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¡Error!Marcador no definido.
Anillo con aguamarina (Pereña, Salamanca)
(Foto: J. García Guinea)
Esta característica se ha vinculado con la vanidad personal, con el testimonio de poder o singularidad del
que porta el objeto valioso, y también con supuestos poderes mágicos o sobrenaturales. Se sabe que el
hombre primitivo usaba, reconocía y era capaz de tallar hasta 15 tipos distintos de "gemas", entre las que
se hallan el hueso, diversas conchas, el ámbar, el azabache y algunos vidrios naturales. La existencia de
algunos de estos materiales en puntos muy alejados de su lugar de origen permite afirmar una movilidad
y unos canales comerciales en el Neolítico que no podrían sospecharse si no existieran estos vestigios.
Por ejemplo, la existencia de ámbar del Mar Báltico en las culturas neolíticas mediterráneas, o la presencia
de lapislázuli de Afganistán en las culturas del valle del Nilo, que se suponían relativamente cerradas a
influencias externas.
Las características que confieren a las gemas su atracción son, fundamentalmente, tres:
La belleza, concepto sin duda subjetivo y sometido a los caprichos de la moda, pero con componentes objetivas,
tales como el color, brillo, transparencia, dispersión y otras propiedades ópticas.
Su durabilidad, o capacidad de resistir sin daños mayores los golpes y roces con otros materiales. En tal sentido,
es sabido que la admiración que los antiguos sentían por el diamante se debía, no a su brillo, que sólo pudo
descubrirse al lograr su talla, sino a su dureza.
Se valora en una gema su escasez o rareza, que le confiere el sentimiento de poder e individualidad.
Estas tres propiedades han dado lugar a que las gemas se hayan usado, desde la más remota antigüedad,
como objetos de trueque, de comercio y de inversión, estableciéndose, en muchos casos, rutas comerciales
estables, como sucedió también con la seda, las especias o la sal. En épocas más recientes han dado lugar
a numerosos estudios científicos en los campos de la Mineralogía, de la Geología y de la Física y
Química del estado sólido, pues al tratarse, en muchos casos, de monocristales muy puros, permiten
observar fenómenos que en otros materiales pasan desapercibidos.
Por esta misma razón las gemas, tanto naturales como sintéticas, se han empleado y se emplean en las
industrias avanzadas, más allá de su valor ornamental. Así, el diamante se usa como abrasivo de muy
alta calidad, en herramientas de corte muy delicadas, en recubrimientos especiales y en ventanas que
tengan que soportar condiciones muy extremas de presión y temperatura. El corindón, por su alta dureza,
se usa en piezas de mecanismos que tengan que sufrir elevado rozamiento (relojes), en fabricación de
láser y otros empleos. Del cuarzo se aprovechan las propiedades piezoeléctricas y piroeléctricas, etc.
Cabe preguntarse si las gemas deben incluirse entre los minerales industriales o constituyen un grupo
aparte. Si se consideran como minerales industriales aquéllos no metálicos que se utilizan en su estado
natural o con pocas transformaciones, las gemas son, sin duda, minerales industriales. Otras
consideraciones, tales como el precio por unidad de volumen, que en las gemas es muy alto y en los
demás minerales industriales mucho más bajo, parecen alejar a los materiales gemológicos de otras
sustancias naturales empleadas en la industria.
En todo caso, como no se trata de minerales metálicos ni de productos energéticos, su inclusión más
adecuada parece estar en los minerales y rocas industriales. La multiplicidad de aplicaciones de muchas
especies de valor gemológico contribuye a ratificar la decisión de que se incluyan en este apartado.
Dureza Dispersión
Exfoliabilidad y partición Índice de refracción
Tenacidad Efectos ópticos especiales
Color Propiedades químicas
Transparencia Peso específico
La durabilidad es una característica exigible a las gemas de calidad, aunque algunas piedras, llamadas
"de colección" se comercializan, aún teniendo unas propiedades físicas que las hacen inadecuadas para
el uso diario. La durabilidad depende, fundamentalmente, de las propiedades mecánicas de la materia de
la gema, generalmente un mineral.
Dureza.
Se denomina así a la resistencia del mineral a ser rayado. Se mide de diversas formas, pero es de
aplicación la Escala de Mohs, conjunto de diez minerales bien conocidos que, convencionalmente, se
ordenan del 1 al 10 en escala de menor a mayor dureza; cada mineral raya al anterior y es rayado por el
siguiente en la escala.
El ambar y el diamante (de durezas respectivas 2 y 10 en la escala de Mohs) representan los dos extremos entre los
que varia la dureza de gemas
(Fotos J. M. Sanchís Calvete e IGE)
Las mejores gemas presentan una dureza mayor de 7 (cuarzo) y admiten un buen tallado y pulido. Se
encuentran entre ellas el diamante, el corindón (rubí y zafiro), el berilo (esmeralda, aguamarina, etc.), el
crisoberilo, la espinela, el topacio, y la mayoría de los granates, las turmalinas y el circón, entre otras.
Estas gemas sufren poca alteración por el polvo atmosférico, rico en microscópicos granos de sílice, y por
otros agentes externos. Menor dureza presentan gemas también comunes, tales como los feldespatos, el
olivino, el ópalo, el rutilo, la espodumena (kunzita y hiddenita), y algunas turmalinas, granates,
circones y vidrios. Deben usarse con precaución y guarecerlas del polvo y del roce.
Por último, algunas gemas, tales como el ámbar, la calcita, la turquesa, el lapislázuli, el azabache y otras
tienen una dureza baja, lo que les resta valor como gemas, a pesar de su belleza. Se comercializan, por lo
general, en formas redondeadas, conocidas como "cabujones", pues las formas facetadas son más sensibles
al deterioro.
Tenacidad.
Se llama así a la propiedad mecánica que representa la cohesión interna de las partículas del mineral.
Aunque existe una cierta relación con las anteriores propiedades, no se identifica con la dureza, sino más
bien con la "ausencia de fragilidad". Determinados minerales muy duros, como el diamante, presentan
una elevada fragilidad al golpe, lo que condiciona su utilización, el tipo de montura que debe utilizarse,
etc.
Por el contrario, minerales fibrosos, como la jadeíta, la nefrita o la sillimanita, aun cuando no tienen una
dureza muy elevada, presentan una estructura interna afieltrada que les confiere una tenacidad muy alta.
La jadeita permite tallas sofisticadas gracias a su elevada tenacidad
(Foto: Juan S. Cózar)
La fragilidad de un mineral, además de ser una característica estructural, se relaciona con tensiones
internas provocadas durante la génesis de la gema, y también durante el proceso de talla y pulido, o por
tratamientos térmicos o radiactivos que puede haber sufrido.
Color.
Otras propiedades físicas muy importantes de las gemas son las que se refieren a su comportamiento ante la
radiación electromagnética, singularmente a la de longitud de onda en el rango de la radiación visible; en términos
comunes, su comportamiento ante la luz. En tal sentido, las propiedades más importantes son: Color, transparencia,
dispersión, refracción y efectos ópticos especiales.
Se denomina color al complementario de la radiación visible absorbida por la gema cuando se provoca la
excitación de los electrones de la capa externa de sus átomos a orbitales de mayor energía. Como sucede
con los demás minerales, hay gemas que poseen color propio (idiocromáticas), porque los iones excitados
son los que forman parte de la composición específica del mineral. Son ejemplos la rodocrosita (MnCO3),
la malaquita (Cu2(OH)2CO3), el olivino ((Mg,Fe)2SiO4) y otros.
