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REFORMAS CONTITUCIONALES

Como se reforma la Constitucion Argentina

La Constitución Argentina es rígida, debido a que no se reforma según el procedimiento de


leyes comunes. Con todo, el articulo 30 establece el procedimiento de la reforma y dispone
que “la Constitución puede ser reformada en el todo o en cualquiera de sus partes”.

La Constitución es reformada por una Convención convocada al efecto, cuyos miembros,


los convencionales constituyentes, deberán ser elegidos por el pueblo. Pero es el Congreso el
que “declara la necesidad de la reforma”, convocando a dicha Convención, para lo cual se
precisara contar con la aprobación de los dos tercios de la totalidad de los miembros de
ambas cámaras.

Para establecer que y como se reforma, el Congreso puede utilizar dos procedimientos: o
habilitar los temas a ser reformados -es decir, señalar meramente que temas se deben
reformar, dejando que sea la Convención la que establezca su contenido (así se hizo en
1860, 1866, 1898 y 1949), o redactar un proyecto de reforma ya concluido o casi concluido,
dejando su aprobación a la Convención, que solo podrá votar por si o por no el texto puesto a
su consideración. Así se procedió en 1994, con el llamado núcleo de coincidencias
básicas.

Introducción:

Antes de 1853 existieron en Argentina pactos anteriores a la sanción de la Constitución


Nacional, denominados “preexistentes” en el preámbulo de la actual. Algunos de estos pactos
fueron:

 Asamblea del año 1813, en la que no se sancionó ningún tipo de


constitución.

 Congreso de 1816, que finalizo con la sanción del la Constitución de 1819, cuyas
principales características eran las de ser Centralista y Aristocrática.

 En 1826, un Ensayo de CONSTITUCIÓN NACIONAL, cuyo origen se encuentra en


el Estatuto de 1825, la cual es rechazada, por tener características unitarias,
principalmente centralistas. Debemos tener en cuenta que el panorama externo en
la Argentina era complicado pues en esos momentos existía la Guerra con el Brasil,
y además estaba el tema de la independencia de la Banda Oriental, es decir
Uruguay.

 Pacto Federal de 1831, en el momento en que Rosas era gobernador, quien


considero que el país no se encontraba listo para la sanción de una Constitución,
por lo que nos fue sancionada.
 El notable libro escrito por Alberdi: “Bases y puntos de partida para la organización
nacional”

En 1852 Rosas cae debido a factores externos e internos, ya que había abusado de sus
poderes, hecho que le creó enemistades y separaciones. La caída de Rosas terminó una
experiencia y una época pero no resolvió ni las oposiciones ideológicas ni las rivalidades
territoriales. Urquiza, en ese momento vencedor, tenia el total apoyo del país para emprender
la obra que había fracasado Rivadavia, que había soñado Quiroga, y que había obstruido
Rosas: la constitución nacional.

Sin embargo, Buenos Aires no estaba dispuesta a renunciar a derechos y privilegios que
consideraba naturales. En primer lugar Buenos Aires preveía que la organización
constitucional se haría con su participación pero sin su dirección, que en el programa de los
vencedores se encontraba la apertura de los ríos a la navegación internacional, y la
nacionalización de la aduana de Buenos Aires.

Sanción de la Constitución Nacional

Finalmente, el Congreso constituyente reunido en Santa Fe sancionó el 1º de Mayo de 1853 la


constitución que estableció un sistema representativo, republicano y federal, con un régimen
presidencial fuerte.

En el plano de los derechos y garantías de los habitantes repetía o perfeccionaba los artículos
de los estatutos o constituciones anteriores: libertad de trabajo, de prensa, de reunión, de
opinión, de comercio y de enseñanza, igualdad ante la ley y el derecho de propiedad. La
novedad era que el Estado se limitaba a sostener la religión católica en vez de adoptarla como
religión del Estado. La Constitución también nacionalizo las aduanas, estableció la libre
navegación de los ríos, y declaro a Buenos Aires como Capital de la República. Se había
impuesto el Federalismo.

Buenos Aires se sintió agredida, por lo que tras encuentros armados, se dio la secesión de la
provincia en 1854, cuando se constituyo en Estado soberano. La secesión porteña duro hasta
1860, cuando se reformo la Constitución por primera vez, y Buenos Aires firmo el Pacto de
Unión Nacional.

Reforma de 1860

El 23 de Septiembre de 1860 se reunió una Convención en la provincia de Santa Fe, con el


objeto de ordenar la reforma de la Constitución.

Principalmente, el tema mas importante tratado en la reforma fue la cuestión “Capital”. Buenos
Aires para ese momento se encontraba fuera de la Confederación, y era necesaria su anexión
al territorio nacional para ese momento. Es por ello que se reforma el articulo 3º de la
Constitución. En la primera disposición de la reforma constitucional, dice: “Se reformara: Al
articulo 3º, esta: Las autoridades que ejercen el Gobierno Federal, residen en la ciudad que se
declare Capital...”
Por otra parte, se suprime la supremacía del Congreso Nacional a fines de revisar y controlar
las constituciones provinciales. En la disposición 3º, dice así: “suprimir: y las Constituciones
provinciales serán revisadas por el Congreso para su promulgación.”

Además, se afirma el Poder del Gobierno Federal con relación al acudimiento en defensa de
las provincias ante un ataque armado, ante una revolución, ante una crisis gubernamental,
etc. “El Gobierno Federal interviene “...” para garantir la forma republicana de gobierno,
repeler invasiones exteriores...”

Se suprimen, además, las preferencias entre distintos puertos, con el objeto de otorgar
igualdad a los puertos interiores del país. Se reafirma la abolición de la esclavitud,
agregándose una cláusula que afirma la libertad de cualquier esclavo mediante la sola entrara
al territorio nacional. Asimismo, se reafirma la abolición de los tormentos o suplicios, mediante
el agregado de cláusulas al articulo 18.

Se manifiesta, asimismo, la libertad de imprenta en todo el país. Por otra parte, con relación al
Poder Judicial de la Nación, se declara la prohibición de la actuación de jueces de la Capital
del País en otras provincias.

Se declaran también las denominaciones del territorio Nacional: “Las denominaciones


adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas del Río
de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres
oficiales indistintamente para la designación del Gobierno y territorio de las provincias,
empleándose las palabras “Nación Argentina” en...” Se observa entonces claramente el deseo
de integración del territorio Nacional, y el objetivo de poseer un Nombre claramente definido
ante el resto del mundo.

Por otro lado, y esta cuestión es de real importancia, se modifica el art. 34º, suprimiéndose la
cantidad de 6 diputados por Capital del país para pertenecer a la Cámara de Diputados,
elevándose esta cantidad a 12 diputados, pero no ya para la Capital, sino para la provincia de
Buenos Aires. Se visualiza entonces la supresión del otorgamiento de diputados para la capital
del país, otorgándole en cambio a Buenos Aires un alto numero de los mismos, hecho que
influiría en las futuras decisiones políticas del país. Se hace obligatoria la naturalidad del
diputado / senador de la provincia por la que este se postulase, o bien el haber habitado en la
provincia nombrada por lo menos 2 años. Este es un hecho importante, ya que no permite la
postulación de candidatos bonaerenses a cargos de diputados o senadores por otras
provincias. El hecho de que estos cargos fuesen ocupados solamente por naturales de
aquellas provincias o habitantes de ellas por dos años implica que el diputado / senador
conocería mejor la situación de la provincia y no habría acaparamiento de ciudadanos
bonaerenses en los cargos públicos.

Por otra parte, se manifiesta la igualdad en cuanto a los derechos de importación en todo el
país, haciéndose entonces clara la idea de igualdad entre las provincias, y el no-liderazgo de
Buenos Aires en la importación internaciones de bienes.

Vale la pena aclarar que se Reafirma la NO-SUPREMACÍA del Congreso ante el control de las
Constituciones Provinciales, al modificarse articulo 64º, inciso 28º de la Constitución de 1853.

Una modificación bastante importante en la reforma de 1860 es la afirmación de un poder


político fuerte en el país, mediante la reforma del articulo 83º. “el presidente tendrá facultad
para llenar las vacantes de los empleos que requieran el acuerdo del Senado,...”. Es decir, el
Poder Ejecutivo Nacional afirma su poderío, mediante la designación por mano del Presidente
de sus propios “subalternos”; la capacidad de llenar vacantes a su antojo, con las personas
que él considerase adecuadas.

Finalmente, se crea una Corte Suprema de Justicia, que ejerciera el Poder Judicial de la
Nación. Esto implica que el Poder Judicial se encuentra a cargo de una institución fuerte,
localizada en la provincia de Buenos Aires, por lo que los tribunales provinciales, de categoría
inferior, deben responder a la institución antes nombrada.

Por otra parte, en el texto de la Constitución de 1853, hasta la mencionada reforma, el poder
constituyente Provincial quedaba sometido a un control de constitucionalidad político, a cargo
del Congreso Federal. En efecto: a) las constituciones provinciales debían ser revisadas por
el congreso antes de su promulgación; b) las provincias debían remitirlas al Congreso para su
examen antes de su promulgación; etc.. Suprimido tal mecanismo de control político, las
constituciones provinciales solo son susceptibles de control judicial de constitucionalidad.

Conclusión: La constitución Argentina fue reformada en 1860, principalmente para permitir la


incorporación de Buenos Aires a la unidad Nacional. Además, se suprimió un importante
mecanismo de control político del Congreso sobre las provincias.

Reforma de 1866:

El 12 de septiembre de 1866, se lleva a cabo en la ciudad de Santa Fe una Convención


Nacional cuyo objetivo era la reforma de la Constitución Nacional.

En primer lugar, cabe decir que esta reforma apunta a regular los derechos de importación y
exportación, y nacionalizar definitivamente las aduanas, así como declarar quien responde por
los gastos de la Nación.

Se declara que: “El Gobierno Federal provee a los gastos de la Nación con los fondos del
Tesoro Nacional, formado del producto de derechos de importación y exportación, del de la
venta o...” Con la presente enmienda constitucional, se define que el órgano responsable por
los gastos del país seria el Gobierno Nacional. Además, se especifica que el monto se
obtendría del producto de los impuestos a la exportación e importación, el alquiler de tierras
del Estado, de los impuestos sancionados por leyes en el Congreso, etc. Es decir, se remarca
la obtención de dinero para gastos del país a través de impuestos.

Por otra parte, con relación a los derechos de importación, se especifica, mediante la reforma
del articulo 67º, inciso 1º, que los impuestos serian iguales en toda la Nación, es
decir, uniformes. Por lo tanto, cesarían las diferencias con relación a la importación de
cada provincia.

Finalmente, otro tema tratado por la reforma de 1866 es los derechos de exportación. Se
establece que el Congreso dictaría una ley con el objeto de establecer esos derechos. Es
decir, se le otorga la facultad de legislar los derechos de exportación al Poder Legislativo
Nacional.
Conclusión: Se observa claramente que el principal objetivo de la reforma de 1866 fue el de
nacionalizar las aduanas, a fines de obtener un más alto monto percibido por los impuestos de
exportación e importación, sobre todo por la Aduana de Buenos Aires.

Reforma de 1898

El 3 de Septiembre de 1897 se reúne en la Capital de la República una Convención Nacional


a los efectos de la ley 3507, con el objeto de reformar la Constitución Nacional.

Principalmente se apunta en la reforma a llevar la cantidad de ministros del Poder Ejecutivo


Nacional a 8, y para permitir el reajuste hecho por el Congreso después de cada Censo, con
relación a la representación del pueblo en la Cámara de Diputados.

Se reforman los artículos 37º y 87º de la Constitución Nacional. Con relación al articulo 37º, se
manifiesta que los diputados de todo el país serian elegidos directamente por el pueblo. “La
Cámara de Diputados se compondrá de representantes elegidos directamente por el pueblo
de las provincias y de la Capital, que se consideran a este fin como distritos electorales de un
solo Estado, y a simple pluralidad de sufragios.”

Por otra parte, se manifiesta que se elegiría un diputado por cada 33.000 (treinta y tres mil)
habitantes, o fracción que no bajase de 16.500 (dieciséis mil quinientos). Se establece la
realización de un censo, después del cual el Congreso fijaría la cantidad de representantes
por provincia, o por la Capital Federal.

Con relación al articulo 87º, se establece la existencia de 8 (ocho) ministros secretarios que
tendrían a su cargo el despacho de los negocios de la Nación. Estos secretarios, o más bien
ministros, podrían refrendar o legalizar los actos del Presidente de la Nación por medio de su
firma. Es decir, la actividad del Presidente se restringe un poco. Por lo tanto, el poderío del
Poder Ejecutivo Nacional se opaca en parte, es decir, disminuye. Se establece la
aparición de 8 figuras que actuarían como elementos de control de las decisiones que tomaría
el Presidente, elementos de fiscalización de las tareas y decisiones a efectuarse por el
Presidente. Por lo tanto, las elecciones y preferencias realizadas por el Presidente se limitaría
un tanto, dándole al mismo una menor libertad de acción.

Conclusión: Es clara la decisión tomada por el gobierno Federal de la Argentina al momento


de efectuarse la Reforma. El objetivo, claramente marcado, es restringir la actuación del
Presidente del país mediante el aumento del numero de ministros, y a la vez posibilitar al
Congreso Nacional el reajuste de la representación del pueblo en la Cámara de Diputados
mediante le realización de censos, y la posterior designación de funcionarios públicos.
Reforma de 1949

El 11 de Marzo de 1949 se reúne en Buenos Aires una Convención Nacional Constituyente a


fines de modificar la Constitución Nacional.

Durante esa época, fue el gobierno peronista quien se encargo de modificar ampliamente la
Constitución Nacional, a fines de cumplir con sus ideales políticos, sus fundamentos y sus
características como partido político.

El Gobierno Peronista, con relación a la reforma de la Constitución, hizo


algunas Supresiones, Modificaciones, Agregados y Disposiciones Transitorias.

Supresiones: Dentro de las Supresiones, se derogaron los artículos 38 (Diputados de la


Primera Legislatura), 39, 41 (elección de los primeros diputados), 44, Inc. 24 del art. 67
(milicias provinciales), 82, 83, 84, 85 (elección presidencial), 90, 93 (sueldo de los ministros) y
102 (juicio por jurados).

Modificaciones: Se introdujeron enmiendas al preámbulo y a los artículos 4 (Tesoro


Nacional), 5, 11, 12 (Transito Interprovincial), 14, 15 (abolición de la esclavitud), 16, 17
(propiedad privada), 18 (libertad individual), 19, 20, 21, 23 (Estado de Sitio), 24, 26, 28, 30
(reforma de la Constitución), 34, 37, 40, 43, 45, 46 (Composición del Senado), 47, 48, 55, 58,
62, 63, 65, 67 Inc. 1 (importación y exportación), Inc. 2, Inc. 3, Inc. 5 (bancos), Inc. 7, Inc. 9,
Inc. 10, Inc. 11, Inc. 12, Inc. 13., Inc. 14, Inc. 15, Inc. 16, Inc. 18, Inc. 22, Inc. 25, Inc. 27, art.
68, 70, 71, 72, 73 (Formula de sanción de una Ley), 75, 76 (elección de Presidente o
Vicepresidente), 77, 79, 80 (juramento del presidente y vicepresidente), 81, 86 Inc. 2, Inc. 3,
Inc. 4, Inc. 5, Inc. 10, Inc. 11, Inc. 12, Inc. 13, Inc. 14, Inc. 15, 16 - 18, Inc. 19 (estado de sitio),
Inc. 21, Inc. 22, art. 87, 89, 92 (asistencia de los ministros al Congreso), 96, 97, 98, (juramento
de los jueces de la corte suprema), 99, 100, 101, 108 (poderes delegados por las provincias).

Conclusiones: Ante la abominable cantidad de reformas efectuadas en este sector, es clara


la idea de lograr una Constitución de carácter social, típica del Gobierno Federal del momento.

Agregados: Se adicionaron normas sin correlativo en el articulo anterior y que constituyen en


el nuevo texto los artículos 15 (prohibición de atentar contra la libertad y de organizaciones
antidemocráticas), 37 (derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad, etc.), 39
(función social del capital), 40 (intervención del Estado en la Economía), 68 Inc. 28 (régimen
Impositivo y presupuesto de la Capital Federal) e Inc. 29 (legislación electoral), y 83 Inc. 23
(ordenamiento y régimen de servicios públicos).

Conclusiones: Uno de los factores más importantes a destacar es la prohibición de atentar


contra las organizaciones antidemocráticas, por su fuerte carga de política característica del
gobierno del momento. Además, se declara la importancia de la intervención del Estado en la
Economía, invadiendo el Gobierno territorios no ideales, queriendo generar reformas sociales
al país.
Disposiciones transitorias: Además se adoptaron disposiciones transitorias sobre
ministerios, vigencia y juramento de la Constitución, etc.

Conclusión: La reforma de 1949, realizada por el Gobierno Peronista, apuntaba a la creación


de una virtual nueva Constitución de carácter social pero con avisos autoritarios: se establecía
el control ideológico de los partidos políticos, (el presidente podía declarar la suspensión de
las garantías constitucionales sin intervención del Congreso.

[Cabe aclara que la reforma de 1949 ha sido considerada invalida por buena parte de la
doctrina. De hecho, ya no rige porque el gobierno de facto de la Revolución Libertadora la
elimino en 1956.]

Reforma de 1957

El 24 de octubre de 1957 se reúne una Convención Nacional en la provincia de Santa Fe, con
el objeto de reformar la Constitución Nacional.

La “Revolución Libertadora” elimino en 1957 la reforma Constitucional efectuada en 1949.


Para la impugnación de la reforma de 1949 se emplearon distintos argumentos: a) La ley
13233 que declaro la necesidad de la reforma se dicto sin el quórum de dos tercios de la
totalidad completa de los miembros del Congreso (ambas cámaras)

 b) Omitió, además, establecer los contenidos o artículos que se consideraban


necesitados de reforma. Otros defectos menores radicarían en la ausencia de
representación de la provincia de Corrientes en el Estado, etc.

