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¿Qué es la Tora?

En la publicación anterior presenté Mi Biblia Favorita que utilizaremos este año para ir
explorando juntos la fusión del estudio tradicional y académico del judaísmo. Luego de
dicha introducción, nos sumergimos ahora en el primer ensayo que voy a traducir y
compartir escrito por el maravillo Zvi Brettler. De hecho, si vamos a explorar la Biblia
tenemos que comenzar por el primer libro: la Tora.

¿Qué es la Tora?
La palabra Tora, “enseñanza o instrucción”, deriva de la raíz hebrea ‫( ירה‬iara) que significa
literalmente “disparar (una flecha)” y por lo tanto etimológicamente se refiere a aquello que “da en
el blanco”. La tradición judía utiliza, ya desde el período final de la Biblia misma, la palabra “Tora”
para referirse a la primera sección de la Biblia: los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio. Estos mismos libros son llamados “Los Libros de Moisés” o “Pentateuco”, una
palabra derivada (a través del Latín) del griego penta (cinco) teuchoi (libros). Ya desde el siglo 1 de
la Era Común (es decir, después de Jesús), estos cinco libros eran escritos en un solo rollo de papel
señalizando que son una unidad. A diferencia de lo que ocurre con otras divisiones canónicas en las
cuales hay diferencias e incluso controversias, tanto judíos como cristianos aceptan en forma
unánime los libros del Génesis hasta Deuteronomio en este orden y como una unidad. La
unanimidad de la tradición y el lugar inicial que ocupan estos cinco libros reflejan su importancia en
la vida religiosa. En el judaísmo, la Tora posee el nivel más elevado de santidad, por encima de
todos los demás libros.

¿Qué nos une?


Pero a pesar de la tradicional percepción que estos cinco libros constituyen una unidad, realmente
no es muy obvia la coherencia que fundamenta esta unidad. Claramente la Tora no representa un
solo libro del modo que nosotros entendemos lo que un libro es en la modernidad, es decir la obra
de un solo autor. El academicismo ha argumentando en múltiples oportunidades que cada uno de
estos libros refleja una variedad de tradiciones y fuentes muy diferentes (exploraremos esta idea en
breve). Pero a medida que la trama progresa cronológicamente, desde la creación del mundo hasta
el final del deambular por el desierto en la generación que sale de Egipto, una gran parte de esta
misma historia ya es narrada nuevamente en el libro de Deuteronomio. No solo eso sino que la
verdadera historia de este deambular no termina en la Tora misma sino en el libro de Josué
(Iehoshua) y más adelante. Si bien Moisés es sin dudas el personaje central de la Tora, el mismo no
es introducido hasta el capítulo 2 del Éxodo y está ausente durante todo el primer libro del Génesis.
Por este motivo la Tora misma no puede ser definida de acuerdo a un tema particular sino muchos.
De hecho, si consideraríamos como factores determinantes que la Tora representa el viaje desde la
esclavitud hacia la liberación y la llegada y conquista de la tierra prometida, entonces deberíamos
hablar del “Hexateuco” (los seis libros que van del Génesis hasta el libro de Josué) en lugar del
“Pentateuco” o la Tora. La Tora termina con la llegada pero no el ingreso y conquista de la tierra
prometida.
La Ley es La Ley
Los términos hebreos tora y torat moshe (“La Tora de Moisés”) utilizados desde la última parte de
la Biblia misma para describir lo que luego sería llamado simplemente Tora, nos ofrece una pista
más certera de por qué estos libros fueron considerados una unidad. La palabra Tora es entendida
generalmente como “ley” y de hecho esta definición es una de las más frecuentes en la Biblia:
“Una sola ley (tora) habrá, para el nativo y para el forastero que mora en medio de vosotros”.-
Éxodo 12:49
La ley es el género predominante de la Tora la cual contiene no solo el decálogo (los Diez
Mandamientos que en realidad son más de diez) sino una extensa colección de leyes en Éxodo 21-
23, Levítico 17-26 y Deuteronomio 12-26. También posee otras leyes distribuidas a lo largo de las
diversas narrativas tales como la ley de la circuncisión en la historia de Abraham (Génesis 17) y la
ley concerniente a la herencia de tierra por mujeres en Números 36. Otra partes narrativas contienen
también material de significado legalista. Por ejemplo, la primera historia de la creación en Génesis
culmina con la “creación” del Shabat (Génesis 2.2-3) aún cuando esto solo sería legalizado como
una institución dentro del ritual judío recién en Éxodo 16 y luego formaría parte del decálogo en
Éxodo 20.8-11. Del mismo modo, la historia de la construcción del tabernáculo (Éxodo 25-40), un
templo temporario para Dios en el desierto, no es solo narrado por si mismo; funciona como una
introducción hacia las distintas tipos de leyes relacionadas con el sacrificio de animales del modo
que es descripto luego en el comienzo de Levítico.

Moisés, ¡un Maestro!


