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GRACIELA BATTICUORE LA MUJER ROMANTICA Lectoras, autoras y escritores en la Argentina: 1830-1870 Capftulo 2 Modalidades y fantasmas de la autoria femenina. Publicistas y literatas |, La autorfa escondida lonor y flicidad a septiembre de 1846, una dama chilena responde dea siguiente maneraala or argentino Juan Maria Gutirrer, para que le envie wna ia suya que acompafic un poema a inelurse en ls piginas de Ia Amnérica Poévcas En cuanto a noticias biogrdficas espero se sirva U. dispensarme de discs, U. puede poner mis versos en su coleccién como wna suerte aria y que debe sus uencia externa que alguna ligera aficién a la lecrura Ajena “vida de pretensiones al saber, sdlo he escrito cuando alguna fuerte emocién o alguna indispensable condescendencia me ha pues- co la pluma en las manos y casi siempre bajo el velo del anénimo- lecciones de pos castel nacida con la revoluci6n de mi pai dde mi vida aquella mezquina ensefianza que exo. Soy, pues, acreedora a toda indulgencia y espero que por lo tuenos se reconocerd que no he plagiado ni imitado a nadie intencio~ mhalmente, El cardcter de mis producciones ha sido siempre una cierta independencia, propia de quien nada debe a otros i aspira a caprarse ‘hc fivor. A pesat de la severarigider del clasicismo se ve que desde aba las personas de Se asoman muchas cuestiones signi chilena que pone ast al descubierto vocacién literaria de las mujeres de la época, a mis primeros ensayos desde los adornos mitolégicos instintivamente, aunque los encontraba a cada paso en los pocos libros en enn nn fa y que mas adelante, cuando se empezaron a ver poetas. cl vértigo de la nueva escuel a Loiiste vyarme dea exageraci habia formado, y cuyo o puede concebir que sea verdaderamente ramente propio para despertar en el alma impresionesagraablesy de na ese evden «aS me Preguntard cal vez porqué no he culivado més mis dispo- siciones naturales y voy a satsfacer a esta objeci6n, Desde muy pe- quefia me hicieron entender mis padres que cualquiera que fuese la se a adquirir por medio de saber callar. Cuando empecé a reflexionar por mi acertado era a este respecto sti modo de pensar rindolo tal vex en demastajurgut que uns aaijer cin Cee paises era una clase de fenémeno extrafio area dl que un cultivo esmerado dela inteligencia exigifa de m punto el sacrificio de mi : Pes 'cupaciones lo empleo en lee algu cidn de mis hi ie yo baaen conservo pretensi6n alguna contraria al géneto de vida que aopraoyqueconenat sempre Misoeons Me Baan eee incluyo aU. una copia, revela que este h a tiempo, mi modo de pensar; y en efecto una re bia sido para muna carga insoportable, mientras que en el sistema deindependencia quelevo, mis versos, por poco que valganson coma tun hijo de mi vida privada y no pocas veces han contribuide a libres, me de alguna fuerte y dolorosa impresin! ivasen esta larga carta de una poctisa ‘miltiples condicionamientos que tigen la Ja ver que nos confirma (sobre Segin vemos, aun en el seno de una familia instruida y pudiente yergen las advertencias y reparos de los padres para encausar del modo més, ilustracién de sus hijas. Saber callar, acenuat los excesos de un saberes para una sefiorita, Precisamente; la carta de Mercedes Marin de Solar ona por su claridad para explicar sin rodeos los fantasmas que acechan as de comicnzos del siglo XIX, a la vez que expone los principios {que limitan 0 encausan su relacién con el mundo de las escribe por pura apto de “emocién’”, lo cual sumado a su ” deja asomar algunos rasgos romanticos (y por ende ra que en cierta manera se ufana de lasicismo y de no considerarse a s{ misma que ocras mujeres de su clase que como ella han lo una educacién esmerada para su sexo, Mercedes Marin entiende que la educa aria en general y Ia autoria en particular pueden set un inconvenience demasiado riesgoso para las mujeres, por lo que teme ser c0- la por ridicula o pedante, y