Sunteți pe pagina 1din 6

Biología del cerebro y la conducta humana

Por Yureli Cacho Carranza

Ciudad de México. 19 de septiembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).-


El estudio de las neurociencias ha sido determinante para comprender aspectos
del comportamiento humano distintos a los que la propia psiquiatría y psicología
han logrado analizar. Lo anterior se debe a que la neurociencia desentraña la
complejidad del funcionamiento e interrelación de los diferentes tipos de neuronas
(principales células del sistema nervioso) localizadas en el encéfalo, pero desde el
punto de vista biológico, explicó la psiquiatra Maritza Martínez Vera, socia de la
Asociación Psiquiátrica Mexicana, A.C. y egresada del Departamento de
Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM).

Según la especialista, errónea y popularmente al encéfalo se le conoce e identifica


más como cerebro, por ser el cerebro el órgano más grande de las partes internas
que constituyen el encéfalo, mismo que a su vez se encuentra protegido por tres
membranas (las meninges) y por el cráneo. Analizar el sistema nervioso, su
respuesta ante estímulos exteriores y la conducta que de ello se deriva, a través
de la neurociencia, ha dado pie a un mayor y mejor entendimiento del encéfalo
humano en su conjunto, como el proceso de aprendizaje o la interacción del
hombre con el entorno.

Si bien el cerebro, como componente mayúsculo del resto de órganos que


conforman el encéfalo, alberga la mayoría de las funciones cognitivas o
intelectuales como la razón, memoria, voluntad y pensamiento; el cerebelo,
médula espinal, hipófisis, hipotálamo, tálamo, bulbo raquídeo y demás elementos
integradores del encéfalo también rigen otras facultades como el movimiento,
sueño, hambre, sed o las emociones: alegría, amor, miedo, tristeza, odio, ira,
comentó la especialista certificada por el Consejo Mexicano de Psiquiatría, Maritza
Martínez Vera.

Teniendo en cuenta lo anterior, durante su visita a México, el doctor en ciencias de


la computación Pradeep Kumar Atrey expuso un resumen de la investigación que,
durante 14 años, ha realizado en el campo de la neurociencia. En la presentación
que P. K. Atrey mostró en la Aldea Digital y que fue una de las cinco conferencias
de mayor acogimiento de las casi 100 que se realizaron, el investigador manifestó
que aunque cada persona viste diferente, piensa diferente o habla diferente, al
cerebro humano para entenderlo mejor —aun cuando biológicamente es idéntico y
funciona de la misma manera en las cabezas humanas de todo el orbe—, es
preciso distinguirlo bajo características como el sexo o la edad.

Ante un auditorio de cientos de personas interesadas en el tema que se


congregaron en el Zócalo de la Ciudad de México para escucharlo, P. K. Atrey dio
a conocer la clasificación que él ha hecho y estudiado del cerebro, separándolo en
cerebros masculinos, femeninos, adolescentes, de 40 a 50 años, de adultos
mayores y de bebés. Igualmente, informó algunos de los resultados que el
elemental órgano presenta tras regirse por experiencias que los individuos tienen
con el ambiente que les rodea. Por ejemplo, la publicidad, los empaques y las
marcas, la música, el lujo, los videos culturales, entre otros, peculiaridades que
Pradeep definió como las que “hacen agua la boca”.

El cerebro entre los 40 y 50 años

A los 40 años, afirmó el conferencista, la cantidad de serotonina en el organismo


disminuye, lo que lleva a padecer, entre los 40 y 50 años, un sentimiento
emocional de vacío interior.

“Aunque las relaciones familiares y amorosas, el lugar donde se habita e incluso el


trabajo sean enteramente satisfactorios, ya no se percibe así. Una solución rápida
es dar o recibir un abrazo porque esta acción incrementa el nivel de serotonina en
el cerebro. A la gente le gusta tener perros o gatos por la posibilidad de
abrazarlos. Otra forma es pensar en algo que nos haga sentir agradecidos con la
vida. Asimismo, las vivencias espirituales contribuyen a elevar nuestra serotonina”,
recomendó P. K. Atrey.

