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EL DIOS VIVIENTE
REFLEXIONES SOBRE EL PROFETA ELÍAS
EPICEPS
MÉXICO • SANTO DOMINGO
VALENCIA
i'
PREÁMBULO
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hay culpas graves «parece que el sacerdote no pueda eludir el acto búsqueda, que penetra en el corazón del justo, es la vida de Dios.
de la corrección con un justo reproche» (Comentario a doce Sal- «El celo fue una dote de Elias, y por eso fue arrebatado al cielo:
mos, 37,43). Tenía celo y mi celo lo he gastado por el Señor» (Comentario al
Nosotros diremos hoy que no hay que tener miedo de los políti-
cos, no hay que tener miedo de anunciar sus culpas a los podero-
sos, sabiendo siempre, sin embargo, responder personalmente de
responderá Elias a Yahvé, en el Horeb (cfr. 1 R 19, ío/í*). ¿*
Salmo 118, 28, 12). «Ardo en celo por el Señor deJos ejércitos»./
esas denuncias. 4. Junto al celo, Elias vive la soledad espiritual, sin temerla. A
este propósito hay un hermoso pasaje de Ambrosio donde explica
2. Una segunda característica que deriva del estar en la presen- esta consecuencia de estar en la presencia del Señor. Tomando
cia del Señor es que Elias no tiene miedo del juicio de la gente. Es como base el versículo de Lucas «cuando el cielo estuvo cerrado
posible que nosotros logremos llegar a desafiar a los políticos durante tres años y seis meses» (Le 4, 25) escribe: «Era noche para
pero, sin embargo, tenemos pánico a las críticas de la opinión los pérfidos, pero para Elias había luz; estaba cerrado el cielo para
pública, de la gente, del «se dice» de los periódicos, de la prensa, los pérfidos, pero estaba abierto para Elias; había carestía para los
de la comunidad. Estamos hasta tal punto condicionados que no pérfidos, pero abundancia para Elias. Efectivamente, no podía
logramos realizar determinados gestos, no logramos intervenir con tener hambre porque los seres celestes le servían la comida y no
palabras y con acciones. tenía hambre, él que daba de comer a los otros. Por tanto, en las
Elias no teme y sobre el monte Carmelo, donde ha hecho que se tinieblas el justo es luz para sí mismo» (Comentario a doce Sal-
reúnan todos los israelitas y todos los falsos profetas, exclama diri- mos, 36, 32).
giéndose al pueblo: «He quedado solo, como profeta del Señor^ Quien está en la presencia del Señor tiene esa misma luz inte-
mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos c i n c u e n t a v o ^ rior, de modo que no tiene que temer las tinieblas. Para Elias su
18, 22). Ño tiene miedo de la soledad. Frecuentemente nosotros, nos vida la que está modelada por el respeto amoroso a aquel Señor
quedamos solos, pensamos estar equivocados, pensamos estar com- que él eligió servir con todas sus fuerzas, con todo el corazón, con
batiendo contra molinos de viento, pensamos que tal vez tenga toda el alma, con toda la mente, con todo el espíritu. La suya es
razón la opinión pública. En realidad, cuando existe verdaderamente una actitud global de adoración, de ofrenda de sí mismo, de reve-
el conocimiento profundo de Dios y de su voluntad, la soledad no rencia, de dedicación. Y es, en realidad, la actitud fundamental del
pesa. Obraba en soledad aquel hombre que, habiendo encontrado un hombre bíblico, del hombre que vive el Shemá: «Escucha, Israel:
tesoro escondido en un campo, vendió todo lo suyo para adquirirlo el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás al Señor tu
(cfr. Mt 13, 44-46). La gente lo desaprobaba, lo consideraba loco, Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
pero el mercader y el hombre aquel estaban llenos de alegría. Estos mandatos que te doy hoy, los fijarás en tu corazón; los repe-
Obra en soledad, no raras veces, quien escoge una vocación tirás a tus hijos, los enseñarás cuando estés sentado en tu casa,
religiosa, una vocación claustral, y las personas no entienden, mur- cuando andes por los caminos, cuando te acuestes y cuando te
muran, aducen los más variados argumentos para disuadir. Pero el levantes» (Dt 6, 4-7). Adorarás al Señor tu Dios y a él solo servi-
verdadero sentido de Dios nos permite superar con ánimo las opi- rás, la actitud religiosa por excelencia: querer que Dios sea el pri-
niones, aparentemente razonables, de los otros. mero en ser servido, ponerlo por encima de todo, disponerse a
escucharlo, a servirlo con amor, con afecto profundo, en el culto y
3. La tercera característica la describimos sirviéndonos de un en la plegaria, en la liturgia y en la adoración silenciosa, en la
argumento de Ambrosio: el celo es la gracia de Dios que va a la Eucaristía y en la vida cotidiana, en los juicios y en los pensamien-
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tos, en no dejarse condicionar por los juicios de los otros, en man-
tener el ánimo calmado, quieto, ser aún en medio de las pruebas que verdaderamente cuenta es el juicio de Dios: «Aunque a mí lo
espirituales. que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribu-
nal humano. ¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo! Cierto que mi
¿Cómo vivo mi consagración? conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado.
Mi juez es el Señor!» (1 Ce(4^4).
Para verificar cómo vivimos nuestro estar en la presencia de
Dios cómo vivimos nuestra consagración, subrayo cuatro actitudes 3. No preocuparse de cómo sea o no sea comprendido. De vez
sobre las que os invito a examinaros. en cuando algunas personas se problematizan porque temen que su
obra, su compromiso, su servicio, no sean apreciados, y se pregun-
1. La actitud fundamental la expreso con una pregunta: ¿Miro tan: ¿me entienden? ¿Es apreciado, estimado, comprendido, mi
sólo a Dios?, ¿me guío solamente por él?, ¿es Jesús mi regla, mi papel en la Iglesia?
referencia, mi punto de orientación? Razonamientos legítimos, pero que, evidentemente, no son sus-
Cuando soy llamado, a hacer, a pensar, a decir, a juzgar, ¿de tanciales. No vale el hecho de que el otro me aprecie más o menos,
dónde parto?, ¿de lo que hacen, dicen, piensan los otros o de lo que no vale el que mi rol sea etiquetado, reconocido, sino que lo que
quiere el Señor? vale es lo que agrada a Dios: «Vive el Señor en cuya presencia
Muchas veces en las comunidades parroquiales, en las religio- estoy».
sas, en el momento de tomar decisiones nos preocupa lo que pensa- ! 4. Un ejercicio práctico puede ser el de ver cómo vivo estos
rán los demás, y eso no es del todo equivocado. Pero sobre todo es sentimientos en la oración, en el Oficio divino, en la adoración
necesario medir si aquella decisión es conforme a la voluntad de eucarística.
Dios, si es buena en sí, si puede resultar agradable al Señor. No
conviene nunca partir de la oportunidad, sino que debemos partir de Ciertamente, algunas de estas acciones son secretas -pienso en
lo que agrada a Dios. Entonces, en un segundo momento, será posi- la oración, en la contemplación silenciosa-, y en este caso es más
ble también reflexionar sobre la oportunidad, sobre los tiempos o fácil vivir la soledad con Dios. Otras acciones, sin embargo, son de
circunstancias, pero sin haber olvidado aquello que el Señor pide. naturaleza coral y debemos buscar a Dios todos juntos, con el
canto, los gestos y las palabras. Entonces se insinúa la dificultad.
