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En latín y en
castellano, el texto de tapa informaba que esta es
una “verdadera imagen de Nuestro Salvador”
incluida en una medalla del Emperador Tiberio que
Constantino entregó al Papa Inocencio VIII.
Doctor BINET-SANGLE
PROFESOR DE LA ESCUELA DE PSICOLOGIA DE PARIS
LA LOCURA DE JESUS
LA CELEBRE OBRA QUE HA PRODUCIDO MAS EMOCION EN EL MUNDO
Entretanto, algunos de sus deudos que no creían en El, con estas noticias
salieron para recogerlo, porque decían que había perdido el juicio.
SAN MARCOS 3, 21. Sagrada Biblia Católica
Agradezco a los sabios que han tenido la audacia de elogiar este libro o el
valor de no calumniarlo. Varios me han producido una agradable sorpresa; no
creía en verdad que una tesis como la mía pudiese ser aceptada por ninguna
persona de figuración en el mundo.
Charles Binet-Sanglé.
SOBRE ESTA VERSION ELECTRONICA
Claudio Di Gregorio
Asunción – Buenos Aires
Julio de 2016
claudg1950@yahoo.com
INTRODUCCION
Binet-Sanglé.
PREFACIO
LA ELECTRICIDAD
LOS AEROLITOS
“Decir que la tierra no es el centro del mundo, que no está fija, y que se
mueve con un movimiento continuo, es una proposición absurda y falsa en
filosofia y considerada teológicamente es por lo menos errónea en la fe”.
“Gaspar Borgia, Félix Centino, Guido Bentivoglio, Antonio Barberino,
Sandivo Zacchia, Martino Ginetti, “por la misericordia de Dios, Cardenales de la
Santa Iglesia Romana. Inquisidores generales especialmente diputados por el
Santo Ciclo Apostólico contra la perversidad herética”.
Sentencia pronunciada en nombre de la Congregación de la Inquisición el
21 de junio de 1633.
Venturi, Memorie, Lettre inedite finora o disperse di Galileo Galilei.
Módena, 1817—1821, t. II, p. 171-175.
LA CIRCULACION DE LA SANGRE
1° “Harvey quiere probar que la sangre pasa del corazén a las arterias y
que por las venas vuelve, siguiendo el mismo camino. hasta el corazón donde se
elabora, siendo llevada después por las arterias a la totalidad del cuerpo para ser
recibida de nuevo en las venas. (Confieso que he sonreido al leerlo; también he
admirado que una hipótesis falsa puede producir tal prodigio”.)
Jean Riolau, profesor de la Facultad de Medicina de París, decano del
Colegio de Francia. Opuscula anatómica, 1652, p. 357.
2° “Si M. Durger no sabe más que mentir y la teoría de la circulación de la
sangre, no sabe más que dos cosas de las que yo odio la primera y no me
convence la segunda, quidquid dixerit noster Authoropophagus. Si vuelve, la
conduciré por otros caminos más importantes en buena Medicina que la
pretendida circulación”. 8 enero 1650.
Primera parte.
LOS EVANGELIOS CANÓNICOS.
El método biológico en la historia.
Los documentos relativos a Jesús.
Valor histórico de los Evangelios canónicos.
Segunda parte.
LA HERENCIA DE JESÚS.
El judío Jesús.
El padre y la madre de Jesús.
Los hermanos y las hermanas de Jesús.
La tía y el primo hermano de Jesús.
Biología de la familia de Jesús.
Tercera parte.
PSICOLOGÍA DE JESÚS.
La constitución de Jesús.
El aparato digestivo de Jesús.
El aparato respiratorio de Jesús.
El derrame pleurítico.
El sistema nervioso de Jesús.
El aparato genital de Jesús.
Cuarta parte.
LOS CONOCIMIENTOS Y LAS IDEAS DE JESÚS.
Los conocimientos de Jesús.
Quinta parte.
EL DELIRIO DE JESÚS.
Generalidades sobre el delirio de Jesús.
Jesús, hijo de Iahvé.
Jesús, el Mesías.
Jesús confidente, intérprete y agente de Iahvé.
Jesús-Iahvé.
Jesús, víctima expiatoria.
Influencia de la sugestión sobre el delirio de Jesús.
Las alucinaciones de Jesús.
Caracteres generales de las alucinaciones de Jesús
Sexta parte.
LAS FACULTADES INTELECTUALES DE JESÚS.
La memoria de Jesús.
Asociación de las representaciones en Jesús.
La evocación de las imágenes en Jesús.
La imaginación constructiva en Jesús.
El razonamiento en Jesús.
Los accesos intelectuales de Jesús.
Séptima parte.
LAS EMOCIONES Y LOS SENTIMIENTOS DE JESÚS.
Las emociones de Jesús.
Los temores de Jesús.
Los afectos de Jesús.
Los odios de Jesús.
Octava parte.
LA MORAL DE JESÚS.
La moral de Jesús.
Reglas morales inspiradas por el odio.
Regla moral inspirada por el miedo.
Reglas morales inspiradas por la piedad.
Caracteres generales de la moral de Jesús.
Novena parte.
EL LENGUAJE DE JESÚS.
La logorrea.
La paralogia temática.
La embolofrasia.
Autoecolalia.
Incoherencia de lenguaje.
El abuso de los pronombres personales.
La autodesignación por la tercera persona.
La palabra autoritaria.
Las explosiones verbales.
El acceso de estupor con mutismo.
Décima parte.
LA ACTIVIDAD DE JESÚS.
Fisiología de la actividad mórbida.
Las cuatro impulsiones ambulatorias de Jesús.
El vagabundear de Jesús.
Generalidades sobre el vagabundaje de Jesús.
Los actos delirantes de Jesús.
Undécima parte.
EL PROCESO DE JESÚS.
Los acusadores y los jueces.
El proceso de Jesús ante la «Beth-Din».
El proceso de Jesús ante el Gran Sanhedrín.
El primer veredicto del Sanhedrín.
La orden de comparecencia.
La detención.
El segundo veredicto del Sanhedrín.
El proceso de Jesús en el Pretorio.
La ejecución.
Duodécima parte.
DIAGNÓSTICO DE LA LOCURA DE JESÚS.
Observación clínica de Jesús.
Jesús era un teomegalómano histeroide.
El caso de Jesús.
El caso de Guillermo Monod.
PRIMERA PARTE
CAPITULO PRIMERO
1
Fenómenos de telepatía y transmisión del pensamiento. - N. del T.
2
Binet-Sanglé. Experiences sur la transmision directe de la pensée.- Annales de
sciences psychiques, 1902. Binet-Sanglé. La fín du secret. París, Albin Michel,
1922.
3
En el curso de estas páginas conservamos el nombre con que los judíos
denominaban a Jesús de Nazareth. N. del T. (Estrictamente, “Ieschou” es
ortografía francesa; en castellano podríamos haber escrito “Ieshu”, pero nos
pareció aceptable respetar la ortografía del autor. Nota de CDG)
Durante veinte siglos los más eruditos consagraron su vida a esta clase de
trabajos, para llegar a las conclusiones siguientes:
1° Los semitas no sienten respeto por la verdad. En ellos, la imaginación
se sobrepone a la observación y se debe desconfiar de sus testimonios.
2° Los biógrafos de Jesús eran hombres ignorantes, poco inteligentes y
apasionados, que escribían con un fin de propaganda.
3° Muchos de los hechos que refieren están en contradicción con otros
hechos.
4° De sus relatos no poseemos más que copias; las más antiguas son
posteriores en unos 400 años al personaje que describen.
5° En consecuencia, “los evangelios no son utilizables para la historia de
Jesús”4. Este personaje es casi legendario, suponiendo que haya existido.
Tal es en efecto, la conclusión de Salomón Reinach, de Loisy y de otros
historiadores lo bastante imprudentes para comentar un caso de locura sin haber
estudiado patología mental5. Es como si yo diera mi opinión acerca de la tiara de
Saitapharnés o los grafitos de Glozel.
4
Salomón Reinach. Orpheus. París, 1909, p. 3.18.
5
“Es inconcebible, escribe Pinel, que personas extrañas a la Psiquiatría, cuyo
estudio ofrece tantas dificultades, aún para los que le consagran su vida, quieran
explicar teóricamente y sin haber observado locos, cuestiones puramente
patológicas. Los médicos alienistas de todos los países han protestado
enérgicamente, y con razón, contra esa intromisión ilógica de los filósofos y
jurisconsultos en una ciencia de la que no conocen los primordiales elementos”.
C. Pinel. De la monomanie. París, Labbe, 1856, p. 60.
6
Claude Bernard. Introduction à la métode expérimentale. París, Baillere, 1860,
págs. 118-119.
4° Eliminar como dudosos los actos que figuren en la observación, pero
que no figuren en las descripciones. No los elimino por engañosos. Estimo en
efecto que la mentira constituye la excepción, que el hombre se inclina
naturalmente a reconocer y afirmar la verdad y que un hecho no debe ser
considerado como imposible más que si está en contradicción formal y directa con
una ley perfectamente establecida. Los elimino como probablemente erróneos.
Así llego a la certidumbre científica.
En efecto, decir que un individuo pertenece a un tipo es decir que los actos
que se le atribuyen pueden reproducirse ante nuestros ojos y que basta, para verlos
reproducidos, observar un sujeto que corresponda al mismo tipo.
La certidumbre científica se obtiene por el siguiente silogismo: Tal tipo
biológico ejecuta ciertos actos; el sujeto estudiado ha ejecutado tales actos; por
lo tanto, el sujeto estudiado corresponde a este tipo. La premisa mayor puede ser
constantemente comprobada por la observación contemporánea, condición
necesaria y suficiente para la certeza científica.
Este es el método que he aplicado a la personalidad de Ieschou bar Iossef.
En la obra que estamos comenzando he restituido a los nombres propios su
forma original. La traducción de los nombres de los hombres es irracional. Cada
individuo constituye un ser definido y definitivo, al que no existe derecho para
modificar el nombre. A veces, la desinencia de su nombre indica la nacionalidad y
la raza, y permite comprender mejor los actos que se le atribuyen.
Con los nombres de los lugares no ocurre lo mismo. Los lugares
permanecen y se modifican en sus límites, en su naturaleza, en sus caracteres y en
su población. Es, pues, racional dar a los lugares los nombres que tienen en el
momento en que pasa la acción. Aquí los nombres serán los latinos, puesto que
Palestina estaba, en el tiempo de Ieschou bar Iossef, bajo la denominación
romana.
Los títulos de los capítulos de este libro acaso exciten la ironía en algunas
personas que no han leído jamás los Evangelios, que no tienen ninguna noción de
biología y que acaso quieren burlarse de un autor que pretende disertar acerca del
aparato digestivo o del aparato genital del que llamamos Jesús.
Pero no hay dos métodos en clínica y las divisiones lógicas usadas para la
claridad de las observaciones contemporáneas no pierden su valor; el enfermo
pertenece a la historia, y este enfermo es un dios.
CAPITULO II
I. –– La Tradición Evangélica.
A la mayor parte de los hombres de acción les repugna escribir. Los
exaltados y los energúmenos que toman parte en una campaña religiosa, si les
llega la hora de relatar sus impresiones, no lo hacen más que después de una gran
lucha o cuando la edad los obliga al reposo.
Durante veinte años, treinta acaso, los actos y las palabras del Nazareno no
fueron conservados más que en la memoria de iletrados como los que nos
transmitieron —intactos en su prosodia— los vedas, los poemas homéricos y los
poemas árabes, recogiendo aquellas tradiciones semíticas que toman, imprimen y
guardan como discos de fonógrafo, en sus memorias de místicos exaltados, con la
convicción profunda de que las palabras y los gestos que registraron eran las
palabras y los gestos de un dios.
7
Del mismo modo que, según la fonética francesa el nombre Ieschou se pronuncia
“ieshu”, “Khalpai” debería sonar “kalpé” (Nota de CDG)
conocemos más que el título, y veinte de las que no poseemos más que
fragmentos.
Entre ellas, citaré el Evangelio de los ébioním batanéano y el Evangelio
según los egipcios.
Los ébionim eran judíos místicos con voto de pobreza. Los de la Batanoea
habían conocido a la familia de Ieschou bar Iossef, afirmaban que su madre
Miriam (María), no era virgen, que él no era Dios y que había comenzado su
predicación a la edad de treinta años. Su evangelio no contenía ni su genealogía
davidiana, ni su concepción milagrosa, ni la huída a Egipto, ni la adoración de los
Magos. Dicho en otra forma, no contenía las leyendas que se introdujeron en los
evangelios canónicos.
Por su parte, el Evangelio según los egipcios, escrito en arameo hacia el
150, atribuía a Ieschou bar Iossef palabras incoherentes.
Hay, fuera de los evangelios, otros escritos relativos a Ieschou bar Iossef y
a su familia, que poseemos completos. Entre otros:
1.–– La Doctrina de Addai, labor de los sirios en el siglo IV, compuesta
según un relato de Laboubna bar Sennak, escriba de Abgar, llamado El Negro, rey
de Edessa del 13 al 50, texto conservado en los archivos de la villa. Se encuentra
en este documento:
1° Una carta de Abgar a Ieschou bar Iossef, donde el reyezuelo hace alusión a
la pretendida parentela del teomegalómano con Iahvé (Jehová), a sus
curaciones, a la persecución de que fué víctima por parte de sus compatriotas
y en cuya carta ruega venga a Edessa para curarlo de una enfermedad.
2° En la contestación de Ieschou bar Iossef a Abgar, el teomegalómano le
habla de su ascensión futura, de la salvación de los que tienen fe en su
divinidad y anuncia al reyezuelo que le envía uno de sus discípulos para
curarlo.
2.–– El Toldos Ieschou, obra hebrea del siglo II. Se lee en ella que Ieschou
era en su infancia extremadamente orgulloso; que se decía hijo de Iahvé; que
curaba a los enfermos; que fué sometido a un interrogatorio por los judíos; que
hizo, montado sobre su asno, una entrada triunfal en Jerusalén; que fué condenado
a muerte por el Gran Sanhedrín, azotado, coronado de espinas, crucificado; que
bebió vinagre estando en la cruz; que su cadáver desapareció, siendo causa de que
sus discípulos creyeran que había resucitado y subido a los cielos.
3.–– Dos pasajes de Iossef ben Matthía, llamado Flavius y por
sobrenombre Flavius Josephus, que cuenta, en uno la muerte de Iaákob bar Iossef,
“hermano de Ieschou, llamado el Mesías” ”, y hace alusión, en el otro, a las
curaciones y a la crucifixión del teomegalómano.
4.–– El Evangelio según Iohanan, llamado Marcos (San Marcos).
5.–– El Evangelio de Iohanan bar Zébadya (San Juan).
6.–– El Evangelio según Lévi bar Khalpaí, llamado Matías (San Mateo).
7.–– El Evangelio de Lucas (San Lucas).
Estas cuatro últimas biografías están comprendidas en el más antiguo
canon de los relacionados con Ieschou bar Iossef, canon compuesto hacia el 170.
El concilio de Laodicea, convocado por el papa Silvestre (270-337), y el
de Cartago, en 397, los reconocieron como exactos y de la mayor autoridad.
Esta decisión fue confirmada por un decreto del papa Gelasius I,
autorizado el 494 durante la celebración de otro concilio de sesenta y seis obispos.
La mayor parte y los más autorizados de los exégetas laicos estiman que
aquellos eclesiásticos juzgaron bien y que los cuatro evangelíos canónícos son
documentos serios.
8
San Matías.
del Antiguo Testamento revelan un gran místico.
Después de haber sido discípulo de Iohanan el Bautizador (conocido por
San Juan Bautista), abandonó a su familia para seguir a Ieschou bar Iossef, siendo
uno de sus tres confidentes, designándose a sí mismo con esta expresión
característica: “el discípulo bien amado de Ieschou”9.
Después del suplicio del teomegalómano, Iohanan se reúne a la madre de
aquel y es uno de los jefes de la secta de Jesús, siendo reducido a prisión,
vapuleado y desterrado a la isla de Pathmos. Más tarde va a Samaria para
transmitir el “Espíritu de Dios” a los nuevamente convertidos, y murió en Efeso
hacia el año 98.
Después de la publicación de los evangelios sinópticos ––escribe Teodoro
de Mopsuestia–– los fieles vivieron en Asia, estimando el testimonio del
bienaventurado Iohanan sobre el Evangelio más digno de fe que el de los otros, en
razón de que había estado con Jesús desde el principio, aún antes que Matías, y de
que había disfrutado de una gracia más grande por efecto del amor. Los fieles
llevaron los libros de Iohanan y quisieron escuchar su opinión de sus propios
labios. Iohanan ilumina a los que le habían escrito en cuanto a su veracidad: dice
que pocas cosas habían sido omitidas para ellos; que los milagros más esenciales
habían sido relatados y que respecto de las enseñanzas había poco que decir. En
seguida declaró que no había querido omitir las cosas que se habían contado
respecto de la vida del Mesías encarnado, pero que no ocurría lo mismo con lo
relativo a la divinidad.
“Los hermanos le hicieron la petición de que los dirigiese cuidadosamente
en las cosas más necesarias para aprender y que faltaban en los otros, y así lo
hizo10”.
El hecho está confirmado en estos términos por Eusebios: “Iohanan sólo
había predicado de viva voz. Al fin escribió y he aquí el motivo. Se cuenta que el
apóstol recibió los tres evangelios compuestos anteriormente; todos los tenían ya
y él los aceptó asegurando que contenían la verdad. Sólo faltaba en el relato, la
exposición de lo que había hecho el Mesías al comienzo de su predicación...11”.
Iohanan bar Zébadya redactó su biografía en Efeso entre el 80 y el 90.
Según él, Ieschou bar Iossef es el hijo de Iahvé y es el Mesías. Trata de
probarlo y recarga su relato de pláticas teológicas.
Al igual que el evangelista según San Mateo, ve predicciones mesiánicas
en pasajes del Antiguo Testamento donde para nada se trata del Mesías; al traducir
el pasaje de Zékarya (Zacarías) del salmo LXIX lo plaga de inocentes
contrasentidos. Abusa de la alegoría y del símbolo. En un acceso de delirio,
Ieschou bar Iossef había dicho, hablando del templo de Jerusalén: “Destruid ese
templo y lo volveré a levantar en tres días 12”; Juan asegura que él quiso hablar del
templo de su cuerpo.
A pesar de sus defectos, que han señalado muchos críticos, este Evangelio
es un precioso documento. Eirenaios (llamado San Irineo) discípulo de
9
Evangelio de San Juan. XIII.
10
Commentaire sur le Nouveau Testament, Patrologiae cursus completus. París,
1859. (Binet-Sanglé probablemente se refiera al libro Patrologiae cursus
completus editado por Jacques-Paul Migne entre 1844 y 1859. Nota de CDG)
11
Eusebios, llamado San Eusebio: Histoire de l'Eglise. III, XXIV.
12
Evangelio de San Juan, II.
Polikarpos, que era a su vez discípulo de Iohanan bar Zébadva, no dudó jamás de
su autenticidad y muchos Padres de la Iglesia lo colocan por encima de los
sinópticos. Se lo acusa de haber inventado los discursos que atribuye a Ieschou
bar Iossef, pero, lejos de inventarios, no los ha entendido. Las explicaciones que
da son la prueba cierta de esto.
Además, esos discursos son idénticos a los que emplean actualmente los
teomegalómanos. Yo he llegado a creer, ante sus indudables características, que
Iohanan bar Zébadya escribió al dictado de Ieschou bar Iossef, como María
Evangelista escribió bajo el dictado de Juana de la Cruz.
Ewald estima que este evangelio contiene “la historia más pura” 13 del
Nazareno y Schleiermacher lo considera como “un evangelio de oro”, “un templo
y una columna de verdad14”.
Desde el fin del siglo II, la recopilación de los cuatro evangelios es
reconocida como histórica por todos los fieles.
Hechos en hojas de papito con una caña, se multiplicaron rápidamente. Al
fin del siglo II había sesenta mil ejemplares en circulación. Este gran número de
copias y la lectura pública que se hacía en las iglesias tendía a preservar de
cualquier interpolación estas preciosas biografías.
13
Ewald, Geschischte Christus, 2a ed. I. t. Págs. 127-128.
14
Schleiermacher. Homélies sur l'Evangile de Saint-Jean. Berlin.
15
Tacitus. Anales, XV.
que se hacía llamar hijo de Dios; su bautismo por Iohanan bar Zébadya (San Juan
Bautista); la alucinación de la paloma; la tentación del espíritu maligno; las
curaciones de ciegos, de cojos y de paralíticos; de los doce apóstoles; de la
negación de Schiméon bar Iona, llamado Petrus (San Pedro): de la traición de
Iehouda bar Schiméon (Judas), y de los diversos incidentes que siguieron a la
condena: prisión, flagelación, y al momento de acercarle a los labios la esponja
empapada en vinagre.
Estos fragmentos de Celsus son como un resumen de los evangelios
canónicos.
CAPITULO III
Los evangelios canónicos, que los cristianos tienen por “libros sagrados”,
son en realidad biografias escritas con un fin de propaganda religiosa.
Son obra de hombres ignorantes, poco inteligentes, sencillos, apasionados
y, en suma, muy inferiores a los más humildes campesinos. No son obra de
novelistas, ni poetas. No tienen desde luego ningún valor literario. Los
evangelistas relatan como niños; no precisan nada —“en aquella hora”, “en aquel
día”. “en aquel tiempo”— yuxtaponiendo los hechos sin cuidarse de la
cronología, contando dos veces las mismas anécdotas, y descuidando las
transiciones.
Si hubieran inventado a Ieschou bar Iossef, lo habrían hecho descendiente
de David, rey, el Mesías triunfador anunciado por los profetas y no hijo de un
carpintero, un vagabundo, un herético condenado a muerte por el Gran Sanhedrín
y puesto en la cruz por orden del procurador del César.
No habrían confesado que sus parientes y los jerusalemitas lo tenían por
loco; que había negado el signo del cielo que se le reclamó como prueba de su
mesianidad, y que no había podido hacer el milagro de Nazaret. En fin, no habrían
mostrado al pretendido hijo de Dios sufriendo hambre, fatiga, tristeza, odio y
cólera; todas las debilidades de los hombres.
¿Cuál podía ser el motivo y el fin de semejante invención? ¿El interés, la
explotación de la fe en lo maravilloso? La ingenuidad de los evangelistas hace
desechar esta hipótesis.
¿El orgullo, el deseo de llamar la atención sobre sí mismos? Los
evangelistas, a excepción de Iohanan bar Zébadya, que lo hace de una manera
discreta, evitan aparecer en escena.
¿La maldad, el deseo de engañar a los lectores? El estilo de los
evangelistas es el de hombres tristes, dulces y devotos.
Esto no significa que sus biografias no contengan hechos históricos, o que
los hechos históricos que contienen sean narrados con perfecta exactitud.
Ignorantes y místicos, los evangelistas estaban predispuestos a todas las
sugestiones del error, pero sobre todo eran melancólicos y apáticos a las
sugestiones negativas.
Añadieron poco, más bien extractaron, pasando en silencio muchos
pormenores que sabían acerca de la familia de Ieschou bar Iossef y su infancia.
Estos detalles habrían perjudicado las apoteosis y los suprimieron sin
remordimiento.
Los errores de interpretación, la debilidad y las alteraciones de los
recuerdos, la sugestibilidad, lo deleznable del razonamiento, la falta de sentido
crítico y el entusiasmo fecundo por los milagros pudo determinar en ellos una
ampulosidad, una deformación inconsciente de los hechos circunstanciales que no
ha modificado en nada la estructura de las historias.
Las leyendas añadidas acerca de las biografías de Ieschou por esos devotos
de que habla Celsus —que se permitían “refundir y transformar, frecuentemente,
el texto primitivo del Evangelio, a fin de huir de las reflexiones”— es fácil
distinguirlas de lo histórico. La reseña de Celsus implica el concepto histórico
global de estas biografías.
“Sin duda —escribe Cohen— hay que separar en los evangelios el
entusiasmo y las disposiciones de espíritu de cada uno de los evangelistas.
Después de la muerte de Jesús, los Evangelios fueron redactados según los hechos
más o menos fielmente recordados por sus discípulos: se han deslizado errores a
sabiendas, a causa sin duda de las amplificaciones y exageraciones que han
aportado las leyendas en detrimento de la historia, pero el fondo del relato y los
principales sucesos son evidentemente exactos y, salvo los detalles accesorios y
las divergencias de forma, se puede asegurar que están completos en cada uno de
los cuatro evangelios16”.
La existencia real de Ieschou bar Iossef está probada no solamente por el
carácter de los evangelios canónicos, sino también por el carácter de los escritos
que se publicaron durante el período de formación de la Iglesia, como las
epístolas de Schaul, llamado Paulos (San Pablo), escritos “en los que el relato
sería completamente inconcebible si los hechos transcritos no hubieran sido
precedidos por una realidad histórica semejante, por lo menos en líneas generales,
a la que nos ha sido descripta por los narradores evangélicos17”.
Renan, emocionado, al visitar Palestina, de acuerdo con lo dicho por los
textos, con lo visto en los lugares que recorrió y con la armonía del ideal
evangélico, en el paisaje galileo, escribe en 1867:
“Supongamos que hace quince o veinte años tres o cuatro soldados, de los más
viejos del Imperio, se hubieran puesto cada uno por su parte a escribir la vida de
Napoleón, valiéndose únicamente de sus recuerdos sobre el Emperador. Es
evidente que los relatos adolecerían de numerosos errores y grandes
discordancias. Uno de ellos pondría Wagram antes de Marengo; otro diría, sin
duda, que Napoleón echó de las Tullerias a Robespierre; un tercero omitiría las
expediciones más importantes. Pero una cosa resultaría ciertamente verídica de
estos sencillos relatos: el carácter del héroe, la impresión que producía en los que
lo rodeaban. En este sentido, estas historias populares valdrían más que una
historia solemne y oficial. Se puede decir lo mismo de los evangelios18”.
Y respondiendo a los que se dejan sugestionar por la leyenda, dice: “Si no
conociéramos a Francisco de Asís más que por el libro de las Conformidades,
16
S. Cohen. Les déicides. París, Lévy, 1864, pág. 21.
17
Albert Reville. Jesús de Nazaret, Eischbacher, 1897. I, p. 2.60.
18
Ernest Renan. Vie de Jesús. París, Michel Lévy, 13a edición, 1687. Introduction
XC.
podríamos decir que es una biografía escrita a priori, para demostrar la realidad
de un tipo preconcebido. Sin embargo, Francisco de Asís existió ciertamente. Alí,
entre los escitas, ha resultado un personaje totalmente mitológico. Sus hijos,
Hassan y Hoissein, son personas reales. El mito se funda frecuentemente en un
hecho histórico19”.
Por otra parte, si no tenemos hoy más que pruebas morales de los
evangelios canónicos, no ocurría lo mismo en tiempo de Constantinus. El campo
de investigación de los que querían comprobar estos relatos estaba entonces —
escribe Eduardo Mitchell— “reducido a un lapso de tiempo que no pasaba de
ciento cincuenta años, es decir, a un intervalo sobre poco más o menos igual al
tiempo que ha pasado desde 1620, época en la cual los puritanos desembarcaron
en América y fundaron la Nueva Inglaterra.
¿Cómo saben hoy los americanos que los diversos incidentes relacionados
con el establecimiento de los colonos ingleses, de los que ellos son descendientes,
no son un mito? Al considerar tal pregunta, el espíritu se detiene ante la idea de
que una nación no puede estar engañada en cuanto a los hechos que se relacionan
con sus orígenes, sobre todo cuando estos hechos no se remontan más que a dos
siglos y medio de antigüedad. Los americanos aún muestran hoy la roca sobre la
que desembarcaron los puritanos, las casas y las fortalezas que construyeron, los
registros y los documentos oficiales que redactaron. Sus tumbas han sido
conservadas y millares de personas han leído las inscripciones, que se distinguen
todavía sobre las lápidas: en fin, relatos de familias corroboran que existen
estrechas relaciones entre ellos y la multitud de individuos que habitan hoy el
continente americano. He aquí las pruebas demostrativas, de manera evidente, de
la veracidad y autenticidad de los relatos de la historia 20”. Los contemporáneos de
Constantinus poseían pruebas de este género. También Eirenayos pudo escribir
hacia el año 167: “La verdad evangélica es de tal evidencia que los herejes le
rendían culto, sirviéndose cada uno de ellos, de nuestros escritos para apoyar su
propia doctrina21”. Efectivamente, Celsus, Malk, llamado Porphyrios, y Hierokles,
potentes adversarios del cristianismo, no soñaron en contrastar el valor histórico
de los hechos principales, base de los evangelios. Sus escritos no dicen una
palabra del origen místico del relato evangélico. Este descubrimiento del mito
estaba reservado al espíritu penetrante de los metafisicos del siglo XIX22”.
Roehrich resume el debate en estas cuatro líneas:
“Si se tuvieran para los libros antiguos o modernos las exigencias que se
tienen para el Nuevo Testamento la historia estaría aún por hacer, a falta de
testigos seriamente contrastados; estaríamos todavía en la edad mitológica23”.
Yo médico, podría dirigirme a estos especialistas en materia de exégesis y
atenerme a sus argumentos.
No usaré este fácil procedimiento, porque mi convicción descansa menos
sobre estas pruebas que sobre otras, que me son personales y que llamo las
pruebas biológicas de la veracidad de los evangelios canónicos.
19
Ernest Renan. Les Evangiles, París, Calmann-Lévy, 1877, p. 87.
20
Edouard C. Mitchell. Les sources du Nouveau Testament. París, Grassart, p. 10.
21
Eirenayos, llamado San Irineo. Contre les hérésies.
22
Edouard C. Mitchell, loc. cit., p. 58.
23
Edouard Roeherich. La composition des évangiles. París, Fischbacher, 1897, p.
490.
He aquí en lo que consisten:
Nos encontramos ante el dilema siguiente:
“Los evangelios canónicos son obra de historiadores, de biógrafos, que
observaron realmente los hechos relacionados con ellos, o son simplemente
creación de sus narradores”.
Examinando la segunda hipótesis podemos afirmar que “si los evangelios
fueron creados por sus narradores, éstos no pueden ser otra cosa que médicos,
neurólogos o alienistas”. En efecto; si estos narradores no fueran médicos y
alienistas, ¿cómo podrían saber?:
Que los judíos están predispuestos a locuras de carácter degenerativo y
especialmente a la teomegalomanía de tipo histeroide;
Que la degeneración da lugar en algunas familias a la aparición de tipos
desiguales;
Que la locura de carácter religioso se desarrolla sobre todo entre la gente
del campo y, muy particularmente, en los que habitan en países montañosos, poco
frecuentados, escasamente civilizados y muy ricos en vinos;
Que los teomegalómanos pertenecen casi siempre a la clase obrera;
Que la locura de carácter religioso da lugar a epidemias familiares; que es
un fenómeno que se repite frecuentemente entre hermanos, y que en este caso se
presenta con caracteres diferentes y muy determinados en el sujeto activo y en el
sujeto pasivo?
¿Cómo narradores que no fueran médicos y alienistas hubieran podido
saber que los degenerados místicos son en general débiles de constitución?
Que están sujetos a accesos de sitiofobia;
Que tienen ideas de automutilación sexual o parasexual y que
frecuentemente las ejecutan;
Que a veces se comprueba en ellos un fenómeno conocido con el nombre
de ataque de éxtasis y que este fenómeno aparece en medio de un ataque de
angustia y puede ir acompañado de alucinaciones;
Que la tuberculosis es frecuente en los degenerados místicos;
Que si se abre con una lanza la pared torácica de un sujeto que tiene un
derrame pleurítíco de naturaleza tuberculosa, sale por la herida un exudado
compuesto por la mezcla de sangre y agua;
Que un sujeto que tiene un derrame pleurítico no puede llevar una cruz un
poco pesada, y que si lo crucifican morirá con mayor rapidez que un sujeto en
perfecto estado de salud;
Que los crucificados tienen sed, y que si se les da de beber puede
producírseles la muerte por síncope al ingerir el líquido?
¿Cómo narradores que no fueran médicos y alienistas hubieran podido
saber que los teomegalómanos son generalmente muy sugestionables, y
pertenecen a una familia devota acostumbrada a las lecturas místicas?
Que el producto de sus lecturas y de las sugestiones que rodean sus ideas
son la base de su delirio;
Que los primeros síntomas de las paranoias se presentan con mayor
frecuencia en la pubertad;
Que nada es más propio para provocar una crisis de hebefrenia mística que
las fatigas de una peregrinación;
Que el teomegalómano sufre a veces la acción de otro loco religioso, como
le ocurrió al Mesías con Iohanan el Bautista;
Que se cree uno de los personajes ilustres de su época; el instrumento, el
enviado de Dios y a veces su hijo; que puede creerse Dios y rey al mismo tiempo,
todopoderoso e inmortal;
Que ideas megalomaníacas tales como reconstruir un templo en tres días,
calmar una tempestad, mandar en las nubes, instituir el Reino de Dios y salvar al
mundo son en él frecuentes hasta la exageración;
Que tiene alucinaciones visuales, exoauditivas, kinestésicas, verbales con
automatismo, aeroplánicas, siendo las visuales altas, luminosas, escénicas y
agrupándose, a veces, de tal manera que constituyen el síndrome llamado
demonomanía externa?
¿Cómo narradores que no fueran médicos y alienistas hubieran podido
saber que el teomegalómano aprende y cita de memoria pasajes de obras místicas
relacionados con su delirio;
Que, en momentos de agotamiento, en él se observan con frecuencia
asociaciones verbales e incoherencia;
Que le agradan la analogía, la alegoría y la parábola; que su imaginación
es muy difusa y que emplea sobre todo imágenes visuales;
Que razona por hipertimia, partiendo de premisas falsas y sin emplear el
razonamiento de justificación.
¿Cómo los narradores que no fueran médicos y alienistas hubieran podido
saber que la paranoia religiosa se desarrolla, la mayoría de las veces, sobre terreno
melancólico?
Que el teomegalómano es pusilánime; está sujeto a ideas de persecución;
que disimula su delirio frecuentemente y que el miedo puede provocarle accesos
de estupor con mutismo;
Que es extremadamente orgulloso;
Que no quiere más que a sí mismo y a los que creen en él;
Que odia, con odio feroz, a los que niegan su naturaleza divina; que la
contradicción sobre este punto provoca en él furores pasajeros, en los que puede
proferir injurias, ejecutar violencias, volcar mesas o pegar;
Que padece insomnios alucinatorios y accesos de sueño paroxísticos o
letargia;
Que ejecuta comúnmente actos absurdos, tales como maldecir una higuera
o azotar el aire;
Que abandona todos los días su trabajo y su familia con el fin de hacer
reconocer su divinidad, dedicándose a un vagabundaje cómico interrumpido por
impulsiones ambulatorias?
¿Cómo habrían podido crear, con la ayuda de observaciones fragmentarias,
un tipo de tan perfecta homogeneidad?
Si los evangelistas son los inventores de estas narraciones, son
seguramente médicos que conocen admirablemente la patología nerviosa y
mental.
“En la época en que fueron escritos los evangelios, la patología nerviosa
y mental no se conocía. Los evangelistas no pueden, por tanto, ser creadores de
narraciones”.
Ellos son —como han dicho bien los Renan, los Pressensé, los Réville, los
Stapfer, los Wabnitz— historiadores, biógrafos: “a mi manera de ver, buenas
gentes que vieron evolucionar, sin comprender la naturaleza, un caso de
teomegalomanía histeroide y describieron sencillamente lo que vieron”.
Reflejados los hechos a través de cerebros poco desarrollados, imbuidos
de sus opiniones, de sus concepciones y de sus tendencias, la verdad no por esto
nos llega menos clara y no nos impide reconstituir la personalidad de Ieschou bar
Iossef.
La tarea es ciertamente más fácil que la emprendida por Georges Cuvier
cuando reconstituyó los animales antediluvianos con la ayuda de algunas
osamentas.
Nos esforzaremos en llevarla a buen término basándonos únicamente en
los textos de los cuatro evangelios admitidos por la Iglesia, dando —cuando haya
alguna contradicción entre ellos— la preferencia al evangelio de San Marcos,
ayudándonos de las conquistas de la biología y dejando a un lado los pretendidos
milagros.
SEGUNDA PARTE
LA HERENCIA DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
EL JUDIO JESUS
24
Evangelio de San Juan, IV.
25
Evangelio de San Juan, XVIII.
flexibilidad, la reserva, el respeto a la ley y a la fuerza, pero este miedo sabe
dominarlo y vencerlo y por eso en ocasiones resulta un héroe.
En el punto de vista intelectual, tiene la evocación rápida del recuerdo, el
espíritu de las palabras, la utilidad y el sofisma26.
En Ieschou bar Iossef encontraremos estos caracteres.
Todos los alienistas señalan la predisposición del judío a la locura.
Las locuras que predominan en él son las de degeneración, las paranoías y
especialmente la locura moral, la megalomanía y la teomegalomanía. La paranoia
es la hipertrofia de una tendencia, de una pasión crónica complicada con la
reacción delirante.
El orgullo y el misticismo son los principales rasgos del carácter del judío.
En lo que concierne a la teomegalomanía, su frecuencia se encuentra en
todas las variedades de la raza semítica, de Siria a Marruecos.
Se ha pretendido que la predisposición de los judíos a la locura es
resultado de las persecuciones que han tenido que sufrir y de las preocupaciones
inherentes a las profesiones que eligieron.
Pero basta repasar la Biblia para convencerse de que esta predisposición es
muy anterior a los excesos del cristianismo contra ellos y a la especialización de
los judíos en el comercio del dinero. Todos los profetas fueron psicópatas
alucinados.
Schémoüél (Samuel) se creyó el intérprete, el agente de Jahvé. Sufría
alucinaciones verbales. Estranguló a Agaz, rey de Amalek27.
Gad, Nathan, Ahiya el Sehilonita, Jechouben-Hanani oyeron la palabra
divina.
El famoso Eliyahou (Elías) era un teomegalómano alucinado, sujeto a
impulsos homicidas28.
Elischa ben Schaphat (Eliseo) presenta la hipersugestibilidad del delirio
alucinatorio, accesos de ecolalia y de ambulomanía29.
Cidkya ben Kenaána (Sedecías), consultado por los reyes de Ichonda y de
Israel antes de emprender la expedición contra los Arameos, se engalana con unos
cuernos de hierro; “con esto ––les dice–– llegaréis hasta la exterminación de
Aram”. Lo contradijo otro profeta y “lo golpeó en la mejilla” 30. Veía a Jahvé y
escuchaba su voz.
Oschéa (Osés) recibió de Iahvé la orden de casarse con una prostituta y
tener niños con nombres simbólicos que explicasen la ruptura y la reconciliación
de Iahvé con los judíos.
Yeschayahou (Isaías) y Cefanya (Sofonías) oyeron a Jahvé dirigirles la
palabra. Cefanya vió un día que Dios se le aparecía entre el humo del altar.
Cuando Ezra (Esdras) llegó a Babilonia leyó al pueblo la ley de Jahvé
recompuesta durante el destierro; la prolija enumeración de las faltas y de las
26
Ver en la Grande Encyclopedie el artículo Juiƒs, en el que Teodoro Reinach
juzga a esta raza con imparcialidad, aunque sin hacer resaltar las cualidades que la
hacen una raza superior por la inteligencia, la actividad, la paciencia, la actividad
instintiva o reflexiva y la generosidad.
27
Binet-Sanglé, Les Prophetes Juifs. París, 1905.
28
Binet-Sanglé. Le prophete Elie. Archives d'anthropologie criminelle.
29
Binet-Sanglé. Le prophete Elísée. Archives d'anthropologie criminelle, 1905.
30
Rois, I, XXII.
expiaciones, las amenazas explicadas en algunos capítulos, suscitaron entre la
multitud el mismo efecto nervioso que los preceptos y las maldiciones del
Deuteronomio habían producido antes, y rompió a llorar y las manifestaciones de
desesperación fueron tales que Esdras hubo de ocuparse con sus lugartenientes en
calmar a toda aquella gente 31.
¿A qué es debida esta fragilidad del sistema nervioso?
Según mi opinión, al alcoholismo, tan maldecido por los profetas; al abuso
de los vinos generosos de Palestina. El uso inmoderado del alcohol durante
muchas generaciones altera el sistema nervioso de las razas de una manera
definitiva, de suerte que la sobriedad recuperada es impotente para sustituir el
equilibrio original que se perdió.
CAPITULO II
31
Maspéro. Histoire ancienne de l'Orient classique. París, Hachette, 1895-1899,
p. 738.
32
Los judíos no usaban el nombre de familia. Para distinguirse entre ellos,
añadían a su nombre el del padre, intercalando entre ambos la partícula ben si
hablaban en hebreo o la partícula bar si hablaban en arameo. Las dos partículas
sìgnìficaban “hijo de”.
33
Evangelio de San Lucas.
34
Evangelio de San Lucas.
35
Evangelio de San Lucas.
“Su madre guardaba todas sus cosas en su corazón36”.
Hacia los treinta años abandonó a su familia y se lanzó a recorrer los
campos diciendo que era el Mesías, exponiéndose a caer de lleno en los artículos
de la ley judía relativos a los falsos profetas y en los artículos de la ley romana
relacionados con los agitadores políticos.
Entonces, temiendo que pudiera sufrir la suerte del agitador galileo
Iehouda (de Gamala), cuyo fin trágico aún se recordaba, Miriam marchó en su
busca acompañada de sus otros hijos, pues ya no tenían duda acerca del estado
mental del fugitivo.
Informados de sus actos, sus parientes, su madre y sus hermanos 37 se
pusieron en camino para alcanzarlo porque lo creían fuera de la razón38.
El alienado no quiso recibirlos.
Más tarde, comprobado su éxito y viéndolo vivir a costa de sus discípulos,
estas pobres gentes trataron de aprovecharse de las limosnas, en su calidad de
parientes del Mesías. Pero él tuvo buen cuidado de apartarlos de su lado; su
presencia podía hacer dudar de su filiación divina. Por eso encontramos a Miriam
en situación de inferioridad en las bodas de Caná.
“Hubo una boda en Cana en Galilea y la madre de Ieschou estaba allí.
Ieschou fué también invitado con sus discípulos. Faltó el vino y la madre de
Ieschou le dijo: “no tienen vino”.
––¿Qué hay mujer, entre tú y yo? ––le respondió Ieschou––. Mi hora no ha
llegado aún.
Pero la madre dijo a los criados:
––Haced cuanto él os mande39.
Ieschou, que se creía hijo de Jahvé, negó así a Miriam como madre,
llegando también sus discípulos a despojarla de ese título. No es más que la madre
de sus otros hijos, “la madre de Jaákob” 40 o “la madre de Iossef”41 o “la madre de
Jaákob el Pequeño y de Iossef” 42. A veces se la distingue de su cuñada Miriam
Khalpai y de una vulgar prostituta Miriam la Magdalena denominándola “la otra
Miriam”43. Ella acepta este papel humillante y la encontramos en Capharnahum
en compañía del Mesías.
Después baja a Capharnahum con su madre, sus hermanos y sus discípulos
y permanece allí unos días, porque la Pascua de los judíos está próxima, y marcha
a Jerusalén44. Repudiada Miriam en la hora del triunfo, se la encuentra luego al
pie de la cruz.
“Cerca de la cruz de Ieschou están su madre y la hermana de su madre
Miriam Kalphai, y Miriam la Magdalena”45.
“Miriam la Magdalena y Miriam, madre de Iossef (es la madre de Ieschou)
36
Evangelio de San Lucas.
37
Evangelio de San Lucas, VIII.
38
Evangelio de San Marcos. III.
39
Evangelio de San Juan, I.
40
Evangelio de San Marcos, XV.
41
Evangelio de San Mateo, XVII.
42
Evangelio de San Mateo, XVIII.
43
Evangelio de San Mateo, XVIII.
44
Evangelio de San Juan, II.
45
Evangelio de San Juan, XIX.
miran donde lo meten”46.
Iossef (de Arimatea) se apodera del cuerpo, lo envuelve en un lienzo y lo
deposita en un sepulcro nuevo que había tallado en la roca; después rodó una gran
piedra hasta la entrada de la tumba y se fué. Alli se quedaron Miriam la
Magdalena y la otra Miriam (la madre de Ieschou) sentadas enfrente del
sepulcro”47.
Querían, siguiendo la costumbre judía, besarlo, cerrarle los ojos, lavarlo,
perfumarlo, cubrir su cara con un sudario, liarle con vendas las manos y los pies,
pero era el día de la fiesta y ese día, todo trabajo, aunque fuese el de envolver un
cadáver, estaba prohibido con pena de muerte por la ley judía.
Miriam vuelve a Jerusalén y va con sus otros hijos, como prescribe la ley, “a
saludar a los jueces y los testigos, para demostrar que no protestan y que
reconocen la justicia de la sentencia”48.
“Después de la fiesta, al alborear el primer día de la semana, se vió a
Miriam la Magdalena y a la otra Miriam (la madre de Ieschou) visitando la
tumba”49.
“Y cuando la fiesta hubo pasado, Miriam la Magdalena, Miriam, madre de
Jaákob (es la madre de Ieschou) y Schalomé compraron aromas para
embalsamarlo”.
“Al despuntar la mañana del primer día de la semana, llegaron al sepulcro,
cuando salía el Sol, diciéndose ¿quién nos quitará la piedra que hay a la puerta del
sepulcro?”.
“Pero al mirar, vieron que la piedra estaba quitada y que era
extremadamente grande”.
“Entraron en la cueva y apercibieron un joven vestido de blanco que
estaba sentado a la derecha”. (Sin duda un levita puesto allí por el Gran Sanhedrín
para impedir el embalsamiento del cadáver del blasfemador, cosa prohibida por la
ley judía, y para hacer que los discípulos galileos se volviesen a su país). Aquél
les dijo:
“No os molestéis; buscáis a Ieschou; el Nazareno que fué crucificado ha
resucitado y no está aquí. Ese es el sitio en que lo enterraron. Marchad a decir a
sus discípulos y a La Piedra (San Pedro): El os precede a Galilea, allí lo veréis
como os ha prometido”.
Y en seguida, abandonando el sepulcro, las mujeres se marcharon
temblando y poseidas de espanto. No dijeron nada a nadie porque tenían mucho
miedo50.
¿Qué fué de la madre de Ieschou después de estos acontecimientos?
En el momento que arrestaron al teomegnlómano sus discípulos huyeron.
Después de la crucifixión se los encuentra en Jerusalén.
“Y cuando volvieron ––dice Lucas en los Actos de los apóstoles––
subieron a la habitación acostumbrada La Piedra, Johanan, Matthia, Jaákob bar
Khalpai y Schiméon y Jehouda bar Jaákob y todos perseveran unánimemente en
46
Evangelio de San Marcos, XV. 1
47
Evangelio de San Mateo, XXVII.
48
Mischna, Sanhedrín, VI, 10.
49
Evangelio de San Mateo, XVIII
50
Evangelio de San Marcos, XVI.
la oración con las mujeres y Miriam la madre de Ieschou y los hermanos de
éste51”.
Miriam siguió viviendo con los discípulos de su hijo.
CAPITULO III
LOS HERMANOS Y LAS HERMANAS DE JESUS
1.-Los Hermanos
Cuando, en la sinagoga de Nazareth, Ieschou bar Iossef declaró que era el
Mesías anunciado por los profetas, los oyentes gritaron:
“¿No es el carpintero, el hijo de Miriam y hermano de Iaákob, de Iehuda y
de Schimêon?”52.
Ieschou tenía, pues, cuatro hermanos. El evangelista San Lucas habla de
un “primogénito”53 de Miriam.
Los que eran sanos de espíritu no se hicieron la menor ilusión sobre la
verdadera naturaleza de sus propósitos y de sus actos.
¿Cómo podían dar fe a su misión divina? Este pretendido Mesias no
descendía de David ––lo sabían bien–– no provocaba ningún fenómeno cósmico
de los signos del cielo, ni de las revoluciones sociales que la leyenda atribuye al
libertador. Pero en cambio anda errante por los campos, apostrofa a los jueces y a
los fariseos.
Se dirige a la multitud y comienza a llamar la atención de la policía
herodiana.
Todo esto podía terminar mal para él y redundar en perjuicio de ellos. Por
eso abandonan Nazareth, en compañía de su madre y se ponen en camino para
Capharnahum, donde Ieschou residía, con el propósito de conducirlo a la casa
materna y encadenarlo, como era costumbre en aquel tiempo hacer con los locos
peligrosos.
“Informados de sus actos, sus parientes ––su madre y hermanos 54 se
pusieron en camino para cogerlo, porque lo suponían falto de razón”55.
Poco después decía él en la sinagoga de Nazareth:
“Un profeta sólo es despreciado en su patria, entre sus parientes y en su
casa”56.
San Juan cuenta un incidente en el que alguno de los hermanos profiere
palabras ridiculizándolo y, desesperando de llegar a buen término, alejándolo de
Galilea para no verse expuestos a sus comprometedoras visitas, o tratar de llevarlo
a Judea por considerar que estaba expuesto a ser encarcelado y condenado a
muerte.
“Después de esto, Ieschou recorrió Galilea, porque no quería permanecer
51
San Lucas. Actos de los Apóstoles, I.
52
Evangelio de San Marcos VI.
53
Evangelio de San Lucas.
54
Evangelio de San Lucas, VIII.
55
Evangelio de San Marcos, VI.
56
Evangelio de San Marcos, VI.
en Judea donde los habitantes lo buscaban para matarlo. La fiesta de los judíos
llamada de los Soukkoth estaba próxima y los hermanos de Ieschou le dijeron:
Márchate de aquí, ve a Judea a fín de que tus discípulos vean las obras que
ejecutas, porque no se puede proceder en secreto cuando se quiere representar un
papel. Si es cierto que haces tales cosas, manífiéstate ante el mundo.
Sus propios hermanos no creían en él57”.
La proposición fué verosimilmente mantenida por Iechouda. Se lee en
efecto en este mismo evangelio:
“Entonces Iechouda ––no el de Kérioth–– dice: Señor, ¿por qué quieres
manifestarte solamente a nosotros y no al mundo?”
Ieschou le respondió:
“Mi tiempo no ha llegado aún, pero vuestro tiempo es siempre. El mundo
no puede teneros odio; pero a mí me odia, porque testimonio que sus obras son
malas. Id a esa fiesta; yo no puedo ir porque mi tiempo no ha llegado”. “Y
después de estas palabras continúa en Galilea, pero cuando sus hermanos se
hubieron marchado, fué a la fiesta, no manifiestamente, sino ocultándose”58.
De donde resulta claro que desconfiaba de sus hermanos.
En un segundo viaje a Capharnahum marcharon algunos en su
seguimiento y en esta ocasión San Juan los menciona ante los apóstoles, como si
hubiesen ocupado en la secta un lugar preponderante.
Por su parte, San Lucas nos los muestra, después de la crucifixión del
hombre-dios, reunidos con su madre y con los apóstoles en una habitación de
Jerusalén: “Todos perseveran unánimemente en la oración con las mujeres y
Miriam, la madre de Ieschou, y con sus hermanos”59.
El interés era aliciente para esta perseverancia, puesto que los prosélitos
afortunados proveían a las necesidades de los hermanos del Mesías y de sus
acompañantes.
En efecto, Schaoul (San Pablo) se expresa en estos términos en su Primera
epístola a los Corintios: “¿No tenemos el derecho de llevar en nuestra compañía
una hermana, lo mismo que los otros apóstoles y los hermanos del Señor y La
Piedra? O bien es que sólo yo y bar Nabi no podemos hacer nada”60.
En el año 57 dos hermanos de Ieschou bar Iossef vivían en la ociosidad y
tenían con ellos una mujer. Uno era Iaákob bar Iossef.
57
Evangelio de San Juan, XIV (VII?)
58
Evangelio de San Juan, VII.
59
San Lucas. Actos de los Apóstoles, I.
60
San Pablo. Primera epístola a los Corintos, XI.
61
Evangelio de San Marcos, XV.
62
Los que seguían las doctrinas de Ieschou. - N. del T.
“Fué santificado desde el seno de su madre: no bebía vino ni ninguna
bebida, comía estrictamente lo necesario para la vida; la navaja no había pasado
nunca por su cabeza; jamás se hizo ungir ni tomó baños. Sólo a él le era permitido
entrar en el santuario: sus vestidos no eran de lana, sino de lino. Entraba solo en el
templo y se lo encontraba de rodillas pidiendo perdón para el pueblo. La piel de
sus rodillas parecía la de los camellos, porque estaba constantemente prosternado
adorando a Elohim y pidiendo perdón para el pueblo. Su eminente justicia hizo
que se lo llamase “Ha Tsadik y Obliam”, es decir, “El Justo y El Baluarte del
pueblo”63.
Iaákob bar Iossef era uno de esos místicos, de esos “hassidim” que
atribuyen las desgracias de los judíos a sus pecados y, con la esperanza de
conmover a Iahvé, se dedicaba a la pureza levitica, al nazarismo, a diversas
mortificaciones. Después de la crucifixión de Ieschou bar Iossef, Iaákob tuvo una
alucinación visual que transmitió por sugestión a los otros discípulos.
Ieschou bar Iossef, escribe San Pablo, fué visto por Iaákob y después por
todos los apóstoles64.
Este “hermano del Señor” se quedó en Jerusalén. Allí lo encontramos aún,
hacia fines del año 38.
San Pablo, después de haber referido su propia conversión al ieschuismo,
se expresa en estos términos:
“Sin aconsejarme de la carne y de la sangre, sin volver a Jerusalén con los
que habían sido apóstoles antes que yo, me fuí a Arabia y nuevamente a
Damasco65, luego después de tres años66, volví otra vez a Jerusalén para visitar a
La Piedra (San Pedro) y permanecí en su casa quince días; no vi ningún apóstol,
salvo Iaákob, el hermano del Señor67. Este era entonces ––según testimonios de
Eusebios–– el jefe de la secta ieschuíta: Iaákob bar Iossef, era el padre del Mesías,
pues ese Iaákob a quien los antiguos llamaban justo, a causa de la superioridad de
su virtud, fué, según se dice, el primero que se estableció en la silla episcopal de
Jerusalén68”.
63
Hegisippos citado por Eusebios. Historia de la Iglesia, II, XXII.
64
San Pablo. Primera epístola a los Corintios, XV.
65
Damas en el año 35.
66
En el año 38.
67
San Pablo. Epístola a los Galateos, I.
68
Eusebios, llamado San Eusebio. Historia de la Iglesia, II, 1, VII, X.
creían que ante todo debía respetarse la ley mosaica.
San Pablo y bar Nabi, que residían en Antioquía y “algunos otros ––dice
San Lucas–– fueron invitados para ir a Jerusalén a ver a los apóstoles y a los
ancianos a propósito del litigio”.
Durante la reunión, Iaákob bar Iossef pronuncia las siguientes palabras:
“Hombres hermanos, escuchadme: Schiméon ha contado cómo Elohim cuidó de
tomar entre las naciones un pueblo a su devoción. Esto estaba en concordancia
con las palabras de los profetas, porque está escrito: “Después de esto reconstruiré
y volveré a levantar la caída tienda de David, restauraré sus ruinas y la volveré a
alzar a fin de que el resto de los hombres busque a Adonai, lo mismo que todas las
naciones que se amparan con mi nombre”.
De otro modo, para Iaákob, que con gran habilidad halaga el orgullo de los
judíos fanáticos, el pueblo de Israel es el pueblo de Iahvé, es decir el primer
pueblo. Llegará un día en que dominará al mundo gracias a la reconstitución y la
extensión del reino de David. Entonces los infieles se someterán a Iahvé y
formarán parte de su reino.
