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PRODUCCIÓN EN INVERNADERO DE TOMATE


ORGÁNICO

Chapter · August 2009

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Candido Marquez Pedro Cano Rios


Universidad Juárez del Estado de Durango Universidad Autónoma Agraria Antonio Narr…
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Efraín De la Cruz Lázaro Gamaliel Castaneda


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XIII Congreso Nacional de Ciencias Hortícolas                          I Simposio “Producción Moderna de Melón y de Tomate”                     

 
PRODUCCIÓN EN INVERNADERO DE TOMATE ORGÁNICO

Cándido Márquez Hernández1*, Pedro Cano Ríos2, Norma Rodríguez Dimas2, Alejandro Moreno
Resendez2, Efraín De La Cruz Lazaro3, José Luis García Hernández4, Pablo Preciado Rangel5 ,
Gamaliel Castañeda Gaytan1 y Cristina García De La Peña1
1
Escuela Superior de Biología, Universidad Juárez del Estado de Durango. Av Universidad s/n. Fracc.
Filadelfia. Gómez Palacio, Dgo. México. *canomh2@yahoo.com.mx. 2Universidad Autónoma Agraria
Antonio Narro, Unidad Laguna. 3Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. 4Centro de
Investigaciones Biológicas del Noroeste. 5Instituto Tecnológico de Torreón.

PRODUCCIÓN ORGANICA

Introducción

La producción orgánica, en general, es el sistema de producción o parte de éste en


que no se utilizan insumos de síntesis química; así pues, existen producciones
orgánicas agrícolas, ganaderas, silvícolas, etc. además de productos con valor
agregado provenientes de las producciones primarias antes señaladas

Aun, es común encontrar personas, productores y/o técnicos que relacionan los
productos orgánicos con productos de mala calidad ya que al no utilizar productos
de síntesis química, no conciben que los productos puedan tener calidad y mucho
menos rendimientos aceptables. Al inicio de las producciones orgánicas, los
productos eran saludables e inocuos sin embargo carecían de calidad, no obstante,
actualmente se han tenido avances significativos en producción, calidad, número de
productores, insumos, sistemas de producción, etc.

Existe una diferencia entre producción orgánica y producción orgánica certificada;


comúnmente, los productores y en ocasiones, algunos técnicos, la mencionan
indistintamente; no obstante, la diferencia básica es la certificación del proceso de
producción; por ejemplo, existen productores y/o técnicos que mencionan que
producen orgánicamente por el hecho de haber incorporado estiércol o composta a
sus cultivos, sin embargo, lo anterior obedece únicamente a una fertilización
orgánica, y no, a una producción orgánica y mucho menos, certificada; lo anterior
debido a que durante el sistema de producción empleado, solamente un
componente de éste, la fertilización, en este caso, fue orgánica, mas no todos los


 
 
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otros componentes del sistema de producción, ya que generalmente se hace uso de
pesticidas, productos no autorizados, etc.

El término orgánico se aplica a los productos que se han producido en base a unas
normas orgánicas a lo largo de la fase de producción, manipulación, elaboración y
comercialización y que se han certificado por un orgáno o autoridad de certificación
debidamente constituida. Por consiguiente, el término orgánico se refiere más a un
proceso que a un producto; con ello no debe entenderse necesariamente que los
alimentos producidos sean más sanos, mas inocuos o totalmente naturales;
simplemente significa que el producto se ajusta a las normas de producción y
manipulación establecidas (Quintero y Gioanetto, 2006)

Por otro lado, las tendencias actuales de los consumidores, se enfocan a conocer
más que nunca, el origen de los productos y de cómo fueron cultivados o si son
seguros para comerse, además del contenido nutricional enfatizando su
preocupación por la posible contaminación con agroquímicos, especialmente por los
de consumo en fresco, además de interesarse en la reducción del impacto de los
agroquímicos sobre el ambiente (Alrøe y Kristensen, 2004; Alvajana et al., 2004,
Eskenazi et al., 2004; FAO, 2001; Hernández et al., 2004; Milles y Peet, 2002; Ruiz,
1998;).

Estadísticas
La agricultura orgánica se está desarrollando rápidamente; se tiene una estadística
disponible de 138 países del mundo. La cuota de terrenos agrícolas y las
explotaciones sigue creciendo en muchos países. Según la última encuesta sobre la
agricultura ecológica en todo el mundo, hay casi 30.4 millones de hectáreas,
manejadas orgánicamente en más de 700'000 fincas, durante el 2006. Lo anterior,
constituye 0.65% de las tierras agrícolas del numero de países antes citados. En
total, Oceanía posee el 42% seguida por Europa con 24% y América Latina con 16
%. Actualmente, a partir de finales de 2006, los países con la mayor superficie
organica son: Australia con 12.3 millones de hectáreas, China con 2.3 millones de
hectáreas, Argentina con 2.2 millones de hectáreas y los EE.UU. con 1.6 millones de
hectáreas (Willer et al., 2008).