2. No preocuparse de la gente y de su juicio. Es otra manera de Porque estando acompañados de una comunidad, es posible
expresar nuestro estar ante Dios. Está claro que en una comunidad abandonarse a la «coralidad» como si fuese suficiente, preocupán-
es necesario conjuntar los diversos juicios, pero es necesario pre- dose mucho por los cantos, los gestos, irritándose tal vez por quien
venir el riesgo de que el afán por el juicio de los otros se convierta desafina, por quien no hace bien los ritos, o quizá temiendo no
en algo morboso, excesivo, pesado. Si ocurre así, significa que no hacer bien lajjmpia-parte/Se sabe que el servicio litúrgico se le
estamos en la presencia del Señor, que no lo miramos. «En las hací a Dios pero sin embargo\jo cumple principalmente mirando
tinieblas el justo es luz para sí mismo», él tiene la luz dentro de sí, al entorno.
ésta no depende de la alegría del otro; puede serle útil, aunque ten- En realidad, nosotros debemos vivir también los momentos
gamos experiencia de que nos gratifica la opinión de los que nos cora'.es litúrgicos estando sólo a la presencia de Dios, elevando
rodean, aunque tenga un valor. Pero se trata de un valor subordi- continuamente a él nuestro corazón. Vendrán distracciones, pero
nado, puesto en penúltimo o antepenúltimo lugar, porque el juicio tenemos la posibilidad de volver a empezar y decir: Señor, estoy
en tu presencia, tú eres mi oración, tú eres mi plegaria, tú mi canto,
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Al iniciar estos días os exhorté a precisar la gracia que cada una El Reino es la gracia fundamental, que comprende todas las
pretendía pedir al Señor como fruto de los Ejercicios. Y tal peti- demás, es incomparable y llena el corazón de alegría, haciendo
ción es agradable a Dios, como nos enseña este trozo del primer fácil aún el sacrificio.
libro de los Reyes. Naturalmente, surge espontáneamente el inte- Cuando tenemos la alegría del Reino, el resto se ajusta, se re-
rrogante: ¿acaso no es verdad que el Señor sabe mejor que noso- suelve, encontramos la fuerza de vender lo que tenemos para com-
tros lo que nos conviene? prar el campo o la perla. De hecho, el tesoro de la parábola es único,
Ciertamente lo sabe, pero desea que la petición se abra camino ya no hay otros, y la perla preciosa de gran valor es única.
en nuestro corazón y devenga clara, precisa, adecuada a nuestra Vuelve aquí la reflexión sobre la lucha contra los ídolos: hay
necesidad real. Es éste también un modo con el que Dios ya nos actitudes humanas religiosas, y también no directamente religio-
escucha, suscitando en nosotros la petición justa. sas, que persiguen ciertos valores muy importantes -justicia, leal-
De hecho Salomón podía haber hecho muchas otras peticio- tad, paz, fraternidad-; sin embargo, solamente el Reino permite a
nes, y hasta religiosamente más profundas: ¡Dios mío, llévame tales valores ser ellos mismos. Es el Reino el valor supremo, el
contigo como será arrebatado Elias en un carro de fuego! Sin em- Dios vivo, imprevisible, que se hace presente, que actúa, el Dios
bargo, no hubieran sido adecuadas al momento que estaba vivien- que busca, que llama, que ofrece la alianza.
do el rey. Por el Reino, vale la pena verdaderamente venderlo todo, por-
Por tanto, él tuvo la humildad, la sinceridad, el coraje de pedir que con este bien nos llegan todos los demás, y sin él, todos los
lo que le era necesario para vivir según Dios en su determinada demás se envilecen en un determinado momento, se revelan como
situación histórica: un corazón dócil, para saber administrar justi- esperanzas vanas. Pensemos en las muchas personas que han per-
cia al pueblo. Entre las muchas posibles peticiones, eligió aquella seguido con generosidad y espíritu de sacrificio la justicia, quizá
que correspondía al designio de Dios sobre él, situándose en la mediante la revolución, mediante el don de su vida; si no existía en
mejor condición para ser escuchado. ellos la búsqueda del Dios viviente, el deseo del Reino, la alegría
Es interesante subrayar, reflexionando sobre la vida de Salo- de la perla preciosa, ¿qué es lo que se han encontrado entre las
món, que el Señor le concedió después bastante más. La petición manos?
justa y proporcionada a nuestro camino no nos priva de otras gra- Nosotros, en esta Eucaristía queremos rezar por toda la huma-
cias, por el contrario, nos abre el camino hacia muchos dones. nidad, por todos nuestros hermanos y hermanas que, cada cual a
Os exhorto, pues, a que volváis a pensar lo que quisieras como su manera, creen en algún valor por encima de sí. Y para que en-
fruto de los Ejercicios, para entender, a la luz de las palabras de cuentren el único, el sumo valor, nosotros adoraremos al Dios vivo
Salomón, si es verdaderamente adecuado a vuestra actual necesidad. y verdadero que viene entre nosotros, Jesucristo crucificado y re-
sucitado, convertido en pan y vino por amor al hombre.
La gracia fundamental
Es necesario pedir con insistencia esta gracia, en vista del único
don fundamental, el del Reino: «Buscad ante todo el reino de Dios
y lo demás se os dará por añadidura» (Le 12, 31).
Jesús ilustra este don en las dos primeras parábolas del evange-
lio de Mateo: el tesoro escondido en el campo y la perla preciosa
(cfr.Mt 13,44-46).
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IV
CONOCIMIENTO DE DIOS
Y VIRTUDES EVANGÉLICAS
V
«NO SOY MEJOR QUE MIS PADRES»
La lectura evangélica
Como lectura evangélica hemos oído proclamar la tercera y
cuarta de las siete parábolas del capítulo 13 del evangelio según
Mateo:
«El reino de los cielos es semejantes a un grano de mostaza que
tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más
pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las
hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo
vienen a anidar en sus ramas (...). El reino de los cielos es seme-
jante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas
de harina hasta que fermentó todo» (Mt 13, 31 ss.).
El grano de mostaza y la levadura
¿A qué pregunta responden las dos parábolas? A una semejante
a la que responden las parábolas del sembrador y de la cizaña.
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La gente, cuando ya Jesús lleva algún tiempo en su ministerio, 2. La parábola de la levadura subraya el mismo concepto.
le pregunta sobre el significado del Reino: ¿Cómo es que todo va Si lo pensamos bien, la levadura es incomible, es harina que se
como siempre? ¡Sólo haces promesas y nada más! ¿Qué es este ha estropeado y que habría que echar fuera. Y, sin embargo, en su
Reino? humildad se muestra útilísima, capaz de fermentar una gran canti-
En el evangelio de Lucas la interrogación se expresa con pala- dad de harina que resulta así comestible, agradable, pronta para ser
bras formales: «¿Cuándo vendrá el reino de Dios?» (Le 17, 20), cocida y servida.
que dejan entender la desilusión de la muchedumbre.