teme también que la publicacién de suse: {0s sea juagada como una pretensi6n o una osadia que puede destruir o em- paar su felicidad. Frente a tales fancasmas expresados con roral franqueza en su misiva surge ‘lrecaudo de la prudencia con la que esta poetisa lige afrontar su insercién en el de la épaca, y surge tambien el pudor con el que decide presen indo, Recordemos que etimolégicamente el pudor estd empa- midez, la vergtienza, el recato, la castidad y el sentido del valores todos muy estimados en la vida de las mujeres. Aunque en este caso se trataria de una timider que se pone en accién y ew exbibicién para 14 LA MUJER ROMANTICA resguardar el honor femenino. Desde luego, sabemos que el pudor ha regido el comportamiento de las mujeres por lo menos desde la Edad Media, haciéndo- se presente a través de los gestos y los modales en la Pero en el siglo XIX el pudor se presenta también como un sentimiento a menudo irre- lindola a veces o bien modulando las in de los géneros, la estética 0 el estilo cia sobre la necesidad de exhibir el ‘pudor como un rasgo que hace visible el honor femenino (entendido como un atributo que atafie ala mi sca proyectarse también en el ambito especifico de la leceura y la escritura de las mujeres. Porque si es éste un com- portamiento que enviste un valor siempre esperado en ellas, debe hacerse pre- sente también en sus obras, Por eso a comiienzos del lo XIX, cuando en medio de otras muchas leza del amor Stendhal reflexiona sobre la autoria s6lo puede practicarse (y siempre debe justificarse) cen el extremo caso de tina necesidad econémica, la cual sucle acaecer a las viudas que afrontan la situacién de criarsolas a sus hijos. De otra manera, el nombre de la autora no debe darse a conocer, ya que su vocacién pond al descubierco una p juc como madame de Staal (de unay), obras péstumas para publicar después de su muerte, Para tuna mujer de menos de comenzard por perde Sélo veo una excepeién: una mujer que publica libros para ali ‘mentar o educat ast familia, En ese caso debe siempre atrincheratse és del dinero al hablar de sus obras, y decit, por ejemplo, a tun jefe de escuad:én: “Su profesi6n le produce cuatro mil francos al ao, y yo, con mis dlos traducciones del inglés, he podido el aio ‘imo consagrar tres mil quinientos francos més a la educacién de mis dos hijos’. Fuera deesto, una mujer debe publicar como el bardn de Holbach o madame de Lafayette: sus mejores amigos lo ignoraban. Sélo a una mujer de vida alegre le es dado publicar sin inconveniente un libro; Graciets BATTICUORE ‘como el vulgo puede despreciarla a sus anchas por su condicién, la pondré en las nubes por su talento, e incluso se entusiasmar con ese su talento”? 5 podrfa buscar , buenas excusas para expresa char su honor en lo personal y familiar. Ahora bien, creo que ese mandato de época es el que resuena fuertemente en la carta de la s rifica ni reprime su vocacién literaria sino que encuentra la manera de expresa iendo versos aque serin leidos en vor alta en los salones que lidera como anfitriona o a los que ipante. © bien escribe para engrosar l album de poemas de joven escritor argentino y colaboracién, Es decir ta. Tal como lo expresa en su carta, esta mujer se cuida de demasiado el nombre propio a la consideracién de un pblico ampli y quiza no muy preparado atin para aceprar a presencia incipien- de la litera. Para resguardar su felicidad ~y es ésta, sin dudes, la nocién que pera y ondena los recaudos de esta earta~ la escritora dice moverse entre los que prescribe la vida doméstica A tal punto que los poemas aludidos son coneebides como “hijos de la vida privada’. Es decir, la escritura pertenece al ‘mundo privade porque nace, se gesta y se desenvuelve en él; circula entre un y préximo a la es lico que en cierta manera | aseguea el reconocimiento al honor y la eputacién que deben ser tan celosamen- tecustodiados. Escribir para ese ctculo fntimo de elegidos