Los hermanos de Ieschou y los apóstoles habían abandonado sus oficios
hacía una decena de años y vivían de los subsidios de los fieles. Sirviendo de
intermediario San Pablo, la potente iglesia de Antioquía les enviaba dinero.
Si Iaákob bar Iossef no hubiera transigido respecto de la circuncisión, la
secta no habría sobrevivido a su intolerancia o no habría salido de los límites del
país judío. Puede decirse que el porvenir del cristianismo estuvo pendiente de esa
operación quirúrgica, y que su éxito se debe a San Pablo.
69
Marandon de Montyel. La contagion mentale morbide. Annales médico-
Según Yung, los dos sujetos tienen locura del mismo género.
Paul Kovalewsky opina que esta locura es casi siempre paranoia o locura
sistematizada. Legrand du Saulle cree que, entre los paranoicos son los
megalómanos, los místicos y los perseguidos, los más prospensos a esta clase de
enfermedad entre dos.
En una familia determinada, el individuo que sigue inmediatamente al
sujeto activo suele ser el contagiado por él. De ordinario, el pasivo es mayor que
el activo (77% de las veces en la locura sistematizada). Si son de la misma edad,
con diferencia de tres años, el 20 por ciento. Hay muchas probabilidades de que
Iaákob fuera mayor que Ieschou.
Según Marandon de Montyel el 39 por ciento de las veces y el 20 por
ciento según Joeger, la comunicación de la locura se verifica entre los veinte y los
treinta años.
Para que el contagio se verifique es necesario que ambos sujetos tengan las
mismas creencias, los mismos intereses, los mismos temores, las mismas
esperanzas, hasta las mismas ocupaciones; es preciso también que la índole sea
asequible para el sujeto pasivo, que pueda, sin repugnancia manifiesta, ser
imbuído por las ideas recibidas y los hechos.
Este es el carácter que se observa precisamente en las paranoias, en que las
facultades razonadoras se conservan perfectamente.
El contagio se facilita:
1° Por el afecto que une a los dos sujetos.
2° Por su vida estrecha y común.
3° Por identidad en las influencias ejercidas sobre ellos.
4° Por la fatiga y la miseria.
5° Por las preocupaciones, las querellas, los disgustos que provoca en la
familia la locura del sujeto activo.
¿Y si éste desaparece? El delirio puede persistir en el sujeto pasivo,
sufriendo alguna modificación conforme a su personalidad libre. Si las
alucinaciones continúan en él, son accidentales y pasajeras.
Ieschou y Iaákob presentan la mayor parte de las condiciones enumeradas.
En efecto:
1° Ieschou bar Iossef era un paranoico atacado de monomanía mística o,
mejor dicho, de teomegalomanía.
2° Iaákob bar Iossef era un degenerado.
3° Iaákob era menos activo, menos enérgico que su hermano ––así resulta
de la comparación y examen de sus vidas–– y poseía menos energía que él.
4° Lo amaba y admiraba, como se demostró hasta en su muerte.
5° Vivió la misma vida en la humilde casa de Nazareth, y sufrió las
mismas sugestiones.
6° Cuando vió en Ieschou aumentar la locura y llamar la atención de los
jueces, de los Sanhedrínes y de los espías del Tetrarca, compartió las angustias de
la familia.
7° En aquella época de ignorancia y de supersticiones ––en que la
naturaleza de la percepción directa del pensamiento y el mecanismo de la
curación de las neurosis por la sugestión en el estado de vigilia eran totalmente
desconocidas–– la presunción de Ieschou bar Iossef de adivinar los pensamientos,
70
Daniel Brunet. La contagion de la folie. Annales médico-psychologiques, 1875,
II, p. 337.
Domiciano71 dió orden de acabar con todos los judíos que fueran de la raza
de David. Una antigua tradición cuenta que los heréticos denunciaron a los
descendientes de Iehouda, que era por consanguinidad hermano del Salvador,
perteneciente a la raza de David.
Tal demuestra Hegésippos cuando se expresa en estos términos:
“Quedaban de la raza del Salvador los hijos de Iehouda, quien se decía
asimismo su hermano por consanguinidad, y se los denunció como descendientes
de David.
“Un soldado los conduce ante Domiciano, quien al igual que Herodes,
creía en la venida del Mesías. El Emperador les pregunta si pertenecen a la raza
de David y contestan que sí. Quiso el Emperador apoderarse de sus bienes y de su
fortuna, y dijeron que poseían en conjunto nueve mil dineros72 entre los dos y que
no tenían esta suma en numerario, sino que era la tasación de una tierra de 39
plethres73 por la cual pagaban impuestos, cultivándola para vivir. Mostraron sus
manos como prueba de que trabajaban y alegaron la rudeza de sus miembros
como prueba de su labor continua.
“Interrogados acerca del Mesías y de su reino, sobre la naturaleza de éste,
lugar y época de su aparición, contestaron que el reino del Mesías no era de este
mundo, y que aquél vendría de la gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; a
cada uno según sus obras. Domiciano no vió culpabilidad en ellos y los desdeñó
como a gente simple e ignorante, dejándolos en libertad, y publicó un edicto
haciendo cesar la persecución contra la Iglesia. Una vez libres se dirigieron a las
iglesias como mártires y parientes del Señor y vivieron en paz hasta el tiempo de
Trajano74”.
La familia de Iossef bar Eli, momentáneamente prominente por 1a
teomegalomanía de Ieschou bar Iossef, no tarda en volver a la obscuridad. Su
historia, comenzada por un carpintero, terminó en pobres labriegos que ––a pesar
de que su hermano gobernaba el reino de los cielos como soberano y juez de
vivos y muertos–– fueron despedidos por el Emperador para que volviesen al
campo, haciendo cesar toda persecución, por no merecer importancia.
71
Emperador del 80 al 96.
72
Unos cuatro mil quinientos francos.
73
E1 plethre equivale aproximadamente a 10 acres.
74
Eusebios. Histoire de l'Eglise, III, XX.
75
Evangelio de San Marcos, VI.
CAPITULO IV
I. - Miriam Khalpai
El historiador judío Hegésippos nos dice que Iossef bar Eli (padre de
Jesús) tenía un hermano llamado Khalpai (Alphéo) que se casó con una tal
Miriam. Miriam Khalpai era, pues, cuñada de Miriam Iossef y tía de Ieschou bar
Iossef. Asistió a la crucifixión: “cerca de la cruz de Ieschou estaban su madre y la
hermana de su madre Miriam Khalpai”76.
Khalpai y Miriam tuvieron un hijo, Schiméon bar Khalpai. Eusebios, al
enumerar los obispos de Jerusalén, dice: “El primero fue Iaákob, hermano del
Señor; el segundo, Schiméon... los dos, circuncindados”77 (eran judíos).
CAPITULO V
76
Evangelio de San Juan, XIX.
77
Eusebios. Histoire de l'Eglise, IV, V.
el delirio de su hermano y fue jefe de la secta fundada por él. Fué condenado a
muerte por haber expuesto públicamente su fe y su misión.
El tercer hijo de Iossef bar Eli, Iehouda, tuvo varios hijos que fueron
labradores, se creyeron descendientes de David y parientes del Mesías anunciado
por los profetas. Participaron, pues, de las concepciones delirantes de Ieschou bar
Iossef.
Iossef bar Eli tuvo una hermana cuyo hijo Schiméon bar Khalpai fué
también jefe de la secta; fué torturado, crucificado y, según todas las
probabilidades, no dejó descendencia.
Yo denomino hiérosyncrotemo al grupo formado por los sujetos
contagiados, por sugestión, de la misma doctrina religiosa78.
El híérosyncrotemo de la familia de Ieschou bar Iossef es el siguiente:
PSICOLOGIA DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
LA CONSTITUCIÓN DE JESUS
79
Evangelio de San Lucas, XIX.
80
Evangelio de San Mateo, V.
demuestra una débil constitución.
7.––A los treinta años Ieschou bar Iossef parecía tener más de cuarenta.
Así se deduce de la siguiente frase dicha por sus contradictores en Jerusalén: “¡No
tienes aún cincuenta años y has visto a Abraham!”81.
Si Ieschou no hubiera parecido más viejo que a lo que a su edad
correspondía, le hubieran dicho: “No tienes todavía cuarenta años”.
El envejecimiento es precoz en los degenerados. Se puede, pues, afirmar
que Ieschou bar Iossef era un degenerado fisico antes que un degenerado mental.
Es el caso de recordar las palabras de Santa Hildegunda: “Dios no habita nunca en
los cuerpos sanos”, y también las de Santa Teresa cuando decía: “Siempre en mis
enfermedades, es cuando estoy mejor con Dios”.
CAPITULO II
EL APARATO DIGESTIVO DE JESUS
I. - La Voracidad y la Enofilia.
Ieschou bar Iossef, comparándose con el asceta Iohanan bar Zécarya
(llamado el Bautista), se expresaba en estos términos: “Iohanan el Bautista ha
llegado; no come pan ni bebe vino y os ha dicho: tiene el demonio”.
“E1 Hijo del Hombre ha venido y come y bebe y le decis: “he aquí un
hombre voraz y bebedor de vino, un amigo de los colectores y de los
pecadores”82.
El vino es un veneno para los degenerados mentales. Provoca
frecuentemente en ellos, aún en pequeñas dosis, momentos de delirio.
Esto le ocurría a Ieschou bar Iossef, Uno de los reproches que se hacían al
teomegalómano era ser bebedor de vino. En esto era un exquisito, como lo revela
la siguiente frase: “No hay nadie que habiendo bebido vino añejo pida del nuevo:
El vino viejo es excelente” 83.
81
Evangelio de San Juan, VII.
82
Evangelio de San Juan, II.
83
Evangelio de San Marcos, VIX.
hambre”84, “pasados esos días tuvo hambre”85.
No tuvo, pues, hambre hasta los cuarenta días. Este acceso de sitiofobia
fué precedido de una impulsión ambulatoria y complicado con un acceso de
demonomanía externa.
¿Pero cómo conciliar ese prolongado ayuno con el epíteto de hombre
voraz que le explicaban? Esta contradicción aparente es una nueva prueba de la
verdad histórica du los evangelios canónicos.
Los locos religiosos, en particular los extáticos, son sujetos con
alternativas de voracidad y sitíofobía. La voracidad coincide con la agitación; la
sitiofobia con la depresión y el mutismo.
Dardel ha observado una loca mística, Marcelina IP..., que tan pronto
comía con voracidad, como se dedicaba al ayuno absoluto.
En Ieschou bar Iossef la sitiofobia reapareció algún tiempo después, en
Suchar.
“Extenuado por el camino” se sentó cerca de Iaákob, mientras que sus
discípulos iban a la ciudad a comprar víveres. A su vuelta le dijeron: “Rabi,
come”.
“Tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis”, les respondió.
Los discípulos entonces se dijeron entre sí: “¿Quién le habrá traído la
comida?” “Mi alimento, replicó Ieschou, es hacer la voluntad de Aquel que me ha
enviado para completar su obra”86.
Fijémonos en la actitud de esas buenas gentes con relación a su maestro.
Lo cuidan, le suplican con inconsciencia respecto de las necesidades de la vida;
no osan interrogarlo; se esfuerzan por comprender sus obscuras palabras; y se
mueven a su alrededor como alrededor de un ser extraño y misterioso. Esta es la
impresión que los teomegalómanos ejercen sobre las multitudes ignorantes.
El primer acceso de sítiofobia de Ieschou bat Iossef dura ––de creer al
evangelista–– “cuarenta días y cuarenta noches”, como los ayunos de Moisés y de
Elías.
Puede ser que quisiera imitar a estos personajes ilustres. Puede ser que el
evangelista redondease la cifra según la costumbre judía, queriendo que su Mesías
no pareciese inferior al legislador y al profeta. Sea lo que fuere, estos cuarenta
días de ayuno no tienen en realidad nada de extraordinario.
El hombre normal no puede vivir más de tres semanas sin comer, pero la
resistencia de los alienados es mucho mayor. Algunos, afirma Faltet padre,
estuvieron cuarenta días y más sin tomar ningún alimento y sin depauperarse
ostensiblemente.
En el loco o el semiloco místico, monje o anacoreta, esta resistencia está
aumentada por la inacción muscular y cerebral, lejos de las fatigas y de las
preocupaciones del mundo. Un fenómeno análogo se produce en los animales que
tienen invernada.
Charbonnier-Beatty hace resaltar que el ayuno en los místicos es una de
las causas principales de las alucinaciones, de los éxtasis y de las hemorragias,
fenómenos que encontramos en Ieschou bar Iossef.
Observación contemporánea. En 1885 un hombre anuncia su
84
Evangelio de San Mateo, IV.
85
Evangelio de San Lucas, IV.
86
Evangelio de San Juan, IV.
comunicación con Dios, que le ha encargado la misión de reformar el mundo. Da
órdenes, profetiza, quiere sin cesar emprender viajes y estar noches enteras sin
dormir, Dios y la Virgen le prohiben comer.
CAPITULO III
EL APARATO RESPIRATORIO DE JESUS
II. –– La Crucifixión.
Según el testimonio de Cicerón, el suplicio de la cruz era “el más cruel y el
más odioso de los suplicios”90.
No es que las llagas de las manos fuesen graves. Los clavos, después de
haber rasgado los vasos, los obstruían y la hemorragia era poco considerable,
pero, en razón de la riqueza de los plexos nerviosos de las extremidades, esas
llagas eran extremadamente dolorosas.
Además, el desgraciado estaba como suspendido. Las llagas se infectaban,
se inflamaban y resultaban más dolorosas. Las moscas, siempre numerosas
alrededor de las heridas, atormentaban al desgraciado. La fiebre determinaba una
sed intensa aumentada por el sol de mediodía, sol de Judea, que hacia el 5 de abril
eleva la temperatura hasta 40 grados.
Todos estos dolores eran cosas insignificantes comparados con la molestia
determinada por la inmovilidad, en posición vertical.
Se sabe que las contracciones musculares facilitan considerablemente el
trabajo del corazón. Por eso resulta insoportable la inmovilidacl completa y
prolongada y las congestiones locales más o menos molestas nos obligan a estirar
y mover brazos y piernas, a cambiar de postura si estamos acostados, a
87
Evangelio de San Mateo, IV.
88
Evangelio de San Juan, IV.
89
Evangelio de San Marcos, XV.
90
Cicero. Contra Verres, V, LXIV.
levantarnos y a andar cuando estamos sentados.
Sobre la cruz, la inmovilidad era completa, absoluta. El crucificado estaba
fijo sobre el madero y los clavos. El corazón, ya extenuado por el exceso de
trabajo que la inmovilidad le imponía, había de hacer llegar con dificultad hasta
las manos, situadas más altas que la cabeza, el riego sanguíneo.
Debilitado, arrítmico, no podía soportar este trabajo y la circulación se iba
retardando; la sangre se estancaba en los capilares. Intoxicados por los productos
de la desasimilación sin que el corazón les pudiera prestar su ayuda, los músculos
comenzaban a sufrir el tétanos, contracciones espasmódicas dc que se resentía
todo el cuerpo. En el pulmón también se producía el estancamiento; la hematosis
cada vez era mayor y la victima se sofocaba, sufriendo terrible dolor de cabeza,
como consecuencia de la congestión venosa del cerebro y las meninges.
Intoxicadas por una sangre cada vez más pobre de oxígeno y más cargada
de ácido carbónico, las neuronas del aparato circulatorio se alteraban y el corazón
latía con menos fuerza, con menos vida, semejando a una bestia encadenada y
agonizante.
Se comprende que en esta lucha suprema, la víctima discurra mal. Toda su
energía se concentra en el corazón. Apenas piensa, sin razonar y sin asociación de
ideas, perdiendo pronto la memoria; apenas respira. ¿Cómo ha de hablar? En los
crucificados, las frases cortas son las que han quedado en la historia.
He aquí cómo se nos aparece en el Gólgota Ieschou bar Iossef. El cuerpo
húmedo, las venas turgentes, dolorido por las úlceras provocadas en el curso de la
flagelación. Alrededor de los clavos, las carnes rojas, inflamadas y blandas. Las
uñas de las manos y de los pies de un color azul obscuro. El sudor corriendo hacia
las manos a lo largo de los brazos, de la frente por las mejillas, de las axilas a los
costados y de las ingles a las piernas. El cuello hinchado, la cara tumefacta,
terrosa, manchada por placas lívidas, la nariz afilada, y llena de polvo que impide
el paso del aire, las mejillas flácidas, los labios caídos y violáceos, entreabiertos y
dejando ver los dientes. En el fondo de las órbitas, bajo los párpados pesados los
ojos aparecen velados y tristes, con la esclerótica pálida, las pupilas contraídas y
la mirada vaga y perdida.
El hombre deja de ser. Sus músculos se paralizan y se relajan; los
esfinteres dejan escapar orina y materias fecales. Al fin el corazón cesa de latir y
muere, falto de sangre y de oxígeno, en una convulsión suprema.
91
Evangelio de San Juan, XIX.
92
Evangelio de San Marcos, XVI.
pueden morir de súbito si absorben un líquido, y más si es vinagre.
Observaciones contemporáneas. l.–– El asesino del general Kleber,
Soleyman el Halebi, fué condenado al palo. Durante el suplicio, pidió en vano a
los verdugos egipcios que le dieran de beber, contestándosele que al ingerir un
líquido cesarían en el acto los latidos del corazón. Cuando los egipcios se
retiraron cuatro horas después del suplicio, dejaron a Soleyman al cuidado de
soldados franceses y uno de ellos, movido a piedad, le dió un vaso lleno de agua,
Apenas había mojado los labios, cuando expiró lanzando un grito.
2.-Se podrá atribuir esta muerte a un reflejo provocado por el contacto del
liquido con el peritoneo perforado por el palo, pero según Jones, un guardián,
queriendo acabar con un chino que estaba en cruz hacía cuatro días, le dió a beber
vinagre a fin de “procurarle una muerte instantánea” 93. El síncope asíprovocado
es, pues, de origen digestivo.
Además, el verdugo de los evangelios esperaba ese resultado, pues que en
el momento de aplicar la esponja a la boca de Ieschou bar Iossef, dijo a los que lo
querían impedir: “¡Deja, veremos si Elías lo viene a salvar”94.
CAPITULO IV
EL DERRAME PLEURITICO
93
Revue germanique et ƒrancaise, t. XXX, p. 363. Se encontrará en la edición
grande de la presente obra.
94
Evangelio de San Marcos, XV.
que también creáis”95.
Esta insistencia del biógrafo es muy digna de consideración.
Evidentemente el hecho le pareció singular, único, e insiste para que no se crea
que ha alterado la verdad. Además, esta circunstancia carece de interés desde el
punto de vista místico, no se refiere a ninguna concepción dogmátíca relacionada
con el Mesías, no confirma nada de lo dicho por los profetas.
Es, pues, cierto, que uno de los verdugos, habiendo herido con su lanza el
costado de Ieschou bar Iossef, vió que de él salía sangre y agua. Este detalle tiene
una importancia considerable desde el punto de vista científico. Se me ha de
permitir poner en claro algunas particularidades de los últimos seis días y de las
últimas horas del teomegalómano, y en particular la imposibilidad que tuvo para
llevar el instrumento de su suplicio, y lo rápido de su muerte en la cruz.
¿En qué sitio fue dado el lanzazo?
Ante la petición de los Sanhedrínes, el procurador dió la orden de romper
las piernas de Ieschou bar Iossef y de los dos ladrones.
La rotura de las piernas en los cruciticados determina un síncope mortal,
como la absorción del vinagre, como un golpe en la cabeza o en el corazón, que
son los cuatro medios para rematarlos.
Los verdugos rompieron las piernas de los dos ladrones, pero al llegar a
Ieschou bar Iossef para hacer lo mismo, se dieron cuenta de que estaba ya muerto.
Para asegurarse y acabar con él por un procedimiento menos molesto para
el ejecutor que el crurifragium, le hundieron una lanza en el pecho buscando el
corazón, como hacían aún recientemente, con sus crucificados, los verdugos
japoneses.
El lanzazo fué dado en el pecho. La palabra griega empleada por el
evangelista quiere decir la región pleural.
Cuando de una herida en la región pleural brota sangre y agua, significa:
1° Que el sujeto no está muerto, porque una herida en la piel no sangra en
el cadáver.
2° Que se trata de un derrame pleurítico, porque el sólo liquido parecido al
agua que puede escaparse por una herida de la región pleural es la serosidad de la
pleuresía.
Así, pues, la lanza del soldado, dirigida de abajo arriba, rompe la piel que
sangra, resbala entre dos costillas y abre la pleura, de donde sale, bajo la presión
del tórax elástico, un chorro de liquido seroso.
La herida tenía el ancho de la mano, como el hierro de la lanza romana;
por eso el apóstol Theoma puede decir, hablando del fantasma de Ieschou bar
Iossef: “Si yo no meto el dedo en el hueco de los clavos y la mano en su costado
no lo hubiera creído”96.
Volveré a tratar de la muerte aparente de Ieschou bar Iossef en la cruz, sin
ocuparme por el momento más que del derrame pleurítico.
Este supone una pleuresia: ¿de qué naturaleza era la pleuresía de Ieschou
bar Iossef? Si nos atenemos a su debilidad muscular, a su tristeza crónica, a sus
accesos de piedad y de cólera, a su género de vida y si tenemos en cuenta que las
cuatro quintas partes de los alienados padecen tuberculosis y que la casi totalidad
de las inflamaciones de pleura proceden de esta enfermedad, llegaremos a la
95
Evangelio de San Juan, XIX.
96
Evangelio de San Juan, XX.
conclusión de que la pleuresía de Ieschou bar Iossef era una pleuresía tuberculosa.
La frecuencia de la tuberculosis en los alienados es debida a varias causas:
1° La tuberculosis y la alienación mental son enfermedades de
degeneración. Las células pulmonares del alienado son tan frágiles que sus
neuronas y sus secreciones son menos bactericidas que las secreciones de las
células normales.
2° La potencia defensiva de las células pulmonares, está mantenida por sus
neuronas alimenticias. Si estas neuronas están mal constituidas, las células
pulmonares no resisten la infección.
3° La higiene de los alienados es mala. Frecuentemente son atacados de
anorexia y se nutren mal. Se fatigan y se exponen a la infección y al enfriamiento.
A estas causas obedecen, en los alienados melancólicos como Ieschou bar Iossef,
las modificaciones fisiológicas conocidas por la tristeza y el miedo, los trastornos
digestivos, la lentitud en la respiración y en la circulación, la anemia pulmonar y
la debilidad de las reacciones químicas. La tuberculosis es frecuentemente
observada en la locura religiosa.
Observación contemporánea. Alcée Biaute cita el caso de un hombre y de
una mujer atacados, el uno de delirio megalomístico y de tisis; la otra de tisis y de
un delirio religioso de carácter místico97.
A su vez, la tuberculosis rige sobre el estado mental por las intoxicaciones
que contiene. El tuberculoso es egoísta, sombrío, melancólico y aunque presenta
alguna vez accesos de alegría delicada y cariñosa, inquieta, pusilánime, es
desconfiaclo, irritable y vengativo. A menudo se observa, durante el último
periodo de la enfermedad, una embriaguez particular. Hasta entonces indolente y
cobarde, el sujeto se convierte en audaz e impetuoso. Atormentado por una sed
inextinguible de cambio y de acción suele cometer las mayores imprudencias.
¿No es este estado de espíritu el que comprobamos en Ieschou bar Iossef
al final de su vida? Lo vemos invadido por la tristeza y por el miedo, obsesionado
por el fracaso, respondiendo apenas o no respondiendo a las preguntas que se le
hacen, retirándose a la soledad98 o marchando solo delante de los apóstoles
inquietos y emocionados99.
En otros momentos, conmovido por las bellezas de la Naturaleza, revela
un alma semejante a la de Millevoye o de Ronsard, o bien evoca las alegrias
luminosas del reino de los cielos, reclamando de sus discípulos un amor sin
limites y declarándose pronto a sacrificar su vida.
¿No lo vemos también, prodigarse, en los últimos días, con un ardor
desacostumbrado? Decidido a conquistar Jerusalén no abandona el templo, arenga
a la multitud hasta la puesta del Sol; organiza, con motivo de la Pascua, su entrada
solemne en la ciudad santa, arroja a los mercaderes del templo, derriba sus
puestos y los golpea con un látigo.
Tales actos son corrientes en los teomegalómanos, pero aún se explican
mejor si el alienado está atacado de tuberculosis pulmonar.
La pleuresía con derrame serofibroso es la más común en las
97
Alcée Biaute. Contribution á l'Etude de l'etat mental dans la phtisie
pulmonaire. Tesis de París, 1879. Se encontrarán en la gran edición de esta obra
otras seis observaciones sobre tuberculosis pulmonar en los locos religiosos.
98
Evangelio de San Juan, VII.
99
Evangelio de San Marcos, X.
inflamaciones pleurales. Se la observa sobre todo entre los treinta y los cuarenta
años y aún con más frecuencia en el hombre que en la mujer.
Ieschou bar Iosscf tenía treinta y tres años.
Es frecuente sobre todo en los meses de marzo y abril.
Ieschou bar Iossef fué crucificado el 6 de abril.
Sus causas ocasionales son:
1° El exceso. En los últimos días de su vida, Ieschou bar Iossef se excedía
en sus largos discursos y en sus huidas incesantes.
2° El frío. Ieschou bar Iossef pasaba los días en la puerta del templo
azotado por el viento de la montaña y dormía durante las frías noches de la
primavera de Jerusalén al aire libre, en los alrededores de Gethsemani.
La existencia de una pleuresía con derrame nos permite comprender:
1° La imposibilidad en que se encontró en el momento de su arresto para
huir más lejos de Gethsemaní.
2° Su mutismo durante los interrogatorios.
3° La insuficiencia de su corazón a las tres horas de ser crucificado.
El derrame pleuritico tenía que facilitar el sincope presentado en él. El
síncope es frecuente en la pleuresía con derrame, más en el hombre que en la
mujer, sobre todo entre los veinte y los treinta años y más si la pleuresía es
reciente y de naturaleza tuberculosa. Preparada por la compresión del pulmón y
del corazón, por la alteración de los músculos respiratorios y cardíacos, mata, por
un movimiento o un esfuerzo, a los sujetos débiles e impresionables, en quienes la
nerviosidad está exacerbada por la intoxicación bacilar. El enfermo lanza un grito
y cae. Lo más frecuente es que caiga muerto.
En Ieschou bar Iossef la muerte fué facilitada por la congestión venosa del
pulmón, la insuficiencia de la hematosis y los dolores de la crucifixión.
CAPITULO V
100
Binet-Sanglé. Expériences sur la transmission directe de la pensée. 1902.
101
Binet-Sanglé. La fin du secret, Albin Michel, 1902.
partículas materiales, animadas, como la bala del fusil de un doble movimiento de
traslación y de rotación, movimiento espiral, movimiento rítmico que da la ilusión
de una onda.
Esta teoría es la mía. Antes de explicar por ella las pretendidas
ondulaciones de un hipotético éter, la he aplicado a aquellas que resaltan a
nuestros ojos. De ahí un artículo titulado “L'erreur des physiciens actuels sur la
nature de la lumiére”102 depositado ––precaución necesaria–– en la Academia de
Ciencias el 19 de febrero de 1926.
Es, pues, posible, que la percepción directa de nuestros pensamientos por
ciertos cerebros sea debida a la proyección a través del espacio de particulas. En
lo que concierne al universo invisible, el electrón no es más que un límite, y
nosotros no hemos llegado al limite de nuestros descubrimientos en lo
infinitamente pequeño.
Cualquiera que sea el mecanismo, esta facultad es impresionante y me
parece que ha desempeñado un gran papel en la génesis y el desenvolvimiento de
las religiones, haciendo creer que ciertos sujetos estaban poseídos por un Dios o
por un demonio; los primeros fueron santificados, los otros murieron en la
hoguera.
Esta facultad existía en Ieschou bar Iosscf, como lo prueban dos anécdotas
contadas por San Mateo y San Marcos, en que la segunda aclara la primera.
1.––Cuando Nathanael se presenta a Ieschou por la primera vez, éste le
dice: “He aquí un israelita verdadero en el cual no hay nada de falso”. Y añade:
“Antes de que Philippos te llamara, ya te había yo visto cuando estabas bajo la
higuera”.
“Rabbi ––exclama Nathanael–– tú eres el hijo de Elohim, tú eres el rey de
103
Israel” .
Se explicaría mal esta exclamación si Ieschou bar Iossef hubiera visto con
los ojos del cuerpo a Nathanael bajo la higuera.
2.––Cerca de Suchar, a una samaritana que no había visto nunca, el
teomegalómano le dijo que había estado casada cinco veces, y que en la
actualidad vivía en concubinato.
Estupefacta, la mujer exclama: “Ya sé, Señor, que tú eres rabí” (profeta).
Después ella decía por la ciudad: “Venid a ver a un hombre que me ha
dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Mesias?”104.
Observación contemporánea. Extracto de mi libro “La fin du secret”105,
una observación que recuerda estas anécdotas.
102
La teoría clásica, llamada ondulatoria, de la luz es absurda. En efecto, para que
un medio tal como el éter pueda ser recorrido por una ondulación a la velocidad
de 300.000 kilómetros por segundo, que es la velocidad de la luz, es preciso que
ese medio ––William Thompson lo ha demostrado–– sea varios cuatrillones de
veces más duro que el acero. ¿No es absurdo suponer que un medio varios
cuatrimillones de veces más duro que el acero sea atravesado a velocidades
enormes, por astros sólidos líquidos o gaseosos como los cometas? Es claro que la
luz está compuesta de partículas materiales, como pensaba Newton.
103
Evangelio de San Juan, I.
104
Evangelio de San Marcos, VIII.
105
La fín du secret. Aplicación de la transmisión del pensamiento a la busca de
criminales.
Fué una mujer, campesina robusta de dieciocho años, a consultar a Mlle.
Agata con motivo de un robo. Después de un cuarto de hora de silencio la
adivinadora le dijo: “Aproxímese, buena mujer... Veo su casa, pero en lugar de
fatigarme en descubrir al ladrón, prefiero ocuparme de la salud de usted”.
Después, dirigiéndose a su hipnotizador José Olivier, continuó:
“Vea a esta mujer; es bonita, lo ha sido más. Su marido es un miserable
que la ha puesto en un estado espantoso. Su cuerpo está cubierto de la cabeza a
los pies de pústulas ocultas bajo la piel; examine sus manos al través de la luz y
las verá. Está enferma hace tres años; ha ido a que la curen a Carcassonne y
Montpellier, y esta enfermedad atroz, ha resistido todos los tratamientos que la
han hecho seguir. Ha sido rica, pero su marido derrochó una parte de la fortuna; le
queda, sin embargo, con qué vivir, con arreglo a su clase”.
Mientras Agata hablaba la desgraciada mujer rompió a llorar y, aturdida
por lo que escuchaba, exclamó: “Todo lo que usted dice es verdad; no quiero
pensar más en el robo. Sálveme, sálveme; dígame si estoy perdida, si no tengo
salvación, para que haga testamento a fin de que el monstruo de mi marido no
pueda heredar nada de lo que me queda”106.
106
Joseph Olivier. Traité de magnétisme. París, Germer Bailliére, 1854, págs. 396-
397.
107
Evangelio de San Marcos, IX.
108
Evangelio de San Lucas, IX
109
Evangelio de San Mateo, XVIII.
muchas condiciones de las enunciadas.
El éxtasis está favorecido por el silencio. Ieschou bar Iossef sufrió el
acceso en lo alto de una montaña.
Se determina por la fijeza de la atención sobre una imagen interior, por eso
sobreviene ordinariamente en el transcurso de la oración o en la contemplación.
En San Francisco de Asís y lo mismo en Ieschou bar Iossef, este acceso ocurre
cuando oraban.
He aquí, según mi opinión, el mecanismo del fenómeno.
Un grupo de neuronas sensoriales, imagóforas, ideóforas y motoras
superiores, entran progresivamente en tétanos, resultando la formación de
neurodieléctricos en las prolongaciones que los unen a otras neuronas de la
corteza cerebral (circuito interrumpido), pero conservan sus relaciones con los
nervios centrípetos y centrífugos (corto circuito). Dicho de otro modo, estos
nervios no están en comunicación más que con un pequeño número de neuronas
cerebrales, encontrándose así la casi totalidad del cerebro aislada del mundo
exterior.
El fenómeno de circuito interrumpido se traduce por la paralización parcial
de la vida. El enfermo se abstrae del mundo exterior. No oye, no ve, no tiene
conciencia de la situación de su cuerpo, que le parece haber disminuido de peso.
Es insensible al tacto, a la fatiga y al dolor. Esta anestesia conduce ipso facto a la
paralización del pensamiento y a una disminución considerable de la actividad
muscular y de las combinaciones químicas. El sujeto queda inmóvil y mudo, sus
movimientos respiratorios son apenas perceptibles, su pulso es filiforme, su
temperatura inferior a la normal.
El fenómeno de corto circuito se traduce:
1° Por un estado afectivo más o menos intenso: “Vago sentimiento de
bienestar fisico”, “satisfacción interior”, señaladas en la Bagavad Gita 110, alegría y
satisfacción sin límites.
2° Por una o varias alucinaciones visuales o verbales, en relación con las
escenas y los personajes de que el místico está obsesionado.
3° Por las contracciones o las contracturas ejercidas sobre diferentes
músculos. La consecuencia del influjo nervioso en los músculos de la cara
determina una modificación sensible de la fisonomía. Esta modificación varía
según las neuronas interesadas. En el éxtasis de amor los rasgos se acentúan, las
arrugas de la frente desaparecen por consecuencia de la acción combinada de los
músculos occipital y frontal, la epidermis se colorea a consecuencia del flujo de
sangre en la superficie de la piel, las narices se dilatan y la boca se entreabre con
una ligera sonrisa. En razón del aumento del caudal de lágrimas, de la tensión
sanguínea intraocular, de la dilatación y del cambio de coloración del iris, los ojos
con las pupilas muy abiertas e inmóviles irradian y parecen iluminar el semblante,
que expresa alegría y amor. Es una transfiguración, como dice el evangelista y,
como repite Carré de Montgeron hablando de los convulsionarios de San
Medardo, una transfiguración casi idéntica a la que acompaña al orgasmo
venéreo, el cual no es en resumen nada raro en el éxtasis.
Observación contemporánea. En una extática, observada por Bourneville
y Regnard, “la actitud era la misma que se atribuye a los iluminados como Santa
110
Bagavad Gita es un libro sagrado de la lndia donde, en forma de diálogo entre
Krishna y Arjuna, se cxpone la filosofía hindú. –– N. T.
Teresa. En este último caso, la cabeza estaba echada hacia atrás, la mirada dirigida
al cielo; la fisonomía, llena de una gran dulzura, expresaba una satisfacción ideal;
el cuello hinchado y tendido; la respiración. parecía suspendida; la inmovilidad de
todo el cuerpo era, por decirlo así, absoluta. Las manos, juntas, reposaban sobre la
parte superior del pecho, completando la semejanza con la representación de los
santos que el arte más perfecto nos ha dado”111.
I. - Ataque de angustia.
El evangelista San Marcos cuenta en estos términos la última noche de
Ieschou bar Iossef:
“Fueron al lugar denominado Gethsémani, donde Ieschou dijo a sus
discípulos: “Sentaos hasta que yo ore”. Entonces rezó con Iaákob y Iohanan y
comenzó a sentir el estupor y la angustia: “Mi alma, les dijo, está triste hasta la
muerte; quedaos aquí y velad”. Y, marchándose un poco más lejos, se echó en
tierra orando, y las horas pasaron sin darse cuenta, lejos de él.
“Abba” (padre), exclamó: “Para ti todo es posible. Aleja de mí este cáliz.
Sin embargo, que no sea lo que yo quiero y sí lo que tú quieras”.
Al volver los encontró dormidos y dijo a La Piedra 112: “¿Schiméon,
duermes? ¿No has podido velar una hora? Vela `y reza para no sufrir la tentación;
el espíritu está bien dispuesto, pero la carne es débil”. Y, retirándose de
nuevo, oró en los mismos términos. Volvió y los encontró otra vez dormidos,
porque los ojos les pesaban, y no supieron que responder.
Volvió una tercera vez y les dijo: “Dormís, reposáis, ¡ya basta! Ha llegado
la hora en que el Hijo del Hombre va a ser entregado a los malvados. ¡Despertaos!
¡Vamos! ¡E1 traidor se aproxima!”113.
Se alejó, según su costumbre ––dice San Lucas–– a la montaña de los
Olivos y sus discípulos lo siguieron. Llegados al lugar les dijo: “Orad para huir de
la tentación”.
Y huyó lejos de ellos, a la distancia de un tiro de piedra y, arrodillado, oró
así: “¡Oh, padre, si quisieras alejar de mí esta copa! De todos modos, hágase no
mi voluntad, sino la tuya”. “Y del cielo apareció un ángel que lo fortificó; y,
cayendo en una angustia extrema, oró más insistentemente y su sudor parecía
coágulos de sangre cayendo sobre la tierra”114.
Se trata de un ataque de angustia con sudor de sangre. El ataque de
angustia se observa en los degenerados y, en el 14 por ciento de los casos, en los
heredo-alcohólicos. Coincide frecuentemente con la tuberculosis, el insomnio, la
astenia, el misticismo y la locura sistemática. Es consecuencia de una
acumulación de influjos nerviosos, debida a menudo a la continencia o al brusco
cese de antiguas costumbres de masturbación. He aquí cómo se explica este
hecho:
111
Bourneville y Regnard. Iconographie de la Salpétríére, I, p. 70. Se encontrará
en la edición grande de la obra con otras 29 observaciones de ataques de éxtasis.
112
San Pedro.
113
Evangelio de San Marcos, XIV.
114
Evangelio de San Lucas, XXII.
Gustavo Loisel ha extraido del testículo de los mamíferos toxalbúminas
que provocan la disnea, la exoftalmia, la hipersecreción lagrimal y contracciones
tetánicas seguidas de parálisis. Esas toxalbúminas, que en el hombre normal no
producen más que una sensación de plenitud, determinan en los degenerados una
tensión dolorosa que puede transformarse en ataques de angustia. Kraisch llama a
este fenómeno neurosis cardíaca de origen sexual.
Observación contemporánea. He observado a una mujer de unos treinta
años, que se despertaba todas las noches a la misma hora, con una angustia mortal
acompañada de intenso dolor a la altura del corazón. Esta enferma había tenido
siempre necesidades sexuales extraordinarias. Desde su juventud se había
entregado al onanismo varias veces al día y, aunque casada, se entregaba a él aún,
pues las caricias del hombre no bastaban para calmarla115.
Los ataques de angustia comienzan en el momento de la pubertad. Son
frecuentes sobre todo entre los veintiséis y los treinta y cinco años. Se los observa
en los novios, en los maridos continentes a causa del embarazo de su mujer, en los
viudos y viudas. Se los observa también en los homosexuales.
Estos ataques ocurren ordinariamente durante la noche y entonces son
singularmente intensos. El ataque estalla de una manera repentina. Es
frecuentemente, escribe Krafft-Ebing, “una explosión que tiene la forma del
raptus”. Consiste en malestar, vértigos, sacudidas gástricas, opresión, sensación
de constricción en la garganta y en el tórax, taquicardia arrítmica, palidez o
congestión súbita del rostro, con oleada de calor y sudor abundante, tenesmo,
temblor, agitación (debida, según me parece, a que instintivamente el sujeto trata
de evitar el curso doloroso del influjo), incoordinación motriz, trastornos de la
elocución y abulia, y, en fin, en los alienados, alucinaciones.
Los trastornos vasculares son tan pronunciados en ciertos ataques que se
les ha dado el nombre de ataques vasomotores. Entonces el enrojecimiento, que
puede llegar hasta la púrpura, invade el cuello, el tórax y a veces la raíz de los
miembros. El sujeto percibe el latir de las arterias temporales. La cabeza le pesa;
la vista sufre profundos trastornos; y cae en una especie de aturdimiento en que no
percibe más que ruidos confusos.
En algunas ocasiones los vasos se rompen, produciendo la hematidrosis o
sudor de sangre.
115
Se encontrarán en la edición grande otras tres observaciones de ataque de
angustia. N. del T.
abstinencia. Ieschou bar Iossef tenía accesos de sitiofobia.
Las enfermedades consuntivas, el exceso y los disgustos, predisponen.
Ieschou bar Iossef era tuberculoso, había hecho un esfuerzo excesivo para la
conquista de Jerusalén y estaba deprimido por su falta de éxito.
El frío es causa ocasional de estos accesos. Las noches de abril son frias en
Jerusalén y en la que Ieschou bar Iossef fué arrestado, los servidores de Hanna
ben Scheth tuvieron que encender un brasero en el patio de la casa, para los
legionarios.
La hematidrosis va generalmente precedida de un ataque de angustia.
Ieschou bar Iossef tuvo un ataque de angustia antes del sudor de sangre.
Puede ir acompañada de delirio y alucinaciones. En el momento de tener
el ataque, Ieschou bar Iossef imploró a Iahvé llamándolo su padre y vió “un ángel
que lo fortificó”.
El sudor de sangre puede producirse en un punto cualquiera del cuerpo,
pero lo más corriente es que aparezca en la cara. La hematidrosis de Ieschou fué
facial. Tal resulta de lo dicho por San Lucas 116, que la une a la angustia y nos
muestra la sangre cayendo al suelo durante la oración.
Observaciones contemporáneas. El doctor Parrot ha tratado a una hija de
neurópatas que había tenido llagas escrofulosas en la mano, a los siete años. De
tiempo en tiempo, despues de una emoción, de una inquietud viva, de una
angustia de vigilias prolongadas, sufría un ataque de histerismo con desarreglos
en la inteligencia, agitación y hematidrosis, interesando sobre todo la frente, los
párpados inferiores y las alas de la nariz, los labios y la barba. “Alguna vez ––dice
Parrot–– la sangre inundaba la cara y, sirviéndonos de la expresión de la familia,
parecía una mujer asesinada”.
En los siguientes términos relata una crisis sufrida en 1 de abril de 1858:
“En diversos momentos, la sangre emana de la piel de la frente y forma como una
corona alrededor del arranque de los cabellos; en el pliegue de los párpados
inferiores corría en cantidad tan considerable que se pudieron recoger bastantes
gotas. Lo mismo antes que después del momento de la erupción, la piel conservó
su aspecto habitual; no parecía inyectada en los puntos que sangraba y no se
percibía ninguna mancha”. El 28 de septiembre una sensación muy dolorosa se
señaló en el lado izquierdo de la cara, donde la piel se cubrió de sangre varias
veces. “El 17 de noviembre dolores exacerbados invadieron en diferentes partes la
región cefálica. En el más fuerte de los accesos, la cara se cubrió
instantáneamente de una careta sanguinolenta”. El 26 de enero de 1859 “tuvo
fuertes dolores de cabeza y brotó la sangre varias veces de los párpados inferiores.
Al mismo tiempo dolores lancinantes le arrancaron gritos estridentes y la
sumieron momentáneamente en un estado de agitación tal que pudo creerse un
acceso agudo de locura”.
Vomitó varias bocanadas de sangre. La crisis fué seguida de abatimiento,
somnolencia y estado letárgico.
La hematidrosis es frecuente en los místicos.
2.–– Una joven débil de espíritu, devota contemplativa y perezosa,
disgustada con sus padres por haber abjurado el protestantismo, se va de la casa
paterna e ingresa en el hospital. Sufría ataques de histerismo, ahogos, sollozos y
convulsiones. “Cuando el ataque de histerismo era violento y se prolongaba
116
Evangelio de San Lucas, XXII.
durante veinticuatro a treinta y seis horas ––escribe el doctor Chauffard–– la
enferma entraba en una especie de éxtasis. Murmuraba oraciones y un sudor de
sangre se manifestaba en las palmas de las manos y en el epigastrio. La sangre
escapaba en gotas pequeñas manchando las sábanas. Todo el sistema capilar
cutáneo se inyectaba en la parte atacada por la hemorragia; la piel se coloreaba de
un rosa vivo y se cubría de arborizaciones vasculares. Este fenómeno, del que he
sido testigo, se renovaba siempre que la catalepsia histérica duraba largo tiempo o
la enferma se exaltaba irnpacienternente, porque, devota a su manera, se
sublevaba y desmentía con su agrio carácter la idea de santidad que el sudor de
sangre daba de ella a las personas piadosas y poco ilustradas”117.
Todos los síntomas del ataque de angustia complicado con hematidrosis se
encuentran, pues, en la descripción de los evangelistas, el doloroso estado de
conciencia (“Mi alma está triste hasta la muerte”) 118, la agitación (Ieschou bar
Iossef fue tres veces al lado de sus discípulos dormidos), alucinación (”un ángel
se le apareció en el cielo, fortificándolo”) 119, abundancia de exudación sanguínea
(“su sudor parecía coágulos de sangre cayendo en la tierra”)120.
No hago más que conformarme rigurosamente con las reseñas aportadas
por los evangelios canónicos, declarando que, en la noche del 5 al 6 de abril del
año 30, en el monte de los Olivos, Ieschou bar Iossef presentó un ataque de
angustia con alucinación visual, agitación y hematidrosis facial abundante.
No hace falta más para afirmar que el fundador de la religión cristiana era
un enfermo mental.
1. - El sueño paroxístico.
San Marcos, San Mateo y San Lucas nos cuentan un incidente del que
resulta que Ieschou bar Iossef presenta una anomalía del sueño. He aquí tal como
resulta del conjunto de sus narraciones:
“Este día, llegada la noche, Ieschou les dice: (a sus discípulos): “Pasemos
a la otra orilla.
“Después de haber alejado a la multitud, lo condujeron en una barca y
detrás de él marcharon otros barcos. Entonces se levantó un gran turbión, de tal
naturaleza que las aguas entraban en el barco, que se iba llenando “y Ieschou
dormía”121. Estaba en la popa durmiendo sobre un leño122.
Estaban en peligro. Se aproximaron, pues, y despertaron a Ieschou
gritando:
“¡Rabbi, rabbi, que perecemos!”123. “¿No te das cuenta de que
117
Chauffard, Transactions médicales, 1830, pl 134, En la edición grande de la
presente obra se encontrarán 18 observaciones de hematidrosis en místicos.
118
Evangelio de San Marcos, XIV.
119
Evangelio de San Lucas, XXII.
120
Evangelio de San Lucas, XXII.
121
Evangelio de San Mateo, VIII.
122
Evangelio de San Marcos, IV.
123
Evangelio de San Lucas, VIII.
perecemos?”124.
Este sueño ––que se acomoda sobre un sustentáculo en la popa de una
barca–– es el que los hagiógrafos llaman “el sueño místico” debido a la
hipercontractilidad de las neuronas; sobreviene en los teomegalómanos adultos,
débiles de constitución y en las dos terceras partes de los machos después de un
ayuno, de una fatiga o de un insomnio delirante.
Un poco antes, los evangelistas nos muestran a Ieschou bar Iossef huyendo
delante de los fariseos, “pasando la noche en oración125, en una montaña, después
recomenzando sus enseñanzas cerca del mar”126.
Los accesos son ocasionados por un exceso venéreo o una emoción.
Félineau habla de un enfermo en quien el mal tiempo y sobre todo la proximidad
de una tormenta aumentaba la frecuencia127.
Pueden sobrevenir bruscamente, en una posición cualquiera, incluso de
pie, y aun en medio de una ocupación. “Frecuentemente ––escribe Ribet–– el
cuerpo queda inmóvil en la actitud en que lo sorprende la contemplación” 128. Dura
a veces varias horas.
La sensibilidad disminuye. Los golpes y los gritos despiertan al durmiente,
pero lo despiertan con dificultad. La rigidez muscular es completa, los rasgos se
pronuncian, la cabeza y los brazos oscilan. Los movimientos respiratorios y las
contracciones cardíacas son menos frecuentes que en el estado normal, los
primeros se reducen a veces a diez por minuto y las segundas a cincuenta. Las
pupilas están dilatadas y la audición y la vista se encuentran disminuídas. El
sueño paroxístico ha sido señalado en los hematidróticos.
Observación contemporánea. Una enferma de Carré tenía, a la vez,
ataques de nervios o manifestaciones de delirio, hematidrosis facial y accesos de
sueño129.
2. - La letargia.
Sólo tres horas después de su crucifixión, Ieschou bar Iossef tenía todas las
apariencias de la muerte, mientras que los crucificados suelen permanecer vivos
tres días por término medio, y hasta nueve días, sobre su instrumento de suplicio.
Esto fue debido a que uno de sus verdugos, en lugar de romperle las
piernas, como acababan de hacer con los dos ladrones crucificados al mismo
tiempo que él, se contentó con perforarle el tórax de una lanzada. Se vió entonces
salir la sangre de la llaga cutánea.
Como las incisiones practicadas sobre el cadáver no dan sangre, esta
comprobación de los biógrafos conduce a pensar que Ieschou bar Iossef, en el
momento en que recibía la lanzada, se hallaba en estado de muerte aparente, es
decir, de letargia. Esta letargia, admitida por Reimarus y Paulus antes que por mí,
no prueba de ningún modo que él volviese a la vida después del descenso de la
124
Evangelio de San Marcos, IV.
125
Evangelio de San Lucas, VI.
126
Evangelio de San Marcos, IV.
127
Félineau, De la narcolepsie. Surgéres, Tessíer. 1884, p. 7.
128
Ribet, La mystique divine. Parleussielgue, 1879, t. I, págs. 212-213.
129
Carré. Archives générales de médicine, 1877, t. XXIX, p. 192. Se encontrarán
en la edición grande, Maloine editor, otras tres observaciones de sueño paroxístico
en los locos religiosos.
cruz, como creían sus apóstoles.
Resulta, en efecto, de la comparación de los testimonios relativos a esta
pretendida resurrección, que aquéllos fueron sencillamente víctimas de
alucinaciones análogas a la visión de las lenguas de fuego el día de la fiesta de los
Schabouth, que nosotros llamamos Pentecostés.
CAPITULO VI
1. - La circuncisión.
La mucosa del surco que separa el glande del prepucio o surco balano-
prepucial contiene en su espesor numerosas glándulas sebáceas que segregan una
materia blancuzca, grasa, odorante: smegma.
En los individuos sucios, el smegma se acumula hasta cubrir las paredes
de la cavidad prepucial. Constituye a la larga un excelente medio de cultivo para
los microbios patógenos. Los que allí se desarrollan pueden determinar u
ocasionar:
1° La fermentación arnoniacal del smegma, con irritación de la mucosa
balano-prepucial, excitación sexual y onanismo o abuso de coito.
2° La aparición de vesículas de herpes.
3° El desarrollo de papilas (crestas de gallo).
4° La balanitis, inflamación del glande (o la balanopostitis, inflamación
del glande y del prepucio).
5° Ulceraciones sifiliticas, chancrosas u otras seguidas a veces de
adherencias o de gangrena.
6° La bilarziosis, que es frecuente en Egipto y que tiene frecuentemente
como origen una infección del surco balanoprepucial.
Estas afecciones son particularmente frecuentes y graves en los países
cálidos.
Para evitarlas, las poblaciones africanas, entre otras los etíopes, los nubios
y los egipcios, no encontraron nada mejor que suprimir la cavidad
balanoprepucial por la amputación del prepucio, o círcuncisíón.
Esta operación data verdaderamente de la edad de piedra. Los hebreos
antiguos, que la habían copiado de los egipcios antes del éxodo, la practican aún
con un cuchillo de silex.
Revistió desde los primeros tiempos carácter religioso. El prepucio era la
imagen del principio generador sacrificado a Iahvé. La sangre vertida sellaba la
alianza de los Bené-Israel y de su dios. Llegó a ser la marca distintiva del pueblo,
el signo de su superioridad sobre las demás naciones. Durante esta ceremonia es
cuando se daba un nombre al niño. Ieschou bar Iossef sufrió la mutilación
tradicional.
“Cuando fueron cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, se lo
llamó Ieschou”130.
Ciertos autores acusan a la circuncisión de ser una de las causas de la
pederastia, muy extendida en el país en que dicha operación se practica.
Lo que es seguro es que la ablación del prepucio tiene como consecuencia
la cutización, al contacto del aire y de los vestidos, de la mucosa del glande y la
atenuación de la sensibilidad voluptuosa. Ahora bien, ésta se despierta más
fácilmente por el coito anal que por el coito vaginal (Stark, Mantegazza). Quizá
sea esta una de las causas de la frecuencia de la pederastia en los pueblos que
practican la circuncisión.
130
Evangelio de San Lucas, II.
131
Talmud de Babilonia lebámot, 63 a.
132
Evangelio de San Mateo, V.
133
Evangelio de San Marcos, XII.
134
Evangelio de San Lucas, XX.
casarse”.
“––Todos ––respondió Ieschou–– no comprenden estas cosas, sino
aquellos a quienes les es permitido. En efecto, hay eunucos nacidos del vientre de
la madre, otros que son hechos eunucos por los hombres: otros, en fín, que se
hacen eunucos ellos mismos, por el reino de los cielos. Quien pueda comprender
esto que lo comprenda135”.
“¡Felices los estériles! Los vientres que no han concebido y los pechos que
no han amamantado”136.
Además, su actitud respecto de las mujeres no era la de un macho. Era
tímido y las trataba como a hermanas, aunque fuesen antiguas prostitutas, como
ellas trataban de hermano a quien se puede sin temor seguir y acercarse.
Las mujeres formaban la minoría de su séquito. Eran Miriam, su madre:
Miriam Khalpai, su tía; Schalomé, que acaso era una de sus hermanas; Miriam la
Magdalena; Iohana Khousa; Schoschanna y algunas otras neurópatas, “curadas de
los espíritus malignos y de enfermedades”137.
El papel de éstas era indeterminado. En su entretenimiento con la
samaritana, “sus discípulos, al llegar, se asombraron de que tuviese trato con una
mujer”138.
135
Evangelio de San Mateo, XIX.
136
Evangelio de San Juan, IV.
137
Evangelio de San Lucas, VIII.
138
Evangelio de San Juan, IV.
139
Lorthois. De l'automutilation, París, Vigor, p. 181.
onanismo o en el éxtasis religioso”140.
Marie cuenta de una prostituta que sufría de cuando en cuando delirio
erótico, con palabras obscenas y provocaciones amorosas y un delirio religioso,
con visiones de ángeles y ataques de éxtasis.
Vallon y Marie141 hablan de una enferma que se masturbaba con un
crucifijo, creyendo asísantificado el acto.
Esta lascivia es frecuente sobre todo en los místicos atacados de
tuberculosis pulmonar y explica la frecuencia de la automutilación sexual en la
locura religiosa. La más frecuente es el eunuquisrno o amputación del pene y los
testículos.
Observación contemporánea. Gr. A. J. (28 de agosto 1856-1896), sastre;
sabía estrictamente leer, escribir y contar. Era poco inteligente. Entregado a
aventuras piadosas, de católico se hizo protestante y cayó después en la manía
religiosa. Se creía el elegido de Dios; su mujer había de parir un hijo que se
llamaría Elías y había de ser el gran servidor del Cristo; el fin del mundo iba a
llegar. Ilustraba sus discursos con citas bíblicas y explicaba sus menores acciones
por la Biblia.
Padecía alucinaciones visuales y exoauditivas, verbales y de automatismo
verbal. Veía al diablo y lo oía. Dios le hablaba al oido, diciéndole:
“Desde ahora te llamarás José”142 y le hacía pronunciar palabras que lo
llenaban de asombro.
Sentía deseos sexuales intensos y, aunque estaba casado, se entregaba a la
masturbación.
Durante la noche del 2 de abril de 1895 escuchó dentro de sí una voz
divina que le ordenaba cortarse el pene. Se levantó inmediatamente y, cogiendo
las tijeras de sastre, en dos tijeretazos se extirpó el órgano de raiz. Amenazaba y
golpeaba a quienes se oponían a las manifestaciones de su delirio y caía en sueño
profundo del denominado “sueño histérico”143.