El color alocromático en el caso del berilo: berilo puro sin color (izquierda), aguamarina (berilo con mezcla de
hierro, medio), esmeralda (berilo con cromo, derecha)
(Fotos: J. M. Sanchís Calvete)
Una mayor pureza e intensidad del color significan, en muchos casos, diferencias de valor de varios
órdenes de magnitud en gemas. Los intentos de cuantificar el color y aportar, de este modo, un elemento
objetivo a la valoración de las gemas llamadas "de color" han fracasado, porque ningún equipo óptico o
electrónico conocido alcanza la finura y flexibilidad de un ojo humano bien entrenado para la
discriminación del color. Leves tonalidades azules o amarillentas en el verde de la esmeralda, por
ejemplo, hacen variar su precio de forma muy apreciable.
En la industria del diamante, mucho más desarrollada que la de las demás gemas, se emplean escalas de
color, entre las que destacan como más usadas la escala GIA, CIBJO y Escandinava (ver diamante).
Transparencia.
De forma empírica, se denomina transparencia la mayor o menor facilidad que tiene la luz para atravesar
un cuerpo. Depende de la composición, del tipo de enlace que presenta la estructura cristalina de dicho
cuerpo y de las impurezas e inclusiones que posea.
También influye el grosor y la conservación de la superficie que, en el caso de las gemas, es muy
importante. Normalmente las gemas se clasifican en transparentes, traslúcidas y opacas.
Aguamarina transparente (izquierda), ópalo traslucido (medio), turquesa opaca (derecha)
(Fotos: J. M. Sanchís Calvete)
Dispersión.
Se llama dispersión a la diferencia entre la desviación mayor (violeta) y menor (rojo) de los distintos
colores en los que se separa la luz blanca al atravesar un prisma fabricado con una determinada sustancia
y refractarse. En las gemas, el efecto de la dispersión se denomina fuego, y se aprecia, en las piedras que lo
tienen muy alto, como un efecto arco iris en determinados puntos de la gema al iluminarla con una luz
puntual potente.
Indice de refracción.
Es el número adimensional que expresa la relación existente entre la velocidad de la luz en el aire y la
velocidad de la luz en el medio más denso (la gema). La medida del índice de refracción (o de los índices
de refracción) de una gema es fundamental para su determinación. Se lleva a cabo por medio de
refractómetros, que son aparatos ópticos de precisión, pero de sencillo principio operativo y manejo,
basados en el concepto de ángulo límite, que es el mayor ángulo de incidencia de un rayo luminoso en una
gema, que permite la refracción del rayo. Si el ángulo de incidencia es mayor que el límite, se produce
una reflexión.
Esquema de un refractómetro gemológico
Que el cristal sea isótropo o monorrefringente, en cuyo caso sólo existirá un índice, constante para todas
las direcciones de observación. Normalmente se tratará de minerales que cristalizan en el sistema cúbico.
Que el cristal sea anisótropo o birrefringente, en cuyo caso, y de forma general, se podrán observar dos
índices en cada dirección de observación. La diferencia de medidas entre el mayor y el menor de todos
los índices existentes en una piedra se llama birrefringencia, y es una medida que caracteriza muy bien la
naturaleza de la gema, porque depende tanto de su estructura como de su composición.
A su vez, en los cristales anisótropos, se puede establecer una clasificación, según que las observaciones
del refractómetro indiquen que uno de los dos índices observados permanece constante en todas ellas, o
que todos los índices medidos sean variables. En el primer caso se trata de minerales uniáxicos, que
cristalográficamente corresponden a los sistemas hexagonal, tetragonal y trigonal; en el segundo, se trata
de minerales biáxicos, correspondientes a los sistemas rómbico, monoclínico y triclínico.
En este zircón se puede observar como en los minerales con birrefrigencia alta se aprecia una duplicación de la
imágen de las facetas de la culata, vistas desde la corona de la piedra tallada.
(Foto: IGE)
No es fácil desarrollar en tan breve espacio la teoría y las instrucciones prácticas necesarias para
comprender los mecanismos de la propagación de la luz en el interior de las gemas. Se ha intentado, tan
sólo, dar una breve idea de nomenclatura y resaltar su importancia.
Cualquier interesado podrá ampliar la información consultando un tratado de Gemología, por ejemplo, el
Tratado de Gemología del Instituto Gemológico Español (IGE), en el que se ofrece una explicación más
detallada y completa.
Efecto "ojo de gato" o "chatoyancy". Es un resplandor causado por la orientación paralela de agujas
cristalinas o tubos. El efecto consiste en que, sobre una talla en cabujón de la gema iluminada con una luz
puntual fuerte, se observa una línea de luz que se desplaza al mover la piedra. Un ejemplo es la variedad
de crisoberilo denominada cimófano. También la sillimanita, algunas turmalinas, berilos y cuarzos.
Efecto "ojo de gato" en un crisoberilo
(Foto: IGE)
Asterismo o "efecto estrella". Es el resplandor causado por inclusiones aciculares que se disponen
cortándose a 120° o a 90°. Se observa, al igual que el anterior, en cabujones fuertemente iluminados, como
una estrella de 6 o 4 puntas, respectivamente, que se desplazan al mover la gema. Ejemplos típicos son el
corindón estrella (rubí y zafiro) (6 puntas) y el diópsido estrella (4 puntas)
Opalescencia se llama a cierta turbidez, característica, pero no exclusiva, de los ópalos. La presentan
muchas piedras que contienen inclusiones dispersas. Además del ópalo, el cuarzo lechoso, la calcedonia
y otros minerales.
Ejemplo de opalescencia
(Foto: J. M. Sanchís)
Adularescencia es un resplandor azulado o blancuzco característico de la adularia o piedra luna
(variedad de feldespato). También pueden presentarla la ortosa, la albita y los demás feldespatos. Se
debe a las maclas polisintéticas y a la presencia de inclusiones dispersas.
Aventurescencia es el brillo producido por "chispas" incluídas en ciertas piedras. Estas chispas son,
en realidad, inclusiones dispersas de micas o, en el caso de las aventurinas artificiales, cristales
tetraédricos de cobre metal. El nombre procede de la aventurina o venturina, variedad de cuarzo con
inclusiones de mica fuchsita (verde).
Iridiscencia es una interferencia, por lo general perjudicial para el valor de la gema, consistente en
la aparición de diversos colores "del arco iris" en ciertas fracturas o exfoliaciones del cristal, por
interferencia y difracción de la luz. Es frecuente en el topacio y en muchos cuarzos.
Iridiscencia
(Foto: IGE)
Pátina es una cubierta iridiscente superficial que se presenta en ciertos minerales por oxidación,
sulfuración u otra alteración química. Desde el punto de vista gemológico es perjudicial. Es frecuente en
sulfuros y óxidos metálicos que no se usan como gemas.
Labradorescencia es el reflejo metálico azul verdoso producido por la inclusión repetida y paralela
de agujas de ciertos minerales (normalmente ilmenita o rutilo) en las maclas polisintéticas de algunos
feldespatos (labradorita, oligoclasa, anortita).
Juego de colores en un ópalo natural (izquierda) y en una imitación del ópalo (derecha)
(Foto: IGE)
Pleocroísmo. Se llama así a la propiedad que presentan ciertos minerales anisótropos de absorber
luz de distinta longitud de onda según la dirección, mostrando, por lo tanto, los colores complementarios
según dicha dirección. El efecto es que, al girar la piedra respecto al observador, cambia de color. Los
minerales uniáxicos sólo pueden presentar, como máximo, dos colores; en tal caso se denominan
dicroicos. Los biáxicos pueden llegar a ser tricroicos.
El pleocroísmo es un fenómeno muy frecuente pero, por lo general, poco acusado, por lo que pasa
desapercibido. En ciertas piedras, como la andalucita, el apatito, la axinita, el crisoberilo, la epidota o la
turmalina es más evidente
Una iolita, sumergida en un líquido de imersión, cambia de color, como consecuencia de su pleocroismo, en función
de la dirección de la luz
(Foto: IGE)
Propiedades químicas.
