Sunteți pe pagina 1din 49

,. ·.~·.

1- '\ • .'
()
..
~
N"\
rt-'-
l ';
{..¿
•' ·,

« ~· ·~ ~¡

PIERRE JACCARO
Profesor de la Universidad de Laus~na. -
• Antiguo Presidente de la Esc.uelu de Cienclas
sociales IJ polüicas

l
!
:
Traducción: ; l
·.
;
1 ·.
'.\j.6 Alicii, Mnllor Sebastián i
1

PSICOSOCIOLOGIA
Lleonclada en Clrnclu !con<lmicu 1
!

Heviei6n:
Ioaquín Lépez Vernzn .
Llc•nclado en Chndu Económiou [>-EL~
11
I;
TR A~
1


i
1
U C V

·I .. .
J.
' : ·l'
1

i 1:.
i ·,
\
,·,
1
1 1
.. '
't,
.,
1
SAGITARIO, S. A.
.,

\
do Ediciones IJ Dist•;bvciones
BARCELONA
{'
1

Título original,
. \'.;
PsYcHc.-Soc10LoG1E cu Tnxvxn,
. --·,;,
,

SUMAR.JO

PR.ESENT ACION 11
De Milton y Locke a Smith, Hegel y Marx . 13
.. La moderna sociología del trabajo . 23
r$! '
.l
-c
(C) Pá11ot, Parts, 11)66 ·t·\ ~ ·:·:··: (') 1,.
.. : .,,'-,... ·'.·· ~¿ •... , .....
PRIMERA PARTE
© de la versión españole,
SAGITARIO, S. A.· 1907
NATURALEZA, RAZON D~ SER
Y DEFINICION DEL TRABAJO

CAPÍTULO PRIMERO: AMPLIAR LA NOCION DE TRA·


BAJO 27

Malentendidos con respecto a la expresión tiempo


I ntprr.•o CI\ ~:~rn1in ,.,....~ libre . 30
No confundir el empleo con el trabajo . 35

CAP{TULO 11: LAS TRES FUNC::IONES DEL TRABAJO. 43


,·, 47
Depósito Leoal: B. · 25.994 · 1967 .. ' Tres razones de ser fundamentales
¿ Un concepto caduco?
.
.
., CAPÍTULO III: ACTITUDES INDIVIDUALES CON RES-
54

PECTO AL TRABAJO . 57
I>
La psicopatología del vagabundo .. 63
Crtfj,"ta1 .~.ICITAlll() • l'itlo/, 4.1 • T,Ufono ?,1.1 4.5 rl? IIAIICET,ONA (1,1)
¿ Se es por naturaleza «activo» o «no-activo»? . 65
Conclusión sobre el trabajo y el carácter . 69
7
:
CAPÍTULO IV: ACTITUDES COLECTIVAS· CON RES- : CAPITULO X: LA ELECCION DE OFICIO 155
PECTO AL TRABAJO . 75 El hombre y su oficio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
Esclavos y colonizados negros . 78 Poder elegir profesión al menos 161
Activismo y quietismo .. 82 Costumbre o naturaleza según Pascal 165
Un problema económico y social z, 87
CAP1TULO XI: LA ORIENTACION ESCOLAR Y PROFE-
CAPÍTULO V: DEFINICION DEL TRABAJO .. 91 SIONAL 171
La ambivalencia del trabajo . 94 En los orígenes de la psicología diferencial 172
El trabajo, sujeción y. liberación .. 98 Un problema social .. .. .. . .. . . .. .. 175
Stendhal y Balzac . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
SEGUNDA PARTB Consejeros de profesión .. 181
CONCLUSION .. .. . .. . ... .. . .. .. .. . .. .. . . .. .. . . . . ....... 183
EL HOMBRE EN EL TRABAJO,
HOY Y MA~ANA
CAPfTULO VI: LA ACELERACION DEL PROCESO '.fEC·
NICO . 103
. .
El auge de la automación .. 106
<
·,
La automación en la Europa Occidental . 110
CAPfTULO VII: RECONVE'lSION, PERO ·PERMANEN· e.
CIA DEL TRABAJO . 115
Efectos de la automación en el empleo . .. 117
Inmensos trabajos son todavía necesarios 123
CAPfTt.:LO VIII: PARO Y HUELGAS EN LOS ESTADOS 1
.
~- 1
.
./'

UNIDOS : • 127

¡
¿Cómo poner remedio a las distorsiones del empleo? ÚO
La pujanza de las huelgas .. .. .. .. .. . .. . .. .. . .. . .. ... ..... .. .. 134
La conciliación e5 posible .. . . . . . .. . .. . .. . . .. . .. .. . .. . .. .. .. . . 138
J ~
. ' ,·,
CAPÍTULO IX: ;iA FORMACION ESCOLAR Y PROFE·
.. ~IONAL .\ ~,................. 141
•t

¡:
:,..1 El desarrollova unido a la instrucción: ~.......... 141
La medida de las inversiones intelectuales 145
'1
La ley de Alfred Sauvy .. . .. .. .. .. .. . .. . .. . . .. . .. . . .. . . . . .. .. . 150
.~· 1t·
.

1
8 ~ 9
~.

..- r¡ • •
.
'! • •.• ... \ .• •
...•.• 1' .
. ' .... ·. ·:

1i
1


r P. .RESENTACION

.,.1
• J

:: ¡
···. "r Desde 1950 hemos intentado mostrar en varias ocasiones
cómo la instrucción y la cultura son los dos factores decísi-
. ' :; '. i
.. ,:,:. .. , vos y complementarios del crecimiento económico y del pro-
greso social. Si los países del Este, aún retrasados hace veinte
't ·!: años, se desarrollan a un ritmo imprevisto, ello es debido a
que han redescubierto esta verdad elemental, a menudo des-
conocida hoy en Occidente. Ciertamente, la austeridad y los
·racionamientos que dichos países soportan han contribuido
en gran manera al éxito de su industrialización. De todas
·,: :, ·.. maneras, parece ser que la acumulación de capital, tanto en
.. ,t::si
.. , 'i ~bEste como en el Oeste, ha desempeñado siempre un papel
·. ~:>secundario; En· cuanto a la innovación y a la organización,
consideradas desde hace poco tiempo como fuerzas determí-
nantes del desarrollo, no son en definitiva más que el fruto
del esfuerzo conjugado, por una parte, de la inteligencia que
aprende, imagina, prevé, enseña, y, por otra, de la mano que
,.,.~rabaja, perfecciona y construye.
, ', . .f' Uno de los primeros filósofos griegos, Anaxágoras, había
comprendido este doble aspecto del genio humano: «Nuestra
superioridad con respecto a los animales -escribía- con·
siste en que nosotros utilizamos nuestra experiencia, nues-
•. , •'' -tra memoria, nuestra inteligencia y nuestra destreza.» Al de·
, clr eso, no hacía sino seguir la tradición de la antigua Héladc.
•• El nombre de Prometeo, en el mito y la tragedia, se opone
al de Epimeteo, su hermano: el primero es por excelencia el
Prudente, el Previsor, mientras que el segundo es el Dcsma-
fiado y el Irreflexivo. Prometeo no solamente es el inventor
y el práctico, sino también el instructor: su título más alto
11
es el de didascalos téknes pases, «maestro de todas las téc- los trágicos, Esquilo y Sófocles, elogian sin reserva la acti-
nicass. Del mismo modo, en los escritos homéricos, el perso- vidad y el ingenio humanos. Sócrates enseña además que «la
naje de Ulises es mucho más que un jefe de banda sagaz y felicidad de un hombre libre es entregarse a una ocupación
«astutos. El epíteto de polumétis que se unía a su nombre, 1
útil para la cual se está preparado». En vez de eso, Platón,
responde exactamente a la definición que el psicólogo ~1 Aristóteles, Jenofonte, traicionando el pensamiento de su
Edouard Claparede daba de la inteligencia: «Aptitud para maestro, separan y oponen la actividad del espíritu y la labor
resolver problemas nuevos y para dominar situaciones nue- de las manos. El declive y posterior hundimiento de la tra-
vas.s Hombre hábil, experto en todos los ór±cios, Ulises ter· dición antigua no habrán de tardar, ocasionados en primer
mina por vencer en prestigio al ardiente Aquiles, héroe va- lugar por la extensión de la esclavitud, el descrédito del tra-
leroso pero inconsecuente, últim·o testigo de una barbarie bajo y el desprecio al empleo útil de los inventos. El prejui-
grandiosa pero pasada. Acordémonos finalmente de que He· cío platónico seguirá siendo largo tiempo tan fuerte que la
síodo, primer moralista de los Trabajos y, según René Schae- Iglesia cristiana, a pesar de estar fundada sobre una tradición
rer, «primer teólogo de la historia», hacía de la inteligencia bíblica radicalmente distinta, se someterá a él durante un
la fuente de autoridad divina: Zeus es el padre de los dioses, milenio. Finalmente, se manifestará un nuevo despegue eco-
no porque sea el más fuerte, sino porque es el más sabio y nómico y cultural a partir del siglo xr. 2ncontramos en su
el más prudente. Partiendo de esta tradición ha formulado punto de partida las mismas condiciones que habían permi-
Francis Bacon su adagio sobre el hombre: tantum enim po- tido el primer impulso de la civilización griega: escasez y
test quantum scit, «puede en la medida en que sabe», y coste de la mano de obra (devolviendo su precio al trabajo),
Goethe su divisa: Wissen ist Macht, «saber es poder». Pocas interés por el perfeccionamiento técnico (el molino de agua
1
épocas han mostrado mejor que la nuestra la certeza de di· ·t se generaliza en Francia e Inglaterra), nuevas invenciones (el
chas máximas. · cabestro de las caballerías se apoya en el hombro, y no en
Aquí vamos a volver de nuevo nuestra atención hacia el 'I' el cuello, multiplicando así la fuerza de tracción de los tiros).
trabajo. De todos los factores del crecimiento económico Pronto el Renacimiento y la Reforma, simultáneamente, elo-
-J. J. Spengler ha contado hasta diecinueve- es el más gian el trabajo y popularizan la enseñanza, mientras que la
importante. En efecto, sin la actividad laboriosa de todos, el ciencia moderna se constituye e inicia su desarrollo.
invento más rico, la técnica más refinada y la más cuidadosa ,.
~. !

instrucción son ineficaces, estériles, verdadera letra muerta. De Milton y Locke n. Smith, Hegel y Marx
El ejemplo de 1~ antigua Grecia está todavía patente para
demostrarlo. Soij las ínvest'gaciones, los dt,scubrimientos y Los moralistas anglosajones del siglo xvn, formados en
las aplicaciones prár.ticas de algunos sabios 1os que han pro- ,-el calvinismo, han sido en nuestros días los primeros que
ducido este choque psicológico, creado este'ambíente nuevo, ,.., han insistido en la preeminencia económica del esfuerzo hu·
engendrado esta extraordinaria confianza ~ ¡as posíbilida- ., , mano, tanto manual como intelectual. En la introducción
des del hombre, de donde ha surgido toda'jauestra civiliza· que dio a su nueva versión del Areopagitica de John Milton,
cién moderna. Entonces todo el mundo trab~aba de un modo • el anglicista Olivier Lutaud demostró cómo la mayor parte
firme y duro. En el siglo vr las leyes de D(fcón y de Solón de las ideas modernas, desde 1910, han surgido de la eferves-
castigaban la ociosidad. En tiempo de Periól'es, los poetas y cencia de los movimientos no-conformistas en Gran Bretaña,

12 13
«país que tiene un siglo de adelanto, desde el punto de vista' es nueva en esa época: Descartes había hablado de la «cons-
social, con respecto a Francia». Entonces, el puritanismo, le- titución de nuestra naturaleza», pero solamente pensaba en
jos de ser la hipocresía moralizante que mucha gente imagina; la razón, ya que para él el trabajo estaba desacreditado por
era la expresión de un «descontento de las fuerzas vivas de la filosofía antigua. También respecto de esta cuestión tenfa
la nación» contra un poder real codicioso y un episcopado Francia un siglo de retraso con relación a Inglaterra: Taine
obstinado. Los pretendidos padres del capitalismo son más ya lo había dicho en 1858 de Descartes y Bossuet (3 ).
bien unos igualitarios, unos agitadores, inspirados por un En 1690, John Locke, en su capítulo sobre la propiedad,
«quij')tismo• qll~ arrastra a los más atrevidos hacia el Nuevo no justifica ésta sino en la medida en que está puesta en
Mundo. El propio Millon, en quien no se v~ muy amenudo práctica al servicio de todos. Se opone a la tradición que
sino un edificante predicador del Paraíso Perdido, es un te- hacía de la riqueza una especie de don natural no suscepti-
mible polemista al servicio de la libertad, d~ la verdad y del ble de acrecerüamíento y que no plantea! nada más que un
saber, tres palabras-clave que se repiten sin cesar en sus problema de ~irculación: «Si queremos -dice- apreciar
obras (1). ., ,., correctamente el valor de las cosas en estado de ser utiliza-
En el siglo en que Bacon utiliza, por primera vez en Euro- das -el pan, el vino y la tela- y distinguir en su precio
pa, expresiones como «dignidad de la cíencía», Y.M.ilton,.«dig•. de coste lo que se debe a la naturaleza y lo que se debe al
nidad Jel trabajo cotidiano del cuerpo y· del espírítus.. e~ trabajo, constataremos que en la mayor parte de los casos
pastor inglés Richard Baxter elabora una moral prácticadel hay que adjudicar el 99 % al trabajo (4). Al año siguiente, una
trabajo que será la causa de la grandeza del Occidente mo- ! obra póstuma de sir Willlam Petty vuelve a tratar de esta
derno, a pesar de todo lo que hayan dicho quienes no han «aritmética polítícas y define por primera vez el capital como
visto en ella sino deformaciones tardías y abusivas .. En 1660,· 1 trabajo acumulado. Al mismo tiempo, se nos explica por qué
en su austero Tratado de la renuncia, Baxter truena contra .l. el labrador gana menos que el artesano, y éste menos que el
la ociosidad y la disipación de los ricos, lo que le valdrá al f negociante: es que estos últimos utilizan en su trabajo unos
r
año siguiente, bajo pretexto de rebelión, el encarcelamiento conocimientos cada vez más extensos. Esta interferencia de
y confiscación de lo poco que poseía. Respecto al. ,trabajo~·~' ~~· .-~ · la cultura y el saber en la producción de la riqueza es puesta
no dice <solamente.: comó teólogo, que -Díosrlo- ..har-querídor' ·'é,:,'l~,Z-· J
para nuestra conservación, sino que observa, como pslcólogo.j-,' .~)iJ ¡
~,
igualmente de relieve, hacia 1720, por Ricardo de Cantillon
, , ?~quero londinense, cuyo mérito será sobre todo el haber
.
-, ®~ .1
que es el. propio, marco de nuestra natpraleza 1 ..the · ~r.Aame,,o¡,J¿i{i,'¡i:,i. .. 'Puesto' de relieve la influencia de los factores demográficos
l H • ~il, ~lt ·~t'-"-;r,t~ ·
our nature, es decir, la forma o expresión normal\ e todali;.v;·:~f~ ;
-· • • • • • 1,, • • \ .
, en el desarrollo de las naciones. A mediados de siglo, una
vida humana. Mucho antes que Karl Marx, declara qué el ·· verdadera teoría del crecimiento económico se ha constituido
l'.. • hombre es un ser activo por naturaleza, hecho para el tra- ¡il .. , •Y~, Y a la misma Francois Quesnay aporta útiles complemen-
~;
~~.
~ bajo, y el más noble trabajo: Man is an activlcreat'ure, fitted
for work antl the hlghest work (2). Esta antropología bíblica
¡
¡ tos: papel del consumo, que es la razón de ser y el fin de
... ' toda la producción, nocividad del lujo y de la tesaurización,

!
r~. ··, .
,, •1 f (1) Mil ton: Areopagitico; 242 pp. Col. bilingüe de clásicos ex· , (3) Taine: Nouveaux Essais de critique et d'histoire pp 111-
\ tranjeros, Aubier, París. 1956. 112. Hachette, Parfs, 1909. ' ·
(2} Baxter: A treatise o/ Seli-Denval). London, 1660, capitulo (4) ~ke_: .Essai sur la véritable origine, l'étendue et la fin
XXY.II, pp. 146-153. j du pouvotr C'IV1l, trad. J.-L. Fyot, ·París, 1953, p. 88 .
14
.r¡ 15
~ • - ~· . '{:,1 .... . ...
,.,t.~~f' •
~ . ·,··.~· >~:• :-;
,. -··- ,r'I

1
-J~ J .
·J.¡¿:\;:,1.:~;~ 'i l :.\I(Jo de un modesto clérigo, se opone
~';ti • ' ,, ,, .., ., • ~ • ~ ••

-.
·;,:.irtanif~,~~'.~vérsióñl.Mt~ a Quesnay, hijo de cam-
r miar.i_étc.~~(5):lj,;;{(iti .;. ·.:;,, si .)§c~J,!ªr,t.~.,;~~"~<¡-'ltf~~ i>}{ t!'}L')f.!JJ.t . pesino, cuando este último tan sólo quiere admití: e_n la clase
1,::,¡,:Yo~vemos
a,.encontrar_.todos.:e~to(~leaj}~to*n)i(pr,igirialí., 1 productiva a los agricultores, y hace del suelo _la urnca fuente
· sínt:s1s que A~am Smith publicó en 1776 en la Riqueza -. de las. de riqueza. En la Wealth of Nations, el traba JO, valor moral,
Naciones. Nacido en Escocia en 1723, y bajo la presión de su se define como valor económico y fundamento de toda sa~a
madre, que quería que se consagrase al pastorado, el, autor. prosperidad. La frase inicial del libro proclama esta convic-
había entrado. a loe; diecisiete años, en el Balllol _College; de: ·•· ción del mundo anglosajón: The annual labour of every na-
t ?xtord, para estudiar teología. Fue· reprendído.porjhaberse .' tion. is tite [und whicn origina:ly supplies it witb all the ne-
interesado más por Jos escritos de Hume-que por¡las.,le.cci0:¡.,, ·: cessaries and conveniences of life which it annually consu-

r.
nes de sus maestros. Después de síete-años-de aplicaclón·1.-~<: «la suma anual de su trabajo constituye elifondo que
mes ... ;
renunciando definitivamente al servicio de :la· Iglesia, volvió. ·-: ·. asegura a cada nación los productos de _consumo q~e so?
a su país natal, en donde pronto se le llamó para enseñar necesarios y útiles para su existencia ..... N1 el suelo, ni el ch·
1 filosofía moral. Su asignatura de la Universidad de Glasgow ma, ni la extensión del territorio explican verdaderamente
I: comprendía cuatro partes: Teología natural, ~tica, Política -dice el autor- las diferencias del desarrollo entre las na-
1 y Teoría de la Utilidad, denominada Expediency, La obra so- ciones: la abundancia y la pobreza dependen en pri":er lugar
1 bre La naturaleza y causas de ta riqueza de tas naciones no de la aplicación y de la calidad del trabajo, es decir, de la
es más que la última parte de esta asignatura, en la que medida en que el esfuerzo humano está animado por el p~n-
profundizó durante un cuarto de siglo de profesorado, de in· samiento, la destreza y la cualificación profesional: the skill,
tercambio de puntos de vista con numerosos escritores, prín- dexterit y and judgement with which labour is generalty ap-
cipalmente con los Fisiócratas, y sobre todo de meditación plied. .
solitaria. Allí encontramos el pensamiento fundamental de Es por eso por Jo que Smith pide con insistencia una
Calvino respecto de la economía y la vida social. Su base ampliación de la enseñanza superior, así como una mejor
es la añrmacíón del valor moral del trabajo y de la actividad instrucción para todo el mundo, particularmente para el tra-
profesional, ~~>ncebida ésta como un servicio a Dios y al pró- bajador pobre: the Jabouring poor, that is tite great body _01
jimo. Esta definición excluye 'todo egoísmo. todo acapara· the people. En el momento en que la Revolución ii:1~u~tnal
miento, toda especulación, todo precio abusívo, todo lo que · '!;~ establece en Inglaterra, él ve sus peligros: la d1v1s,ón Y
implique poner al dinero en primer término, así como todo '·,-;ecanización del trabajo, fuentes nuevas de riqueza, van a da·
derroche en lujo o en placeres. t ñar, al menos en los obreros, estas tres cualidades, skill, dexte·
A este respecto Adam Smith no esta~lej()s del barón de rity and [uúgement, que hablan conlribuido hasta cn~o~~es
Turgot, de antiguo linaje escocés, como] él, y de Francoís -a la prosperidad de las «sociedades desarrolladas Y civiliza-
Quesnay, cuyo «sistema agrícola» comenta extensamente con •'•das». .
las justificadas reservas que todavía hoy se le hacen. Smith, , Presintiendo de todas maneras el carácter iransi tono de
,, la evolución industrial que se cebaba en su tiempo, Adam
Smith mantiene su tesis de que el saber y el trabajo no P~·
(5) Nicole Moes: «Y a-t-íl une théoríe de la croissance chez (Irían estar separados durante mucho tiempo. También conrru-
Franeois Quesnay?•, Revista de historia económica y social, Pa- na al Estado para que vele por la instrucción de tocios. con·
rís, XL, 3, pp. 363-376 (·1962).
17
16
i
!~
¡
siderada como una de sus más importantes funciones: to give trabajo y del capital, dando prioridad tan pronto a la prime·
public auention to the eáucation of the people (6). - ra, pero más a menudo a la última de estas componentes del
El pensamiento de Smith reaparece. cqn su nombre y el dinamismo social. Sobre esta cuestión la tesis de Smith, afir-
de Ricardo expresamente citados, en el «Si§tema de las nece- mando la primada del trabajo humano, es la única que pa-
sidades» elaborado por Hegel en 1821, en ;:~us Principios de rece justificada, Sin duda, la fertilidad del suelo, la benevo-
la fitosofla del derecho. El autor define e}. trabajo como la lencia del clima y la extensión del territorio son bienes ines-
mediación necesaria y la única legitima en~;te las necesidades timables, pero no factores determinantes del progreso. En
de la vida y su satisfacción. Medio y no fip,
el trabajo tiene efecto, es en tierras poco favorecidas donde se han desarro-
el aspecto de una liberación del estado de;lpependencia en el llado las sociedades más activas de la historia. Por otra parte,
que vive eí'-anímaí. Bajo este aspecto es una actividad feliz el fracaso de las inversiones en la mayor parte de los países
a la que limita· solamente «la infinita resistencia de la mate- subdesarrollados nos aclara el papel, ciertamente necesario
ria a ser propiedad de la voluntad libre». De todas maneras, pero no decisivo, del capital. Lo que es esencial es la aplica·
Hegel ve dos peligros en el desarrollo industrial de su tiem- cíón en el trabajo, el deseo de instruirse, la afición al riesgo
po. Por una parte -ya lo había dicho en 1806- «el estado y el sentido de la solidaridad. Sin todo eso las mayores ven-
social se orienta hacia la complkación indefinida de las ne- tajas seguirán inexplotadas: riquezas naturales, auge demo-
cesidades, de las técnicas y de los placeres, la cual no tiene gráfico, aportación de fondos extranjeros, misiones culturales.
otro límite que la diferencia entre la necesidad natural y In Alfred Sauvy está hoy de acuerdo con Adam Smith cuando
-1 necesidad artificial. Esto lleva consigo el lujo, que es al mis- escribe que «los países superpoblados del Tercer Mundo, pa-
mo tiempo un aumento infinito de la dependencia y de la radójicamente, carecen menos de capitales que de hombres,
miseria». Por otra parte, la división del trabajo hace a éste entendiéndose, desde luego, que se trata de hombres suficien-
«cada vez más mecánico y, finalmente, es posible que el hom- temente cualificados» y, por descontado, que realicen su tra-
bre quede excluido del mismo y que la máquina lo reempla- bajo animados por el suficiente ardor (6).
ce» (i). Sabemos que el joven Marx, veinte años más tarde, Contemporáneo de Hegel, el ginebrino Sismondi corrige
recordará todas estas observaciones, pero se opondrá, en su 1, como este último una interpretación que se daba, creemos
!•
Critica de la filoso/La del Estado de. Hegel, a tos remedios pro- qtA> erróneamente, al pensamiento de Smith: no debería po-
puestos por el maestro: diferenciación de las clases sociales, ' 1 '¡:tfrse ninguna traba a la actividad de los empresarios, que