Además, se alega que la reforma de 1949 altero la democracia como forma de estado,
suplantándola por un totalitarismo. Por lo tanto, la reforma de 1949 es inconstitucional,
ya que de rigor, estableció una Constitución nueva, correspondiente al régimen
constitucional que se extendió desde 1946 hasta 1955.

Ambito Histórico:

Producida la Revolución del 16 de Septiembre de 1955, volvió a replantearse la nulidad de la


reforma de 1949, pero no existía consenso acerca de la vía a emplear para declararla
inconstitucional.

Después de las directivas básicas emitidas por el gobierno provisional el 7 de diciembre de


1955, resultaba indudable que dicho gobierno no podía seguir ejerciendo el poder con
sujeción a la constitución que había sido expresión del régimen depuesto. La revolución no se
había hecho solamente contra los titulares del poder sino contra el régimen. Era menester,
pues, eliminar la constitución de ese régimen.

Para ello, 3 vías se consideraron posibles:

 1. esperar una sentencia que declarara la inconstitucionalidad de la reforma


de 1949,
 2. promover otra reforma constitucional,
 3. abrogar directamente a la constitución de 1949.
La primera vía no era idónea ni previsible. Hacia falta que surgiera la causa judiciable en la
cual plantear la inconstitucionalidad; de inmediato, se suponía que el planteo seria rechazado
alegándose que la cuestión era política y no judiciable. Y aun en el mejor de los casos, de
lograrse la sentencia declarativa de inconstitucionalidad, su efecto se limitaría a la causa
juzgada, con lo que la reforma seguiría vigente.

La segunda vía ofrecía asimismo sus riesgos. Se echo mano, pues, directamente de un acto
revolucionario.

Por decreto del 27 de Abril de 1956, y proclama del 1º de Mayo del mismo año, el poder
ejecutivo de facto, en ejercicio de sus poderes revolucionario, declaro vigente la
constitución de 1853, con sus reformas de 1860, 1866 y 1898, excluyéndose la de 1949.

Como se trataba de una época de facto en el acto en la que la disolución de las cámaras del
Congreso impedía su funcionamiento, el acto declarativo de la necesidad de la reforma no
podía ser cumplido por su órgano natural conforme al art. 30 de la constitución. Es así como el
12 de abril de 1957, el poder ejecutivo provisional, en uso de facultades revolucionarias, emite
el decreto-ley 3838 declarando la necesidad de reformar parcialmente la constitución y
convocando a una convención para revisar los tópicos que enumeraba taxativamente en el art.
2º. La asamblea se reunió en Santa Fe, y sesiono desde el 30 de agosto hasta el 14 de
noviembre de 1957, introduciendo escasas modificaciones. El art. 14ºbis es producto de esa
reforma.

El gobierno de facto obro fuera de sus competencias al declarar necesaria la reforma, y por
ende, la convención derivada de esa convocatoria no quedo legítimamente habilitada.

Ante todo, la reforma de 1957 establece el retorno a la aceptación de la Constitución de 1853,


con sus reformas de 1860, 1866 y 1898. Se da por invalida la reforma de 1949.

Por otra parte, se incorpora un nuevo articulo a continuación del articulo 14. Dice así: “ El
trabajo en sus diversas formas gozara de la protección de as leyes, las que aseguraran al
trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones
pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual trabajo; ....”
Es decir, se crea el conocido articulo 14 bis. En este articulo se plantean distintos derechos y
garantías de los ciudadanos argentinos. Por ejemplo, se asegura al trabajador condiciones
dignas de trabajo, en cuanto a una jornada limitada, un sueldo mínimo pero justo, vacaciones
pagas, etc. Por otra parte, se recrimina ladiscriminación, ya que se plantea igual
remuneración por igual trabajo. Se protege, por otra parte, al trabajador ante el despido
arbitrario, se permite la organización sindical libre, etc.

Además, se les permite a los gremios el poder concertar convenios colectivos de trabajo, y
el derecho a huelga.

Asimismo, se garantizan los beneficios de la seguridad social a cargo del Estado. El seguro
social seria obligatorio, y no podría existir superposición de aportes. Se garantizan, por otra
parte, las jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la familia, el acceso a una
vivienda digna, etc.
Conclusión: La reforma de 1957 apunta a restaurar el régimen constitucional anterior a la
misma de 1949, con objeto de anular la nuevaconstitución creada por el Gobierno Federal
Peronista. Además, cabe remarcar un importante hecho: se incorporan los derechos
sociales del trabajador a través del histórico capitulo 14bis.

Enmienda Transitoria de 1972

A las reformas analizadas se ha de añadir una enmienda transitoria, introducida en 1972


durante una época de facto, por acto unilateral del gobierno federal. Con fecha 24 de Agosto,
la Junta de Comandantes en Jefe emitió un cuerpo normativo que denomino Estatuto
Fundamental, alegando “cumplir los fines de la Revolución Argentina, y en ejercicio del poder
Constituyente” Dicho estatuto modifico, entre otros, los siguientes artículos:
42,45,46,48,55,56,67 incisos 7,18,68,69,71,77,81-85,96. El Estatuto fue precedido por una
Ley -19608- que declaro la necesidad de la reforma, que data del 3 de mayo de 1972. Por otro
lado, un poder ejecutivo de facto carece de competencia para realizar reformas
constitucionales, por lo que dicha enmienda, a pesar de ser de carácter temporario, se
considera inconstitucional. Este Estatuto Fundamental tuvo vigencia sociológica parcial,
porque solo se aplico para componer los órganos de poder en las elecciones del 11 de marzo
y 23 de septiembre de 1973, siendo ignorado a posteriori en sus demás disposiciones por el
poder ejecutivo, el Congreso y la Corte Suprema entre 1973 y 1976.

Reforma de 1994

En diciembre de 1993, Alfonsín (como presidente de la UCR) y el presidente Menem


acordaron el llamado Pacto de Olivos, que incluía un acuerdo sobre la realización de una
reforma Constitucional y un compromiso sobre algunos de los puntos que habrían de figurar
en ella.

Se convoca a elecciones de constituyentes, que se realizan en abril con un amplio triunfo del
justicialismo, aunque en la Capital Federal se impone una lista del Frente Amplio. La
Convención Constituyente se reúne el 25 de mayo en la ciudad de Santa Fe, con la
presidencia del senador Eduardo Menem. Durante dos meses se llevan a cabo amplios
debates y, finalmente, se aprueba el texto de la nueva carta magna, que es jurada por los
convencionales el 24 de agosto en el Palacio San José, antigua residencia del general Justo
José de Urquiza, ubicada en Entre Ríos.

La Convención Reformadora agregó a la Primera Parte de la Constitución Nacional, que


constaba de un único capítulo (Declaraciones, derechos y garantías: del artículo 1 al 35), un
segundo capítulo titulado Nuevos derechos y garantías, que pasó a contener ocho artículos
(del artículo 36 al 43).

Respecto de la Segunda Parte de la Constitución Nacional (Autoridades de la Nación), la


Convención modificó algunos artículos y agregó otros. En consecuencia, el articulado de la
Segunda Parte fue numerado de nuevo. Se incluyó la participación de ciudadanos en partidos
políticos, la consulta popular y la reelección presidencial (el presidente y el vicepresidente de
la Nación duran cuatro años en su cargo y pueden ser reelectos por un solo período
consecutivo).

Además, se introdujeron un conjunto de disposiciones tendientes a la atenuación del


presidencialismo, a garantizar la independencia del Poder Judicial, a la incorporación de
mecanismos de democracia semidirecta y a la afirmación de derechos sociales. También se
agregaron cláusulas para garantizar la protección del medio ambiente y de los derechos de los
consumidores. Asimismo, se otorgó jerarquía constitucional a los tratados firmados por nuestro
país con organismos internacionales o con otros países.

Atendiendo a la democratización del poder público, la gobernabilidad del sistema


y la atenuación del presidencialismo como principios básicos la reforma tuvo tres ejes
fundamentales: A. La incorporación de nuevos derechos y garantías; B. El reequilibrio de los
poderes del Estado, y C. El fortalecimiento del federalismo.

A. La incorporación de nuevos derechos y garantías.


 Todos aquellos derechos enunciados en los tratados internacionales que se
enumeran

en el artículo 75, inciso 22, tienen, desde ahora, jerarquía constitucional. Los ciudadanos
tienen derecho de iniciativa para presentar proyectos de la ley en la Cámara de Diputados
(articulo 39).
 La ciudadanía podrá ser consultada por el Congreso o el Presidente de la Nación,

dentro de sus respectivas competencias (articulo 40).


 Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado y apto
para el

desarrollo humano (articulo 41) .


 El derecho al sufragio universal, igual, secreto y obligatorio, antes implícito, ahora
esta

expresamente mencionado en la Constitución Argentina ( articulo 37 ).


 En el mismo sentido, los partidos políticos, antes ausentes en el texto, tienen

reconocimiento constitucional como instituciones fundamentales del sistema democrático


(articulo 38). Las diversas formas de acción de amparo, sin las cuales los derechos son solo
papel escrito, ahora tienen reconocimiento constitucional, mientras que antes solo tenían
reconocimiento en el texto de las leyes respectivas (articulo 43 )
 Otros

 B. El reequilibrio de los poderes del Estado

La reforma democratizo el sistema de gobierno, porque dispuso la elección directa del


presidente y del vicepresidente de la República (articulo 94 ), así como la del intendente de la
ciudad de Buenos Aires hasta ahora impuesto por el jefe del Poder Ejecutivo Nacional -
(articulo 129). El sistema del que disponía la Constitución histórica partía de la base de que el
pueblo era incapaz de elegir su destino de gobierno y debía delegar esa responsabilidad en la
ilustrada diligencia , reunida al afecto en un colegio electoral.
 También es una variante democratizadora haber dispuesto la elección del
presidente

y vicepresidente en doble vuelta, o doble vuelta, o ballottage ( Artículo 94 ), una forma


inequívoca de lograr que el gobernante resulte de la decisión de una mayoría significativa del
electorado.
 En el mismo sentido se avanzó al suprimirse el requisito de la confesionalidad

católica para ser presidente, porque lo contrario significaba una violación al principio

de igualdad ante la ley (ex artículo 76).


 Se atenuaron los poderes del presidente con la reducción de seis a cuatro años de
su

período de gobierno y con la incorporación de la figura del jefe de gabinete, a cargo

de la administración general del país y que políticamente, podrá operar como «

fusible » cuando el presidente esté debilitado (artículo 100).


 La Auditoría General de la Nación, organismo de asistencia técnica del Congreso
para el control de la ejecución del Presupuesto Nacional, será presidida por una
persona designada a propuesta del principal partido de la oposición (artículo 85).

 Otros.

 C. El fortalecimiento del federalismo

 A partir de la reforma de 1994 la coparticipación tributaria entre la Nación y las

provincias, que se venía practicando en el país desde hacía largo tiempo, adquieren
reconocimiento constitucional. La necesidad del pacto fiscal entre una y otras radica en que la
mayoría de las provincias carecen de riqueza suficiente que se pueda gravar: una razón
básica de solidaridad hace necesario formar un fondo común que luego se reparte entre
todos. El criterio de reparto previsto en la constitución aspira a ser más equitativo que el que
rige actualmente, sometido a proporciones fijas (artículo 75, inciso 2
 A las provincias les corresponde el dominio originario de los recursos naturales

existentes en su territorio. Ellas pueden celebrar convenios internacionales mientras no


afecten la política nacional (artículo 124).
 La reforma ha consagrado anatomía municipal (articulo123).
Conclusión: La reforma realizada en 1994 tuvo como principal objetivo constitucionalizar la
reelección, y además, atenuar la figura del primer mandatario mediante la creación de otros
cargos públicos (Jefe de ministros), fortalecer el federalismo, etc.

Conclusión General:

La constitución Argentina fue reformada en 1860 para permitir la incorporación de Buenos


Aires a la unidad Nacional. En 1866 para nacionalizar las aduanas en forma definitiva. En
1898 para llevar a 8 el numero de ministros del Poder Ejecutivo Nacional (exigencia suprimida
en 1994), y para permitir que, después de cada censo, el Congreso ajustara la representación
del pueblo en la Cámara de diputados. En 1949 para instalar una virtual nueva Constitución de
carácter social pero con avisos autoritarios: se establecía el control ideológico de los partidos
políticos.

La reforma de 1949 fue dejada sin efecto por la Convención de 1957, en razón de no haberse
cumplido con la exigencia constitucional de que la necesidad de reforma sea declarada por el
voto de los dos tercios de la totalidad de los miembros del Congreso.

La Constitución Argentina volvió a ser reformada en 1957 -sin intervención del Congreso,
durante un gobierno de facto y hallándose proscrito el Peronismo- para incorporar los
derechos sociales del trabajador a través del articulo 14 bis. Y en 1994 para permitir la
reelección del Presidente, pero, al mismo tiempo, para fortalecer el federalismo e incrementar
la participación de la sociedad en la defensa de sus derechos.

***Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por


actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán
insanablemente nulos (articulo 36). ***

¿Cuantas reformas hubieron en la Constitucion Nacional?


Hubieron cinco reformas en la Constitucion Nacional las cuales son:

1. Reforma de 1860: el 23 de septiembre de 1860 se reunió una convención


en la provincia de Santa fe, con el objeto de ordenar la reforma de la
Constitución. La constitución Argentina fue reformada en 1860,
principalmente para permitir la incorporación de Buenos Aires a la
unidad Nacional. Además, se suprimió un importante mecanismo de
control político del Congreso sobre las provincias.
2. Reforma de 1866: El 12 de septiembre de 1866, se lleva a cabo en la
ciudad de Santa Fe una Convención Nacional cuyo objetivo era la reforma
reforma de la Constitución Nacional. El principal objetivo de la reforma
de 1866 fue de nacionalizar las aduanas, a fines de obtener un mas alto
monto percibido por los impuestos de exportación e importación, sobre
todo por la Aduana de Buenos Aires.
3. Reforma de 1898: El 3 de septiembre de 1897, se reune en la Capital de la

República una Convención Nacional a los efectos de la ley 3507, con el


objeto de reformar la Constitución Nacional. Es clara la decisión tomada
por el gobierno Federal de la Argentina al momento de efectuarse la
Reforma. El objetivo, es restringir la actuación del Presidente del país
mediante el aumento del numero de ministros, y a la vez posibilitar al
Congreso Nacional el reajuste de la representacion del pueblo en la
Cámara de Diputados mediante la realización de censos, y la posterior
designación de funcionarios publico.
4. Reforma de 1957: El 24 de octubre de 1957 se reune una Convención

Nacional en la provincia de Santa Fe, con el objeto reformar la


Constitución Nacional. La reforma de 1957 apunta a restaurar el régimen
constitucional anterior a la misma de 1949, con objeto de anular la nueva
constitución creada por el Gobierno Federal Peronista. Además, cabe
remarcar un importante hecho: se incorporan los derechos sociales del
trabajador a través del histórico capitulo 14bis.
5. Reforma de 1994: En diciembre de 1993, Alfonsín (como presidente de la

UCR) y el presidente Menem acordaron el llamado Pacto de Olivos, que


incluía un acuerdo sobre la realización de una reforma Constitucional y
un compromiso sobre algunos de los puntos que habrían de figurar en
ella. Principal objetivo constitucionalizar la reelección, y además, atenuar
la figura del primer mandatario mediante la creación de otro cargos
publico (Jefe de ministros), fortalecer el federalismo,etc.
Conclusión General:

La constitucion Argentina fue reformada en 1860 para permitir la incorporacion


de Buenos Aires a la unidad Nacional. En 1866 para nacionalizar las aduanas en
forma definitiva.

En 1898 para llevar a 8 el numero de ministros del Poder Ejecutivo Nacional


( exigencia suprimida en 1994), y para permitir que, despues de cada censo, el
Congreso ajustara la representacion del pueblo en la Camara de Diputados.

Volvio a ser reformada en 1957- sin intervencion del Congreso, durante un


gobierno de facto y hallandose proscrito el Peronismo- para incorporar los
derechos sociales del trabajador atravez del articulo 14 bis. Y en 1994 para
permitir la reeleccion del Presidente, pero, al mismo tiempo, para fortalecer el
federalismo e incrementar la participacion de la sociedad en la defensa de sus
derechos.

Constitución de 1853[editar]

Ejemplar de la Constitución exhibida en el Museo del Bicentenario.

Jura de la Constitución de Buenos Aires (1854).

Artículo principal: Constitución Argentina de 1853

El 31 de mayo de 1852, las provincias integrantes de la Confederación Argentina firmaron


elAcuerdo de San Nicolás, por el que convocaron a un Congreso Constituyente. Sin embargo
el 11 de septiembre la Provincia de Buenos Aires se separó de la Confederación, ya que
Buenos Aires no aceptó transferir el poder que se le reservaba, sobre todo en lo concerniente
a la igualdad de representación en el congreso (dos diputados por provincia y a la
nacionalización de la aduana anunciada en el artículo 19 del Pacto de San Nicolás), debido a
lo cual no formó parte del congreso. La Constitución fue aprobada el 1 de mayo de 1853 en
la Ciudad de Santa Fe, capital de la Provincia de Santa Fe, durante el gobierno de Justo José
de Urquiza quién derrotó a Rosas en la Batalla de Caseros rigiendo solo para las trece
provincias restantes. En 1859 y luego de la batalla de Pavón, Buenos Aires y la Confederación
se reunificarían y a tal efecto se realizó laReforma de 1860.

Los constituyentes de 1853 trabajaron sobre la base de tres fuentes principales:


 Las constituciones anteriores,

 La Constitución de Estados Unidos,

 El libro Bases y puntos de partida para la organización política de la República


Argentina de Juan Bautista Alberdi.

La Constitución tenía un preámbulo y dos grandes partes, la primera dedicada a los derechos
y garantías y la segunda dedicada a la organización del gobierno. El texto estaba redactado
en 107 artículos.