Las propiedades químicas, salvada la composición, tienen en las gemas menor importancia global que las
propiedades físicas. Como es lógico, sólo puede considerarse el uso gemológico en piedras que sean
estables desde un punto de vista químico, que no sufran oxidaciones, carbonataciones o alteraciones de
otro tipo, que no sean solubles ni fácilmente atacables por los productos de empleo común en la vida
diarias: alcohol, jabones, etc.
La mayor parte de las gemas cumplen bien estos requisitos. Como ejemplo de gemas con las que se debe
tener un cuidado especial, las perlas (compuestas por capas alternadas de carbonato cálcico y una
sustancia orgánica llamada conquiolina) son fácilmente atacables por ácidos débiles, por lo que pueden
deteriorarse a causa del sudor y los perfumes. Lo mismo puede decirse del coral.
Algunas variedades de ópalo, cuya composición es sílice amorfa con moléculas de agua, pueden sufrir
una deshidratación progresiva en climas secos, por lo que se conservan a veces inmersos en agua. En todo
caso, se trata de unas propiedades químicas especiales y poco frecuentes.
Peso específico.
Aparte de las propiedades mecánicas y ópticas citadas, hay otras propiedades físicas que tienen gran importancia
en la determinación de las gemas. El peso específico es una propiedad escalar que depende de la composición
química y de la estructura. Como la mayor parte de las gemas son cristales individuales de un solo mineral, el peso
específico es relativamente constante para cada gema y puede constituir una valiosa ayuda en su determinación. Ésta
se lleva a cabo por diversos métodos, todos los cuales se basan en el principio de Arquímedes (balanza hidrostática,
picnómetro, etc.).
Por último, respecto de la composición química de las gemas, cabe decir que en muchos grupos
minerales (olivinos, turmalinas, granates, etc.) se dan sustituciones isomórficas de unos cationes por
otros en diversas proporciones, ocasionando una variación en el aspecto y en las propiedades físicas de
los minerales. Normalmente, se dan denominaciones gemológicas distintas a las variedades o especies así
generadas, por lo que se utilizan nombres muy diversos en Gemología, que corresponden a variedades
no recogidas en la Mineralogía.
Por ejemplo, entre los granates se encuentran variedades gemológicas como la hessonita o piedra canela,
la tsavorita, el demantoide, la rodolita, el granate malaia, etc., que corresponden a composiciones
intermedias en las series isomorfas tradicionales.
Sin embargo, otras clasificaciones también son posibles, según el criterio que se quiera seguir: genético,
comercial, por color, por índice de refracción, por tipos de talla, etc.
LOS PRINCIPALES
GRUPOS DE GEMAS
Diamante Grupo de la sílice
Corindón (rubí y zafiro) Espinela, crisoberilo, circón, granate
Berilo (esmeralda aguamarina, etc.) Topacio y turmalina
Diamante.
El diamante supone, con mucho, la mayor producción mundial de gemas, tanto en cantidad como por su
valor, pudiédose considerar coma la reina de las gemas.
Principales yacimientos
PRINCIPALES YACIMIENTOS
1. POR CRITERIOS GENÉTICOS.
Los tipos de yacimientos más importantes para estas gemas son:
Los primarios de kimberlitas, (rocas volcánicas ultrabásicas que proceden de zonas profundas de
la corteza o incluso del manto superior, y que ascienden por chimeneas volcánicas o diatremas hasta la
superficie, provocando fenómenos explosivos). Más recientemente se han encontrado diamantes en
lamproitas relacionadas con escudos arcaicos.
Los secundarios de tipo placeres, que se forman por concentración mecánica a partir de la erosión
de las kimberlitas y lamproitas primarias, tanto en depósitos fluviales como en depósitos marinos
costeros de los que proceden algunos de los mejores ejemplares de diamantes gemas (Namibia).
Tanto unos como otros se encuentran en zonas cratonizadas de la corteza terrestre, correspondientes a
escudos antiguos (brasileño, sudafricano, fenoscándico, siberiano, etc.).
Peso
El quilate métrico es una unidad de peso específica para las gemas y que equivale a 200mg. Su origen, al
parecer, proviene de la antigua tradición india de pesar los diamantes con granos de algarrobos,
aparentemente muy homogéneos en cuanto a su peso, posteriormente importada por los griegos a los que
se debe el vocablo "ceration" cuatro granos, que los arabes retomaron en la forma "qirat". Los diamantes
se comercializan a tanto por quilate. Así, para saber su precio total hay que multiplicar su peso por el
precio del quilate. Este valor varía según aumenta el tamaño de la piedra, y en función del resto de
características (pureza, color, tipo y calidad de talla). Es fácil comprender porque son más caros los
diamantes a medida que aumenta su tamaño, pues la naturaleza proporciona muchas menos piedras
grandes, ya que es también mucho mayor la dificultad para que cristalicen en tamaños mayores.
Un diamante de medio quilate es escaso, pero lo es mucho más uno de un quilate, y muchísimo más uno
de dos quilates, y así sucesivamente. Sin embargo, como el valor de un diamante viene dado por el
conjunto de sus características, es posible que un diamante pequeño valga más que otro mayor, pues la
calidad del pequeño puede ser mejor que la del más grande.
Pureza
Su composición química sencilla (solo carbono) y sobre todo, su elevada temperatura de cristalización
hacen posible que los diamantes de calidad gema carezcan frecuentemente de grandes defectos internos
(ausencia de inclusiones). Esto permite hacer una graduación muy rigurosa de los defectos menores que
se presentan, adjudicando unos grados de calidad en función de la importancia de los mismos, cosa díficil
de llevar a efecto en otras piedras preciosas.
Nota: Las letras son las iniciales de las características de pureza en inglés, y se pueden traducir como
sigue:
Color
El diamante gema se presenta generalmente en lo que se conoce como "serie incolora", en la cual, la mejor
calidad (menos abundante), es el grado incoloro. A medida que baja esta incoloridad empiezan a aparecer
matices amarillentos o marrones, hasta llegar al final de la serie con tonos claramente amarillos y terrosos.
El color en el diamante se debe principalmente a presencia de impurezas, básicamente N y B, existencia
de vacantes (ausencía de átomos) y a defectos estructurales.
Lámpara con patrones de color para la graduación del color de los diamantes
La determinación del grado de color consiste en adjudicar una determinada calidad comparándolo con
unas muestras patrón. Las diferencias de matiz entre grado y grado son tan pequeñas que se requieren
unas especiales condiciones de observación y una adecuada experiencia práctica. A medida que se
desciende en la escala de color, el diamante se hace más amarillento o pardo. Mención aparte merecen los
diamante fantasía, que presentan colores intensos (verde, amarillo, azul, rosa, etc.) que pueden alcanzan
precios astronómicos.
La apreciación se hace visualmente, con iluminación y entorno adecuados, por personal entrenado. Los
diamantes más puros, es decir, los más incoloros, son los que ocupan la parte superior de la escala. A
medida que se desciende, las piedras son más amarillentas, y de menor valor. Los diamantes fantasía, es
decir, los que presentan un fuerte color (rojo, amarillo, azul, verde, etc.) son excepcionales en rareza y en
precio.
Talla
Con el paso del tiempo, los descubrimientos de la ciencia y los adelantos tecnológicos, el hombre ha
conseguido aprovechar todas las excepcionales propiedades ópticas del diamante y tallarlo de forma que
su aspecto sea muy espectacular y de gran belleza (ver tallas).
Lámparas de luz especial para graduación de color y proporcionoscopios para evaluación de la calidad
de talla. Laboratorio del diamante IGE.