Pero “ley” no es la única traducción posible de tora, y la Tora no debería ser tipificada como un
libro de leyes. La palabra hebrea tora también significa “instrucción” o “enseñanza” y es utilizada
de esta forma varias veces en la Biblia
“Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza (tora) de tu madre“.-
Proverbios 1.8
Enseñar no es solo insertar leyes; de hecho las narrativas, leyendas, cuentos e historias son
increíblemente efectivas para producir comportamientos en la sociedad. Y dado que la
predominancia de narraciones es muy significativa en la Tora (especialmente en Génesis, el
principio de Éxodo y Números), es correcto entender el término bíblico torat moshe –el primero en
ser utilizado en la historia para referirse a esta colección de libros- como “la instrucción de Moisés”.
Esta instrucción fue realizada a través de las narraciones y las leyes ya que ambas permiten elucidar
las normas apropiadas de una forma de vida y el establecimiento de las relaciones entre Dios y el
mundo. Que la Tora es más que leyes se hace explícito en el comentario de Rashi quien citando
fuentes anteriores defiende la posición que la Tora comienza con las historias del Génesis en lugar
de las leyes de Éxodo.

¿Qué dice la Tora de la Tora misma?


Los términos torat moshe y torat (ha)elohim “la Tora de Dios” aparecen en forma predominante en
los últimos libros de la Biblia como los de Ezra, Nehemías (Nejemniah) y Crónicas. Estos libros
sugieren que la Tora ya era entendida para ese entonces como una revelación divina mediada por
Moisés (ver Ezra 7.6 o Nehemías 8.1). Sin embargo, es muy significativo aclarar que estos términos
nunca aparecen entendidos de esta forma en la Tora misma. La Tora nunca sugiere que cuando nos
encontramos con la palabra hebrea tora dentro de la Tora, nos estamos refiriendo a la Tora misma
tal cual nosotros la entendemos hoy. Es más, en ningún pasaje la Tora nos dice literalmente que la
misma fue compilada por Moisés (todos los rabinos y académicos coinciden en que cuando la Tora
dice por ejemplo, “Esta es la tora que Moisés puso delante de los hijos de Israel” en Deuteronomio
4.44 nunca se refieren a la Tora completa sino a una enseñanza particular).

La visión tradicional (y algunos atrevimientos)


Luego que los libros fueron considerados una autoridad, naturalmente fueron entendidos como una
obra completa e íntegra dictada por Dios a un solo “autor”, Moisés. En muchos pasajes, la Biblia
sugiere que Moisés pasó 40 días y 40 noches en la cima del Monte Sinai (Éxodo 24.18; 34.28;
Deuteronio 9.9;10.10). Claramente, esto fue demasiado tiempo para escribir tan solo la colección de
leyes como las de Éxodo 21-23. Por eso la tradición judía desarrolló la idea que Moisés recibió la
totalidad de la Tora dictada por Dios en ese momento particular. Según los rabinos Moisés recibió
simultáneamente en el Monte Sinai la tradición oral judía, la cual sirve como la única interpretación
autorizada de la ley escrita. En otras palabras, el concepto de una Tora inspirada por Dios se
expandió para incluir el texto escrito (Tora Escrita) y todo lo que se deriva de ella en la Tora Oral.
La Tora Escrita de acuerdo a todas las fuentes rabínicas (las cuales también son respetadas por la
Iglesia temprana) incluyen los eventos que sucedieron antes de Moisés – el libro del Génesis es
entendido como Dios narrándole a Moisés todo su contenido desde la Creación hasta los diálogos
que mantuvieron todos los personajes desde Adam hasta Iosef (José) con sus hermanos- hasta la
muerte de Moisés. Algunas fuentes rabínicas sugieren que el último capítulo de la Tora
(Deuteronomio 34) el cual narra la muerte de Moisés, fue dictado por Dios mientras Moisés lloraba.
La creencia que la Tora es la palabra de Dios mediada a través de Moisés era la visión estándar
hasta el Renacimiento.
Sin embargo esta visión medieval es explícitamente contradicha por la narrativa misma de la Tora,
como fue reconocido algunas veces en la Edad Media. Así, Abraham Ibn (hijo de) Ezra, un exégeta
judío del siglo 12 EC, notó que Génesis 12.6 declara

