, indeterminada, movediza, anchurosa ¢ inagocable mientras exista a humanidad. Sélo los fildsofos de la historia pretenden bebérsela de un tirdn. ‘A los profesionales de la filosofla les da por discucir el origen, la direccién y la meta del mundo histérico en general. Ea la antigua Hélade se le vio como una incesante decadencia a partir de una edad de oro o de un paraiso ode un cielo poblado de dioses. ‘También en aquellos tiempos de hombres ensabanados se habld de un suceder historico recurrente, del eterno retorno del conjun- to de las acciones humanas. En el tiempo presente, se cree en el proceso lineal. Segin Carr "en el mundo moderno no puede tomarse en serio ninguna teoria ciclica de Ia historia", por lo menos en los Ambitos universitarios.° En zonas poco sofisticadas han tenido bastante éxito las concepciones ciclicas de Arnold J. Toynbee y de Oswald Spengler. Con codo, dos golondrinas no hacen verano. Pese a los pesimistas, se mantiene en pie la idea de la historia como progreso, Desde el siglo de las luces muchos fildsofos sostienen que lo histérico marcha en un sentido de mejoria; creen a pie juntillas en una humanidad que se encamina hacia fa ilustracién, la justicia y la fraternidad. Dentro de las iglesias cristianas se arguye que la historia obedece a un proyecto 8. ZNo murid en tal crencia un hombre tan respetado como Ferdinand Brande? 9. Edwacd H. Carr en José Fontana Le historia, Barcelona, Salva Editoes, 1975," En- revista", p16, 50 Epocas ¥ PERIOD0s divino, a.un plan de la Providencia, entrevisto por San Agustin. Dentro de las herejias de los tiempos modernos, Hegel, Marx, Comte, Croce y otros ilustres pensadores le han hecho modifica ciones importantes a la concepcidn agustiniana, a la idea de la historia como un orden necesario y perfecto. Por lo demés, ninguna de las anteriores filosoffas de la historia han afectado de manera sustancial las tareas habituales de los historiadores. Las cuitas de éstos van por or£0 rumbo, Los aspectos de lo histérico que verdaderamente les interesa son cachos de ese mundo, son Epocas y periodos, regiones, estados, individuos y grupos, economias y pol cas, ideas y valores; es decir, conjuntos articulados e inteligibles, en complejas redes de relaciones Hamadas estructuras histOricas. La historia como cotalidad rara vez le interesa al historiador. En las habladurias de la gente del gremio no suelen figurar los vocablos de perpetua decadencia, eterno retorno, azar, desartollo progresivo, plan divino, plan del mundo, obra det Espiritu o la Razén, fatalidad y otros térmminos similares. En cambio, en char- las de café y en congresos de historiadores salen a relucir constan- temente las palabras edad, época, siglo, periodo, etapa, afio, continente, imperio, aacién, pais, comarca, terrufo, aristocracia, burguesta, clase media, prolecariado, vida material, ageiculeura, industria, comercio, organizacién social, politica, costumbres, re- ligiOn, ideas y are. 'Al volver la vista hacia atrés el fildsofo ve un mundo, una miquina inmensa que desciende, sube, da vueltas o corre desde un origen a una meta, El cronista ve una pululacién de personas, nombres, batallas, leyes, libros, fechas, discursos, obreros, minas, ganados y sucesos de toda clase. El historiador est hecho para percibir periodos, espacios, grupos de hombres y actividades etiquetadas. Por regla general, es tan malo para la contemplacién el bosque como para ver una a una las hojas de los arboles. El historiador se preocupa y ocupa en cortes cronaldgicos, geografi- cos, demnogeaficos y culturales. La periodizacién es algo que le incambe directamente. El mundo histérico se ofrece a sus ojos st Lo nisTonico hecho trizas temporales, espaciales, antropoldgicas y axiolégicas. La periodizacién del conjunto es descubrimiento y obra de filsofos. San Agustin percibe al suceder general dividido en siete ‘edades. "La primera desde Adin hasta el diluvio, la segunda desde éste hasta Abraham..., la tercera de Abraham a David, otra desde éste hasta [a cautividad de Babitonia, la quinta desde aqui hasta el nacimiento de Cristo..., la sexta es la que corte ahora... Después de ésta descansaré Dios”.!