Entonces Jesús relata las parábolas: el Reino, en sus inicios, es Una casa humilde pero acogedora
algo muy pequeño, y por eso no se nota. Debemos tener la pacien-
cia de esperar, debemos tener fe: «Tened fe al menos como un Podemos decir hoy que el arbusto de mostaza es la Iglesia, si
grano de mostaza» (Mt 17, 20). Esperad y veréis. tenemos suficiente fe como para contemplarla en su misterio; no
es un árbol grande, no es muy potente respecto a las potencias
1. Sin embargo, lo que veremos no es una realidad estrepitosa. terrestres ricas en ejércitos y en instrumentos de defensa. Pero es
Porque un arbusto de mostaza, aunque llegue a ser como un árbol acogedora, y los pajarillos del cielo, es decir, los pobres, los humil-
que permite que los pájaros del cielo hagan los nidos entre sus des de todos los países del mundo, encuentran en ella una casa. Es
ramas, es siempre un arbolito. Jesús no hace, pues, promesas mara- éste el milagro del Reino que se cumple ante nuestros ojos.
villosas, sino que asegura una casa para todos. Una comunidad cristiana, cuando vive realmente los valores
Es interesante comparar esta parábola del Señor con la descrip- evangélicos, es como la levadura capaz de hacer que fermente toda
ción que leemos en el libro de Daniel. Nabucodonosor, en uno de la masa del pueblo de Dios.
sus sueños, contempla un árbol. Estemos de esta manera identificados a las características del
Dios viviente, tal como hemos meditado reflexionando sobre el
«En el centro de la tierra, de altura muy grande. profeta Elias. El Dios viviente ama las cosas pequeñas, simples, se
El árbol creció, se hizo corpulento, complace en el granito de mostaza y en pellizco de levadura.
su altura llegaba hasta el cielo, También la realidad monástica es una realidad humilde, simples
su expansión, hasta los confínes de la tierra. que son como pajaritos en busca de lo infinito de Dios. Y cuando
Era hermoso su ramaje, abundante su fruto; la vida religiosa es vivida en toda su fuerza profética, es como
había en él comida para todos, levadura en la Iglesia.
a su sombra se cobijaban las bestias del campo, «Concédenos, Señor, entender el misterio de la vida cristiana y
en sus ramas anidaban los pájaros del cielo, de la vida religiosa, para que podamos conocer la gracia del reino
y toda carne se alimentaba de él» (Dn 4,7-9). de Dios, que ya está entre nuestras manos».
La semejanza con el arbusto de mostaza es clara, pero hay una
notable diferencia. Porque el árbol del rey es grande, robusto y su
cima alcanza el cielo; el de Jesús es pequeño, no excesivamente
noble, un tanto despreciado y, sin embargo, da un precioso servicio
hospedando a los pajarillos, aquellos que se confían a Dios, sin
muchas pretensiones.
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VI
EL MURMULLO DE UN SILENCIO
QUE SE DESVANECE
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Verbum, 6). Los concilios anteriores nunca habían hecho una ex- Tomo el estilo del apóstol Pablo que en la primera Carta a los
hortación semejante, pero a mitad de nuestro siglo la Iglesia, cons- Corintios dice sobre todo qué no es la caridad: no es hablar las len-
ciente de que todos han alcanzado un nivel de cultura suficiente, guas de los hombre y de los ángeles, no es tener el don de la profe-
ha pedido a los cristianos que lean y mediten la Escritura para al- cía, no es conocer todos los misterios y toda la ciencia; no es
canzar una fe que sea fruto de la convicción, de la opción personal, tampoco poseer la plenitud de la fe, ni tampoco distribuir todos los
de la interioridad. El único cristianismo que sobrevivirá a la mo- bienes y hasta entregar el propio cuerpo al fuego. Este último ver-
dernidad, será el fundado sobre convicciones profundas interiores; sículo es difícil de entender: ¿es verdaderamente posible distribuir
porque ya no bastarán las tradiciones externas o los fenómenos de todos los bienes, condividirlos con quien no los tiene, y no tener
masa. caridad?
Y es precisamente el ejercicio de la lectura divina lo que puede
mediar esta convicción de fe interior y profunda. San Pablo escribe: «Si no tengo caridad, nada me sirve» (cfr. 1 Co
13, 1-3); el hacerse todo para todos, la disponibilidad completa para
b) La Eucaristía. Los Padres de la Iglesia han visto, en la harina los demás, la prontitud en el servicio, el esforzarse desde la mañana
de la tinaja que no se acaba y en el aceite de la orza que se agota, hasta la tarde en hacer buenas obras, todo esto se puede cumplir sin
el misterio eucarístico. tener caridad.
La Eucaristía se renueva cada día, hace vivir cada día a la co- Y continuando los «noes» del Apóstol, añado: la caridad fra-
munidad, nutriéndola y reconstituyéndola. Es realmente la fuente terna no es uniformidad, no es ausencia de diversos puntos de vista
de vida dentro de la casa. en la comunidad, no es (me atrevo a decir) ausencia de sentimien-
Como escribí en la carta pastoral Atraeré a todos a mí (1983) tos de aversión, no es placidez.
-que invito a recordar- «poner la Eucaristía en el centro, quiere El gran misterio que encierra la caridad fruto de la Eucaristía, nos
decir reconocer esta fuerza configuradora de la Eucaristía, dispo- es algo desvelado por el mismo Pablo: «La caridad es paciente, es ser-
nerse a dejarla actuar en nosotros no sólo como individuos, sino vicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es
como comunidad, y aceptar las condiciones y las implicaciones de decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
este evento único y revolucionario que es la Pascua inmersa en el no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa.
tiempo del hombre» (cfr. n. 8). Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Co 13,4-7).
El texto griego tiene quince verbos, no todos traducibles al ita-
2. La caridad fraterna. liano, que indican la acción que la caridad hace surgir: la caridad
Quisiera ahora reflexionar con cierta libertad, a partir de una es paciente, ensancha el corazón, vuelve benignos, no envidia, etc.
pregunta: ¿cuál es el fruto de la Eucaristía? La característica importancia consiste en el hecho de que las
Varios teólogos responden a la interrogación subrayando diver- acciones expresan actitudes preferentemente pasivas, y esto nos
sos aspecto. asombra un poco.
A mí me parece que el fruto específico, indicando por el mismo El Apóstol intenta decir que la caridad es una resistencia y una
símbolo sacramental, es el de llegar a ser una sola cosa con Jesús superación de las fuerzas negativas que, como la cizaña, están
-se come su cuerpo y se bebe su sangre- y una sola cosa entre siempre presentes en una comunidad.
nosotros que nos alimentamos de la misma comida. Por tanto, la Él rechaza la concepción idílica de la caridad que nosotros
caridad fraterna. algunas veces deducimos de algunas palabras evangélicas: «Como
¿Qué es, pues, la caridad fraterna? tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que ellos también sean una sola
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cosa» (cfr. Jn 17, 21). Nos parece que la caridad sea esta perfecta «Oh María, madre del Señor y madre nuestra, que has vivido
placidez que, sin embargo, representa el estadio final. Al contrario, entre las pruebas una caridad siempre renovada y has resuelto
debemos considerar la caridad como una subida, como un camino tantos problemas y tantas dificultades de la Iglesia primitiva, entre
pesado y difícil. Una caridad, la nuestra, que tiende a la meta a tra- los apóstoles y los discípulos, te pedimos que no nos dejes dormir-
vés de la resistencia a las fuerzas destructivas y que dividen. nos en un falso concepto de caridad, sino que la contemplemos
Está pues equivocada la afirmación lastimera, fruto del desá- como un cometido serio y que compromete a vivir cada día gra-
nimo y de la resignación, que frecuentemente expresan las comu- cias al alimento del Espíritu Santo y de Jesús eucaristía. Y tú, san
nidades o las parroquias: ¡entre nosotros no hay caridad porque Pablo, que has vivido amargamente cada uno de los quince verbos
existen contrastes, divisiones, pluralidad de puntos de vista! de la caridad, porque cada uno corresponde a una experiencia
La caridad no es ausencia, sino superación continua y perseve- doloroso tuya, intercede por nuestro camino dándonos la alegría
rante de estas actitudes, ascesis que hay que vivir día a día. con la cual tú has vivido el tuyo».
San Pablo toma de nuevo el tema en la Carta a los Efesios: «Os
exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera
digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda hu-
mildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por
amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el
vínculo de la paz» (Ef 4, 1-3). También en este caso usa verbos
que indican esfuerzo: buscando, soportando con humildad, manse-
dumbre y paciencia.
La caridad es un recurso continuo que contrasta las inevitables
divisiones, oposiciones, y reencuentra siempre el modo de volver
a unir, a sanar, a poner de nuevo en unidad. No se desalienta
nunca, tal como el aceite de la viuda, que cada día, puntualmente
está allí sin lamentarse de haber sido consumido el día anterior.
