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INTRODUCCIÓN

La conducta del hombre como todos sabemos, desde tiempos remotos siempre ha
preocupado a los estudiosos y siempre ha sido de estudio y críticas. De ahí es que
intervienen las Escuelas Jurídico Penales, según Jiménez de Asúa. El termino de
causal - explicativas, normativas y aplicativas provienen del estudio de la naturaleza
de la conducta humana.
El desenvolvimiento humano y el origen del hecho humano son objeto de estudio
de la ciencia causal - explicativa y su única limitación radica en su propio radio de
estudio.
Los comportamientos que están basados o regulados en las normas legales, son
los que estudia la ciencia normativa; y su campo de estudio es menos amplio que
el de la ciencia causal-explicativa porque no pasan del marco normativo.
Por último, tenemos las ciencias aplicativas que son un conjunto de técnicas, que
utilizan el material científico de que las otras ciencias aportan, para ayudar al
desenvolvimiento de las interrogantes que en ellas se podrían plantear.
Tenemos que la criminología nos ayuda a estudiar el delito, sin que esto signifique
que este sea de objeto exclusivo de estudio de la criminología. La ciencia causal -
explicativa trataría de explicar al delito en sus orígenes y desarrollo dentro de la
sociedad que lo produce; La ciencia normativa estudiaría los modelos de
comportamiento humano que la ley describe como delito y todas las sanciones que
se podrían aplicar para cada comportamiento establecido y la ciencia aplicativa se
ocuparía en indagar las circunstancias temperó - espaciales, instrumentales y
personales en que se realizó el hecho punible.
Así tenemos que la criminología es una ciencia causal - explicativa, el derecho penal
es una ciencia normativa y la criminalística es una ciencia aplicativa.
CONDUCTA ANTISOCIAL
La conducta antisocial se refiere a cualquier conducta que refleje el infringir reglas
sociales y/o una acción contra los demás. Incluyen una amplia gama de actividades:
Agresividad, hurtos, vandalismo, piromanía, mentira, absentismo escolar y huidas
de casa, así como cualquier actividad contra el entorno -personas o propiedades-.
Las conductas antisociales van a variar en función de la edad y el sexo.
Se define la aparición de las características de las conductas en función de la
intensidad y de su frecuencia, así como la repetición de tales conductas y su
cronicidad. Estas conductas pueden incluirse a nivel general como incontrolables y
exteriorizables. Al ser detectadas en el seno familiar muchos niños pueden llegar a
ser tratados clínicamente -atención sanitaria-, o bien si se exteriorizan en contra de
otros, pueden ser detectados a nivel judicial -forma de conductas delictivas-.
La diferencia en la aparición de estas conductas entre sexos es bastante notable.
Evaluando la conducta antisocial mediante autoinformes se encontró que este tipo
de conductas aparecen al menos tres veces más entre chicos que en chicas.
El trastorno de conducta está definido por la aparición de peleas, rabietas,
absentismo escolar, destrucción de la propiedad, desafiar o amenazar a otros... En
general, suelen aparecer síntomas relacionados con la hiperactividad: exceso de
actividad motriz, agitación, impulsividad, falta de atención. Otros trastornos
asociados: alborotos, alardes, culpar a los demás, formas suaves frente a
agresiones, hurtos, vandalismo, etc.
Toda esta sintomatología va acompañada de un proceso atributivo y cognitivo, es
decir, que van a interpretar a estos chicos como hostiles.
Podemos hablar de una serie de características familiares, de tal forma que las
prácticas disciplinarias de padres/madres están asociadas a trastornos de conducta:
disciplinas excesivamente duras o relajadas e inconsistentes, poco afecto y poco
apoyo emocional, poca participación familiar y patrones comunicativos defensivos.
La relación entre padre/madre está caracterizada por infelicidad, conflictos
personales y agresiones.
Como síntomas incluidos para el diagnóstico podemos señalar:

1. Absentismo escolar.
2. Escapadas de más de un día, al menos dos veces, cuando se vive en casa.
3. Consumo de alcohol y otras sustancias antes de los 13 años. Consumo
reiterado en los últimos seis meses.
4. Sustraer objetos sin enfrentarse a la víctima -ej.: almacenes, casas...-.
5. Destrucción deliberada de la propiedad ajena.
6. Incendiar con intención de causar daño.
7. Forzar la entrada a la casa, edificio o coche ajeno.
8. Iniciar peleas con otros que no viven en casa.
9. Ser cruel con los animales.
10. Ser cruel con las personas.
11. Robar, enfrentándose a la víctima -asaltar, robar bolsos...-.
12. Emplear un arma en más de una ocasión -cuchillo, pistola, ladrillo, botella
rota...-.
13. Mantener relaciones sexuales a cambio de dinero, objetos o drogas.
14. Forzar a alguien sexualmente.