“Los Cananitas estaban entonces ( ‫ )אז‬en la tierra“.-

La palabra entonces sugiere que cuando el autor de este pasaje escribió estas palabras los Cananitas
ya no estaban en la tierra. En palabras más simples, este texto tiene que haber sido escrito o
insertado luego del tiempo de Moisés porque durante la vida de Moisés los Cananitas estaban
aún en la tierra (sino, ¿qué necesidad tiene el texto de darnos este detalle obvio? ¿quizás fue
agregado para una generación posterior que no conocía lo que había pasado?). Otros comentarios
medievales muestran que los rabinos en la Edad Media ya eran conscientes que quizás otra persona
más que Moisés había escrito algunas partes de la Tora. Pero estas interpretaciones no fueron
sistematizadas como una tesis que pudiera desafiar la visión dominante de la autoridad de Moisés
sobre la Biblia. Solo la modernidad lograría dar ese salto.
El impacto del estudio académico
Lentamente, con el ascenso del racionalismo, particularmente asociado a figuras como Thomas
Hobbes (1588-1679) y Baruj Spinoza (1632-1677), la visión de la Tora como una unidad de sentido
escrita toda por Moisés comenzó a ser cuestionada. Este lento proceso culminaría con el desarrollo
de la Hipótesis Documentaria del siglo XIX en Alemania según la cual la Tora (o el Hexateuco) está
compuesto de cuatro fuentes o documentos que fueron editados o redactados en uno solo: J, E, P y
D. Según esta teoría cada una de estas fuentes o documentos está insertado dentro de la Tora y
puede ser distinguido por la utilización particular del vocabulario, el estilo literario y la perspectiva
teológica.
J y E son llamadas así por cómo utilizan el nombre de Dios en Génesis: J utiliza el nombre Yahveh
(en aleman “Jahwe” y por eso la “J”) y generalmente se traduce como “El Señor” (en hebreo
Adonai) aún cuando es un nombre propio cuyo significado exacto es desconocido (‫)יהוה‬. La fuente
E prefiere llamar a la deidad “Elohim” y generalmente se traduce como “Dios”, un epíteto que
también sirve para el término genérico de Dios o dioses en la Biblia. P, que también utiliza
“Elohim”, es una abreviación para indicar material Sacerdotal (o Presbiteral) y D se refiere a
Deuteronómica, la fuente principal de Deuteronomio, el último libro de la Tora.

Sobre las historias entretejidas


Las diferencias en los nombres de la divinidad no son en realidad el criterio principal utilizado por
los académicos para sugerir que la Tora no es una composición unificada. Mucho más complicado
de entender son las redundancias y las contradicciones tanto en la narrativa como en el material
sobre la ley. Por ejemplo, hace mucho que se ha notado que Génesis 1-3 narra dos veces la creación
del mundo. La humanidad es creada primero en 1.27
“Creó Elohim al Ser Humano a Su Imagen, a la Imagen de Elohim le creó: macho y hembra Él los
creó“.
y luego otra vez en 2.7
“Formó Adonai Elohim al Ser Humano del polvo de la tierra y le insufló en sus nares hálito de vida
y se convirtió Adam en un ser viviente.”
Además, la segunda creación no solo refleja o repite la primera sino que difiere en forma, estilo y
detalles. Génesis 1.1-2.3, el primer relato, narra la creación de un mundo perfecto y simétrico que se
despliega incluso en el estilo literario ordenado por secuencia de días y párrafos que concluyen
siempre con las mismas palabras (Y fue la noche y la mañana…). Es decir que hasta cómo esta
escrito nos sugiere coherencia y orden absoluto. En este primer relato el mundo es creado por un
poderoso Dios que ordena a través de la palabra. En este relato, por ejemplo, el hombre y la mujer
son creados juntos (1.27) luego de la creación de todos los animales (1.25). En contraste, el segundo
relato en 2.4-3.24 sugiere que el hombre es creado primero (2.7), luego los animales (2.19) y luego
la mujer (2.21-22). Este segundo relato gira en torno a la creación de la humanidad, no del mundo
como una totalidad, y Dios en forma antropomórfica “forma” diferentes seres en lugar de crearlos a
través del uso de la palabra. Por lo tanto estas dos historias son diferentes, están claramente escritas
por autores que entienden en forma distinta cómo el mundo fue creado y cuál es la naturaleza de la
humanidad y Dios.
Las dos creaciones aparecen como dos bloques de material claramente separado entre 1.1-2.3 y 2.4-
3.24. Pero en muchos casos las fuentes no aparecen tan claramente distinguidas sino entretejidas.
Esto sucede con la historia del diluvio de Noé que mezcla documentos de J y P. Según P, dos de
cada tipo de animal deberían entrar al arca (Génesis 6.19-20), pero J declara que de los animales
puros 7 pares deberían entrar y de los impuros un solo par (Génesis 7.2). En forma similar, la
historia de la plaga de sangre (Éxodo 7.14-24) contiene también dos relatos entretejidos. En el
primero (J) Moisés es el protagonista y la sangre solamente afecta al Nilo (versículos 17-18). En el
segundo relato entretejido (P) Aaron aparece en escena y la inundación afecta a todas las fuentes de
aguas egipcias (versículos 19, 24). En dichos casos las narrativas se combinan con gran maestría,
pero prestando cuidadosa atención a la trama y el vocabulario utilizado podemos discernir los
cimentos originales y cómo las variaciones fueron construidas unas por encima de las otras.

La Ley es…¿cuál es la Ley entonces?