° Siete siglos después, Joaquin de Fiore divide la historia humana en tres periodos: el del Padre desde fa creaci6n hasta Jesis; el del Hijo, desde la cruz hasta la prédica del cevangelio a todo el mundo, y la del Espiritu Sanco o de la gracia que llegaré, hasta la consumacién de los siglos."! En el siglo xvi cunde la moda de distinguir en lo historico Antigtiedad, Edad Media y Tiempos Modernos. Desde el siglo del barroco se ve como muy natural y se critica como absurda la divisiOn cripartita de la historia del mundo, Los historiadores europeos han discuti- do con pasién sobre las fechas limites de las tres edades. Unos dicen que la Antigua llega hasta Constantino el Grande y la Media hasta la caida de Constantinopla en 1453. Otros ven el fin de la “Antigiiedad en el ‘Un factor semejante puede explicar el interés en el campo politica del mundo histSrico de los historiadores de estas latitu- Bes. La costumbre de ejercer el gobierno y de escribir simulténea- mente historia arranca desde los dias de la independencia, y aun subsiste, Mientcas en otros paises los historiadores se pronuncia~ ban contra lo hist6rico-politico, aqu! la historia politica era In 4A. avique Florescano, "Pecspectves dela historia econbmica en Méxieu’, en Inver lizectones contemporineat robe historia de Mésico, pp 317-358 Vide sdemis Lt ance seonémica en América Litine, México, Secretaria de Educacién Publica, 1972, 2 vols. 35. Andsés Lira, El amparo colowial yo nici de amparo mexicano.~ Mésico, Foro Je Caltura Beondnien, 1972, Comuadadesindigenas frente la cindad de México Tonocbinlan y Tatloleo, sai pueblos y buries, 1B12-1919 Zarnora, EL Clegio de Michoacin, 1983. Rafael Diego Feenindes, Capirulciomes Colombinar (14692-1506). ‘Zamora, Fl Colegio de Michoacin, 1987, 434 pp. _Scronss peta vipa pRacri¢a reina del género. Los historiadores mexicanos siguen adictos a la tradicién que sostiene que la guerra y la politica son los temas naturales de la historia, Aunque no ha faltado quien le haga segunda 2 la escuela de Annales, ain se defiende 1a superioridad del fendmeno politico sobre los restantes campos del mundo histérico. La vuelta de los francesesa la historia politica,adminis- trativa y constitucional ha encontrado a los historiadores de México en plena dedicacién a 1a conducta de sus gobernantes. ‘Aqui no se ha vuelto a ver con buenos ojos la figura historica de la politica porque nunca se ha apartado la vista de elle.*¢ 1a belicosidad de la nacién mexicana, en cambio, ha dejado de ser noticia, quiz’ porque cada vez menos jefes militares ocupan su conocido ocio en la elaboracién de historias, o tal vez porque las, ‘abundantes relaciones de las barallas de Hidalgo, Morelos, Santa ‘Anna, los Nifios Héroes, Alvarez, Degollado, Miramén, los triun- fadores del cinco de mayo, Porfirio Diaz, Manuel Gonzalez. ‘Séstenes Rocha, Alvaro Obregén, Pancho Villa, Felipe Angeles, y ‘no sé cuintos més consiguieron hacer repelente Ia historia de soldaditos y generales para el piiblico de México. Por otra parte, las guerras también habjan dejado de ser noticia en otros paises. Los peleoneros de la escuela de los Annales lucharon vehemente~ mente contra la historia-batalla, pero al parecer no se consiguié cextirparla de rafz, pues otra vezempiezaa ocupar un sitio privile- giado en el primer mundo, seguramente no para tomar ejemplo de las inocentes guerras del pasado, que si para ver el modo de evitar la guerra definitiva del futuro. Dentro de lo histético, la provincia de las costumbres se ha vuelto cada vex mis solicitada. Los misioneros espafoles del siglo XxvI, transterrados