propiedad privada del suelo, autoridad rígida del Estado y de enriquecerían a la nación al enriquecerse a sí mismos. Ya en
sus funcionarios. . ·: ·· . ,
. ·, \,. ,, 1819, en sus Nuevos Principios de Economía Polftica, publí-
cados en Edimburgo, Sismondi precisa: «Profesamos, con
Durante un siglo y medio los economistas burgueses han ... ,...\ 'Atlam Smith, que el trabajo es el único origen de Ja riqueza,
disertado sobre la importancia relativa de~ la n~tti:al~~/'~eli:..
., • t'jf'.'1, ' • •: ,q ~,!H1út1't}i:flij¡¡i)'jÍ.'{,J~t
: :·t,~
·~~ ~·
, que:el ahorro es el único medio de acumularla, pero añadí-
.. mos -que el disfrutar de ella es el único fin de esta acumu-
---.a-·_ · .~· . . i ·1:-,;11nl nbi:>l .. o,i!.),mh;~k~.t~ lacíén.» (Es . una idea que Rousseau ya había formulado
(6): Adarn Smlth: An inquiry into the Nature·,and,¡.(¿ausesif· o{.'.:,, '!.t1
the Wealth of Nations, 1776, ln~roducción y Libro V,, C\\PJ!··
11'
ªrh. ,Ir, :·.,:.
•The expenses for the education c,f Youth». '· i r ,.,1,) ·
(8) A. Sauvy: «Evolution recente», Le Tiers-monde, sous-déve-
(7) Heqcl: Principios de. la filosofía del derecho. loppement et développement, París, 1961, p. XXI.
18 19
en 1761 en la Nueva Bloisa: «No se trabaja sino para gozari-Ia Esta radical divergencia no impide a Marx seguir, en S\
alternativa de sufrimiento y disfrute es -nuestra' verdadera análisis de los hechos económicos, el método de investigaciér
vocacíóns.) Ahora bien, este disfrute de los frutos del 'trabajó y la inspiración de los moralistas protestantes de lengua in
pertenece a todos, y no conviene que unos vivan ociosos•-gra~- · glesa, francesa o alemana. Tomando de Hegel los tres térmi-
cías al trabajo de otros. A quienes ponen el dinero 'en~p~~t\ ,. . nos de la frase inicial de Smith (las necesidades, el trabajo,
término,.}es recuerda que «la-,~ció~;:~~~~!P1!1'~(f~ü'~dl:'. ...... la satisfacción), define el progreso en una sociedad sana como
.. m .,.,"._~t--euga.
· diVlOU~ ...· i.'>I·e 1 'd ....... _:.. .......id~'~
, escans ó·· necesari ....és1.~U'~
~,J.l. . · rl. una espiral ascendente, arrastrada por el movimiento perpe-
J~
q -._1.u
.: ~tad~1!m:tel~iual~ Y·'Pal'a~CJ.béj~~~~~~fen~ll~Y tuo de estos tres· factores biológicos fundamentales. El mar-
·r ennóblezoair'l& naturaleza liumaná»~(~bi~~stlls;t~ca~-~ xista Henri Lefebvre, de quien hemos tornado Ia imagen de
. res ''etc )~(9ji. ,J::,,, · !# il~~..J.t'is~,ah!}~~...d~U,b'af; ·' la espiral, resume como sigue el proceso normal del desarro-
' ·",-Desde' en~óhces: sólo algun~s ~dependientes, por no decir llo económico: la necesidad suscita el trabajo y permite el
réprobos, han defendido la tesis central de Smlth sobre la disfrute del objeto producido o de la obra creada, pero a su
primacía del trabajo: Saint Simon y Proudhon, en Francia, vez el disfrute despierta nuevas necesidades que sólo el tra-
y sobre todo Marx, londinense por elección. De tal modo que bajo permitirá satisfacer (10). Es precisamente eso lo que
es en el socialismo del siglo xrx y en el comunismo del XX; Marx ha cense-vado de sus inspiradores: la finalidad de la
cuya hostilidad a la religión es notoria, donde: se ha. perpe-, .. economía y el criterio de la civilización es el legítimo disfru-
tuado la enseñanza bíblica sobre el valor positivo del trabajó· te de los bienes terrestres. «El principio de la sociedad civil
y la vida activa, cuando ésta se pone verdaderamente al· ser· -dice- es la capacidad de gozar» ( 11 ). No se menciona aqui
vicio de todos. Marx, educado en su infancia según la Thorah al capital, ya que este último, en el pensamiento marxista, no
y los Profetas del Antiguo Testamento, parece haber extraído es sino el fruto de una expoliación, en beneficio de las clases
lo esenciaÍ¡~de su pensamiento económico y social de las mis- dirigentes, de los disfrutes debidos a los trabajadores. Aún
mas fuentes que Lutero, Calvino, MJlton, Locke y Smitb. más, la acumulación de los capitales privados, según él, ha
1 IJ r-'
Como estos últimos, ha tomado del G_énesis el precepto del roto el movimiento natural de los tres lactorcs constitutivov
Creador: «Creced, multiplicaos y someted la naturaleza.» S•J de la vida y ha engendrado el monstruoso régimen de la alie-
concepción del trabajo «socialmente úfo» está conforme con nación. Se puede tener una opinión distinta sobre este último
la de los hombres de la Reforma. Por el contrario, se separa . ~·;punto sin tratar por ello de ignorar la lógica del esquema
de ellos en su exaltación del proletariado que sufre y que ' de Marx al definir la función mediadora del trabajo. No es
pronto triunfará, teoría nueva, aunque :tisiblemente inspirada menos cierto que el acaparamiento desmedido de bienes ma-
en el mesianismo hebreo. Mientras que los cristianos han re- teriales por una minoría es econórnicarr ente funesto y moral-
conocido en Jesús de Nazaret al Maestro y al Salvador de los ,·, mente reprensible. El capital, que Adarn Smith describía sirn-
hombres, Marx atribuye estos títulos y estos poderes a la •'
masa humillada de los trabajadores de la fábrica, dando a .
1
! ,, ( 10) H Lcícbvrc : «Psycholcgic des clavscs sociales», en Trai!c
la idea de redención un sentido puramente temporal. de Sociologie, publicado bajo la dirección de G. Gurvitch, París.
1960, t. l 1. p. 372.
(11) K. Marx: .Critique de la p~ilosophi~ de 1',!=-tat de Hegel».
(9) Sírnonde de Sismondi: Nouveaux principes. 3.• ed., Gine- ..i. CEuvrcs pili/osopltiq11es, trad. J. Moíuor, Pan,;, 193:>, t. IV. pp. 160
bra, 1951, t. I, pp, 66 y 83. y 168.
20 21

1
plemente como «el fondo constituido por el trabajo anual de La moderna. sociología. del trabajo
una nación», desempeña un papel necesario en el desarrollo
de la economía, a condición, sin embargo, de que responda, Dejando ~l moralista y al filósofo I:>. tarea, indispensable
como dijo Adam Smith, a las necesidades de todos los consu- pero peligrosa, de definir los principios de equidad sobre los
midores. cuales debe edificarse la sociedad humana y establecer la le-
Desgraciadamente, esta última reserya ha sido ignorada gitimidad de las instituciones, el sociólogo evitará mezclarse
por el gran capitalismo desde principios del siglo XIX. Más en las controversias en que se enfrenten los partidarios y los
exactamente, el liberalismo económico de la época se conven._ adversarios de los diferentes sistemas polfticos o sociales.
ció de que el enriquecimiento de unos pocos era una con· Con Francis Bacon, a quien debemos el haber establecido,
dición para la felicidad de todos. Desde entonces la virtud en 1605, la primera «carta de las ciencias humanas», deberá
del trabajo fue solamente reconocida en la medida en que ocuparse solamente «de Jo que los hombres hacen y no de lo
permitía, mediante el ahorro y la frugalidad, la formaclórt de que deberían hacer»: to write what men do and not wha!
capital. A este respecto, hay que leer las Armonías Econámi- they ought to do (13). Fue siguiendo esta regla como John
cas que Federico Bastiat, «representante del pueblo en la Graunt, compañero de Londres, instituyó la investigación de-
Asamblea legislativa», dedicó en 1850 a la juventud francesa, mográfica al publicar, en 1662, sus Natural and Political Ob-
y que tuvieron una inmensa repercusión en los medios bur- servations, made upon the Bills of Mortality. La reverencia
gueses hasta nuestro siglo. Esta obra tiene como epígrafe que ingleses y escoceses han mostrado siempre respecto de
cuatro palabras que dicen mucho de la seguridad del autor: la religión sorprende tanto más cuanto que han sido ellos los
Digitus Dei est hic, el dedo de Dios está aquí. He aquí la primeros en llevar a cabo su estudio según los métodos de
conclusión del capítulo VII: «Desde cualquier punto de vista la historia natural. Con la misma sencillez y el mismo rigor
en que nos coloquemos, en que consideremos el capital en han estudiado las costumbres, el gobierno y la vida social. Es
sus relaciones con nuestras necesidades a las que él ennoble- así como han sido elios los verdaderos iniciadores de la socio·
ce, con nuestros esfuerzos que conforta, con nuestras satis- logfa científica, mucho antes de Saint-Simon, Marx, Comte,
facciones que depura, con la naturaleza a la que él doma, con Le Play y Durkheim. Si hemos hablado de Locke, de Petty
la moral a la que cambia en hábitos, con 11\ sociabilidad que . "°)' de Adam Smíth en esta introducción, es porque se les debe,
desarrolla. con la igualdad que. provoca, con la libertad de la ' , en particular, el haber puesto los fundamentos de la sociolo-
que él vive, con la equidad que realiza mediante los más gía del trabajo al dar a esta ciencia no solamente su método,
ingeniosos procedimientos, en todo lugar, siempre, y a condi- sino también la primera definición a su objeto. También po-
ción de que se forme y obre en un orden social que no esté
desviado de sus vías naturales, reconoceremos en él lo que .. ~ -----
1'1

Charles Secrétan defiende en los mismos términos la Jegi timidad


es el sello de todas las grandes leyes providenciales: la armo- de ese «excedente que permite a unos cuantos vivir del t raba]o de
nía» ( 12). In mayoría»: Compendio elemental de filoso/la, Lausana, '1868,
.. •
p. 223 {•La ley del trebajo»),
(13) Advancement of Learning (Works, VI, p. 327), citado, con
ocasión del 400 aniversario del nacimiento de F. Bacon, por Ro-
( 12) Página 24'\ de la edición original, Bruselas, 1850. Ver tarn- bert K. Merton: «Scientific Discovcry, a Chapter In the Sociology
bién la p. 221: en que el autor exalta esas «bellas armonías de of Sciencc», Proceedlngs of tire American Philosophical Society,
la mecánica social instituida por Dios». En' Lausana, el filósofo vol. 105, 5, p. 471 (oct. ·1961).
22
..· . · I 23
,•;·':
..
:.,.· ... •..... ~· .... ;, 1 •

•• • • 1'

demos extrañamos de que el profesor Henri Bartoli, artesano, zará su límite en la historia económica y tecnológica en el
en la línea de Emmanuel Mounier, de una «reconstrucción momento en que el trabajo social se encuentre completamente
de la ciencia económica a partir del trabajo», no haya hecho expulsado de la fabricación, de la producción directa: se anu-
más que una alusión a Smith y ninguna a sus prececeso-; la en una economía de automación» (16).
res (14). No es ése el caso del marxista Pierre· Naville, quien · .: Esta visión del porvenir está tan mal fundamentada como
se refiere a Petty y a Smith cuando escribe .las siguíentes- · el juicio expresado por el autor sobre el pasado. Primera·
lineas al comienzo del monumental Tratado de sociologfa' det~ · i·· mente, la automación, cuyos efectos sobre el empleo exami-
trabajo, que Georges Friedmun y él mismo- editaron• co11:teh/·:S:Y.r, naremos, no parece introducir más que una brusca acelera-
concurso de una veintena de colaboradores: «El trabajo, conf,:; ·:. i\ ción del secular desarrollo del maquinismo. Lo que es nuevo
siderado como la base en que se apoya el desarrollo (y 'que. ·. y decisivo en la evolución industrial de hoy, es más bien el
motiva también la extinción) de las sociedades; es el modo- descubrimiento de fuentes de energía infinitamente más po-
social .más profun.~o de perse...erancia en .. ei.ser, .. par~.habl~'fi.·,ú~1~¡.,; derosas que aquellas de que nuestros predecesores dispu-
como -Spínoza; puesto que sin éi nose concíbejnivla, produ~f:·(2i\/ sieron. De cualquier forma, nada permite imaginar que el
ción;·Iíi la:repx:_oducción, ni sobre todoJa;ampU~cl.ónrde¡-1~~-ifjf};; hombre dejará de trabajar algún día, Sus necesidades aumen-
medíos. de.>vi vii:j., Es eso 110 que .hace, de !la,isoct9,logíá;1d~l¡t~ ·~'S.',iV tan ya más rápidamente· que sus capacidades de producción.
i .. , ( . 7r,,r . .}
bajo.una. de l~as capitales de lá.sociQlo&.a;y'>~uw,ta·.c et:tQi/::: ~Jp.:~.¡ .
l,l . """ . '---
Lo que va a cambiar es la naturaleza de estas necesidades:
punto, la que Sfr impone a las otras antes de recibir de 'éstas · cuando las materiales estén cubiertas (y hará falta mucho
su aporte- (15). · ,,:. tiempo para que lo estén en el Tercer-Mundo), una demanda
Una cuestión, puesta ya de manifiesto por Hegel, se plan-; infinita de diversiones, servicios o bienes inmateriales, ani-
tea todavía hoy: el progreso técnico, ¿noj,a a· depreciar· en,, mará la vida económica. Adam Srnith, siempre en su frase
·ti,· ¡. cierto modo el valor económico y moral d~l trabajo, puesto inicial, distinguía ya estos dos órdenes de necesidades cuando
,·- en evidencia desde los primeros tiempos{de la Revoluclén hablaba de necessities and convenienccs o/ lif e.
,&
.t;.! industrial por Locke, Petty, Smith y sus ~ntinuadores? Re· Paralelamente, las modalidades de trabajo cambiarán cada
cientemente, el sociólogo y novelista Jean-Pierre Faye, quien vez más, y es por esto por lo que la elección ele oficio o pro·
ha cometido el error, digámoslo de pasada, de explicar el acti- J.qsión ha llegado a ser uno ele los más importantes problemas
vismo puritano por una pretendida convicción de que el tra- , · d'e los responsables de la educación. El hombre ele mañana
bajo es «el único signo temporal que garantiza la elección ' trabajará de otra manera que el obrero de hoy. El trabajo
personal y la certidumbre de la salvación», ha creído poder forzado dejará mayor espacio a la actividad libre y espon-
predecir que «la noción de valor-trabajo» (y, por consiguiente, tánea. El ingenio será más importante que el esfuerzo cor·
«la civilización industrial que la Europa occidental ha cons- • \ •'poral, sin que por eso la destreza de la mano sea menos
truido por medio de la acumulación continua del trabajo en necesaria que la vivacidad de la inteligencia. La instrucción
capital y la innovación discontinua del ernpresarío») «alean· •• escolar y profesional, que es también una forma de t raba jo.
desgraciadamente la más ignorada.v a menudo la más ingrata,

(14) H. Bartoli: Science économique et trnvail, 308 pp. Tra-


bajos de la Universidad de Crenoble, lX, Dalloz, París, 1957. (16) J.·P. Fayc: «Marx el la théoric du dévcloppcmcru», Re11is111
(15) Tomo 1, p .. 17, París, •1961. de historia económica y social, l. 38, 3, p. 33', París. 1960
24 2'i
. )•
•¡

•,·:,
1
,1
deberá tomar una extensión de la que los padres no' dudanen · i
absoluto hoy. Finalmente, la «educación coi1tinua», por la que. . i
se entiende el perfeccionamiento obligatotfo o voluntario del
adulto en todos los campos de cultura o de actividad, ocupará
muchas horas del creciente tiempo disponible de que gozarán
las generaciones venideras. PRIMERA PARTE
Efectivamente, la única consecuencia ineluctable de la au-
tomación es el acortamiento dé la duración del empleo índus-
trial por lo que respecta a la semana, el año, y lo que llama· NATUH,\LEZA, RAZON DE SEB
mos «vida laboral», Observemos que esta última noción cubre
ya una realidad más extensa que la vida profesional, pues
Y DEFINICION DEL TRAB1\JO
debemos incluir en ella al menos todas Iás actividades pre-
paratorias o conjuntas a la práccica del oficio. En resumen; CAPÍTULO PRIMERO
hay que esperar que el trabajo humano resulte afectado eri
las formas, por otra parte en perpetua evolución;' que ··ha Al\lPUAR LA NOCION DE TRABAJO
tomado desde la época del artesanado, pero no . se prevé
que esté o pueda ser alcanzado en su naturaleza profun· En sociología, los pseudo-problemas se multiplican en nues-
da, en las diversas funciones que desempeña en la vida ín- tros días. A menudo se originan por equivocaciones o errores
dividua! y social. Hablaremos ampliamente de las últimas respecto del sentido de las palabras. Tal es el caso de la opo-
en esta obra, pero creemos haber dicho ya lo suficiente para sición irreflexiva de los términos horas de asueto y trabajo,
demostrar que el «valor-trabajo», analizado con tanta claridad que lleva consigo el antagonismo ele los fervientes de la «ci-
en otras épocas por los autores anglosajones, seguirá sléndo vilización del trabajo» y de los anunciadores <le la «civiliza·
siempre el factor determinante, no solamente del progreso ción de las horas de asueto». El primer grupo ha reunido
económico y social, sino también del desarrollo de la civili- después de la guerra a eminentes economistas franceses, tales
zación. , ~·)orno Francois Perroux y Jean Marcha}, de quienes Henri
•,!· ' ,· BartoJi tomó algunas ideas a este respecto en 1957, en Ciencia
económica y trabaio. Poniendo de relieve a justo título «la
importancia primordial del trabajo en el mundo moderno»,
,·, el autor sorprende cuando llega a decir: «Asistimos hoy a la
··' "génesis de una civilización ele! Trabajo» ( 1 }. En 1960 el íiló·
., sofo Henri Avron discierne «los contornos de una civilizaclón
del trabajo que está naciendo» (2). Todavía en 1963, Jacqucs
H.
(1) Obra oitada, pp. 15, 215-217.
(2) H. Avrori: La philosophie du travail, l:'/.R.F., París. 1960.
,¡.; p. 96.
'1
26 i 27
i
.;j
.,
¡
. . . :2 I·
, ... ·;

!
Leclercq define La Revolucián del hombre del siglo XX por· duda alguna para Marx: el trabajador no tardaría en vencer.
el hecho de que nos dirigimos, según él, «hacia una sociedad ¿Qué sería nuestra civilización occidental, comparada con las
fundada en el trabajo». otras, sino una «civilización del trabajo»? Se apruebe o no, es
Podríamos suscribir estas fórmulas si estuviésemos de una realidad desde l.ace largo tiempo y en modo alguno una
acuerdo con la observación que Lucien Febvre hacía en 1941: perspectiva del porvenir.
« Un hombre de mi edad ha visto, con sus propios ojos, entre Para otros contemporáneos nuestros. nosotros nos aleja-
1880 y 1940, consumarse la gran decadencia del hombre que ríamos más bier, de la estimación al trabajo. André Philip
no trabaja, del ocioso rentista ... »en El autor·evocaba, desde observa que «los consumos prioritarios (vivienda, sanidad,
luego, las fuentes [udeo-crístlanas de la concepción positiva. educación) se sacrifican a los medios de evasión (coches, ca-
del trabajo, restaurada en el siglo XVI, 'por el Renacimiento rreteras, campos de vacaciones)». Determinando la situación,
.,·
·.• y la keforma: «Odio -decía Ronsard-« las manos que están en 1962, a propósito de unas útiles encuestas hechas recién-
ociosas». Esta vuelta a la toma <fo conciencia de la dignidad temente, Joffre Dumazedier plantea la cuestión: «¿Habrá en-
del trabajo apa~~ce en Francia, añadiremosnosotros, en los trado el mundo en la civilización del tiempo de ocio?» El
escritos de Rab~}ais: «No estoy nunca ocioso», dice Gargan- autor parece creerle, no sin temer que el tiempo ocioso llegue
túa. Los más ardientes adversarios de la Reforma han sabido a ser «el nuevo opio del pueblo» y perjudique la participación
tomar de los protestantes una. crítica de Já ociosidad que social tanto corno el desarrollo válido de la persona, al ins-
taurar una especie de «vida por comisión" en lugar de 1,
estos últimos habían redescubierto en los (éxtos de la anti·
gua Iglesia. Escuchemos al jesuita Bourdaloti~: «¿Qué es pues, «vida real» (5). Un crítico superficial ha ironizado y hablado
una vez más, el desorden. de una vida ociosq? Es -responde de «moralísmo». Más cauteloso, el profesor Alfred Sauvy, del
San Ambrosio-, tomándolo bien, una segqpda rebelión de . Colegio de Francia, ha dicho: «Lo que se llama civilización
la criatura contra Dios». Massillon, igualm'<énte, nocesa deI del tiempo ocioso corre el riesgo de ser realmente la civili-
vituperar a «esos hombres de vuestra clase.' que han llevado zación de la desocupación: ahora bien, el hombre desocupado
siempre una vida cobarde, inútil». En el siglo siguiente, el pierde su equilibrio y llega a ser a menudo una carga para
ginebrino Rousseau se encoleriza en Emilio: «Rico o pobre, la socíedad.» Por su parte, el profesor Paul Ricceur, de la
todo ciudadano ocioso es un bribón». Karl Marx, en su carta Sorbona, ha denunciado la amenaza de una •civilización de
del S de marzo de 1852 a J. Wendemeyer, hacía notar que no , .. ~)\ codicia», de la cual bien se puede pensar que seria, sin
había· sido él el primero en observar la lucha de claaesr-Sobre , . :. ~.· ' más, la ruina de la civilización. El debate no ha terminado.
todo uno· de· sus inspiradores, Gans, había· escrlto:í l'.tSe uvé ::·
0 . · \~'·. En las solemnes conferencias públicas de las Reuniones in·
hoy oponerse al· ocioso y al trabajador como antíguamente" ..:· · ¡ temacionales de Ginebra, el 3 di! septiembre de 1964, al afir-
al amo y al esclavo, al patricio y al plebeyo, al 1seftorfeudal · 1 .,, .
• •'' mar Raymond Cartier que «el gran aumento de los permisos
de pesca con caña en Francia, desde hacía diez años, era un
y al vasallo- ( 4). La -resolución de este conflicto'no contenía :, ..
,1' acontecimiento histórico más importante que la Revolución
de Octubre», Alexis Soukov, presidente de la Asociación de
(3) Je mot et l'idée», Le trava/l et les '
L. Febvre : ·«Travail,
·.=·'.{ t cchniques, P.U.F., P.irls, 1948, pp. 23-26.
.·..-.. (4) G. P. Cassirnatis: Ius pubiicum, [us prtvatum, f us social e, (5) J. Dumazedler: Vers 111,e civilisation (111 loisiri, Le Scuil,
... ~¡ Atenas, 1964, p. 29. París, 1962, pp. 36, 43, 238.
'.:.
28 29
,.¿~r :,;.'".f .."'.t•ft~iLt'¿,}i•·;~::;;;;~t,•

\~ ' ,··. · ii); ¡


,' I 'l• •,;: 1

:¡\,'- · ·.; i!'.t1 -:~· '":;y,~1~'·,ff.>{M.t.


••' • ·~ .. ~ .. l • \ '~l~ ··~ ·~i'

. i

escritores, soviéticos.erespondió a la m~~a..fi\.·:i~.~i.


q_¡.,q~e~gJ-·J/tj}i \.: <. ~.edicado. Ad negocium, non ad ocium, fórmula que hay que
el.número.de.pescadcres.de.caña se _el~,y~·~~R~~\.~~~ · ~. ~f~
~.t1t?duclripor:r.«Al trabajo, pero ya no a la ociosidad.»· Esta-
su .pue~lo ;µevi,\,a,~~n el.corazón iclealesi1dEf1'!i~-~!~.~lf.Y;., · 1ty[t~ · ::·
::mos:·¡101 contrario de; trabajo es la ociosidad, no el tiempo
importancia.para ef;mundo iba más lejos.\d~}~¡}l~~~~fµJ*:~~.:Jt -·~ ·y.~~,'¡~ , . · · · . ·, .! .• . '· · - 11
la práctica de ese deporte, útil y agradable»c.1~J15h'.¡J,VÍ~ffl4':U~-~~i ,¡..;;,~~~wEntifrancés, la palabra loisir proviene del verbo' latino
. ·: , ,;r,. . ,,,> n.:1 '.. 1!:'~ ... , • licere: licet quiere decir que está permitido, que es lícito. La
Malentendidos
.
con respecto a. la expresióijÍe,µp°6 9cl~~1.
• ., · .. ,,, 1, .• ;;,.1:1.!
. l
expresión «a loísirs se encuentra ya ·en la Canción de Roldán.
Littré define el tiempo libre en w1 principio como un «estado
No saldremos de estas contradicciones' si no 1definimÓS' · · :{.' en el cual está permitido hacer lo que se quieres (por Jo tan-
mejor las palabras tiempo ocioso y trabajo: Ocupémonos abo:f . . to; estudiar, trabajar tanto como jugar), y después como un
ra de la primera. En griego, tiempo ocioso ·se decía scholé» · j¡ «espacio de tiempo necesario para hacer algo tranquilamen-
este término, del que proviene «escuelas, tenía un sentido ele- ~,~·. te». Nos extrañamos de que J. Dumazedier haya juzgado como
vado y positivo. Implicaba libertad, de la que pocos hombres 1 «atrasadas» o «anacronícas» estas definiciones, aceptadas por
gozaban en aquellos días, para disponer del tiempo. Sócrates los mejores lexicógrafos modernos. ¿Por qué seguir al funes-
decía: «Nosotros, los Iilósofos. tenernos tiempo para estudiar ~ to .~_u_g~. que en 1930 hace del tiempo libre «un conjunto de
en paz, scholén agentes» (Platón, Teeteto, 154). En latín, distracciones o de ocupaciones», confundiendo, según la de-
otium es más impreciso: es el reposo o la ociosidad feliz. plorable nueva costumbre de mezclar en el lenguaje, por una
Horacio llamaba a la ciudad ele Nápoles Otiosa Neapolis, 'lo parte el tiempo libre, que no podría ser otra cosa que una
que no quiere decir necesariamente perezosa. sino solamen- situación o un tiempo de libertad, y, por otra parte, tas acti-
te que es dulce vivir en ella. En el mismo sentido,· Virgilio vidades del tiempo libre, que se multiplican y se diversifican
decía dulcis Neapolis, la ciudad de la dulzura de vivir. Más cada vez más en nuestros días? Esta ignorancia conduce al
tarde, los Estoicos pidieron que el privilegio del tiempo libre autor a toda una serie de fórmulas equívocas en sus diversos
se acompañase de seriedad y de estudio: otium cum digni- escritos, sobre todo en su contribución al Tratado de sociolo-
tate. De todos modos, el prestigio del otium bajo todas sus gla del trabajo. La única definición válida es la de Littré. En
formas -más bien pasivas que activas- era tal que los latí- ll~,.,,ida humana, hecha de obligaciones d.versas, de depen-
nos han hecho de él la negación del trabajo: es as! como 1
~etlcia respecto de la naturaleza o de la sociedad, el tiempo
han forjado el término nec-otium, que se ha convertido en libre es una situación de libertad relativa, limitada en el tiern-
negotium, y que designa toda actividad interesada y no sólo po, Y en la cual el hombre puede, a su antojo, distraerse,
el negocio, del que sabemos lo desacreditado que estuvo. o.7uparse en algo inútil o descansar. Esta libertad del hombre
En el siglo xvr, en Francia, la vida noble excluía los oficios ..., l¡ue está de permiso o de vacaciones no va más allá de la
y las artes liberales, confundidos bajo la despreciativa deslg- , elección entre la desocupación y las actividades del tiempo
nación de «negoéíos y tareas». En Bolonia, los miembros de •• libre: ceremonias, deportes, juego, estudio o trabajo. Todo
una Academia se llamaban gli Oziosi, los Ociosos. Este pre- el problema planteado por et aumento de). tiempo libre en
juicio duró mucho tiempo, a despecho de las protestas de los ' les naciones índustriallzadas se reduce a Jo que se llama la
burgueses, tales como los Priori de Perusa, q\:je hicieron deco- organización o la animación del tiempo libre, en resumen, a
rar su palacio corporutivo, hacia el año 1500, ., con un fresco la educación popular. Se sabe lo que se hace ele él en Ja Euro-
,....·
. •,
30 .,,r!
. i 31
'
'.. · ..~. ·,•. :: .. ·::.;:,·
!,X'\ • i' .• ,,,;,i
r.·
.. ,•, :
·1
.
..