esa prueba, también, cde que fa ambicién de la poetisa no serfa “desmedid’ Esté claro entonces queeste modo de pensar y proyectar su relacién eon la sura encaja en los molds que rigen la vida y los comportamientos de las eres hacia comienzos y mediados del XIX (¢ incluso desde mucho antes) Jo cual inspira esta explicaciSn al parecer sincera por parte de la corresponsal. ‘embargo, esto no impide que vislumbremos también en tales argumentos, al sutil ejercicio de una récrica femenina que consiste en atenuar el deseo (y mente reconocida, para evtar de ese maledicencias Jas censuras © autocensuras a las que puede expo: entre un corpus que distingue a una serie de escritores americanos. De tal modo, puede decirse que la carta de esta interlocutora de los ro- manticos argentinos nos of «xctitora modera, posterga 0 bien 'én de sus textos al reclamo ajeno, con tal de resguardar uc implica aqut la libertad de no set observada por los 108, por tanto, de ele ciones k erat’) para la cual su vida y su no no estén preparados. La decisién de publicar poco o nada es, precisa- ‘mente, una opcién no espontiinea sino meditada y ealeulada por ella, que me. dird opos cada ocasién y cada reclamo, de acuerdo con la conve- por las letras car que si el modelo que ofrece Marin de Solar lo XIX como lo demuestran su nocidn del mun- los juicios de Stendhal- ese modelo proviene del siglo XVIII europeo y es previo a la revolucién, aunque en este caso este impregnado por ella (Solar data su primera formaci de las revoluciones americanas de comiencos de siglo preciso agregar que la experiencia revolucionaria ~ya sea europea como ice un nuevo agravance sobre las preocupaciones que conttovertida figuea de | in problem rar a las mujeres en las lucha politica res y preocupaci | pasaje de la lectura a la escritura res conflictivo y la Fgura de la autora no puede sino ser ajena, ‘menos excepcionalmente admisible para aquellos ;pulsan la edue cacién de las mujeres. En un I que la letta se convierte en un arma Poderosa de combate, larepresentacién de una mujer escribiendo, aunque slo Gracies Barricuore 7 se trata de una carta, consticuye una escena ieritante, incémoda cuando no imposible, en la medida en que convoca el esigma de lapolitizacién. En Amalia, la novela de Marmol, varias mujeres son capaces de componer texto epistolar: Dofta Marcelina, las monjas del convento de las ca , Manuela Rosas o la misma proagonista. Pero cuando esa imagen irrumpe ato, la escena de la escritura se impregna de ridéoulo: dctrés de ese saber casos, una debilidad irremedial on. contradictoria- sus textos alertan ‘mujeres pero al misino accedan alo que debia conformar idad culta sino que, ademés, afianza su di de ser una “ilustrada’, En cartas a su co, Haciendo referencia a los peligros y sacrifcios que exige el 10 yel compromiso con una causa partidaria, Mariquita eseribea su 4 estos términos: “Con ‘Una cietta tranquilidad interna envuelve las expresiones de la corresponsal ineas donde el honor se presenta como un salvoconducto infranqueable fuerza de los enemigos que arrecian contra su felicidad. Resulta claro i snencia de Mari la, poseen no s6lo bienes de saberesadizuirides. A diferencia de lo que su contem- reve a confesar, en esta otra carta 1 se efcan todos los valo fan la vida de una mujer ilustrada 1 Gracteta Barricuone 9 corfa femenina, lo cual desde luego no impide que sean ellas, precisamente, jienes se encuentren mas expuestas que otras a la censura y el escarnio de los 9 atentan contra su pro} los problemas (y los recursos de de las escritoras en la nos en dos momen- ‘ nalmente, como un tesguar inexpugnable que asegura el reconoci de la posteridad. Un reconoch co que Mariquita cree le dad la historia a quienes Es ésta la gloria a la que aspira como un consuelo que por diversos m Para explozar entonces cudles so wre autorfa ferie- lo,es importante advert que Mariquita se maneja no hunde sus rafces en rque