a comunidades americanas plenas de rutinas exéticas inaugyran brillantemente el estudio de este campo. El ejemplo maytisculo es el de la Historia de las cosas de la Nueva Espanta de fray Bernardino de Sahagiin.” Dos siglos después de 36. B Fares, "Bn marge de "Annales'" en Le Dabur (Paris, Decembre, 1981), mm. 17, 115. Alvaro Marui, "La histocografla mexicsna contemparinea” eo Giencias uciules en México, México, El Colegio de México, 1979, pp. 75:88, 37. Gevege Baudot, Utopia e historia en Méxica, Los prineros cromisar de ls cvs 6 Lo msronico Sahagin, Voltaire escribié el Ensayo sobre las costumbres y el espiritu de las naciones, Le siguen en la roturacién del campo costumbrista Hender, Lecky, Wundt Lubbock y muchos mas que evan el nombre de etndlogos y de etnohistoriadores, En el presente, una de las cinco parcelas més cotizadas del mundo hist6rico es la de la vida cotidiana, lo acostumbrado por los hombres en su diario vivir: la comida y sus modos de prepacarla y ‘comérsela, la confeccién y el uso de vestidos, i casa, ¢! mobiliario doméstico, la higiene, las maneras de hacer el amor, la medicina del hogar y otras muchas acciones de los seres humanos de otras 4pocas denominadas comunidades ideales por Johann Gustav Droysen, aqui considerados bajo la denominacién, quizi vaga y obscura, de Mentalidades, ideas y valores, de un tipo de hechos que de algin modo son diferentes a los de la vida prictica, aunque sea ésta "su presupuesto y condi- cién’”3 En la zona espiricual del mundo histérico Droysen ul el habla y las lenguas, lo bello y las artes, lo verdadero y las ciencias, lo santo y las teligiones. Quizd deban ser considerados también los que algunos franceses de hoy se empefian en llamar mentalidades, un sector asazambiguo dentro de! mundo histérico que algunos todavia se preguntan si existe y orros si cae en los dominios de la historia escrita y seria Jacques Le Goff dice: “el nivel de la historia de las mentalida- des ¢3 el de lo cotidiano y de lo automitico, lo que escapa a los sujetos individuales de lz historia porque es el revelador del contenido impersonal de su pensamiento... La historia de las mentalidades es a la historia de las ideas lo que la historia de la cultura material es a la historia econémica... El discurso de los hombres en cualquier cono que se haya pronunciado, el de la conviccién, de fa emocién, del énfasis, no es, a menudo, més que un montdn de ideas prefabricadas, de lugares comunes, de fofie- iin mesicuna. Teaduecin de Vicente Gunziler Losertales. Madrid, Espase Calpe, 1983, 66 'SEGMENTOS CULTURALES ras, exutorio heterdclito de restos de culturas y mentalidades de distinto origen y tiempo diverso... 1.o que parece falco de ratz nacido de la improvisacién y del reflejo, gestos maquinales, pala- beas iereflejas viene de lejos... La mentalidad es lo que cambia con mayor lentitud... Se revela preferentemente en el dominio de lo itracional y de lo extravagante’: la brujeria, la herejia, el milena- rismo, la locura. También andan metidos en ese cajén de sastre las creencias sobre la vida y la muerte, Ia salud y la enfermedad, la nifiez y la ancianidad 3° El reino de las creencias es vecino al de la crianza y la educacién. Los modales que se infunden ai nifio antes de meterloa la escuela son un tema digno de historizacién poco historiado, pero la historia de la enorme variedad de férulas escolares si ha atraido la mira de muchos historiadores de otros paises y de México.” Lo mismo cabrfa decir de algunas formas de educacién ‘extraescolares como son los sermones y los discursos, el periodis- mo, la radio, el cine y la celevisién si algunos de tales medios de ‘mamar ensefianzas no estuvieran tan desatendidos por los histo- riadores. Las oratorias civica y sagrada, tan importantes en la vida espiritual de México, son tems ain no roturados. La televi- si6n, que apenas cumple el medio siglo, tan influyente a pesar de su javentud, no es atin un tema de moda entre historiadores. En cambio, las peliculas producidas por una industria ya centenaria en México interesan cada vez ms a un ntimero mayor de estudi 50s, En el catdlogo de tesis sobre historia de México, aparecido en 1984, se enlistan tres cesis sobre cine, y hay ya, aparre de algunas monografias, la mulcivoluminosa historia documental del cine mexicano de Garcia Riera.