,.

f. pa occidental. En la U.R.S.S., según J. Dumazedíer, una en· A principios del siglo pasado, en Ginebra, Pyrame de Can-
l cuesta sociológica demostró en 1960 queel «tiempo libre está dolle, botánico y médico, habla hecho un análisis singular-

1
lejos de ser para todos un medio de desarrollo cultural.w: mente perspicaz del empleo que sus contemporáneos hadan
un 25 % del tiempo libre está consagrado a la pura y simple del tiempo. «La vida de cada individuo -decía- se compone
ociosidad» (6). Sin embargo, no es eso lo que el Komsom, de tres partes: una, consagrada a un trabajo útil a sí mismo
Pravda decía, el 27 de diciembre de 1960, de-los resultados o a la sociedad; la segunda, al reposo o al placer; la tercera,
de la citada encuesta: «El año pasado aumentó en una hora
-t . el tiempo libre semanal del ciudadano. La masa de trabaja-
a una multitud de pequeñas ocupaciones subalternas que no
tienen como resultado ni utilidad ni satisfacción. Toda la di-
.. dores consagra hasta cien horas al mes al estudio {85 horas ferencia de hombre a hombre consiste esencialmente en la
:of las obreras). k}•.a ociosidad no llena ni siquiera un 1 % del proporción, más o menos hábil, que cada uno de ellos sabe
·,

tiempo libre.{~1 resto está ocupado, corno Lenin había pre·
visto, por el ~poso y la distracción, la equcación del hombre
establecer entre estas tres partes que yo llamaré laboriosa,
agradable e indiferente. La atención se fatiga como conse-
y las relacíories familiares.» r cuencia de un trabajo demasiado prolongado: ya no se tra-
baja más, sino a1 veces aún menos, y esta costumbre enerva
Una «civilización del tiempo ocioso» fijo es más deseable todo talento. Tomemos el extremo opuesto. Hay individuos
que una «civilización del trabajo» más ~'i1anzada queIa que que quieren dedicar demasiado tiempo a la parte agradable
nosotros conocemos. Ni una ni otra son s)9-uiera posibles. Los de la vida, ¿qué sucede? Su facultad de gozar se extingue
americanos, que tienen veinte años de adelanto con respecto · por el hábito, y una buena parle del tiempo que ellos creen
a Europa en la reducción de las horas de trabajo profesional, dar al placer, cae en realidad en la parte de la indiferencia.
no creen que el desarrollo económico permita en un futuro Pierden los beneficios del trabajo y no acrecientan la masa
rebajar el horario medio a menos de treinta horas semanales. de su felicidad ... » (7).
Ya a este nivel el «trabajo negro» se generaliza, porque el El mérito de J. Dumazcdier es el haber intentado, con me·
obrero se aburre y prefiere una ganancia superior a un ex- dios modernos, hacer de algún modo el inventario de las ocu-
ceso de tiempo libre. En efecto; el hombre tiene una innata paclones de los obre.ros y modestos empleados en Francia.
necesidad de actividad que las ocupaciones llamadas de tiem- Re<,.\lerda que al lado del trabajo profesional y del que se
po libre no bastan para satisfacer: el alternar equilibrada· ~ea)iza para obtener un complemento del salario normal, es·
mente períodos de empleo y de permiso· es lo que mejor· le tando éste más extendido de lo que se cree, el hombre y l'a
conviene a su naturaleza. «Trabajarás seis días y harás toda mujer están comprometidos diariamente en un número de
tu obra, pero el séptimo día es el del descanso.i.sr la sabídu- qblígacíones que dejan poco espacio al tiempo libre: trabajos
·.....
ría de esta ley, que data de la antigua economía rural, no ha ··'ca~eros, actividades de conservación, cursos profesionales,
sido puesta en tela de juicio por la Revolución industrial. «íeberes familiares, sociales o espirituales, etc. Enumera tarn-
Esta permite solamente una feliz ampliación del tiempo libre, ,, bíén una serie de actividades semi-utilitarias, semi-recreativas,
del cual el hombre puede sacar el mejor partido.
••J.;\\'t •• ,. • :;,:. , ..

. .
' . ' , ..~. ·. . ·.~:",.rr··:,. (7) Candolle (1778·1841): Mémotr«: et souvenirs, extractos pu·

1
(6) J. Dumazedier: «Masses, culture et loisir•, Diógenes 44 blicados por B. Gagnebin en Ginebra, textos y pretextos, Mermod,
p.' 41,· París, 1963. .s, ·i•fj 1!}\I · ~;,,:·~ :,:t Lausana, '1946, p. 179.
32 ~.r· 33

1
1
G,,
....
.... ·•.-t···.
que no son ni obligaciones, como las que· acabamosr de-rver; ·:,;: La pesadilla de los regímenes industriales antes de 1914 se
ni, propiamente hablando, actividades de tiempó líbré.vdebí-. .;-:, disipa cada vez más. Eso es sorprendente en los Estados
do a su carácter parcialmente interesado.: cultivo ·horticola{.·:, '·/i Unidos, en donde el empleado y el obrero, a excepción de los
crianza ganadera familiar, servicios eventuales a Iosjvecínos, · : · l parados, de quienes hablaremos más adelante, tienen una
etcétera. Lo que más interesa al autor son· las .verdaderás · vida equilibrada, pasando armoniosamente del trabajo pro-
ocupaciones del tiempo ocioso, las que se escogen libremente, -'i .;,;;í fesional a las ocupaciones caseras y a las actividades de tiern-
y no tienen un· fin lucrativo: fiestas, juegos,' deportes,!viajcs, ·-</.¡ po 'ccíosc, a partir de las cinco de cada tarde y al llegar los
actividades intelectuales, artísticas o sociales, creaciones libres :::·:: : largos fines de semana. La vuelta al trabajo el lunes por la
yrtrabajospersonales. ,«A.una pregunta ref~rente,;·~·~la$. l J ., , .. · ... .mañana, tan dura para el obrero de antaño.y señalada por
,viclade&lque-'ocasionilldá:rnáxima,satisfacéió,~~~~rT • \ ~ r\, --:·:,~·:tantasJausencias, retrasos o disputas, se lleva hoy;a cabo sin
:·; to~;otinl 25i%ndéMo~ obreros especial~d9™-
: contestadcoquejdas .actívídades dé..tiempo~~~¡
.., ~
.... "". .
<
. ~- ,~/f chQ<¡ues, ya que a la mayor parte de los americanos Jea gusta
>t~,€~.>:, ~to.reemprender su job como reunirse con sus-camaradas,
last activida~~(fam.iliáres y·'.24 % qúec~Ldrabá:j~';j.Entre~m~"" . .'ir. ~-. i : ... ·.En· Europa occidental no estamos aún en esa situación, pero
obreros cualificados,' un 25 % han contestado: igualmente qu · ~· ·:<>~ llegaremos pronto. Entonces nadie pensará en oponer artiñ-
las actividades de tiempo libre, 53 % que las actividades fami• . cialmente tiempo ocioso y trabajo.
liares y 15 % que el trabajo. Es difícil conocer el significado · -e
exacto de tales respuestas» (8). ··.r'
Aunque alabando la prudencia y el cuidado que J: Duma, No confundir el empleo con el trabajo
zedier ha puesto en sus estudios, lamentamos de nuevo. la
imprecisión de los términos. En la pregunta a los obreros de Deben formularse ahora algunas consideraciones sobre el
Annecy habría sido preciso decir «trabajo profesional», ya término trabajo, que es aún más equívoco, en el espfritu de
que hay trabajo en los tres grupos de actividad. En ninguna las gentes, que la expresión tiempo ocioso. En el Traite, de
parte hace el autor esta observación, como tampoco, desde Jacques Dofny, solamente una decena de líneas atraen la aten·
luego, los otros colaboradores del Tratado de sociologia del ción sobre la «definición restrictiva» que se da corrientemen-
trabajo, para quienes el trabajo humano no existe más que te de esa realidad multiforme y de ese concepto tan rico
forzado, asalariado o, al menos, remunerado. Ahora bien, es , , ~~orno es el trabajo humano. Este último se expresa siempre
precisamente la extensión del trabajo libre y espontáneo, en ' en términos de mercado, de producción o de contabilidad
las horas cada·:vez más numerosas de tiempo libre, el elemen- nacional. Ahora bien, «la sociología del trabajo, ¿ debe dete-
to más signifitativo de la evolución de la vida moderna. En nerse en el análisis de la población activa?». Ciertamente que
cuanto al aspJcto apremiante del trabajoJ~e atenúa en todos , ,·, no, dice el autor, que ha comprendido bien que las «reduc-
los oficios y profesiones, sea por la dis~{nución del horario •. ·ciones de horarios en las empresas y las administraciones».
laboral, sea por la suavización de las condiciones materiales, ,, ' factor al cual nosotros añadiríamos la extensión de los regi-
morales y sociales en las que el rrabajador ejecuta su tarea. menes de seguridad social, obligan a tener en cuenta cada
'.~ vez más una variedad de trabajos situados «fuera del circui-
'.•,,

(8) J. Dumazedier : •Travail et loisir», Traité de sociologie du to económico-, tales como los pequeños trabajos hogareños,
travail, II, pp. 341-366. los cuidados domésticos o «la participación activa en toda
34 35

sociedad sin fin lucrativo» (9)J Ciertamente, el profesor Georr
ges Friedmann, que fue el primero que habló en Francia de ! sino además que es «específico» y que «distingue» a estas úl-
timas de «las que les son ajenas .. ( 12).
las «horas de asueto activas», en 1949, ha reconocido que el En varias ocasiones, sobre todo en 1962, en nuestra His-
técnico ocupado en un estudio Hure, fuera de su empleo, o· toria social del trabajo hemos puesto en duda la validez de
«el artista que realiza una obra lle larga duración, sin estar ese pretendido criterio y demostrado sobre qué antiguos mal-
obligado por la necesidad», tal como un Marcel Proust, me~ ~ entendidos descansa/ Desde luego, hay una cierta coacción en
recerían el calíñcatívo de «trabajadores»./Pero sentimos que el trabajo, pero este rasgo es común a todas las empresas y
el autor se ha~ creído en la necesidad de· éortsiderar,esto'i} -, actividades del hombre. Es en el fondo de nuestra naturaleza,
casos como «"*os», siendo que hoy se multíplícan aun en·· en las condiciones de la vida social y en lo que Bergson lla-
lo que respect.{ta los más modestos obre(9s, )' sobre todo maba «la resistencia de la materia al esfuerzo humano» donde
que los haya clasíñcadc bajo rúbricas imprecisas ( «acción» hay que buscar la explicación del carácter ambiguo del tra-
o «no-trabajo»), excluyéndolas dellberadaménte del campo dé bajo, a la vez sufrimiento y alegría, coacción y liberación/
·.!""'
su disciplina (10). · '~l! · ' ., \La fiesta, el juego, la guerra, que son actividades «exter-
,.
·,. Esta relegación de lo que J. Dofny llam~ «una parte SUS· nas» al trabajo, no están menos sometidas a disciplinas, obli-
tancial de los tr.abajos efectuados en la vlfa social» y de· la gaciones y convenciones. En el trabajo profesional es la situa-
que nosotros dinamos que es la parte más~álida y más alta ción de dependencia lo más repugnante. Ahora bien, no se
del trabajo humano, provienen de que Ios sociólogos,. sobre puede confundir el empleo con el trabajo; lo que es verdad
todo los franceses, permanecen demasiado atados a oscuras del uno no lo es necesariamente del otro¡ Además, no es en
~ prevenciones~ Toda la sociología de las actividades humanas 1
i
el momento en que la necesidad económica se suaviza en los
países industrializados, en que la seguridad social se genera-
está viciada por una definición negativa y una· apreciación
peyorativa del trabajo, heredadas de la filosofía greco-latina l
t
liza, en que las relaciones humanas mejoran, en que la dura·
y desprovistas de todo fundamento objetivo. Un tenaz pre- cíón del empleo disminuye, cuando hay que acentuar los as-
juicio de los intelectuales hace del tiempo libre una felicidad pectos inevitablemente coactivos del trabajo. Es una reacción
y del trabajo una desgracia: de ahí viene la oposición arbí- 1 paradójica, ya que la historia del vocabulario demuestra que
traria que se establece entre estos dos términos, no compa- ,.. los juicios sobre el trabajo han correspondido siempre en el
rables, ya que uno designa un tiempo y el otro una actlvídad.f ..,.pasado a las condiciones reales, más o menos favorables, del
De ahí viene también el estigma de la coacción que se atrí- 1 ejercicio de los oficios.
buye siempre al trabajo. En 1955, Ignace Meyerson comienza 1
una larga definición del trabajo con estas palabras: «Es una
!. / En su origen, la raíz sánscrita rabh, de la cual derivan
acción forzada ... » (Ll ). En 1958 y 1961, Georges Frledmann • • ,·, -a la vez los verbos arbeiten y laborare, tenía el sentido posi-
dijo no solamente «que el elemento de coacción, de obliga- tivo y feliz de obrar con vigor. J. Plaquevent se equivocó en
ción, de díscíplína, es inherente a las actividades de trabajo», •• ' 1933 al oponer el «pesado» Arbeit ele los nórdicos con el pre·
rendidamente «ligero» Labor de los latinos; lo que sabemos

. ~-·~, (9) Traité, .¡.¡ p. 324. .. . . ( 12) Traité de sociologie, publicado por Gurvitch, París, 11958.
·.·· 10) Traité, 1, p. 22.
(1
J, p. 508; Traité de soclologie du travall, 1961, l. pp. •14 'Y 24.
(11) Iournal de Psycliologie, París, 1955, Lll, p. 3.
36 37

,·J•,\ .... ·, ·... ~:t;':: ,'o;,•,:, ..·;.·., 1


'
'·",,,' ..
'!,'
. ·~·--:n-f I --,¡ - 1 ,r:' _ .. #T;,

1
~
.'.

de Ias condiciones de trabajo lle los germanos y de Roma sogner (trabajar), cuyo origen es incierto y que simplemente
nos haría pensar más bien lo contrario. Laborare despierta quería decir que el hombre debe obrar con perseverancia
rara vez ecos agradables en los textos latinos.· Bossuet, en para responder a las necesidades y exigencias de la vida, no
su sermón sobre «la eminente dignidad de los pobres», hace tenía antaño ningúr, matiz peyorativo. El duque de Saint·
todavía alusión a los penosos trabajos de estos últimos cuan- Simon nos presenta él Mme. des Ursins «besognant a son
do habla de sus «obras laboriosas». El sentido peyorativo de aise» (trabajando cómodamente), {>Cro dentro del círculo de
estos términos parece haberse acentuado en los duros perío- I ocupaciones que convenía al rango de una princesa, mientras
dos de crisis económicas y de opresión social que jalonan la j que reprocha a Mme. de Montespan el «trabajar para los po-
historia de los tiempos modernos. Es a partir del siglo xv i bres en obras bajas y groseras cual camisas». Del verbo ope-
rarl el uso f rancés no ha conservado verdaderamente más
I.
cuando la vieja palabra francesa laheur ha sido reemplazada I
por travail, derivada de los vocablos latinos trabs y tripalium, · que la palabra ou~rier (obrero), a la que se ha atribuid)o un
que designan las ataduras que traban a los bueyes.· Una· se- sentido despreciativo: a·uvre y ceuvrer (obra y obrar son
gunda acepción de tripalium refuerza la idea de sufrimiento: palabras de intelectuales que se utilizan refiriéndose a su ac-
era duna dmáquHina d1e tres est~6c.as con laf que se torturaba a-los .. .
con ena os. oy,· a expresi n «une emme en•travaib;i·que.
<~,.:,,~.:·','.:
., ..
tividad. Si la obra puede ser una sinfonía o una novela, lo
más frecuente es que sea fruto del sufrimiento del artesano
significa en los dolores del parto, es la única supervivencia . o del manauvre (peón). La operación tiene un sentido téc-
de,..,Ja -antígua: acepción- del témáno.·.:La~lengt.µ1:R_ji;l¡leaatqu .... ~~ .níco.en la cirugía! el arte militar o lo que hoy se llama in·
había adoptado1;éslá•',palaora"francesa?há,sidoi~Q~se . ,~ ,.':t.,~i.ve,tigacfón operativa. Solamente la palabra operador de cine
dora:, En: .1684,"·Williamt:Perui, en· su·roraclo.,Ílpó~Fitade(' · :'.: Jui entrado en el lenguaje corriente con cierto prestigio. La-
habla ... de- lós tormentoso que 'acompañarón- e1~inadmiéntoii':dt. ~.¡:i borare, finalmente, ha tenido el mismo destino. Las palabras
esa-comunidad.. what travail have there 'beelitfo:~brlng•,th~:.: taboureur (labrador), labeur (labor), laborteux (laborioso),
forth! Recientemente aún, un editorial del New York Times, han conocido un creciente descrédito desde el declive de la
que relataoa las peripecias del viaje que una comisión sena- era agrícola. De todas formas, en nuestros tiempos de inves-
torial había hec~o al Oriente Medio, se titulaba Senator's Tra- tigación científica se tiende a revalorizarlas: la cualidad de
vails, lo que q4~ría decir a la vez las fatigasy las decepciones •. ~t;borantine (mujer empleada en investigación o trabajos de
de los senadores. Si incluso la palabra viaje, travel en inglés, ' laboratorio) es halagadora, e incluso los panaderos pretenden
proviene del francés travail, es que antiguamente los despla- cocer el pan en Iaboratorics.
zamientos de un país a otro eran muy incémodos. Un perso- Los analistas del trabajo no tienen suerte: el objeto de
naje de Moliere se quejaba de haber sufrido «los trabajos ,·•sus estudios, y aún más el término que deben utilizar para
de un viaje bastante largo». ';
•)-
·' · . ,.., designarlo, sufre una creciente impopularidad. Los sociólogos
Los franceses le han jugado una mala'1pasada al mundo ·-' del tiempo libre, a favor de los malentendidos que ya conoce·
al dar preferencia al odioso verbo tripaliore, que significa su- rnos, son mejor acogidos entre nosotros por el gran público.
frir y hacer sufrir, para designar la forma más digna del es .. Si las cosas suceden de distinta manera en los países nórdí-
fuerzo humano. ¿Por qué no han conservado las palabras cos o anglosajones es porque las gentes están más favorecí·
propias y adecuadas que una tradición milenaria relacionaba das por su nivel y clase de vida. Es, también, porque su acti-
con ese esfuerzo? El irreemplazable Littré observa que be· tud respecto al trabajo y, por consiguiente, su vocabulario
38 39
· . . ..::.::.¡ f
1

·'
concerniente al trabajo, han sido siempre positi~qs.· W~r.k~, . ;: t ción a menudo insoportable. Estos rasgos, pretendidamente
en alemán, y Works, en inglés, se aplican: a la yez·ir.los escrí-, ,. ~ . J específicos, no afectaban en realidad nada más que a las con-
tos del poeta y a los proyectos en , cuestión; de rmetalurgía: f diciones del trabajo, pero no a su naturaleza íntima. Esta
Sociology of Work se aplica tanto· a los: intelectuales como •••• í

debe ser observada, por lo tanto, con ojos nuevos, analizada


a los obreros].,El error de cierto racionalista francés es· no sin prejuicios y definida de nuevo por completo. No hay más
haber comprendido que el estudio, la ciencia, el arte y el pen- que un método para lograr una empresa tan delicada; el de
samiento no avanzan sin trabajo y son en· definitiva .formas la psicología y la sociología funcionales.
de trabajo. ? ! ,, · • ·: · ·

Hemos dado en otro lugar numerosa~ ilustraciones del


prejuicio greco-latino que exalta la filosofíay desacredita in·
cluso la obra del escultor porque este último, como el artesa·
no, debe tallar la piedra con sus propias tihanos. En Francia
hay que esperar al año 1688 para ver a un escritor reivindicar
la cualidad de trabajador. La Bruyere escríbe.: «A la ociosidad
del sabio no le falta sino un nombre mejor; y que meditar,
hablar, leer y estar tranquilo se llamase trabajan (13). En el

siglo siguiente d'Alembert dirá lo mismo, y otros después
que él; pero ¿se ha reconocido bien este hecho en el momen-
to actual, tanto por parte de los intelectuales como de los
trabajadores manuales? Recientemente, una buena campesina
se crefa en el deber de disculparse porque su hijo, brillante
estudiante, hubiese dejado la tierra: «Su hermano, que. es
más vigoroso, ha tomado la dirección, pero, mire usted -me
decía=-, el pequeño no era bastante fuerte para trabajar; lo
hemos dejado que estudiara.»
Ha llegado el momento de ampliar la noción tradicional
~· del trabajo, que no corresponde a las condiciones actuales
de la vida económica y social. Durante mucho tiempo se ha
considerado servil al trabajo porque era ejercido principal-
mente por esclavos o siervos: se le ha considerado envilece·
..
~'
dor porque estaba arbitrariamente limitado a oficios manua-
les en los que el pensamiento apenas participaba; se le ha ••
considerado repugnante
.
porque imponía al hombre una coac-,

(,13) Les Caracteres ou les Mceurs de ce si~cle, cap. II: «Du


mérite pcrsonncl».
40 41
.,. '·?.~;;,;,· · .. :.:-:. ·.
t,. . ~ •
·.

CAPÍTULO lI

LAS TRES FUNCIONES DEL TRABAJO

El análisis denominado funcional tiene como finalidad el


determinar la o las razones de ser de todos los comporta-
mientos, actividades o conductas de la vida individual y so-
cial: lenguaje, ritos religiosos, asociaciones diversas, reglas
jurídicas, instituciones. juego o trabajo. En biología y en psi-
cología no se puede estudiar un órgano sin tener en cuenta
el papel que desempeña en el dinamismo vital: no se com-
prenderá la estructura de un ojo !' no se le cuidará eficaz-
mente si se quiere ignorar que su función es ver. No admi-
'·· tiendo necesariamente que todo lo que existe está justificado,
:• los funcionalistas averiguarán si los regímenes sociales o las
instituciones cumplen bien con su papel o responden a su
función.
De igual modo, los arquitectos y los jefes de empresa tie-
nen cuidado d~ que no haya dobles empleos o vanos esfuerzos
, ~ la planificación de un edificio de fábrica, la organización
' -de los servicios o la distribución de las tareas. El sociólogo
del' trabajo, preocupado por una «eflcienclas semejante, debe·
definir primeramente las razones de ser biológicas, económi-
• -cas, psicológicas y sociales de la labor humana. Podrá ver
··' entonces si nuestros regímenes sociales de trabajo son, no
, solamente eficaces, sino funcionales en el sentido amplio del
•• término, es decir, adaptados a las necesidades permanentes
de la naturaleza humana. En efecto, la economía no podría
...
(,

desarrollarse durante mucho tiempo a expensas del hombre .