La mayor parte de los automutilados sexuales tienen de 20 a 40 años; las
dos terceras partes son célibes y la mitad de ellos frailes y curas.
Después del eunuquismo, la más frecuente de las automutilaciones
religiosas parece ser la enucleación de los ojos. Lo que el monomaniaco místico
se arranca al vaciarse los ojos son los órganos que lo han incitado a pecar
transmitiéndole imágenes voluptuosas.
Observación contemporánea. Un alienado de 48 años tenía alucinaciones
de la vista y otorgaba a todas las cosas un sentido místico. Como Ieschou bar
Iossef, que ayunó en el desierto, se creyó rodeado de animales, él se abstuvo de
comer, porque era indigno y creyó ver los árboles tomar la forma de bestias. En el
curso de una crisis de agitación anhelante que recordaba la angustia de
Gethsemaní trató de saltarse los ojos y arrancarse los testículos144.
Los locos místicos se amputan alguna vez la mano y los dedos,
140
Krafft-Ebing, Psychopathie sexuelle. París, Maloine, 1895, p. 498.
141
En la misma obra.
142
Salmo XVIII.
143
P. Kéraval. Automutilation d'un délirant religieux. Echo médical du Nord, 31
agosto 1902. En la edición grande de esta obra se encontrarán otras 22
observaciones de automutilación genital en locos religiosos.
144
Cotad. Maladies cérébrales et mentales. París, Bailliére, 1891.
suprimiendo así el instrumento de su placer y de su pecado.
Observación contemporánea. C. Marie, de 34 años, hija y hermana de
tuberculosos, extremadamente sensible, sujeta a espasmos y a perturbaciones
vasomotoras, comenzó a llevar una vida devota y pasó un año en un monasterio.
Padecía excitación sexual y se entregaba al onanismo, que provoca en ella
remordimientos, oraciones y deseo de castigo. Terminó por creerse el diablo y el
Anticristo. En 1881 ayuna, duerme poco y se entrega a diversas mortificaciones.
Sin embargo, dice ella, “poseída por un mal espíritu se entregó muchas veces al
onanismo”, un día puso los brazos sobre una lámpara, causándose quemaduras
graves. Dijo “que había querido castigar los brazos que habían pecado”.
Ieschou bar Iossef tuvo ideas de eunuquismo, enucleación y de
amputación de la mano, de lo que dan fe los pasajes siguientes:
“Hay ––dice–– eunucos nacidos del vientre de su madre; otros hechos
eunucos por los hombres: otros en fin se hacen eunucos ellos mismos, por el reino
de los cielos. Quien pueda comprender esto, que comprenda”145.
“Sabéis que he dicho: “No cometerás adulterio” y os digo en verdad que
cualquiera que mire a una mujer con deseo ha cometido ya adulterio con ella en
su corazón. Que si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo lejos, porque
más te vale perder uno de tus miembros que no que tu cuerpo entero sea
precipitado en Gué Hinnon, Que si tu mano derecha te escandaliza, la cortes y la
tires lejos”.
En otro pasaje. las ideas de automutilación parecen unidas a las del
onanismo practicado en los niños:
“A quien escandalice a uno de los niños que creen en mí, más le valdría
que le pusieran al cuello una piedra de molino y que lo arrojasen al mar. Que si tu
mano te hace pecar, córtala; vale más estar manco en la vida que tener dos manos
y caer en el Gué-Hinnon, en el fuego que no se acaba nunca”.
De estos diversos pasajes y de los párrafos precedentes tengo derecho a
sacar mi conclusión de que Ieschou bar Iossef tenía ardientes deseos sexuales. Es
probable que su frialdad ante las mujeres estuviese en correlación con hábitos de
onanismo y de pederastia.
4. –– El amor homosexual.
El hombre es antes mujer, en el seno de la madre. Posee ovarios que se
convertirán en testículos; oviductos que desaparecerán; un útero que resultará el
utrículo prostático; un clítoris que será el pene; grandes labios que, uniéndose
sobre la linea media, serán el escroto. La señal de esta unión constituye el rafe
escrotal.
En ciertos degenerados, mientras que el conjunto del organismo, incluso
los órganos genitales externos, sigue su evolución, las glándulas sexuales
continúan, químicamente hablando, en el estado de ovarios. y por sus secreciones
internas imprimen un carácter femenino a su forma, a su fisonomía, a sus gestos y
su mentalidad.
El homosexual es ordinariamente vanidoso, melancólico, tardo,
desconfiado, hostil, poeta en ocasiones, predispuesto a la exaltación religiosa y a
las alucinaciones y de una indiferencia por la mujer en cuanto a hembra, que llega
en ocasiones hasta el horror. Se comprueban frecuentemente en él otros estigmas
145
Evangelio de San Mateo. XIX.
fisicos de degeneración, la tuberculosis, la locura sistemática; en fin,
teomegalomania, como señala Dupain.
A los homosexuales les agrada vivir juntos. Krafft-Ebíng escribe: “Forman
a menudo círculos de tres a doce personas, con relaciones de amistad. Les agradan
las reuniones íntimas, donde no se sienten molestos y prefieren sobre todo
aquellas en que no hay más que una docena de personas”146.
Ieschou bar Iossef era un homosexual.
En efecto, tenía deseos sexuales intensos. Por otra parte:
1° En su séquito las mujeres figuraban en pequeño número y
desempeñaban un papel secundario.
2° No les dirigía casi nunca la palabra.
Sus discípulos lo encontraron en compañía de la samaritana en Suchar, y
“se asombraron de que estuviese con una mujer”147.
3° No quería que las codiciasen y aconsejaba en contra del matrimonio,
abolido en su reino.
4° Sentía por ellas una piedad efectiva. La piedad es tanto más viva cuanto
más se nos asemeja la persona objeto de ella.
5° No tuvo mujer y dijo: “En la resurrección los hombres no tendrán
mujeres, ni las mujeres les serán dadas en matrimonio a los hombres”148.
6° Elogió la esterilidad.
7° No dejó hijos.
8° Amó apasionadamente a sus discípulos y quiso ser amado por ellos de
una manera exclusiva.
9° Tuvo, para algunos hombres, verdaderos sentimientos de amor.
Un día, en un camino, un caminante se prosternó delante de él.
“Ieschou bar Iossef, mirándolo fijamente, lo amó”149.
10° Ciertos hombres sufrían con su proximidad una atracción súbita y
singular: “Marchó de nuevo cerca del mar, y toda la multitud corrió hacia él. Al
pasar vió a Lévi bar Khalpai sentado, y le dijo: “¡Soy yo!” Y aquél se levantó, y lo
siguió150.
11° Este célibe sin amante se compara a sí mismo a un novio, a un recién
casado, a un esposo151.
12° Doce amigos íntimos lo rodeaban, y se tenía acerca de ellos “toda
suerte de malos pensamientos a causa de él”152.
13° Uno de ellos, Iohanan bar Zébadya (San Juan) era llamado “el
discípulo amado”, el discípulo que Ieschou acariciaba” 153. Lo vemos durante la
última cena echado en su regazo; después se echó sobre su pecho 154 y es a él a
quien confía su madre en el momento de morir.
14° En el transcurso de esa última cena, Ieschou siente el deseo de lavar
146
Krafft-Ebing, Psychopathie sexuelle, París, Maloine. 1895, páginas 269-271.
147
Evangelio de San Juan IV.
148
Evangelio de San Marcos, XII.
149
Evangelio de San Marcos, X.
150
Evangelio de San Marcos, II.
151
Evangelio de San Mateo, V.
152
Evangelio de San Mateo, IX.
153
Evangelio de San Juan, XX.
154
Evangelio de San Juan, XIII.
los pies de los apóstoles, los pies solamente, no las manos y la cabeza, a pesar de
llamarle la atención a este respecto, Schiméon bar lona (San Pedro). Se sabe que
el “fetichismo del pie” es frecuente en los invertidos y en los pervertidos sexuales.
15° La noche de su prisión, lehouda bar Schiméon (Judas) “lo besa
cariñosamente”155.
16° La traición de este último y su suicidio no pueden explicarse sino por
un acceso de celos seguido de remordimiento pasional.
Observación contemporánea. X... presenta estigmas físicos y mentales de
degeneración. De los 12 a 18 años se educó en un colegio eclesiástico; después en
un seminario hasta los 24 años, cuando fue ordenado como sacerdote.
Su carácter era tímido. Tuvo pocos amigos y escasas relaciones. De niño
soltaba los ratones, ante el temor de que fueran dados a los gatos, cosa que lo
llenaba de piedad. Sufría accesos de cólera.
“Durante toda su vida prefirió los niños, con los que su ministerio lo ponía
en contacto.
“Su deseo recaía siempre sobre chicos menores de veinte años, los
imberbes, los efebos, decía él. Era como una impulsión; sentía el deseo de
apretarlos contra sí, de hacerlos entrar en él por decirlo así, como una mujer puede
desear un hombre. Realizado el acto, no sentía ningún remordimiento”156.
155
Evangelio de San Marcos, XIV.
156
Jacques Baruk. Bulletín de la Societé de médicine d'Angers, sesión de 5 de
abril de 1913. En la edición grande de esta obra pueden verse otros doce casos de
inversión sexual, de los cuales tres eran en locos religiosos.
CUARTA PARTE
CAPITULO PRIMERO
I. –– Su ignorancia científica.
157
Mischrna, Sanhedrín, XI.
158
Evangelio de San Marcos, I.
159
Evangelio de San Juan, I.
160
Evangelio de San Marcos, III.
161
Evangelio de San Marcos, XII.
162
Evangelio de San Mateo, IV.
163
Evangelio de San Lucas, XI.
El corazón es el asiento de la inteligencia y de los sentimientos.
“Del corazón de los hombres es de donde salen los malos pensamientos,
los adulterios, las concupiscencias, los asesinatos, los robos, la avaricia, las malas
intenciones, el fraude, la lujuria, la calumnia, la arrogancia”164.
Las enfermedades son el castigo de los pecados.
La neurosis y la psicosis son debidas a la presencia de los demonios en el
cuerpo del hombre.
En una palabra, la instrucción del hijo del carpintero de Nazareth era
inferior a la de Bernardeta Soubirous, la pastora de Lourdes.
2. –– La erudición religiosa.
Ieschou bar Iossef era, en cambio, erudito en materia de religión.
Cita con frecuencia diferentes textos de las Escrituras y los profetas, y dice
a los saduceos:
“Si os descarriáis será porque no conocéis ni las Escrituras ni el poder de
Elohim”165.
Esta erudición databa de su infancia: asombró a los doctores en teología
cuando no tenía más que doce años, y más tarde asombró también a las gentes de
Jerusalén que frecuentaban el templo donde les enseñaba.
¿Cómo este lugareño de Galilea, este carpintero de pueblo, pudo conocer
las escrituras tan bien como los doctores?
“Ieschou fué hacia el templo, donde se puso a enseñar; donde los judíos se
maravillaban así: ”¿Cómo puede saber las Escrituras no habiéndolas
aprendido?”166.
No las había aprendido en las escuelas de Teología, pero las había leído y
releido para buscar las pruebas de su divinidad, pruebas que había encontrado y
por las que declaró que “la Escritura no puede ser violada”167.
Ignorancia científica de una parte, erudición religiosa por otra, tal era,
pues, la fórmula ideológica de Ieschou bar Iossef.
Esta fórmula es común en los teomegalómanos. “Los candidatos a la
paranoia religiosa ––escribe Krafft-Ebing–– suelen tener como libro de
preferencia la Sagrada Escritura”168.
Entre los hombres del campo: labradores, jardineros, criados, obreros,
fogoneros, aserradores, relojeros, carpinteros, carniceros, sombrereros, jornaleros
y empleados modestos es en donde suelen reclutarse los hombres-dios. Una
mención especial se debe a los sastres, cordoneros, zapateros y silleros. Nutren las
filas de los teomegalómanos porque estas profesiones son elegidas por enfermos
de nacimiento, y en ellos la degeneración física y mental se alía con la falta de
instrucción.
Observación contemporánea. Emilio L. era un aprendiz sin ninguna
instrucción, que se creia profeta. Leía apasionadamente la Biblia y se sabía
muchos pasajes de memoria. Un día encontró en una librería de viejo, libros
latinos con escritos de Jeremías y de Ezequiel. Compró un Diccionario y una
164
Evangelio de San Marcos, VII.
165
Evangelio de San Marcos, XII.
166
Evangelio de San Juan, VII.
167
Evangelio de San Juan, X.
168
Krafft-Ebing. Traité cliníque de psychiatrie. París, Maloine, 1897, página 481.
Gramática y, sin ayuda de nadie, aprendió a traducir de corrido y hasta con
elegancia169.
169
Jules Cloitre, Dégénérescense et mysticisme, 1902, pág. 35.
170
Mica (Michée), IV.
171
Génesis, XIV.
172
Éxodo, XXIV.
alumbra el fondo de la tierra y el fondo del mar. Es el creador del mundo 173, el
dueño de la vida y la muerte.
Los judíos lo representan como “un rey inmortal” 174, “el rey de los
cielos”175, un rey omnisciente, todopoderoso y justo, un buen rey, “padre de los
huérfanos”, “protector de las viudas”, “refugio de los pobres”176, misericordioso
para los pecadores.
Su aliento, rouah, penetra en ciertos hombres y provoca en ellos visiones,
palabras misteriosas, actos extraños e impulsiones ambulatorias. Se transporta a lo
lejos, a la manera de un pájaro, y el Génesis nos lo muestra, en el momento de la
creación, planeando sobre las aguas bajo la forma de una paloma. Iahvé tiene bajo
sus órdenes guerreros ––los ángeles–– y, entre ellos, mensajeros (maleakym) que
envía a los judíos.
Algunos ángeles se rebelaron y fueron arrojados del cielo, convirtiéndose
en demonios a los que se dió los nombres de los dioses de las naciones enemigas,
Molok, Mámon, Baal Zébou. Su jefe es Schatan (el adversario), que fué el que
tentó a Adán y Eva en el jardín del Edén.
Los demonios son los que provocan las enfermedades nerviosas. Hablan
por boca de los histéricos, de los epilépticos y de los alienados. Pero el ayuno, la
oración, o la intervención de un hombre inspirado pueden arrojarlos del
organismo.
Entre los judíos, los dobles de los muertos eran llamados réfaim, que
habitaban en un vasto sepulcro, el schéol, y debían, en el momento de la
resurrección, recuperar sus cuerpos para, conducidos por los ángeles, presentarse
delante de lahvé, en compañía de los vivos. Este día ––el día de Iabvé–– en que el
Dios debe pronunciar sus sentencias, precipitar a los malos en el infierno ––
llamado Gué-Hinnon (del nombre de un valle mortuorio situado en las
proximidades de Jerusalén)–– y acoger a los buenos en el reino de los cielos,
donde deben vivir una vida eterna.
Este reino comprende también la tierra donde las doce tribus deben ejercer
su hegemonía, después de haber subyugado las setenta naciones. Tal era el paraíso
de Israel.
El rey de este reino debía ser el Mesías.
De pronto, en medio de un período de desorganización social, un hombre
surge de la multitud llevando el orden y la paz donde reina la discordia y la guerra
civil.
Los hombres primitivos consideraban estos renovadores como enviados
del cielo y los esperaban con tanta mayor impaciencia cuanto más desgraciados se
consideraban.
Los judíos, orgullosos, melancólicos y siempre poco satisfechos, llevan en
general una vida desgraciada, aún en medio de la opulencia y de los honores.
Anarquía, invasión, deportación, persecución; estas cuatro palabras resumen su
historia. También el mito del ser providencial crea en ellos una intensidad
extraordinaria. Se lo figuran como un descendiente de David, a quien había
ungido Iahvé. Este elegido (en hebreo Maschiah, en griego Christos) debía
173
Oschea (Oséas), XI.
174
Oráculos sibilinos. Prólogo, III.
175
Daniel, IV.
176
Salmo LXVIII.
instaurar el reino de Iahvé, es decir, el reino de los cielos.
Los oráculos sibilinos (III o II siglo antes de Ieschou) veían en él un rey
descendido del Sol, para acabar la guerra y anudar alianzas entre los hombres.
“De los cielos estrellados descenderá el Mesías sobre los hombres y con él
la santa concordia, el amor, la fe, la hospitalidad. Arrojará de este mundo la
iniquidad, la maldad, la envidia, la cólera y la locura. No habrá pobreza, ni
asesinatos, ni lúgubres querellas, ni robos en la noche, ni nada que sea perverso...
Los hombres piadosos, agrupados alrededor del Mesías, glorificarán el templo del
gran Elohim con libación, víctimas y hecatombes. Habitarán felices las villas y los
ricos campos... Exaltados por el Inmortal, profetizarán y darán una gran alegria a
todos los mortales”177.
De Hanok (siglo II) antes de Ieschou: El Mesías o “hijo del hombre” 178 que
está en el cielo ha sido elegido por Iahvé antes de la creación del mundo.
Es “la luz de los pueblos, la esperanza de los que sufren en su corazón;
todos aquellos que habitan sobre la aridez de la tierra se prosternarán y lo
adorarán”179. “Por su nombre los justos serán salvados y él será el vengador de su
vida”180.
Sentado sobre “un trono de su gloria”181, el trono mismo de Elohim,
juzgará “todas las obras de los santos en lo alto del cielo, y las obras serán
pesadas en una balanza”182. “Reyes poderosos que habitáis en el mundo ––hace
decir el autor a Iahvé–– veréis a mi Elegido sentarse sobre el trono de su gloria y
juzgar a Azacel, a todos sus compañeros y a todo su ejército en nombre del Señor
de los espiritus”183. Bastará una palabra de su boca para castigar a los malos.
“Echará a los reyes de sus tronos y les quitará su poder, porque no lo han
glorificado y no han confesado humildemente de dónde les había venido su
reino”184.
De los salmos de Schelomo (Salomón) (hacia el año 63 antes de Ieschou):
El Mesías es un ser formado por Iahvé mismo y dotado de una santidad
sobrehumana. Reunirá a los judíos dispersos por el mundo y purificará Jerusalén,
la ciudad santa, donde los no judíos vendrán a contemplarlo en su gloria, y ese día
se someterán a Israel.
Del apocalipsis de Mosché (hacia el año 5 de la era vulgar). El Mesías
vengará a los judíos de todos sus enemigos; Israel sojuzgará a las águilas romanas
y vivirá en las estrellas.
Los rabinos decían que el Mesías vendría al mundo como otro hombre
cualquiera y que viviría una temporada en la obscuridad, antes de manifestarse en
su gloria.
El mesianismo subsistía en Palestina como una epidemia, epidemia muy
grave, de la que se hablaba en el mundo romano.
Los unos esperaban un rey guerrero que arrojase a los romanos al mar. Los
177
Oráculos sibilinos, III, 795.
178
Hanok, XLVI.
179
Hanok, XLVII.
180
Hanok, XX, XLVIII.
181
Hanok, XLV, LV.
182
Hanok, XX, L.
183
Hanok, LV.
184
Hanok, XLVI.
otros, un hombre inspirado por Iahvé que llegase al mismo fin por procedimientos
sobrehumanos.
Un gran número de megalómanos creyeron ser el Mesías, y la represión de
los movimientos religiosos que tales alienados provocaron fué la principal
preocupación de los procuradores.
Theoudas llevó 400 iluminados a orillas del Jordán, cuyas aguas,
afirmaban, iban a abrirse ante su mandato, para dejar pasar a sus discípulos.
Schiméon el Mago, reconocido rey por unos cuantos, incendió el palacio
Hierichus (Jericó).
Un Mesías anónimo, venido de Egipto, condujo a cuatro mil judíos al
desierto, y a otros 30 mil al monte de los Olivos y habló de derruir, con un solo
soplo de su boca, las murallas de Jerusalén.
Todas estas ideas religiosas que rodaban por el mundo judío, Ieschou bar
Iossef las adoptó. Veía en los demonios “espíritus impuros” cuyo jefe es Schatan,
“el maligno”, “el enemigo”, “el embustero”; creia en el juicio final cuyas
circunstancias premonitorias describen los evangelistas.
“Paralelamente, en este tiempo, después de esta tribulación, el Sol se
obscurecerá, no brillará la Luna, las estrellas y las fuerzas del cielo se perturbarán
(“y habrá sobre la tierra una angustia de las naciones en medio de los rugidos de
la tierra y del mar; los hombres entregarán su alma de miedo, en la espera de lo
que ha de ocurrir al mundo”)185. En verdad os digo que esta generación no pasará
sin que todo esto haya ocurrido”186.
Después del juicio final los buenos irán “al reino de Elohim” 187 sentados
en tronos de oro y resplandecientes como el Sol, gobernarán las doce tribus de
Israel y por consecuencia “gobernarán la tierra” 188, porque la tierra debe estar
sometida a los judíos.
Los malos irán por la puerta del Gué-Hinnon a las “tinieblas” 189, “a los
lugares infernales”190 donde estarán en cuerpo y alma “para ver que no se muere
nunca”191, y por el “fuego que no se apaga jamás”192 sufrirán “una pena eterna”193.
En cuanto al Mesías, el Elegido, el hijo de Iahvé, el Hijo del hombre que
está en el cielo, el Rey del reino de los cielos, la Luz de los pueblos, Ieschou bar
Iossef creia que él era este personaje fantástico.
185
Evangelio de San Lucas, XXI.
186
Evangelio de San Marcos, XXI
187
Evangelio de San Marcos, IX.
188
Evangelio de San Mateo, V.
189
Evangelio de San Mateo, XXV.
190
Evangelio de San Mateo, XI.
191
Evangelio de San Marcos, IX.
192
Evangelio de San Marcos, IX.
193
Evangelio de San Mateo, XXV.
QUINTA PARTE
EL DELIRIO DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
194
Lauret. Fragments psychologiques sur la ƒolie, 1934. pág. 322.
195
Krafft-Ebing. Traité clinique de psychiatrie, 1872, pág. 482.
por las toxinas genitales es cuando el delirio se manifiesta por primera vez.
Bien pronto el enfermo no sale de su sueño ni se deja arrastrar por las
sensaciones de la vida real. Su personalidad se transforma y, si ayer era un
carpintero de pueblo, hoy llega a confundirse con el Dios de los judíos. Desde
entonces se conduce conforme a tal personalidad nueva, hasta que las reacciones
de los incrédulos lo obligan a disimular su delirio. Disimulo transitorio. Más
pronto o más tarde sus pretensiones lo traicionan y lo conducen, siguiendo el
grado de civilización de la sociedad en que se desenvuelve, a la prisión, al
patíbulo o al manicomio.
Seguiremos en Ieschou bar Iossef la evolución de esta locura.
CAPITULO II
196
Rudolf von Delius, Jesus, sein Kampƒ, seine Personalichkeit und seine
legende. Munich. 1909, pág. 124.
197
Evangelio de San Juan, XIII.
198
Evangelio de San Lucas, XIX.
199
Evangelio de San Marcos, XIII.
200
Evangelio de San Juan, VIII.
201
Evangelio de San Juan, II.
tenía doce años fueron, según costumbre, a la fiesta. Pero terminada la semana,
cuando regresaron, el joven Ieschou, por su voluntad, se quedó en Jerusalén.
Creyendo que iba en su compañía, caminaron una jornada; lo buscaron entre sus
parientes y conocidos y, no encontrándolo, volvieron a la ciudad para buscarlo.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los tannaim
(doctores en teología), escuchándolos e interrogándolos, asombrando por su
inteligencia y sus respuestas a cuantos lo escuchaban. Cuando sus padres lo
vieron se asombraron también y su madre le dijo:
“Niño, ¿por qué has hecho esto con nosotros? Tu padre y yo hemos
sentido gran pena mientras te buscábamos”.
“¿Por qué me buscabáis? ––respondió–– .¿No sabéis que debo ocuparme
de las cosas de mi padre?”. Pero ellos no comprendíeron lo que el niño les decía.
Entonces descendió del templo y volvió con ellos a Nazareth, donde fue sumiso;
su madre guardó todas estas cosas en su corazón202.
Desde la edad de doce años ––según esto–– Ieschou bar Iossef se creyó hijo de
Iahvé. Tal fué su error primordial.
Engendrado por un sentimiento, mejor dicho, por una evidencia, el error
primordial resiste todos los razonamientos. Es un cimiento de granito sobre el
cual poco a poco se levanta un edificio prodigioso. Es como una catedral de estilo
flamígero, erizada de torres y lucernas, adornada por gárgolas y aristas, horadada
por vitrales multicolores en los que juega constantemente la luz del día.
Este edificio es la nueva personalidad, la personalidad patológica,
construida con los restos de la otra y con materiales cogidos al azar. El hombre de
ayer ya no existe; se ha desvanecido en las brumas del pasado; otro, un héroe de
cuento azul, ha ocupado su lugar y ha caído de las nubes del sueño en las
realidades de la vida.
Seguiremos el progreso de esta construcción en nuestro héroe.
En Betahabara (tenía entonces veintinueve años), después de que Iohanan
el Bautista lo hubo metido en el Jordán, escuchó que una voz celeste le decía:
“Tú eres mi Hijo, el bien amado, del que yo recibo placer”203.
Algún tiempo después, en el desierto de Judea, Schatan le habla en estos
términos:
“Si tú eres el Hijo de Elohim, ordena que esas piedras se conviertan en
panes”204.
Y, sobre la terraza del templo de Jerusalén:
“Si tú eres el Hijo de Elohim échate abajo205.
Desde entonces. cada vez que cree poderlo hacer sin peligro, proclama con
convicción delirante:
“Yo soy hijo de Elohim y vengo”206.
“He salido del Padre y he venido al mundo”207.
“¿Crees en el hijo de Elohim?” ––le preguntó a un ciego.
202
Evangelio de San Lucas, II.
203
Evangelio de San Marcos, I.
204
Evangelio de San Marcos, IV.
205
Evangelio de San Marcos, IV.
206
Evangelio de San Juan, III.
207
Evangelio de San Mateo, IV.
“¿Quién es ––le respondió–– para que crea en él?”208.
“Tú lo has visto y él es quien te habla”.
Iahvé habita en el cielo; de esto deduce Ieschou bar Iossef que él viene del
cielo y así lo declara:
“He descendido del cielo”209.
Iahvé lo ha enviado a la tierra para que sea el intérprete y el ejecutor de su
voluntad. Desde entonces, Dios está con él. Le dirige la palabra, le “descubre todo
lo que hace”210, lo hace partícipe de todo su poder:
“Todo lo que posee mi padre es mío”211.
“Todo lo que me pertenece es tuyo y todo lo que te pertenece es mío” 212, le
decía con la familiaridad ingenua que tenía por costumbre.
Los ángeles de Iahvé están a su disposición.
“Piensas tú ––dice a su discípulo Schiméon bar Iona (La Piedra) cuando
en el momento de prenderlo sacó su makhaira para defenderlo–– piensas tú que
yo no podría pedir a mi padre, el cual enviaría más de doce legiones de
ángeles?”213.
Iahvé es el encargado de elegirle los discípulos:
“Ninguno puede venir a mí, si no le es dado por el padre”214.
Ieschou bar Iossef no hace más que pasar por la tierra con una misión.
“Soy de lo alto, no soy de este cielo”215.
Un día subirá al cielo y se sentará a la diestra de su padre:
“Veréis al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso” (sobre
su trono glorioso)216 “y avanzando sobre las nubes del cielo”217.
Ieschou resucitará los muertos:
“Llegará la hora en que todos los que están en las tumbas oirán la voz del
Hijo del Hombre”218.
Entonces, asistido de “todos los ángeles”219 procederá al juicio final
porque “el padre... ha confiado todo juicio al Hijo”220. Todas las naciones irán a su
presencia y él separará los hombres unos de otros”221.
Los que han creído en él y lo han asistido, poseerán para la eternidad, el
Reino de los cielos, del que él tiene “las llaves”.
Los otros serán echados en el Gué-Hinnon de fuego.
Sus apóstoles “comerán y beberán en su mesa”222 y “sentados en doce
208
Evangelio de San Juan, IX.
209
Evangelio de San Juan, IV.
210
Evangelio de San Juan, VI.
211
Evangelio de San Juan, XVI.
212
Evangelio de San Juan, XVII.
213
Evangelio de San Mateo, XXVI.
214
Evangelio de San Juan, VI.
215
Evangelio de San Juan, XVI.
216
Evangelio de San Mateo, XXVI.
217
Evangelio de San Marcos, XIV.
218
Evangelio de San Marcos, XVII.
219
Evangelio de San Mateo. XV, XIX, XX, XXV.
220
Evangelio de San Mateo. XV, XIX, XX, XXV.
221
Evangelio de San Mateo. XV, XIX, XX, XXV.
222
Evangelio de San Mateo. XV, XIX, XX, XXV.
tronos”223 juzgarán a “las doce tribus de Israel”224.
CAPITULO III
JESUS EL MESIAS
223
Evangelio de San Mateo. XV, XIX, XX, XXV.
224
Evangelio de San Lucas, XX.
225
Evangelio de San Mateo, XXIV.
226
Evangelio de San Juan, IV.
227
Evangelio de San Lucas, IV.
228
Evangelio de San Juan, V.
229
Evangelio de San Mateo, IV, XXII y XXIV.
230
Evangelio de San Mateo, IV, XXII y XXIV.
231
Evangelio de San Mateo, IV, XXII y XXIV.
232
Evangelio de San Mateo, XIX.
A1 ejemplo del legislador que crea el Gran Sanhedrín de setenta
miembros, él elige otros setenta para gobernar las setenta naciones que han de
estar sometidas a los judíos.
Se lee en Zekarya: “Escucha el clamor de alegría, hija de Ierouschalaim
(Jerusalén). He aquí a tu rey entre tus muros. Justo y victorioso. Humilde y
cabalgando sobre un asno”233
Quiere realizar su sueño ajustándose a este texto y hace una entrada
solemne en la capital del mundo judío, mientras sus discípulos gritan: “Bendito
sea el rey que viene en nombre de Adonai”234.
El resultado de esta alternativa y su prisión le quitaron la esperanza de
reinar sobre la tierra. A esta pregunta del procurador: “¿Eres el rey de los judíos?”,
contesta: “Tú lo has dicho”. Pero en seguida corrige esta respuesta con la frase
célebre: “Ahora mi reino no es de este mundo; si fuese de este mundo, mis gentes
lucharían por que yo no fuese entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí
abajo”235. También dijo: “Reinaré sobre los judíos, pero solamente en el cielo”.
CAPITULO IV
Ieschou bar Iossef ha sido enviado a la tierra con una misión del Dios de
los judíos. “He venido en nombre de mi padre”236.
El Ruah (el aliento, el espíritu) de Iahvé está en él. Lo ha visto un día
descender sobre su cabeza en forma de paloma. Por eso cree poder decir: “No
estoy solo, mi padre está conmigo”237.
Iahvé habla por su boca: “Lo que escucháis no es mío, es el padre quien
me lo envia238.
Es el ejecutor de la voluntad divina: “He descendido del cielo, no para
hacer mi voluntad, sino la del padre, que me ha enviado”239.
Es con el Ruah de Elohim (el soplo de Elohim) 240 con lo que expulsó a los
demonios”241.
Iahvé ama profundamente a Ieschou bar Iossef: lo ama “antes de la creación del
mundo”242.
Ama igualmente a sus discípulos, pero sólo porque son sus discípulos y en
la medida en que ellos aman a su Maestro: “El padre os ama porque me amáis y
233
Zekarya (Zacarías), IV.
234
Evangelio de San Lucas, XIX.
235
Evangelio de San Juan, XVIII.
236
Evangelio de San Juan, V, XVI y XIV.
237
Evangelio de San Juan, VI.
238
Evangelio de San Lucas, XI.
239
Evangelio de San Juan, VI.
240
Evangelio de San Juan, XVII y XIV.
241
Evangelio de San Juan, XVII y XIV.
242
Zekarya (Zacarías), IV.
porque me habéis creido hijo de Elohim”243.
CAPITULO V
JESUS-IAHVE
CAPITULO VI
243
Evangelio de San Lucas, XIX.
244
Evangelio de San Mateo, IV.
245
Evangelio de San Mateo, IV.
246
Evangelio de San Mateo, IV.
247
Evangelio de San Mateo, IV.
248
Evangelio de San Mateo XII, San Marcos II
249
Evangelio de San Marcos, II
250
Evangelio de San Mateo, V.
en que el Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser despreciado?” 251. Sus
búsquedas en el Antiguo Testamento le permiten responder afirmativamente.
El capítulo LIII de Ieschahyou (Isaías) le proporciona una primera
referencia. Se identifica con el “servidor de Iahvé”, “desdeñado y despreciado de
los hombres, hombre doloroso”, infamado. menospreciado “porque lleva nuestras
enfermedades y el fardo de nuestros dolores”252.
Se cree con derecho a pronunciar estas palabras: “Todo lo que ha sido
escrito por los profetas se ha de de cumplir por el Hijo del Hombre, porque será
entregado a los paganos (no judíos), será burlado, juzgado y escupido. y después
de que lo hayan azotado, lo condenarán a muerte253.
¿Pero cómo Iahvé, que es Todopoderoso, cómo Iahvé, que ama a su hijo,
puede tolerar que se lo someta a un tratamiento parecido?
El Antiguo Testamento le permite resolver también este problema. Se lee
que Iahvé había hecho alianza con el pueblo judío, a condición de que obedeciese
sus mandatos, Esta condición no había sido cumplida; los profetas habían
deducido que la alianza estaba denunciada y que era preciso renovarla para
obtener la dominación universal del mundo.
En aquel tiempo la celebración de un tratado se acompañaba de un
sacrificio. Se inmolaba una víctima y se juraba sobre la sangre que corría de su
cuerpo respetar los compromisos contraídos. Ieschou bar Iossef se imagina que él
era la víctima elegida para sellar la nueva alianza de Iahvé y de los judíos, y
asegurarles asíla vida eterna en el reino internacional que querían fundar.
Esta concepción es personal; no la tomó del retrato que se había hecho del
Mesías. Fué inspirada por los acontecimientos.
Humillado por los incrédulos, maltratado por los mosaístas fanáticos,
aterrorizado por los espías del tetrarca Herodes Antipas y los agentes del
procurador Pontius Pilatus, quebrantado por las fatigas de su vida vagabunda, no
encuentra fuerza más que para salmodiar maldiciones y amenazas, que van de los
escribas a los fariseos y de Chorazin a Bethsaida; no vuelven a escucharse de su
boca más que palabras de cansancio, de misericordia, y de desesperación. El juez
implacable de otros tiempos se doblega bajo el peso de su infortunio, no pudiendo
ya nutrir el orgullo insensato que lo devora llega a arrojarle su propia persona
como cebo y a ofrecerse ––tan inmenso es su valor–– para pagar a Iahvé la deuda
secular, por la salvación de las generaciones, por la redención de la humanidad.
“El Hijo del Hombre no ha venido para hacerse servir, sino para servir y
dar su vida en favor de los demás”254.
“Elohim ha enviado a su hijo, a fin de que el mundo sea salvado por él”255.
Sin embargo, en medio de sus turbaciones, todavía encuentra el modo de
satisfacer ese orgullo. Puede juzgarse por esta frase extraña: “Doy mi vida por mi
gusto... Por esto me quiere el padre, porque doy mi vida a fin de recuperarla.
Nadie me la quita; soy yo quien la deja por propia voluntad. Tengo poder para
darla y poder para recuperarla”256.
251
Evangelio de San Marcos, IV.
252
Ieschayahou, LIII.,
253
Evangelio de San Lucas, XVIII.
254
Evangelio de San Marcos, X
255
Evangelio de San Juan, III.
256
Evangelio de San Juan, X.
Esta concepción delirante se traduce, de una manera que asombra, durante
la última cena que hace con sus discípulos. Ieschou toma un pan, y después de
haber dado gracias, lo parte y se lo da diciendo: “Tomad, este es mi cuerpo”.
Después, tomando una copa da gracias, la entrega para que beban todos y les dice:
“Esta es mi sangre, la de la nueva alianza, la que se esparcirá por todas partes”257.
Esta concesión hecha a la realidad, se refugia de nuevo en su sueño.
Sin duda será preso, juzgado, condenado, ejecutado, pero después estará
“en el seno de la tierra tres días y tres noches”258, resucitará y subirá al cielo.
También dice a sus discípulos: “Es preciso que el Hijo del Hombre sufra
mucho, que sea condenado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los
inquisidores (las tres secciones del Gran Sanhedrín), que sea muerto y que
resucite tres días después”259.
“Donde yo voy, vosotros no podéis ir ––les dice más tarde–– vosotros
estáis abajo y yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, y no soy de este
siglo”260.
Así, pues, victorioso, a pesar de todo, en la lucha entablada, volverá
“donde estuvo antes”261 y se sentará de nuevo a la diestra de Iahvé sobre las nubes
del cielo”.
”Veréís al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y
avanzando con las nubes del cíelo”262.
“En verdad os afirmo que veréis el cielo abierto y los ángeles de Elohim
subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”263.
Entonces, sustituyéndose al Dios de los judíos ––con el cual entonces se
confunde–– procederá al juicio final.
Se verá “al Hijo del Hombre venir en las nubes con gran poder y gloria:
enviará sus ángeles, y de los cuatro vientos, de toda la tierra hasta el limite del
cielo, reunirá a los elegidos”264.
“E1 padre no juzgará a nadie: ha confiado el juicio al Hijo, a este efecto
que todos honren al Hijo como bonran al padre”265.
“El Hijo del Hombre debe venir en la gloria de su padre con sus ángeles.
para dar a cada uno según sus obras”266.
“Glorifica a tu Hijo ––dice a Iahvé–– porque el Hijo te glorifica”.
Espera que, por su oración, Iahvé enviará a sus discípulos un espíritu de la
verdad, un consolador (Parakleitos), que confirmará lo que él ha dicho. “Cuando
os envíe el Parakleto... él dará testimonio”267.
En resumen, el delirio de Ieschou bar Iossef puede dividirse en cinco
períodos:
257
Evangelio de San Marcos, XIV.
258
Evangelio de San Mateo, XII.
259
Evangelio de San Marcos, VIII.
260
Evangelio de San Juan, VIII y VI.
261
Evangelio de San Juan, VIII y VI.
262
Evangelio de San Marcos, XIV.
263
Evangelio de San Juan, V.
264
Evangelio de San Marcos, XIII.
265
Evangelio de San Juan, V.
266
Evangelio de San Mateo, XVI.
267
Evangelio de San Juan, XV.
En el primero se siente grande.
En el segundo declara: “Soy el hijo de Iahvé”
En el tercero: “Soy el hijo de Iahvé y el Mesías”.
En el cuarto: “Me confundo con Iahvé”.
En el quinto: “Emanación de Iahvé, soy la víctima elegida para sellar su
nueva alianza con Israel”.
Si se quiere consultar los documentos que he reunido en la gran edición de
esta obra, se comprobará que estas concepciones son de observación corriente en
los sujetos atacados de teomegalomania y que Ieschou bar Iossef no se diferencia
de ellos más que por el éxito obtenido.
Observemos que estas concepciones están en contradicción con las
creencias de los judíos.
Ieschou no podía ser el hijo de Iahvé, porque Iahvé no tuvo hijos.
No podía ser el Mesías porque no descendía de David.
No podía confundirse con Iahvé, porque Iahvé está en el cielo.
No podía ser la víctima elegida para sellar la nueva alianza de Iahvé con
los judíos, porque esta alianza no implicaba ningún sacrificio.
Esta última concepción marca el agravamiento de su enfermedad. Es con
las repeticiones fastidiosas en que la teomegalomanía agota su logorrea, con la
asimilación de su sangre al vino y de su cuerpo al pan, un pan que desciende del
cielo, el signo precursor de la desorganización intelectual, la grieta anunciadora
del derrumbe. Si Ieschou-bar Iossef no hubiera sido crucificado, sus discípulos no
hubieran tardado en observar en él sintomas que hubieran acabado con su fe, y
hecho imposible la aparición del cristianismo.
CAPITULO VII
268
Evangelio de San Marcos, I.
269
Evangelio de San Mateo, XI y III.
270
Evangelio de San Mateo, XI y III.
271
Evangelio de San Mateo, XI y III.
272
Evangelio de San Juan, I.
273
Evangelio de San Juan, I.
Elohim”, del “grano que se amasa”, de “la paja que debe ser echada al fuego”, y
amenaza a los impios con “el fuego que no se apaga nunca”. Se parecen de tal
manera, que Herodes Antipas, oyendo hablar de él después de la ejecución del
asceta, exclama: “Iohanan el Bautista ha resucitado de entre los muertos”274.
Ieschou bar Iossef sufre también la influencia de sus propios discípulos,
llenos de admiración por sus adivinaciones de pensamientos y sus curas de
neurópatas, consideradas entonces como milagrosas. Un día les pregunta:
“¿Qué dicen los hombres que soy, el Hijo del Hombre?” Y le respondieron: “Los
unos Iohanan el Bautista; otros Eliyahou (Elías); otros lrmeyahou (Jeremías) o
alguno de los profetas”. “¿Y vosotros ––añade–– quién pensáis que soy?”
Entonces Schiméon (La Piedra) le responde: “Tú eres el Mesías 275, el ungido de
Elohim”276. “El hijo de El viviente”277. “Nosotros creemos y reconocemos que tú
eres el Santo de Elohim”278. “Creemos que cres el hijo de Elohim”, le dicen los
otros apóstoles.
Los enfermos, estupefactos de su curación como lo son todavía hoy los
neurópatas curados por los hipnotizadores, veían también en este vagabundo de
maneras extrañas, lo que él pretendía ser. Histéricos e histérico-epilépticos le
decían: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Elohim” 279, “el Santo de Elohim” 280, “el
Hijo de El supremo”281.
El mismo considera sus curas, que denominaba sus “obras” como una
prueba cierta de su filiación y de su misión divinas. “Las obras que hago en
nombre de mi padre, dan testimonio de mí”282 (l5). “Estas obras garantizan que mi
padre me ha dado una misión”283.
La samaritana, asombrada de verlo adivinar sus secretos, va por la
población diciendo: “Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he
hecho. ¿No será este el Mesias?”284.
CAPITULO VIII
274
Evangelio de San Marcos, VI
275
Evangelio de San Marcos, VIII.
276
Evangelio de San Lucas, IX.
277
Evangelio de San Mateo, XVI.
278
Evangelio de San Juan, VI
279
Evangelio de San Lucas, IV.
280
Evangelio de San Lucas, IV.
281
Evangelio de San Lucas, IV.
282
Evangelio de San Lucas, IV.
283
Evangelio de San Juan, X y V.
284
Evangelio de San Juan, X y V.
sensoriales situadas encima de aquéllas. Consiste en un corto circuito producido
sobre las células nerviosas, que quedan así aisladas de la colonia cerebral. La
corriente nerviosa refluye de las neuronas imagóforas a las neuronas sensoriales,
de tal suerte que hace reaparecer la sensación donde había nacido.
La alucinación llena sus decorados en el almacén de la memoria; así
resulta de las observaciones de los mismos alucinados. Catalina Emmerich veía a
la Virgen con tipo alemán y María de Agreda con tipo español. A Teresa de
Cepeda (Santa Teresa) se le aparecía bajo la figura de la Condesa de Aragón y
ella, cerca del Padre Ratisbona, reproducía exactamente la figura de la medalla
que este místico llevaba al cuello. Al dirigirse a Bernardeta Soubirous, la heroína
de Lourdes, la Virgen le habló en patois bearnés.
Por su parte, el fenómeno de reflujo ha sido perfectamente comprendido
por un ilustre teomegalómano, Manuel Swedberg, llamado Swendenborg: “El
lenguaje del ángel y del espíritu ––escribe–– influye desde luego en el
pensamiento del hombre y, por un camino interno, en su órgano auditivo, y así él
introduce este órgano por el interior, mientras que el lenguaje del hombre a los
hombres influye desde luego en el aire y por un camino externo, en su órgano del
oído y lo mete por el exterior. De aquí que es evidente que el lenguaje del ángel y
del espíritu con el hombre es escuchado por el hombre y que, porque entra
igualmente por el órgano del oído, es escuchado también de una manera
sonora”285.
Que la alucinación interesa las neuronas sensoriales lo demuestran los
hechos siguientes:
1° Bostock ha comprobado, por sí mismo, que la imagen alucinatoria sigue
el movimiento de los ojos.
2° Brewster ha descubierto que si se desvía con el dedo uno de los ojos de
un sujeto alucinado, la imagen alucinatoria se desdobla como una imagen
sensorial.
3° Gruthuisen cita casos en que una alucinación visual deja en su lugar una
mancha obscura de forma idéntica. Así se explica por qué la mayor parte de los
alucinados no dudan de la realidad de los objetos imaginarios que perciben,
porque razonan y se determinan en ellos sensaciones de origen central, como si se
tratase de sensaciones de origen periférico.
Respecto de las concepciones delirantes, las alucinaciones son fenómenos
secundarios. Consisten en la exteriorización de imágenes que el enfermo no cesa
de contemplar en sus sueños. Son ilustraciones de novela en la que éste es el
héroe. Indican también una agravación en la locura y confirman al alienado en sus
convicciones delirantes.
285
Emmanuel Swedberg. Du ciel et de l'enƒer. Berlín, 1782, p. 155.
286
Calmeíl. De la ƒolie, 1845, p. 317.
más de las veces, al enfermo en segunda persona.
Así ocurrió con el hijo del carpintero de Nazareth.
Hemos visto que se creía inspirado por la Ruah (espíritu) de Elohim, que
los místicos se representan bajo la forma de una paloma. Así, en Béthabara,
cuando Iohanan el Bautista lo metió en las aguas del Jordán, al salir “Vió los
cielos rasgarse, y la Ruah, bajo la forma de una paloma, descendió sobre él”.
Esta primera alucinación es visual, alta y alentadora. En teomegalomanía,
las alucinaciones visuales son las primeras que entran en escena: generalmente
son de cierta elevación.
Observación contemporánea. El alienista Moreau de Tours, encontrándose
en un barco que remontaba el Nilo, pidió a los marineros que cantasen algo en
honor de Mahoma. Mientras cantaban, un niño de catorce años sufrió una crisis
nerviosa, poniéndose a orar con gran fervor. Cuando recobró sus facultades,
Moreau le preguntó qué le había ocurrido durante su oración. “Vi ––le
respondió–– entreabrirse el cielo y escuché palabras de las que no me acuerdo.
Después vi un santo que me llamaba y me tendía los brazos... Vi también una
cabeza humana que planeaba sobre mí y me causaba gran temor”287.
Es una alucinación animadora; en teomegalomanía, las alucinaciones
presentan con frecuencia este último carácter.
En los teomegalómanos, la alucinación visual se complica casi siempre
con otra verbal, sobre todo cuando el delirio es antiguo y muy sistemático. Esto es
precisamente lo que ocurre con Ieschou bar Iossef. Ve la Ruah de Iahvé descender
sobre su cabeza y oye una voz celeste que le dice: “Tú eres mi hijo bien amado,
de quien tomo placer”288.
Esta es casi la traducción literal de una frase de Ieschayahou (Isaias), en la
que Iahvé se expresa así: “He aquí mi servidor a quien yo sostengo, mi elegido en
quien yo me complazco”289. Ieschou era lector asiduo de la Biblia y, en razón de
su idea fija, había aprendido de memoria todos los pasajes susceptibles de
relación con el Mesías; no hace, pues. más que exteriorizar uno de sus pasajes
familiares.
287
Moreau de Tours. Recherches sur les alienés en Orient.
288
Evangelio de San Marcos, I.
289
Ieschayohou, XII.
290
Benjamin Ball. Leçons sur les maladies mentales. París, 1876, página 470.
Así se produce en Ieschou bar Iossef.
En seguida, la Ruah lo empuja al desierto, donde ayuna cuarenta días y
cuarenta noches”291.
Los judíos creían que los demonios habitaban en los desiertos. Por eso,
bajo la influencia de la inanición Ieschou vió que se la apareció Schatan, que es el
enemigo tradicional de lahvé, su padre.
1. –– La alucinación alimenticia.
Esta fué una alucinación alimenticia: “Aproximándose, el tentador le dijo:
Si eres el hijo de Elohim, ordena que esas piedras se conviertan en panes”292.
He aquí cómo esta alucinación puede ser interpretada. Sabemos por San
Mateo, que Ieschou bar Iossef “tuvo hambre” después de sus cuarenta días de
ayuno. Teniendo hambre, sueña con pan, que era para él y para los apóstoles la
base de su alimentación. La imagen del pan lo obsesiona y oye Ia voz de Schatan
decirle: “Si eres el hijo de Elohim ordena que esas piedras se conviertan en
panes”. Lector asiduo de la Biblia, saca una cita del Deuteronomio: “El hombre
no vivirá sólo de pan, pero sí de la sola palabra salida de la boca de Elohim”293.
Observación contemporánea. He aquí un ejemplo de sueños y
alucinaciones alimenticias, determinadas por el hambre. “En los primeros tiempos
de mi destierro ––escribe Macario–– me ocurrió alguna vez acostarme sin haber,
por falta de dinero, satisfecho mi apetito y cuando esto ocurría, no dejé de asistir
en sueños a espléndidos banquetes y festines suntuosos”294.
2. –– La alucinación aeroplánica.
Denomino alucinación aeroplánica a aquélla en que el sujeto se cree
transportado por los aires. Tiene por teatro las neuronas kinestésicas que perciben
y registran las sensaciones musculares y articulares y es provocada de ordinario
por la continencia, es decir, por una autointoxicación genital. Es frecuente en la
teomegalomanía porque los teomegalómanos se creen obligados a una vida casta,
que no suelen observar siempre.
Ieschou bar Iossef tuvo dos alucinaciones de este género. La primera se
nos describe en estos términos: “El diablo lo transporta a la ciudad santa y,
colocándolo sobre el techo del templo, le dice: “Si eres el hijo de Elohim tírate
abajo, porque está escrito que dará encargo a los ángeles para que te lleven en sus
manos y que no te lastimes un pie contra alguna piedra”295.
Dicho de otro modo, Schatan le inspira la idea de tirarse desde lo alto del
templo para demostrar su mesianidad, o más bien reproduce algún consejo irónico
dado por sus adversarios.
La última parte de la frase pronunciada por el tentador es una cita
aproximada de un pasaje del salmo XCI: “Sobre las manos (los enviados de
Iahvé) te levantarán, por miedo a que te lastimes un pie contra la piedra”.
Ieschou exterioriza, pues, una frase leída y que pone en boca del fantasma.
Es preciso creer que en su retiro no cesa de meditar sobre la Biblia, porque
291
Evangelio de San Marcos, I.
292
Evangelio de San Mateo, IV.
293
Evangelio de San Mateo, IV.
294
Annales médico-psychologiques. 1848.
295
Evangelio de San Mateo, V.
contesta al diablo con palabras del Deuteronomio: “No tentarás a Adonai, tu
Elohim”296.
Observación contemporánea. A... pintor en vidrio, es atacado de locura
religiosa. Tan pronto ve a Moisés, en las nubes, llevando las tablas de la ley, como
oye una voz que le dice: “Levántate, quitate la blusa y ponte la levita”, y se dedica
a hacer cosas extravagantes. Otras veces se siente sostenido en el aire por una
sombra, que lleva una lámpara de la que escapan chispas”297.
3. –– Alucinación aeropanorámica.
La tercera alucinación del desierto fué a la vez aeroplánica y panorámica:
“El diablo lo transporta a una alta montaña y le descubre todos los reinos del
mundo y su gloria: “Te daré ––le dice–– todo esto si, cayendo en tierra, te
prosternas ante mi”. “Atrás, Schatan; porque está escrito: Te prosternarás a
Adonai, tu Elohim, y a él solo rendirás culto”298.
Esta es también una cita del Deuteronomio299, libro decididamente familiar
al hijo del carpintero de Nazareth y alguno de cuyos pasajes parece haberlo
obsesionado en el desierto.
La alucinación panorámica es frecuente en la teomegalomania.
Observación contemporánea. He aquí un ejemplo aportado por Falret. Uno
de sus enfermos se creía colocado en lo alto de una torre desde donde dominaba la
Naturaleza y asistía a la creación del mundo, que se desarrollaba siguiendo el
texto bíblico, pero con añadiduras de fábulas que recordaban las de las “Mil y una
Noches”. Veía al Padre Eterno en medio de una luz deslumbradora y se creía
rodeado de leones, tigres y pájaros300.
296
Deuteronomio, VI.
297
Annales médico-psychologiques. 1811, III, 305.
298
Evangelio de San Mateo, IV.
299
Deuteronomio, IV.
300
Falret. Des maladies mentales. París, 1864. p, 248.
Dauphiné, entró en el manicomio de Bicétre el l° de marzo de 1839. No tenía
ninguna instrucción y había sido educado en una devoción austera por su madre,
que no cesaba de repetirle: “Haz lo que yo y serás santo”. Hasta los dieciocho
años se dedicó constantemente a la religión, no leyendo más que libros devotos y
confesándose a la menor falta. Pero a esta edad se hizo vicioso, se masturbaba con
furor y pasó muchos años sin preocuparse de sus deberes religiosos.
A los cuarenta años cayó de nuevo en el misticismo, se hizo eremita y
pasaba el tiempo en la iglesia rogando a Dios sin descanso. Se lo detuvo como
vagabundo y se lo encarceló.
Lo reclamaron sus parientes y se empleó en trabajos de campo,
dedicándose al onanismo hasta la extenuación.
Un día tuvo un ataque de éxtasis durante el cual se creyó transportado a
una iglesia, donde en seguida fué atrapado por los espíritus, que lo arrojaron a un
precipicio. Creyó estar en el infierno, donde sufrió tormentos horribles. Este
ataque duró una hora.
Asustado por lo que había visto se cree perdido para siempre y marcha
hacia Lyon, donde intenta suicidarse varias veces. Desgarra sus vestidos y marcha
por el campo completamente desnudo. Bajo la influencia de su erotismo sigue a
las mujeres que encuentra, pero como es tímido y simple, la menor amenaza lo
hace huir.
Dos veces vió al diablo a dos pasos de él. La primera, con una cabeza de
carnero.
A poco cree sentir una serpiente que lo estrecha entre sus anillos y, a pesar
de su terror, tiene fuerza para decirle: “Retirate Satán”. Pero Satanás lo amenaza y
le impone silencio. También se cree rodeado de animales de toda especie.
Un día se siente elevado por los aires durante algunos instantes y
experimenta un placer inexplicable.
Recorre los pueblos mendigando su pan, y muchas veces es encerrado
como loco o como vagabundo301.
301
Honoré Aubanel. Esaai sur les hallucinations. 1839, p. 289 y siguicntes.
302
Ch. Vallon y Marie. Les psychoses réligieuses à evolution progressive et
systématisation dite primitive. Extracto de los archivos de neurología, 1896-98,
números 12, 13 y 15, p. 4.
usted preguntar al ángel si hará buen tiempo mañana?”, le decían. Un poco de
silencio, durante la cual Mlle. X... escuchaba. Después: “El ángel responde que
hará buen tiempo”303.
6. –– La alucinación zoopsíquica.
Ieschou bar Iossef tuvo también en el desierto una alucinación
zoopsíquica: “Estaba con las bestias salvajes y los ángeles lo servían”304.
Observación contemporánea. Un muchacho se alistó en el ejército después
de la revolución de julio de 1830. Una noche en el cuartel no podía dormir y
creyó ver de pronto dos pájaros blancos cerca de su cama. Se figuró que eran las
almas de su padre y de su madre muertos hacía mucho tiempo, que habían
adoptado aquella forma. A poco los pájaros se pusieron a hablar e invocaron al
diablo, que se presentó bajo el aspecto de un enorme gato negro. El desgraciado,
poseído de terror, ofreció al demonio el poco dinero que poseía. El diablo parecía
satisfecho. Entonces el enfermo abandonó el lecho y se puso en oración hasta la
mañana.
