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LAS SUTILES CARAS DE LA OBSESIÓN

La Real Academia Española define la obsesión como una "Perturbación anímica producida
por una idea fija". El término obsesión que proviene del latín obsessio y que significa asedio,
es considerada efectivamente por la ciencia oficial (psicología/psiquiatría), una
perturbación anímica producida por una idea fija que acompaña a la persona, llevándola a
estados penosos y angustiantes.
Para la Parapsicología este término define el estado en el que una persona es controlada
por "otra personalidad" ajena a sí misma y que de hecho es una "personalidad intercalada"
en su mente, lo que provoca la separación de la individualidad del ser por elementos
psíquicos disociados. En algunos casos puede derivar en un estado de posesión1.
La Doctrina Espírita la ha definido como “el predominio o coacción producida por un espíritu
sobre la voluntad del hombre… atacando, no solamente a quienes poseen facultades
mediúmnicas y las ejercitan, sino a mayor número de personas de lo que se supone 2[2]”.
Observando a nuestra humanidad encarnada en la Tierra notamos que cada quien en mayor
o menor medida carga con sus manías u obsesiones, como lo son la manía por la limpieza,
por cerrar las puertas, por el orden, etc. La literatura espírita nos ilustra que Poncio Pilatos
cargo hasta el final de sus días “un cuadro neurótico-obsesivo, que lo hizo célebre, frente a
la situación aflictiva de lavarse siempre las manos, que le parecían sucias por la sangre del
inocente. Su desdicha habría finalizado, sólo cuando se suicidó, arrojándose al cráter de un
volcán extinguido en Suiza3”.
Es apenas natural nuestra preocupación por los problemas obsesivos que en mayor o menor
cuantía, como un lastre, carga el ser humano con sus raíces sujetas al pasado y que hoy
repercute cual diapasón, en las telas sutiles de la mente encarnada. Juana de Angelis,
dispuesta siempre a darnos luces de comprensión ante tan delicado problema, asegura que
“es incontrolable el número de los perseguidos por Espíritus desencarnados en nuestros días.
La inmensa masa de obsesos que tienen sus mentes y cuerpos violados por fluidos
perturbadores, yace quebrantada por una hipnosis segura que la domina, o es azuzada por
una inducción criminal, que la desorganiza y alucina4”.
Tal situación representa para el espírita y las Casas Espíritas en particular, la necesidad de
trabajar con ahínco en la divulgación de estas verdades, pues tal como lo expresa el Espíritu

1
http://diccionario.babylon.com/obsesi%C3%93n/
2
Alienación obsesiva, Espíritu Rufino Juanco y psicografía de Divaldo Pereira Franco. Hacia las Estrellas,
Librería Espírita Alvorada Editora, Salvador Bahía, Brasil, 1990, pág. 113.
3
Triunfo Personal, Juana de Ángelis/Divaldo P. Franco. Trastorno Obsesivo-Compulsivo, pág. 104. Librería
Espírita Alborada Editora (LEAL).
4
Deudas y rescates, Espíritu Juana de Angelis y psicografía de Divaldo Pereira Franco. En el Borde del Infinito,
pág. 123, Instituto de Difusión Espírita, IDE.
de Verdad en El Libro de los Espíritus, “Es preciso explicar bien y desarrollar esas leyes,
puesto que hay tan poca gente que las comprende y menos aún que las practica. Nuestra
misión es la de impresionar los ojos y los oídos para confundir a los orgullosos y
desenmascarar a los hipócritas: los que toman las apariencias de la virtud y de la religión
para ocultar sus torpezas. La enseñanza de los Espíritus debe ser clara e inequívoca, a fin de
que nadie pueda pretextar ignorancia y que cada uno pueda juzgarla y apreciarla con su
razón. Estamos encargados de preparar el reino del bien anunciado por Jesús; por esto, no
es preciso que cada uno interprete la ley de Dios al capricho de sus pasiones, ni falsee el
sentido de una ley que es todo amor y caridad5”.
Para comprender el compromiso que asume el espírita ante las verdades proclamadas por
Jesús y sobretodo, ante el intenso servicio que prestó a los pobres y desheredados de la
Tierra, debemos considerar el extraordinario poder de Jesús y su piedad para con quienes
sufrían los embates de los espíritus obsesores, valiéndose de la autoridad que lo acreditaba
como Hijo de Dios encarnado en la Tierra; nos corresponde hoy como espíritas, multiplicar
sus enseñanzas ya desde la tribuna o desde el refugio seguro del hogar, ya en el sitio de
trabajo o donde nuestra palabra consoladora puede calar en los corazones ansiosos del pan
de la vida, al que alegóricamente proclamaba Jesús, siempre dispuestos a la redención de
nuestras faltas, sirviendo y amando.
Ante la obsesión, solo la terapia del perdón puede desatar los lazos que los unen, aunado
al ejercicio de la voluntad y la transformación moral que tanto ayuda a que obsesor y
obsesado reencuentren el camino de la paz tan anhelada, y sobretodo busquemos en Jesús
el sostén moral que tanto necesitamos en el desarrollo de nuestras actividades espíritas, tal
como lo asegura Juana de Ángelis “Como a los hombres y a nosotros, Espíritus imperfectos,
nos falta la autoridad real, busquemos en Jesús los valiosos recursos de la caridad y de la
luz, de la misericordia y del amor, de la fraternidad y del bien que nos cabe ofrecer a los
hermanos atribulados de la Tierra como a los del más allá, consumidos por obsesiones – en
demostración soberana de que la muerte libera al Espíritu del cuerpo, empero, no modifica
estructuralmente a aquellos que atravesaron el portal de cenizas -, los valores santificantes
que habrán de guiarlos con seguridad hacia la sublime madrugada de la vida… 6[6]”.

5
El Libro de los Espíritus, preg. 627. Instituto de Difusión Espírita, IDE.
6
Las sesiones mediúmnicas de caridad, Espíritu Juana de Angelis y psicografía de Divaldo Pereira Franco. En
el Borde del Infinito, pág. 131, Instituto de Difusión Espírita, IDE.

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