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Según el informe “Ruta de la Implementación de la Reforma Educativa”, para la

actualización del currículum de la enseñanza del inglés se tendrá la colaboración de la


Universidad de Cambridge, de Inglaterra; la institución será “una aliada” para la
evaluación y certificación de la segunda lengua.

Se contratará este año a poco más de mil profesores para que enseñen en las escuelas
normales el idioma “para la formación de los próximos docentes en un dominio alto de la
lengua y la didáctica en la enseñanza del inglés”.

En la guía para alumnos que se repartirá en las escuelas se lee que “al final de la
educación media superior hablarás tan buen inglés que podrás estudiar en otro país”.

La primera nota es simplemente fantástica: más mexicana imposible. Resulta que en el


nuevo modelo educativo (y prefiero escribirlo sin mayúsculas; ojalá en el siguiente sexenio
se suprima el uso de las mismas en documentos oficiales), “la enseñanza del inglés es una
de las prioridades del nuevo currículo... el objetivo es que todos los niños, niñas y
jóvenes... aprendan a leer y comunicarse en inglés”. Magníficas intenciones.

Sólo que en la misma nota se explica que el nuevo plan de estudios (con mayúsculas)
“contempla las mismas horas de clases de inglés que el vigente: 2.5 a la semana o 100 al
año en primaria”. Todo esto entraría en vigor en 2018 (si AMLO está de acuerdo), o sea en
el mismo México que hoy. De modo que los mismos niños, con los mismos maestros,
durante las mismas horas... van a aprender el inglés que hasta hoy no han aprendido. Puro
realismo mágico.

Una posible explicación de por qué esto no ha funcionado –y no va a funcionar– aparece


en una nota publicada en la misma página. Según la Auditoría Superior de la Federación,
“el 87% de los recursos ejercidos por el Programa Nacional de Inglés –Proni– (con
mayúsculas) no fueron comprobados por las entidades federativas que los recibieron...
Ninguna de las entidades comprobó la totalidad del gasto realizado. Veracruz no
comprobó nada... La ASF observó que la SEP no cuenta con mecanismos de seguimiento y
supervisión que garanticen que los recursos sean utilizados para (su) propósito... Las
reglas de operación del Proni no mencionan los requisitos que deberán cubrir los asesores
externos que impartirán las clases de inglés”. Supongo que uno de los requisitos sería...
hablar inglés. Como por ejemplo los dreamers. En un mundo ideal, contaríamos con
maestros que sepan inglés, y que sepan enseñarlo. Si tenemos que optar entre los que
saben lo primero y no lo segundo, y los que no saben lo primero y a medias lo segundo,
me quedo con los dreamers.

Ahora bien, existen más o menos 48 mil razones por las cuales los mexicanos deben poder
manejarse en inglés: la frontera, tener 11 por ciento de los nacidos en territorio mexicano
residiendo en Estados Unidos, a más de un millón de norteamericanos residiendo en
México, a más de 20 millones de visitantes anglófonos al año, entre otras.

Uno de los desafíos de la implementación del nuevo modelo educativo en México es la


enseñanza del idioma inglés, pues no hay el número suficiente de profesionales para
impartir esa materia, planteó el director adjunto de Mexicanos Primero, Juan Alfonso Mejía.

En entrevista, explicó que, de acuerdo con el Censo de Maestros y Alumnos del 2013, a
escala nacional hay alrededor de 50,000 maestros de inglés, pero el sistema educativo está
integrado por 236,000 escuelas. Hay un profesor por cada cinco planteles, o bien, faltan
alrededor de 180,000 docentes.

Eso quiere decir que de implementarse esa política pública a partir del ciclo escolar 2018-
2019, como lo tiene previsto el gobierno federal, preparar a los maestros que faltan
implicaría disponer de un presupuesto específico, lo cual ofrece un reto adicional.