 
 
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Debido a la aceptación de los productos de este tipo, la superficie destinada a la
agricultura orgánica ha registrado tasas de crecimiento mundiales superiores a 25 %
anual (Willer y Yussefi, 2000; Haring et al., 2001)

Los productos orgánicos preferidos en el mundo varían de acuerdo al hábito de


consumo, a la facilidad del cultivo y a la posibilidad de adquirirlos. Así pues los de
mayor demanda a nivel mundial son: verduras o legumbres, frutas, cereales, carnes
y lácteos. Actualmente se encuentra también en desarrollo el mercado de productos
orgánicos no alimenticios como forrajes, insumos naturales, flores, cosméticos,
textiles, artículos de limpieza, madera, cervezas, etc. (Kortbech, 2000; Gómez et al.,
2004)

Normatividad y Certificación

Existe un organismo internacional que inicio la normalización en la Agricultura


Orgánica en 1977, el “IFOAM (International Federation of Organic Agriculture
Movements)”, dicho organismo ha servido de base para la elaboración de Normas
en muchos países. Actualmente, en varios países rigen o se aceptan las Normas de
IFOAM, no obstante, en algunos países, se debe acatar la normatividad interna
(Queitsch, 2004). Las siguientes Normas son algunos casos de lo anterior: EU
(1991), USDA (2004) y JAS (2004). En cuanto a legislación en México, actualmente
se cuenta con ley de productos orgánicos “Ley DOF 07-02-2006” y se cuenta
también con la NOM 037 FITO 1995

Por otro lado, las entidades encargadas de hacer cumplir las Normas y llevar a cabo
la certificación, son las agencias certificadoras, las cuales son de inferencia
Internacional o vienen algunos casos, solo Nacional; cabe señalar que existen
algunas diferencias entre los lineamientos de las agencias certificadoras y es la
razón para que cumplan con estándares nacionales y/o internacionales. Para que un
producto se venda en el mundo como orgánico, se requiere de un sello, otorgado por
una agencia certificadora y no, porque lo diga un productor o un técnico. La agencia
certificadora, es un organismo que avala que el sistema de producción cumple
estándares definidos internacionalmente.


 
 
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Así pues, si el producto va a hacer comprado, por ejemplo, en Austria, aunque sea
producido en China, deberá acatar las Normas que rigen en Austria, además de que
la agencia certificadora deberá estar avalada por dicho País; de lo contrario, el
producto no estará autorizado para su comercialización como orgánico en Austria.

Existen varias agencias certificadoras Nacionales y/o Internacionales. En México se


encuentran presentes, entre otras, Bioagricert, CERTIMEX, OCIA, IMO Suiza,
Oregon Tilth, etc.

Por otro lado, el proceso de certificación orgánico es sencillo y/o algo complejo, tanto
como cualquier certificación. A continuación se presentan los pasos a seguir en un
proceso de certificación de un predio o producto

Procedimiento para certificación:

1.- Llamar a la agencia certificadora manifestando el interés de certificar un predio o


producto

2.- La agencia certificadora envía cuestionario para recabar información general


sobre lo que se desee certificar

3.- Contestar cuestionario y enviarlo a la agencia certificadora

4.- La agencia certificadora evalúa el cuestionario y si es factible la certificación,


informa del costo de la certificación

5.- Depositas un pago parcial a la agencia certificadora para iniciar el proceso

6.- La agencia certificadora envía un inspector que revisa el predio, los registros de
los trabajos, semilla, cosecha, transporte, planta de proceso, etc. y envía el
informe a la agencia certificadora de lo que observó y lo que platicó con el
productor

7.-La agencia certificadora mediante un comité, recibe el informe del inspector y lo


revisa, y son ellos quienes deciden si se puede certificar el predio o no

8.- La agencia certificadora visita al menos una vez el predio, no obstante, algunas
agencias realizan vistas sorpresa


 
 
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9.- Al momento de la visita, los productores deben contar con: mapa o croquis del
predio, historial de manejo, registro de actividades, plan anual de actividades,
lista de insumos utilizados, incluyendo las facturas, registro de producción de
abonos orgánicos y la producción vendida con recibos de entrega o facturas de
venta

10.- Si se cumple la normativa, se autoriza la finca y se otorga el certificado orgánico