CLASIFICACIÓN DE ANTISOCIALES
Exo criminal puro.
Es un tipo puramente teórico, pues, aunque alguien pudiera cometer un delito por
factores causales puramente externos (vis mayor, v. gr.), en el examen clínico
encontraremos por fuerza la presencia de factores internos. Además, jurídicamente
el caso está exento de responsabilidad.

Exocriminal preponderante.
Son aquellos a los que el medio lleva a delinquir; pensemos en el robo de indigente,
en el que la extrema miseria lleva al individuo al robo. En este tipo se encuentran
también los ocasionales, que aprovechan la oportunidad única para realizar el delito
Exo-endocriminal.
Aquí el medio envuelve al criminal, el que carece de fuerza para eludirlo, pues
cuenta con suficientes factores endógenos como para adaptarse al ambiente
criminógeno. Sería el caso de los habituales
Endo-exocriminal.
La participación de los factores internos es mayor, y su dependencia del medio es
menor. Un ejemplo de este criminal es el delincuente pasional, en el que el factor
psicológico supera al social.
Endocriminal preponderante.
La dinámica es de dentro hacia afuera, los factores internos dominan su
personalidad y lo impulsan a delinquir. Estos sujetos no esperan la oportunidad para
infringirla ley, sino que la buscan. El ejemplo puede ser el criminal psicopático.
Endocriminal puro.
No existen en él factores externos, son sujetos fuera de la realidad, es decir,
enfermos mentales, todo sucede dentro de su mente desquiciada. Desde luego
estas personalidades psicóticas son inimputables.

CRIMEN, CRIMINAL, CRIMINALIDAD


En criminología, el fenómeno antisocial puede analizarse en diferentes niveles; la
distinción es importante, pues tiene consecuencias metodológicas e interpretativas
notables.
Es necesario adelantar algunos datos sobre los niveles de interpretación
criminológica, pues la confusión entre ellos lleva a muy serias equivocaciones, así
debemos distinguir, como lo hace PINATEL.
1. Conducta antisocial propiamente dicha, es un episodio que tiene un principio,
un desarrollo y un fin.
En este nivel se analizan todos los factores y causas que concurrieron para la
producción del evento. Los aspectos biológicos, psicológicos, antropológicos, que
llevaron al “paso al acto”.
Se debe recordar que conducta antisocial y delitos son dos conceptos diferentes, y
que no podemos interpretar al crimen como el delito jurídico, es decir, como la
violación a la ley penal. Las actuaciones judiciales en el caso de un delito pueden
ser de gran interés al criminólogo, pero no debe guiarse tan solo por ellas. Además,
debe tenerse en cuenta que muchas conductas antisociales no están tipificadas, y
no por eso el criminólogo dejara de utilizarlas.
1. Es el autor del crimen, es el sujeto individual, actor principal del drama
antisocial.
En el momento actual, el concepto de “criminal” o sujeto antisocial esa muy amplio
y no se limita al infractor a la ley penal. Pensando que los términos “criminal” y
“antisocial” pueden ser estigmatizantes y valorativos, se ha propuesto en su lugar
utilizar el concepto de “desviado”, que puede ser mas descriptivo, sin embargo, es
necesario señalar que no todo desviado es antisocial, y por lo tanto criminal.
1. Es el conjunto de las conductas antisociales que se producen en un tiempo
y lugar determinados.
Para poder estudiar la criminalidad, es necesaria la intervención de la demografía,
la Historia, la Etnografía, la Psicología social, la Estadística, etc. Se trata de un
análisis global del fenómeno.
La interpretación de la criminalidad, como la totalidad de los delitos cometidos en
un lugar y época determinados, es muy general y por demás errónea. Es indudable
que los datos de más fácil acceso sean los oficiales, teles como estadísticas
judiciales.
No apodemos olvidar que gran parte de la investigación criminológica actual esta
dedicada a la obtención de la cifra negra (delitos no conocidos por la autoridad), a
la cifra dorada (conductas antisociales y delitos cometidos por políticos, compañías
transnacionales, influyentes, industriales etc.).
Y al estudio de conductas desviadas o peligrosas no consideradas oficialmente
como tales.
La importancia de la diferencia en los niveles de interpretación salta a la vista, pues
no es lo mismo hablar del homicidio, que del homicida, que de los homicidios, es
diferente estudiar un comportamiento antisocial, un sujeto antisocial o la
antisocialidad. Debe entenderse pues que loa criminología estudia la conducta
antisocial en tres niveles distintos: El crimen, el criminal y la criminalidad.
Delito y crimen
Hay que distinguir el delito del crimen. Por delito hacemos referencia a una violación
de una ley que se encuentra tipificada en el Código Penal. Por otro lado el crimen
hace referencia a la acción delictiva o a la acción antisocial.