El funcionario refirió que se tendría que destinar alrededor de 4,000 millones de pesos para
incorporar maestros que cumplan con el perfil para enseñar inglés o preparar a los que
actualmente tienen esa función pero con base en los requerimientos que se especifiquen
una vez terminado el modelo educativo, que actualmente está sometido a análisis a través
de foros de discusión, los cuales culminarán a final de este mes.

“Hay un problema de financiamiento y luego un problema de procedimiento”, enfatizó.

De acuerdo con el especialista, en el 2014 se pusieron a concurso 1,981 plazas a escala


nacional para los niveles preescolar y primaria, pero sólo participaron 281 maestros, y de
ésos, sólo resultaron idóneos 84, es decir, 4% de los aspirantes. Con base en lo anterior,
“pensar en cómo lo vas a implementar sería también un gran desafío”, abundó.

El también doctor en Ciencia Política por la Universidad Sorbonne de París dijo que México
tendría que esperar al menos 10 años para lograr que aprendan inglés los niños desde la
educación básica.
Mejía opinó que la convocatoria del gobierno federal a participar en foros de consulta
donde se analice el modelo educativo es esperanzadora y constituye una oportunidad para
decidir cuál es la sociedad que queremos en 30 años y qué educación debe recibir.

El día de ayer –10 de julio– se presentó “La estrategia nacional de inglés” que propone
una serie de medidas para convertir a México en un país bilingüe en un plazo de 20 años
aproximadamente. Sin duda se trata de un proyecto ambicioso e interesante ¿pero qué
tan viable es? El presente texto discute los principales aspectos de la estrategia y las
posibilidades que dicha estrategia puede tener en el contexto actual.

El antecedente directo al anuncio de la estrategia fue la publicación, el pasado miércoles


28 de junio de 2017, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), del modelo educativo para
la educación obligatoria que incluye cinco apartados: el planteamiento curricular; la
escuela al centro; la formación y desarrollo profesional de los maestros; la gobernanza; así
como la equidad e inclusión. Dentro de esta propuesta, la enseñanza del inglés ocupa un
lugar importante . De hecho, desde hace meses el titular de la SEP –Aurelio Nuño– se ha
presentado en diversos medios de comunicación, así como en eventos oficiales haciendo
promoción al modelo que ahora es oficial y destacando la importancia del idioma inglés,
así como la formación inicial de docentes en este idioma. Precisamente la propuesta dada
a conocer apenas (la estrategia nacional de inglés) contiene dos ideas principales: la
creación de la licenciatura en inglés en preescolar y primaria, que se sume a la de
secundaria; esta licenciatura tomaría como punto de partida el modelo que han
desarrollado las universidades tecnológicas bilingües en el país para buscar que sus
egresados logren el dominio del inglés al termino de sus estudios. La segunda propuesta
es lograr expandir la enseñanza del inglés a todos los maestros normalistas en un plazo
relativamente corto. Su objetivo es que los maestros de todos los niveles básicos
adquieran un dominio del idioma inglés.

De manera que en el llamado nuevo modelo educativo se busca incorporar la enseñanza-


aprendizaje del inglés en el perfil de egreso del estudiante y en la formación inicial de
docentes. En el primero describe lo que el alumno debe ser capaz de hacer: al terminar la
secundaria los alumnos deben contar con habilidades lingüísticas para expresar
experiencias, acontecimientos, deseos, aspiraciones, opiniones y planes; al terminar el
bachillerato se espera que los alumnos puedan comunicarse en inglés con fluidez y
naturalidad. En la formación inicial de docentes el modelo educativo vislumbra al inglés
como una herramienta comunicativa “en el mundo globalizado” y enfatiza que es
fundamental que todos los maestros dominen este idioma y no solamente quienes
impartan la asignatura; en suma, el modelo educativo considera fundamental alcanzar un
nivel de inglés alto entre la planta docente en las escuelas normales. Sin embargo, el
inglés como asignatura aún no se encuentra incluido dentro del planteamiento curricular.