No solo la parte narrativa es el producto de diferentes fuentes sino también el material legal. Por
ejemplo, las leyes concernientes a los esclavos Hebreos o Israelitas aparecen en Éxodo 21.1-6,
Levítico 25.39 y Deuteronomio 15.12-18. Todas estas leyes no pueden ser reconciliadas en forma
directa desde la Tora misma puesto que representan tres nociones muy diferentes de esclavitud. Más
significativo aún es cómo Éxodo establece una diferenciación en el trato de esclavos masculinos y
femeninos cuando Deuteronomio insiste que ambos deben ser tratados en forma similar. Si bien
Éxodo y Deuteronomio coinciden que un esclavo que ama a su amo puede decidir permanecer
esclavo “de por vida” (Éxodo 21.6) o “en perpetuidad” (Deuteronomio 15.17), Levítico 25 insiste
que la esclavitud de los Israelitas realmente no existe ya que los esclavos deben ser tratados “como
jornalero y extranjero morador de la tierra” y solo pueden servir “hasta el año del jubileo”
(versículo 40). Tales diferencias legales no deberían sorprendernos si partimos desde la base que la
Tora contiene diferentes fuentes entrelazadas las cuales son una colección que reflejan normas o
ideales de diferentes grupos viviendo en distintos períodos de tiempo. Es importante aclarar que la
interpretación tradicional judía, por otra parte, hace un esfuerzo monumental para intentar
reconciliar todas estas diferencias a través de un proceso de armonización asumiendo, por ejemplo
en este caso puntual, que “de por vida” o “en perpetuidad” debería ser interpretado o entendido
como “hasta el año del jubileo”.

Las diferentes facetas de Dios en la Tora


Es posible incluso trazar distintos estilos y nociones teológicas que tipifican fuentes individuales
dentro de la Tora. Por ejemplo, la fuente J es bien conocida por presentar un Dios increíblemente
antropomórfico que tiene una relación directa con los humanos como podemos leer en Génesis 2.4-
3.24. Estos pasajes incluyen descripciones de Dios (o su voz) “que paseaba en el jardín” (3.8) e
incluso narran que “hizo el Eterno Dios para el hombre y para su mujer túnicas de piel, y los hizo
vestirse” (3.21). Por otro lado, en las fuentes E, Dios es más distante de las personas comunicándose
con ellos a través de sueños, mensajeros (ángeles) y profetas. La fuente P está caracterizada por un
interés significativo en mantener el orden de la sociedad y delimitar las fronteras, como así también
una preocupación central por la familia de la casta sacerdotal de Aaron y el sistema religioso basado
en el sacrificio de animales orientado al Templo. Finalmente la fuente D está caracterizada por un
estilo único de oratoria que insiste en repetidas oportunidades que Dios no puede ser visto del modo
que intenta recordar la revelación Deuteronomio 4.12
“Y habló el Eterno con vosotros de en medio del fuego; una voz que hablaba oísteis, mas no visteis
figura alguna, tan sólo una voz. “
Esto explica por qué la fuente D es la única que insiste que Dios no habita físicamente en el Templo
o Tabernáculo sino que el Templo es
“el lugar que el Eterno, vuestro Dios, escogerá para hacer habitar en él Su nombre“.-
Deuteronomio 12.11
Esta fuente también enfatiza que Dios debería ser adorado en un solo lugar siendo dicha locación
Jerusalem.

¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?