El preámbulo, sin valor normativo, adoptó la fórmula inicial del famoso «nosotros, el
pueblo» de la constitución estadounidense pero modificada como «nos, los representantes del
pueblo» para subrayar la naturaleza exclusivamente representativa del sistema adoptado.
Declara también que la constitución es «para todos los hombres del mundo que quieran
habitar en el suelo argentino».

La primera parte (derechos y garantías) fue redactada en 31 artículos. Tratándose de una


constitución liberal, básicamente contiene los derechos humanos de primera generación:
(principio de legalidad, principio de igualdad ante la ley, derecho de propiedad, inviolabilidad
del domicilio, libertad de expresión sin censura previa,libertad de circulación, etc.).
Adicionalmente contiene normas específicas como la abolición de la esclavitud (art. 15),
gratuidad de la educación primaria (art. 5), la igualdad de derechos civiles para ciudadanos y
extranjeros (art. 20), el fomento de la inmigración europea (art. 25), la prohibición de toda
forma de democracia directa (art. 22), etc.

La segunda parte (gobierno) regula la organización de los tres poderes federales (ejecutivo,
legislativo y judicial) y los gobiernos provinciales, según la
forma representativa, republicana y federal (federalismo atenuado). Organizó un poder
ejecutivo fuerte (presidencialismo), con facultades para intervenir las provincias, declarar
elestado de sitio, designar a los jueces, etc. El poder legislativo es bicameral con facultades
para sancionar loscódigos principales. El poder judicial está organizado sobre la base del
juicio por jurados, pero nunca fue cumplido. El sistema electoral no establecía el sufragio
secreto ni universal (prohibía el sufragio femenino).

Reforma de 1860[editar]
Cuando la Provincia de Buenos Aires se incorporó a la Confederación, luego de firmar el Pacto
de San José de Flores, se realizó una Convención provincial, la cual sugirió diversas reformas
a la Constitución. Estas reformas variaban desde las cosméticas (eliminación de frases como
“ejecuciones a lanza y cuchillo”, y reemplazo de la palabra Confederación para poder llamarse
Nación) a otras más importantes (eliminación del requisito de aprobación por el Congreso para
la entrada en vigencia de las constituciones provinciales). Ese mismo año, una Convención
Reformadora en Santa Fe aprobó estas reformas sugeridas, dando paso así a la reunificación
nacional. A su vez, limitó los derechos de exportación.

Reforma de 1866[editar]
En el año 1866, debido al marcado aumento de los gastos nacionales generados por
la Guerra de la Triple Alianza, se reformó la Constitución en el sentido de garantizar que los
impuestos de importación y de exportación fueran exclusivamente de propiedad del Estado
Nacional. (Artículo 4: se elimina el vencimiento de los recursos aduaneros, queda igual a la
constitución de 1853; artículo 64, inciso primero)

Reforma de 1898[editar]
Hacia fines del s. XIX, se hizo evidente que el crecimiento de las actividades del gobierno
desbordaba las instituciones previstas en la Constitución. Por eso, en 1898 se reunió una
Convención en Buenos Aires que aprobó, entre otras menores, estas reformas:

 Cambio de la base de elección de Diputados. La constitución de 1853 indicaba que se


elegiría un diputado cada 20 000 habitantes. El crecimiento poblacional demostró la
necesidad de un cambio. El artículo se reformó para que indicara que se elegiría un
diputado cada 33.000 habitantes, y que el Congreso pudiera elevar la base de elección de
diputados para poder mantener su número en una cantidad razonable (de no haber sido
así, de acuerdo con los datos del Censo de Argentina de 2010 la Cámara debería estar
formada por 2004 miembros).

 Aumento de los ministerios. La Constitución fijaba en cinco el número de ministerios y


deslindaba sus ramos (Relaciones Exteriores, Interior, Justicia e Instrucción Pública,
Hacienda, Guerra y Marina). Con la reforma, su número aumentó a ocho y su deslinde se
dejó a la legislación.

Reforma de 1949[editar]
Ejemplar de la Constitución Nacional exhibida en el Museo del Bicentenario.

Artículo principal: Reforma constitucional argentina de 1949

La necesidad de incorporar nuevos derechos sociales y las nuevas funciones del Estado
fueron los argumentos básicos que motivaron esta reforma constitucional.

Fueron incorporadas numerosas cláusulas sociales, tales como los derechos de la ancianidad,
los derechos del niño, derechos de la mujer, derecho laboral con fuerte protección de
los trabajadores, el hábeas corpus las mismas estaban contenidas en el art. 37 (posterior art
14 bis incorporado por el gobierno del 56). Esta reforma constitucional fue promovida por el
gobierno de Juan Domingo Perón. La modificación incorporó en sus artículos los derechos de
segunda generación (laborales y sociales), reconoció la igualdad jurídica del hombre y la
mujer, incorporó la función social de la propiedad, estableció la autonomía universitaria, los
derechos de la niñez y la ancianidad, entre otras normas. También posibilitó que el presidente
pudiera ser reelegido indefinidamente, y dispuso su elección y la de los diputados y senadores
por voto directo.

Esta reforma fue declarada nula por la dictadura en 1956; la razón aducida fue que la
Asamblea Constituyente reunida al efecto se había autoproclamado soberana e incursionado
en modificaciones que no habían sido aprobadas previamente por la Asamblea Legislativa.
Este argumento se debe a que la Constitución Argentina es considerada [¿quién?] "dura", y las
modificaciones que se le hagan sólo pueden versar sobre los artículos previamente aprobados
de la Asamblea que le da origen. En efecto, el llamado a Convención Constituyente era para
incorporar derechos sociales, y la misma luego modificó varios artículos no incluidos en el
mismo llamado, especialmente la reelección del presidente y vice.5

Proclama militar de 1956[editar]


El 27 de abril de 1956 el presidente de facto general Pedro Eugenio Aramburu emitió una
proclama de carácter constitucional, estableciendo que el texto de la Constitución vigente
quedaba sin efecto, y poniendo en vigencia la Constitución de 1853, con las reformas de
1860, 1866 y 1898. Entre los derechos y normas constitucionales que quedaron sin efecto por
dicha proclama, se cuentan los derechos de los trabajadores, la igualdad de derecho del
hombre y la mujer y la patria potestad compartida, los derechos de los niños, los derechos de
los ancianos, la autonomía universitaria, el voto directo, la reelección indefinida del presidente,
el fin social de la propiedad privada, la gestión estatal de los servicios públicos y el comercio
exterior, etc.

Reforma de 1957[editar]
Artículo principal: Reforma constitucional argentina de 1957
En 1957 el gobierno militar encabezado por los militares Aramburu y el Almirante Isaac F.
Rojas de la llamadaRevolución Libertadora convocó a elecciones de convencionales
constituyentes para convalidar la derogación de las reformas de 1949 y realizar,
eventualmente, nuevas reformas constitucionales. El gobierno militar prohibió la presentación
de candidatos peronistas, pero sus simpatizantes respondieron votando masivamente en
blanco y obteniendo la mayoría, hecho que afectó fuertemente la legitimidad de la Convención
Constituyente. Por su parte la Unión Cívica Radical se fragmentó en dos
partidos, UCRI y UCRP, el primero opuesto a la reforma y el segundo partidario de la misma.

La Asamblea Constituyente se limitó a convalidar la decisión del gobierno militar e


inmediatamente después los convencionales comenzaron a retirarse sin tratar las reformas
preparadas por las comisiones. Mientras los representantes se retiraban, una parte logró
sancionar el artículo 14 bis, referido a algunos derechos del trabajo. Luego de ello ya no fue
posible lograr una nueva sesión con quórum.

Estatuto de la Revolución Argentina de 1966[editar]


El 28 de junio de 1966, mediante un golpe de Estado, asumió el poder una junta militar que se
autodenominóRevolución Argentina y dictó un Estatuto de la Revolución Argentina integrado
por 10 artículos que tenía preeminencia sobre la Constitución Nacional de 1853, con las
reformas de 1860, 1866, 1898 y 1957, que permaneció vigente, aunque sin el carácter de
norma suprema. El Estatuto de la Revolución Argentina quedó de hecho sin efecto el 25 de
mayo de 1973, al asumir las autoridades democráticas con la presidencia de Héctor José
Cámpora.

Estatuto Fundamental Temporario de 1972[editar]


El 24 de agosto de 1972 la Junta de Comandantes que gobernaba la dictadura
autodenominada Revolución Argentina dictó un “Estatuto Fundamental” de cinco artículos,
manifestando explícitamente que se hacía en “ejercicio del poder constituyente”, que incluía
una serie de considerandos y reformó quince artículos de la Constitución (texto de acuerdo a
la reforma de 1957), al mismo tiempo que declaró inaplicables otros cuatro artículos.

Entre otras reformas constitucionales se estableció:

 reducción del mandato del presidente, vicepresidente, diputados y senadores a cuatro


años

 reelección del presidente por una vez.

 reelección indefinida de diputados y senadores.


 elección directa de presidente, vicepresidente, diputados y senadores.

 la creación del cargo de tercer senador por la minoría.

 la simultaneidad de las elecciones para cargos nacionales.

 la reducción del quórum para sesionar.

 un mecanismo de aprobación automática de proyectos de ley presentados por el


Poder Ejecutivo si no es tratado en un plazo determinado.

 un mecanismo de aprobación de leyes directamente por las comisiones internas de las


Cámaras.

 un organismo especial para realizar el juicio político a los jueces integrado por
miembros del Poder Judicial, del Poder Legislativo y de los abogados.

Las elecciones de 1973 y las autoridades democráticas surgidas de ellas se regularon por
esta reforma. El Estatuto establecía que el mismo regiría hasta el 24 de mayo de 1981, fecha
en que automáticamente quedó sin vigencia. Notoriamente, casi la totalidad de los cambios
vigentes entonces fueron incorporados a la Constitución en la reforma de 1994.

El artículo 4 del Estatuto establecía:


Artículo 4.- Este Estatuto regirá hasta el 24 de mayo de 1977. Si una Convención Constituyente no
decidiere acerca de la incorporación definitiva al texto constitucional, o su derogación total o parcial,
antes del 25 de agosto de 1976, su vigencia quedará prorrogada hasta el 24 de mayo de 1981.

Según la letra de este artículo, el Estatuto debía regir hasta el 24 de mayo de 1981, salvo que
una convención constituyente resolviera acerca del mismo antes del 25 de agosto de 1976,
cosa que no sucedió. El Estatuto rigió las elecciones de marzo y septiembre de 1973. De
hecho, en la Capital Federal la elección del senador se realizó en segunda vuelta, por
aplicación del balotaje establecido por el Estatuto. La institucionalidad política entre 1973 y
1976 se rigió por el marco constitucional establecido por el Estatuto: unificación de todos los
mandatos en cuatro años sin renovación bianual de los diputados y tres senadores por
provincia. En la doctrina y la historia constitucional argentina se discute cuál fue la vigencia
exacta del Estatuto Fundamental de 1972, sin que haya dudas de que el mismo no pudo regir
más allá del 24 de mayo de 1981. La mayor parte de sus normas fueron incorporadas a la
Constitución por la reforma constitucional de 1994.

Instrumentos constitucionales del Proceso de


Reorganización Nacional de 1976[editar]
El 24 de marzo de 1976, mediante un golpe de Estado, asumió el poder una junta militar que
se autodenominóProceso de Reorganización Nacional. "En ejercicio del poder
constituyente" la Junta de Comandantes impuso una serie de "principios liminares", "objetivos
básicos", actas y estatutos para la Reorganización Nacional, al que deberían someterse todas
las otras leyes incluida la Constitución vigente, en lo que pudiera resultar aplicable aún. Cuatro
fueron las normas supraconstitucionales establecidas:

La junta militar dictó una serie de instrumentos normativos de tipo constitucional, a saber:

 Acta para la Reorganización Nacional, del 24 de marzo de 1976;

 Acta fijando el Propósito y los Objetivos Básicos del Proceso de Reorganización


Nacional, del 24 de marzo de 1976;

 Estatuto para la Reorganización Nacional, integrado por 14 artículos, publicado el 29


de marzo de 1976;

 Reglamento para el funcionamiento de la Junta Militar, Poder Ejecutivo y Comisión de


Asesoramiento Legislativo, aprobado por la denominada "ley" 21.256, realizada el 24-03-
1976 y publicada el 26-03-76

La Constitución de 1853, con las reformas de 1860, 1866, 1898, 1957 y 1972, quedó
formalmente vigente, pero subordinada a esos cuatro instrumentos supralegales. De todos
esos instrumentos, el propio poder militar consideró que tenían jerarquía suprema "los
objetivos básicos del Proceso" (art. 14, Estatuto el Proceso de Reorganización Nacional).

Los instrumentos constitucionales del Proceso de Reorganización Nacional quedaron de


hecho sin efecto el 10 de diciembre de 1983, al asumir las autoridades democráticas con la
presidencia de Raúl Alfonsín.

Reforma de 1994[editar]
Artículo principal: Reforma constitucional argentina de 1994

La reforma de la Constitución de la Nación Argentina de 1994 es una importante modificación