La serotonina es una sustancia de origen químico producida por el triptófano,


aminoácido que contienen cereales como el amaranto, trigo, arroz, centeno, avena
o cebada, así como las fresas, uvas, espinacas, calabazas, nueces, almendras,
semillas de girasol, lentejas, plátano, mango, aguacate, apio, pepino, chayote, ajo,
tamarindo, papaya, naranja, manzana, zanahoria, coliflor, col, cebolla, berenjena,
frutos secos, tomates, espárragos, cacahuates, garbanzos, piñones, lácteos,
ajonjolí, huevo, pescado, pollo, pavo, entre otros alimentos. Una de las funciones
de este neurotransmisor es mantener el estado de ánimo en buenas condiciones,
es decir equilibrado.
P. K. Atrey agregó que en esta misma década de los 40 a 50 años, un bajo nivel
de dopamina, otro neurotransmisor del cerebro, afecta la capacidad de sentir
emoción. “Vivenciar o adquirir algo nuevo todos los días mejora la actitud. Una vez
que se cumplen 50 años, los desajustes por la carencia tanto de serotonina como
de dopamina desaparecen. Sin embargo, en el lapso de esos 10 años, la vida
puede transformarse en un desastre”.

La dopamina, por su parte, se genera a partir de tirosina, otro aminoácido


contenido en prácticamente los mismos alimentos que tienen triptófano. Niveles
adecuados de dopamina se relacionan con energía mental, buena memoria,
atención, aprendizaje, control de impulsos, movimiento, humor y sueño, puntualizó
la psiquiatra Martínez Vera.

El cerebro adolescente

Otro de los temas abordados por P. K. Atrey fue la explicación de que


biológicamente los adolescentes están impedidos para utilizar el razonamiento.
“En esta etapa de la vida el cerebro no se desarrolla uniformemente. La parte
emocional o emotiva se completa, pero la razón aún no, de ahí la imposibilidad de
razonar con un adolescente, por lo que a ellos solo es posible llegarles por medio
de las emociones”.

Algunas de las características que distinguen el comportamiento de los


adolescentes son por ejemplo, su interés por pertenecer a un grupo. El que
prefieran estar con sus amigos no se debe a un acto de rebeldía, simplemente es
algo muy poderoso para ellos porque es bajo ese contexto que durante ese
periodo de tiempo sienten seguridad. Es entre los 20 y 25 años cuando se
ocuparán de forjarse una identidad propia.

“La música que escuchamos entre los 15 y 22 años, el cerebro la piensa como la
mejor. Aun cuando los adolescentes se inclinan por tener emociones breves,
buscan probar de todo porque no consideran que algo les pueda pasar y están
ciertos de que les falta mucho por vivir. Sin embargo, ansían desenvolverse lo más
rápidamente posible en todos aspectos. La primera vez de cualquier
acontecimiento lo conservan para siempre en su memoria debido a que
experimentan muy intensa y significativamente su primer abrazo, su primer beso,
su primera pareja, su primer viaje, etcétera”, afirmó el experto.

Diferencias entre cerebro femenino y masculino


A decir de P. K. Atrey, la memoria emotiva o emocional del cerebro femenino es
mayor a la de los hombres. “De algún encuentro o reunión, los varones tal vez
recuerden si hubo alcohol por ejemplo, pero son incapaces de guardar en su
memoria los detalles. En cambio, las mujeres suelen ser más precisas con
relación a las particularidades del lugar, el atardecer, la música de fondo,
etcétera”.

Durante una conversación, a las mujeres debe hablárseles sobre la emoción del
contexto y no únicamente relatarles los hechos per se, dado que al exponerles
estos de manera simple, no se logrará que se interesen en la conversación, como
tampoco se mostrarán interesadas en nadie que no las mire porque el contacto
visual es de igual modo fundamental para ellas, indicó el ponente.

“Una mujer utiliza cerca de 20 mil palabras diariamente, el hombre solo siete mil.
Ellos han dejado de leer hace mucho tiempo y prefieren las imágenes por sobre
las palabras, así como los espacios físicos. Las mujeres siguen amando las
palabras y leen todo. Después de una embolia por ejemplo, ellas recuperan el
lenguaje más rápido que los hombres porque sus habilidades lingüísticas están
mayormente diseminadas en el cerebro, en tanto, en los cerebros de ellos, solo se
concentran en ciertas áreas”.