La noche siguiente se vió rodeado de animales extraños, con los cuales
luchó encarnizadamente y concluyó intentando suicidarse con el fin de verse libre
de la obsesión de los diablos305.
Tal fué, en conjunto, el paroxismo que Ieschou bar Iossef sufrió en el
desierto, compuesto de cinco alucinaciones:
Una alucinación alimenticia.
Una alucinación aeroplánica.
Una alucinación aeropanorámica.
Una alucinación angélica.
Una alucinación zoopsíquica.
Veremos que sufre al fin de su vida otro paroxismo del mismo género,
pero constituido éste por cuatro actos delirantes.
7. - Alucinación luminosa.
Ieschou bar Iossef tuvo otras visiones de Schatan. En efecto, después de
haber notado las alucinaciones precedentes, el evangelista San Lucas escribe que
“el diablo se alejó de él por cierto tiempo”306.
Por otra parte, leemos en el capítulo X del mismo biógrafo que Ieschou
dijo un día a sus discípulos: “He visto a Schatan caer del cielo como un rayo”307.
Esta es una alucinación de lo alto, como la de la paloma, y es también una
alucinación luminosa. En los teomelagalómanos, la luminosidad es uno de los
caracteres de la alucinación visual.
Observación contemporánea. Una enferma de la Salpétriére vió descender del
cielo un barco luminoso, donde Dios se la aparecía rodeado de su corte celeste308.
303
Rouby. Congreso de alienistas. 1896.
304
Evangelio de San Marcos, I.
305
Calmeil, De la folie. 1845, t. I, p. 124
306
Evangelio de San Lucas, IV.
307
Evangelio de San Lucas, X.
308
Baillarger. Les hallucinations. Memorias de la Academia de Medicina, t. 12,
1846.
IV. –– La segunda alucinación angélica.
Para que la alucinación se produzca, es necesario, ya lo hemos visto, que
una porción del cerebro deje de funcionar. Este fenómeno de circuito
interrumpido va acompañado de un fenómeno de corto circuito sobre las neuronas
imagóforas.
Así se explica que las alucinaciones coincidan frecuentemente con la
somnolencia; que se las observe sobre todo al principio y al fin del sueño; que el
aislamiento, el silencio y la obscuridad predisponen a ellas y que ocurren más
frecuentemente por la noche que en el día.
La última alucinación que se nos señala en Ieschou bar Iossef es en la
noche de su arresto, después de un ataque de angustia con hematidrosis facial.
“Un ángel se le aparece en el cielo, y lo fortifica”309. Esta es una
alucinación de lo alto y animadora, como la de la paloma.
De los estudios de Mourly Vold podemos deducir que las apariciones de
seres suspendidos en el aire, al igual que las alucinaciones aeroplánicas, son
debidas a un estado momentáneo de excitación sexual.
Precisamente, Ieschou bar Iossef acababa de tener un ataque de angustia, y
es sabido que éste se debe a la misma causa. Por otra parte, estos dos fenómenos
sobrevinieron después del lavatorio de pies a los apóstoles, que fué, según todas
las apariencias, un acto de fetichismo homosexual en un alienado.
309
Evangelio de San Lucas, XXII.
310
Evangelio de San Juan, VII, XII, VI y XIV.
311
Evangelio de San Juan, VII, XII, VI y XIV.
312
Evangelio de San Juan, VII, XII, VI y XIV.
313
Evangelio de San Juan, VII, XII, VI y XIV.
314
Evangelio de San Juan, XII.
evangelios:
1° Durante el ataque de éxtasis que Ieschou bar Iossef tuvo en la montaña:
“De la nube partió una voz con estas palabras: Ese es mi Hijo bien amado,
escuchadle”315. Schiméon bar lona afirma que los apóstoles presentes oyeron esta
voz.
2° El día de la entrada solemne en Jerusalén, cuando dijo: “Oh, padre,
sálvame en esta hora..., Oh, padre, glorifica tu nombre” oyó una voz: “Estoy
glorificado y me glorificaré de nuevo”. Sus discípulos dijeron: “Una voz le ha
hablado”. Ieschou replica en estos términos: “Esta voz no es para mí, es para
vosotros”316.
La frase: “Es un ángel quien le ha hablado” demuestra que los discípulos
estaban al corriente del fenómeno. Veían a menudo a Ieschou bar Iossef detenerse,
escuchar, retirarse aparte, buscar el silencio, como San Francisco de Asís y Louise
Lateau, para oir mejor lo que se le decía. Es un espectáculo familiar para los
alienistas que observan a alucinados de este tipo.
Las alucinaciones kinestésicas verbales y el automatismo verbal no
aparecen sino en un periodo avanzado de la teomegalomanía. (¿Las frases que
acabo de citar se referirán al último año de Ieschou bar Iossef?)
Estas alucinaciones pueden ser muy intensas y provocar accesos de
mutismo. Ieschou bar Iossef tuvo accesos de mutismo delante del Gran Sanhedrín
y delante del procurador.
Observación contemporánea: “Noel, nacido en Villeneuve en 1791,
presenta desde su más tierna infancia una constitución muy nerviosa. A los siete
años comienza a leer el Antiguo y el Nuevo Testamento, que pretende comprender
perfectamente. Aunque trabajó desde los diez años, no deja nunca de leer su libro
predilecto y, cuanto más lee, más imperfectos encuentra a los hombres; cree ver
también que el culto católico se ha separado del camino trazado por las escrituras
santas, cosa que hace al joven reformador menos asiduo a los ejercicios religiosos.
En este momento se establece una escuela mutua en su pueblo. Noel, a
pesar de su edad es el primero en asistir; lee con avidez la Biblia y se separa
totalmente del culto católico; hubiera querido desde aquella época, como lo pidió
después, que todos los servidores del Señor imitasen a los apóstoles según lo
dicho en los Actos (c. II, v. 4-4, 45).
Pero bien pronto la escena cambia para Noel. En 1817 esta fijeza, esta
concentración de ideas sobre materias religiosas lo llevan a un estado de
sufrimiento insoportable; se pone triste, sombrio, taciturno, busca la soledad.
Pierde el apetito, su cuerpo adelgaza, la piel se pone amarilla y sus rasgos se
alteran. Millones de ideas pasan por su cabeza y en el mismo instante oye sin
cesar los gemidos de todas las criaturas (c. VIII d,e la Epístola de San Pablo a los
romanos); sin embargo, se ocupa todavía con su hermano en los trabajos
ordinarios y la lectura ya no tiene encantos para él.
Este estado de melancolía persiste con la misma intensidad durante quince
o veinte meses. Durante todo ese tiempo sentía gran disgusto por la vida; se
habría suicidado si sus principios religiosos no se lo hubieran impedido. Pasó
ocho meses con los jansenistas, a quienes abandonó para ir con los trapenses,
cuyo superior no quiso admitirlo.
315
Evangelio de San Marcos, IX.
316
Evangelio de San Juan, XII.
“Una voz interior que la carne y la sangre no comprende ––dice–– me
invita y me obliga a huir por algún tiempo, a la soledad, para trabajar en seguida,
con la firmeza libre de un amor sin temores, en la salvación de los hombres, según
la orden que Dios se ha servido darme. Mi vocación es desconocida de los
hombres”.
En enero de 1832 tuvo el proyecto de retirarse al desierto. “Mil y mil
veces –dice–– desde hace quince días una voz celeste me obliga a huir de la
sociedad entera, a fin de huir de la peste universal que reina”.
Noel vuelve a Francia, se reúne a su familia, convierte a dos de sus
hermanas a sus ideas y las lleva con él al desierto donde permanecen desnudos.
Entonces el enfermo hace milagros, muere y resucita; abre, tocándola con un
dedo, una puerta bien cerrada, etc.
Dios habla frecuentemente al oído de Noel y todo lo que éste hace, es
porque Dios le ordena que lo haga. Se dedica continuamente a actos de piedad,
con la Biblia siempre en sus manos; de pronto interrumpe sus oraciones, sus
lecturas y su sueño para cantar, con sus compañeras, que interpretan, con la
rapidez de una chispa eléctrica, lo que él llama una enseñanza divina.
En fin, tiene inspiraciones y profetiza el fin del mundo en nombre de Dios,
que le ha dado esta misión.
Noel y sus dos hermanas fueron encerradas en un manicomio.317.
2._“P... huyó de su familia adoptiva e hizo solo el viaje a pie a Roma,
dominado por ideas religiosas. Apenas puso el pie sobre el suelo de Italia, cuando
un día, fatigado, se sentó sobre una roca y sintió algo extraordinario, Dios se le
aparecia, y tuvo una primera visión... Vuelto a Francia, ingresó en el hospital de
Avignon, donde se dejó crecer la barba, abandonó los cuidados más corrientes, se
impuso ayunos, hablaba rara vez, y no se ocupaba de nada ni quería ninguna
distracción.
Llevado a París, P... entra en el manicomio de Charenton en 1825. Su delirio es
religioso y místico. Mil alucinaciones, mil ilusiones de los sentidos se burlan de
su razón. P... cree tener comunicaciones inmediatas con Dios. El Hijo de Dios se
le aparece algunas veces; lo ve sobre las nubes, rodeado de ángeles. Con una cruz
en la mano, Jesús da órdenes a su humilde servidor, P..., no por medio de palabras
sino por signos que aparecen en los aires. P... no ejecuta la cosa más pequeña sin
consultar al Dios del Cielo. Repite pasajes de la Biblia y de los Evangelios, que
opone a las observaciones que se le hacen sobre lo que cuenta de sus
alucinaciones y de sus ilusiones. “Dios lo explica asípor las Santas Escrituras”, y
cita el versículo.
Habiendo exagerado el ayuno durante la cuaresma de 1827, P... cae
enfermo. Le ordené que tomase alimentos; no obedeció sino después de haber
obtenido permiso de lo alto... A menudo le hablé de su mujer y de su familia, para
encauzarlo hacia sus antiguas afecciones. “Han querido ––dice–– hacerme renegar
de la fe; son enemigos de Dios; reniego de ellos”.318
317
Baillarger. Recherches sur les maladies mentales. París, 1890, páginas 415 a
417.
318
Esquirol. Des malladies mentales. París, 1838. Págs. 167 y 168
le apareció en muchas ocasiones. Las frases siguientes dan fe: “El que es de
Elohim (Ieschou), ha visto al Padre”319. “Yo lo conozco”320. “Conozco a mi
padre”321. “Lo que he visto en mi Padre... lo explico” 322. “El Hijo no puede hacer
nada por sí mismo, a menos que no lo haya visto hacer al Padre”323.
El ataque de éxtasis en la montaña fué acompañado de una alucinación
visual.
Parece existir también en Ieschou bar Iossef esa sensación de una
presencia extraña, de que nos habla Santa Teresa. Según mi criterio se puede
interpretar esta frase de la manera siguiente: “El que me ha enviado está conmigo;
no me deja nunca solo”.324
Es probable que sus largas oraciones fueran acompañadas de alucinación,
tanto más cuanto que se verificaron en la soledad y de ordinario durante la noche.
“De madrugada, cuando todavía era de noche, se levantaba, salía y se encaminaba
a un lugar desierto, donde rezaba”325. “Se retiraba a lugares solitarios para orar”326.
“En aquellos días ocurrió que Ieschou se retiró a una montaña para orar pasando
la noche en oración”327. “Se va a la montaña para orar”328.
CAPITULO IX
319
Evangelio de San Juan, VI.
320
Evangelio de San Juan, VII.
321
Evangelio de San Juan, X.
322
Evangelio de San Juan, VIII.
323
Evangelio de San Juan, VIII.
324
Evangelio de San Juan, VIII.
325
Evangelio de San Lucas, V.
326
Evangelio de San Lucas, VI.
327
Evangelio de San Lucas, V.
328
Evangelio de San Lucas, VI.
2° El ángel lo fortifica la noche de su arresto.
El primer periodo de teomegalomanía está caracterizado por las
alucinaciones.
2. –– Ieschou bar Iossef tuvo siete alucinaciones netamente especificas,
dos puramente visuales y cinco a la vez visuales y exoauditivas verbales. Las
visuales lo conducen a las verbales. Esto es regular en la teomegalomanía y lo
contrario en las otras locuras sistematizadas.
Ninguna de las alucinaciones de Ieschou bar Iossef es puramente verbal.
En la teomegalomania es muy raro que las alucinaciones verbales se presenten
solas, sin acompañamiento de las visuales.
3. – Las alucinaciones visuales de Ieschou bar Iossef se refieren todas a
asuntos y sujetos religiosos, sobre todo al demonio, cosa corriente en esta clase de
psicosis.
4. – Una de las alucinaciones visuales es luminosa, y dos son de lo alto.
Dos de las alucinaciones verbales consisten en voces que vienen del cielo. Tales
son los caracteres de las alucinaciones visuales y verbales de la teomegalomanía.
5. – En esta afección las alucinaciones terroríficas y consoladoras alternan
entre sí; estas últimas predominan en la esfera visual.
Así se comprueba en Ieschou bar Iossef. De las siete alucin aciones que he
descrito, tres eran consoladoras y visuales (la Ruah de Iahvé que desciende sobre
su cabeza: los ángeles que le sirven en el desierto; el ángel que lo fortifica la
noche de su arresto).
6. –– En cuanto a las causas Ocasionales de estas alucinaciones, dos ––la
de la paloma y la del ángel consolador–– parecen debidas sobre todo a la
emoción, con acompañamiento, en la segunda, de tinieblas, soledad y silencio;
cuatro ––las del desierto–– a estas dos últimas causas y a la inanición.
En resumen, la naturaleza de las alucinaciones de Ieschou bar Iossef, tal
como están descritas en los Evangelios canónicos, permite sacar la conclusión de
que el fundador de la religión cristiana estaba atacado de teomegalomanía.
SEXTA PARTE
CAPITULO PRIMERO
LA MEMORIA DE JESUS
329
Evangelio de San Mateo, IV.
330
En la edición grande de esta obra se encuentra otro ejemplo de memoria
especializada, en locos religiosos.
331
Deuteronomio, VIII. Evangelio de San Mateo, IV.
332
Deuteronomio, VI. Evangelio de San Mateo, IV.
333
Deuteronomio, VI. Evangelio de San Mateo, IV.
334
Schemouél XXI. Evangelio de San Mateo, XII.
335
Evangelio de San Mateo, XII.
CAPITULO II
I. –– Relaciones de subordinación.
En el hombre normal, en la asociación de representaciones, las relaciones
de subordinación (por ejemplo: la del gallo a la pluma) conducen a las relaciones
de subordinación (por ejemplo: la del gallo al corral).
Es la inversa la que se encuentra en Ieschou bar Iossef.
336
Evangelio de San Mateo, XIII.
337
Evangelio de San Marcos, IV.
nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero hay entre nosotros
algunos que no ven”338.
3.––“Tengo otros corderos que no son de este aprisco; también debo
conducirlos y que escuchen mi voz, para que haya un solo rebaño y un solo
pastor. Por esto me ama el Padre, porque doy mi vida para recuperarla. Nadie me
la quita, soy yo quien la dejo por propia voluntad, tengo poder para darla y poder
para recuperarla; es de mi Padre, de quien he recibido esta misión”.
Hubo discusión entre los judeanos a causa de esto. Varios de entre ellos
decían: “Tiene un demonio y delira, ¿por que lo escucháis?
Otros: “No son palabras de poseído; ¿un demonio sabría abrir los ojos de
los ciegos?”339.
Cosa notable, a ese grito de sus adversarios ––“Delira”, “es un loco”–– los
partidarios de Ieschou bar Iossef no sabían qué responder: “Ha restituído la vista a
los ciegos”. Ni por un instante pensaron en explicar sus discursos. ¿Y cómo
hubieran podido hacerlo, cuando el más ingenioso de los apologistas, cuando
Ernesto Renán, se vió obligado a reconocer que su héroe estaba “poco
acostumbrado a razonar seguidamente”, y que “su argumentación, juzgada según
las reglas de la lógica aristotélica, era muy débil?”340.
“Juzgada según las reglas de la lógica aristotélica”. ¡Es admirable! Ernesto
Renán está aquí todo entero.
Ieschou bar Iossef cae así en la contradicción.
l. – Tan pronto dice “quien no está contra nosotros está con nosotros” 341,
como dice “Quien no está conmigo está contra mí”342.
2.––Luego dice: “Dichosos los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos
de Elohim”343. Y luego: “Desde los días de Iohanan el Bautista hasta el presente,
el Reino de los cielos está forzado y los violentos se aprovechan”344.
San Mateo nos ha conservado este absurdo lapidario: “A aquél que no
posea se le quitará lo que tenga”345.
Las incoherencias de Ieschou bar Iossef son numerosas sobre todo en los
discursos dichos al fin de su vida, en su última estancia en Jerusalén. Esto cuadra
con las observaciones de la clínica. En efecto, en los teomegalómanos, la
incoherencia aumenta con la edad.
CAPITULO III
338
Evangelio de San Juan, VI.
339
Evangelio de San Juan, X.
340
Ernesto Renan. Vie de Jésus, 1867, 13 edit. p. 85.
341
Evangelio de San Marcos, IX.
342
Evangelio de San Mateo, XVII y V.
343
Evangelio de San Mateo, XVII y V.
344
Evangelio de San Mateo, XVII y V.
345
Evangelio de San Mateo, XIII.
Se pueden distinguir tres pisos de neuronas en el cerebro:
1° Las neuronas sensoriales.
2° Neuronas imagóforas, y
3° Neuronas ideóforas.
En el hombre normal la casa cerebral está completamente edificada.
Existen los tres pisos.
En el degenerado, en el retrasado mental, la casa no tiene tejado. El tercer
piso está representado únicamente por tabiques. Incompleto en el punto de vista
fisico, incompleto en el punto de vista moral, limitado, estrecho de espíritu, pobre
de ideas, porque es pobre de células nerviosas donde las ideas se forman, el
degenerado tiene en sus neuronas sentimentales e imagóforas el centro de un corto
circuito crónico e intenso.
Este fenómeno es particularmente apreciable en los místicos. Para estos
enfermos, el retiro y la oración no son más que pretextos para su espectáculo
interior, para una contemplación, que en ciertos casos resulta alucinatoria.
Persiguen en el firmamento un vuelo de quimeras y construyen castillos en el aire.
Cualquier sensación, cualquier palabra, evoca en ellos una imagen que
sigue a otra imagen. Los que se llaman Ieschou bar Iossef, Hermias. “San
Buenaventura” o “Santa Brígida”, se complacen en pinturas desenfrenadas, en
similitudes y en símbolos. Esta manera de pensar es un signo de inferioridad
intelectual. Se encuentra en “los normales en estado de abatimiento de nivel
mental”346 en los degenerados y los alienados.
Observación contemporánea. Un místico, Dub... observado por
Marguerite Pelletier se explicaba así: “He visto dos barras de apoyo y su
significación simbólica se me ha aparecido: la revolución y la reacción hacia
adelante y hacia atrás. Esto me hizo pensar en una inteligencia entre la Iglesia y la
masonería, dirigida hacia la edificación de un templo común: el templo de la
realidad”.
“Esto tendría una realidad sociológica: el templo estaría erigido a la
divinidad para su glorificación. La primera piedra procede del Hijo de Dios,
puesto que la Iglesia católica persigue la elevación moral de la humanidad para
obtener su elevación sociológica material. Creo tener ante mí la forma de
sugestión satánica, la tentación de elegir entre el paraíso de Satán o infierno, y el
desierto celeste, En las conversaciones sostenidas a mi alrededor, he visto
analogías con mi estado de espíritu: un concepto nuevo de la razón de las
cosas”347.
Este modo de pensar lo encontramos en Ieschou bar Iossef.
I. Dijo a la samaritana que encontró en Suchar: “Si supieras el don de
Elohim y quién es el que te dice: “Dame de beber” le pedirías agua y Él te daría el
agua viva”348. Y a los jerusalemitas: “¡Si alguno tiene sed, que venga a mí para
saciarla!... ¡Al que cree en mí, ríos de agua viva, según la palabra de la Escritura,
346
Mourisier. A propósito de los símbolos, Journal de psychologie normale et
pathologique, 1909.
347
Margarita Pelletier. Les lois morbides de l'association des idées. París, Rousset,
1904, p. 128. Se encontrará en la edición grande otra observación de
pensamientos simbólicos en un místico.
348
Evangelio de San Juan, IV.
saldrán de su vientre!”349.
El agua viva es la vida eterna.
II. “Yo soy la verdadera cepa, mi Padre es el vendimiador; todo sarmiento
que no tenga fruto en mí, será cortado por él, y todo sarmiento que lleve fruto, lo
podará a fin de que dé más fruto”350.
III. Soy el pan de la vida. Nuestros padres han comido el maná del desierto
y han muerto. He aquí el pan bajado del cielo, de suerte que el que lo coma no
muere”351.
Las imágenes empleadas en el curso de su propaganda ––la luz; las
tinieblas; el relámpago; el viento; el agua; la sal; la cizaña y el trigo; la viña; la
higuera; los gusanos; el moscardón; la serpiente; la paloma; la gallina; las águilas;
el camello; los carneros y los lobos; los puercos y los perros; la levadura; el pan;
el vino en los odres; el hombre que construye por sí mismo su casa; que limpia su
copa y su plato; la túnica que se remienda; la lámpara única de la casa obrera; la
pesca; el trabajo; la siega; la vendimia; el tesoro en el campo; el comercio de las
perlas; los niños que cantan en la plaza pública; los siervos; los ladrones y los
reyes; la cruz y los sepulcros; imágenes campesinas y obreras–– cuadran
admirablemente con lo que los evangelistas cuentan de él. Hay en todo ello una
nueva prueba de lo histórico de sus biografías.
CAPITULO IV
349
Evangelio de San Juan, VII.
350
Evangelio de San Juan, XV.
351
Evangelio de San Juan, VI.
palabras: “Es tal cosa como tal otra”, o bien “¿a qué se parece?”
Ieschou bar Iossef se complacía en explotar este género, que convenía al
simbolismo de su espíritu y sobre todo le permitía dar libre curso a sus esperanzas
sin ser inculpado de complot o de herejía.
Todas las parábolas de los Evangelios no hacen más que ilustrar el delirio
del Hombre Dios sustituyendo las más de las veces las ideas por muy claras
imágenes, prudentemente veladas.
Todas guardan analogía con su filiación divina, su mesianidad o el reino
que se propone fundar en los cielos. Imprecisas y flotantes, se desgajan como
humo del hogar mental donde se concentra su labor. Son como el reflejo de otra
parábola, que relata la transformación de un carpintero de pueblo en soberano de
la tierra y el cielo.
Este mashal esencial sobrevive a todos los otros. Como si sus facultades
mnemotécnicas e imaginativas hubiesen sido consumidas por su locura, Ieschou
bar Iossef no relata parábolas al fin de su misión y tampoco encontramos ninguna
en el Evangelio de San Juan, el biógrafo de la decadencia.
Por poco vigorosa que fuese la imaginación en Ieschou bar Iossef, era su
facultad predominante. Así se explica su gusto por el retiro y la soledad. “Lejos de
la multitud”, en cualquier “lugar desierto”, en el silencio de las montañas, edifica
con arrobamiento el reino de donde es rey y el universo donde es Dios.
Seguramente, es en la soledad donde pasa la mayor parte del tiempo que precede
a su entrada en la escena del mundo.
Este periodo de “vida ignorada”, de “vida escondida en Dios”, se
encuentra en todos los místicos. A la edad de doce años, San Francisco de Asís se
retiró también a lugares desiertos y más tarde lo encontrarnos en una montaña.
En lo que concierne “al Hijo de Elohim”, los pasajes siguientes son
característicos.
“A la madrugada, cuando todavía era de noche, se levantaba, salía y se
“dirigía a un lugar desierto donde oraba”. Schiméon y sus compañeros corrían tras
él, y cuando lo encontraban, le decían: “Todos te buscan”352.
“En estos días ocurría que Ieschou se iba a una montaña para orar y pasaba
la noche en oración”353.
Oraba, mejor dicho hablaba a Iahvé, su padre, a quien imaginaba en la
gloria del Sol, en el trono espléndido en que contaba él juzgar un día al mundo.
Lo veía y se veía a sí mismo. Escuchaba la voz divina responder a su propia voz.
No puede dudarse de que sus oraciones nocturnas, comenzadas por ensueños,
terminaban en alucinaciones.
CAPITULO V
EL RAZONAMIENTO DE JESUS
352
Evangelio de San Marcos, VI.
353
Evangelio de San Lucas, VI.
asociar estas imágenes, como los objetos lo son en la Naturaleza; es fotografiar la
Naturaleza. Para obtener buenas pruebas es necesario un objetivo y una placa que
no deformen los objetos y no modifiquen sus relaciones; un sistema nervioso bien
construído, suficientemente consistente y estable: un encéfalo sano y puro. Todo
retrasado, todo asimétrico, todo lesionado del cerebro, todo degenerado mental,
todo paranoico no puede más que sentir y razonar falsamente si las asociaciones
silogisticas tienen por lugar la porción de su cerebro que está alterada.
En lo que concierne a Ieschou bar Iossef, no existe un sólo ejemplo de
razonamiento correcto en sus numerosas pláticas. Es que todas están relacionadas
con él mismo y con su misión.
De ordinario procede por afirmaciones. Cuando desciende a argumentar, lo
hace a la manera de los talmudistas, que en el arte del silogismo eran
verdaderamente incomparables. Se juzgará por los ejemplos siguientes:
I. Un día que hablaba en el atrio del templo, sus oyentes comenzaron a
tirarle piedras: “Te lapidamos ––le gritaron–– porque siendo un hombre te dices
hijo de Elohim”. “¿No está escrito en vuestra ley ––dice Ieschou–– “Yo os digo:
sois Elohim?” “Si las Escrituras llaman Elohim a quienes la palabra de Elohím se
dirigía y si las Escrituras no se pueden vulnerar, yo, a quien el Padre ha
consagrado y enviado al mundo, ¿cómo afirmáis que blasfemo cuando digo: “soy
hijo de Elohim”?354.
He aquí el razonamiento:
Premisa mayor: El Pentateuco, que es esencialmente verídico, llama
Elohim (dios) a aquéllos a quien se dirige la palabra de Iahvé.
Premisa menor: Iahvé ha hecho más que dirigirme la palabra: me ha
consagrado y enviado al mundo.
Conclusión: Pues yo soy Dios; puedo decirme Hijo de Elohim.
Este razonamiento, que está en relación estrecha con el delirio del
teomegalómano, fracasa por la premisa mayor y por la menor. En efecto:
1° Iahvé es una creación de la imaginación judía.
2° Ieschou bar Iossef, que oye la voz de Iahvé y se cree consagrado y
enviado por él, era un loco alucinado.
3° Lejos de ser esencialmente verídico, el Pentateuco contiene errores
evidentes.
4° El pasaje a que Ieschou bar Iossef hace alusión no está relacionado
únicamente con los judíos a quienes Iahvé dirige la palabra, sino con todos los
judíos.
II. Cuando él se denomina “La luz del mundo”, los fariseos le objetan:
“Prestas testimonio de ti mismo, pero tu testimonio no es digno de fe”. Ieschou
replica: “Mi testimonio es digno de fe, porque sé de dónde vengo y a dónde voy.
Vosotros juzgáis según la carne. Yo no juzgo a nadie. Si juzgase, mi juicio sería
recto, porque no soy solo, conmigo está mi Padre que me ha enviado, y en vuestra
ley está escrito que el testimonio de dos hombres es valedero. Testimonio sobre
mí mismo, pero también testimonia el Padre que me ha enviado” 355. Hay en este
pasaje:
1° Una simple afirmación: “Mi testimonio es digno de fe”.
2° El razonamiento siguiente:
354
Evangelio de San Juan, X.
355
Evangelio de San Juan, VIII.
Premisa mayor: Del Pentateuco: el testimonio de dos hombres es válido.
Premisa menor: Somos dos los que afirmamos mi misión: Iahvé y yo.
Conclusión: Pues mi misión es real.
Este razonamiento es falso, porque:
1° Iahvé es una creación de la imaginación judía.
2° La regla que establece el Pentateuco se aplica a los hombres y no a los
dioses.
III. Cuando se le reprochaba por haber violado el sábado, respondió: “El
sábado fué hecho para el HOMBRE (que está en el cielo: Iahvé) y no el
HOMBRE para el sábado. Pues el Hijo del HOMBRE (que está en el cielo), es
también dueño del sábado”356.
Dicho de otro modo:
Premisa mayor: El sábado ha sido instituido para honrar a Iahvé.
Premisa menor: Yo me confundo con lahvé: “Yo y el Padre somos uno”357.
Conclusión: Pues yo soy dueño del sábado.
Este razonamiento es falso por la premisa mayor y la menor. En efecto:
1° Iahvé es una creación de la imaginación judía.
2° La identidad de Iahvé y de Ieschou bar Iossef es una concepción
delirante.
Los evangelistas nos han dejado nueve razonamientos de Ieschou bar
Iossef. Tres son completos, es decir, contienen los tres términos del silogismo:
premisa mayor, premisa menor y conclusión. Los otros cuatro están incompletos,
aunque sean de esos razonamientos habituales que pueden ser frustrados.
El razonamiento con omisión de un término (sin el cual el silogismo es
incomprensible) es frecuente en los alienados. Los evangelistas ignoraban
evidentemente esta particularidad y han hecho razonar por este procedimiento al
hijo del carpintero de Nazareth. Esta es una prueba más de que sus biografías son
históricas.
Ieschou bar Iossef no se servía del razonamiento para alcanzar la verdad.
Que tenía una misión divina que cumplir; que era La Luz del mundo: el Hijo de
Iahvé; el Mesías; el vencedor del demonio; el dueño del sábado; que Iahvé
protegía a sus discípulos de una manera particular y que ellos debían resucitar
para el Reino de los Cielos, era para él la evidencia misma.
Sus razonamientos tendían únicamente a convencer. No son razonamientos
de pesquisas, son razonamientos de justificación.
CAPITULO VI
356
Evangelio de San Marcos, II.
357
Evangelio de San Juan, X.
aproximaciones imprevistas, los juicios nuevos, los rasgos de espíritu, la
verbosidad, la elocuencia, a veces el propio genio. “Estas iluminaciones súbitas y
enfermizas”, que según Descuret se extinguen al volver a la salud 358, son
designadas por la mayoría de los psiquiatras con el nombre de hipermnesias.
Yo les he dado el nombre de accesos intelectuales, porque la asociación de
ideas, el juicio, el razonamiento y las voliciones participan de la excitación. Este
fenómeno de corto circuito está siempre condicíonado por un fenómeno de
circuito interrumpido, que se traduce por la obstrucción de ciertas
representaciones. El sujeto parece cambiado, extraviado, fuera de sí, ausente,
transportado.
En los místicos, las neuronas que resisten mejor los estímulos tetánicos
son, naturalmente, las más activas, las mejor entrenadas, las mejor preparadas por
la corriente del pensamiento, es decir, aquéllas donde son registradas las imágenes
y las ideas religiosas. En la teomegalomanía, el acceso intelectual toma el nombre
de entusiasmo, de delirio o de furor profético.
Observación contemporánea. Un alienado visto por Laurent compuso un
escrito titulado “Palabras de Dios por la boca de un ignorante”, donde se
encuentra el siguiente pasaje: “¡Hombres en este mundo de trabajo, vosotros que
arrojáis al viento los remordimientos de la vida, vosotros que blasfemáis de
vuestro redentor en el momento en que quiere volver a vosotros, qué de sacrificios
no haré yo por vosotros, por ingratos que seáis! Si yo quiero, os estrellaré desde lo
alto de los cielos. Vosotros que buscáis en la obscuridad la luz eterna las antorchas
de la vida, los remordimientos de los hombres, el cariño de los cielos y la dicha
del porvenir, temblad ante el horizonte que debe aparecer! ¡Desde lo alto de los
cielos he descendido (sic) sobre la tierra para hacer temblar el universo e infundir
a mi pueblo el terror! ¡Que mis recuerdos queden siempre en vosotros! ¡Que la
blasfemia salga de vuestra boca y que el miedo la reemplace! ¡El pasado no
existe: las cosas han cambiado!”
Más adelante dice: “¡Padre eterno, vengo de la eternidad para convenceros
de mi presencia, inmortalizar mi nombre, castigar a los malos, calmar a los
vengativos, engrandecer los honores, desvanecer para siempre los horrores de la
vida! ¡Escuchad mi palabra, mis sublimes sentimientos! ¡Que mi presencia
enternezca vuestros corazones con el más profundo sentimiento de respeto!“ Este
enfermo ––en quien el estilo es casi idéntico al de Ieschou bar Iossef en el
Evangelio de San Juan–– ejercía, antes de su ingreso en el manicomio, la
profesión de jardinero”359.
El acceso intelectual es debido a una intoxicación, generalmente a una
intoxicación genital, frecuente en la pubertad. En esta edad fué cuando tuvo
Ieschou bar Iossef su primer acceso intelectual. Se recordará, en efecto, que tras
su fuga de Jerusalén ––tenía doce años–– sus padres lo encontraron en el templo
“Sentado entre los tannaim (doctores en teología), escuchándolos e
interrogándolos, maravillándolos por su inteligencia y por sus respuestas, que
todos escuchaban”360.
Este asombro lo encontramos 17 siglos más tarde en gentes de la misma
condición que los doctores de Jerusalén, en los profesores de la Facultad de
358
Descuret. La médecine des passions. París, 1841. p. 75.
359
Laurent. Congreso de alienistas. VII sesión.
360
Evangelio de San Lucas, II.
Medicina de Montpellier. Báville, intendente de la provincia, les había ordenado
examinar a un joven profeta preso en Uzés, y testimoniaron “estar maravillados
de admiración al ver a aquel joven iletrado decir cosas que jamás aprendió y citar
la Sagrada Escritura muy oportunamente”361. Algún tiempo después un gran
médico, Boissier de Sauvage, añadió a la patología mental estos fenómenos
entonces universalmente atribuidos al espíritu del diablo o al espíritu de Dios.
En accesos análogos fué cuando Ieschou bar Iossef anunció el Reino de los
cielos en términos que llenaron de extrañeza a sus oyentes. ¿Cómo este lugareño,
hijo de un carpintero, que no había estudiado, podía expresarse con tal
elocuencia? “Cuando Ieschou hubo acabado su discurso, las multitudes quedaron
maravilladas de su doctrina, porque les enseñaba con gran autoridad, y no como
los escribas”362.
Estos accesos aumentaron con frecuencia al fin de su vida, durante su
última estancia en Jerusalén, alternando con impulsiones violentas y actos
incoherentes.
“Los inquisidores y los sacerdotes buscaron cómo harían perecer a Ieschou
porque ellos creían a toda la multitud maravillada por sus enseñanzas”363.
“La multitud numerosa se complacía en escucharlo”364.
El Gran Sanhedrín había dado orden de arrestarlo. “Los sacristanes
enviaron a los jefes de los sacerdotes y a los fariseos, a los que dijeron; “¿Por qué
no lo habéis traido?” “Jamás, respondieron, un hombre habló de tal suerte”365.
Nada hay en los Evangelios que pueda explicar esta admiración popular.
No podemos encontrar ––en medio de párrafos incoherentes y sentencias,
generalmente llenos de errores–– más que tres pasajes que sean dignos de llamar
la atención: los que se ha convenido en llamar las “Beatitudes“ y las
“Maldiciones”.
Las “Beatitudes” no tienen otro valor que la emoción que manifiestan. En
cuanto a las “Maldiciones”, pierden mucho de su interés cuando se las compara
con las de Ieschayahou (Isaías) y de Hanok, de las que son imitación.
En realidad, aún en los momentos de sus accesos intelectuales Ieschou bar
Iossef se manifiesta como un debilitado mental. Todos los alienistas han
confirmado esta observación de Marce: “La monomanía religiosa... se encuentra
en general en sujetos de espíritu débil y limitado”366.
¡Y, sin embargo, es indudable que tenía algo! Las gentes que seguían al
hijo del carpintero de Nazareth, eran ––indudablemente–– gentes ignorantes,
neurópatas, fáciles de entusiasmar, reclutados entre pescadores y labriegos,
publicanos y prostitutas. En las clases inferiores de la sociedad.
Aún está por explicar cómo el teomegalómano logró que lo siguiesen, en
un tiempo en que abundaban los predicadores,
Este éxito se debió a un conjunto de fenómenos demasiado delicados
como para que gentes ordinarias como los Evangelistas lograran anotarlos y
361
De la necessité de donner de prompts secours aux protestants des Cévennes,
Londres, 1703.
362
Evangelio de San Mateo, VII.
363
Evangelio de San Marcos, XI y XII.
364
Evangelio de San Marcos, XI y XII.
365
Evangelio de San Juan, VII.
366
Mareé. Traité pratique des maladies mentales, París, 1862. p. 566.
describirlos. El que arrastrase tras de sí a aquellos campesinos se debía menos a lo
que Ieschou bar Iossef decía =-de lo que comprendía él muy poco–– que a la
manera de decirlo, porque hablaba “como teniendo autoridad”. Era el fuego de su
mirada, la tensión de sus modales, la gallardía de su actitud y de su marcha, la
arrogancia de su gesto, las inflexiones de su voz, la convicción que emanaba de su
ser, la elocuencia de la que no nos ha quedado nada, pero que era puramente
emocional y sentimental.
La elocuencia puede, en efecto, prescindir del pensamiento, porque la
emoción y la pasión encubren la ignorancia, la incoherencia, el absurdo, el delirio
y todavía queda la elocuencia. No será la de un Clemenceau, de un Briand, de un
Castelar, de un Jaurés, de un Canalejas, pero será la de Ieschou bar Iossef, de
Tomás de Villanueva, de Vicente Ferrer, de Pedro el Ermitaño; será la elocuencia
visceral, o según la expresión de Francisco de Sales, “el corazón hablando al
corazón”.
SEPTIMA PARTE
CAPITULO PRIMERO
I. –– Las alegrías.
Cuatro accesos de alegría, todos en relación con su delirio, nos son
comunicados por los Evangelistas:
1° Iahvé le asegura que es su hijo.
2° Schiméon bar Iona lo reconoce por tal.
3° Un oficial romano lo cree capaz de curar a su servidor.
4° Sus discípulos creen que expulsan los demonios pronunciando su
nombre,
Tales son las causas de estos transportes.
367
Paul Verlaine. Poésies. París, p. 3.
368
Marc. De la ƒolie. París, 1840, p. 224.
II. Un movimiento de aflicción se nos señala en él en la sinagoga de
Cafarnaum. “Ieschou entra... en la sinagoga donde había un hombre cuya mano
estaba desecada”369. Lo observaban para ver si lo curaba en sábado, a fin de
acusarlo. Entonces, envolviéndolos en una mirada de cólera y afligido al mismo
tiempo por la dureza de su corazón, dice al hombre: “Extiende la mano”370.
III. Un poco más tarde, la incredulidad de los fariseos respecto de su
mesianidad lo inunda de nuevo de tristeza. “Llegaron los fariseos poniéndose a
discutir con Ieschou y reclamándole un signo del cielo, para tentarlo. Pero él dijo,
suspirando en su espíritu: “¿Por qué esta generación pide un signo? En verdad os
digo que no le será dado a esta generación”. Y dejándolos, Ieschou vuelve a
embarcarse y pasa a la otra orilla”371.
IV. Bien pronto no le bastó, para huir de las emboscadas de sus enemigos,
atravesar el lago Tiberiades. Apenas había escapado a los inquisidores de los
Sanhedrínes cuando caían sobre él los secuaces de Herodes. A fin de respirar, se
destierra a la tetrarquía de Philippos. Entonces comienza a darse cuenta de que no
llegará nunca a convencer a los teólogos judíos de su mesianidad, pues lo
consideran como uno de esos herejes que el Pentateuco prescribe deben ser
aniquilados.
Entonces reúne a sus discípulos y “comienza a decirles que es necesario
que el Hijo del Hombre sufra mucho, que sea arrojado por los ancianos, los
sacerdotes y los inquisidores (las tres secciones del Gran Sanhedrín), que sea
condenado a muerte”372.
Convicción desoladora que los sucesos le imponen, pero que no puede
alterar en nada una idea fija engendrada por su misma constitución.
V. Llevado por su vértigo, vuelve a la tetrarquía galilea y entra en el
campo de acción de los herodianos y los inquisidores, y en un nuevo acceso de
desesperación, exclama: “El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, que lo condenarán a muerte”373.
VI. Declina. La estrella de los pastores, antes deslumbrante y ahora en el
ocaso. Las multitudes campesinas que sostenían la reputación del Mesías
terapeuta han visto a gentes “que no marchan con El” expulsar también los
demonios. Han tratado en vano de comprender sus discursos extraños en que
ideas ordinarias de predicadores errantes se perdían en largos períodos
incoherentes. La curiosidad, el asombro, la admiración han sido substituídos por
el cansancio. La multitud se ha dispersado lentamente. Quien antes se subía a un
sicomoro para ver al “Hijo del Hombre” no osa recibir bajo su techo al que ya no
es, a los ojos de los especialistas en materia de religión, más que un vagabundo
acusado de herejía: “Los zorros tienen sus agujeros y los pájaros del cielo sus
nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reposar su cabeza”374.
VII. Qué tristeza en los reproches a sus oyentes: “¡No tenéis en vosotros el
amor de Elohim! ¡He venido en el nombre de mi Padre y no me recibís! ¡Si otro
369
Se trataba de una contractura histérica.
370
Evangelio de San Marcos, III.
371
Evangelio de San Marcos, VIII.
372
Evangelio de San Marcos, VIII.
373
Evangelio de San Mateo, XVIII.
374
Evangelio de San Lucas, IX.
viene en su propio nombre, lo recibiréis”375.
VIII. Desde entonces parece que no hay más que una cosa que hacer para
el Hijo del Hombre: renunciar a sus pretensiones, reconocer su conducta
insensata, volver a su provincia, a su pueblo, al taller de su padre Iossef, dejar el
bordón de viajero, tomar la sierra y la garlopa y hacerse, con el trabajo, un
nombre y una reputación.
Así hubiera obrado un dulce filósofo que no hubiera sido un loco. Pero
Ieschou bar Iossef era un loco y nada más. El que no toma en serio a Chorazin y a
Bethsaida, que ha sido expulsado de Nazareth, quiere imponerse a la ciudad santa,
a la capital del mundo judío, y helo aquí entrando en la Jerusalén del emperador
montado sobre un asno, la cabalgadura de los reyes.
Ayer no esperaba nada; esta noche, todavía espera. Esta mañana, en el
momento de franquear la Puerta de los Carneros, llora sobre la ciudad: “Cuando
estuvo próximo, viendo la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: “¡Si tú hubieses
reconocido, no sería lo que es este día, lo que conviene a tu dicha! ¡Ahora sólo
resta a tus ojos llorar!”376.
IX. Las esperanzas del Hombre-Dios se desvanecen y su locura queda. El
porvenir se le aparece como una sucesión no interrumpida de esfuerzos. En su
pasado sólo encuentra ocasiones para gemir.
Cuando Iehouda bar Schiméon reprocha a Miriam, hermano de Eleazar,
haber ungido con nardos los pies del Mesías en lugar de vender este perfume
precioso y añadir su producto al tesoro de la secta, Ieschou bar Iossef deja escapar
estas palabras, donde la tristeza y el miedo han triunfado sobre el orgullo: “¡Los
pobres los tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre!377”.
X. A1 día siguiente confiesa: “Ahora mi alma está turbada, ¿qué debo
decir? ¡Oh! Padre, sálvame de esta hora!378.
XI. En los Olivos, gime: “¡Mi alma está triste hasta la muerte! ¡Padre, todo
es posible para ti!¡Aleja de mí este cáliz!”379.
XII. Y, sobre la cruz, exclama: “¡Elohim! ¡Elohim! ¡Por qué me has
abandonado!”380.
Así, hasta su último día, así hasta su última hora, el hijo del carpintero de
Nazareth, abandonado, renegado, amenazado, preso, condenado, azotado,
crucificado, afirma que es el Hijo, el Enviado, el representante de un Dios.
¿Qué es, pues ––pregunto–– esta convicción que resiste todo, incluso la
muerte, sino la idea fija de los teomegalómanos, el error primordial de los locos
congénitos y hereditarios, de los alienados constitucionales e incurables?
Los francmasones, los librepensadores, los hombres de letras y las gentes
del mundo ––y dentro del estado actual de sus ciencias respectivas los
historiadores, los exégetas, los lingüistas y los psicólogos–– pueden dudar de la
verdad histórica de los Evangelios canónicos, pero so pena de negar los trabajos
de todo un siglo, hay una categoría de sabios que no se dejan asaltar por esa duda:
son los médicos y los alienistas.
375
Evangelio de San Juan, V.
376
Evangelio de San Juan, XII.
377
Evangelio de San Juan, XII.
378
Evangelio de San Juan, XII.
379
Evangelio de San Marcos, XIV y XV.
380
Evangelio de San Marcos, XIV y XV.
CAPITULO II
381
Evangelio de San Mateo, XVI.
382
Evangelio de San Marcos, IX y X.
383
Evangelio de San Marcos, IX y X.
384
Evangelio de San Marcos, IX y X.
385
Evangelio de San Marcos, IX y X.
386
Blaise Pascal, Pensées.
387
Evangelio de San Marcos, XIV.
aquí y velad388” “Velad conmigo”389, “Y cayendo en una angustia extrema, reza
más insistentemente, y su sudor parecen coágulos de sangre cayendo en la
tierra”390.
388
Evangelio de San Marcos, XIV.
389
Evangelio de San Mateo, XXVI.
390
Evangelio de San Lucas, XXII.
391
José María de Heredia. Les trophées. París, p. 93.
392
Evangelio de San Marcos, III y I.
393
Evangelio de San Marcos, III y I.
394
Evangelio de San Mateo, XII.
395
Evangelio de San Marcos, V.
396
Evangelio de San Marcos, XII.
397
Evangelio de San Mateo, X.
398
Evangelio de San Mateo, XVI.
399
Evangelio de San Marcos, IX.
400
Evangelio de San Juan, VI y XIV.
acaso Iehouda, hubo de decirle: “¿Señor, de dónde vienes que te manifiestas a
nosotros y no al mundo?”401.
Temiendo más por sí mismo que por sus discípulos, a los que recomienda
siempre el disimulo y la hipocresía, dice: “Os envío como corderos en medio de
los lobos; sed, pues, astutos como la serpiente y sencillos como la paloma”402.
No se confiesa el Mesías más que cinco veces y no se declara hijo de
Iahvé, o Iahvé mismo, más que una vez, a la edad de 12 años y durante el
paroxismo final. El resto del tiempo, se designa por una expresión obscura “Bar
Nasha, el Hijo del Hombre”, expresión consignada cuarenta y dos veces en el
Evangelio de San Juan.
Gracias a esta precaución, pudo durante cerca de tres años pasear su locura
bajo la mirada de los policías y de los inquisidores.
Esta expresión tenía dos sentidos. Para los unos, designaba al hombre pura
y simplemente. Para los otros no era más que la abreviación de una expresión más
completa: “El Hijo del Hombre está en el cielo”, cs decir, el Hijo de Iahvé. Estaba
prohibido nombrar al dios. Se lo designaba siempre con una expresión figurada: el
“Dios”, el “Señor”, el “Poderoso”, la “Verdad”, el “Bendito”, el “Altisimo”, los
“Cielos”, el “Hombre que está en el cielo”.
El hijo de Iahvé era el Mesías, y, por consecuencia, Ieschou bar Iossef.
La identidad de Iahvé, el Bendito, el Poderoso y el Hombre que está en el
cielo resulta sobre todo de los pasajes siguientes:
Los fariseos le reprochan el dejar a sus discípulos mendigar el día del
sábado y responde; “E1 sábado está hecho para el Hombre (se sobreentiende “que
está en el cielo”; el sábado ha sido instituido para honrar a Iahvé), y no el Hombre
(Iahvé) para el sábado. Pues el Hijo del Hombre (Ieschou) es dueño del
sábado”403.
Más tarde, a esta pregunta del gran sacerdote: “¿Eres el Hijo del Bendito?”
Responde sin turbación: “Lo soy y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra
del Poderoso y avanzando con las nubes del cielo”404.
Así, designándose como el Hijo del Hombre, Ieschou bar Iossef se hace
entender por sus fieles, dejando a sus adversarios en la incertidumbre. Aquellos en
efecto, no hubiesen podido afirmar que esta expresión tenía en su boca el sentido
de Mesías y no el del hombre.
Su incertidumbre se deduce en el pasaje siguiente: “Ieschou había
anunciado que el Hijo del Hombre sería elevado sobre la tierra. “La multitud le
respondió: “Habíamos aprendido por la thora (Pentateuco) que el Mesías viviría
eternamente; ¿cómo dices tú que es preciso que el Hijo del Hombre sea llevado a
lo alto? ¿Cuál es el Hijo del Hombre?”405.
El empleo constante que hace de este circunloquio que sus discípulos no
emplean jamás, cuadra admirablemente con los cálculos de la clínica psíquica. En
efecto, los alienados crónicos condensan corrientemente en una expresión, de la
que desnaturalizan el sentido, la parte esencial y característica de su delirio. Por
eso Schiméon el Mago se hace llamar “la virtud de Elohim”, Elkasai, “el
401
Evangelio de San Mateo, XVII.
402
Evangelio de San Mateo, XVII.
403
Evangelio de San Marcos, II y XIV.
404
Evangelio de San Marcos, II y XIV.
405
Evangelio de San Marcos, XIV.
Redentor”. Schimeón bar Kosiba, “El hijo de la estrella”. Mahoma, “El Apóstol
de Aláh”. Jacob, “El dueño de Hungría”. Bockelson, “El Rey de Sión”. David, “El
Zehma”. Ali Mohammed “El Báb”. Digonnet, “El Dios pequeño”. Marcial, “El
Consejero”. Un enfermo, Kippel Trenannay, “El Elegido de Dios”. Y un enfermo
de Legrain “El principito Celeste”.
V. –– Las reticencias.
Se comprende que los inquisidores del Gran Sanhedrín sintiesen el más
vivo deseo por averiguar qué era lo que el predicador de Nazareth ocultaba bajo
su sentido figurado y sus parábolas. Por eso lo hostigaron a preguntas. A veces se
negaba a contestar:
I. Cuando se paseaba por el templo, los jefes de los sacerdotes, los
inquisidores y los ancianos se aproximaron a Ieschou, diciéndole: “¿Con qué
autoridad haces eso? ¿Quién te ha dado poder para hacerlo?” “No os revelaré ––
replicó Ieschou–– con qué autoridad hago estas cosas”411.
II. Otra vez, le preguntaron: “¿Quién eres tú?” “El que os he dicho” 412 ––
respondió.
Acababa de declarar que era “la Luz del mundo”.
“E1 que me ha enviado es verídico y lo que he aprendido de él lo revelo al
406
Evangelio de San Mateo, XIII.
407
Evangelio de San Marcos, XII y IV.
408
Evangelio de San Marcos, XII y IV.
409
Evangelio de San Mateo, XIII.
410
Evangelio de San Juan, XVI.
411
Evangelio de San Marcos, XI.
412
Evangelio de San Juan, VIII.
mundo”. Sin decir quién era el que lo había enviado, de suerte que sus oyentes
“no comprendieron que les hablaba del Padre”413.
III. Por otra parte, rehusa dar noticia alguna sobre ese “Padre”. “¿Dónde
está tu Padre?” ––le preguntan. Ieschou responde: “Vosotros no conocéis ni a mi
Padre ni a mí. Si me conociéseis, conoceríais a mi Padre” 414. (Mejor dicho: “Mi
Padre es Iahvé, Iahvé soy yo, pero no os revelaré estas cosas”.)
IV. Cuando le preguntan: “¿Quién es el Hijo del Hombre” de quien hablas
constantemente?, he aquí la respuesta que obtienen: “Por un poco de tiempo
todavía, la Luz está con vosotros; caminad mientras tengáis la Luz, con miedo de
que la obscuridad os sorprenda, porque el que marcha en las tinieblas no sabe por
dónde va. Mientras tenéis la Luz, creed en ella a fin de que seáis hijos de la
Luz”415
Se comprende la impaciencia de su auditorio. Los judeanos, rodeándolo, le
dijeron: “¿Hasta cuándo tendrás en suspenso nuestra alma? Si eres el Mesías,
dínoslo claramente”416.
413
Evangelio de San Juan, VIII.
414
Evangelio de San Juan, VIII.
415
Evangelio de San Juan, XII y X.
416
Evangelio de San Juan, XII y X.
417
Evangelio de San Mateo, XI.
418
Evangelio de San Mateo, XI.
419
Evangelio de San Juan, X y VIII.
420
Evangelio de San Juan, X y VIII.
IV. Con la pregunta siguiente lo pusieron en la alternativa de atraerse los
odios de Herodes Antipas (que había repudiado a su mujer para cohabitar con su
cuñada, Herondiadé), o enajenarse las simpatías de los discípulos de Iohanan el
Bautista, preso y decapitado por haber vituperado el divorcio del tetrarca: “¿Está
permitido a un hombre repudiar a su mujer?”. “¿Qué os ha prescrito Mosché?” ––
respondió Ieschou. “Mosché lo permite ––replicaron–– haciendo un documento
de divorcio y de repudio”. “Es la dureza de vuestro corazón, la causa de que
dictase ese mandamiento. Lo que Elohim junta, el hombre no lo separa nunca” 421.
Respuesta hábil entre todas, porque Herodes Antipas y su mujer no habían sido
unidos por Elohim. Ni el uno ni el otro eran judíos. El uno era idumeo. La otra era
hija del rey árabe Aretas.
V. De la misma manera, no se atreve a tomar partido entre Iahvé y el
emperador, entre el puñal de los cananeos y el bastón de los legionarios, cuando le
hacen esta pregunta capciosa: “¿Es o no necesario pagar el tributo al César? 422.
¿Lo pagaremos o no lo pagaremos?”. Y respondió: “Dad al César lo que es del
César y a Elohim lo que es de Elohim”423.
VI. Tampoco tuvieron éxito los inquisidores cuando se esforzaron en
arrancarle una palabra que permitiese denunciarlo al procurador como
pretendiente al trono de David. Interrogado por los fariseos respecto a cuándo
llegaría el reino de Elohim les respondió: “El Reino de Elohim no vendrá
aparentemente. No se dirá: “¡Vedlo” o “Helo aquí!”, porque el Reino de Elohim
está entre vosotros”424. Escapatoria en que es difícil encontrar un motivo de
acusación pero que significa: “El Reino existe, puesto que estoy yo aquí.”
421
Evangelio de San Marcos, X y XII.
422
Evangelio de San Marcos, X y XII.
423
Evangelio de San Marcos, XII.
424
Evangelio de San Lucas, XVII.
425
Evangelio de San Juan, VI y V.
426
Evangelio de San Juan, VI y V.
427
Evangelio de San Mateo, XVI.
428
Evangelio de San Juan, V, XII y VI.
429
Evangelio de San Juan, V, XII y VI.
430
Evangelio de San Juan, V, XII y VI.
nada por sí mismo, a menos que no lo vea hacer al Padre” 431. “No puedo hacer
nada; juzgo por lo que oigo”432.
CAPITULO III
431
Evangelio de San Juan, IV.
432
Evangelio de San Mateo, X.
433
En la edición grande de esta obra se encuentran otras seis observaciones de
alienados disimuladores, dos de las cuales corresponden a locos religiosos.
LOS AFECTOS DE JESUS
II. - La piedad.
Los teomegalómanos son capaces del altruísmo. Guillermo Monod era
caritativo. En el manicomio de Ville-Evrad observé un hombre-dios de una
extrema bondad.