Cristales de diamante
(Foto: IGE)
El sistema ha venido funcionando con precisión durante décadas, aunque en los últimos años hay signos
de inestabilidad, que se deben, entre otros factores, a los deseos, expresados por Rusia, de sacar al
mercado libre su producción, que es muy alta, por causas de las dificultades económicas que atraviesa el
país. En la actualidad De Beers ha firmado un contrato con Rusia que se extiende hasta el 31 de diciembre
del 2001 para vender su producción. Australia que es uno de los principales productores, rompió su
contrato con De Beers en junio de 1996 y comercializa su producción por canales propios. También
existen problemas con la R. D. del Congo y Angola. Por último, la mayor parte de la reciente producción
diamantífera de Canadá se comercializa, por el momento, al margen de De Beers.
El corindón es un mineral relativamente escaso que aparece en rocas aluminosas, generalmente de tipo
metamórfico, tales como mármoles, esquistos micáceos y gneises. En ocasiones también puede estar
relacionado con rocas ígneas ácidas o intermedias, tales como granitos o sienitas.
Sin embargo, los ejemplares con valor gemológico son mucho más raros, especialmente el rubí, pues
requiere para su formación la presencia de cromo, elemento cromóforo, que se suele aparecer en rocas
ultrabásicas. Por tanto, para la que puedan formarse rubíes es preciso el contacto entre rocas muy ricas en
alúmina y rocas o fluídos portadores de cromo.
Rubí
(Foto: IGE)
En el color, además de la cantidad de Cr3+, influye la presencia de otros elementos colorantes, tales como
el hierro, que oscurece el tono agranatándolo.
El zafiro, que contiene hierro y Ti4+, es algo más frecuente pero precisa también de unas condiciones
adecuadas de cristalización.
Zafiro
(Foto: IGE)
Además de los característicos colores azules existen también zafiros fantasía tales como los verdes y
amarillos (debidos a la presencia de Fe 3+), amarillos (por centros de color), púrpuras y violetas (con Fe 2+,
Ti4+ y Cr3+), rosas (con pequeñas cantidades de Cr3+) y padparadchas (con Cr3+y centros de color).
En el caso de esta gema más abundantes que los yacimientos primarios son los de tipo secundarios o
aluviales, originados por la erosión y transporte de los materiales que constituían los yacimientos
primarios. Los corindones, muy resistentes a la erosión por su tipo de enlace y su estructura, son
liberados de sus rocas madres, transportados por los ríos y depositados en yacimientos aluviales donde
se acumulan. Es por ello que las grandes explotaciones de rubís y zafiros se encuentran, por lo general, en
amplios valles fluviales con gravas o arenas.
Es frecuente la aparición conjunta de rubíes y zafiros, si bien estos últimos son mucho más abundantes
pero en ciertos yacimientos sólo aparecen zafiros.
Los yacimientos de rubí más importantes del mundo, por la calidad de sus gemas, se encuentran en
Mogok (Myanmar, antigua Birmania), pero su producción anual es escasa. Recientemente en Mon Hsu se
han descubierto también rubies. Por su cantidad destacan los yacimientos de Trat y Chanthaburi
(Tailandia) y los de Ratnapura (Sri Lanka). Otros países productores son Vietnam, Kenia, Tanzania,
Camboya y Pakistán.
hierro férrico influyen considerablemente en su color. El cromo, a diferencia del berilio, normalmente se
encuentra en rocas ultrabásicas y básicas, por lo que la coincidencia de berilio y cromo es realmente
excepcional. De ahí la rareza de las esmeraldas. Para que se forme un yacimiento de esmeraldas es
necesaria la presencia de rocas o fluidos que contengan berilio con otros que porten cromo.
Esmeralda
(Foto: IGE)
Los yacimientos de esmeraldas más ricos del mundo, los de Muzo, Chivor, Gachalá, Cozcuez y Peñas
Blancas (Colombia) tienen un origen hidrotermal y se encuentran en arcillas negras bituminosas
intercaladas con calizas, que constituyen la roca encajante.
Otros yacimientos de esmeraldas en los Urales (Rusia), Zimbabwe, Zambia, Madagascar, Tanzania,
Mozambique o Bahía e Itabira (Brasil) se encuentran, sin embargo, en rocas metamórficas ricas en micas,
formadas por la reacción entre granitos y rocas ultrabásicas (serpentinitas). Por último, pueden también
formarse en rocas ultrabásicas metamorfizadas, pero con una fuente de berilio que parece ser ajena y
relacionada con pegmatitas y apófisis graníticas como en Austria, Pakistán o Santa Terezinha de Goiás
(Brasil).
Los principales yacimientos del mundo, por la calidad de las gemas halladas, son los ya citados de Muzo
y Chivor, al norte de Bogotá, en Colombia. Por su producción destacan los diversos yacimientos de Brasil
(Bahía, Santa Terezinha de Goiás, etc.). En la región del Transvaal (República Sudafricana) hay
yacimientos con esmeraldas de poca calidad, con abundantes inclusiones. También hay importantes
yacimientos cerca de Sverdlovsk y en los Urales (Rusia), en Kazakhstan, en Pakistán, en la India, en
Tanzania, en Mozambique, en Zimbabwe, en Zambia, en Egipto o en Austria, si bien estos dos últimos
países sólo tienen un valor testimonial histórico.
Grupo de la sílice
La sílice es extremadamente abundante sobre la superficie terrestre y si las variedades con calidad gemas lo son algo
menos, pese a su belleza, la sílice ofrece un conjunto de gemas relativamente baratas entre las que destacan:
Cuarzo
Silice criptocristalina
Ópalo
CUARZO
Las variedades gemológicas del cuarzo fanerocristalino son numerosas y cada una de ellas presenta un
color o aspecto especial.
Cuarzo hialino o cristal de roca. Incoloro.
Cuarzo citrino. De color amarillento debido al hierro (Fe3+).
Cuarzo ahumado. De color pardo grisáceo debido a centros de color formados por la sustitución
de silicio por aluminio o por radiaciones naturales.
Cuarzo morión. Parecido al anterior pero más oscuro, a veces casi negro. Dentro de esta variedad
está el llamado cuarzo Cairagorm de Escocia, que en ocasiones se cita como variedad aparte.
Cuarzo amatista. De color púrpura de distintas intensidades, siendo la de color más fuerte y
aterciopelada la calidad más apreciada. El color se debe a la existencia de centros de color producidos por
Fe+2 o Fe+3 y radiaciones naturales. Frecuentemente se trata por calor para obtener colores amarillo fuerte,
anaranjados, rojizos o verdes.
Geoda de amatista procedente de una cantera de la Unión (Murcia)
(Foto: J. García Guinea)
Cuarzo prasiolita. De color pardo verdoso, o verde claro debido al Fe+2. Este color se puede también
obtener por tratamiento calorífico partiendo de cierto tipo de amatistas.
Cuarzo bicolor (ametrina). Mezcla de citrino y amatista, apareció por vez primera en 1980: el color
puede ser natural o artificial.
Cuarzo azul. Turbio y lechoso por microinclusiones de dumortierita, turmalina, crisocola,
ilmenita, etc. Es muy raro encontrarlo en cristales aislados. Fácil de confundir con calcedonias, aunque al
polariscopio el cuarzo azul se comporte como birrefringente y la calcedonia como criptocristalina.
Cuarzo rosa. También muy raro en cristales individuales, hasta hace poco se le consideraba
criptocristalino. Suele ser también lechoso o turbio. El color se debe a trasferencia de cargas entre Ti 2+-Ti3+.
Puede presentar asterismo debido a finísimas agujas de rutilo.
Un ejemplar de cuarzo rosa y una fuente construida con mismo material (Oliva de Plasencia - Cáceres)
(Foto: J. García Guinea)
Cuarzo hematoideo. En realidad no tiene calidad gema, pero en nuestro país es especialmente
popular, denominándosele también Jacinto de Compostela.
Cuarzo lechoso. De color blanco debido al exceso de inclusiones liquidas.
