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LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO (1810-1821)

Te presentamos una reseña de este movimiento que, en tan sólo once años, le permitió al ejército
insurgente acabar con casi tres siglos de dominio español en nuestro territorio.

Foto: Mural en el Fuerte de San Diego, Acapulco

MÉXICO DESCONOCIDO

El periodo de nuestra historia conocido como la Guerra de Independenciaempieza (estrictamente


hablando) la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el padre Miguel Hidalgo da el
llamado "Grito de Dolores" y termina el 27 de septiembre de 1821 (11 años después) con la
entrada triunfal del Ejército Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, a
una jubilosa Ciudad de México. El objetivo principal de este movimiento (armado y social) era
liberar a nuestro territorio del yugo español y que, en cada rincón de la Colonia se olvidase por
completo el concepto de virreinato.

Como es lógico de suponer, antes de 1810 hubo antecedentes ideológicos notables encaminados
"por esa hambre de libertad" que ya operaban, principalmente, en las mentes de los criollos
(personas nacidas en México pero de padres europeos); se sabe incluso que, antes de estallar la
Independencia, uno de los grandes pensadores de la época, fray Melchor de Talamantes, había
logrado circular varios escritos subversivos en los que se afirmaba que el territorio mexicano, por
tener "todos los recursos y facultades para el sustento, conservación y felicidad de sus
habitantes", podía hacerse independiente y que, además de posible, la Independencia de
México era deseable porque el gobierno español no se ocupaba del bien general de la Nueva
España, como sí se ocuparía un gobierno libre, constituido por netamente mexicanos.

ETAPAS DE LA INDEPENDENCIA

De acuerdo con los especialistas, el estudio del desarrollo histórico de este importante
movimiento revolucionario se puede entender mejor si se revisan, detenidamente, los siguientes
cuatro momentos o etapas más trascendentales:

Primera etapa
Abarca desde el Grito de Dolores (16 de septiembre de 1810) hasta la batalla de Puente de
Calderón (en el actual municipio de Zapotlanejo, Jalisco, el 17 de enero de 1811), cuando la
muchedumbre dirigida por Hidalgo -con su famoso estandarte guadalupano en mano- peleaba con
más pasión y arrojo que estrategia. En este momento, cuando el cura de Dolores llegó a su cita con
la historia en el Puente, sus fuerzas se calculan en alrededor de cien mil hombres (entre criollos,
indios, mestizos y gente de las castas). Por su parte, los realistas, soldados leales al virrey y a la
corona española, debían rondar entre los 50 mil efectivos.

Segunda etapa

En este periodo entra en escena José María Morelos y Pavón. Éste va desde principios de 1811
hasta la toma del Fuerte de San Diego en Acapulco (en agosto de 1813). Durante este tiempo, los
insurgentes se anotaron varios triunfos siendo los más sonados los obtenidos en las regiones del
centro -en Cuautla (Morelos), donde llegaron a romper un importante cerco- y en el sur -en
Acapulco y Chilpancingo (en Guerrero), donde incluso gestionó el primer Congreso de Anáhuac- de
la actual República Mexicana.

Tercera etapa

Ésta se caracteriza por un gran desorden. Con la muerte del “Siervo de la Nación” (fusilado en
Ecatepec, en el Estado de México), se crea un gran vacío en el mando del grupo insurgente y los
realistas, aprovechando esta situación, al mando del temible General Félix María Calleja logran
rehacerse y recuperar la ofensiva. En esta etapa se rinde el último reducto importante insurgente
y, técnicamente, los leales a la corona han ganado la guerra. Sólo unas cuantas partidas, como la
que comandaba Vicente Guerrero (en el sur), siguieron en pie de lucha. Este periodo acaba en
febrero de 1821 con la firma del trascendental “Plan de Iguala”.

