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El sujeto es aquello de lo cual se predica algo, desde el punto de vista filosófico antiguo; el
concepto más moderno asigna a aquel lugar en donde se constituyen todas las
representaciones.
Sujeto empírico o receptivo es el que sólo recibe las impresiones sensibles; y sujeto
trascendental o activo es el que ordena las representaciones según sus propios mecanismos.
Tanto para el subjetivismo como para el relativismo existe una verdad, pero es limitada, no hay
una verdad universal.
El subjetivismo, tal como lo señala la palabra, reduce al sujeto que conoce y que hace un juicio,
la validez de la verdad.
El sujeto que conoce puede ser una persona en particular o el hombre como género humano o
sea como sujeto general.
Para el subjetivismo individual el juicio sólo será válido y verdadero para esa persona y para los
demás puede ser falso.
El subjetivismo enfatiza los factores que dependen del sujeto que conoce, mientras el
relativismo hace depender el conocimiento humano de factores externos, la influencia del
medio y del espíritu, de la cultura, de la época y de todos los elementos que contiene.
Así como el escepticismo, tanto el subjetivismo como el relativismo existen desde la
antigüedad.
Un ejemplo de subjetivismo son los sofistas, como Protágoras (siglo V a. de C.), famoso por la
frase “el hombre es la medida de todas las cosas (homo mensura).
El relativismo cultural es un movimiento que surge a partir de los importantes adelantos de las
ciencias naturales, no hay verdades absolutas sino relativas a las circunstancias.
Sin embargo, hay verdad cuando el juicio coincide con la realidad objetiva; y si existe esa
verdad no es sólo para un individuo sino para todos.