Es importante recordar que la idea de incorporar la enseñanza del inglés no es nueva. El


inglés como programa nacional surge desde 2009 con un pilotaje en algunos estados y
aterriza en los programas de estudio 2011 con el nombre de Programa Nacional de Inglés
en la Educación Básica (PNIEB), recientemente reorganizado y reglamentado en el
Programa Nacional de Inglés (PRONI) en 2015 (DOF: 27/12/2015), el cual tiene como
propósito fundamental que los alumnos participen en prácticas sociales del lenguaje –
orales y escritas– para el desarrollo de competencias. Los principales cambios del
programa de estudio en relación a programas anteriores –1994 y 2006– radican en el
enfoque de metodología de enseñanza (del comunicativo y funcional del lenguaje) a uno
sociocultural y lingüístico para el desarrollo de competencias; desaparecen las reflexiones
de la lengua y lo gramatical para adaptar contenidos y proyectos de trabajo para el
desarrollo de productos de aprendizaje a través del ser, el conocer y el hacer con el
lenguaje. Así, en el PNIEB, el inglés es visto ya como una segunda lengua y no como lengua
extranjera, sin embrago, la implementación de este programa ha tenido algunas
“desventuras”, algunos hallazgos descritos en trabajos de Davies (2009), Ramírez, Pampón
y Cota (2012) y Mejía (2013) concluyen que las problemáticas relacionadas con los
programas de inglés estatales y nacionales se pueden identificar en diferentes niveles.
Primero, se encuentran los problemas en torno al conocimiento del idioma y la estructura:
niveles de aceptación; congruencia entre discursos y prácticas docentes; relación entre
programas; cobertura, falta de financiamiento y seguimiento. En el caso de los planes de
estudio los principales inconvenientes son: limitado conocimiento del enfoque de
enseñanza y competencias a desarrollar; la falta de más prácticas docentes; la necesidad
de adaptar mejor la evaluación del aprendizaje; el número de horas asignadas es
insuficiente y también se debe analizar con más detalle cuál es el papel que han jugado las
editoriales en la determinación de contenidos. En cuanto a los principales problemas
respecto a los profesores destacan: las carencias en su formación inicial; las dificultades en
sus condiciones laborales y posibilidades de certificación. Respecto a los alumnos, el
principal reto se vincula con el nivel de inglés con el que llegan a la educación superior:
existe una fuerte disparidad del nivel de inglés planteado como óptimo en el PRONI –
nivel B1– porque para llegar a este nivel se debe de tener un estudio efectivo del inglés
de entre 451-500 horas y la mayoría de los alumnos no ha tenido esa posibilidad.

En cuanto al punto de la formación inicial de profesores el Secretario de Educación ha


argumentado que para tener profesores bilingües se requiere tener un programa de
Escuelas Normales (EN) bilingües y mencionó que para cumplir dicho objetivo se lanzarían
nuevos planes de estudio en 2018, la realidad es que los programas de estudio de la
licenciatura en educación primaria recientemente reformados en 2012, el inglés aparece
ya en la malla curricular desde el tercer semestre con la asignatura de inglés A1 hasta
séptimo con inglés B2 –con 4 horas semanales cada uno de los 5 niveles– y de hecho, la
estructura curricular de dichas asignaturas no contemplan sólo el aprendizaje del inglés
sino que contiene además el desarrollo de actividades sobre cómo propiciar ambientes de
aprendizaje y actitudes en los niños hacia el idioma lo que aunque pareciera ser una
innovación, en la práctica despoja de un tiempo importante al aprendizaje del inglés (es
decir, al dominio del contenido). A partir de algunos cálculos realizados con las cifras que
conocemos de la malla curricular de la licenciatura en educación primaria, podemos
señalar que si un docente durante su formación inicial recibe cinco cursos de al menos 100
horas semestrales (siendo optimistas), lo que necesitan son entre 651-700 horas para
alcanzar el nivel B2 según Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCERL)
, lo que dejaría un déficit de 100 horas para obtener el First Certificate of English (FCE),
nivel requerido del idioma para profesores estipulado en PRONI. Si bien en la presentación
de la estrategia el titular de la SEP manifestó que se impartirán 6 horas semanales y 12
horas más de tutorías y laboratorios, la realidad es que la distribución y las cargas horarias
de las diferentes licenciaturas ya sean del plan 1999 o 2012 están en función de periodos
diferenciados de prácticas de intervención docente cuya duración va desde una semana
hasta un mes. El problema en este caso es el acomodo de estas clases en el horario de los
docentes en formación. En este punto en México existen 466 escuelas normales de las
cuales 260 son públicas y 206 privadas con una matrícula total para el ciclo escolar 2016-
2017 de aproximadamente 93,766 estudiantes (SEP-DGSPE, 2017), por lo que contratar a
1,200 profesores de inglés en normales desde las “cuentas” del secretario Nuño,
implicaría que cada profesor atienda a 4 grupos de 20 estudiantes.