durante la col al mundo, el honor de una muj americana (y sto seyuird vigence alo largo del siglo XIX y ain en el XX) esta sevinment ca con comporamino sexual, social y familiar, es deci con la eastidad o la fidelidad debida al esposo y no con la destreza de saber. leradoslibtescos* Es ex nocisn del honor, pe aque restringe la formacién aun cuando pertenece a una al vincular el bonor femenino c los lo encontramos a co- jenzos de los afios 30, cuando sale a la luz el primer semanario femenino que prefiere omitir su nombre en la publicacién. Por .cuadramos este y los siguientes casos similares en una modalidad s general a la que denomino autoria escondida, para subrayar su diferencia, fespecto de otros modclos en los que la redactora opta por exponer el nombre tse responsable de la publicaci6n, Nos referimos ahora a La Aljaba, que desde su niimero inicial acusa la encién explicita de que las mujeres sean capaces de ejercer una influencia oificadora sobre el duro escenario de luchas pol cién.* Para lograrlo, el semanario defiende la importancia de una educacién 0s moralesy religiasos ala vez que mantiene con las pasado american si cas que aquejan a la na- vrudencia y sigilo cuando asume la decisién de no Este oto sf es un gesto compartido con Matin de Solar ‘ras mujeres letradas de la época que rambic cuando Jo hacen adoptan todo los mal publicar sus esc 8 para conju hhonor y empafar su felicidad, racibn rica y variada para las mujeres. Mas bien se condicen con los prin- s de la moral cristiana que, por una parte, predica abnegacién y sacrificio mente que, adoptando sus propias mo un modo adccuado de la influencia femenina: quita Sanchez nos per atenuada o 5 Jo XIX argentino Matic indagar el caso ya no propiamente de la autor ida sino de la autorda péstuma, _Mediemos para que flos hombres! terminen sus diverget ceden a tan justa demanda, que vuelvan los puiiales que vvida de la patria, que los vuelvan sobre nucs- ra sangre antes que en su empefio y en clla a nuestros hijos ticrnos y brazos levanran cont tos pechos, que ve? logren ver degradada 2 aq queridos.” corr En el revés de estos remotes y reticencias para afrontar la educacién y la voca- cidn literaria de las mujeres encontramos fa actividad de las publicistas, que on mayor o menor éxito intentan vencer los prejuicios y obstéculos contra la [As( se expresa la redactora del semanario en un articulo de fines de diciembre de 1830, incitando si es preciso al martirologio femenino en favor de los hom- — 121 90 ees P " La Murer roman JMACIELA BATTICUORE bres y la patria. Pero contrarrestando Jdleal de la pareja roméntica no tiene lugar en este semanario que, en todo caso, Paginas recomiendan prudencia, sencillez, modestia bien bajo los parimetros de un paradigma racionalizador ¢ Por eso La Argentina se preocupa por establecer y difundir los cédigos de dda (recordemos que la columna a alo largo de sus ntimeros), jereslecciones que alientan simplicidad en jam en la escritura y nacionalidad en la eleecién amo- 1 aconseja asus lectoras desarvollar mucha mafia {a influencia femenina os instin- d I honor de las sefioras pende jorna’® asegura La Afjaba en uno de sus niimeros, yack Es mds, “una dama puede lu en los +t no debe ataviarse para presentarse en pal doblemence su decen la escritora, el manera, sencilleey com a, Pero también, La Arge educar alos hombres ysometera través de » aumentando su se jo es el responsable perioridad” y ara que todo esto sca posible, ellas deben aprender a su vez a desplegar sgracia” en el trato,calculando de ancemano el efecto de cada uno de sus jones para seducitlos cualquier nocién de so. id suntuosa o distit suida es la que abre de entrada una brecha infranqueable que acabaré en pol ‘mica, con otro semanario contempordneo tos y actu ravestido) de La Argentina, que el domingo 28 3 pocos dias despudsdelaapatictn ando el caricter del hombre y sabien- fo una referencia directa a Esta ciencia