La caridad es cada día nueva, es fuente de vida dentro de la casa.
Cuando nos creemos que hemos alcanzado un cierto grado de
caridad, poco después comienza a quebrarse la unión que se había
creado en la comunidad. Porque la caridad, en esta tierra, no se
conquista plenamente, es un camino hacia la cumbre. Tal camino
comprende momentos fáciles, que nos dejan satisfechos, pero pre-
cisamente entonces debemos vigilar, estar alerta, temer que sata-
nás esté preparando algún juego pesado, recordar que la lucha es
sin tregua; si la caridad se debilita, enseguida nacen las hierbas de
la división.
La Eucaristía es, pues, sumamente necesaria para alimentarnos
en el itinerario heroico de la caridad.
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IX
ENFERMAR, MORIR, VIVIR EN CRISTO
Vivir en Cristo
Contemplando la figura y las experiencias de Elias, hemos
visto, en el misterio de la angustia del profeta, alguna anticipación
del misterio de Cristo sufriente.
Es también útil reflexionar un poco, siempre a partir del primer
libro de los Reyes, sobre Cristo resucitado, vida de la humanidad.
En nuestra meditación deseamos recordar a otros dos grandes
testigos de Dios: el papa Pablo VI, muerto el 6 de agosto de 1978 y
el cardenal John Henry Newman, muerto del 11 de agosto de 1890.
Queremos invocarles como a intercesores nuestros para que, ellos
que han pasado por el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, nos
ayuden a comprender algo del misterio de la resurrección.
Las realidades de la enfermedad y de la muerte están entre las
más comunes de la tierra. Vivir en Cristo, como resultado de la
muerte debería ser una realidad muy evidente para los cristianos;
en las antiguas catacumbas, en las inscripciones fúnebres, se en-
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cuentra siempre la expresión: Vivas in Chrisío, que puedas vivir en ordinaria -una enfermedad grave- comprende muy pocas palabras
Cristo. y puede ser útil buscar alguna resonancia en otras páginas bíblicas.
De hecho, quien cree en Jesús sabe que hay una estrecha liga- - Isaías 38, 1-8: enfermedad y curación del rey Ezequías. «En
zón entre enfermar, morir y vivir en Cristo. aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías,
Pero sin embargo, experimentamos frecuentemente un aleja- hijo de Amos, vino a decirle: "Así habla Yahvé: Da órdenes acerca
miento embarazoso de manera que casi no logramos percibir tal de tu casa, porque vas a morir y no vivirás". Ezequías volvió su ros-
continuidad. tro a la pared y oró a Yahvé. Dijo: "¡Ah, Yahvé! Dígnate recordar
Por eso me propongo la lectura de 1 de R 17, 17-24: la resu- que yo he andado en tu presencia con fidelidad y corazón perfecto
rrección del hijo de la viuda de Sarepta; después, a través de la haciendo lo recto a tus ojos". Y Ezequías lloró con abundantes
meditatio, intentaremos entender el mensaje válido para cada uno lágrimas. Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahvé,
de nosotros. diciendo: "Vete y di a Ezequías: Así habla Yahvé, Dios de tu padre
David: He oído tu plegaria, he visto tus lágrimas; yo añadiré quince
1 R 17,17-24 años a tu vida..."»
La enfermedad grave es, pues, fuente de rebelión, de desespera-
«Después de estas cosas, el hijo de la dueña de la casa cayó ción. Frecuentemente se intenta alejar el pensamiento, pero cuando
enfermo, y la enfermedad fue tan recia que se quedó sin aliento. se presenta al enfermo la realidad desnuda y cruda, la primera reac-
Entonces ella dijo a Elias: "¿Qué hay entre tú y yo, hombre de ción es generalmente el rechazo. Sucede así a todos, religiosos y no
Dios? ¿Es que has venido a mí para recordar mis faltas y hacer religiosos, porque es instintiva la reacción negativa frente al inmi-
morir a mi hijo?" Elias respondió: "Dame tu hijo". Él lo tomó de nente peligro de muerte.
su regazo y subió a la habitación de arriba donde él vivía, y lo - No por casualidad existen varios Salmos de enfermos, que
acostó en su lecho; después clamó a Yahvé diciendo: "Yahvé, Dios expresan sufrimiento, angustia, llanto, lágrimas por esa condición.
mío, ¿es que también vas a hacer mal a la viuda en cuya casa me De entre ellos, leo algún versículo del Salmo 6:
hospedo, haciendo morir a su hijo?" Se tendió tres veces sobre el
niño, invocó a Yahvé y dijo: "Yahvé, Dios mío, que vuelva, por «Tenme piedad, Yahvé, que estoy sin fuerzas,
favor, el alma de este niño dentro de él". Yahvé escuchó la voz de sáname que mis huesos están desmoronados,
Elias, y el alma del niño volvió a él y revivió. Tomó Elias al niño, desmoronada totalmente mi alma,
lo bajó de la habitación de arriba de la casa y se lo dio a su madre. y tú, Yahvé, ¿hasta cuándo...? Vuélvete, Yahvé,
Dijo Elias: "Mira, tu hijo vive". La mujer dijo a Elias: "Ahora sí recobra mi alma,
que he conocido bien que eres un hombre de Dios, y que es verdad sálvame, por tu amor.
en tu boca la palabra de Yahvé"» (1 R 17, 17-24). Porque en la muerte, nadie de ti se acuerda;
Distingamos tres momentos en el relato: la enfermedad mortal en el sheol, ¿quién te puede alabar?
del hijo (v. 17); los reproches de la mujer (v. 18); la curación del Estoy extenuado de gemir,
niño y su entrega a la madre (vv. 19-24). baño mi lecho cada noche,
inundo de lágrimas mi cama» (vv. 3-7).
1. La enfermedad (v. 17). No está claro qué haya podido ocurrir, Este sufrimiento es vivido también por el que está junto al en-
si el niño ha muerto o si ha entrado en estado de coma profundo. fermo porque se identifica con él, y lo veremos en los reproches de
Ciertamente, está al final. La descripción de esta experiencia tan la viuda de Sarepta.
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- En Marcos 9, 17-22, por ejemplo, leemos el dolor del padre «Creció el niño y un día se fue donde su padre junto a los sega-
del epiléptico: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espí- dores. Dijo a su padre: "¡Mi cabeza, mi cabeza!" El padre dijo a un
ritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace criado: "Lléveselo a su madre". Lo tomó y lo llevó a su madre.
echar espumarajos, rechinar de dientes y le deja rígido». Y a Jesús, Estuvo sobre las rodillas de ella hasta el mediodía y murió. Subió y
que le pregunta desde, cuándo le ocurre eso, responde: «Desde le acostó sobre el lecho del hombre de Dios, cerró tras el niño y
niño; y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar salió. Llamó a su marido y le dijo: "Envíame uno de los criados con
con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros». una asna, voy a salir donde el hombre de Dios y volveré". Dijo él:
Es fácil percibir toda la angustia del padre que sufre junto al hijo. "¿Por qué vas donde él? No es hoy novilunio ni sábado". Pero ella
- Mateo 15, 22 expresa el indecible dolor de la mujer siro-feni- dijo: "Paz". Hizo aparejar el asna y dijo a su criado: "Guía y anda,
cia en el episodio que ya hemos recordado: «Ten piedad de mí, no me detengas en el viaje hasta que yo te diga". Fue ella y llegó
Señor, hijo de David. Mi hija está cruelmente atormentada por un donde el hombre de Dios, al monte Carmelo. "Ahí viene nuestra
demonio». sunamita. Así que corre a su encuentro y pregúntale: ¿Estás bien
Notemos la identificación de la madre con la hija: piedad de mí. tú? ¿Está bien tu marido? ¿Está bien el niño?" Ella respondió:
- Aunque con mayor discreción, encontramos esta forma de par- "Bien". Llegó donde el hombre de Dios, al monte, y se abrazó a sus
ticipación en los sufrimientos en el relato de Lázaro: «Sus hermanas pies; se acercó Guejazí para apartarla, pero el hombre de Dios dijo:
enviaron a decirle: "Señor, tu amigo está enfermo"» (Jn 11, 3). "Déjala, porque su alma está en amargura y Yahvé me lo ha ocul-
Palabra discretísima, pero que revela el dolor de Marta y María y, a la tado y no me lo ha manifestado". Ella dijo: "¿Acaso pedí un hijo a
vez, la confianza en que el mismo Jesús participará en el sufrimiento. mi Señor? ¿No te dije que no me engañaras?" Eliseo comprende
El tema de la enfermedad grave, mortal, está por ello presente que algo ha ocurrido y manda primero a su criado, después va él
en la Escritura que conoce bien toda nuestras rebeliones, nuestros mismo» (cfr. 2 R 4,18-37).