Hoy, al menos en los países desarrollados, la reducción de los
43
•...
., .. ·(~···.
·t~ . =-~· ".
• ••• -••. c.

"f~ ,. '/~
~-1:-.,;·""
;!"'1r.~ ·r_...t.·) ,~!~::::~~ti~·~ 'j5l ,. ~ \.·.i··
#9 ... -··· - • · ,J •• •.t .. • •
,:~_,···/ .: • .... ~-, ;:-::.\ .:_). ~;:
.
;· ~, ,.. ,, horários de trabajo, ta extensión del tiernp<Hlbre·;y:Ia''.regÍa~f la: huida hacia las actividades del tiempo libre. Observemos
ifA -. - mentación de :i._as relaciones industriales p~rmi~itésperar1\ti:t .. primeramente que esta pretendida evolución del trabajo está
~I ~ mejor equiJibQO en la vida de CeOtCDaresi,~~~)~l~l~~e~fd~rr.-;_',~ ·. enzcontradícclón con la experieucia del siglo xx: el continuo
• res humanos. Muchos problemas subsisté~fodav.!a:"iC'este''resi~.t~ · desplazamiento del empleo hacia el sector terciario y el refi-
pecto. Para resolverl~s hay que recurrir alj;nálisis: muy ~oco ·.
avanzado, de las funciones del trabajo, No~ptros distinguimos
tres, que hemos descrito someramente en, otro lugar, pero, ·1.-;·:·
I namiento de las tareas en la agricultura y la industria pro-
porcionan a la mayor parte de los trabajadores crecientes
responsabilidades, exigiendo de ellos cualificaciones superio-
que podemos ahora definir a sat~sfaccióni~1,SJ~~ presen:r .:,~S . res. El interés por el trabajo y el desarrollo personal no han
tadas en un orden lógico a la vez que hisf9nco, !i menos en ·. _ hecho sino aumentar en los oficios y profesiones desde hace
lo que concierne a sus manifestaciones exteriores: la función cincuenta años. En cuanto a las actividades de tiempo libre,
económica, la función social y la función psicológica; dando no son verdaderamente· propicias al perfeccionamiento hu-
una respuesta a las tres necesidades vitales de -subsístír.ide mano más que en la medida en que se fundan en la realiza-
colaborar y de crear. w· ción desinteresada de una obra por modesta que sea, o en el
Han sido precisos muchos años para que la genial intuí· cumplimiento libre y espontáneo de un trabajo útil a la co-
ción de un Baxter, al hacer del trabajo «el marco de nuestra munidad. Ahora bien, todo eso fue previsto y deseado por , 1
naturaleza», encontrase ecos en las obras de filósofos y eco- Marx en términos sorprendentemente perspicaces. El quería
nomistas. Locke, no obstante, la dio a conocer en Francia: «hombres absolutamente disponibles para las variables exi-
Morelly, Rousseau, Cabet, Fourier y Proudhon profesan, cada gencias del trabajo», un tipo de individuo «de desarrollo in·
UJlP a su modo, que «el hombre, por naturaleza, es creador tegral, para quien las diversas funciones sociales sólo serían
y activos (fórmula de Fourier en su Teorfa de la unidad, 1834). formas diferentes y sucesivas de su actividad». Sabía bien
... Es con Karl Marx, de todas maneras, cuando esta teoría se que el hombre no escapará jamás a la necesidad que le obliga
desarrolló y profundizó en un sistema coherente de pensa- a «luchar contra la naturaleza para satisfacer sus necesida-
miento, al cual hemos hecho ya alusión/En 1875, Engels y des», porque estas necesidades aumentan precisamente a me· (
-+ Marx proclaman que el trabajo, cuando esté liberado de la dida que crecen los medios de produccíoi.. Lo que él quería,
servidumbre social y del funesto antagonismo entre las dos sobre todo, es que la organización social fuese equitativa para \
formas de labor humana, intelectual y manual, volverá a ser , . (QCios, y que las condiciones de trabajo fuesen «las más dig- ).
,• lo que siempre ha sido en su naturaleza íntima, mucho más nas y las más adecuadas a la naturaleza humana»jTodo eso,
que un medio de subsistencia, «la primera necesidad vital» Calvino y sus continuadores, herederos ellos también de una
de la humanidad ( 1 ). larga tradición cristiana, lo habían dicho hacía mucho tíem-
'• I
Algunos reprochan hoy a Marx el no haber previsto la evo- \ . pero esas verdades se habían oscurecido en la embriaguez
.po,
lución de la economía moderna, en donde -se dice-, como • de la expansión industrial del siglo XIX, y por eso les hizo
el trabajo profesional se realiza cada vez más por obliga· ,, ' falta a Engels y a Marx mucho valor y amplitud de miras
ción, el hombre no tiene otra posibilidad de satisfacción que para recordarlas.
(Si Marx tuvo el mérito de separar la noción de necesidad
en el análisis del trabajo, nadie mejor que Freud ha sabido,
(1) K. Marx y ·F. Engcls: Critique des programmes de Gotha
et d'Briurt, Editions Sociales, París, 1950, p. 25. en un sorprendente resumen, definir a la vez la unidad del

44 1
45
i
,.1 ..
;,
1! ·~',,
:~
••
. ,¡
:Í·
.. .
:
.
. ..., . <f.(t~ r ..
'
·.: ;'..

trabajo y la diversidad de sus motivaciones. Sin que la pala- sobrevivir y a la civilización desenvolverse. Freud tiene razón
bra función aparezca todavía. se han distinguido- perfecta- para hacer una distinción entre el trabajo y las condiciones
mente los tres aspectos fundamentales del trabajo en el texto del trabajo. Mientras que estas últimas sean malsanas e in-
siguiente que no nos cansaremos de citar: «No hay diferencia justas, el trabajo no podrá proporcionar todo su fruto al indi-
entre la labor científica y los más comunes trabajoscon -los viduo y a la sociedad. El psicólogo no se dejará engañar, no
cuales uno pueda ganarse el pan. fü.Jrabajo asegura al horn- obstante; ~l.!rabajo, en la medida __en que desempeñe normal- r---
bre no sólo la subsistencia, sino 9.~ustifica su vida en so- mente sus funcion~s, es un bi<:_n para el .hombre ... ----. . : -cf·
-~!~~ad._ No es menos útil cuando ofrece al individuo la posi- ./

bilidad de descargarse de los impulsos constitutivos de su


libido, narcisivos, agresivos e incluso eróticos. Cierto que la Tres razones de ser f undamentales
mayoría de las personas sólo trabajan por necesidad, y no ·
inician voluntariamente este camino hacia la felicidad. Es que· /Hace mucho tiempo que los humanos han tomado con· ··\
la vida es demasiado dura para nosotros; nos proporciona ci~ncia (sin sis~ema_tizar~a. desde luego) de la función econó·j.'
demasiados sufrimientos, demasiadas decepciones, demasia- mica del trabajoz'El primer precepto de sabiduría popular, ¡,-.
das tareas imposibles de llevar a cabo. No hay más que una
solución para este difícil problema social: la libre eleccíón
. desde los Sumerios, es el que Voltaire propone al final de ·
Cándido: «Tenemos que cultivar nuestra huerta.s Esta· pre-
del oficio. En este caso el trabajo cotidiano procura una sa- f. ocupación utilitaria se eleva en el mito de Prometeo hasta
tisfacción particular, porque está sostenido no solamente por 1
una filosofía del p:ogreso humano. Al sustraer el fuego del
una inclinaciórli natural, sino también por la sublimación de Cielo, el héroe ha librado a los hombres de su dependencia
instintos prof~ndos que, sin eso, quedan inutilizados» (2)./ con respecto de la naturaleza. Esquilo Je llama el Filántropo,
¡Qué diferencia entre este análisis lúciªo de las «insatis- porque se supone que de él p1 ovienen todas las artes o, Jite·
facciones» de nuestro tiempo y las superficiales visiones de ralmente, todas las técnicas: pastü téknai tk Prometéós.\Hoy,
ciertos profetas de la pretendida civilizacidj1 del tiempo ocio· ~~~!_!)_~~!1_.~foryórnícr~clel trabajo es la ünica generalmente ,
so en que «la práctica del deporte del yate y la equitación es-
conocic!~, prueba de- ello la caníícfoc! ac-clefinicToric;-·élc1
estarían al alcance de todos», en que todos gozarían de una ~Jiªj~.. q~ ~9~mei<;ioñari~-~h:i~, Si ·l;~~guntamos ~ J;- g;~~
especie de vida de castillo artificial y detestable, a imagen ,, .~ motivo por el cual trabajamos, obtendremos siempre la
de la dolce vita de una película de éxito! :Nuestras poblacío- • misma respuesta: «pai:a S!1i:t~r _?.!E_ler~». Es verdad -dijo Jean
nes de Europa occidental, y particularmente los jóvenes/ino. Fourastié-, pero insuficiente. Habría que añadir: «para re-
están ya demasiado llenos de esta ilusión, más aúnr.deresta ducir nuestro racionamiento, ya que la naturaleza produce
exigencia? Se olvida que el Tercer Mundo tiene hambre· y, ,..., •'IJ,?OCO por sí misma». Dicho con otras palabras: «para produ-
que, aun entre nosotros, la vida es dura para muchos: -sola- clr». Con respecto a esto, el autor ele la Gran Esperanza ha
' - mente el trabajo de todos, que se puede ·por 'fortuna ínte- ·' ., ' escrito un tratado de economía política sin indicar que el
rrumpir con un necesario descanso, permitirá a los humanos trabajo tiene otras funciones (3). Esta reserva de los econo-
• 1 ,,
, ·. : · ,·,•,,,¡ x·rnM .i,:., •' mistas, demasiado frecuente desde hace mucho tiempo, <:no
l ~1 '' •; h!, .. i;, ill':111; Í" 11~ . • • ,; · •
(2) S. Freud: Civifü.atio11 a,·d its Dtscontents, Londres/ 19Sj1 .• :t,.~·,t
1 -: 1 -: ,n:, ,q. rJ,•. r t 1'J • (.{~1· .'· t;::,.~,: :
pp, 25 y 34. •.
(3) J. Fourastié: Pourquoi nous travaillons, París, 1959, p. 17.
46
-
v : ··:.
,
·~:~
47

·)
1

. :...... :~~.

explica el qu~ se haya terminado por hacer del trabajo una ~ Lo que hemos llamado función social del trabajo se rela-
mercancía? -~· , ~ ; -. 111 1! ~·ir.<¡
1; .•• .,...,. •• ciona con los aspectos humanos de la economfa, tomados en
/La función económica del trabajo, Interesado y; material; su conjunto: producción, cambio y distribución de los bienes
se ejerce, de un modo 'l otro, en cuatro i~empos. El primero materiales. Si el trabajo es primeramente una lucha del hom-
es la búsqueda de la subsistencia de cJ~a;:día •. :Bl,.segundo bre contra la naturaleza, hay desde su origen una asociación
está en la base de la propiedad del suelo;tcolectiv~ o privada. . .. 1 ¡ de los hombres con vistas a su común supervivencia. Todos
El trebajo-anropíacíón responde a una e~dente necesidad de .. -; · los vocablos que designan la labor .humana tienen compues-
• _. .. 's~~~a,d: hay._,q~~ proveer para p~e~~~§~~P.~~~?lt:<.t\ ~~,· ·· ., . tos que expresan está solidaridad: colaborar, cooperar, son
. s ~ :~-~~~ .~, ec~~º~.-.,,~d~m~n_~ªi·~.'?.·- . ~j~ términos corrientes. Entre los antiguos griegos una solapa·
~·- ·r.P.~p~és Jl~n~·-~Tfte~t·.'tiempo;>~a~ •li'! t~.
._.t~.
{'\'.;>·l~bra! designaba todas l~ actividades p~~fesionales no agrí-.
.
~~¡
~t,.-jN-cüct~r{t ~~~yv~ri~~tW~~~s~~mPx:e;' .. . .·~:<.-:·colas.: .áémiourgoi, trabaja~ores al sei:vic1o_del pueblo. Eso.
, · ~ .::.,J~l~t~o~seguld~:-Esta hu~va'.motivaci ., ; ... '._J,,: ~.···.-:.~~~~~~.f,
1 .r¡ ,,_;..; . no 'quería decir que el cultivador estuviese hbre de ese de~er
siderable no· sólo al trabajo, sino a la invención, al pe~etc!o- ¡ de ayuda mutua; todo el poema de Hesíodo, Los 'Iraba¡os
namlento técnico, elemento que estará cada: vez más est~; ¡ y los Días, denuncia el egoísmo y la disipación del hermano
chamente asociado al trabajo. Aparece finalmente el cuarto I del autor, el perezoso Perses, quien no quiso comprender
tiempo, marcado por la acumulación, fuente de la ínverslén. ' que el trabajo es el único medio de hacer reinar el orden
¡ Entonces el producto del trabajo se transforma en capital, y de salvaguardar la justicia. Igualmente en Roma, por inte-

- :\
colectivo o privado. Esta última evolución no es posible más resada que sea por parte de las clases dirigentes, la fábula
que en el marco de una economía organizada de tipo agrí- de los miembros y del estómago, contada a los esclavos por
cola, artesanal o industrial, que disponga de moneda y co- Menenius Agrlpa, expresa a su modo una verdad que aún
nozca la escritura, el cálculo y la contabilidad/No es realiza· está lejos de ser reconocida; a saber, que los hombres son
. _¡. ~--~ ble sino a costa de una disciplina en el disfrute, de un interés solidarios en su trabajo. .
.. _ ~ por el progreso y de una actitud positiva con respecto al tra- Freud va más lejos cuando escribe, en una fórmula. audaz, ( .1 f·)
., r bajo, que pocos pueblos han conocido hasta ahora/ Se en- que «el trabajo justifica la vida del hombre en sociedad». J '.
1 centrarán, no obstante, señales de la misma incluso en la i!.~ eso una reminiscencia de la tesis que Emilio Durkheim
1 . más remota antigüedad, en Sumer, en Egipto, en Israel, en
Grecia antes de los filósofos, en Roma antes de los .conquls-
, · hilbía sostenido en 1893 bajo el título De la división del tra-
'bajo social? Este autor tenía razón cuando insistía en el cali-
tadores. ¿No encontramos la esencia del capitalismo, estatal
1
ficativo de «social». Para él, como para una serie de filósofos
o liberal, con su elogio al trabajo y su imperativo de fruga- ingleses, tales como Locke, Hume, Smith y Spcncer, el tra-
lidad, en la siguiente máxima de los Sumerlos, en el origen .. , •\>ajo, estrechamente asociado n la religión, es el lazo que une
de la historia? • a los hombres más fuertemente. La división profesional del
«Mano y mano, una casa de hombre se construye: ,, ' trabajo «suscita grupos que, sin ella, no -xtstírfar». Es tarn-
Estómago y estómago, una casa de hombre se destruye» (4). bién «In fuente principal de la cohesión en las sociedades
superiores»: si no lleva consigo en nuestros días una mayor
solidaridad, es que «las relaciones sociales no están regula·
(4) S. N. Kramer: l/histoire co111mc11ce a Sumer, Art'haud, das»; un régimen cooperativo -dice Durkheim- bastaría para
Grenoble, 1957, :P· 175.
49
4S l~.
}J
. '

restablecer el equilibrio. En este punto Karl Marx se había ción sobre la importancia de las relaciones y factores huma·
mostrado mucho más severo: sin negar que el trabajo fuese. nos en el trabajo. Si su optimismo a este respecto ha podido
en sí una fuente de riqueza y de solidaridad, opinión ya sos- suscitar algunas reservas, la obra de un Elton Mayo, austra-
tenida por los antiguos, Marx juzgaba que la división· del tra- liano emigrado a los Estados Unidos, principalmente su libri-
bajo había sido un factor de ruptura de la armonía social, to de 1933 sobre The human Problems of an Industrial Civi-
por el hecho del acaparamiento de la riqueza por una mino- tizatlon, ha marcado una fecha en la hlstoría contemporánea
'i
ría. La controversia no ha terminado, ya que a Durkheim no ¡. del trabajo, lo mismo que las investigaciones de F. W. Taylor,
le faltan defensores entre los sociólogos americanos: ~- .. ~ desde 1880, sobre el mejoramiento de la productividad. La
/ No obstante, todo el mundo está hoy de acuerdo, en reco- l¡ propia concepción de la empresa y de las responsabilidades
nocer la importancia de la función social del trabajo. Es el t patronales ha cambiado: una fábrica o una administración
final de un eclipse marcado por los primeros tiempos de· la no son solamente un complejo material de producción, de
era industrial. El agricultor y e] artesano siempre han sido cambio y de distribución, sino un Jugar de encuentro, uncen·
conscientes del servicio que prestaban a la comunidad y que tro de interés y un nudo de relaciones entre trabajadores.
podían seguir el destino del producto de su trabajo. Había Estos últimos, aunque ocupados en tareas muy diversas. están
una relación directa entre ellos y sus clientes. Con la especia- ligados a la empresa para su bien, el de sus familias y el de
lización de las tareas, la mecanización y la racionalización de la más amplia comunidad humana.
los actos de producción, el trabajo ha perdido mucho de este
sentido humano. Visitando con unos estudiantes un sanatorio / La función psicológica del trabajo está tan cercana a la · .
alpino en donde se habían instalado talleres, para los enfermos función social que hasta hace poco no se la ha distinguido./
como aplicación de una ergoterapia fundada precisamente en Sin emplear todavía el calificativo preciso, Julio Veme decía
la idea de que el trabajo responde a profundas necesidades en 1865 lo que sigue a Edmondo de Amicis: «Necesito traba-.
de la naturaleza humana, distintas de la *rsecución del pro- jar. El trabajo ha llegado a ser para mí. como una función · ·
vecho material, me puse n interrogar a P,nos hombres que, vital. SI no trabajase, me parecería que no vivías. (5) En 1951 /
prisioneros por un aparato de yeso, moldeaban hilos de co- tratamos ampliamente de la «función del trabajo en la vida:
brr con una pinza. Todos me dijeron cuánto les gustaba esa ,físicait, (6) En 1955 Ignace Meyerson, en un ensayo sobre «el \
nctividnd, fnsticliosn en si: «Se gana un poco de dinero, pero, • • ri-obojo, función psicológica», hace la siguiente observación: ....\
sabe usted, lo esencial es hacer algo útil con los compañe- «Cuando es feliz y líbre en su trabajo, el hombre tiene la irn-
ros en estos largos meses de cura.» De todos modos, a la pre· presión de existir más, de ser más él mismoy(7).
gunta: «¿Para qué sirven esos hllos?» tuve la sorpresa de ., Esta impresión y esta convicción no son cosas nuevas. En
1
constatar que ninguno supo responderme. Unicamente el con- •• , los primeros tiempos Je la civilización helénica, antes de que
tramaestre supo decir que se trataba de conductores para I
los prejuicios orientales sobre el carácter nefasto de toda
relevadores telefónicos, Yo le invité a informar a sus hombres ••
de manera que. el trabajo tuviese más sentido para su espí-
(5) Amicis: Memoria, citada en el ooleun Gui/de du Livre,
ritu y mavor alcance para su imaginación, l ·:' Lausana, 1959, p. 274.
Es to~iavía 1\ los anglosajones, y no hay que extrañarsede (6) P. J.: «Nota sobre la psicología del trabajo», Revista eco-
:,ómica y social, Lausana, IX, pp. 149•163.
ello, a quienes pertenece el mérito de haber atraído la aten- (7) Iournal de Psychologie, París, LII, p. 16.
50 51
.
,:
•:,\·
acción hubiesen .iníluenciado el pensamiento. filosófico, nadie !izamos cada vez más nuestra existencia9(9) Entre nosotros
dudaba en Grecia de que el trabajo respondiese a una aspira· se sonríe cuando se 1een tales frases. Los comunistas de los (-
ción profunda y feliz de la naturaleza hum'ana. Homero, He· países del Este están menos estragados. He aquí lo que Leó-
síodo y los Trágicos, como hemos visto, hacen de la activk nidas Ilyitchev, secretario a la sazón del Comité Central de
dad laboriosa, tanto como del pensamiento} un honory una P. C. soviético, decís. en 1963 del valor pedagógico del trabajo:
dignidad. Estos escritores no conciben que líaya·felicidad para «Algunos padres creer. que deben trabajar mucho y renun-
el hombre fuera del cumplimiento de su destino, el cual 'es ciar a muchas cosas para que sus hijos no conozcan la pobre-
precisamente llevar a cabo, realizar, por medio del, pensa- za. Aún más, intentan preservarlos del trabajo, de las preo-
miento y del trabajo, todas las virtualidades del ser,· todas las, cupaciones y de las dificultades de la vida. ¿No están en un
posibilidades que: se. encuentran contenidas en 'abundancia error al ignorar el gran poder educativo del trabajo P»
en el mundo y en la vida."El mismo eco se-encuentra en los ... De hecho, el obrero occidental se muestra perfectamente
escritos bíblicos, que afirman además que porcmedíodetsu . -'J{ consciente de la realidad de esta función psicológica. Se afe-
trabajo el 'creyente se -asocia a ln. actividad divina:.. «Nosotros · • rra a su actividad profesional a despecho de condiciones a
somos colaboi adores con Dios», dice San Pablo l:l los Corin, . menudo desfavorables. Reflexiona sin cesar sobre los medios
tlOSi·!_~éou;gar.ésm~n.. synergoi..Esta~dCfl f¡;~~~~~d~}r~:g·
lante·por Tomás deiAquino;rquienl·,exclama~iía~.h!.1·. ,
·i,: ··, , de. mejorar la producción o la organización de su empresa.
Es por eso por lo que se colocan buzones de sugerencias en
los talleres, con recompensas apropiadas. Sobre el obrero pesa "°
.. l .. ' •·'''"('\,óli.fP:'

di~o que cooperar conDloszs, Quod omni~_divinli~:~f{!l'::·1


Dei-cooperatorem fieri?,(8):Esti, tema llegaráJfs~;domlnan~~~~~· mucho más .la dependencia que el trabajo. No ha perdido la
en la teología reformada.fEn el último ·párrafo de:;'s\i '/t1$titat ,, ·.: · :,:if esperanza de vivir su trabajo de una manera mucho más
· ción Cristiana, Calvíno dice de ln vocación divina en el oficio completa al encontrar en él no sólo una manera de ganarse
que establece «una correspondencia indispensable entre las el pan, sino una razón de ser profunda y una expansión.
partes de nuestra vida»: había visto bien el papel que el tra- Efectivamente, unas encuestas recientes han demostrado que
bajo puede desempeñar en la síntesis del yo al instaurar una la mayor parte de los jóvenes trabajadores de fábrica mani-
disciplina en la conducta, una coordinación de los pensamíen- fiestan poco interés hacia su actividad: su ganancia y la auto-
tos y las actividadesl · t: ¡:¡omfa frente a sus padres parecen ser sus únicas satisfaccio-
La Enciclopedia, en su definición del trabajo, se ha inspi.. ')1~5. Pero, ¿por qué se hacen estos estudios tan a menudo en
rado en esta tradición: «Encerramos en nosotros mismos·. un la gran industria, en donde no están hoy ocupados más del
principio activo que nos conduce a la acclón.s Hemos citado 15 % de los jóvenes? Recordemos que es a estos últimos
a Marx. Su rival, P. J. Proughgp, es todavía más explícitof'«El .;-los menos formados de su generación- a quienes corres-
trabajo es necesario no solamente para la conservación de •, • ponden las tareas más ingratas. Se razona siempre como si
'1; nuestro cuerpo, sino que es indispensable para el desarrollo , el peón y el obrero, llamado especializado, pero no formado,
~ 1 de nuestro espíritu. Todo lo que poseemos, todo lo que sabe- " fuesen la imagen misma del hombre que trabaja, hoy y maña-
. , mos, proviene del trabajo ... Por medio del. trabajo espiritua- na. Desde luego, la experiencia profesional de los jóvenes es

., f'{ >
J ·. .
,,5' ~! (9) Prouclhon: De la Iustice ... Parls, 1858, II, página s. 235,
(8) Citado JlQr J. Haessle: Das ArbeitsetJ¡os der Kirclie, Fri- t.
V'. bourg-en-B, ,192~¡ 251-252.
ti,.
52 <! 53
'1:-
"¡,
u~·
,, ~t~;.: ·\c;·.~.·~·'t~~.
:-~ .= ...

''<
.. .
;~.' v, •

·,. ~\'.:::··"··~:~ ~~,.


