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E L A RT E
PRIMITIVO
V e rsió n española de
A drian R ecbios
FONDO DE C U L T U R A K C O N O A IIC A
M é x ic o - B u e n o s A ir e s — ^ 'V
P R E F A C IO
4 D ic a l w o r d i s c h e K x m s t. U e r l í u , W2>
INTRODUCCION
N i n g ú n pueblo que con ozcam os, p o r dura que sea su vida, invierte
tod o su tiem po, todas sus energías en la adquisición del alim ento y
vivienda, así co m o tam p o co aquellas gentes que viven en circu n s
tancias m ás favorables y que pueden d edicar librem ente a otras a c ti
vidades el tiem po que no necesitan para conseguir el sustento, se
ocu p an sólo de trab ajo puram ente industrial o ven c o rre r los días
en d o lcc fa r vien te. H asta las tribus más pobres han producido
obras que Ies p rop orcion an p lacer estético, y aquellas a quienes una
naturaleza p ródiga o una inventiva m ás rica les perm ite vivir sin
zozobras dedican gran parte de sus energías a la creació n de obras
de arte.
D e una m anera u o tra todos los miem bros de la humanidad
gozan del p lacer estético. N o im porta cuán diverso sea el ideal que
se tenga de la belleza; el ca rá c te r general del g o c e que esta p ro
d uce es en todas partes del mismo o rd en ; las rudas canciones de
los siberianos, la danza de los negros de A frica , la pantom im a de los
indios de C alifornia, los trabajos de piedra de los neozelandeses,
los tallados de los de Melanesia, la escultura de los de Alaska, tienen
para ellos un atractiv o que no difiere del que nosotros sentimos
cu and o escucham os una can ció n , vemos un baile artístico o adm i
ram os una obra ornam ental, sea pintura o escultura. L a m era exis
ten cia del can to , baile, pintura o escultura en tre las tribus que c o
nocem os es una prueba del afán de p ro d u cir aquellas cosas que
causan satisfacción p o r su form a, y de la aptitud del hom bre para
gozar de ellas.
T o d as las actividades humanas pueden revestir form as que les
co n ced an m érito estético. E l simple g rito o la palabra no poseen
necesariam ente los atributos de la belleza, y si acaso los tienen es
sólo p o r accid en te. L o s m ovim ientos violentos e incontenibles que
p ro voca la excitación del ánim o; los ejercicios de la caza y los m ovi
m ientos que requieren las ocupaciones diarias, son en parte reflejos
de la pasión y en parte son determ inados p o r necesidades prácticas;
no tienen atractiv o estético inm ediato. L o mismo o cu rre co n todos
los p rod u cto s de la actividad industrial. D a r una m ano de pintura,
c o r ta r la m adera o el hueso, tallar la piedra, no co n d u ce p o r fuerza
a resultados que demanden nuestra adm iración por su belleza.
Sin em b arco, todos estos acto;; pueden revestir valores estéti
cos. Los m ovim ientos rítm ico s3del cu erp o o de los objetos, form as
que seducen la vista, la. serie d e ton os v modalidades de la pala
b ra agradables al oído, p rod ucen efecto s artísticos. L as sensaciones
m usculares, visuales y auditivas son los m ateriales que nos dan pla
c e r estético v que se em plean en el arte.
Podem os hablar también de las impresiones que estimulan los
sentidos del olfato, el gusto v el ta c to . U n a com b in ación de olores,
un festín gastronóm ico pueden llamarse obras de a rte co n tal que
despierten sensaciones placenteras.
¿Q u é es en ton ces lo que da a la sensación un valor estético?
C uando el tratam ien to té cn ico ha alcanzado cie rto grad o de e x ce
lencia, cuando el dominio de los procesos de que se trata es de tal
naturaleza que se p rod ucen ciertas form as típicas, dam os al proceso
el n om bre de arte, v por sencillas que sean las form as pueden juz
garse desde el punto de vista de la p erfecció n formal-, las o cu p acio
nes industriales co m o la de c o rta r, tallar, m oldear, tejer, asi co m o
las de can tar, bailar y co cin ar, son su scep tib lcs.d c alcanzar e x c e
lencia té cn ica v form as fijas. E l juicio de la p erfecció n de la form a
técn ica es esencialm ente un juicio estético. N o es posible d eclarar
objetivam ente dónde debe trazarse precisam ente la línea de sepa
ración entre las form as artística v p reartística, porque no podem os
d eterm in ar exactam ente en dónde com ienza la actitu d estética. Sin
em b arg o , parece cie rto que dondequiera que se ha desarrollado un
tipo definido de m ovim iento, una sucesión definida de tonos o uiia
form a fija, debe con vertirse en una norm a co n fo rm e a la cual se ha
de m edir su p erfección , es d ecir, su belleza.
' E sto s tipos existen en la hum anidad en todas partes del m undo,
y debem os dar por sentado que si una form a que rio se ajusta a la
n orm a establecida dem uestra que posee un atractiv o estético para
una com unidad, debiera adoptarse inm ediatam ente. L a fijeza de la
fo rm a p arece estar más íntim am ente co n ectad a co n nuestras ideas
de belleza.