realizada al texto constitucional. Modernizó la misma y definió el texto constitucional, sobre
cuya legitimidad plena no existía consenso. Entre otros cambios, introdujo los derechos de
tercera y cuarta generación, normas para defensa de la democracia y la constitucionalidad, las
características de los órganos de gobierno, y nuevos órganos de control. La Convención
Constituyente se celebró en las ciudades de Santa Fe (sede tradicional de las convenciones
constituyentes) y de Paraná (primera capital de la Confederación).
Esta reforma constitucional abarca 44 artículos y tiene 17 disposiciones transitorias,
estableciendo entre otras normas: el reconocimiento de los derechos de protección
ambientales, del consumidor, a la información, la acción constitucional de amparo simple y
colectivo, los delitos contra la constitución y la democracia, la preeminencia de los tratados
internacionales, el voto directo y la reelección presidencial por una vez y acortamiento del
mandato de 6 a 4 años, la reglamentación de los decretos por razones de necesidad y
urgencia, el tercer senador por la minoría, el Consejo de la Magistratura, la posibilidad
de traslado de la Capital de la República, la autonomía a la Ciudad de Buenos Aires, etc.
También estableció el sistema de balotaje, una segunda vuelta electoral en la elección
presidencial en caso de que ningún candidato obtuviese más del 45 % de los votos válidos
emitidos o sacando un mínimo de 40 % superase al segundo por más del 10 %. Entre las
disposiciones transitorias se destaca la primera, que ratifica la legítima e imprescriptible
soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los
espacios marítimos e insulares correspondientes.
La Constitución Argentina de 1853
7 de julio de 2007 Publicado por Hilda
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MUNDIALES
El constitucionalismo surgió a partir del siglo XVII, alcanzando en el siglo
XVIII su máximo esplendor. Se trata de una ideología que considera
necesaria la existencia de una Ley Suprema o Constitución, que establezca
cuales son los poderes del estado y delimite sus funciones, reconociendo a
su vez, los derechos de los ciudadanos, en cuyo conjunto, reside la
soberanía.
El desarrollo de estas ideas liberales surgidas de los filósofos
iluministas, como el inglés John Locke y los franceses, Rousseau o
Montesquieu, determinaron la promulgación de la constitución de los
Estados Unidos de América, sancionada en 1787 y la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, durante la Revolución Francesa de
1789.
El siglo XIX siguió plasmando principios de soberanía popular y de un estado
con atribuciones limitadas, en las constituciones francesas de 1791, 1793 y
1795. La Constitución de Cádiz de 1812, establecía como forma de
gobierno una Monarquía moderada hereditaria. En América Latina, podemos
mencionar la constitución brasileña de 1824, la boliviana de 1826, la de
Uruguay de 1830, la de Chile de 1833, y la argentina de 1853.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS ARGENTINOS
La República Argentina, como integrante de las Provincias Unidas del Río de
La Plata, inició su tendencia constitucionalista en 1815, cuando la Junta de
Observación, organismo fiscalizador, aprobó durante el gobierno directorial
de Ignacio Álvarez Thomas, un Estatuto Provisional, que contenía las
características mencionadas de reconocimiento de derechos y fijación de
los poderes estatales, propio de las constituciones, pero no tuvo la
aceptación de las provincias, por emanar de un gobierno provisional.
El Congreso de Tucumán, que había declarado la independencia el 9 de julio
de 1816, ya trasladado a Buenos Aires, dictó la Constitución de 1819.
Influida por las constituciones norteamericana, la francesa de 1791 y la de
Cádiz. Fijaba un Poder Ejecutivo unipersonal, dejando la posibilidad que
fuera establecido bajo la forma republicana o monárquica (esa era aún una
cuestión que motivaba debate). Esta constitución de carácter unitario,
aunque no lo expresara literalmente, pero sí en las disposiciones que no
consideraban a las provincias como entidades de derecho público, fracasó
por el rechazo de las provincias. A pesar de que logró ser jurada por la
mayor parte de las provincias (salvo las del litoral) rigió durante escasos
ocho meses, cuando se extinguió junto al Directorio y al Congreso.
En el año 1826, se dictó una nueva Constitución unitaria, durante el
gobierno de Rivadavia, que había asumido de acuerdo a la ley de
Presidencia, y no gozaba de la aceptación popular, por el carácter
autoritario y centralista de su gestión, cuyo máximo error fue firmar una paz
con Brasil, por la cual renunciaba a la Banda Oriental que pasaría a
depender de Brasil. Luego de su renuncia, el nuevo presidente provisional,
Vicente López convocó a elecciones que llevaron a ocupar el cargo de
gobernador a un miembro del partido federal: Manuel Dorrego disolviéndose
el Congreso y derogándose la Constitución de 1826, que establecía que los
gobernadores provinciales serían elegidos por el Poder ejecutivo Nacional.
Las Legislaturas provinciales, elegidas por votación popular eran simples
“Consejos de Administración”. Con respecto al sufragio se estableció que
era un sistema de voto calificado, donde se excluían del sistema electoral
los jornaleros, los domésticos a sueldo, los soldados y los “notoriamente
vagos”.
Con la llegada al poder de Juan Manuel de Rosas quien ocupó la
gobernación de Buenos aires en 1829 y luego fue reelecto en 1835, se
postergó el tratamiento de la cuestión de la organización constitucional del
país ya que Rosas era partidario de una organización de hecho, y no de
establecer una Constitución.
Luego de que Urquiza venciera a Rosas en la batalla de Caseros, se vio la
ocasión propicia para la reunión de un Congreso Constituyente. Como paso
previo se firmó el Acuerdo de San Nicolás el 20 de mayo de 1852, donde
concurrieron todos los representantes provinciales, con excepción de la
provincia de Buenos Aires, que se había desvinculado de la Confederación
luego de la revolución del 11 de septiembre de 1852. Por el acuerdo de San
Nicolás se convino la convocatoria a un Congreso Constituyente, a reunirse
en la ciudad de Santa Fe.
Sin embargo, faltaba aún lograr la unificación nacional y de ideas. Buenos
Aires no confió en Urquiza, y reunidos por separado de las provincias, los
porteños, en su Legislatura, dividieron sus opiniones sobre si aceptar o no el
acuerdo de San Nicolás. Se pronunciaron a favor: Vicente Fidel López y Juan
María Gutiérrez, y en contra, Bartolomé Mitre y Dalmacio Vélez Sársfield.
LA CONSTITUCIÓN DE 1853
El Congreso constituyente, fue inaugurado en la ciudad de Santa Fe, sin
representación porteña, el 20 de noviembre de 1852. En esa ocasión, Justo
José de Urquiza, designado por el acuerdo de San Nicolás, Director
Provisional, con amplios poderes, sostuvo que debía hablarse de fórmulas
conciliadoras, y no de ideas incompatibles, y que esas ideas de unidad
deberían dejarse asentadas en una Constitución que evite la anarquía y el
despotismo. A ambas posturas antagónicas, calificó de “monstruos que
devoran a los pueblos”. El primero llenándolo de sangre y el segundo de
vergüenza.
Tomando como antecedente el libro de Juan Bautista Alberdi “Bases y
puntos de partida para la organización política de la República Argentina” y
los textos constitucionales que la precedieron (constituciones de 1819 y
1826) tanto a nivel nacional como internacional (Constitución de Estados
Unidos) y el Pacto Federal de 1831, se redactó el Anteproyecto de
Constitución con el aporte decisivo de los diputados Benjamín Gorostiaga y
Juan María Gutiérrez.
Teniendo como base directa el ideario de Alberdi se logró un texto liberal,
tendiente al progreso de la nación, pero sin dejar de lado sus tradiciones.
Los proyectos presentados fueron tres. El de Pedro De Angelis, el de Alberdi,
y el de Benjamín Gorostiaga, que finalmente prevaleció.
Previamente se suscitó un debate para saber si había llegado el momento
propicio para el dictado de la constitución, ante la pregunta del diputado
Zenteno que veía que la nación aún no estaba totalmente pacificada.
Gutiérrez opinó que justamente sería esta Ley Suprema con la finalidad de
afianzar la seguridad y la justicia, la que lograría ese fin. El diputado Seguí
apoyó esta idea, pero en contra se manifestó Zavalía que no observaba en el
pueblo costumbres republicanas.
Finalmente el proyecto de la comisión fue aprobado por 14 votos contra 4.
La Constitución fue sancionada el 1 de mayo de 1853, y promulgada por
Urquiza el 25 de mayo de ese mismo año. Está precedida de un Preámbulo,
donde se establecen los antecedentes y los fines de su creación. El texto
propiamente dicho, se divide en dos partes. La primera titulada
“Declaraciones, derechos y garantías” fija la forma de organización del país
bajo el sistema representativo, republicano y federal, la religión católica
como religión oficial del estado y la relación entre el gobierno federal y las
provincias. Éstas tienen garantizadas la subsistencia de sus instituciones y
la elección de sus gobernantes, con la única condición de que respeten el
sistema republicano, asegurando el régimen municipal y la educación
primaria gratuita. Su representación en el Senado es igualitaria (tres
Senadores). Entre los derechos reconoce los civiles de los habitantes y los
políticos de los ciudadanos. La libertad de trabajo, de reunión, de prensa, de
propiedad, de reunión, de asociación, de igualdad ante la ley, la libre
navegación de los ríos, etc. son recogidos en el texto de la Carta Magna. El
tema del derecho a la libertad de cultos fue objeto de una gran discusión.
Zenteno era partidario de la intolerancia religiosa, y sostuvo que la libertad
de cultos no podía sancionarse por el poder civil, sino que esa atribución le
correspondía exclusivamente al Papa. De todos modos la libertad de cultos
quedó consagrada entre los derechos del art. 14.
En la segunda parte establece cuales son las autoridades de la nación
dando preeminencia al ejecutivo, por sobre el legislativo y el judicial. El
Poder Ejecutivo está a cargo de un Presidente y de un Vicepresidente, que
ocupará el lugar del primero, en caso de ausencia o enfermedad. El período
de ejercicio del cargo era de seis años, sin posibilidad de reelección para el
período inmediato posterior. El sistema Legislativo es bicameral, formado
por una Cámara de Diputados que representa a la nación, en función del
número de habitantes y una Cámara de Senadores que representa a las
provincias. El Poder Judicial está representado por una Corte Suprema de
Justicia y demás tribunales inferiores. El dictado de los Códigos Civil,
Comercial, Penal y de Minería quedaron reservados al gobierno nacional. El
gobierno federal se reservaba el derecho de intervenir a las provincias, por
su exclusiva decisión, en casos de graves crisis.
Estando separada la provincia de Buenos aires, la capital del país se
estableció en forma provisoria en la ciudad de Paraná en la provincia de
Entre Ríos.
El primer presidente que rigió los destinos de la confederación de acuerdo a
esta nueva constitución, fue Justo José de Urquiza.
LA REFORMA DE 1860
Esta reforma fue planteada para permitir la incorporación de la provincia de
Buenos Aires a la nación. Buenos aires, consumó su segregación cuando
dictó su propia constitución en 1854. En ella proclamó que Buenos Aires era
un estado con libre ejercicio de su soberanía en el ámbito externo e interno.
Sin embargo, el 10 de noviembre de 1859, Buenos Aires tras ser derrotada
por las fuerzas de Urquiza, selló la paz ese día, con el Pacto de San José de
Flores, que significó la unión nacional, comprometiéndose a aceptar y jurar
la constitución de 1853. Se le permitió no obstante, discutirla y proponer las
reformas que juzgue convenientes, las que a su vez, serían revisadas por un
Congreso Constituyente nacional.
Debió reunirse para ello una Convención Constituyente, exigido por las
normas constitucionales argentinas, que adoptaron un sistema rígido, ya
que la reforma constitucional, debe hacerse por un sistema diferente a las
leyes comunes. De todos modos no contiene ninguna norma inmodificable
(pétrea) ya que puede modificarse en la “totalidad o en cualquiera de sus
partes”. Los convencionales constituyentes deben ser elegidos por votación
popular. La convención constituyente se reúne por convocatoria del
congreso que debe declarar que la reforma constitucional es necesaria, por
opinión de los dos tercios de los integrantes de ambas cámaras.
Las reformas incorporadas en esa fecha (1860) se refieren a que la norma
que declaraba a Buenos Aires, como Capital federal, quedaría sin efecto. La
designación de la capital resultaría de una ley del Congreso “previa cesión
hecha por una o más legislaturas provinciales del territorio que haya de
federalizarse”, residiendo provisoriamente en Paraná como hasta entonces,
el gobierno nacional.
Buenos Aires se reservó el manejo de la Aduana, hasta 1866, y prescribía un
subsidio de la provincia a la nación de un millón de pesos mensuales. Se
limitó el derecho del ejecutivo nacional de intervenir a las provincias por su
propia decisión, sólo a dos casos: Para garantizar el sistema republicano o
en caso de ataque exterior. En caso de problemas internos actuaría sólo en
caso de petición de las autoridades provinciales. Se especificó con respecto
a la libertad de pensamiento, el derecho a que no se restringiera la libertad
de imprenta. Se incorporaron los derechos no enumerados (art.33) por el
cual aún los derechos que no constan en el texto constitucional, pero que
surgen del derecho soberano del pueblo y del sistema de gobierno
republicano, deberán ser respetados.
LA REFORMA DE 1866
Esta reforma tuvo como objeto nacionalizar definitivamente las aduanas,
cuyos impuestos fueron nacionales para siempre, y no hasta 1866, como se
había añadido en la reforma de 1860
LA REFORMA DE 1898

El número de ministros del Poder Ejecutivo nacional fue elevado a ocho y


después de cada censo, se permitió que el Congreso de acuerdo al número
de habitantes que resultare fijare la representación del pueblo en la Cámara
de Diputados. La base en esta oportunidad fue establecida en 20.000
habitantes o fracción mayor 16.500 (art. 37)
LA REFORMA DE 1949
Esta reforma se efectuó durante la primera presidencia de Juan Domingo
Perón, donde se incorporaron los derechos sociales. La constitución dejó de
ser estrictamente liberal al considerar la función social de la propiedad y
establecer la obligación del estado de proveer al bienestar de la población y
de fuentes de trabajo. Se consagraron los derechos del trabajador, de la
familia, de la ancianidad, de la educación y sobre la función social de la
propiedad. Se incorporó el voto femenino. El Presidente podía ser reelecto
sin restricciones.
LA REFORMA DE 1957
Fue la obra de un gobierno de facto (la Revolución Libertadora) que derogó
la reforma constitucional de 1949. Se incorporó el art. 14 bis, sobre los
derechos del trabajador, de los gremios y los derechos de la seguridad
social.
LA REFORMA DE 1972
También obra de un gobierno dictatorial (la Revolución Argentina) que redujo
el mandato presidencial a cuatro años con una sola posibilidad de
reelección. En el caso de diputados y senadores no había límites a su
reelección. Las leyes iniciadas por el Poder Ejecutivo, tendrían aprobación
automática si se produjera demora en su tratamiento. Estuvo en vigencia
hasta el 24 de mayo de 1981, plazo que ella misma fijaba para su vigencia.
LA REFORMA DE 1994

Producto del llamado “Pacto de Olivos” (noviembre de 1993) entre los líderes
políticos del Partido Justicialista, Carlos Saúl Menem en ejercicio de la
presidencia nacional y el ex presidente radical Raúl Alfonsín, con el objetivo
de lograr la reelección presidencial de Carlos Menem, que el texto
constitucional prohibía.
Mientras Menem salía favorecido con la reforma del sistema de reelección,
que se permitiría por única vez, siendo cada período presidencial de cuatro
años (anteriormente era de seis) el radicalismo logró incluir dentro de los
derechos humanos, los de tercera generación, bajo la denominación de
Nuevos derechos y garantías, incorporados en los arts. 36 a 43 en el
Capítulo Segundo de la Primera Parte. La garantía de vigencia de la
constitución aún en casos de golpes de estado, la consagración del sufragio
universal, igual, secreto y obligatorio, la igualdad de oportunidades para
ambos sexos, en materia política, la consagración de los partidos políticos
como una necesidad de la democracia, las posibilidad para los ciudadanos
de presentar, reuniendo ciertos requisitos, proyectos de ley, la posibilidad de
efectuar consulta popular sobre un proyecto de ley, por parte del Congreso,
la posibilidad de gozar de un ambiente sano, los derechos del consumidor, y
las garantías constitucionales para el ejercicio de esos derechos, reflejan
una adecuación del texto constitucional a las necesidades de la época.
Entre de las anteriores reformas, se produjo la incorporación del ballotage o
segunda vuelta, el fortalecimiento del federalismo al lograr mayor equilibrio
entre los poderes del estado, creándose en su consecuencia, la Jefatura de
Gabinete, el Consejo de la Magistratura y el Ministerio Público. Se organizó,
además, la autonomía de la ciudad de Buenos Aires.
La Constitución actualmente vigente consta de un Preámbulo, una Primera
Parte, dividida en dos Capítulos: Declaraciones, derechos y garantías (arts.
1-35) y Nuevos derechos y garantías (arts. 36-43). Una Segunda parte
titulada Autoridades de la Nación, consta de un Título Primero llamado
Gogierno federal, formado de tres secciones dedicadas a cada uno de los
poderes del estado (Poder Legislativo, arts. 44-86, Ejecutivo, arts. 87-107, y
Judicial, arts. 108-119). La sección cuarta denominada Del ministerio
público consta de un artículo, el 120. El título Segundo se llama Gobiernos
de provincia y sus artículos están entre el 121 y el 129. Finalmente las
diposiciones transitorias, se enumeran en un número de 17.

Constitución argentina de 1853

Argentina
Este artículo es una parte de la serie:

Constitución de la Nación Argentina

Texto completo de la Constitución vigente

Texto de la Constitución

Análisis del texto original

Preámbulo
Constitución de 1853

Reformas constitucionales

Reforma de 1860
Reforma de 1866
Reforma de 1898
Reforma de 1949
Reforma de 1957
Reforma de 1972
Reforma de 1994
Otros países · Portal de Derecho

La Constitución argentina de 1853 fue la primera constituciónque rigió en la mayor parte del
territorio de la actual República Argentina. Fue aprobada con el apoyo general de los
gobiernosprovinciales, con la importante excepción del Estado de Buenos Aires, que se
mantuvo separado de hecho de la Confederación Argentina hasta 1859. Fue sancionada por
una convención constituyente, reunida en Santa Fe, y promulgada el 1 de
mayode 1853 por Justo José de Urquiza, a la sazón director provisional de la Confederación
Argentina.
Sometida a varias reformas de diferente envergadura, la Constitución de 1853 es, en lo
substancial, la base delordenamiento jurídico vigente en la Argentina. Está estrechamente
inspirada en los principios del liberalismo clásicopresentes en la jurisprudencia y la doctrina
política delfederalismo estadounidense; a similitud de este, estableció un
sistema republicano de división de poderes, un importante grado de autonomía para
las provincias y un poder federal con unejecutivo fuerte, pero limitado por un congreso
bicameral, con el objetivo de equilibrar la representación poblacional con la equidad entre
provincias.
El modelo, elaborado por los convencionales a partir de los ensayos precedentes de orden
constitucional y de la obra pionera de Juan Bautista Alberdi, ha sido objeto de reiteradas
críticas: se ha objetado al mecanismo elegido para la dinámica federal y se ha afirmado que
careció de verdadera efectividad, al intentar imponer un modelo íntegramente basado en
experiencias extranjeras a una Argentina cuya peculiaridad histórica la hacía muy distinta de
las colonias británicas en Norteamérica. Sin embargo, la importancia histórica del proyecto
constitucional ha sido incuestionable, y virtualmente todas las disputas acerca de la práctica y
la teoría políticas en la Argentina moderna han incluido una toma de partido acerca de las que
subyacieron a la Constitución de 1853.
Basándose en la Constitución se formó el primer gobierno nacional que tuvo autoridad sobre
casi todas las provincias en más de treinta años, desde la Anarquía del Año XX. En 1860, tras
su derrota en la Batalla de Cepeda, la firma del Pacto de San José de Flores y la aprobación
de ciertas modificaciones en el texto constitucional, Buenos Aires se reincorporó a la que pasó
a llamarse Nación Argentina. Este proceso llevaría a la gradual finalización del ciclo de
las guerras civiles argentinas, que puede considerarse terminado hacia 1880; el período que
separa esta fecha de la sanción de la Constitución se llama comúnmente la Organización
Nacional.
Para la Generación del 80, los fijadores de las primeras convenciones liberales sobre
la historiografía del país, la Constitución representó un acto verdaderamente fundacional,
rompiendo con el largo gobierno de Juan Manuel de Rosas; de ella rescataban sobre todo el
haber establecido un régimen político liberal a la europea, aunque en el momento de su firma
algunos de los más importantes representantes del liberalismo autóctono se opusieran a ella
tenazmente. Para los radicales, un partido liberal nacido a fines del siglo XIX, la Constitución
representó un ideal político incumplido, y la enarbolaron para oponerse a los gobernantes
conservadores de la Generación del 80, quienes se perpetuaban en el poder mediante
el fraude electoral. A su vez, para los movimientos nacionalistas del siglo XX, que criticaron las
convenciones liberales y rescataron la figura de Rosas, la Constitución había representado la
abrogación de la identidad nacional en aras de un liberalismo ruinoso. En sus diversos frentes,
la cuestión sigue abierta, y ha inspirado varias de las más importantes obras acerca del
pensamiento argentino.
El documento original de la Constitución Nacional de 1853 se encuentra inserto en el Gran
Libro de Acuerdos, Leyes y Decretos del Congreso General Constituyente, el cual está
expuesto desde el año 2005 en un templete en el Salón Azul del Palacio del Congreso, junto
con la Constitución de 1994 y los pactos preexistentes.1

Índice
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 1Antecedentes

o 1.1Constitución de los Estados Unidos

o 1.2Proyectos constitucionales precedentes

o 1.3Las Bases de Alberdi

o 1.4El clima político del '53

 2Los constituyentes

 3Elaboración del texto constitucional

 4La Constitución

o 4.1Preámbulo

o 4.2Declaraciones, Derechos y Garantías

o 4.3Organización del gobierno

 4.3.1El Poder Legislativo

 4.3.1.1La Cámara de Diputados

 4.3.1.2El Senado

 4.3.1.3Ejercicio transitorio del Poder Legislativo

 4.3.2El Poder Ejecutivo

 4.3.3El Poder Judicial

 4.3.3.1La Corte Suprema

 4.3.4Los gobiernos de provincia

 5La Constitución del '53 y la historia política argentina

 6Referencias

 7Bibliografía
 8Enlaces externos

Antecedentes[editar]

Ejemplar de la Constitución exhibida en el Museo del Bicentenario.