La realidad es que el número de estudiantes de normales públicas es de 80,000,


aproximadamente, pero todas tienen matrículas heterogéneas. Aquí un ejemplo: la
Benemérita y Centenaria Escuela Normal Del Estado de San Luis Potosí cuenta con una
matrícula de 1,112 estudiantes, por lo que cada uno de los 4 profesores “idealmente”
asignados no atendería solamente a los 80 alumnos que el Secretario de la SEP
argumenta, sino que en este caso cada docente tendría que atender entre 220 a 270
estudiantes. Esto representaría una carga excesiva de trabajo, por lo tanto aventurar una
cifra “óptima” resulta aventurado e inclusive poco creíble.

La coyuntura que surge frente a la presentación de la estrategia es la certeza de que no


hubo voluntad suficiente para implementar con seriedad la enseñanza del inglés desde el
inicio del sexenio. La lógica del gobierno en términos de política educativa pareciera ir en
el sentido opuesto a una política pública bien concebida, que haya considerado su
factibilidad. La propuesta presentada oficialmente parece partir de una visión
reduccionista del problema de la enseñanza-aprendizaje del inglés, se está asumiendo que
con un número reducido de profesores de inglés en normales será suficiente para producir
un cambio en la formación inicial de individuos y que estos serán capaces de hablar, leer,
escribir y escuchar en inglés para a su vez poder ofrecer contenidos en inglés a los niños.
En este sentido lo que se propone deja muchas preguntas para continuar el debate. Por
ejemplo: ¿se ha realizado una evaluación seria de los aprendizajes del programa 2011?,
¿bajo qué condiciones presupuestarias serán contratados los docentes de inglés faltantes
para normales? En palabras del titular de las SEP, serán contratados como personal de
tiempo completo con un salario de 21,000 pesos y obtendrían la base definitiva mediante
concurso de oposición, por lo que vale la pena preguntarse ¿cómo lo tomará el personal
de tiempo completo que sigue una ruta de profesionalización de posgrado y quienes
finalmente percibirán un salario menor? ¿qué pasará con la enseñanza del inglés en
regiones donde la población en su mayoría es indígena, migrante (grupos vulnerables)? ¿la
atención para estos grupos se orientará de la misma manera o se propondrán acciones
complementarias?, ¿los programas seguirán pidiendo un nivel B1 umbral para los
estudiantes cuando egresen de la educación obligatoria aun cuando una parte
del profesorado no cuenta con el perfil para enseñar inglés?

Parece ser que desde el modelo educativo y los argumentos del Secretario Nuño se
pretende justificar la estrategia nacional de inglés como una apuesta “innovadora” al
bilingüismo a 20 años, sin embargo, no ha quedado claro cómo es que va a solucionar el
problema de la infraestructura necesaria para el aprendizaje que es crítico en algunas
zonas del país, además, podría aumentar la subcontratación de profesores de inglés con
una promesa de tiempo completo y que podría llevar a la precarización del salario de
profesores de otras áreas de formación. Finalmente, no queda claro como se resolverá el
problema de la inclusión de grupos vulnerables en este proceso; todas estas
características hace suponer que el inglés seguirá siendo una deuda larga y sinuosa del
Estado mexicano con la sociedad.

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