Problemática
Gómez et al. (1999) mencionan que básicamente los principales problemas de que
enfrenta la agricultura orgánica, en México y en algunos lugares del mundo son:
1.- Comercialización
2.- Limitantes ambientales
3.- Costos de producción
4.- Insuficiente capacitación e investigación
La comercialización, debido a la falta de suministro constante de producto así como
los canales de comercialización adecuados, además de la oferta y demanda, aunado
a la baja oferta de volúmenes de exportación así como al poco desarrollo del
mercado interno sin dejar de lado la lejanía con el principal consumidor de productos
orgánicos, la Unión Europea
Las limitantes ambientales, debido al problema latente de la contaminación cruzada,
al realizar aspersiones aéreas de agroquímicos en áreas aledañas a las orgánicas,
repercutiendo en la contaminación de éstas, así como el agotamiento de los suelos,
aunado a que no en todas las zonas agroecológicas se pueda producir todos los
productos, además que a pesar de no utilizar agroquímicos no permisibles, en
ocasiones los productos obtenidos toman del suelo los químicos aplicados años
anteriores o bien de las deposiciones atmosféricas (Gonzales et al., 2003)
Los costos de producción, debido a que la mayoría de los productos autorizados son
extranjeros y/o de reciente introducción al mercado, por consiguiente de precio
elevado, encareciendo el sistema de producción.
Mientras que la insuficiente capacitación e investigación, se presenta debido al
déficit de técnicos y/o instituciones expertas en el tema. Ademas, algunos
productores ven como problema, al costo de la certificación, no obstante, éste se ve
amortizado rápidamente

 
 
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Reconversión del sistema de producción: convencional a orgánico


Es de suma importancia resaltar que la problemática básica para la reconversión
productiva, aunada a la ya citada, de un sistema convencional a un sistema
orgánico, que es el tiempo que tiene que transcurrir para pasar de un sistema a otro,
ya que las normas establecen un periodos de tres a cinco años para la reconversión
(NOM, 1995; NOP, 2004; Gómez et al., 1999; Gewin, 2004; Márquez y Cano, 2005).
Lo anterior, origina que el productor presente animadversión al cambio de sistema
de producción, ya que la mayoría asume que en dicho tiempo los rendimientos
disminuyen y los problemas fitosanitarios aumentan, originando una perdida
económica considerable
Sin embargo, los productores, no están dispuestos a arriesgar su capital, debido a
que los rendimientos disminuyen y la cosecha aun, no es orgánica y por
consiguiente no se obtiene aun, el precio premium que oscila entre 30 y 40% mas
que el convencional (Gómez et al., 1999; Gewin, 2004; Macilwain, 2004;
Schlermeler, 2004)
La normativa orgánica permite evitar el tiempo de reconversión en dos situaciones:
1) cultivar en un suelo virgen y 2) en un sustrato orgánico certificado.
1) Cultivar en un suelo virgen, con al menos diez años sin cultivo alguno, para lo
cual, comúnmente, se tienen que realizar desmontes para acondicionar el
terreno como área agrícola.
2) Sustrato orgánico, producir sin utilizar el suelo, es decir en un sustrato, que
cumpla los estándares de la certificación. Diversos trabajos mencionan que
mezclando composta con medios inertes es posible evitar el tiempo de
transición (Márquez et al., 2006; Rodríguez et al., 2007; Márquez et al., 2008)

PRODUCCIÓN EN INVERNADERO

Introducción

La agricultura como toda actividad humana implica una explotación del medio natural
dando lugar a un agroecosistema mientras que la agricultura intensiva, pretende
producir el máximo con la menor ocupación posible del suelo, para ello se recurre a
una serie de técnicas con el objetivo de forzar la producción. Un claro ejemplo de la

 
 
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agricultura intensiva, es la producción bajo invernadero; éste se orienta a obtener el
mas alto rendimiento a costa de aislarlo de las condiciones naturales mediante el
forzado del cultivo a través de técnicas de climatización tales como: calefacción,
humidificación, iluminación, etc. así como de técnicas culturales tales como
sustratos, fertirrigación, hidroponía, etc. con el objetivo de rentabilizar al máximo la
ocupación del terreno (Antón, 2004).

Un invernadero es un espacio con el microclima apropiado para el óptimo desarrollo


de una plantación específica, por lo tanto, partiendo del estudio técnico de
ambientación climática, deben obtenerse en él, la temperatura, humedad relativa y
ventilación apropiadas que permitan alcanzar alta productividad, a bajo costo, en
menos tiempo, sin daño ambiental, protegiéndose de las lluvias, el granizo, las
heladas, los insectos o los excesos de viento que pudieran perjudicar un cultivo
(Henao, 2001). Antón (2004) menciona que un invernadero es aquella estructura
que, además de proteger al cultivo de la lluvia y el viento, permite el paso de la
radiación solar dificultando la perdida de calor, en particular la componente del
infrarrojo térmico. El grado de modificación climática va a depender del nivel
tecnológico de los materiales empleados para su construcción y de los equipos
complementarios de climatización, calefacción, humidificación, ventilación, abonado
carbónico, iluminación artificial, etc. Dicha modificación climática permite avanzar
cosechas, aumentar rendimientos o cultivar fuera de época.
Nilsen y Orcutt (1996) mencionan que en el desarrollo de cultivos, el microclima y
sus variaciones influyen en los procesos de intercambio de gases y relaciones
hídricas, mientras que Jaimez et al. (2005) citan que estas variaciones no se pueden
controlar en campo, pero en numerosos rubros hortícolas y ornamentales se ha
evitado mediante el cultivo en invernadero. El frecuente incremento de la
temperatura dentro de los invernaderos reduce la humedad relativa, aumenta los
déficits de presión de vapor de agua (DPV) y un consiguiente estrés termo-hídrico en
los cultivos. En la última década se ha estudiado técnicas y equipos que permitan un
control más eficiente y económico de los flujos y mezclas de aire en invernaderos

