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En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del
camino principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió
para ver si alguien la retiraba.
Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron
simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la
roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero
ninguno hizo nada para retirar el obstáculo.
Reflexión:
Esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de afrontar los obstáculos
que la vida nos pone delante.
En un país no muy lejano había un rey muy triste, el cual tenía un sirviente que se
mostraba siempre pleno y feliz.
-No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una
mentira.
-Sino no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey- Nadie puede
ser feliz por esas razones que has dado.
El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómo el paje vivía feliz así,
vistiendo ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
-La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos. ¿Cómo?
Haciendo entrar al paje en el círculo. Pero, Alteza, nadie puede obligar a nadie a
entrar en el círculo. Aunque si le damos la oportunidad, posiblemente entrará por
si mismo.
-Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente sirviente para
entender la estructura del círculo, lo haremos. Esta noche pasaré a buscarlo. Debe
tener preparada una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro.
Así fue. El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los patios del
palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio guardó en la bolsa un
papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre.
Disfrútalo y no le cuentes a nadie cómo lo encontraste".
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma,
tenía el ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojos se veían pequeños y la boca
mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó las monedas y, mirando para todos
lados con el fin de cerciorarse de que nadie lo viera, escondió la bolsa entre la
leña. Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría
que ahorrar para comprar su moneda número cien? Hablaba solo en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla; después, quizás no
necesitaría trabajar más. Con cien monedas de oro un hombre puede dejar de
trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas de oro
se puede vivir tranquilo. Si trabajaba y ahorraba, en once o doce años juntaría lo
necesario. Hizo cuentas: sumando su salario y el de su esposa, reuniría el dinero
en siete años. ¡Era demasiado tiempo! Pero, ¿para qué tanta ropa de invierno?,
¿para qué más de un par de zapatos? En cuatro años de sacrificios llegaría a su
moneda cien.
El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve. Durante los meses
siguientes, continuó con sus planes de ahorro. Una mañana entró a la alcoba real
golpeando las puertas y refunfuñando.
-Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría Su Alteza, que fuera también su bufón y
juglar?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era
agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
Reflexión:
Muchos de nosotros hemos entrado en el círculo del noventa y nueve alguna vez:
sentimos que nos falta algo para estar completos, y pensamos que sólo
entonces podremos disfrutar de lo que tenemos. Como siempre algo "falta"
parece que la felicidad deberá esperar hasta que todo esté completo... y entramos
en un círculo en el que nunca podemos gozar de la vida.
Esta es la trampa del círculo: no entendemos que con 99 podemos ser felices,
podemos sentirnos plenos a lo largo del camino, si nos centramos en esa moneda
que creemos que falta y dejamos de valorar lo que tenemos nunca estaremos
"completos" siempre nos faltará algo.
Cuenta la historia que un rey de un país muy lejano recibió como obsequio en su
cumpleaños dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que
los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor le comunicó que uno de los halcones estaba
perfectamente educado, había aprendido a volar ya a cazar, pero que no sabía
qué le sucedía al otro halcón: no se había movido de una rama desde el día de su
llegada a palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie consiguió
hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a varios miembros de la corte, pero
a pesar de los intentos nada cambió; por la ventana de sus habitaciones el
monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un llamamiento
entre sus súbditos solicitando ayuda, y entonces, a la mañana siguiente vio al
halcón volar ágilmente por los jardines.
-Traed al autor de este milagro -dijo a su séquito. Al poco rato le presentaron a un
campesino.
-No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía
alas y se lanzó a volar.
Reflexión:
En nuestra vida hay muchas ramas que nos mantienen en una situación de
comodidad. Algunos a pesar de la seguridad de la rama igualmente se arriesgan y
se lanzan, aprendiendo a volar y buscando la superación personal. Pero otros,
como el segundo halcón, se acomodan en ella. A veces puede que algún
acontecimiento rompa la rama de la costumbre, de la seguridad, entonces se dan
cuenta de que pueden volar y superarse a sí mismos.
Pero, por más seguridad y sentimientos de protección que puedan dar los
padres, todos nacimos para navegar los mares de la vida, correr nuestros
propios riesgos y vivir nuestros propios retos.
Los hijos nacieron para convertirse un día en ciudadanos de este mundo. Los
padres podemos desear la sonrisa de los hijos, mas no podemos sonreir por
ellos. Podemos contribuir por la felicidad de los hijos, mas no podemos ser felices
por ellos.
Los hijos deben continuar desde donde los padres llegaron, así como los barcos
parten del puerto para sus propias conquistas.
Sin embargo, para eso necesitan saberse preparados y amados, fortalecer sus
valores morales, su autoconfianza, y reforzar sus virtudes y
fortalezas. Prepararlos para sus travesías.