miedos, nuestras repugnancias en afrontar este momento de la Ciertamente Eliseo queda sin palabras como quedó sin palabras
existencia del que ninguno se libra, exceptuados los casos de Elias frente a los reproches de la viuda, porque es muy difícil res-
muerte imprevista. ponder a la agresividad de un enfermo o de los parientes más pró-
ximos del enfermo, que viven una crisis de rechazo del mal y de la
2. Los reproches de la mujer: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre muerte; es muy difícil encontrar las palabras de consuelo para
Dios? ¿Es que has venido a mí para recordar mis faltas y hacer estas situaciones.
morir a mi hijo?» (v. 18).
La mujer está desesperada y mientras que por una parte se 3. El retorno de la vida (vv. 19-24). Pero Elias tiene una intui-
acusa a sí misma -mi iniquidad-, por otra acusa al profeta. ción. Comprende que no es el momento de razonar, de disculparse,
La enfermedad puede llevar a la exasperación, a turbar la mente. y dice a la viuda: «Dame tu hijo». Sube al piso de arriba, donde
Se siente lleno de un imprevisto sentido de culpa o se culpa a los habitaba, lo tiende sobre la cama e invoca al Señor. Luego, por tres
otros: ¿qué he hecho de mal en mi vida para ser castigado de este veces, se tumba sobre el niño suplicando a Dios que lo escuche.
modo?, ¿quizá alguien me quiere mal? «El alma del niño volvió a su cuerpo y de nuevo vivió».
- Un episodio semejante se encuentra en el segundo libro de El profeta vive aquel formidable salto de cualidad que realiza el
los Reyes: la mujer Sunamita, que da hospitalidad a Eliseo, está hombre cuando comienza a creer en el Dios que resucita a los muertos.
angustiada por la muerte del niño que había tenido gracias a la ora- - Pablo reaccionará de la misma manera que Elias, frente a un
ción del profeta. Leamos el texto: niño muerto: «Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el
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borde de la ventana; un profundo sueño le iba dominando a medida mi deber. Sucesivamente se cae en manos del temor, casi de la ver-
que Pablo alargaba su discurso. Vencido por el sueño se cayó del güenza de ser un peso para los otros, de hacer que le sirvan, de
piso tercero abajo. Lo levantaron ya cadáver. Bajó Pablo, se echó tener que ser ayudado. Y si se vive en una comunidad religiosa,
sobre él, y tomándolo en sus brazos, dijo: "No os inquietéis, pues su llena de actividades y cometidos, se sufre también la soledad.
alma está en él". Subió luego; partió el pan y comió; después pla- Quizá nos asalta también el miedo al futuro con la idea de no ser
ticó largo tiempo, hasta amanecer. Entonces se marchó. Trajeron al bien cuidados, de no recibir los cuidados más precisos. Pensa-
muchacho vivo y se consolaron no poco» (Hch 20,9-12). mientos que se rechazan como tentaciones, pero que pueden llegar
- Escuchamos esta proclamación de la vida en el evangelio de a confundir y turbar el espíritu.
Juan: «Dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no Por lo tanto, la enfermedad grave es una gran prueba para la fe,
habría muerto mi hermano. Pero aún ahora yo sé que cuanto pidas es un momento difícil de purificación. En la línea de la visión teo-
a Dios, Dios te lo concederá". Le dice Jesús: 'Tu hermano resuci- lógica propia de las Reglas de toda vida consagrada, las Consti-
tará". Le respondió Marta: "Ya sé que resucitará en la resurrección, tuciones de la Compañía de Jesús empeñan que la enfermedad «no
el último día". Jesús le respondió: "Yo soy la resurrección y la es menor don que la salud»; es fácil de decir, pero cuando uno vive
vida; quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y todo el que la enfermedad, es difícil de aceptar.
vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"» Por eso, me parece que puedo deducir dos simples consecuencias:
Ésta es la fe que determina al cristiano y que provoca un cam- - Es necesario ayudar a los enfermos, estar con ellos.
bio de existencia. «Le respondió: "Sí, Señor, yo creo que tú eres el Es verdad que muchas personas enfermas, que he visto en las
Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo"» (Jn 11, 21 visitas pastorales, me dicen o me escriben que «los sanos no pue-
ss). Después explica el evangelista cómo Jesús realiza el milagro den entender a los enfermos graves» porque están al otro lado del
de la resurrección sobre todo sumergiéndose profundamente en el camino, están de la parte de la salud. El sano -me advierten- in-
sufrimiento de la muerte, llorando por el amigo. tenta imaginarse los deseos del enfermo pero no vive su existencia,
Enfin,como síntesis de toda auténtica actitud de fe, recordemos la su experiencia de pasividad que es totalmente distinta de la activi-
expresión de la Carta a los Hebreos: Abraham, «pensaba que pode- dad, no vive su gracia, su misterio. Sin embargo, nosotros, tene-
roso era Dios aun para resucitar de entre los muertos» (Hb 11,19). mos el deber de hacer cualquier tipo de esfuerzo para intuir las
En la línea de la fe de Abraham se clarifica, se desarrolla, llega al necesidades de los que sufren, para confortarlos, para no dejarles
culmen la fe en la resurrección de Jesús y en la resurrección reali- solos.
zada por Jesús, que nos permite entender la enfermedad, la muerte, Lo mismo vale para la vejez cuando impide actuar, hacer algo,
la vida eterna, como tres momentos de un único camino. o hace necesaria la aceptación del servicio de los demás.
Y, puesto que todas las personas que asisten a los ancianos son
La enfermedad y la muerte activas, les es difícil comprender realmente el estado de pasividad
en la vida cristiana y religiosa que ellos viven.
- Debemos, pues, ser humildes ante esta realidad, porque nin-
1. La experiencia nos enseña que la enfermedad, incluso en la guno de nosotros sabe cuáles serán sus reacciones, sus sensacio-
vida cristiana y religiosa, es una gran prueba y no solamente por nes, sus sentimientos en el momento de la prueba.
los sufrimientos físicos que puede causar. Ser muy humildes y confiarnos a Dios, el único que puede con-
A los sufrimientos físicos se añade el sentido de inutilidad: No ducirnos a través del desierto de la enfermedad, de la vejez, de la
soy útil para nadie, ya no tengo capacidad de trabajar, de cumplir pasividad.