Cuarta etapa

Ésta transcurre del 24 de febrero de 1821 hasta el 27 de septiembre de ese mismo año cuando
el Ejército Trigarante, al mando del ex realista, Agustín de Iturbide, entra triunfal, junto con
Vicente Guerrero, a la Ciudad de México. El contingente, compuesto por los soldados del General
Iturbide (ya convertidos) y los insurgentes que aún quedaban, avanzó por la actual calle de
Madero en el Centro Histórico de CDMX hasta alcanzar la popular plancha del Zócalo. Con este
pasaje terminó formalmente la lucha por la Independencia de México.
CÓMO SE PRESENTA EL FENÓMENO DE EL NIÑO EN MÉXICO

Hemos insistido en la necesidad de estudiar de manera interrelacionada los procesos naturales y


sociales que conforman los riesgos de desastre, por lo cual consideramos importante presentar una
breve revisión de las formas como se presenta, en términos generales, el fenómeno de El Niño en
México (cfr. Magaña, 1999; Magaña et al. y Trasviña et al. en: Magaña, ed., 1999).

Mapa 1: República Mexicana con división política por estados

1. Aguascalientes 17. Morelos


2. Baja California Norte 18. Nayarit
3. Baja California 19. Nuevo León
4. Campeche 20. Oaxaca
5. Coahuila 21. Puebla
6. Colima 22. Querétaro
7. Chiapas 23. Quintana Roo
8. Chihuahua 24. San Luis Potosí
9. Distrito Federal 25. Sinaloa
10. Durango 26. Sonora
11. Guanajuato 27. Tabasco
12. Guerrero 28. Tamaulipas
13. Hidalgo 29. Tlaxcala
14. Jalisco 30. Veracruz
15. Estado de México 31. Yucatán
16. Michoacán 32. Zacatecas

El Niño impacta el clima en México provocando mayor precipitación en invierno y escasez de lluvia
en verano. Así, la presencia de El Niño en el territorio mexicano está íntimamente ligada con la
disponibilidad de agua. La escasez de lluvia en ciertos años es quizá la señal más evidente de un
Niño fuerte, y son los costos de la sequía los que más se resienten en México, afectando en especial
la producción de granos básicos en algunas regiones, a lo cual se agregan las condiciones extremas
de relieve y altitud, entre otras. Más de la mitad del territorio mexicano se considera árido o semiárido,
pues más del 60% del escurrimiento se produce en el 20% del territorio, principalmente en el centro
y sur, mientras que el norte, correspondiente al 34% del territorio, cuenta con un escurrimiento que
alcanza sólo el 2% del total nacional.
Intentando una asociación entre El Niño y el clima de México, en términos generales se puede decir
que las lluvias de invierno se intensifican durante años Niño en el noroeste y noreste de México,
mientras que disminuyen hacia la parte sur. Los inviernos con Niño, por su parte, resultan más fríos
en casi todo el país, mientras que los veranos con Niño son más secos y cálidos que en veranos de
Niña.
En años normales, el clima mexicano en invierno es parcialmente modulado por frentes fríos y lluvias
invernales, tanto en la región de Baja California, Sonora y Chihuahua, como en la de Nuevo León y
Tamaulipas, estados ubicados al norte del país. Algunos de estos sistemas de latitudes medias
logran alcanzar bajas latitudes convirtiéndose en lo que se denominan "nortes", que los expertos
identifican como el resultado de la acumulación del aire frío en latitudes medias e intensos gradientes
meridionales de presión en la tropósfera baja, que resultan en irrupciones de aire frío hacia los
trópicos; estos "nortes" afectan los estados de la vertiente del Golfo de México, la península de
Yucatán y partes de Centroamérica y el Caribe.
El impacto de El Niño en las lluvias de invierno de México no es siempre el mismo, pues existen
diferencias en las características regionales y temporales de las anomalías de lluvia y temperatura
de un año Niño a otro. Por ejemplo, en determinadas regiones de los estados de Veracruz, Tabasco
y Yucatán, el impacto de El Niño en el clima invernal se relaciona con la actividad de los ya
mencionados "nortes", cuyo número e intensidad parecen verse afectados al cambiar la circulación
atmosférica, y cuya ocurrencia en la vertiente del Golfo de México se identifica a partir de un
descenso de la temperatura superficial de 2º C o más en 24 horas, de cambios en la dirección del
viento siendo éste de norte a noroeste, y de precipitaciones.

