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de México hasta el sur de Estados Unidos. Como su nombre lo dice, se trata de una zona
árida, por lo que la agricultura nunca se desarrolló y los pueblos por esta razón
eran seminómadas. En su lugar, las personas que ahí habitaban se dedicaban principalmente
a la pesca, caza y recolección de frutos.
Los habitantes de esta región eran los chichimecas
Los actuales estados mexicanos que se encuentran en Aridoamérica son:
Aguascalientes
Baja California
Baja California Sur
Coahuila
Chihuahua
Durango
Nuevo León
San Luis Potosí
Sonora
Tamaulipas
Zacatecas
La parte norte de:
Hidalgo
Guanajuato
Querétaro
Jalisco
Sinaloa
Se pueden encontrar en esta región climas variado, pero todos se caracterizan por la escasez
de agua y esto da lugar a una relativa escasez de plantas. De hecho, casi toda ella está
situada en algunos de los desiertos más hostiles del planeta: el de Chihuahua y el de Texas.
Sin embargo existen dentro de Aridoamérica zonas, como la sierra californiana, donde
existieron y existen grandes bosques y un clima menos seco.
Aridoamérica es un término acuñado en 1988 para designar una región cultural que
abarcaba, antes de la colonización europea, las regiones norte y centro de México y pequeñas
partes del Suroeste de Estados Unidos.1 Mesoamérica2 se encuentra al sur y este
y Oasisamérica al norte. Estas regiones culturales se superponen unas a otras. Los confines
norteños de la región aridoamericana alcanzan hasta el paralelo 42°N.
A diferencia de Mesoamérica, Aridoamérica tiene una geografía y clima secos y áridos, con
poca diversidad ecológica. Debido a las duras condiciones, los pueblos precolombinos en esta
región tenían culturas y patrones de subsistencia distintos de sus vecinos mesoamericanos.
La región tiene una precipitación anual de sólo 120-160 cm. Las escasas lluvias alimentan
arroyos estacionales y lagunas endorrei
La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre los
estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el inventario la
base agrícola de la economía, el cultivo del maíz, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días
y civil de 365), los sacrificios humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología
lítica y la ausencia de metalurgia, entre otros. En su momento, la definición del complejo
mesoamericano sirvió para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos del norte
y el sur.
El desarrollo de Mesoamérica se extendió por varios milenios. Los especialistas discuten
sobre la época que puede considerarse el «inicio» de la civilización mesoamericana. De
acuerdo con algunas posturas, el hito inicial consiste en el desarrollo de la alfarería. Otros
consideran que el primer complejo mesoamericano se desarrolla entre los
siglos XV y XII a. C., período contemporáneo a la cultura olmeca. A lo largo de su historia, los
pueblos mesoamericanos construyeron una civilización cuyas expresiones hablan de
elementos compartidos por varios pueblos y rasgos que los distinguen entre sí. En la medida
que avanzó el proceso civilizatorio, algunos rasgos se homogeneizaron por el contacto
interétnico y otros adquirieron especificidad en ciertos contextos. Este proceso fue continuo y
perduró hasta la colonización española. Algunos autores emplean indistintamente los
nombres nahuas para describir objetos y conceptos originales de Mesoamérica,3 y otros
destacan las diferencias entre los pueblos de la región.4
La mayor parte de los pueblos mesoamericanos hablaron lenguas pertenecientes a las
siguientes familias
lingüísticas: otomangueana, mayense, mixezoqueana, totonacana y utoazteca. Otras lenguas
están aisladas o no pudieron ser clasificadas porque desaparecieron en el proceso
de castellanización que comenzó con la colonización española y continúa hasta la fecha. Este
mosaico de lenguas y etnias estuvo presente durante la época prehispánica y tiene su
correlato en las numerosas culturas indígenas que se desarrollaron en diversas zonas y
tiempos de Mesoamérica, entre las cuales las más estudiadas han sido la mexica, la maya,
la teotihuacana, la zapoteca, la mixteca, la olmeca o la tarasca. A pesar de la concentración
de estudios que se han dado en el caso de esas importantes culturas, Mesoamérica fue
escenario de muchos pueblos, algunos de los cuales han apenas comenzado a ser
investigados a partir de excavaciones recientes.
Uno de los rasgos comunes del mundo mesoamericano es su carácter agrícola, ligado al cacao,
yuca, frijol, calabaza pero principalmente al maíz -que según Richard MacNeish fue
domesticado 5000 años a. C.-, una planta esencial en términos alimenticios y simbólicos. Su
diversidad linguística ramificó de los troncos otomangue, mayence, mixe-zoqueana, totonaca y
yutoazteca. En algunos casos estos pueblos utilizaron una numeración con base en el número
veinte, ya que empleaban los dedos de las manos y los pies a manera de ábaco. En su
calendario midieron y dividieron de manera diferenciada el tiempo profano y el sagrado; las
puertas de este último se abrían con los rituales religiosos. Las culturas mesoamericanas
proyectaron su visión del universo a través sus ciudades, códices, templos y distintos
testimonios que quedaron albergados en frisos, estelas, dinteles, jambas y objetos domésticos.
Su escultura frecuentemente estuvo integrada a la arquitectura, destacando la talla de relieves.
Crearon una cerámica variada con técnicas de esgrafiado, puntillado, incisiones y raspado.
Como todas las sociedades antiguas del planeta, compartieron la creencia de un viaje a la
eternidad después de la muerte, lo que dio origen a una amplia gama de ritos y ofrendas
funerarias asociadas a los núcleos religiosos formados por altares, templos y pirámides. Los
sacrificios animales y humanos también fueron costumbres compartidas y, según Christian
Duverger ""no hubo un centro ceremonial fundado sin sangre humana o animal"". Menos
generalizado, el Juego de Pelota, formó parte de la vida comunitaria de la sociedades
mesoamericanas, una ejercicio simultáneamente lúdico y religioso que escenificaba el
movimiento solar, cuyo sentido último era la preservación del movimiento sideral y el
cumplimiento de los designios divinos. También compartieron la visión de la guerra como una
práctica de carácter religioso, algo que culminó en las batallas contra los conquistadores
españoles en el siglo XVI.