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2. La Iglesia, comunidad cristiana y también las comunidades La muerte es pena, es drama, pero el cristiano, y sobre todo el
monásticas üenen un ritual para la muerte y la liturgia fúnebre. alma religiosa que vive en el desapego, la contempla como paso y,
Me parece interesante la triple índole que caracteriza la liturgia por tanto, no queda aplastado por su aspecto dramático.
fúnebre ambrosiana:
- la índole pascual c) La índole eclesial y comunitaria. De hecho la muerte es un
- la índole dramática y penitencial medio puesto por Dios para encontrar de nuevo a cuantos nos prece-
- la índole eclesial y comunitaria. dieron en la bienaventuranza eterna y en la comunión de los santos.
La lucha para aceptar la enfermedad y la muerte con la serenidad
a) La índole pascual es la capacidad de poner en la misma línea de la fe, es larga, frecuentemente acompañada de aridez y pruebas.
enfermedad, muerte, vida en Cristo. Mirar con serenidad la muerte, Por eso es necesario abandonarse a Dios del todo, sabiendo que no
afianzados en la certeza de ir hacia Cristo, es la flor más bella de la estamos preparados ni podemos prepararnos adecuadamente.
existencia cristiana. En el fondo, la buena muerte no es más que la La muerte en Cristo para vivir en Cristo es don de lo alto, es don
testificación de que toda la vida ha sido un acto de fe, es una firma extraordinario. En ella somos conscientes, más que en cualquier
sobre la fe de toda la existencia. otro momento de la vida, de nuestra fragilidad, de la fragilidad de
En otras ocasiones he contado que, viviendo en Roma, me he nuestra fe, de nuestra dependencia del don y de la misericordia
retirado a rezar, a reflexionar al lugar tradicional del martirio de divina, y por eso realizamos el acto supremo de la fe dándonos
Pablo, en Tre Fontane. Llegaba allí a través de un camino lleno de cuenta de que el mismo Dios nos atrae allí donde no quisiéramos y
silencio, entraba en el atrio de la iglesia cisterciense y proseguía donde no seríamos capaces de ir. La muerte representa el último
después hasta la iglesia redonda. Más adelante aun, está la iglesia acto de abandono total en las manos del Padre, a ojos cerrados.
de Tre Fontane, así llamada porque la cabeza del Apóstol dio tres Recemos con Elias del que la Escritura escribe que «era un hom-
saltos sobre la tierra antes de quedar quieta, en el momento dramá- bre de nuestra misma naturaleza»; tenía -según el texto griego-
tico de su muerte. Me esforzaba en imaginarme cómo haría Pablo nuestra misma fragilidad, pero «oró intensamente» (St 5,17).
los últimos metros que lo separaban del patíbulo, ciertamente, vería Oremos intensamente para alcanzar la gracia de la fe en la vida
de nuevo toda su vida, su conversión, las dificultades y las alegrías de Jesús diciendo:
del apostolado, las discusiones con Bernabé y Pedro, la prueba de «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores
la soledad, los años del desierto, tantos y tantos sufrimientos. Si en ahora y en la hora de nuestra muerte».
aquel momento hubiese renegado de la fe, habría borrado de un
golpe toda su vida. Por el contrario, Pablo pone la rúbrica a aque-
llas estupendas cartas que han llegado hasta nosotros, a sus ense-
ñanzas; pone la rúbrica aceptando con fe entrar en la total pasividad
de la muerte.
b) La índole dramática y penitencial es subrayada por las pala-
bras de Ambrosio que, en los discursos por la muerte del hermano
Sátiro, dice entre otras cosas: «Nuestro espíritu en el desapego de
las cosas, sepa acoger la imagen de la muerte por no incurrir en la
pena de la muerte».
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VIVIR CON GOZO LA MISIÓN RECIBIDA
Jr 15,10.16-21; Mt 13,44-46
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Como siempre, haremos una lectura del texto y después, en una de un lado y de otro, y pasó Eliseo. Habiéndole visto la comunidad
breve meditatio, lo confrontaremos con la página de Lucas que de los profetas, que estaban enfrente, dijeron: «El espíritu de Elias
describe la transfiguración de Jesús, teniendo presente, como tras- reposa sobre Eliseo». Fueron a su encuentro, se postraron ante él
fondo, el relato de la Ascensión. en tierra, y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres
valerosos; que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de
2 R 2,1-18: La ascensión de Elias Yahvé se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna montaña o
algún valle». Él dijo: «No mandéis a nadie». Como le insistieran
«Esto pasó cuando Yahvé arrebató a Elias en el torbellino al hasta la saciedad dijo: «Mandad». Mandaron cincuenta hombres
cielo. Elias y Eliseo partieron de Guilgal. Dijo Elias a Eliseo: que le buscaron durante tres días, pero no le encontraron. Se vol-
"Quédate aquí, porque Yahvé me envía a Betel". Eliseo dijo: vieron donde él, que se había quedado en Jericó, y les dijo: «¿No
"Vive Yahvé y vive tu alma, que no te dejaré". Y bajaron a Betel. os dije que no fuerais?» (2 R 2,1-18).
Salió la comunidad de los profetas que había en Betel al encuentro El episodio es fácilmente divisible en tres partes: el viaje del
de Eliseo y le dijeron: "No sabes que Yahvé arrebatará hoy a tu adiós, de la separación (vv. 14-18).
señor por encima de tu cabeza" Respondió: "También yo lo sé.
¡Callad!" Elias dijo a Eliseo: "Quédate aquí, porque Yahvé me 1. El viaje.
envía a Jericó" Pero él respondió: "Vive Yahvé y vive tu alma que
no te dejaré", y siguieron hacia Jericó y le dijeron: "¿No sabes que - Elias parte de Gálgala junto al fidelísimo discípulo Eliseo,
Yahvé arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?" Res- pero sabiendo que es ya inminente su gran paso, no quiere testigos,
pondió: 'También yo lo sé. ¡Callad!" Le dijo Elias: "Quédate aquí, desea estar solo. «Quédate aquí, porque el Señor me manda a
porque Yahvé me envía al Jordán". Respondió: "Vive Yahvé y Betel». Esta fórmula se repetirá tres veces y por tres veces Eliseo
vive tu alma que no te dejaré", y fueron los dos». replicará: «Vive Yahvé y vive tu alma, que no te dejaré». No lo-
Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas vinieron y se grando despedirlo, Elias se dirige de Gálgala a Betel, de aquí a Je-
quedaron enfrente, a cierta distancia; ellos dos se detuvieron junto al ricó y de Jericó al Jordán y al otro lado del mismo. Es conmovedor
Jordán. Tomó Elias su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se el intento de separación por parte del profeta, pero Eliseo no
dividieron de un lado y de otro, y pasaron ambos a pie enjuto. desiste.
Cuando hubieron pasado, dijo Elias a Eliseo: «Pídeme lo que quie- - El relato tiene otrr fascinación, la del secreto susurrado.
res que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado». Dijo Eliseo: «¿No sabes que Yahvé arrebatará hoy a tu señor?» Los hijos de los
«Que tenga dos partes de tu espíritu». Le dijo: «Pides una cosa difí- profetas, que se encontraban en Betel y en Jericó, preguntan a
cil; si alcanzas a verme cuando sea llevado de tu lado, lo tendrás; si Eliseo, mostrando que se trata de un secreto conocido por todos.
no, no lo tendrás». Iban caminando mientras hablaban, cuando un ¿Cómo lo han sabido? Quizá han intuido, por la manera de saludar
carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elias de Elias o por la emoción que le traslucía del rostro, que aquél era
subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre el último encuentro. El discípulo está en el juego: «También yo lo
mío! ¡Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. sé. ¡Callad!» Evidentemente, el narrador ironiza sutilmente sobre
Asió sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que se le el hecho de que todos saben, pero deben hacer como si no supie-
había caído a Elias y se volvió, parándose en la orilla del Jordán. ran, porque es muy dolorosa la partida del maestro y, por eso, es
Tomó el manto de Elias y golpeó las aguas diciendo: «¿Dónde mejor alejarla del pensamiento.
está Yahvé, el Dios de Elias?» Golpeó las aguas, que se dividieron - Otra anotación interesante es el recorrido del viaje: Elias hace
al revés el camino hacia la tierra prometida, hacia los lugares del
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Éxodo, vuelve a visitar la memoria de los padres que, después de El texto presenta un problema de traducción. La palabra hebrea
haber atravesado el Jordán, conquistaron Jericó y llegaron a Betel significa: una parte doble de tu espíritu y la tradición judaica siem-
donde Jacob, en sueños, vio al Señor. De ese modo retornó al otro pre ha leído este sentido literal: ¡Dame el doble de tus gracias!
lado del Jordán, a aquellas estepas de Moab al pie del monte Nebo, De hecho Eliseo, durante su vida, dobló los milagros del maes-
donde murió Moisés. tro, e hizo algunos espectaculares.