Algunas variedades fanerocristalinas por la presencia de determinadas inclusiones se las considera como
variedades especificas, dándoselas denominaciones propias:
Cuarzo turmalinado. Generalmente hialino, citrino o ahumado, con cristales de turmalina, casi
siempre de color negro, pero a veces azules, verdes o pardas.
Cuarzo rutilado, rutilante o sagenítico. Las mismas variedades de antes con fibras sedosas
amarillentas, o agujas amarillo-rojizas de rutilo. Comercialmente estas gemas se venden con el nombre de
Cabellera de Venus.
Cuarzo iris. Hialino, al que casi siempre artificialmente se le provocan fisuras internas que causan
iridiscencia (efecto arco iris).
Incluidos habitualmente en este grupo hay otros cuarzos con abundantes inclusiones de otros minerales
que le proporcionan un efecto especial, a veces de gran belleza. No suelen presentarse en cristales.
Cuarzo aventurinado verde o cuarzo aventurina verde. Mezcla de cuarzo y mica fuchsita. Se
puede incluir entre las cuarcitas. Las placas de mica le proporcionan unos reflejos brillantes que dan lugar
al efecto llamado aventurinado.
Cuarzo aventurinado marrón o cuarzo aventurina marrón. Mezcla de cuarzo con oligisto
(hematites). Este, también en forma de plaquitas, produce un efecto similar pero más brillante y atractiva.
Esta variedad es mucho más rara que la anterior. En algunas ocasiones se presentan ejemplares con
colores verde y pardo conjuntamente.
En ocasiones, la sílice sustituye a las moléculas de otros minerales, originándose otra serie de variedades,
que tampoco suelen presentarse en forma de cristales. Las más representativas son:
Cuarzo ojo de tigre. De color pardo amarillento. El material original es crocidolita, en este caso
oxidada. El efecto móvil de la línea no es aquí tan acusado como en otras piedras.
Cuarzo ojo de halcón. De color azul oscuro, es el mismo material anterior pero sin oxidar. En
algunas piedras pueden verse los dos colores juntos.
Cuarzo ojo de buey. De color rojizo, muy raro natural, casi siempre se obtiene calentando los
anteriores.
Cuarzo ojo de gato. De color amarillento, efecto lineal mucho más marcado. Las fibras son de
sillimanita.
La sílice, como la calcita y a veces la pirita, puede actuar como agente fosilizante sustituyendo molécula a
molécula las existentes en animales o vegetales, de este modo se originan algunos fósiles o madera
pseudomórfica en cuarzo. Su aspecto y estructura original se pueden detectar fácilmente a simple vista o
con una lupa de bolsillo, pudiéndose incluso distinguir el árbol, de que procede. Esta sustitución también
puede ser hecha por sílice criptocristalina o amorfa, denominándose entonces madera agatizada,
opalizada o xilópalo
Son agregados policristalinos que se presentan en masas. Cristalizan, teóricamente, en el sistema trigonal, pero
suelen presentarse en agregados estalactíticos, en geodas, como masas botroidales. etc.
Ágata
(Foto: IGE)
Se pueden dividir en tres grandes grupos: calcedonias, ágatas y jaspes, según su transparencia y
estructura, aunque a veces es difícil encajar algunos ejemplares en una u otra clasificación.
1. VARIEDADES
CALCEDONIAS
Total o parcialmente translúcidas, con estructura fibrosa. Frecuentemente presentan aspecto lechoso o
turbio. Sus colores y dibujos causan preciosos efectos que en ocasiones cotizan muy por encima de lo
normal del grupo. Se utilizan muchos nombres comerciales según el dibujo, la localidad de origen o el
país de comercialización. Podemos destacar las variedades siguientes:
Cornalina o carneola. De color anaranjado, rojizo o pardusco.
Calcedonia azul 10x10 cm Méjico - Museo Luis Iglesias Calcedonia amarilla 8x5 cm - Museo F.C. Granada
(Foto: J. M. Sanchís) (Foto: J. M. Sanchís)
Las siguientes variedades antes se incluían entre los jaspes, pero hoy se consideran calcedonias:
Plasma. De color verde uniforme oscuro, debido a inclusiones de clorita.
ÁGATAS
En realidad calcedonias bandeadas, de bajo peso especifico, pues llevan parte de sílice amorfa. Las
bandas pueden ser de colores distintos. Su transparencia es variable, pudiendo ser también opacas.
Aunque no son bandeadas, comúnmente se conocen con el nombre de ágatas a las siguientes piedras:
Ágata musgosa o piedra mocha. Incolora y con rameados de colores: óxido de hierro (rojo), óxido
de manganeso (negro), y sobre todo con clorita (verde), en forma de musgo. Al no existir bandeado,
muchas veces no es considerada como una auténtica ágata.
Ágatas musgosas: 15x10 cm India - Museo Luis Iglesias y 7x5 cm Oregón (EEUU) - Museo La Salle Son Rapinya
(Foto: J. M. Sanchís) (Foto: J. M. Sanchís)
Ágata de fuego. Calcedonias mamelares en las que se ha depositado entre sus capas finas laminas
de hematites y goethita que producen una bonita iridiscencia.
JASPE
Siempre opaco, de textura granada, casi siempre con hasta un 20% de otros materiales extraños,
generalmente óxido de hierro y de color amarillento, pardo o rojizo.
Jaspes: 7x6 cm Oaxaca Méjico - Museo Don Felipe de Borbón y Sahara Marruecos - Museo La Salle Son Rapinya
Hallado en el Templo de la Fertilidad (Foto: J. M. Sanchís) (Foto: J. M. Sanchís)
El ópalo es seguramente una de las gemas más bellas que existen, y su efecto óptico, inexistente en ninguna otra,
puede proporcionar en los ejemplares de más calidad una diversidad de colores y unos dibujos muy vistosos.
1. COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA
Hasta hace muy poco, se ha considerado al ópalo como sílice amorfa con un contenido en agua del 2 al
20%.
Por modernas técnicas de rayos X y microscopía electrónica, se ha comprobado que está formado por
diminutas lepisferas compuestas por capas sucesivas de cristobalita y tridimita, de igual tamaño,
dispuestas en forma de estructuras empaquetadas. Por tanto, no es propiamente amorfo, sino
semicristalino. E1 ópalo de calidad gema se denominan ópalo C-T (cristobalita-tridimita).
2. VARIEDADES Y COLOR
Existen dos variedades fundamentales desde el punto de vista mineralógico: ópalo común y ópalo noble.
El primero no presenta juego de colores y cuando es translúcido no tiene belleza. Por el contrario, el noble
puede ser transparente, translúcido e incluso opaco, y aunque alguna variedad carece de juego de
colores, lo normal es que luzcan este efecto óptico especial en mayor o menor intensidad y belleza.
Este efecto, denominado juego de colores, que no debe de confundirse con la opalescencia, se produce en
el ópalo noble al actuar los paquetes de lepisferas como rejillas de difracción, y que según su orientación,
el ángulo de incidencia de la luz y el tamaño de las esferas, hace que aparezcan placas que cambian de
color: violeta a rojo, violeta a verde o azul.
No obstante, existe una amplia relación de nombres comerciales relacionados con el dibujo que forma el
efecto del juego de colores, incorporándose muchas veces estas denominaciones al grupo de variedades
como si verdaderamente lo fueran. Entre estos nombres podemos destacar:
Ópalo arlequín (efectos en rombos)
ópalo floral (efecto en forma de hojas)
ópalo estrellado (efecto de cielo estrellado)
ópalo ondulante, etc.
3. PROPIEDADES FÍSICAS GENERALES
Dureza. Es baja 5-6,5 en la escala de Mohs, presentando además una notoria fragilidad; cualquier
golpe o cambio de temperatura puede fisurarlo. Igualmente, la evaporación del agua que contiene le
causa un craqueado que le afea y le quita valor, pudiendo desaparecer el fuego de colores.
