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La Prehistoria comenzó en la Península Ibérica con la llegada de los primeros seres humanos hace
unos 800.000 años. Va unido al Homo Antecessor, antepasado de los Neandertales y de los Homo
Sapiens.
El Paleolítico (piedra antigua o tallada ) y el Neolítico (piedra nueva o pulimentada) son las dos
primeras etapas de la Prehistoria.
EL PALEOLÍTICO (800.000-8.000 a.C.) es la primera etapa de la historia, en la que aparece del ser
humano. Eran depredadores, no producían alimentos; su supervivencia se basaba en la caza, la
pesca, el carroñeo y a la recolección de frutos. Practicaban el nomadismo y se desplazaban
siguiendo los rebaños de animales o cuando las condiciones climáticas les resultaban
desfavorables. Presentaban una organización social colectiva y vivían en pequeños grupos o
bandas pero sin una clara división del trabajo o jerarquización social. Habitaban en cobijos
provisionales, y sólo a partir del Paleolítico Medio, cuando dominaron el fuego, ocuparon cuevas
de forma permanente. Practicaban la talla de utensilios de piedra mediante percusión o presión.
En este periodo se sucede el arte rupestre de la zona del Cantábrico y como arte mueble destaca
las placas de piedra (Placas de Soria del Paleolítico Superior).
EL NEOLÍTICO (5500 a. C y 3000 a.C.) Entre el 8000 y el 5500 a. C. se produce una etapa de
transición entre la última glaciación y la aparición de la agricultura y la ganadería. El clima se
suavizó, las temperaturas se elevaron y el nivel de las aguas subió con el deshielo. En el Neolítico
el ser humano dejó de ser un mero depredador de su entorno y empezó a producir sus propios
alimentos cultivando plantas y domesticando animales además de producir objetos cerámicos y
fabricar tejidos. Aparecieron numerosos instrumentos de piedra pulimentada como hachas y
azuelas con los que desempeñaban las nuevas tareas. Como consecuencia, aumentó la población
y los intercambios. Se inventó la cerámica.
CAUSAS DEL CAMBIO: Con el fin de la última glaciación (8000-5000) y la elevación de las
temperaturas y del nivel de aguas por el deshielo, los grupos humanos paleolíticos debieron
adaptarse a las nuevas condiciones, en especial a la disminución de algunas grandes piezas de
caza. Supuso un cambio en la alimentación y, por tanto en el utillaje. Este cambio está
relacionado con con la presión demográfica. El crecimiento de la población obligaría a ciertas
comunidades a modificar sus costumbres con la finalidad de conseguir mayor número de
alimentos, para ello emplearían la técnica de la producción controlada de alimentos, mediante la
agricultura y la ganadería, consiguiendo alimentar a mayor número de personas en el mismo
espacio productivo. El sistema neolítico surgirá de forma independiente en diferentes centros y
desde cada uno de ellos se difundirá a su zona de influencia. Es en el Próximo Oriente donde se ha
documentado las fechas más antiguas para su inicio y se considera como foco de influencia de
muchas zonas europeas entre ellas la Península Ibérica.
El Neolítico en la Península Ibérica se relaciona con la llegada hasta las costas peninsulares
de grupos probablemente poco numerosos que traían consigo todos los nuevos conocimientos
neolíticos. Los restos más antiguos de la península se sitúan en la franja mediterránea, donde
encontramos dataciones que se remontan al VI milenio. En ellos el elemento material más
representativo será un tipo de cerámica decorada por medio de la impresión del borde de una
concha (cerámica cardial). Este tipo de cerámica aparecerá asociado a un hábitat
mayoritariamente en cueva en el que están presentes cereales cultivados y animales como la
oveja y la cabra. Con posterioridad el resto de la península irá adoptando las formas de economía
neolítica. Dejan de ocupar sólo zonas montañosas y los hacen en tierras fértiles y bien regadas, en
los que constituyeron poblados estables.
Paralelamente, las estructuras sociales se hicieron más complejas como resultado de una
organización del trabajo más diversificada y de la apropiación del excedente alimentario por un
pequeño grupo dentro de la sociedad. El hallazgo de objetos de prestigio en algunas tumbas indica
la existencia de una cierta jerarquización social.
Más tarde entre el Mesolítico y los inicios del Neolítico (7000-4000 a.C.) en la vertiente
mediterránea se desarrolló el llamado ARTE RUPESTRE LEVANTINO, con características propias y
sin ninguna relación con el cantábrico. Destacan las cuevas de Valltorta (Castellón) y el Cogul
(Lérida).