Constitución de los Estados Unidos[editar]


La Constitución de 1853 se inspiró particularmente en la Constitución estadounidense al
adoptar el modelo presidencialista de esta última, así como el federalismo, componente
esencial del orden constitucional norteamericano. Aunque formal, es sugerente también el
inicio del preámbulo argentino, que parafrasea el famoso comienzo de su equivalente
estadounidense («Nosotros, el pueblo»), pero subrayando el contenido
estrictamente representativo del sistema adoptado en Argentina: «Nosotros, los
representantes del pueblo».
Proyectos constitucionales precedentes[editar]
El régimen legal al que se atendrían las Provincias Unidas del Río de la Plata surgidas en
la Revolución de Mayo, a partir del antiguo Virreinato del Río de la Plata, había sido,
naturalmente, una de las preocupaciones centrales desde la renuncia del último Virrey;
aunque en el primer momento la preocupación, más acuciante, de hacer efectiva la soberanía
por la vía de las armas —en el prolongado enfrentamiento con los ejércitos fieles a la Corona
de España— soslayó momentáneamente las decisiones definitivas sobre la organización que
ésta habría de cobrar, los intentos fueron consustanciales a los hitos de la organización
patriótica.
La misma conformación de la Primera Junta de Gobierno y su ampliación en la llamada Junta
Grande, que incluía los delegados provinciales, dio testimonio de la división entre los intereses
de la ciudad de Buenos Airesy los de las provincias mediterráneas. En buena medida, la
división se remontaba a la época colonial, en que el papel portuario de Buenos Aires la hacía
titular de intereses comerciales muy distintos a los del interior artesanal y agricultor. Sólo un
pequeño caserío, Buenos Aires, se beneficiaba del tráfico de mercaderías traídas por los
buques británicos, a los que pagaba con la exportación de los frutos del país,
principalmente cuero crudo yminerales; el conflicto entre los comerciantes que importaban
bienes del Reino Unido, y los fabricantes del interior que no podían competir con la potencia
industrial de éste, dio lugar ya a diversos conflictos durante elVirreinato. Apenas declarada la
independencia de la nación, se plasmaría en el carácter unitario de los primeros
ordenamientos jurídicos.
El primer proyecto de estabilizar las sucesivas intentonas que definieron los órganos
ejecutivos del poder nacional en los primeros años de organización fue la convocatoria,
en 1812, de una Asamblea General Constituyente, con el objeto de dictar una ley fundamental
para la organización nacional. La Asamblea, conocida como Asamblea del Año XIII, se reunió
efectivamente entre el 31 de enero de 1813 y 1815; dictó un reglamento para la
administración, un Estatuto del Poder Ejecutivo, y promulgó varias normas que dirigirían la
actividad legislativa en los años subsiguientes, pero se vio impedida de tratar la elaboración
de una Constitución. Se presentaron ante ella cuatro proyectos: uno elaborado por
la Sociedad Patriótica, otro por una comisión asesora designada por el Segundo Triunvirato, y
dos anónimos; todos ellos de corte republicano, introduciendo la división de poderes de
acuerdo al formato impuesto por los teóricos de la Revolución francesa, eran sin embargo
fuertemente centralistas, delegando la mayoría del poder público en un poder ejecutivo central
con sede en Buenos Aires.
Esto, sumado a la ausencia de algunos diputados provinciales, impidió que se llegara a un
acuerdo al respecto. La indefinición de la Asamblea, que llevaba ya dos años de
deliberaciones, fue uno de los argumentos que esgrimió en 1815 Carlos María de Alvear para
proponer la creación temporal de un régimen unipersonal, el llamado Directorio. La Asamblea
lo promulgó, pero la vacuidad de este nombramiento, no respaldado por el control efectivo de
las fuerzas civiles y militares, llevó a la continuación de las asonadas, trasladándose la tarea
de elaborar un proyecto al Congreso de Tucumán de 1816.
La acción del Congreso en este sentido fue limitada, aunque fructífera en otros aspectos; suya
fue laDeclaración de independencia de la Argentina, el 9 de julio del '16, pero las
deliberaciones acerca de la forma de gobierno resultaron más arduas. En su seno se oponían
los pensadores de corte liberal, comprometidos con una forma republicana de gobierno, con
partidarios de un régimen monárquico-constitucional. Célebre entre estos últimos fue la
propuesta de Manuel Belgrano, que promovió el establecimiento de un descendiente de
los incasen el trono nacional. Los monárquicos afirmaban que era imposible erigir una
república a falta de instituciones históricamente desarrolladas, y que ésta resultaría lábil e
inestable, mientras que sus oponentes esgrimían precisamente la falta de prejuicios
heredados como una de las razones principales para ensayar un gobiernodemocrático.
El Congreso tuvo que trasladarse a Buenos Aires a comienzos de 1817, ante la amenaza que
representaba el avance de los ejércitos realistas en el norte del país; el 3 de diciembre de ese
año sancionó un reglamento provisorio. Sin embargo, los delegados provinciales consideraron
que el traslado estaba orientado sobre todo a asegurar el predominio porteño en la redacción
final del texto constitucional, presionando sobre los congresistas.
En 1819 vieron cumplidos sus temores ante la presentación de la protoconstitución de 1819,
caracterizada por un fortísimo centralismo. No estipulaba el texto en cuestión ni siquiera el
régimen electoral por el que se designaría al Director del Estado, pero le garantizaba
amplísimas competencias, entre ellas la de designar a los gobernadores de provincia y de
proveer a todos los empleos de la administración nacional.
El Congreso ordenó también a San Martín y Manuel Belgrano regresar a la capital, al frente de
sus respectivos ejércitos, para defender la autoridad del directorio; ambos generales, sin
embargo, se negaron a acatar el mandato. San Martín detuvo a sus tropas en Rancagua, en el
actual territorio chileno, y dictó la llamada Acta de Rancagua, en la que desconocía la
autoridad del Directorio para darle semejantes órdenes; Belgrano, por su parte, pactó con las
fuerzas federales de José Gervasio Artigas, mientras el Ejército del Norte se sublevaba,
poniéndose a las órdenes del gobernador cordobés. La tensión se resolvió finalmente en
la batalla de Cepeda (1820), donde las tropas unidas de las provincias derrotaron a las del
director José Rondeau. El resultado de la batalla fue el tratado del Pilar, por el que se
estipulaba una forma federativa de organización, en la que Buenos Aires sería una más entre
las 13 provincias.
Derrotado por las armas, el ideal unitario siguió sin embargo vigoroso en Buenos
Aires. Bernardino Rivadavia, ministro del gobernador Martín Rodríguez, rediseñó en términos
más republicanos el proyecto de constitución del '19. Aprobado el proyecto por la Comisión de
Negocios Constitucionales, creada ad hoc, el 1 de septiembrede 1826, la constitución de
1826 fue aprobado por la legislatura porteña, pero frontalmente rechazado por las restantes
provincias. Los años siguientes presenciaron el ocaso temporal del unitarismo y el alza de los
caudillos provinciales, regímenes bonapartistas. Establecidos éstos, vieron también en el
proyecto de una Constitución la posibilidad de sofrenar definitivamente la hegemonía porteña
por medios administrativos; el gobernadorsantiagueño Juan Felipe Ibarra, el cordobés Mariano
Fragueiro y el riojano Facundo Quiroga instaban, a comienzos de la década del '30, a formar
una asamblea representativa presidida por Quiroga. Éste sufragó incluso los estudios de un
joven Juan Bautista Alberdi, de cuya pluma procederían finalmente las bases del proyecto de
Constitución para el '53. La principal oposición venía de Buenos Aires, pero no de los letrados
y comerciantes unitarios porteños, sino del caudillo bonaerense Juan Manuel de Rosas, que
aseveraba que la idea era prematura. La muerte de Quiroga en Barranca Yaco dio final a esta
iniciativa, que sin embargo había logrado plasmarse en 1831 en el Pacto Federal, suscrito
inicialmente por Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Feen 1831, al que se suscribirían
paulatinamente las restantes provincias.
El Pacto Federal estipulaba la formación de una Comisión Representativa, con sede en Santa
Fe, al que cada una de las provincias adheridas enviaría un representante con atribuciones
para celebrar tratados de paz, hacer declaración de guerra, ordenar el levantamiento del
Ejército, nombrar el general que debería mandarlo, determinar el contingente de tropa con que
cada una de las provincias debería contribuir, invitar a las demás provincias a reunirse en
federación y a que, por medio de un Congreso Federativo, se arreglara la administración del
país, bajo el sistema federal, su comercio interior y exterior, y la soberanía, libertad e
independencia de cada una de las provincias.
Buena parte del texto del Pacto Federal jamás se cumplió; aunque es uno de los pactos
preexistentes que mencionará la Constitución del '53, no tuvo gran efecto durante los años de
la hegemonía de Rosas, que insistía en la inadecuación de una Constitución prematura. Esta
actitud se hizo evidente en 1847, cuando Alberdi, desde el exilio, invitó a los miembros de la
intelectualidad exiliada a colaborar con Rosas para gestionar la deseada Constitución. Rosas
no respondió siquiera a la propuesta, pero otros caudillos federales, en especial Justo José de
Urquiza, le darían pábulo.
Las Bases de Alberdi[editar]

Wikisource tiene una copia del libro:


Bases y puntos de partida para la organización
política de la República Argentina de Juan B. Alberdi

Estatua de Juan B. Alberdi (1810-1884) en su tumba en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires.


Su obra Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina fue el principal
documento de trabajo de los constituyentes.
En 1852, el destacado jurista y pensador argentino Juan Bautista Alberdi escribió un libro que
obraría como primer documento de trabajo para los constituyentes: Bases y puntos de partida
para la organización política de la República Argentina.
Las «Bases» de Alberdi están integradas por 36 capítulos y un proyecto de constitución. Fue
escrita rápidamente en abril de 1852para influir en las deliberaciones de la Convención
Constituyente que comenzaría a reunirse en la ciudad de Santa Fe a partir del 20 de
noviembre de ese mismo año. Él mismo reflexiona sobre esa situación varios años más
adelante con esta palabras:
Mi libro de las BASES es una obra de acción que, aunque pensada con reposo, fue escrita velozmente
para alcanzar al tiempo en su carrera... Hay siempre una hora dada en que la palabra humana se hace
carne. Cuando ha sonado esa hora, el que propone la palabra, orador o escritor, hace la ley. La ley no
es suya en ese caso; es la obra de las cosas. Pero esa es la ley duradera, porque es la verdadera ley. 2

La obra maestra de Alberdi fue y sigue siendo reiteradamente sintetizada bajo el lema
de «gobernar es poblar». La frase está tomada del Capítulo XXXI y estaba directamente
referido a la escasa población que por entonces habitaba la Argentina, mucho menor que la
que habitaba por entonces en Chile, Bolivia o Perú.
Años después, él mismo se encargaría de precisar el significado de ese lema para cuestionar
la inmigración de italianos y españoles que habían empezado a predominar ampliamente
entre los extranjeros que se radicaban en el país.
Gobernar es poblar en el sentido que poblar es educar, mejorar, civilizar, enriquecer y engrandecer
espontánea y rápidamente, como ha sucedido en los Estados Unidos. Mas para civilizar por medio de la
población es preciso hacerlo con poblaciones civilizadas; para educar a nuestra América en la libertad y
en la industria es preciso poblarla con poblaciones de la Europa más adelantada en libertad y en
industria... hay extranjeros y extranjeros; y que si Europa es la tierra más civilizada del orbe, hay en
Europa y en el corazón de sus brillantes capitales mismas, más millones de salvajes que en toda la
América del Sud. Todo lo que es civilizado es europeo, al menos de origen, pero no todo lo europeo es
civilizado; y se concibe perfectamente la hipótesis de un país nuevo poblado con europeos más
ignorantes en industria y libertad que las hordas de la Pampa o del Chaco. 3

Población de países latinoamericanos y porcentaje sobre el total


1850 % 1930 %
Argentina 1.100.000 3,5 11.800.000 11,1
Bolivia 1.400.000 4,4 1.100.000 1,9
Chile 1.300.000 4,1 4.400.000 4,1
Paraguay 500.000 1,5 900.000 0,8
Perú 1.900.000 6,0 5.600.000 5,3
Uruguay 100.000 0,3 1.700.000 1,6
Fuente: Del Pozo, José4

En su obra, Alberdi analiza detalladamente el derecho constitucional sudamericano,


criticándolo por ser básicamente copias de las constituciones estadounidense y francesa, sin
tener en cuenta las necesidades de progreso económico y material que precisaban los países
sudamericanos después de laindependencia. En sucesivos capítulos analiza las
constituciones de: Argentina (Cap. III), Chile (Cap. IV),Perú (Cap. V), Colombia (Cap.
VI), México (Cap. VII),Uruguay (Cap. VIII) y Paraguay (Cap. IX).
Alberdi analiza también las nuevas constituciones de la época, como la californiana (Cap. XI),
a la que pone como ejemplo de su punto de vista constitucional. En elcapítulo XII aborda la
cuestión de «monarquía o república» defendiendo el presidencialismo como solución
intermedia para las naciones latinoamericanas:
Se atribuye a Bolívar este dicho profundo y espiritual: «Los nuevos Estados de la América antes
española necesitan reyes con el nombre de presidentes». Chile ha resuelto el problema sin dinastías y
sin dictadura militar, por medio de una Constitución monárquica en el fondo y republicana en la forma:
ley que anuda a la tradición de la vida pasada la cadena de la vida moderna. La república no puede
tener otra forma cuando sucede inmediatamente a la monarquía; es preciso que el nuevo régimen
contenga algo del antiguo.5

En el capítulo XIII bajo el título «la educación no es la instrucción», sostiene que


las escuelas y universidadesdeben ser desarrolladas de modo íntimamente relacionado con
una política de industrialización. También menciona aquí que la religión debe ser parte de la
educación más quedar fuera de la instrucción, sentando las bases de la escuela laica.
En el capítulo XIV Alberdi sostiene que los países americanos deben mirar a Europa como
fuente de cultura, comercio y población, y sobre todo de futuro, en términos que llegan hasta
el racismo abierto:
¿Quién conoce caballero entre nosotros que haga alarde de ser indio neto? ¿Quién casaría a su
hermana o a su hija con un infanzón de la Araucania, y no mil veces con un zapatero inglés?
En América todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más división que ésta: 1.º, el indígena, es
decir, el salvaje; 2.º, el europeo, es decir, nosotros, los que hemos nacido en América y hablamos
español, los que creemos en Jesucristo y no en Pillán (dios de los indígenas)... ¿De dónde le vendrá
esto en lo futuro? Del mismo origen de que vino antes de ahora: de Europa. 6

Alberdi aborda la cuestión crucial de la inmigración capítulo XV, no solo para «poblar» el país,
sino para reconfigurar radicalmente la mano de obra:
Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares, por todas las
transformaciones del mejor sistema de instrucción; en cien años no haréis de él un obrero inglés. 7

Alberdi pensaba en una población de 50 millones de personas que debían venir


espontáneamente, libremente, por las garantías que la Constitución debía dar para proteger
su propiedad, su libertad, la libre circulación, la tolerancia religiosa y un amplio acceso a la
tierra. Sostenía que había que facilitar la radicación de los inmigrantes en todo el país, y no
solo en el litoral. Atribuía una importancia especial al ferrocarril: «el ferrocarril es el medio de
dar vuelta al derecho lo que la España colonizadora colocó al revés en este continente».7
Se adelantaba Alberdi también a la cuestión de las diversas etnias que traería la inmigración:
El pueblo inglés ha sido el pueblo más conquistado de cuantos existen; todas las naciones han pisado
su suelo y mezclado a él su sangre y su raza. Es producto de un cruzamiento infinito de castas; y por
eso justamente el inglés es el más perfecto de los hombres, y su nacionalidad tan pronunciada que hace
creer al vulgo que su raza es sin mezcla. No temáis, pues, la confusión de razas y de lenguas. De la
Babel, del caos saldrá algún día brillante y nítida la nacionalidad sudamericana. 7

Sin embargo Alberdi subraya una y otra vez que la población argentina debe configurarse
básicamente comoanglo-sajona:
Con tres millones de indígenas, cristianos y católicos, no realizaríais la república ciertamente. No la
realizaríais tampoco con cuatro millones de españoles peninsulares, porque el español puro es incapaz
de realizarla allá o acá. Si hemos de componer nuestra población para nuestro sistema de gobierno, si
ha de sernos más posible hacer la población para el sistema proclamado que el sistema para la
población, es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglo-sajona. Ella está identificada con
el vapor, el comercio y la libertad, y no será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la
cooperación activa de esa raza de progreso y de civilización.

