Sunteți pe pagina 1din 1

Crisis a nivel mundial

La crisis de la modernidad se difunde a nivel masivo en la década de los 60 por diferentes


factores.
La arquitectura es una manifestación que refleja las condiciones sociales en la que surge,
parece evidente que para entender la crisis de la arquitectura moderna que el
posmodernismo ha sacado a la luz se hace necesario entender previamente como se
manifiesta, al menos en sus aspectos relevantes, la crisis de la cultura moderna que la
cultura posmoderna ha puesto en evidencia. No se trata tanto de hacer un análisis
cultural, social o de cualquier otro tipo sobre la situación del mundo posmoderno, sino de
subrayar aquellas características de ese mundo que nos puedan dar claves para entender
la arquitectura.
Las condiciones que condujeron a la II Guerra Mundial pusieron en evidencia que las
ideas sobre las que se apoyaba la cultura moderna habían conducido a una situación de
colapso que ponía en peligro a toda la humanidad. Si los horrores totalitarios, las
periódicas y catastróficas crisis económicas del sistema capitalista (empezando por el
crack del jueves negro de la bolsa de Nueva York en 1929) que arrojaban en la miseria a
amplias capas sociales, o la posibilidad real y la amenaza de destrucción nuclear del
globo terrestre, eran resultado de dos siglos de compartir los ideales de la cultura
moderna, esto significaba que algo había fracasado en esa cultura moderna característica
de occidente. Un fracaso que se manifestaba tanto en el campo de la política, como en el
de la producción y distribución de la riqueza, o en el ámbito cultural.
La crisis de la sociedad industrial del siglo XIX que desembocó en la I Guerra Mundial,
había sido interpretada como una crisis de crecimiento. Era el modelo industrial
imperialista lo que había que rectificar pero esto no significaba dudar de la validez de los
principios en los que se asentaba la cultura moderna.
La crisis tras la II Guerra Mundial, anticipada por la crisis productiva tras el crack de 1929 y el auge
de los regímenes totalitarios de los años 30, puso en evidencia que eran los mismos valores de la
modernidad los que había que replantearse. No era, por lo tanto un reajuste lo que se necesitaba
sino un replanteamiento donde todo lo aceptado hasta ese momento debía ponerse en tela de
juicio.

Durante los años 1960-1970 esa crisis de valores afloró de manera consciente y generalizada,
extendiéndose en todos los ámbitos de la cultura la idea de que la modernidad, como proyecto
conjunto de toda la humanidad, había llegado a su fin. Y esta constatación quedó además
ensombrecida al comprender que, si esos valores modernos ya no eran válidos, sin embargo, no
había nada que viniese a sustituirlos.

S-ar putea să vă placă și