El estudio académico de la Biblia hasta finales del siglo XX estaba muy convencido de las fechas
aproximadas de cada una de estas fuentes y cuándo se habían incorporado cada una de las
colecciones legales. La J se entendía como la más antigua seguida por la E, luego la D y finalmente
la P. Los argumentos para delimitar las fechas de cada fuente estaban, en algunos casos, salpicadas
de antisemitismo ya que vistas así tendían a devaluar el judaísmo rabínico considerándolo una
degradación de una religión Hebrea más original o idealizada. Había también un elemento de
superioridad cristiana entre los que proponían originalmente la Hipótesis Documentaria: el Israel
Bíblico es considerado mejor; el judaísmo temprano (a finales del período bíblico y principios del
post-bíblico) no lo es, ya que desde una perspectiva cristiana el mismo fue justamente sustituido por
el Cristianismo. Por esta razón muchos académicos judíos permanecieron al margen de la Hipótesis
Documentaria y recién han comenzado a explorarla desde una perspectiva judía en los últimos años.
Los académicos coinciden en la actualidad que las fechas asignadas a cada fuente son problemáticas
y un debate muy interesante ha surgido con respecto al orden que las generaciones pasadas
asignaron con tanta certeza. Además los académicos ya no consideran cada fuente como
representativa de un autor particular escribiendo en un determinado momento puntual de la historia
sino que reconocen cada fuente como el reflejo de un largo período de tiempo dentro de un grupo o
“escuela” de pensamiento determinado. Por lo tanto lo mejor es hablar de líneas o corrientes de
tradición y contrastar su fundamento en lugar de hablar de fuentes que reflejan un solo autor,
período y locación geográfica. Por ejemplo, a pesar del desenredo sobre un consenso de las fechas
exactas, sigue siendo válido contrastar la visión Deuteronómica sobre la santidad fundamental de
Israel en el siguiente caso:
“Porque pueblo santo eres para el Eterno, tu Dios“.- Deuteronomio 7.6
con la visión P (Presbiteral) la cual sugiere que Israel no es santo sino que debería aspirar a ser
santo
“Seréis santos“.- Levítico 19.2
Estas diferencias no pueden ser fácilmente reconciliadas. Pero, si bien la Hipótesis Documentaria
no es 100% infalible, la misma nos ofrece otros métodos para entender aún mejor los textos de la
Biblia.
Los Señores “R”
Académicamente hablando, nadie sabe cómo todas estas diferentes fuentes y colecciones legales
que hoy forman la Tora acabaron juntas en un solo libro. Los académicos han sugerido que un
editor o una serie de editores o redactores (a quien simplemente llaman “R” por redactores)
combinaron todas estas diferentes tradiciones en etapas, a lo largo de un período de tiempo.
Claramente no todas las tradiciones del antiguo Israel quedaron preservadas en la Tora. Mucho
probablemente se perdió. Sin saber qué fue exactamente lo que se perdió, no podemos sugerir por
qué el redactor(es), R, decidieron qué material preservar y cómo ordenaron todas las fuentes en una
sola. Lo más importante es reconocer que, a diferencia de la edición moderna que apunta a la
articulación de un solo punto de vista, los redactores de la Biblia no crearon una perspectiva
consistente y singular sino que incorporaron una variedad significativa de voces y perspectivas muy
diferentes.
El resultado final de la redacción tal vez terminó durante el exilio Babilónico (586-538 A.eC) o a
comienzos del período de la conquista Persa. A partir de dicho momento se creó un libro muy largo
narrando lo que debería haber sido entendido en su contexto histórico como el período formativo de
Israel, desde la creación del mundo hasta la muerte de Moisés. Estos eventos narrados en Génesis 1-
11 describiendo la creación del mundo y su población a través de diferentes naciones servía como
una introducción para ubicar la destacada nación de Israel. Las historias de Abraham y su familia
(los antepasados de Israel) forman la prehistoria nacional. Israel se convierte en una nación en
Éxodo y los eventos más importantes de su historia como nación son justamente el éxodo de Egipto,
la revelación en el Sinai y la llegada a la tierra prometida.

¿Cómo deberíamos leer la Tora?


El mundo antiguo del Cercano Oriente no logro producir ninguna obra comparable en longitud, en
la brecha histórica que cubre, en la inclusión de diferentes géneros literarios y fuentes tan diversas
como la que logró la Tora (¡ni que hablar de la Biblia en su totalidad!). Esta extensa e inclusiva
naturaleza de la Tora crea desafíos muy grandes e interesantes al momento de decidir cómo
interpretar lo que está escrito. ¿Deberíamos concentrarnos en interpretar cada una de las fuentes
individuales, es decir, escuchar cada una de las voces que componen las partes del texto antes que
fueran puestas todas juntas? ¿O deberíamos leer la Tora siguiendo el modelo tradicional en el cual
la Biblia fue leída hasta la modernidad como un producto final (una aproximación que los
académicos hoy llaman “holística”)? Mi Biblia Favorita ofrece una respuesta a esta pregunta y yo
como fiel seguidor de Brettler también me sumo a su opinión: la respuesta es sí, es decir de ambas
maneras (ver Mi Revelación, Rebelión, Reconciliación y Revolución Bíblica). La Tora misma es tan
grande, verdadera y profunda que puede tolerar y superar cualquier aproximación. Creer que no
podría hacerlo es disminuir su valor como verdad.

¿Cómo leer la Tora?


En las últimas semanas he publicado sobre algunos libros de la Tora desde una perspectiva que
fusiona el academicismo con la tradición rabínica. Para mi es un placer potenciar nuestro
entendimiento sobre la Tora desde todos los ángulos posibles, por ejemplo el literal (cómo está
escrita cada narrativa), el interpretativo (qué entendemos de nosotros mismos cuando leemos), el
académico (cuándo fue escrito y qué entendían los antiguos israelitas al leer un pasaje en forma
diferente a cómo lo entendemos hoy viviendo en otro contexto histórico), el místico, el filosófico, el
alegórico, etc. Todas estas aproximaciones podríamos definirlas como orientaciones o posturas que
asumimos al leer la Tora (recomiendo leer PaRDeS y la Interpretación de la Biblia – Un Huerto
Lleno de Deliciosas Palabras para conocer más sobre la orientación más clásica hacia la Tora).
Lo importante es siempre recordar que la Tora es tan grande y verdadera que ninguna aproximación
puede agotar la totalidad de la misma. La Tora puede tolerar y superar cualquier aproximación.
Creer que no podría hacerlo es disminuir su valor como verdad. Más importante aún es entender
que la postura, orientación o creencia que nosotros asumimos con respecto al texto antes de
leerlo definirá en gran medida qué entenderemos, buscaremos o esperaremos que la Tora nos
diga.
• Un persona que cree que Jesús es el Mesías va a leer la Tora en forma muy distinta de una
persona que no cree eso.
• Otra persona que cree que todo el contenido de la Tora fue escrito por Moisés va intentar
reconciliar todas las redundancias o repeticiones para que tengan sentido con la idea que la
Tora es la obra de un solo autor.
• Y un académico tal vez no le interesan las predisposiciones emocionales de quien lee ni que
rol juega Dios en la narrativa o historia de la humanidad sino analizar la etimología de las
palabras del modo que quedaron preservadas junto al origen de un ritual particular en
relación a lo que hacían otros pueblos circundantes.