se adquiere pen do cual es su més favorita inclinac citidados nos deben dar porque como ventanas del alma descubren todo con facilidad. Las expresiones permanentes nade significan, la ro, Nuestra marcha debe set gra ente marcado por las luchas aque desde hacfa_ya més de dos toda persona debe recibirse con benevolencs sdos que se conocen y di Argentina no tolera la moral invocar como aquella ala bondad o al sacrificio femenino ap astucia, el edlculo de las mujeres para enderezar y dom. los hombres y, entre inimeros este semana- retérica desafiante y provocativa (opuesta al rono persuasivo Le Ababa) que defiende la necesidad del matimonio para socabilear lea aloshombresya través suyo ala pe lo, cree que se lo merece ¥ debe precisamente lisonjearse de que se le haga justicia." social que Rousseau prescribe para las as ya desde fines der y la condes- la tinica dominacién fe- indmonos todas a seguir u subrepticiamente, y que s jus eee porque debe redundar en favor de la socie- ferocidad que los hace insoportabl Si algo queda claro a través de estas lineas es que a las mujeres les toca la fo que se les hace en suponerlas tan ignorantes, gy es ast 'Y de esta comisién se ha encargado La Imbuidas de un tono hostl, irénico y por momentos sarcést Ive mas severas y vergonzantes para su destin estas y otras argumentaciones por el estilo surgen bajo la forma al emanarioporunasupu lectora que firma con tra los errores de La Abizba. Aqui la falta de saber (y de saber esc permite hundir los dardos contra la honorabilidad de la oponente, adj ceatas palabras breves pero categéricas La Aljaba denun ide que su colega hiciera alas lectoras; es decis, denuncia la impostacidn de ina por parte de La Argentina, Estamos aqui ante otra variante, adc la auorfa escondida, a la cual denomino auviorfa impostada tue ya hemos visto aparecer en los escitos chilenos de Sarmiento, cuando siones suenan a cxcusa, Y fea lo que mas bien res See : Treen 2 tesponden a las pro ee deideas panne ee hacer clay ach aunque contenida, !adensdad de fo = lpoltica nacional, Pa bs a los pre «st lterata 0 publics pretendidamente progres 108 y reticencias que Ip suc prover ale ae son ico) de una Serie de sex ue es posible visualiaa ese ‘rte intcinpestivo de og *Ua Barricyorse—————________ 95 o no habré nuevos intentos de incorporacién femenina a la prensa, lén que obviamente no esti al margen de otro asunto més grave. Me achicamiento dela esfera publica y con él ala testriccién de la activi- istica hacia fines dela década del 30. Pero inmediatamente después 0s, cuando resurge el fervor democritico y republicano, y despiertan libertad se renueva también el discurso acerca de la lustracién y emancipacién social de las mujeres. La figura emer- inte de la escritora publica vuelve a hacerse presente en el escenario cultural bre todo al comienzo, ela se escuda no obstante bajo la proteceidn del ano imato 0 bien del seudénimo: recursos a los que acudiran incluso escritoras de toy respetadasen el ambi lo demuestran algunas ambigiiedades de al momento de calficar piblicamence la obra de su hermana. 4 contexto de la Argentina inmediatamente posrosista son cada las mujeres que enarbolan con su propia vor, desde la prensa, el reclamo bertad”, “educacién’ ¢ incluso “igualdad entre los sexos’, cuestiones que nente ls enfrentarin de nuewo a la critica o el sarcasm de sus colegas ‘A mediados de la cencuria, los escritos de Rose Guerra y Juana Manso cons- los dos exponentes més clatos de las controversias que es capaz de desper- WW por entonces la defensa de los derechos de la mujer. Y entre ellos particular- nv ddeser una mujer escritora que publica. Nos ocuparemos por ahora rimera de las dos escritoras mencionadas, que como veremos opta ain ner su nombre al resguardo de posibleseriticas y objeciones, AA dos meses de la caida de Rosas, en abril de 1852, un nuevo semanatio es titulado Za Camelia s “1° A diferencia de lo que sucediera en La Aljaba, donde la parece haber tenido a cargo suyo la confeccin completa del semana- Camelia las esesitoras son m tle custodiae juntas un tesoro celosamente guardado por todas: l nombre real de [is colaboradtoras. 