La aplicación de la tecnología de invernadero en los cultivos agrícolas fue motivada,


en un inicio, por las condiciones climatológicas de algunos países. Tal es el caso de
Israel a mediados del siglo XX. Esta misma tecnología se ha venido extendiendo en

 
 
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los últimos años a diferentes países que presentan problemas con el clima, la
escasez de agua y con algunas plagas. Además, las exigencias de la economía
global obligan de los productores agrícolas al uso de las variadas formas de esta
tecnología para poder competir en los mercados internacionales. Con el fin de
comprender el contexto en que se viene aplicando la tecnología de invernadero
(Rivera, 2007)

Productividad y problemática

Los sistemas de producción de hortalizas en invernadero tiene varias ventajas entre


las cuales podemos citar: producir en condiciones adversas de clima, altos
rendimientos además de obtener productos de mejor calidad en forma, sabor y color
(Olivares y Benavides, 2004)

La tendencia actual de producción de tomate, es realizarla bajo invernadero, dichas


estructuras pretenden mejorar las condiciones ambientales para incrementar la
bioproductividad, presentándose producciones de tomate de 300 a 500 t /ha/año, en
función del nivel de tecnificación del invernadero, el cual garantiza que el producto
cumpla con los estándares de calidad e inocuidad alimentaria que exigen los
mercados internacionales (Muñoz, 2003; Castilla, 2005); además, se habla ya de
producciones de 1000 t/ha/año de tomate.

No obstante, el principal problema de la producción en invernadero, una vez que se


tienen las condiciones ambientales controladas, es la presencia de plagas y
enfermedades así como la fertilización. Dodson et al. (2002) mencionan que de no
efectuarse un efectivo control de plagas y patógenos, éstos, puede llevar al
exterminio total, lo anterior origina que la mayoría de los productos agroquímicos, se
apliquen de manera preventiva y continúa, sin tomar en cuenta los umbrales de
acción, originando que el fruto lleve altas cantidades de residuos de agroquímicos,
los cuales son monitoreados minuciosamente al pretender ser exportados,
originando que en algunos casos el producto sea rechazado.

Por otro lado, la fuerte demanda de fertilizantes y sobretodo la eficiencia requerida


de ésta práctica, ocasiona que la fertilización nitrogenada se lleva a cabo
básicamente con fuentes de nitratos (INTA, 2003), debido a su mayor solubilidad.


 
 
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Castellanos (2003) menciona una erogación de $118,000 pesos por concepto de
fertilizantes para un ciclo de 10 meses de producción de tomate

Los agricultores han comprendido o se han visto obligados por las circunstancias a
cambiar la producción de granos por la de hortalizas, básicamente, con el fin de
optimizar el uso escaso del agua y apostarle a los cultivos de mayor rentabilidad;
además, las condiciones que impone el mundo globalizado, reflejadas de manera
particular en los Tratados de Libre Comercio, hacen necesario que los productores
agrícolas apliquen las nuevas tecnologías, como el caso de sistemas protegidos,
específicamente invernaderos, para ser competitivos en los mercados
internacionales, que exigen productos de mayor calidad a menor costo (Rivera,
2007)

Desarrollo de la tecnología

La mayoría de las actividades que se desarrollan en un invernadero deben de ser


tecnificadas, ya que se mejora la eficiencia y los costos de producción así como la
inocuidad y la salud de los trabajadores (Rowe et al., 2000; Kläring, 2001)

La tecnología para la producción de alimentos en invernaderos ha avanzado


considerablemente en los últimos 20 años. La producción en invernaderos,
frecuentemente denominada Agricultura en Ambiente Controlado (CEA), usualmente
se conduce con hidroponía. El cultivo hidropónico posiblemente sea hoy en día el
método más intensivo de producción de cultivos en la industria agrícola. En
combinación con los invernaderos, ésta es de alta tecnología y de capital intensivo.
El cultivo bajo invernadero siempre ha permitido obtener producciones de primera
calidad y mayores rendimientos, en cualquier momento del año, a la vez que
permiten alargar el ciclo de cultivo, permitiendo producir en las épocas del año más
difíciles y obteniendo mejores precios. Este incremento del valor de los productos
permite que el agricultor pueda invertir tecnológicamente en su explotación
mejorando la estructura del invernadero, los sistemas de riego localizado, los
sistemas de gestión del clima, etc., que se reflejan posteriormente en una mejora de
los rendimientos y de la calidad del producto final. El desarrollo de los cultivos, en
sus diferentes fases de crecimiento, está condicionado por cuatro factores
ambientales o climáticos: temperatura, humedad relativa, luz y CO2. Para que las

 
 
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plantas puedan realizar sus funciones es necesaria la conjunción de estos factores
dentro de unos límites mínimos y máximos, fuera de los cuales las plantas cesan su
metabolismo, pudiendo llegar a la muerte (Rivera, 2007).