Mapa 2: Clasificación de temporal a nivel estatal.

Fuente: Conde et al., 1999:114.

Los impactos de El Niño durante el invierno pueden describirse en general como lluvias y fríos
anómalos en el norte de México.
El verano Niño en México, por su parte, provoca que las lluvias en la mayor parte del país disminuyan,
llegando con frecuencia a producir severas sequías que en la segunda mitad de los 90 llevó a
declarar zonas de desastres a gran parte de los estados del norte del país por la falta de lluvias. Los
efectos de El Niño en materia ambiental, asociados a menores precipitaciones incluyen menos
humedad en el suelo y frecuentemente, pérdidas de miles de hectáreas de bosques por incendios
forestales.
Sin embargo, no debe olvidarse que El Niño no es el único modulador del clima. La disminución de
nubes sobre México permite el aumento en la cantidad de radiación que llega a la superficie con lo
que se registran temperaturas por encima de lo normal en gran parte del territorio durante veranos
El Niño. Una disminución en la cantidad de humedad sobre el altiplano, al centro del país, puede
resultar en mayor enfriamiento radiactivo y heladas inesperadas sobre el centro de México.

Figura 1: Diagrama esquemático de impactos de El Niño en México

Por su parte, la intensificación de los vientos alisios sobre México en años Niño inhibe la entrada de
humedad por las costas del Pacífico y debilita la componente orográfica de la lluvia, tan importante
en la cantidad de precipitación que ocurra en esa zona del país. La disminución de las lluvias en
México durante años El Niño, principalmente en la región del noroeste, está asociada con el
decremento en el número de huracanes en el Caribe y Golfo de México. Esta relación entre El Niño
y los huracanes del Atlantico es significativa. Por otro lado, no es claro que la ocurrencia de El Niño
afecte el número de huracanes que se forman en el Pacífico Mexicano, como tampoco el número de
huracanes en el Pacífico nororiental.
Una de las regiones más afectadas en términos de disponibilidad de agua es la región del Pacífico
norte, en donde los años Niño parecen resultar en un monzón débil y escurrimientos por debajo de
lo normal.
Los especialistas consideran que en las últimas dos décadas, los Niños que más afectaron el
territorio mexicano fueron los de 1982-1983 y 1997-1998, al igual que ocurrió a nivel general. Al
respecto Glantz mismo señala que El Niño de 1982-1983, después del anterior evento cálido
extraordinario de 1877-1878, había sido considerado como el más intenso del siglo, y más tarde se
presentó otro Niño del siglo en 1997-1998 (Glantz, 1998). Durante este último se ha determinado
que durante el verano del 97 se presentó una de las mayores sequías que ha experimentado el país,
con decrementos cercanos al 50% de las lluvias, afectando prácticamente en todo el territorio el cíclo
agrícola primavera-verano que es fundamental para la producción agrícola nacional. Al respecto
existen interesantes estudios de caso que muestran resultados, en ocasiones, inesperados relativos
a los efectos de la sequía (Liverman, 1990 para Sonora y Puebla durante los setentas, y Conde et
al., 1999 para Tlaxcala en 1997, entre otros). A la sequía del 97 se asociaron un gran número de
incendios forestales en la primavera del 98, que provocaron una de las más severas catástrofes
ecológicas y sociales en la historia del país. Mientras tanto, en el invierno de fines del 97 y principios
del 98, las lluvias excedieron los parámetros normales en el noroeste de México (en Baja California)
y en la península de Yucatán, no siempre respondiendo a los pronósticos que se habían lanzado.

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