126 —__ a haces BarricuoRpA ing repazo con todo el interés del amor maternal, a nuestra més querida a pesar de sus defects." logo con antes de que fuera e jarse de la cantidad de pub Bucnos Aires ("lu texdactoras en cuestibn jamds revelaron sus nombres verdaderos pero esta decla- confirma los temores de los que todavia siguen siendo objeto la esctitoras mediados de siglo XIX. Los términos clegidos para defenderse que clas asumen 0 incorporan a su propio discurso los prejuicios de condenan: “Si la impertinente generalidad no queda satisfecha...”, | comunicado citado mente, dando por sentado que la s pginas de EL) interés por revela la identidad de la publicistaes en si misma una “im- casos que englobamos dentzo dela atria impastada), cia", Pesea todo, La Camelia sabré ser consecuente con su premisa, ¥ al Pero Eliza responde enérgicams lo de desvanecer esta duda que po 0 del anonimato de sus colaboradoras transcurre ntimero a ntimero un da ser tambign la del resto del pi la que separa el mundo n decir amigas méas*, ua de la prensa, para convertirse wés dela corresponsalla, De esta mane- otto tipo de colaboraciones, a saber: la publica- ‘ no @ dos poemas sueltos de una escritora des ferminado el cietre de La Aljaba. No obs i por haber incursionado por tnica vez en la prensa), es deci cién que reclama derechos nuevos y cambi i lun texto que coloca a la escritorasélo esponidicamente social de la mujer, revelar ef nombre sign mente) el honor de le ecrtara aa op er (al parecer innece ién adversa de quienes no la ven la vida urbana y social del momen- en rida en los teatros portefios, la dad en los salones, las modas. Este sltimo tépico crece en is ite exponer una vs de un presente sobre el proyecta una voluntad de cambio unente sostenida en el asia Ab libertad que caracteria el momento: “Lo que se lam ido, viniendo a sustiruitla la verdadera liber gue Gerra~quien atin no t2~ se apresuraa publicar en Los Debateruna pequeda esquely { te campe rte tal attibucién, mientras las colaborado as dee Comcad imero, las paginas de esta publicacién se ocupan de tifican a su vez el desmentido, con bertad” impuesta por un nuevo gobierno era desconocida onces ¢ impensable en la época que acaba de cerrarse. Las referencias ta ocupan un lugar preponderante y xecurrente en esta publica- ‘comienza a edivarse a sélo tres meses de Caseros. Para las redactoras pasado representa todo lo malo y aborrecible, lo opuesto a la yal bien comtin, que ahora se expresa a través de la razn y Alosetrs,secundando sus descos (los de Rosa Guerra), declaramoe formalmente que no tiene parte a pertinente generalidad no queda s ‘mos dispuestas a dar nuest 4a Srea, Guerra, al mismo tie lidos para trang "MPO que proteger y estrechar en nuestro 128 ———___ Un denso velo, lébrego, horrible, cubria nuestro horizonte... durante ‘eine afios se habia condensado oculeando nuestro pasado, mostran. donos solo un presente de sangre, devastacién, lanto y desesperacidn: de te, la delacién, la calumn ‘mas estipida y socz.2? y todos los monstruos que creara la tirana ‘Ast se expresa un breve pero acalorado articulo aparecido en el primer niimero la oscuridad, La Camelia celebra la llegada de “la elen” para los hombres y mujeres, » sin dudas, de un orden nuew, absolutamente de is opuesto a les ha sefialado Jorge Myers" asume el término bajo con el nuevo gobierno del Gral. Urquiza, entor ideal de “felicidad” que pi libres, de nuevo ha venido ab Ficaciones que -segin ismo, Identificados tan en ne de Mayo (“el sol de Mayo, el sol de los sobre nuestras cabezas").”” Aunque también ideal encuentra un zeferente més inmediaco en quienes te: los hombres de la generacién del 37. de este semanario (como con otros de Album