Sin embargo, es posible que la traducción de la Biblia San Jeró-
2. El rapto de Elias (vv. 7-13) constituye el momento central nimo (Edicep 1994), responda mejor al sentido: dos partes del tex-
del episodio. to original indicaría la doble parte de herencia paterna que recibía,
- Primeramente una escena que suscita el suspense: «cincuenta por ley, el hijo mayor (cfr. Dt 21, 17). Eliseo pide ser elegido como
hombres de la comunidad de los profetas vinieron y se quedaron el primer heredero espiritual de Elias.
enfrente, a cierta distancia; ellos dos se detuvieron junto al Jordán». Humildemente el maestro le hace notar que ha sido exigente en
Nos parece ver a los cincuenta esperando a ver qué ocurre. su petición. Más fuerte la traducción de la Vulgata latina: Rem dif-
- «Tomó Elias su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se ficilem postulasti, has pedido una cosa difícil. El profeta está como
dividieron de un lado y de otro; y pasaron ambos a pie enjuto». Se embarazado porque sólo Dios es Señor del espíritu, y de él de-
repite el prodigio del Éxodo, cuando Moisés extendió la mano pende la realización de la petición del discípulo. El espíritu no se
sobre el mar Rojo (cfr. Ex 14, 21), y el de Josué ante el Jordán (cfr. hereda como un bien terreno. Sin embargo, Dios puede hacer
Jos 3, 15-16), y se subraya una vez más que Elias está haciendo al conocer a Eliseo si él es verdaderamente el sucesor de Elias, o si
revés el camino de los orígenes. no lo es: «Si alcanzas a verme cuando sea llevado de tu lado, lo
San Ambrosio escruta los símbolos de la escena y escribe: Elias tendrás; si no, no lo tendrás». Elias deja la decisión al Señor, pero
y Eliseo «atravesaron caminando el Jordán; ello fue recompensa y ofrece una señal a su discípulo.
premio concedidos a una ardiente caridad. Porque ellos, para atra- Esta palabra nos hace entender lo que ocurre en el momento de
vesar la corriente del Jordán, primero tuvieron que atravesar con un la ascensión del Señor: los apóstoles, que han visto a Jesús ele-
vado espiritual las corrientes de nuestras pasiones» (Comentario al varse al cielo (cfr. Hch 1,9), son los herederos de su espíritu.
Salmo 118, XXI, 16). La prueba del desierto, la angustia y la expe-
riencia de la propia nulidad habrían, pues purificado a Elias permi- - Vv. 11-13: «Iban caminando mientras hablaban, cuando un
tiendo al amor de Dios invadirlo completamente. carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre los dos.
- Sigue la última conversación entre maestro y discípulo: «Cuan- Elias subió en el torbellino», en la tremebunda tempestad, «al
do hubieron pasado, dijo Elias a Eliseo». cielo. Eliseo le veía y clamaba: "¡Padre mío, padre mío! ¡Carro y
Hasta ahora habíamos escuchado palabras duras del profeta caballos de Israel!" Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desga-
(excepto en el coloquio con la viuda). En el momento de la despe- rró en dos. Recogió el manto que se le había caído a Elias y se vol-
dida, el lenguaje se hace dulce, gentil, tocando profundamente el vió, parándose en la orilla del Jordán».
corazón de Eliseo que finalmente se siente amado, muy amado por El relato ha movido la fantasía de Ambrosio. Él ve en Elias,
el intransigente y rudo hombre de Tisbe. Probablemente, durante «carro y caballos de Israel» la imagen del verdadero auriga que
su servicio, nunca había recibido una confidencia como la que sabe dominar con seguridad los caballos, y escribe: «Tú que go-
ahora se le hace: «Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de bernaste bien el pueblo del Señor, gracias a la constancia has reci-
ser arrebatado de tu lado». Animado por tanta ternura pide dos ter- bido estos carros, estos caballos que corren hacia lo divino, porque
cios del espíritu de Elias. el Señor te ha confirmado moderador de las mentes humanas, y
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por eso, como un buen auriga vencedor en el combate, eres coro- 3. El retorno de Eliseo (vv. 14-18) nos asegura que realmente
nado con un premio eterno» (Nabot 15, 64). Vuelve sobre el episo- está en el discípulo el espíritu del maestro. «Tomó el manto de
dio reflexionando sobre la ascensión de Jesús, para subrayar cómo Elias y golpeó las aguas diciendo: "¿Dónde está Yahvé, el Dios de
el Hijo de Dios no admite parangón con nadie: Elias «subió al Elias?"», repitiendo así el nombre del profeta que significa, como
cielo con carro y caballos» mientras que «Cristo descendió del hemos dicho, mi Dios es Yahvé. Las aguas se separaron y los hijos
cielo sin aquel carro ni aquellos caballos; Elias montó en un carro, de los profetas, que habían quedado en la otra orilla del Jordán,
porque no podía subir al cielo de otra manera, pero Cristo volvió a fueron a su encuentro y se postraron ante él.
él con sus propias fuerzas» (Segunda apología de David 4,24). Después se ofrecieron a ir a buscar el cuerpo de Elias pero
Nosotros, más simplemente, nos preguntamos cómo debemos Eliseo no quiso. Insistieron y él, confuso, dijo: «¡Mandad!»
entender este «carro de fuego y caballos de fuego» en el que desa- Mandaron cincuenta hombres que buscaron durante tres días,
parece el profeta. Pienso que se trata de una visión de Eliseo. Con pero no lo encontraron. Volvieron a Eliseo, que estaba en Jericó. Él
los ojos de la fe, él ve en la destrucción del cuerpo de su gran maes- les dijo: «¿No os dije que no fuerais?» Con esta victoria moral se
tro, la gloria de Dios que viene a tomarlo. V consuma su capacidad de seguir el camino de Elias.
Nada atestigua que no haya muerto. La descripción nos dice la Elias no fue encontrado, como Moisés: «Fue sepultado en el
profunda certeza de la fe de Eliseo; mientras Elias se aleja para valle, en el país de Moab, frente a Bet-Peor. Nadie hasta hoy ha
morir solitario en el desierto, como Moisés, él contempla no el fin conocido su tumba» (Dt 34, 6).
sino el encuentro con el Señor.