Son pinturas muy distintas a las del Paleolítico tanto en su ubicación, como su apariencia formal y
su finalidad.
Estas pinturas que se localizan en abrigos rocosos relativamente iluminados. Ya no se pinta en el
interior de las cuevas porque la vida en este periodo postglacial se realizaba en poblados al aire
libre.
En cuanto al tema, se abandona el sentido mágico para tratar asuntos que cuentan la vida de la
tribu, con grupos humanos solos o con animales. Las figuras humanas asumen el protagonismo y
se las representa formando escenas muy variadas: enfrentamientos armados, cacerías, danzas
rituales, recolecciones etc. con un claro sentido narrativo. Los animales que aparecen se
corresponden con los habitaban en esa época (cabras, ciervos, vacas). Se distingue también la
identificación hombre-mujer por el tipo de ropaje y atributos seles. También una cierta
jerarquización social por la distinción del jefe de la tribu al que representan con mayor tamaño.
Respecto a la técnica, las figuras tienen formas muy estilizadas, casi esquemáticas y son
prácticamente monócromas o combinan pocos colores, apenas el ocre y el negro.
La conquista romana de Hispania durará desde el 218 a.C. hasta el año 19 a.C y la ocupación
romana se mantendrá hasta el siglo V.
En esta integración podemos distinguir varios elementos clave: el latín se impuso como lengua
común; el derecho romano (leyes, concepción del estado...); la religión politeísta romana (Júpiter,
Saturno…) y, posteriormente, en el siglo I, el cristianismo se difundió por el imperio romano y
también por Hispania.
1. La extensión de la vida urbana. La ciudad fue la unidad administrativa básica establecida por
los romanos y el instrumento de romanización de los territorios conquistados. Allá donde ésta no
existía, se crearon nuevas ciudades según el modelo romano, rompiendo las primitivas formas
indígenas de organización. Se crearon nuevas ciudades (colonias) que seguían el modelo de Roma
y fueron pobladas preferentemente por ciudadanos procedentes de Roma o de Italia y, a veces,
con soldados veteranos licenciados, libres de obligaciones militares. Otras fueron poblaciones ya
existentes que fueron transformadas en ciudades romanas; habían colaborado con los romanos en
el período de ocupación y por ello recibían trato privilegiado. Eran ciudades federadas o libres de
impuestos.
Las ciudades estaban comunicadas por una red viaria cuyo fin era militar y administrativo que
facilitara el desplazamiento rápido de las legiones y contribuyeran a mejorar las relaciones
económicas y a cimentar la unidad del imperio. El urbanismo romano y su ingeniería civil han
dejado su impronta por todo el territorio peninsular, constituyendo uno de los legados más
importantes de nuestro pasado: foros, templos, mercados, edificios curiales, teatros, circos y
anfiteatros, acueductos, puentes y monumentos conmemorativos son abundantes por toda
nuestra geografía. El trazado de las calles en ángulo recto, herencia de los campamentos romanos,
como puede observarse en León (antigua sede de la Legio Septima) o las murallas (Lugo) son
también testimonio del imponente legado constructivo romano.
2. El papel del ejército. Se reclutaron tropas auxiliares entre los pueblos indígenas para facilitar su
contacto con los romanos. Los soldados, al acabar su servicio militar, obtenían la ciudadanía
romana y recibían un lote de tierras. Además, alrededor de los campamentos de las legiones se
formaban núcleos urbanos espontáneos, habitados por mercaderes y soldados licenciados, que
junto a sus familias, crearon municipios romanos, como el caso de León, cuyo nombre deriva de
legio, ya que allí estuvo asentada la Legio VII Gémina.
Con el latín, penetró el derecho, otro de los legados clave de la civilización romana, en muchos de
cuyos principios se sustenta el derecho moderno. También en la literatura, como en otros campos,
hubo importantes aportaciones hispanas, como las de Séneca.
Respecto a la religión, los romanos implantaron sus cultos cívicos, pero supieron identificar
muchos de los cultos ibéricos con sus semejantes romanos, y no tuvieron inconveniente en
permitir a los pueblos sometidos el culto simultáneo de sus propios dioses indígenas.
Hispania fue una de las provincias del imperio más romanizadas. Buena prueba de ello fue que
varios emperadores nacieron en la península (Trajano, Adriano). También hubo importantes
filósofos como Séneca y escritores como y Quintiliano y Marcial.