Casa sombras

Este tipo de invernaderos son considerados en Europa de baja tecnología (Guantes,


2006), por lo que su costo es menor. El precio podría variar entre los 4 o 5 euros/m2
de las más baratas hasta los 10 o 11 euros/m2 para los más caros. Casas sombras
son baratos y es una alternativa para invernaderos que ofrecen ventilaciones sólidas
para un crecimiento positivo y con resultados. Especialmente para cosecha al igual
que chile pimienta, pepinos y una variación de flores. Casas sombras también
provee protección desde insectos y sol de exposición de excesivo. Casas sombra
puede venir con una variedad de modelos con diferentes tipos de malla que proveen
en diversos niveles de protección de cosecha (Rivera, 2007)

Invernaderos en México

La superficie mundial de invernaderos plásticos mas o menos tecnificados supera


las 450,000 Ha, en donde China tiene 200,000 Ha, Corea 70,000 Ha seguido por
Japón con 27,00 Ha. Posteriormente el área mediterránea con 130,000 Ha
sobresaliendo sin duda, Almería, en España con 25,000 Ha (Pérez et al., 2002)

Se calcula que en México hay ahora más de 2000 hectáreas con invernaderos, entre
producción de flores, de plántulas y de hortalizas, estimándose un crecimiento anual
de aproximadamente 20%. En los invernaderos, las producciones de hortalizas
llegan a ser de 200 a 400 ton/ha en pepino, y de 200 a 600 ton/ha en tomate, de 100
a 500% más que la producción de intemperie, además de una calidad muy superior,
lo que permite acceder a los mercados de exportación (Quezada, 2005).

En nuestro país existe todo tipo de invernaderos, de diversos tamaños, dimensiones,


superficie cubierta y niveles tecnológicos. Su crecimiento ha sido exponencial y cada
año se suman entre 200 y 250 hectáreas a las ya existentes (Rivera, 2007)

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La mayor parte de superficie bajo invernadero está destinada a producir hortalizas
para la exportación, de la cual 87% tiene como destino Estados Unidos, 9 %
Canadá, 2 % Europa y 1 % Japón, el resto se destina a otros países (Rivera, 2007)

De Santiago (2007a) menciona que aunque se habla de una cifra de más de 6 mil
hectáreas de invernaderos en México, está claro que existen aproximadamente
2,300 hectáreas de invernaderos con alta y mediana tecnología, mientras que la
superficie de mallas podría ser de 3,000 hectáreas.
Si consideráramos que un invernadero con un nivel de tecnificación del 100%,
incluye: irrigación, recirculación, ventilación automática, calefacción con agua
caliente, pantallas térmicas para ahorro de energía, sensores y control con
computadora, sustratos e hidroponía, el nivel de tecnología promedio estimado para
México es del 40% (Guantes, 2006)

Análisis económico

Con los altos costos de inversión, aunque sean amortizables, el productor está
obligado a obtener un alto rendimiento, así como a tener una administración muy
eficiente para alcanzar costos de producción que sean competitivos. Además, desde
otro punto de vista, para que un invernadero sea rentable, tiene que ser muy
productivo, y para ello se requieren insumos acordes con los niveles de
productividad deseada en las áreas en donde se realiza la producción (De Santiago,
2007).
Se estima que de 138 hectáreas de invernadero, generan una derrama igual a 35 mil
hectáreas de trigo. En está actividad se generan también tres empleos permanentes
por hectárea, existe una derrama económica de 1.8 millones de pesos por hectárea,
lo que equivale a la derrama de 240 hectáreas de trigo (Rivera, 2007)

Valadez (2001) menciona que existe diferencia en la inversión, dependiendo del


nivel de tecnología empleado, así pues, una con alta tecnología Holandesa, la
inversión por metro cuadrado es de US $105/m2 mientras que la otra, con una
tecnología sencilla y local emplea US $ 11/m2. Guantes (2006) cita costos para
sistemas controlados: Invernaderos de baja tecnología o mallas-sombra, el precio
podría variar entre los 4 o 5 euros/m2 de las más baratas hasta los 10 o 11 euros/m2