de Sehortas de logan con los més encarnizados de La Moda o El Iniciador, aginaban una mujer emancipada y compatiera de la causa patriota, un poco a la manera de Amalia de Florencia en la novela de Mérmol De todos modes las redactoras de La Camelia se cuidan de no espantar a hes excesivos acerca del pasado y de no reavivat las todavia no acaba de extinguirse, procurando en le wamientos ilgidos: “Corremos un velo sobre lo pasado con tal de que se nos resttuya el goce de esas leyes henéfcas que la natralena nos ha concedido, haciéndonos iguales en den poder en la tie- uede privar de lo que el mayor injusticia ue su mano justiciera descargue sobre los preceptos", escribe Zoila l 13 de abril de co de efervescencias donde aflora el Jema de la publicacién: ‘gualdad entre ambos sexos’. Y como lo haré tambien Boco despus Album de Seoritas, las reactors piden lye y condiciones para fomencar la educacign y la ilustracién de la mujer e fo dela vida nacional. Pera ello apelan a la “razén” del piblico (que debe orienvr lor 129 lad. Intentando dar ef pico saludo a Mitre oro “apresén de manos a los edactores de Las Debate". Pero a pesar de los ‘afuernos por se bien reiidas como sella Néstor Aura, ea ningin d época se ocuparia de comentar la aparicién de La Camelia a excepcidn de redactores de El Padre Castaieta (anénimamente dirigido por Miguel Na- ro Viola y Benjamin Vietoriea), que el 14 de abril de 1852 (n.° 7) lanzan 1a chanzaIiricojocosa contra sus colegas, esgrimiendo una cruel condenaa la labor de las redac Si sois feas, vuestra empresa/ se fundird sin remedio/ ;Desgracia fatal es esal/ Mas no es la desgracia peor/ de meteros a escrito : f ae 05 suscriprorea y lo mismo suscriproras/ Sino que s alguna vex Seis eon cena sumal no fart quien exclame/ leyéndoos jhabil plural ¥ hasta habe avez alguno/ que porque soispeiodisas! os llame mujeres pablicas/ por llamaros publicistas. versos proyectan sélo dos opciones ra la recepcién de La Camelia la desgracia de que sus piginas sean conside- 0 los lectores y suscriprores. radas malas y por lo tanto desechadas por : una desgracia todavia peor: que en virtud de la osadia de las publ Lequivoco verbal dramatia as el mas horrible Fantasma que suele ame- nazar alas eseritoras de la época: el deshonor (entendido esta vez st, exclusiva- ‘mente, por su resonancia sexual y por tanto moral). La Camelia se ve forzada a responder y lo hace se ser mujeres puiblica en estos momentos de libertad, pod us chos de igualdad entre ambos sexos” (el subrayado es mio} : Solari fandamentos para sus proclamas, las redactoras apelan por igual a la justcia divinay la humana, recordando por ejemplo que el contato conyugal reconoce los esposos como “iguales”. Sin embargo, en el parrao citado, lo més signifcativo esque lla no slo reniegan la acusacidn de “mujeres pl adem, se desconocen como “publicstas. Es decir, nigga en teoréa aguello que efee- tivamente son en la practica, Lo hacen, sin dudas, con la ilusién de atenuar los efectos de un reclamo que otra vez no ha sido bien recibido por los colegas. polémica exhibe a la vez dos casos de autoria (que a c03): el primero, al que denomino la autoria negada, se En este punto menudo se ofrecen 130 —$£ La muyer romantica produce cuando ante la amenaza del deshonor y l ridiculo, las escritoras pre- fieren no sélo ocultar el nombre propio sino también el reconocimiento de st oficio, pese a que de hecho escriben, publican y se hacen cargo de la condue- én de un semanario. El otro es su reverso: la auzoréa denegada, cuando algin crtico severo desconace o se burla, y en cualquier caso descalifica y anula la sucede aqui mediante las chanzas ¢ ironfas de £1 Padre Castaftesa, las cuales estén en la misma lin dos décadas atrés habian provocado el cierreintempest ‘Aunque esta vez Ja chanza resulearé més productiva. Si de entrada La Ca- ‘melia responde con seriedad a las acusaciones de su adversario, amparadas por el anonimato