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La frialdad de las elecciones

Desde 1966, elección en la cual quedó electo don José Joaquín Trejos, he participado
activamente en las elecciones nacionales, además desde niño acompañaba a mi padre en las
elecciones anteriores a esta.

En las elecciones del 1990, 1994 y 1998 participé muy activamente y luego me retiré de la
participación política hasta la actual del 2018.

Durante todas estas elecciones anteriores la participación ciudadana se manifestaba de una


forma alegre, entusiasta y hermosa, ya sea poniendo banderas, afiches u otras signos externos
alusivos a la campaña en sus casas. Además la gente le ponía banderas a sus carros, motos,
bicicletas, triciclos, etc. Se veía un ambiente alegre y agradable en las calles. Había una
verdadera participación ciudadana y la gente se acercaba a las urnas a emitir su voto en un
porcentaje mucho más alto que el que se ha dado en las últimas elecciones.

Además del descontento de la población con la clase política, alentada por los enemigos de la
democracia, también me he dado cuenta en esta campaña que hay otro factor que está
influyendo grandemente en que la campaña sea fría y con poca participación ciudadana.

He visto lugares en donde la gente tiene interés en participar y unos señorones de chaleco gris
(¿Gestapo?) llegan a impedir el libre tránsito de la gente por las calles, la libre posibilidad de
reunión de un grupo de personas y otras cosas más.

Antes se hacían los famosos piquetes que llevan su nombre precisamente porque los
simpatizantes de un partido político se paraban en una esquina con música a repartir
banderas, afiches y otros signos externos de su partido y momentos después llegaban los
simpatizantes de otro partido a la acera de enfrente y había competencia sana y alegre sobre
quien entregaba más banderas o pegaba más afiches. Cada partido tenía su inteligencia para
saber donde estaban los del otro partido para caer y montar un piquete.

También existían las caravanas de carros que se daban cuando los simpatizantes de un
candidato iban a esperarlo a la entrada del pueblo para luego desfilar por las calles. Eran
demostraciones de fuerza y simpatía que cada grupo de dirigentes políticos quería poner en
evidencia.

¿Qué ha sucedido en las últimas campañas electorales?

No se pueden hacer caravanas de carros sino hay un permiso expreso para realizarlas, no se
pueden hacer piquetes sin el permiso correspondiente y es denegado si otro partido ya tiene
un permiso cerca del lugar solicitado.

En días pasados participé en actividades políticas en capitales de diferentes provincias y


llegaron los señorones de chaleco gris (¿Gestapo?) a deshacer una caravana y solicitar que no
sacaran las banderas por las ventanas porque era prohibido o sino se le imponía una multa al
partido de un millón de colones o más.

En otra provincia iba el candidato caminando con sus partidarios por las calles y llegaron los
señorones de chaleco gris (¿Gestapo?) a decir que las banderas no se podían agitar y en ese
mismo lugar prohibieron las banderas externas del club que ondeaban pues esa era una
actividad privada. No conozco ninguna bandera que no ondeé. Además insistían en que la
gente que estaba en la calle debía entrar al recinto de la reunión pues no se podían reunir en
la calle.

¿Entonces? Me pregunto, quién es el culpable de que la frialdad de la campaña política haya


llegado a enfriarse. Por qué razón no se le permite a los ciudadanos expresar sus convicciones
políticas con la libertad de un país libre y democrático como Costa Rica. Cuando la gente
quiere manifestarse alegre y participativa en la campaña vienen los señorones de chaleco gris
(¿Gestapo?) e impiden que los ciudadanos libres de este país se manifiesten.

El TSE hace llamados, gastando miles de colones, para que la gente vaya a votar pero es el
mismo TSE el que impide que la campaña se caliente y la gente exprese libremente su pensar
y manera de ser, impide que nuestra fiesta electoral siga siendo un orgullo como ha sido por
muchos años en Costa Rica.

El TSE debería repensar sus actuaciones y hacer un análisis para resolver estas situaciones
que el mismo TSE ha fomentado.

Cualquier esfuerzo que se haga para mejorar la campaña no estaría sobrado, más bien sería
muy bien recibido por los partidos políticos y sus simpatizantes.

Hago un llamado al TSE para que ayude a calentar la campaña y deje de ser tan gris como el
chaleco de los señorones.

Alberto Barrantes Boulanger

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