Pero como padres podremos tener el orgullo de verlos partir a navegar sus propios
rumbos con la seguridad de que es un barco fuerte, independiente y capaz, que
estan bien abastecidos de todo lo que les hemos inculcado para poder enfrentarse
al mundo y capear las tormentas que se les prenenten. Pues les hemos educado
para navegar, para la independencia.
El Puente
Había una vez dos hermanos, Tomás y Javier. Vivían uno al frente del otro en dos
casas de una hermosa campiña.
—¿Ve usted esa madera que está cerca de aquel riachuelo? Pues la he cortado
ayer. Mi hermano Javier vive en frente y, a causa de nuestra enemistad, desvió
ese arroyo para separarnos definitivamente. Así que yo no quiero ver más su
casa. Le dejo el encargo de hacerme una cerca muy alta que me evite la vista de
la casa de mi hermao.
Sin poder hablar, de pronto vio en frente suyo a su hermano, que en ese momento
estaba atravesando el puente con una sonrisa:
— Tomás, hermano mío, no puedo creer que hayas construído este puente,
habiendo sido yo el que te ofendió. Vengo a pedirte perdón. Los dos hermanos se
abrazaron.
Reflexión:
Este cuento refleja cómo un buen mediador puede ayudar a construir puentes que
ayuden a resolver un conflicto.
Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les
dijo:
- "He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores
orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras
que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo
pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese
mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene
que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo".
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos
que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que
contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un
anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por
muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.
El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había
sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había
muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.
Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró
un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento...
En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.
El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y
el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.
- “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de
euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.
Reflexión:
Hay cosas que podemos cambiar, mejorar, podemos esforzarnos y avanzar. Pero
también hay veces en las que no podemos hacer nada porque no depende de
nosotros. En la vida suceden fatalidades que no podemos cambiar, frustraciones
cuando las cosas no salen como nos gustaría.. esto nos puede generar rabia,
rencor, una tristeza profunda, bloquearnos.. y para poder superarlo hemos de
templar nuestras emociones y aceptar que hay cosas que no podemos
cambiar.
¿Qué opinais?
Indefensión Aprendida
El Elefante y la Estaca:
Cuando era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos
eran los animales, sobre todo, mi preferido era el elefante.
Tenía unos siete u ocho años, y todavía confiaba en la sabiduría de las personas
grandes. Pregunté entonces a mis padres, maestros y tíos, buscando respuestas a
ese misterio. No obtuve una respuesta coherente, la edad no es un impedimento
para percibir la coherencia o la falta de ella en los que la gente nos dice. Alguien
me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice
entonces la pregunta obvia: si es cierto que está amaestrado, entonces ¿por qué
lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta que me
satisficiese.
Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba
cuando me encontraba con gente que me daba respuestas incoherentes, por salir
del paso y, un par de veces, con otras personas que también se habían hecho la
misma pregunta. Hasta que hace unos días, encontré una persona, lo
suficientemente sabia, que me dio una respuesta que al fin me satisfizo: "El
elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca toda su
vida, desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño
elefantito con solo unos días de nacido, sujeto a la estaca. Estoy seguro que en
aquél momento el animalito empujó, jaló, sacudió y sudó tratando de
soltarse. Y, a pesar de todo su esfuerzo, no pudo librarse.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Podría jurar que el primer día se
durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, y que al día siguiente volvió a probar,
y también al otro y al que seguía se resignó a su destino. El elefante dejó de
luchar para liberarse. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree
que no puede hacerlo. Tiene grabado en su mente el recuerdo de sus, entonces,
inútiles esfuerzos, y ahora ha dejado de luchar, no es libre, porque ha dejado de
intentar serlo. Nunca más intentó poner a prueba su fuerza.
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo
atados a varias (cientos) de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo
que "no podemos" con montón de cosas, simplemente porque alguna vez
probamos y no pudimos. Grabamos en nuestra mente: no puedo. no puedo y
nunca podré. Crecimos portando ese mensaje, que nos impusimos a nosotros
mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber cuáles son
nuestras limitaciones ahora, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo
nuestro corazón.
El Papel Arrugado:
—¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una
bolita. —Ahora —volvió a decirle el maestro— déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel
siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.
Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a
punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.
Reflexión:
Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas
de su vida.
Reflexión:
Aprender a soltar las preocupaciones diarias puede parecer una habilidad difícil,
pero con práctica puede conseguirse y convertirse en un hábito que nos permitirá
disfrutar mejor de nuestra vida.