·\ti·
• ~~ .
.
.:...
. !
!
pequeña: es a la larga cuando el oficio se impone al hombre trabajo de los modelos tomados del siglo pasado ... El traba-
y moldea su personalidad. . ,, jo, ¿se vive realmente como una necesidad, una necesidad
psicológica, incluso? Según nuestras encuestas, es la activi-
¿Un concepto caduco? dad, no el trabajo, lo que parece ser una necesidad fundamen-
~,, {
. ,1
/eo.,1,- .. "r,. tal» (II, p. 363). En otro lugar añade, al comentar las respues-
{) . Por medio de las funciones social y psicológica del trabajo, tas de los obreros de Annecy: «Antes de afirmar que el tra-
.~ cuya importancia crece en nuestros días a medida que la fun- bajo es una necesidad psicológica, es bueno preguntarse:
ción económica tiende a ocupar menos espacio en el espíritu ¿para qué categorías de trabajadoresz»
del trabajador, el hombre se desprende cada vez más de la Esta última observación está justificada: es evidente que
.. necesidad material para vivir en el orden de la libertad, del el profesor de universidad, generalmente asimilado a los fun-

(Íj
[
pensamiento e incluso de la espiritualidad. Respondiendo cionarios, y que dispone sin embargo de un margen importan-
... ' a una necesidad de supervivencia, de colaboración y de crea· te de libertad en el empleo de su tiempo, puede entregarse
\. .. ción, el trabajo nutre el cuerpo, sostiene la sociedad y des· mucho más que el obrero de fábrica al interesante trabajo
arrolla a la pe¡;~ona. ¿ Es eso una ilusión o, al menos, un con: de enseñanza y de investigación que le está confiado, hasta
ccpto caduco?fL:a mayor parte de los colaboradores del Traite tal punto que este trabajo llegue a ser una de sus principales
de Sooiologie ~!' Travail lo declaran sin rodeos. Su director, razones de ser y, debido a la costumbre, una verdadera nece-
Georges Friedrnann, se expresa así en la'-ItÜroducción: «Está sidad. Pero, ¿no se ve que este «tipo de trabajador», ayer to-
claro que es en el conjunto de las actividades de no-trabajo davía excepcional, tiende a ser corriente en un número cada
donde se encuentra de ahora en adelante para un número ere· vez mayor de oficios y profesiones? En cuanto a decir que
ciente de individuos que pertenecen a las~sociedades índus- ~s la actividad y no et trabajo lo que es una necesidad funda-
triales desarrolladas, el centro áe gravedad de su existencia mental, es enunciar una trivialidad y mantener un equívoco:
y el campo personal en donde se ejercen sq~ tendencias hacia hay muchas actividades, de naturaleza muy diferente, tales
la felicidad» (I, 23). Uno se encuentra desconcertado al haber como el juego, el deporte, las colecciones de sellos, el rito, el
leído en la página anterior que el «no-trabajo» comprende culto, la acción sindical, la política, el amor y la guerra, que
la actividad de la mujer en el hogar, los trabajos caseros de ,tienen razones de ser o funciones de desigual importancia y
su marido, las clases nocturnas del hijo mayor y también, , ·• que son "vividas» con más o menos pasión. Entre todas estas
sin duda, la aplicación de los pequeños en el colegio. Pero la actividades, el trabajo, entendido como conviene en un sen·
ambigüedad, ¿no descansa en el error de definición que limi- tido amplio que incluya todas sus formas, que van de la
ta el trabajo a la actividad profesional? coacción del asalariado a la libertad del que presta servicios
-) Más vivo y matizado a la vez, J. Dumazedier ataca el en· • , '''eventuales o del sabio, es de hecho, y seguirá siendo la única
sayo de l. Meyerson sobre «el trabajo, función psicológica» , que merezca aquel calificativo de fundamental en la vida del
y las referencias a Laborde, Proudhon y Marx. «Hay concep- '1 hombre.
ciones del trabajo que no corresponden ya a la situación ac- La encuesta de Annecy sobre los obreros lo prueba tan·
tual de la relación tiempo libre-trabajo, vivida por la mayoría' to corno los testimonios de los grandes hombres, no solamen-
de los trabajadores urbanos de todas condiciones. A nuestro te del «siglo pasarlo» sino de todas las épocas históricas, in-
entender, habría que desembarazar a las ciencias sociales del cluida la nuestra.
54 55
~
Consideraremos más adelanté algunos a~pectos de la cues-
tión después de haber citado las observacíbnes de dos escri-
tores contemporáneos, Antoinc de Saint-Exupéry y Louis
Bromfield, de los que no se podrá decir que hayan ignorado
el trabajo, pues ejercieron durante largo tiempo duros oñ-
cios antes de componer su obra. En su Mensaje a los Ameri· CAPITllLO IlI
canos, publicado en inglés en 1942 y en francés en la revista
Icaro en 1964, Saint-Exupéry decía lo que sig\,\e:,«Uno de los
aspectos 'esencíales del trabajo no es el salarió~ que procura AOTITUOF.S INDIVIDUALES CON
al hombre, sino el enriquecimiento espiritual que le propor- RESPECTO AL TRABAJO
ciona. Un cirujano, un físico, un jardinero, tiene más calidad
humana que un jugador de bridge. Una pacte del trabajo nu-
tre y la otra crea: es el don al trabajo lo ·que crea.e La ex- El análisis de las funciones vitales desempeñada día a día
perienr.ia de Bromfield le ha conducido a conclusiones semé- por la actividad laboriosa de los humanos, permite disipar el
j antes. He aquí un extracto del «testamento» de esta.persona- pseudo-problema de la valoración exagerada y de la desvalori-
lidad admirable que tuvimos ocasión de encontrar en el ·mes . 1 zación sistemática del trabajo. Hemos comentado en otro lu-
de marzo de 1949 en su explotación agrícola de Malabar, cer- gar el estéril debate sobre este tema que opuso en 1893 a Emi-
ca de Mansfield, P.O Ohio: «Desctendo de una estírpeescocesa lio Zola y Tolstoí. Hoy, \os apologistas que hacen del trabajo
terriblemente dura, de una familia que es desgraciada· si. no
trabaja\ Y eso puede parecer extraño,·péro creo' que es verdad
la razón misma de la existencia son raros, pero el prejuicio
contrario está lejos de haber desaparecido. Mucha gente cree
,.
para la mayoría de las gentes: conforme voy envejeciendo la todavía, al igual que Lacordaire, que al hombre no solamente
cosa de la que más disfruto es el trabajo.s klO) ..• ,:;· , . ·¡.,.:_~ .. • • 1 ~'
«no le gusta el trabajo», sino que lo «odía», porque le tiene
·ri ,,;¡ h . t\~iJ't! i:·J'.I ,wte? : . •·. «horror, -. ( 1) Esta desgraciada afirmación, calda del púlpito
... t¡ : .
,¡· ,·:i,. :rúk,·~,o.r,I 1~141;.i,;· -. : : de Nuestra Señora de París, podría explicarse todavía en 1844
' ,, ' ~, í'.':J:"I\X\i'I, Jl')r1:>t~ por la conmiseración del orador hacia el obrero francés de
·\ · · ! ,i. • ·., , 11!~: ·: ~;p, , ',el\tonces. Se comprende menos el encarnizamiento que Paul
1 •• •••
Lafarque, el yerno de Karl Marx, puso en 1880 en querer «do·
mar la pasión extravagante de los obreros por el trabajo», su
.~locura furibunda por producir como maniáticos» ( 2 ). ¿ Es
(10) El inglés es mucho más expresivo: «I come from awfuÍly · •. , • posible que la común devoción de los dos autores a una cier-
tough scottish stock, from a family that's miserable if ít's not , ta tradición literaria que se remonta a Cicerón y, yendo
working. tAnd it ~ay seem stran,e, but I. l1hink ít's true of most •t
people - as I gr~w older, ihe thlng I enjoy most is work». Liie,
oct., 11. ·)948, p . .í,12.2. - Ver L. Bromfield: Ple,asant Valley, New,
York, -1943, y sus:complemento Malabar Parm; New York, 1947, (1) Lacordaire: Obras, III, pp. 106 y 108.
obras muy traducidas en el extranjero, principalmente en Fran- (2) P. Lafargue : le droit a la paresse, reiutotion du droit au
cia, y .en las cuales el autor da «a per sonal tesi~ment written out travail, texto publicado en el semanario Egalité y reimpreso en
of a liíetirne». ,, Pamphlets socialistes, París, 1900, pp. 7. 19, 26 y 30.
~;

56 :f' 57


1::.~ . . . .h· /.•\ ;i ::::/·· .• ·•
· v; ·:· "Í ; ..:~1~ .:,.~,;f~~:·
',. :,i'~.:/·-ff~·\~11:.·: ·.,>,!r- .'.:. · 1 ··"·.
1

. 1

• •I'•'!'. ••·-.
·.1·:r:~~fr -~ ;w .1
. . ··~·
r~·-t.tJ.t{t::})Jl ""t~:t ' .\..:\.
-•\i_· , ·~··~~~· --···
... .., ·,'.·~,. -~··/· ..,,•.•¡}.¡. '.

tr
. ~>··f~·Í"7i!;~ ..f.1t', ...~· »·~· "' i•

~ásUejos; al filósofo. Arístóteles, les. una .~~¡~idéci~r~Ú ?~(: ·., ..... :qijo .~n,J845: «La psicología de Lacordaire es una falsa y en-
nes, aparentemente contradictorias? En efectoJe'sb.ithemoi,aUf'.i:·;;~0,
... . ...., ..,,,, ·'"' ..
.,. ... v. ;·· 'gañosa psicología». No es verdad que en su naturaleza íntima
Lafargue: .. cuando, en nuestra civilizada Europa, se quiere · ' · el hombre esté espontáneamente inclinado a la ociosidad.
encontrar una huella de la nativa belleza del hombre, hay que Todo es cuestión de motivación, como se dice hoy/Ya Lockc
ir a buscarla en las naciones en donde los prejuicios econó- había notado la importancia del factor interés en la educación
micos no han desarraigado todavía el odio hacia el trabajo. de los niños: «si la mayor parte de estos últimos emplean
Sobre todo en España, que desgraciadamente degenera, pero el tiempo en cosas triviales es porque han visto que se des·
que podía vanagloriarse todavía en 1800 de poseer menos fá· preciaba su curiosidad y no se hacía ningún caso de sus pre-
bricas que prisiones y cuarteles.» · · , · l /· guntas». (5) En 1842, el pedagogo y moralista Alejandro Vinet,
"'? Cincuenta años más tarde, el escritor C.-F. Ran¡uz daba que había conseguido de la Municipalidad de Lausana el que
expresión al mismo estetismo cuando decía que Jal hom- se prolongasen per un año los estudios de la Escuela Superior
bre Je repugna ijntregarse al trabajo porque se da cuenta de femenina, dio a las jóvenes, a propósito de la palabra schoté;
que es una decatíencia para él».l«Ay», añadía el autor en un una magistral charla sobre el tiempo libre. Y antes les ha-
momento de de$.corazonamiento.
. del que él!mismo
~ borró las bía escrito a las maestras: « Es preciso que en la escuela se
huellas en la edición definitiva de sus obras.ó todas las clases respire el aire pe la libertad». Dirigiéndose a los alumnos, les
de trabajo se parecen; todos son duros e iq.,sratos, ya se tra- demuestra que.no hay contradicción entre el juego, la fiesta,
te de remover la tierra o de pintar un cuadrq, Todos innobles, el estudio y el' trabajo: «el estudio es un 'juego, comparable
todos perfectamente indignos de nosotros (los hombres). No a los de la palestra antigua ... el único trabajo que se os pide
hay nadie, creo yo, que no lo haya sentido aJ menos una vez. es la diaria contemplación de toda clase de maravillas ... agra·
Nos damos cuenta, en el fondo de nosotros mismos, de que deced a vuestros padres el que os hayan regalado todo ese
hemos nacido para la contemplacién: (practicada todavía en tiempo libre ... el más útil de los tiempos libres ... una larga
climas agradables, en los muelles de Marsella o al pie del Ve- fiesta de la inteligencia». La alocución se termina con una
subio). Y de que a causa de él hemos decaído en un modo frase admirable: «Echad al aburrimiento fuera de ese recinto
u otro» (3). Por su parte, el sociólogo Víctor Monod afirma- en donde no tiene nada que hacer; el aburrimiento va unido
ba en un libro sobre la Desvalorización del hombre, que, «el al! trabajo inconstante y desordenado; en la escuela y en to-
primitivo, al igual que el niño, usimila de buena gana el tra- '· dos partes, es la pereza la que se aburre, es la actividad la que
bajo a una desagradable penitencia] (4). 'goza. Nada pesa tanto como un deber al que se ha querido
Todos estos juicios se fundan en una observación super· hacer ligero» ( 6)
ficial y falta ele atención del carácter humano.\ Un crítico lo La psicología de hoy da la razón a Rabelaís, Montaigne,
• \ 'Locke, Rousseau y Vinet al afirmar la responsabilidad del edu-
(3) C.·F. Ramuz : « Pourquoi C5L·ce qu'on travaille?», ensayo cador 'en la formación de las actitudes con respecto al trabajo.
publicado en Hoy, Lausana, n.' '100, 29 de octubre 1931, reprodu- '
•• He aquí lo que escribe el profesor William Bovcn, psiquiatra
cido en la revista Espiritu, París, T. •10, p. 473, 1ulio 11933. Los
pasajes citados aquí ya no figuran en el texto enteramente reto-
cado de este ensayo, que apareció en las últimas páginas de Talla'
del hombre, en Lausana, en diciembre de 1933, y en París en 1935. (5) Ed. Claparedc: l/educaüon f onrtionuelle, Parls, 193 1. p. 1 i
Obras Completas, Lausuna, 1941. XVI, pp, 11'1·141. (6) A. Vinet: Pamtlte, éducation, instruction, nn. LTX. 388-390.
( 4) París, '1935, p. 21. 406 (Obms, 'l.K serie, t. I, Lausana, 1925).
58 59
,·..:
!·'

Y caracterólogo: pereza no es un rasgo de la infancia nor-


« La dad de pecado capital, dos concepciones psicológicamente
mal. No podría haber pereza en una edad en que no hay ni falsas y moralmente inadmisibles. El sentido popular se bur-
trabajo ni deber. La voluntad no ha sido moldeada. La pere- la de ellas en sus cuentos, sus epigramas y sus misericordias,
za es una mala costumbre. El perezoso ignora y quiere igno- esculturas irreverentes de los asientos reservados a los cané-
rar la alegría de servir. Es un parásito para quienes le rodean. nigos. Se han podido ver recientemente en Versalles tres tapi-
Educación sin firmeza: pronto la pereza se asienta para toda ces antiguos, provinentes de Viena, que representan a los tres
la vida. En los adultos, el desorden traiciona la persistencia vicios mayores. Al lado de una Lujuria muy inocente, una
de una costumbre pueril. Lo más frecuente es que sea el re- Pereza llamaba la atención por su ingenuidad. Sobre un asno
sultado de la pereza inculcada, de una educación complacien- de orejas colgantes, un personaje adormecido llevaba un es-
te. Ni el padre ni la madre enseñaban al niño a preparar su tandarte cuya insignia era un caracol. En el sucio, unos cuer-
juego, su acción. de mañanr.» (7). pos soñolientos se apoyaban unos sobre otros. No había en
A menudo es por el contrario un falso concepto del deber, esta imagen lo qui! los teólogos llaman la acedia, temible ten-
impuesto por unos padres demasiado severos, el que ha per- tación a la ociosidad taciturna que acecha al monje en su
petuado en adolescentes e incluso en adultos, un disgusto por convento: el buen pueblo no pensaba nada más que en un
el trabajo que es netamente patológico.lMuchas gentes están simple abandono al sueño. Ahora bien, la soñolencia no es en
hastc tal punto convencidas de que el trabajo debe ser nece- sí en modo alguno un estado de pereza; no es más que el sig-
sariamente desagradable, que dejan de lado un oficio o una no de una fatiga que puede tener diferentes causas. El monje
ocupación que les gusta para entregarse a quehaceres que les dormilón de Luis Veuiliot, que inventó tantos ingeniosos apa-
aburren, simplemente para obedecer a las arbitrarias con- ratos para despertarse, era todo lo contrario de un hipocon-
signas de lo que el doctor Charles Odier llama la moralidad dríaco; el Señor no se equivocó ni mucho menos al admitirlo
inconsciente, y que no es, a decir verdad, 'sino una pseudo- en su gloria.
mora1ida~ (8). Estos actos de autocastigo son tan frecuentes Hay que leer los capítulos «Ganarse la vida .. y «Trabajar"
que uno puede preguntarse si las reacciones de esta natura· del doctor Gustave Richard, en su Psychanaiyse de l 'homnte I
leza no son causa de doctrinas morales y tradiciones religio- normal, para comprender hasta qué punto la actitud del hom- i
sas que a menudo han hecho del trabajo, a lo largo de la his- }Jie normal respecto del trabajo y el propio ejercicio del tra- {
toria, una decadencia, una pena y una maldición.\Muy signi- , ·• bijo dependen de la afectividad inconsciente. Para el autor
ficativo a este respecto es el ejemplo del cristianismo medie- no hay duda de que el trabajo sea una «necesidad del horn-
. ...·.:. .
.•
val desnaturali~ndo, a favor de la ignorancia de los· textos bre normal». La pereza es, por descontado, efecto de una mala
y bajo la influet'cia de una extraña ascética, el sentido posi- educación o de una desgraciada experiencia afectiva: sentí·
tivo dado al tr, ajo por el Génesis. Durante mucho tiempo; ,.., •'miento infundado de inferioridad debido a una falta de cst í-

el cristiano ha rmanecido e-orno cercado jpntre la obsesión , mulos, intervención predominante de un Yo que impide riva-
del trabajo-castigo y el temor a la pereza, 4.ievadaa la dígni- 1 '' lizar con el padre, complejo oscuro con respecto al dinero,
~ ·1 etcétera. En tales casos hay una regresión hacia cierto inían-
(7) Dr. W. Bóven:•
Saveurs, Neuchátel, 1944,'.'¡
cap. IX:. «El tra- ' .... 1· tilismo; se pasa el tiempo preparando el trabajo sin llevarlo/
bajo•, 'PPi 267 y 274., · . .. 1.¡;1.:q,;t') .:.·;, · \';·.'.:,. 'i a cabo. Tal enfermera, muy trabajadora cuando podía dar y
· (8) Dr. C. Odier: Les deux Sour<=es consciente 'et -lnoonsoíente recibir, se vuelve ociosa a consecuencia de un noviazgo frus-
de la vi(? morale, Colección Stre et Penser, N~cbl\tel, :1943, p.·67. 1
·l
60 , .. 61
trado y se agota organizando inutilmente su vida. La eníer- del «derecho a la pereza- de Paul Lafargue se explicase tam-
medad es a menudo una huida debida a una actividad profe- bién de· esta manera? La rebeldía y el odio desbordan en las
sional que no interesa o para la cual no se es apto o no se' invitaciones que este autor nos dirige «a mirar al noble sal-
está preparado (9). · ,:· .. -:'!J'·,¡·; vaje que los misioneros del comercio y los comerciantes de la
Igualmente, en el Congreso internacional de Psicología de' religión no han corrompido todavía con el dogma del tra-
Bruselas,. de 1957í Daniel Lagache, de la Sorbona,. decía .a pro-:·., .... bajo».
pésítoide casonie:fn'Cilfereñcht'dolórosa ~ó- dé. ptsiY.llÍ~f, : ~.- ·' ··~;~$~~' 'b ~\¡•,:· .
.,· . ·~:fn'l:.~A,O';); tJ Iº ¡..
chos rasgos' dé éar{cter'"scfo·iactitu<les · ct>nsollda'áu~1 · • . ~ ·},111~,.:u. .' '. · La.
• •• ' , • • • ' •

psloopa,t.ologfa: del ,·agabundo .


también e~ ténniñq_~ freudíanos de incapaci°dild)~clelf irldi~füll~ t-.: •
J· . 1'.-.''.
,; ,,¡,-_~!:.,..~IJt . . ._ •"'· •
r • •

para escapar: a -la' illfahtil influencia del; prlnc~~t~~etiplkMI ;,>: ;,-. : '( ,t :~. :;;:\1J~bs:·séntiríamos tentados a dar el mismo sentido al famo-
para someterse al principio · de realidad cow,'o ''él' "'docf6tf · "'·· -.1"· so.. «horror al trabajo» que caracterizaba al bohemio que se
Elliott Jaques, médico de una fábrica de Londres, ha estudia-
":·e
pretende artista y,'¡a un nivel inferior, al vagabundo invetera-
do y definido «las perturbaciones de la far.ulta~de trabajar»,
f;J;
do. Su desprecio hacía las convenciones de la .'vida social y la
en el Congreso internacíonal de Psicoanálisis de Copenhague,' disciplina del trabajo, ¿no está inspirado por una sorda rei-
en 1959 {11). í:; ·\,>. vindicación, una cierta agresividad respecto a la sociedad que
Hasta dónde puede conducir el tenebroso ·;~minar de la. no hubiera sabido comprenderles ni animarles? Nuestra cita
afectividad contrariada lo ha demostrado C. G. · Jung 'a pro- · de Ramuz podría ilustrar, en un adulto, esta reacción juvenil
pósito de la pereza, en su libro sohre el comportamiento de de oposición, aunque este autor haya sido mucho más que el
la energía psíquica, Die Wandlungen der Libido •. ~itando a inesperado apologista de «la contemplación practicada en los
La Rochefoucauld, que hacía de la pereza «la pasióii más ar- muelles de Marsella». Igualmente, el severo Montesquieu hu-
diente y más maligna de todas, aunque su violencia sea in- biera podido decir antes que Gide: «Familia, ¡os odiol »
sensible y los estragos que causa estén muy escondidos», el De todas maneras, esta interpretación choca con la si-
gran analista hacía notar que ciertos comportamientos de guiente objeción, formulada por el psicólogo Alejandro Vex-
inercia y de indiferencia no son nada más que una manifes- liard, profesor de la Universidad de Ankara y muy conocido
tación inconsciente, pero provocadora, que exa,_spera a lo que po~ .. ~us trabajos sobre el vagabundeo: «Los asociales no apa-
les rodea, por parte de almas heridas cuya energía está como r.e~ol\ como adversarios del orden social que se supone que
invertida ( 12). ¿Es posible que la apasionada reivindicación tratan de combatir; para ellos, las reglas de la vida social no
son más que cargas insoportables, demasiado pesadas para
sus reservas de fuerzas psicológicas. Además, los valores que
(9) Dr. G. Richard: Psvchanatyse de l'homme normal, Lausana,
1951, pp. 77-95. - Ver también: Eduquer les yeux ouverts. Psycha- .,,~~· ~xigencias sociales suponen implícitamente, les son extra·
natyse et educar ion: Lausana, 1958. ños, desconocidos» (13). El autor reconoce más bien al asocial
( 10) D. Lagache: « Vues psychanalytiques sur les émotions»,
Acros del XV Congreso lntemacioncú de Psicología, Bruselas, 1957,
,, \

p. 398.
(11) Revista francesa de Psicoanátisis, París, 196,J, t. XXV, (13) A. Vexliard: Introduction a la soclologi« du vagabondage,
pp. 711-731. Rívíere, París, ·1956; Le Clochard, étude de psychologie socia/e,
(12) Charles Baudouin: L'(E11vre de lung, Payot, París, 1963, Desclée de Brouwer, París, 1957; Asocia/iré et formes de sati sjac-
p. 167. 1io11 des besoins, Universidad de Ankara, 1964.

62 63
-:
_.... .· if •
1 ~·
:~

e~ .la defi~ición que Pierre Janet había dado de la astenia O de- sólo de que ese término actúa de una manera negativa, sino
bilidad psicológica: «No trabaja, está dispuesto a realizar al· de que es científicamente impropio, ya que la raíz del pro-
guna acción .que le guste, de cuando en cuando, según la car- hJemn es precisamente la ineducación, la inadaptación o la
g~ de la acción; pero no. pone esfuerzo personal, o no pone regresión accidental de las necesidades.
sino muy poco Y de una manera mediocre... El doctor Henri
Ey, que ha escrito el prefacio de la obra principal de Vexliard
le reconoce un gran mérito por haber observado que el vaga- ¿Se es «activo» o «no-activo» por naturaleza?

