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Aspectos metodológicos
Por otro lado, el nacionalismo católico está mucho más influido por
los movimientos autoritarios europeos de derecha más extremos, en
especial por la Action Franjaise y, además, por el fascismo. Exhibe,
a su vez, un virulento antisemitismo, no fundado en argumentos
racistas, sino culturales, religiosos y pol1ticos23. Por todo ello, a este
nacionalismo lo hemos denominado también derecha radicalizada24.
Las filas del Ejército Argentino contaban, por aquel entonces, con
numerosos oficiales hijos de inmigrantes, fogosamente educados en
los ideales nacionalistas de la gesta revolucionaria de 1810 y de la
organización nacional. Fue entre estos hombres de armas que la
derecha radicalizada encontró no pocas veces el eco que
larvadamente buscaba. Se formó, así, un sector militar que, no
siendo de origen tradicional, la miraba también con buenos ojos.
En sus dos libros dedicados a este tema - El judío (1936) y Los tres
pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo (1937) -
postulaba Meinvielle que el cristianismo católico y el judaísmo se
enfrentaban como expresiones respectivamente del bien y del mal,
de Cristo y el Diablo, del espíritu celestial y el "espíritu
carnalizado". Y reclamaba, de ser necesaria, la intervención de la
espada para restablecer el orden cristiano tradicional. Por otro lado,
señalaba, profundamente preocupado, el triunfo progresivo del
espíritu judío, del que habían nacido aquéllos que consideraba los
principales flagelos contemporáneos: a saber, entre otros, el
liberalismo, el socialismo, el comunismo, y el capitalismo
especulativo. Con todo, el triunfo del fascismo en Italia y de Franco
en España - decía Meinvielle - permitían alentar fuertes esperanzas
de recuperación para el orden católico-tradicional.
Por otra parte, sin algún tipo de acción movilizadora de las masas,
era evidente que ni la soñada revolución podía contar con el apoyo
popular, ni la eventual actuación como partido político resultaría
victoriosa. Era, pues, esta necesidad de sustentarse en un consenso,
suficientemente extendido en la población, la que llevaba al
nacionalismo católico a incluir en sus programas postulaciones
gratas a vastos sectores medios y bajos locales, tales como, por
ejemplo, la estabilidad y la carrera en base a méritos en el empleo
público, que se veía periódicamente diezmado por los avatares
políticos. En un orden de cosas más general, las propuestas
nacionalistas apuntaban a la realización de cierta concepción de la
justicia social que abarcaba, entre otras cosas, regulaciones
salariales, sindicalización corporativa y una legislación de previsión
social y de asistencia a la niñez y a la ancianidad45.
NOTAS