Exfoliación y fractura. Por ser amorfo no presenta exfoliación. La fractura es concoidea.
Peso específico. Bastante bajo y algo variable, 2,0/2,25.
Crisoberilo
(Foto: IGE)
El circón de calidad gema se obtiene de yacimientos sedimentarios de Camboya, Tailandia,
Birmania y Vietnam. También aparece en Sri Lanka, Australia, Brasil y otros países.
Circón
(Foto: IGE)
El granate es un mineral común de rocas graníticas y metamórficas. Con calidad gema y tamaño
suficiente para talla son mucho menos frecuentes, destacando: Piropos en Bohemia (República Checa),
almandinos y espesartinas en Sri Lanka, Brasil, Madagascar, Noruega, Canadá, grosularia incolora en
Tanzania, hessonita en Sri Lanka o tsavorita en Kenia.
Granate almandino de talla esmeralda
Topacio y turmalina.
Son dos minerales de origen fundamentalmente neumatolítico, que se forman por la acción de vapores
hipercríticos con agua, sílice y aniones ligeros (F, Cl, B, OH) sobre rocas aluminosas. Se encuentran, por
consiguiente, en la periferia de batolitos graníticos.
Cantera de topacio en Valle de la Serena y monocristal rómbico de color azul transparente de topacio procedente
de esta misma cantera
(Foto: J. García Guinea y Museo Nacional de Ciencias Naturales)
Los yacimientos más importantes del topacio llamado "imperial" (amarillo dorado), se encuentran en
Minas Geraes (Brasil). También en San Luis Potosí (México), Utah (EEUU), Rusia, Sri Lanka y
Madagascar.
¡Error!Marcador no definido.
Topacio imperial de Brasil
(Foto: IGE)
¡Error!Marcador no definido.
Topacio azul de color natural (no irradiado) de Brasil
(Foto: Juan S. Cozar)
Las turmalinas de valor gemológico (generalmente elbaítas) se encuentran sobre todo en Brasil
(Minas Geraes) y Estados Unidos (Pala, California). Antiguamente destacaban los ejemplares de la isla de
Elba (Italia) de donde procede su nombre. Hoy se encuentran también en Rusia, Sri Lanka y Tanzania.
Turmalinas zonadas de Minas Gerais (Brasil) y de Buitrago (Madrid)
(Fotos: IGE y Museo Nacional de Ciencias Naturales)
Las gemas se encuentran en casi todos los tipos de rocas, si bien con distinta frecuencia en unas y otras. Si se
consideran en conjunto, probablemente constituyen el grupo de minerales que mejor representan las variaciones de
presión y temperatura que pueden dar lugar a los distintos tipos de yacimientos conocidos en la corteza terrestre.
Pueden formarse por cristalización primaria a partir de magmas ácidos, intermedios, básicos y ultrabásicos, por
recristalización en rocas metamórficas, por meteorización y arrastre de rocas preexistentes, por precipitación
química, por acción orgánica y por la acción combinada de todos los procesos anteriores.
Tipos de yacimientos
Distribución geográfica
Un 30% pueden encontrarse en rocas encajantes metamórficas, sean éstas calcáreas o no calcáreas.
Otro 30% corresponde a yacimientos de origen acuoso (hidrotermales, de aguas circulantes superficiales, etc.)
En Asia se encuentran los más importantes yacimientos de rubí, especialmente en Mogok y Hong-Hsu (Myanmar,
antigua Birmania). En el Sudeste Asiático (Tailandia, Myanmar, Indochina y Sri Lanka) se hallan, a su vez, los más
importantes yacimientos de zafiros, espinelas y circones, en Cachemira (India) han aparecido los mejores zafiros, de
Afganistán destacan sus excepcionales lapislázulis, en Myanmar y China se encuentran grandes yacimientos de jade,
mientras que, historicamente, el diamante y numerosas variedades de cuarzo han tenido algunos de sus principales
yacimientos en la India. En Siberia (Rusia) existen importantes yacimientos de diamante, crisoberilo y otras muchas
gemas.
En Europa destacan los yacimientos de ámbar en las costas del mar Báltico, excepcionales a nivel mundial. En los
montes Urales (Rusia) se encuentran esmeraldas, aguamarinas y heliodoros, así como crisoberilos, diamantes y otras
gemas. Igualmente destacan granates de la variedad piropo y moldavitas en la República Checa, cuarzos muy bellos
en los Alpes (Austria y Suiza) y epidotas, axinitas y otras muchas gemas en Italia, Francia y Alemania.
Carece de diamantes, que han sido investigados infructuosamente en los macizos ultrabásicos de Ojén y Carratraca
(Málaga) y en las rocas volcánicas ultrapotásicas de Jumilla (Murcia). Se han publicado investigaciones
gemológicas de detalle por diversos autores (García Guinea, Galan).
Se han encontrado algunas esmeraldas, de muy poco valor gemológico, en el complejo de Lalín (Pontevedra).
También aguamarinas azul-verdosas, algunas de gran tamaño, en Pereña y otras localidades de Salamanca.
Las turmalinas, abundantes en los macizos graníticos del Oeste de la Península, son siempre negras (chorlo) y no
tienen, por tanto, valor gemológico.
Se han encontrado topacios incoloros y azules en el Valle de la Serena (Badajoz), pero distan mucho del valor de los
topacios imperiales de Brasil.
Cuarzos citrinos y ahumados de gran tamaño y buena calidad se han encontrado en Villasbuenas (Salamanca) y
variscita en Palazuelos de las Cuevas (Zamora).
Las piedras más importantes y variadas encontradas en Sudamérica se encuentran en el escudo brasileño. El
Estado de Minas Geraes es justamente famoso por su abundancia y variedad en gemas; aparecen en él diamantes,
topacios, esmeraldas, aguamarinas, morganitas y otros berilos, espinelas, granates, kunzitas, turmalinas, cuarzos de
todas las variedades y prácticamente todas las gemas de origen pegmatítico, así como muchas de las metamórficas.
Otros estados de Brasil famosos por sus gemas son Bahía (apatitos, turmalinas, esmeraldas, etc.) y Rio Grande do
Sul (amatistas, ágatas). Fuera de Brasil, hay que citar las esmeraldas colombianas de Muzo y Chivor (sin duda las de
mejor calidad procede de estos yacimientos), el lapislázuli de Ovalle (Chile), la rodocrosita de Capillitas
(Argentina), los diamantes de Venezuela y Guayana, las perlas de Isla Margarita (Venezuela), el ámbar de Santo
Domingo o la crisocola de Perú.
En los Estados Unidos de Norteamérica existen importantes yacimientos de zafiros, granates, espodumena,
turmalina, turquesa, topacio, berilo rojo y otras gemas. En México son famosos los ópalos de fuego y nobles, así
como las amatistas del estado de Guerrero. Destacan también los topacios de San Luis Potosí , así como las nefritas
y las obsidianas.
África es también un continente extraordinariamente rico en gemas. Hay diamantes en gran cantidad y con
calidad gema en Sudáfrica, Ghana, Angola, Bostwana, Namibia, Sierra Leona, Repúblida Democrática del Congo,
Tanzania y otros países del Africa Central y Meridional. Crisoberilo, esmeralda, granates, zafiro y rubí, ojo de tigre,
turmalina y circón en Zimbabwe, Sudáfrica, Kenia y Tanzania. Olivino y turquesa en Egipto. Madagascar es muy
rica en cuarzos, feldespatos, granates, escapolita, esfena, espinela, espodumena, berilo y otras muchas gemas.
Por último, Oceanía es un continente también muy rico, aunque los descubrimientos sean más recientes. Australia
es uno de los primeros productores del mundo de diamantes (destacando, entre otros, los raros y valiosos diamantes
"fantasía"), y tiene grandes yacimientos de zafiro, ópalo, espinela y turquesa.