El desarrollo de Empatía
El principio fundamental de la coexistencia humana se basa en comprender que: si pensamos que
nuestro entendimiento de la Biblia (o de la vida en general) es el único posible y todos los demás
son errados entonces no somos seres espirituales caracterizados por la empatía sino
fundamentalistas. Esta última postura constituye lo que podríamos definir como una idolatría de
ideas, posturas u orientaciones en la cual uno no idolatra un objeto sino un ideal propio
convenciéndose que su postura u orientación es la única válida y todas las demás deben ser
erradicas por el bien de la humanidad. El mundo necesita menos de estas personas y más de
aquellas que están dispuestas a entender que todo el emprendimiento humano va ser siempre
perfectamente imperfecto. La Biblia, Dios y las religiones van estar siempre filtradas por el
entendimiento y la interpretación humana que nunca es objetiva sino subjetiva, construida a partir
de un acuerdo común. Por eso lo mejor que podemos desarrollar en nuestro carácter es la habilidad
de abrazar las diferencias y celebrarlas como parte de la Creación de Dios.
En cuánto a la forma en la que yo leo la Biblia, noto que para muchos la fusión de una
aproximación académica con la tradicional rabínica -como la que he utilizado en las últimas
publicaciones- puede llevar a la conclusión que esta postura u orientación hacia el texto es más
“fría” o incluso “peligrosa”. Muchos piensan que al academicismo solo le interesa desarrollar una
faceta del entendimiento asociada con una perspectiva desapasionada y desinteresada y que la
misma tiene como objetivo demostrar que la Biblia es tan solo un texto más. Para estas personas la
Biblia debería siempre proveernos de un mensaje “espiritual” o “estimulante”. En otras palabras,
hay quienes necesitan escuchar o leer que la Biblia siempre nos dice algo que hace que nos
sintamos mejores como seres humanos o que somos especiales (fundamentalmente como judíos en
relación a la idea de pueblo elegido que recibió la Tora).
Al tomar conciencia de la orientación que uno asume, en otras palabras, al ser sincero con uno
mismo con respecto a qué espera que la Tora le diga, uno no debería cerrarse a una sola visión sino
destilar múltiples miradas que pueden parecer contradictorias para enriquecerse. La vida es muchas
veces impredecible y contradictoria en muchos aspectos. En el Aforismo 125 Wittgenstein escribe:
“el hecho fundamental es que en el fondo creamos nuestras propias reglas…y luego cuando
seguimos esas reglas las cosas no terminan como las habíamos asumido. Por lo tanto estamos
enredados en nuestras propias reglas. Este enredo en nuestras propias reglas es lo que queremos
entender”.
El entendimiento del conocimiento de uno mismo es fundamental porque demanda que nos
cuestionemos honestamente cómo sabemos lo que sabemos, por qué creemos lo que creemos,
cuáles son nuestros propios conocimientos y certezas. Esta disciplina requiere coraje y persistencia
porque racionalizar nuestro entendimiento nos hace cuestionar y a veces tener que des-hacer
nuestras creencias más profundas. De hecho, la idea que algo es “contradictorio” también es una
idea humana. ¿Quién establece lo que es y lo que no es una contradicción? La respuesta es que
depende de la coyuntura. En la publicación anterior demostramos que las diferencias legales (de la
halaja) en la Tora no deberían sorprendernos si partimos desde la base que la Tora contiene
diferentes fuentes entrelazadas las cuales son una colección que reflejan normas o ideales de
diferentes grupos viviendo en distintos períodos de tiempo.

¿Cómo se puede leer la Tora?