C o m o una norm a p erfecta de la form a solam ente puede alcan
zarse en una té cn ica m u y desarrollada y perfectam en te controlada,
debe haber una íntima relación en tre la técn ica y el sentim iento de
la belleza.
Puede decirse que la co n secu ció n del triu n fo es lo de menos
m ientras exista el ideal de belleza p o r el cual trab aja ¿l «tuu
cu and o p or d efectos de té cn ica no le sea dable alcanzarlo. Alois
R icgl expresa esta idea diciendo que la voluntad de p rod ucir un
resultado estético es la esencia del trab ajo a rtístico . Bien puede
admitirse la verdad de este aserto c indudablem ente son m uchos los»
individuos que se esfuerzan p o r expresar un im pulso estético sin
poderlo realizar; su lucha p o r o b te n e r un resultado presupone la
existencia de una form a ideal que los m úsculos in exp ertos son in ca
paces de exp resar debidam ente. E l sentim iento intuitivo de la form a
debe estar presente. H asta donde alcan za nuestro co n o cim ien to de
las obras de arte de los h om bres prim itivos, el sentim iento de la fo r
m a está íntim am ente ligado co n la exp erien cia té cn ica . L a n atu ra
leza no p arece presentar ideales form ales —o sean ripos fijos que
im itar—, salvo cuando en la vida diaria se h ace uso de un objeto
natural, cu and o se le m aneja, acaso c o n m odificacion es, p o r m edio
de p rocedim ientos técn icos. P a re ce ría que solam ente de esta m anera
logra la form a im presionar la m en te hum ana. E l m ero h echo de
que los artefactos, obra del hom bre, en todas y cad a una de las p ar
tes del m undo tienen un estilo p ro n u n ciad o , dem uestra que junto
con las actividades técn icas se desarrolla un sentim iento de la form a.
N ad a existe que indique que la simple co n tem p lació n de la natu ra
leza o de los objetos naturales desarrolle un sentido de una form a
fija. T a m p o c o poseemos prueba alguna de que se desarrolle una
form a estilística definida co m o p ro d u cto puram ente de la im agina
ción del trabajador, sin que éste v ay a guiado p o r su experiencia té c
nica que le h ace darse cu en ta de la fo rm a. Se co n cib e que las form as
estéticas elem entales co m o la sim etría y el ritm o no dependen de
actividades técn icas; pero éstas son com unes a todos los estilos
de arte, no son esp ecíficam en te caracte rística s de ninguna región en
p articular. Sin estabilidad en la form a de los ob jetos m an u factu ra
dos o de uso com ú n , no h ay estilo; y la estabilidad de la form a
depende del desarrollo de una alta té c n ic a , o en unos cuantos c a
sos, del uso con stan te de la m ism a clase de p ro d u cto s naturales.
C uando se han obtenido form as estables, puede sob reven ir el des
arrollo im aginativo de la fo rm a en una té cn ica im p erfecta, y en este
caso la voluntad de p ro d u cir un resultado estético puede e xced er a
la capacidad del presunto artista. L a m ism a con sid eración es verd a
dera cu and o se trata del valor estético de los m ovim ientos m uscu
lares de la can ción y del baile.
L o s artefacto s con stru id os p o r el h om b re en todas partes del
m undo dem uestran que las form as ideales se basan fundam ental
m en te en norm as desarrolladas p o r técn ico s experim entales. Pueden
ser tam bién desarrollos im aginativos de form as establecidas más an
tiguas. Sin una base form al, la voluntad de c re a r algo que ejerza
atracció n sobre el sentido de la belleza, difícilm ente puede existir. ,
13 [•'. Adama van Scticlteiua, D ie altn ord isch e Kunst, Berlín, 1925. Una extensa
revista-tic obras sobre arco |U'ÍuúÚy.o puede verse en M artin Jley d rid i,
‘‘A/rikanischc Ornam entik'’, In tern ation ales A rch iv f/ir E th n og rap h ie, suplemento
n’. vol. XX», Lcvticn, 5914; también la bibliografía en I.-'.eUerr von Svdow , D ie Kunst
d e r X .itu rv rü ker u n d d e r Vorzeit., Berlín, 1925; y 1 ¡crlierc Kulm, D ie K m /st der
l'rinítt'ncn, Munich, 1 92.5. Una excelente revista de este tenia se lee en F.li/ntierh
W ilson, Diis O nnrm ent (disertación. Universidad de Leipzig).
14 "W iir / .ip íe n íra g e n d e r e th n o lo g is c h e n K u n s tfo r s c h u n g ” , '/.eitschrijr fü r A es-
rherik u n d .t/Z.^c•meine I\i/nstiL-issei>schti[t, v o l. \in, B e r lin , 1925, p p . 538 ss. V é a s e
,
w iu b ié n el ¡a h rb t/ch fü r historische' V olksku n d e, v o l. ii: V om W a s a i d e r V olks
kunst B erlin , I92f>; R a fa e l K a r s t e n , CivHi-zation o f S ou th A m erican Indians, N u e v a
Y ork, 1926.
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