Criminal o delincuente: sujeto activo de los delitos


Al criminal lo podemos definir como un sujeto que va cometer un crimen o delito
tipificado por el Código Penal o va realizar conductas que se consideran
antisociales. El criminal también es denominado como delincuente y va ser el sujeto
activo de los delitos o de las infracciones penales. Se han realizado muchos
estudios sobre la personalidad de los criminales o delincuentes con el fin de intentar
descubrir que es lo que les lleva a cometer los crímenes o los delitos. Por esto la
Psicología es una disciplina muy importante y de gran ayuda para la Criminología.
De esta forma, si se realizan estudios de las conductas y del porqué de las mismas
se puede intentar prevenir que se vuelvan a producir por ese mismo criminal o
delincuente, y de esta forma tener cierta seguridad en la sociedad.

Criminalidad: el estudio de los crímenes y criminales


Finalmente, la criminalidad puede ser definida como una disciplina que se encarga
del estudio de los crímenes y de los criminales, de las conductas delictivas o
antisociales que realizan y del porqué de las mismas. Es muy importante el papel
de otras ramas o ciencias para la Criminología, como por ejemplo la Sociología o la
Psicología, gracias a ellas se pueden realizar muchos estudios sobre estas
conductas delictivas.
Lo que no se puede negar es que la criminalidad es algo que se encuentra presente
en todas las sociedades y que esto se remonta a lo largo de los años. Las
sociedades no deben hacer oídos sordos al problema de la criminalidad y deben
adoptar según sus mayores o menores posibilidades todas aquellas medidas que
sean las más adecuadas para erradicar el grave problema de la criminalidad en la
sociedad.