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para los más caros. Invernaderos de media tecnología, el precio de estos
invernaderos se mueve entre los 15 y 25 euros/m2 aunque en lugares con la
climatología más adversa, se puede elevar hasta los 35 o 40 euros/m2 debido a la
necesidad de incluir calefacción, sistemas de humidificación, pantallas térmicas,
recirculadores de aire, etc., mientras que los invernaderos de alta tecnología pueden
costar entre 50 euros/m2 hasta los 120 euros/m2

De Santiago (2007) menciona los nuevos proyectos de invernaderos en México se


habla de inversiones de $120 dólares por metro cuadrado en invernaderos
holandeses, mientras que los invernaderos de empresas españolas y francesas se
ubican en $80 dólares por metro cuadrado cuando se habla de tecnologías
avanzadas; en cambio, los invernaderos de empresas canadienses y
estadounidenses ofrecen presupuestos de $40 dólares por metro cuadrado — muy a
la par de las empresas proveedoras originarias de México. Actualmente, los
rendimientos más altos en tomate son de 75 kilogramos por metro cuadrado, con
alta tecnología, y de 45 y 50 kilogramos promedio por metro cuadrado en
tecnologías intermedias. Añade el Autor, que uno de los mayores problemas no es la
producción, sino la comercialización, y que de acuerdo con las tendencias de
incremento en la producción de invernaderos resulta obvio que el mercado está
saturado.
De Santiago (2008) menciona que existen 1.2 millones de hectáreas de
invernaderos; 1155,000 repartidas en Australia, Canadá, Corea del Sur, España,
Estados Unidos, Francia, Israel, Italia, Japón, México, Nueva Zelanda, y los Países
Bajos, mientras que el resto corresponde a China, Egipto, India, y otros países de
Asia y de Oriente Medio, donde debido a las condiciones del clima se ha favorecido
el desarrollo de pequeños invernaderos solares. En el caso de México la superficie
de invernaderos en México probablemente no llega a 6,000 hectáreas, como se ha
tratado de establecer en diversos foros y seminarios. De acuerdo con especialistas
de Estados Unidos y los Países Bajos, la superficie actual de invernaderos en
México es de 1,000 hectáreas, a las cuales se agregan casi 2,500 hectáreas de
estructuras de mallas y túneles. En el caso de los sistemas de producción de tomate,
en invernadero se producen en 950 hectáreas, en malla sombras 2,000 hectáreas
de mallas y por lo menos 50,000 hectáreas de producción de campo abierto

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Es conveniente señalar que la ubicación y el tiempo de producción debe tomarse en
cuenta ya que por ejemplo, en Chihuahua o Zacatecas, el consumo de gas para
calentar un invernadero es aproximadamente de $7 a $12 dólares por metro
cuadrado y por ciclo, con lo que la inversión en gas puede ser, en el mejor de los
casos, de $7,000 dólares mensuales, y en casos extremos puede llegar a $12,000
dólares por mes en promedio. Algo similar ocurre en Querétaro y en el estado de
México, donde las temperaturas invernales varían entre 5 y -7°C. En cambio, en
otras zonas más templadas, como Michoacán, Jalisco, y Guanajuato, se pueden
obtener rendimientos de 400 a 600 toneladas por hectárea, con un consumo de gas
de $4 dólares por metro cuadrado, lo cual equivale a una inversión de $4,000
dólares mensuales. Aunque es posible obtener tomates sin calefacción en estas
regiones, al igual que en Sinaloa o Veracruz, los rendimientos serían de unas 250
toneladas por hectárea (De Santiago, 2007b)
Invernaderos orgánicos
Los invernaderos son un complemento fundamental en la producción orgánica, pues
estas estructuras cerradas y trasparentes, permiten constituir un microclima artificial
y así cultivar plantas fuera de estación en muy buenas condiciones, posibilitando
continuidad en la producción y buenos precios (Rivera, 2007)
La producción ecológica en invernadero reúne una serie de requisitos de manejo y
técnicas de cultivo que la convierten en una de las modalidades productivas donde
más importancia adquiere el manejo integral de dicho invernadero; de la misma
forma, el productor debe saber conjugar todos los factores que influyen en la
producción para aprovecharlos a su favor y conseguir una producción rentable,
sostenible en el tiempo y de calidad (Castillo et al., 2004)
Engindenzi (2002) menciona que es factible la producción orgánica en invernadero
de hortalizas. Dodson et al. (2002), mencionan que la diferencia entre la producción
en invernadero de tomate convencional contra la orgánica, varía en tipo el sustrato,
las prácticas de fertilización y el método de control de problemas fitosanitarios

En base a lo anterior y dadas las tendencias de la agricultura hacia sistemas


protegidos, en especial a los invernaderos, es factible si se va iniciar en el sistema
de producción de invernaderos, que estos sean invernaderos aptos para la
producción orgánica y que cumplan fehacientemente los estándares indicados, en

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los cuales se podrán producir altos rendimientos excelente calidad además de
facilitar el cumplimiento de estándares de inocuidad alimentaria (Berenguer et al.,
2003; Incrocci et al., 2003; Calvin y Cook, 2005; Castilla, 2005), pero sobretodo
garantizar que cuente con el sello orgánico de alguna de las certificadoras
originando bienestar social, económico y medioambiental

PRODUCCIÓN ORGÁNICA DE TOMATE

La producción de tomate orgánico en México se lleva a cabo en Baja California Sur.