Por lo anterior, de acuerdo con los estudios de P. K. Atrey, “el cerebro masculino
prefiere un lenguaje directo y recibir instrucciones precisas. ‘Toma eso, mueve
eso, vamos a tal lado…’ Mientras que ellas aprecian más las preguntas y la
inclusión: ‘¿Y si hacemos esto? ¿Por qué no mejor lo ponemos allá?’ Aunque el
sentido sea el mismo, a la mujer se le deben plantear las cosas como pregunta,
mas no imperativamente. En ellas la forma cambia el fondo y agradecen el
lenguaje colaborativo porque repelen las órdenes”, aseguró.

Que las neuronas de las mujeres sean más grandes de tamaño que las de los
hombres, tiene grandes implicaciones. El encéfalo femenino reacciona mucho
mejor a la interacción social, el masculino, no. Los caballeros son mucho menos
propensos a preocuparse, responden a sus emociones usando la lógica, la mujer
no, y evolutivamente ella está preparada para realizar múltiples tareas al mismo
tiempo, de lo cual son incapaces los hombres, dijo el doctor en ciencias Pradeep
Kumar Atrey.
Un detalle que adicionó respecto a los cerebros de adultos mayores es que se
distraen con facilidad, hacen caso omiso de mensajes negativos y reaccionan
enérgica y animosamente a la música de sus primeros años.

Experiencias que 'hacen agua la boca' y el concepto de lujo

Para lograr que alguien quiera comerse algo, señaló P. K. Atrey, lo más útil es
anunciarlo porque eso invita a que el cerebro lo desee. El aroma igualmente es
básico, existe una parte en el cerebro donde residen el olor y sabor que después
se mezclan. “Cuando no se tiene buen olfato, los platillos no se antojan. Cualquier
tipo de alcohol, antes de tomarlo, se huele y eso hace una gran diferencia”.

Asimismo, ver los alimentos mientras se preparan hace que el cerebro quiera
consumirlos, de ahí el éxito de las cafeterías modernas, en las que el consumidor
paga por la experiencia de observar cómo su pedido se hace en el momento. A
partir de imágenes, de mostrar frescura y visualizar el proceso de elaboración, el
cerebro disfruta y saborea lo comestible. Utensilios de madera, piedra o cerámica
son mejor admitidos por el cerebro cuando de comer se trata, aseveró el
investigador.

Ahora bien, ¿cuándo el cerebro considera que algo es lujoso? Pradeep sostiene
que un objeto representa mayor ostentación entre más pequeño y sofisticado sea.
Sin embargo, para el cerebro, la altura y el peso también simbolizan lujo. Las
piezas artesanales, lo que se hace a mano y aquello que implica más tiempo para
producirse, significa calidad y magnificencia.

Por otra parte, la rareza, que haya pocas cosas iguales de algo, denota categoría.
El color, cuando algo es negro con dorado o plateado, se aprecia elegante. Lo que
tiene listones igual, por eso los regalos llevan moño.

El cerebro y la publicidad

Finalmente, el doctor P. K. Atrey sugirió que en el ámbito publicitario no es


conveniente mostrar a mujeres solas, porque eso no genera impacto. Un anuncio
tampoco debe mostrar a más de tres personajes; en materia de publicidad, el
cerebro humano no conecta con demasiados personajes. Lo que sí funciona muy
bien es hacer explícito el contacto con seres humanos o animales y otorgar al
espectador una experiencia agradable y lo más cercana posible al producto.
“De igual modo, el cerebro reacciona muy bien a la música, los primeros cinco
segundos de un mensaje son cruciales. No se tiene tiempo para contar toda una
historia, así que la música debe hacer que todo suceda. Las imágenes en cámara
lenta son una herramienta poderosa porque biológicamente el cerebro está
programado para contemplar y apreciar imágenes en cámara lenta. Cuando se
predice algo que resulta cierto, el cerebro produce dopamina. Por lo tanto, existe
una recompensa y la cámara lenta favorece las predicciones”.

Para concluir, Pradeep recomendó evitar el uso de maniquíes sin cabeza, piernas
o brazos, porque el cerebro reacciona negativamente a partes mutiladas: “Figuras
así, en lugar de atraer, alejan. En las tiendas se debe considerar la instalación de
un televisor, pues resulta ideal para los acompañantes. Cuando los hombres ven
programas, deportes o alguna serie donde se escenifican triunfos,
automáticamente experimentan euforia, y una vez que la mujer le pregunte cuál
vestido, blusa o par de zapatos llevar, el cerebro masculino sin pensarlo mucho
responderá: llévate todo”.

S-ar putea să vă placă și