CRIMINOLOGÍA CRÍTICA
La criminología crítica surge como una nueva teoría de la desviación que otorga a
la criminalización connotaciones sociales y comunitarias, más que patológicas: el
delito no es fruto de la pertenencia a los estratos sociales más bajos pues se
contemplan los problemas estructurales de la sociedad y se resaltan otros factores
hasta ahora no considerados. Es por ello por lo que partimos de sus principales
precursores para centrarnos en el movimiento mismo, recurriendo a diversos
autores para desarrollar sus propuestas y objetos de estudio. Seguidamente, nos
centraremos en Alessandro Baratta y sus postulados, uno de sus principales
precursores, para culminar con las críticas recibidas a lo largo de su proceso de
maduración y recopiladas por la catedrática Elena Larrauri. Concluimos
comentando las carencias de la criminología crítica a la hora de explicar las causas
del delito, pues numerosas pueden ser sus causas además de las condiciones de
la sociedad capitalista.
Con las teorías de la criminalidad y de la reacción penal basadas en el labelling
approach y con las teorías del conflicto tiene lugar, en el ámbito de la sociología
criminal contemporánea, el paso de la criminología liberal a la criminología
crítica (Baratta, 1986). El presente término está inspirado en la tarea desarrollada
por la Escuela de Frankfurt, y comenzó a gestarse a partir de los agitados años
setenta, con las primeras críticas al sistema de control establecido por un orden
social cuestionado (Morales Peillard, 2002). En ese sentido, las concepciones
criminológicas positivistas empezaron a ser rechazadas por esta corriente, que
percibía estas posturas más bien como un instrumento de legitimación del orden
legal y social constituido, sumando entonces las críticas al etiquetamiento y
produciéndose un “cambio de paradigma” que criticaba, en general, el hecho de
presentar al infractor como un sujeto excesivamente pasivo.
De este modo, y con el objeto de esbozar concepciones de un orden social más
pluralista, sucedió que diversos actores comenzaron a revisar aquellas doctrinas de
corte marxista, surgiendo la llamada criminología crítica, criminología
radical o nueva criminología(Morales Peillard, 2002). De esta nueva corriente y de
todo lo relacionado con ella nos ocuparemos a lo largo de las siguientes líneas.
Cuando hablamos de criminología crítica y, dentro de este movimiento nada
homogéneo del pensamiento criminológico contemporáneo, situamos el trabajo que
se está haciendo para la construcción de una teoría materialista de la desviación de
la criminalización, somos conscientes de que semejante elaboración teórica
requiere de una observación empírica en la cual ya pueden considerarse válidos
datos bastante importantes que han sido recogidos en contextos teóricos marxistas
(Baratta, 1986).
Según Baratta (1986), la plataforma teórica obtenida por la criminología crítica y
preparada por las corrientes más avanzadas de la sociología criminal liberal puede
sintetizarse en una doble contraposición a la vieja criminología positivista, que
usaba el enfoque biopsicológico. Como se recordará, ésta buscaba la explicación
de los comportamientos criminalizados partiendo de la criminalidad como dato
ontológico preconstituido a la reacción social y al derecho penal pretendiendo,
además, estudiar las “causas” de la criminalidad con total independencia.
Es decir, desde un enfoque macro-sociológico, se desplaza el objeto de estudio
hacia los mecanismos estructurales de control social, poniendo atención en los
procesos de criminalización, interpretando la realidad del comportamiento desviado
y evidenciando su relación funcional o disfuncional con el desarrollo de las
relaciones político-económicas. Se resalta, por ende, la desigualdad existente entre
criminalización primaria, secundaria y la impunidad en que quedaba la mayoría de
los delitos, mostrando la debilidad del ciudadano frente al sistema de justicia penal,
fuente de abusos por parte del poder, hasta la promulgación de los
llamados derechos humanos como primordial objeto de la criminología y como
límite del derecho penal.
Por tanto, se puede decir que el principal objeto de estudio abordado desde esta
postura es el control social referido al “desarrollo de las instituciones ideológicas y
a la acción de prácticas de coerción que permiten mantener la disciplina social, pero
a la vez sirven para reproducir el consenso, respecto a los principios axiológicos en
que se basan las sociedades” (Baratta, 1986). De este modo, el concepto de control
social se abre también a conocer las estrategias que se requieren para alcanzar el
consentimiento espontáneo de la sociedad civil hacia aquello que promulgan los
grupos dominantes, asumiéndose el término como una categoría que guía la lectura
de las relaciones sociales, tanto en aquellas conflictivas como las positivas y las
neutrales.
Dos han sido las etapas fundamentales del desarrollo de la criminología
crítica según este mismo autor: el desplazamiento del enfoque teórico del autor a
las condiciones objetivas, estructurales y funcionales que se hallan en el origen de
los fenómenos de la desviación, así como el desplazamiento del interés cognoscitivo
desde las causas de la desviación criminal hasta los mecanismos sociales e
institucionales mediante los cuales se elabora la “realidad social” de la desviación.
Oponiendo el enfoque biopsicológico al enfoque macrosociológico, la criminología
crítica resalta la realidad del comportamiento desviado poniendo en evidencia su
relación funcional o disfuncional con las estructuras sociales, con el desarrollo de
las relaciones de producción y de distribución.
El salto cualitativo que separa la nueva de la vieja criminología consiste, por tanto,
en la superación del paradigma etiológico, fundamental de una ciencia entendida
naturalistamente como teoría de las “causas” de la criminalidad. Esta superación
comporta, también, la de sus implicaciones ideológicas: la concepción de la
desviación y de la criminalidad como realidad ontológica preexistente a la reacción
social e institucional, así como la aceptación acrítica de las definiciones legales
como principio de individualización de aquella pretendida realidad ontológica, dos
actitudes contradictorias entre sí (Baratta, 1986).
Por tanto, y con la perspectiva de la criminología crítica, la criminalidad no es ya una
cualidad ontológica de determinados comportamientos e individuos, sino que se
revela más bien como un estatus asignado a determinados individuos por medio de
una doble selección: la de los bienes protegidos penalmente y los comportamientos
ofensivos a estos bienes considerados en las figuras legales, y la selección de los
individuos estigmatizados que cometen infracciones a normas penalmente
sancionadas (Baratta, 1986). La criminalidad es, por ende, un “bien negativo
distribuido” desigualmente según la jerarquía de intereses fijada en el sistema
socioeconómico y según la desigualdad social entre los individuos.
Por tanto y en ese sentido, la criminología deberá tener entonces, como objeto
general de estudio, el orden penal y los otros tipos de órdenes que tienen
vinculación con él. Se trata de un objeto cambiante y dinámico en el tiempo y el
espacio que desarrolló diversas propuestas de nuevos objetos de estudio, los cuales
veremos a continuación.