Alberdi repasa en la Bases, una a una las bases que precisaba el país para constituirse no
solo jurídicamente, sino sobre todo materialmente. En capítulos sucesivos 8 recorre las leyes
principales que deberían ser sancionadas, la formación de un aparato estatal federal por
encima del poder de las provincias adoptando unfederalismo atenuado:
Una provincia en sí es la impotencia misma, y nada hará jamás que no sea provincial, es decir,
pequeño, obscuro, miserable, provincial, en fin, aunque la provincia se apellide Estado. Sólo es grande
lo que es nacional o federal...Caminos de fierro, canales, puentes, grandes mejoras materiales,
empresas de colonización, son cosas superiores a la capacidad de cualquier provincia aislada, por rica
que sea. Esas obras piden millones; y esta cifra es desconocida en el vocabulario provincial. 9

Recomienda establecer un sistema de sufragio calificado por «la inteligencia y la fortuna»;9 se


opone terminantemente a la capitalización de Buenos Aires (Cap. XXVI: «Todo gobierno
nacional es imposible con la capital en Buenos Aires»); insiste en que los constituyentes
carezcan de mandatos (Cap. XXIX:).
En síntesis, para Alberdi la Constitución de 1853 tenía un fin esencialmente económico,
elaborada a partir de las necesidades específicas del país, partiendo de su problema esencial:
la despoblación (Cap. XXXII).
El clima político del '53[editar]
La Constitución de 1853 se elaboró inmediatamente a la zaga de la derrota porteña en
la batalla de Caseros, que dejó a Urquiza al frente de los asuntos nacionales. El 6 de
abril de 1852 Urquiza se reunió con Vicente López y Planes, gobernador de Buenos
Aires, Juan Pujol, gobernador de Corrientes y representantes santafesinos, decidiendo en esa
reunión llamar, en los términos del Pacto Federal de 1831, a un Congreso Constituyente para
agosto del año siguiente. Se envío inmediatamente una circular a las provincias, manifestando
los resultados de la reunión.
Sin embargo, Urquiza estaba al tanto de la fuerte oposición que la élite porteña mostraba a su
liderazgo, y a cualquier intento de limitar la hegemonía de Buenos Aires sobre el resto del
país. Para enfrentarla, encomendó a Pujol y a Santiago Derqui la tarea de elaborar un
proyecto constitucional que resultara aceptable a los porteños; el 5 de mayo se reunió con
varios destacados dirigentes en Buenos Aires —entre ellos Dalmacio Vélez Sársfield,Valentín
Alsina, Tomás Guido y Vicente Fidel López—, ofreciéndoles rescatar el proyecto de
Constitución Argentina de 1826 de Rivadavia, a cambio de que respaldaran su autoridad al
frente del gobierno nacional. La jugada resultó demasiado transparente, y el proyecto encontró
un frontal rechazo.
El 29 de mayo tuvo lugar la reunión definitiva con los representantes provinciales, en San
Nicolás de los Arroyos. Las deliberaciones duraron dos días, y finalmente concluyeron en la
firma del acuerdo de San Nicolás, que otorgaba a Urquiza el directorio provisorio de la
Confederación y convocaba para agosto a la realización de la Convención Constituyente, a la
que cada una de las provincias enviaría dos representantes. Además de las provincias
directamente representadas —Entre Ríos, por Urquiza; Buenos Aires, por López y Planes;
Corrientes, por Benjamín Virasoro; Santa Fe, por Domingo Crespo; Mendoza, por Pascual
Segura; San Juan, por Nazario Benavídez; San Luis, por Pablo Lucero; Santiago del Estero,
por Manuel Taboada; Tucumán, por Celedonio Gutiérrez; y La Rioja, por Manuel Vicente
Bustos— se atuvieron al acuerdo Catamarca, que designó a Urquiza como su representante, y
Córdoba, Salta y Jujuy, que lo ratificarían posteriormente.
La oposición porteña no se haría esperar; enfrentándose a López y Planes, a quien
consideraban urquicista, Alsina, Bartolomé Mitre, Vélez Sársfield e Ireneo Portela denunciaron
el acuerdo, alegando que no se habían dado a López atribuciones para firmarlo, que el mismo
vulneraba los derechos de la provincia, y que por su intermedio se otorgaban poderes
despóticos a Urquiza. Los debates al respecto —conocidos como las jornadas de junio—
fueron vehementes, y concluyeron con la renuncia de López y Planes el 23 de junio de 1852.
La Legislatura eligió para reemplazarlo a Manuel Guillermo Pinto, pero Urquiza hizo uso de las
facultades de que lo dotaba el acuerdo para intervenir la provincia, disolver su legislatura y
reponer a López al frente. Cuando éste volviera a renunciar, Urquiza asumió personalmente el
gobierno, nombrando un consejo de estado de 15 miembros como cuerpo deliberante.

Museo y Salón de la Jura de la Constitución, Santa Fe, Argentina.

El control personal de los asuntos por Urquiza duró hasta septiembre, cuando éste partió a
Santa Fe para las sesiones de la Convención Constituyente, junto con los diputados
electos Salvador María del Carrily Eduardo Lahitte, dejando al general José Miguel
Galán como gobernador provisorio. Tres días más tarde, el 11 de septiembre, Mitre, Alsina
y Lorenzo Torres se alzaron contra las tropas de Galán y restauraron la Legislatura. El 22 del
mismo mes revocarían su adhesión al acuerdo, rechazarían la autoridad de Urquiza y
enviarían al generalJosé María Paz para intentar extender la revuelta al interior; no lo lograron,
pero el amplio apoyo con que contaban hizo desistir a Urquiza de su intención de reprimir la
revuelta, e intentó negociar con los sublevados, enviando a Federico Báez para tratar con
ellos.
Los porteños retiraron sus diputados de la Asamblea, e instaron a las provincias a hacer lo
propio. Frente a la negativa de los gobiernos provinciales, Alsina y Mitre prepararon fuerzas
para atacar Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba, con el objeto de debilitar la posición de Urquiza y
cuestionar su legitimidad. El 21 de noviembre un ejército a las órdenes de Juan
Madariaga intentó tomar por asalto la ciudad de Concepción del Uruguay, pero fue rechazado
por la guarnición encabezada por Ricardo López Jordán, que notificó a Urquiza de la
situación; el fracaso de Madariaga desbarató el intento de Paz de avanzar sobre Santa Fe, y
la intención de Mitre de ganar para su causa al correntino Pujol para atacar Entre Ríos se vio
frustrada por la adhesión de éste a Urquiza. Sin los representantes porteños, pero con el
acuerdo de las provincias, la Convención comenzó a sesionar en noviembre de 1852.

Los constituyentes[editar]
El tratado de San Nicolás fijaba el principio de representación igualitaria para cada una de las
provincias de la Confederación, enviando cada una dos diputados. Éste fue uno de los puntos
de ruptura con Buenos Aires, la más populosa de las provincias, que pretendía la aplicación
de la proporcionalidad por habitantes; de aplicarse este criterio, Buenos Aires hubiera contado
con 18 constituyentes, y se hubiera necesitado la casi unanimidad en su contra para oponerle
exitosamente las pretensiones del interior. Los pactantes de San Nicolás, sin embargo, habían
preferido dar igual peso a los criterios del marginado interior.
Las diferencias provinciales dieron lugar a constituyentes de extracción muy variada; varios de
ellos no pertenecían a la profesión legal, habiendo militares, religiosos y literatos. Algunos se
habían exiliado durante el gobierno de Rosas, mientras que otros habían mantenido actividad
política durante este período. Las diferencias se expresarían en los principales diferendos
acerca del diseño constitucional, que radicarían sobre todo en la cuestión religiosa y en la
actitud a tomar frente al problema porteño.
Tras el retiro de los diputados porteños, Salvador María del Carril y Eduardo Lahitte, siguiendo
órdenes de los insurrectos porteños, la composición de la Convención quedó conformada por:

 el abogado cordobés Juan del Campillo (por su provincia);

 el sacerdote catamarqueño Pedro Alejandrino Centeno (por su provincia);

 el jujeño José de la Quintana (por su provincia);

 el sanjuanino Salvador María del Carril (por su provincia);

 el mendocino Agustín Delgado (por su provincia);

 el abogado cordobés Santiago Derqui (por su provincia);

 el correntino Pedro Díaz Colodrero (por su provincia);

 el brigadier general correntino Pedro Ferré (por Catamarca);

 el sanjuanino Ruperto Godoy (por su provincia);

 el abogado santiagueño José Benjamín Gorostiaga (por su provincia);

 el porteño Juan María Gutiérrez (por Entre Ríos);

 el abogado salteño Delfín B. Huergo (por San Luis);

 el sacerdote santiagueño Benjamín Lavaisse (por su provincia);

 el santafesino Manuel Leiva (por su provincia);

 el abogado puntano Juan Llerena (por su provincia);

 el abogado cordobés Regis Martínez (por La Rioja);

 el abogado jujeño Manuel Padilla (por su provincia);

 el fraile dominico tucumano José Manuel Pérez (por su provincia);

 el entrerriano José Ruperto Pérez (por su provincia);

 el abogado santafesino Juan Francisco Seguí (por su provincia);

 el abogado y médico correntino Luciano Torrent (por su provincia);

 el abogado mendocino Martín Zapata (por su provincia);

 el abogado tucumano Salustiano Zavalía (por su provincia);


 el doctor en derecho salteño Facundo Zuviría (por su provincia).
Varios de los constituyentes no eran nativos de las provincias que representaban, y otros de
ellos habían dejado de residir en ellas hacía tiempo; los porteños opositores a la celebración
de la Convención los motejaron dealquilones. La historiografía revisionista ha enfatizado ese
punto para sugerir que los congresistas fueron escasamente representativos de los pueblos
provinciales, y ciertamente la extracción de los mismos no era precisamente popular,
componiéndose sobre todo de intelectuales y juristas. Sin embargo, desde otro punto de vista
se los excusa por considerarse que la mayoría de ellos habían tomado el camino del exilio por
diferendos políticos con el gobierno de Rosas o los demás gobernadores federales.
El presidente de la Convención fue el abogado Zuviría, doctor por la Universidad de Córdoba,
que había participado en la redacción de la primera Constitución de su provincia el 9 de
agosto de 1821. A la inauguración de las sesiones, el día 20 de noviembre —realizada por el
gobernador de Santa Fe, Domingo Crespo, ya que Urquiza se hallaba en el frente— Zuviría
destacó las dificultades a las que se enfrentaba la Convención, en especial el enfrentamiento
armado con Buenos Aires y la falta de antecedentes constitucionales, que hacía necesario un
trabajo previo de elaboración de material. De la opinión contraria era el santafesino Manuel
Leiva, que argumentó la urgencia de un ordenamiento. La deliberación fue enconada, pero la
alternativa de Leiva contó con el apoyo de la mayoría.

Elaboración del texto constitucional[editar]


La comisión encargada de la redacción del proyecto no tardó en reunirse; la componían Leiva,
el porteño Juan María Gutiérrez (diputado por Entre Ríos), el abogado santiagueño José
Benjamín Gorostiaga, y los correntinos Pedro Díaz Colodrero y Pedro Ferré (éste último
diputado por Catamarca).
Aunque las provincias contaban ya con constituciones a las que podría haberse recurrido
como modelo, éstas se juzgaron inconvenientes para tratar los problemas propios de la
organización nacional; las constituciones provinciales eran en su mayoría unitarias, y los
constituyentes abogaban unánimemente por la conveniencia de adoptar una forma federal de
organización. Los modelos a los que se acudió a ese efecto eran las pocas constituciones a la
sazón vigentes: la de Estados Unidos de 1787, la gaditana de 1812, la suiza de 1832,
laschilenas de 1826 y de 1833, y las constituciones republicanas de Francia de 1783 y 1848,
pero sobre todo la obra de Juan Bautista Alberdi —exiliado en Chile—, que había remitido a
Juan María Gutiérrez un proyecto de constitución en julio, a pedido de sus amigos. Con todo,
la base para la organización del texto fue la constitución unitaria de 1826 de Rivadavia, a la
que se adaptó a la forma federal sin alterar buena parte de su articulado.
Gutiérrez y Gorostiaga, dentro de la Comisión de Negocios Constitucionales, fueron quienes
estuvieron efectivamente al frente de la redacción del anteproyecto. Gutiérrez había ya tenido
mano en él a través de su correspondencia con Alberdi, a quien había sugerido que
incorporase a la segunda edición de sus Bases un proyecto desarrollado, para facilitar la tarea
de los constituyentes; el grueso de la labor quedó en manos de Gorostiaga, a quien ocupó
desde el 25 de diciembre hasta mediados de febrero la tarea. Gorostiaga recurrió a la
Constitución de los Estados Unidos —en una lamentable traducción, obra del militar
venezolano Manuel García de Sena, la única de la que se disponía en América por ese
entonces—, a Alberdi y a la constitución del '26, sobre todo. De esta última recogió las
secciones sobre las garantías individuales, sobre la composición del poder legislativo y parte
de las competencias del poder ejecutivo.
Una vez acabado el texto, sin embargo, topó con la resistencia de los tres decanos de la
Comisión, Leiva, Díaz Colodrero y Ferré. Las discusiones al respecto se centraron en dos
puntos, particularmente arduos en el contexto nacional del momento: la condición de la ciudad
de Buenos Aires, y el estatus de la Iglesia Católica en el estado. La composición de la
comisión, poco representativa del conjunto de los congresistas, tuvo que modificarse en la
sesión del 23 de febrero para que el proyecto pudiera darse a trámite. Sin embargo, hubo una
demora interina de otros dos meses, debida a la situación política; el 9 de marzo Ferré y
Zuviría, que habían sido enviados a parlamentar con los insurrectos porteños, habían pactado
con estos la reincorporación de los diputados de Buenos Aires a la Convención, con una
representación ajustada a su población. Las tratativas, sin embargo, no llegaron a buen
puerto; tras una larga espera, el 15 de abril Urquiza dio orden de reiniciar las sesiones, y tratar
el tema expresamente de modo de tener el texto listo en mayo.
La proximidad del texto constitucional al modelo norteamericano no fue del agrado de todos
los congresistas; Zuviría leyó, en la inauguración de las sesiones el 20 de abril, un largo
memorial contra la aplicación indiscriminada de principios foráneos a un país cuya forma de
organización, afirmaba, no estaba habituada a ella. Proponía, en cambio, llevar a cabo un
estudio sobre las instituciones locales y emplearlo como base. Junto con fray Pérez, el
presbítero Centeno y Díaz Colodrero, fueron los únicos en votar en bloque en contra del
anteproyecto. El resto de los congresistas, tanto por razones ideológicas como por la urgencia
política que les suponía el dictado del texto, se plegó por el contrario a la iniciativa de la
Comisión. El texto se trataría en los diez días siguientes.
El boicot emprendido por los porteños había encendido la ya tradicional enemistad entre
capital e interior, azuzada durante los años del rosismo por la mano de hierro con que se
había gobernado el país en favor del campo porteño. Uno de los puntos más controvertidos
era el ingreso aduanero, que —siendo Buenos Aires el principal puerto de aguas profundas
del país, y el único con tráfico activo de mercaderías con Europa— se recaudaba en su casi
totalidad en esa ciudad. La renuencia a ceder los cuantiosos importes así recaudados a las
finanzas nacionales había sido uno de los principales puntos de controversia entre Urquiza y
la oligarquía porteña; del mismo modo, enfrentaba de manera profunda los intereses
económicos de los comerciantes de la ciudad, comprometidos con el libre ingreso de
mercancías, y las artesanías del interior, que requerían protección para estimular su
desarrollo.
El grueso de los convencionales —en especial Gorostiaga y Gutiérrez— abogó por extremar
las medidas tendientes a acabar con la hegemonía porteña, federalizando el territorio de la
ciudad de Buenos Aires y separándola así de los intereses de la provincia. Mientras el grupo
de los moderados, encabezado por Zuviría y Roque Gondra, estimaba que la declaración
constitucional de la capitalidad no resultaba conveniente, pues alienaría a los porteños e
impediría la negociación de su reincorporación pacífica a la Confederación, la facción
mayoritaria sostenía que la oportunidad de exponer las razones de los porteños había sido
abrogada al retirar sus diputados, y que la voluntad constituyente no debería arredrarse por la
necesidad de tomar las armas contra la propia capital de ser ello necesario para el futuro bien
del país.
Las negociaciones fueron arduas, y concluyeron en una solución de compromiso, por la cual
la capitalidad de Buenos Aires se hacía explícita en el artículo 3º, pero sujetándola a una ley
especial, que se aprobó conjuntamente con la Constitución, de tal manera de permitir su
modificación de manera más flexible. Sin embargo, la afirmación de la soberanía de la
Convención sobre el territorio bonaerense y porteño se hacía explícita, tanto en el artículo 3º
como en el 32º, 34º y 42º, que disponían la elección de senadores y diputados por la capital, el
64º que estipulaba para el Congreso Nacional la exclusividad de la legislación en el territorio
capitalino, el 78º que mandaba la elección de electores presidenciales por la capital, el 83º
que concedía al Presidente de la Nación la jefatura inmediata de la capital, y el 91º que fijaba
allí la residencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La ley de capitalidad
finalmente aprobada fijaba prescripciones para el caso de que fuera imposible fijar
inmediatamente la capital en Buenos Aires —como de hecho sucedió.
Otro punto arduo fue el de la libertad de culto, a la que un grupo —los llamados montoneros,
pocos pero influyentes, capitaneados por el presbítero Centeno y fray Pérez, además de
Zuviría, Leiva y Díaz Colodrero— se opuso vehementemente. Los argumentos abarcaron
desde lo teológico-jurídico, como en el caso de Centeno, que afirmaba la contrariedad de la
libertad de cultos con el derecho natural, hasta lo pragmático-histórico, como en el caso de
Díaz Colodrero y Ferré, que observaron que la observancia de otros cultos podría irritar al
pueblo y fomentar la aparición de nuevos caudillos que se hiciesen portavoces de la tradición
oponiéndose al marco constitucional. Por el contrario, los convencionales más influidos por
Alberdi y las ideas de la generación del '37abogaron por la libertad de cultos, señalando que
esta favorecería la inmigración, simplificaría las relaciones con otros Estados —como las
fijadas en el tratado con el Reino Unido de 1925— y, en especial en la intervención de
Lavaysse, que no era materia de legislación la conciencia, sino sólo los actos públicos. El
sector liberal prevaleció por 13 votos contra 5, pero la discusión se arrastró a la abolición de
los fueros religiosos, a la obligación de profesar la religión católica para los funcionarios del
Estado, y a la conversión de los aborígenes. Finalmente, cedieron a los montoneros la
exigencia de que el presidente profesase el catolicismo, que se mantendría hasta la reforma
de 1994.

La Constitución[editar]

Portada del manuscrito original de la Constitución de 1853.

El texto finalmente sancionado estaba compuesto de un preámbulo y 107 artículos,


organizados en dos partes: una acerca de los derechos de los habitantes, y una acerca de la
organización del gobierno. La constitución de la Confederación Argentina se inicia con el
siguiente Preámbulo que enumera los fines generales de la Constitución:
Preámbulo[editar]
La Constitución de la Confederación Argentina se inicia con el siguiente preámbulo que
enumera los fines generales de la Constitución:
Nos, los representantes del pueblo de la Confederación Argentina reunidos en
Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la
componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la
unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa
común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para
nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran
habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón
y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la
Confederación Argentina.