En lo que concierne a Ieschou bar Iossef, todo lo que se puede afirmar con
certidumbre es que era accesible a la piedad.
Lo vemos en efecto, “emocionado de compasión”438 a la vista de los
ciegos, de los leprosos, de las multitudes hambrientas. Reprocha a los fariseos la
“dureza de su corazón”439. Viendo a una viuda seguir el entierro de su hijo único,
“tuvo piedad y le dijo: “¡No llores másl”440. En fin, mientras lo crucificaban,
imploraba perdón para sus verdugos. “Padre perdónalos, porque no saben lo que
434
Evangelio de San Juan, XIV.
435
Evangelio de San Mateo, XIX.
436
Evangelio de San Mateo, XIX.
437
Déjerine. L'Hérédité des aƒections du systeme nerveux, París, 1886, página 59.
438
Evangelio de San Mateo, XX.
439
Evangelio de San Juan, X.
440
Evangelio de San Lucas, VII y XXIII.
hacen”441.
CAPITULO IV
441
Evangelio de San Lucas, VII y XXIII.
442
Evangelio de San Mateo, XI y V.
443
Evangelio de San Mateo, XI y V.
444
Evangelio de San Mateo, XI y V.
445
Evangelio de San Mateo, X.
446
Evangelio de San Lucas, XII y XIV.
447
Evangelio de San Lucas, XII y XIV.
2. Sostenía conversaciones contra el emperador, que recordaban las de
Iehouda (de Gamala). “No llaméis a nadie maestro, porque uno solo es vuestro
maestro”448.
3. Se lo acusaba de prohibir pagar el tributo al César.
4. Tenía con sus discípulos conversaciones como ésta: “A1 orar, no tengáis
habladurías como los herejes, porque se imaginan ser oidos por Dios gracias a su
mucho hablar”449. “Si tu hermano te ha ofendido y se niega a escucharte, que te
sea como el hereje y el publicano”450.
5. En el momento de enviar a sus apóstoles en misión, les hizo la
recomendación siguiente: “No vayáis nunca hacia los herejes, ni entréis en
ninguna ciudad de los samaritanos; id más bien hacia los corderos perdidos de la
casa de Israel”451.
6. En los confines de Tyro, una siro-fenicia, echándose a sus pies, le
suplicó que curase a su hija enferma. El respondió brutalmente: “No me han
enviado sino para las ovejas perdidas de la casa del pueblo de Israel” 452. Como
ella insistiese, la injurió: “Deja ya de saciar a los hijos de Israel, porque no es
bueno quitar el pan a los niños para echarlo a los perros (los herejes)453.
En los teomegalómanos, los odios de raza no resisten a las afecciones
engendradas por el orgullo. Mientras los judíos, cediendo a sus teogonías, se
alejaban poco a poco del Mesías de Nazareth, los samaritanos y los romanos, por
los cuales los fariseos y los inquisidores no tenían ninguna estimación, lo
recibieron con interés y favorablemente.
Esto modificó sus sentimientos respecto de ellos.
Un día, los ancianos de Cafarnahum lo llevaron a casa de un centurión
cuyo ordenanza estaba atacado de parálisis. El oficial le dijo: “Señor, no soy
digno de que tú entres en mi casa, pero con que digas una sola palabra, mi
servidor quedará curado”. Maravillado Ieschou al oír tales palabras, dijo a los que
lo seguían: “En verdad os aseguro que ni en el mismo Israel he encontrado una fe
tan grande. Sí, os declaro que muchos, viniendo de Oriente y de Occidente,
estarán en la mesa en el Reino de los cielos con Abraham, Icehak y Iaákob,
mientras que los hijos del reino (los judíos) serán expulsados a las tinieblas de
fuera, donde se lamentarán y rechinarán los dientes”454.
“El Reino de Elohim ––dice a los jerusalemitas–– os será quitado, para
dárselo a una nación que producirá frutos”455.
De aquí que ciertos apologistas deduzcan que el hijo del carpintero de
Nazareth era un internacionalista, un socialista a la manera de Jaurés o un
comunista, a la de Cachin. Es un grave error, y si Henri Barbusse se hubiera
tomado la molestia de estudiar la patología mental no habría “visto” a Ieschou bar
Iossef desde una óptica altruísta. Como todos los locos de su especie, Ieschou no
tenía interés más que por sí mismo y por los que creían en su naturaleza divina. Si
448
Evangelio de San Mateo, XI y XVIII.
449
Evangelio de San Mateo, XI y XVIII.
450
Evangelio de San Mateo, XI y XVIII.
451
Evangelio de San Mateo, X y V.
452
Evangelio de San Mateo, X y V.
453
Evangelio de San Marcos, VI.
454
Evangelio de San Mateo, VIII y XXI.
455
Evangelio de San Mateo, VIII y XXI.
vitupera a sus discípulos por pedir que el fuego del cielo caiga sobre los
samaritanos, que no habían querido rccibirlo (porque iba a una fiesta religiosa a
Jerusalén), fué porque el ultraje se dirigía al judaísmo y no a él, y si cuenta la
parábola del Buen Samaritano, es porque la fe que tenían en él algunos de estos
herejes había modificado su concepción del prójimo, tal como le había sido
sugerida por los predicadores judíos.
El prójimo, para él, no era más que el judío, no el hombre; era el
ieschouísta y nada más, cualesquiera que fuesen su nacionalidad y su raza.
Cuando les dice a sus discípulos: “Pido por ellos, no por el mundo” 456,
encontramos el fondo de su altruísmo.
456
Evangelio de San Juan, XVII y X.
457
Evangelio de San Juan, XVII y X.
458
Evangelio de San Mateo, VII.
459
Evangelio de San Mateo, XII.
460
Evangelio de San Marcos, VIII.
461
Evangelio de San Mateo, X.
462
Evangelio de San Lucas, XI.
463
Evangelio de San Marcos, IX.
una de sus compañeras tiene el rostro iluminado como un ángel, y ve también el
corazón de Jesús. Estas alucinaciones van a veces acompañadas de éxtasis, con la
mirada levantada hacia el cielo. Busca la soledad y se abstrae en la oración.
Alguna vez habla a otras muchachas en tono de exhortación, recomendándoles
que no pequen, y les asegura la satisfacción divina. Si se le pregunta su nombre,
responde: “Soy Juana de Arco y tengo la misión de salvar a Francia de sus
pecados”. Si se la contradice respecto de esto, tiene accesos de cólera464.
En la capital judía, a la que las tres grandes fiestas del año llevaban del
fondo de las provincias los iluminados más pintorescos, el Hijo del Hombre sufrió
grandes contrariedades para llamar la atención sobre él.
Los maliciosos jerusalemitas no podían tomar en serio a este obrero de
Nazareth que les explicaba, en una jerga adornada de citas bíblicas, que había
bajado del cielo. Muchos veían claro en su caso. Escuchaban un instante, alzaban
los hombros y se marchaban diciendo: “Tiene un demonio, es un loco”465.
En el Dios desconocido ¡qué resentimiento, qué rencor! En aquel tiempo,
algunos que le fueron a hablar de los galileos, de los que Pilatos había mezclado
la sangre con la de los sacrificados, Ieschou respondió: “¿Pensáis que esos
galileos fuesen más pecadores que el resto de los galileos, porque sufrieron más?
No; en verdad os digo que si no os enmendáis (si no me reconocéis por el Mesías)
moriréis todos de la misma manera”466.
En el momento de hacer su entrada, sin gran esperanza de éxito, en la
ciudad santa, lanza esta amenaza condicional: “Llegarán días en que tus enemigos
te rodearán de trincheras, te oprimirán y te acosarán por todas partes. Te arrasarán
a ti y a tus hijos y no dejarán piedra sobre piedra porque tú no has conocido el
tiempo de tu visitación”.
Esta tentativa fracasó lamentablemente. Pasó casi inadvertida. El
procurador la ignora. Los legionarios no se emocionan; los exploradores no
creyeron deber darle cuenta de un incidente tan banal.
Ieschou bar Iossef estaba desesperado. Saliendo del templo, uno de los
discípulos le dijo: “Rabbi, mira aquellas piedras y aquel edificio”. “¿Ves tú ––le
respondió Ieschou–– esas grandes construcciones? No quedará de ellas piedra
sobre piedra”467.
En el camino del Gólgota amenazaba más que se lamentaba, y dijo a las
mujeres que lo seguían, llorando: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi; llorad por
vosotras y por vuestros hijos, porque se aproximan los días en que se dirá:
“Felices las estériles y los vientres que no han concebido y los pechos que no han
lactado”. Entonces se gritará a las montañas: ”Caed sobre nosotros”, y a las
colinas: “Cubridnos”. ¿Porque si es así el bosque verde, qué ocurrirá al bosque
seco?”468. “En el cielo aparecerá el Hijo del Hombre, y se lamentarån todas las
razas de la tierra”469.
Profecías tradicionales en los teomegalómanos judíos y que en este pueblo
anárquico se realizaban siempre, las encontramos algunos años más tarde en boca
464
Bourneville y Bellin. Folie de l'adolescence. Archivos de neurología, 1900, t. X.
465
Evangelio de San Juan, X.
466
Evangelio de San Lucas, XIII.
467
Evangelio de San Marcos, XIII.
468
Evangelio de San Lucas, XXIII.
469
Evangelio de San Mateo, IV.
de otro campesino, Ieschou bar Hanan. Un día, en Jerusalén, durante la fiesta de
los Soukoth, este alienado se puso a gritar: “¡Voto contra Jerusalén! ¡Voto contra
los recién casados! Voto contra todo el pueblo!”.
El Gran Sanhedrín, después de haberlo juzgado y condenado a muerte por
blasfemo, lo condujo delante del procurador Albinus, a fin de que este ratificase la
sentencia. Este hizo azotar al Profeta de la desgracia. A cada golpe, Ieschou bar
Hanan gritaba: “¡Maldición! ¡Maldición sobre Jerusalén!” Albinus le preguntó
quien era, de dónde era y qué lo hacía hablar de tal suerte, y él no respondió ni
una palabra. Viendo esto, el procurador rehusó tomar sobre sí la responsabilidad
de la sentencia de los magistrados judíos y lo despidió como a un loco,
El mismo procedimiento fué seguido, como veremos más adelante, con
relación a Ieschou bar Iossef, con la diferencia de que el procurador de entonces,
Poncio Pilatos, no supo resistir los reproches de los sanhedrinitas y en vez de
absolver al Nazareno, como era su intención, lo condenó al suplicio de la cruz.
Por otra parte, no es de dudar que si el Hijo de Elohim hubiese sido
absuelto habría continuado provocando el escándalo en la ciudad santa.
Esto es lo que hizo Ieschou bar Hanan. Se lanzó inmediatamente a recorrer
las calles gritando: “¡Desgracia! ¡Desgracia sobre Jerusalén!” Gritaba más fuerte
aún los días de fiesta, y se dejaba pegar sin protesta por los jerusalemitas
indignados.
Del mismo modo, durante la epidemia religiosa de los anabaptistas de
Munster, se vió cómo los locos corrían desnudos por la ciudad gritando:
“¡Desgracia para ti, Munster! ¡Maldición sobre la soberbia Babilonia! ¡Venganza
de Dios sobre la abominable Sodoma! ¡Desgracia para las mujeres vestidas de
telas de oro y de plata! ¡Despojaos de vuestros adornos, cambiadlos por cilicios y
sernbrad vuestras cabezas de cenizas!”
Al igual que los teomegalómanos de todos los países y de todos los
tiempos, Ieschou bar Iossef se vcngaba de su impotencia evocando desastres.
Saboreaba de antemano, en su orgullo y en su crueldad, el placer de un triunfo
sangriento. Las privaciones del sitio, los horrores del asalto, del saqueo y de la
carnicería, la violación del templo, el aniquilamiento de la ciudad. la deportación
de sus habitantes, el temblor de tierra, la caída y la extinción de las estrellas, no
bastaban para saciar su necesidad de venganza. Le era necesaria la condenación
eterna, infinitamente más grave que la muerte. “Si no creéis que yo soy el Mesías,
moriréis en pecado”470. “Aquel que me niegue ante los hombres, será negado por
mí ante mi padre, el que está en los cielos” 471. “Quien me niegue y no acoja mi
palabra en su juicio, el verbo que yo he pronunciado, he aquí el que lo juzgará en
el último día”472. “Aquel que rehuse creer en el hijo, no verá la vida, mas sobre él
caerá la cólera de Elohim”473.
Desde luego, se explica la aversión que sentía por su madre. Esta no creía
que fuese el Hijo de Iahvé. No comprendía “todo lo que él decia” 474 y,
avergonzada de sus conversaciones incoherentes, “las guardaba cuidadosamente
470
Evangelio de San Juan. VII, XII y III.
471
Evangelio de San Juan. VII, XII y III.
472
Evangelio de San Juan. VII, XII y III.
473
Evangelio de San Mateo, X.
474
Evangelio de San Lucas, II.
en su corazón”475. Pero sobre todo pretendía haberlo traido al mundo, cuando él se
creia anterior a la creación. No quiere oír hablar de este parentesco humillante; de
ahí esta frase de las bodas de Cana: “¿Qué hay, mujer, entre tú y yo?”476.
Esta aversión la experimentaba también con respecto de sus hermanos,
exceptuando Iaákob bar Iossef, al cual había comunicado su delirio: “Mi madre y
mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Elohim y la practican”477.
No hay en todo esto nada que no sea perfectamente conocido de los
alienistas. Los profetas y los reformadores, antiguos o modernos ––escribe
Murisier–– huyen de la casa paterna, resisten inflexiblemente a sus padres,
cuando éstos tratan de que vuelvan a aquélla, abandonan a sus mujeres y a sus
hijos para ponerse a la disposición de Dios”478.
El odio de Ieschou hacia los ricos se explica de la misma manera.
Ocupados en gozar del reino de la tierra, los ricos no tienen nada que hacer en el
reino de los cielos. Así envían alegremente a paseo a los profetas, a los Mesías y a
los hijos de Dios. De ahí las maldiciones con que los abruman Ieschayahou
(Isaías), Hanok (Enoch) y Ieschou bar Iossef : “¡Maldición a vosotros, ricos,
porque lleváis vuestra consolación!” “¡Maldición a vosotros, los hartos, porque
vosotros tendréis hambre!” “¡Maldición a vosotros, que reís ahora, porque
vosotros lloraréis y os lamentaréisl”479.
Observación contemporánea. X..., degenerado, de un orgullo extremado,
se creía inspirado por el Genio de la Revolución y destinado a desempeñar un
gran papel en la regeneración del mundo. A los 12 años marchó a la frontera de
España con idea de embarcarse e ir a fundar en otro país una sociedad conforme a
los principios del socialismo y de la anarquía. Padecía alucinaciones. Sufrió la
primera durante la noche y con un ataque de angustia. El Genio de la Revolución
se le apareció en medio de nubes; sus ojos lanzaban relámpagos. Anunció a X...
que tenía una misión que cumplir, y que sería martirizado; después desapareció.
Desde entonces el enfermo estuvo dispuesto a fecundar sus ideas con sus actos.
De ordinario veia en medio de la noche una luz deslumbradora; después el Genio
se le aparecía bajo la forma del Arcángel San Miguel, le dictaba órdenes y
desaparecia dejando tras sí una estela luminosa. X... detestaba la burguesía y se
indignaba contra su manera de proceder. He aquí una muestra de sus discursos:
“La tierra no es de nadie y sus frutos son de todos. El ser supremo está iracundo
contra la tierra porque los burgueses han transgredido sus ideas y han violado la
ley natural. Los insensatos creen que el ser supremo dejará cumplir esta obra de
opresión y de miseria. ¿Oís, malditos burgueses? Mi martirio va a fecundar el
terreno de la anarquía donde germinará la libertad. El Genio, comunicándose
conmigo, me ha ordenado el sacrificio de mi vida... Dios lo ordena y hay que
obedecer”480.
475
Evangelio de San Lucas, II.
476
Evangelio de San Juan, II.
477
Evangelio de San Lucas, III.
478
Murisier. Les maladies du sentiment religieux. París, Alcan, 1903, pág 93.
479
Evangelio de San Lucas, VI.
480
Antoine Bezy. Odysée d'un dégéneré. Tesis de Burdeos, 1897.
muchos temían mostrarse en compañía de este vagabundo hirsuto, harapiento y
desaseado ––los teomegalómanos son todos así, al menos en Oriente–– que se
nombra Hijo de Iahvé y tiene ideas incoherentes. Ieschou bar Iossef detestaba a
estos discípulos vergonzantes: “Cualquiera que haya tenido vergüenza de mí (y de
mis palabras)481 entre esta nación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre tendrá
también vergüenza de él cuando esté con los ángeles en la gloria de su padre”482.
No era suficiente proclamarse su discípulo; era necesario tener una fe
ciega y conformarse a sus instrucciones: “Quien ha escuchado mis palabras y no
las ha puesto en acción semeja al hombre que tiene su casa en la tierra, sin
cimientos. El torrente la moverá, caerá y su ruina será grande”483.
Lo irritaban también los que iban, sin saberlo, contra sus deseos. Un día
“se le presentaron unos niños para que los tocase (imposición de manos), pero sus
discípulos apartaron a los que le presentaban. Viendo esto. Ieschou se indignó”484.
La dificultad que algunos de sus discípulos tenían para comprender sus
palabras, a veces incoherentes, a veces voluntariamente veladas, provocaba en él
accesos de cólera: “Tenéis el corazón estúpido” 485, gritaba a aquellas pobres
gentes.
También era para ellos causa de temores. Después de haber relatado
algunas de sus palabras, el evangelista San Marcos dice: “No comprendiendo
nada de lo que decía, lo interrogaron”486.
Vemos que en su locura llega hasta irritarse contra los objetos inanimados
y las fuerzas de la Naturaleza; que maldecía las higueras, imprecaba al viento e
intentaba aplacar el mar.
481
Evangelio de San Lucas, VI.
482
Evangelio de San Marcos, VIII.
483
Evangelio de San Lucas, VI.
484
Evangelio de San Marcos, VII y IX.
485
Evangelio de San Marcos, VII y IX.
486
Evangelio de San Marcos, VII y IX.
OCTAVA PARTE
LA MORAL DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
LA MORAL DE JESUS
(La Octava Parte de este libro no trata esta “quinta categoría”, cuyo significado
487
488
Evangelio de San Juan, VI y XIV.
489
Evangelio de San Juan, VI y XIV.
490
Evangelio de San Juan, XIV, XII y III.
491
Evangelio de San Juan, XIV, XII y III.
492
Evangelio de San Juan, XIV, XII y III.
493
Evangelio de San Marcos, X.
494
Evangelio de San Mateo, X.
495
Evangelio de San Juan, XIV.
496
Evangelio de San Juan, XV.
497
Evangelio de San Lucas, XIV.
498
Evangelio de San Juan, XV.
499
Evangelio de San Marcos, X y VIII.
500
Evangelio de San Marcos, X y VIII.
501
Evangelio de San Juan, VIII
502
Evangelio de San Mateo, XXIII.
Se comprende que gentes que se creían llamadas a gobernar las doce tribus
de Israel sintiesen alguna repugnancia a sentarse en el último lugar, cuando se los
invitaba a almorzar, y como nada en su aspecto hacía presumir su jerarquía,
hubieron de sufrir muchas veces vejaciones por parte del anfitrión, mal enterado
acerca de su porvenir.
De aquí esta regla de pueril cortesía: “Cuando seas invitado por alguno a
sus bodas, no te coloques en primer lugar, por miedo a que entre los invitados
haya otro más honorable que tú y que el que te invitó tenga que decirte que dejes
el sitio al otro y tú tengas que descender avergonzado a más bajo lugar. Colócate
tú en el último sitio, a fin de que te vayan a buscar para colocarte en plaza
preferente. Esto te honrará entre los invitados”503.
No había inventado nada. Seis siglos antes, Kong-Fou-Tseu (Confucio,
551-479) había notado que “la humildad es enaltecida”504.
503
Evangelio de San Lucas, XIV.
504
Kong-fou-tseu. Commentaires sur l'Y King.
505
Evangelio de San Mateo, X.
506
Evangelio de San Juan, X.
507
Evangelio de San Marcos, VIII.
508
Evangelio de San Marcos, VIII.
509
Levítico, XIX.
510
Evangelio de San Marcos, XII.
511
Kong-fou-Tseu. Lunvyun, VI, 18.
512
Proverbios, XV y III.
profetas”513.
3° Kakimma (hacia el 4100 antes de Jesucristo) y Kong-Fou-Tseu habían
recomendado la dulzura. También se lee en los Proverbios: “Iahvé concede sus
favores a los dulces”514. Ieschou dice a su vez: “Dichosos los mansos”515.
“Dichosos los mansos, porque serán llamados hijos de Elohim”516.
4° El autor anónimo de la Inscription de Tefabi (hacia el siglo XV antes de
Jesucristo), el autor anónimo del Papyrus IV de Boulaq (hacia el siglo XIII antes
de Jesucristo), Eseu-ete517, y el autor anónimo del Papyrus XXXVII (siglo VI
antes de Jesucristo) habían recomendado la bondad. En el salmo XXXVII se lee:
“Felices los mansos, porque ellos poseerán la tierra” 518. Ieschou reprodujo
íntegramente esta frase.
V. –– El deber de la sobriedad.
No era mucho lo que les daba. Los que hubieron podido ser dadivosos con
ellos eran demasiado instruidos para prestar oídos a tales pueblerinos. No tenían
éxito más que entre los miserables cuya vida tenían que compartir. Todo indica
que los futuros gobernantes del Reino de Elohim estaban reducidos por el
momento, a la alforja, a las comidas de tres panes y dos peces y a la rebusca de
los trigos.
Era preciso salir al paso de los deseos y las necesidades de aquellos pobres
cucos, y Ieschou se preocupó de ello. No llega hasta hacerles conocer lo dicho por
Swâyambhuova sobre las consecuencias funcionales del abuso de la carne y el
alcohol, que hubiera sido demasiado cruel ironía, pero ya les dijo bastante: “Tened
cuidado de que vuestros corazones no carguen con la culpa de la gula y la
embriaguez”520.
513
Evangelio de San Mateo, VII, I y V.
514
Evangelio de San Mateo, VII, I y V.
515
Evangelio de San Mateo, VII, I y V.
516
Evangelio de San Mateo, VII, I y V.
517
No hay referencias de Esu-ete ni de Tseu-Tse, mencionado en el original
francés. Por la época (siglo V a.EC.) podría tratarse de Lao-Tse o aun de Kung-
Fu-Tse.
518
Proverbios, XV y III.
519
Evangelio de San Mateo, VII.
520
Evangelio de San Lucas, XXI.
1° El Hijo del Hombre adopta también el primer deber de toda moral
religiosa, que es el deber de continencia enunciado hacía tres siglos por Ptahhotep
y Swâyambhuova, porque un derivativo de la adoración de los dioses es la
adoración del falo: “Hay eunucos nacidos del vientre de su madre; otros que han
sido hechos eunucos por los hombres; otros, en fin, que se han hecho ellos
mismos eunucos, por el Reino de los Cielos”521.
2° Aludiendo al atentado al pudor cometido con los niños, el delito más
común en los vagabundos dice: “Quien escandalizase a uno de esos pequeños que
creen en mí, más vale que le pongan una piedra de molino y que lo arrojen al mar.
Que si tu mano te hace pecar,-córtala, que vale más entrar manco en la vida (del
Reino de Iahvé) que tener dos manos y caer en el Gué-Hinnon, en el- fuego que
no se apaga nunca”.522.
3° Los apóstoles no tenían posibilidad de elección. Cuando la secreción
continua e invencible de toxinas genitales les imponía la eyaculación no podían,
con sus tres panes y dos peces, soñar en ofrecerse una pecadora, siquiera fuese
una puerca de caverna o una zarrapastrosa de caminos.
La masturbación, los pasivos de aquel grupo de doce ––que parece un
grupo de homosexuales–– el sodomita de las poblaciones semíticas, donde la
mujer casada era fácil a admitir dádivas, podían ser las consolaciones ofrecidas a
su viudedad voluntaria. En ningún momento piensa Ieschou bar Iossef en
apartarlos de las prostitutas. Les aconseja cortarse la mano masturbadora; les
prohibe escandalizar a los niños y les prohibe el adulterio.
Sus apologistas reconocen que el adulterio había sido condenado muchos
siglos antes por los moralistas de la India, de Persia, de Caldea, y de Judea, pero
le atribuyen la innovación del pecado de intención, puesto que condena el deseo.
Esto es un error más en su cuenta.
Swâyambhuova (siglo XV a.EC) había dicho: “No hay nada en el mundo
que se oponga tanto a la prolongación de la existencia como el cortejar a la mujer
de otro hombre”523. Esta regla moral se encuentra en el Exodo (siglo XI a.EC):
“No desearás la mujer de tu prójimo”524.
Se atribuye, pues, indebidamente a Ieschou bar Iossef, como él se la
atribuye, la invención puritana de que nos ocupamos. “Sabéis que él ha dicho:
“No cometerás adulterio”. Pero os declaro que el que mire una mujer
codiciándola, ha cometido ya adulterio con ella en su corazón”525.
521
Evangelio de San Mateo, XIX.
522
Evangelio de San Marcos, IX
523
Swâyambhuova. Manava-Dharma-Sastra, Las Leyes de Manu. IV. 34.
524
Exodo, XX.
525
Evangelio de San Mateo, V.
526
Evangelio de San Lucas, XIV.
tesorero de la secta; al menos tal parece indicar esta frase: “El que de vosotros no
renuncie a lo que posea, es incapaz de ser mi discípulo”527.
2° Su orgullo no se acomodaba sino a una caridad furtiva. Este
pensamiento de Swâyambhuova ––“El fruto de la caridad se aniquila si se
preconiza”528–– se encuentra en los Evangelios: “Tened cuidado de no practicar la
limosna delante de los hombres, para que no os vean” 529. “Cuando hagas una
limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, a fin de que tu
limosna quede secreta y que tu Padre, que sabe las cosas secretas te la
devuelva”530.
3° El deber de subvención hacia la secta implica la reprobación de la
avaricia, que condena en estos términos: “Ved de preservaros de toda avaricia; no
es en la abundancia de los bienes que posee donde reside la vida de un
hombre”531.
CAPITULO II
Las reglas siguientes fueron inspiradas a Ieschou bar Iossef por su odio a
los fariseos; la primera no es más que una reproducción de un pasaje de
Ieschayahou (Isaías. Siglo VII a. de J.): “Si ayunas, no imites a los hipócritas, que
gustan de orar estando de pie en los ángulos de la sinagoga y en las plazas
públicas, para ser vistos por los hombres... Cuando reces entra en tu cuarto, y
después de haber cerrado la puerta, invoca a tu Padre”532.
Nuevamente piensa Ieschou bar Iossef en los fariseos al decir la frase
siguiente: “Cuando ayunes no debes poner una mirada triste, como los hipócritas
que afectan un aire desfallecido para mostrar a los hombres que han ayunado” 533.
Nada nuevo, porque Swâyambhuova había dicho: “El mérito de las prácticas
austeras se pierde por la vanidad”534. Este pensamiento se encuentra también en el
Papyrus IV de Boulaq y en Ieschou ben Sira.
CAPITULO III
527
Evangelio de San Lucas, XIV.
528
Swâyambhuova. Manava-Dharma-Sastra. Las Leyes de Manu. IV, pág. 236-238.
529
Evangelio de San Mateo, VI.
530
Evangelio de San Mateo, VI.
531
Evangelio de San Lucas, XII.
532
Evangelio de San Marcos.
533
Evangelio de San Mateo, VI.
534
Swâyambhuova. Manava-Dharma-Sastra. Las Leyes de Manu. IV, pág. 236
La regla siguiente fué inspirada a Ieschou bar Iossef por el miedo a ser
delatado a la policía romana. Invitado a decir públicamente si se debía pagar
tributo al César, no titubea en responder: “Dad al César lo que es del César”535.
CAPITULO IV
I. –– La caridad.
Hemos visto que si Ieschou bar Iossef ordena la caridad, es sobre todo en
su favor y en el de sus discípulos. Pero debemos convenir en que algunas de sus
reglas morales no son exclusivamente en su beneficio, sino motivadas por sus
movimientos de piedad hacia los ciegos, los leprosos y las multitudes
hambrientas, permitiendo que se conserve por los poetas místicos la concepción
del dios del amor: “Da a quien te pida y no huyas de quien te pueda pedir” 536. “Si
prestas, hazlo sin esperar la devolución”537. “Si das un festín, llama a los pobres, a
los enfermos, a los jorobados, a los ciegos y serás dichoso porque no pueden
devolverte el convite, que te será devuelto en la resurrección de los justos”538.
¿Pero de qué pobres se trata? ¿De todos los pobres o solamente de los
pobres de Israel? De los pobres de Israel, a no dudar, como lo prueba esta frase:
“No déis lo que es sagrado a los perros, ni echéis vuestras perlas a los puercos” 539.
En el lenguaje de los judíos, los puercos y los perros son siempre los no judíos.
Moralistas anteriores concebían la caridad de manera distinta. Entre ellos
Swâyambhuova, Vyasa y el autor anónimo del Papyrus IV de Boulaq. Entre los
mismos moralistas judíos, Schiméon el Justo, el autor anónimo de los Proverbios,
el Eclesiastés, Tobías y Iohanan el Bautista, se encuentran reglas de caridad en
que se designa al pobre sin expresión de raza.
535
Evangelio de San Mateo, V.
536
Evangelio de San Mateo, V.
537
Evangelio de San Lucas, VI.
538
Evangelio de San Lucas, XIV.
539
Evangelio de San Mateo, VII.
540
Evangelio de San Mateo, XIX.
CAPITULO V
I. - La deontología ieschuíta.
En resumen, lo que se denomina la “moral de Jesús” no es otra cosa que
una crestomatía asiática.
El hijo del carpintero de Nazareth no hizo más que elegir, según su
temperamento y su carácter, las necesidades de su locura, las locuciones éticas
corrientes en su país y en su tiempo Y sobre todo en la Biblia, que no soltaba de
las manos. Además, lo reconoce así: “No penséis que vengo a abolir la thora y los
profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir”541.
De los sesenta y tres preceptos que ha expresado, solamente once le
pertenecen en propiedad y, de esos once, diez tratan de los deberes de sus
discípulos para con él. En cuanto al undécimo, le fué inspirado por sus relaciones
ilusorias con el dios de los judíos.
Los otros cincuenta y dos han sido tomados del Exodo, Levítíco,
Deuteronomio, Números, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, el libro de Tobías, las
lucubraciones de Isaías, de Jeremías, de Zacarías, de Malaquías, etc., o de la
tradición popular creada por los moralistas judíos. Es necesario, pues, renunciar a
ver en el hijo del carpintero de Nazareth un moralista original (y quizás ni siquiera
uno no original). Estas palabras del gran rabino Zadoc-Kahn, son la expresión
exacta de la verdad: “La moral que se complacen en llamar evangélica, deberían
denominarla con más justicia moral judía”.
541
Evangelio de San Mateo, V.
la manera tan inteligente de actuar de ese administrador que lo estafaba. Pues es
cierto que los ciudadanos de este mundo sacan más provecho de sus relaciones
sociales que los hijos de la luz. (Los discípulos de la Luz del Mundo, es decir, sus
discípulos). “Y en verdad os digo, con dinero sucio ganad amigos (robad a
vuestros patronos en mi provecho y en el de mis discípulos), a fin de que el día en
que la riqueza falte, aquéllos os acojan en los pabellones eternos (el Reino de los
Cielos)”542.
Ieschou bar Iossef no tenía el sentimiento de la justicia. Tal resulta
evidentemente de la parábola de los vendimiadores: “El jefe de una familia salió
al amanecer en busca de obreros para su vendimia. Puesto de acuerdo con los
mercenarios, mediante el pago de un dinero por día, los envía a su viña. “Salió de
nuevo, y viendo a otros sin ocupación en la plaza pública, les dijo: Id a mi viña y
os daré lo que sea justo. Y ellos marcharon. “Otra vez salió y encontró otros
hombres sin trabajo, a los que dijo: ¿“Por qué estáis todo el día sin hacer nada? ––
Porque nadie nos manda trabajar. ––Id a mi viña y recibiréis lo que sea justo”.
Llegada la noche el dueño de la viña dijo a su administrador: “Llama a los
trabajadores para darles su salario, yendo de los últimos a los primeros”. Los
últimos recibieron cada uno un dinero. Los primeros, que pensaban cobrar más,
recibieron también un dinero. Murmuraban diciendo: “Estos últimos no han
trabajado más que una hora y les pagas como a nosotros que hemos trabajado todo
el día”. El dueño respondió a uno de ellos en estos términos: “Compañero, yo no
te falto; ¿no conviniste conmigo un dinero? Pues toma lo que te pertenece y vete.
Si quiero dar a este último tanto como a ti, no me será permitido hacer con mi
dinero lo que quiera?”543.
Es evidente que el obrero que no ha trabajado más que dos horas, no debe
cobrar el salario entero más que si en sus dos horas ha rendido el trabajo de la
jornada. Es de justicia que el precio de la unidad de trabajo se fije de común
acuerdo entre los patronos y los obreros. Ieschou bar Iossef proclama, por el
contrario, el absolutismo de los patronos y la fantasía de los salarios. Someto esta
parábola a la meditación de aquellos que han visto un socialista o un comunista en
este judío que se dice rey.
Después de haber leído las consideraciones que preceden se comprende la
severa apreciación de Nietzsche sobre el Nuevo Testamento: “No contiene nada
que sea liberal, amable, cordial, honesto... No hay más que malos instintos en el
Nuevo Testamento. Yo llamo al cristianismo la gran maldición, la gran
depravación... La vergüenza eterna de la humanidad”544.
542
Evangelio de San Lucas, XVI.
543
Evangelio de San Mateo, XX.
544
El Anticristo.
NOVENA PARTE
EL LENGUAJE DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
LA LOGORREA
545
Séglas. Les troubles du langage chez les aliénés. París, 1892.
546
Evangelio de San Marcos, VI y III.
547
Evangelio de San Marcos, VI y III.
548
Evangelio de San Juan, III.
emitiendo tales desatinos, ¿qué haríamos? Pregunto esto a los médicos del clero,
de las congregaciones religiosas y a los que tienen clientela clerical, que es casi
toda la clientela adinerada.
Observación contemporánea. Dagonet cuenta la observación siguiente: La
señorita T... se creía encargada de una misión divina. Debajo de un árbol del
jardín del Manicomio en que estaba internada, se ponía a improvisar sermones
enfáticos. Se exaltaba poco a poco y acababa resultando verdaderamente
elocuente... “Dios está en mí, exclamaba, y me ha hecho trece revelaciones. Os las
diré; no me molesta decirlas en voz alta a fin de que todo el mundo me escuche y
que los pecadores se conviertan. Escuchad: Dios habla por mi boca. Soy la
dispensadora del amor de Dios, de su juramento y de su misericordia”549.
CAPITULO II
LA PARALOGIA TEMÁTICA
549
Dagonet. Nouveau traité theoríque et pratique des maladies mentales. París,
1876, p. 262.
CAPITULO III
LA EMBOLOFRASIA
CAPITULO IV
AUTOECOLALIA
550
Séglas. Les troubles du langage chez les aliénês. París, 1892.
551
Séglas. Les troubles du langage chez les aliénês. París, 1892.
momento en que fué ejecutado, en el tercer período de su locura. “Lo más
frecuente ––escribe Soleiman Nagaty, hablando de los alienados de esta especie––
es que el delirio pase al estado crónico. Entonces los enfermos repiten en tono
plañidero las mismas palabras”552.
De la lectura de los pasajes que acabamos de transcribir seguramente el
lector ha sacado una deducción. Estas repeticiones singulares ¿no están bien
marcadas en los evangelistas? ¿No son debidas a inexperiencia literaria? Se puede
responder con toda exactitud:
1° No presentan el carácter de la batología de los iletrados.
2° No se encuentran en la parte narrativa de los Evangelios, mientras que
abundan en las pláticas de Ieschou bar Iossef, tal como nos han sido transmitidas
por los evangelistas San Marcos y San Mateo, y mejor las que fueron transcritas
por San Juan. No hay duda de que este último biógrafo escribía esos discursos en
el acto de ser pronunciados.
Era de la más alta importancia para los futuros gobernantes de las doce
tribus de Israel fijar el pensamiento del Mesías, a fin de conformarse a su
voluntad y no comprometer por olvidos su situación futura.
Que el discípulo “bien amado” se hiciera secretario del Hijo de Elohim
¿no cuadra bien con la naturaleza administrativa y apasionada de los místicos?
¿No hemos visto religiosas registrando los éxtasis parlantes de Juana de la Cruz y
de Magdalena del Pazzi? Esta notación de San Juan era tanto más fácil cuanto que
los teomegalómanos repiten sin cesar las mismas cosas.
Mi opinión está formada. Los discursos atribuidos a Ieschou bar Iossef por
el “discípulo amado” son tan característicos, tan perfectamente parecidos a los
que los teomegalómanos lanzan a sus interlocutores y sobre todo a sus
adversarios, que considero los pasajes citados como la reproducción íntegra de los
discursos del Nazareno.
Notamos en él quince accesos de autoecolalia. Todos, siguiendo la regla,
estallaron a causa de la fatiga, de las emociones y especialmente bajo la influencia
de la tristeza y del miedo...
Observación contemporánea. El judío Y... hijo de un alienado, presenta los
estigmas físicos de la degeneración. Está atacado de tuberculosis pulmonar; es
imaginativo, soñador, distraído y emotivo. Tiene lágrimas para todo el que sufre,
y da su dinero a los pobres. Es ante todo un místico. A los diez años cree en las
hadas. Más tarde, quiere vender su alma al diablo, a fin de obtener el poder de
transportarse de un modo invisible donde quisiera. Tiene terrores nocturnos, con
temblor. A la medianoche tiembla y lo acomete una sensación de angustia.
Presenta alucinaciones. Aunque es perezoso por naturaleza, tiene accesos súbitos
y temporales de deseo de trabajar. También siente ambulomanía. A los 16 años
abandona Odesa, donde habitan sus padres, para marchar a Hamburgo. Más tarde,
con ocasión de una persecución que sufrieron los judíos, se fué a América, donde,
según afirmaba, “los hombres como él llegan a ser poderosos”: lleva durante dos
años una vida miserable, vuelve a Europa, hace muchos viajes a pie y termina en
un hospital de París. Desde hacía mucho tiempo, este enfermo ––que presenta
tantos rasgos de semejanza con Ieschou bar Iossef–– se había dado cuenta de que
no podía oír hablar a una persona desconocida sin sentir “un deseo irresistible de
repetir sus mismas palabras”.
552
Soleiman Nagaty. Contributíon a l'étude de la folie religieuse. París, 1886, p. 46.
Esta heteroecolalia que lo atormenta, sobre todo cuando está fatigado, le
resulta bien pronto insoportable. Al cabo de cierto tiempo desapareció, siendo
sustituida por la lexecolalia, y después por la autoecolalía. “No puedo pensar ––
dice–– sin mascar, por decirlo así, mis palabras, por breves que sean las que he de
pronunciar. Para leer una carta de negocios, necesito hacer un verdadero esfuerzo
para no leerla dos o tres veces. Oyendo un discurso, sin duda estoy dominado por
el demonio que invoqué en mi infancia, que me obliga a repetir palabra por
palabra las que va diciendo el orador”553.
CAPITULO V
553
Grégoire Breitman. Contribution a l'étude de l'écholalie, de la cooralalie et de
l'imitation des gestes chez les dégénérés et les aliénés. París, 1888.
554
Evangelio de San Mateo, X.
555
Evangelio de San Juan, VII.
** “Está llena del anuncio del Mesías: Yo soy el Mesías”.
Esta última elisión parece debida al miedo. Ieschou bar Iossef era en
efecto, como hemos visto, un alienado disimulador.
CAPITULO VI
CAPITULO VII
556
Este capítulo es en el original francés mucho más largo, pero como se reduce a
copiar textos con el abuso de los pronombres personales, hemos creido suficiente la
copia del párrafo anterior, debiendo hacer notar que al castellanizar todo lo que son
citas de los Evangelios, que tanto abundan en este libro, hemos procurado suprimir
la repetición de los pronombres, de que están plagados aquéllos. - N. del T.
557
Evangelio de San Juan, III y V.
558
Evangelio de San Juan, III y V.
CAPITULO VIII
LA PALABRA AUTORITARIA
Estos párrafos donde el yo tiene tan gran relieve dan idea de una actitud
soberbia, una fisonomía altiva, un gesto imperioso, una entonación enérgica.
De hecho, Ieschou bar Iossef habla en maestro, en Mesías, en Hijo de
Iahvé, en rey y en Dios: “Todos se asombran de sus enseñanzas, porque su palabra
está llena de autoridad”559.
Este es otro de los caracteres de la enfermedad de que estaba atacado. Los
teomegalómanos la experimentan de una manera imperiosa560.
CAPITULO IX
559
Evangelio de San Juan, IV.
560
Evangelio de San Juan, IV.
561
Dagonet. Traìté théorique et pratique des maladies mentales. París, 1876, p. 377.
562
Darcanne. Contribution a l'étude clínique des monologues chez les aliénés.
Archivos de neurología, t. XIII, p. 477.
II° Otras eran provocadas por la alegría. Grandes multitudes lo
acompañaron a Galilea, de Jerusalén, de Judea y de las orillas del Jordán. A la
vista de esas multitudes, Ieschou sube a la montaña, y estando sentado, sus
discípulos se le aproximaron y les habló en estos términos: “Felices los pobres de
espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los afligidos, porque
ellos serán consolados. Dichosos los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán hartos.
Dichosos los puros de corazón, porque verán a Elohim. Dichosos los que sufren
porque serán llamados Hijos de Elohim. Dichosos los que sufren persecución por
la justicia, porque a ellos pertenecerá el Reino de los Cielos. ¡Dichosos vosotros,
cuando os ultrajen, os persigan y mentirosamente os digan toda clase de malos
propósitos por mi causa! ¡Alegraos y estremeceos, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo!”563.
III° Otras estaban provocadas por el temor. Un inquisidor, habiéndole
declarado un día que se dedicaría a seguirlo, oyó de él esta queja: “Los zorros
tienen cuevas y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene sitio
donde pueda reposar su cabeza”564. En Gethsemaní, presintiendo su inminente
prendimiento, lanza este grito de angustia: “Mi alma está triste hasta la muerte...
Padre, puesto que todo te es posible, aparta de mí esta copa”565.
IV. Otras, en fin, por el odio. Injuria a sus discípulos que no han
comprendido una de sus frases: “¡Tenéis el corazón estúpido!” Apostrofa a
Schimeón bar Iona, que se permitió contradecirlo: “Lejos de mí, Schatán, pues tú
no comprendes las cosas de Elohim”566. Y maldice en estos términos a los oyentes
incrédulos: “Desdichados de vosotros, inquisidores y fariseos hipócritas” 567.
“Desdichado de ti, Chorazín... Desdichada de ti Bethsaida”568.
En total, estas explosiones verbales están en el número de 22:
Tres provocadas por la alegría mezclada con amor;
Tres por la tristeza mezclada de temor;
Seis por el orgullo, diez por el odio.
El orgullo y el odio: tales eran en efecto los sentimientos dominantes en
Ieschou bar Iossef.
CAPITULO X
563
Evangelio de San Mateo, V, VII y XIV.
564
Evangelio de San Mateo, V, VII y XIV.
565
Evangelio de San Mateo, V, VII y XIV.
566
Evangelio de San Marcos, XVIII.
567
Evangelio de San Mateo, XXIII y XI.
568
Evangelio de San Mateo, XXIII y XI.
ouhen ha gadol (gran sacerdote)... interrogó así a Ieschou: “¿No respondes nada?
¿Qué es lo que atestiguan éstos contra ti?”. Pero Ieschou, callándose, no
respondió una palabra569.
II. En el pretorio, el procurador Poncio Pilatos le hizo la siguiente
pregunta: “¿De dónde eres?”. Pero Ieschou no respondió. Pilatos le dijo: ¿No me
hablas? ¿No sabes tú que yo tengo poder para libertarte y poder para
crucificarte?570.
III. El mismo silencio guardó ante Herodes Antipas. El tetrarca “lo
interrogó sobre muchos puntos, pero Ieschou no respondió nada”571.
IV. El mismo silencio guarda en la segunda parte del juicio pretorial: “Los
jefes de los sacerdotes multiplicaban las acusaciones, pero él no respondía nada”.
Pilatos lo interroga de nuevo: “¿No respondes nada? ¿Ves de cuántas cosas te
acusan?”. Pero Ieschou no respondió, de tal manera que Pilates quedó
asombrado”572.
Silencio sorprendente, en efecto, tanto más sorprendente cuanto que la
locura de Ieschou no tenía de ordinario nada de silenciosa. El hombre que
salmodia las ”Bienaventuranzas” y las “Maldiciones”, el hombre que habla en
parábolas, que pronuncia los interminables discursos transcritos por San Juan no
puede ser clasificado entre los alienados taciturnos. ¿Cómo explicarse que este
predicador incansable no pronunciase más que una quincena de palabras desde su
arresto hasta lanzar el último suspiro?
E1 derramamiento pleurítico no puede por sí solo ser causa de ese
fenómeno. Seguramente hay otro motivo, que acabó produciendo el estupor.
El estupor en los alienados es debido, según mi opinión, a la contracción
de la casi totalidad de las neuronas de la corteza cerebral. Esta contracción
extendida determina una alteración profunda de las facultades intelectuales. Fijo,
en una actitud de inmovilidad, los ojos abiertos de par en par e inmóviles, las
pupilas dilatadas, la cara pálida y flácida, el aire embrutecido, el enfermo obedece
sin resistencia y vacilando a los movimientos que se le imprimen.
Este síndrome es una complicación frecuente de las locuras sistematizadas.
Aparece de ordinario a continuación de períodos de excitación, marcados por
alucinaciones, actos absurdos y palabras incoherentes. Una enfermedad
microbiana o una hemorragia predisponen. A veces es provocado por una emoción
violenta, de repente o por el terror.
Ieschou bar Iossef padecía una locura sistematizada, la teomegalomanía.
Acababa de sufrir un paroxismo marcado por alucinación visual, cinco actos
vesânicos y discursos incoherentes. Padecía un derrame pleuritico, probablemente
de carácter tuberculoso, y antes de su arresto había tenido un ataque de angustia
con sudor de sangre.
Observación contemporánea. D... de 23 años, es asaltado una noche al
entrar en su casa por unos malhechores. A1 día siguiente no fué a trabajar; estaba
triste y apenas respondía las preguntas que se le hacían. Dos días más tarde, el
estupor es completo, la mirada inexpresiva tan pronto fija como errante. El
enfermo queda mudo y anestésico. Después de su curación, contaba que si no
569
Evangelio de San Marcos, XIV.
570
Evangelio de San Lucas, XIII.
571
Evangelio de San Lucas, XIII.
572
Evangelio de San Marcos, XV.
respondía a las preguntas, era porque no tenía fuerza para hablar573.
En resumen, Ieschou bar Iossef presenta las anomalías de lenguaje que se
encuentran comúnmente en los teomegalómanos: La logorrea; la paralogía
temática; la embolalia; la autoecolalia; la incoherencia; el 'abuso de los
pronombres personales; la autodesignación por la tercera persona; la palabra
autoritaria; las explosiones verbales; el estupor con mutismo y también el
automatismo verbal, del que hemos hablado en la primera parte de este libro,
consagrada a las alucinaciones.
El cuadro es bastante completo. Los evangelistas han resultado buenos
observadores; casi diremos buenos clínicos.
573
Baillarger. Recherches sur les maladies mentales. París, 1890, p. 13
DECIMA PARTE
LA ACTIVIDAD DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
574
El original francés dice: “En même temps que la comparaison des mobiles et
des motifs sera sans étendue et sans force, les actes revêtiront la simplicité, la
soudaineté et la violence des réflexes.” Aunque hemos revisado la traducción, la
idea sigue siendo confusa. (Nota de CDG)
575
El histérico, en el original francés. (Nota de CDG)
576
En el paranoico y en el histérico, en el original francés. (Nota de CDG)
intelectuales, vaso-motores y víscero-motores ––el conjunto constituye un cuadro
histérico–– que son debidos a la intoxicación que los provocara o a un exceso de
presión en los centros nerviosos.
Aparece entonces una obsesión, seguida de una volición. Las cosas pueden
quedar así, como ocurre con los degenerados, que, encontrándose en una estación,
sienten el impulso de arrojarse bajo el tren. Pero si la carga aumenta sin que la
energía nerviosa encuentre en el encéfalo una vía de alivio, el acto se produce
inmediatamente, brutal, irresistible, como la contracción de las ancas de la rana
bajo la influencia de la descarga eléctrica.
Cuando la presión nerviosa ha caido, los fenómenos cenestésicos
desaparecen. El malestar y la angustia son sustituidos por un sentimiento de
satisfacción, de bienestar, de paz, de liberación; una distensión física y moral
completa.
Los impulsos vesánicos más frecuentes son las imprecaciones, las
impulsiones ambulatorias, las pantoclásticas, las de automutilación, suicidio,
asesinato y de violencia.
En la impulsión ambulatoria o fuga, el cuadro histérico consiste en
malestar, cefalalgia, tristeza, inquietud, depresión ansiosa o exaltación emotiva,
obnubilación intelectual e insomnios con ensueños. Se produce un corto circuito
entre las neuronas motoras superiores que presiden la marcha, y el sujeto
emprende la ruta. En seguida, la presión disminuye en sus centros y el enfermo
disfruta una sensación de bienestar a la que se une la alegría de sentirse libre de
ver de nuevo y disfrutar las bellezas de la Naturaleza.
El ambulómano marcha sin fatiga, a veces sin rumbo, en línea recta y muy
de prisa. Trata de vaciar su cerebro de la energía nerviosa que contiene en
demasía. A menudo y con tal fin, une a los excesos ambulatorios los excesos
sexuales. En los teomegalómanos se observa tanto la fuga como el vagabundaje
crónico o ambulomanía.
Uno y otro están en relación estrecha con el error primordial. El
teomegalómano recorre la ciudad o el campo para hacerse reconocer como Dios,
hijo de Dios o inspirado por Dios, para escapar al diablo o para evitar sanciones
penales. En él, la experiencia es de una gran intensidad. Siente exaltarse la
inteligencia; borbotear las imágenes y las ideas; un entusiasmo extraño lo
solivianta; una elocuencia desconocida lo invade, ensanchando su pecho, y se
transforma su expresión. Entonces cede al espíritu que lo anima y marcha a la
conquista del universo.
CAPITULO II
I. –– La Fuga de Jerusalén
La primera fuga de Ieschou bar Iossef se verificó en la edad de la pubertad
y en la primavera.
“Su padre y su madre iban todos los años a Jerusalén, por la Pascua.
Cuando él tenía doce años, fueron, según costumbre, a la fiesta; pero, acabada la
semana, cuando volvían, Ieschou, sin ellos saberlo, se quedó en Jerusalén.
Creyendo que iba en su compañía, caminaron una jornada. Lo buscaron entre sus
parientes y conocidos, y, no encontrándolo, volvieron a la ciudad para buscarlo.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los doctores,
escuchándolos e interrogándolos, maravillando por su inteligencia y sus
respuestas a todos los que lo escuchaban”. (Los doctores se reunían, en efecto, en
un anexo del templo, para dedicarse a la controversia y a las enseñanzas
religiosas.)
“Y cuando ellos (sus padres) lo vieron, se asombraron y su madre le dijo:
“Niño, ¿por qué has hecho esto con nosotros?. Tu padre y yo hemos tenido gran
pena buscándote”. “¿Por qué me buscábais?”, respondió. (En otra ocasión dijo:
“¿Qué hay entre vosotros y yo? No tengo nada de común con vosotros”). ”¿No
sabéis que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” (Se sobreentiende:
“Vosotros no sois mis verdaderos padres”). Pero ellos no comprendieron lo que el
niño les decía. Entonces salió con ellos y volvió a Nazareth, donde estuvo sumiso;
su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
El móvil de esta fuga lo indica la respuesta de Ieschou a su madre. Se cree
ya hijo de lahvé; cree que sus padres usurpan este título, y como ellos no quieren
ver en él lo que pretende ser, le inspiran aversión. Por eso, aprovechando la
confusión de la peregrinación pascual, escapa a su cuidado y va a la casa de su
verdadero Padre, es decir, al templo de Jerusalén.
577
San Justino.
578
Evangelio de San Juan, I.
579
Evangelio de San Juan, I.
580
Evangelio de San Mateo.
581
Evangelio de San Lucas, IV.
Es, en efecto, al espíritu de Iahvé a quien los judíos atribuían las
impulsiones ambulatorias de los teomegalómanos.
Esta tercera fuga fué seguida de un acceso de sitiofobia y otro de
demonomanía externa.
582
Evangelio de San Juan, I.
583
Evangelio de San Mateo, II
584
Evangelio de San Juan, IV.
585
Evangelio de San Lucas, IV.
586
Maurice Ducosté. Les ƒugues dans les psychoses et les démences.Archivo de
neurología, 1907, p. 127.
CAPITULO III
EL VAGABUNDEAR DE JESUS
587
San Lucas, Actos de los Apóstoles, X.
588
Evangelio de San Mateo, IV.
589
Evangelio de San Juan, II.
590
Evangelio de San Juan, II.
591
Evangelio de San Lucas, IV.
correspondiente al año 28.
592
Evangelio de San Mateo, IV.
593
La versión amplia del libro informa que había dos caminos para llegar de
Bethabara a Nazaret. El primero era la ruta de los peregrinos, pero había allí
centenares de pérouschim (fariseos) que Ieschou bar Iossef quería evitar. Tomó el
segundo, que cruza la provincia independiente de Samaria, lejos de la jurisdicción
del Gran Sanhedrín. (Nota de CDG)
594
Evangelio de San Juan, IV.
595
Evangelio de San Juan, IV.
596
Evangelio de San Juan, IV.
597
Evangelio de San Juan, IV.
598
Evangelio de San Juan, IV.
599
Evangelio de San Juan, IV.
600
Evangelio de San Lucas, VII
601
Evangelio de San Lucas, IV.
oírlo, se enfurecieron. Se levantaron, arrojaron a Ieschou fuera de la ciudad y lo
condujeron hasta lo alto sobre el cual estaba construida la población, para
precipitarlo desde allí (era el despeñamiento precursor de la lapidación, que se
empleaba contra los blasfemos). Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.”602.
Tiempo después San Juan nos lo muestra predicando en la Sinagoga de
Cafarnahum. En este pueblo habitaba uno de sus más fervientes discípulos,
Schiméon bar Johna, llamado La Piedra. En esta casa instaló su cuartel general.
602
Evangelio de San Lucas, IV.
603
Evangelio de San Juan, VI.
604
Evangelio de San Lucas, VIII.
605
Evangelio de San Marcos, I.
606
Evangelio de San Mateo, IV.
607
Evangelio de San Marcos, VII.
608
Evangelio de San Marcos, VII.
609
Evangelio de San Lucas, VI.
610
Evangelio de San Lucas, VI.
611
Deuteronomio, XIII, XVII.
manifiesto los peligros a que se exponía. Si esta reprensión era inútil, el tribunal
mandaba a la barra al culpable, donde se le repetía la admonición y amonestaba
públicamente, y durante cuatro sábados consecutivos se proclamaba en la
sinagoga su nombre y la falta cometida. Si aún así no cedia, el sanhedrín lo
llamaba de nuevo y lo castigaba con la excomunión, cuya fórmula era: “Por tal
motivo, declaramos que Fulano queda separado del Kaba” 612. Y si la excomunión
no daba resultado, el sanhedrín condenaba al herético a la flagelación y, por
último, a muerte. Estas últimas penas habían de ser confirmadas por el Gran
Sanhedrín de Jerusalén y por el procurador del César.