Las preocupaciones son como montar en una bicicleta estática: cansan pero no
llevan a ninguna parte. Cargar con la mochila de preocupaciones durante todo
el día genera estrés,angustia, ansiedad y gran malestar, creándose una bola
cada vez más grande que fomenta la irritabilidad y la negatividad... además de
impedirnos disfrutar del presente.
El Vaso de Agua:
Cuando todos esperaban oír la pregunta: "¿Está el vaso medio lleno o medio
vacío?" , ella en lugar de ésto preguntó:
Las respuestas de los componentes del grupo variaron entre 200 y 250 gramos.
El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más
difícil de soportar se vuelve.
Reflexión:
El Paquete de Galletas:
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y
sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con
ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.
Reflexión:
La Puerta Negra:
La Puerta Negra:
Érase una vez en un país muy lejano un rey que era muy polémico por sus
acciones.
Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala. Los
prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey
gritaba diciéndoles:
-Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala.
Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y
flechas, listos para cualquier acción.
Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca
puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como decoración y
el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. En verdad, algo
verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho más para ver.
- Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir clavados por flechas o
abrir rápidamente aquella puerta negra mientras los dejo encerrados allí? Ahora
decidan, tienen libre albedrío, escojan.
Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a los
arqueros de la muerte y decían al rey:
- "Prefiero ser atravesado por flechas a abrir esa puerta y quedarme encerrado".
Millares optaron por lo que estaban viendo que hacían los demás: elegir la muerte
por las flechas.
Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del "pelotón de
flechas" estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con
toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: - "Sabes, gran rey, yo siempre tuve
una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de
aquella puerta negra?"
El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a un gran
camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba hacia
la libertad.
Reflexión:
Yo la asocio con nuestros miedos, sobre todo nuestros miedos a salir de nuestra
"zona de confort". El miedo a lo desconocido, a no ser capaz, una inseguridad que
paraliza, o una frustración. Miedo a asumir riesgos.. los soldados prefieren morir
pero sabiendo lo que les va a pasar..que traspasar la puerta sin saber. Creo que
en muchos momentos de nuestra vida tenemos puertas negras en nuestro interios
¿cuáles son las vuestras? ¿qué pasaría si las abrierais?
Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus
maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cual?
Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato,
decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido.
Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz
aguda.
Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener
unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como
una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una
pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un
largo hilo de oro.
La anciana le dijo: "Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una
hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas,
pasarán meses o incluso años en cuestión de días" Pedro estaba muy
excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La
anciana se la entregó.
De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero
Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar
las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del
hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un
hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro
reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a
encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el
seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico
y esperó a que se produjeran cambios.
Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto
blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos
se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por
primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las
maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo
lo bueno que había en el camino.
Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho
para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió
que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El
bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se
durmió profundamente.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se
trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el
hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al
responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me
ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido
momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad
de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he
perdido el don de la vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé
un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió:
"Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho esto se quedó
otra vez dormido.
Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quien podrá ser
ahora?, se preguntó. Cual no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su
lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la
extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez.
Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida
tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y
triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente
por el futuro y empezar a vivir en el ahora.
Reflexión:
Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años,
después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener
un hijo, después que los hijos sean grandes... A veces nos sentimos frustrados
porque pensamos que las circunstancias no son las ideales, que no es el
momento perfecto, y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sea.
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades
del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes ...pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sì, no solo por el lugar en el que estaban
excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el
exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de
metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más
pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las
noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún
pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie
debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo
superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de
cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron
de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y
fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas
posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos
ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar
nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos se conformaron, hubo
otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su
interior...
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió
aumentar su capacidad ensanchándose. No pasó mucho tiempo antes de que la
idea fuera imitada, todos los pozos
gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más
espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus
camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían
hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno
perdería su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su
capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más
hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la
tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo
contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego , cuando vio que no había otra
posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás
se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa:
adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!.
Nunca antes otro pozo había encontrado agua...
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo,
humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua
hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era
bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua,
empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en tréboles, en flores, y en
troquitos endebles que se volvieron árboles después...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a
llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro-
contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos
quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se
dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del
vacío...
Y también empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
-¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No sé lo que
pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que
habían encontrado en el fondo de sì mismos era la misma...Que el mismo río
subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se dieron
cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían
comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino
que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el
coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que
tienen para dar...
UN LUGAR EN EL BOSQUE
Esta historia nos cuenta de un famoso rabino jasídico: Baal Shem Tov.
Baal Shem Tov era conocido dentro de su comunidad porque todos decían que
él era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan puro que Dios
escuchaba sus palabras cuando él hablaba.