¿Qué me pasa a mí cuando leo la Biblia? Me predispongo a sorprenderme acercándome al texto
utilizando diferentes orientaciones o disposiciones. Aquí van algunas de mis orientaciones
simultáneas que emergen al leer la Biblia:
• Instructiva: en la orientación instructiva el texto de la Biblia tiene para mí un sentido de lo
sagrado que ilumina/inspira/instruye. Instructiva no necesariamente en el sentido
prescriptiva, pero más bien hacia un sentido de la iluminación que uno experimenta. Un
momento de “¡ajá!” o “esto me hace sentir que la vida tiene un propósito“. Esta orientación
propone un compromiso significativo junto a un momento de encuentro con el texto y la
tradición. Este es generalmente el enfoque más popular que se busca en la educación judía.
Pero no es ni debería ser el único.
• Contextual: aquí es cuando me intereso en la comprensión de textos en un contexto, cómo
llegaron a ser lo que son y cómo el contexto ayuda a determinar el significado. En esta
orientación el academicismo revela verdades importantes sobre el texto, preguntas sobre
cuestiones históricas. Este es a menudo el enfoque de los cursos universitarios.
• Halajá: bajo esta orientación veo a la Tora como una fuente para comprender el desarrollo
de la halajá (la ley o práctica judía). Me refiero a una atención en los temas halájicos y su
evolución en el tiempo (desde la Biblia hacia los comentarios posteriores). La orientación
halájica se centra en los temas puntales y su desarrollo; en comprender mejor la constitución
de un sistema; la lógica en el accionar (cuando es posible) y los conceptos que de allí se
derivan.
• Literaria: aquí tomo el texto en su conjunto y atendiendo a sus características gramaticales
y narrativas (por ejemplo, ¿por qué están ciertas partes escritas como un poema y otras como
prosa?). El análisis sintáctico y literario no solo se relaciona con la narrativa sino también
con pasajes legales. Cuando estoy alerta a estas ideas me enfoco en los aspectos literarios
por el bien de los aspectos literarios en sí, ni más ni menos. No me pregunto “¿qué enseña
este pasaje?” (del modo que hago con la orientación Instructiva) sino “¿Por qué fue escrito
así y no de otra manera?”. El objetivo es darme una idea de la forma de pensar de las
personas que produjeron el texto.
• Cultural: la Tora nos proporciona una ventana a la cultura de su propio tiempo. Todos los
textos que existen son el producto de un determinado tiempo y lugar funcionando como
marcador de la cultura que los vio emerger originalmente. Esta orientación me incita a
preguntar, ¿cuáles son los supuestos culturales de la Tora? Esto puede incluir por ejemplo
los estudios de género dentro de la Tora. Así podemos intentar comprender la construcción
del judaísmo en su tiempo y lugar original. En otras palabras, ¿qué podemos hacer para
sentirnos menos alejados del mundo cultural en el cual estos textos fueron apareciendo?
• Histórica: la Tora nos proporciona evidencia de la historia social, política e intelectual de las
comunidades judías de la antigüedad tardía. Son ventanas al pasado. Esta orientación lidia
con la cuestión de cuánto podemos leer de historia en el texto, siendo los textos la única
ventana al pasado que tenemos. Si la orientación Contextual es sobre el texto mismo y su
producción, en la Histórica se trata de usar el texto para asomarse al mundo en el que fue
producido.
• Interpretativa: Los aspectos interpretativos del texto (lo lúdico, pluralista, juegos de
palabras, argumentativo) son los que definen esta orientación. El estudio de la Tora implica
la lectura y la relectura de los textos. ¿Cuáles son los movimientos interpretativos
formulados en el texto? Se puede dar prioridad a los textos midráshicos sobre la Biblia para
mostrar movimientos interpretativos, sin embargo, no necesariamente de forma exclusiva.
¿Cómo funciona la interpretación? ¿Qué leemos cuando leemos? ¿Cuánto influyen nuestros
esquemas de referencia (conocimientos y experiencias de vida) a la hora de darle sentido al
texto? También podemos preguntarnos en esta orientación ¿cómo interpretamos nuestro
mundo y cómo podemos llevar a cabo nuestro propio proceso creativo al interpretar?

¿Cuál es tu orientación al leer la Tora?


Finalmente quizás te estés preguntando, ¿qué orientación o postura asumo yo, Diego, al leer la
Biblia? La respuesta es todas las que mencione arriba. Por su puesto que no al mismo tiempo
aunque las mismas se van entrecruzando en mi mente al leer la Tora (o la Biblia). Esta lista no
pretende ser exhaustiva con respecto a cómo deberíamos relacionamos con la Tora. Tampoco es una
lista completa y absoluta de las orientaciones posibles (hay muchas más y seguro cada uno tiene la
suya favorita).
Estas orientaciones son útiles para mí porque:
1. Me permiten pensar cómo practico mi enseñanza de la Tora, es decir, mi filosofía educativa
al enseñar la Biblia
2. Proporcionan una oportunidad para sostener un espejo con respecto a mi propia práctica –
¿Es esto lo que yo hago y creo? Esto me permite revisar cuáles son las opciones disponibles
en relación a cómo enseño lo que enseño.
3. Me recuerda que NO debería adaptarme o forzarme siempre a una sola o misma orientación,
sino ayudarme a pensar en forma diferente cada vez que me siento a leer y enseñar estos
textos.
4. Las orientaciones finalmente me permiten habilitar el potencial de la investigación futura en
la enseñanza de la Tora.