*? Por qué no se le hinca el diente a la radiodifusi6n? También la trayectoria de! libro mexicano anda en busca de autores. 38, Jacques Le Golly Pierse Nose, Macer l bison, Barcelona, Lain, 1980, vol. Hl, pp #197. 39. Guillermo dela Peta, HY aula y le févuls Zamora, Bl Colegio de Michoacia, 1981, pp 27-68. 40, Emilio Garcia Rena, Hitoria docmental del cine mesicuno, México, Ea, 1969 1978.9 vols oT Lo nistorico, De los distintos aspectos de lo histérico el lenguaje suele ser de dificil acceso para el historiador comin. En los paises hispano- hablantes Ja historia de la lengua Ia escriben los fildlogos. Hay varias relaciones del idioma espafiol, una magistral escrita por el mexicano Antonio Alatorre.t' Con todo, ni Alatorre, ni Menén- dez Pidal, ni Oliver Asin, ni Lapesa han agotado la historia de lo primero que aprendimos la mayoria de los mexicanos junto con la sefial de la cruz, También el centenar de hablas i de ayer y hoy Son otro tema histérico de la mayor importancia. Los asuntos que se mueven entre el espaiiol de México y las hablas indias de Mesoamética, asi como los del afrancesamiento y el apochamien- to de nuestra lengua patria son algunos de los numerosos temas dignos de ser historiados “Antes pudimos decir —dice Droysen— que el lenguaje hace hombre al hombre. Igualmente tipico y esencial para él es la religién, independientemente de la forma bajo la que aparezca”.*? El tema religioso ha sido uno de los constantes de la historiogea- fia, pero se le trataba ances en forma muy diferente a la de ahora. En la Edad Media y en nuestra etapa colonial se puso el ojoen las, vidas de santos; hoy, pese al Leonardo Castellanos, de Francisco Miranda, se atiende mAs a la historia de las iglesias, a las relacio- nes entre Iglesia y Estado y a cultos y religiosidad popular en diversos paises y épocas.* La historia religiosa esté lejos de ser tuna de las més cultivadas en nuestros dias. Con todo, Guy Thui- llier habla en 1986 del retorno al cultivo de Ia provincia de la realidad histérica mAs reacia a las técnicas cuantitativas: la de las instituciones, las creencias y sobre todo to conocido conel nombre de espiritualidad” Desde los dfas en que se enfrentaron ruda- mente las esferas religiosa y politica en México y el circulo Fante declaré reaccionario y feo todo olor a santidad, la vieja his ‘Anconio Alatore, Los mil yan atts de ls lengua espaols. Disedode Beatrice True, blood. México, Bancomer, 1979 Deoysen, op. ct, pp 268-275, Jost Beato Ugate, "Historia religions” en Veinticinea ls de invetigscin Bit: {inca en México, México, El Colegio de México, 1966, pp. 229.248. Thuile et Tuard, op. cir, pp. 14-22 ‘SEGMENTOS CULTURALES. toria de misiones, vides ejemplares, milagros, santuatios cdlebres, herejias, martires y persecuciones religiosas, ented en receso en los sectores més connotados de la repiblica de Clio. No muy distance de lo religioso se ubica el reine de lo artistico, cuyas provincias mayores son la arquitectura, la escultu- ra, la pintura y la musica, Se les atribuye a los ilustrados del siglo Xvi el haber puesto en marcha la historia de las acciones esréti- cas. Después de Winckelmann, ¢l iniciador, vinieron Burckhard, Wolfflin y muchos otros. El conde de la Cortina eché a caminar el estudio del arte mexicano, pero su consolidacién se debe a don Manuel Toussaint, que ha tenido varios seguidores, en su gran mayoria del género femenino: Beatriz de ia Fuente, Esperanza Ramirez, Elisa Vargas Lugo... Un buen numero de historiadoras mexicanas se dan tiempo para historiar el arte precortesiano y colonial en sus aspectos arquitecténico y escultérico, y el moderno por lo que coca a ls pintura.