¡. bundo es rara vez un delincuente grave, un neurótico o un
. enfermo mental. Thierry, uno de los «perezosos» estudiados
por ~uestro autor. «no tiene meta en la vida, ni deseos, ni
Pierre Janet parece haber hecho de la astenia un estado
constitucional, y por lo tanto, hereditario. No es esa la opi-
necesidades; lo que el trabajo podría procurarle no le intere- nión de su continuador, el doctor Henri Ey, quien dice de la
sa; es tan poco capaz de obrar el mal como el bien». «cloche» lo que sigue: «Ese reino marginal de la sociedad
En el Congreso internacional de Psicología de Washington está poblado sencillamente de hombres desgraciados o más
.··¡ de 1963, A. Vexliard desarrolló de una manera convincente exactamente de hombres que han perdido el sentido de la
su interpretación del vagabundeo por medio de la «deficien- felicidad y de la desgracia». El eminente psiquiatra está de
cia de las necesidades». El problema de la pereza en un cíer- acuerdo con aquellos para quienes «la persona es su histo-
1 ria», más que con los que «corren el riesgo de atribuir a la
i t~ número de niños o de adultos se encuentra así reducido al
: preformación del ser, al mosaico cromosómico, la total origi-
nivel más ~damental de la insuficiencia o de la degradación
de las necesidades. Esta explícaclón no excluye, desde luego, nalidad» del destino de cada uno ( 15 ). Entre estos -constt-
l~ que nosotros hemos propuesto anteriormente y ·que con- tucionalistas» el autor cita los nombres de los psiquiatras
f1~aría la experiencia de otro observador, el irlandés Philip holandeses Heymans y Wiersma, sin mencionar los de los psi·
O Connor: el vagabundo, the tramp, tendría horror, no al tra- cólogos René Le Scnr.e y Gasten Bergcr que han aceptado sus
bajo, sino a las sujeciones del empleo (14). Sea como fuere 1un el tesis y creado la Escuela francesa de caractcrologla. Todo este
1 vagabundo aparece, según In expresión de Vexliard como grupo define el carácter como «La base de disposiciones in-
' «mutilado social» a quien se puede y se debe «asistir en la natas, recibidas por herencia, congénitas, que constituye la
1 subestructura psico-somática de un individuo». El gusto o la
tarea de su re~~aptación». En cada caso, añade este último
autor~ hay que ~escubrir la naturaleza de lo_s «problemas psi- ny<frsión por el trabajo se explicaría por la diversidad de tem-
1 cológicos que plantean los extraviados y que han sido cau-
sados, la mayor parte de las veces, por dificultades de orden
peramentos. En efecto, lu actividad sería uno de los rasgos
fundamentales del carácter, entendido éste como el basarnen-
social o económico». En Schongau, Baviera, como en Clent to innato e inmutable sobre el cual se edificaría la persona-
,. ,Ildad. El hcmbree acrivo» se entregaría sin tardanza al traba-
1 Hills, Worcesters-hire, hay establecimientos Íde reeducación de
asociales: el reglamento de Clent prohíbe ~} personal el ern-
,
1
,jo que se le propone y buscaría espontáneamente un trabajo
pleo de la palabra «perezoso .., porque está~ convencidos no 1
., o. al menos, una actividad que exigiese un esfuerzo sostenido,
si dispone de tiempo libre.
:1~ . -r
P. O'Connor: Britain i11 tire Sixties: Vagrancy, Penguin
(14)
Books S. 219, p. ·180, Londres, 1963. (15) H. Ey: La Co11scic11cc, P.U.F., París, 1963, pp. 191 y 293.
64 65

' \. ··;~·.. . '~.;.:,,. !


t: . ~·ii~·; .:{
---.Lo·--- 1·-' ••
t :

Cuatro ejemplos históricos citados por G. Berger, parecen ocioso: la inmensa obra que ha dejado da fe de ello. El me-
justificar estos puntos de vista. De Voltaire, su-sobrina Mme. jor conocedor de Erasrno, Daniel van Damme, conservador
Denis decía: «Trabaja quince horas diarias; es una pasión más del museo de Anderlecht, ha insistido en este punto: .. Nadie
violenta que,,nunca. Se sentiría en el infierno si no pudiese puede llegar a sujetarle, está en todos los sitios y en ninguno,
trabajar.» De· Napoleón, sir Neíl Cambell, su guardián en la y trabaja en todas partes. Enseña, lee, traduce, escribe. Es-
isla de Elba} escribía: «No he visto jamás a ningún hombre, cribir es el gesto esencial de su existencia. No tiene ningún
en ninguna circunstancia, tener tanta· ~ctivfdad- personal: y descanso, tan siquícra por la noche». Tampoco es extraño que
tanta perseverancia en la actividad. P~rec~t.;.~u~,~~~F~tf~J>la· la mayor parte de sus retratos le representen ocupado: e Es
cer en el movimiento perpetuo.» Por eltcontrano, Bénjatnfn trabajando, en su pupitre, ante su escritorio, como sus amigos
Constant se declara «deso1denado y pek~iósó»,'f1Ami~f}9ñ~ y admiradores, los artistas más grandes de aquella época, Du·
. . . 6. ,-.:,¡-.. •;,:,;íll.1'.:; l,ii,! :llJ. í{UH.l
fiesa: «Actuo lo menos posible» ( 1 ) ... :i;;• :-: · 1t· :·r~; ,e- 1)w· ·"r ;

rero, Holbein, Metsys, lohan representado ... » (17).
¿ Cabe admitir sin embargo que hay seres inrtatiGhent~ ~ac: i· Hay que ponerse de acuerdo sobre el significado de las
tivos»? «imc~vos», trabajadores o per~~s·o·s.'p~f:~.~~~,~--~.:·, .. palabras: la «fecunda pereza» que Baudelaire oponía al actí-
Los mismos eJemplos .que se nos dan.nos ..~enn1t~:,4udá.iIB.ié ~~ · . $mo moralizante.de su suegro, el general Aupic, no es en
elio:'!BeJj~rifüi3.'con1tí;itha de.iaéfd\riffit~t&j§B~Yes\a~l~ . (t-·
s r~idad más que una forma superior de la actividad creadora,
di ºser._1despr~c~~'6iéJ,,¡·~s decenas de1a10'!:~~d~i-· ~4
. ~-1;1~.\i~Y,e~r.«r1'R:,iar:!~)~tim? d~' ~é
• • :· •·1,1, • •11 ·," , • 1' ., • ---·~1
1"
2-0
-~ ~~J e:~:t ;.1· .
,.,s~•...'-"~~u.
~-
tltl'í-9~?,Jiim ;;11 ".f',';; 1.
·
. · !!,.gua! no carece de esfuerzo y de dificultad. El poeta lo re-
conoció cuando, en su nota sobre las canciones populares de
~ga, téstimónlo,..~e ~a aplicacíón ·1ab9,tosa_ d~ , 1, ~ ~~~ - ..,,,J Pierre Dupont, atacó en 1853 a las «monstruosas criaturas de
cuentran pocos casos semejantes. La actividad humana pue- ; la pereza y de la soledad» que son los René, los Oberman y
de tomar formas extremadamente diversas: no hay que de- ¡ los Werther del Romanticismo. Todo trabajo aburre, eviden- <
jarse engañar por las apariencias. ¿Estamos seguros de que I temente, cuando es excesivo y monótono; pesa duramente
Montaigne no f ue más que un «amorfo parasanguíneos y un cuando no corresponde a nuestros gustos, a nuestros intereses
«perezoso• incluso si se añade que lo fue «con talento»?· Se o a nuestras capacidades. Se ha hablado demasiado de la hol-
comete un error al tomar al pie de la letra lo que el autor: de gazanería de La Fontaine, del cual se supone que pasó la mi·
los Ensayos dice del «esptrnu cansino» y de la' «increíble !:P de la vida durmiendo y la otra mitad sin hacer nada. En
falta de memoria» que le habrian afligido. En realidad, Mon- , , fClll.lidad este seminarista, a quien hicieron entrar a los veinte
taigne desplegó una actividad poco común, simultáneamente, 'años y sin vocación en la Congregación del Oratorio, se delei-
como magistrado -su contemporáneo de Thou le consideró taba leyendo no solamente a Petronio, Boccacio y Rabelaís,
dignissimus-« y como escritor: había leído todo lo que se po- sino también a Plutarco y Platón; era un apasionado por la
d(a leer en su tiempo y lo recordaba muy bien. Igualmente, , •li!eratura, y sus Fábulas, obras maestras inimitables, son fru-
Erasmo hizo por pura paradoja, ochenta añ.os antes, un elo- to de un intenso trabajo de reflexión y de composición.
gio a la Pereza, «que se apoya en los dos codos y tiene los
brazos cruzados». El príncipe ele los humanistas no era un
•• ' muySetrabajadores
podrían multiplicar los ejemplos de escritores y sabios
que, por coquetería o por cansancio, han
hecho creer que eran perezosos. C.-F. Ramuz, del cual ya he-
( 16) G. Berger: Traité pratiq11e d'analyse áu caracttre, París,
1952, VII, pp. 101, 124 y •132. (17) D. van Damme: Anderlecht Erasmus, Bruselas, s. f., p. 22.
66 67
su
mos citado singulares frases a este respecto, lleva desapJgo constantemente: «Estoy tranquilo. Me encuentro sostenido
hasta el extremo de escribir las siguientes líneas eh su Dtaiio por señales de afecto, de deferencia, por distracciones suaves
durante el trágico verano de 1917: « Se recoge el' heno: 'se' y tranquilas, por el trabajo de escritorio, seis horas diarias.
disfruta. No hacer todas estas mañanas más que considerar Encuentro a faltar todo eso en París. Los deberes de Estado
el espacio y respirar el olor de que está compuesto .. :'·Esté y de posición, y aún más, los que yo me creo sin necesidad,
mes de junio pasará sin que yo haya hecho nada, pero vivó, me turban por su contradicción y simultaneidad. No estoy

~J ~
·:,1:·.·..
...
y eso es lo que llamo ahora trabajars.: Marcel Proust decía '-
que la pereza· le había «protegido contra la facilidad»"
t 'y''qúe
nunca enteramente en nada de Jo que hago, lo precipito todo ...
(por) necesidad de hacerlo de prisa ... (18).
la enfermedad iba a «preservarle de la pereza».' Vemos lo'imi La única cosa que le interesa al autor es su obra, que como
precisos que son los límites entre el trabajo y la Inactívídad. sabemos es monumental, y cuya riqueza y originalidad se re-
No hay que extrañarse de que tanta gente se declare incapaz conocen hoy. ¿No hay que atribuir a las circunstancias más
de definirse como «activa» o «no-activa» al responder al cues- que a la naturaleza la pretendida «pereza» de la que se acusa
tionario de Gaston Berger. · · · Maine de Biran? ¡A cuántos errores nos llevan las definiciones
Para aclarar nuestras ideas sobre este segundo tipo, el ca- demasiado estrechas del trabajo y del tiempo libre! Estando
racterélogo nos recuerda a Maine de Biran, clasificado como de vacaciones, Maine de Biran trabajaba espontáneamente
emotivo, no-activo y secundario. Cualquiera que hojee el Dia- seis horas cíarias en sus "obras de íilosoíía»: nos imagina-
rio tntimo de Biran encontrará sin duda, sobre todo en los úl- mos que entre sus «distracciones» habría que contar sus abun-
timos años, observaciones como ésta: «Estoy como un so· dantes lecturas, que no requerían menos atención y trabajo.
námbulo en el mundo de los negocios. Hay defectos del espí- Otro ejemplo: una persistente leyenda quiere hacernos creer
ritu o del coi4zón, que se refieren a la organización interior, que Charles Darwin, iniciador e.le talento, no trabajó en toda
que toda nuestra actividad no supera nunca. Estos defectos su vida más de cuatro horas al día. Es verdad que escribió
se desarrollan algunas veces a una cíertajedad y de una ma- su Origen de las especies en doce meses, pero era la culrni-
nera bastante súbita; los heredamos de Juestros
,. padres, en- nación de veinte años de una labor que uno de sus biógrafos
tran en la constitución de nuestra máquina ... » (28 de marzo más recientes ha calificado ele «casi patológica». Las únicas
de 1818). O también el 1.0 de agosto: «Te~go visitas todos los cJ.i~tracciones que se concedía consistían en «lecturas ligcras-"
días, leo y escribo sin perseverancia. Px\¡paro un trabajo y, , !ig?11 reatliug, como él mismo las llamaba: el tratado de Mal-
como los perezosos, eludo, siempre que BÚedo, toda empresa thus sobre el Principio de la poblacián, que cita en particular,
dura y continuada ... » No obstante, hay q6e situar estas notas no era ciertamente un libro ligero.
en el tiempo y el espacio. En marzo el autor está en París,
acaparado por funciones y deberes que representan vlslble- . ' ,·, Conclusión sobre el trabajo y el carácter
;I mente una carga para él. El 1. de agosto llega a su casa de
0

Grateloup, en el Périgord, en donde pasa habitualmente las •1' \ Le Sen ne y Bcrgcr no piensan seguramente negar el pesa-
1 vacaciones. Se ve que ha llegado al límite de sus fuerzas y está do trabajo que sus «inactivos» pueden haber hecho, ya que
cansado además por el viaje, pero el día 6 de agosto se le riota
que se recupera y habla de una manera completamente dis- ( 18) Diario íntimo de Ma111c de Birau, publicado por A. de
La Valette-Monbrun, Librería Plon, Parfs, 1931, t. ll ( !SI 7-1824 ).
tinta porque puede dedicarse a su obra sin ser molestado pp. 89 y 112.

68 69
.·.:-

la actividad es para ello, solamente «la disposición dei 'qüé medio, no condenado por la moral, de satisfacer apetitos de
obra fácilmente». Este criterio nos parece, ·sin embargo frágll, lucro o instintos de dominio. A este respecto el trabajo, como
impreciso y sobre todo demasiado poco seguro para justificar el amor y la guerra, no es más que una manifestación de la
una distinción fundamental entre dos tipp.s humanos. Lo qué voluntad de poder. u) sentí al conversar un día, en 1929, con
hemos dicho de Baudelaire, Biran, Constant, Montaigne oLa el viejo John D. Rockefeller que había hecho del trabajo una
Fcntaine, podría repetirse de Rousseau.; Vigny, Stendhal y verdadera religión. En otros tiempos, este hombre notable,
Kierkegaard, clasifícados como «no-activos» de una manera preciso, seco y duro para consigo mismo, hubiera dirigido flo-
muy imprudente. ¿Quién no se ha encontrado, como ellos, des- tas o ejércitos, y su siglo ha hecho de él un capitán de la in-
corazonado, abatido, en algunas circunstancias? Por ello no dustria. Los grandes aventureros de antaño no eran cierta-
han dejado de crear, con fervor y alegría, obras incompara- mente unos trabajadores, perc hubieran podido serlo; su épo-
bles. Por dos veces, en S"Js Confesiones, Rousseau se defendió ca no les dio esa posibilidad.
cor. altivez de los reproches que se le hacían: «Mi pereza era Benson Ford, a quien preguntaban por qué sus hermanos
menes la de un holgazán que la de un hombre 'índependíente y él consagraban tanto de sí mismos a sus empresas, contes-
a quien no le gusta trabajar nada más que a su horas.' Dos- tó con sencillez: «A decir vedad, lo ignoro; probablemente es
toiewsky, cuyos altibajos conocemos, decía: «Trabajo" eón consecuencia de la educación recibida de nuestro padre y
amore: y de uno de sus libros: «He puesto ,..
eri"éfmhUm'a1tfu1
' nuestra madre, para quienes el trabajo fue su norma de vída.»
carne y mi sangre.s El hombre es diverso, secreto.tcontradíc- Locke ya lo había dicho de los niños en 1693: «el trabajo no
torio. Emile Littré, el más extraordinario de los trabajadores, • es lo que les mortifica, pues les gusta estar ocupados», pero
ha dicho que aqueJlo en lo que se «había apoyado más todi· .I también es preciso que no se les «hastíe• de él con malos
su vidas, era la ternura y la pureza. Se acerca mucho aRous-' ejemplos o una educación torpe. Más que las propensiones, dl-
seau. ¿Tenía o no una «disposición» innata e inmutable para Iíciles de determinar, son las motivaciones lo que la psicolo-
el trabajo? Todo lo que sabemos de él es quetenía un interés • gía del trabajo debe estudiar/Para muchos americanos, por <
apasionado por las tareas aparentemente áridas·,:que· deSenf:. -,· ~;·¡.. ejemplo, el trabajo no es más que un juego que les apasiona

. -
peñé. Lo que diferencia a los hombres es menos· 'su herenclá .
constitucional que sus experiencias; son ··laS'• actitudes ·qub
y les sostiene más que el dinero que ganan o el poder que ob-
titmen por medio de él. En el otro extremo, los «verdugos del
hantomado, los intereses que les animan, laflnetai que 'pcl'·' '',tt"abajo• son generalmente unos agriados y descontentos cuyo
:,.
siguen(En 1850 Federico Bastiat decía en sus Armon{as Eco- activismo no es en absoluto espontáneo. La educación, la imi-
'C" nómicas que el hombre no puede trabajar si no está seguro tación y el prestigio social que rodean al hombre ocupado
de poder aplicar a sus necesidades el fruto de su trabajo. Se .-del cual la secretaria dice siempre que «tiene una reu-
dice hoy lo mismo cuando se habla de los incentives to work, •. , • ~ón- hacen de mucha gente unos trabajadores forzados
Lo mismo que por la «pereza» de Bíran, no hay que dejar· , a quienes a menudo les gustaría más escaparse al campo o
se confundir por la actividad devoradora de un Voltaire, de un •• pescar con caña/ Este hombre ocupado hace pensar en el
Napoleón o de una George Sand. Verdadera «pasión», como «gran abogado» del que Montherlant habla en sus Carnets:
decía Mme. Denis, el trabajo puede no ser más que una coar- invitado a cenar a las ocho, manda que telefoneen todas las
tada, una fuga ante ciertos deberes, una compensación oscura veces para decir que no podrá llegar hasta las nueve y por fin
de ciertas frustraciones; puede también no ser más que un se presenta a la media entre aclamaciones de los invitados.
70 71

..
·.
'~·~:·.·~-~~1í:~·:i·.~::\ ;-·:.~;~:f . ~>1;{:t:P :
. ,,\ ·"
..1,m-;H!'i!i:u
~i · .' ~' ' -: ~. · .~·, ........ , ....
~¡ . . .
0
• ·' "J, " • · ·•· "
~ .: •. _.,"; :· t: ,. '·~,~/·: ·•. ' ....~r.}~'V·; :V"
• . • ,,, .. , f ....~ .:~ i'~ 1 '
« •• ' ,r,:r f.,fiflr-1: ~; • 1

• .. : 1' ?'-/
. ·.·~:., (•.1 ,-t't-L'~
~~ :
• , •,
t .. • :,:.m ... ,i,!. .~·i:,...11
~~
; "' ,,~.... ~ ·,t'i' ~ .... ~ . .;_,~ • ' ~ "' :

.· ,.-~ ·~ <;;uardémo~~s:-,~~l;iesquematismoudq,~· .· .r, ~ i-~~ó"\\.4~,jl;~ ~ que se le abren. Sea en el trabajo regular y la acción exterior,
Seguros- del que hablaba Kafka en La Metamorfosis, .y -para sea en el arte o la meditación, hay un gasto de (ucrzu vital: las
el cual .. no había· enfermos, sino· únlcamente cperezosos» circunstancias ai menos tanto como un cierto tcmperamentu
O bien de aquel profesor del Colegio de:F.rancia a.quien.Al-, natural, determinarán en cada instante el empico y la intcn-
fredo Binet quería interesar en sus estudios sobre. el- origen sidad de esta energía. S~ puede dudar de la existencia de ca-
de· las diferencias mentales que existen. entreolos- colegiales> racteres innatos que sean típicamente activos o inactivos.
•No hay rr.ás que dos clases de alumnos», contestó el maestro..
«los trabejadores-y los perezosos». A. la objeclón.de que se de-
bería analizar .cada caso de inatención o de apatíaxserepltíé
la misma parentoria respuesta: «trabajadores y perezosos; no
hay más que eso» (19). . ,., :
La distinción de C.·G. Jung entre extravertidos e-íntrover-
tidos nos parece más pertinente, en caracterología, que la
oposición activos-inactivos. Lo que distingue a los hombres es
menos la espontaneidad natural de su actividad que la orlen-
tacíón de esta activídad hacia el interior o el exterior. Añada·
mos que la noción de ambivalencia, introducida por el psi·
quiatra de Zu1ch Eugene Bleuler y desarrollada por su dis-
c(pulo Jung enjel concepto de enantíodromía, explica aún me·
jor el comportámíento caracterial, a menudo desconcertante,
del hombre: todo individuo extravertídospgencralmente afi·
donado a la actividad exterior, tiende con-frecuencía a dejar
manifestarse, de una manera inesperada, una predisposición
paradógica a la introversión que dormita ~~ él; por otra par-
te, el introvertido, normalmente Inclínadoiál pensamiento, la
creación y el análisis interior, se compromete inopinada· ~- 1
~.
mente en empresas que revelan la existencia, en lo más ínti-
mo de su ser, de tendencias activistas que suelen estar Inern-
pleadas (20). La energía psíquica, que afluye con una fuerza
bastante igual, salvo casos patológicos, en la mayor parle de ,·,
los individuos, puede dirigirse hacia una u otra de las vías >'

..
(19) A. Binet : Les idees 111odemes sur les eniants, París, 191 L,
p. 298.
(20) Carl-Gustav Jung: Ivnes psyclwlogiques, Ginebra, 1950,
passim.
72 ¡3
·:

..:-.

CAPÍTULO IV

AOl'ITUDES COLECTIVAS CON RESPECrO AL


TRABAJO
1
1

!!. Lo que acabaruos de decir de los individuos se aplica tarn- ,...


bién a las colectividndes: nada prueba que ciertas razas o cier-
tos pueblos sean por naturaleza apáticos o perezosos. Se han
justificado con demasiada frecuencia ciertas formas de colo-
nialismo con lo que el economista Leroy-Beaulieu llamaba en
1910 «la indolencia Lle las poblaciones de la zona tropical».
Era tomar el efecto por causa; jamás nadie en la historia, y
tanto en Europa como en ultramar, ha trabajado de buena
gana para conquistadores o amos extranjeros. Montesquieu lo
había dicho antes que los psicólogos de la motivación: «La
naturaleza es justa con los hombres; les recompensa sus es·
fuerzas; les hace laboriosos porque a mayores trabajos atrí-
buye mayores recompensas. Pero si un poder arbitrario su·
prime las recompensas de la naturaleza, se siente un disgusto
,-¡or el trabajo, y la inacción parece ser el único bien».
• ', Menos perspicaz que su ilustre predecesor, el naturalista
Buffon pretendió que, «si todos los hombres tienen tendencia
a la pereza, los salvajes de los países cálidos son los más pe-
. 1 rezosos de todos los hombres». Joseph de .Maistre no hizo
• •• . ~\j ~ • ·sino encarecer lo anterior en los desarrollos sobre «el espan-

..•~ •\~."• . ¡~-i..." .. ¡


.. ~ ..;!a- ~
, toso estado de los salvajes». Incluso Proudhon se dejó con·
.... .;, "' vencer: «Se sabe, escribía en 1858, la antipatía que los pueblos
•.. salvajes tienen al trabajo; este hecho, bien conocido ... » (1) .
:;,q. t~. 1'11 JJ. Ahora bien, todo eso no es sino un prejuicio.

(1) De la Iustice ... , t. 11, p. 159.


7:

,.
\
"
Habiendo hojeado numerosos relatos antiguos sobre los . · Basándose en relatos de etnólogos americanos, J can Stoct-
indios de las dos Américas, nos ha llamado la atención, por el .· zel ha demostrado hasta qué punto varía la noción de tra-
contrario, la insistencia con la cual los viajeros y misioneros.,~· . ,.,,:: ,. : bajo según las distintas culturas: «No, dice, el mejicano no
· hablaban de la -~~·~,pedad, de la te11~c!dad y dé}a~~~l,i~~~~·-~~~¡~~i;· · .1 • •
0• 'es perezoso, ni siquiera es indo~ente. Efectivamente, hace hoy
,,._,.,,.,,.·.~:;: .. el trabajo de Iosjndígenas (2). El fis1ócrata,.I:~~~is.-.Qµesna~' " ¡.,: :·:, ~" 1 Io: que no puede ser hecho manana, pero, ¿por qué iba a ha·
~ :·'. da 'uri reflejo. bastante exacto ,c!e.'~as ob~'. , delfsigl,Q~"XVIU' ~ .. ·':"- ff:cer..'hoy lo que puede hacer igualmente mañana? El ritmo de·
:."'-· e, cuando recuerda el rasgo siguiente en 'su ·An}1ii.s'il.rdef:Gof,let'Jt 1-. : '·: :/
:/ 1su:'vidá es menos diario que estacional. Lo que hago hoy no
:,.:;:, · no aenos-tncas'ae; PeHtJjor M. 'A:: «Nóse'lent"bfií~este··">'.-··:l..i).?;::- z : importa en absoluto; lo que importa es lo que haya hecho en
Pueblo, muy numeroso, ni holgazanes, ni pobres, ni ladrones, esta estación. Es la idea del mañana, tan mal comprendí-
nl mendigos. La Ley natural había dictado las leyes del Esta- da ... » (4). Entre los Hopí de Arizona, la noción del tiempo no
do». Esta última alusión al Código de la Naturaleza demues- iría más allá de la idea del «más pronto» y del «más tarde»,
traque este juicio, se inspiraba en un idealismo filosófico muy si se juzga según su vocabulario, dice también J. Stoetzel.
a la moda de la ~poca, pero que no por ello .reposaba menos No obstante, nosotros nos preguntamos si no es una exagera·
en los hechos. t ·. ;.:'· .·. ,.1·v,:'.'·11; ción; prueba de ello sería la importancia de los calendarios
El testimoniof{ie M. A. ha sido confirma~ por· los obser- ~ astronómicos en las civilizaciones precolombinas.
vadores de hoy que han estudiado a los des~~ndientes de los Como quiera que sea, el interés que pone en su trabajo
Incas que viven todavía en las altas mesetas de los Andes. el Indio que vive en un medio natural no ofrece lugar a du-
El Indio, dice por ejemplo H. Herbert-Ghaf4i(r. no deja nun- das. ¿Cómo podría ser de otra manera? En una reciente auto·
ca que la fatig ... aparezca en su rostro. Si t1,nsporta alegre- biografía, Tlayesva, un Hopi de Arizona, relata de la siguiente
mente pesadas cargas y si trabaja el suelo con tesón, es por- manera las recomendaciones que le habían dirigido los An-
que agradece a fa Tierra que Je lleve y le alimente: «El In· cianos de su tribu: «Trabaja sin descanso, observa los ritos,
dio se comporta como un deudor (respecto a los dioses que le vive apaciblemente y une tu corazón a los nuestros para que
han dado fuerza y vitalidad) y no como víctima de una suerte nuestros mensajes lleguen a los Hombres Nube ... El duro t ra-
de la que no sabe cómo escapar». El trabajo es un justo tri· bajo con calor y polvo a que están sometidos desde hace si·
buto que ennoblece al hombre. Por eso el Indio no le teme al . "·jlos tanto los Indios del Norte como los del Sur, han hecho
esfuerzo físico, que considera feliz. Para él, «la única cosa que ' , a unos y otros menos inestables y perezosos de lo que han
facilita realmente la vida, es el deslizamiento metódico y fruc- pretendido algunos autores. Muchos testimonios a este respec-
tuoso de ese potencial de energía que es e] patrimonio de todo to no son, para el profesor Claudc L.... vi-Strauss, más qué
cuerpo equilibrado y que tenga salud» (3). ,·, «cuentos de comadres» o «mitos sociológicos» que tienen cier-
··' lo interés para el etnógrafo como reflejos de esquemas de va-
., lorlzación. pero muy alejados de In realidad (5) .
(2) Sobre los antiguos prejuicios relativos a los «salvajes»,
ver nuestra obra le- scns de la direction et I'orientction lointatne (4) J. Stoetzcl : La Psvchologic socia/e, Flarnmario n. París,
che; l'humme, Biblioteca científica, Payot, París, 1932, pp. 127·142, 1963, pp. 102·!04.
325-335. (5) C. Lévi-Struuss : La pcnsée sn11w1Rc, Pion, Parts, 1962. p. 158.
(3) •L'lndien de l'Amérique centrale», Conoclmicnto- del M1111· E.1 mismo autor ha pref'aciado Sol l lopi, In obra de T'alnycsva,
do, París, I, 3 (1955). p. 78 (los paréntesis son nuestros). Pion, París, 1959.