Hay que suponer que Ieschou bar Iossef se resistió a la censura privada, a
la pública y a la excomunión, porque: “Los fariseos, llenos de furor, deliberaron
contra él, con los herodianos, respecto a la manera de hacerlo perecer” 613.
“Ieschou, habíéndolo sabido, partió de allí, acompañado de multitud de gentes a
las que había curado, y a las que prohibió severamente publicarlo”614.
Se “retira hacia el mar”615, es decir, a las proximidades del lago de
Tiberiades, donde reanuda sus enseñanzas”616. Pero los fariseos lo habían seguido,
y resuelve entonces atravesar el lago y retirarse a la provincia romana de Siria,
sustrayéndose a la jurisdicción del Gran Sanhedrín.
Los fariseos no tenían ninguna prevención contra el predicador de
Nazareth. Su hostilidad inicial es una leyenda. No sólo no lo odiaban, sino que lo
invitaron a almorzar: “Un cierto fariseo lo invitó a almorzar con él, y Ieschou,
entrando en la casa, se sentó a la mesa”617.
612
Evangelio de San Marcos, III.
613
Evangelio de San Marcos, III
614
Evangelio de San Marcos, III
615
Evangelio de San Mateo, XII.
616
Evangelio de San Juan, VI.
617
Evangelio de San Lucas, VII.
618
Evangelio de San Marcos, V.
619
Evangelio de San Mateo, VIII.
620
Evangelio de San Marcos, V y III.
policías y los inquisidores. El rabí Schiméon ben Yohai vivió allí dieciséis años.
Vuelve “a su ciudad” (Cafarnahum) y lo encontramos en “la casa del jefe
de la sinagoga”621.
Por otra parte, necesita permanecer junto al mar, es decir, junto al lago, a
fin de cruzar fácilmente a la orilla oriental, si fuera necesario.
621
Evangelio de San Marcos, V y III.
622
Evangelio de San Lucas, IX.
623
Evangelio de Mateo, XIV.
624
Evangelio de San Marcos, VI.
625
Evangelio de San Juan, VI.
626
Evangelio de San Mateo, VIII.
627
Evangelio de San Mateo, XIV.
628
Evangelio de San Juan, VI.
629
Evangelio de San Lucas, VI.
630
Evangelio de San Juan, VI.
631
Evangelio de San Marcos, VI.
632
Evangelio de San Mateo, XIV.
montañas.
633
Evangelio de San Marcos, VI.
634
Evangelio de San Juan, VI.
635
Evangelio de San Juan, VI.
636
Evangelio de San Juan, VI.
637
Evangelio de San Juan, VI.
638
Evangelio de San Juan, VI y V.
639
Evangelio de San Juan, VI y V.
maligno.
Los inquisidores judíos procedían en esta clase de asuntos exactamente
como los inquisidores católicos. ¿El que curaba era ortodoxo? ¿Observaba la ley
escrita? Entonces era agente de Iahvé y la curación era debida a la supremacía del
Dios de los judíos sobre los demonios de las enfermedades. ¿No observaba la ley
escrita? Pues la curación era obra de Schamn, de Baal-Zébout (Belzebú) o de otro
demonio cualquiera que ordenaba a sus subordinados alejarse.
Ieschou bar Iossef, sospechoso ya como hereje por su origen galileo,
violaba abiertamente la thora. No podía, pues, ser colocado en el rango y
categoría de los taumaturgos animados por La Ruah de Elohim. “Este hombre no
es de Elohim ––decían los fariseos––, porque no guarda el sábado” 640. No siendo
agente de Iahvé, Ieschou no podía menos que serlo de Schatan o de Baal-Zébout.
“Los inquisidores llegados de Jerusalén exclamaron: “Está poseído por Baal-
Zébout y expulsa a los demonios por el principe de los demonios”641.
640
Evangelio de San Juan, IX.
641
Evangelio de San Mateo, XII.
642
Evangelio de San Juan, VII.
643
Evangelio de San Juan, VII.
644
Guemará de Jerusalén, Eroubin, VI. I.
645
Evangelio de San Marcos, VII.
646
Evangelio de San Marcos, VII.
647
Evangelio de San Marcos, VII.
648
Evangelio de San Marcos, VII.
649
Evangelio de San Mateo, VIII, XII, XVI.
650
Evangelio de San Mateo, VIII, XII, XVI.
los inquisidores: “Sobrevinieron (”algunos inquisidores”)651, fariseos (“y
saduceos”)652, los cuales se pusieron a discutir con Ieschou, reclamándole un signo
del cielo, para tentarlo. A lo que contestó suspirando: “¿Por qué esta generación
pide un signo? (“Esta generación es mala”) 653. “En verdad os digo que no será
dado a esta generación”. “Y habiéndolos dejado (no sin amenazarlos con el juicio
final), Ieschou se embarca de nuevo y pasa a la otra orilla”654.
Rehusar en una circunstancia tan solemne es una confesión de impotencia.
No hubieran hecho falta muchas parecidas para alejar para siempre del Nazareno
a los menos confiados de sus discípulos. Así, apenas desembarcó en la orilla
opuesta, tuvo buen cuidado de decirles: “Os aviso para que os guardéis de la
levadura de los fariseos”655 “y de los saduceos”656 “y de la levadura de Herodes”657
651
Evangelio de San Mateo, VIII, XII, XVI.
652
Evangelio de San Marcos, VIII.
653
Evangelio de San Lucas, XI.
654
Evangelio de San Marcos, VIII.
655
Evangelio de San Marcos, VIII.
656
Evangelio de San Marcos, VIII.
657
Evangelio de San Mateo, XVI.
658
Evangelio de San Marcos, VIII y IV.
659
Evangelio de San Marcos, VIII y IV.
660
Evangelio de San Juan, X.
de Hél bajo el pórtico de Schélomo 661”, y decía tales cosas que “los judeanos
volvieron a tirarle piedras para lapidarlo... Querían capturarlo, pero, escapando de
sus manos, gana de nuevo el otro lado del Jordán hacia el lugar donde antes
Iohanan bautizaba (Bethabara), y allí permaneció”662.
CAPITULO IV .
I. –– Itinerario general
El itinerario general de Ieschou bar Iossef fué tal como hemos visto,666 y
661
(Salomón) Evangelio de San Juan, X.
662
Evangelio de San Juan, X.
663
(Lázaro)
664
Evangelio de San Juan, XI.
665
Evangelio de San Juan XII.
666
La versión en cuatro tomos de este libro incluye la cronología que los
evangelios canónicos ofrecen del itinerario de Ieschou bar Iossef. Este itinerario,
por su monotemática recurrencia, parece abonar la tesis de que se trata de alguien
con manía ambulatoria (o preso del conflicto entre la necesidad de proclamar su
mesianismo y el deseo de escapar de sus enemigos). He aquí: Nazaret, Jerusalén (el
templo), Nazaret, Betabara, el desierto de Judea, Betabara, Nazaret, Canán,
Jerusalén, Cafarnaúm, Galilea, Cafarnaúm, la región de los gadarenos, la costa del
trataremos de desentrañar las causas y de calificar las fuerzas que presidieron su
formación.
Este itinerario es una curva de grandes oscilaciones dirigidas de Sur a
Norte y de Norte a Sur, extendiéndose entre el 31° y el 34° de latitud Norte.
Estas oscilaciones fueron provocadas por dos sentimientos: el orgullo y el
miedo. El orgullo lleva al pretendido Mesías hacia el Sur, es decir hacia la Ciudad
Santa, y el miedo lo empuja hacia el Norte, a Galilea, a Fenicia, a Gaulanitida.
Los enlaces de este itinerario están determinados en su mayor parte por esos dos
sentimientos.
Es el orgullo el que a los 12 años conduce a Ieschou bar Iossef al templo, a
la sala de los doctores. Es el orgullo el que lo empuja a Bethabara, cerca de
Iohanan el Bautista. Es el orgullo el que lo conduce de Nazareth a Cafarnahum, de
Cafarnahum a Bethabara, de Bethabara a Nazareth y después a Naim, a Magdala,
etc., y cinco veces en tres años a Jerusalén.
Cuando quiere meditar sus concepciones delirantes, completar y decorar el
edificio de su locura, cuando quiere contemplar sus alucinaciones en las
condiciones más favorables, lejos del ruido, lejos de la multitud, en el silencio de
la noche ––como esos masturbadores incurables que, para mejor saborear el
placer se alejan de los lugares habitados–– es siempre el orgullo el que lo
conduce. Cinco veces en la soledad, cuatro veces en una montaña y tres veces en
las tinieblas, lo sorprendemos así, entregado a su pasión tiránica. Pasa una noche
entera en oración. Otra noche, varios de sus discípulos se ven obligados a correr
detrás de él.
Es el miedo el que lo lleva cerca de los Gerasianos, a Julia, a Tiro, a Sidon,
a Cesárea de Philippos, a Bethabara, a Efrahim; el miedo mezclado con el orgullo,
porque Gerasa es un balneario; Tiro, Sidon y Cesárea de Philippos ciudades
comerciales.
El orgullo es el sentimiento que lo hace creerse el Mesías y el Hijo de
Elohim. El miedo es el que lo hace ser lo que es en realidad: un enfermo sin
energía y sin vigor muscular.
Tal es el secreto del “viajero divino”. Es pluma en el viento de su delirio;
es resto de un naufragio sobre las olas de su locura; es piedra lanzada por el alud
de sus emociones y de sus pasiones.
Camina y camina sin tregua. Se lo ve “pasando por los trigos el sábado,
667
Evangelio de San Mateo, VIII.
668
Los ociosos sin hogar de Nápoles que viven de trabajos casuales o de la
mendicidad; llamados así por el Hospital de San Lázaro, que les sirve de refugio.
669
Evangelio de San Mateo, IX y XXVI.
670
Evangelio de San Mateo, IX y XXVI.
671
Evangelio de San Lucas, XIX y IX.
672
(También llamados gadarenos)
673
Evangelio de San Lucas, XIX y IX.
674
Evangelio de San Marcos, V.
675
Evangelio de San Lucas, VIII.
bar Iossef. Feliz cuando podía comprar para el rey y sus doce gobernadores “cinco
panes de cebada y dos peces”676. El día en que le reclamaron el impuesto del
templo, el Hijo de Iahvé se vió obligado a enviar a Schiméon bar Iohna a pescar.
Los cuatro dracmas de la leyenda eran el precio del pescado.
Se vivía al día; para el resto se confiaba en el Padre: “No os preocupéis
por vuestra vida, de qué comeréis o de qué beberéis, ni de qué ha de ser vestido
vuestro cuerpo... Son los infieles los que se inquietan por todo esto, pero no
vosotros; vuestro Padre Celestial sabe de qué tenéis necesidad. No os preocupéis
por el mañana, porque de ese mañana cuidará él. A cada día le basta lo suyo” 677.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”678.
El Padre se manifestaba a menudo a través de los empleados de la oficina
de beneficencia. Esta oficina existía en cada población y todo judío que tuviese
por lo menos tres meses de residencia, estaba obligado a contribuir a su
sostenimiento. Todos los días, los administradores distribuían alimentos entre los
pobres. Ieschou bar Iossef y sus discípulos participaban a menudo de estas
limosnas, como los monjes mendicantes.
En Jerusalén, las gentes sentadas delante de las puertas esperaban la hora
de la comida, un momento en que una sirvienta, la mappah, invitaba a los pobres
a recibir un poco de alimento. Ieschou bar Iossef y sus discípulos también
aguardaron esto en Jerusalén.
¿Los evangelistas no nos muestran al Hijo de Elohim buscando su
alimentación en las higueras e irritándose hasta la maldición por no haber
encontrado frutos?
Hay que ver las cosas como son. Esta cuadrilla de belitres en la que
Ieschou bar Iossef era el Gran Coésre679 y que iba de pueblo en pueblo implorando
la caridad, si volviese sobre la tierra y se aventurase a caer sobre Francia, muy
cristiana, sería echado por los cazadores oficiales de mendigos 680 y también por
los beatos más celebrados de nuestro tiempo.
Lo que constituía el vestido del “Rey” se puede, desde luego, imaginar sin
temor a equivocarse: túnica azul; pelerina con tres agujeros (dos para los brazos y
uno para la cabeza) desteñida por la lluvia y el sol y llena de polvo; blusa larga
con mangas, andrajosa y sucia; turbante de algodón o de lino pringoso de sudor;
sandalias de piel de hiena o de camello, desvencijadas y rotas; en fin, una
indumentaria miserable agravada por una barba inculta y los largos cabellos de los
Cristos bizantinos, esos cabellos inspirados y proféticos, que acaso estarían
habitados.
Que los que han vivido en las sociedades semíticas, que los que han visto
pasar por las rutas de Africa y de Asia, desharrapados, miserables, morabitos,
santones, los hombre-dios contemporáneos, los curadores de paralíticos, lunáticos
y poseídos, digan si el retrato anterior es real o pintoresco. Es el que nos ha
676
Evangelio de San Mateo, VI.
677
Evangelio de San Mateo, VI.
678
Evangelio de San Mateo, VI.
679
Coésre era el rey de los mendigos de París. –– N. del T.
680
Los “Archers de l'ecuelle” (arqueros del tazón) tenían orden de atrapar a todos
los mendigos y llevarlos al hospital. Afirmar que Jesús y sus discípulos llegarían a
ser rechazados por éstos es una hipérbole para representar su pésima apariencia.
(Nota de CDG)
pintado, un biógrafo desconocido, de Isaac Laquedem 681: “No tenía recursos, ni
casa, ni bienes... Su vestido, deformado y muy mal arreglado”. Isaac Laquedem
era un poco Ieschou bar Iossef.
Para viajar con el estómago vacío, sin saber “donde reposar la cabeza” y
tan mal equipado, hace falta una organización más sólida que la del Mesías. La
miseria “prepara el lecho de la tuberculosis”, tan seguramente como el alcohol. El
derrame pleurítico que vació la lanza del soldado romano puso fin a la vida del
“viajero divino”.
Observación contemporánea. V... bretón, nacido en 1841, tenía 64 años y
era hijo de un trabajador alcohólico. En su familia había varios curas. Se creía hijo
de Dios; que era eterno, infalible, indispensable para la humanidad, de la que era
el juez. Dios estaba en él y le había confiado una alta misión. Desde los 35 años,
padeció alucinaciones visuales y auditivas de carácter místico. Recibía órdenes de
Dios. Estas ideas lo condujeron a un manicomio. Muy exaltado, se rebeló contra
su internación, que calificaba de persecución, pronunciando palabras
sacramentales y amenazando a su médico con castigos terribles. “Yo soy
Jesucristo ––decía––. Lo reemplazo. Estoy en mi padre y mi padre está en mi. Soy
la eternidad. Dios me ha elegido. Le he pedido la conversión de todos los
pecadores y me ha considerado bueno para ello. Por los individuos que he
condenado, es preciso que esto se haga. No me equivoco jamás, porque digo
siempre la verdad. Nada podéis hacer sin mí. Si me arrojáis al barro, echáis a Dios
en el estiércol. Vuestra intención es matarme. Soy el Hijo de Dios vivo, según me
lo ha hecho saber por sus inspiraciones, por éxtasis, por la imagen milagrosa. Por
los colores me llegan sus órdenes. No sería Dios si tuviese miedo de hablaros. Si
no me contuviese, pasaríais a la caldera esta noche”. Es el lenguaje de Ieschou bar
Iossef. Obedeciendo a las órdenes alucinatorias, fué de Nantes a París para
instalarse al lado del obispo en calidad de “grande hombre” y manifestó su
intención de ir a Roma para estar cerca del Papa. Contagió su delirio a su mujer y
la obligó a acompañarlo, “diciéndole que era preciso marchar, porque Dios lo
quería”682
CAPITULO V
681
A veces llamado Isaac Ahasverus, Laquedem es el personaje mítico del Judío
Errante, sujeto de muchas novelas, en especial francófonas, como las de Eugenio
Sue o Alejandro Dumas. (Nota de CDG)
682
Roger Dupoy. Délire conjugal avec hallucinations. Revue de psychiatrie, 1906.
despachado a la multitud, los condujeron a una barca y se acomodaron cerca de él
y en otras barcas. Entonces se levantó una gran turbonada y las olas caían sobre el
barco, que se iba llenando de agua. Ieschou estaba en la popa, durmiendo sobre un
banco. Lo despertaron diciendo: “Rabbí, ¿no te das cuenta de que perecemos?”.
Ieschou, despertándose, reprocha al viento y dice a la mar: “Calla y estáte
tranquila”683.
Este acto está en relación estrecha con el delirio del teomegalómano. Se
cree el Hijo de Iahvé, su intérprete y su agente. Casi se identifica a sí mismo con
el dios de los judíos. Si le creemos, “todo es posible para Elohim” 684. Elohim es
“el dueño y señor del cielo y de la tierra”685. En consecuencia, Ieschou bar Iossef
es también dueño y señor del cielo y de la tierra, incluso las olas y los vientos.
683
Evangelio de San Marcos, IV.
684
Evangelio de San Marcos, IX y X.
685
Evangelio de San Lucas, X.
686
Foville. Etude clínique sur la ƒolíe avec prédominance du délire de grandeurs.
Memoíres de l'Academie de Médicine, 1869-1870, p. 343.
687
Evangelio de San Juan, VIII.
Los inquisidores y sus auxiliares penetran en el círculo con una mujer sorprendida
en flagrante delito de adulterio y hacen, al pretendido Mesías, una pregunta a
propósito de la sanción que se debe aplicar a este delito.
Haciendo esto, siguen su costumbre de encerrarlo en un dilema. Si
responde ”Lapidadla”, va contra la ley romana. Si contesta “No la lapidéis”, es
culpable y acreedor a las penas que se aplican a`1os que aconsejan violar la thora.
Atrapado una vez más entre el orgullo y el temor, nuestro hombre se encuentra
perplejo. Las gentes perplejas que no son dioses traducen su embarazo por un
gesto discreto. Se frotan la frente o se muerden los labios. Ieschou se inclina hacia
el suelo. Por necesidad, adopta ante esta mujer, y ante los teólogos, una actitud
eminentemente inadecuada: se pone a dibujar sobre el polvo del suelo caracteres
hebraicos.
La actitud de Ieschou bar Iossef ––tan singular que San Juan se toma el
trabajo de describírnosla–– es vesánica. Los paranoicos suelen adoptar conductas
por el estilo.
Observación contemporánea. Darcanne habla de un tal D... que se creía de
ordinario Presidente de la República y que para hacerse entender por sus
subordinados, escribía en el aire con un dedo688.
Estas actitudes responden ordinariamente a una preocupación delirante.
Son de origen alucinatorio. Los teomegalómanos se prosternan en público,
permanecen inmóviles mirando al cielo y hacen señales a Dios o al diablo.
688
Darcanne. Contribution a l'étude clinique des monologues chez les aliénés.
Archives de neurologie, 1903, p. 469.
689
Evangelio de San Mateo, X.
690
Evangelio de San Mateo, XI.
tiene necesidad de él y en seguida os dejarán venir aqui”. Marcharon y
encontraron el asno atado a la puerta y lo desataron. Se lo llevaron a Ieschou,
pusieron debajo su vestido y Ieschou se montó. Muchos extendieron sus ropas a lo
largo del camino, otros cortaron ramas de árboles y las esparcieron por el camino.
Los que iban delante y los que lo seguían “atestiguan que había llamado a Eleazar
en su tumba y que lo había resucitado”691.
Y gritaban así: ”¡Hosanna! Bendito sea el que viene en el nombre de
Adonai (“y que es el rey de Israel”) 692 ¡Bendito sea el reino de nuestro padre
David, que va a venir! ¡Hosanna en las alturas!...693.
Este acto de Ieschou bar Iossef es la manifestación más clara de su locura.
En efecto, leyendo las lucubraciones del profeta Zékarya (Zacarías) se ve:
“Tiembla, hijo de Sion... Tu rey entra entre tus muros, justo y victorioso. Es
humilde y cabalga sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnos”694.
Este pasaje se le aplica al Mesías. No solamente Ieschou bar Iossef se
conformaba con esta mise-en-scéne, sino que rehusa reprender a sus discípulos
cuando a su alrededor gritan “¡Bendito sea el que viene en nombre de Adonai, que
es el rey de Israel!”.
Esta entrada solemne no fué otra cosa que poner en acción la concepción
delirante que había expresado ante la samaritana y ante sus discípulos: “Soy ese
(el Mesías), yo que te hablo”695. “Soy el Mesías”696.
691
Evangelio de San Juan, XII.
692
Evangelio de San Lucas, XIX.
693
Evangelio de San Mateo, XXI.
694
Zekaría, IX.
695
Evangelio de San Juan, IV.
696
Evangelio de San Mateo, XXIV.
697
Evangelio de San Marcos, XII y XI.
sus mesas”698 (“y las sillas de los que vendían los pichones”) 699 y les gritaba:
“Llevaos todo esto de aquí. No hagáis de la casa de mi padre una casa. de
comercio”700. Y sustituyendo a los sacristanes, “no permitió que nadie llevase
ningún utensilio a través del templo”701.
Fué preciso que el acceso fuese verdaderamente terrible para que los
mercaderes y los cambiadores se dispersasen ante este hombre enfadado. Esta
clase de accesos no se encuentran más que en los alienados. Es en su especie, el
síndrome episódico del furor maníaco, en curso de una locura sistematizada.
El acto en sí mismo es absurdo:
1° Porque los mercaderes y los cambiadores ejercían un comercio
necesario por las prescripciones de la thora.
2° Porque lo ejercían con el permiso de las autoridades eclesiásticas.
3° Porque lo ejercían en provecho del templo.
Imaginaos un carpintero de un pueblo echando fuera a latigazos a los
vendedores de medallas en una catedral cristiana. Pero el templo era, para Ieschou
bar Iossef, “la casa de su padre”702. Decía, dirigiéndose a Iahvé: “Todo lo que te
pertenece me pertenece”703. El templo era, pues, su propia casa y creía tener
derecho a echar a quien le pareciese.
¿Qué lo llevó a ejecutar este acto? Aunque trataba de bandidos a los
cambistas y a los mercaderes, no los atacó para purificar la casa de Iahvé, como se
ha dicho generalmente. El comercio de las ofrendas existía en todos los templos y
más en Jerusalén, y ni por Ieschou bar Iossef, ni por los otros judíos podía estar
considerado como cosa inmoral. Por el contrario, Ieschou bar Iossef compraba
todos los años a los abastecedores el cordero de la Pascua, como su madre les
había comprado los pichones que se ofrendaban después del parto. Al cargar como
una fiera contra los comerciantes no soñó en cumplir una obra de purificación
moral. Era incapaz de una concepción tan elevada. Quien ofrece como ejemplo a
sus discípulos la parábola del intendente infiel no puede protestar por el comercio,
por poco delicado que sea.
¿A qué móvil obedeció, pues? Al orgullo y al odio. El Hijo del Hombre
quiso echar de la casa de su padre “a los más irreductibles entre los
antiyeschouístas que encontró”. En efecto, despreciaba secretamente al sacerdote,
al proveedor de la iglesia, devoto del sacerdote por gusto, por interés o por
necesidad. Vive de la devoción, de la piedad, de la ortodoxia, y todo iluminado (el
iluminado oculta siempre un hereje) es su enemigo personal. Se puede asegurar
que los mercaderes de prendas y los cambistas del templo de Jerusalén
contrariaron más de una vez al “Mesías” de Nazareth, y que si no fueron de los
primeros en tirarle piedras le hicieron demostraciones que no eran de bienvenida.
Seguramente habían sido instrumentales en su fracaso de la noche anterior,
cuando entró en el templo con aires de conquistador y de amo. Algún nuevo
sarcasmo hizo desbordar el vaso y que cayese sobre ellos como un huracán.
Se lo ve con las cejas fruncidas, las mandíbulas apretadas, los ojos
698
Evangelio de San Juan, II.
699
Evangelio de San Juan, II.
700
Evangelio de San Marcos, XII y XI.
701
Evangelio de San Marcos, XII y XI.
702
Evangelio de San Juan, II y XVII.
703
Evangelio de San Juan, II y XVII.
despidiendo fuego, pálido, con la palidez verde de los frenéticos, recoger
tembloroso alguna cuerda tirada por el suelo y arremeter con ella contra bestias y
personas en medio de exclamaciones de espanto. Las mesas rodaron con las pilas
de dinero, las jaulas fueron tiradas entre chillidos de pájaros, batir de alas y
mugidos y balidos de los animales dispersos.”
Y he aquí a Ieschou bar Iossef, solo en medio del espacio vacío y del patio
conquistado, impidiendo “que nadie lleve un utensilio a través del templo”. Fué
un acto impulsivo y rápido, brusco, explosivo y debió ser seguido de una
depresión profunda. Fué un acto de desesperación.
Observación contemporánea. Desde hacía algún tiempo, Claustre (de
Larny, cerca de Lyon) vivía muy retirado sin hablar con nadie. Había recibido de
Dios la misión de convertir a los pecadores. Un día en que su mujer salía de una
cuadra donde había arrojado cosas inservibles, la asesinó pegándole con un palo
en la cabeza. Cuando cayó, cogió un hacha y le cortó el cuello hasta dejar la
cabeza completamente separada del tronco y después se fué a anunciar por la
población que acababa de matar a su mujer, para la mayor gloria de Dios704.
704
Alleman. Des alienés criminels, 1891, p. 134.
705
Evangelio de San Mateo, XXI.
706
Evangelio de San Mateo, XXI.
707
Evangelio de San Marcos, XI.
708
Evangelio de San Marcos, XIV.
respondió Ieschou–– no comprendes lo que hago, pero ya lo entenderás más
tarde”. “Jamás ––replicó La Pledra–– tú no me lavarás los pies”. “ Ieschou
replica: “Si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo”. “Señor, no solamente
mis pies, sino las manos y la cabeza”.
Pero Ieschou no querías más que los pies del apóstol: “El que está bañado
––dice Ieschou–– solamente tiene necesidad de que le lave los pies; el resto está
limpio”709.
Hay que convenir en que ésta es una escena singular. Es cierto que entre
los judíos, que andaban con los pies desnudos o calzados con sandalias, era un
deber en el anfitrión poner a disposición de los viajeros un recipiente lleno de
agua y un paño, a fin de que pudiesen lavarse y refrescar los pies o hacérselos
lavar por un esclavo. Era también una precaución indispensable para que no
ensuciasen los tapices y los divanes sobre que se acostaban, pero jamás nadie se
levantaba de la mesa para lavar los pies de sus comensales.
De este acto, el teomegalómano da la explicación siguiente: “¿Entendéis lo
que hago? Me llamáis Rabbi y Señor, y tenéis razón porque lo soy. Si yo, el Señor
y el Rabbi, os lavo los pies, vosotros debéis también lavaros los pies los unos a los
otros, porque yo os he dado el ejemplo, para que hagáis como yo hago”710.
Aceptemos esta explicación, que si es suficiente como consejo u orden
verbal ha de parecernos mal elegido el momento para tal lección; olvidemos
ciertos hechos señalados por Tardieu, Moll y Krafft-Ebing, y olvidemos también
que el fetichismo del pie es en los homosexuales el más común de los fetichismos.
Finalmente, ignoremos que el prometido, el esposo, va a tener, instantes después
un ataque de angustia... y lo que piensa del ataque de angustia el profesor Freud.
Contentémonos con señalar que nunca un hombre sano de espíritu haría semejante
cosa.
709
Evangelio de San Juan, XIII.
710
Evangelio de San Juan, XIII.
711
Evangelio de San Mateo, XXVI.
712
Evangelio de San Mateo, XXVI.
713
Evangelio de San Lucas, XXII.
714
Evangelio de San Lucas, XXII.
de los pecados”715.
Estos conceptos son bastante obscuros como para que la última comunión
de los ieschuítas haya sido calificada de “Misterio de la Eucaristía”. Son obscuros,
pero no inexplicables. Para comprenderlos es suficiente recordar el delirio de
quien los pronuncia. Iahvé había prometido renovar su alianza con los judíos;
Ieschou bar Iossef se imagina que es el encargado de esta renovación.
Las alianzas se confirmaban en el transcurso de una comida. Ieschou bar
Iossef se imagina que aquella es la comida de la nueva alianza entre Iahvé y los
judíos. Las alianzas se sellaban compartiendo un alimento los contratantes.
Moschê (Moisés) había renovado, por primera vez, la alianza repartiendo unos
toros entre el Dios y su pueblo. (El sacrificio y la comida del cordero el día de
Pascua recuerda esta circunstancia). Ieschou bar Iossef, que sentía próxima una
muerte cierta, se consideraba el cordero del banquete contractual.
¿Va él más lejos en el análisis subjetivo de su concepto delirante? ¿Tiene
una alucinación análoga a las que se observan en el delirio de Cotard 716? ¿Cree
que en su mano el pan se transforma en carne, su propia carne, y el vino se
cambia en sangre, su propia sangre? ¿Se cree absorbido bajo las especies del pan
y del vino por aquellos hombres que ama de amor? ¿Comer y beber al ser amado?
Ser comido y bebido por él, son imágenes cariñosas que se encuentran en el
lenguaje de los amantes.
Hay que admitir que esta alucinación venía de algún modo anunciada por
los conceptos siguientes conservados por un discípulo que no podía desconocer la
significación apasionada: “Soy el pan vivificante descendido del Cielo” 717. “Si
alguno come este pan, vivirá eternamente”718. “Mi carne es verdaderamente un
alimento y mi sangre verdaderamente una bebida” 719. “Quien coma mi carne y
beba mi sangre, tendrá la vida eterna”720.
715
Evangelio de San Marcos, XIV.
716
En el delirio o sindrome de Cotard, el enfermo cree estar figurativa o
literalmente muerto (con putrefacción de sus órganos), o cree que no existe. A
veces se cree incapaz de morir. (Nota de CDG)
717
Evangelio de San Juan, VI.
718
Evangelio de San Juan, VI.
719
Evangelio de San Juan, VI.
720
Evangelio de San Juan, VI.
escritura en el suelo, en otoño; los otros cinco en primavera, uno al fin de marzo y
los otros cuatro al comienzo de abril, es decir: la entrada en Jerusalén el 2 de
abril; arrojar a los mercaderes del templo el 3 de abril; la maldición de la higuera
el 4 de abril, el lavatorio de los pies a los apóstoles y la comunión el 5 de abril.
Dicho de otro modo, entre el 2 y el 5 de abril del año 30, Ieschou bar
Iossef tuvo un paroxismo más violento que todos los que había sufrido hasta
entonces. Este fué el paroxismo que provocó su arresto.
La clínica ha establecido: 1° Que los alienados están sujetos a accesos
ciclotímicos que coinciden con los cambios de estación; 2° Que los actos
vesánicos son particularmente frecuentes en primavera y en otoño, sobre todo en
primavera.
III. Desde el punto de vista de su naturaleza, los actos delirantes de
Ieschou bar Iossef se descomponen como siguen: cinco se refieren directamente a
su delirio, uno es una manifestación de su degeneración y uno no puede ser
explicado, por falta de detalles suficientes.
I. Cinco se refieren directamente a su delirio. En efecto: 1° La entrada
solemne en Jerusalén es resultado de que Ieschou bar Iossef creía ser el Mesías, y
el Mesías debía hacer semejante entrada en la ciudad santa; 2° Su agresión a los
vendedores de ofrendas y a los cambistas es resultado de que creía ser el Hijo de
Iahvé, y por este título el propietario del templo; 3° Su reprimenda a la tempestad,
de que creía ser Iahvé mismo, todopoderoso sobre los elementos; 4° La maldición
de la higuera, manifiesta la misma idea delirante; 5° La comunión es resultado de
que Ieschou bar Iossef creía ser la víctima elegida para sellar la nueva alianza
entre Iahvé y los Judíos.
II. Uno de los actos vesánícos de Ieschou bar Iossef era una señal de su
degeneración. Es el lavatorio de los pies a los apóstoles, que según nuestra
opinión es un acto de fetichismo homosexual.
III. Uno de los actos delirantes de Ieschou bar Iossef no puede ser
explicado por falta de detalles suficientes. Es la escritura en el suelo.
Si consideramos en su conjunto el currículum vitae del Hijo del Hombre,
veremos que es idéntico al de otros teomegalómanos. En estos alienados, la locura
es de ordinario puramente sentimental, ideológica y psicosensorial, que se traduce
en conceptos a veces misteriosos, a veces más explícitos, y por fin se manifiesta
en actos.
UNDECIMA PARTE
EL PROCESO DE JESUS
CAPITULO PRIMERO
I. –– Los Fariseos
Los pérouschim (fariseos), eran los más particularistas entre los judíos. Su
ortodoxia se cornplicaba con su nacionalismo: detestaban a los griegos, a los
romanos, a los helenistas, a los romanistas, es decir, a los infieles, a aquellos que
no adoraban al su Dios. Su moral se resumía en dosconceptos: practicar la thora y
odiar a los infieles.
Aspiraban al “reino de Iahvé”, es decir, a la dominación teocrática del
mundo. Esperaban un Mesías descendiente de David, provisto de dones
extraordinarios (pero no un Dios), que debía declarar la guerra a los romanos y
expulsarlos del país judío. Se comprende con qué curiosidad apasionada debieron
observar a Ieschou bar Iossef y con qué cuidado habrían de buscar en él las
señales mesiánicas.
Ocupaban el banco de obra en las sinagogas. Muchos formaban parte de
los Sanhedrínes provinciales o del Gran Sanhedrín de Jerusalén y eran los que
guiaban a los inquisidores en las pesquisas religiosas.
Se veneraba su erudición, su austeridad, su ortodoxia, su patriotismo, y
como tenían de su parte a los niños y las mujeres, eran los dueños del espíritu
público.
721
Hebreo sâgân (derivado del arameo shaknu): “oficial menor”, “asistente del
gobernador”, “diputado”. (Nota de CDG)
722
Iossef ben Mathia. Guerras de los judíos, IV, XIX.
pronunciadas eran la excomunión, la prisión, la flagelación y la muerte. En caso
de pena de muerte, el procurador volvía a ver la causa y confirmaba o anulaba la
sentencia.
El Gran Sanhedrín estaba dividido en tres secciones de 23 miembros: la
beth-cohanim, la beth-sophérim y la beth-zékenim:
l. –– La beth-cohanim. Era la más influyente de las tres. Estaba compuesta
por sumo sacerdotes destituidos por los romanos y por simples sacerdotes.
2. –– La beth-sophérim. Los sophérim (escribas) eran los teólogos, los
inquisidores del judaísmo. Se reclutaban entre los diáconos y laicos, y pertenecían
en su mayor parte a la secta de los fariseos, que les guiaban en sus pesquisas.
Estaban encargados de copiar el texto del Pentateuco y asegurar su conservación,
y de esparcir su conocimiento y su comprensión entre el pueblo.
Las interpretaciones místicas y alegóricas que ellos daban en la sinagoga
son el origen de nuestras homilías. Son los que dirigían los talmuds. Se les daba el
título de rabbi, como a todos los que conocían bien el Antiguo Testamento, y los
rabinos son sus sucesores.
Los más instruídos llevaban el título de tannaím (doctores) y profesaban
en las escuelas de teología. La beth-sophérim estaba presidida por el hakam
(sabio), el más sabio canonista del Gran Sanhedrín.
3. – La beth-zékenim. Los zékenim (ancianos) eran los principales laicos de
la población judía. Su cámara estaba presidida por el ságan, en aquella época por
Hanan ben Seth.
4. – La beth-Din. Cámara mixta compuesta de elementos sacados de las
tres secciones, la beth-Din (casa de justicia) presidida por el ságan, que en esta
circunstancia tomaba el título de ab-beth-Din (padre de la casa de justicia), estaba
especialmente encargada de los asuntos criminales; los más importantes entre
ellos eran los procesos religiosos, que después de haber sido instruídos por la
beth-Din, eran juzgados por el Gran Sanhedrín en sesión plenaria.
Ieschou bar Iossef contaba con dos partidarios en el Gran Sanhedrín: el
galileo Nikodémos ben-Gorion y Iossef (de Arimatea).
V. –– E1 Tetrarca de Galilea
Después de la muerte de Herodes el Grande, Palestina fué un país de
protectorado romano, que había sido dividido en cuatro pequeños reinos semíticos
o tetrarquías, tres de las cuales habían sido confiadas a los hijos de Idumeo.
Estos reyezuelos tenían derecho de acuñar moneda, de sostener tropas
indígenas o mercenarias y de administrar justicia, siguiendo las leyes de su país,
pero todo esto bajo la vigilancia de funcionarios romanos. Es el sistema empleado
actualmente por los británicos en la India.
En el tiempo de Ieschou bar Iossef, la Galilea y la Perea constituían una
tetrarquía gobernada por Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande y de la
samaritana Malthakeh. Herodes Antipas era un hombre débil, perezoso, cauteloso,
voluptuoso, cruel; su situación dependía de los romanos, que lo protegían contra
las incursiones de los árabes. Por eso les prodigaba una devoción que llegaba
hasta la bajeza y el servilismo. De su capital, Kinnereth, había hecho una ciudad
pagana y le había dado el nombre de Tiberias, para adular al emperador.
Los jefes de los fariseos disfrutaban de un gran crédito en su corte; el
Tetrarca no podía favorecer más que a gentes que apartasen a sus administrados
de toda preocupación temporal. En cambio, miraba con prevención a los
predicadores errantes. Instruído por la insurrección de Galilea, de Ieschou Iehouda
(de Gamala), no pensaba sino en hacerlos encarcelar o ejecutar; por eso Iohanan
el Bautista había caído bajo la cimitarra de sus verdugos. Espias benévolos, los
herodianos, interesados en mantener la tetrarquía, se encargaban de vigilar a estos
perturbadores.
CAPITULO II
Desde hacía mucho tiempo, los inquisidores seguían la pista a Ieschou bar
Iossef. Si comía a la mesa del preceptor de Cafarnahum, si andaba mendigando o
si curaba en sábado, ellos estaban siempre a su alrededor para recoger las pruebas
de su herejía.
En septiembre del año 29, el teomegalómano abandonaba Cesárea de
Philippos y marchaba a Jerusalén para las fiestas. Su cuartel general era el templo,
que quería conquistar. Los judeanos que lo buscaban decían: “¿Dónde está?”.
Había entre la multitud muchas discusiones respecto de él. Unos decían es
bueno, pero otros decían no, sino que engaña al pueblo”. “Pero ninguno hablaba
abiertamente de él, por miedo a los judeanos.”723.
Es desde esta época cuando “los principales”, es decir, los miembros del
Gran Sanhedrín, pensaron seriamente en desembarazarse de él.
Algunos jerusalemitas decían: “¿No es éste a quien buscan para matarlo?
Pues mira: habla públicamente y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad
los gobernantes que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es; mas cuando
venga el Cristo, nadie sabrá de dónde será.”724.
Y Ieschou bar Iossef decía: “No vengo de mí mismo. Vengo
verdaderamente de aquél que me ha enviado y que vosotros ignoráis. Pero yo lo
conozco, porque vengo de su parte y él me ha enviado”. “Entonces se esforzaban
723
Evangelio de San Juan, VII.
724
Evangelio de San Juan, VII.
por apresarlo”725.
Parece deducirse de estos pasajes que desde la segunda mitad del año 29 la
casa de justicia del Gran Sanhedrín, la beth-Din, habiendo examinado los
informes de los inquisidores relativos a Ieschou bar Iossef, había decidido
aplicarle los artículos de la thora que tratan de la herejía, del falso profetismo y de
la blasfemia si éste persistía en su pecado. Esta reserva está indicada en el pasaje
siguiente: “¿No es éste a quien buscan para matarlo? Pues mira: habla
públicamente y no le dicen nada.”726.
En realidad, la beth-Din dió muestras de una longanimidad extraordinaria
en lo relativo al profeta de Nazareth. Si en nuestros días un teomegalómano se
atreviese a sostener en el peristilo de la Magdalena lo que Ieschou bar Iossef
sostenía en la entrada del templo de Jerusalén sería inmediatamente aprehendido
por los sacristanes y puesto en manos de los agentes de policía. El Gran Sanhedrín
tenía una concepción más amplia de la libertad.
Pero este escándalo no podía durar eternamente. Por muy obscuras que
fuesen las circunlocuciones en que el Hijo de Elohim envolvia su pensamiento, no
era menos cierto que se presentaba como instrumento de Baal Zéboud a los ojos
de los inquisidores, y como mandatario de Iahvé ante muchos judíos que veían en
él lo que pretendía ser. En esto había un peligro religioso y había también un
peligro social. En los judíos, pueblo teocrático, todo movimiento religioso puede
convertirse en insurrección y terminar en una represión sangrienta.
Bajo la presión de los más devotos de sus miembros, la beth-Din se decide
a obrar, por el órgano de su presidente, el ságan Hanan ben Seth, jefe de policía
del templo, y resuelve:
1° Detener a Ieschou bar Iossef y condenarlo a muerte;
2° Pronunciar la excomunión contra todo judío que lo reconociera como el
Mesías.
Esta última decisión implica que estaba ya excomulgado. Desde entonces
estaba amenazado de esta pena todo judío que hubiera despreciado un precepto de
la thora o maltratado a un sanhedrinita. Ieschou bar Iossef había violado el sábado
en diferentes ocasiones; había violado los ritos de pureza y lanzado maldiciones
contra los inquisidores del sanhedrín.
“... a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y se puso a enseñar. En la
última jornada de la fiesta (2 de octubre), la más solemne, Ieschou se presenta” 727
de nuevo. Después “se va al monte de los Olivos”.
Al despuntar el día vuelve al templo y se pone “a enseñar en el
Gazophylakion”728 (el patio del tesoro). Era el patio del templo donde se cobraba
el impuesto. Todos los judíos podían penetrar en él, cualquiera que fuese su sexo,
incluso estando excomulgados como Ieschou bar Iossef. Pero los excomulgados
no podían entrar en el patio de Israel.
De nuevo, por la tarde, “Ieschou se va al monte de los Olivos. Al ser de
día, vuelve al templo; todo el pueblo se agrupa alrededor de él, que, sentado, les
enseña. Entonces los inquisidores y los fariseos le llevaron una mujer sorprendida
725
Evangelio de San Juan, VII.
726
Evangelio de San Juan, VII.
727
Evangelio de San Juan, VII y VIII.
728
Evangelio de San Juan, VII y VIII.
en adulterio”729.
Ya hemos visto cómo elude la pregunta insidiosa que le formulan.
Después, queriendo a toda costa hacerse reconocer como Hijo de Iahvé y el
Mesías, se lanza a pronunciar discursos que desencadenaron contra él a los judíos
ortodoxos.
A pesar de todo, “muchos de entre la multitud creyeron en él y decían:
“Cuando el Mesías haya venido, ¿dará más pruebas que éste?”. “Los fariseos
escuchaban este murmullo del pueblo y se unieron a los jefes de los sacerdotes
para enviar sacristanes que lo apresaran”730.
Pero eran tantos los oyentes alrededor del profeta de Nazareth, que los
sacristanes no pudieron ejecutar aquel mandato. Además el entusiasmo de los
peregrinos ganó a los soldados del papa judío; fenómeno de sugestión bien
conocido por los psicólogos que han estudiado las multitudes. “Los sacristanes
volvieron a los jefes de los sacerdotes y a los fariseos, los cuales les dijeron: “Por
qué no lo habéis traído?” “Jamás, respondieron, hombre alguno ha hablado de tal
suerte”. “¿También vosotros, replicaron los fariseos, habéis sido seducidos? ¿Es
que alguno de los magistrados o de los fariseos ha creído en él? ¿Es que este
execrable populacho desconoce la thora?”
Nikodémos (ben Gorion) les dice que, poco antes, había estado con él y
que era uno de ellos: “¿Nuestra ley juzga a alguno antes de haberlo oido y de
saber lo que hace?” “¿No eres tú también de Galilea? Entérate y sabrás que
ningún profeta ha salido de Galilea”731. Nikodémos ben Gorion no insistió.
“Varios de los principales (sanhedrinitas) creyeron en él, pero no lo
confesaron por miedo a los fariseos, y por el temor de ser arrojados de la
sinagoga732, es decir, ser excomulgados”.
Un día, cuando dijo: “Soy La Luz del mundo”, los fariseos lo objetaron:
“Das testimonio de ti mismo y tu testimonio no es digno de fe”. Y cuando habló
de su Padre le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?” Y él respondió: “Vosotros no
conocéis ni a mí ni a mi Padre. Si me conocieran, conocerían también a mi
Padre”. “Me voy y me buscaréis, y moriréis en pecado. Vosotros sois de abajo. Yo
soy de arriba. Vosotros sois de este mundo. Yo no soy de éste siglo. Os he
afirmado que moriréis en pecado, porque si no creéis que soy yo (quiere decir el
Mesías), moriréis en pecado”.
“¿Quién eres tú?”, le preguntaron. “El que os he dicho”. Y añade esta
amenaza: “Tengo mucho que decir de vosotros y que juzgar. Queréis hacerme
morir porque mi palabra no llega a vosotros. Lo que he visto en mi Padre lo
explico; y vosotros también: lo que habéis aprendido del vuestro es lo que
hacéis”.
“Nuestro padre, replicaron, es Abraham”. Si fueses hijo de Abraham
haríais las obras de Abraham.” “Ahora tratáis de hacerme morir a mí, les
respondió, un hombre que os ha dicho la verdad, la que ha aprendido de Elohim.
Abraham no ha sido así: vosotros hacéis la obra de vuestros propios padres”.
“No hemos nacido del vicio, replicaron, tenemos un padre que es Elohim”.
“Si Elohim, dijo Ieschou, fuese vuestro padre, seguramente me amaríais, porque
729
Evangelio de San Juan, VII y VIII.
730
Evangelio de San Juan, VII.
731
Evangelio de San Juan, VII.
732
Evangelio de San Juan, VII.
yo soy el elegido de Elohim y por eso vengo; no estoy por mí, sino por él, que me
ha enviado. Por qué no reconocéis mis títulos? Es porque no podéis comprender
mi palabra. Sois hijos del diablo y son los deseos de vuestro padre los que queréis
cumplir. Ha sido homicida desde el comienzo y no conoce la verdad, porque la
verdad no está en él. Cuando explica la mentira, habla tomándolo de su naturaleza
porque es embustero y padre de los mentirosos. Pero yo digo la verdad y no me
creéis. ¿Quién de entre vosotros me convencerá de pecado? ¿Si digo la verdad,
por qué no me creéis? El que es de Elohim escucha las palabras de Elohim; pero
vosotros no las escucháis, porque no sois de Elohim”.
Los judeanos replicaron así: “¿No decimos bien nosotros, que tú eres
samaritano733, y que tienes demonio?”. “No tengo un demonio, respondió Ieschou,
pero honro a mi Padre y vosotros me ultrajáis... El que recoja mi palabra no verá
jamás la muerte”. “Ahora, dijeron los judeanos, sabemos que tienes un demonio;
Abraham ha muerto y los profetas también y tú dices: “Si alguno recoge mi
palabra no verá jamás la muerte”. ¿Eres tú, pues, más grande que nuestro padre
Abraham que ha muerto? y los profetas también han muerto, ¿cómo te estimas
tanto?” “Si me glorifico, replica Ieschou, mi gloria no es nada; porque es mi Padre
quien me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Elohim; vosotros no lo
conocéis y si yo dijese que no lo conocía, sería como vosotros, un embustero;
pero lo conozco y guardo su palabra. Abraham, vuestro Padre, se alegró mucho
con la esperanza de ver mi día; lo ha visto y se ha alegrado”.
Los judeanos dijeron: “¿No tienes aún cincuenta años y has visto a
Abraham? “Amén, amén. En verdad os afirmo, que antes que Abraham fuese, yo
soy”. “Entonces tomaron piedras (la reconstrucción del templo no estaba aún
terminada) para tirárselas, pero Ieschou se ocultó y salió del templo”734.
Otra vez, cuando decía: “Soy el hijo de Elohim”, “trataron de apresarlo,
pero se escapó de sus manos”735.
Sin embargo, el teomegalómano, que atravesaba un período de excitación,
multiplicaba las imprudencias. El que prohibía a los neurópatas hacer pública su
curación llegó en su precipitación a hacerse proclamar Hijo de Elohim y el
Mesías, y no solamente a ejercer su arte taumatúrgico en la ciudad santa, sino a
verificar curas en sujetos poco prudentes. Después de la curación de un ciego, que
decía serlo de nacimiento, vemos a los fariseos verificar una información
minuciosa cerca de los parientes del milagreado. El fraude ––si fraude había–– no
pudo ser descubierto y se pasó el otoño sin que la beth-Din volviera a ocuparse
del nazareno.
“Llega la fiesta de la dedicación del templo; era invierno: Ieschou se
paseaba por el Hel, bajo el pórtico de Schelomo” 736. Los judeanos lo rodean y le
dicen: “¿Hasta cuándo tendrás nuestras almas en suspenso? Si eres el Mesías,
dínoslo claramente”. “Ya os lo he declarado”, respondió Ieschou737.
Y les hizo esta nueva declaración: “Yo y el Padre somos uno”. Los
judeanos le tiraron piedras para lapidarlo, diciendo: “Te lapidamos por blasfemo y
porque, siendo hombre, te haces Hijo de Elohim”. Quisieron atraparlo, pero
733
Un hereje.
734
Evangelio de San Juan, VIII y IX.
735
Evangelio de San Juan, VIII y IX.
736
Evangelio de San Juan, X.
737
Evangelio de San Juan, X.
escapó de sus manos; ganó de nuevo la orilla del Jordán hacia el lugar en que otra
vez Iohanan bautizaba y allí permaneció738.
No podía escapar sino al amparo de alborotos análogos a aquel que
Obadya nos ha descrito en su “Historia de los apóstoles” y donde Iaákob bar
Iossef se fracturó un pie. Los escándalos de este género tenían por consecuencia
hacer intervenir a los legionarios de la fortaleza Antonia, mancillar el templo y
exasperar a los judíos. El Gran Sanhedrín tenía el deber de hacerlos cesar.
Otra cosa digna de notar en lo dicho por San Juan, el biógrafo de la
decadencia, es que al tirar piedras al “Hijo de Elohim” los judíos ortodoxos no
hacían más que conformarse a su ley. Se lee en el Levítico: “Quien injuriara a su
Elohim, tendrá su pena, y quien ultrajara el nombre de Iahvé, sufrirá la muerte;
toda la reunión lo lapidará”.
CAPITULO III
Las disputas, las pendencias, los escándalos hubieran podido durar largo
tiempo todavía gracias a la complicidad de Nikodémos ben Gorion y de Iossef de
Arimatea, pero un hecho nuevo obligó al sumo sacerdote a llevar el proceso de
Ieschou bar Iossef ante el Gran Sanhedrín. Este hecho fué la seudo-resurrección
de Eleazar, ocurrida a fin de febrero del año 30, acerca de la cual hubo una
controversia semejante a la que suscitó el ciego de nacimiento.
Esta resurrección fué incontestablemente una comedia preparada por
alguno de sus discípulos con la complicidad de Eleazar y de sus dos hermanas,
Martha y Miriam, en la esperanza de salvar a su Dios, y de salvarse ellos mismos
haciendo reconocer, al menos, sus dotes taumatúrgicas. Se ve la prueba en este
concepto de Ieschou bar Iossef, en el que anuncia la enfermedad de Eleazar: “Esta
enfermedad no es para la muerte, es para la gloria de Elohim, a fin de que por ella
el Hijo de Elohim sea glorificado”739.
Y en ésta de Miriam, delante de los jerusalemitas invitados al entierro:
“Señor, ya huele, porque es de cuatro días 740.” Esta última frase traiciona el
fraude. Si en efecto se hubiera tratado de una cura de letargia, el cuerpo de
Eleazar no hubiera olido.
¿Qué había pasado? Viendo que los jerusalemitas no se habían convencido
ni por la curación del paralítico de Bethesda ni por la del ciego de nacimiento,
Ieschou bar Iossef resolvió hacerles creer que podía resucitar a los muertos.
A fin de que no se pudiese sospechar de complicidad en esta comedia,
Eleazar y sus dos hermanas prepararon el milagro en su ausencia. El primero
simuló una enfermedad mortal, ellas un profundo dolor. Después, cuando todo
estuvo preparado, se llamó al salvador, quien fué a Bethania a pesar de la
desaprobación de sus discípulos, que le decían: “Rabbi, te olvidas de que los
738
Evangelio de San Juan, X.
739
Evangelio de San Juan, IX y X.
740
Evangelio de San Juan, IX y X.
judeanos quieren lapidarte y vas a volver”741.
Porque estos hombres, que no estaban locos, sentían que, volviendo a los
alrededores de Jerusalén, iba a exponer su vida.
El milagro no tuvo el resultado que se esperaba. “Muchos de los judeanos
llegados con Miriam (hermana de Eleazar) y testigos de lo que había hecho
Ieschou creyeron en él. Algunos, sin embargo (que no creyeron), corrieron hacia
los fariseos para contarles lo que Ieschou había hecho”742.
Los fariseos avisaron al sumo sacerdote. Este juzgó el hecho bastante
grave para convocar las tres secciones del Tribunal supremo, que era el Gran
Sanhedrín reunido en sesión plenaria, el que juzgaba a los falsos profetas.
“Es preciso un tribunal de 71 miembros (los 70 miembros del Gran
Sanhedrín más el sumo sacerdote) ––se lee en la Mishná743–– para juzgar a un
falso profeta”744. Pero para reunir el Gran Sanhedrín era preciso el consentimiento
del procurador o de su representante. En ausencia de Pontius Pilatus, quien residía
en Cesárea de la Mar, es decir a más de 80 kilómetros de la capital, Iossef
Kaiapha va en busca del prefecto de la corte hierusalemita, lo pone al corriente de
los diversos incidentes que habían marcado la predicación de Ieschou bar Iossef,
le hace ver las consecuencias que pueden tener desde el punto de vista político y
obtiene fácilmente la autorización pedida.
“Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos (en realidad el sumo
sacerdote y los miembros de la beth-cohaním, enterados por los fariseos)
convocaron el sanhedrín”745, al cual dos pesquisidores, después de las reseñas
facilitadas por la Guemará de Jerusalén, vinieron a confirmar las blasfemias de
Ieschou bar Iossef.
CAPITULO IV
Los sanhedrinitas se decían entre sí: “¿Qué haremos con este hombre que
hace milagros? Si lo dejamos así, todos creerán en él y los romanos vendrán a
arrasar el lugar y la nación”746.
Algunos de los jueces, probablemente Iossef (de Arimatea) y Nikodémos
ben Gorion, pusieron algunas objeciones, que encontraron buena acogida en
aquella asamblea tenida por intolerante, y su presidente, el representante de la
nación judía, el gran sacerdote Iossef Kaiapha (Caifás), juzgaron que debían
intervenir en pro del interés general:
“Uno de ellos, llamado Kaiapha, que era sumo sacerdote en aquel año, les
741
Evangelio de San Juan, XI.
742
Evangelio de San Juan, XI.
743
Primera parte del Talmud; es una codificación de la ley oral del Antiguo
Testamento y de las leyes políticas y civiles de los judíos. (Nota de CDG)
744
Mishná, Sanhedrín, I, 3.
745
Evangelio de San Juan, XIV.
746
Evangelio de San Juan, XI.
dijo: “No entendéis y no consideráis cuánto mejor es que muera un hombre sólo
por el pueblo, que si la nación perece entera”747.
Y el evangelista añade: “No habla así por sí mismo, pero siendo sumo
sacerdote en aquel año, declara solemnemente que Ieschou debe morir por la
nación y no por la nación solamente, sino para que puedan reunirse en la unidad
los hijos de Elohim que están dispersos”748.