Vista del cilindro selector donde se encuentra la cinta taladrada que separa los corindones de los lodos arcillosos
(Foto: C. Sapalski)
El material extraído se rompe con cuidado para no dañar las posibles gemas. A veces se emplean cribas y
clasificadores de otros tipos, lavadores, etc. Es frecuente que en los yacimientos de las gemas más valiosas
(esmeralda, rubí, zafiro) se hagan varios estríos manuales, encontrándose, como es lógico, gemas cada
vez más pobres y pequeñas.
En los placeres aluviales, los sistemas de explotación son igualmente simples, sea mediante la apertura de
grandes zanjas, o mediante la excavación de pozos estrechos que llegan hasta el nivel más rico, y la
posterior ampliación de galerías en el fondo del pozo, si la compactación del nivel aluvial lo permite. Ya
en el exterior, la primera clasificación se lleva a cabo por batea.
Excavación en la costa de arenas diamantíferas por debajo del nivel del mar en la costa de Namibia
(Foto: IGE)
En las excavaciones más modernas no compactas o ripables, se emplean grandes excavadoras para
remover el todo-uno y sistemas de clasificaciòn por densidades para separar las gemas. Los sistemas de
beneficio posterior varían desde el estrío a mano al empleo de mesas de sacudidas, separadores
electrostáticos y otros métodos.
Todo lo dicho para las gemas es radicalmente distinto si se habla de explotaciones de diamantes. La
particular conformación espacial y la composición de las chimeneas kimberlíticas, el enorme volumen de
explotación necesario para recuperar diamantes, sean éstos de calidad gema o para uso abrasivo y, sobre
todo, la concentración de las explotaciones dimantíferas en una sola gigantesca entidad (De Beers
Consolidated) dan un aspecto totalmente diferentea las explotaciones y las instalaciones de beneficio de
estas gemas, en los lugares en que esta empresa actúa, aunque se mantiene el primitivismo y los métodos
artesanales en los lugares en que no está presente.
Los yacimientos de diamante son chimeneas volcánicas de forma aproximadamente cilíndrica, que varían
en tamaño desde diámetros de unas decenas de metros hasta más de un kilómetro. La minería suele
empezar a cielo abierto, en la llamada "tierra amarilla", que es una peridotita alterada. Normalmente se
construye una corta que abarca la superficie total aflorante de la chimenea Al profundizar las cortas, las
paredes pierden estabilidad, y es necesario acceder a la minería subterránea. El método normal es la
construcción de pozos verticales en el terreno próximo a la chimenea, con galerías que cortan a la misma
cada 600 pies de profundidad.
Vista aérea de la diatrema kimberlítica de la mina Finish en Sudáfrica
(Foto: IGE)
Posteriormente se construyen niveles intermedios, que acceden horizontalmente en la roca kimberlítica
bajo la corta. A partir de estos niveles se construyen cámaras en la roca (sublevel caving), en las que la
explotación se lleva a cabo por hundimiento y realce (shrinkage stoping). El material se carga en vagonetas,
se transporta hasta el pozo y se saca a la superficie. Cone estos sistemas se explotan chimeneas
kimberlíticas hasta profundidades muy grandes.
También se emplea el sistema de hundimiento mediante conos invertidos (block caving), que hacen
colapsar grandes bloques de la "tierra azul" o kimberlita inalterada. Posteriormente estos bloques se
fracturan y transportan al pozo. Este sistema se usó por primera vez en la mina Bultfontein en 1955, y ha
mostrado ser más rápido, más seguro y más económico que el de cámaras. Con el paso de los años, todas
las minas de interior de Sudáfrica han adoptado el método de block caving.
Algunas de las explotaciones de diamantes a cielo abierto constituyen los mayores movimientos de tierra
llevados a cabo por el hombre. El uso de grandes rotopalas, sistemas de cintas transportadoras y minería
de transferencia en las costas de Namibia, haciendo retroceder las líneas de costa para explotar la
plataforma litoral bajo el nivel del mar son obras de ingeniería de gran envergadura. Además de éstas,
también existen explotaciones a cielo abierto más "convencionales", en las cortas que inician las
explotaciones de las chimeneas kimberlíticas. En ellas se sigue el sistema de perforación y voladura,
transportándose la roca volada con dumpers hasta la planta de tratamiento.
La separación y concentración de diamantes se lleva a cabo por un complejo sistema de trituración,
cribado, lavado, e incluso estriado a mano.
Merece la pena destacar, sin embargo, el importante papel que en la separación de diamantes juega la
propiedad denominada lipofilia, descubierta en Kimberley (Sudáfrica) en 1896. Consiste en una gran
adherencia de los diamantes limpios por la grasa sólida. En uso de esta propiedad, los diamantes se
adhieren a una gruesa capa de grasa colocada en el piso de mesas vibrantes al hacer pasar por ellas el
todo-uno. Posteriormente se separan de la grasa con agua caliente. En las minas en que los diamantes
presentan pátinas o recubrimientos, este método es inviable, usándose reconocimiento selectivo por rayos
X.
¡Error!Marcador no definido.
Tallado de ágatas en Idar Oberstein (Alemania)
(Foto: IGE)
Si bien el pulido superficial de las gemas se practica desde la antigüedad, la talla según pautas
establecidas es muy posterior. Hasta el comienzo del Renacimiento las gemas se utilizaban, en su gran
mayoría, en formas redondeadas, frecuentemente perforadas y atravesadas por un hilo o cordón. Esta
práctica no se debía a que se desconocieran técnicas de talla, porque las tallas en cabujón y la glíptica (arte
de tallar escenas en gemas) habían adquirido un importantísimo desarrollo muchos siglos antes, sino
porque se prefería conservar el mayor peso de la piedra, en lugar de conseguir sus mejores propiedades
ópticas.
La obtección de ángulos adecuados de facetas de culata tienen suma importancia para el aspecto final de la piedra.
Las gemas talladas correctamente (a la izquierda) devuelven toda la luz que entra por la tabla
Los tipos de tallas se pueden dividir en grupos. Siguiendo lo indicado en el Tratado de Gemología del
Instituto Gemológico Español, pueden establecerse los grupos siguientes:
Talla brillante Tallas sello
Tallas derivadas del brillante Talla mixta
Tallas sencillas Talla briolette
Tallas brillante modificadas Talla princesa o perfilada
Tallas esmeralda Tallas barión y radiant
Otras tallas con galerías Tallas cabujón
Tallas rosa Tallas fantasía
Tallas cruzadas o en tijera
Diamante de talla antigua anterior al calculo las proporciones modernas para la talla
brillante.
(Foto: IGE)
Las tallas derivadas del brillante tienen el mismo número de facetas, pero su contorno no es
circular. Son las denominadas talla ovalada u oval, marquís o marquesa, pera o perilla y corazón.
Las tallas en cabujón son tallas no facetadas, con una o dos superficies curvas. Los cabujones
pueden ser sencillos, dobles o huecos. Se utilizan, como se ha dicho, para piedras poco transparentes, de
poco valor o con resplandores especiales.
GEMAS DE IMITACIÓN,
COMPUESTAS Y TRATADAS
La imitación de gemas valiosas y raras ha sido, desde la más lejana antigüedad, una característica
de todas las culturas. Incluso en el Período Predinástico Egipcio (4000 a.C.) se teñía esteatita de azul o
verde para imitar turquesa. Muchos siglos más tarde (alrededor del 2500 a.C.) se aprendió a fabricar y
colorear el vidrio, que ha sido, desde entonces, la gema de imitación más usada. También se usan
extensamente plásticos, dobletes, tripletes, fondos laminados y, sobre todo, gemas naturales o
sintéticas tratadas, habiéndose establecido complejos sistemas de tratamiento que hacen, a veces,
muy difícil establecer si una gema ha sido o no tratada y por qué medios.