* En el amplio campo de las letras, han trabajado, en lo que va dei siglo, una legidn: Luis G. Urbina, Pedro Henriquez Urefia, Alfonso Reyes, los Méndez Plancarte, José Luis Martinez y Antonio Alatorre. El doctor Gaos nos decia a sus discipulos: “Las ideas no solo son tan hechos histricos como los que mas lo sean, sino aquellos hechos histricos de que dependen los demés, hasta los menos ideales" $° Algunos de sus discfpulos Hlegaron a decir que nu habia tra historia que la historia de las ideas. A partir de 1940, llegd a “© tener en México un auge nunca visto en otros paises. Una buena descripcién de lo hecho durante los primeros veinticinco afios se encuentra en un ensayo de Luis Villoro que publicd Historia _ Mexicana." Alli mismo se dio cuenta de lo poco que habla sido apreciado por los historiadores de acd la breve provincia de la ~ ciencia a lo largo de la historia de México.* Con todo, es distinto y Enrique Florescann, Mésicn en 500 bros, México, Nuevs Imagen, 1981, pp. 81-34, 4176 Gas, op. cls p.495 Luis Viloro, "Historia de la ideas" en Veinisinco eas de insestgaciSw bidrica cen Mésir, pp. 1-48 Germin Sowolinos & Ardois, "Historia de a ciencis” en op. et. pp. 115-140, 6 Lowmsronico mucho mejor el panorama de 1965 para aci. Ya se cuenta con algunas buenas historizaciones de las ciencias fisico-matemiticas y biomédicas y con un ntimero mayor de investigaciones acerca de las ciencias sociales. En gracia a la brevedad no vamos a referirnos como se merece al sector del ancho mundo histérico mas vincuisdo a los del gremio: la historia escrita 0 historiografia, el aspecto de la realidad historica que mas debiera preocuparnos a los clientes de Clio, ia practica de los historiadores, Eso decia, si mal no recuerdo, don Ramén Iglesia, quien hizo que las investigaciones historio- _gedficas ocuparan un puesto de preferencia en el repertorio de los temas histéricos del México de nuestros dias.*” Desde los afios cuarenta, la particula del mundo histérico llamada historiografia ha sido una de las mis cultivadas en nuestro medio, en parte por el patrocinio del Insticuro Panamericano de Geografia ¢ Historia al proyecto de historiar la historiografia de cada uno de los paises de este continente, y sobre todo, por la pervivencia det seminario de Edmundo O'Gorman que estudia y revive a los cronistas € histo- riadores de la Nueva Espama.” Segin el maestro Arndiz y Freg, que gustaba de las frases brillantes y aforisticas, en el mundo histérico documentado 00 hay nada tan sublime ni san vulgar que no pueda ser abierto por el bisturi del historiador. Desde 1940, los temas de interés pata los historiadores se han ampliado sin cesar. Pese al gran mimero de colegas que figuran en los directorios de profesionistas, hoy la mies es mas copiosa y variada. 49. Lnis Gonasles, “Historia de la historia” en op. cit. pp. 46-78 50. Enel articoka de L.Gonziler an coastan ls siguientes histot ricana fase Bartera, Historingrfia def Benador, Mexico, LPH, 1996; George Bae, Liopla historia en México, Made, Espass-Calpe, 198%; Efraim Cacdazo, Hisroriografa paragnapa, México, LPGH, 1989, Geemin Carrera Damas, Mito ride la bstorografta vonecolana, Caracas, 1, 1961- Francisco Esteve Baca, Hir- oviogafia indiana Mase, Gredos, 1964; Elss Gove, study onthe Hirtorinera phy ofthe Brush est Indies, México, LPG.EL, 1956, Jos Maauel Pérez Cabeera, Historiogvufia de Cuba, México, [PG-H., 1962; Catts Presoit, Hitoriographie D'Hait, Mexico, 1P.GH, y José Honoria Rodeigue, Mistoriograla del Brasil, ME io, LPG, 1982 de la historia me 70 tl PREGUNTAS DEL HISTORIADOR A LO HISTORICO

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