para los cristianos del siglo primero. Hoy también contamos con esa ayuda. El espíritu de Dios nos puede dar las fuerzas para obrar bien y para estar activos en su servicio. “No sean holgazanes en sus quehaceres. Fulguren con el espíritu. Sirvan a Jehová como esclavos.” (Rom. 12:11). “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.” (Fili. 4:13). También puede producir en nosotros cualidades como el amor, la benignidad y la bondad, que son aspectos del “fruto del espíritu” (Gál. 5:22, 23). Claro está, Jehová no obliga a nadie a recibir el espíritu santo.
6 Sería razonable que todos nos
preguntáramos lo que podemos hacer para recibir el espíritu santo. Hay varias cosas, como bien indica la Biblia. Una muy importante, y simple a la vez, es pedírselo a Dios. “Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”.” (Lucas 11:13). Otra muy útil es estudiar la Palabra de Dios, inspirada por su espíritu, y poner en práctica sus consejos. “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia,” (2 Tim. 3:16). Desde luego, no todo el que lee la Biblia sin más recibe el espíritu de Dios. Pero cuando un cristiano sincero la estudia, logra asimilar los sentimientos y el punto de vista que se reflejan en ella. Otro factor fundamental es que aceptemos a Jesús como representante nombrado por Jehová y como aquel mediante el que Dios envía su espíritu. “Por lo tanto, como han aceptado a Cristo Jesús el Señor, sigan andando en unión con él,” (Col. 2:6). De modo que tenemos que seguir el ejemplo de Jesús y adaptar nuestra vida a sus enseñanzas. “De hecho, ustedes fueron llamados a este [curso], porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención.” (1 Ped. 2:21). Cuanto más nos esforcemos por ser como Cristo, más espíritu santo recibiremos.
7 El espíritu del mundo, en cambio, impulsa
a la gente a reflejar la personalidad de Satanás. “Además, a ustedes [Dios los vivificó] aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados, en los cuales en un tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas de este mundo, conforme al gobernante de la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia. Sí, entre ellos todos nosotros en un tiempo nos comportamos en armonía con los deseos de nuestra carne, y hacíamos las cosas que eran la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos naturalmente hijos de la ira así como los demás.” (Efesios 2:1-3). La influencia de ese espíritu se manifiesta de múltiples maneras y se nota en todas partes. Fomenta la rebelión contra las normas divinas, así como “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16). Impulsa a practicar obras de la carne, como fornicación, idolatría, espiritismo, celos, arrebatos de cólera y borrachera. “Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo, enemistades, contiendas, celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a estas. En cuanto a estas cosas, les aviso de antemano, de la misma manera como ya les avisé, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gál. 5:19-21). Y promueve la palabrería apóstata que viola lo que es santo. “Sigue recordándoles estas cosas, encargándoles delante de Dios como testigo, que no peleen respecto a palabras, cosa que absolutamente no sirve para nada, porque derrumba a los que escuchan. Haz lo sumo posible para presentarte aprobado a Dios, trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente. Mas evita las vanas palabrerías que violan lo que es santo; porque ellos avanzarán a más y más impiedad, y su palabra se esparcirá como gangrena. Himeneo y Fileto son de ese grupo. Estos mismos se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya ha sucedido; y están subvirtiendo la fe de algunos.” (2 Tim. 2:14-18). El resultado inevitable es que cuanto más se deje uno influenciar por el espíritu del mundo, más se parecerá a Satanás.
8 Toda persona debe decidir si va a dejar que
el espíritu santo rija su vida, o si, por el contrario, va a permitir que la rija el espíritu del mundo. Quienes están dominados por el espíritu del mundo pueden liberarse de su influencia y aceptar la guía del espíritu santo. Sin embargo, también es posible que suceda a la inversa. Quienes llevan tiempo guiándose por el espíritu santo pueden ser entrampados por el espíritu del mundo. “Porque hay muchos —solía mencionarlos frecuentemente, pero ahora los menciono también llorando— que andan como enemigos del madero de tormento del Cristo, y su fin es la destrucción, y su dios es su vientre, y su gloria consiste en su vergüenza, y tienen la mente puesta en las cosas de la tierra.” (Fili. 3:18, 19). Veamos, pues, cómo resistir el espíritu del mundo.
Cómo resistir la influencia corruptora del
Diablo
Las fuerzas del mal pueden parecer terribles.
La Biblia señala que quienes procuran agradar a Dios sostienen “una lucha [...] contra las fuerzas espirituales inicuas”, además de una lucha contra su propia imperfección. A fin de salir victoriosos y granjearnos el favor divino, tenemos que aprovechar toda la ayuda que Dios nos brinda. “porque tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales.” (Efesios 6:12). “Hallo, pues, esta ley en el caso mío: que cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo. Verdaderamente me deleito en la ley de Dios conforme al hombre que soy por dentro, pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte? ¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor! Así pues, con [mi] mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con [mi] carne a la ley del pecado.” (Romanos 7:21-25).
Entre las ayudas provistas por Dios se halla
su espíritu santo, la fuerza más poderosa del universo. El apóstol Pablo escribió a los cristianos del siglo primero: “Nosotros recibimos, no el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios” (1 Corintios 2:12). Quienes se dejan llevar por el espíritu de Dios aprenden a amar lo que Dios ama y a odiar lo que Dios odia. “Odien lo que es malo, y amen lo que es bueno, y den a la justicia un lugar en la puerta. Quizás Jehová el Dios de los ejércitos muestre favor a los restantes de José’.” (Amós 5:15). ¿Cómo podemos recibir el espíritu santo? Principalmente mediante la oración, el estudio de la Biblia —la cual es producto del espíritu santo— y el sano compañerismo de los que de verdad aman a Dios. “Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”.” (Lucas 11:13). “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia,” (2 Timoteo 3:16). “Y considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca.” (Hebreos 10:24, 25).
Al valernos de estos medios que Dios ha
dispuesto, empezamos a ponernos “la armadura completa que proviene de Dios”, la única protección segura contra “las artimañas del Diablo” (Efesios 6:11-18, nota). Nunca antes ha sido tan urgente aprovechar al máximo tal ayuda. ¿Por qué?
La Participación de Las Familias y de Otros Miembros de La Comunidad Como Estrategia de Éxito en Las Escuelas - Igone Arostegui, Nekane Beloki, Leire Darretxe