Gemas tratadas
Piedras compuestas
Vidrios
Plásticos
Gemas tratadas.
Gran parte de las gemas que se comercializan se tratan antes de su salida al mercado, para mejorar su apariencia
(intensificación o variación de color, ocultación de fracturas, etc.)
Para que no constituyan fraude, los tratamientos deben ser indicados por el vendedor al comprar una gema. Sin
embargo, algunos, como el aceitado de esmeraldas, los tratamientos térmicos de aguamarinas, zafiros y circones
incoloros, o las tinciones de ágatas, son tan frecuentes que nunca se citan, aunque casi siempre se practican.
Tratamientos térmicos.
Son calentamientos que se realizan a temperaturas medias o altas (de 500 a 1600º C) para modificar el
estado de oxidación de algunos elementos incluídos en la red, para inducir roturas artificiales, para
destruir centros de color o para eliminar agua. Se llevan a cabo en estufas y hornos, a veces con aditivos,
en atmósfera oxidante o reductora, según se requiera, y con un control de tiempos que es importante en
los resultados. Es igualmente importante el control del gradiente de ascenso y descenso de la
temperatura.
Muchas gemas sufren tratamiento térmico. Como ejemplo puede citarse el habitual en zafiros de diversos
colores para mejorar su aspecto. Así, un calentamiento a 500º C destruye los centros de color,
consiguiéndose que los zafiros amarillos pasen a incoloros, los naranjas a púrpura y los verdes a azules,
que son más valiosos. El calentamiento a 1500º C en atmósfera oxidante de zafiros púrpura consigue
oxidar el hierro; ésto, junto con la presencia de Cr en pequeña cantidad, da lugar a un bello color naranja,
que es muy cotizado (zafiros Padparadcha).
Los tratamientos térmicos por difusión, calentando a 1800ºC piedras recubiertas con óxidos metálicos
que se difunden en la zona externa, producen coloraciones superficiales que intensifican o cambian el
color original. Actualmente se utiliza la técnica de difusión profunda, que consigue capas de difusión de
hasta 0.4 mm. Consiste en utilizar temperaturas más altas, durante 200 horas, repitiendo el tratamiento 8
ó 10 veces. A diferencia de otros tratamientos, éste no se produce en la naturaleza.
Aspecto de una inclusiones en forma de "capullo de seda" en un zafiro tratado por calentamiento
(Foto: Juan S. Cozar)
Una de las tareas más arduas para un gemólogo, y no siempre posible, es identificar los tratamientos
térmicos que haya podido sufrir una gema. Si el calentamiento ha tenido lugar a menos de 1300º C, no
hay alteración apreciable en la textura y estructura. Si la temperatura ha sido más elevada, quedan rasgos
reconocibles: cavidades o fisuras superficiales que dejan marcas como de viruela, disolución parcial de
agujas de rutilo, distorsión de algunas inclusiones, fluorescencia verde lechosa y aspecto quebradizo,
detectable en las aristas.
Irradiación.
Es un proceso por el cual las gemas son expuestas a las radiaciones ionizantes, es decir, a radiaciones que
pueden producir partículas cargadas (iones) cuando inciden en una sustancia.
Hay varios tipos de radiaciones ionizantes: partículas alfa y beta, neutrones, rayos gamma y rayos X.
Cada una de estas radiaciones posee características diferentes y distinto poder de penetración. Las
partículas alfa actúan sólo en la superficie. Las partículas beta tienen poder de penetración muy limitado.
Los neutrones, los rayos gamma y los rayos X son muy penetrantes y atraviesan por completo las gemas.
Pueden obtenerse de los elementos radiactivos naturales, de los elementos radiactivos artificiales o de los
generadores de radiación (aceleradores electrostáticos, aceleradores lineales, ciclotrones, betatrones, etc.).
En general las radiaciones ionizantes producen defectos en las estructuras cristalinas, que cuando afectan
a la absorciones en el espectro visible (centros de color) son capaces de crear o modificar el color de las
gemas. Estos colores pueden ser estables o inestables ante las condiciones ambientales y siempre serán
modificados o eliminados por el calor.
La radiación neutrónica es la más rentable en el proceso de irradiación de gemas. Produce gran densidad
de defectos en el mínimo tiempo y afecta a toda la gema. Se aplica especialmente para el tratamiento de
los diamantes y los topacios. Los diamantes se vuelven verdes en general y casi negros si se prolonga
demasiado el tratamiento. Mediante tratamientos térmicos el color se puede modificar a amarillo, ámbar,
rojo, pardo o anaranjado. Ciertos topacios adquieren un magnífico color azul, nada comparable al de los
topacios azules naturales que suele ser bastante pálido. Los de buen color azul natural son
extremadamente raros y por consiguiente muy caros.
Topacio azul (en forma de pera) y pequeños de forma oval, irradiados, junto con un topacio de color azul natural
(grande de forma oval). (Foto Juan S. Cózar).
Los electrones acelerados también son utilizados para el tratamiento de los diamantes y topacios,
obteniéndose en ambos casos coloraciones similares a las anteriores. Sin embargo, debido a su poca
penetrabilidad, el tratamiento afecta exclusivamente a una capa superficial.
Los rayos gamma procedentes del cobalto 60 no son rentables en la irradiación de los diamantes. Sin
embargo se utilizan en el tratamiento de cuarzos, topacios, berilos, espodumenas y fluoritas,
principalmente. Los colores obtenidos dependen de la variedad tratada: los cuarzos adquieren tonos
ahumados; los topacios tonos marrones y rojizos; los berilos colores amarillos, amarillo-verdosos y azul-
violeta; las espodumenas colores amarillo-verdosos y verde esmeralda; las fluoritas tonos púrpura y
azules. Todos estos colores son inestables ante la luz y el calor, pudiendo desaparecer a corto o largo
plazo dependiendo del tipo de gema.
Los neutrones producen, a su vez, un efecto indeseable. Al interaccionar con los átomos de la gema, ya
sean los constituyentes de la propia gema o los que existen como impureza, tienen lugar reacciones
nucleares con muchos de ellos, apareciendo nuevos elementos que son radiactivos. La mayoría de estos
nuevos elementos tienen una vida extremadamente corta y su actividad desaparece prácticamente
cuando se detiene el tratamiento, pero algunos tienen una vida relativamente larga y su actividad podría
ser peligrosa para el usuario de la gema. Por ello los productos tratados de este modo deben de ser
sometidos a un riguroso control radiológico antes de salir al mercado. Una vez en el mercado, los
certificados de control de calidad de los laboratorios gemológicos acreditados pueden reflejar
objetivamente la presencia de este tratamiento, basándose en los resultados obtenidos mediante una
técnica denominada "espectroscopía gamma de alta resolución". Los interesados en ampliar sus
conocimientos en relación con esta técnica pueden acudir a las siguientes citas bibliográficas:
Cózar J.S. (1989) Determinación de rasgos de tratamiento, en topacios azules irradiados, por espectroscopía gamma
de alta resolución. Boletín del Instituto Gemológico Español, nº 31,8-18.
Ashbaugh C. (1992) Gamma-ray espectroscopy to measure radioactivity in gemstones. Gems and Gemology, vol.
28, nº 2, 104-111.
Los diamantes que han sido tratados por radiaciones pueden ser identificados mediante estudios
espectroscópicos normales, espectrofotometría de precisión a temperaturas criogénicas (-196° C) y, a
veces, por estudios de microscopía óptica, observando la presencia de ciertas marcas que demuestran la
existencia de coloraciones zonales superficiales. Para el resto de las gemas es necesaria la aplicación de
técnicas de luminiscencia (fotoluminiscencia, termoluminiscencia, radioluminiscencia,
catodoluminiscencia).