LA CRIMINOLOGÍA EN LA ANTIGÜEDAD
Se afirma corrientemente que la Criminología como ciencia nace al publicarse, en
1876, la obra de César Lombroso titulada "El delincuente en relación con la
Antropología Criminal", que inaugura una visión biológica y fuertemente
determinista del comportamiento criminal. La posición "Antropológico criminal" que
dirige Lombroso crea el concepto de "Delincuente nato" que supondría un 35% a
40% de la criminalidad visible y en sus otros tipos -delincuente por pasión,
delincuente loco, incluso delincuente por ocasión- existiría una fuerte carga
endógena, anormal, que transforma los problemas económicos, sociales y
emocionales simplemente en reveladores de una personalidad predispuesta al
delito por causa anátomo-fisiológico-psíquicas. (estigmas).
La obra de Lombroso y las otras de la escuela positivas suponen:
a) La delimitación de una nueva disciplina o ciencia (criminología) en cuanto se
advierten objeto, sistemas y métodos peculiares.
b) Un núcleo conceptual sobre el delito y la criminalidad que implica una forma
sui generis de percibir el fenómeno.
La primera circunstancia permite dar por nacida a la Criminología. La segunda
supone un planteamiento, en general, de la tesis que subraya en el delito individual
el fuerte aporte de los factores endógenos.
Otros autores estiman que la primera base científica de la Criminología se encuentra
en la escuela llamada "Cartográfica" o francobelga, que con autores tales como
Quetelet y Guerry examina los movimientos en las tasas de delito en largos lapsos
y pretende vincular los movimientos en los guarismos, con cambios económicos,
políticos o culturales. Esta posición teórica sería obviamente acentuada-en el siglo
XIX- por los primeros autores de orientación socialista, que ven la base de todo
delito en los defectos de la infraestructura social y en las desigualdades socio-
económicas conexas a ella.
Se atribuya el mérito del nacimiento de la Criminología a Lombroso por un lado o a
Quetelet y Guerry, por el otro, lo cierto es que, a fines del siglo XIX, en especial en
los Congresos de Antropología Criminal, se precisan los dos extremos del continuo
causal; para algunos, el delito deriva principalmente de anormalidades basales del
delincuente, para otros, la causación social es la predominante. Entre ambos
extremos del continuo ha de surgir una orientación psicológica, que subraya
peculiaridades del delincuente en el ámbito psíquico, con relativa prescindencia, en
tales peculiaridades, de la base biológica o sociológica.

TIPOS DE CONDUCTA ANTISOCIAL


Conducta social
Esta conducta cumple con las adecuadas normas de convivencia, es la que no
agrede de forma alguna a la colectividad, cumple con el bien común, esta conducta
se lleva a cabo por la conglomeración social, la cual no trangrede las normas de
convivencia establecidas por la sociedad. La mayoria de las relaciones humanas
son llevadas por este tipo de normas, las cuales buscan cumplir con determinados
valores, como lo son: las relaciones con los semejantes, el trabajo, la amistad, la
familia, etc.

Conducta asocial
Es aquella que carece de contenido social, no tiene relación con las normas de
convivencia, ni con el bien común, se realiza por lo general en la soledad o en el
aislamiento.
Conducta parasocial
Se da en el contexto social, pero es diferente a las conductas seguidas por la
mayoria del conglomerado social. Es la no aceptación de los valores adoptados por
la colectividad, pero sin destruirlos; no realiza el bien común, pero no lo agrede.
Ciertas modas, ciertos usos y costumbres diferentes, son captados por la mayoria
como extravagantes o francamente desviados. La diferencia con la conducta es que
la parasocial no puede ser aislada, necesita de los demas para poder darse.

Conducta antisocial
Va contra el bien común, atenta contra la estructura básica de la sociedad, destruye
sus valores fundamentales, lesiona las normas elementales de convivencia social.

TIPOS DE SUJETO CONFORME A SU CONDUCTA


Conducta desviada
En cuanto al fenómeno de la desviación, la criminología aborda los factores
explicativos de la conducta desviada y la conducta delictiva (robo, homicidio, daño,
etc.). Estos factores pueden ser vistos desde una perspectiva causal como
determinantes de orden psicológico, biológico o social, o pueden ser estudiados
como categorías de orden cultural resultantes de procesos de interacción y
definición social complejos, en los que intervienen elementos de tipo histórico,
político o cultural.
Entendida la conducta desviada como aquel comportamiento de uno de los
miembros de una sociedad, que se aleja de los estándares habituales de conducta.
Aunque debe distinguirse entre diferentes conductas desviadas. Así, por ejemplo,
el travestismo podría considerarse como una conducta desviada, pero resulta
categóricamente distinta a la conducta desviada de, por ejemplo, robar en un
establecimiento.
Por tanto, la criminología estudia la conducta desviada de la persona, cuyo resultado
deriva en daño o perjuicio de algún componente de la sociedad.

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