Se había hecho una tradición en este pueblo:
Todos los que tenían un deseo insatisfecho o necesitaba algo que no habían
podido conseguir iban a ver al rabino.
Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él
elegía. Y los llevaba a todos juntos a un lugar único, que él conocía, en medio
del bosque. Y una vez allí, cuenta la leyenda, que Baal Shem Tov armaba con
ramas y hojas un fuego de una manera muy particular y muy hermosa, y
entonaba después una oración en voz muy baja... como si fuera para él mismo.
Y dicen...
que Dios le gustaban tanto esas palabras que Baal Shem Tov decía, se
fascinaba tanto con el fuego armado de esa manera, quería tanto a esa reunión
de gente en ese lugar del bosque...
que no podía resistir el pedido de Baal Shem Tov y concedía los deseos de
todas las personas que ahí estaban.
Cuando el rabino murió, la gente se dio cuenta de que nadie sabía las palabras
que Baal Shem Tov decía cuando iban todos juntos a pedir algo...
Pero conocían el lugar en el bosque. Sabían cómo armar el fuego.
Una vez al año, siguiendo la tradición de Baal Shem Tov había instituido, todos
los que tenían necesidades y deseos insatisfechos se reunían en ese mismo
lugar en el bosque, prendían el fuego de la manera en que habían aprendido
del viejo rabino, y como no conocían las palabras cantaban
cualquier canción o recitaban un salmo, o sólo se miraban y hablaban de
cualquier cosa en ese mismo lugar alrededor del fuego.
Y dicen...
que Dios gustaba tanto del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar en el
bosque y de esa gente reunida... que aunque nadie decía las palabras adecuadas,
igual concedía los deseos a
todos los que ahí estaban.
El tiempo ha pasado y de generación en generación la sabiduría se ha ido
perdiendo...
Y aquí estamos nosotros.
Nosotros no sabemos cuál es el lugar en el bosque.
No sabemos cuáles son las palabras.
Ni siquiera sabemos cómo encender el fuego
a la manera que Baal Shem Tov lo hacía...
Sin embargo hay algo que sí sabemos:
Sabemos esta historia,
Sabemos este cuento...
Y dicen...
que Dios adora tanto este cuento...
que le gusta tanto esta historia...
que basta que alguien la cuente...
y que alguien la escuche...
para que Él, complacido,
satisfaga cualquier necesidad
y conceda cualquier deseo
a todos los que están compartiendo este momento...
Amén... (Así sea...)
EL MAESTRO SUFI
El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los
alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...
- Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos
pero no nos explicas su significado...
- Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal
de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
- ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en
trozos para que te sea más cómodo?...
- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
- Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el
discípulo.
SIN NOMBRE
Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le
iluminara el camino que debía seguir. Todas las noches, al acostarse, le pedía a
Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida.
Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semimístico
buscando recibir una señal divina.
Hasta que un día, paseando por un bosque, vió a un cervatillo caído,
tumbado, herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de
repente vió aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a
punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al
cervatillo de un sólo bocado.
Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el
puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al
puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de
comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas.
Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las
acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después
se fue y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que el cervatillo
pudiera comer.
Increíble.
Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vió que el cervatillo
aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las
heridas y darle de beber.
El hombre se dijo:
Esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara. "Dios se ocupa de
proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y
desesperado corriendo detrás de las cosas".
Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí
esperando que alguien le trajera de comer y de beber.
Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le
daba nada.
Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al
cervatillo herido, pero no le daban nada.
Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre
hombre, que estaba muy angustiado, le dijo:
- Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer
que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo ésto? Yo
soy un hombre creyente...
Y le contó lo que había visto en el bosque.
El sabio lo escuchó y luego dijo:
- Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente.
Dios no manda señales en vano. Dios te mandó esa señal para que
aprendieras.
El hombre le preguntó:
- ¿Por qué me abandonó?
Entonces el sabio le respondió:
- ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar,
comparándote con el cervatillo?
Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien
que no pueda valerse por sus propios medios.
ESTRELLITAS Y DUENDES
"En el país de los cuentos había una vez un pequeño duende. Un duende muy
travieso que siempre andaba riendo y saltando de un lado para otro... Vivía
en una casita toda rodeada de montañas. A su lado, un pequeño río que
discurría placidamente por la falda de la ladera describiendo un paisaje difícil
de imaginar.......... Lo que mas gustaba al duendecillo era ver como cada
mañana, con los primeros rayos de sol, todas las flores de su jardín iban
abriendo una por una sus hojas..... Uno de aquellos días, como muchos otros,
salio a pasear a la montaña. Y caminando entre las rocas encontró una flor: era
una flor preciosa, nunca había visto otra de igual belleza. Le había cautivado
tanto que paso toda la tarde mirándola. Era maravilloso verla cuando se
contorneaba cada vez que el viento acariciaba sus hojas............. Al siguiente
dia y al siguiente, y al otro, volvió para estar a su lado y mirarla. Un día como
tantos otros, nuestro duendecillo vio como de una de sus hojas caía una
pequeña lagrima. No entendía como la flor más maravillosa del mundo podía
estar triste. Se acercó; a ella y le pregunto: -"?Por que lloras?". -Y contesto la
flor: "me siento triste aquí entre las rocas, sin nadie que me mire salvo tu. Me
gustaría vivir en un jardín como el tuyo y ser una mas de entre las flores.