Dicho Preámbulo tiene valor interpretativo para la doctrina constitucional argentina. Como
se ha dicho, hace referencia a los fines perseguidos por el Estado Federal. No hay que
desconocer que también es una manifestación de fe en el pueblo, a quien se reconoce ser
fuente del poder constituyente: "...los representantes del pueblo de la Confederación
Argentina". Se reconoce la preexistencia histórica de las provincias argentinas, principales
organizadoras del régimen federal.
Son seis los fines que persigue el Estado Federal según el Preámbulo, a saber:

1. Afianzar la justicia: el Congreso tiene la capacidad de introducir las formas de


legislación necesarias para que el reconocimiento de los derechos y el ejercicio
de los poderes, reconocidos por la Constitución Nacional y las leyes, se haga con
equidad y sin discriminación.

2. Constituir la unión nacional: formar un Estado Nacional sólido y con la suficiente


autoridad como para hacerse cargo de las atribuciones delegadas por las
provincias.

3. Consolidar la paz interior: es el fortalecimiento de la soberanía popular y sus


instituciones, y evitar el enfrentamiento entre los argentinos.

4. Proveer a la defensa común: aquí no se alude ní prioritariamente a la defensa


bélica, aunque la comprende, es verdad que también la extiende, pues el
adjetivo "común" indica que debe defenderse todo lo que hace al conjunto social,
lo que es común a la Comunidad. Esto comprende, en primer lugar, a la defensa
de la Constitución Nacional, las provincias, la población, los valores, el estado de
derecho, elfederalismo, etc.

5. Promover el bienestar general: es la preocupación por constituir un país que


garantice un nivel de vida decente para de la población. La Corte Suprema de la
Nación Argentina ha dicho que el bienestar general del preámbulo, es sinónimo
del «bien común» de la filosofía clásica.

6. Asegurar los beneficios de la libertad: esta libertad extensible a «todos los


hombres del mundo que quieran habitar suelo argentino» encierra el concepto
de dignidad humana obligando a la sociedad y al Estado a crear la posibilidad
cierta y real de que el individuo desarrolle en plenitud su personalidad yderechos.
El preámbulo estaba destinado a aseverar la legitimidad de la Constitución, sintetizando el
programa legislativo y político de los constituyentes. Para despejar las dudas acerca de
sus intereses, recuerda que el dictado de la Constitución obedecía a «pactos
preexistentes», suscritos por las autoridades provinciales; afirmaba el proyecto de
garantizar la unidad y la paz interior, y la formación de un frente común hacia el extranjero;
señalaba el expreso objetivo de poblar el territorio, en un sentido alberdiano, ofreciéndose
a todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; para terminar
invocando la inspiración de Dios, en una fórmula aceptable tanto para todas
las religiones y los deístas ilustrados.
Declaraciones, Derechos y Garantías[editar]
Los 31 artículos de la parte primera, titulada Declaraciones, Derechos y Garantías,
establecían los fundamentos del régimen político; es en esta sección en que la diferencia
con la Constitución de 1826 se hace más patente. Introducía formalmente la división de
poderes del régimen republicano, la participación representativa y elfederalismo; fijaba el
establecimiento de una capital federal, la autoridad de cada una de las provincias para
establecer su propia constitución, la autonomía de éstas en sus asuntos internos salvo en
caso de insurrección o de ataque exterior, la unidad judicial, aduanera y policial del país; y
establecía los derechos fundamentales de los ciudadanos.
En consonancia con las disposiciones de la Asamblea del año XIII, que había decretado
la libertad de vientres, la Constitución abolía la esclavitud, los mayorazgos y
las prerrogativas de nobleza, fijando la igualdad jurídica. La protección de la ley se
extendía a todos los habitantes del país, no sólo a los ciudadanos, como medio para
fomentar el asentamiento; el artículo 20º lo declaraba expresamente, y el 25º declaraba
expresamente la promoción oficial de la inmigración europea.
Los derechos expresamente reconocidos se recogieron principalmente en el artículo 14º,
que instituía la libertad de trabajo, de navegación, de comercio, de residencia y viaje, de
prensa, de asociación, de culto, de enseñanza y de petición a las autoridades. Otros
artículos detallaban además la protección de la propiedad privada, la inviolabilidad del
domicilio, la persona y el correo, y la libertad total en los asuntos privados.
Varias de las declaraciones de la primera parte estaban directamente relacionadas con las
finanzas nacionales, y con el desafío al predominio naval porteño. El artículo 4º
nacionalizaba la renta aduanera, el 9º y 10º reservaban al gobierno federal el cobro de
derechos y eliminaban las barreras internas, y el 11º, 12º y 26º declaraban la libertad de
tránsito.
El artículo 29º, finalmente, transmitía en las disposiciones constitucionales la historia
reciente, prohibiendo la concesión de la suma del poder público —la fórmula con que se
había consagrado el segundo gobierno de Rosas— a cualquier funcionario.
Organización del gobierno[editar]
De acuerdo al régimen republicano, los 76 artículos de la parte segunda reglamentaban la
división del gobierno en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Sólo los últimos 7
breves artículos estaban dedicados a la organización de los gobiernos provinciales, en
vista de que el régimen de cada uno de estos debería darse por una constitución propia.
El Poder Legislativo[editar]
Los artículos 32.º al 63.º contienen las disposiciones relativas al poder legislativo. El titular
de éste es elCongreso de la Nación Argentina, compuesto por una Cámara de Diputados,
que representa directamente al pueblo argentino, y un Senado, integrado por los
representantes de las provincias y de la capital. En el proyecto de Alberdi se afirmaba
explícitamente que cada diputado representaría a la entidad política que lo había elegido
—la provincia— y no directamente al pueblo, pero esta aclaración no se incorporó al texto
de Santa Fe.
Los senadores se elegirían equitativamente para cada provincia y la capital federal, dos
para cada una de ellas, con un voto cada uno. Los diputados, a su vez, responderían
proporcionalmente al número de habitantes de las provincias y la capital federal,
considerados a ese efecto distritos electorales. La constitución no reconocía de modo
alguno la existencia de partidos políticos, un hecho natural en vista de la incipiente
organización del país en ese sentido.
Las incompatibilidades en el ejercicio de la función legislativa se extendían al ejercicio
del sacerdocio regular, en vista de la norma de obediencia que vincula al clero con sus
superiores, y al empleo en el poder ejecutivo, como ministro o en otro cargo, salvo
autorización especial. La constitución dictaba expresamente que la tarea legislativa
debería ser remunerada.
Para evitar la interferencia del ejecutivo en la actividad del Congreso, los legisladores
gozaban de inmunidad ante interrogación judicial por lo expresado en su función, y no
podían ser arrestados salvo in flagrante delicto; sólo la propia cámara estaba facultada
para revocar estos privilegios y dar curso a la investigación de un juez competente.
Cada cámara era único juez acerca de la elección, derechos y títulos de sus miembros;
estaba a cargo de la elaboración de su reglamento interno, y de la sanción de las
conductas de sus miembros en caso de desorden o inhabilidad. Para sesionar, las
cámaras requerían un quorum de la mayoría absoluta de sus miembros, aunque un
número menor tenía derecho a compeler a la presencia de los ausentes. Mayoría especial
se requería para las reformas constitucionales y los reglamentos. Las cámaras estaban
facultadas para interpelar a los ministros del poder ejecutivo, convocándolos a presentarse
frente a ellas.
Ambas cámaras disponían de iniciativa en materia legislativa, con unas pocas
excepciones. La aprobación de los proyectos debía darse separadamente por cada
cámara; el rechazo de una implicaba el archivo de la iniciativa durante el resto del año, y
las correcciones o enmiendas introducidas por la cámara revisora implicaba su regreso a
la cámara de origen para una nueva votación. Aprobadas, las leyes se entregaban al
poder ejecutivo para su promulgación; aunque este contaba con facultad de veto, parte de
su función colegislativa, la insistencia de dos tercios de los miembros de ambas cámaras
obligaba al ejecutivo a promulgarla sin reparo posible. La fórmula El Senado y la Cámara
de Diputados de la Confederación reunidos en Congreso, decretan o sancionan con
fuerza de ley era preceptiva en la redacción de las leyes.
Las sesiones ordinarias del Congreso, reunido excepcionalmente en una sola cámara,
llamada Asamblea Legislativa, tenían inicio con presencia del presidente el primero de
mayo de cada año, y abarcaban el período hasta el treinta de septiembre. La figura de las
sesiones preparatorias comprende la incorporación de los electos, y las de prórroga las
dispone la propia cámara o el presidente, para finalizar los temas inconclusos al cierre del
ciclo ordinario. El presidente puede llamar también a sesiones extraordinarias, en las que
fija un temario de urgencia en período de receso.
La Cámara de Diputados[editar]
La cantidad de diputados se fijó en uno por cada 20 000 habitantes, o fracción no inferior
a 10 000; se autorizó expresamente que por ley del Congreso estas cifras se ajustaran
después de cada censo, aunque sólo al alza.
Una cláusula transitoria, en el artículo 34.º, indicaba un mínimo de dos diputados por
provincia, independientemente de su población; asignaba a la capital federal, a la
provincia de Buenos Aires y a la provincia de Córdoba seis diputados cada una, cuatro a
las de Corrientes y Santiago del Estero, tres a las de Tucumán, Salta, Catamarca y
Mendoza; y dos a Santa Fe, San Juan, Entre Ríos, La Rioja, San Luis y Jujuy. Dada la
ausencia de los representantes porteños, hasta 1866 la Cámara contaría con 38
representantes.
Los requisitos para la elección de diputados eran los veinticinco años de edad, y al menos
cuatro de ostentar la nacionalidad argentina; el requisito de ser natural o residente
continuado de la provincia por la cual se lo elige no se añadiría hasta la reforma de 1860.
La propuesta de De Ángelis de requerir el ejercicio de una profesión liberal o la tenencia
de tierras fue finalmente rechazada.
El mandato de los diputados duraba cuatro años, con posibilidad de reelección; la
renovación de la cámara se haría por mitades, cada dos años; una disposición transitoria
fijaba que se sortearía entre los primeros electos quiénes dispondrían sólo de dos años de
mandato, una práctica lamentablemente repetida en otros momentos de la historia
nacional tras la disolución del Congreso por los gobiernos militares.
La elección de los diputados según la Constitución debía efectuarse «a simple pluralidad
de sufragios». La interpretación de esta ambigua frase fue fuente de disputas en lo
sucesivo, pero hasta 1912 predominó la doctrina que indicaba que la lista ganadora por
mayoría o primera minoría designaba a la totalidad de los diputados. Leyes posteriores
establecieron el sistema de voto uninominal y por circunscripciones, fijado en la ley
n.º 4161/02; de «voto restringido», fijado en la ley n.º 8871/12, conocida como Ley Sáenz
Peña, por la cual la mayoría (o primera minoría) contaría con dos tercios de los escaños,
cediéndose el resto a la formación inmediatamente sucesiva en orden de votos;
nuevamente de voto uninominal por la ley n.º 14032/51; y finalmente el sistema
proporcional D'Hont.
A la Cámara de Diputados, representante del pueblo, correspondía en exclusiva la
iniciativa en las leyes sobre conscripción y reclutamiento de tropas, y sobre temas
impositivos, así como la fiscalía en instancias de juicio político contra las autoridades de
los tres poderes de la Nación y los gobernadores provinciales, en las que el Senado
oficiaría de corte. Para la iniciación de juicio político, las dos terceras partes de los
diputados deberían refrendar la petición presentada por uno de sus miembros.
El Senado[editar]
La elección de los senadores, representantes de las entidades provinciales, correspondía
a las Legislaturas de las que las provincias se dotaran, así como a la de la Capital
Federal; el régimen de elección se asimilaba al del presidente y vice, a través de un
colegio electoral compuesto por electores votados directamente por el pueblo. La duración
de su mandato se fijaba en nueve años, con posibilidad de renovación indefinida,
renovándose la cámara por tercios en períodos trienales. Hasta 1860 26 senadores, los de
las 13 provincias excluidas Buenos Aires y la capital, conformaron la Cámara.
Los requisitos para la elección en el cargo son los treinta años de edad y seis de
ciudadanía argentina; el requisito de ser natural o residente continuado durante dos años
de la provincia por la cual se lo elige no se añadiría hasta la reforma de 1860. Además, se
exigió la disposición de una renta anual de dos mil pesos fuertes o su equivalente;
estudios históricos fijan este ingreso en el correspondiente a 33 kg de oro de buena ley. La
convención debatió arduamente este punto, pero fue aprobado. Sin embargo, la falta de
provisiones para su actualización llevaría eventualmente a su desuso. La presidencia del
Senado correspondía al vicepresidente de la Confederación, dotado de voto sólo en caso
de empate. Hasta la década de 1940, la renta anual estaba fijada en 12 kg oro.
Esta organización, pese al rasgo oligárquico que significaba la exigencia de una renta
mínima, difería en mucho del proyecto unitario de 1819, que estipulaba un senador por
provincia, a los que sumaba tres por el Ejército, tres por la Iglesia Católica, uno por
cada universidad y los exdirectores a partir de la finalización de su cargo. Se aproximaba
mucho más al proyecto alberdiano, que fijaba un titular y un suplente por cada provincia.
El Senado contaba con competencia exclusiva en las iniciativas de reforma constitucional,
y con la función judicial en las instancias de juicio político. Aunque no compartía, como en
la constitución de los Estados Unidos en que se inspiró estrechamente su organización,
las facultades de política exterior con el presidente, éste necesitaba su acuerdo para la
declaración del estado de sitio, y sólo podía ausentarse con su permiso del territorio de la
capital federal. Prestaba acuerdo también en las designaciones de los ministros de la
Corte Suprema y los tribunales federales, de los ministros, y de los altos cargos del
Ejército y la Armada, así como en los concordatos con el Vaticano.
Ejercicio transitorio del Poder Legislativo[editar]
Las primeras leyes dictadas en vigencia de la Constitución no fueron obra del Congreso,
sino de la propia convención constituyente, a la que el acuerdo de San Nicolás habilitaba
para ello. Entre las leyes que dictó estuvieron la de capitalidad de Buenos Aires, la de
tarifas aduaneras, la de libre navegación y el estatuto de haciendas.
El Poder Ejecutivo[editar]
Los artículos 71.º a 90.º contenían las estipulaciones relativas al poder ejecutivo. El titular
del mismo era unipersonal, y llevaba el título de Presidente de la Confederación Argentina.
Un vicepresidente, electo conjuntamente con él, lo supliría en caso de ausencia,
inhabilidad o renuncia.
Los requisitos para la elección como presidente eran similares a los exigidos para los
senadores; se les añadía la condición de nativo, o de ser hijo de uno en caso de haber
nacido fuera del territorio nacional, y la práctica de la religión católica, única concesión a
los montoneros. Su mandato se extendería por un período de seis años, sin posibilidad de
reelección hasta que un período completo hubiese pasado; ninguna causa permitía la
extensión del mismo más allá de los seis años cumplidos desde la fecha original de
asunción.
El procedimiento para la elección presidencial era indirecto; el electorado de cada
provincia escogería un número de delegados, igual al doble de la cantidad total de
diputados y senadores que se eligiesen por la misma. Los electores de cada provincia
votarían discrecionalmente a los candidatos que juzgasen más convenientes, y remitirían
copia sellada de su resolución al Senado de la Nación; una vez recibidas todas las listas,
la Asamblea Legislativa realizaría el escrutinio de las mismas. De haber como resultado
mayoría absoluta de un candidato, la proclamación sería automática. En caso de no
contar ninguno con la misma, la Asamblea Legislativa elegiría inmediatamente y a simple
pluralidad de sufragios entre los dos candidatos más votados, o más en caso de haber
empate en el primer o segundo puesto. En este último caso, de no haber candidato con
mayoría absoluta en primera instancia, se realizaría balotaje entre los dos candidatos más
votados en la primera vuelta. El quorum para esta elección era de tres cuartas partes de
los congresistas.
De acuerdo al primer inciso del artículo 90.º, el presidente era la autoridad suprema de la
Confederación, en lo que se denomina un régimen presidencialista: no respondía de sus
acciones, dentro del marco impuesto por la Constitución, a ninguna autoridad superior, y
no requería de la aprobación del Congreso para el ejercicio de las atribuciones que le
competen. Era además el titular del poder ejecutivo de la ciudad designada capital federal,
y el jefe de las fuerzas armadas.
El presidente gozaba de facultades colegislativas: además de la sanción y promulgación
de las leyes dictadas por el Congreso, incluyendo la facultad de veto, estaba a su cargo la
expedición de los reglamentos necesarios para la aplicación de la ley, llamados decretos,
aunque respetando el espíritu original de la misma. La firma de tratados con otros estados
estaba a su exclusivo cargo, así como la decisión de dar o no trámite a los documentos
emitidos por el pontífice católico.
Como autoridad en materia de política exterior, es el encargado del nombramiento
de embajadores y otros ministros destinados a la negociación con las potencias
extranjeras; la elección y remoción de los titulares de embajada requería acuerdo
senatorial —un vestigio de la influencia de la constitución norteamericana, en la que el
Senado comparte con el presidente la potestad sobre las relaciones exteriores, sobre los
convencionales—, pero la de los funcionarios de rango inferior estaba enteramente a su
cargo. Por lo mismo, era la autoridad a cargo de la gestión de los asuntos militares,
disponiendo del ejército, designando a los oficiales del mismo —con acuerdo del Senado,
en caso de los puestos superiores del escalafón—, emitiendo patentes de corso,
declarando la guerra o decretando el estado de sitio cuando su causa es el ataque de una
potencia extranjera.
Su implicación con las tareas del Congreso no se limitaba a la promulgación de las leyes:
estaba a cargo del presidente la apertura de las sesiones en Asamblea Legislativa, en la
que comunicaba al mismo sus consideraciones acerca de su tarea, y la prórroga o
convocatoria a sesiones fuera del período ordinario.
Con respecto al poder judicial, estaba a su cargo la designación de los jueces de los
tribunales federales, para lo que requería el acuerdo senatorial; además, contaba con la
facultad de indultar a los condenados por delitos de jurisdicción federal, salvo en casos de
juicio político. No tenía la facultad de imponer condenas, pero sí de —en estado de sitio—
decretar el arresto temporal o el traslado de personas, salvo que éstas prefiriesen
abandonar el territorio nacional. Si no contaba con el acuerdo del Congreso al dictarlas,
estas medidas caducaban automáticamente a los 10 días.
Como encargado de la administración nacional, le estaba encomendada la recaudación
de la renta nacional y su aplicación, dentro del marco de la ley de presupuesto; tenía
facultad para otorgar el goce de licencias omontepíos, y para recabar cualquier clase de
información por parte de la administración nacional.
La Constitución fijaba como ayudantes del presidente a cinco ministros, elegidos por éste,
en carteras de Interior, de Relaciones Exteriores, de Hacienda, de Justicia, Culto e
Instrucción Pública, y de Guerra y Marina. El refrendo ministerial era necesario para los
decretos de gobierno. Los ministros estaban además obligados a dar informes al
Congreso en la apertura de sesiones, y facultados a tomar parte en los debates de éste,
aunque sin voto. La tarea era incompatible con el ejercicio del poder legislativo nacional.
El Poder Judicial[editar]
La organización del poder judicial ocupa los artículos 91º a 100º; por su brevedad, la
organización del mismo quedó en gran parte en manos de la legislación emitida por el
Congreso, concerniendo la mayor parte del texto constitucional a la organización y
atribuciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El poder judicial quedaba íntegramente en manos de la Corte Suprema y de los tribunales
inferiores por razón de materia en todo lo que concerniera a causas constitucionales,
relativas a leyes federales o tratados internacionales, o a jurisdicción marítima.
Explícitamente se prohibía el conocimiento del presidente en cuestiones judiciales. Por
razón de actores, también eran competencia de los tribunales federales los asuntos entre
vecinos de diferentes provincias, los que implicasen a diplomáticos extranjeros, y aquellos
en los que el gobierno de una provincia o de la Confederación fuese parte. Los casos
implicando a diplomáticos, provincias o los poderes de los gobiernos provinciales eran de
competencia exclusiva de la Corte Suprema.
La Constitución estipulaba la reglamentación del juicio por jurados para los asuntos
penales; el procedimiento nunca se reguló, sin embargo, y sigue pendiente de
implementación aún en la Constitución actual, que conserva esa redacción.
El único delito que la Constitución detalla es el de traición contra la Confederación,
definido como tomar las armas contra ella, o [...] unirse a sus enemigos prestándoles
ayuda y socorro. La pena del mismo quedaba a decisión del Congreso, pero se prohibía
expresamente la imposición de sanciones a otras personas que el delincuente mismo.
La Corte Suprema[editar]
La Corte Suprema de Justicia estaba compuesta por un tribunal de nueve jueces, además
de dos fiscales. La sede de la misma estaría en la capital federal. Se exigía para el
ministerio en ella el título de abogado, ocho años de ejercicio del mismo, y los requisitos
exigibles a los senadores. Los ministros jurarían su cargo al presidente de la Corte —al de
la Confederación excepcionalmente, en la primera conformación de la misma—, y serían
irremovibles salvo en caso de inconducta. La remuneración por sus servicios se fijaría por
ley, pero no podría reducirse mientras estuvieran en funciones. La determinación del
reglamento de la Corte estaría a cargo de la misma.
La Corte definida por la Constitución de 1853 nunca llegó a asumir, aunque Urquiza
designó en 1854 a los integrantes de la misma, entre los que se contaron Facundo
Zuviría, José Roque Funes y Martín Zapata. Tras la reforma de 1860, el número de
integrantes pasó a ser fijado por ley del Congreso.
Los gobiernos de provincia[editar]
Los últimos siete artículos de la Constitución detallan el régimen de los gobiernos
provinciales. La organización de los mismos queda sólo sujeta a las estipulaciones que las
Constituciones provinciales fijen, sustrayéndose por entero de la órbita del gobierno
federal. Asimismo, conservan todas las facultades que por la Constitución no hayan
delegado expresamente en el gobierno central; los artículos 105º y 106º hacen explícitas
las competencias que corresponden sólo a la autoridad central, que incluyen la legislación
sobre comercio y navegación; la imposición de aduanas o derechos de tonelaje; la
emisión de moneda, salvo por delegación del gobierno central; la fijación de los códigos
civil, de comercio, penal y de minería; legislar sobre ciudadanía; armar tropas de guerra; ni
interactuar directamente con las potencias extranjeras, incluyendo el Vaticano. Las
acciones bélicas entre provincias o entre una provincia y el estado federal son ilegítimas,
debiendo solucionarse todo conflicto en este sentido por la Corte Suprema de Justicia. A
las provincias se faculta expresamente para promover, dentro del marco de la legislación
federal, el desarrollo de sus propios territorios.
El régimen resultante era expresamente de un marcado federalismo; era ésta una de las
razones por las que Buenos Aires se negó a suscribirlo, rechazando ponerse a la altura de
lo que los legisladores porteños habían calificado burlonamente de trece ranchos. La
incorporación de Buenos Aires a la Confederación exigiría, en su momento, suspender la
capitalización de la misma, y la reserva de los derechos de aduana. Efectivamente ello
implicó que durante varias décadas el presidente de la Nación conviviera, en un difícil
contubernio, con un gobernador de Buenos Aires que era el jefe directo de toda la
administración que lo rodeaba, y que su poder quedara empantanado en burocracia.
La federalización de Buenos Aires no tendría lugar efectivo hasta 1880, cuando la Liga de
Gobernadores encabezada por Julio Argentino Roca impondría por las armas a los
porteños de Bartolomé Mitre la decisión. Sin embargo, para ese entonces las oligarquías
provinciales habían adoptado el mismo cariz que la porteña, con el desarrollo del modelo
agroexportador y la formación de extensos latifundios que dominarían la economía
nacional durante el medio siglo siguiente. La posibilidad de desarrollar un poder provincial
al margen del modelo bonaerense había quedado definitivamente atrás, y con ella el
efectivo federalismo de la Constitución.