76 77
f'
Esclavos o colonizn<los negros y de jóvenes congoleños estudiados en fases paralelas y aná-
logas de su desarrollo (6).
Una vez más hay que desconfiar de las apariencias. A su (.. Como había observado Marc Bloch, hay pueblos rutinarios,
vez, se ha calificado al Negro como perezoso sólo. desde el en los que la invención no aparece o no se admite, pero esos
tiempo de la esclavitud en los Estados Unidos. Se olvida que pueblos no por ello son menos laboriosos que otros. Ya nadie
la labor de los niggers de 1830 era aplastante, lo mismo que habla en los Estados Unidos de la «pereza congénita» de los
la de los cautivos del antiguo Egipto, a los cuales aluden fre- Negros desde que éstos trabajan mucho y de firme en las
cuentemente sus cantos. grandes empresas industriales: los sindicatos obreros rehusan
Escuchemos la queja del remero expresada en los «blues». ;, encuadrarlos, precisamente porque temen su competencia. La
que hablan del gran río, Old Mari River: «Los Negros sufren ' · debilidad de los Negros americanos es la insuficiencia de su
en el Mississipi, mientras juegan los Blancos; los Negros tiran educación, pero pueden adaptarse si se les da posibilidad.
de los barcos de la mañana a la noche, sin descanso hasta el Estando solo en un ascensor de Nueva York con dos ascen-
día del Juicio. Dobla las rodillas y baja la cabeza, tira de la soristas muy jóvenes de uniforme, uno Blanco y otro Negro,
cuerda hasta morir. Déjame irme lejos del patrón blanco, con· les pregunté, hace algunos años, cuál era su salario: «Me pa-
dúceme al Jordán, es el río que yo querría franquear por fin. gan cincuenta centavos- por hora, y a él el dobles, me dijo el
Tú y yo sufrimos; todo nuestro cuerpo sufre y grita, mientras negrito. «Sin embargo vuestro trabajo es el mismos, observé.
el Blanco ordena: tira de esta barca y lleva la carga. Mientras «Desde luego», respondió el otro sin acritud, «pero él es blan-
tanto, corren las aguas del viejo gran río; lo sabe todo, pero co». En la Costa de Marfil, antes de la autonomía, la situa-
no dice nada; transcurre, lle· just keeps rolling along» ción era la misma: el salario de un chófer de camión era
En una larga nota final de su libro Race Psychology, pu· cinco veces más elevado para un Blanco que para un Ne-
blicado en 1931, Thomas R. Garth, profesor de la Universidad gro (7). Seguramente el primero era mejor mecánico que el
de Denver, Colorado, ha confeccionado la lista cronológica y segundo, más apto para el arreglo de averías o las repara-
hecho un análisis de los estudios experimentales emprendidos ciones. Un especialista holandés nos dice, no obstante, que los
en el mundo a partir de 1881 sobre las pretendidas díferen- indonesios constituyen hoy excelentes equipos de mecánicos
cías mentales que separan a las razas humanas. Todos estos (.- , dJaviación. De hecho, es la racionalización, la eficiencia o la ··
trabajos llegan a la misma conclusión: la lentitud y la ínfe- ' , programación del trabajo moderno lo que repugna a los hom-
rioridad de los hombres de color se explican por las círcuns- bres de color, acostumbrados a una libertad y a un ritmo de
tancias, la influencia del medio, las condiciones de vida y de actividad completamente distintos. Nosotros no creemos que
instrucción. Las ~otencialidndes, en Ia medida.en que los tests 1.Ja
indolencia de los Negros que hacen sufrir a sus mujeres o
pueden revelarlaf 1 son iguales en promedio en los grandes "' <fue afectan indiferencia por el salario. dejando su empleo
grupos. , .··
Se dijo lo mismo en 1957 en el Congreso internacional •• '
de Psicología de Bruselas. Fueron particularmente intere- , (6) T. R. Ga'rth: Race Psychology, a study of racial mental
differences, 260 ·t,p., McGraw-Hill, New- York, 1931; A. Ombredane:
san tes las comunicaciones hechas en aquelli~ ocasión por el •E! problema de la lentitud del Negro analizado en una tarea
llorado profesor A. Ombredane, de la Universidad de Bruselas, intelectual», Informes del Congreso de Bruselas, 1957.
sobre las aptitudes comparadas de niños b~!gas de Europa (7) J. Vincent: «Rendement des travailleurs en Cóte d'Ivoire-,
1 Diario de Psicologla, 1955, pp. 198 y 207.
;y

7!1 79

.•.
,,¡· 1

,!,
1. ..~

!
¡.
cuando se hartan en él, sea explicable, salvo casos partícula- parte, el P. Rcné Dumorn, autor de El Af rica negra ha e111·
r·I res, por la insuficiencia o la degradación de las necesidades, petado mal, se expresó en tos términos siguientes el l." de oc·
i como se ha dicho para los vagabundos de nuestra civilización.
En realidad, estas actitudes que sorprenden al europeo están
tubre de 1964 en un informe a la Conferencia europea de Cul-
tura, en Basilea: « En et Africa tropical la falla de ahorro y
condicionadas. por· antiguas convenciones, de .prestlgio; 'por
tradiciones que coaccionan, más que por: reacciones indivi~ ·
..¡ la insuficiencia de esfuerzos contribuyen en gran manera a
retrasar el desarrollo. Esto puede ser considerado aún, al me-
duales. La asoc~alidad es un lujo de los países desarrollados. nos en parte, como una consecuencia del neocolonialismo. El
; .. ·. ' .... ~.,¡¡ /· . .-:·;:·¡.(!Jil~> .-·:.. i.;:1J,l~; campesino africano no consentirá jamás en realizar inversio-
· ! Bn ta· nuevi Africa, algunos dirigentes: perspicaces ,,han, .-:: ·¡ nes humanas tan fatigosas como en China, en gran parte por
comprendido· qie el trabajo de todos era Ia primera 'condi- . el hecho de que tiene anee sus ojos un espectáculo que sus
ción para una verrladera pros puridad. Sékou Tour.é se lo, ha· colegas asiáticos se han evitado, la vida demasiado suntuosa
hecho saber a su pueblo: «D~ ahora en adeÍante,·ningún hom- de los privilegiados de las ciudades. Preferirá, pues, enviar a
bre, en ningún pueblo, pasará veinticuatro 1%ra1. diarias en su su hijo al colegió, no con vistas a modernizar su explotación
. · galería.» La divisa rde Guinea es 1'rabajo,•it&ticia1;Solid_aridadr.:-:. ¿;) > agrícola, sino para que a su vez tenga acceso a esa casta pri-
Ha:~btado.~g<>. cuando el -obrero ba(sab'.i~0¡,quo5).!a:.no.;,~~~JJ?li·-;,,. vilegiada de la ciudad, c\el comercio, de la política o de la fun-
·; .bajaría• parar Intereses I extranjeros.:coaccioJ;lllda,tpót.,exlranj.c~f{... ·: ~i' t -: ción pública». La misma inquietud, que no excluye la amistad,
· rostrpor 'un- salario queno fuese eqú.itativ.~i)•He:aqu1 fo~qúé'>:. ;·.t~: : aparece en La pobreza de las naciones, obra del economista
Charles-Henrí ·Favrod decía en j 958, dé los trabajadores ne-v !;t René Gendarme, que enseña en la Facultad de Nancy después
gros: «Desde mi ventana, en Dakar, se ve. un gran inmueble de haber pasado por Argel y Tananarive (9).
en construcción. El capataz blanco bosteza' desesperadamente, Me atreveré a expresar, no conociendo Africa, mi extrañe-
pero sus obreros, alegres y expansivos, hacen.juegos malaba- za ante la película franco-senegalesa Libertad, que se presentó
res con las varillas de metal, vertiendo el hormigón como si el 30 de julio de 1964 en Perusa, en un congreso universitario
construyesen un castillo de arena en la playa. Los chóferes de sobre "la presencia de Africa en el mundo de mañana»: a par-
camiones, los cargadores de muelles, los empleados de ferro- te de algunas escenas que relatan los problemas bastan te arti-
carril, hasta los aduaneros, todos tienen el aspecto de jugar f\Ci.ales planteados por la construcción de una carretera en la
a trabajar. Solamente los empleados negros de las admínís- , ·algaida, no se veía nada más que políticos negros discutiendo
traciones han aprendido, junto con las maneras de Europa, ~on la copa de champán en la mano, mujeres bailando el
el aburrimiento de la función». twlst en clubs nocturnos, con una evocación, para terminar,
El mismo autor reconoce hoy que si «el hecho colonial de los suntuosos edificios del Parlamento y del Palacio de
justificaba la resistencia pasiva y la pereza», la extensión in- • , 'Justicia (los mismos, sin duda, que Favrod habla visto cons-
dígena poco consciente del bien común, las inocentes ilusio- truir, algunos años antes, por alegres trabajadores indígenas
nes de los campesinos instalados en las mansiones de los an- •• ' en Dakar). Si yo no hubiese encontrado, en Perusa y en otros
tiguos explotadores, no dejan de causar temores (8). Por su sitios, atractivas personalidades de los nuevos estados áfrica-
nos, desesperaría de la liberación.
(8) Ch.-H. Favrod: Le poids de t'Airtque, 409 pp., 1958, y Af rica
sola, 255 pp., 1961, Le Seuil. París. (9) 539 pp., Ed. Cujas, París, 1963
80 81
.Í,
. -
(
· Activismo y quietismo .,.'·: 1 tráfico y no el carácter, natural o adquirido, de los árabes.
Añadamos que el nomadismo de los Recabitas, población ca·
En el curso de una conversación me llamó la atención und nanea incorporada a la hegemonía de los sedentarios hebreos,
1
frase de Edouard Base, embajador del Senegal en Roma: 1 no es sino otro ejemplo entre otros muchos, de la supervi-
«Entre nosotros, el europeo que descubre un río en el fondo vencia de antiguos tipos de vida en pequeñas comunidades.
de una garganta piensa inmediatamente en un pantano, y efec- Hemos hablado mucho de esto en nuestra Historia social del
túa cálculos en kilowatios/hora: el africano no ve en esta trabajo, a la vez que rechazábamos como extraña al pensa-
agua más que el símbolo de la pureza». Esta diferencia. ¿es +- miento bíblico la tradición -provincnte de un malentendido--
causa de las divergentes actitudes con respecto al trabajo por que ha hecho del trabajo un castigo divino.
parte de los occidentales y de los otros pueblos? Observe- Hemos demostrado también que lejanos acontecimientos
mos primeramente que estas divergencias nos las encentra- históricos explicarían mejor que un pretendido temperamento
mos también en las más importantes civilizaciones de Orien- racial o nacional, la «pasividad .. budista y el «fatalismo» mu-
te. A Confucio, cuyo activismo conocemos, Lao-Tzeu podría sulmán. No olvidemos que el cristianismo, cuya actitud posi-
haberle dicho cinco años antes de nuestra era: «Renunciad tiva respecto del trabajo ha contribuido en gran medida al
al orgullo y a la multitud de vuestros deseos; despojaos de las auge económico del Occidente, procede de una tradición he·
visiones ambiciosas que os ocupan. Eso no os serviría' de nada: brea que el Islam no ha desmentido y que es originaria del
~
Es todo lo que puedo deciros» (10). Oriente Medio. Los europeos del norte de Africa han dicho
Por otra parte, el arabizante danés DitJef Nielsen ha desa-
! durante mucho tiempo de una obra mal hecha, que era un
rrollado la tesis de que las condiciones de vida en el desierto «trabajo árabe». Se sabe hoy Jo suficiente de la relación colo-
·' pueden haber conducido al beduino a esperarlo todo del cielo: nizador-colonizado, descrita por A. Memmi bajo el nombre
1
tanto los medios de subsistencia como la esperanza de una 1 de «complejo de Nerón», para que sea útil volver sobre tales
vida futura. De ahí podría desprenderse la repugnancia por 1 juicios. La indolencia del beduino no es sino aparente: «Por
el trabajo agrícola. «El infierno del beduino es un lugar en perezosa que parezca la existencia del nómada, cuando no se
el que se debe trabajar», dice Nielsen, recordando que los hace més que entreverla, las jornadas son corras. Y cuando
Recabitas del Antiguo Testamento hacían de la agricultura un
pecado, y el aut9r del Génesis una maldición de toda clase de
". .
uno se encuentra estrechamente mezclado con ellos la impre-
, . slén desaparece completamente. Uno se da cuenta que todo
trabajo. La ex~licación es superficial, contestó el R. P. 'se lleva a cabo sin precipitación, ciertamente, y no según un
Edouard Dhorrne: «Los antiguos árabes han.sido infatigables programa establecido por anticipado, pero de todas maneras,
comerciantes que, de oasis en oasis, han creado las rutas del a medida que su necesidad se deja sentir s ] 12). Del nor-teafri-
incienso, de los perfumes, de las piedras preciosas» (11). Fue , ·~no estabilizado por la conquista extranjera, el llorado Jean
el desarrollo de la navegación marítima lo q~e hizo cesar ese .. Amrouche, escritor de origen kabila, dijo precisamente que
,, ' trabajada tanto como cualquier otro hombre si tuviese posi-
..j bilidad de hacerlo: •Sentados sobre sus talones en el sucio
(•ll,) J. Grcnier, Uesprit du Tao, Flarnmarion, París, 1957,,
p. 30.
(1:1) E. Dhorme: «La rcligion primitivo des Sérnites», Revis· (12) E. Rolancl-Michcl: «Au Rio de Oro ... Conocimien t o del
ta de historia <le las religiones, Pa1 Is. ¡ 9.¡.¡, p. 3. Mundo, 1955, 3, p. 94.
82 83
arenoso, sorben el té. El tiempo, sin hora, pasa. Mañana harán giados de la Europa occidental para comprender lo que signi-
lo mismo. No hay nada más que hacer. No quiere decir en ab- fica todo eso. Los beocios, a los cuales Demóstenes atribuía la
soluto que sean perezosos por naturaleza, ni que tengan ne- anaisthesia, es decir, la insensibilidad y la indolencia, estaban
cesidades limitadas. Hay que crear trabajo» (13). minados por las "icbres del lago Copais y de la meseta te-
Antes de subrayar la importancia de esta última fórmula (- bana.
de Amrouche, ~pbemos recordar que el medio geográfico ejer- No hay nada de «primitivo» en la inercia de ciertas razas
ce una influeDfia no solamente sobre la actividad del hom- cuyo desarrollo ha sido detenido o falseado por diversas cir-
bre, sino también sobre su mismo concepto de la vida. No cunstancias. Es así como se ha podido atribuir a abusos se-
habiendo necesitado para subsistir más que un esfuerzo mí· xuales el embotamiento de algunos pueblos orientales: los
nimo de imaginación y de labor, algunos p~eblos parecen ha- niños son precoces, vivos y despiertos, pero la mayor parte se
ber cuajado, en el transcurso de los síglo], en un modo de apagan, por decirlo je algún modo, desde la edad de la pu·
vida indolente que no han podido conocer otras razas que bertad. Un proverbio sirio pretende que «el egipcio es el más
habitan en países de clima más riguroso. Ei caso contrario es inteligente de los hombres cuando es joven, pero que es el
más frecuente,:de todas maneras. A veces eli la aridez del sue- más tonto cuando envejece» ( 14 ). El culto frenético al lingam,
lo y la subalimentación lo que constituye la causa de la apatía en el hinduismo, puede también explicar muchas cosas. Pero
de poblaciones verdaderamente debilitadas. Recordamos una lo esencial está, de todas maneras, en las condiciones de vida
conversación en que el economista André Siegfried hablaba que han conocido, no solamente los pueblos que han salido de
de la India: «He comprendido mejor, decía el autor, no sola- la colonización, sino también ciertos grupos humanos víctimas
mente la vida política y social, sino también el pensamiento de de la explotación social en naciones que no han sufrido nin·
los hindúes, después de haber conocido el hambre, por poco gún yugo extranjero. En el Irán, por ejemplo, los campesinos
que fuera, como los franceses durante la ocupación». En efec- han sido calificados a menudo de holgazanes por los ciudada-
to, la India es uno de los países superpoblados en que se su- nos. Es un error, nos ha dicho uno de sus compatriotas: "En
fren hambres periódicas, desde hace siglos, que debilitan a realidad, son laboriosos, pero resignados». Solamente de dos
una raza a la cual las duras condiciones de vida· parecen ínclí- a cinco de cada cien poseen el pedazo de tierra que cultivan;
nar al fátalismo, al desprecio de la acción y a·:1a,1nmovilidad .ws otros, diez millones, son medieros de grandes propietarios
social. •«El hombre de este país, nos dice un indianista, no sólo ',·(ue residen en la ciudad; la miseria de estos campesinos es
ha dejado de luchar por la vida, sino que le hti tornado' dis- extrema, pues generalmente sólo se quedan la quinta parte de
gusto, se ha resignado a una especie de-paslvldad letárgica las cosechas que producen (15).
que se expresa en su religión y que le desarma más cada día.» Toda la América latina, salvo algunas excepciones. es vícti-
A menudo, en otras ocasiones, es un régimen agotador de •. , 1,1 ma de ese feudalismo, que también encontramos en la Europa
vientos alternos, el frío o el calor, la arena, la sequedad, la , mediterránea. En Calabria, en Sicilia, hay burgos y regiones
humedad del aire o los incesantes ataques de los insectos lo '~ en donde la mayoría de los habitantes no han trabajaclo en su
que hacen que todo trabajo sea penoso y repulsivo. Es pre-
ciso haber vivido lejos de las tierras y de los climas privíle- (14) Robert de Traz : «L'homme de coulcur .. , en L.:. Dépayse-
ment oriental, París, 1926, p. 36.
(15) H. Farboud: l/évotution politique de l'l ran, Lausa na, 1957,
(13) J. Amrouche: Algérie, Lausana, 1956, p. 28. pp. 28,34.

84 85
\
... . ·:• -
, ;· . . ;:M:~; ·'.:i'.ii:~t( i,
! ' ·. ; ·¡~i::,;~·: ".,.., ~-rá~·;t· , t,\
(. ff· . ·~?~·~l~·
4

vida. Ya el cronista Froissart había puestO'ae·telieve'.estl·li~ :~} . Un problema ooonómlco y social


cho en el siglo XIV: «Las gentes aquí SOJ) todas pájaros· 'y:ñB · ... \,:
realizan ninguna-labor», Precisemos que· no séles haofrecido -~ La insuficiencia del desarrollo económico está en definí·
ningún trabajo: la totalidad de la tierra es propiedad de prín- tíva en la base de todas estas situaciones, tan faltas de equi-
cipes y de barones que viven en Roma y no se preocupan de dad, como penosas. Encontrándome en Méjico en septiembre
explotar sus dominios. Igualmente, todavía hace algunos años, de 1961, hice una excursión en autobús con opulentas damas
60.000 napolitanos se despertaban cada mañana sin saber 'si de California que celebraban su 60 aníversario. Fuimos a Taz-,
encontrarían trabajo y pan. Gran número de escritores mal co, antigua ciudad· española de la montaña, a más de 3.000
informados, desde Mme. de Sévigné hasta C.-F. Rarnuz, han metros, antaño célebre por sus minas de plata. Estas ya no
idealizado y envidiado ese [arniente que sería señal de un tem- se explotan, pero la población ha permanecido en aquel lugar,
peramento contemplativo. En realidad, el italiano, cuando malviviendo del cultivo de un suelo árido y de los restos de
tiene empleo, es un trabajador sobrio y asiduo: lo hemos vis- un antiguo artesanado. Todavía una treintena de talleres-ríen-
to en los Estados Unidos y en Suiza. Pronto el desarrollo de da moldean admirables objetos de plata, servicios de mesa,
su país le proporcionará en él más puestos de trabajo. El pro- collares o pulseras, que se venden a los turistas americanos.
greso es menor entre los españoles, cuya pretendida aversíón Pero ya no hay más trabajo para las gentes. Y se ven todos
al trabajo encantaba a Lafargue, el yerno de Karl Marx. Es los días, desde el fin de la tarde, en las plazas, alrededor de
verdad que por entonces Ruiz Zorrilla dividía a sus compa- las fuentes, compactos grupos de hombres ociosos. Sentados
triotas en dos campos: los que lo esperan todo del milagro y en las escaleras, e incluso tendidos al sol, se agitan y discuten
los que lo esperan todo de la lotería. Se decía, al parecer, que ,. interminablemente. Mirándolos despreciativamente desde su
«el pícaro vive del imbécil, y el imbécil de su trabajo», Sin autobús, mis· contemporáneas se indignaban: Look: at these
duda, los conquistadores, cuya avidez y crueldad hizo antaño men, doing nothing. En otras palabras: «¡Montón de holgaza-
afluir el oro a· su país de origen, son responsables del estado nes!» No comprenderán jamás el drama de los países sub·
de ánimo del que esas frases son testimonio. Pero, ¿cómo son desarrollados, donde no falta la mano de obra, como entre
estos últimos?, Los españoles que trabajan hoy fuera de sus nosotros, sino el trabajo. Si se hubieran levantado más pron-
fronteras se han hecho estimar por su celo y su dignidad. Des- ~, -to por la mañana, hubieran podido ver en las mismas plazas
graciadamente, en su país son víctimas del régimen latiiundis- • ./' a los mismos, hombres, de pie, con el rostro contra la paree,
ta. Escuchemos este testimonio: «Cinco millones de campesi- y sus instrumentos de trabajo en tierra,' ante ellos. Como en
nos sin tierra. La mitad de la población o 'casi, no tiene nada. los tiempos bíblicos, esperaban que se les contratase por todo
Pero un centésimo posee la mitad de España. Algunos domi- el día, pero la mayor parte volverá a sus casas, al mediodía •
nios son como provincias ... El reparto de tierras, tan necesa- •. , ,., • sin haber encontrado el empleo y el modesto salario que ne·
rio para la economía de un país antaño rico, es la única solu- cesitan para vivir ellos y su numerosa familia.
ción para devolver al hombre el amor al mismo tiempo que '' La misma situación es la de Dalrnacia, más cerca de nos·
el honor del trabajos ( 16 ). otros, por donde pasé en julio de 1962, a la terminación de
un congreso universitario, pero viviendo solo con la población.
Para que le acojan a uno hay que ir sin coche ni equipaje. Se
(16) D. Auhicr y T. de Laru : L'Espagne, París, 1957, p. ,23. encuentra siempre, en las localidades más pequeñas. un an-

86 87
: ·.' .¡;;¡;;r;;.;¡¡f,jjjj
iillll _

tiguo emigrado que habla americano por haber vivido cua- tentes medios técnicos. De todas maneras, la ayuda extranjera
renta años en los Estados Unidos. Además, en los países co- será vana si no trabaja todo el mundo. Los obstáculos del
munistas los aciplescentes han aprendido inglés y algunas· ve- clima, de la tradición, del prestigio, no son invencibles. En el
ces francés en él colegio. Al compartir con.los habitantes el fondo, los hombres no piden sino trabajar: la desocupación
menú de cada día (sopa, semi-vino, semi-pescado, coles o pi· les pesa tanto como la miseria. No creernos demasiado a Hen-
mientos, pan y algunas patatas), pude apreciar su cordialidad. ri de Montherlant cuando nos dice que el trabajo es «la gran
Estando en comunidades, o más bien en cooperativas de tra- desgracia» y que se le debería tener un «odio razonado», En
bajo, ya no conocen las odiosas desigualdades de hace algún la misma obra en que se encuentran estas frases, el autor des-
tiempo (una de las islas que visité, incluid.~ el gran pueblo, cubre otro aspecto de su pensamiento según el principio de
pertenecía por entero a una sola familia). 1.a·~ida sigue siendo «la alternancia», al definir con un trazo fulgurante el vcrda-
dura: no hay más agua que la de la cisterna; el Prochek, néc- dero infierno del sahariano: «Poco menos de tres semanas
tar de las rocosas colinas, se vende mal, y los bonitos salmo- después de su llegada, Auligny nota un vado ante él. Había
netes pescados por la noche con linternas no se pueden trans- agotado todo el trabajo posible ... Exactamente, no tenía nada
portar (carreteras impracticables hacía mercados lejanos). que hacer. Pequeña frase banal y trágica» (17).
Esta costa con su millar de islas, en otros tiempos cubiertas
de negros pinares, se ha vuelto estéril a causa de los vene-
··;;..' danos, que han saqueado los bosques para hacer zampas, y de
los alemanes, que lo han incendiado todo. También, como
en Méjico, en todos los pueblos decenas de.. hombres ociosos
salen de las casas y se reúnen en las plazas para volver a de-
cir las mismas palabras. Perfectamente conscientes de que su
vida material sufre por el atraso de su desarrollo, en invierno
se dedican todos a construir carreteras en la montaña con sus
azadas, pero eso parece fútil, porque no se consigue nada
y porque allí no va nunca nadie. De natural muy alegre, es-
,., ,
¡.
tán orgullosos di! su admirable país, que tiene solamente de·
masiado sol (estuve un día a 5¡n a la sombra, al mediodía).
En resumen, que viven 'al paso de sus asnillos, esperando
un bello porvenir para sus hijos, más instruidos que ellos
mismos. . ,·,~
La estancia en tales países, con regímenes políticos tan di· ~ l

{erentes, hace comprender mejor los sacrificios que exige un ••


despegue económico. Hace falta tiempo, una voluntad ínque-,
brantable y un esfuerzo sostenido. El peligro es· que algunos
países descolonizados se imaginan que pueden evitarse esté (17) Henri de Monihcrlant : L'histoirc d'amour ele «La rose de
esfuerzo. Es indudable que se necesitan inversiones con po-: sable», Pnrís, 1954, pp. 9, IS, 39 y 126.