Además, te concederé el deseo que mas quieras si me llevas allí". Fue
entonces, cuando el pequeño duende la tomo entre sus manos y con todo el
cariño del mundo la planto en el lugar mas bonito de su jardín........... Una
vez cumplido el deseo, la flor le dijo al duendecillo: - "Y bien, ahora que me
has llenado de felicidad al traerme aquí, ?que es lo que mas deseas en este
mundo?". Y el duendecillo entonces, la miro fijamente y contesto : - "Quiero
ser flor como tu para sentirme por siempre a tu lado". Y
colorin colorado, en el país de los cuentos, el final ha llegado.
SIN NOMBRE 2
LA OLLA EMBARAZADA
Un señor le pidió una tarde a su vecino una olla prestada. El dueño de la olla no
era demasiado solidario, pero se sintió obligado a prestarla. A los cuatro días,
la olla no había sido devuelta, así que, con la excusa de necesitarla fue a
pedirle a su vecino que se la devolviera.
—Casualmente, iba para su casa a devolverla... ¡el parto fue tan difícil!
— ¿Qué parto?
— El de la olla.
— ¿Qué?!
— Ah, ¿usted no sabía? La olla estaba embarazada.
— ¿Embarazada?
— Sí, y esa misma noche tuvo familia, así que debió hacer reposo pero ya está
recuperada.
— ¿Reposo?
— Sí. Un segundo por favor –y entrando en su casa trajo la olla, un jarrito y
una sartén.
— Esto no es mío, sólo la olla.
— No, es suyo, esta es la cría de la olla. Si la olla es suya, la cría también es
suya.
“Este está realmente loco”, pensó, “pero mejor que le siga la corriente”.
— Bueno, gracias.
— De nada, adiós.
— Adiós, adiós.
Y el hombre marchó a su casa con el jarrito, la sartén y la olla. Esa tarde, el
vecino otra vez le tocó el timbre.
—Vecino, ¿no me prestaría el destornillador y la pinza? ...Ahora se sentía más
obligado que antes.
—Sí, claro.
Fue hasta adentro y volvió con la pinza y el destornillador. Pasó casi una
semana y cuando ya planeaba ir a recuperar sus cosas, el vecino le tocó la
puerta.
— Ay, vecino ¿usted sabía?
— ¿Sabía qué cosa?
— Que su destornillador y la pinza son pareja.
— ¡No! –dijo el otro con ojos desorbitados— no sabía.
—Mire, fue un descuido mío, por un ratito los dejé solos, y ya la embarazó.
— ¿A la pinza?
— ¡A la pinza!... Le traje la cría –y abriendo una canastita entregó algunos
tornillos, tuercas y clavos que dijo había parido la pinza.
“Totalmente loco”, pensó. Pero los clavos y los tornillos siempre venían bien.
Pasaron dos días. El vecino pedigüeño apareció de nuevo.
— He notado –le dijo— el otro día, cuando le traje la pinza, que usted tiene
sobre su mesa una hermosa ánfora de oro. ¿No sería tan gentil de prestármela
por una noche? Al dueño del ánfora le tintinearon los ojitos.
— Cómo no –dijo, en generosa actitud, y entró a su casa volviendo con el
ánfora perdida.
—Gracias, vecino.
—Adiós.
—Adiós.
Pasó esa noche y la siguiente y el dueño del ánfora no se animaba a golpearle
al vecino para pedírsela. Sin embargo, a la semana, su ansiedad no aguantó y
fue a reclamarle el ánfora a su vecino.
— ¿El ánfora? –dijo el vecino – Ah, ¿no se enteró?
— ¿De qué?
— Murió en el parto.
— ¿Cómo que murió en el parto?
— Sí, el ánfora estaba embarazada y durante el parto, murió.
— Dígame ¿usted se cree que soy estúpido? ¿Cómo va a estar embarazada un
ánfora de oro?
— Mire, vecino, si usted aceptó el embarazo y el parto de la olla. El casamiento
y la cría del destornillador y la pinza, ¿por qué no habría de aceptar el
embarazo y la muerte del ánfora?
Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un
determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una
piedra?
Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento
del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando
nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del
corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
El saco de plumas
Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la
envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo,
y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:
"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?",
a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas
y suelta una donde vayas".
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al
cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el sabio contestó: "Esa
es la parte más fácil.
Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste.
Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar
casi ninguna.
El árbol triste
Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que
podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y
bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín,
excepto por un árbol
- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?
- No lo escuches, exigía el rosal, es más sencillo tener rosas y ¿Ves qué bellas
son?.
Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la
desesperación del árbol, exclamó:
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz
interior diciéndole:
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces
el jardín fue completamente feliz.
- ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?
En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un
chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para
encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus
compañeros.
Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido.
Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni
control, nada.
Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran
esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco,
decidido a caminar.
Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto
al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.
Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su
persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad,
Glenn Cunningham
Ten el valor y la fuerza para tomar tus decisiones y ser constante a la hora
de darles forma.
Eres feliz?...
Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un
rotundo
- Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las
riquezas, mi cuerpo, el clima, los placeres, etc.
Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga
calor, tengas o no dinero, aunque alguien te haya insultado, o alguien no te amó o
no te haya valorado.
No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas,
se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.
Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por
aquello que hayas buscado honestamente.
El ciego
Había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de
madera que, escrito con tiza blanca, decía:
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas
monedas en la gorra.
Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro
anuncio.
Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.
Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra
estaba llena de billetes y monedas.
El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su
cartel y sobre todo, qué había escrito.
El publicista le contestó:
"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".
Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte
mejor de esa manera.
Te deseo un Feliz Día... y ten en mente que todo cambio, renueva día a día tu
vida...
Decía Einstein:
"Si hace lo que siempre ha hecho, obtendrá los resultados que siempre ha
obtenido"
Bastante obvio, tanto que se nos olvida...
El loco
Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes
donde pudiera, sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el
fruto, y nadie le pagaba por ello y nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el
contrario, era objeto de burla ante los demás.
Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los
demás. Y he aquí que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la
muestra de como se deben hacer las cosas, sembrando, siempre sembrando sin
esperar a ver el fruto, sin esperar a saborearlo.
Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares,
rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino,
para no escucharlo a través de la boca de sus ministros.
Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó: _ ¿Qué haces, buen
hombre?
Y el viejo le respondió: _ Sembrando Señor, sembrando.
Nuevamente inquirió el Sultán: _ Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y
cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué
siembras entonces?
A lo que el viejo contesto: _ Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de
que yo siembre para que otros coman.
El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban
LOCO, y nuevamente le preguntó:
_ Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te
regalaré una monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.
El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con
monedas de oro u las entregó al sembrador.
El sembrador respondió : _Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no
la acaba de sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se
volviera loca como yo y se dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos
sería el más maravilloso de todos los frutos que yo hubiera obtenido, porque
siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre queremos
que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando
consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.
Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando
y no se supo de su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún
cerro, pero él había cumplido su labor, realizó la misión, la misión de un Loco.
Reflexión:
Este cuento sirve para ilustrarnos lo que muchos seres hacen en este
mundo, pero callados, sin esperar recompensa y he aquí que se requieren
muchos locos en el mundo, seres que repartan la Luz, que den la enseñanza,
que sean guías en este mundo tan hambriento de la enseñanza espiritual.
El pescador
Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano
elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le
había tomado pescarlos?
El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?
El pescador dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago
siesta con mi señora María, caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y
toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida "placentera y ocupada".
El americano replicó, "Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar
más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los
ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes y eventualmente
tendrías una flota de botes pesqueros.
MORALEJA:
Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene
pero que muchas veces no vemos.
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal
por aquello que no tenemos.
"Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las
estrellas"
¡LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO!
¿Que es la riqueza?
¿Que es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:
¿Qué es la riqueza?
Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.
Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas
cosas que no cambiarías por dinero”
El Tazón de madera
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos
le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa
comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del
anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara
al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
-Tenemos que hacer algo con el abuelo, dijo el hijo. -Ya he tenido suficiente.
Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del
comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la
hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la
servían en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima
en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras
que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer
el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos
de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -¿Qué estás haciendo?
Con la misma dulzura el niño le contestó: -Ah, estoy haciendo un tazón para ti y
otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos. Sonrió y
siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin
habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y, aunque ninguna palabra se dijo al
respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la
mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y
por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez
que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre
escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con
paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos
imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se
percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su
hijo. Seamos instructores sabios y modelos a seguir.
He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que
maneja tres cosas: un día lluvioso, equipaje perdido y luces del arbolito
enredadas.
La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste
sentir.
El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban
mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar,
dónde habían estado de vacaciones.
Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el
tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente
vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y
color del mundo exterior.
Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al
lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso
muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como
consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el
hombre estaba cómodo, le dejó solo.
1.- Te Amo
Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le
diga: “te amo”. Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a
tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el
resultado.
2.- Te Admiro
3.- ¡Gracias!
Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma
de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que
expresarle un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano.
Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o
perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: “perdóname, me
equivoqué”.
¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: “A ver, háblame, qué
te pasa?”. Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo
escuchásemos lo Que nos tratan de decir.
Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.
-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago
por hacer un favor.
Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose
fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes
del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.
Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los
doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de
una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad.
Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de
procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla. La reconoció
inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su
vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.
Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus
días pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la
lista de enormes cifras:
Para pensarlo
Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos
más cortos y puntos de vista más estrechos.
Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos.
Por todo esto, propongo que de hoy en adelante, no guardes nada “Para una
ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial.
Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida referida, visita
los sitios que ames.
Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den
ganas de hacerlo.
Las frases “Uno de estos días”, “Algún día”, quítalas de tu vocabulario. Escribamos
aquella carta que pensábamos escribir, “Uno de estos días”.
Cada día, hora, y minuto son especiales… y no sabes si pudiera ser el último…
Si estas tan ocupado y no puedes tomarte unos minutos para mandar este
mensaje a alguien que tu quieras, y dices a ti mismo que lo enviaras “Uno de
estos días” piensa que “Uno de estos días” puede estar muy lejos.
Manejo de la tensión
-Si cargamos nuestros PESARES todo el tiempo, luego, más temprano o más
tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez
MAS PESADA. Lo que tienes que hacer es DEJAR el vaso en algún lugar y
descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de
lado periódicamente, ¡de la forma que sea!
Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba
dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.
Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: -Todo
cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera
de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas
desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia,
saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en
ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.
Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos
sacos, el respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que
he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que
todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis
errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me
permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de
ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al
frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos
bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un
saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de
un barco “lejos de ser una carga” me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que
llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En
ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que
a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero
y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más
penoso el trayecto.
Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando
delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: -
”Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Pero recuerda
algo: después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto,
aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal…”
Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió
hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró…..Recordó, entonces, que el niño
quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre. La riqueza duró poco y la
desesperación… ¡para el resto de su vida!.
Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir en este
mundo y una voz siempre nos advierte: “Y No te olvides de lo principal!”
Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial ” Los tesoros
del alma!”. Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápido y
que la muerte llega inesperadamente.
Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las
lamentaciones.
El maestro dijo: -Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte.
La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas del Mundo
son:
Poder tocar.
Poder saborear.
Poder ver.
Poder escuchar.
Poder sentir.
Poder reír.
Y… Poder amar.
El Sol y El Viento
La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el
camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas
contra él.
-Vas a ver – dijo el viento - como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro
sus vestiduras.
Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacían, el hombre
más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando. El viento
encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba
su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa.
Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre,
que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el
hombro.
-Ya ves - le dijo el Sol al Viento - como con la bondad se consigue más que con la
violencia.
El hombre y el mundo
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto
a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca
de respuestas para sus dudas.
De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo
lo que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con
un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: -”Como te gustan los
rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de
nadie”.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue
así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba
calmadamente. -”Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería
imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás
había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones
con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido
capaz?
-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista
para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre…
Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía
como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había
arreglado al mundo.
¿Existe el Mal?
Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios creó todo
lo que existe?
Un estudiante contestó valiente: -Sí, lo hizo. - ¿Dios creó todo? -Sí señor,
respondió el joven.
El profesor contestó: -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal
existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros
mismos, entonces Dios es malo.
Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
- ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la
Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u
objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo
que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la
ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces
de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir
cómo nos sentimos si no tenemos calor.
-El mal es simplemente la ausencia de Dios… es, al igual que en los casos
anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de
Dios. Dios…. no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen, como existe
el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios
presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la
oscuridad cuando no hay luz.
El mejor regalo de amor no son los diamantes ni las rosas ni los dulces. Es
brindar tu concentración. El amor se concentra tanto en otra persona que
por un instante uno se olvida quien es. La atención dice:
“TU TIEMPO”
Autoestima
El despertar de pesadillo
Los tres monstruos se sintieron felices al oír aquellas palabras; servían para algo!
Después de tantísimos años, resulta que podían hacer más cosas de las que
habían creído, y sin asustar ni molestar a los niños. Ese mismo día abandonaron
la cárcel dispuestos a crear su primer despertador. Y así, los tres monstruos se
hicieron famosísimos con su negocio para dormilones, muy contentos de haber
comprendido que siempre hay algo genial que podemos hacer, pero que a veces,
está por descubrir.