El tomate orgánico ocupa diez veces menos superficie que el convencional, pero
alcanza una cotización diez veces mayor que el convencional (Navejas, 2002).
Por otro lado, la producción orgánica nacional de tomate en el 2004, se llevó a cabo
en 380 ha con rendimientos promedio de 10 t ha -1, con un precio 5.84 veces mayor
que el convencional (SAGARPA, 2005). Por otro lado, la producción orgánica
nacional de tomate cherry en el 2003, se llevó a cabo en 402 ha con rendimientos
-1
promedio de 3.05 t·ha , con un precio 3.31 veces mayor que el convencional
(SAGARPA, 2005)
Dodson et al. (1999) mencionan que la producción de tomate orgánico difiere de la
producción convencional, principalmente en la fertilidad del suelo, malas hierbas,
insectos, y el manejo de las enfermedades. Márquez et al.(2005) menciona que en el
caso de la fertilización, las técnicas mas apropiadas son: abonos orgánicos, abonos
verdes, fijación natural de nutrientes por medio de plantas, abonos foliares de origen
natural, compuestos biodinámicos en general, incorporación de materia orgánica en
general, rotación de cultivos, vegetación secundaria natural y/o cultivos forestales;
de ser posible todo el material de origen animal, como estiércol, gallinaza, orines y
subproductos deben provenir de animales criados orgánicamente o bien el
compostaje es obligatorio.
Bernal (1995) y Navajas (2002) mencionan que lo esencial contra la lucha de los
insectos y enfermedades en los sistemas orgánicos, es la prevención y que en la
actualidad hay productos permitidos por las normas internacionales de productos
orgánicos, los cuales son todos a base de extractos vegetales. Por otro lado, la
fertilización en los sistemas orgánicos se basa en la composta, principalmente.
Castellanos et al. (2000), mencionan que hoy en día existen creciente interés por
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utilizar fuentes orgánicas para abonar los suelos, en un intento de regresar los
sistemas naturales a la producción orgánica. Una alternativa en la Comarca
Lagunera sería producir composta a partir de estiércol producido que es alrededor
de 49 mil toneladas de materia seca (Luévano y Velásquez, 2001)
Por orto lado, el precio mas alto del tomate orgánico en Estados Unidos se presenta
el 15 de marzo mientras que el precio mas bajo se presenta el día 15 de julio; los
precios respectivamente son 1.7 y 0.30 dólares por libra (Dodson et al., 1999)

De Santiago (2007b) menciona que en México, la idea de la producción orgánica de


tomate es establecer programas adecuados, y no sólo proyectos de producción
semiorgánica; para ello, se están realizando pruebas con investigadores de Canadá
e Israel, que cuentan con un paquete de tecnología especializado en la producción
de tomates orgánicos. Se desarrollaran al menos 500 hectáreas de pruebas en
Sinaloa, Sonora, Baja California, Veracruz, Puebla, Quintana Roo y Michoacán; las
pruebas iniciales serán parte de un programa muy bien definido, en el cual los
fertilizantes orgánicos serán la base de este proyecto, ya que como es del
conocimiento de la mayoría de los productores, la disponibilidad y el precio de los
fertilizantes orgánicos ha sido una limitante, aunada a la baja productividad de los
sistemas orgánicos. Sin embargo, la nueva tecnología de producción podrá
asegurar, por un lado la disponibilidad y abastecimiento de fertilizantes orgánicos,
así como una productividad similar a la que se obtiene en los métodos tradicionales.
Las perspectivas de este proyecto son muy interesantes y esperamos tener más
noticias en los próximos meses.

Producción en invernadero de tomate orgánico

La producción de tomate orgánico en invernadero es posible como se muestra en


diversos trabajos (Greer & River, 2000; Brentlinger, 2002); permite la obtención de
tomate aumentando los rendimientos considerablemente respecto a campo,
además, se puede obtener producción durante todo el año además de mejorar la
calidad de los productos y facilitar el cumplimiento de estándares de inocuidad
alimentaria; no obstante, para evitar el tiempo de reconversión de tres a cinco años,
hay que producir en un sustrato, que cumpla con loe estándares de las

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certificadoras, o bien poner el invernadero en un terreno virgen o que no se haya
cultivado en los últimos diez años

En el caso de los sustratos, estos pueden ser inertes y/o químicamente activos, o
bien, una mezcla de ambos. En el caso de que se prefieran inertes, la cantidad de
fertilizante a emplear será considerable. Lo ideal será una mezcla de un sustrato
inerte con uno químicamente activo. El sustrato, además de sostén, deberá aportar
cantidades considerables de elementos nutritivos que satisfagan las demandas del
cultivo. La composta puede ser el sustrato químicamente activo, además de que
puede ser aeróbica, anaeróbica, vermicomposta y/o como extracto de cualquiera de
las anteriores, tal como lo menciona Cano et al. (2005). Una alternativa, es mezclar
composta con medios inertes (Castillo et al., 2000; Hashemimajd et al., 2004).