La Constitución del '53 y la historia política argentina [editar]


La Constitución de 1853 fue rechazada por la estratégica Provincia de Buenos Aires (que
en ese momento abarcaba también a la Ciudad de Buenos Aires) y la Argentina se dividió
en dos estados independientes: por un lado la provincia de Buenos Aires, con capital en
Buenos Aires, y por el otro la Confederación Argentina, con capital en Paraná.
El congresal Zuviría, en el discurso posterior a la rúbrica del original, apostrofó a la
Convención diciendo:
Acabáis de ejercer el acto más grave, más solemne, más sublime que es dado a un
hombre en su vida mortal.

Los mayores elogios provendrían de Sarmiento y el grupo liberal, que vieron en la


adopción del federalismo a la estadounidense el signo de la victoria de sus principios. Les
valió también por contrapartida, en oposición a la pertinaz oposición que Rosas había
mostrado a la sanción de una Constitución durante su largo mandato.
La Iglesia Católica, por su parte, resolvió los debates internos que generó el texto
constitucional, en un famoso sermón de Fray Mamerto Esquiú, que pasó a la historia
como el Sermón de la Constitución, que llamó a jurar y obedecer la ley como fundamento
para constituir una patria.
La República Argentina recién ser formaría de manera definitiva, luego de la victoria militar
de Buenos Aires sobre la Confederación, en la Batalla de Pavón de 1860. Buenos Aires,
liderada por Bartolomé Mitre, impuso la primera reforma constitucional de 1860 y la
presidencia del propio Mitre. Con esta redacción, la Constitución de 1853 se convertiría en
el marco jurídico para la organización de un Estado laico, y las transformaciones
económicas que establecerían el modelo agro-exportador y la gran ola inmigratoria de
ultramar (1850-1950). Políticamente, el país se organizó sobre la base de un sistema de
elecciones fraudulentas (voto cantado), que llevó en los hechos a un régimen de partido
único conservador, el Partido Autonomista Nacional (PAN).
Luego de la victoria del primer gobierno democrático en 1916, como resultado del logro
del sufragio secreto y obligatorio para varones, la Constitución de 1853 comenzó a ser
cuestionada desde distintas corrientes. Políticamente, los sectores más conservadores
cuestionarían el régimen democrático y recurrirían a las Fuerzas Armadas para derrocar
sistemáticamente a los gobiernos elegidos por voto popular, en una sucesión de golpes de
estado que recién se detendría en 1983. Económica y socialmente, diversas corrientes
cuestionaron el liberalismo individualista de la Constitución de 1853, proponiendo
reformas que incluyeran los derechos laborales y sociales, el Estado Social y la actividad
del Estado en pos de la industrialización del país.
La inestabilidad constitucional de la Argentina se extendería desde 1930 hasta 1994,
cuando los dos principales partidos del país, acordaron realizar una reforma constitucional
que puso fin definitivamente al texto básico de la Constitución de 1853.
El peronismo lograría sancionar una importante reforma constitucional en 1949, que fue
derogada por la dictadura militar que derrocó a Juan D. Perón en 1955.
Cuando el revisionismo histórico —criticando la devastación de la industria nacional, el
surgimiento de enormes latifundios, y el colonialismo interno que habían resultado de la
política liberal de los hombres de la generación del '80— remontó los orígenes de esa
ideología al texto constitucional, siguió en términos generales los mismos criterios de juicio
que habían empleado estos, aunque de signo inverso. Los escritos de Sarmiento o Roca
ven a la Constitución como arma para la modernización del país, mediante el libre
comercio, el fomento de la inmigración europea, la abolición de los liderazgos políticos
provinciales y la dislocación de las culturas tradicionales, heredadas de España y
adaptadas durante arduos siglos a las peculiaridades locales; los revisionistas vieron en
ella el arma para la destrucción de la identidad nacional —mediante el aplastamiento de la
industria nacional por la desigual competencia con el imperio manufacturero británico, el
desplazamiento de las poblaciones de sus propias tierras y sus hábitos de vida por el
aluvión extranjero y la consecuente turbulencia en lo social y económico, y la restricción
de la representación política a las burguesías mercantiles y letradas.
Ambas alternativas adoptan la misma estructura, expuesta con magistral retórica en la
exhortación sarmientina:Civilización o barbarie. Los revisionistas no la revisaron,
limitándose a señalar el carácter bárbaro de la "civilización" sarmientina: fundada en la
expoliación de los indígenas, el sacrificio masivo de los gauchos y los morenos
conscriptos en las sucesivas guerras contra el Paraguay y las tribus de la Patagonia, la
brutal acumulación primitiva de tierras para la conformación de los latifundios
agroexportadores, la destrucción de la naciente industria nacional y el fraude electoral
sistemático; Rosa señaló el juego de manos lingüístico del lema recordando que
Civilización —que gramatical y lógicamente quiere decir "perteneciente a nuestra cives,
a nuestra ciudad"—, fue entendida en un sentido opuesto: como lo propio de
extranjeros; y barbarie —debárbaros, extranjeros— vino a significar, a su vez, en el
lenguaje liberal, "lo argentino" contrapuesto a "lo europeo"
J. M. Rosa, Análisis de la dependencia argentina, IV:36

Autores posteriores, algunos de ellos próximos al revisionismo, han señalado sin embargo
que al aceptar la oposición en sus términos generales, el revisionismo perdió la
oportunidad de revaluar la oposición en la que ésta se basa: la liberal burguesía porteña y
de las capitales provinciales por un lado, y la semiiletrada población rural y mediterránea
por el otro.10 Los doctores unitarios —Rivadavia, Echeverría, Alberdi— representarían la
primera opción, de cuyas plumas habría fluido la Constitución; los caudillos federales —
Quiroga, Güemes, Rosas— la otra, renuente a fijar desde arriba y de una vez para
siempre los lineamientos políticos.
Para estos autores, la alternativa refleja uno de los clivajes efectivamente existentes en la
política argentina del momento: aquel que separaba a las clases ilustradas, formadas en
los principios del derecho teórico en la milenaria tradición europea, de los más
pragmáticos líderes provinciales, hombres de acción más que de teoría. Dado el clima
intelectual del momento, en el que el ideologismo de los revolucionarios franceses había
dado paso al positivismo iluminista, era natural que el pensamiento de los primeros se
inclinase por la defensa de un orden liberal, en el que la abolición de los límites históricos
y tradicionales diese paso a una nueva era de cooperación entre los pueblos. 11 La libertad
de mercado daría lugar a la especialización de los países en sus áreas de ventaja
comparativa, dando como resultado la común mejora. La traducción que hacen los
revisionistas de esta postura a términos de interés personal directo —la burguesía
ilustrada era a la vez la poseedora del capital mercantil porteño, que lucraba directamente
con la importación de bienes; en no pocos casos, la mano visible de los cónsules y
encargados de negocios británicos colaboraba con la invisible del mercado, estableciendo
tratados y ofreciendo apoyos a los elementos políticamente más favorables a los intereses
comerciales de los súbditos de Su Majestad Británica— resulta en esta óptica veraz, pero
ingenua. Las interpretaciones marxistas —que, aunque centradas en explicar la lógica de
los acontecimientos más que la de las individualidades, no han desdeñado tampoco ese
criterio12 — dejan también de lado numerosos aspectos.
Para comprender las facciones que convinieron en la fijación de la Constitución del '53 se
ha hecho distinguido, por el contrario, dos aspectos que la historiografía convencional
fundió en la dicotomía entre federales y unitarios. Por un lado, reconocer que la clase
pudiente tenía varias facciones en inestable equilibrio: la burguesía comercial del puerto,
la burguesía ganadera del litoral, las pequeñas capas burguesas de las ciudades del
interior mediterráneo; por otro, comprender que el proceso de integración en la economía
y la cultura mundial —pues ya entonces, 150 años antes del auge del término, los
problemas de estado tenían ya la óptica de la globalización, en virtud de la expansión del
mercado mundial de las potencias industriales europeas— no implicaba necesariamente,
como efectivamente lo hizo en la historia argentina, el abandono de la producción interior,
y que la por lo tanto la modernización del país podía acometerse sin la pérdida de la
identidad nacional. Aún si el ideal de la Constitución del '53, y de los escritos alberdianos
que le dieron origen, dependió en buena medida del proyecto de integrar la Argentina a
los procesos mundiales, el compromiso con el liberalismo económico no estaba
necesariamente codificado en estos.13
El objetivo expreso del proyecto constitucional, como el de otros proyectos políticos
expuestos poco antes y después, era el de modernizar la nación; lo que, en
un Estado naciente, quería decir poco más o menos crearla.14 Buena parte de los
pensadores nacionales consideraron que el proyecto de modernización imponía una
ruptura más o menos total con el pasado colonial hispánico; desde Esteban
Echeverría hasta Sarmiento y lageneración del '80, la búsqueda de la inserción argentina
en el mundo moderno pasaba por la importación de teorías, prácticas y aún pueblos. Una
ruptura así, sin embargo, exigía un determinado tipo de condiciones y disposiciones; la
complementación con los mercados europeos beneficiaría a los comerciantes portuarios y
a las clases superiores, capaces de consumir los bienes materiales y simbólicos de lujo
que este comercio aportaba, pero en detrimento de las clases rurales o subordinadas, a
las que se desplazó de sus medios de vida y del entramado productivo en el que se
situaban.15 Conscientes de ello, los líderes más opuestos al programa rivadaviano
concibieron la tarea de formación del Estado como una "restauración" del estado que las
reformas rivadavianas habían roto:16 de ahí el título de Rosas de Restaurador de las
Leyes, que apuntaba no a las leyes positivas del derecho de Indias, sino a la ley de
gentes de las tradiciones nacionales. El problema de esta óptica fue la imposibilidad,
durante el largo período rosista, de desarrollar efectivamente el Estado nacional; la
recuperación del orden, que en los años anteriores a éste se había desguazado en las
contiendas sucesivas de los caudillos en pugna contra la hegemonía de la nueva
metrópoli porteña, se había logrado al coste de la paralización del proceso de
estatalización.
Cuando la sanción de la Constitución rompió con esta fase, buscando introducir el nuevo
sistema de gobierno, la cuestión volvió a plantearse en toda su agudeza. La posición de
Buenos Aires resultó clara desde un principio: rica sobre todo por sus ingresos aduaneros,
y con su principal clase productiva, la burguesía saladerista, comprometida también con el
intercambio mercantil con Europa, tendió a inclinar la balanza hacia la apertura irrestricta.
El compromiso federal de las provincias permitía augurar un fin diferente, aún con la
adopción de un régimen de gobierno basado fundamentalmente en ideas foráneas. El
declive definitivo del ideal federal no vendría de la Constitución, sino de la claudicación, en
la batalla de Pavón, de las fuerzas del litoral mesopotámico, cuyos máximos líderes
prefirieron sumarse a los intereses comerciales —siendo ellos mismos grandes
estancieros— antes que defender la formación de un mercado interno de consumo.
Alberdi, al que los revisionistas consideran por lo general un liberal, y por lo tanto un
enemigo de la patria, criticó duramente desde el exilio a Urquiza, que dejó en manos de
los porteños la estructura nacional, y a Mitre, que la usufructuó en los años de guerra de
policía contra las provincias; en esta acción, triunfó el liberalismo a ultranza de la capital
sobre el liberalismo integracionista de las provincias litorales.17 La política mitrista
eliminaría la posibilidad de resistencia de las provincias, haciendo del intento de Alberdi,
Andrade o José Hernández de garantizar la unión un imposible; cuando, bajo Julio
Argentino Roca, la Argentina unificada se hizo realidad, fue a costa de la desaparición
virtual del tejido social de las provincias y de su capacidad productiva. La forma federal de
la Constitución fue, durante los años de la Argentina moderna, simplemente la coalición de
las clases ilustradas de todo el país; no sería hasta que la inmigración masiva produjese
sus efectos. En ese tiempo, Argentina llegó a ser el primer destino del mundo de
inmigrantes europeos los cuales por dificultades de inserción muchas veces guardaban
recelos con la población local lo que movilizó a importantes enfrentamientos que
destruyeron finalmente la vigencia de aquella Constitución de 1853.

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