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Páez, D. & Velasco, C. (2001) Introducción de la Alexitimia a la Inteligencia Emocional. Boletín de


Psicología, 70, 7- 9.

Introducción: de la Alexitimia a la Inteligencia Emocional


Darío Páez y Carmen Velasco

Este número especial presenta una serie de artículos focalizados sobre los avances
recientes en el área de la Alexitimia, la Emoción y el Bienestar. La alexitimia, entendida
como una serie de procesos deficitarios en el procesamiento intra e interpersonal de las
emociones, es una imagen en espejo negativa de la denominada Inteligencia Emocional
(IE). Esta última se supone que está compuesta de una serie de facetas:
a) Capacidad de atender a las emociones. La dimensión de pensamiento orientado
hacia lo externo del constructo de alexitimia, operacionalizada por la escala
TAS, representa justamente un déficit de este aspecto de la IE, probablemente de
tipo consciente y voluntario. El estilo de afrontamiento represor, que se
caracteriza por una disociación de la respuesta emocional subjetiva (percibida
como baja) y de la respuesta fisiológica (alta según indicadores de tasa cardíaca
p.e.), representaría un déficit de atención para las emociones de tipo automático
e involuntario.
b) Claridad emocional. La faceta de dificultad para diferenciar sensaciones y
sentimientos del constructo de alexitimia, medida por la escala TAS, representa
el déficit de claridad emocional.
c) Capacidad de regulación y reparación emocional. El área de dificultad de
expresión verbal de las emociones del TAS representaría el déficit de compartir
y hablar sobre las emociones, en vistas a regularlas.
Varios estudios psicométricos recientes han confirmado la convergencia de las
facetas de la alexitimia con escalas de IE (Gohm y Clore, 2000; Parker, Taylor y Bagby,
2001). Los artículos de este número permiten avanzar en la comprensión de los procesos y
déficits de atención, claridad, expresión y regulación emocional, que podemos denominar
de IE. Martínez y Ortiz revisan la etiología de la alexitimia, concluyendo que hay evidencia
suficiente para apoyar las teorías de tipo cognitivo, que postulan que estos sujetos se
caracterizan por déficits de atención, discriminación y elaboración de las experiencias
afectivas.
Por otra parte, aunque factores sociales (baja educación) y culturales (sociedades
que enfatizan lo externo, lo somático y conductual) influencien a la alexitimia, es poco
probable reducir ésta o sus facetas a meras construcciones culturales. Casullo retoma la
discusión, planteando que la alexitimia está anclada en una concepción individualista y
dualista de las emociones y que su validez ecológica necesita de más estudios conscientes
del carácter culturalmente cargado de este constructo. Estamos de acuerdo sobre la
necesidad de avanzar empíricamente sobre estos aspectos. Probablemente no hay una sola
inteligencia emocional, basada en la atención, claridad, alta expresión verbal y regulación
emocional centrada en la modificación del medio –estos rasgos son típicamente
individualistas–. En culturas asimétricas o que aceptan fuertes diferencias jerárquicas, en
las que la persona se define por su adscripción con deberes a un grupo estable, es probable
que la minimización de la experiencia afectiva, sobre todo negativa, la no focalización en lo

1
interno, la atención a las respuestas de otro, la expresión emocional indirecta, no verbal,
ritual o conductual, y la reparación mediante la auto–modificación o afrontamiento
secundario, sean respuestas adaptativas.
Diferentes estudios han mostrado que la alexitimia puede modificarse y que la IE se
puede aumentar (véase p.e. Espina, Ortego y Ochoa, 2001). Yllá expone las orientaciones
de psicoterapia, en particular grupal, ante la alexitimia –el estudio antes citado sugiere que
la alexitimia es modificable por terapia familiar, probablemente porque el déficit de
expresión emocional esté causado por el déficit de apoyo social del entorno–. Los artículos
de Velasco y colaboradores, López–Valverde, Fernández–Sedano y cols., y Fernández–
Berrocal y cols. ilustran la validez y convergencia de los estudios sobre alexitimia,
afrontamiento e IE. El primer artículo confirma que la alexitimia, medida por el TAS–26,
se asocia en muestras de sanos y enfermos, a afrontamiento de evitación e inhibición
emocional, a baja expresión emocional y a malestar afectivo. El segundo artículo confirma
que la baja expresión afectiva y el poco procesamiento intra e interpersonal de los
problemas del embarazo se asocia a más estrés durante pruebas médicas y con ansiedad. El
tercer artículo muestra que la supresión de pensamientos y la baja capacidad de reparación
de emociones medida por la escala de IE de Salovey y cols. predicen mayor ansiedad en
mujeres embarazadas. Dichos estudios permiten extraer conclusiones sobre la relevancia de
la rumiación e inhibición emocional para la intervención en Psicología de la salud.
Los dos últimos artículos son de corte más general, aunque permiten mejorar
nuestro conocimiento de los fenómenos emocionales y sus correlatos psicosociales. Avila y
cols. examinan la problemática de la relación entre personalidad y respuesta emocional a
partir de teorías y métodos recientes. Rimé y Zech revisan los estudios sobre los contextos
y efectos de hablar sobre las emociones, concluyendo que compartir sobre las emociones
tiene como funciones o efectos sobre todo aumentar la integración social y validar el
mundo simbólico en el que vive la persona –y no disminuir la activación emocional
vinculada a un episodio emocional negativo, la que en realidad se mantiene o aumenta en el
intercambio social–. La expresión verbal y no verbal de las emociones aparece así como
causada por las formas de apego a las que el sujeto ha estado expuesto, así como
permitiendo el refuerzo de su apego o integración social y no tanto la regulación
intrapersonal de la emoción como se pensaba.
Esperamos que el lector de este número especial del Boletín de Psicología aprecie
estos artículos que sintetizan algunas líneas de investigación más recientes dentro de la
Psicología y Psiquiatría.
Finalmente, queremos agradecer la ayuda financiera del Vicerrectorado de
Investigación de la Universidad del País Vasco al grupo de alto rendimiento UPV 109.213–
G 56/98.

Referencias
Espina, A. Ortego, Mª.J. y Ochoa, I. (2001). Un ensayo controlado de intervenciones
familiares en trastornos alimentarios. Cambios en alexitimia. Anales de Psiquiatria,
17, 64–72.
Gohm, C.L. y Clore, G.L. (2000). Individual differences in emotional experience: mapping
available scales to processess. Personality and Social Psychology Bulletin, 26, 679–
697.

2
Parker, J.D.A., Taylor, G.J. y Bagby, R.M. (2001). The relationship between emotional
intelligence and alexithymia. Personality and Individual Differences, 30, 107–115.

En San Sebastián a 30 de Abril del 2001

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