Este paréntesis de San Juan es de una importancia capital. Muestra hasta la
evidencia que el sumo sacerdote no estaba animado de hostilidad alguna contra
Ieschou bar Iossef, y que no hacía, revestido del papel de acusador público, más
que asumir las responsabilidades de su cargo, y que la intervención del Gran
Sanhedrín en este asunto fué motivada menos por consideraciones religiosas que
por el sentimiento de realidades sociales: Salus populi, suprema lex est. Es el
mismo sentimiento que más tarde conducirá a los sanhedrinitas a marchar
vestidos con un saco y la cabeza cubierta de ceniza, cerca del insurrecto Eleazar
ben Dina, para suplicarle que deponga las armas.
La insurreción que ellos temían no estalló hasta treinta y seis años más
tarde, pero llevó, como preveía Iossef Kaiapha, el pueblo a la decadencia y
retrasó, a una fecha que aún no es posible prever, la unión de los judíos dispersos
por el mundo.
El argumento patriótico del nassí de Israel causó impresión en la
asamblea. Ieschou bar Iossef fué condenado a muerte por unanimidad. Fué el
primero de los dos veredictos exigidos por la Mishná cuando la vida de un
acusado está en juego.
Parece, en efecto, según la Guemará de Babilonia749, que Ieschou bar
Iossef fué condenado a muerte cuarenta días antes de ser crucificado y que
durante cuarenta días el Gran Sanhedrín hizo proclamar la sentencia, invitando a
los defensores del pretendido Mesías para que viniesen a declarar en su favor. No
se presentó nadie. Aquel día decidieron matarlo”.
CAPITULO V
LA ORDEN DE COMPARECENCIA
747
Evangelio de San Juan, XI.
748
Evangelio de San Juan, XI.
749
Guemará es el comentario y análisis que completa la Mishná. Hay dos grupos
de comentarios o guemarás, o sea dos versiones del Talmud comentado: la
Guemará de Jerusalén y la de Babilonia.
750
Evangelio de San Juan, XI.
sus discípulos”751. Este lugar próximo al desierto, donde David se había refugiado
para evitar la persecución de Absalón, formaba parte del territorio de Herodes
Antipas y no estaba sometido, como Judea, a la autoridad del Gran Sanhedrín.
Pero la ciudad santa ejercía sobre Ieschou una fascinación invencible en
este grave período de su locura y era, en el crepúsculo de sus facultades
discriminativas, el faro donde había de ir a estrellarse.
Por eso vuelve a los alrededores de Jerusalén, a Bethania, a casa de
Eleazar el del milagro, y nada indica mejor el peligro a que se expone que el
espanto de sus discípulos durante este último viaje: “Estaban en camino, llegando
a Jerusalén, y Ieschou marchaba delante de ellos, que lo seguían temblorosos y
espantados”752. “Ieschou, seis días antes de la Pascua (el sábado 1° de abril,
marchó a Bethania, donde estaba Eleazar... Allí cenó”753.
“Una multitud de judeanos, sabiendo que Ieschou estaba allí, vinieron no
por Ieschou solamente, sino por ver a Eleazar, que había resucitado entre los
muertos. Por esto los jefes de los sacerdotes pensaron en hacer morir a Eleazar (el
cómplice del fraude) “porque a causa de él muchos judeanos se habían marchado
y creían en Ieschou”754.
Al día siguiente, domingo 2 de abril, el Mesías hizo en la ciudad santa la
entrada solemne descrita por Zekarya para el advenimiento del libertador. Avanza
a horcajadas sobre un asno que no había sido montado nunca, mientras sus
discípulos salen a su encuentro agitando palmas y gritando: “¡Hosanna! ¡Bendito
sea el rey que viene en nombre de Adonai!” 755. “¡Bendito sea el reino de nuestro
padre David, que va a llegar!”756. “¡Hosanna al hijo de David!”757. “¡Bendito sea
quien viene en nombre de Israel!”.
Así rodeado de sus partidarios, Ieschou llega al templo a fin de tomar
posesión de él y de instalarse en el trono de David, ocupado por el sumo
sacerdote. Netamente escenifica así una tentativa de golpe de Estado que, hecha
en la proximidad de las Pascuas, podría haber recibido una represión sangrienta.
Los fanáticos habían provocado una algarada, y uno de ellos, bar-Habba 758,
había sido preso en la fortaleza. Esta nueva manifestación pudo acabar con la
paciencia de los oficiales del procurador.
Entonces algunos de los fariseos de la multitud le dijeron: “Rabbí, recoge
a tus discípulos”. “En verdad os digo ––respondió–– que si aquéllos se callan, las
mismas piedras gritarán”759. Acaso bajo esta imagen se ocultaba una amenaza.
“La multitud marchaba en su seguimiento, atestiguando que había llamado
a Eleazar en su tumba y que éste había resucitado de entre los muertos. La
multitud va a su encuentro, porque había oído hablar del milagro” 760. “Y cuando
entró en Jerusalén, toda la ciudad, emocionada, decía: “¿Quién es este hombre?”
751
Evangelio de San Juan, XI y XII.
752
Evangelio de San Juan, XI y XII.
753
Evangelio de San Juan, XI y XII.
754
Evangelio de San Juan, XII.
755
Evangelio de San Mateo, XXI.
756
Evangelio de San Juan, XII.
757
Evangelio de San Marcos, XI.
758
Barrabás
759
Evangelio de San Juan, XII.
760
Evangelio de San Mateo, XXI.
“Es ––gritaba la multitud–– Ieschou, el profeta de Nazareth, de Galilea” 761. Los
fariseos decían entre ellos: “No ganáis nada” “¡Todo el mundo corre tras él!” 762.
“No ganáis nada”, nueva prueba de la longanimidad de los sanhedrinitas.
Seguramente esperaban todavía que el pseudo Mesías se arrepentiría y que no
habría necesidad de pronunciar el segundo veredicto.
Sin embargo, en medio de una exaltación violenta, el teomegalómano
gritaba: “Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre sea glorificado... El jefe de
este mundo (el nassí de Israel) va a ser arrojado fuera”763.
Muchos creían, en efecto, que el principado del sumo sacerdote debía
cesar al advenimiento del Mesías.
Va directamente al templo y, creyéndose ya el dueño, echa a los
mercaderes ––que probablemente lo injuriarían–– tira las mesas de los cambistas
y prohibe a todo el mundo llevar ningún utensilio en el recinto sagrado.
“¡Hosanna al Hijo de David!” “Cuando los jefes de los sacerdotes y los
inquisidores vieron que los chicos gritaban estas palabras en el templo, se
indignaron y le dijeron: “¿Oyes lo que dicen?” “Sí ––respondió Ieschou––. ¿No
habéis leído nunca esto: “La boca de los niños dice la verdad?”764.
Se comprende que, después de esta algarada, el Gran Sanhedrín se
mostrase más resuelto que nunca a desembarazarse de Ieschou bar Iossef: “Los
jefes de los sacerdotes y los inquisidores y los principales del pueblo (el Gran
Sanhedrín) querían hacerlo morir”765.
Sin embargo, no quisieron pronunciar el segundo veredicto sin pedirle
explicaciones.
“Cuando se paseaba por el templo (“y anunciaba la buena nueva”) 766, los
jefes de los sacerdotes, los inquisidores y los ancianos se aproximaron a Ieschou,
diciéndole: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado poder para
hacerlo?”767.
¿Por qué, se dirá, el Gran Sanhedrín, que había votado la muerte del
seductor, retrasaba el hacerlo detener mientras estaba en Jerusalén? No se ve otra
razón que la mansedumbre y la paciencia de la asamblea, que parecen tanto más
ciertas cuanto que los fariseos trataron de prescindir del segundo veredicto
sanhedrinal, llevando sin más espera a Ieschou bar Iossef al tribunal del
procurador.
“Ya, a fin de provocar la intervención de los “exploradores” romanos
habían tratado de hacerle decir que el reino de Iavhé estaba próximo a sustituir a
la dominación romana. De nuevo se esforzaron en arrancarle palabras
comprometedoras, que lo hicieran condenar”. “Los fariseos se retiraron pidiendo
consejo de cómo le podrían arrancar las palabras. Le enviaron a sus discípulos
(muchachos jóvenes de quien Ieschou no desconfiara) con los herodianos 768 a fin
de sorprender su buena fe y que dijese algo que les permitiera entregarlo a la
761
Evangelio de San Mateo, XXI.
762
Evangelio de San Juan, XII.
763
Evangelio de San Juan, XII.
764
Evangelio de San Mateo, XXI.
765
Evangelio de San Lucas, XIX.
766
Evangelio de San Lucas, XX.
767
Evangelio de San Marcos, XI.
768
Evangelio de San Mateo, XXII.
autoridad y poder del gobernador”769
Aquellos lo interrogaron en estos términos: “Rabbí, sabemos que eres el
verdadero, que sin inquietarte por nada, porque no prestas atención a las
apariencias de los hombres, enseñas el camino de la vida arrancando de la verdad.
¿Se debe pagar o no el tributo al César? ¿Lo pagaremos o no lo pagaremos?”770.
Cuestión palpitante. Si Ieschou responde: “Pagad”, desilusiona a un gran
número de sus discípulos que ven en él al libertador y se expone a caer bajo el
puñal de los fanáticos. Si responde “No paguéis” que significa “rebelémonos
contra la autoridad romana”, se lo denuncia al procurador. Al igual que con la
mujer adúltera, responde sin responder, y los preguntadores quedaron burlados:
“Dad al César lo que es del César y a Elohim lo que es de Elohim”771.
Por su parte, los escépticos saduceos se divertían a costa del lugareño de
Nazareth. Como hablaba constantemente de la resurrección, en la que ellos no
creían, le pidieron les dijese a cuál de sus maridos pertenecería, después de la
resurrección, una mujer que se hubiera casado siete veces. También supo salir de
este atolladero: “En la resurrección los hombres no tendrán mujeres”, les dijo.
“Un inquisidor que presenció la discusión y que sabía cómo Ieschou les
había contestado lo interrogó de esta suerte: “¿Cuá1 es el primero de todos los
mandamientos?” La respuesta fué ortodoxa, y la manera con que fué acogida por
el inquisidor ––“Bien, Rabbí, has hablado justamente”772–– demuestra que en este
asunto los personajes oficiales no descendieron a las estratagemas de los fariseos.
En el estado a que había llegado su locura no eran necesarias preguntas
capciosas para obtener del teomegalómano palabras comprometedoras: “Cuando
Ieschou salía del templo, uno de sus discípulos le dijo: “Mira, Rabbí, aquellas
piedras y aquel edificio”. “¿Ves tú ––respondió Ieschou–– esas grandes
construcciones? pues de ellas no quedará piedra sobre piedra que no sea
derribada”773.
Esto era cosa terrible. Por haber preferido palabras semejantes, por haber
hecho decir a Iahvé: “Pondré este templo en el mismo estado que Schilo y haré
que esta ciudad sea execrada por todos los pueblos de la tierra”, Irmeyahou
(Jeremías) había sido asesinado774. “Los sacerdotes, los profetas y la multitud lo
apresaron gritando: “Vas a morir“775. Jeremías debió su salvación a la intervención
de algunos oficiales y algunos sanhedrinitas.
Esta nueva blasfemia de Ieschou excitó al Gran Sanhedrín. E1 5 de abril
del año 30 se reunió por tercera vez determinando acabar.
“Dos días después era la fiesta de la Pascua y de los Acymos” 776. Los jefes
de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo
769
Evangelio de San Lucas, XX.
770
Evangelio de San Marcos, XI.
771
Evangelio de San Marcos, XII.
772
Evangelio de San Marcos, XII.
773
Evangelio de San Marcos, XIII.
774
La afirmación de que Jeremías “había sido asesinado” contradice lo que se
relata inmediatamente después, y se opone a la historiografía bíblica, que sugiere
que Jeremías vivió hasta su vejez en Egipto, no existiendo registros fehacientes de
su muerte. Sospecho un error de traducción. (Nota de CDG)
775
Irmeyahou, XXVI.
776
Evangelio de San Marcos, XIV.
sacerdote Kaiapha y, tras deliberar, decidieron atrapar a Ieschou con astucia para
condenarlo a muerte. “Pero, dijeron, no durante la fiesta, por el temor de que se
produjese un tumulto entre el pueblo”777.
Los sanhedrinitas resolvieron hacer arrestar a Ieschou bar Iossef antes de
la Pascua, el viernes 6 de abril a las seis de la tarde, y hacerlo de manera que este
arresto no provocara un movimiento popular. Además, era preciso que el Tribunal
supremo diese inmediatamente su veredicto, porque no podía celebrar sesión ni el
día del sábado, ni los de fiesta.
No había más que un medio de apoderarse del Nazareno sin provocar
desórdenes: sorprenderlo durante la noche. Para esto se necesitaba conocer los
sitios en que pernoctaba, pero él tomaba las mayores precauciones para que no lo
supiesen sus enemigos.
Un traidor, uno de los doce apóstoles, obedeciendo probablemente a un
movimiento de celos homosexuales ––Iehouda bar Schimeón, de Keriot–– facilitó
a los sanhedrinitas sus deseos: “Schatan entra en Iehouda, llamado Isch-Keriot
(hombre de Keriot), que formaba parte de los doce, quien se entrevista con los
jefes de los sacerdotes y los sacristanes para saber cómo ha de entregarlo”778.
“¿Qué me vais a dar ––les dijo–– para que os lo entregue?” Le ofrecieron
treinta schekels (siclos) de plata779. Judas se compromete, y acecha el momento
propicio para entregarlo sin que pueda haber sedición780.
Treinta schekels781 (unos 116 francos) era lo que se pagaba por la muerte
de un esclavo; tal fué el precio en que los judíos estimaron a aquel a cuya gloria
hemos elevado con nuestra magnífica sencillez, templos como San Pedro de
Roma, San Marcos de Venecia, la Catedral de Toledo y Nuestra Señora de París.
CAPITULO VI
LA DETENCION
Quizá por sus discípulos Nikodemos Ben Gorión y Iossef (de Arimatea),
miembros del Gran Sanhedrín; quizá gracias a esa perceptibilidad directa del
pensamiento que permite a los profetas descubrir a los espías, Ieschou bar Iossef
supo la traición del apóstol.
Después de la comunión se emocionó; como atestiguan estas palabras: “En
verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me traicionará” (“Uno de los
doce”)782.
777
Evangelio de San Mateo, XXVI.
778
Evangelio de San Lucas, XXII.
779
Evangelio de San Mateo, XXVI.
780
Evangelio de San Lucas, XXII.
781
San Mateo habla solamente de “treinta piezas de plata.” Los académicos
discrepan acerca de la identidad de esas monedas. Es posible que hayan sido
tetradracmas de Tiro, llamados siclos (shekels) tirios, o estáteras de Antioquía
(que llevaban la cabeza de Augusto), o tetradracmas ptolemaicos. (Nota de CDG)
782
Evangelio de San Marcos, XIV.
Entonces los discípulos se miraron los unos a los otros, quedando
perplejos por no saber de cuál hablaba. Echado y recostado en el regazo de
Ieschou estaba el discípulo amado. Schimeón La Piedra le hizo señal de que le
preguntase quién era aquel de que hablaba el Rabbí. Echándose sobre el pecho de
Ieschou, le dijo: “Señor, ¿quién es?” “Es ––respondió Ieschou–– aquel para quien
yo mojaré un pedazo de pan y se lo daré”. Mojó, pues, el trozo y lo entregó a
Ieschouda bar Schimeón, el hombre de Keriot783. “Y Ieschouda, el traidor.
dirigiéndole la palabra, le dijo: “¿Soy yo, Rabbi?” “Tú lo has dicho”, replicó
Ieschou784. Ieschou dijo entonces a Ieschouda: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”.
“Después de coger el trozo, Ieschouda salió inmediatamente. Era de noche”785.
El hijo de Elohim comprendió que había ido a revelar a los sanhedrinitas
el lugar en que se encontraba. No había que perder un instante. “Hijos, todavía
por un poco de tiempo estoy con vosotros... Allí adonde yo voy no podréis
seguirme; me acompañaréis allí más tarde... Conocéis el camino y el lugar adonde
me dirijo... Ya no conversaré más con vosotros, porque llega el príncipe del
mundo786 (el cohen hagadol, nassí de Israel). Ahora, que el que tiene una bolsa la
tome como alforja. Y el que no la tenga, venda su capa y compre una makhoira” 787
(un puñal curvo, análogo al de los marroquíes). No cabe duda de que tuvo la
intención de huir solo a Efraín o a Bethabara, encargando a sus discípulos el
proteger su retirada.
Franquea, pues, con ellos la Puerta de los Carneros y el Puente del Cedrón
y se interna bajo las verdes sombras del monte de los Olivos. Pero se detuvo en la
Alquería de Gethsemaní, “donde se había encontrado en compañía de sus
discípulos”788.
¿Por qué no fué más lejos? ¿Por qué no se lanzó a favor de la noche por
las pendientes que conducían al desierto de Judea, al Mar Muerto, a las comarcas
transjordanas? Porque esto le hubiera sido verdaderamente imposible, puesto que
estaba atacado de un derrame pleurítico que molestaba los movimientos de los
pulmones y del corazón. No tiene otra explicación esta fuga singular, en que el
terror es tan grande y tan corto es el camino.
Las disposiciones que tomó en esta noche memorable demuestran
claramente que esperaba escapar de los agentes del Gran Sanhedrín. Le quedaban
once apóstoles y dijo a ocho de ellos: “Sentaos hasta que yo haya orado” 789. Así
formaba un primer puesto de vigilancia. Con los otros tres apóstoles formó un
segundo. Estos eran los más adictos, Schimeón bar Iohna y los bene-Zebadya.
“Cogió a La Piedra y a Iaákob Iohanan 790 y se marchó un poco más lejos, a la
distancia de una piedra lanzada”791, en un lugar donde había una gruta de
diecisiete metros de profundidad. Es posible que se ocultara allí, pero creyendo,
no sin razón, que sus guardianes, cansados de muchas noches sin dormir, no
783
Evangelio de San Juan, XIII.
784
Evangelio de San Mateo, XXVI.
785
Evangelio de San Juan, XIII.
786
Evangelio de San Juan, XIII, XIV.
787
Evangelio de San Lucas, XXII.
788
Evangelio de San Juan, XIII y XIV.
789
Evangelio de San Marcos, XIV.
790
Evangelio de San Marcos, XIV.
791
Evangelio de San Marcos, XIV.
pudiesen resistir al sueño, tres veces seguidas fué a inspeccionarlos.
“Volviendo los encuentra dormidos y dice a La Piedra: “¡Schimeón,
duermes! ¡No has podido vigilar una hora!” 792. “Después volvió y los encontró de
nuevo dormidos”793.
La detención se hizo “por orden de los jefes de los sacerdotes, los
inquisidores y los ancianos”794, es decir, por las tres secciones del Gran Sanhedrín
reunidas en sesión plenaria. El sumo sacerdote, gran ejecutor de los juicios del
Tribunal supremo, había pedido al prefecto de la corte jerusalemita que añadiese
––a sus veinticuatro sacristanes y a los ”estrategas del templo” que los
mandaban–– un refuerzo de legionarios.
El prefecto dió toda su tropa y tomó el mando. Tenía orden de redoblar la
vigilancia en las proximidades de la Pascua. En esos días el procurador se
encontraba en Jerusalén.
Todos los coroneles me comprenderán: ¡Se dirá, mil hombres y su jefe
para arrestar a un profeta! Pero ¿cuántos hombres se movilizaron, pregunto yo,
para cercar en Saint-Denis, durante la noche del 1° de mayo, a Marcel Cachin,
rodeado de once comunistas militantes? Durante la Pascua, el monte de los Olivos
era un campamento donde había una multitud de peregrinos acaso comparable
con Saint-Denis en un día de huelga.
No veo, pues, ninguna razón para reducir a una centena aquella tropa.
Además ¿no hemos visto en nuestros días un funcionario francés tomar
disposiciones muy importantes para apoderarse, no de un loco, sino de una
muchacha iluminada? El 3 de marzo de 1858, Massy, prefecto de los Altos
Pirineos, dió orden a M. Laçade, alcalde de Lourdes, para que movilizase su
policía, y éste rogó al comandante del fuerte que le enviase alguna tropa para
detener a Bernardette Soubirous y conducirla al Hospital de Tarbes, donde había
de esperar su internación en un manicomio.
Pero volvamos a Ieschou bar Iossef: “Ieschouda, que había de entregarlo,
conocía el lugar porque Ieschou iba a él frecuentemente con sus discípulos.
Acompañado por los soldados, jefes y agentes enviados por los sacerdotes y los
fariseos, llegó con linternas, faroles y armas”795
Ieschou bar Iossef los oyó llegar y, acercándose por tercera vez a los
apóstoles les dijo con palabra amarga y aterrorizada: “¡Dormid de aquí en
adelante y reposad! ¡Ya es bastante! ¡Ha llegado la hora en que el Hijo del
Hombre va a ser entregado en manos inicuas! ¡Despertad! ¡Marchemos! ¡El
traidor se aproxima!”796.
¡Despertad! ¡Marchemos! Olvidó que un camino solitario conducía desde
el monte de los Olivos a Bethania, donde sus amigos lo hubieran podido ocultar.
Pero ya era demasiado tarde. Ieschouda (de Keriot) estaba delante de él.
“Ieschouda, uno de los doce, avanza con una tropa armada de makhairas y de
palos, enviada por los jefes de los sacerdotes, los inquisidores y los ancianos. El
traidor les había dado como señal: “Aquel a quien yo dé un beso, es él; atrápenlo
y llévenlo”.
792
Evangelio de San Marcos, XIV.
793
Evangelio de San Lucas, XXII.
794
Evangelio de San Mateo, XXVI.
795
Evangelio de San Juan, XVIII.
796
Evangelio de San Juan, XXIV.
“Cuando se hubo acercado, le dijo: “¡Salud, Rabbí!” y lo besa
cariñosamente”797.
Se comprende la indignación del Mesías. “¡Es con un beso ––le grita––
con que traicionas al Hijo del Hombre!” 798. Después, sabiendo lo que había de
ocurrir, va al encuentro con estas palabras: “¿A quién buscáis?” “A Ieschou el
Nazareno”, le respondieron. “Yo soy”, les dijo Ieschou”799.
Al oír resonar en las tinieblas esta voz, que en pleno día les había
producido una impresión tan grande, y al distinguir a la luz de los faroles la cara
extraviada y sanguinolienta del teomegalómano, que acababa de tener un ataque
de hematidrosis, la cuadrilla de sacristanes sintió miedo y reculó, tropezando con
las raíces de los árboles. Algunos cayeron.
“Cuando les dijo: “Yo soy”, corrieron hacia atrás y cayeron al suelo. De
nuevo les pregunta: “¿A quién buscáis?” “A Ieschou el Nazareno”, dijeron. “Ya os
he dicho que soy yo; si es a mí a quien buscáis, dejad marchar a aquéllos”800.
Sin duda los soldados seguían a los sacristanes a distancia, porque las
tropas romanas tenían la costumbre de no intervenir en los asuntos religiosos de
los judíos más que en casos de absoluta necesidad. Enardecido por la actitud de
los levitas, Schimeón bar-Iona, el discípulo separado de su mujer, aquel que había
dicho a Ieschou: “Daré mi vida por ti”801, trata de librarlo.
“Schimeón La Piedra, que tenía una makhaira (machete), golpea a un
servidor del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba
Malek”802. ¡Una oreja! ¡Un pertiguero! Todo en esta tentativa de golpe de Estado
teocrático debía ser mezquino, ridículo, deplorable. Se piensa en una escena de
Lutrin803 transportada a los tiempos de Iossef Kaiapha y de Poncio Pilatos, y aún
es demasiado para el pretendiente de Nazareth.
“Guarda tu makhaira en la vaina ––dijo a Schimeón bar Iona––. ¿No debo
beber el cáliz que mi Padre me ha dado?”804.
Esta resignación no era más que aparente. Temblaba de odio contra los
sanhedrines y sus policías: “Dijo en seguida a aquellos que habían venido a su
encuentro, jefes de los sacerdotes, estrategas del templo y ancianos: “Como tras
un salteador de caminos habéis salido con armas y palos. Cuando yo estaba a
diario en el templo con vosotros no extendísteis la mano para apresarme, pero esta
es vuestra hora y aquí el poder de las tinieblas” 805. Dicho de otro modo: no
osásteis prenderme más que de noche.
Entonces, asustados por la pesadez del sueño, los apóstoles huyeron y se
vió a un discípulo anónimo, que estaba aquella noche entre los apóstoles, escapar
desnudo, dejando su única vestidura en manos de los sacristanes.
797
Evangelio de San Marcos, XIV.
798
Evangelio de San Lucas, XXII.
799
Evangelio de San Juan, XVIII.
800
Evangelio de San Juan, XVIII.
801
Evangelio de San Juan, XIII.
802
Evangelio de San Juan, XVIII.
803
Una de los más exitosas parodias épico-heroicas, Le Lutrin (El Atril, 1674), de
Nicolás Boileau, trata de la pelea de dos dignatarios eclesiásticos sobre dónde
ubicar un atril en una capilla.
804
Evangelio de San Juan, XVIII.
805
Evangelio de San Lucas, XVII.
No se había dejado nada a lo imprevisto.
“En los asuntos capitales ––se lee en la Mishná–– se comienza y se acaba
el proceso durante el día”. El Gran Sanhedrín no podía celebrar sesión sino
después de salir el Sol. Para esperar, se condujo a Ieschou a casa de Hanan ben
Seth, quien habitaba en la calle de Hanouioth, adosada al muro oriental del
templo.
“Se apoderaron de Ieschou, lo ataron y lo condujeron ante Hanan. Este era
el suegro de Kaiapha, sumo sacerdote en aquel año, y Kaiapha fué el que dió a los
judeanos este consejo: “¡Qué importa que un hombre solo muera por el
pueblo!”806.
La tropa vuelve al cuartel mientras los sacristanes conducían su prisionero
ante el ságan. Hecho esto, se instalaron alrededor de un brasero de cobre que los
servidores habían llevado al patio según costumbre judía, y se calentaron
esperando la salida del sol.
“El sumo sacerdote (honorario) Hanan ben Seth interrogó a Ieschou sobre
sus discípulos y su doctrina”807. Este respondió con la soberbia de un Dios que se
dirige a un mortal, con la insolencia de un heredero presunto que apostrofa al
usurpador. “Yo he hablado públicamente al mundo ––respondió Ieschou––;
siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los
judíos, y nada he dicho en oculto. ¿Por qué me preguntas a mí? Interroga a
aquellos que han escuchado lo que les he anunciado. Ellos saben bien lo que he
dicho”.
“Al oír estas palabras, uno de los sacristanes presentes dió a Ieschou una
bofetada, diciendo: “¿Así respondes al sumo sacerdote?”. “Si he hablado mal ––
replicó Ieschou–– trae un testimonio, y si bien, ¿por qué me pegas?” 808. Su orgullo
era tan grande que no se daba cuenta de su insolencia.
Pasaron las horas; el canto del gallo anunció los alrededores de las tres de
la madrugada.
“Hanan lo envía atado a Kaiapha, sumo sacerdote”809, cuya casa no estaba
separada de la suya más que por un jardín o un patio.
CAPITULO VII
I. –– Aspectos de la sesión
Iossef Kaiapha convoca en seguida a “los jefes de los sacerdotes, los
ancianos y los inquisidores”810, es decir, la beth-cohaním, la beth-zékerim y la
beth-sophérim, o sea las tres secciones de veintitrés miembros del Gran
Sanhedrín, lo que, con él y el ságan, hacían el número de los setenta y un jueces.
806
Evangelio de San Juan, XVIII.
807
Evangelio de San Juan, XVIII.
808
Evangelio de San Juan, XVIII.
809
Evangelio de San Juan, XVIII.
810
Evangelio de San Marcos, XIV.
Se lee en efecto, en la Mishná: “Hace falta un tribunal de setenta y un miembros
para juzgar a un falso profeta”811.
El falso profetismo estaba penado con la muerte, y un veredicto de esta
gravedad no podía ser dado más que en una sala del templo llamada Lischat ha
gazith (sala de las piedras talladas), a causa del revestimiento de sus muros.
Fué, pues, en la Lischat ha gazith donde se reunió el Gran Sanhedrín y no
en el almacén de la calle Hanouioth, donde desde hacía tres años se celebraban
ordinariamente sus sesiones públicas.
Era el viernes 7 de abril del año 30. Hacía cerca de un mes y medio que el
Tribunal Supremo se había reunido por primera vez, y condenado a Ieschou bar
Iossef. Estaba, pues, conforme con el artículo de la Mishná que exige al menos un
intervalo de una noche entre las dos sentencias de muerte.
No había instante que perder. El “Tribunal no podía juzgar en sábado” 812 y
faltaban doce horas para la fiesta que comenzaba el mismo día, a las seis de la
tarde.
Raschi813 escribe: “Si el acusado es condenado, no podrá ser ejecutado el
sábado, ni en un día de fiesta. No se puede hacer esperar mucho tiempo al
acusado para no hacerlo sufrir814.” Ieschou bar Iossef debía, pues, ser juzgado y
ejecutado en el mismo día, antes de la puesta del sol.
Como se trataba “de un asunto de Iahvé”, el gran sacerdote, Iossef
Kaiapha, presidió la asamblea. Vestido con su ropa de lino blanco, el pecho
adornado con el heschen (pectoral de doce gemas que representaban las doce
tribus), estaba sentado sobre un trono bajo, adornado de marqueterías, cincelado y
en el centro de un anfiteatro cuyas dos gradas estaban ocupadas por los jueces,
agrupados sobre tapices y almohadones.
“E1 Sanhedrín se sentaba en forma de hemiciclo, ocupando el centro el
presidente, de suerte que todos lo vieran y oyeran” 815. A su derecha estaba el
ságan ––su suegro Hanan ben Seth–– a su izquierda el hakan, el más sabio
jurisconsulto del Gran Sanhedrín. A cada lado estaban sentados los otros jueces
por orden de promoción, los sacerdotes y los ancianos en las gradas superiores,
los inquisidores en la grada inferior. “Dos escribanos estaban delante de ellos, uno
a la derecha y otro a la izquierda, y escribían las opiniones y las razones de
aquellos que condenaban y de aquellos que absolvían”816. “Delante de los jueces
estaban tres series de discípulos (cada una de veintitrés miembros)” 817, de tal
suerte que, contando los discípulos, ciento cuarenta expertos en derecho canónico
iban a juzgar la conducta de Ieschou bar Iossef.
El resto de la sala estaba ocupada por el público. Iossef Kaiapha declara
abierta la sesión y da orden de introducir al acusado. Desde entonces todos los
jueces se sienten inspirados por el Espíritu de Iahvé, la Rouah de Elohim.
811
Mishná, Sanhedrín, I. 3.
812
Guemará de Jerusalén, Sanhedrín, IV, 7.
813
Raschi: Rabi Salomon Isaki (Rabbi Salomo Ben Isaac, 1040-1105)
Célebre comentarista de la Biblia y del Talmud.
814
Moise Schwa. Nota de la página 267 de la traducción de Jeru.
815
Guemará de Jerusalén, I.
816
Mishna, Sanhedrín, I. 8 (9); IV, 10.
817
Mishna, Sanhedrín, I. 8 (9); IV, 10.
II. –– Lectura del acta de acusación
Siguiendo lo establecido, Ieschou bar Iossef entra, descubierto, las manos
atadas, rodeado por los sacristanes que lo conducen sobre un estrado en el centro
del hemiciclo, quedándose cerca de él.
Entre los judíos “el proceso era sumario y verbal, pero debía estar siempre
precedido de un examen minucioso”818. Este examen, esta pesquisa, se había
verificado; había durado tres años. No era de esperar asistir a largos debates.
El hakan resume el asunto y da conocimiento de lo actuado a los
inquisidores. De los informes resulta:
1° Que Ieschou bar Iossef se dice Hijo de Iahvé;
2° Que se confunde con el Dios y pretende perdonar los pecados en su
nombre;
3° Que se dice el Mesías, aunque no desciende de David ni nació en
Belén; que rehusa hacer aparecer en el cielo el signo mesiánico, que no lleva la
vida ascética y que se reúne con publicanos y mujeres de mala nota;
4° Que anuncia la abolición de la thora y la ruina del templo.
(Todas estas acusaciones parecerían justificadas, a juzgar por el testimonio
de los mismos evangelistas.)
818
Mishna, Sanhedrín, IV, 10.
819
Evangelio de San Marcos, XIV.
820
Guemará de Jerusalén, Sanhedrín, VI. 3.
821
Mischna, Sanhedrín, III, 8 (9); VII, 5 (10).
822
Mischna, Sanhedrín, III, 8 (9); VII, 5 (10).
823
Mischna, Sanhedrín, IV, 9 (11); IV, 13; VII, 5 (10).
(Levítico, V, 1): “si es testigo de hecho que ha visto o que conoce...” etcétera. No
tengáis miedo de la gran responsabilidad de la sangre del acusado, porque está
escrito: “Si los malvados perecen, es una alegría”. (Proverbios, XI, 10)824.
Después “se pide al primer testigo que diga lo que ha oído, y lo dice
mientras los jueces permanecen de pie”825. Escena majestuosa: los setenta y un
jueces y sus sesenta y nueve discípulos de pie para escuchar la verdad.
Se examina al testigo por siete requisitorias: en qué septenario (agrícola)
de años ha visto el crimen, qué año de ese septenario, qué mes del año, qué día del
mes, a qué hora del día y en qué sitio. Se le dice: “¿Reconoces que este hombre ha
cometido el crimen? ¿Le advertiste?”. Si se trata de acusación de idolatría se le
preguntará: “¿A quién ha adorado y por qué?”. “Se hace venir otro testigo y se lo
examina de la misma manera”. “Cuanto más se pregunta a los testigos, es
mejor”826. Si acerca de una pregunta cualquiera los testigos se contradicen, el
testimonio es nulo”827. Tal era el procedimiento obligatorio. Tal fué el
procedimiento seguido respecto de Ieschou bar Iossef.
Como los primeros testigos se contradijeron, se esperó a los otros. “Al fin
llegaron dos que dijeron: “Este ha dicho: “Yo puedo destruir el santuario de
Elohim y rehacerlo en tres días”828. “Aun en esto sus decires no estaban
conformes”829.
El evangelista pone en boca de uno de ellos la frase siguiente: “Lo hemos
oído decir: “Yo destruiré este templo hecho por mano del hombre y en tres días
haré otro que no estará hecho por la mano del hombre” 830 (puesto que yo soy
Dios).
Uno de los testigos hace decir a Ieschou bar Iossef: “Yo puedo destruir”, y
el otro: “Yo destruiré”; éste lo acusa de haber dicho ser otra cosa que un hombre.
Pero esto se convendrá que son disconformidades de detalle. Los sanhedrines
admiten entre los testimonios los que no están conformes, pero dejan intacto el
hecho en sí. Admiten que los testigos difieren en un día acerca del momento del
crimen.
Además, si las acusaciones contra Ieschou bar Iossef no eran idénticas,
tampoco eran falsas. En efecto, el evangelista San Juan cuenta que el
teomegalómano había dicho delante de testigos: “Derribad ese templo y yo lo
construiré en tres días”831.
IV. –– El interrogatorio.
“El sumo sacerdote Iossef (Kaiapha) se levanta e interroga a Ieschou de
esta suerte: ¿No respondes nada? ¿Que testimonian pues, esos contra tí?”. Pero
Ieschou calla; no responde una palabra.
De nuevo el sumo sacerdote le pregunta así: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo
824
Mischna, Sanhedrín, IV, 9 (11); IV, 13; VII, 5 (10).
825
Mischna, Sanhedrín, IV, 9 (11); IV, 13; VII, 5 (10).
826
Sanhedrín, V, 1; V, 1; V. 2 y V. 2.
827
Sanhedrín, V, 1; V, 1; V. 2 y V. 2.
828
Evangelio de San Mateo, XXVI.
829
Evangelio de San Marcos, XIV.
830
Evangelio de San Juan, XIII.
831
Evangelio de San Juan, III.
del Bendito?”832. “Te conjuro, por Elohim viviente, para que nos digas si eres el
Mesías, el Hijo de Elohim”833.
Sin perder nada de su altivez y de la insolencia que había mostrado ante
Hanan ben Seth, Ieschou bar Iossef evita, siguiendo su costumbre, responder
claramente la pregunta: “Si os lo digo no lo creeréis, y si os interrogo, no me
responderéis. En adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de la
Virtud de Elohim”. Y gritaron todos: “Eres tú pues, el Hijo de Elohim?” ”¡Sois
vosotros ––respondió–– quienes decís que lo soy!”834. Al fin su locura es más
fuerte que él, y deja escapar estas palabras: “Lo soy, y vosotros veréis al Hijo del
Hombre sentado a la derecha de Iahvé y avanzar sobre las nubes del “cielo”835.
En esta ocasión, Ieschou bar Iossef se conduce como los alienados
disimuladores, que traicionan su secreto bajo la influencia de la cólera, cólera aquí
provocada por el tono indignado de los jueces.
Se puede imaginar el efecto que esta declaración produciría sobre un
tribunal de jueces teólogos y devotos. Los setenta y un jueces y sus sesenta y
nueve discípulos hicieron el gesto secular de la indignación y del dolor. Tomaron
con ambas manos el cuello de su vestidura de lino blanco y la rompieron hasta la
cintura. Se lee, en efecto en la Mishná: “Al escuchar una blasfemia, por haberla
oído los jueces están obligados a romper sus vestidos” 836. “Hacen a sus vestidos la
rasgadura de duelo, que no debe ser jamás recosida” 837. “El sumo sacerdote,
rompiendo sus vestidos, grita: ¿Qué necesidad tenemos de testigos? ¿Habéis oído
la blasfemia? ¿Qué os ha parecido?” “Merece la muerte”, replicaron838.
En efecto: al llamarse Hijo de Iahvé, Ieschou bar Iossef estaba incurso en
la pena de los artículos 13 y 18 del Deuteronomio, resumidas así por la Guemará
de Jerusalén: “A1 blasfemo se lo castigará con pena de muerte” 839. Además, el
hijo del carpintero de Nazareth había merecido cien veces la pena que se le
imponía. En efecto, de las mismas reseñas de los evangelistas se deduce:
1° Que había violado el sabbat;
2° Que había declarado que hablaba en nombre de Iahvé;
3° Que había anunciado la destrucción del templo.
Todos estos crímenes son castigados con la muerte por la ley judía.
En que semejante pena para tales faltas era absurda, bárbara e inhumana
todo el mundo está de acuerdo, pero que no se hable de negar la justicia y acusar a
los judíos de haber asesinado a un Dios.
A partir de ese momento el asunto marchó rápidamente. Era inútil pedir a
los inquisidores referencias y explicaciones jurídicas.
V. –– La Deliberación
“Si los dos testimonios concuerdan, los jueces (después de haberse vuelto
832
Evangelio de San Marcos, XIV.
833
Evangelio de San Mateo, XXVI.
834
Evangelio de San Lucas, XXII.
835
Evangelio de San Marcos, XIV.
836
Guemará de Jerusalén, Sanhedrín, VII, 5 (10).
837
Mishna, Sanhedrín, VII, 5 (10).
838
Evangelio de San Mateo, XXVI.
839
Guemará de Jerusalén, Sanhedrín, VII, 5 (10).
a sentar) comienzan la deliberación”840.
“Se delibera comenzando por las circunstancias favorables al acusado... Si
uno de los discípulos quiere hacer un argumento contrario al reo no se lo escucha,
pero si el discípulo quiere hacer argumentos favorables al culpable se le concede
un lugar entre los jueces, donde permanecerá todo el día, y si su argumento es
admisible, se acepta. Si el acusado quiere hablar en su favor, se lo escucha en
tanto el argumento sea admisible”841.
“El juez debe repetir los argumentos de cada defensor”842.
Si hubo discusión en el proceso de Ieschou bar Iossef, los evangelistas no
han guardado ningún vestigio.
VI. –– El Veredicto
Como de costumbre, los jurados votaron por turno, comenzando por el
más joven, levantándose y sentándose. “En los procesos de pena capital se
comienza por el más joven de los jueces, para recoger las opiniones”843.
Una mayoría de dos votos era suficiente para que la pena de muerte fuese
pronunciada. La culpabilidad de Ieschou bar Iossef era tan antigua, tan constante,
tan indiscutible, según el testimonio de los mismos evangelistas que fué
condenado por unanimidad. “Lo condenaron todos, como merecedor de la
muerte”844.
“Cuando terminaba la deliberación se hacía entrar a las partes, y el más
respetado o el más viejo de los jueces pronunciaba la sentencia en la forma
siguiente: “Tú, Fulano, estás absuelto”. “Tú, Mengano, has sido condenado”845.
Se hizo entrar a Ieschou bar Iossef y el sumo sacerdote pronunció la
sentencia. “Tú, Ieschou bar Iossef, has sido condenado a muerte”.
Se lee en el Levítico: “Quien injuria a su Elohim sufrirá la pena, y el que
ultraje el nombre de Iahvé sufrirá la muerte y todos lo lapidarán”846.
Y en la Mishná: “He aquí los culpables que serán lapidados... el que
blasfema, el que practica la magia, el que profana el sabbat, el brujo” 847. Ieschou
bar Iossef había merecido de varias maneras la lapidación.
“A la puerta del lugar del juicio se lapidará al culpable” 848. Desde la
ocupación romana, los judíos no podían lapidar hasta la muerte, como exige el
Levitico, pero nada les impedía “arrojar dos veces” al condenado, al menos en la
parte del templo donde estaba prohibida la entrada a los infieles.
En cuanto se hubo pronunciado la sentencia, la multitud se precipitó sobre
Ieschou bar Iossef: “Algunos le escupieron, le taparon la cara (probablemente con
su turbante judío) y le dieron puñetazos, diciéndole: “Profetiza (adivina), Mesías,
quién te ha pegado”849. “Y los sacristanes (que montaban guardia delante de la
840
Mishna, Sanhedrín, III, 9 (10); V. 4; III, 8 (9).
841
Mishna, Sanhedrín, V, 4; III, 8 (9).
842
Mishna, Sanhedrín, V, 4; III, 8 (9).
843
Mischna, Sanhedrín, IV, 3.
844
Evangelio de San Marcos, XIV.
845
Levítico, XXIV.
846
Levítico, XXIV.
847
Mischna, Sanhedrín, VII, 4 (5).
848
Guemará de Jerusalén, Sanhedrín, VI, 2 y IV, 5.
849
Evangelio de San Marcos, XIV.
puerta) lo recibieron a palos”850. Se burlaban de él y lo injuriaban”851.
Entre los asaltantes se encontraban los testigos de cargo, que debían ser los
primeros en pegarle, para confirmar la sinceridad de su deposición. “La mano de
los testigos, dice el Deuteronomio, será la primera en caer sobre el culpable, para
hacerlo perecer”852.
CAPITULO VIII
I. –– El Pretorio
Una sentencia de muerte dictada por el Gran Sanhedrín no podía ser
ejecutada sin ser ratificada antes por el procurador. Por esto, “desde el amanecer
(es decir, entre las cinco y las seis de la mañana del viernes 7 de abril) los jefes de
los sacerdotes, con los ancianos, los inquisidores y todo el Sanhedrín, tuvieron
consejo, ataron a Ieschou y lo mandaron llevar a Pilatos”853.
Atravesaron con el prisionero el Hel y el patio de los goím (infieles),
salieron del templo por la puerta occidental, siguieron el valle del Tyropeón y
subieron una avenida que los condujo delante de la entrada de la fortaleza
Antonia, en el centro de la cual estaba el palacio de Herodes el Grande y la
residencia del procurador Pontius Pilatus.
La portada del palacio, orientada al norte, daba sobre una explanada que
los judíos llamaban Gabattha (sitio elevado), porque dominaba la ciudad, y los
goím, Lithostroton, porque estaba enlosada. Estas losas, talladas en piedra rojiza,
estaban cruzadas de ranuras para que los caballos de los soldados pudieran
marchar sin resbalar.
En el centro del Lithostroton se alzaba un estrado de piedra donde se
instalaba la silla, sella, del juez. Aquí era donde el procurador, o en su ausencia el
prefecto, subían para pronunciar su sentencia. No lejos se alzaba una columna
truncada, provista de una anilla y destinada a la flagelación de los culpables. Una
puerta monumental, colocada en el muro occidental de la fortaleza, daba acceso al
Lithostroton.
Los sanhedrinitas adoptaban esta prescripción del Talmud: “la casa del
Goi será a vuestros ojos como la habitación de un animal 854; no franquear esa
puerta”. “No entraron por miedo de ensuciarse y a fin de poder comer la
Pascua”855.
Entregaron a Ieschou bar Iossef a los lictores de guardia e hicieron avisar
al procurador que tenían que formular una acusación.
850
Evangelio de San Marcos, XIV.
851
Evangelio de San Mateo, XXVI.
852
Deuteronomio, XVII.
853
Evangelio de San Marcos, XV.
854
Talmud de Jerusalén, Eroubín, LXII, 2.
855
Evangelio de San Juan, XVIII.
II. –– Conocimiento del delito
El procedimiento romano se componía de cinco actos:
1° Llamamiento en juicio.
2° Coerción condicional.
3° Conocimiento del delito.
4° Juicio.
5° Ejecución.
El llamamiento en juicio y la coerción condicional se cumplieron de hecho
cuando el prefecto prestó asistencia a los oficiales y a los sacristanes del templo
para perseguir y detener a Ieschou bar Iossef.
Vamos a ver ahora cómo se desarrolla el conocimiento del delito.
Los magistrados romanos no celebrarán sesión antes de las nueve de la
mañana. Sin duda, Pontius Pilatus se disgustó mucho porque lo molestaran “al
despuntar la mañana” gentes que consideraban su casa “como la habitación de un
animal”, y lo obligaran a ir donde estaban ellos.
“Pilatus, saliendo (del Lithostroton) delante de ellos, les dijo: “¿Qué
acusación traéis contra este hombre?”856.
Sus asesores, cuestores, comités y oficiales estaban a su lado, mientras
que, alrededor del estrado, los soldados encargados del servicio judicial, heraldos,
lictores, plantones, verdugos y atormentadores, estaban prontos a ejecutar sus
órdenes.
La pregunta debió de ser hecha en tono desabrido, porque inmediatamente
los judíos se incomodaron: “Si no hubiera hecho ningún mal, no lo habríamos
traído”. A esto Pilatus contesta: .“Aprésenlo ustedes y júzguenlo según su ley”857.
Con esto demostraba su desprecio hacia los judíos y su deseo de eludir la
responsabilidad que querían imponerle. Por entonces, con respecto a los
indígenas, su papel de juez se reducía a “informarse en lo que las sentencias
podían o no rozar el interés de Roma”, y a la primera vista el condenado que
llevaban no le parecía muy peligroso. Sugirió, pues, a los sanhedrinitas la idea de
aplicarle una pena que no necesitase su intervención: el látigo o el destierro.
Pero Ieschou bar Iossef había sufrido estas penas. Varias veces se lo había
echado de la capital y siempre había vuelto. Respondieron que su prisionero había
merecido la muerte y exigieron sin más espera la responsabilidad del procurador.
“No tenemos derecho para condenar a muerte a nadie” 858. “Se ha rebelado contra
la nación prohibiendo pagar el tributo del César y diciendo que es Mesías Rey”859.
Se describía una conspiración, lo que repercutía fuera del Pretorio. Un
enemigo del tributo, un Mesías, un rey. Este era otro asunto. El procurador sintió
pasar tras de sí la sombra del Emperador. “Pilatus entra, pues, en el Pretorio y
llama a Ieschou para decirle: “¿Eres tú el rey de los judíos?”, frase en que el tono
revela bastante ironía, que por sí sola es un retrato de cuerpo entero del hermano
de Iaákob el Pequeño. ¡Este hombre miserable se atreve a llamarse Rey de los
Judíos!
El teomegalómano, temblando ante el insulto, se estira y responde al
856
Evangelio de San Juan, XVIII.
857
Evangelio de San Juan, XVIII.
858
Salvador. Histoire de la domínation romaine de Judé. París, Guyot, 1874, t. I.
p. 391.
859
Evangelio de San Juan, XVIII.
procurador, tan insolentemente como a Hanan ben Seth: “¿Hablas por tu cuenta
––respondió Ieschou–– o son los otros los que te han sugerido eso respecto de
mí?”860.
Pilatus, a quien Philon llama un “hombre irritable”, no toleraba que se le
hablase en este tono. “¿Soy yo judío?”. Tu nación y los jefes de los sacerdotes te
han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Aunque en este hombre la insolencia no
tiene cura, el hijo del carpintero quiere salvar su vida: “Mi reino ––contesta
Ieschou–– no es de este mundo; si fuese de este mundo, mis gentes (los
ieschouitas) lucharían porque yo no fuese entregado a los judeanos; pero mi reino
no es de aquí abajo”. “¿Eres rey?”861.
Estas preguntas breves, autoritarias, impacientes, pintan admirablemente al
procurador del César. La última provoca en el “Hijo del Hombre” una tufarada de
delirio: “¡TU LO HAS DICHO ––exclama Ieschou–– SOY REY! HE NACIDO PARA
ESTO Y HE VENIDO AL MUNDO PARA DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD (Iahvé);
quien es de la Verdad, escucha mi voz”862.
De este lenguaje incoherente el procurador no comprende nada: “¿Qué es
eso de La Verdad?”, le dice.863
Hay que hacer notar aquí que la actitud de Ieschou bar Iossef delante del
procurador fué idéntica a la que tuvo ante el Gran Sanhedrín. Elude las preguntas
que se le hacen, y a una interrogación más precisa no se puede contener y deja
escapar las ideas que quería disimular.
Haciendo esto, se conduce como todos los locos místicos en parecidas
circunstancias: “Cuando se quiere interrogar ––escribe Pinel–– a los alienados
sobre su estado en general, eluden las preguntas que se les hacen”. Pero, añade
Séglas, “si se hace vibrar la cuerda sensible”, si se “toca la idea fija”, la locura
estalla, manifiesta”864.
Este breve examen había bastado al procurador para formar su opinión.
Vuelve a la entrada de la fortaleza, convencido de que el pretendiente que
le habían llevado no ponía en peligro la dominación romana. “Pilatus se dirige en
seguida a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: “No encuentro ningún crimen
en este hombre”. Pero ellos, insistiendo, gritaron: “Perturba al pueblo, predicando
por toda la Judea, desde Galilea hasta aquí”865.
Sabían bien lo que hacían al deslizar el nombre de esta provincia. Galilea
era el país de aquel Iehouda (de Gamala) quien había prohibido pagar el tributo
del César, y de esa región salía la mayor parte de los intransigentes, de los
nacionalistas irreductibles: recientemente, los legionarios del procurador habían
tenido que matar en el templo a una banda de galileos.
El procurador se solivianta. Al oír el nombre de Galilea, Pilatos pregunta
si el personaje es galileo”866.
A la respuesta afirmativa que se le hace, vuelve al Pretorio y aborda “al
rey de los judíos con frases mucho menos indulgentes que las anteriores”: “¿De
860
Evangelio de San Juan, XVIII.
861
Evangelio de San Juan, XVIII.
862
Evangelio de San Juan, XVIII.
863
Evangelio de San Juan, XVIII.
864
Séglas, Les troubles de langage schez les alíénées, París, 1892, p. 44.
865
Evangelio de San Lucas, XXIII, 2.
866
Evangelio de San Lucas, XXIII.
dónde eres?”. Ieschou no respondió. Pilatus le dice: “¿No hablas? ¿No sabes que
tengo poder para libertarte y poder para crucificarte?” “Tú no tendrías poder sobre
mí ––replicó Ieschou–– si no te hubiera sido concedido de lo alto. Así, aquel que
me entregue a ti es más culpable”867.
El hijo de Iahvé llegaba así a acusar a Iahvé mismo pero esa respuesta, que
le había sido traducida por su intérprete, seguía siendo incomprensible para
Pontius Pilatus. ¿Qué quería decir? Se ve al procurador embarazado, perplejo,
examinando a aquel hombre pequeño, sin prestancia y sin energía que se quería
hacer pasar por el continuador de Iehouda (de Gamala). No, decididamente esta
acusación era grotesca, y el juicio era una comedia. Semejante galimatías no valía
diez minutos de interrogatorio.
867
Evangelio de San Juan, XIX.
868
Evangelio de San Lucas, XXIII.
869
Evangelio de San Lucas, XXIII.
870
Ledraim. Histoire du peuple de Israel. París, Lemerre, 1897. II. (Nota de CDG:
Herodes Antipa acababa de mostrar, por uno de esos actos simbólicos que
tanto agradaban a los soberanos bárbaros, el caso que él hacía del “rey de los
judíos”. El Tetrarca agradeció la atención del procurador.
“En ese mismo día, Herodes y Pilatos se hicieron amigos, ellos que antes
se detestaban”871.
Pilatos, que sin duda había durante este tiempo continuado sus
averiguaciones, no quiso mostrarse menos desdeñoso, y cuando Ieschou bar
Iossef, escoltado por los lictores, rodeado de los sanhedrinitas y seguido del
populacho divertido, reapareció en el Lihostroton, hizo en seguida anunciar por
un heraldo que iba a dictar su sentencia.
“Entonces Pilatus hizo venir a los jefes de los sacerdotes, los magistrados
del pueblo”872 y “saliendo de nuevo”873, seguido de Ieschou bar Iossef y de los
lictores, dijo a los judíos: Os lo traigo a fin de que sepáis que no encuentro en él
crimen alguno”. Ieschou aparece llevando el manto de púrpura. Entonces Pilatus
exclama: “He aquí el hombre!”. Al verlo, los jefes de los sacerdotes y los
sacristanes gritaron: “¡Crucifícalo!” “¡Crucifícalo!”. “Tomadlo vosotros ––dijo
Pilatos–– y crucificadle, porque yo no encuentro crimen ninguno en él” 874. “Me
habéis presentado este hombre como perturbador del pueblo, y yo, que lo he
interrogado en vuestra presencia, no lo he hallado culpable de ninguno de los
crímenes de que lo acusáis, ni Herodes tampoco, porque fué enviado a él y nada
ha encontrado en este hombre que merezca la muerte. Después de haberlo
castigado, lo dejaré libre”875.
Estas palabras aumentaron la cólera y la indignación de los judíos. Los
gritos fueron más fuertes, las fisonomías más indignadas y los gestos más
expresivos: “Tenemos una ley ––respondieron los judeanos–– y según esa ley
debe morir, porque se ha hecho Hijo de Eloim.”876.
El procurador conocía por experiencia las cóleras israelitas. Sabía que era
la víspera de Pascua y que dos o tres millones de fanáticos se hallaban en
Jerusalén. “Ante estas palabras, Pilatus sintió temor”877.
Los jefes de los sacerdotes multiplicaban sus acusaciones, pero Ieschou no
respondía nada. “Pilatus lo interroga de nuevo: “¿No contestas nada? ¿Ves de
cuántas cosas te acusan?”. “Pero Ieschou no respondía y Pilatus se incomodó”878.
V. –– La sentencia pretorial
Y lo pedía con tanto más ahinco cuanto que la mayor parte de los
condenados a muerte eran sicarios cananeos; es decir, a los ojos de los judíos,
patriotas y santos.