Haz una lista de todas aquellas cosas que haces muy bien:
Ahora, haz una lista de todas aquellas cosas que te gustaría hacer muy bien
Por último, escribe cada una de las cosas que has escrito en el cuadro, es decir,
aquellas cosas que te gustaría conseguir hacer bien, y al lado, explica con hechos
como puedes conseguirlo.
La extraña pajarería
El señor Pajarian era un hombrecillo de cara simpática y sonriente que tenía una
tienda de pajaritos. Era una pajarería muy especial, en la que todas las aves
caminaban sueltas por cualquier lado sin escaparse, y los niños disfrutaban de sus
colores y de sus cantos. Tratando de saber cómo lo conseguía, el pequeño Nico
se ocultó un día en una esquina de la tienda. Estuvo escondido hasta la hora del
cierre, y luego siguió al pajarero hasta la trastienda. Allí pudo ver cientos de
huevos agrupados en pequeñas jaulas, cuidadosamente conservados. El señor
Pajarian llegó hasta un grupito en el que los huevecillos comenzaban a moverse;
no tardaron en abrirse, y de cada uno de ellos surgió un precioso ruiseñor.
Fue algo emocionante, Nico estaba como hechizado, pero entonces oyó la voz del
señor Pajarian. Hablaba con cierto enfado y desprecio, y lo hacía dirigiéndose a
los recién nacidos: "¡Ay, miserables pollos cantores... ni siquiera volar sabéis,
menos mal que algo cantaréis aquí en la tienda!"- Repitió lo mismo muchas veces.
Y al terminar, tomó los ruiseñores y los introdujo en una jaula estrecha y alargada,
en la que sólo podían moverse hacia adelante. A continuación, sacó un grupito de
petirrojos de una de sus jaulas alargadas. Los petirrojos, más creciditos, estaban
en edad de echar a volar, y en cuanto se vieron libres, se pusieron a intentarlo. Sin
embargo, el señor Pajarian había colocado un cristal suspendido a pocos
centímetros de sus cabecitas, y todos los que pretendían volar se golpeaban en la
cabeza y caían sobre la mesa. "¿Veis los que os dije?" -repetía- " sólo sois unos
pobres pollos que no pueden volar. Mejor será que os dediquéis a cantar"... El
mismo trato se repitió de jaula en jaula, de pajarito en pajarito, hasta llegar a los
mayores. El pajarero ni siquiera tuvo que hablarles: en su mirada triste y su andar
torpe se notaba que estaban convencidos de no ser más que pollos cantores. Nico
dejó escapar una lagrimita pensando en todas las veces que había disfrutado
visitando la pajarería. Y se quedó allí escondido, esperando que el señor Pajarian
se marchara. Esa noche, Nico no dejó de animar a los pajaritos. "¡Claro que
podéis volar! ¡Sois pájaros! ¡ Y sois estupendos! ", decía una y otra vez. Pero sólo
recibió miradas tristes y resignadas, y algún que otro bello canto. Nico no se dio
por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras más, volvió a esconderse para
animar el espíritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les
silbaba, y les enseñaba innumerables libros y dibujos de pájaros voladores
"¡Ánimo, pequeños, seguro que podéis! ¡Nunca habéis sido pollos torpes!", seguía
diciendo. Finalmente, mirando una de aquellas láminas, un pequeño canario se
convenció de que él no podía ser un pollo. Y tras unos pocos intentos, consiguió
levantar el vuelo... ¡Aquella misma noche, cientos de pájaros se animaron a volar
por vez primera! Y a la mañana siguiente, la tienda se convirtió en un caos de
plumas y cantos alegres que duró tan sólo unos minutos: los que tardaron los
pajarillos en escapar de allí. Cuentan que después de aquello, a menudo podía
verse a Nico rodeado de pájaros, y que sus agradecidos amiguitos nunca dejaron
de acudir a animarle con sus alegres cantos cada vez que el niño se sintió triste o
desgraciado.
Y sin embargo ¿Cómo te sientes cuando alguien dice cosas positivas o bonistas
de ti?
Baja.
Porque
Completa el cuadro:
¿Qué piensas de este valor que se trabaja en la lectura? ¿Estás de acuerdo con
él? ¿Por qué?
Recuerdas alguna ocasión en que hayas actuado así, ¿cuándo fue? Y ¿qué pasó?
CUANDO TENEMOS UN PROBLEMA DEBEMOS DE BUSCAR LA FORMA DE
SOLUCIONARLO. PARA ELLO PODEMOS SEGUIR LOS SIGUIENTES PASOS:
IDENTIFICAR EL PROBLEMA