88 ¡¡o

1{''·
• ~. 1 (~::

~ . ,.

t . CAPÍTULO V
·.1:p ·¿~_r¡,t;~f¡¡\~~í:, .:.
.
!>{;
. ;. ·, ··-!'.t5Uµ.-f\');klÓ¡~n,,j~'4il.: '.·'~\ . .. .., ...··
. :·· .~~, ti,:¡:._1:,·~
o ·1:~-,J:.··-··
1~:;,~1 •:ti1 ;)~SJ.,:,-~· .'.. ;: '.J·~-
DEFINICION DEL TRABAJO
•. - ...~ " ,. •", Jf.' •: -, ••• :-~·
,h ~ ... _..,rt:'1lt~J1,!¡~{9 ,}!,.,
. • • '. .• .,. ~ i . • ,>t

En la novela de Montherlant, el lugarteniente Auligny, jefe


de un puesto de guardia en el sur de Algeria hacia los años
treinta, encontró otras ocupaciones además del trabajo: ca-
minatas bajo el cielo, conversaciones con sus hombres, obser-
vación de las costumbres indígenas, y sobre todo el amor.
Pero todo eso no le proporcionaba una razón suficiente para
vivir y es por eso por lo que el oficial no pudo resistir a la
,,
»:
«acedia sahariana». Su oficio era la guerra, que no iba a tar-
dar. Ahora bien, la guerra no es más que un accidente, una
r
. desgracia o una aberración. Ha pasado el tiempo de las castas
que se reservaban su monopolio y encontraban en ella la jus-
;~
tificación de sus privilegios. La práctica de los deportes y los
\
..,,
1
viajes, que son hoy su feliz sustituto, no podrían tampoco
. [lenar una vida, y menos aún las «actividades de tiemijO libre»,
, ',n,uy a menudo pasivas, de nuestros contemporáneoi:fEs nece-
• sario el compromiso y el servicio, tanto como la competen-
cia, la lucha contra sí mismo, contra la adversidad o contra la
naturaleza. Antoine de Saint-Exupéry, ingeniero y piloto, lo
• , •''dijo muy acertadamente: «La tierra nos enseña más que todos
los libros. Porque nos resiste. El hombre se descubre cuando
,, ' se mide con el obstáculo.» Solamente el trabajo -dl.!I campe-
sino, del obrero, del escritor, del organizador o del sabio-
lleva consigo, en su disciplina y continuidad, ese elemento de-
cisivo para la formación de una personalidad, al mismo tiem-
po que crea lazos de solidaridad entre los hombres./
91
¿ Qué es, en definitiva, el trabajo? Es difícil decirlo, de tal rancia, sin encontrar por ello ecos en tierra latina. En sus
manera está asociada esta realid .. d con las/ múltiples mani- Ensueños de 17'/7 Rousseau habla acertadamente del «cansan-
festaciones de nuestra vida. Si le preguntamos al hombre de cio del trabajodel espíritu», pero llama todavía trabajar a cul-
la calle, lo más seguro es que nos conteste :~on- un sinónimo tivar, en el sentido tradicional, limitando el trabajo al esfucr-
del lenguaje familiar: «Es el tajo, la faena\ la chapuza, va- zo ele los brazos (3). En 1850, el economista Bastiat estima qui!
mos». O dirán: «Es el oficio, la actividad pro.fesional», noción se trata de una «extensión inusitada» de la palabra trabajo,
corriente, pero demasiado Iirnitadora. A !~pregunta «¿Por ya que ese término implica nociones de habilidad o de saga-
qué interesarse en ociosos incestuosos, como los Secuestrados cidad. En tales casos, dice, habría que hablar solamente de
de Altona?10, Jean Paul Sartre contestó de la siguiente mane· servicios (4). Todavía hoy el derecho alemán no considera a
ra: «Hay cosas que es imposible mostrar en el teatro: sólo los empleados administrativos o técnicos como «trabajado·
se pueden decir. Pienso en tres de estas cosas: el genio, la ac- res».
tividad científica y el trabajo. Ciertamente, se ha sacado a es- I Por otra parte, hay que observar que el trabajo no repre-
cena a trabajadores, sabios o genios, pero los resultados siem- senta lo mismo para todo el mundo/un texto reciente de Jcan
pre han sido mediocres. Todo 1'.:> más, se conseguía colocar Guéhenno destaca este punto. Hijo de obrero, al autor le in-
una silueta romántica, nunca evocar el trabajo ... Sólo se pue- vitaban durante sus estudios a conversar con un joven perito,
de coger desde fuera, como una actividad espectacular, o mos- cuyo padre quería que aprendiese a conocer el pueblo. El ex-
trar sus repercusiones sobre un medio humano: una familia, perimento fue decepcionante: «No hablábamos la misma len-
por ejemplo» (1). gua. Las palabras más sencillas, aquellas a que está unido el
¿Por qué es tan incómodo definir el trabajo? Primera- destino de los hombres, el pan, el trabajo, el dinero, el amor,
mente, porque su forma y su contenido han cambiado cons- la amistad, la enfermedad, la muerte, no tenían el mismo sen-
tantemente y sin duda cambiarán todavía. Recordamos que el tido para los dos, no creaban la misma tensión, 110 evocaban
concepto de trabajo intelectual es relativamente reciente. En los mismos problemas. Cada uno tiene su diccionario ... » ( 15).
el antiguo Egipto un escriba era un hombre «liberado de los El pintor Millet había dicho lo mismo de los campesinos del
trabajos». Esta noción se ha perpetuado durante milenios. siglo pasado: «En algunos países de tierra poco ara ble, veis
A finales del siglo xrv, Henri de Langenstein, vice-canciller de ,),guras cavando, dando golpes de azada. De vez en cuando
la Universidad de París, observa no obstante que no sólo hay 'lkis que se endereza, corno se suele decir, y se enjuaga la fren-
que contar entre les trabajadores a los campesinos, artistas te con el revés de la mnno. ¿Ei; ese el trabajo alegre, juguetón.
y comerciantes, rustict, artii ices et mercatores, sino también en el que algunas gentes querrían hacernos crccr?»

. ,·,
a los médicos, los hombres de Estado y los predicadores, que
se ocupan en tareas más elevadas, vacantes dignioribus labo- '
ribus, al servicio de la comunidad (2). A esta idea le han dado
1
Calvino y sus continuadores, como hemos visto, gran lmpor- '' (3) J. J. Rousseau : Réveries cl'w, promeneur sotitaire, v« et
VIe Promenades.
(4) F. Bastiat : Harrnonies économiques, Bruselas, 1850, pági-
(1) Conversación con Bernard Dort, Le Ttiéátre populaire,' nas 177 y 191.
París, El Arco, marzo 1960.
(2) M. Rocha: Travall et .;alaire a cravers tu scotastlque, Pa- (5) J. Guéhenno: Chaugcr la vie, «Guilde du Livrc», Lausana.
rís, Desclée de Brouwer, 1933, p. 26. 1962, p. 217.

92
en
:~

, "·:
Amblvalenela del trabajo, sufrimiento y alegria para no ver ya en él sino la expresión de un esfuerzo sobre-
humano cuya opresión se siente en uno mismo. En China, la
En fáciles críticas del maquinismo occidental, escritores bestia de carga es el hombre». En apoyo de su testimonio, el
anteriores a 1940 han creído poder hablar de la feliz despreo- escritor inglés citaba dos máximas Je un autor chino: «Llevar
cupación de los pueblos de Extremo Oriente: «El chino, de· el fardo y el sufrimier.to de la vida hasta el agotamiento, ca-
cía une de ellos, no es en absoluto perezoso, pero no trabaja minar sin poder nunca detenerse, ¿no es un destino lastimo-
a nuestra manera; pone en su labor alegría y abandono; no se so? Trabajar sin descanso, y después dejar de repente una
le ve con el rostro crispado por el odio.s Un buen conocedor labor cuyo fruto no se ha saboreado nunca, para afrontar un
de la China de hace algunos años nos ha dicho, no obstante, destino que se ignora, ¿no es una causa justa de aflicción? ..
que si el coolie tenía siempre una canción en los labios no Esta angustia del hombre abrumado por una labor ingra-
era tanto por alborozo como por deseo supersticioso de dis- ta cuyo sentido mismo se le escapa, hace que se comprenda
traer a los demonios que, según se creía, tenían el maligno mejor el tradicional pesimismo de Oriente con respecto a la
placer de colocarse sobre las cargas de los portadores para vida, más aún que al trabajo. Este fatalismo se explica en gran
aumentar su peso. Recientemente, Bertrand de Jouvenel ha parte por las condiciones de existencia, precarias y misera-
recordado que los chinos contemporáneos de Luis XIV:tenían bles, de los pueblos orientales que, desde hace milenios, se
«un adelanto de varios siglos respecto de Europa» en ·el desa- atribulan y sufren para asegurarse la subsistencia. Bertrand
rrollo de las artes y los oficios, pero que al -decír de· los mí- de Jouvenel encuentra «desagradable tener que reconocer que
sioneros jesuitas' de La época, el resplandor de su civilización el empuje brutal de los apetitos en Occidente» desde la Revo-
estaba empañado por el sufrimiento de un tercio de la pobla- lución Industrial, en definitiva «ha servido mejor a la condi-
ción. En 1700, el Padre de Prémare hacía laisiguiente curiosa ción material d1 los hombres» que la amable civilización de
comparación: «No se puede reprochar a los.pobres de China, la China de antaño. ¿Debe decirse lo mismo de la sangrienta
como a la mayor parte de los de Europa, su bolgazanería,
,, y el revolución social de la nueva China? Como quiera que sea,
hecho de que se podrían ganar la vida si qüisieran trabajar. está claro que la diversidad e incluso la contradicción de los
El sufrimiento de esos desgraciados está pot encima de todo Juicios de todo tiempo y todo Jugar sobre el valor del trabajo
lo que pueda creerse. Un chino pasará los días removiendo la . t1;nen como causa no solamente las circunstancias históricas
tierra a fuerza de brazos, estará a menudo metido en el agua ' -o las condiciones de la práctica de los oficios, sino también
hasta las rodillas, y por la noche es feliz comiendo una peque· toda clase de factores psicológicos, morales y sociales que hoy
ña escudilla de arroz y bebiendo el agua insípida en la que nos esforzamos en analizar. ¿Cómo explicar ele otra manera
se ha cocido. Tal es su vida Je todos los días ... » (6). .el elogio al trabajador, ya citado, que contiene el clásico Sex-
Las cosas no habían cambiado en absoluto hace treinta -' to Estudio de Proudhon, modesto tipógrafo y cuya entera exis-
años si creemos a Somersct Maugham, que escribía lo síguíen- , tencia fue difícil? No obstante, el trabajo se le aparece como
•i
te en On a Chinese Screen: .. Después de una corta estancia «una voluptuosidad íntima ... que -resulta, para el hombre, del
en China, se olvida rápidamente ~l lado pintoresco del coolíe , pleno ejercicio de sus facultades: fuerza del cuerpo, destreza
de las manos, presteza del espíritu, potencia de la idea, orgu-
(6) B. de Jouvenel: Communication au Congres européen de
llo del alma por el sentimiento de la dificultad vencida ... ,
1:1 culture, Basilea, t.• de octubre dt: 1964. comunión con el género humano».
94 95
_\'

J Observemos que las dos funciones, soci.íi y psicológica, de!~ sean las anomalías que puedan descubrirse, tales como el
trabajo están claramente diferenciadas en este texto que data paro en la industria americana. Las verdaderas constantes del
de hace más de un siglo. Ahora bien, son 'p_recisamente estas desarrollo son, desde luego, las que la revista Table Ronde
dos funciones, que responden a las necesidades fundamenta· definía recientemente: continuación de la migración profesio-
les de ayuda mutua y de expresión de sí m!1mo, las que apor- nal hacia el sector terciario, aparición ele nuevas riecesida-
tan al trabajador, en una medida indudablemente desigual se- des a medida que el nivel de vida se eleva, persistencia de la
gún los oficios, esta satisfacción que no hemos temido llamar agitación social, «de la cual una renta media triple que la
«alegría del trabajo», al igual que los Henri de Man, de los nuestra, no libera a los Estados Unidos», disminución lenta
Hyacinthe Dubreuil y de tantos otros hasta Georges Gurvitch. pero cierta, de «la intensidad de las sujeciones a la rareza, el
Si hay «sufrimiento del trabajo», proviene ante tÓdo del he· racionamiento y el trabajo» (8).
cho de que la función económica se ejerce en un universo que Repitamos que lo que va a disminuir en la actividad pro·
hay que forzar, ya que su producción natural es no solamen- fesional no es tanto el trabajo como la intensidad de la suje-
te insuficiente, sino incluso inadaptada a nuestras necesida- ción al trabajo. En otras palabras, podemos esperar el crecí-
,1
des. No se puede definir el trabajo más que si se le reconoce miento de la parte de libertad y de espontaneidad. En un cur-
su carácter ambivalente. Igualmente, no se comprenderá a los so dado en 1924 para jóvenes educadores, y encontrado tardía-
trabajadores si no se cesa de hacer de todo trabajo un acto mente entre sus papeles, Alain había previsto esta evolución.
forzado, vergonzoso y repugnante.\ He aquí lo que decía del trabajo más forzado, el del colegial:
Eso no quiere decir que todo vaya sobre ruedas en la evo- «!-Jo hay placer sjno en la acción libre. Ambigüedad de la no-
lución actual de los oficios y .de las empresas. En Francia, ción de trabajo, la peor y la mejor de las cosas. Es lo que hay
Michele Aumon_t describe una «escisión dramática» en el mun- "ae libre en el trabajo lo que gusta. La sujeción en sí misma
do obrero: la suerte de un grupo relativamente restringido de no lleva nada más que a una vida triste y aburrida. Círculo
«profesionales» mejora indiscutiblemente, mientras que la del cual hay que salir. La meta es obtener un esfuerzo libre
masa de peones y de O. S. «se hunde cada vez con menos po- generoso (como dice con tanto acierto Descartes imc-
sibilidades de liberarse». Se acrecientan las diferencias, dice, ra con 1c1 n es que tal esfuerzo no sea nunca j¡:norado. Evitar
entre las dos «condiciones»: necesidades, consideración, acti-
tudes frente a la empresa, cultura, etc. Indudablemente, queda
.el prejuicio («No hará nadas). No abandonar al niño ... El
'
'c)ebe gobernarse e imponerse la tarea, incluso si los resulta·
un «fondo común» de tradiciones, temores y esperanzas en el ' dos no son buenos ... Plantear siempre la pregunta así. ¿Quie·
mundo obrero, pero la promoción social de los unos parece res ser tonto, ignorante y no tener ánimo? ¿No? Pero yo no
no efectuarse sino a expensas de los· otros (7). Estas observa- puedo hacer nada. No puedo querer por ti. En el fondo, 110
ciones, ¿se verificarían en los países más desarrollados desde , 'debo hacerlo ... » (9).
c:l punto de vista económico, tales como Suiza, Alemania, Sue- ··' . Eso en cuanto a la obligación escolar, que debe ser accp-
cia o los Estados Unidos? No lo creemos, cualesquiera que ,1 tada libremente. Lo mismo podemos decir de la obligación

(7) M. Aum;~t: «¿Existe aún una condición obrera?», Ch,;Al· (8) La Socié1é de clemain, t,;.· especial de La Table Ronde,
París, 1963. n.' 177, pp. 165·168.

::nos problema! del trabaio}, :!


11ique socia/e de!_~Fr1111ce, París, 1963, pp. 127-14p (N.0 especial: (9) Alaín: «Pédagogie»,
1957, p. 224.
Mercurio de Francia, París, junio de

97
,:[

;:!
·.ti
1
l

social del trabajador, sea patrón, obrero, escritor, ama de casa si no se les ocupa en algo que les contenga y sujete, se lanzan
o estudiante. Por eso nos negamos a considerar la coacción desconcertados, aquí y allá, en el vago campo de las imagina-
como rasgo especifico o criterio decisivo del trabajo. La obli- \: ciones. Y no es ni locura ni sueño que no produzcan en esta
gación es un carácter común a todas las actividades humanas: agitación» ( 11 ). t'-
es una cadena a la cual estamos atados inevitablemente en Esta página ilustra una idea muy antigua a la cual Francis
todas nuestras empresas. Los antiguos juristas romanos lo Bacon dará, algunos años más tarde, su conocida fórmula:
habían dicho ya: Obtigatio est iuris vinculum quo necessitate Ars homo additus ;1aturae, el arte '(por el que hay que enten-
astringimur ... (10). El juego tiene sus reglas corno el culto, la der el trabajo del artesano tanto como la creación del artista),
moral y el derecho. El hombre de tiempo libre no tiene liber- es el hombre más la naturaleza. Encontramos en Montaigne
tad más que en la elección del momento y de la clase de acti- no solamente el eco, sino los mismos términos del texto lirni-
vidad. Ahora bien, este privilegio es accesible hoy a un número nar del Génesis: Replete terram et subiicite eam, llenad la
cada vez más elevado ele trabajadores. La movilidad, la poli- tierra y dominadla (12). Se colocan paralelamente el trabajo
V? lencia, y e¡ espíritu de iniciativa son cµalidades requeridas del hombre y la maternidad de la mujer, como en la Escritura.
en la mayor p.arte de los nuevos empleos:1EI esfuerzo libre, del El rasgo común de estas dos actividades, es la siembra nece-
que hablaba,:Alain, ocupa cada vez un mayor lugar en el tra- saria para que aparezca el buen fruto. Montaigne se revela
bajo y modifica su carácter. tradícíonal.iál mismo tiempo, se aquí como mejor exégeta del Antiguo Testamento que los teó-
atenúa la diferencia entre el tiempo-de lij's vacaciones y el del logos que ponen el acento en el sudor del hombre y el dol?r
trabajo: por ambas partes la libertad y 1)! coacción se ínterpe- de la mujer. P.ara Montaigne, como para el autor del Génesis,
netran ínextricablemeute, corno en toda~ las manifestaciones la maternidad y el trabajo son funciones vitales, naturales,
de nuestra vida. ';~ cuyo cum limiento no está exento de sufrimientos, pruebas o
1 l.' acci entes, pero que son en sí mismos dones e Dios. . .
.,
1
1
' El trabajo, sujeción y Ji~raclón
i\ Hoy, gracias a la invención y al progreso de los eonocirmen-
1 tos, la carga del trabajo y el dolor del parto se han atenuado,
; . 1
En su capítulo De la ociosidad, Montaigne.ha empleado pero no podrían desaparecer. Lo que la mujer puede dominar
i dos comparaciones inesperadas, pero muy sugestivas, para . ~-;s la sensación de dolor, pero no el •trabajo• del parto. Igual-
demostrar que nada válido puede hacerse en el mundo ·sin ' , mente, los italianos y los españoles que vi recientemente en-
disciplina, aceptando libremente el esfuerzo y el trabajo;• «Así corvados en una mina, a 700 metros de profundidad, arrancan·
como vemos tierras ociosas, si son ricas y fértiles, abundar do carbón entre el polvo apenas disipado por el chorro de
en cien mil especies de hierbas salvajes e inútiles, y para que ... vapor que les protege, sonriendo al ingeniero que me condu-
rindan hay que someterlas y emplearlas con ciertas semillas ~' · cía arrastrándose en la interminable mina: su trabajo, en tan
para nuestro sei vicio. Y asf como vemos que las mujeres pro-
ducen ellas solas montones y piezas de carne informes, pero
., duras condiciones, tenía un fin inmediato que era ganarse la
vida, pero también una meta más alta, de la cual parecían
que para hacer una generación buena y natural hay que qta- . conscientes, y -que era la participación en una empresa de
rearlas con otra semilla. Lo mismo sucede con los espíritus:

( 10) lnstitutionum Divi lustiniani ... , TII, 14.


(11) Essais de Mo11taigne, libro I. capitulo VII l.
(12) Génesis, I, 26-28.
98 99
·' :Y
',l.

~;,.
. ~;: .

·,:
.:!.
desarrollo humano mediante el domini¿·,'ide la naturaleza por El trabajo es la más importanle de las actividades huma·
el técnico. Si el hombre trabaja cada vez menos con sus bra- t~ nas. Respondiendo a vitales ecesic c de
zos, si es cada vez más organizador y sabio, el sentido pro- socia 1 1dad y de expresión persor,al, llena funciones mayores:
fundo de su lahor sigue siendo el mismo: es la «domestica- c~ómica, social, ps1col6g1ca. De ahí proviene su carácter
ción del universo», como dicen los marxistas, lenguaje al cual permanente, ba10 sus más diversas y continuamente cambian·
nosotros preferimos el de Sauvy, cuando habla de la «libera- tes formas: trabajo manual o intelectual, obligatorio o es_ES>n·
ción permanente del hombre con respecto de la naturaleza». táneo, interesado o gratui1ll. Se le siente a la ve1. c-omo ~ria
De ahí viene el carácter encumbrante del trabajo, cuando el y sufrimiento: satisfacción en la mcili.ga.Sn que e~_Jj_Q_~cj_ón
hombre no encuentra más que la inevitable resistencia de la ele la dependencia de la naturnle1.a. colaboración fáci «cicr-
materia al esfuerzo humano pero ya no la explotación, la frus- cic10 eliz de nuestras facultades»; sufrimiento en Ja mc~,füla
tración y la alienación del trabajador. en que choca con el cansancio natural del organismo huma-
/Es en esta liberación, más aún que en la utilidad social, no, con la resistencia de la materia o con la opresión social.
efecto secundario, donde aparece el rasgo específico, el carác- Implica no solamente una reflexión continua. un aprendizaje
ter fundamental del trabajo. Cualesquiera que sean las sírni- constante, sino también la conciencia de su meta, la obra a
litudes de la actividad animal y de la labor humana, tenemos realizar, y medios propios para llevar a cabo esta obra, Tam·
que este último nos hace «como amos y poseedores de la na· bién es siempre un esfuerzo tenaz: ele apropiación )' de uans-
turaleza», como decía Descartes después de Bacon y sus prede- formación de los bienes naturales, de producción de bienes
cesores. El animal no se ha liberado nunca de su medio; no nuevos, de invención y de perfeccionamiento técnico, de orga-
coge alimentos o no caza más que para cubrir sus necesidades nización, de creación artística y literaria. Factor dccish'.aJJcl
de supervivencia; la preparación de sus cuevas y la acumu- crecimiento económico, es fuente inogolabk clc.sofuli;.l_ridacJc:,
Iación de sus alimentos son únicamente temporales; no tiene ~ y_ enriquecimiento de la pcrsmia.....E.n....r.G.Sumcn e~ la
tampoco esa clara conciencia de la meta y de los medios de 12,rimera condición, pci o que no excluye otras. parn In cultura
ejecución que ha permitido al hombre ínventar.Jabrícar y per- ,. la civiliz~n.l
feccionar sus herramientas. Por eso el saber y el trabajo son
inseparables. Se podría aplicar al trabajo la nueva definición
que R. Frérniné propuso de la tecnología, en el Congreso euro-
peo de cultura, en Basilea: «un conjunto de actos creadores
propios para vencer las djfiéj";Üades_ que se aponen á Já ~x-
pansión del hombre¡. Esta fórmula sería de todos modos de-
masiado resti:ictiva al no dejar lugar a la creación artística,
actividad guc está sin embargo soportad~ y penetrada PO.e. el
trabajo. «No 'hay artista, decía también .;Alain, que no lo sea
por inmensos trabajos.» La definición qúe hemos de dar del
trabajo será más amplia. No hará sino resumir los primeros
puntos de nuestra exposición. '-
!.

100 IüI

S-ar putea să vă placă și