PaRDeS y la Interpretación de la Biblia


Un Huerto Lleno de Deliciosas Palabras
Según la tradición judía todo lo que necesitamos saber en la vida está contenido en la Tora. Pero
¿cómo puede uno creer algo así? ¡La Tora tan solo representa los primeros cinco libros de la Biblia!
¿Es realmente un texto lo suficientemente completo como para contener todas las respuestas a
nuestras preguntas existenciales?

¿Qué ves cuando me ves?


Para poder responder esta pregunta los primeros Rabinos nos enseñaron que la Tora es como un
hermoso huerto. Si miramos un huerto, a la distancia no podemos distinguir más que un colorido
paisaje. Pero si nos acercamos descubrimos que lo que parece una indistinguible masa de pasto en
realidad tiene un potencial maravilloso lleno de hojas hermosas, flores y frutos deliciosos. Si nos
aventuramos aún más vemos que los frutos tienen una piel que los recubre. Y si nos esforzamos un
poco más pelamos las capas de piel que tiene cada fruto y recibimos una recompensa final que es un
alimento delicioso que nos da vida. Así entendemos que lo que parece a simple vista un simple
campo, dentro del mismo hay en realidad capas y capas de cosas maravillosas.

¿Qué significa la metáfora del PaRDeS?


Huerto en hebreo se dice pardes y esta palabra se encuentra claramente asociada a otra palabra:
paraíso. Al arribar a este huerto de Tora la sensación es tan plena que uno siente por un instante
fugaz que ¡ha alcanzado el paraíso! ¿Por qué sucede esto? ¿De dónde provienen todas estas ideas
sobre capas y niveles cada vez más asombrosos y deliciosos de entendimiento? La metáfora o idea
del huerto está asociada con la idea que cada una de las consonantes que forman la palabra
pardes (P-R-D-S) son a su vez la letra inicial de cuatro palabras que refieren a diferentes capas
o niveles de interpretación posible sobre el mismo texto de la Tora.

El Secreto de lo Posible
La primer letra (P) se refiere a la palabra Pshat (‫ )פְשָָט‬la cual simboliza el sentido más simple del
texto, aquel que salta a la vista tan solo por leer el texto sin pensar demasiado. Por ejemplo, cuando
Adam desobedeció a Dios y comió del Árbol del Conocimiento hizo algo que sabía no debía hacer.
Se sintió avergonzado y por eso decidió esconderse (Génesis 3:8-10)

La segunda letra (R) se refiere a la palabra Remez (‫ )רֶ מֶז‬que significa “insinuar”. Si reflexionamos
en una historia o palabra de la Tora es muy probable que eventualmente la misma nos lleve a pensar
acerca de algo más. A medida que repensamos las palabras en nuestra mente las mismas nos
transportan hacia recuerdos u actos que hicimos en el pasado. Tal vez, como le sucedió a Adam,
recordemos al leer su historia aquella vez que también nosotros nos sentimos avergonzados de algo
que no debíamos hacer e intentamos ocultarlo. Así la historia de Adam “insinúa” algo que está
directamente relacionado con nuestra vida.

La tercer letra (D) se refiere a la palabra Drash (ָ‫ ) ְְדרַ ש‬que significa “interpretar”. De ese modo al
leer las historias de la Tora las interpretamos como una lección para nuestras vidas. Continuando
con el ejemplo de Adam, obviamente Dios sabe dónde Adam se esconde luego de sentir vergüenza.
Sin embargo en el relato Dios le pregunta “¿Dónde estás?”. Si interpretamos este texto aprendemos
que al hacer esta pregunta Dios quiere que Adam se de cuenta que al intentar esconderse de Dios
está en realidad escondiéndose de sí mismo.

La cuarta y última letra (S) se refiere a la palabra Sod (‫ )סוֹד‬que significa “secreto”. Esta capa final
de sentido es secreta. Y su secreto no radica en el hecho que no puede ser contando o develado sino
porque incluso cuando supuestamente hemos alcanzado o entendido su significado, el mismo
continúa siendo un misterio. Siguiendo con nuestro relato, según la tradición rabínica Dios le dijo a
Adam el día que se escondió que anterior a ese momento Adam era tan grande que podía extenderse
desde una punta a la otra del universo; pero ahora y luego de su conducta indebida podía esconderse
entre los árboles del jardín del Edén.

Un árbol de Vida
Estas cuatro categorías (la simple, la que insinúa algo más, la interpretativa y la secreta) forman la
palabra PaRDeS que significa literalmente huerto. La Tora es el huerto del judaísmo. Este huerto
está saturado de capas y capas de deliciosas sorpresas. Por eso al sumergirnos en estas palabras
aprendemos qué debemos saber y hacer. Al decirnos cómo debemos vivir, la Tora se convierte en el
fruto que debe ser pelado de sus cáscaras convirtiéndose en el alimento que nos sostiene. Por ese
motivo los judíos llamamos a la Tora un “árbol de vida” (Etz Jaím) ya que de sus raíces brotan los
mejores frutos.

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