“Pilatus (deseando salvar a Ieschou)885 dice así: “¿Queréis que os entregue
libre al rey de los judíos?”. Advertía que los jefes de los sacerdotes lo habían
entregado por envidia. Los jefes de los sacerdotes (y los ancianos) 886 excitaban a
la multitud a fin de que fuese puesto en libertad bar Abba. Pilatus les dirigía aún
estas palabras: “¿Cuá1 de los dos queréis que os entregue libre?”. Contestaron:
“Bar Abba”887. ”.¿Qué queréis que haga de ese que vosotros llamáis rey de los
judíos?”. Y contestaron a gritos: “Crucifícalo” 888. “¿Qué mal os ha hecho?”,
pregunta Pilatus. Y le contesta un grito más fuerte que decía: “¡Crucifícalo!”889. Y
aun preguntó por tercera vez: “¿Qué mal os ha hecho? Yo no he descubierto nada
en él que sea merecedor de la muerte; y voy, después de haberlo castigado, a
ponerlo en libertad. “Pero ellos insistieron escandalosamente, pidiendo que fuese
crucificado”890. Y añadieron: “Si lo libras, no eres amigo del César, porque
cualquiera que se haga rey contradice al César!”891.
Esto era tocar el punto sensible, quebrar la resistencia del funcionario
romano. Pilatus, que no tenía ya a Sejanus para defenderlo, sabía que Tiberius no
toleraría el menor menoscabo a la majestad imperial sin “aplicar de una manera
879
Lasserre. Lourdes et ses miracles. Caén, 1874, pág. 52.
880
Evangelio de San Juan, XVIII.
881
Evangelio de San Mateo, XXVII.
882
Evangelio de San Lucas, XXIII.
883
Evangelio de San Lucas, XXIII.
884
Evangelio de San Marcos, XV.
885
Evangelio de San Mateo, XXVII.
886
Evangelio de San Mateo, XXVII.
887
Evangelio de San Marcos, XV.
888
Evangelio de San Lucas, XXIII.
889
Evangelio de San Juan, XIX.
890
Evangelio de San Lucas, XXIII.
891
Evangelio de San Juan, XIX.
atroz las leyes de lesa majestad”892. No quería ser denunciado por la rica y potente
judería romana como tibio a la causa del César. Después de todo, ya había hecho
bastante por salvar a este galileo. No podía exponer su procuraduría y su vida.
“Sus gritos y los de los jefes de los sacerdotes lo arrastraron. Entonces
Pilato decidió que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido
echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido” 893 (bar
Abba). Después “hizo salir a Ieschou y, sentándose en el tribunal, en el sitio
llamado Lithostroton, en hebreo Gabbattha ––era la víspera de la Pascua–– hacia
la hora séptima (nueve de la mañana), dijo a los judíos: “¡He aquí vuestro rey” 894.
Con esa ironía, el procurador se vengaba de la derrota que acababa de
sufrir, hiriendo en el corazón a los acusadores de Ieschou bar Iossef. ¡Su rey, este
pobre pelele que temblaba bajo su manto de púrpura, este vagabundo lacerado y
rudo! “Ellos exclamaron: “¡Nada! ¡Nada! ¡Crucifícalo!”. Esta indignación divertía
a Pilatus, y quería hacer durar la broma: “¿Crucificaré a vuestro rey?” Pero los
jefes de los sacerdotes le recordaron con una palabra la gravedad de sus
funciones: “Nosotros no tenemos más rey que el César”895.
En este instante se produjo una intervención inesperada. La mujer de
Pilatus, Claudia, se había dejado engañar por los judíos opulentos y por las
personas distinguidas de Cesárea de la Mar, con los que, por razón del cargo de su
marido, estaba en relaciones. Ella era de los infieles que escuchaban a la puerta de
las sinagogas las homilias de los rabinos. Era la moda en aquel tiempo. Muchas
damas romanas judaizaban. Algún sanhedrinita, acaso Iossef (de Arimatea), que
conocía al procurador, la había puesto al corriente de las tribulaciones del pobre
Nazareno. Había suplicado que lo defendiese, y la víspera la había apiadado
hablándole del arresto que debía verificarse aquella noche y de lo que debía
resultar después del primer veredicto del Sanhedrín, hasta tal punto que ella
durmió teniendo pesadillas.
Al corriente, por ellos, de los incidentes de la Audiencia, envió un mensaje
a su marido en el momento en que iba a pronunciar la sentencia: “Cuando se
sentaba en el tribunal, su mujer le mandó decir: “Que no haya nada entre tú y ese
justo, porque, soñando, hoy he sufrido mucho por su causa” 896. Pero el proceso
estaba visto, la decisión de Pilatus estaba tomada; no había más que echar sobre el
Gran Sanhedrín la responsabilidad de la detención.
El procurador dió orden de llevar al estrado una palangana con agua, y,
siguiendo una antigua costumbre judía, se lavó las manos a la vista del pueblo y
lanzó algunas gotas en la dirección de los acusadores, como para transmitirles la
mancha de la sangre que iba a correr por su causa.
“Pilatus, pues, viendo que no ganaba nada, pero que el tumulto iba
creciendo, tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo diciendo: “Soy inocente
de la sangre de este justo; esto os concierne!”. Y todo el pueblo respondió: “Que
su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”897.
Hecho esto, el procurador pronunció la sentencia: “En cruz”. En seguida
892
Suetonio. Vida de los Doce Césares, Tiberio.
893
Evangelio de San Lucas, XXIII.
894
Evangelio de San Juan, XIX.
895
Evangelio de San Juan, XIX.
896
Evangelio de San Mateo, XXVIII.
897
Evangelio de San Mateo, XXVII.
un secretario le presentó una tableta para que escribiera por su mano el nombre
del condenado y el motivo de la condena. Y escribió estas cuatro palabras: Ihesus
Nazarenus, Rex Judeaorum (Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos), que fueron
reproducidas en latín, en griego y en arameo sobre una tablilla blanqueada con cal
que debía ser clavada en lo alto de la cruz.
Pilatus, irritado por su derrota, se vengaba hiriendo el orgullo de los
judíos. Los jefes de los sacerdotes trataron en vano de hacerle modificar la
inscripción; le dijeron a Pilatus: “No escribas el Rey de los Judíos, aunque él ha
dicho: Yo soy el Rey de los Judíos”. Pilatus respondió: “¡Lo que yo he escrito, yo
lo he escrito!”898. Ieschou bar Iossef acababa de ser condenado en el Pretorio por
un motivo distinto del que lo había hecho condenar en la Lischat ha Gazith. Los
sanhedrinitas lo habían condenado por un crimen religioso: por haberse dicho hijo
de Elohim y haber anunciado la destrucción del templo. El procurador lo
condenaba por un crimen político: por haberse dicho Rey de los Judíos y haber
prohibido pagar el tributo al César.
898
Evangelio de San Juan, XIX.
899
Legrand du Saulle. De l'interdiction des aliénés. París, 1887, página 181.
900
Dallemagne. La volonté dans les rapports avec la responsabilíté Pénale. París,
p. 116.
901
Séglas. Les troubles des langages chez les aliénés. París, 1891, p. 44.
902
Evangelio de San Juan, XVIII.
903
Evangelio de San Lucas, XXII.
––respondió Ieschou–– o son los otros los que te han sugerido cosas respecto de
mí?”. Comprendiendo Pilatus que tenía que habérselas con un acusado
desprovisto de franqueza, creyó que debía cortarle toda escapatoria con estas
simples palabras: “¿Qué has hecho?”904. Al escuchar esto, el “Rey de los Judíos”
trata de disculparse: “Mi reino no es de este mundo... mi reino no es de aquí
abajo”905.
Los dos interrogatorios presentan analogías que atestiguan una vez más las
cualidades de observación y la sinceridad de los evangelistas. En uno y en otro
vemos el disimulo del teomegalómano sometido a sus fluctuaciones
emocionantes. Impresionado por la majestad del Tribunal, trata de eludir las
preguntas precisas que se le hacen, pero estas preguntas, por su naturaleza misma,
despiertan una a una las imágenes y las ideas de su conglomerado vesánico. Es
como una combustión que se propaga, como una mecha que arde lentamente,
como una llama sobre la que soplaran el gran sarcedote o el procurador.
De pronto, a una pregunta más precisa ––bajo un soplo más potente–– la
llama alcanza la mezcla explosiva que detona y alumbra por su deflagración
súbita el espíritu del acusado hasta lo profundo: “¡Yo soy! (el Hijo de Elohim) ––
dice a los sanhedrinitas––. y vosotros veréis al Hijo del Hombre sentado a la
derecha de Iahvé y avanzar sobre las nubes del cielo” 906. “Tú lo dices, yo soy rey
––contesta al procurador––. He nacido y he venido al mundo para dar testimonio
de la Verdad (Iahvé)”907.
Fijémonos bien, pues para nosotros está claro; al menos para aquéllos
entre nosotros que conocemos a los teomegalómanos. Para el Gran Sanhedrín, la
primera de estas respuestas no era más que una blasfemia. Para el procurador, la
segunda no era sino la proclamación singularmente audaz de un pretendiente al
trono de David.
Así, pues, se debe lamentar la imprudencia de Salomón Reinach, Loisy y
otros escritores que se han permitido emitir un juicio sobre Ieschou bar Iossef sin
haber estudiado patología mental, y hay que admirar la reserva de Pontius Pilatus.
Dieciocho siglos antes de las condenas del Báb, de Riel, de Conseilhero y de
Digonnet por los tribunales ingleses, brasileños y franceses, el procurador del
César ––sorprendido por la actitud singular de este acusado en peligro de muerte
que tan pronto decía cosas ininteligibles como respondía con insolencia o no
respondía–– se vuelve hacia los acusadores exclamando: “No encuentro ningún
crimen en este hombre”.
Se ha quitado de nuestros tribunales la imagen de Ieschou bar Iossef,
símbolo lamentable del error judicial; sería justo, para recordar a nuestros
magistrados la prudencia y la modestia, sustituir esa imagen por algún emblema
apropiado y enérgico que evocase al procurador del César.
Los diversos incidentes de este proceso memorable confirman plenamente
el diagnóstico que he hecho sobre Ieschou bar Iossef, al mismo tiempo que
aportan nuevas pruebas en apoyo de la verdad histórica de los evangelios
canónicos.
En efecto:
904
Evangelio de San Juan, XVIII.
905
Evangelio de San Juan, XVIII.
906
Evangelio de San Marcos, XIV.
907
Evangelio de San Juan, XIX.
1° Su relato concuerda con las reseñas suministradas por la misma Mishná
y los Guemarás sobre el procedimiento judío.
2° La actitud de Ieschou bar Iossef delante de sus jueces es la que se
observa en los teomegalómanos en parecida situación.
3° Los jueces cometieron, a su vez, un error judicial clásico a propósito de
los teomegalómanos.
CAPITULO IX
LA EJECUCION
908
Evangelio de San Mateo, XXVII.
909
Evangelio de San Mateo, XXVII.
910
Evangelio de San Marcos, XV.
911
Evangelio de San Marcos, XV.
912
Evangelio de San Juan, XIX.
913
Evangelio de San Marcos, XV.
los tres condenados, llevando su cruz.
La multitud seguía. “Una gran multitud de gente del pueblo y de mujeres
los seguía, éstas golpeándose el pecho y llorando”914.
Hacía un día de esos pesados, que preceden a las tormentas y que pesan
enormemente sobre los enfermos del sistema nervioso. Ieschou bar Iossef padecía,
además, una pleuresía. No había dormido aquella noche; había tenido un ataque
de angustia con sudor de sangre; había sido zarandeado, apaleado, golpeado a
puñetazos y azotado. Hacia la mitad del camino, en la Puerta Judiciaria, los
mercenarios se dieron cuenta de que no podía seguir. “Requirieron a un
transeúnte, un tal Schimeón (de Kuréné), que venía del campo ––padre de
Alejandro y de Rufo–– para llevar la cruz de Ieschou”915.
Este incidente nos asegura cuál fué la hora de la ejecución. Era poco más
de mediodía, porque la víspera del sabbat no se podía trabajar en los campos más
que hasta el mediodía.
III. –– La crucifixión
“Llevaron en seguida a Ieschou hasta el Golgotha, que significa
calavera”916.
El lugar de la lapidación de una población debía ser, siguiendo las
prescripciones de la thora, “fuera del campo”917, próximo a un cementerio y en
una altura, teniendo en cuenta que después de la lapidación se precipitaba al reo
desde lo alto. “El lugar de la lapidación ha de tener una altura doble a la altura de
un hombre”918. El Golgotha respondía a estas condiciones. Es casi seguro que
fuese el antiguo lugar de las lapidaciones de Jerusalén. Siguiendo una costumbre
judía, los verdugos presentaron al “Rey de los Judíos” “vino mezclado con mirra
(para anestesiarlo), pero Ieschou no quiso tomarlo”919.
Después de esto, rodeado por los legionarios y vigilado por el decurión,
desnudaron a Ieschou bar Iossef, le cubrieron con un lienzo las partes genitales y
lo “crucificaron”920. En esto, los judíos sólo disfrutaron su satisfacción a medias.
La Mishná dice: “Todos aquellos que son lapidados, serán colgados después de su
muerte”921.
Mientras lo clavaban en la cruz, el teomegalómano decía: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen 922. También dijo: “No saben que
crucifican a tu hijo”.
La rama vertical de la cruz sobresalía de la horizontal y, conforme las
prescripciones del derecho romano, el cartel de Ieschou fue clavado encima de su
cabeza: “Sobre la cruz923, encima de su cabeza924, el cartel de su condena tenía
914
Evangelio de San Lucas, XXIII.
915
Evangelio de San Marcos, XV.
916
Evangelio de San Marcos, XV.
917
Levítico, XXIV.
918
Mishná; Sanhedrín, VI, 5.
919
Evangelio de San Marcos, XV.
920
Evangelio de San Marcos, XV.
921
Mishná, Sanhedrín, IV, 6.
922
Evangelio de San Lucas, XXIII.
923
Evangelio de San Juan, XIX.
924
Evangelio de San Mateo, XXV.
escrito (en caracteres rojos, según se cree) El Rey de los Judíos 925. El texto estaba
escrito en hebreo, en latin y en griego”926.
Los verdugos “crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su
derecha y otro a su izquierda”927. Después, siguiendo la costumbre, se repartieron
los efectos de los condenados. “Los soldados, después de haber crucificado a
Ieschou, tomaron sus vestidos (el turbante, el cinturón y tal vez las sandalias),
hicieron cuatro partes, una para cada uno, y tomaron también la túnica, que no
tenía costura (era de una sola pieza, como la de los sacerdotes; el delirio de los
teomegalómanos se confirma hasta en sus vestidos) y dijeron: “No la rompamos y
echemos a la suerte a ver a quién le toca” 928. Echaron cuatro dados en un casco y
adjudicaron a quién le tocaba la túnica del “Rey de los Judíos”. “Después se
sentaron para guardarlo”929, estando bajo la vigilancia de un decurión.
La escolta se instaló en los alrededores dispuesta a intervenir en el caso de
que los amigos de los condenados quisieran arrancarlos del suplicio.
IV.-En la cruz
Entonces se vió en todo su horror y su ignominia el espectáculo de un
pueblo vengando a su Dios en un hombre impotente. “Los que pasaban lo
injuriaban; moviendo la cabeza le decían: “Tú, que destruyes el templo y en tres
días lo rehaces, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Elohim, desciende de la
cruz”930.
Por el contrario, los miembros presentes de la beth-Din trataban de
endulzar su agonía dándole la esperanza de la resurrección. A todo el que sufría el
suplicio, debían decirle: “Nos has causado una perturbación; hoy te la causa a ti
Elohim. Sufrirás en esta hora, pero no en el porvenir”931.
Si hemos de creer a los evangelistas, otros sanhedrinitas se burlaban del
hijo de Elohim sin dirigirse a él: “Los jefes de los sacerdotes se burlaban con los
inquisidores y los ancianos932, diciendo entre ellos: “Ha salvado a los otros (ha
curado enfermos) y no puede salvarse a sí mismo. Que el Mesías, el rey de Israel,
descienda ahora de la cruz, a fin de que lo veamos y creamos” 933. “Confía en
Elohim. ¡Que él lo libre, si viene de él! El dijo, en efecto: “Yo soy el Hijo de
Elohim”934.
“Y también lo ultrajaban los que estaban crucificados con él”935. “¿No eres
el Mesías? ––le dijo uno de los ladrones, irritado por el dolor––. ¡Sálvate y
sálvanos también!”936. Los mercenarios de servicio se unieron también a los que lo
925
Evangelio de San Marcos, XV.
926
Evangelio de San Marcos, XV.
927
Evangelio de San Juan, XIX.
928
Evangelio de San Juan, XIX.
929
Evangelio de San Mateo, XXVII.
930
Evangelio de San Mateo, XXVII.
931
Salvador, Histoire des institutions de Moise, et du peuple hébreu. París, 1862, t.
I, p. 379.
932
Evangelio de San Mateo, XXVII.
933
Evangelio de San Mateo, XXVII.
934
Evangelio de San Mateo, XXVII.
935
Evangelio de San Marcos, XV.
936
Evangelio de San Marcos, XV.
insultaban: “Los soldados también se aproximaron y, riéndose de Ieschou, le
ofrecieron vinagre diciéndole: “Si eres el Rey de los Judíos, sálvate”937.
V. –– La muerte
“A la hora novena (tres de la tarde). Ieschou grita con voz fuerte: “¡Eloi,
Eloi, lema sabacthani!”938, que significa: “¡Elohim, Elohim, por qué me has
abandonado!”939.
Algunos de los que estaban presentes (engañados a causa de su
pronunciación galilea) dijeron: “Llama a Eli” (el profeta Elías). Un hombre (uno
de los verdugos, ninguno de entre ellos tenía derecho a tocar a los crucificados)
corrió, empapó una esponja en vinagre y, haciendo con ella un hisopo, “le da a
beber”940, procedimiento empleado en Oriente para provocar en los crucificados
un síncope mortal. “Ieschou, lanzando un gran grito, entregó el alma”941.
Por su aspecto, por su actitud, por la expresión de su fisonomía y la
naturaleza de sus conversaciones, el “Rey de los Judíos” había hecho sobre el
centurión que mandaba la escolta la misma impresión que hizo en el procurador.
También tenía mucha costumbre de ver a los condenados, y por eso se dió
cuenta de que Ieschou bar Iossef no era un agitador ordinario. ¿Cómo el
desgraciado que exhibía sobre la cruz su anatomía lamentable, su cuerpo débil,
sus miembros descarnados, su pecho deformado por el derrame pleurítico, podía
fomentar una revolución, impedir que se pagase el tributo del César y hacerse
proclamar “Rey de los Judíos?” Una palabra se escapa a este oficial que puede
servir de conclusión en la historia de este gran error judicial: “¡Ciertamente, este
hombre era justo!”942. (Era inocente).
Los cadáveres de los falsos profetas debían ser abandonados a la
putrefacción “en un hoyo bajo el agua”943.
937
Evangelio de San Lucas, XXIII.
938
Es la primera frase de un salmo.
939
Evangelio de San Marcos, XV.
940
Evangelio de San Marcos, XV.
941
Evangelio de San Mateo, XXVII.
942
Evangelio de San Lucas, XIII.
943
Guemará de Jerusalén, Sanhedrín, VI, 10
DUODECIMA PARTE
CAPITULO PRIMERO
CAPITULO II
I. –– La megalomanía
La megalomanía es una locura sistematizada que consiste esencialmente
en la exaltación del orgullo. Resulta de una mala conformación del cerebro. El
enfermo es siempre hereditario, un degenerado, a veces un imbécil o un débil
mental, en ocasiones un invertido sexual. Un corto circuito congénito sobre las
neuronas del orgullo altera las funciones que está llamado a hacer entre sus
semejantes y le impide situarse en el lugar que le cabe en la humanidad.
Este orgullo mórbido engendra ideas falsas, absurdas,vesánicas, que se
coordinan, se sistematizan y se resuelven en imágenes o en alucinaciones.
El sujeto, salido generalmente de la clase obrera, cree que sus padres han
usurpado este título y los juzga indignos de él, y como estos no admiten las
cualidades que él pretende tener, manifiesta contra ellos disposiciones hostiles.
Estas ideas de grandeza pueden ir acompañadas de ideas accesorias de
persecución.
Las alucinaciones son intensas, y en su mayor parte interesan la esfera
visual.
Esta vesania se traduce en sus actitudes, sus actos y sus discursos. El
megalómano lleva la cabeza alta; su fisonomía respira orgullo, su aspecto es
imponente. ¿Contraría a su grandeza? ¿Resiste a su voluntad? ¿Lo contraría
someterse a la regla común? Una sorpresa de indignación se traduce en sus
rasgos. Arrogante y altivo hacia todo el mundo, insolente hacia los escépticos o
los incrédulos, se muestra con relación a aquéllos que reconocen su supremacía
condescendiente y protector. Habla con tono de mando, desde un plano superior, y
no admite discusión.
Cuando desciende a responder a los argumentos que se le oponen, usa, sin
darse cuenta, razonamientos especiosos.
Su soberbia no es constante. Llega a plegarse ante la fuerza y a disimular
sus pretensiones. Emplea entonces un lenguaje simbólico que sólo él comprende.
Sabe eludir las preguntas que se le hacen y puede pasar a los ojos de los
magistrados, de los médicos, incluso de los alienistas, por un hombre
perfectamente sano de espíritu. Su memoria está intacta, tiene consciencia de lo
que lo rodea y se interesa por los sucesos.
Su actividad es grande y la gasta en vagabundear y en la logorrea.
Se distinguen tres períodos en esta locura:
1° Un período de incubación, en que el sujeto se abandona a sueños.
2° Un período en que las concepciones delirantes se afirman, se
multiplican, se sistematizan, engendrando alucinaciones que se traducen en actos
y discursos.
3° Periodo de declinación, en que el sujeto se confina en una actividad
reservada y activa, a menos que no exprese constantemente en los mismos
términos sus concepciones delirantes.
La megalomanía es particularmente frecuente en los judíos, que, además,
son muy inclinados al orgullo.
Todos estos caracteres están señalados en Ieschou bar Iossef por los
evangelistas. Ieschou bar Iossef, era, pues, un atacado de megalomanía.
II. –– La teomegalomanía
Se pueden distinguir dos clases de megalomanía:
1° La megalomanía realista, en que el enfermo se cree un gran hombre:
rey o emperador;
2° la megalomanía mística o teomegalomanía, en que el enfermo se.cree
inspirado por Dios, agente de Dios, hijo de Dios o el mismo Dios.
El misticismo, que puede definirse como una tendencia a humanízar las
fuerzas de la Naturaleza, puede unirse a todas las pasiones, a todas las locuras
crónicas porque es, como estas, uno de los estigmas de la degeneración.
Hay un erotismo místico (culto de Siva), una erotomanía mística (Santa
Teresa), una antropofilomanía mística (Vicente de Paúl), una antropomosimanía
mística (Torquemada), una fobomanía mística (damnofobia de Guislai) y, en fin,
una megalomanía mística o teomegalomanía.
La asociación del misticismo y de la megalomanía se explica fácilmente.
En efecto, el misticismo resulta de una exaltación de la personalidad que conduce
al sujeto a protegerse contra lo de fuera y a disfrazarse con un “alma” parecida a
aquella que extrae de las fuerzas de la Naturaleza. Esta exaltación raramente deja
de ir acompañada del orgullo.
Ieschou bar Iossef, que se creía el Hijo, el intérprete, el agente, el
representante de Iahvé y Iahvé mismo, era un teomegalómano.
CAPITULO III
EL CASO DE JESUS
953
Evangelio de San Juan, VI.
954
Evangelio de San Juan, VII.
955
Evangelio de San Juan, VII.
956
Evangelio de San Mateo, VI.
957
Evangelio de San Lucas, X.
958
Evangelio de San Juan, XVI y XIV.
959
Evangelio de San Juan, XVI y XIV.
960
Evangelio de San Juan, XVI y XIV.
961
Al igual que la religiosidad de la familia de Ieschou bar Iossef, la familia de
Jean Monod aportó al menos diecisiete pastores a la iglesia protestante de Francia.
962
Revault d'Allonnes. Physiologie d'une réligion. Guillaume Monod, 1908.
963
Guillaume Monod. Memoires de l'auteur des Vues nouvelles (sur le
christianisme), 1873, pág 21-22.
éxtasis, alucinaciones visuales y auditivas, accesos de excitación con actos
delirantes (coprofagia, auto-mutilación sexual). Estos accesos duran cuatro meses
y algunos días (abril-agosto 1832). Al cabo de seis meses, el enfermo fué
trasladado a casa del doctor Bompas, en Fishponds (Inglaterra), de donde salió en
mayo de 1836. Se creía “el Cristo que ha vuelto” y firmaba sus cartas “Jesús-
Christ”964, algunas veces con un post-scriptum: “G. Monod” o “le Christ” 965 o
“Vuestro Salvador”966.
“¿Si un aprendiz y un obrero carpintero ha podido ser Cristo, escribía, por
qué Billy967 Monod, joven, estudiante, después pastor; no ha de poder ser el
Cristo? No he dudado jamás de que soy el Cristo. Jamás he orado durante 50 años
ni he predicado durante casi treinta de ministerio, ni he hablado de Dios, del
evangelio, de la cruz de Jesucristo, sin haber tenido delante de Dios la plena
seguridad de que yo soy idénticamente el mismo que sufrió en Getsemani y en el
Gólgota, aunque viviendo en otra carne, como Jesús era el mismo que había
vivido en Abraham, aunque en otra carne”.
Sus actos, como los actos y los fenómenos que le interesaban, los atribuía
a Dios: “Dios pone en el corazón de Mr. Druez, el presidente del Consejo de
Estado, la idea de llamarme a este cantón (cantón de Vaud) para que ejerza las
funciones de pastor. Dios lo hizo aceptar este llamamiento y desde entonces me
impuso el silencio, del que ignoro cuál será la duración”968.
Explica de la manera siguiente que la lluvia no haya caído un día en que él
hizo, bajo un cielo amenazador, una excursión en ómnibus: “Pensé que no
llovería, porque el Señor me había hecho tomar asiento en el imperial”969.
Predica una revelación nueva. Pretende ser el juez, el regenerador de la
humanidad; por él se verificará la resurrección final, la conversión y la salvación
de los condenados. El cielo de los justos, el infierno de los condenados eran sólo
provisionales y serán abolidos. El juicio existirá en una redención universal
ganada por la conversión libremente consentida de todos los pecadores. El cielo
es la felicidad en la tierra; los elegidos son los hombres llegados a la felicidad
después de haberla merecido, por haberse perfeccionado. La condenación y el
exterminio de los enemigos de Dios es la exclusión final de las malas pasiones y
el abatimiento del mal por el esfuerzo de las razones y de las voluntades. La
resurrección de la carne es una serie de reencarnaciones del alma por medio de
nacimientos naturales; así, cada hombre realiza poco a poco y en tantas vidas
como sea necesario, su obra de luz y de virtud, hasta que llegue a ser miembro de
la ciudad celeste. Además todas las almas reencarnarán perpetuamente. El pecado
será vencido; por la eliminación del mal, todos los planetas resultarán paraíso de
sociedades justas y dichosas. Rodeado de santos llegados de incógnito, Monod-
Cristo inaugurará la ciudad de Dios, la tierra nueva, los nuevos cielos; el paraíso
964
Circular de 10 de enero de 1874, en La seconde venue de Christ, página 378.
965
Boletín de 22 de marzo de 1886, p. 13, en Hectographies (periódico publicado
en Ginebra desde 1879), XVII, número 4. Boletin del 2 de septiembre de 1886, p.
12, en Hectographies, 329.
966
Boletín del 27 de marzo de 1889, p. 12.
967
Nombre cariñoso de Guillermo Monod, cuando era niño.
968
Guillaume Monod. A mes plus anciens disciples, 5 de mayo de 1880, en
Hectographies, 25.
969
Journal d'Alger en M. S. E. B., simples notas, 11 de septiembre de 1881.
espiritual y material.
Después de la impopularidad y la persecución, el monodismo triunfará,
transformando los individuos, las sociedades y la Naturaleza; no habrá más
tormentas, más viudedades, más muertes prematuras. Será la era final de la
ciencia, de la fe, de la justicia, de la bondad, de la longevidad; de la dicha.
Como se ve, la doctrina de Guillermo Monod era superior a la de Ieschou
bar Iossef.
Monod sobrevivirá a su cuerpo, como el Eterno al cuerpo divino visto por
Abraham. Tendrá su Parácleto como el Nazareno: “Después de mi muerte,
aparecerá un hombre que declarará y probará que es yo, y la mujer compartirá su
fe y dará al mundo un hijo que me ha sido prometido y que será un día un
predicador de palabra potente. Entonces, cuando se haya cumplido esta promesa,
será que Dios lo considerará justificativo”970.
Se notan en este resumen los rodeos del espíritu simbolista de Guillermo
Monod; interpretar las Escrituras en el sentido de su delirio, Y en esto no hace
más que seguir el ejemplo de Ieschou bar Iossef y de sus discípulos: “Explicando
las profecías del Nuevo Testamento .como lo hago, no hago absolutamente más
que repetir la explicación que Jesucristo y los apóstoles han dado de las profecías,
todas parecidas, del Antiguo Testamento, y hago resaltar que la verdad que enseño
se encuentra pero se oculta... El sistema de interpretación de Jesucristo es,
precisamente, aquel que se me ha enseñado; es la interpretación espiritual,
opuesta a la interpretación literal y carnal de los judíos. No hay una de mis
interpretaciones que no pueda estar justificada por una interpretación de Jesucristo
o de los apóstoles. La sublime belleza de este sistema de interpretación asombra a
mis discípulos y les permite decir que sólo Dios puede ser su autor”971.
Guillermo Monod rebate todas las objeciones que oponen a su mesianidad
los inquisidores y los fariseos de su tiempo, es decir, los protestantes ortodoxos.
Si está exento de la mayor parte de los signos materiales, milagros y prestigios
que marcaron en Palestina la venida del Hijo de Elohim es porque la humanidad,
hoy depurada, puede prescindir de esos símbolos y no es sensible más que a la
santidad.
¿Se quiere saber por qué Jesús-Monod no nació de una virgen, el l0 de
marzo de 1800, en Copenhague? He aquí la razón: “En la formación de Cristo en
su segunda venida, Dios no quiso que hubiera ninguna diferencia entre él y todos
los demás hombres por varias razones infinitamente sabias: 1 a Quiso probar ––
más claramente que en la primera venida del Cristo–– que es la palabra de Dios
hecha carne y parecida a los hombres en todas las cosas sin haber pecado; 2a quiso
fulminar las falsas doctrinas de la Iglesia romana sobre el mérito de la virginidad
y del celibato y revelar la santidad del matrimonio, fundamento de la santidad a la
que Dios quiere llevar la sociedad humana por el Evangelio. (Se ve que, al
encarnarse en Guillermo Monod, Ieschou se hizo protestante); 3 a quiso aniquilar
esta doctrina inmoral, según la cual el pecado es una necesidad a la que el hombre
no puede sustraerse, porque desciende de Adán.
El Cristo, descendiendo de Adán en cuanto a su humanidad corporal, lo
970
La seconde venue du Christ, p. 428, 3e. Lettre du Christ a son Eglise, Berna 5
de marzo de 1874.
971
Cartas del 24 de abril y de junio de 1880, en Hectographies, 20, págs. 63 y 24,
p. 10.
mismo que cualquier otro hombre, probará que el pecado no es una consecuencia
necesaria de la naturaleza humana, sino una enfermedad, una lepra de la que Dios
puede y quiere curar por Jesucristo. Amén”972.
Las imperfecciones y los errores de Guillermo Monod no se oponen a su
mesianidad. Obliga, en efecto, a sus adversarios a reconocer que “la Biblia
contiene y atribuye a los hombres de Dios, a Jesús, a Dios mismo, habilidades
sutiles, contradicciones, errores, profecías incompletamente cumplidas, otras
1iteralmente falsas, interpretaciones erróneas, a ver las inmoralidades y las
injusticias al menos aparentes”.973.
Los pastores protestantes lo acusaron de ser un falso profeta y un falso
Cristo, y él respondió mostrando las analogías que presenta con los profetas
considerados como auténticos y con el Cristo acatado por todos. La falsedad de
los falsos profetas y de los falsos cristos está probada por esto: hacer una falsa
profecía, enseñar doctrinas idólatras, negar la naturaleza humana del Cristo y ser
inconvertible. Añade: “No he hecho ninguna falsa profecía: no he contradicho
ninguna de las tres doctrinas fundamentales de la escritura. Soy un convencido.
¿Dónde hay prueba de que no sea profeta?” Además, es un santo y un santo no
puede ser un impostor.
Su hermano, el doctor Gustavo Monod, lo había declarado atacado de
teomanía, pero él se levantó contra este diagnóstico con una carta escrita el 18 de
julio de 1833 a un hijo de su hermano Adolfo: “¿Oyendo a un cristiano y a un
pastor respecto de todos, y en todo el esplendor de su clara inteligencia, declarar
solemnemente delante de Dios que había llegado el tiempo en que Dios quería
cumplir lo que había anunciado por Jesucristo y por los apóstoles y ofrecido
demostrarlo por las Escrituras, era preciso precipitarse a hablar de locura?”974.
Reconoce, sin embargo, que existen teómanos, a los cuales se aplica la
descripción de los alienistas, pero él afirma, con una lógica imperturbable, que se
aplicará a los fundadores de religiones, toda vez que se hace abstracción de su
aceptación social: “Si un creyente, tan sincero como yo lo soy, ha podido
abandonarse a Dios, en la oración, hasta imaginarse que Dios le habla cuando no
ha hecho más que usurpar el lugar de Dios, no hay razón para creer en la
sinceridad y en el buen sentido de alguno de los escritores de la Biblia, y LA
AUTORIDAD DE JESUCRISTO QUE NO CONOCEMOS MAS QUE POR ELLOS, SE
TAMBALEA975. Si esto es la locura, si es locura creer y decir que Dios ha
hablado... ¿qué van a decir los impíos? ¿No véis que esto es darles armas? ¿ NO
VEIS QUE VAIS A CONFIRMARLOS EN SU IDEA DE QUE TODOS LOS PROFETAS
DE LA BIBLIA NO HAN SIDO MAS QUE UNOS ALUCINADOS ? ¿No os exponéis a
ser arrastrados a creerlo vosotros mismos y a hacer que lo crean vuestros hijos?
“La escritura nos enseña que todos los verdaderos profetas fueron
acusados de locos”976. “Si antes de creer, Moisés o Zacarías hubieran podido y
querido consultar a uno de nuestros médicos contemporáneos, también cristiano,
Moisés no hubiera salido de Arabia, y Zacarías, si no hubiese sido mudo hubiera
salido del templo para decir al pueblo que le esperaba: “He tenido una
972
Carta a G... del 27 de julio de 1883, en Hectographies, 178, p. 9
973
Revault d'Allones. Psychologie d'une réligión. Guillaume Monod, 1908, p. 69.
974
Hectographies, 175.
975
Guillaume Monod tel qu'il est, 1884, p. 11.
976
Hectographies, 148, 19 de diciembre de 1882, p. 7.
alucinación”977. Recuerda que Ieschou bar Iossef fué acusado por los mosaítas de
estar poseído por el demonio y exclama: “Locura, sí, locura; ¿pero es más grande
que la locura del Evangelio?”978.
Conviene en que en Vanves y en Fishponds tuvo delirios, pero añade:
“¿Quién me probará que Dios no ha podido disponerlo así? ¿No es Dios
soberano? ¿Sus pensamientos no son nuestros pensamientos? ¿El que ha
circuncidado a Abraham, descubierto las torpezas del pasado, incluso enilsus
santos; ordenado el asesinato de los cananeos, hecho hablar a un asno; escrito el
Cantar de los Cantares; ordenado a Isaías andar desnudo; a Oseas casarse con una
mujer de mala vida; a Jonás hacer una profecía que da por la conversión
libremente consentida de todos los pecadores, debía ser como inventada; a
Ezequiel estar cautivo un año en la cama y comer estiércol? ¿No es el Dios que ha
echado a su propio hijo, el Santo de los Santos, el Rey de la Gloria, al Gólgota, es
decir, al pudridero? “¿Podréis demostrar que Dios no pudo permitir que su hijo
pasase por loco? ¿Es que a los ojos de todos aquéllos que, sin creer que fuese un
impostor, no creían en él, cuando estaba en la cruz, no creían sino que era un
loco?”979.
Si la humillación de Jesús en la cruz ha asegurado la salvación de los
fieles, la de Guillermo Monod, con la camisa de fuerza y en la celda del
manicomio, asegura la de todos los pecadores, incluso de los réprobos. Su locura
divina cambia en burla la sabiduría y la ciencia humanas. Además de sus palabras,
de sus actos de locura “no hay más que uno que es Dios que haya ordenado a
cualquiera de sus profetas.”980.
También dice: “Hermanos míos, hace cincuenta años yo no conocía nada
tan grande, tan puro, tan santo ni que me pareciese tan sabio y tan profundo como
el Evangelio de la Cruz: Dios se hizo hombre y vino a habitar entre los pecadores.
Pero ahora conozco alguna cosa más grande todavía; es Dios descendiendo no
solamente al rango de los hombres y de los pobres, sino al de los insensatos; Dios
consintiendo en ser encerrado por los cristianos y por su propia familia entre los
locos y viviendo así encerrado durante cuatro años; he aquí lo que Dios llama más
grande todavía, más bello, más sublime que el Evangelio de la Cruz”981.
Alucinaciones. –– Guillermo Monod tenía alucinaciones exoauditivas
verbales. La primera fué en octubre de 1831. Invitado de improviso a explicar la
Escritura en una reunión privada, dudó sobre la elección del tema y suplicó a Dios
que lo ayudase, escuchando una voz que le decía: “¡Jeremías!” Este grito fué
repetido treinta o cuarenta veces.
En abril de 1832 escuchó frases enteras. Describe sus alucinaciones de la
manera siguiente: “Ante la petición de Jesucristo, Dios, su padre, desciende. No
veo nada, pero escucho una voz que viene de lo alto. Jesucristo me advierte para
que me postre en tierra cuando Dios viene. Asustado, la cara contra el suelo,
mientras que Dios mismo habla y yo oigo su voz. Me habla de sus planes para la
977
Carta a su sobrino E..., de 11 de julio de 1883, publicada en Hectographies,
177.
978
Carta a un médico, del 25 de julio de 1883, publicada en Hectographies, 178.
979
Histoire véritable de G. Monod, p. 23.
980
Hectographies, 5 de noviembre de 1879, p. 5.
981
Qui ƒaut il..., 1877, p. 17.
conversión del mundo”982.
Presenta también automatismo verbal; su propia voz exterioriza, sin que él
se dé cuenta, su más secretas aspiraciones.
En el Manicomio de Vanves se entrega a una personificación de sus
alucinaciones. ¿La voz era fuerte y lejana? La atribuía a Dios hablando desde lo
alto de los cielos. ¿Era dulce, próxima e íntima? La atribuía al Espíritu Santo.
Atribuía a Jesús las palabras de su boca 983. Aseguraba que estas voces no se
distinguían de las voces divinas escuchadas, según la Biblia, por los antiguos
profetas. Ellas le repetían que era el Cristo, le anunciaban el juicio final, le
ordenaban casarse después de tres años de viudez.
Disimulo del delirio. –– Cuando lo acusaron su familia y las autoridades
protestantes, Guillermo Monod se hizo un gran disimulador. En la casa de salud
de Fishponds simula su curación para obtener su libertad.
En octubre de 1835, cuando tenía treinta y cinco años, escribe a su
hermano Adolfo: “He tomado por profecías mis propias conjeturas, como aquellas
de que el cólera vendrá a Saint-Quentin... He creído que las profecías que no se
cumplían se cumplirán de una manera figurada, y esto es una tontería. He creído,
no sé cómo, que Dios me decía que no había pecado, y es claro que he pecado
toda mi vida”.
Se lo deja salir, y otra vez en París vuelve a hablar de su misión, a sus
parientes.
De nuevo, en 1843 (cuarenta y tres años), se retracta: “En la locura, he
dicho que Dios me había dado el nombre de Cristo, a mí que me creo indigno
hasta del nombre de servidor de Cristo”984.
Pero en 1844 escribe a sus hermanos Federico y Adolfo, para retractarse de su
retractación: afirma que es Cristo y que es Dios hecho hombre.
En 1845 funda un periódico, El Amigo de los Afligidos, destinado a
propagar su doctrina.
Hacia 1849, para ser rehabilitado como pastor, quema los escritos en los
que exponía “inmensa concesión a la incredulidad” 985. Pero guarda secretamente
algunos ejemplares.
“De tiempo en tiempo, solo, en una habitación alta donde poco a poco he
llevado el fruto de mis sudores y de mis lágrimas y la palabra de Dios, me
arrodillo sobre lo que todavía queda y rezo para no entregar nada y no retirar nada
contra la voluntad de Dios. Por otra parte, es un cuidado para mí poder de nuevo
llevar el Evangelio a los púlpitos cristianos sin tener que luchar contra la
incredulidad de mis hermanos”986.
Explica en estos términos el fin de sus disimulaciones: “Cuando Dios haya
probado suficientemente al mundo y a los cristianos que soy un hombre, me hará
“salir del silencio que guardo en el presente y explicarme de nuevo abiertamente,
aunque de manera diferente de aquella en que he hablado en la historia
982
Guillermo Monod. Memoires d'un homme enƒermé comme aliené.
983
Guillermo Monod. Mémoires de l'auteur de Vues nouvelles (sur le
christianisme), p. 113.
984
Histoire véritable de Guillaume Monod, p. 23.
985
Lettre a Prugniéres, Lausanne, 26 de julio de 1849.
986
Lettre a Jean, 26-28 de marzo de 1883, Hectographies, 160, p. II.
verdadera”987.
Este “silencio” duró veintiséis años. Sus sermones estaban llenos de
alusiones veladas.
En 1854-1855 (54 a 55 años), su hermano Adolfo, antes de llamarlo a
París, lo sondea sobre Jesús y la palabra de Dios. No deja escapar nada que pueda
dar que pensar que se cree Cristo. Una réplica suya en una conferencia pastoral es
interpretada como la concesión de su pasada locura.
En la primavera de 1872 (setenta y dos años) se proclama de nuevo el
Cristo en un trabajo titulado Vues nouvelles sur le christianisme. En los últimos
días de 1873 confiesa en una carta privada el nombre de Cristo que Dios la ha
dado.
Otra vez en el púlpito, no cambia ni de actitud ni de lenguaje: “Tengo aún
sometida al juicio de la Iglesia la cuestión de la dignidad de mi misión”988.
En 1875 declara irónica su carta de retractación de 1835: “Afirmo, delante
de Dios, que cuando escribí esa carta no podía tener más que un sentido irónico,
sin que hubiera sido a la vez estúpida e impía”989.
Escribe a Leopoldo Monod: “Te aseguro que desde el año de 1833, es
decir, desde hace cuarenta y dos años, no he dejado ni durante un segundo de
tener la seguridad de que soy Cristo”990.
Enterado de que iban a excluirlo del Comíté'de Alianza Evangélica,
interrumpe momentáneamente toda propaganda activa por escritos públicos y cesa
también en toda alusión a su doctrina.
Solamente en un número de diciembre de 1877, después de catorce meses
de abstención, con motivo de “un gran milagro” ocurrido el domingo 24 de
diciembre en una reunión de fieles, reanuda sus declaraciones.
De una manera general se abstiene delante de los iincrédulos. “Espero para
obrar de otra manera, dice, que la Iglesia haya reconocido que Dios me ha
hablado”991.
Simbolismo. –– Estas citas muestran que las facultades silogísticas de
Guillermo Monod estaban absolutamente intactas, aunque revelan la estructura
simbolista de su espíritu. Este simbolismo se manifiesta en la manera de
interpretar las profecías. Convencido de que se realizan rara vez, muestra que las
de los apóstoles no pueden ser consideradas como cumplidas si no se interpretan
simbólicamente, interpretación simbólica que es obligatoria por las
contradicciones que existen entre ellas; cita frecuentemente esta frase: “Ninguna
profecía es de una interpretación particular”.
En 1832 anuncia que el cólera va a devastar la Saint-Quentin. No pasa
nada, la ciudad es respetada por la epidemia y entonces afirma que se trata de un
cólera moral, de los sufrimientos de Cristo desconocido, de la calamidad popular
constituida por la incredulidad respecto de su misión.
En vista de esto, no hizo más que profecías generales.
Elocuencia. –– Guillermo Monod era más elocuente que el Hijo del
carpintero de Nazareth. He aquí la peroración de un sermón donde descubre el
987
Lettre a Prugniéres, Lausanne, 26 de julio de 1849.
988
Quelques lettres échangées, p. 20.
989
A mis antiguos feligreses, 19 de abril de 1878, en Hectographies, 23, p. 9 y sigts.
990
Guillaume Monod, Le Christ rejeté par son Eglise, París, 1876, p. 38.
991
Hectographies, 23, 19 de enero de 1880, p. 13.
mundo de los elegidos y el de los réprobos: “En el uno estará Jesucristo con las
almas que han podido arrancar a la potencia de Satán: en el otro, la casi totalidad
de los pecadores, por lo que Jesucristo dió en vano su vida. Sobre el uno y el otro,
Dios derramará eternamente las bendiciones sobre los elegidos y las venganzas
sobre los réprobos; con su mano derecha colmará de bienes a los primeros y con
la izquierda castigará a los últimos sin descanso; se glorificará en la alegría
perpetua de los unos y en la desesperación sin fe de los otros. ¡Cristianos! ¿Podéis
creerlo? ¿Podéis escucharlo sin temblar? Si este horrible cielo se pudiese realizar
un momento, Jesucristo no podría tener un momento de reposo. Diría a sus
elegidos: “Oh, mis bienamados ¿no escucháis los sollozos de mis hermanos?
Venid conmigo a librarlos. Son vuestros hermanos, vuestros hijos; son huesos de
vuestros huesos y carne de vuestra carne. Descendamos hasta sus dolores para
elevarlos hasta nuestras alegrías, si podemos tener alguna alegría mientras ellos
sufren sin esperanza. Yo me cargaré con sus pecados, yo llevaré por ellos el peso
de la justicia divina, vosotros les predicaréis mi amor y Dios los convertirá.
Dejemos aquí, si así lo quieren, algunos teólogos que pueden contentarse con tal
cielo; para nosotros el cielo no es el cielo mientras exista un infierno”992.
Carácter. –– Como la mayor parte de los teomegalómanos, Guillermo
Monod padecía una tristeza crónica; confesaba que tuvo en su vida “más de
treinta años de dolores”993.
Cosa curiosa; es muy raro encontrar en su vida actos o palabras de orgullo;
el orgullo de ser Cristo le bastaba. A una señora que le había preguntado si no
estaba contento cuando recibió la noticia, le respondió: “Sí, porque fué una
luz”994.
Era caritativo, pero odiaba a los incrédulos y les lanzaba imprecaciones
que recuerdan las de Ieschou bar Iossef contra los inquisidores y los fariseos.
Al secretario que le notificó, en 1876, la decisión del Comité de Alianza
Evangélica de excluirlo provisionalmente de su seno, le respondió en estos
términos: “Ministros de Jesucristo, indignos del nombre que lleváis, hacéis bien
en excluir de vuestros Comités al santo y al justo, porque no sois dignos de
sentaros a su lado. Es su gloria ser llamado loco por los embusteros que osan
hablar de respeto cuando escupen a la cara de un hermano más sensato que ellos y
creen triunfar de él porque le pisan los pies”995.
Actos. –– Su delirio llega hasta los actos. En septiembre de 1829
(veintinueve años) tuvo discrepancias con el subprefecto y el comisario de policía
de Saint Quentin porque evangelizaba a los mendigos reunidos para una
distribución de pan. Una mañana se arrodilló en plena calle.
Por el tiempo en que vino a habitar a París, tenía por la noche crisis
convulsivas. El 2 de mayo de 1832, después de haber tenido un acceso de locura
se presenta, por orden de una voz alucinatoria, en las Tullerías, y pide hablar con
el rey Luis Felipe para anunciarle, de parte de Dios, que se trama un complot
contra él y poner la profecía escrita en su mano; se lo arresta y se lo conduce a
casa de su padre. El 5 de mayo siguiente fué internado en Vanves, en el pabellón
de los maniáticos excitados. Nuestro siglo es duro con los profetas, escribe
992
Hectographies, 180, p. 3.
993
Sermón del 27 de abril de 1878; Hectographies, 39.
994
Simples notas, p. 116, 19 de diciembre de 1882.
995
Memoria justificativa, p. 15.
Francisco Leuret; “se los envía a soñar al manicomio de Charenton; por eso es tan
difícil encontrarlos en el mundo”996.
He aquí cómo cuenta él mismo su crisis: “Tan pronto giraba sobre mí
mismo hasta caer desfallecido, como corría hacia atrás y caía de espaldas. Así me
di una caída grave de la que me resentí largo tiempo. Otras veces me despojaba de
mis vestidos y aparecía así ante los ojos de mis guardianes. Un día me herí de una
manera que hizo creer que me había vuelto un hombre abominable; me
encontraron bañado en sangre; Dios había renovado en mí por una operación que
estuvo a punto de costarme la vida si El no lo hubiera cuidado de conducir mi
mano, para que tuviese la misma marca sangrienta que dió a Abraham para acusar
a toda la raza humana de pecado. He bebido mi orina y he comido mis
excrementos. Esta fué la prueba que más me costó”.
Discípulos. –– Guillermo Monod fué un poderoso sugestionador. Su
primera victima fué su mujer. En 1848 le anunció que sería madre y la persuadió
de que los signos del embarazo aparecerían y que podían preparar la canastilla.
Este embarazo nervioso fué de larga duración; durante catorce años el matrimonio
cree que Dios prolonga la gestación más allá de los límites naturales, explicándolo
Guillermo por creer que la profecía podía tener un sentido figurado y que el hijo
anunciado acaso fuera la Iglesia nuevamente reformada”. A la muerte de su mujer,
hizo abrir el cadáver para examinar el útero.
Desde 1875 (setenta y cinco años) comienza a tener profetas. Llegaron
bien pronto de treinta a doscientos discípulos.
Poco a poco se fundaron varias iglesias monodistas en varias localidades
de Francia y de Suiza, rindiéndose culto a Jesús-Monod y desarrollándose escenas
de entusiasmo. Estas gentes pagaban el alojamiento de su Dios.
“Más de doscientos cristianos piadosos ––escribe Revault d'Allonnes-
creen hoy todavía en la divinidad de Guillermo Monod”997.
Están diseminados en París (Gobelinos y Montmartre), en Avón, en Turena
y en Ginebra. Entre ellos se encuentran pastores protestantes y curas católicos.
Los monodistas se preguntan si Guillermo Monod sigue entre ellos en
espíritu, como había anunciado, o si habrá vuelto a encarnar en el cuerpo de uno
de sus hijos. La mayor parte se inclina por esta hipótesis y los profetas de la secta
designan como Parácleto a un niño, nacido poco después de su muerte.
Cuando Jesús-Monod fué excluido del Comité de la Alianza Evangélica,
sus discípulos escribieron: “Jamás hemos notado en él la menor alteración de su
espíritu... Si es un falso Cristo, ¿por qué caracteres reconoceremos al
verdadero?”998.
Enemigos. –– Como Ieschou bar Iossef y como todos los Mesías,
Guillermo Monod tuvo numerosos enemigos. En Suiza, a los treinta y seis años,
cuando se supo que afirmaba que Dios le había hablado, fué “objeto de repulsión
y de pavor para muchos”999.
En 1873 (setenta y tres años), el Consistorio pide y obtiene su dimisión.
Como los miembros del Gran Sanhedrín con relación a Ieschou bar Iossef, los
996
Francois Leuret. Fragments psychologiques sur la ƒolie. París, Corchard, 1834,
p. 338.
997
Revault d'Allones. Loc. cit., p. 189.
998
Suite du memoire justiƒicatiƒ, ps. 25 a 36.
999
Monod. A mis amigos feligreses, 5 de mayo de 1880, en Hectographies, p. 7.
protestantes ortodoxos lo consideran un destructor del culto establecido.
Su sobrino, el pastor Luis Vernes, deseó vivamente que se hiciese el
silencio alrededor del nuevo Mesías, y entre las razones que daba a Revault
d'Allones figuran, en primera línea, “ciertas semejanzas, lamentables a su juicio,
que presentaba con Jesucristo”1000.
INDICE
Prólogo a la 2a edición
Introducción
Prefacio
PRIMERA PARTE:
LOS EVANGELIOS CANONICOS
I. - El método biológico en la historia
II. - Los documentos relativos a Jesús
III. - Valor histórico de los Evangelios canónicos
SEGUNDA PARTE
LA HERENCIA DE JESUS
I. - El judío Jesús
II. - El padre y la madre de Jesús
III. - Los hermanos y las hermanas de Jesús
IV. - La tía y el primo hermano de Jesús
V. - Biología de la familia de Jesús
TERCERA PARTE
PSICOLOGIA DE JESUS
I. - La constitución de Jesús
II. - El aparato digestivo de Jesús
III. - El aparato respiratorio de Jesús
IV. - El derrame pleuritico
V. - El sistema nervioso de Jesús
VI. - El aparato genital de Jesús
CUARTA PARTE
LOS CONOCIMIENTOS Y LAS IDEAS DE JESUS
I. - Los conocimientos de Jesús
1000
Revault d'Allones. Loc. cit., p., 132.
QUINTA PARTE'
EL DELIRIO DE JESUS
I. - Generalidades sobre el delirio de Jesús
II, - Jesús, hijo de Iahvé
III. - Jesús, el Mesías
IV. - Jesús confidente, intérprete y agente de Iahvé
V. - Jesús-Iahvé
VI. - Jesús, víctima expiatoria
VII. - Influencia de la sugestión sobre el delirio de Jesús
VIII. - Las alucinaciones de Jesús
IX. - Caracteres generales de las alucinaciones de Jesús
SEXTA PARTE
LAS FACULTADES INTELECTUALES DE JESUS
I. - La memoria de Jesús
II. - Asociación de las representaciones en Jesús
III. - La evocación de las imágenes en Jesús
IV. - La imaginación constructiva en Jesús
V. - El razonamiento de Jesús
VI. - Los accesos intelectuales de Jesús
SEPTIMA PARTE
LAS EMOCIONES Y LOS SENTIMIENTOS DE JESUS
I. - Las emociones de Jesús
II. - Los temores de Jesús
III. - Los afectos de Jesús
IV. - Los odios de Jesús
OCTAVA PARTE
LA MORAL DE JESUS
I. - La moral de Jesús
II. - Reglas morales inspiradas por el odio
III. - Regla moral inspirada por el miedo
IV. - Reglas morales inspiradas por la piedad
V. - Caracteres generales de la moral de Jesús
NOVENA PARTE
EL LENGUAJE DE JESUS
I. - La logorrea
II. - La paralogía temática
III. - La embolofrasia
IV. - Autoecolalia
V. - Incoherencia de lenguaje
VI. - El abuso de los pronombres personales
VII. - La autodesignación por la tercera persona
VIII. - La palabra autoritaria
IX. - Las explosiones verbales
X. - El acceso del estupor con mutismo
DECIMA PARTE
LA ACTIVIDAD DE JESUS
I. - Fisiología de la actividad mórbida
II. - Las cuatro impulsiones ambulatorias de Jesús
III. - El vagabundear de Jesús
IV. - Generalidades sobre el vagabundaje de Jesús
V. - Los actos delirantes de Jesús
UNDECIMA PARTE
EL PROCESO DE JESUS
I. - Los acusadores y los jueces
II. - El proceso de Jesús ante la “Beth-Din”
III. - El proceso de Jesús ante el Gran Sanhedrín
IV. - El primer veredicto del Sanhedrín
V. - La orden de comparecencia
VI. - La detención.
VII. - El segundo veredicto del Sanhedrín
VIII. - El proceso de Jesús en el Pretorio
IX. - La ejecución
DUODECIMA PARTE
DIAGNOSTICO DE LA LOCURA DE JESUS
I. - Observación clínica de Jesús
II. - Jesús era un teomegalómano histeroide
III. - El caso de Jesús
IV. - El caso de Guillermo Monod