Sabemos que la muerte de muchos santos ha sido represen- Al encuentro del Señor glorioso
tada como encuentro de amor con la gloria de Dios. Recordemos,
por ejemplo, los últimos momentos de la beata Catalina, una de Pasando al momento de la meditatio, reflexionemos sobre el
las dos fundadoras de este monasterio, según lo que nos han pasaje evangélico de la transfiguración (Le 9, 28-36) de Jesús, parti-
transmitido: «Habiendo preguntado si había acabado la cularmente sobre los versículos 30-31: «Y he aquí que conversaban
recomendación del alma le respondieron que sí. Entonces pidió con él dos varones, que eran Moisés y Elias; los cuales aparecían en
que recitaran las letanías de los santos; y cuando llegó al nombre gloria» -también ellos transfigurados ya en gloria de Jesús- «y
de nuestro padre san Ambrosio hizo una bonita inclinación de ca- hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén».
beza y por ese gesto pensamos que Dios la invitaba a habitar en la Pienso que en este punto podemos comprender, quizá mejor
vida eterna. El padre espiritual le acercó el Crucifijo y ella lo besó que cuanto lo hayamos hecho hasta ahora, por qué Jesús aparece
devotamente diciendo: Yo veo a mi amoroso crucificado». De la con Moisés y Elias.
otra fundadora, la beata Juliana, se dice que «su Esposo, junto con Ellos son los más adecuados para simbolizar un «éxodo» que
la Virgen María, la llamaron a los gozos y consuelos eternos y, será misterioso y glorioso. Jesús vivirá un misterio de oscuridad
llegando a la noche de la asunción de la Virgen Mana, quiso que incomprendible, del que es justo decir: ¡Callad!, como decía Eliseo a
la pusieran sobre la tierra desnuda y así salió su espíritu con gran- la comunidad de los profetas. Vivirá tal misterio de oscuridad para
des melodías». entrar en el misterio de gloria del que es justo decir: ¡Padre mío,
Quien vive la fe contempla, pues, la muerte de los santos como carro y caballos de Israel!
un rapto al cielo, sabe verla transfigurada; quien no cree, sin em- Pero también nosotros estamos llamados a pasar por un miste-
bargo, no logra ver más allá de la destrucción del cuerpo y de las rio de oscuridad y de silencio, para ir al encuentro del Señor glo-
convulsiones de la agonía. rioso.
134 135
También nosotros, como Elias, debemos entrar en el fuego de su
amor ardiente: «Pues es bueno el amor que tiene alas de fuego
ardiente» escribe Ambrosio y, entre las muchas aplicaciones de este
principio, partiendo de los apóstoles, llega a citar a Elias: «buenas
eran las alas del amor, las alas verdaderas, que volaban por la boca
de los apóstoles y las alas de fuego, que pronunciaban un discurso
purificado (...). En estas alas voló Elias, llevado a las regiones supe-
riores sobre un carro de fuego y sobre caballos de fuego» (Isaac y
el alma, 8, 77). «También tú serás raptado en espíritu. Aquí está el
carro de Elias, aquí el fuego: aunque no se vean, están preparados
para que quien sea justo suba al cielo, quien esté sin culpa cambie
de lugar de habitación» (Para la partida del hermano, II, 94).
Así pues, todos entraremos en la Jerusalén celeste, como Elias ÍNDICE
entró con un carro de fuego.
Elias es el símbolo de nuestra vida y de nuestra muerte; su dejarse
llevar por las alas del amor, por los caballos de fuego, es imagen de PREÁMBULO 5
la vida cristiana, de la vida religiosa, es imagen de nuestra muerte, y
éste es el mensaje, la certeza que llevamos con nosotros. INTRODUCCIÓN 7
Quisiera concluir con el versículo de Lucas: «Maestro, qué her- Una experiencia de comunión espiritual 7
moso es estar aquí» (Le 9, 33). Sería hermoso continuar estos días El profeta Elias 9
de silencio, de recogimiento, de oración a partir de la reflexión en Sugerencias 11
la palabra de Dios. Pero de la nube sale una voz: «Este es mi Hijo, V
el elegido; escuchadlo» (v. 35), y nos llama a contemplar a Jesús, a I. ESCÓNDETE JUNTO AL TORRENTE KERIT 15
mirarle a él solo, a dejarnos guiar únicamente por él en nuestro
camino terreno, para poderlo encontrar glorioso. í R 17, 1-6 16
Ayudémonos unos a otros para responder a la invitación del Meditatio 18
Padre, y recemos así: Examen de conciencia 21
«Concédenos, Señor, vivir siempre a la escucha de tu Palabra; El reino de Dios en la tierra 23
concédenos morir en tu amor, reposar en tu paz, resurgir en tu La cizaña y la buena semilla 23
potencia y reinar en tu gloria. Te lo pedimos por intercesión de la
Virgen María y de Elias, el profeta de Tisbe». El antagonista del reino de Dios 24
Paciencia y saber soportar 25
II. ESTOY EN SU PRESENCIA 29
El único Señor 30
La actitud interior de Elias 32
¿Cómo vivo mi consagración? 36
136 137
III. EL CONOCIMIENTO DEL DIOS VIVO VIL VOCACIÓN DE ELISEO: OBEDIENCIA 91
«¡AY DE LOS IDÓLATRAS!» 39 La intención de san Ignacio en
1 R 18, 16-40 40 los «Ejercicios espirituales» 91
La idolatría 43 Elias y la vida monástica 92
¿Servimos al Dios vivo? 46 1 R 19, 19-21: Los dos personajes
Nuestros ídolos 47 y la llamada de Eliseo 93
Nuestro seguimiento 96
La petición justa 49 Examen de conciencia 97
La petición de Salomón 49 La confllctividad permanente
La gracia fundamental 50 de la vida cristiana 99
IV. CONOCIMIENTO DE DIOS Mt 13, 36-43; Jr 14,17-22 99
Y VIRTUDES EVANGÉLICAS 53 Reconocer los signos de los tiempos y
Conocimiento de Dios y virtudes evangélicas 53 la lucha entre la luz y las tinieblas 101
1 R 21: La viña de Nabot 54 VIII. UNA FUENTE DE VIDA DENTRO DE LA CASA 105
1 R 17, 7-16: El milagro de la harina y del aceite 57 La viuda de Sarepta 105
¿Quién es el Dios vivo? 58 La fuente de vida en nuestro interior 108
Preguntas para nosotros 61
IX. ENFERMAR, MORIR, VIVIR EN CRISTO 115
V. «NO SOY MEJOR QUE MIS PADRES» 65 Vivir en Cristo 115
1 R 19, 1-8: Un episodio sorprendente 65 IR 17, 17-24 116
La fuga de Elias (vv. 1-3) 66 La enfermedad y la muerte en
El desconsuelo de Elias (vv. 4-5a) 69 la vida cristiana y religiosa 120
La consolación de Elias (vv. 5b-8) 72
Vivir con gozo la misión recibida 125
Una casa acogedora 75 La crisis interior de Jeremías 125
La lectura evangélica 75 El diálogo con Dios 127
El grano de mostaza y la levadura 75 Conclusión 128
Una casa humilde pero acogedora 77
X. IR AL ENCUENTRO DE CRISTO GLORIOSO:
VI. EL MURMULLO DE UN SILENCIO EL RAPTO DE ELÍAS 129
QUE SE DESVANECE 79 2 R 2, 1-18: La ascensión de Elias 130
1 R 19, 8-18: La teofanía sobre el Horeb 79 Al encuentro del Señor glorioso 135
Elias en la caverna (vv. 9-1 la) 83
El paso del Señor (vv. 11 b-12) 85
El encuentro con Dios (vv. 13-18) 87
138 139
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EL PROMEDIO G E N E R A L DE A P R O V E C H A M I E N T O S E R E G I S T R A
EN E S T E C E R T I F I C A D O CON B A S E EN EL A C U E R D O N Ú M . 2 0 0
DEL C. S E C R E T A R I O DE E D U C A C I Ó N P Ú B L I C A , DIARIO O F I C I A L
DE LA F E D E R A C I Ó N D E L 19 DE S E P T I E M B R E DE 1 9 9 4 .
LA E S C A L A O F I C I A L DE C A L I F I C A C I O N E S E S N U M É R I C A DEL
5 AL 10
LA C A L I F I C A C I Ó N M Í N I M A A P R O B A T O R I A E S 6.0