y la conviecién de los ideales que la impulsan, las redactoras (y también las lectoras) concestan a sus detractores con mds versasjocososy hidicos cen los que defienden su honor y proclaman sus derechos. En el mimero 6, ‘Laura (una supuesta lectora que se habi a través de la corresponsala en el ntimero anterior) contesta en tono desafiante y con sus propios versos Je arimafias que cas de La Ababa. Seré muy poco prolija/ en disculparme, Seftor; que donde no hay culpa fija,/ no habré porque me cor lesde ahora, vate mio, / al lauro de tu d jue no arrancaré tu brio, / este que a verglienza, / que una infelice mujer, amarre vuestro poder! con las hebras de su trenza.** ien- 1) Pero sera os venza,Iy El tono crispado y desafiante que rige la composicién de esta poctisa difiere de «se otro mas solemne y Formal que se asomaba en los semanarios de los afios 30 y también del otro mas romdntico que predomina en la prensa de mediados de siglo. En este sentido, cabe agregar que junto a las erénicas de coscumbres y el rca (y no 1a novela) constituyd en los primeros sem: para icio, incluso, para aftontar embestidas y polémicas). A lo largo del siglo XIX la prensa seguir incluyendo entre sus paginas composiciones de este género pero a mediados de los afios 50 la poesia los telatos de lectoras que novela francesa que haba obtenido éxito en Pa Sefiora de Sommerville, de lal Sandeau. Pero el ci Gracteta Bartrcvore 131 suncaria las expectativas del piblico.® Habrfa que esperar un poco més ‘que una publicacién para mujeres incluyera en sus péginas una novela in. Album de Sefortas de Juana Manso seria en la Argentina el primer semanario fernenino disigido por jer que desde el momento de su apa- n ofrecea las lectoras una novela folletin. Esta vez no se trata, sin embargo, na obra francesa ni europea, como la que prometta La Camelia poco antes Jas que soléan leer desde hacia tiempo los lectores y lectoras de la prensa in de autora y tema americanos: La io.2” Pero antes de ico-jocosa entre La Camelia y El Padre Castaii expresién del wtefia y rioplatense, sino de un fol istoria del Comendador, de so ocurra, la contienda oftece un ejemplo mas de que la poe polémica acerca de la legitimidad (0 no) de la escritora publica II. La autoria exhibida La excritora como propictaria en Buenos Aires de Album de Seioritas presenta alas lectoras otra icativa respecto de sus antecesoras (La Camelia y La Aljaba): ‘Manso de Noronha se atreve a exponer su nombre completo al frente siendo en cla sola quien cubre casi aborda casi todos lo génerosliterarias) con trabajos c su autora, Ariculs sobre “Emancipacién moral de ln mujer" erdnica, de las escuelas’, lecciones de filosofia jones sobre "Educacién popular”, J uuando alguna poesia y también in (La femlia del Comendadar) 108 una colaboradora que, bajo seudSni- cde Manso pata que publique en el Album. mo, dice responder a la s sus erdnicas sobre modas port hace cargo de todas ls nevesidades que implica la preparacidn y e nario (como veremos luego, también de sus costos monetarios). En este ido, llama la atencidn que no se atribuya el rol de “directora” (ino el de tora” y “propictaria’), lo cual podria deberse al hecho de que efectivae mente no ditige a otros colaboradores. Sin embargo, esta autodesignacidn pa- 132 — La MUJER ROMANTIC zece apuntar més bien a su intencién ‘egal de la fandadora y autora A diferencia de muchas de sus colegas, Manso no teme exponer su nomd os argumentos que han esbozado sus antecesoras o cont Pot el contratio, desea dejar muy en claro que lapublicacin y lo textos que Sietra, Mariquita Sanches, Juana Manuela Gorrit, {ecdifunden son suyos ye pertenecen Es est, sin dudas, un asgo moderno q las mAs conocidas) y que retomarsn hasta entrado el siglo XX Ja singulariza y la desmarca de la mayoria de sus predeces 4 llas que defiendan, desde la prensa o la ficci necesidad de edu-

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