Entre los abonos orgánicos de origen animal o vegetal, compostas o vermicomposta,


utilizadas como parte del sustrato, permiten satisfacer la demanda nutritiva de los
cultivos en invernadero y reducir significativamente el uso de fertilizantes sintéticos
(Manjarrez et al., 1999; Rippy et al., 2004; Kamiar y Anusuya, 2005). Por otro lado,
Tuzel et al. (2003) encontraron rendimientos de tomate orgánico en invernadero de
90 t ha-1 cuando se fertiliza con gallinaza
Las compostas contiene sustancias activas que actúan como reguladores de
crecimiento, elevan la capacidad de intercambio catiónico (CIC), tiene alto contenido
de ácidos húmicos, y aumenta la capacidad de retención de humedad y la porosidad
lo que facilita la aireación , drenaje del suelo y los medios de crecimiento (Ndegwa et
al., 2000; Hashemimajd et al., 2004).
De los elementos nutritivos contenidos en la composta, del 70 al 80 % de fósforo y
del 80 al 90 % de potasio están disponibles el primer año, mientras que el nitrógeno
(N), todo es orgánico, lo cual lo constituye en un elemento problema, dado que debe
mineralizarse para ser absorbido por las plantas y en el primer año, solo se
mineraliza el 11%, generándose una deficiencia de este elemento si no es suplido
apropiadamente (Eghball et al., 2000; Heeb et al., 2005). Rincón (2002) determinó
que se necesitan 3, 1, 5, 2.5 y 1 kilogramos de N, P2O5, K2O, Ca y Mg,
respectivamente, por tonelada de tomate producida. Así tenemos que para el caso
de N, para obtener 100 t·ha-1, se requieren de 300 kg de N.

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Handreck (1986) menciona que las compostas tienen altas cantidades de elementos
nutritivos que en ocasiones son suficientes para cumplir los requerimientos de los
cultivos, no obstante, Hashemimajd et al., (2004) en ocasiones, dependiendo del
cultivo, es necesario suplementar los elementos nutritivos debido al agotamiento de
los mismos, e inducir un mayor rendimiento. Atiyeh et al. (2000) mencionan que las
diferenciase n ls comostas se deben a diferencias en sus contenidos de elementos
nutritivos y a la naturaleza de sus comunidades microbianas

Moreno et al. (2005) determinaron que la producción de tomate en invernadero


puede efectuarse en mezclas de vermicomposta y arena produjeron el mismo
rendimiento que arena con solución nutritiva. Los resultados obtenidos obtenido por
Subler et al. (1998) muestra que el mejor desarrollo del cultivo se da con pequeñas
proporciones de vermicomposta, entre 10 y 20%. Aunado a lo anterior, Atiyeh et al.
(2000a y 2000b) señalan que al usar más de 20% de composta en el sustrato, hay
un decremento en el rendimiento de la planta.
Marquez et al. (2008) mencionan que al producir tomate orgánico en invernadero se
supera en 9.14 veces los rendimientos obtenidos en campo

Raviv et al. (2004) señalan que los nutrimentos contenidos en la composta


satisfacen los requerimientos del tomate en los dos primeros meses después del
trasplante; así mismo, Raviv et al. (2005) mencionan que la composta cubrió los
requerimientos durante cuatro meses después del trasplante en tomate. Rodríguez
et al. (2007) menciona a la vermicomposta como fuente importante de nutrimentos
para utilizarse en el sistema orgánico
Márquez et al. (2006) señalan que se obtiene un mayor rendimiento respecto a lo
obtenido en producciones de tomate cherry orgánico en campo, sin afectar la calidad
de los frutos al emplear mezclas de vermicomposta al 50% más arena y
vermicomposta con perlita al 25, 37 y 50% con una media de 48.507 t·ha-1

CONCLUSIÓN

Las tendencias de la agricultura hacia sistemas protegidos, en especial a los


invernaderos, es una realidad; se sugiere que se diseñen y construyan de tal manera
que se apeguen y cumplan fehacientemente los estándares de las producciones
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orgánicas, para que así, el productor, pueda producir tomate con altos rendimientos,
excelente calidad además de facilitar el cumplimiento de estándares de inocuidad
alimentaria pero sobretodo garantizar que el sistema de producción y el producto,
contenga el sello orgánico de alguna de las certificadoras, originando un bienestar
social, económico y medioambiental

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